Bifo Franco Sobre Amistad
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es/catalunya/diaricultura/Franco_Berardi_-Bifo-amistad-manera-salir-
explotacion-actual_6_444865529.html
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MÁS INFO
The Influencers 2015: Internet no existe
ETIQUETAS: The Influencers,Franco Berardi 'Bifo'
La conversación se atropella y no por falta de interés: los tempos los marca el bocado
exagerado y soberano a un croissant glasé (el azúcar le ribetea los morros) que coge
finamente con servilleta y dos dedos. No es el único contraste: su pelo blanco-atómico
deslumbra entre la americana, las gafas, el fular y la chaquetilla, todo de negro impoluto.
Franco Berardi, Bifo, así le empezaron a llamar sus compañeros del colegio cuando jugaban
a los espías (“necesitaba un mote”), pronuncia con lentitud y marcado acento italiano;
paladea las palabras, hasta que, de golpe, se excita y se avalancha sobre su discurso, alzando
la voz. Hasta el punto que, cuando se levanta para la sesión de fotos, el turista de la mesa de
al lado –manosea un mapa de Barcelona– me susurra al oído: “Oye, ¿y este quién es? He
escuchado que era de Boloña, y no lo conozco…”.
La casualidad habrá querido que el discurso de Berardi no haya llegado a sus dominios, pues
el filósofo de 66 años ha tocado casi todos los temas: marxismo, psicoanálisis, análisis
sociológico, teorías de la comunicación. Siempre con especial interés en el capitalismo post-
industrial. Autor de una veintena de libros, desde su etapa de comunista raso en la Italia de
los 70 pasando por el ciberpunk de los 80, el último trata sobre las sociedades liberales y las
enfermedades mentales: Heroes: Mass Murder and Suicide (Verso).
Bifo forma parte de The Influencers, festival que, en su undécima edición, programa del 22
al 24 de octubre charlas, debates y performances entorno a la red y que contará con The Yes
Men, ¡Mediengruppe Bitnik o METAHAVEN.
¿Conoces Heroes? [Libro publicado por el autor en 2015] Lo que más me interesa es la
relación entre sufrimiento psíquico y el contenido de la mente colectiva. El punto de conexión
entre sufrimiento y potencialidad.
¿Psicoanálisis colectiva?
Mmm… Podría ser. O neuroplasticidad. O podría ser una ciencia que tenemos que inventar:
la ciencia de lo posible. No del futuro, sino de la futurabilidad.
Me he perdido.
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Todo lo que es posible en el cerebro humano, pero que, si no sale, si no se expresa, se
convierte en sufrimiento. En otras palabras, lo que más me interesa es desarrollar la herencia
del psicoanálisis para hallar las potencialidades humanas.
Sigue siendo muy utilizable. Tenemos que redefinirla, pero el fenómeno de la alienación se
presenta seguro como una hiperexplotación y una expropiación de lo que es más humano
entre los humanos: su emocionalidad. La relación entre precariedad y trabajo
cognitivo produce un efecto: angustia.
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Precario. El trabajo cognitivo se da esencialmente en condiciones precarias. Ah, la
precariedad no sólo es la indefinición jurídica entre trabajador y patrón, también entra en la
subjetividad de la gente. Es una despersonalización.
La fusión del trabajo con las nuevas formas de comunicación hace que todo el tiempo de vida
esté involucrado con la productividad. Y lo que es peor, con la competitividad y con la
percepción de peligro en la relación con los otros: todo el mundo es peligroso porque el
trabajo no se limita a las ocho horas.
Antes estaba claro contra quién había que luchar: el patrón. Ahora no está tan claro:
¿Cómo lo combatimos?
¡No! Sí, sí. [Ríe] Simplemente la palabra… No es buena. La idea de que hay un frente, contra
otro frente. [Frunce el ceño, se arruga de cejas para arriba] El lugar del poder, que era tan
claro en el pasado, como lugar físico y político, pienso en el Palacio de Invierno, ahora es
totalmente indefinible. El poder no es un lugar, es una relación que cada vez se insinúa hacia
uno mismo. El trabajo cognitivo no logra que nos reconozcamos como un cuerpo solidario:
no logramos una condición de solidaridad en el interior del trabajo.
