Entrevista Con Magris
Entrevista Con Magris
Entrevista Con Magris
Claudio Magris ha emprendido, a través esos rostros puedo ver el mío, como en un por minorías eslovenas, grupos que llega-
de la literatura, una búsqueda incansable espejo que de lo contrario estaría vacío, ban de varios lugares del mundo. Nuestros
en las profundas aguas de la condición hu- como si también yo hubiese vendido mi grandes patriotas italianos, incluso aquellos
mana. Germanista por decreto de origen y imagen al diablo, de acuerdo con la leyen- que murieron en la Primera Guerra Mun-
poeta en toda la hondura de su narrativa, da. Sólo gracias a ellos puedo decir, como dial, tenían apellidos eslavos, alemanes, grie-
al recibir el Premio Príncipe de Asturias Don Quijote, “yo sé quién soy”. gos, hebreos.
2004, se refirió a su travesía literaria con Es curioso, yo viví en Trieste hasta los
las siguientes líneas: Autor de El mito habsbúrgico en la lite- dieciocho años. Era un lector muy precoz,
ratura austriaca moderna y El Danubio, había leído a Proust a los trece años, pero a
He nacido y he vivido en Trieste, una ciu- entre otros títulos, Claudio Magris fue una ninguno de los autores regionales. Tenía esa
dad de frontera que, especialmente en deter- de las presencias más destacadas de la Feria desconfianza sana, aun si es errónea, que
minados años, era ella misma una frontera. Internacional del Libro, Guadalajara 2005, tiene un joven hacia las glorias de su propia
Un triestino es especialmente proclive a ser sitio en el que se llevó a cabo la siguiente casa. Cuando me fui a estudiar a Turín en
un hombre sin atributos y a buscar en la conversación para el Canal Cultural de los 1957, la nostalgia me impulsó a la lectura
literatura la identidad de la que se siente Universitarios. de autores italianos como Umberto Saba e
incierto. (…) Escribir es transcribir. Inclu- En el prólogo de El mito habsbúrgico en Italo Sve vo. Poco a poco adquirí conciencia
so cuando inventa, un escritor transcribe la literatura austriaca moderna, usted afir- de algunos aspectos de mi ciudad que me
historias y cosas de las que la vida le ha ma que se trata de la novela de su vida. ¿De habían pasado desapercibidos. Por ejem-
hecho partícipe: sin ciertos rostros, ciertos dónde nace su interés por la historia y la lite- plo, las familias de algunos de mis compa-
eventos grandes o pequeños, ciertos perso- ratura austriacas? ñeros de clase tenían nombres alemanes,
najes, ciertas luces, ciertas sombras, ciertos Es una larga historia. Tiene que ver con eslovenos, hebreos, entonces me di cuenta
paisajes, ciertos momentos de felicidad y mis orígenes. Nací en Trieste, una ciudad que para entender mejor ese mundo, para
de desesperación, no habrían nacido mu- italiana que durante siglos perteneció al apropiarme de lo que había vivido, tenía
chas páginas. (…) Solamente mirando Imperio Austro-Húngaro. Estaba poblada que hacer cuentas con ese pasado austriaco,
Danubio. Sin esa experiencia austroale- ¿Y así surgen algunas de las historias reales y como algunos han dicho, que el Danubio
mana de la Europa danubiana, no hubiera ficticias que fluyen con el río, como la búsque- nazca de un grifo ni de los canalones de las
podido escribir ese libro. Después ocurrió da de los orígenes del Danubio? casas vecinas”. Entonces recordé una frase
un hecho casual. En ese verano del 82 hici- La idea de los orígenes del Danubio tam- melancólica de Borges: “La literatura sólo
mos un viaje a Eslovaquia, en lo que en- bién fue fundamental. Quisiera narrar un puede retratar el mundo, pero no puede
tonces se llamaba “la otra Europa” —creo pequeño episodio. Al principio del libro cambiar el paisaje del mundo”, y yo, modes-
que mucho de lo que he escrito nació tam- hay una búsqueda de los verdaderos orí- tamente, en mi pequeño entorno, trans-
bién de la tentativa de eliminar ese adjetivo: genes del Danubio que se disputan varias formé el paisaje al provocar que se colocara
“otra”, y señalar que esos países pert e n e c e n ciudades. Esto se convierte en una broma, esa placa en mi contra. El Danubio cam-
a Europa tanto como la otra parte del con- un poco de ironía sobre esta pretensión de bió un poco, y ésta es otra de las pequeñas
tinente. Ese viaje lo hice con Marisa, mi pureza, la pretensión del origen, de tener historias danubianas.
