Reino de Italia (Alta Edad Media)
Reino de Italia (Alta Edad Media)
Reino de Italia (Alta Edad Media)
El Reino de Italia (en latín, Regnum Italiae o Regnum Italicum) fue una
Regnum Italiae
entidad política y geográfica circunscrita al norte de la península itálica,
Reino de Italia
que sucedió al reino de los lombardos tras la conquista de Carlomagno en
774.
Constituyente del Imperio carolingio
El reino de Italia siguió las vicisitudes de descomposición del Imperio
carolingio debido al desarrollo del feudalismo, a las incursiones de 774-
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sarracenos y de magiares, y a los conflictos por la corona, dado que el 962
control del reino posibilitaba a su titular ser coronado emperador por el
papa. Desde 950 el monarca germano incorporó Italia a sus territorios, lo
que supuso su vinculación alImperio alemán.
Índice
El reino de Italia en el Imperio carolingio
Carlomagno y sus sucesores
El régimen institucional
El orden social
El papado
Los sarracenos
El reino de Italia hacia el periodo postcarolingio
La transformación feudal
Los reyes carolingios
El reino de Italia (en verde oscuro) (siglo XI)
El reino fragmentado
La continuidad del reino de Italia en el Sacro Imperio Capital Pavía
Romano Germánico
Véase también
Idioma principal Latín
Religión Católica
• Coronación imperial de
800
Carlomagno en Roma
Carlomagno y sus sucesores
• Reinado de Luis II 844-875
En el año 756, Desiderio (756–774) fue elegido como nuevo rey de los • Reinado de Berengario I 888-924
lombardos tras el fallecimiento del rey Astolfo. El nuevo rey lombardo • Coronación de Otón I en
llevó a cabo el fortalecimiento de la posición regia al restablecer su 951
Pavía
control sobre los ducados de Espoleto y Benevento, y además, al • Coronación imperial de
apoderarse de territorios que estaban en manos del papado gracias a la 962
Otón I en Roma
Donación de Pipino.
Sin embargo, la posición del rey Desiderio tambaleó cuando en 771, Carlos —conocido posteriormente como Carlomagno— logró
establecerse como único rey de los francos, y el papa Adriano I (772-795) se impuso entre las distintas facciones romanas. Los intentos de
Desiderio de apoyar a los sobrinos de Carlomagno al trono junto con las demandas por parte del papa para la restitución de territorios
1
apropiados por Desiderio, aceleraron un nuevo acuerdo entre el papa y el rey de los francos.
En una campaña de 773–774, Carlomagno conquistó el reino lombardo, lo que forzó la rendición de Desiderio, y asumió la corona del reino
intitulándose rex Francorum et Langobardorum atque patricius Romanorum, con lo que de este modo incluyó el norte de Italia en su ámbito
territorial. Este nuevo reino carolingio de Italia abarcó el norte y centro de la península itálica, pero quedaban fuera el ducado bizantino de
Venecia —que comprendía laLaguna— y los territorios de la Donación de Pipino —que incluían Romaña, Pentápolis y el ducado de Roma.
El ducado de Espoleto formaba parte del reino, con lo que tenía duques francos, mientras que el ducado de Benevento, aunque a veces
23
reconocía la supremacía carolingia, mantuvo su independencia.
Dada la gran extensión del reino de los francos, en el año 781 Carlomagno nombró como reyes en las zonas periféricas de Aquitania e Italia
a sus hijos Luis y Pipino, respectivamente. La finalidad era apoyar su política expansiva, en lo que su hijo Pipino fue un fiel cumplidor de la
política paterna frente al Imperio bizantino. A la muerte de Pipino en 810, la identidad del reino italiano fue garantizada por Carlomagno en
813 al conferir la dignidad real a Bernardo, hijo de Pipino; pero al mismo tiempo, Carlomagno también preparó la sucesión al otorgar el
4
título imperial a su hijo Luis —conocido posteriormente como Ludovico Pío—.
Cuando murió el emperador Carlomagno en 814, el poder imperial fue finalmente asumido
por su hijo. Inicialmente, el emperador permitió a Bernardo mantener el título real, aunque
Italia quedaba dependiente de la autoridad imperial. Pero en abril de 817 el emperador
sufrió heridas por un derrumbe de una galería que conducía de la capilla al palacio, y en
julio decidió regular su sucesión a través del decreto denominado Ordinatio Imperii, por el
que su hijo Lotario fue designado como coemperador;5 establecía el reparto territorial entre
sus hijos y se regulaba la relación política entre Lotario como sucesor imperial y sus
hermanos, pero no había provisiones con Bernardo de Italia,6 por lo que este vio su
posición en peligro y emprendió una sublevación contra el emperador. Bernardo fue
derrotado, encarcelado y cegado, y murió en abril de 818; y el territorio italiano fue
asignado al coemperadorLotario I, no como rey del territorio sino de acuerdo a su dignidad
imperial,4 aunque durante diez años residió esporádicamente en Italia.7 El día de Pascua El Imperio carolingio al ascenso de
Luis el Piadoso en 814.
de 823, Lotario fue vuelto a coronar emperador, esta vez en Roma; y en 824 impuso al papa
Eugenio II (824-827) la Constitutio Romana, que supuso la reafirmación de la soberanía
franca sobre Roma.8 No obstante, el emperador Ludovico Pío no se desligó del territorio italiano, y en 828 depuso al duque Balderico de
9 fue dividido en cuatro condados: Friul, Istria, Carniola y Carintia-
Friul, y su territorio, que entonces se expandía hacia Carniola y Carintia,
Baja Panonia. El territorio de Friul pasaría en 846 a Everardo,10 padre del emperador Berengario I, y el de Carintia y Carniola a Luis el
Germánico, lo que suponía un punto de fricción con su hermano Lotario, puesto que hasta entonces ambos territorios habían caído dentro de
ámbito territorial del coemperador.11 12
En agosto de 829, Lotario fue enviado a Italia por su padre, y su hermanastro Carlos recibió un territorio para gobernar,13 lo que inició las
querellas del emperador con sus hijos a propósito de su sucesión. Lotario intervino en estas guerras civiles en conflicto con su padre y en
defensa de la unidad del imperio y dado que Lotario tuvo que residir en Italia más permanentemente desde el 829, esto supuso que su ámbito
de acción se restringiera a Italia. De esta manera se contribuyó a fortalecer la existencia del reino,4 pero Lotario, más interesado en los
14
asuntos al norte de Europa, se preocupó poco de expandir la influencia carolingia en el reino italiano.
