El Maíz en La Cosmovisión: y Vida Cotidiana de Una Comunidad Popoloca
El Maíz en La Cosmovisión: y Vida Cotidiana de Una Comunidad Popoloca
El Maíz en La Cosmovisión: y Vida Cotidiana de Una Comunidad Popoloca
El maíz en la cosmovisión
Este estudio de la cosmovisión popoloca ha estado fundamen
tado en el abordaje de una especie de núcleo interno que se
explica con base en el maíz; sin embargo, a lo largo de este traba
jo, se intenta explicar algunas adecuaciones que hacen evidente
que tal núcleo cosmovisivo no permanece ajeno a los cambios
socioculturales que experimenta la colectividad, concretamente
aquellos relacionados con las nuevas condiciones laborales y co
tidianas, claramente contrastantes entre los diferentes integran
tes de la colectividad.
Agradecimientos 9
Prólogo 13
Introducción 21
CAPÍTULO 1
Una revisión y propuesta en torno a los estudios
contemporáneos sobre cosmovisión 33
La propuesta de una visión estructurada 37
La perspectiva del hecho histórico 45
Una propuesta teórico-metodológica procesual 51
¿Una reconiguración? 51
¿Qué entender por reconiguración? 52
La idea de proceso 57
Como proceso histórico 59
Como proceso social 67
Como proceso simbólico 76
Cosmovisión y vida cotidiana 85
Las representaciones sociales 88
CAPÍTULO 2
Reconociendo a los popolocas: aspectos históricos y etnográicos 93
¿Quiénes son los popolocas? 94
La región popoloca 97
Los estudios de Richard MacNeish 100
Aspectos temporo-espaciales 105
Los señoríos popolocas: Tehuacán Viejo 105
El valle de Tehuacán en la Colonia 107
Las haciendas 111
Los cambios radicales en el valle de Tehuacán 112
La Independencia 112
El Poririato 114
El siglo xx 114
Algunos referentes contemporáneos 116
La vivienda 118
La alimentación 120
Productos de palma 122
Los servicios 123
La dinámica religiosa 126
CAPÍTULO 3
San Luis Temalacayuca y las expresiones de la nueva
ruralidad en el sureste poblano 129
Tehuacán, polo de desarrollo: los talleres de maquila 132
La incursión de las y los jóvenes rurales 137
Los agravios de la modernización 141
Las actividades agropecuarias 147
La agricultura 148
“En el campo se sufre mucho, nada más para comer” 152
La dinámica campesina en transición 160
CAPÍTULO 4
Caracterizando la cultura y cosmovisión relativas al cultivo de maíz 167
Representación de los elementos del etnoterritorio 178
El complejo cerro 184
Los referentes de continuidad en la percepción del entorno natural 194
Los relatos como narrativa exaltan valores sociales 195
La lluvia y su asociación con la víbora de agua 196
El papel del santo patrono 199
Apropiación y uso de la naturaleza 202
CAPÍTULO 5
El proceso de reconiguración entre la urbe y la ruralidad 209
Un punto de unión entre la cultura y la cosmovisión: la identidad 217
Maíz e identidad 228
El maíz como factor de socialidad 229
En la construcción de feminidad y masculinidad 233
El consumo de los productos derivados del maíz 236
El uso del maíz en los apodos y bromas 241
Acciones y estrategias frente al desabasto del maíz 242
El maíz y el trabajo 243
Los indicios de las transformaciones en la cosmovisión 247
CAPÍTULO 6
Los posibles ejes analíticos para abordar la reconiguración
de la cosmovisión 249
Las generaciones 254
Las percepciones y apropiaciones de las generaciones
que integran la comunidad étnica 259
Los cambios en las condiciones materiales 266
El trabajo asalariado y el trabajo campesino 271
La memoria social como referente de negociación 274
Olvido, selección y resigniicación del maíz 276
Bibliografía 295
Anexo fotográico 315
Agradecimientos
9
que ha liderado, pude conocer la región y al grupo popoloca. Producto de
esas prácticas profesionales, hoy se intenta conformar una propuesta de
trabajo sobre la situación contemporánea de la cosmovisión. Agradezco sus
invaluables enseñanzas, pero en especial su amistad, su tiempo e interés,
durante más de una década, lo que me ha permitido conocer e interactuar
con una generosa maestra.
A los académicos del posgrado en Ciencias Antropológicas, quienes
de múltiples maneras han apoyado mi formación profesional; así como
también a Socorro Flores, importante igura en el departamento de an-
tropología, quien resolvió los constantes trámites durante mi paso por la
uam-Iztapalapa.
También, agradezco el apoyo brindado por mi primer alma mater, el
Colegio de Antropología Social (cas) de la buap, espacio académico del
cual egresé y con el que actualmente colaboro. El cas ha cobijado y respal-
dado este trabajo de investigación al fungir como escenario para presentar
avances de investigación en encuentros y foros. En especial, reconozco las
oportunidades que me ha brindado el doctor Ernesto Licona Valencia,
líder indiscutible del colegio.
Es importante agradecer el inanciamiento que el Conacyt otorgó para
la publicación de este trabajo, en el marco del proyecto de ciencia básica:
“Cosmovisiones indígenas en el sureste de Puebla: Nuevas coniguraciones
en torno al agua, la tierra y el maíz” bajo la dirección de la doctora Alejan-
dra Gámez.
La interacción con los integrantes de la sociedad de San Luis Temala-
cayuca, en diferentes momentos, me ha dejado un grato aprendizaje de
vida, así como una valiosa experiencia profesional como antropóloga so-
cial. Agradezco a los popolocas su invaluable conianza, su indiscutible
apertura, su comprensión, su apoyo incondicional, así como su amplia
generosidad; expresaron su relajada aceptación hacia mí, ofreciendo aloja-
miento, charlas, comida, tiempo, amistad, aventones, compañía en reco-
rridos, desde las y los abuelos, hasta las y los más chavitos; desde “los que
están de ijo en el pueblo” hasta los que permanecen en el lugar a “ratos”.
A los popolocas de Temalacayuca: ¡gracias! En especial a la familia liderada
por Nieves de Jesús, María Isabel Rojas, y Ruperto Rojas, a ustedes mi
sincero reconocimiento por su invaluable ayuda.
1
Es el término con que se autodenominan actualmente los popolocas, en oposición al vocablo
“popoloca”, que fue impuesto por los mexicas y que tiene una connotación despectiva. Sin embargo,
es importante señalar que con el mismo término se nombran a sí mismos los chochos de Oaxaca.
Por otro lado, las confusiones tienden también a acrecentarse debido a que en cada comunidad
el vocablo se pronuncia y escribe diferente. En la literatura se pude encontrar escrito como ngi-
iva (Jäcklein, Claus, Un pueblo popoloca, Serie de Antropología Social, sep-ini, México, 1974),
ngiwá (Escalante, Roberto, “El grupo lingüístico chocho-popoloca”, en Revista Mexicana de Estudios
Antropológicos, t. XLI, México, sma, 1995, p. 191) y en algunas poblaciones como enwiga, enguigua,
nguigua, ingiwá, etcétera.
13
a) Contribuir al conocimiento de los procesos socioculturales de las socieda-
des indígenas del estado de Puebla y b) Formar investigadores en Antropolo-
gía Social que “a través de la investigación, aprendieran a investigar”, conclu-
yendo con un trabajo etnográico sólido y presentarlo como tesis profesional.
Se eligió como sujetos de análisis a los popolocas, debido a que se trataba de
uno de los grupos étnicos más numerosos e importantes del estado.
Pese a ello, existían muy pocas investigaciones etnohistóricas y antro-
pológicas sobre este controvertido grupo. Por tal razón, se consideró ne-
cesario realizar un estudio que diera cuenta de la riqueza etnográica del
grupo y de los procesos de reproducción histórico-cultural que han dado
lugar a la sociedad popoloca contemporánea.
Fruto de esas primeras investigaciones fueron: la presentación de va-
rias tesis de licenciatura, ponencias, libros, artículos y nuevos proyectos de
investigación, tanto de forma colectiva como individual. Dentro de estos
resultados se presentó la tesis de licenciatura de Rosalba Ramírez, así como
algunos artículos que publicó en distintos medios.
Desde esa época ha sido una investigadora seria y comprometida, así
como una compañera de trabajo envidiable, que ha compartido conmigo
muchos años de esfuerzo y dedicación en una aventura de investigación
que, lejos de terminar, siempre abre nuevas rutas de indagación. Tal es el
caso de un proyecto colectivo que emprendimos en el año 2010, avalado y
inanciado por Conacyt dentro de su programa de ciencia básica, titulado:
Cosmovisiones indígenas en el sureste de Puebla: Nuevas coniguraciones en
torno al agua, la tierra y el maíz, del cual es resultado el presente libro.
Adquiere relevancia el estudio realizado por Rosalba Ramírez en una
comunidad indígena del sur de Puebla, porque esta región es considerada,
por algunos estudiosos, como “la cuna” de la domesticación del maíz en
Mesoamérica. El sur de Puebla fue escenario de una de las investigaciones
regionales más importantes que se han realizado en México y que se deno-
minó Proyecto del Valle de Tehuacán, dirigido por Richard MacNeish, y
cuyo interés fundamental fue reconstruir el origen del maíz domesticado y
con ello los orígenes de la agricultura en Mesoamérica. Sus investigaciones
concluyeron que la domesticación del maíz, en el sur de Puebla, tenía una
antigüedad de 5000 años.2
2
Véase MacNeish, Richard, El origen de la civilización mesoamericana visto desde Tehuacán, inah,
México, 1964.
3
Véase la obra de Johanna Broda.
4
Estructura de pensamiento y conjunto de reguladores de las concepciones (López Austin, Alfredo,
“El núcleo, la cosmovisión y la tradición mesoamericana”, en Cosmovisión, ritual e identidad de los
pueblos indígenas de México, Johanna Broda y Félix Báez-Jorge (coords.), Conaculta-fce, México,
2001, Primera edición, p. 58).
5
Del trabajo de Johanna Broda, sustentado en datos etnográicos de primera mano, y la obra de
Alfredo López Austin (historiador), basada en el uso de datos etnográicos de segunda mano.
Las circunstancias que rodean a la agricultura del maíz, frente a los debates
de las iniciativas por encaminar las semillas transgénicas, como la lace-
rante pobreza o la dependencia alimentaria del maíz (cuyo grano procede
ahora de las importaciones), son situaciones que han sido experimentadas
y enfrentadas en los escenarios étnicos7 que históricamente se relacionan
con la producción de autoconsumo del maíz. Y es al interior de los grupos
domésticos donde se identiican estrategias caracterizadas por reacomodos
que van desde los más sutiles, hasta manifestaciones drásticas en la forma y
calidad de vida de los integrantes de la sociedad rural.
En este contexto, interesa entender cómo se reproduce una cosmo-
visión en torno al maíz, siendo que los elementos de los cuales abreva se
encuentran en un franco proceso de reacomodo en su escala de valores; la
tierra, como espacio para el cultivo del maíz, se convierte en paraje estéril
una vez que la sequía ha sido constante durante los últimos años; hay una
marcada diversiicación en las estrategias de subsistencia, con lo que se
hace cada vez más evidente la denominada pluriactividad, de modo que
se favorece un distanciamiento de la actividad agrícola y el conocimiento
7
Entre los escenarios étnicos, en especial aquellos del sureste del estado de Puebla, hay uno en el
que he tenido oportunidad de realizar visitas de trabajo de campo de manera continua, me reiero
a los ngiwá, conocidos también como popolocas, nombre nahua impuesto por los aztecas, cuyo
signiicado es “tartamudo”, “poco inteligente”, “bárbaro” (Jäcklein, 1974), ellos se nombran a sí
mismos como ngiwá. Algunos hablantes, en especial algunos profesores de las escuelas bilingües, lo
escriben como ingiwa o inwiga.
21
campesino, así como una consecuente dependencia con respecto al trabajo
asalariado. Estos aspectos, en conjunto, inluyen en la manera como se
entiende y otorga sentido a la realidad inmediata.
Ello sucede en el sureste de Puebla, concretamente en el valle de Te-
huacán, escenario que, en su momento, fue caracterizado como la “cuna
del maíz”, según consta en los antecedentes arqueológicos registrados por
MacNeish (1964), al señalar a la zona con una marcada trascendencia his-
tórica por las evidencias del proceso de domesticación del cereal.
Pero hoy, la agricultura relativa al maíz coexiste con actividades de tipo
industrial que se desarrollan a unos cuantos kilómetros, representadas en
los talleres de maquila, las plantas avícolas y las lavanderías que procesan los
pantalones de mezclilla antes de ofrecerlos como productos terminados a
los potenciales consumidores. Se considera oportuno partir de una contex-
tualización para reconocer cómo se ha realizado una serie de cambios en la
sociedad rural, a in de combinar y articular los efectos de la modernización
en los escenarios campesinos, así como centrarse, especialmente, en el ám-
bito de la cultura y cosmovisión relativa al maíz.
Para tal in, se toma el caso de la comunidad de San Luis Temalacayuca,8
un enclave de hablantes de popoloca que forma parte del municipio de Te-
panco de López, para reconocer su cultura y cosmovisión en torno al maíz,
ligadas a un “tiempo” que guarda una connotación especial para “los abue-
los”, que puede equipararse a un ciclo que responde al temporal (es decir, a
la etapa de ausencia o presencia de lluvia, de vientos, del calor, entre otros)
y se encuentra también asociado al trabajo relativo al crecimiento del maíz,
“así se ha vivido” y se ha explicado el referente cotidiano.
8
La comunidad puede caracterizarse como una sociedad rural, en virtud de que su construcción
histórica se ha experimentado a partir de una lucha por el acceso a la tierra, tanto comunal como
privada. Hay una constante interacción con respecto al medio ambiente, si se toman como referencia
las cifras oiciales que registra el Censo de Población, el porcentaje de actores sociales que habita
en el lugar y que labora en actividades relativas al sector primario, supera 85%, desde un aspecto
identitario, los habitantes de la comunidad se autodenominan como “pueblo de campesinos”;
los avatares del precio del maíz cimbran la economía doméstica, así como las condiciones de
producción agrícola, por eso puede señalarse que se experimenta la condición de ser rural. Además,
forma parte de la reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, con lora endémica propia de cactáceas,
con suelos porosos, pedregosos, secos, con una corta temporada de lluvias. Aunado a que, a decir
de los pobladores, se considera un “pueblo de origen prehispánico”, según consta con la presencia
de vestigios arqueológicos, ahora rodeados por campos de cultivo. La información será ampliada en
los capítulos siguientes.