esposa, y algunos amigos que después fue- el monopolio, el derecho de la identidad.
ron el modelo de aquella compañía a veces Entonces se demuestra cómo una búsqueda Quizá la literatura no puede cambiar el
reunida, a veces dispersa en el trayecto da- rigurosamente científica da como resulta- paisaje del mundo, pero nos permite compre n-
nubiano. Llegamos a la frontera de Eslo- do que el Danubio nace de una llave o de derlo desde otra perspectiva. Al internarse en
vaquia en una estación maravillosa. Se ve í a un canalón que puede cerrarse provocando, una historia, el escritor puede detectar cosas
la luz increíble de septiembre, se veía el cin- después de un tiempo, la sequía en Viena que a los demás nos pasan inadvertidas.
tilar del río y de la hierba en los prados del o en Budapest. Por supuesto es una metá- La gran literatura tiene la capacidad
Danubio. No se alcanzaba a definir dónde fora con varios significados, como el gran de cambiar un poco el mundo. Después de
comenzaba o dónde terminaba el río. Fue- temor de que se agoten las aguas de la vida Sófocles o Dostoievski, que verdaderamen-
ron momentos de amistad, de abandono, o para decir que estamos muy enterados te cambiaron el mundo, hay muy poco que
cuando uno se siente en armonía con la acerca de las discusiones sobre los orígenes decir. Creo que la literatura, al menos como
vida. De pronto apareció una placa que de la vida, pero sobre el origen mismo sabe- yo la siento, tiene la función de recoger,
decía “Museo del Danubio”. La palabra mos muy poco. quizás, aquello que hay en una determinada
“museo” resultaba tan extraña en ese mo- En esa pequeña ciudad de la frontera situación, lo que puede ser posible y que
mento de encanto con la naturaleza que con Eslovaquia, hay una placa que dice con aún no sucede, es decir lo que está fluctuan-
sentimos como si aquel río fuera el Danubio orgullo: “Ésta es la verdadera fuente del te. Es necesario ver no sólo la fachada de la
sólo porque así lo decía la flecha que apun- Danubio”, y lo que yo hago es burlarme realidad sino todo aquello que la permea,
taba hacia el museo. Y pensamos que quizá de la placa. Años después colocaron otro lo que está detrás y que en un futuro pudiera
n o s o t ros, sin saberlo, éramos como actores, letrero en mi contra. Regresé para grabar tomar su curso. A veces sucede, a veces no,
comparsas del museo, un poco como si dos con la televisión alemana y vi una placa que pero forma parte de nuestra realidad por-
enamorados se dieran cuenta que son parte estaba junto a la otra y decía: “Ésta es la ver- que nosotros somos también aquello que
de una exposición sobre el primer amor. dadera fuente del Danubio. No es ciert o , concretamente podríamos haber sido de
Creo que fue aquel estridente contraste entre
el elemento mágico y la inusitada clasifica-
ción grotesca, ese límite que implicaba toda
una ironía, lo que detonó mi interés.
A partir de ahí, decidimos seguir ade-
lante hasta el Mar Negro. En ese momento
nació la idea del libro. Fueron cuatro años
de ir y volver, escribir, reescribir, años en los
que durante mucho tiempo no supe qué
clase de libro iba a resultar. Pudo haber sido
un reportaje, por ejemplo, en el que el yo
sería idéntico al yo del protagonista o quizá,
como sucedió, una novela entretejida. En
fin, así nació El Danubio, que fue, además,
un ir hacia adelante perdiendo cada vez más
las escasas seguridades de esa cultura. Al
principio el viajero se ilusiona con su no-
ción austroalemana de ordenar el mundo
y mientras avanza se da cuenta que cada
vez entiende menos.