Las guerras civiles terminaron en 843 con eltratado de Verdún, en el que los tres hermanos supervivientes decidieron repartirse el territorio:
Más trascendencia tuvo en el reinado de Luis II la asociación y vinculación del título imperial con el de rey de Italia. Con el reparto
efectuado por Lotario I, el título imperial quedó confinado a Italia19 y a la defensa del papado, de lo que resultó, tras la muerte de Luis II,
.20
que el propio papado se arrogó la iniciativa de designar al emperador
El régimen institucional
Con la invasión lombarda de Italia en el siglo VI, los lombardos habían parcelado el
gobierno del territorio del reino entre los generales con el título de duque, en total en torno
a una treintena, a los que propietarios libres alodiales servían para la defensa pública. Junto
a estas posesiones alodiales estaban las posesiones de la Corona administradas por los
gastaldos.21 Tras la restauración de la monarquía en la persona de Autario (584-590),
pasado el periodo de anarquía, la posición del rey lombardo era difícil de determinar
, puesto
que la política administrativa y judicial oscilaba entre el poder real centralizador y la
resistencia del poder ducal.22
La conquista de los francos no supuso una ruptura con respecto del anterior reino lombardo.
Divisiones del Imperio carolingio en
El reino mantuvo su individualidad como Italia o Langobardia.23 Pavía continuó siendo la
el tratado de Verdún (843).
capital,24 aunque Milán fue favorecida como lugar de residencia y ceca principal.
Asimismo se mantuvo durante más tiempo un poder real con carácter y autoridad públicas y
una sistematización administrativa que enlazaba Pavía con las ciudades a través de funcionarios25 como los missi dominici y los scabini,26
y además se mantuvo un corpus legal formado por las leyes lombardas y las capitulares carolingias, donde la legislación de los reyes
lombardos fue reafirmada por los carolingios.27
Después del fracaso de la revuelta del duque de Friul en 776, muchos de los duques lombardos fueron reemplazados por condes francos. El
resto de duques lombardos leales a los carolingios se integraron en el sistema administrativo carolingio de condados, de modo que la
aristocracia lombarda vio drásticamente reducido su poder político, aunque se mantuvieron presentes en los cargos eclesiásticos.28 29 No
solamente fueron reemplazados los duques por condes, sino también fueron divididos los ducados en condados, como el ducado de Friul,
subdividido en condados en 828.12
Los condes (comites) eran los agentes públicos de la administración central, representantes del rey en los condados, responsables del
mantenimiento de la paz pública, de la recaudación de impuestos, del reclutamiento de los hombres libres (arimanni) para el servicio militar
y de la administración de justicia30 31 32 civil y criminal, en especial los relativos a la propiedad. Cada condado estaba subdividido en
distritos más pequeños, en los que los scabini, sometidos al control del conde, se encargaban de pequeños delitos y pleitos de índole
personal. Los condes carolingios fueron pues, sucesores de los duques y gastaldos lombardos en gobernar los distritos del reino. En zonas
fronterizas se constituyeron distritos militares para la defensa del territorio denominados marcas y formados por la agrupación de condados,
bajo el mando militar del marqués.33 34 El título ducal se mantuvo para los gobernadores de Espoleto y Friul, alternándose o uniéndose al
de marqués para resaltar la responsabilidad de gobierno en territorios fronterizos.35 En el reino de Italia, como territorio fronterizo, se
constituyeron varias marcas: la marca de Friul —ampliada con Istria en 803—36 tenía como cometido enfrentarse a eslavos y ávaros y fue
ampliada a mediados del siglo X con Trento para formar la marca de Verona, la marca de Toscana para contrarrestar las razias sarracenas
procedentes de Cerdeña, o la marca o ducado de Espoleto para la defensa contra los lombardos del sur o los musulmanes procedentes de
Sicilia.37 38 A finales del siglo IX, en época de Guido de Espoleto, en el oeste del reino se constituyeron la marca de Ivrea y la marca de
Lombardía39 para hacer frente a los sarracenos deFraxinetum;40 pero esta última fue ensombrecida por el poder del arzobispo de Milán.41
Al ser funcionarios públicos, los condes o marqueses no estaban necesariamente en relación de vasallaje respecto del soberano, pero como la
administración central se mostró incapaz de mantener una burocracia de agentes al servicio del rey, remunerados y revocables, estos agentes
tendían a ser escogidos entre una poderosa clientela militar a los que se recompensaba con tierra, ante la escasa circulación monetaria.24 El
rey trataba de asegurarse de que los oficios públicos de conde, duque y marqués, sin perder su carácter público, también vieran reforzados su
sumisión al poder regio a través del servicio de vasallaje, a cambio de un beneficio de las tierras del fisco.42 Así pues, los monarcas
carolingios confiaron la administración del reino a estos mismos nobles que se les habían encomendado personalmente bajo un vínculo de
fidelidad y a los que se les otorgaban beneficios territoriales a cambio de contar con su fidelidad y su apoyo militar al aportar una mesnada.
La actividad de los funcionarios públicos siguió siendo esencialmente un poder militar para suprimir la violencia privada.
El abuso de poder de los funcionarios públicos en beneficio de sus intereses particulares se producía sobre los campesinos y creaba
conflictos con los arimanni y con aquellos señores laicos y eclesiásticos sin vínculos de amistad con los nobles detentadores del poder
público.43 Para contrarrestar a los condes, el rey también contaba con la ayuda de sus vasallos, los vassi dominici, encomendados
personalmente a él,44 a cambio de que el rey les garantizara el beneficio de territorios procedentes de la propiedad regia y eclesiástica. Los
45 Además de los vassi dominici,
vassi podían reclutar sus propias tropas para el ejército del rey y no estaban sujetos a las órdenes del conde.
el soberano empleaba el orden eclesiástico para supervisar a los funcionarios públicos, controlar ciudades y rutas de comunicación, y obtener
obediencia del pueblo, y a su vez empleaba a leales para el gobierno de abadías y obispados,46 seleccionados de entre la misma aristocracia
militar, y que eran recompensados con donaciones a la Iglesia y con inmunidades.24 La necesidad de que el rey contara con el poder
eclesiástico produjo en la Italia carolingia el desarrollo de la inmunidad (mundeburdium) a obispos y abades, de modo que ningún
funcionario público pudiera intervenir para ejercer algún tipo de poder militar o jurisdiccional; con lo que el rey privaba a sus propios
funcionarios de autoridad en las tierras eclesiásticas. Aunque inicialmente la inmunidad era una garantía de inviolabilidad de unas tierras
pertenecientes a la Iglesia y no eliminaba la jurisdicción del conde sobre los habitantes (coloni) que no tenían la condición de siervo, la
inmunidad se desenvolvió produciendo la formación de una autoridad señorial en obispos y abades, en el que el orden eclesiástico adquirió
un derecho de coerción (districtus) sobre todos los residentes en las tierras inmunes, fueran libres o siervos, impidiendo que los condes y
demás agentes del poder público del rey pudieran imponer arbitrariedades en forma de tributos y prestaciones sobre los habitantes del
patrimonio eclesiástico, de modo que el orden eclesiástico se estableció como un poder autónomo respecto de los funcionarios públicos.47
Los reyes carolingios apenas promulgaron diplomas de inmunidad a potentados laicos, ya que estos disponían de un efectivo mando militar
y poder coercitivo sobre sus siervos, colonos y bienes, por lo que los funcionarios del rey se precavían de posibles arbitrariedades sobre esos
territorios.