9
A lo largo del texto suele igurar también como “antiguos”, ya que los interlocutores ngiwá lo
utilizaron para recordar a sus antepasados.
10
Al respecto, cabe citar la siguiente idea para expresar que se accede a un sector de la “localidad”,
no a la totalidad: “se supone, primero, que un individuo lleva en sí la casi totalidad de pautas,
perspectivas y ángulos de los miembros de una sociedad, y segundo, que ‘los especialistas’ —un
jefe, un chamán, etc.— son quienes por excelencia pueden suministrar más y mejores datos acerca
de la organización, política, religiosa, etc., de dicha organización cultural” (Guber, 2004, p. 128).
11
También se complementó con observación directa y participante en aquellas prácticas sociales
relativas al cultivo y consumo de maíz, mismas que fueron registradas a partir de las diferentes
estancias de trabajo de campo, acción que favoreció el análisis en torno a las evidencias etnográicas
en las que se propuso reconocer una amalgama especial de aspectos que resultaron signiicativos
para la coniguración de este trabajo y que guiaron la relexión: la cultura y la cosmovisión.
33
especíica de las ideas religiosas y analiza los símbolos que sirven de vehícu-
lo para expresar tal dimensión” (Marzal, 1988, p. 86).
Guardando sus respectivas especiicidades, la antropología mexicana ha
recibido inluencia de los principales enfoques teóricos y ha orientado su
interés hacia las expresiones religiosas en amplios escenarios y temporali-
dades; en especial, existe un amplio conjunto de exploraciones correspon-
dientes a los pueblos indígenas contemporáneos, así también, hay diversos
planteamientos teóricos y metodológicos con respecto a las antiguas creen-
cias y prácticas religiosas de las sociedades precolombinas.
Algunos trabajos etnográicos, realizados en territorio nacional, tienen
sin duda la herencia de la escuela de Franz Boas; aunque también es posi-
ble rastrear la inluencia del evolucionismo, del difusionismo y, años más
tarde, del funcionalismo británico. En los años cuarenta, en el campo de la
arqueología igura la inluencia materialista, que se sustenta en los escritos
de Karl Wittfogel y de Julian Steward. Bajo distintas posturas, arqueó-
logos y etno-historiadores han revelado aspectos interesantes del campo
religioso en el mundo prehispánico, entre ellos Alfonso Caso (El pueblo del
sol, 1976), Paul Kirchhof (Mesoamérica. Sus límites geográicos, composición
étnica y caracteres culturales, 1960), Barbro Dahlgren (Los coras de la Sierra
de Nayarit, 1962) y Miguel León Portilla (Los antiguos mexicanos a través de
sus crónicas y cantares, 1976) (en Medina, 2000, pp. 28-45).
En las décadas siguientes, la Universidad de Chicago, el Instituto Car-
negie y el Gobierno del Estado de Chiapas, irman convenios para realizar
exploraciones en esa entidad, entre algunos de los investigadores que par-
ticiparon se encuentran: Calixta Guiteras (Los peligros del alma. Visión del
mundo de un tzotzil, 1965) y Ricardo Pozas (Chamula. Un pueblo indio de
los Altos de Chiapas, 1959). En otros sitios, como Michoacán, se aproxima
George Foster (“World View in Tzintzuntzan: reexamination of a con-
cept”, 1966) y hace lo propio Alfonso Villa Rojas (1994) al escribir sobre
los mayas de Quintana Roo; todas esas publicaciones hoy se han conver-
tido en clásicos. El primer trabajo en el que se hace una descripción y un
análisis de la cosmovisión de un pueblo mesoamericano, se encuentra en
un artículo de Jacques Soustelle, publicado en 1940 en francés (Medina,
2000, p. 102).
Los trabajos de Robert Redield (he Little community and peasant
society and culture, 1960) y Evon Vogt (Ofrendas para los dioses. Análisis
12
Debo realizar un pequeño paréntesis sobre la noción de Mesoamérica, establecida por Paul
Kirchhof (1960) como una superárea cultural, pluriétnica y pluricultural, ya que, pese a la
diversidad de grupos sociales que habitaron latitudes disímiles, identiica una serie de elementos
que le dan unidad como los macro procesos históricos que ocurrieron en esa área geográica, por
ejemplo, el cultivo y consumo de productos como el maíz, frijol, chile, o pulque; también considera
los rasgos arquitectónicos y las deidades.
Existe una serie de críticas al concepto de Mesoamérica, aquí se retoma una que suele ser muy
recurrente y que implica el aspecto de las similitudes y diferencias en dicha zona. La atención a las
similitudes en Mesoamérica lleva a López Austin a hablar de una tradición cultural mesoamericana:
“podemos entender un acervo intelectual creado, compartido, transmitido y modiicado socialmente,
compuesto por representaciones y formas de acción […] la forma propia que tiene una sociedad
para responder intelectualmente ante cualquier circunstancia” (López Austin y López Luján, 1996,
p. 62, en López Austin, 2001, p. 51).
13
El señalamiento de López Austin (2001) implica una importante contribución, ya que, si bien
hay un acervo de larga duración, éste no se entiende sin la existencia de una serie de elementos que
conforman el núcleo duro, “un complejo articulado de elementos culturales, sumamente resistentes
al cambio, que actuaban como estructurantes del acervo tradicional y permitían que los nuevos
elementos se incorporaran a dicho acervo con un sentido congruente en el contexto cultural” (p. 59).
14
Cobra especial interés estudiar la cosmovisión en torno al maíz en una región que, según las
investigaciones arqueológicas, ha sido identiicada como la cuna del maíz y hoy sólo hay una buena
producción de este cereal en las tierras que cuentan con riego. Así mismo, el estudio de los popolocas
es importante a “diferencia de las interpretaciones que sugieren que se trata de un grupo ‘marginal’,
considero que fue una sociedad con características socioculturales complejas que inluyó en el
desarrollo socioeconómico y cultural de Mesoamérica. Su importancia se sustenta en sus antecesores
que domesticaron, por primera vez, el maíz. También porque desde épocas tempranas desarrollaron
técnicas avanzadas de irrigación y de producción de sal y, tiempo después, elaboraron importantes
estilos cerámicos como el Anaranjado Delgado y el Mixteco-Puebla” (Gámez, 2003, p. 21).
15
Recuerdo que al preguntar a los campesinos sobre la calendarización de las actividades del ciclo
agrícola, en San Marcos Tlacoyalco, comunidad hablante de popoloca y vecina a Temalacayuca,
respondían de manera unánime: “depende de cómo vengan las lluvias” (Ramírez, 2002).
16
Llama la atención que el sitio en el que se hacía la representación del viernes santo era un jagüey
(depósito artiicial de agua) y en el cerro del Calvario brota agua. En la época precolombina la
religión de los popolocas “se caracteriza por un culto muy importante al agua y la fertilidad”,
debieron tener una importancia especial por la aridez de la zona (Gámez, 2003, p. 271). La cabecera
del municipio vecino Tlacotepec de Benito Juárez, ubicado a media hora de Temalacayuca, cuenta
con un santuario donde se venera a un cristo negro, conocido como el señor del Calvario, que en la
época prehispánica era un lugar de culto a Tláloc (Verdadera relación de los primeros milagros y culto
de nuestro señor de Tlacotepec, en Ramírez, 2002, p. 74).
17
También hay un caso muy interesante en el que se registra la situación de los campesinos de
un sitio llamado Dzan en Yucatán, en donde, en un marco de economía liberal, los habitantes
centraron sus esfuerzos en la producción de cítricos, lo que originó que las prácticas rituales que
se realizaban en la milpa, fueran trasladadas a las parcelas donde cultivan la naranja valencia de
exportación (Pacheco, 2004, p. 93).
18
La situación aleatoria de la maquila orilla a algunos jóvenes a participar temporalmente en el
trabajo agrícola, también los que regresan a la comunidad después de haber permanecido algunos
meses o años en el norte; las actividades suelen ser variadas dependiendo de la fase del ciclo en el
que se inserten.
19
Aquí se postula que las representaciones y percepciones de cambio, conlicto e incertidumbre se
relejan en la cosmovisión. Por lo regular se describe un espacio idílico, donde no tiene relevancia
el conlicto intracomunitario, las diferencias generacionales o de género, los cambios religiosos, el
impacto de la migración nacional e internacional, el declive de la economía campesina, en especial
de la agricultura de temporal, y son elementos que no se encuentran presentes en los análisis.
20
Campesina, 55 años.
21
Trabajador asalariado en maquila, 19 años.
22
Empleada doméstica en Tehuacán, 38 años.
23
Campesino, 49 años.
24
La presencia de evangélicos se remonta a 1994, cuando la primer familia de Temalacayuca decidió
convertirse y en el solar de su casa construyó “su casa de oración”, ellos son mal vistos porque no
dan faena, ni cooperación para la realización de las iestas católicas y, por lo tanto, no tienen permiso
para entrar a los juegos ni gozar de las actividades. Suele reconocerse que no son borrachos, ni
gritones, aunque se dice que “todo lo tienen prohibido”.
Como hecho histórico destacan entre sus características: a) una permanente transfor-
mación dada en distintos ritmos, desde el lentísimo ritmo de cambio de sus elemen-
tos estructurales hasta el muy rápido de sus elementos más lábiles; b) una producción
compartida y creada por amplios sectores sociales; c) una producción básicamente
inconsciente... y d) una producción en gran medida lógica, pese a su origen incons-
ciente, efecto de su constante comunicación y confrontación social (López Austin,
1993, p. 92-93).
Acerca de la visión del mundo, existen diferencias de concebirla entre los distintos
participantes de una cultura, las divisiones sociales, las contradicciones, las tensiones
y las asimetrías producen variadas concepciones del mundo en el seno de una misma
sociedad. También es verdad que ningún miembro de la sociedad posee una visión
del mundo global, totalmente ordenada y coherente. Y también es difícil que se expli-
que conscientemente el cosmos bajo un esquema preciso de dicha visión del mundo
(1994, p. 14).
25
En términos de López Austin: “Cada tradición conserva por largos periodos los principios generales
que, al repetirse como patrones normativos en los distintos campos de acción social, se convierten en
arquetipos. El arquetipo nace, entonces, de las prácticas reiteradas, milenarias, que forman un núcleo
de percepción y de acción frente al universo. Mesoamérica tiene entre las causas principales de su
unidad histórica la generalización y el desarrollo del cultivo del maíz” (1994, p. 16).
26
Se retoma la siguiente cita: “ya que todas las tradiciones cambian si desean permanecer y los rasgos
no perviven si no cumplen alguna función o cubren una necesidad de sentido, nos encontraríamos
ante una deinida presencia de este ‘núcleo duro’ de la tradición mesoamericana […]” (Bartolomé,
2005, p. 10-11).
27
Los jóvenes no hablan de manera directa sobre este tipo de conocimientos, a menos que
estén acompañando a algún adulto, así aportan su vivencia o algún dato extra sobre lo que han
escuchado o visto. Llama la atención que en el discurso de los jóvenes, aunque suelen poner en
duda los señalamientos que caliican como cuentos, en la vida práctica se respetan a las hormigas,
no las pisotean ni las molestan, incluso, en las tardes, es un entretenimiento observarlas y acarrear
hacia su hormiguero pedazos de hojas, algunas personas acostumbran colocarles pequeños trozos
de tortilla, “para que se alimenten” (Trabajadora asalariada en la maquila, 20 años de edad.)
28
Le llaman gentiles “a los antepasados que construyeron los teteles, aquellos no comían maíz,
consumían carne cruda, ocurrió un fuerte diluvio y muchos de ellos murieron, pero llegó Dios y
bautizó a dos que se salvaron e hicieron su familia y de esos venimos nosotros” (Campesino, 62
años de edad).
29
Campesino de 57 años de edad.
Siguiendo con López Austin (1994), para el investigador: “deben ser tan
importantes las persistencias como los cambios. Sin embargo [...] es prio-
ritario el estudio de las formas de persistencia y de los elementos comunes
para, a partir de la semejanza, evaluar las divergencias y las particulari-
dades” (p. 12). Una vez más, creo pertinente señalar que los aspectos de
persistencia son un elemento central en el proceso histórico, se considera
que abordar el antecedente temporal es necesario, sobre todo si propongo
estudiar una cosmovisión de tradición mesoamericana en el actual grupo;
pero de lo que se trata no es de demostrar que la visión popoloca presenta
una acumulación de elementos precolombinos, sino, simplemente, com-
prender nociones y prácticas, producto de formas persistentes, por lo que
también es oportuno hablar de la reconiguración de éstas.
En esta fase de la investigación preiero centrarme en conocer la cosmo-
visión actual del maíz entre los popolocas, que me conduce implícitamente
a reconocer que el presente no se entiende sin la comprensión histórica,
hecho que lleva a identiicar persistencias, pero en un entorno de transfor-
maciones. López Austin agrega lo siguiente:
¿Una reconiguración?
31
En la propuesta metodológica se propone abordar de manera procesual la cosmovisión,
identiicando tres procesos para su estudio, que corresponden a las tres fases de reconiguración:
la fase de comparación corresponde al proceso histórico, la de selección nos remite a un escenario
social y la de resigniicación se trata de un aspecto simbólico. Uniendo estos tres elementos,
histórico, social y simbólico, se pretende recrear un escenario uniicado que permita abordar a la
cosmovisión de manera más completa.
32
La zona que ocupan los actuales popolocas es resultado de la formación de estructuras a nivel
regional y global, hoy no se entiende sin la relación con otras tradiciones culturales como la Costa
del Golfo, el valle de Oaxaca, el valle Poblano-Tlaxcalteca y la Cuenca de México. Lo que hoy se
observa es resultado de la reconiguración de procesos históricos, sociales, culturales.