Perdón, sí: hay que abstraerse de esta lógica a través de redes de solidaridad. De solidaridad…
O de amistad. La amistad es la manera de salir de la condición de explotación actual. Pero
amistad, es sólo una palabra… La política del tiempo que viene es la de la amistad; no es
siquiera una política, es un psicoanálisis, es una terapia.
¿Cómo hacemos para desarrollar esta terapia? Mi trabajo está dedicado esencialmente a eso:
¿Cómo se desarrolla una terapia que no es individual? Una terapia que no se mueve en el
cuadro topológico descrito por Freud: consciente e inconsciente. El inconsciente ha
explotado hoy en día. [Ríe]
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El filósofo Franco Berardi 'Bifo' en el CCCB SANDRA LÁZARO
En Europa hemos visto muchos mecanismos entusiastas que han tenido traducción
política: Grecia, sin ir más lejos. Tú has apoyado fervientemente a Tsipras.
No…
¿Te suena la abuela de Schäuble? Ahora en setiembre sacaré un libro que se llamará La
abuela de Sch ä uble. Este señor dice: “Mi abuela decía que la benevolencia es el preludio
del libertinaje” . La palabra desregulación es propia del neoliberalismo. Cuando hablamos
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de Europa, ¿qué significa reglas? La definición de regla es política: significaba una
negociación racional…
Cuando Varufakis se encuentra con los miembros del Eurogrupo, el problema no es decidir
cuestiones políticas: ¡Si las autoridades políticas no deciden nada! Sólo aplican reglas que no
pertenecen a su campo de decisión. Hay que enfrentarse a una condición que ya no es la del
combate político. La palabra para definir a Tsipras es: impotencia.
Es la realidad de nuestro tiempo. Yo pienso: ¡Obama! El hombre que mejor explicita la crisis
de la voluntad política. Este tipo, que es el hombre más poderoso del país más poderoso de
todos los tiempos, se presentó a la opinión pública diciendo: “Sí podemos”. Podemos, la
palabra más embarazosa para la política…
Me suena lo de podemos.
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Sí, lo sé… [Ríe] Y la palabra es embarazosa porque, tautológicamente, es una obviedad: ‘Si
eres el hombre del país más poderoso: puedes’. Pero no: no podemos. Esa es la verdad. La
experiencia de Obama nos enseña que no podemos cerrar Guantánamo, acabar con la venta
de armas, ¡ni salir de la guerra de Irak!
Y entonces…
El problema está en las condiciones de competencia en las que trabajan los ingenieros y los
poetas. Los ingenieros y los poetas no pueden trabajar juntos porque se considera que son
universos separados y enemigos. Si logramos construir una condición de amistad en
el trabajo cognitivo, lo podemos todo.
La amistad es el placer de la relación con el cuerpo del otro. ¿Cómo podemos re-erotizar la
comunicación social? Hemos de re-erotizar la comunicación social. Ese es el problema
político que enfrentamos hoy.
Generalmente no elijo de qué hablar antes de ver a quién tengo delante, en qué ambiente y
espacio. Pero bueno, yo creo que voy a hablar sobre la futurabilidad: no hay futuro. No hay
un futuro. Hay una dimensión imperiosamente automática del futuro, pero hay una pluralidad
de futuros posibles. Tenemos que reactivar nuestra imaginación partiendo de la pregunta:
¿Cuáles son los futuros posibles? Me temo que voy a hablar de la guerra… y también
del podemos real. [Ríe]
24/10/2015 - 20:47h
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http://desempoderamiento.blogspot.pe/2015/03/libertad-la-vision-de-franco-berardi.html
Para comprender el desempoderamiento tendríamos que visualizarlo asentado sobre ocho pilares,
que tienen que guardar un equilibrio, aunque sea inestable a lo largo del proceso, aunque en cada
momento puede haber predominancias, que hay que equilibrar...
En palabras de BERARDI “Bifo”: “Cuando a la libertad se le sustrae el tiempo para poder gozar del
propio cuerpo y del cuerpo de otros, cuando la posibilidad de disfrutar del medio natural y urbano es
destruida, cuando los demás seres humanos son competidores enemigos o aliados poco fiables, la
libertad se reduce a un gris desierto de infelicidad. No es ya la neurosis, sino el pánico, la patología
dominante de la sociedad postburguesa, en la que el deseo es invertido de forma cada vez más
obsesiva en la empresa económica y en la competencia. Y el pánico se convierte en depresión
apenas el objeto del deseo se revela como lo que es, un fantasma carente de sentido y sensualidad.