El poder coercitivo requería de una clientela de vasallos que ofrecía un servicio armado tanto a señores laicos como religiosos. Estos
vasallos recibían como remuneración un beneficio de los propios alodios del señor
. Las clientelas de los funcionarios del rey: condes, duques
o marqueses, suponían un refuerzo al ejército del rey así como a la propia autoridad de estos funcionarios del rey. Además, estos
funcionarios, en tanto tenían una responsabilidad pública, recibían del monarca un beneficio del fisco, pero como pertenecían a una familia
poderosa, podían mantener a sus propios vasallos otorgándoles tierras de entre sus alodios como beneficios, sin embargo, cuando los
funcionarios ya dejaban de prestar el servicio al rey 48
, no por ello dejaban de mantener a los vasallos a su servicio.
Los condes, abades, obispos y funcionarios encargados de los ingresos del rey, solo podían ser sometidos ante el conde palatino, como
delegado del soberano49 y presidente de la curia regis, que era el tribunal de apelación.50 51 Pero además, la supervisión del soberano se
hallaba encargada a una pareja itinerante de missi dominici —un laico y un religioso— a un distrito de varios condados (missaticum), para
identificar los abusos, ceñir a los condes a sus cometidos, renovar la fidelidad e informar periódicamente al soberano. Los missi eran
escogidos de entre los condes, obispos y abades, y sin perder sus cometidos, se les añadía las funciones itinerantes de inspección aunque en
otras zonas distintas de sus distritos administrativos.52 Su cometido supuso la integración de los territorios del Imperio manteniendo
vigentes las instituciones públicas —tribunales, ejército— y el cumplimiento las disposiciones del soberano.53 54 Con el declive de la
autoridad central, los missi dominici perdieron su viabilidad, aunque en Italia seguían existiendo en el sigloXI.55
El orden social
La conquista carolingia de Italia no supuso la migración de un pueblo, sino que se introdujeron y distribuyeron contingentes armados, que se
establecieron principalmente en las ciudades y puntos estratégicos para controlar tanto las rutas de comunicación terrestre y fluvial como los
núcleos lombardos.3
Los cambios en la distribución en el poder político no afectaron sustancialmente al poder económico de la aristocracia lombarda, basado en
el control de la tierra. Y de hecho, la aristocracia lombarda mantuvo su estatus subordinándose a la política de los francos, pero se añadieron
elementos provenientes de Francia en la década de 830, cuando la nobleza partidaria de Lotario lo siguió a su exilio italiano,29 y en 834,
cuando el restaurado emperador Ludovico Pío estableció en Italia una clase dirigente franca a costa de tierras confiscadas a la Iglesia y a
lombardos y provenientes del fisco real. Algunas de estas familias tendrían un gran peso en el reino en época postcarolingia, como los
Unróquidas en Friul, los Supónidas en Parma o los Guidoni en Espoleto.56 Así, la nueva aristocracia franca, aparte de detentar el gobierno
territorial como instrumento del poder regio, también obtuvo una significativa base territorial a través de donaciones reales; pero además,
usó su poder político en beneficio propio vinculándose con las instituciones eclesiásticas y emparentando con las ricas familias lombardas.
Sin embargo, esto no supuso una ruptura, sino una integración en el orden existente.57
Los guerreros que se establecieron en Italia por disposición del rey o al servicio de la aristocracia, provenían del norte de los Alpes y eran de
diversa procedencia étnica (francos, alamanes, bávaros, burgundios), y se integraron en el grupo de los pequeños propietarios; eran los
denominados arimanni.58 Estas fuerzas estaban al servicio permanente o específico del rey o de sus representantes —condes— en el
aspecto militar e incluso también político, pero esta relación pública se podía reforzar con una relación privada de vasallaje, que fue la
59
institución que importaron los francos con la conquista del reino lombardo.
En una época en la que el poder público ofrecía una protección insuficiente, se desarrolló la relación de vasallaje, que era una forma de
encomienda en la que un hombre libre entraba en obediencia y prestaba un servicio militar a un poderoso, a cambio de protección y
asistencia; de este modo, los guerreros, que eran hombres libres y propietarios de tierrasalodios),
( se transformaron en una clientela en torno
a un señor. Esto se puso de manifiesto en el ejército, pues aunque la movilización militar estuviera dirigida a los hombres libres, junto a los
arimanni el ejército se compuso de clientelas vasalláticas, basada en relaciones personales de vasallaje a altos cargos. Mientras los arimanni
realizaban un servicio público, los vasallos realizaban un servicio a su señor, y este les procuraba un sustento otorgándoles un beneficio
territorial, esto es, un usufructo vitalicio. Estas tierras otorgadas en beneficio fortalecían a los vasallos, que a la misma vez eran propietarios
de alodios. Además del vasallaje, existían otras relaciones de subordinación a la poderosa aristocracia laica o eclesiástica, como las basadas
en el pago de una renta.60
En el reino de Italia la población no vivía aislada sino formando aldeas, en torno a las cuales se hallaban los campos cultivados de cereales,
vino y praderas, y la tierra no cultivada de pastos y bosques, la cual era de uso común por los habitantes de la aldea. El curtis era el conjunto
de propiedades vinculadas a un gran señor, estaba compuesto por unas tierras administradas directamente por el señor (dominicum), y por
otras tierras (mansi) que cultivaban los campesinos y que en conjunto formaban el massaricium. Los territorios del curtis no eran continuos,
sino que se dispersaban entre distintas aldeas, de forma que elcurtis abarcaba a partes de aldeas. Esto supuso que, por un lado, el señor debía
confiar a distintos encargados (villicus) la gestión de las distintas propiedades en las que se dividía el curtis; y por otro lado, en una misma
aldea había campesinos dependientes de distintos señores. Junto a las propiedades que formaban el curtis de un gran señor, había también
pequeños propietarios alodiales no dependientes, los arimanni. Estos arimanni aún pudieron mantenerse en la época carolingia de forma
independiente a las relaciones de vasallaje.61 Los arimanni eran pequeños propietarios de alodios y estaban libres de dependencias
personales, con la excepción del poder público, lo que les suponía prestar asistencia militar por petición del rey, mantener puentes, caminos
y edificios públicos y religiosos, y sustentar a funcionarios públicos y prelados en el ejercicio de sus funciones cuando estaban en la
localidad.62 Los arimanni estuvieron sometidos a exacciones —denominadas en las capitulares carolingias como oppressiones— por los
grandes señores o sus vasallos, armados y beneficiados con mansos, que pretendían crear un grupo territorial más homogéneo y
compacto.63
El papado
Durante la época lombarda el papa se había mantenido bajo la influencia bizantina disfrutando de una amplia autonomía lejos de la lejana
corte imperial de Constantinopla, pero en el siglo VIII el papa entró en conflicto religioso con el emperador por la iconoclastia, y además,
temiendo la expansión lombarda que amenazaba las posesiones imperiales en Italia, buscó el apoyo en los francos. El rey de los francos,
Pipino el Breve (751-768), otorgó al papa Esteban II (752-757) el poder temporal sobre el exarcado de Rávena en 756 en la denominada
Donación de Pipino, pero el papa seguía reconociendo al emperador bizantino y los territorios seguían perteneciendo al Imperio. La
conquista de Carlomagno, hijo de Pipino, del reino lombardo colocó al rey de los francos en un plano de superioridad y limitó las
aspiraciones territoriales del papa, y finalmente, el papa León III (795-816) rompió con el Imperio bizantino64 y coronó como emperador a
Carlomagno, al cual le supuso el reconocimiento de su soberanía política sobre Roma:65 el emperador era el soberano de patrimonio
romano, mientras el papa era el que gobernaba el territorio como lugarteniente del emperador.66 La relación entre el emperador y el papa
quedó fijada en 816 con el pactum ludivicianum, en el que se definieron los territorios, jurisdicción y autoridad del papa, se reconocieron
elecciones papales libres, y la intervención del emperador a petición del papa.67 La Constitutio Romana de 824 supuso la afirmación de la
soberanía carolingia en los territorios papales,8 por la que el coemperadorLotario I (817-855) ponía bajo control imperial los actos políticos
y administrativos del papa con la presencia permanente de dos missi dominici, así como obligarle a un juramento de fidelidad hacia el
emperador antes de su consagración,68 69 Su hijo el emperador Luis II (844-875), se aferró a estas prerrogativas al intervenir en las
elecciones papales, al ejercer control sobre la política interna de Roma,70 y también en el antiguo exarcado, y al instalar en el territorio a
vasallos imperiales.69 A pesar de este control imperial sobre el papa, la unción y coronación imperial de Luis II en abril de 850, asentó una
constante a lo largo del medievo, que tales ritos solo podía hacerlos el papa, y en Roma, incluso si había sido ungido rey previamente. En
855, con la abdicación y muerte del emperador Lotario I, Luis II, que ya era rey de Italia, no obtuvo territorios al norte de los Alpes, y al
71
quedar como soberano italiano se identificó el título imperial con el reino italiano.