33
Trabajador asalariado en un taller mecánico en la ciudad Tehuacán, que formó parte del Consejo
Parroquial durante el año de 2004.
La idea de proceso
Para rastrear las creencias y prácticas en las que se expresa la actual cosmo-
visión, así como los elementos más signiicativos que se han reproducido,
se propone partir de la etnografía actual, en combinación con la tradición
oral e información histórica, que coadyuven a reconocer lo más relevante
del pasado. Busco una propuesta que no parta del pasado al presente sino,
precisamente, al revés.
La cultura y el modo de vida campesino se trastocan, al igual que su
visión del mundo, conocimientos y actuaciones en la vida cotidiana, se
enfrentan a un escenario de cambios acelerados, que se han hecho más
evidentes a partir de la maquila y la migración, aspectos que inluyen en la
reconiguración simbólica.
Para construir una propuesta que aborde de manera integral y supere
un estudio fragmentario de la cosmovisión que los popolocas construyen
y mantienen en torno al maíz —que dicho sea de paso no necesariamente
contiene la herencia mesoamericana de manera intacta, ya que se perciben
34
Es una de las actividades que más expectación causa entre los pobladores jóvenes de Temalacayuca,
la carrera de motocross, desde hace 15 años, se lleva a cabo en un jagüey ubicado a espaldas de la
iglesia. La competencia ha desencadenado un amplio aspecto comercial, ha atraído la presencia de
visitantes, así como de patrocinadores, edecanes y equipos de sonido que abarrotan el centro.
35
Migrante de 48 años, cuyo lugar de trabajo es una tienda de ropa en el D.F.
vemos los productos culturales y las prácticas en términos de las relaciones entre sus
condiciones materiales de existencia y su trabajo como representaciones que produ-
cen signiicados. En otras palabras, nuestro interés se centra en modos de producción
y modos de signiicación (Barrett, Corrigan y Kuhn, 1979, p. 10).
La tradición oral da cuenta de todo devenir y acontecer, tiene dos formas de comuni-
car su contenido: 1) por la fuerza de la tradición, tiene como función principal resca-
tar y transmitir conocimientos y pensamientos colectivos generales que parten de una
misma matriz cultural, que […] le dan sentido a la organización social, económica,
política e ideológica (cosmogonía, cosmovisión, religión y arte) […] Y por otro lado
2) el resguardo de testimonios, que se denomina historia oral y cuyo conjunto de for-
mas literarias orales (cuento, leyenda, mito y prosa varia), conforman el documento
histórico, vivo, individual-colectivo (Jiménez, 1990, pp. 116-118).
sabe de nuestras necesidades, ya que viene al pueblo, los que son de su conianza
lo reciben en su casa; los descreídos, aunque lo vean no lo reconocen, ya que toma
Cuando se pregunta a los jóvenes sobre su visión del señor del monte, al-
gunos señalan que “es un cuento” para evitar que las parejas de novios “se
pierdan en los cerros” o que los niños “anden de vagos”, ya que aseguran
que ellos nunca lo han visto; las aseveraciones de su existencia son emitidas
sólo por los mayores, en tanto que los más jóvenes expresan que hasta no
verlo, no se puede decir que vive; pero, a la vez, mantienen respeto, ya que
no quieren problemas ni posibles castigos por parte de los abuelos.
En la vida cotidiana se acude a los cerros para recolectar leña o buscar
algún tipo de planta medicinal, que a veces es para su consumo y otras
para su venta en los mercados de Tlacotepec o Tehuacán, o se conducen los
animales hasta las faldas de los cerros para pastorear, sobre todo en época
de lluvia. Cobra especial relevancia el corte de quiotes (guías que brotan
del corazón del maguey), los cuales son utilizados para adornar las cruces,
los altares que se ponen en el calvario y la capilla en Tecajete. Sin embargo,
36
Algunos habitantes mayores señalan que es un varón adulto mayor de 40 años, otros lo reieren
como un anciano muy enfermo.
37
Campesino de 67 años de edad.
38
Es la zona de mayor producción y donde brota agua de los cerros que se conduce hasta los
cultivos, ahí se lleva a cabo la ceremonia del 15 de mayo en la que participan las imágenes de san
Luis Obispo y san Isidro Labrador.
39
Campesino de 50 años, dueño de una pequeña tienda de abarrotes en Temalacayuca.
El señor del monte es san Luis, el patrono, que cambió el cerro por la iglesia que aquí
se le hizo; aquí el santito tiene todo, se le cuida y se le hace una iesta, a él le pedimos
de todo, a veces nos da favores y otras no […] El padre que me dio la primera co-
munión nos decía que no creyéramos en eso, que son brujerías y que Dios se enoja,
porque no es bueno coniar en lo que el maligno hace para confundir; yo no sé qué
tan malo es el señor del monte, los grandes decían que era Dios, pero no siempre
hablan de él, ya está prohibido por el padre.40
40
Trabajadora asalariada en la maquila, de 20 años de edad.
41
Hay una interesante investigación que relata la transición de campesinos a proletariados en
escenarios rurales de Colombia y Bolivia, dando cabida a una asociación particular entre el diablo
y los procesos industrializados, donde los campesinos van perdiendo el control de sus medios de
producción. En palabras de Michael Taussig (1993): “Se está dando un holocausto moral en el
alma de una sociedad que sufre la transición de un orden precapitalista a uno capitalista. Y en esta
transición deben forjarse nuevamente el código moral y la forma de ver el mundo” (p. 196).
Es muy signiicativa la confrontación que se identiica en la cosmovisión de los campesinos en
medio de procesos de industrialización. En San Luis suele expresarse que en el cerro hay riqueza,
puede accederse a ésta por medio de una petición al Señor del Monte, para ello hay que cumplir
con un sacriicio, que consiste en aguantar la caminata, el interesado no puede parar hasta llegar a la
cueva, una vez ahí, en voz alta pedirá el favor que quiera: dinero, ganado, tierras. Cabe señalar que
sólo los hombres pueden realizar la petición y sólo ellos se encuentran autorizados a visitar tal lugar,
las mujeres no pueden entrar. Un ancianito me comentó que la cueva a donde van a pedir dinero,
antes era el sitio a donde iban a pedir la lluvia (Campesino de 68 años).
42
En un ámbito mundial, el maíz no sólo es una planta que cambio la vida y el desarrollo del
continente americano, hoy es uno de los siete cultivos más importantes en el mundo moderno, es
tan importante como el trigo, arroz, papa, cebada. El maíz, siguiendo a Arturo Warman (1988, p.
255), ocupó un lugar estratégico en el desarrollo de la economía mundial y el mercado planetario,
éste cereal participa en la historia del capitalismo, al emprender su camino hacia Europa, Asia y
África.
La perspectiva para explicar la existencia de los grupos campesinos del poniente del
estado de Morelos, consiste en abordar la reproducción social como el proceso de per-
manencia y cambio sociocultural de un pueblo cuyo objetivo es cubrir la necesidad
de mantenerse como grupo social (Guzmán, 2003, p. 13).
el maíz cultivado que se obtiene del campo es propio y el pantalón que se cose en
la maquila es ajeno […] la milpa es un espacio abierto, libre, en la maquila y en la
ciudad hay contaminación, es sucio y el campo se encuentra libre; en la ciudad hay
enfermedad, peligros constantes y no hay nada deinitivo, sólo se está de paso.43
En tanto, también opinan que “en el campo hay peligros, pero son con-
trolables, como el espanto o el mal aire, pero son causados no por los
mortales y en la ciudad todo el peligro viene de las personas”.44 Al tomar
como referencia la situación de la población popoloca, cuyos antecedentes
inmediatos se encuentran en su origen rural, se percibe un espacio aglu-
tinador entre jóvenes y adultos; pero, a partir de ejercer o no la práctica
campesina, viene un proceso de reordenamiento entre los jóvenes, debido
a que se relacionan cada vez más con las actividades industriales y citadi-
nas, cuando acuden a trabajar; hecho que inluye en las percepciones de
43
Trabajador asalariado en maquila, 23 años.
44
Trabajador asalariado en maquila, 19 años.
y no hay quien tortille, cuando vivía en el pueblo comía de la cazuela de frijol, salsa
y tortilla, ahora como igualmente sencillo, a veces me alcanza para arroz o sopa, pero
Así, sus dinámicas de tiempo y espacio son distintas, así como los señala-
mientos correspondientes a la naturaleza, en concreto a la tierra, a la que
aseguran pertenecer, no sólo por el hecho de haber nacido en la comuni-
dad, sino por su deseo de ser enterrados ahí. Suelen declarar que, aunque
no vivan “del diario” en el pueblo, se sienten ligados por la familia, la iesta
patronal y los muertos, a los que cada año se les recibe con ofrendas, que,
según marca la tradición, les colocan elotes hervidos, pero ahora muchos
de éstos ya no son de la cosecha sino comprados, hecho que es aceptado
por los mayores, y no es mal visto.
Para el caso particular de los popolocas de Temalacayuca, la concep-
ción en torno al maíz, además de ser un proceso histórico, responde al
contexto social46 del cual forma parte y no únicamente al ámbito divino o
natural. Esto resalta la maleabilidad de la cosmovisión, ya que se adecúa a
los cambios propios de la migración y el trabajo asalariado, así como a los
de crisis campesina, a la vez predomina una continua búsqueda de sentido
y signiicado, utilizando la tradición e historia particular. Esto es, hay una
lógica interna que no es inmune a la inluencia externa:
45
Campesina, 32 años de edad.
46
En este caso, las prácticas comunitarias, como las negociaciones, el conlicto o los cambios
intracomunitarios que reacomodan el sentido de los nuevos acontecimientos, inluyen en la
coniguración de una visión del mundo que explique tal situación. Es por ello que la cosmovisión,
más que una “visión estructurada del mundo”, representa un proceso histórico que da explicación e
interpretación de los acontecimientos que impactan en sus referentes inmediatos.
47
Campesina, 60 años de edad.
48
Trabajador maquilero, 25 años de edad.
49
Campesina, 32 años de edad.
50
Conviene recordar lo señalado por Albores (2002, pp. 249-259), que vincula a los rituales
agrícolas no sólo con la cultura sino con la historia y la cosmovisión de los grupos étnicos, lo que
permite apreciar su justa interacción con el resto de la estructura social.
51
La estancia en un grupo doméstico popoloca, que se encuentra conformado por integrantes de
diversas edades, es un escenario muy importante para aproximarse a la vida cotidiana y resulta
básico para la práctica etnográica.
52
Campesino, 64 años de edad.
53
Suele señalarse que al sembrar maíz no va a crecer, ya que no le gustó su trato, se dice que antes
debían ser más respetuosos con él; hay algunas prácticas que ya no se realizan, como bendecirlo
cada vez que se pone a cocer, rociarle agua bendita o hacer la señal de la cruz con una veladora antes
de guardarlo en los cuartos después de levantar la cosecha. Ahora se pone una cruz de zacate en la
cima de las mazorcas.
Nuestro maíz se quiso quedar con nosotros, antes los maíces tenían la capacidad de
moverse y rodando llegaban a distintas partes. Los antiguos encontraron dos semillas,
una era chica y amarilla y la otra era grande y blanca; la semilla pequeña fue sembrada
en terreno pedregoso, como el que predomina en el pueblo, el campesino que estaba
a su cuidado era muy atento de la milpa, iba todos los días a verla, pero la planta cre-
ció muy pequeña y con tallo delgado, todos pensaban que con los vientos esa plantita
sería tumbada... en tanto que la planta de la semilla blanca creció muy rápido y no
requería de tantos cuidados, por eso casi no le hacían caso, los antiguos pensaron que
no lo necesitaba; así pasó el tiempo y llegó el tiempo de la cosecha y se levantó el fruto
y con muchos trabajos la matita de maíz delgada dio unas mazorcas re`chiquitas y
la otra dio una mazorca re`bonita; los antiguos pensaron que ya teníamos maíz del
bueno y sin tantos cuidados... pero el maíz grande se fue, se sintió de que no le dieron
tantos cuidados como al otro, por eso decidió irse para donde hay más agua, mejor
tierra y hay más dinero, allá por Ajalpan, Miahuatlán. Entonces los antiguos dijeron
que por no respetar por igual al maíz, se sintió y se fue, si se hubiera evitado el agra-
vio, ahora tendríamos maíz grande y bonito, como los del riego, pero por chochos se
nos quedó el más chico; desde esas fechas se cuida mucho al maíz que se tiene, antes
hasta se le hablaba, como a un niño de pecho, ahora ya no.54
Por otro lado, los preparativos para seleccionar los granos semilla son im-
portantes, tienen que provenir de la cosecha anterior, cumpliendo con los
requisitos: ser de buen tamaño y color. Esta actividad la realizan los adul-
tos, ya que ellos tienen “buen ojo” para reconocer la semilla que no está
completa o que presenta defectos. Llama la atención que no son los jóvenes
o los niños quienes pueden hacer una selección de maíz, al preguntarles las
causas, dijeron que ellos no tienen “responsabilidad”, hasta no ser cabeza
de familia (ya sea como padre o madre) no podrán realizar esta actividad,
ya que de esta selección depende el éxito de la cosecha (claro, aunado a
lluvia, cuidados, granizo, vientos).
Se dice que la selección de semilla es un paso que suele ser determinante
y los mayores saben manejar al maíz con cuidado, no se azota, ni se juega
54
Campesina, 57 años de edad.
contiene fuerza, en cada granito hay vida […] cuando se come la tortilla uno siente
recuperación, esa fuerza alimenta al corazón, nos da sangre; cuando se enferman los
paisanos, luego luego le dan un atole cuando no puede masticar la tortilla; cuando re-
cupera la fuerza, ya le dan la tortilla y se recupera más rápido... en este pueblo se come
mucha tortilla, esa es la costumbre, cuando tú llegas te invitamos un taco,57 aquí se
55
Con respecto a las víboras, se les tiene cierto recelo, incluso se les expresa miedo; aunque procuran
no matarlas, ya que, se dice, traen la lluvia, suelen ser un referente importante para pronosticar
la presencia de ésta. Sobre todo cuando las observan en las barrancas, es una señal segura de que
vendrá la lluvia, ello se explica debido a que “ellas presienten que su casa [la tierra] ya no tendrá
calor, cuando viene el jugo la enfría”.