El sufrimiento, la miseria existencial, la soledad, el océano de tristeza de la metrópolis postindustrial,
la enfermedad mental. Éste es el argumento del que se ocupa hoy la crítica de la economía política
del capital”.
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La falta de perspectiva temporal que nos acosa, según el autor, es el resultado de la densidad y la saturación
de atención que requiere la aplastante cantidad de información de hoy en día, lo cual logra que la mente no
pueda apartarse y proyectar su experiencia más allá del presente convirtiendo al futuro en algo
inimaginable: “Parece que el futuro y el presente hayan escapado a la capacidad de acción humana, e
incluso a la capacidad de comprensión de quienes tendrían que elegir, decidir, gobernar.” Bifo opina que
la impotencia de la voluntad aparece ante el avance de la agresión financiera, la devastación
medioambiental y el resurgimiento de los nuevos nacionalismos y fanatismos religiosos que las
comunidades sufren por el brutal ataque del capitalismo.
Para subsanar el entuerto Bifo aboga por recuperar la sensibilidad del cuerpo en contraposición a la frígida
e higiénica red de intercambio que nos proponen las máquinas. Así construye hacia el final del libro un
manifiesto postfuturista que canta a la autonomía y ritmo propio, al empoderamiento de la lentitud y al
riesgo del amor como espacio desde el cual explorar y conocer el mundo. Como resistencia al lucro y la
guerra que movilizan hoy las energías productivas, llama a recuperar la ternura, el sueño, la solidaridad y
el éxtasis, así como proyectar la mirada hacia el pasado para no olvidar el abismo de violencia y el horror
de la agresividad militar que los nacionalismos acarrean.
En su manifiesto Bifo dignifica a la multitud que se moviliza como experiencia sensorial de los cuerpos y
exalta su función liberadora de la explotación y la esclavitud del trabajo asalariado. Alaba el arte como
motor de cambio y reclama los medios de comunicación para los sabios y los poetas. Una sorprendente e
inspiradora invocación al ser autónomo y rebelde que se pone en contacto con el propio cuerpo, con el
disfrute de sus sentidos, oponiéndose a la frialdad de las máquinas. Un llamamiento para construir y habitar
un presente infinito que ya no necesite del futuro.
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http://blogs.publico.es/numeros-rojos/2015/04/08/el-futuro-era-mentira-entrevista-con-franco-
berardi-bifo/
08/04/2015
Conversamos con el filósofo y activista italiano, un estudioso de la
comunicación social y los movimientos políticos, tras la publicación de
su libro ‘Después del futuro’ en España.
Texto: David Losa.
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Hemos creado un monstruo que nos tapa el horizonte. Las constantes
ensoñaciones distópicas y la permanente fascinación por el mañana
convirtieron al siglo XX en la “época dorada” del futuro. El 20 de febrero de
1909, el italiano Filippo Tommaso Marinetti publicaba en el periódico
francés Le Figaro el primer manifiesto futurista, “la primera declaración
consciente del vanguardismo”, según cuenta el filósofo y activista italiano
Franco Berardi (conocido como Bifo) en Después del futuro. Desde el
futurismo al cyberpunk. El agotamiento de la modernidad, editado en España
por Enclave.
Dividido en 11 puntos, aquella declaración de Marinetti era una oda al
peligro, una glorificación de los modernos medios de transporte, una
exaltación de la violencia. También, a su vez, proponía un punto y final a la
moral, al comportamiento racional, acaso a la prudencia. El progreso, para
Marinetti, era un puñetazo viril en la mesa, y su mayor exponente, su cénit,
la misma guerra. Por contra, lo más despreciable, aquello que había que
desechar por encima de todo, era la debilidad.
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Ese es el punto de partida de una fuerza atroz y omnipresente que inspiró a
las vanguardias, y con ella a una sucesión de hechos, notables y trágicos, que
definieron al siglo XX, desembocando en el enorme vacío del eterno
presente. Un futuro perdido que no es el real, sino que tiene que ver con
aquel alarido punk, el “no future”, que los Sex Pistols ‘vomitaban’ a
finales de los 70.