Las incursiones sarracenas sobre la costa italiana, impulsaron a los papas a buscar protección en el emperador Luis II, y además, los
pontífices también necesitaban de la protección frente a la aristocracia romana, de modo que el cometido reservado desde entonces para el
emperador era la protección de la Iglesia romana.71 Su muerte en 875 privará al papado de apoyo, lo que les llevará a buscar candidatos a
ser coronados como emperador entre aquellos que pudieran defenderlo de los musulmanes y de los señores locales. Aun así, el papado tuvo
72
que pedir ayuda a los bizantinos, por lo que mantuvo una postura más flexible con Bizancio en materia religiosa.
Los sarracenos
Otro factor que mediatizó el devenir del reino italiano durante el periodo carolingio fueron las incursiones de los sarracenos. Estas
incursiones habían comenzado a principios del siglo VIII, pero sus efectos se agudizaron en la década de 830, ya que por un lado el imperio
dejado por Carlomagno carecía de ejército permanente, de marina, de fortificaciones sólidas y de un sistema financiero; y por otro, la
coyuntura política consistía en una serie de conflictos civiles y dinásticos por la sucesión de Ludovico Pío. Añadido a esto, al ser
interrumpidas las vías comerciales marítimas por la invasión islámica en el siglo VII, los piratas sarracenos del siglo VIII fueron a buscar el
botín no ya tanto en el mar, sino en tierra, donde establecieron sus bases. En este contexto, los sarracenos iniciaron la conquista de Sicilia en
la década de 830, y de aquí pasaron al sur de Italia, donde inicialmente intervinieron como mercenarios73 apoyando en sus luchas a los
distintos poderes locales tanto bizantinos —establecidos en Nápoles y Amalfi— como lombardos —establecidos en Benevento, Capua y
Salerno—.
Al norte de Benevento, el ducado de Espoleto era un territorio fronterizo del reino de Italia, allí el emperador Lotario había investido en 842
a Guido I como marqués encomendándole la defensa de Roma y las relaciones con los lombardos.69 Así pues, una flota pirata rechazada de
Nápoles, recaló en el Tiber y saqueó los extramuros de Roma el 23 de agosto de 846, y fueron rechazados por las tropas espoletanas.74 Pero
en su relación con los poderes lombardos, el duque de Espoleto procuró su propio engrandecimiento: añadió territorios a su ducado a costa
de los lombardos73 y favoreció las querellas entre los lombardos logrando la división del principado de Benevento en 849,75 lo que
favoreció la entrada y extensión de los sarracenos en el sur de la península, ya que hizo a los príncipes lombardos más débiles y
dependientes del espoletano.
Esta actividad del duque —o marqués— de Espoleto, aunque incrementaba la presencia carolingia en el sur, más bien fortalecía su poder
personal e independencia frente a la autoridad del rey. Frente a esto, el emperador Luis II llevó una política de gobierno más directo y, ante
el fallecimiento hacia 860 de Guido I de Espoleto, rechazó75 la sucesión en Lamberto I, hijo de Guido, y tuvo que someter una rebelión del
espoletano lo que afirmó el poder real en la zona, como punto de partida para llevar a cabo el programa imperial de defensa de la Cristiandad
y de la Iglesia,76 amenazadas desde el sur de la península.
En mayo de 866, Luis II empezó su campaña en el sur italiano contra los musulmanes con el
apoyo de la flota bizantina;74 a pesar de éxitos como la toma de Matera, Venosa, Canosa y
Oria, y sobre todo la deBari en 871, aún quedaba una gran parte de Apulia y Calabria en manos
de los sarracenos.77 Estas victorias fueron vistas como amenazadoras por el emperador
bizantino Basilio I, y Luis II fue apresado por el duque Adelchis de Benevento78 durante unos
meses. De vuelta a su reino, Luis preparó otra nueva expedición contra los sitiadores
musulmanes de Salerno,79 pero falló en capturar Tarento y falleció en Brescia en agosto de
875.80 Con la muerte del emperador Luis II la posición carolingia se desmoronó, el duque de
Benevento entró de nuevo en la órbita bizantina y el Imperio bizantino recuperó posiciones
manteniendo una posición sólida.72
A pesar de los intentos de Luis II, la defensa y contención de los sarracenos fue llevada
principalmente por los bizantinos ubicados en el sur de la península, con lo que el esfuerzo El emperador Luis II en la captura
musulmán se fue contra el norte, al reino carolingio. En Minturno, en el río Liri los sarracenos de Bari (871).
establecieron una base de la que no fueron desalojados hasta 916 en la batalla de Garigliano por
una coalición al organizada por el papa Juan X (914-928); e incluso alcanzaron el Adriático en
connivencia con los piratasnarentinos. No fue hasta mediados del sigloXI, cuando las ciudades del norte iniciaron su renacimiento comercial
y marítimo, y los normandos comenzaron la conquista del sur de Italia, para que la retirada sarracena fuera irreversible.