56
Ama de casa, 25 años de edad.
57
Cuando comencé a frecuentar algunas casas en Temalacayuca, solían ofrecerme pan, aspecto al
que no le daba importancia, hasta que en una ocasión mi llegada coincidió con la de unos parientes
cercanos al jefe de familia; una vez más a mí me dieron pan y a ellos les dieron tortillas y salsa;
transcurrieron algunas visitas más y con más conianza pregunté la razón por la que me invitaban
pan y no tortilla, la respuesta fue contundente: a las personas ajenas al pueblo no les gustan las
tortillas que preparamos y para evitar un desaire al alimento, no se ofrece; conforme pasaron los
meses me dieron tortillas y salsa.
58
Trabajador asalariado en maquila, 19 años de edad.
59
Varón integrante de Consejo Parroquial, 48 años de edad.
la naturaleza tiene un orden […] todo sucede por partes, primero hay frío, luego hay
calor, primero hay vida, luego viene el descanso; aquí se cuenta que antes no había
gentes como nosotros, sólo plantas como las que nosotros vemos en el monte, ahora
nos decimos hombres y mujeres, pero nosotros venimos de las plantas, las mujeres
somos magueyes y los hombres son mezquites, por eso algunos todavía acostumbran
saludarse, maría [es un equivalente a hola] maguey y una responde maría mezquite;
los hombres son mezquite porque son fuertes, crecen y dan sombra, y su fruto sirve
de alimento para nosotros y para los animales; las mujeres somos maguey porque dan
hijos que son los mecuatitos [suele llamarse así a los recién nacidos] y del maguey
se saca el pulque, que es como la leche, que da la nana al mecuate; cuando nuestros
antepasados, que se llamaron gentiles, ellos vivieron en los teteles, se dieron cuenta de
eso, dijeron que nosotros venimos de las plantas, por eso en este pueblo hay muchos
mezquites y magueyes, y no hay que hacerles daño, ya que son como nosotros.60
60
Campesina, 54 años de edad.
aquí se acostumbra sembrar maíz, también se puede rociar trigo o cebada, pero eso
no sirve de nada, no se acostumbra comerlo y ni para venderlo, a veces hasta un peso
quieren pagar por un kilo, entonces yo digo que no tiene caso sembrar otra cosa,
aunque sea poquito pero maíz nos da la tierra, cuando no hay cosecha se resiente en
la barriga, pero imagínese si yo no tuviera milpa, no tendría qué comer, ya no me dan
trabajo, sólo me queda mi maicito hasta que Dios quiera.61
Las representaciones pueden ser vistas como una construcción que los ac-
tores sociales realizan de la realidad, pero vale la pena entender su elabo-
ración con base en códigos perceptivos y cognoscitivos (como lo señalan
62
Ocurre algo parecido con respecto a la ideología, sus expresiones diversas no quieren decir que
unas sean verdaderas y el resto no, simplemente interesa resaltar aquí que son signiicativas para
quienes las recrean.
Casi todas las investigaciones que tratan de representaciones sociales intentan asirlas
a partir de sus indicios discursivos: entrevistas, cuestionarios, asociaciones verbales…
Pero se corre el riesgo de olvidar... que la cognición está también en las cosas: no
solamente en eso que decimos de ellas, sino en su forma, su materia y su empleo
(Rouquette, 2002, p. 147).
63
Concepto propuesto por la doctora Alejandra Gámez, que ha sido desarrollado en su investigación
titulada: Los popolocas de Tecamachalco-Quecholac. Historia, cultura y sociedad de un señorío
prehispánico, donde delimita a la región popoloca, dentro de la zona centro-sur de Puebla y norte de
Oaxaca como escenario donde élites y pueblos popolocas establecieron vínculos históricos, sociales,
culturales, y sobre todo políticos con el resto de Mesoamérica (Gámez, 2003).
93
A continuación se presenta un esbozo sobre los antecedentes en el
tiempo y en el espacio de este grupo. En las primeras páginas se encontrará
información general que enfatiza los antecedentes de corte temporal y, en
la medida de lo posible, se narran acontecimientos muy particulares y sig-
niicativos de la comunidad de San Luis Temalacayuca, uno de los pocos
enclaves popolocas en el estado de Puebla. Así también, se exaltan algunos
de los aspectos etnográicos generales de su vida social, porque a lo largo de
esta investigación la descripción etnográica se centrará en temas relaciona-
dos con la cosmovisión y la agricultura.
64
Al pedir a la población censada que especiicaran el nombre de la lengua materna que hablaban,
solía responderse “chocho”, también encontraban respuestas como popolocas o chuchos; al
concentrar la información cuantitativa, se registraba la presencia de “chocho” en la entidad poblana
y, en la estadística nacional, se sumaba dicha cifra con los resultados encontrados en el vecino estado
de Oaxaca.
65
Habitan en una región conocida como Sierra de Santa Martha al sur de Veracruz, han recibido la
atención de investigadores, como Luisa Paré y Elena Lazos (2000), autoras que los han denominado
como zoque-popolucas.
66
Suelen llamarle a su lengua materna “el idioma” o “el dialecto”, para diferenciarlo de la lengua
oicial a la que llaman el “castilla” o “castellano”.
67
Campesino, 60 años.
68
Ama de casa.
69
Algo parecido ocurre en la primaria, los profesores les prohíben hablar popoloca en la escuela, lo
que ha originado cierta tensión entre padres de familia y los educadores.
70
En las conversaciones con las y los jóvenes que trabajan en la maquila, resulta que las relaciones
interétnicas entre nahuas y popolocas, no siempre son cordiales, son comunes los retos por ver
La región popoloca
cuál de los dos grupos termina con mayor rapidez su carga de trabajo. Pero, en casos de protestas
o juntas, para hablar sobre sus condiciones de trabajo, todos se unen, sobre todo para contrarrestar
las presiones que reciben de sus inspectores que, sin excepción, son mestizos y se dirigen hacia los
trabajadores como indios o campesinos.
71
Se llama Tepanco de López porque fue el pueblo donde nació y vivió José Ma. López, mejor
conocido como el güero López, un guerrillero que combatió en el rumbo por el triunfo de las
doctrinas modernas en la guerra de reforma (Paredes, 1977, p. 134).
72
Hace aproximadamente diez años, Tlacoyalco organizó un encuentro denominado “Pueblos
hermanos popolocas”, recibiendo a las diferentes localidades, en el que cada una llevaba lo más
representativo de su sitio, como artesanía, danza, alimentos o representaciones de casamientos a la
manera tradicional. Hasta donde tengo información, este hecho fue un éxito, ya que reairmaron su
pertenencia a un grupo sociolinguístico, pese a las diferencias entre los popolocas. No se ha vuelto
a repetir este acontecimiento.
ASPECTOS TEMPORO-ESPACIALES
73
Hay otras propuestas sobre el origen étnico de la población del señorío de Tehuacán, cabe aclarar
que no comparto dicha idea, sin embargo, resulta interesante mencionarla. “Podemos entonces
aseverar, partiendo de fuentes etnohistóricas, que Tehuacán Viejo o, más bien, Teohuacan, tiene un
origen étnico náhuatl resultado de migraciones chichimecas en el siglo xiii, dirigidas posiblemente
por Xelhua o Xelhuan, quienes, a su paso por los valles de México, Puebla, Atlixco y Tehuacán,
poblaron en dirección sur sitios como Cholula y Huaquechula, Coxcatlán y Teotitlán del Camino;
todos ellos contemporáneos a Teohuacan” (Márquez, 1994, p. 14).
74
Entre los señoríos de Tepexi y Cuthá existieron antagonismos importantes; el primero siguió
siendo sitio agrícola y productor de cerámica y Cuthá de sal; durante su conquista por los mexicas,
en el siglo xv, se encontró en el parteaguas de dos provincias tributarias, la del norte encabezada
por Tepeaca y la del sur por Acatlán, por lo que pasó a formar parte de la provincia de Tepeaca
(Castellón, 2006, pp. 50-53).
cantar himnos a sus dioses y ofrecerles incienso, lo cual hacían cuatro veces en el
curso de la noche y derramaban su propia sangre sobre los braseros del templo. El
ayuno era continuo durante los cuatro años que duraba esa vida, excepto los días de
iesta que cada mes se celebraban y durante los cuales podían comer cuanto quisieran.
Para todas las iestas se preparaban con austeridad absoluta, agujerándose con
espinas de maguey las orejas, y pasándose por los agujeros hasta setenta pedazos de
caña de diversos gruesos (Torquemada en Basauri, 1990, p. 447).
Con base en los datos referidos en esta cita, podemos darnos cuenta de las
principales actividades productivas y comerciales de la provincia de Tehua-
cán. Se encuentra información que reiere que proveía de frutos, cueros de
ganado cabrío en cordobanes y gamuza, tejidos de lana, vasijas y utensilios
de barro y productos de palma, que en antaño fungieron como base de la
economía de Temalacayuca.
Las haciendas
que los indios que trabajaren en las haciendas lo han de hacer de sol a sol, desde que nace
hasta que se pone, pagándoles por los labradores en tabla y mano propia el jornal que en
la provincia de Teguacán se acostumbra a dar a los voluntarios y que de este trabajo se ha
de entender relevados los caciques, los oiciales de república y de la iglesia, en los años que
fueren: y así mismo los indios que tuvieren sus sementeras a que acudir u otros ejercicios y
La Independencia
75
Para mayor referencia véase el trabajo de López Bárcenas, 2011.
El siglo xx
Tiene el nombre de las palabras mexicanas temalacayucan donde se hacen mantas rea-
les que llevaban grandes ruedas o círculos; la manta real se llamaba temalacayotilmatli.
Descompuesta todavía la primera palabra, tendremos tetl, piedra y malacatl, huso o
malacate. Sus aborígenes pertenecieron a la raza que en épocas remotas se llamó chu-
chona, que fue numerosa y poderosa y que por causas ignoradas tendía a desaparecer
y por cuya circunstancia, en la época de la conquista, se le llamaba popoloca o lo que
es lo mismo pocpolohca, desaparecida o que desaparece. Todavía hablan el popoloca
y se dice que no se entienden con los de Mezontla y Azingo que hablan el mismo
idioma; a los habitantes de todos estos pueblos se les llama chochos. Se alimentan,
como los de otros pueblos, con maíz, frijol y chile. Trabajan ixtle y la palma con la
que hacen entre otras manufacturas el petate tabaquero. Habitan jacales con techos
de palma e izote, cercados de acahuale. Dicen ser católicos. Cultivan maíz, frijol, tri-
go y cebada. Los ingresos y egresos de su tesorería municipal son alrededor de $1100
anuales (Paredes, 1977, p. 136).
76
Proceso que no sólo se aplica a los procesos de resigniicación de la cosmovisión, al contrario,
puede ser útil para describir los escenarios de la vida cotidiana.
77
Trabajador asalariado en maquila, 55 años.
Productos de palma
78
Según datos del Censo de Población de 1910, la población ocupada en la actividad de tejedores
de palma en el distrito de Tehuacán era de 336 personas, concentrándose principalmente este oicio
en las mujeres (Barbosa, 1997, p. 328).
Los servicios
79
En cuyo centro pusieron una pieza arqueológica que corresponde a una parte de juego de pelota
(Gámez, 2001).
antes se sufría mucho, no teníamos agua, el camino era de terracería lleno de piedras,
los que tenían posibilidades y compraron su tanque de gas, tenían que caminar con
su tanque hasta Tepanco, nadie quería entrar al pueblo, ni los maestros, ni las enfer-
meras, había que irlos a esperar a Tepanco y, si alguien tenía una carretita, pues los
íbamos a recibir […] ahora ya el pueblo tiene camionetas, hasta la presidencia del
pueblo, que sirve de ambulancia, de camión, de patrulla, ya hay más facilidades, ya
somos más modernos.80
80
Campesino, 62 años.
129
cambio y reacomodo en la vida cotidiana de las familias que conforman la
comunidad de San Luis Temalacayuca.
Se utilizan los postulados de Hernán Salas Quintanal (2007) para re-
saltar a la comunidad, referente territorial que recibe y responde a la lógica
global; él, de manera puntual, resalta “la importancia de la deinición te-
rritorial y regional en la denominada era de la globalización […] La pro-
blemática espacial es el momento del lugar y del territorio como espacios
producentes de realidades socioculturales” (p. 82).
Siguiendo a Salas et al. (2011), es oportuno reconocer que:
82
El periodo de 1999-2005 correspondió a la administración de Melquiades Morales Flores, y el de
2005 a 2011 estuvo bajo la dirección de Mario Marín Flores.
83
Mayoral, 2013.
84
En la entidad poblana, según el Censo Industrial, destacan, en orden de importancia porcentual:
la manufactura de productos metálicos, maquinaria y equipo, subsector que se aglutina en el centro
del estado; y, en segundo lugar, la producción de textiles, prendas de vestir e industria del cuero.
85
Cabe mencionar que en las páginas siguientes se tratará de reseñar, desde un punto de vista
diacrónico, la situación del valle de Tehuacán.
86
Tomando como referencia la caracterización del inegi, a partir del número de habitantes en
las localidades, aquellas menores a 5000 habitantes se catalogan como rurales (a excepción de las
cabeceras municipales que independientemente del total de población son consideradas urbanas);
en los sitios mayores a los cinco mil habitantes se supone hay mayor infraestructura en cuanto a
servicios.
87
En la década de 1980 ocurre una reestructuración de la industria del vestido en eu y “se alentó a
la ‘producción compartida’ en México, esta reestructuración adoptó la forma de Maquila.”, “una de
las actividades económicas más representativas del capitalismo de principios del siglo xxi” con tal
iniciativa se alentaron las exportaciones de México hacia EU (Juárez, 2004, p. 17).
88
Trabajador asalariado en maquila, 19 años.
89
Veáse el Primer Informe de Gobierno, Melquiades Morales Flores http://www.pue.gob.mx/
gobierno/informes.html. Consultado en septiembre de 2009.