En aquellos momentos, el propio Bifo, que había participado activamente en
el movimiento insurreccional italiano del 68 y se había labrado un prestigio
en la comunicación social alternativa, huía de Italia perseguido por la policía
–y la deriva neoliberal– rumbo a París, donde le esperaba, entre otros, Michel
Foucault. Berardi ya decía entonces que este sistema era “una fábrica de
infelicidad” donde el futuro ya no era seductor. “El futuro como dimensión
cultural ha sido modelado por la modernidad en términos de expansión,
acumulación, intensificación del ritmo de producción. Todo esto se ha vuelto
sencillamente imposible, y por eso el futuro es inimaginable”, explica Franco
Berardi a Números Rojos.
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Bifo rodeado de estudiantes en una protesta en Bolonia
Amador Fernández-Savater
Público // 3-12-2008
Franco Berardi ('Bifo') participó en los movimientos autónomos y creativos de los años 70. Su reflexión sobre
las transformaciones del trabajo y de la comunicación conjuga saberes de la antropología, la psicología, la
filosofía y la poesía, así como se nutre de experimentaciones políticas en el ámbito de las nuevas tecnologías.
El origen de la crisis financiera es mucho mas profundo del que los economistas pueden reconocer.
Naturalmente, la causa inmediata de esta crisis catastrófica se encuentra en la colosal estafa del crédito
inmobiliario americano, pero lo que se manifiesta es una crisis conceptualmente mucho más amplia y
profunda: la crisis del crédito como herramienta fundamental de la dinámica económica capitalista y de la
organización mundial de la división del trabajo y del consumo.
Sí. El capitalismo estadounidense ha podido fortalecerse desde los años setenta gracias a un endeudamiento
sin límites. Su hegemonía político-militar le permitía imponer las condiciones de las relaciones económicas
internacionales. Pero esa hegemonía ha entrado en crisis: por supuesto, debido a su desastrosa derrota en
las guerras de Irak y Afganistán, pero también a la situación de Pakistán, al borde de la guerra civil. El mundo
ya no acepta pagar los costes del hiper-consumo norteamericano: la deuda ya no puede aumentar. Más aún:
la deuda económica y también simbólica que el mundo occidental en su conjunto ha acumulado en quinientos
años de modernidad, la deuda de la la colonización y la esclavitud, hoy reclama ser pagada.
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Los políticos aún creen que tiene margen de maniobra…
La intervención del gobierno estadounidense pretende sostener a la clase financiera a costa de los
ciudadanos que pagan los impuestos, de las empresas y de los consumidores. Pero no creo que la
intervención estatal pueda frenar la crisis económica, porque salvar a la clase financiera supondrá dilapidar los
recursos necesarios para inversiones y para un relanzamiento de la demanda. ¿Puede Occidente aceptar una
reducción drástica de su nivel de vida? No lo creo. Eso significa que la guerra por la apropiación de los
recursos se volverá una condición permanente y ubicua.
La dirección del cataclismo económico es imprevisible. Podrían crecer los movimientos populistas que
catalicen el egoísmo desesperado y lo movilicen contra los chivos expiatorios externos e internos (migrantes,
disidentes…). Pero también se pueden crear las condiciones para una nueva cultura de la solidaridad, del
compartir. Para ello, intelectuales, activistas y movimientos ciudadanos tienen que desarrollar dos vías de
transformación social: un proceso de redistribución de la riqueza y del tiempo de trabajo; y la creación de una
cultura de autonomía con respecto al consumo, de ascetismo y gozo del tiempo.
Hay que lanzar tres líneas de acción, a la vez directa y reivindicativa. Por un lado, el aumento de los salarios,
la apropriación social de los bienes, la ocupación de los espacios urbanos. Los bienes que la clases
depredadoras han robado tienen que volver a la sociedad, si es posible de manera pacífica. Por otro, la
reducción del tiempo de trabajo y la abolición del trabajo superfluo. Quien impone el trabajo extra es el peor
enemigo de la comunidad. Finalmente, necesitamos limitar el peso de la economía sobre la vida social,
aprender qué significa el gozo del tiempo fuera del dominio de la mercancía, un nuevo ascetismo. De ahora en
adelante, las comunidades extra-económicas se multiplicarán para experimentar formas de autosubsistencia,
de vida compartida.