Por otro lado, en la década de 840, los sarracenos emprendieron sus incursiones en Provenza, con el resultado de establecer una base
permanente en Fraxinetum hacia 890, desde donde controlaron el acceso a los Alpes durante casi un siglo, la captura del abad Mayolo de
Cluny en 972, dirigió la atención en este punto y finalmente una coalición de nobles locales los expulsaron de allí en la batalla de Tourtour
en 973, pero su estancia había contribuido a deshacer los lazos existentes en época carolingia entre Francia occidentalis e Italia. Desde
81
entonces se verificó la recolonización del territorio costero.
Las grandes familias aristocráticas habían recibido de los reyes carolingios, inmunidades, privilegios, tierras y cargos a cambio de su
vasallaje, y enraizaron regionalmente estableciendo su propia red clientelar. Los Unróquidas controlaban la marca de Friul, donde desde 874
el marqués era Berengario, y como tal, sus obligaciones comprendían no solo proteger el norte de Italia de los eslavos sino también proteger
la ruta a Baviera por el paso del Brennero, y por matrimonio estaba emparentado con los Supónidas que gobernaban en los condados de
Parma, Piacenza y Brescia.83 Más al sur, el ducado de Espoleto permanecía en manos de los Guidoni, quienes intervenían en los asuntos de
Roma, Nápoles y Capua. Aparte de Friul y Espoleto, había otros dos grandes importantes territorios en el reino que podían modificar el
balance de poder en el reino, la marca de Ivrea y la marca de Toscana: en el extremo oeste, el marqués Anscario de Ivrea controlaba los
accesos alpinos y era aliado del duque Guido III de Espoleto, mientras que el marqués Adalberto II de Toscana mantuvo una postura
ambivalente respecto de Berengario de Friul,84 usando sus recursos económicos y militares para impedir que pudiera imponerse un poder
regio sobre sus propios dominios. La isla de Córcega, perteneciente al reino de Italia desde c.725,85 86 había sido incluida en las donaciones
de Carlomagno y de Luis el Piadoso87 y cayó bajo protección de los marqueses de Toscana.88 89 En el Patrimonio de San Pedro, tras el
fallecimiento del papa Juan VIII en el año 882, el papado cayó en un una época de faccionalismo y luchas internas entre las familias
aristocráticas de tusculanos y espoletanos.
La transformación feudal
Tras el reinado del emperador Luis II, el periodo postcarolingio no supuso una ruptura institucional, pues aún existía una administración
central dirigida desde el palacio de Pavía. Este palacio funcionaba como residencia real, como centro de organización financiera y también
de administración de justicia, como cancillería, encabezada por un archicanciller, e incluso como almacén y taller, lo cual favorecía la
actividad económica de la capital.82 La actividad legislativa carolingia a nivel de orden público, que cesó en 898, consistía en recordar a los
pequeños propietarios libres (arimanni) sus obligaciones militares y la defensa de sus derechos frente al abuso de los funcionarios públicos,
además consistía en la administración de justicia, la restauración y mantenimiento de edificios públicos, la tutela de los derechos de la mujer
y de sus bienes, la regulación de la venta, de la propiedad y del registro por notarios, así como la prevención de usurpación de los
diezmos.90 91
Los raides húngaros de la primera mitad del siglo X trastocaron el sistema administrativo, pues la autoridad pública fue incapaz de garantizar
la protección territorial, no solamente por la diferencia de formas de combate, sino porque los condes y marqueses estaban más preocupados
en defender sus propias superficies territoriales (curtes) que las ciudades. En esta coyuntura de invasiones, se produjo la fortificación
defensiva de territorios sin intervención real por parte de señores laicos, comunidades religiosas y ciudades, lo que tuvo que ser aceptado por
el rey.92 93 De este modo, al reconocer que la defensa del territorio se hiciera sin intervención del rey, esto produjo la privatización del
poder.94 En este proceso denominado incastellamento surgió una pequeña nobleza militarizada —milites— en relación vasallática con
condes y obispos y enraizada localmente, con lo que los castillos pasaron a ser centros efectivos del poder local. El incastellamento alcanzó
también a las ciudades, por lo que estas permanecieron también como centros políticos y administrativos, pero al servicio de poderes locales
en detrimento de la autoridad del rey,95 puesto que la nobleza territorial italiana no residía entonces en sus campos sino que permaneció en
las ciudades (civitas) obteniendo beneficio de sus bienes raíces.96 Además del aspecto defensivo del incastellamento hubo otro aspecto
económico relativo al control del señor de sus tierras, y también el de atraerse colonos.97 Pero por otro lado, los propietarios alodiales libres
(arimanni) buscaron protección y seguridad en los grandes propietarios, dada la incapacidad de la corona de frenar no solo los saqueos y
rapacidad de piratas y húngaros, sino también la ambición territorial de los grandes propietarios. Estos arimanni entregaron sus tierras a los
grandes magnates viviendo y trabajando en sus tierras a cambio de la protección de las mesnadas privadas de los propietarios. Con la
reducción del número de pequeños propietarios, el rey y sus funcionarios perdieron la costumbre de movilizar a las personas libres del reino
para el ejército, y encontraron más conveniente convocar a vasallos y grandes magnates, que eran los que efectivamente podían proveer un
90
cierto número de hombres, y así las relaciones del rey y sus funcionarios con los pequeños propietarios libres fueron excepcionales.
El reino de Italia siguió la tendencia del resto del Imperio carolingio en la que los obispos a cargo de sus diócesis, habiendo obtenido
derechos de inmunidad, aprovecharon el desorden y la incapacidad del poder central para atribuirse privilegios de jurisdicción e impuestos,
de forma que sumaron la jurisdicción laica a su jurisdicción eclesiástica.98 Los obispos fortificaron sus ciudades, organizaron la defensa de
sus diócesis e impidieron el acceso de funcionarios del rey, con lo que al asumir funciones gubernamentales en sus obispados y asegurarse
una infraestructura militar de poder, constituyeron principados eclesiásticos como en Bérgamo, Módena, Cremona, Parma o Piacenza.99
Para afrontar la inseguridad del reino, los reyes tuvieron que renunciar a tierra y otorgar privilegios para tener apoyo de las mesnadas
privadas de condes y obispos. Y los reyes favorecieron a los obispos sobre los condes en el gobierno de las ciudades, de lo que resultó un
mapa del poder político del reino en el que las regiones que actualmente corresponden a Piamonte y Toscana estuvieron en poder de condes,
y las zonas de Véneto, Emilia y Lombardía estuvieron controladas más bien por obispos.100
La deposición y pronto fallecimiento del emperadorCarlos III permitió a la aristocracia del reino italiano total libertad para la elección de un
rey que residiera en Italia, y esto condujo a que la aristocracia no admitiera que sus poderes ejercidos a nivel regional dependieran de un rey
que había sido escogido dentro del mismo estamento nobiliario.101 El poder político estaba vinculado a la posesión de la tierra y de
fortificaciones para asegurar su dominio,102 a lo que se trataba de añadir la heredabilidad del cargo público, ya que el título fortalecía el
dominio territorial.103 Como la autoridad real no tenía capacidad para garantizar la paz territorial y seguridad, solo pudo mantener la
supremacía en el reino fomentando rivalidades y alianzas entre los poderosos señores laicos y eclesiásticos que eran los que elegían al rey, y
104
de cuyos linajes el rey escogía a condes, marqueses, e incluso a obispos o abades.