No es tanto que lo busque. Hay quien, el paraíso terrenal. Nuestro destino es vivir El río nos va llevando sin duda hacia un
como Napoleón, la encuentra en un terri- en la historia y no en el paraíso. Moisés final. La cuestión es ver cómo será ese final
torio de grandes dimensiones y el hombre sabía que no iba a poner jamás un pie en la porque en el viaje de la vida, en el status
común lo hace en su pequeño territorio. tierra prometida aunque el sentido de su viatoris, el punto está en comprender si la
Una guerra provoca hambre en la familia, vida era ir hacia esa tierra prometida. desembocadura es simplemente una inte-
hay que acompañar a los niños a la escuela En este sentido el modelo del Quijote r rupción casual o si es un final en el que una
en medio de las alarmas de los bombardeos es fundamental. Don Quijote enloqueció. vida puede terminar como en una novela:
aéreos, por ejemplo. Así que no es tanto El yelmo de Mambrino no es el yelmo de ya sea que se trunque a la mitad del camino
buscarlo, sino que la grandeza de una his- Mambrino, es un trasto, una bacía de bar- o termine porque ha logrado decir todo lo
toria se encuentra en el microcosmos. Mi- bero y esto debemos saberlo. Sancho lo sabe que tenía que decir. Creo que nuestro des-
crocosmos que es amado sólo si contiene muy bien. Pero sin esa exigencia del yelmo tino individual tiene que ver con las per-
el mundo, si no está encerrado en una vida de Mambrino o de Dulcinea, los trastos sonas a las que amamos, con sus destinos,
de hastío y localista. Cada microcosmos serían más pobres y no tendrían sentido. y también se entrelaza con otros destinos
es, de alguna manera, un pedazo del jardín De hecho, cuando Don Quijote dice al más grandes. No puede estar aislada del
donde corren los niños; un pedazo de calle final que ya no cree en todas esas cosas, resto sino que estará marcada por aquello
puede contener al mundo entero. Sancho dice: “Y ahora yo qué hago”. que será mi vida en el momento de la de-
Creo que vivimos en un momento en sembocadura y lo que será el mundo en
En cuanto al mundo de hoy, ¿cuál es su apre- el que existe la conciencia o la pretensión de ese preciso momento. Es ahí donde está el
ciación? ¿Considera que la falta de utopías ha que una verdad absoluta es lo que nos va a juego. Y naturalmente la propia capacidad
provocado el desencanto? conducir a moldear o a cambiar el mundo o incapacidad de vivir esa relación.
Hoy día vivimos en un momento his- y que éste no se puede administrar solo. El mar es otra cosa, el mar no es tanto
tórico en el que algunos de los grandes es- Esto es muy peligro s o. Yo creo, al contrario, un devenir sino una presencia constante,
quemas que le han dado sentido a la histo- que ser huérfanos de ideologías es, entre es un presente que lo contiene todo, todas
ria han tenido una caída que en muchos tanto, un destino porque si no se es huér- las naves que han naufragado. Me gusta el
casos hasta ha sido liberadora. Esto trae fano, significa morir antes que los padres, mar extenso, el mar inmóvil, en el que pa-
como consecuencia la idea de que no se lo que es aún peor. Ser huérfanos significa rece no suceder nada. Este sentido de
puede nunca corregir ni cambiar el mundo. cambiar y adaptar a nuestro tiempo todo inexorabilidad de la vida, de la unidad que
Yo creo, al contrario, que justamente el lo que recibimos de nuestros antepasados, representa el mar, no obstante las trage-
derrumbe de toda pretensión de ofrecer y esto vale también para el pensamiento. dias que esconde, restituye el sentido de la
una receta infalible para crear un mundo unidad. Debo decir que los momentos más
perfecto, nos debe ayudar a corregir con- Los ríos, los mares, son una metáfora recurren- oscuros de mi vida, materialmente, física-
tinuamente el camino, de cambiar el mun- te en su obra. ¿A dónde lo remiten estas aguas? mente, el mar me ha permitido atravesar-
do sin tener nunca la pretensión de vivir en El río tiene que ver con la temporalidad. los con menor dificultad.