No se trata de esperar un desplome del capitalismo como efecto de la catástrofe. La idea misma de un
desplome del capitalismo olvida que éste no es una construcción material como un edificio, sino un sistema de
relaciones simbólicas. Lo que ocurre en este momento es una catástrofe. Catástrofe, en su sentido
etimológico (en griego, kata: bajo; strofein: desplazar), significa una acumulación de inestabilidad que produce
un viraje del punto de observación y el desvelamiento (apocalipsis en griego significa revelación) de un
horizonte que antes no podía verse. El fin del capitalismo sólo puede ser efecto de un cambio en los
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imaginarios, las expectativas, las formas de interpretar el mundo de la mente colectiva. Sin imaginación no
hay subjetivación colectiva y sin subjetivación colectiva no hay salida de la pesadilla presente. Transformemos
la catástrofe en subversión.
Las formas de resistencia siguen siendo puramente defensivas porque no logramos salir del marco cultural y
político del siglo XX. Tenemos que considerar la disolución de la izquierda en Francia, en Italia o en Inglaterra
como un acontecimiento positivo, porque nos permite experimentar fuera del contexto conceptual y político del
pasado. Ni Estado ni privatización. Esa vieja alternativa -herencia del siglo XX- no tiene ya sentido, como
puede verse en la situación estadounidense donde la intervención estatal se hace al servicio de los intereses
de las finanzas y del capital.
>> Recursos: tutorial de emule / generador de fichas / publicar stream
>> Índices: cine / documentales / cortos / tv / biblioteca / música / quiosco / cómics / monografías /
software
Duarte
Sab Ene 29, 2011 12:41 pm
fuente: http://blogs.publico.es/fueradelugar/23 ... a-politico
Amador Fernández-Savater
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Franco Berardi (Bifo) es filósofo, escritor y teórico de los medios de comunicación. Implicado en
los movimientos autónomos en los años setenta, preconizó en los ochenta la futura explosión de la Red
como vasto fenómeno social y cultural, y fundó en 2005 la primera “televisión de calle” en Italia. En
La primera entrevista de esta sección, hace ya dos años, se la hicimos a él. En ella hablamos sobre la crisis
que recién comenzaba y Bifo apuntó tres claves de orientación teórica y práctica: en primer lugar, no
estamos ante una crisis puramente financiera, sino de un modelo entero de civilización; en segundo lugar, el
desenlace del cataclismo económico es incierto: puede derivar hacia un “sálvese quien pueda” generalizado,
o bien hacia la creación de una nueva cultura de la solidaridad y el compartir; por último, la disolución de la
izquierda europea es un dato positivo, porque nos empuja a pensar y experimentar fuera de un marco
conceptual y práctico que pertenece al siglo XX. Dos años después retomamos la conversación con Bifo
Sobre todo dos cosas: la esperanza Obama se ha disuelto y la crisis europea ha estallado. Una nueva lógica
se ha instalado en el corazón de la vida europea a partir de la crisis financiera
griega: Merkel, Sarkozy y Trichet han decidido que la sociedad europea debe sacrificar su nivel de vida actual,
el sistema de la educación pública, las pensiones, su civilización entera, para poder pagar las deudas
acumuladas por la elite financiera.
¿Y qué es lo que no ha pasado? Me refiero a la ausencia de las grandes luchas sociales que todos
esperábamos. ¿Cómo lo explicas?
Durante los últimos diez años, la precarización general de la vida no sólo ha fragmentado el tiempo de vida y
reducido el salario, sino que sobre todo ha instalado en la vida social el dominio del espíritu competitivo, con
sus consecuencias de agresividad, aislamiento y soledad en las personas, sobre todo entre los jóvenes. Los
efectos sobre la sensibilidad han sido devastadores y están a la vista de todos: depresión de masas, crisis de
pánico, enfermedades del vacío, etc. Esa des-empatía generalizada explica el actual “sálvese quien pueda”
ante la crisis.
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¿Ves ahora alguna salida?
Me temo que la catástrofe presente no tiene ninguna solución, la barbarie es el nuevo orden social europeo.