El rey Berengario I (888–924) otorgó tierras, inmunidades y privilegios judiciales y recaudatorios para disponer de apoyo frente a los raides
magiares, y para asegurarse la fidelidad de partidarios, especialmente en periodos en los que un rey rival le disputaba la corona. Estas
donaciones debilitaron la posición del rey frente a sus vasallos los condes.105 De este modo, el reinado de Berengario I supuso un punto de
inflexión en la política del reino. Antes de su reinado, el reino era una entidad administrativa coherente, pero a su muerte la autoridad
monárquica estuvo en entredicho, ya que la política básica del rey era la donación como medio de negociar con los magnates, equilibrar
facciones y establecer alianzas.106 Desde entonces, la cancillería real se limitó a publicar diplomata, que llegó a ser la única forma de
intervención real, en la que el rey se intentaba asegurar el gobierno del reino manteniendo una compleja red de relaciones feudales.90 En el
sistema de diplomata se alienaban y se aplicaban leyes de propiedad a funciones públicas a la Iglesia y la nobleza afín, concediendo
privilegios en forma de inmunidades, derechos de pesca y navegación, exenciones de peajes, ingresos por el paso por caminos y puentes, por
mercado y por acuñación, el reconocimiento de la construcción de torres, murallas, puertas de ciudades, fosos, castillos y fortificaciones;107
el más amplio fue el concedido a la diócesis de Cremona en 916, cuando el rey Berengario cedió a perpetuidad derechos de fisco y poder
público de la ciudad y territorio circundante en beneficio del obispo. Pero el orden público se vio afectado por estas medidas, ya que
suponían un empobrecimiento del fisco por donaciones y concesiones perpetuas, y un impedimento del ejercicio de funciones públicas,
militares y judiciales tanto en tierras inmunes como en áreas fortificadas y ciudades.108 De este modo, mientras los condados y marcas
continuaron siendo distritos públicos a disposición del rey
, y los condes y marqueses siguieron siendo puestos públicos de voluntad regia, sin
embargo, al mismo tiempo eran centros de poder en los que las familias poderosas buscaban la heredabilidad del cargo, ya que a la
concentración de propiedad alodial y su control militar, se añadían el ejercicio del poder público asociado al título, aunque el rey se resistía a
go de conde o marqués.109
estas aspiraciones dinásticas en nombre de la función pública de car
Carlos el Calvo, rey de Francia occidental, había sido designado como emperador por el papa111 112 y coronado en diciembre de 875, y un
113 Carlos II designó a Bosón
mes después fue elegido rey de Italia en Pavía por una asamblea de magnates presidida por el propio pontífice.
de Provenza como su representante en Italia114 115 y regresó a Francia occidental. Con esta elección, Carlos se vio en conflicto con su
hermano Luis el Germánico, rey de Francia oriental. A pesar de los requerimientos del papa, Carlos no pudo aparecer en Italia por las
incursiones normandas sino hasta junio de 877, pero su sobrino Carlomán de Baviera invadió Lombardía, y el emperador, sin apoyo de los
116
magnates de Francia occidental, que se habían rebelado, emprendió el regreso y falleció en el camino en octubre de 877.
Carlomán de Baviera, hijo de Luis el Germánico, se hizo dueño del norte de Italia y fue reconocido rey en Pavía, pero debido a una epidemia
cayó enfermo y regresó a Alemania, mientras, el papa en Roma se vio asediado un mes en la basílica de San Pedro por el duque Lamberto I
de Espoleto y por el marqués de Adalberto de Toscana, quienes obligaron a la nobleza romana a tomar juramento por Carlomán.117 Sin
embargo, Carlomán sufrió una apoplejía en 879 y el papa Juan VIII intervino para que los magnates no eligieran un nuevo rey sin su
.118 Carlomán abdicó en noviembre de 879,119 y necesitado de
consentimiento, ya que el rey de Italia era el que se convertiría en emperador
auxilio, el papa puso sus miras en su hermano Carlos el Gordo, que en enero de 880 fue reconocido y coronado rey de Italia en
Rávena.120 121 Carlos regresó a Italia en febrero de 881 para recibir la corona imperial después de abandonar la campaña contra Bosón de
Provenza. Y de nuevo a final de ese año volvió a Italia donde en febrero de 882 intervino en el sínodo de Rávena ya que el papa requería
medidas que le defendieran el patrimonio de San Pedro de las agresiones de sus vecinos, especialmente del duque Guido II de
Espoleto,122 123 cuyo resultado fue el Decretum inmunitatis para proteger las propiedades eclesiásticas de los funcionarios públicos,124
pero fue en vano pues Carlos regresó a Alemania para obtener la totalidad del reino franco oriental tras el fallecimiento de su hermano Luis
el Joven. Dejó al papa a su suerte, que no obtuvo la restitución de los territorios.
Hacia 883 Guido III era el nuevo duque de Espoleto, y ante sus agresiones el papa Marino I (882–884) pidió ayuda al emperador, que en
abril de 883 bajó a Italia. En una asamblea en Verona el duque de Espoleto fue desposeído y huyó a refugiarse con los sarracenos, y el
marqués Berengario de Friul marchó contra Guido de Espoleto, pero fracasó debido a una epidemia. Finalmente en 885, en una asamblea de
125 126
nobles en Pavía, Guido fue perdonado y juró fidelidad a Carlos III.
En el año 885 Carlos fue reconocido rey en Francia occidental, pero en 887 tuvo que afrontar una revuelta nobiliaria acusado de debilidad e
incapacidad para gobernar su imperio.127 128 En noviembre de 887 el emperador convocó una asamblea en Tribur, pero la nobleza entonces
eligió a su sobrino Arnulfo de Carintia como rey,129 pero en Francia oriental.130 131 Abandonado tuvo que abdicar y fue retirado a unas
propiedades en Alemannia132 133 y falleció en enero de 888.134 135
El reino fragmentado
Tras la muerte del emperadorCarlos III en 888, los reinos que conformaban su imperio se separaron.132 136 El marqués Berengario de Friul
fue elegido rey de Italia a comienzos de 888. Berengario, entonces, aspiraba a un poder regio fuerte y a liberar el reino de su conexión con el
papado, y de hecho fue el primer rey carolingio de Italia en no ser consagrado por el papa;137 pero enseguida tuvo como rival al duque
Guido de Espoleto, quien tras infructuosos intentos de ser rey en Francia occidental y en Borgoña, retornó a Italia a finales de 888, y con
apoyo de los magnates eclesiásticos de Lombardía y del marqués de Ivrea,138 se enfrentó al clan supónida que apoyaba a Berengario. Tras
derrotarlo en el río Trebbia, Guido fue coronado rey en Pavía en febrero de 889 y su hijo Lamberto en mayo de 891. Como rey, Guido
aceptó el condicionamiento y colaboración de las fuerzas políticas del reino, por lo que fue apoyado por la aristocracia laica que deseaba
139
sacudirse del control del poder regio de un monarca autoritario.