90
“[…] para julio del año 98, Tehuacán estaba exportando a Estados Unidos alrededor de 2 millones
de prendas de vestir mensualmente” el producto mayoritario son los pantalones y chamarras de
mezclilla, aunque también se elaboran prendas de gabardina. “[…] De acuerdo con las estimaciones
de la presidente de Canaives en Tehuacán (2002-2003) en el área se producía, hasta marzo del 2001,
una cantidad de 30 000 pantalones de mezclilla por día. Aproximadamente un promedio de 1.7
millones de prendas por semana (Juárez, 2004, pp. 111-117).
91
Su nombre es Kamel Nacif, involucrado en actividades de corrupción, quien recibe apoyo de las
iguras de la vida política poblana, en especial las relacionadas con el pri. Este personaje contaba
con talleres de maquila hasta en el Centro de Rehabilitación Social (Cereso), disponiendo de mano
de obra a la que no pagaba por su trabajo.
empezaron con las plantas Famián y en los últimos cuatro años se extendieron a la
Sierra Negra, al cercano estado de Tlaxcala y a la misma ciudad de Puebla, cerrando
así un impresionante círculo regional para la fabricación del paquete completo. Eso
signiica que tienen plantas que fabrican mezclilla, lavanderías, plantas de ensamble y
empaque (Juárez, 2004, pp. 171-172).
Trabajar en la maquila se volvió un asunto de los más pobres, esto generó una de las
peculiaridades de un mercado de trabajo que especializó, desarrolló habilidades y co-
nocimientos y, ante la ausencia de organismos de representación legítima del trabajo,
92
“Y si agregamos a las estructuras de maquila clandestina y las del trabajo a domicilio, el número…
[fue] de alrededor de 65 mil personas” (Juárez, 2004, p. 112).
En el sureste poblano los empleos que genera la maquila han sido alen-
tadores para que la población desempleada le considere como una posi-
bilidad para obtener “un dinerito seguro cada semana”. Es importante
mencionar que para algunos jóvenes del entorno rural ha representado su
primera experiencia formal en el mercado de trabajo, en las cercanías de
sus localidades de origen, sin que ello implique un desplazamiento largo y
prolongado, como es el caso de los popolocas de San Luis Temalacayuca,
conigurando una modalidad migratoria ‘campo-campo’, caracterizada por
aprovechar:
la concurrencia de jóvenes que viven en los poblados circunvecinos, este nuevo mer-
cado laboral acelera, como nunca antes, la proletarización de la fuerza de trabajo de
las familias rurales y las migraciones laborales; por ende, acentúan también el debili-
tamiento y la fragmentación del orden tradicional (Baños, 2003, p. 166).
94
El Distrito de Riego 030 fue creado, junto con la presa de Valsequillo, en el año 1944, por decreto
del entonces presidente Manuel Ávila Camacho. La supericie regable del distrito abarca 32 mil 827
hectáreas de 17 municipios: Atoyatempan (mil 175), Cuapiaxtla (10), Huitziltepec (594), Molcaxac
(834), Huixcolotla (92), Miahuatlán (549), Hueyotlipan (221), Tecali (896), Tecamachalco (6 mil
10), Tehuacán (mil 860), Tepanco de López (4 mil 413), Tepeyahualco (528), Tlacotepec (7 mil
309), Tlanepantla (863), Tochtepec (4 mil 149), Xochitlán (mil 852) y Yehualtepec (mil 472).
(Puga, 2008).
95
Resultados de una investigación de Cristina Martínez (2005), catedrática de la Facultad
de Economía de la buap, que llevó a cabo en el periodo de 2001-2002, encontrando una vasta
información relativa a las actividades laborales de las maquilas de ropa en Puebla, que se distribuyen
en 13 municipios.
96
Es una zona productora de maíz, alfalfa y chiles, principalmente, paradójicamente las tierras
destinadas al cultivo reciben las descargas de las lavanderías, como parte del proceso productivo de
la maquila. Los pantalones, una vez concluidos, son tratados con distintos productos para otorgarles
una apariencia, como puede ser la de desgaste, este proceso se lleva a cabo en espacios especíicos
conocidos como lavanderías, las cuales ocupan cantidades considerables de agua, misma que es
desechada en los drenajes de la ciudad de Tehuacán, o en el canal de Valsequillo. También se puede
observar esta agua contaminada en los ríos y barrancas con agua azul oscura, que se utiliza para el
riego agrícola. Las lavanderías se ubican en La Magdalena Cuayucatepec, donde se encuentran las
plantas de Private Label y Cualquier Lavado, también hay en San Lorenzo Teotipilco, donde se
ubican azt International y Lavapant. (Barrios y Hernández, 2004).
97
La investigación que realizó Huberto Juárez Núñez (2004), profesor de la Facultad de Economía
de la buap, en el 2004, revela interesantes datos relacionados con la situación contemporánea de la
maquila en el sureste de Puebla. Retomo los siguientes datos relacionados con las edades que fueron
referidas a partir de las encuestas que realizaron: “encontramos que 47 eran niños y adolescentes,
con edades que luctúan entre 10 y 15 años (4.6 % del total); 416 (41.1 %) tenían edades entre 16
y 20 años; 396 (39.1 %) entre 21 y 30 años; 114 (11.3 %) entre 31 y 40 años; 26 (2.6 %) entre
41 y 49 años; y 14 % de más de 50 años… los trabajadores en la maquila se están moviendo en
edades promedio de 18 a 22 años, y que el trabajo infantil aunque en una proporción baja, existe
especialmente en la maquila clandestina y en los talleres a domicilio. En el extremo opuesto de
la gráica puede verse que los trabajadores de más de 40 años de edad tienen una participación
porcentual similar al de grupo de niños y adolescentes.” (p. 218).
98
“buena parte de las mujeres que trabajan en las maquiladoras son muy jóvenes, incluso menores
de edad […] en las micro y pequeñas empresas la edad de las mujeres varía, ya que junto a las
jovencitas pudimos ver mujeres adultas” (Martínez, 2005, p. 23).
En este sentido ya se sabe que los salarios en las maquilas, en términos individua-
les, difícilmente pueden satisfacer las necesidades de una familia de cuatro o cinco
personas. Los salarios individuales de las maquilas asumen la condición de ingresos
complementarios, es decir: debe haber cuando menos dos personas de la familia si se
quiere pensar en niveles de consumo aceptables (Juárez, 2004, p. 124).
El salario que reciben los trabajadores no es garante para subsanar sus re-
querimientos mínimos de subsistencia, por ello suele ser muy común que
las y los jóvenes se cambien constantemente de maquila, así como que
varios integrantes de una familia laboren en el mismo taller. También, la
itinerancia de los trabajadores se debe a las características del mercado de
exportación de pantalones, ya que ocurre de manera frecuente que la de-
manda de mercancía disminuya bruscamente, lo cual impacta en el valle
de Tehuacán y se expresa de manera concreta en los recortes de personal y
en el constante rumor de “no hay trabajo”.
Cuando la situación repunta, es señal de que “volvió la buena racha” y
se pueden observar numerosos anuncios de contratación en las calles o en
las entradas de los talleres, se aprovechan las estaciones de radio, la difu-
sión masiva por medio de volantes o en el periódico local, donde se ofrece
“buen ambiente de trabajo”.
En cuanto a la situación local de San Luis Temalacayuca, suele encon-
trarse una eiciente distribución de su mano de obra, entre la maquila, las
100
“El salario mínimo que manejan es de 58.30 pesos diarios. A una costurera le pagan 82 pesos por
530 pantalones; a una deshebradora le dan entre 59 y 64 pesos por 550 pantalones de tarea. Es un
robo…”(Ramírez Cuevas, 29 de julio de 2001).
101
También existen presiones para que se vigile la perforación clandestina de pozos y que se instalen
los medidores de agua (Juárez, 2004, p. 148).
102
Han recopilado testimonios, quejas y denuncias de trabajadores que solicitan el pago de sueldos
completos, el registro en el imss, los conlictos relacionados al pago de prestaciones como aguinaldos,
primas vacacionales y reparto de utilidades (Juárez, 2004, p. 160).
Con tales descargas residuales, las milpas lucen un color azul metálico o azul morado.
La tierra y arena de esas parcelas y de los ríos aledaños, se tornasolan con los rayos
del sol de tanto químico. Algunos campesinos, también obreros de la lavandería en
Chalma, cuentan que sus tierras son cada vez más duras. Sin duda, en unos años más,
la destructiva labor de los metales pesados convertirán los ejidos en páramo estéril.
Como premio a los empresarios, “generosos creadores de empleo”, la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ha certiicado todas las maquilas y la-
vanderías como “empresas limpias” (Coordinadora de Trabajadores por el carácter
público del agua, 2007, p. 19).
A mediados del mes de octubre del año 2000 se hace escuchar la voz del Organismo
Operador del Sistema de Limpia de Tehuacán (Ooselite) quien para esas fechas ha-
bía descubierto que de 400 maquiladoras registradas en Canaives sólo 120 de ellas
depositan sus desechos en el relleno sanitario, en tanto el resto lo hacen en basureros
clandestinos, carreteras federales y estatales (Juárez, 2004, p. 150).
A partir del verano del 2001 los paros totales y parciales se profundizan y estarán presen-
tes a lo largo del año. Aunque las noticias públicas son diferentes en sus cuantiicaciones,
103
Campesino, 56 años.
Para inales de enero del 2002, las grandes empresas comercializadoras con contratos
en la región como Tommy, GAP, Calvin Klein, Guess; estaban renovando sus contra-
tos para la fabricación de prendas. En este contexto, se respiraba un proceso de reac-
tivación que ponía nuevamente en movimiento contenedores y líneas de producción
(Martínez de Ita, 2005, p. 1).
Una de las características del desempleo en Puebla es que su tasa, inferior al promedio
nacional, pasó de 1995 a 2000 de 5.3 a 2.6 por ciento; sin embargo, en 2001 se in-
crementó debido a la recesión de la economía estadounidense (principal comprador
de los productos de la entidad). De 1999 a 2001, el número de asegurados se incre-
mentó, pero también lo hizo el desempleo, como consecuencia de que la recesión
económica afectó sobre todo a la industria manufacturera, en particular de prendas
de vestir (Martínez de Ita, 2004, p. 341).
104
En 2001 estaban registrados 3703 consorcios maquiladores, que empleaban a 1 334 263
trabajadores. Tres años después, en octubre de 2003, este padrón se había desplomado a 2826
consorcios, lo que signiica una caída de 25 por ciento en dicho periodo; y su plantilla laboral se
redujo a 1 069 911 trabajadores, que representa un desplome de 20 por ciento, es decir, de 264 352
empleos perdidos (Martínez, 2005, pp. 5-6).
105
La introducción de ganado caprino y ovino se extendió rápidamente en el valle de Tehuacán,
hecho que con el paso del tiempo alteró la ecología local, debido al sobrepastoreo indiscriminado,
afectando gravemente la vegetación originaria, exponiendo el suelo a la erosión y alterando el
ecosistema y los sistemas hidrológicos (Aguilar, Illsley y Marielle, 2003).
106
Segundo Informe de Gobierno, Melquíades Morales Flores, 15 de enero de 2001, p. 15, http://
www.pue.gob.mx/gobierno/informes.html.
La agricultura
107
http://www.pue.gob.mx/gobierno/informes.html. Primer Informe de Gobierno de Melquiades
Morales Flores, 2000, p. 33.
108
Aunque la realidad no es muy desigual entre los estados de la República Mexicana: “Los más de
cinco millones de jefes de familia que se dedican a la agricultura tradicional viven en una situación
crítica, y solamente por el esfuerzo de todos y cada uno de los miembros de sus familias —muchos
de ellos mediante la migración laboral, otros con la fabricación de artesanías, en in, a base de
ingeniosas actividades— pueden sobrevivir” (Baños, 2003, p. 83).
109
Campesino, 60 años.
el mercado del maíz, controlado por los dueños de las haciendas, permitió su ex-
pansión económica y geográica, mientras la población indígena se quedaba paula-
tinamente sin tierras y se veía cada vez más obligada a trabajar para el hacendado en
terrenos que habían sido suyos (Aguilar et al., 2003, p. 99).
uno de esos temas de interés nacional […] es ‘el maíz y su circunstancia’; el maíz y su
papel determinante en nuestras sociedades, en nuestra economía y cultura. El maíz
como testigo iel del pasado y del presente mexicanos, como protagonista central del
futuro que se nos acerca acompañado simultáneamente de esperanza e incertidumbre
(Galicia, 2003, p. 10).
110
El uso de esta tecnología es por medio de una renta, que consiste en el pago del jornal que
incluye combustible y el tiempo estimado que le llevará a la persona que maneja el tractor realizar
la actividad que le hayan solicitado; la renta también aplica para los poseedores de los animales que
jalan la yunta, cabe mencionar que el pago de esta opción resulta mucho menor a lo que solicitará
el tractorista.
111
Campesina, 40 años.
112
Campesino, 45 años.
113
Campesino, 60 años.
114
En especial la relación que han mantenido con los popolocas de San Marcos Tlacoyalco, con
quienes tuvieron una relación tensa, debido a los derechos sobre un terreno denominado como
barranca Paloma, pleito que fue concluido a favor de los sanmarqueños. La pérdida de dicho espacio
aún es recordado como una importante pérdida del territorio,
115
El huaje de mezquite también sirve como alimento a los animales. El 2007 fue un año próspero
en cuanto a la cantidad de producto que se obtuvo de esta planta.
116
Cabe mencionar un proceso interesante que ha planteado Michel Mafesoli (2000), cuando
expone el complejo proceso de urbanización que se encuentra caracterizado por “la recuperación de
los valores rurales, se está hablando de ‘Rurbanización’” (pp. 39-40).
117
Los habitus como un sistema de disposiciones que le conducen a pensar y actuar de determinada
manera (inclinaciones, actitudes, sentir y pensar interiorizado) y que funcionan como principios
inconscientes de acción, de percepción y de relexión, en función de sus condiciones objetivas de
existencia, los habitus se entienden como aquellos “que hemos adquirido, pero que está interiorizado
en el cuerpo de manera durable bajo la forma de disponibilidades permanentes” (Bourdieu, 1988,
pp. 170-171).