Eso no se puede cambiar, ya sólo podemos desertar. Tenemos que olvidar la palabra democracia, porque no
hay ninguna posibilidad de restaurarla, y en su lugar escribir la palabra autonomía. Autonomía de las fuerzas
de la producción técnica, cultural, creativa: lo que yo llamo ‘cognitariado’. Autonomía significa abandono y
vaciamento del imaginario y los lugares del trabajo, el consumo, la competencia, la acumulacion y el
crecimiento. Y la creacion de un nuevo espacio mental y social separado definitivamente del económico. Ese
es para mí el sentido profundo al que apuntan las primeras movilizaciones contra la crisis en Europa (Londres,
Roma, etc.).
Pero los estudiantes han salido a la calle para protestar sobre todo contra el desmantelamiento del
sistema educativo.
Desde luego, los estudiantes no pueden tolerar el fomento organizado de la ignorancia en los países
europeos. Pero yo veo además otro elemento a tener en cuenta en la movilización furiosa y creativa del mes
de diciembre: una tentativa de re-activación de la dimensión corpórea, física, deseante y sensible de las
personas que componen la clase cognitaria europea. Es decir, los millones de estudiantes, investigadores,
ingenieros, informáticos, periodistas, poetas y artistas que constituyen ese cerebro colectivo que es la fuerza
de producción crucial y decisiva en el tiempo presente.
Hay una expresión artística importante en la última década que se dedica a la comprehension de la
fenomenología del sufrimiento psíquico. Pienso en escritores como Jonathan Franzen y Miranda July, en
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vídeoartistas como Lijsa Ahtila o en cineastas como Gus Van Sant y Kim Ki-Duk. Pero el arte por sí solo no
consigue modificar la realidad, sólo conceptualizarla y denunciarla. El arte debe mezclarse con la política y la
política con la terapia.
Cuando el primer efecto de la explotación capitalista del trabajo cognitivo es el agotamiento nervioso y el
sufrimiento psíquico, la acción social tiene que proponerse antes que nada como terapia mental y relacional.
Pero cuando hablo de terapia no me refiero a una técnica que reintegre al individuo roto a la normalidad del
consumo compulsivo y la competición económica, sino a la práctica que reactiva la sensibilidad y la empatía.
La terapia que propongo no es otra cosa que revuelta y solidaridad, el placer de los cuerpos mezclándose con
otros cuerpos. Las movilizaciones de diciembre en Londres y Roma han sido las mejores acciones auto-
terapéuticas que pueden imaginarse. Mejor que un millón de psicoanalistas.
Dos procesos de barbarización se suman en Italia. Por un lado, un grupo de criminales notorios, de fascistas
mafiosos y racistas están desmontando la estructura institucional y moral del país. Y por otro, hay una
aplicación sistemática de las directrices neoliberales y monetaristas de la Union Europea. No hay solución
italiana a la situación italiana. Pero yo ya no soy italiano. Los estudiantes italianos ya no son italianos, muchos
han dejado el país y viven en Londres, Berlín, Barcelona o París. Somos europeos, porque sabemos muy bien
que sólo a nivel europeo se puede crear una nueva forma política adaptada a la riqueza de la inteligencia
colectiva. Sólo una insurrección europea puede abrir un nuevo horizonte a la sociedad italiana.
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software
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Entrevista al investigador italiano Franco "Bifo" Berardi
Facundo García
Pionero de las radios comunitarias y militante de una vía comunicacional alternativa, sostiene respecto del
Estado: “No puede solucionar por sí mismo muchas asimetrías, pero puede favorecer (o no) el contacto entre
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– En Argentina no hay conciencia popular sobre lo importantes que son las regulaciones ligadas con la
comunicación. ¿Cómo limita esto la construcción de un nuevo modelo?
– Hay que tener muy claro que una norma es una herramienta, pero la verdadera democratización de las
comunicaciones es una apuesta mucho más amplia. Lo más importante es la conciencia y la capacidad de que
sea capaz de vehiculizar la propia sociedad a la hora de exigir e inventar formas de relacionarse útiles para ella
misma. Dicho esto, para conocer dónde debería hacer énfasis la ley habría que distinguir cuáles son los actores
principales, que en este caso son los trabajadores de la comunicación, la sociedad civil con sus activistas, la
economía –las iniciativas privadas– y evidentemente también el Estado. La primera pregunta que hay que hacer
frente a las propuestas es qué espacio y qué tipo de relaciones se plantean para esas partes. Eso articulará en
buena medida el grado de democracia posible bajo la nueva legislación.