En esta división del poder regio, el título imperial suponía una forma de acrecentar su influencia entre la aristocracia frente al otro rival, pero
también permitía extender la autoridad imperial hacia Roma y el antiguo exarcado bizantino como defensores del papado.140 Guido de
Espoleto trató de restaurar el orden en Italia y logró que el papa Esteban V (885–891) le coronara emperador en 891, debido al temor que le
suponía al papa la interferencia de Guido en los territorios papales, y además hizo que el papa Formoso (891–896) coronara coemperador a
su hijo Lamberto en 892. Frente a los espoletanos, el papa Formoso pidió ayuda a Arnulfo de Carintia (887–899), rey de los francos
orientales, para que invadiera Italia, y con la oposición infructuosa de Berengario, Lamberto y el marqués Adalberto II de Toscana, Arnulfo
fue coronado rey en Pavía, y como emperador en Roma en febrero de 896,141 tras un asedio y asalto. Sin embargo, sintiéndose gravemente
enfermo de camino a Espoleto, tuvo que regresar precipitadamente a Alemania sin haber podido alcanzar una victoria contundente sobre
Lamberto. Dejó a su hijoRatoldo como rey de Italia, pero este también tuvo que regresar a Alemania poco después,142 ya que Berengario y
143 Los espoletanos se hicieron con el poder en Roma,
Lamberto acordaron en repartirse el reino tomando como frontera el río Po y el Adda.
y el papa Esteban VI (896–897) convocó un sínodo en el que se juzgó y condenó al cadáver exhumado del papa Formoso. La memoria de
Formoso fue rehabilitada por el papa Juan IX (898–900) en un sínodo en Rávena (898),144 donde además se anuló la coronación imperial
de Arnulfo y se reafirmó la validez de la Constitución Romana de Lotario (824), y el Papa recibió del emperador Lamberto el
reconocimiento del dominio temporal del papado sobre el ducado de Roma, el Exarcado y la Pentápolis.145 Poco después falleció
Lamberto, y Berengario pudo ya disponer de todo el reino.
El reinado de Berengario I (888–924) supuso un punto de inflexión en la situación del
reino. A la desaparición de la autoridad monárquica contribuyó que el propio rey
Berengario pasó bastante tiempo de su reinado en sus bases de Verona,146 no solo al estar
asediado por rivales, sino que además, desde el año 899 los magiares destruyeron el ejército
del rey Berengario en la batalla de Brenta y la capital del reino, Pavía, fue pasto de las
llamas, tras lo cual, se sucedieron raides en Italia durante la primera mitad del siglo X.
Después de esta derrota en Brenta, la nobleza encabezada por el marqués Adalberto II de
Toscana cuestionó su habilidad para proteger el reino, y como resultado llamaron a Luis el
Ciego, rey de Provenza, que fue coronado rey de Italia en Pavía en 900, y como emperador
Luis III por el papa Benedicto IV en 901, pero fue derrotado por Berengario en 902 y 905, y
renunció a sus títulos real e imperial.
La fragmentación del Imperio
carolingio en época del emperador Berengario fue coronado emperador en
Lamberto de Spoleto en 898. 915 por su colaboración en la liga de
príncipes italianos del norte, y lombardos y
bizantinos del sur, para desalojar a los
sarracenos de su base en el Garellano. Pero de nuevo tuvo que hacer frente a otra coalición
nobiliaria encabezada por el marqués Adalberto I de Ivrea, que apeló al rey Rodolfo II de
Borgoña. La contienda entre Rodolfo y Berengario se resolvió en la batalla de Fiorenzuola
d'Arda146 en julio de 923 con la victoria de Rodolfo. Pero la posición de Rodolfo era
inestable, amenazada su retaguardia por Hugo de Arlés, regente en el reino de Provenza del
antiguo emperador Luis III, y aún pudo Berengario retornar al poder antes de morir
asesinado en 924, coincidiendo con el saqueo y devastación de Pavía por los húngaros, en
un reino presa de la división interna.147 Los territorios italianos (en color
rosa) en época de la coronación
La muerte de Berengario en 924 no solucionó los conflictos internos. Ante la incapacidad imperial de Berengario de Friuli en
915.
de Rodolfo de Borgoña para contener a los húngaros,148 la cambiante nobleza encabezada
por Ermengarda de Toscana apeló Hugo de Arlés, medio hermano de la propia Ermengarda,
y además contaba incluso con el beneplácito del papa Juan X (914–928), animado por
encontrar apoyo contraMarozia, dueña de Roma.149 Hugo fue coronado rey en julio de 926 en Pavía, que se vio de nuevo reconstruida;
82 y
Rodolfo tuvo que retirarse a su reino borgoñón. El nuevo rey estableció una alianza con los bizantinos, por la que su hija ilegítima Berta fue
desposada con el futuro emperador bizantino Romano II (959-963), y se planearon campañas conjuntas contra los sarracenos, especialmente
en Fraxinetum.
El objetivo de Hugo de Arlés era la coronación imperial, pero el papa Juan X, que había apoyado la venida de Hugo, fue depuesto y
aprisionado por Marozia en 928. La oportunidad le llegó cuando Marozia quedó viuda del marqués Guido de Toscana desde 929; Marozia
impuso a su hijo como papa Juan XI (931-935) y buscó en la persona del rey Hugo un nuevo consorte poderoso para fortalecer su poder en
Roma, de modo que el papa Juan XI no se opondría a la coronación imperial de su padrastro. En 932 tuvieron lugar los esponsales en Roma,
pero una revuelta popular liderada por el hijo de Marozia, Alberico II de Espoleto, puso a su madre en prisión y a Hugo en fuga. A pesar de
varios intentos, Hugo no pudo entrar en Roma,150 pero en 939 el rey Hugo de Arlés incorporó el antiguo exarcado al reino de Italia,151 en
151
venganza contra su hijastro Alberico, el nuevo dueño de Roma.
Hugo de Arlés, incapaz de aprovechar los recursos administrativos, planeó restablecer la autoridad de la monarquía expulsando a sus rivales
reemplazándolos por sus partidarios y familiares, especialmente en obispados y marcas,152 así designó a su sobrino Manasses en los
obispados de Trento, Verona y Mantua, lo que formó la marca de Trento,153 por la que controlaba los pasos alpinos hacia Alemania.