167
que el sureste poblano es un lugar en el que se extiende el capitalismo y se
advierten, asimismo, un conjunto de creencias colectivas, de regulaciones
y criterios que suelen descansar en aquello que denominamos la tradición
los actores étnicos.
Es decir, la sociedad de Temalacayuca es un ejemplo representativo de
la complejidad de estudiar el papel del maíz en la cultura, la economía, la
organización social y en la cosmovisión e identidad de una sociedad que se
encuentra inmersa en un escenario en el que ganan posición los conglome-
rados modernos, como granjas avícolas o talleres de maquila, avalados por
proyectos gubernamentales y capital extranjero, originando una situación
contrastante con respecto al aparentemente apacible modo de vida de los
campesinos.
La expansión de las plantas avícolas, de la maquila, y la constante
disminución en la productividad de las tierras dedicadas al cultivo de las
plantas de maíz de temporal, pueden considerarse como obstáculos a la
reproducción social, pero han sido integrados en las relaciones sociales del
escenario rural, de tal modo que la subsistencia de los grupos domésti-
cos descansa en una ingeniosa combinación de actividades. La agricultura
de autoconsumo es practicada generalmente por adultos, quienes aportan
productos de la milpa, en tanto que los jóvenes obtienen dinero ofreciendo
su fuerza de trabajo para comprar los bienes industrializados.
Paradójicamente, es en la producción y consumo del maíz, en una pe-
queña colectividad como la de Temalacayuca, donde se encuentra la mar-
cada interacción de lo global en lo local y viceversa. Resulta importante
reseñar que el papel del cereal es irremplazable, tanto en lo material como
en lo simbólico; la agricultura de temporal aporta bienes de subsistencia,
igual que las actividades agropecuarias, como el cuidado de chivos y aves
de corral, de éstas se obtienen “unos costales de maíz, frijol o calabazas para
irla pasando”; a esto se agrega el “jornal que aportan los hijos e hijas”, que
es aún más que representativo, ya que a partir de ese recurso se compra “lo
necesario”, lo indispensable, como el maíz, debido a que la baja productivi-
dad de las tierras de labor hace imprescindible complementar el consumo
interno de su grupo doméstico.
Se resalta la complementariedad entre las actividades del campo y la
vida asalariada, volviéndose muy clara la distinción entre los que trabajan
la milpa, que no proporcionan dinero pero consiguen “una ayuda” con los
118
Conviene realizar la aclaración que señala Apaudari (2001), es pertinente utilizar el referente de
“lo cultural”, en vez de la cultura, ya que el primero “facilita hablar de la cultura como dimensión
que se reiere a diferencias, contrastes y comparaciones” (pp. 12-13), resaltando así la diversidad y la
diferencia, en un espacio social donde comúnmente se habla de homogeneización arrasadora y un
fomento a la uniicación de una cultura global, sin embargo, debido a las características señaladas
del concepto de cultura, es posible hablar de “las culturas” en plural, más que de la cultura en
singular (García Canclini, s/f, p. 11).
la historia de los pueblos se teje en la vida cotidiana, en las prácticas que los indivi-
duos realizan diariamente sin necesidad de cuestionarse el por qué y el signiicado de
ellas. Sin embargo, éstas tienen un profundo sentido colectivo que organiza su que-
hacer […] Estas prácticas —aparentemente desarticuladas— han sido conformadas
por eso que llaman cultura (p. 9).
La tradición resalta los conocimientos y hechos pasados, a tal grado que el pasado
suele tener una inluencia muy marcada sobre el presente. Además, en un cierto sen-
tido la tradición también está claramente relacionada con el futuro, puesto que las
prácticas establecidas que se transmiten a las nuevas generaciones hacen las veces de
una forma de organizar el futuro. Sin necesidad de planiicarlo por separado el futuro
tiene ya un horizonte. La tradición a la vez que ancla la sociedad a un pasado también
coloca los rieles para transitar de cara al futuro. Giddens, citando a Edgard Shils,
reconoce que las tradiciones siempre están cambiando y que entonces es presumible
que algo y alguien permita su perdurabilidad (Baños, 2003, p. 211).
Todo mundo acepta que las tradiciones son el cemento que mantiene vivo el orden
social en las comunidades. Sin embargo, los asentamientos rurales cada día se alejan
más de la organización social comunitaria y se vuelven más heterogéneos. Además,
hay de tradiciones a tradiciones: las religiosas suelen ser más signiicativas que otras.
Precisamente porque la carga simbólica de las tradiciones está correlacionada con
una estructura de poder, o bien con una jerarquía de valores morales cohesionadores
(Baños, 2003, pp. 210-211).
No obstante, tampoco puede negarse que muchos de esos conceptos de raíz mesoa-
mericana persisten, reconigurados, en la actualidad y forman parte de las represen-
taciones y formas culturales de construir las religiones étnicas […] Esto me orienta a
proponer que aquellas representaciones y concepciones que dan cabida a pluralidad
de entidades y nociones de lo sagrado, son la matriz donde se remodelan los nuevos
conceptos y entidades sagradas (Barabas, 2006, p. 16).
Pero saltan ejemplos como los ciclos de la naturaleza, el dueño del monte
o la víbora de agua, todos ellos asociados a la vida cotidiana y no nece-
sariamente a la religión, como lo plantea Barabas. Si bien es importante
119
Retomo los señalamientos de Alicia Barabas para expresar que los etnoterritorios representan
un concepto útil que permite entender “los procesos de construcción-apropiación territorial que
protagonizan los grupos indígenas de Oaxaca, y llamando etnoterritorios a esas construcciones
históricas y coniguraciones contemporáneas. Por razones metodológicas, relacionadas con
la amplitud y complejidad del universo de estudio, esos procesos se han investigado a partir de
un modelo de representación del espacio que articula las dimensiones vertical y horizontal
y las nociones de centro, frontera, umbral y redes. Este modelo ha permitido organizar una
representación del espacio que hemos podido aprehender en los grupos trabajados, a partir de
las categorías etnográicas escogidas para el análisis (cosmovisión, mitología, relatos y procesos
rituales), instrumentos seleccionados en razón de que nuestra búsqueda iba encaminada a investigar
la etnoterritorialidad sagrada” (2006, p. 120).
120
Es conocida por su técnica constructiva como de media tijera, cabe señalar que en San Luis
Temalacayuca no es predominante este tipo de construcción, aunque fue señalado que, hasta hace
50 años, iguraba como la vivienda dominante en el lugar, utilizando sotolín o palma para el techo,
las paredes de ramas de mezquite o de piedra.
121
Como lo representa la elaboración de petates, tenates, xatanates, cintos, aventadores de palma,
que hace más de 40 años representaron un medio eiciente para obtener recursos monetarios
fomentando la interacción de los habitantes de Temalacayuca con otras comunidades del valle de
Tehuacán, para llevar a cabo la venta de sus productos, o bien, abriendo la posibilidad de trueque.
Actualmente se conserva la producción de tenates y xatanates debido a su uso común para presentar
las semillas a bendecir el día 2 de febrero, o para colocar las ofrendas dedicadas a los difuntos el 2
de noviembre.
122
Es posible recordar lo señalado por Catharine Good (2004a), quien enfatiza la idea en torno
a la actividad ritual comunitaria que resulta central para la reproducción cultural porque incluye
organización social, acción ceremonial, concepto de territorialidad y articulación con otras
comunidades en el espacio.
123
Apreciación que ha propuesto Alicia Barabas (2006), quien, siguiendo a Carmagnani (1988,
p. 47), reconoce en la dualidad cerro-cueva “el centro de la cosmovisión y de la territorialización
comunal y étnica” (pp. 21-22), en que resaltan las particulares concepciones del espacio y las formas
de construir territorialidad en los pueblos étnicos contemporáneos.
124
Por su parte, Alejandra Gámez (2009) propone la idea de “cerro-troje”.
125
La idea en torno a la imagen del señor del monte, suele ser descrita así: “puede ser humano que
va vestido de negro, pero tendrá una pata de chivo o de gallo, también hay quienes expresan haberle
visto en la cabeza un cuerno y una oreja de chivo”.
126
Se recibe la visita, por lo menos una vez al año, de seminaristas, catequistas y religiosas quienes
se dedican a organizar a la población de Temalacayuca, de acuerdo a grupos de edad, para realizar
actividades como lectura de biblia, organización de novenarios o capacitación a los jóvenes en la
liturgia de las misas.
127
Se menciona que son los vecinos “mestizos” quienes acuden a realizar brujería en los cerros de
San Luis para quitarles las nubes, dicen que, desde la incursión de los mestizos, las nubes sólo se
paran sobre el pueblo, pero no sueltan el agua. Entonces, mencionan, los mestizos se favorecen de
esta situación, se llevan el agua, mientras les conviene mantener seco el terreno de las granjas para
que no se mueran los pollitos de frío. Se asocia el decreto de Reserva Natural Protegida en razón
de que los fuereños llegaban a recorrer los cerros y se llevaban sus camionetas llenas de piedras que
convertían en dinero, por eso ya no cualquier persona puede subir al cerro, tiene que hacerlo con
permiso de la autoridad local, así, también, tiene que ser supervisado el motivo de la visita. Hay
una interesante expresión por parte de los habitantes de la comunidad, al exaltar que son pocas
las personas que pueden acudir a pedir dinero al señor del monte, en tanto que los fuereños van
constantemente a pedir favores. Resalta también la idea del mestizo como el dominante, como
aquel que tiene más trato con la riqueza y, por lo tanto, con el mal.
En San Luis se cree que las cuevas comunican con el diablo, a ellas se llega
diciendo leperadas y groserías, de este modo es como se abren las cuevas;
ahí se puede encontrar dinero, ganado, lluvias, tractores, todo eso se puede
pedir y lo dan a la familia, pero llega el malo y recoge a los hijos. Se dice
que cuando se entra a una cueva no se debe de mencionar a Dios porque se
cierra. También se dice que hay una cueva especial en la que hay un tractor
que está nuevecito, es de color azul, es un Ford 6600, cuando de repente
se escucha: “oye, tú, ¿por qué no sacas el tractor que está en el monte?, se
escucha la voz que es una permanente tentación”. Pero en las cuevas tam-
bién se suelen pedir hijos, entonces el catrín les pregunta: ¿cuál quieres: el
que habla o no habla?, si dicen que el que habla, nace mudo, y el que no
habla es el que no es mudo, son niños que crecen muy rápido, les llaman
hijos del cerro.
Las peticiones realizadas en el cerro adquieren un sentido individualista,
cerrando sus intereses a la familia nuclear: “piden favor para el beneicio de
la familia”, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, cuando el señor del
monte favorecía a todo el pueblo cada vez que éste se organizaba de manera
colectiva para realizar la visita al cerro. Pero, por otro lado, se conserva la
idea, que ha trabajado Alicia Barabas, de que en algunos grupos étnicos de
Oaxaca (donde los dueños del cerro son los “dadores de dones”) el señor
del Monte daba agua de lluvia para el maíz, pero ahora puede dar favores
con características de “mal habidos”.
De acuerdo con el siguiente relato, existen varones en San Luis que han
realizado peticiones ante el señor del monte, a veces sin tener planeada la
ayuda:
Dicen que un señor que fue a traer a sus toros, y que detrás de un pirul había una cue-
va, escuchó que alguien lo llamó, entró, y cuando quiso salir ya no pudo, lo habían
atado de manos y pies, era el diablo, cuya forma era como un borrego, le dijo que si
quería salir le tendría que llevar humanos, es decir, debía matar a los que encontrara,
que les cortara la cabeza y se los ofrendara. Luego, dice el diablo al señor que le va a
conceder un deseo, como darles toros, el señor ahora tiene muchos toros, es don R.128
128
Campesino, 56 años.
131
Barabas señala el sincretismo entre “el Dueño del rayo y San Marcos ha facilitado la reproducción
de este ritual, es creciente la concepción demonizada de las cuevas, nombradas como lugar del
diablo, por una asimilación del diablo con la igura del Dueño, en tanto que sus cualidades benéicas
(dador y protector) son atribuidas a San Marcos” (Barabas, 2006, p. 80).
132
Por ejemplo, en un recorrido, hace un par de años, fui a tomar fotografías y observar la
vegetación del lugar en algunos de los lomeríos cercanos al poblado, e iba acompañada por dos
mujeres oriundas de la comunidad, cuando al retornar escuchamos un relinchido de caballo, pero
no se realizó comentario alguno. Hasta que cayó la noche salió a colación que en San Luis, yo no
había observado caballos, y ellas contestaron: “en el pueblo no hay caballos”, yo dije: “y entonces,
¿el relinchido que escuchamos?” Esto fue interpretado por los abuelos de las jóvenes como una
señal del señor del monte, quien cuida sus terrenos, pero en vista de que no tocamos las plantas
o piedras del cerro con mala intención, no nos dio aire, pero acto seguido la abuela procedió a
preparar un sahumerio con brazas encendidas que tomó del fogón, colocando cebolla en rodajas,
chile ancho abierto, así como pedacitos de canela. Una vez que el humo se fue acrecentando nos
pasó el sahumerio de cabeza a pies y al revés, mientras repetía un avemaría; al terminar este acto
inició una interesante charla en torno al señor del monte.
Otros más señalan que los rayos son “como latigazos, como cohetes de arri-
ba para abajo”; “son dañinos”, no sólo para las personas, también marcan
a las plantas, en especial al árbol de mezquite. Cuando un rayo le pega a
que un señor que no quería ir a trabajar al campo, decidió pasar el día de paseo, se-
guro que pensó que iba a descansar, pero dispuso que nadie se debía enterar. En eso
pasa un remolino y el señor dice: qué esperanzas, ya no quiero trabajar, quién fuera
remolino para no trabajar; dicen que de nuevo el remolino pasó y le dijo: vamos a
hacer un trato, tú quieres descansar, tú serás remolino una hora, medio día, lo que
tú quieras, y cuando ya no quieras me dices. El señor pensó que era su oportunidad
para descansar, pero el remolino también tiene trabajo, corretear a las nubecitas para
que traigan agua, eso no sabía el señor. Pensó que el remolino anda de un lado a otro
sin camino, pero sí tiene qué hacer, tiene que corretear a la nubecita, pero la nubecita
es traviesa y se le escapa, se va más alto y el remolino se va a prisa a prisa, pero no
le llega; ahora sí que el señor se regresó bien cansando, bien abuelito y arrepentido.