Breve interrupción lírica. Escribió el poeta Alejandro Romay, en su libro Soliloquio (2004): “Era yo un barco
joven/Un marinero/De líneas dinámicas (...) que encalló un día/Por falta de mantenimiento”. Podría pensarse
que esta mezcla de artista (ejem...) y empresario del espectáculo es única en el mundo, pero el mismo día en
que Bifo conversaba desde su recóndito teléfono boloñés, Silvio Berlusconi anunció que iba a editar un disco
de canciones románticas escritas por él mismo. De todas formas, lo más siniestro de la situación italiana –y de
la argentina– no es el contacto que mantienen los magnates de la comunicación con las musas, sino el que
concretan con las masas. “Si hablamos de leyes y regulaciones, el presente italiano es muy interesante, en el
sentido negativo –ironiza el entrevistado–. Aquí la energía económica de Berlusconi ha sido favorecida de todas
las maneras, y esto ha creado una situación de conformismo generalizado. Es verdad que el Estado no puede
solucionar por sí mismo muchas asimetrías, pero lo que aprendimos es que puede favorecer (o no) el contacto
entre las bases y puede impedir (o no) que crezcan poderes como el que ha construido aquí la derecha.”
– Usted ha dicho que más que sumar voces, de lo que se trata en este momento es de dar espacios para
poder escuchar con tranquilidad. Ofrecer tiempos para librarse de la saturación de mensajes...
– Efectivamente. Eso excede el tema de una ley y pasa a ser un objetivo social a largo plazo. Es un problema
que involucra un replanteo de la política del trabajo, el tiempo libre, el enfoque que se le da a la educación, etc.
No obstante, en Argentina ustedes tienen experiencias increíbles que pueden servir de guía. La
escuela Creciendo Juntos, de Moreno, sin ir más lejos, es una cooperativa de padres y docentes en la que yo
he visto cómo se propone otra relación entre la vida del barrio y la escuela y entre el estudio y la recreación...
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– Pasa que en la actualidad, el ciclo de producción mediática del pánico produce una política de la agresión y
el temor, que a su vez se retroalimentan. Vuelvo a lo que nos pasa aquí en Italia. Hoy, mis compatriotas se
creen que son ricos, y como todos los pobres que consiguieron un billete, tienen un miedo terrible a que alguien
venga a quitarles lo conseguido. ¿Qué hacen los políticos, la tele y las radios? En lugar de favorecer una relación
tranquila y de diálogo con los inmigrantes –de los cuales tenemos necesidad económica–, tanto la izquierda
como la derecha se han esforzado para incrementar la xenofobia. “Seguridad”, “control inmigratorio”: palabras
como ésa han colonizado la política en casi todos los espectros. Motorizadas, justamente, por el pánico. La
última gran idea del gobierno ha sido sacar el ejército a las calles. Tres mil tipos de verde ahí afuera no cambian
nada. Sin embargo, sí dan una percepción. Son un mensaje: “Hay soldados en la calle, la situación debe ser
terriblemente grave”.
Berardi cree que hay que empezar a decodificar esos discursos tramposos y proteger los ámbitos de
“comunicación espontánea no oficial” porque pueden ser “cantera de críticas inteligentes y flujos de información
alternativos”. “Los medios comunitarios –estima– son una forma indispensable para garantizar que sectores
distintos se relacionen en paz, sin ser utilizados por intereses particulares.”
– Usted se ha interesado por las formas de expresión “independientes”. ¿Hay alguna manera en que
una normativa oficial proteja la presencia de estas “estéticas autónomas”?
– No pueden ser objeto de una “promoción” legislativa directa, precisamente porque son independientes. En
cambio, los espacios en los que tienden a emerger sí pueden ser protegidos. ¿Y qué es, después de todo, una
“estética autónoma”? Significa una reactivación de la sensibilidad. Esto es muy importante, porque la
sensibilidad es la capacidad de entender lo que los otros son y tal vez no pueden decir, o no estamos preparados
para entender con palabras. Es algo que trasciende lo dicho. Cuando lo que se muestra es todo igual, comercial
y homogeneizado, el organismo social se insensibiliza. Y ahí nos volvemos gente que sólo es capaz de entender
conceptos como la inflación, los spots publicitarios: únicamente los signos del dinero y el poder. Como resultado,
una porción mayor de la vida social se va confinando a un rincón en sombras, que produce temor. Una estética
con conciencia histórica es un ejercicio de rescate de lo que no puede verse. Y hay que luchar por que se
alienten los ámbitos donde crecen esos intentos.