154
En 933 convirtió a su hijo Lotario correy de Italia, y para eliminar el riesgo de intervención de Rodolfo de Borgoña en Italia,155 Hugo, que
seguía manteniendo la posición de regente del reino de Baja Borgoña después de la muerte de Luis el Ciego en 928, pactó en 933 con
Rodolfo sus ámbitos de poder: Italia para Hugo y las dos Borgoñas para Rodolfo.156 Pero cuando murió Rodolfo II de Borgoña, Hugo de
Arlés trató de intervenir para incorporarse el reino de Arlés casándose con su viuda, Berta de Suabia, y hacer un compromiso de boda entre
la hija de Berta y Rodolfo II, Adelaida y su propio hijo, Lotario.157 158 Pero el rey de Alemania, Otón I, intervino tomando la custodia del
159
nuevo rey de Borgoña, Conrado III, para así controlar el gobierno de este reino y asegurarse la frontera sudoeste de Alemania.
El impedir el desarrollo de cualquier poder local desafecto al monarca italiano no significó la creación de un poder público, sino que la
autoridad del monarca estaba basada en relaciones de fidelidad y vasallaje. Pero sus medidas enérgicas habían caído sobre una nobleza
desorganizada, y los intentos del rey Hugo de tratar de centralizar el gobierno fue lo que reorganizó a la oposición.160 El marqués de Ivrea
huyó a Alemania hacia 941, y Hugo de Arlés fragmentó la gran marca de Ivrea entre los margraves Arduino Glabrio en la marca de Susa,
Oberto en la marca Obertenga y Aleramo en la marca Aleramica, y aumentó la publicación de diplomas reales.161
En abril de 947, Hugo abdicó la corona y abandonó Italia, dirigiéndose a Provenza, tomando consigo su tesoro, y aunque decidiría a volver a
Italia con un ejército, falleció un año después en 948.167 Finalmente, a la muerte de Lotario en 950, el título real fue asumido por el propio
marqués de Ivrea, como Berengario II, quien asoció al trono a su hijo Adalberto. Berengario temió que Adelaida de Borgoña, la viuda, y
hermanastra, del rey Lotario II de Italia, pudiera casarse de nuevo con un noble, y de esta manera amenazar su posición regia, con lo que
trató de casarla con Adalberto y ante la negativa de ella, fue encerrada. Esto generó oposición al rey, especialmente de los obispos, los cuales
habían soportado las exacciones de Berengario y que fueron el centro de la oposición, y por su parte, el rey Conrado III de Borgoña,
168
hermano de Adelaida, pidió la intervención del rey germano.
La debilidad del emperador tras la Querella permitió a la nobleza germana incrementar su poder
feudal,190 y tras las guerras civiles pudo emprender el emperador Federico I Barbarroja la restauración
de la autoridad imperial en el reino de Italia y recuperar el pago de los derechos reales (regalia).191 A
estas intenciones se le opusieron una liga de comunas lombardas apoyada por el papa. La guerra terminó
con la paz de Constanza (1183), por la que el emperador reconocía a las comunas el uso de las regalía y
la autonomía urbana, y las comunas reconocían la autoridad jurídica del emperador.192 Su nieto el
emperador Federico II, que también era rey de Sicilia, reemprendió el propósito de restaurar la autoridad
imperial en Italia, a lo que se opuso el papado. Esto produjo que la aristocracia gobernante de las
comunas entrara en conflicto, la facción partidaria del emperador se denominaba gibelina y a la del papa
como güelfa.193 194 Hay que esperar a la muerte del emperador en 1250 y el periodo de Gran
Interregno, para que la intervención imperial fuera nula y la fragmentación política se consolidara,195 de
El emperador Federico I
196
modo que el verdarero poder político se halló en las comunas.
Barbarroja. Miniatura de
un manuscrito de 1188,
Biblioteca del Vaticano El faccionalismo entre güelfos y gibelinos generó un gobierno comunal débil e inestable.197 Ante esta
situación, las comunas ofrecieron al titular de alguna magistratura en la ciudad un poder supremo para
garantizar el orden, de este modo surgió la señoría como un régimen personal, cuyo titular tuvo los
medios para consolidar su poder vitaliciamente y transmitirlo a sus herederos.198 199 El Gran Interregno favoreció la difusión del régimen
señorial en el norte de Italia.200 Sin embargo, en comunas como las de Toscana se rechazó el régimen de la señoría para constituir un
régimen republicano, puesto que en ellas existía una oligarquía patricia de banqueros y
comerciantes, que permanecía unida al menos en su búsqueda de la prosperidad comercial, y no
201
aceptaron renunciar el poder urbano en un individuo o familia buscando la dominación política.
Pese a que tras el fallecimiento de Federico II los emperadores ya no pudieron ejercer un poder
político efectivo en el reino de Italia, aún retuvieron su función como la última fuente de legitimidad
202 De este modo, las repúblicas
legal, siéndoles reconocidos sus supremos poderes jurisdiccionales.
urbanas compraron y obtuvieron del emperador los privilegios que confirmaran sus libertades lo que Palazzo del Capitano del
suponía el reconocimiento de la superioridad formal de la jurisdicción imperial.203 Por su parte, las Popolo en Perugia.
peticiones de los regímenes señoriales para hacerse reconocer como vicarios imperiales
manifestaron también la validez de la jurisdicción imperial en Italia, pero esto supuso que estos
gobernantes se liberaran de posibles restricciones populares en la comuna y de esta manera se les proporcionó libertad de acción para
desarrollar sus ambiciones dinásticas en una expansión territorial cuya consecuencia era la guerra con otros territorios italianos,204 y que
supuso un factor importante en la consolidación del poder señorial.205 Esto produjo la formación de entidades políticas más grandes y más
estructuradas políticamente en el siglo 206 A partir de 1395, las sucesivas investiduras imperiales a los señores, ennoblecidos como
XV.
207
duques o marqueses, ratificaron los principados territoriales hereditarios.
A caballo entre los siglos XV y XVI se produjo la reforma del Imperio, en la que el emperador se aseguró todos los asuntos concernientes a la
jurisdicción imperial en Italia208 a través del Consejo Áulico. De forma contemporánea, la intervención francesa en las Guerras italianas
(1494-1559) reactivó el interés del emperador en Italia, y aunque en las paces de Bolonia de 1530 el emperador Carlos V se convirtió en
árbrito de Italia,209 sus posesiones territoriales pasaron a sus sucesores los reyes de España, por lo que los emperadores no tuvieron ninguna
base territorial específica en la Italia imperial y su poder estaba limitado a ser el suzerano feudal de los grandes y pequeños feudos del
Reichsitalien.210 A finales del siglo XVII la debilidad española fortaleció la posición imperial en Italia, obteniendo apoyo de los feudatarios
italianos.211 Y después de la Guerra de Sucesión Española(1701-1714), que eliminó la presencia española en Italia, la creación del cargo el
plenipotenciario imperial, como el representante autorizado del emperador, supuso una verdadera autoridad central para los feudos italianos,
asegurando sus aportaciones212 y convirtiéndose en un tribunal feudal de primera instancia.213 La intervención francesa a finales del siglo
XVIII, que instauró en Italia repúblicas satélites de Francia, eliminó la presencia imperial de Italia, lo que fue reconocido por el tratado de
Lunéville el 9 de febrero de 1801. El fin del Imperio acaecería pocos años después, en 1806.
Véase también
Imperio carolingio
Reino de Italia (Imperio)
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