Dicen que no quería trabajar, pero sí se fue a cumplir con el trabajo del remolino, por
eso el remolino nunca le dijo cuál iba a ser el trato completo.133
En otro orden de ideas, el malo irrumpe las actividades cotidianas por me-
dio de “visiones” que “parecen como los sueños, puedes ver todo bien cla-
rito”, que es considerado como una serie de tentaciones que se coniguran
en trampas hacia los mortales, que, en especial, se expresan en los caminos
que dirigen al pueblo o en las veredas que atraviesan los cerros y barrancas,
son interpretados como lugares peligrosos. Dicen que un señor que venía
de Tepanco, en el camino, se encontró como una iesta y ahí había otros
señores que tomaban cerveza, él tomó, pero al otro día amaneció en el
cerro, y como “luego luego contó lo que pasó, después de un año falleció”;
se dice que “si algo le pasa a alguien en los parajes no lo deben contar tan
rápido, debe pasar más tiempo”.
133
Campesino, 60 años.
134
Referencia que resulta muy similar a lo planteado por Barabas y Bartolomé, quienes han señalado
que “Según narran los mitos, las deidades ofendidas por la falta de reciprocidad (rituales), envían a
la gente en venganza diversas calamidades. En otros casos, las deidades agraviadas, ya sean los Santos
o la Culebra del Agua, abandonan los pueblos y se albergan en comunidades cercanas” (A. Barabas
y M. Bartolomé, 1999, en Barabas, 2006, p. 173)
135
“El Cerro Caballero en mazateco se llama nindó Nashinganai y su Dueño es el jefe de la región.
Las grandes peñas son parte de la casa del chikón, por eso se enoja cuando abren carreteras y exige
vidas como ofrenda para dar permiso de intromisión en su territorio […]” (Barabas, 2006, p. 75).
136
“El agua y la culebra conforman un concepto mesoamericano que tiene especial signiicación
en Oaxaca. La culebra, en sus diferentes isonomías (cornuda, alada, de colores, emplumada, muy
grande o pequeña), suele ser la igura con la que se maniiesta el Dueño del agua o del cerro; su
nagual, su vigilante o su ayudante. Existe gran cantidad de mitos fundadores y de privación que
tienen como protagonista a la culebra […]” (Barabas, 2006, pp. 82-83)
137
Tal como lo reirió María Ana Portal (1997) para el estudio de caso de San Andrés Totoltepec,
Tlalpan.
Antes los hacendados eran los patrones, no hablaban, ni respondían, sólo entreabrían
sus puertas. Entonces, San Luis (un obispo) llegó montado en un caballo blanco a
la hacienda de Tecajete, salió un empleado y le dijo San Luis al peón: háblale a tu
patrón, le quiero decir que vengo a defender a mis hijos; el peón se fue con el amo (así
le decían al patrón), aquí vino San Luis a hablar unas cuantas palabras sobre sus hijos,
porque son pobres. Bueno, dijo el patrón, hazlo pasar, entonces San Luis le dijo: aho-
ra vamos a ver la colindancia de la piedra [la mojonera que indica los límites actuales
entre San Luis con respecto a sus pueblos vecinos]. En eso, despertó el hacendado
y fue a dar al Pico de Orizaba, donde se preguntó: ¿cómo pude haber llegado hasta
aquí?; se regresó y encontró a un señor al que le dijo: ve a avisar a mi gente para que
me vengan a traer, que me traigan ropa; al morir, el hacendado dijo que quería que-
darse en la iglesia (la primera), pero la gente no quiso, pues les había hecho mucho
daño. Por eso San Luis defendió las tierras que a nosotros nos pertenecen.139
138
Las mujeres no pueden cambiar al santo, ellas realizarán actividades como limpieza de la ropa,
pero no le tocarán de manera directa, esa es una responsabilidad de los varones, y, según se me
explicó, se debe a su género.
139
Campesino, 56 años.
Al inicio del capítulo se señaló la interacción del ser humano con el am-
biente, en especial aquellos actores sociales cuya actividad laboral se sus-
tenta en la agricultura, cuyo profundo conocimiento hace referencia a una
cuidadosa observación de los fenómenos naturales, como las heladas, se-
quías, granizadas o la presencia de la lluvia. Estos acontecimientos, dicen,
140
“El espacio culturalmente construido por un pueblo puede ser deinido como su territorio
que es, entonces, toda su porción de la naturaleza simbólica y empíricamente modelada por
una determinada sociedad, sobre la cual ésta reivindica derechos y garantiza a sus miembros la
posibilidad de acceso, control y uso de recursos que allí se encuentran […]” (Barabas, 2006, p. 139)
141
Es muy recordado por parte de los habitantes que vivieron el sismo de 1973, así como el de
1999, que fue presentido por los toros y los perros, quienes andaban muy inquietos desde la noche
anterior al evento natural.
142
Campesina, 45 años.
fue a un potrero, llevó a sus borregos, cuando vio don Juan (el santo) a un fajo de
chivos que se acercaba, y en tanto el santito cuidando, cuidando sus borregos en el
potrero. Cuando pasa ese montón de chivos cerca de él, se da cuenta que los chivos
iban parados o caminando en dos pies. Don Juan se quedó quieto, volvieron a pasar
varias veces junto a don Juan, hasta que el pastor de los chivos le habló a don Juan:
“qué bonitos están, quietos tus animales, y los míos, ya me cansé de estarlos siguiendo
de lado a lado del cerro, te regalo mis chivos”. Y dijo don Juan: “ya ni tú, que caminas
fuerte, ya te cansaste y yo ya no puedo caminar; no se me quedan los chivos, llévatelos
mejor”. Insistió el pastor de los chivos: “te los regalo, ahí que estén”, y entonces se
les quedaron a Don Juan. Los chivos se revolvieron con sus borregos, y entonces don
Juan les hizo una oración a los chivos, fue como ya se quedaron quietos los chivos.144
Por otro lado, hay animales que son representados como dañinos a los
actores sociales, como cuando ocurre “la iguración de un animal”, como
es el caso de los nahuales, que se transforman regularmente en la forma de
burro o perro.
Las víboras, que abundan en la zona inmediata a Temalacayuca, son las
de cascabel, la palanquilla, la ratonera, las frijoleras, la escorpión y la cora-
lillo, que suelen ser catalogadas como “muy peligrosas, ya que en caso de
mordedura se te pudre la mano”. La culebra está asociada físicamente con la
presencia del agua, ya que se dice que con su presencia se sabrá si va a llover.
Cada vez que las víboras salen a los caminos, a las barrancas y, meta-
fóricamente, cuando las nubes conforman una imagen similar a una gran
143
Campesina, 40 años.
144
Campesino, 56 años.
El agua de lluvia está considerada como un elemento relacionado con culebras y ser-
pientes. Cuando las nubes se concentran, se juntan las serpientes. Es evidentemente
un elemento básico en la actividad agrícola y se le encuentra representado de alguna
manera en las cúpulas azul con blanco o amarillas con verde de las iglesias de la re-
gión, imitando ondulaciones y asociada a imágenes de la virgen María y sus distintas
advocaciones (González, 2003, p. 186).
145
Campesino, 56 años.
El proceso de reconiguración
entre la urbe y la ruralidad
146
La situación socioeconómica contemporánea, en la que se expresa la cosmovisión relativa al maíz,
se enfrenta a un escenario poco afable para su continuidad, lo que conlleva a poner en entredicho la
persistencia y es factible pensar en su coniguración.
211
mayoría de los estudios relativos a los jóvenes se han centrado en los esce-
narios urbanos, explicando cómo han generado su apropiación de espacios
sociales, lenguajes y consumos culturales; o bien, se han desarrollado es-
tudios relativos a la construcción de identidades colectivas, propias de su
condición juvenil.
Aquí se propone atender la importancia del papel activo de los inte-
grantes de la colectividad, señalando que los jóvenes rurales, como los de
Temalacayuca, se presentan como agentes sociales y étnicos, cuyos pen-
samientos y acciones son socialmente innovadores. De igual manera, se
considera la particular dinámica en la que se han visto insertos, debido a
su papel protagónico en las actividades de subsistencia, ya que participan
activamente en la itinerancia que, en conjunto con su masivo arribo al
trabajo asalariado, favorece una reelaboración interesante en torno a las no-
ciones de tiempo-espacio y, en general, a todo un complejo código social,
tornando diferentes apreciaciones relacionadas con el cuerpo, la estética,
la diversión, el lenguaje o el género, que ponen en marcha en su lugar de
origen, coadyuvando a la transformación paulatina de su sociedad rural.
Para deinir juventud se propone habitualmente el elemento de la
edad, pero es un criterio restringido, pues tiende a encajonar a este sector
de la población en una simple cronología que desatiende muchos otros
factores; en contraste, un conjunto de autores ha elaborado una impor-
tante propuesta que consiste en encontrar “hetero-representaciones” que
posibilitan la conceptualización de la juventud para que, de manera ope-
rativa, a partir de la evidencia etnográica, se posibilite relexionar sobre
las diferentes maneras de ser mujer u hombre joven. Como lo reiere Ro-
sario Esteinou (2005):
148
“También en las familias rurales está perdiendo vigencia el patrón patriarcal, en gran medida
gracias a la migración interna o internacional de jóvenes que favorece su independencia económica
y familiar” (Mier y Rabell, 2005, p. 10).
149
Algunos asalariados de la maquila no relacionan la diferencia, en cuanto a estatus y percepción
económica, como una forma de exclusión, al contrario, para ellos resalta la oportunidad de insertarse
al trabajo en una determinada compañía.
150
Es por ello que recurro a otro término que es el de representaciones sociales, referido en el
capítulo 1.
[…] en las últimas décadas las tradiciones tanto agrarias como religiosas han sido
socavadas a tal punto que el viejo orden social tradicional ha quedado desarticulado.
Así, dentro del marco de un nuevo orden social ‘postradicional’, las tradiciones no
han desaparecido y probablemente no desaparecerán, sino que se transformarán y
surgirán otras nuevas por completo inéditas. Las tradiciones, como ya se dijo, no
siempre mueren, pero a lo largo del tiempo adquieren diferentes valores simbólicos
(Baños, 2003, p. 214).
[…] se conjunta el adentro y el afuera como dos elementos inseparables pero diferen-
tes. Al mismo tiempo, en el “adentro”, lo propio es diferenciable, es decir, la identi-
dad se conforma por niveles diversos de diferenciación. En este caso, la diferenciación
se da en razón al “otro”: los comuneros, el gobierno, las colonias circunvecinas […]
(Aguado y Portal, 1992, p. 109).
MAÍZ E IDENTIDAD
En la sociedad popoloca, cuando una mujer está encinta, se dice que tiene
un “encargo”, motivo por el cual debe de consumir tortillas, pues así el bebé
tendrá buenos huesos. Se dice que el maíz aporta el calcio para los bebés, a
quienes habitualmente, como a las mazorcas promisorias, se les reiere como
tiernitos.
En el caso de una enfermedad de tipo biológica o psicosocial se le da
al enfermo la medicina recetada por el médico para que se recupere y se le
hacen los cuidados adecuados, pero en caso de que se le prohíba la tortilla,
esta recomendación no es seguida al pie de la letra, ya que se considera que
los otros alimentos no darán suiciente fuerza a la sangre.
[…] Poco a poco, se deja ver al taco como una simple dieta alimentaria campesina
monótona, para fungir como objeto que imprime relaciones de género, sociales de
producción, de poder y de resistencia, pero que también constituye un espacio social
donde los conlictos y negociaciones contribuyen a ir redeiniendo, a través del tiem-
po: la identidad y la diferencia de género, etnia y clase (p. 17).
El maíz y el trabajo
151
Solo una porción pequeña de la localidad posee tierra de calidad, en una zona que cuenta con
“buenas” condiciones para practicar una agricultura de riego con cultivos diversiicados.
153
Es importante mencionar que “la vida misma de millones de mexicanos de hoy, tienen como
raíz y fundamento al generoso maíz. El maíz “se convirtió en la referencia necesaria para entender
formas de organización social, maneras de pensamiento y conocimiento y estilos de vida […] Por
eso, en verdad, el maíz es el fundamento de la cultura popular mexicana […] seguimos siendo gente
de maíz” (Esteva, 2003, p. 11). Sin embargo, las características que guarda la cultura de maíz en la
sociedad étnica se encuentran resguardadas por la cosmovisión y por la ritualidad, a diferencia del
resto de la población mestiza que guarda también una especial interacción con el cereal.
154
Cabe reconocer lo siguiente: la ideología tiene la importante función social de legitimar y
justiicar el orden establecido y, de esta manera, permite su reproducción. La ideología siempre tiene
una inalidad práctica en manos de la clase dominante. La cosmovisión, como visión estructurada,
no implica en sí, de un modo necesario, el manejo ideológico de ella; sin embargo, llega a adquirir
funciones de este tipo. (Baéz-Jorge y Gómez, 2001, p. 392)
251
organización de los grupos étnicos del país). O bien, que con el paso del
tiempo se torne borrosa la adscripción y pertenencia hacia la colectividad,
comúnmente llamada por los interlocutores como “el pueblo”. Tampoco
deseo que se interprete que, a partir de la inclusión en la cotidianidad de
los popolocas de Temalacayuca de elementos del capitalismo y pro-
pios de la modernidad, como la presencia de internet, la posesión de
camionetas o la experiencia de la migración en diferentes niveles y escalas,
poco a poco se han borrado los referentes de diferenciación en torno al
mestizo y que el agente étnico se convierte en un “desarraigado” propio
de los tiempos contemporáneos, como lo señalarían algunas posiciones
posmodernas que privilegian el individualismo.