– Teniendo en cuenta que una ley está hecha para durar unos cuantos años y que las tecnologías abren
un panorama no previsible, ¿en función de qué sujeto histórico habría que pensar los proyectos a
futuro?
– Yo creo que cuando nos movilizamos para democratizar espacios, para que nuestras acciones sean más
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fuertes siempre tenemos que tener en mente a la generación que no es aún visible en el territorio de la política.
Me refiero a estos adolescentes que estamos dejando enterrar bajo una montaña de basura publicitaria,
lingüística y emocional. Hay demasiados mensajes volando por ahí como para que alguien pueda procesarlos
racionalmente, y menos si está en plena formación. Es indispensable pensar sobre todo en ellos.
– Quizá. Ahora bien: una ley puede desestimular la soledad. Por ejemplo, favoreciendo explícitamente las
formas de vincularse que no vienen impuestas por los demás sino por la vida cotidiana de los propios jóvenes.
Ahí el Estado y la ley tienen un instrumento muy fuerte a través de la escuela. Los colegios necesitan más que
nunca ser espacios de interacción social, de experimentación y de autoeducación. El gran peligro es que toda
esta maquinaria infinita de voces nos gane de mano y que las nuevas generaciones queden anuladas por no
haber podido producir sus propias formas de expresarse.
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software
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“La sensibilidad es hoy el campo de batalla político”
Amador Fernández-Savater
Franco Berardi (Bifo) es filósofo, escritor y teórico de los medios de comunicación. Implicado en
los movimientos autónomos en los años setenta, preconizó en los ochenta la futura explosión de la Red como
vasto fenómeno social y cultural, y fundó en 2005 la primera “televisión de calle” en Italia. En castellano ha
de comunicación th-rough.eu, una plataforma comunicativa transeuropea donde se dan cita la política, la
La primera entrevista de esta sección, hace ya dos años, se la hicimos a él. En ella hablamos sobre la crisis
que recién comenzaba y Bifo apuntó tres claves de orientación teórica y práctica: en primer lugar, no estamos
ante una crisis puramente financiera, sino de un modelo entero de civilización; en segundo lugar, el desenlace
del cataclismo económico es incierto: puede derivar hacia un “sálvese quien pueda” generalizado, o bien hacia
la creación de una nueva cultura de la solidaridad y el compartir; por último, la disolución de la izquierda
europea es un dato positivo, porque nos empuja a pensar y experimentar fuera de un marco conceptual y
práctico que pertenece al siglo XX. Dos años después retomamos la conversación con Bifo sobre el mismo
asunto.
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¿Y qué es lo que no ha pasado? Me refiero a la ausencia de las
grandes luchas sociales que todos esperábamos. ¿Cómo lo
explicas?
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además otro elemento a tener en cuenta en la movilización furiosa y
creativa del mes de diciembre: una tentativa de re-activación de la
dimensión corpórea, física, deseante y sensible de las personas que
componen la clase cognitaria europea. Es decir, los millones de
estudiantes, investigadores, ingenieros, informáticos, periodistas,
poetas y artistas que constituyen ese cerebro colectivo que es la
fuerza de producción crucial y decisiva en el tiempo presente.
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cognitivo es el agotamiento nervioso y el sufrimiento psíquico, la
acción social tiene que proponerse antes que nada como terapia
mental y relacional. Pero cuando hablo de terapia no me refiero a una
técnica que reintegre al individuo roto a la normalidad del consumo
compulsivo y la competición económica, sino a la práctica que
reactiva la sensibilidad y la empatía. La terapia que propongo no es
otra cosa que revuelta y solidaridad, el placer de los cuerpos
mezclándose con otros cuerpos. Las movilizaciones de diciembre en
Londres y Roma han sido las mejores acciones auto-terapéuticas que
pueden imaginarse. Mejor que un millón de psicoanalistas.
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