El mantenimiento de la tradición representa una estrategia permanente
en el carácter propio de la vida humana, que suele ponerse en juego a partir
de las marcadas interacciones sociales a lo largo del tiempo. Me parece que
ésa ha sido la perspectiva que se ha preferido para contrastar las marcadas
diferencias entre y al interior de los grupos étnicos, con respecto al resto
de la sociedad nacional. Sin embargo, esa posición puede parecer y caer en
un discurso de corte “primordialista”, que busque resaltar la autenticidad
de una colectividad.
Entonces, cabría reconocer la coexistencia y diálogo entre las tradicio-
nes de espacios étnicos y campesinos, con las dinámicas propias de colecti-
vidades, cuyos referentes, como movilidad, productividad y maximización
de recursos materiales, se expresan cada vez más a partir de la situación que
guarda el sureste poblano, en particular la sociedad de Temalacayuca. En
ésta es posible señalar que su visión del mundo expresa esa interacción, al
reconocer en la igura del señor del monte y en el cerro un escenario donde
es posible negociar la obtención de un tractor o dinero (aunque algunos,
especíicamente, hablan de dólares o también de ganado menor), todos,
elementos que pueden contribuir simbólicamente a mejorar su merma-
da situación socioeconómica. Incluir y adoptar, como parte de su núcleo
duro, algunos referentes materiales que coadyuven en la consecución de
bienestar, como el dinero, poco a poco se presentan como dominantes en
esta sociedad.
El encuentro con agentes étnicos, como los popolocas contemporá-
neos, es un referente importante para expresar la idea de la reconiguración
de la cosmovisión en torno al maíz, ya que los actores sociales seleccionan
LAS GENERACIONES
155
En opinión de Paolo Donati: “las generaciones implican relaciones sociales, o mejor, son
relaciones sociales”, propone pensar a las generaciones en sentido relacional con vínculos familiares
(padres-hijos) y con la posición que se ocupa en la sociedad con base en la edad. Para identiicar
una generación se necesita no sólo el criterio de la edad biológica, sino que debe ser conjugado con
el de la edad social. La sociedad está hecha de generaciones que se confrontan entre sí y cambian,
son deinidas desde y en la esfera pública, y cada sociedad le atribuye determinados modelos
socioculturales Estos señalamientos se retoman aquí y se relacionan con el grupo de edad para
referirse a los individuos nacidos, aproximadamente, en el mismo periodo y que, por lo tanto,
experimentan eventos ambientales o históricos especíicos en un momento común en su curso de
vida individual (1999, pp. 32-40).
156
División que por cierto va muy aparejada con el ciclo de vida: nacimiento, matrimonio y
defunción.
157
Campesina de 50 años de edad. Por su parte, según el Instituto Mexicano de la Juventud, la
población joven abarca de los 12 a 29 años, los menores a ese rango de edad se consideran niños y
los que rebasan los 30 años son adultos.
158
“Con estos señalamientos entendemos a la juventud como grupo social con atributos culturales
particulares insertos en una estructura histórica y socialmente determinada, es decir, cada sociedad
modela lo juvenil y construye al ser joven. Por tales motivos, necesariamente la juventud se diferencia
por clase, género, etnia y hábitat […]” (Licona et al., 2003, p. 19).
159
Se les atribuye la experiencia, se considera que han trabajado toda su vida y tienen una familia
que los ayuda y respalda en caso de enfermedad.
160
Hay dos sitios principales para trabajar en la maquila, uno lo representa Tehuacán y otro
Cuayucatepec, los trabajadores preieren el segundo, porque les queda más cerca aproximadamente
en media hora están en ese lugar, además la empresa les proporciona los camiones para transportar
a los asalariados, también señalan que los empleos son más estables a diferencia de Tehuacán, donde
hay más maquilas pero hay más oleadas de desempleados, ya que los recortes en los trabajadores son
constantes lo que repercute en la endeble economía de las comunidades que dependen de este tipo
de trabajo para subsistir.
161
Ama de casa, 54 años de edad.
162
El nombre de consejo parroquial no corresponde a su situación en la jerarquía religiosa, la
comunidad de San Luis forma parte de la parroquia de Tlacoyalco (también pueblo hablante de
popoloca), ellos se deinen como pueblo visita. Según testimonios de los informantes, hace 10 años
no recibían la atención frecuente de un sacerdote, luctuaban entre los servicios de los vicarios de
Tlacotepec y Tepanco.
163
Joven de 15 años de edad, estudiante de telesecundaria.
164
Algunos varones mayores han sido contratados para laborar en las granjas porcinas y avícolas que
se han establecido en los alrededores de San Luis; por cierto, la llegada de tales establecimientos
causó revuelo debido a la decisión de una familia por vender su tierra “a los ricos de Tehuacán”, eso
sucedió no hace más de ocho años y hay quienes airman que, gracias a la presión de los dueños de
las granjas, asfaltaron el camino al pueblo. Actualmente hay cuatro granjas rodeadas por terrenos
donde se cultiva maíz.
165
Aunque cabe mencionar que hay talleres clandestinos, tanto en Tehuacán como en Cuayucatepec,
que contratan a los niños desde los 11 años, sobre todo en vacaciones de verano cuando ellos han
concluido el ciclo escolar. Un trabajador gana entre $400 a $700 pesos semanales por 10 horas
diarias, a veces hasta 14, por seis días a la semana.
166
Las condiciones de trabajo en la maquila no son óptimas, ya que hay mucha mano de obra
esperando colocarse, eso es determinante para que, al menor detalle, los trabajadores pierdan
su lugar y si faltan un día les descuentan dos. Las denuncias por malos tratos no prosperan y
aquellos que se atreven a realizarlas son despedidos. En su mayoría, los trabajadores en este sector
provienen de las comunidades indígenas y campesinas de la región de Tehuacán, que fungen como
abastecedoras de mano de obra para la maquila.
Por ello esperamos que las políticas gubernamentales, privadas y sociales, efectúen
una revisión concienzuda sobre lo que está pasando con el maíz, que evalúen el efecto
que han tenido en las comunidades indígenas; que piensen en que sus políticas han
promovido por años que la gente del campo pierda el gusto y conianza en sí misma
por dedicarse al cultivo de la tierra, o del maíz, si así se precisa mejor, y que por ello
se induce a los hijos a dedicarse a cualquier otra actividad, empleado de gobierno o
de maquiladora, pero no a convivir con la tierra y de la tierra (Sandoval, 2003, p. 66).
167
Cálculo realizado por parte del representante de los ejidatarios. Información proporcionada en
el marco del festejo religioso organizado en honor a San Isidro Labrador, el 15 de mayo en el paraje
de Tecajete.
168
Los arreglos que Gónzalez Jácome (2003) describe son similares a los que se detectaron en
Temalacayuca: “Los emigrantes que regresan después de periodos largos fuera del pueblo, pero
que mantiene la idea de regresar al pueblo, prestan la tierra a sus parientes inmediatos. Ésta debe
devolverse cuando el dueño lo solicita, pero debe avisar su deseo a quien la cultiva, antes de que el
terreno(s) comience a ser roturado para la siembra. El que recibió la tierra en préstamo, no tiene
que pagar ningún dinero por ello y si realizó mejoras en ella, de cualquier tipo, no puede reclamar
dinero a cambio”. (p. 133).
Los sistemas normativos indígenas son sistemas pautados, aunque verbales, que se
desarrollan en el ámbito de la vida cotidiana y en el seno del sentido común (Geertz,
1997). Son normas no escritas, que por estar contenidas en la memoria colectiva y
ser transmitidas oralmente, son más lexibles y adaptables en relación con los textos
históricos y situacionales. No obstante que tienen un rango de cambio mucho más
dinámico, son sistemas perdurables que ordenan y permiten el funcionamiento de la
sociedad según marca la tradición. Esos sistemas normativos de la costumbre regulan
cada campo de la vida colectiva: cosmovisional, social, político, jurídico, religioso
y cultural, pero tienen particular peso en los paradigmas valorativos y éticos, en las
Sucede algo parecido en la sociedad rural de San Luis, donde se están per-
ilando, cada vez más, subsectores que favorecen la diferenciación interna
y de allí obtienen sustento para la subsistencia. Unos son más allegados al
campo; otros, se alejan, de modo que su actividad se liga a la experiencia
del trabajo asalariado y, en algunos casos, a la formación universitaria.
Tales cambios, que no son nuevos, se encuentran expresados en formas
cada vez más evidentes en las pautas y dinámicas de la cotidianidad, dentro
de las que, poco a poco, se institucionaliza esa forma de vida; en tanto que
la anterior, como el oicio de tlachiquero, la elaboración del tejido de pal-
ma o de ixtle, aunque persisten como formas de organización del trabajo y
coadyuvan en la reproducción de pautas de sentido, elaboran y producen
signiicados utilizando su corpus simbólico (Bourdieu, 2002). Las expre-
siones del cambio social, en un contexto como San Luis Temalacayuca,
también se relacionan con el mantenimiento de aquel corpus simbólico
que favorece el arraigo, la identidad y la diferencia de una colectividad de
origen étnico. Es importante mencionar que los procesos de selección y
negociación que se llevan a cabo, adoptan una serie de expresiones, en las
que es factible atestiguar cómo se articula, o mejor dicho, se reconigura la
cosmovisión con respecto a las nuevas condiciones. Tal proceso de adecua-
ción no se gesta de manera conciliatoria, ni tampoco se procesa de manera
tajante, porque conlleva la propia existencia de la cosmovisión, una vez
que, aludiendo a Bourdieu (2002, pp. 121-125), entra en juego con el
resto de los campos sociales que estructuran a una colectividad inserta en
una más amplia.
La tradición, como institución, es reproducida y se cuestiona. Así, es
posible entender cómo se articulan las nuevas experiencias, como la ma-
quila o la migración, que absorben gran parte de la energía y tiempo de
los actores sociales, articuladas con una serie de factores, como la memoria
es por todos reconocido que los pueblos indígenas perciben y valorizan la tierra y el
territorio como espacios sagrados, aun cuando paralelamente tienen otras valoriza-
ciones seculares. Por ello la mitología y las prácticas rituales son categorías centrales
para analizar la construcción cultural de etnoterritorios sagrados. Esta investigación
privilegia la apropiación sacralizada del etnoterritorio, lo que no quiere decir que éste
no pueda ser deinido y delimitado a través de otras categorías ajenas a lo sagrado,
ni que todas las vivencias de los actores individuales y sociales en el territorio sean
sacralizadas (p. 53).
LA RECONFIGURACIÓN
281
social y que, algunas veces, suelen justiicar la repetición de acciones, la
prohibición de lugares o fechas precisas del calendario ritual.
Tanto en los relatos como en las prácticas, la cosmovisión se eviden-
cia, mas no se repite, ni se replica como el sonido del eco en el vacío; es
dinámica, no puede ser una reproducción iel de lo anterior, es decir, se
modiica con el propio ejercicio de la memoria, con la transmisión genera-
cional y con el aprendizaje por parte de los nuevos actores sociales que se
vuelven protagonistas de las prácticas. Por ello, se propuso que al estudio
de la cosmovisión se sumara la experiencia de vivirla y apropiarla, que
puede ser de manera distinta; es decir, para algunos es costumbre, para
otros, herencia, “un dicen” o insustituible, es historia para el pueblo.
Un aspecto clave para entender el proceso de reconiguración de la
cosmovisión, en torno a la práctica del cultivo de maíz, se encuentra en
ubicar el escenario de análisis comunitario en una situación amplia, en la
que intervienen de una manera activa los efectos de la globalización, por
eso la necesidad de contextualizarla.170 De este modo, se buscó señalar la
interrelación entre la herencia mesoamericana y el estado actual de la vi-
sión sobre el mundo que tienen los popolocas. Creo que un obstáculo para
su comprensión se encuentra en considerarla como una concepción mo-
nolítica del mundo, opuesta a la llamada modernidad, ya que ésta podría
representar un agente destructor de la primera, lo que se evidencia en los
numerosos estudios sobre visión del mundo, donde los autores que han
relexionado al respecto poco han abordado el contexto.
Con base en el contexto social, se logró identiicar una serie de ele-
mentos que se encuentran entre el estilo de vida tradicional y los que in-
corporan componentes modernos. No se aprecia un enfrentamiento entre
ambos, al contrario, todos esos elementos se inluencian entre sí.
La cosmovisión, como construcción social, remite a una construcción
histórica, de manera que el proceso histórico va a la par del proceso social,
por lo que puede hablarse de un macroproceso. Entonces, la cosmovisión
no debe verse al margen de las relaciones sociales y, por lo tanto, de las
170
“En las sociedades occidentales contemporáneas las cosmovisión y las expresiones religiosas están
íntimamente vinculadas con la intensidad y ritmo de los diferentes procesos de modernización”
(Legorreta, 2003, p. 9). Creo que esto es válido para tomar en cuenta aquellos procesos de
modernidad y cambio, pero no sólo para “las sociedades occidentales”, sino para todas las
colectividades humanas, ya que reciben en diferente intensidad los efectos de la globalización.
171
En el sentido de considerar a la cosmovisión como un arquetipo deinido como un tipo eterno,
que sirve de ejemplo a los hombres, una especie de “modelo original” (Gómez-Tabanera, 1998).
172
Es necesario precisar la idea de que la cosmovisión es una construcción social particular, en el
sentido del “debate en torno a la unidad o la diversidad de las religiones mesoamericanas que ha
dividido a los autores, algunos creen que es posible y recomendable partir de una visión global de
las concepciones de los pueblos mesoamericanos, otros insisten en la necesidad de estudiar en forma
exclusiva las particularidades temporales y regionales” (López Austin, 1994, p. 10). Yo me adhiero
a esta idea de las particularidades.
173
Campesina, 40 años.
174
Algunos niños presentaron desajustes en su aparato digestivo al consumir la leche que les otorga
el gobierno, por lo que las madres de familia decidieron suspender su consumo y se la dan a las
mascotas, a los cerdos o la tiran.
LO COTIDIANO
175
Frase que retomo de Esteban Krotz (2002), cuando esboza el papel del antropólogo social para
realizar un ejercicio de confrontación y contraste entre lo propio y lo ajeno, idea que es desarrollada
en el libro titulado La otredad cultural, entre utopía y ciencia.
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Referencias de internet
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