Ficha Bibliográfica #2
Ficha Bibliográfica #2
Ficha Bibliográfica #2
CITAS Y PARÁFRASIS: Areco, Macarena. “Jorge Baradit, Ygdrasil: solo para cyborgs”. Anales de Literatura
Es cierto que leer literatura, en algún sentido, amplía el rango de nuestras experiencias Chilena 7 (diciembre 2006): 187-94.
individuales; efectivamente un buen lector de literatura desarrolla sus capacidades Barthes, Roland. “El análisis estructural del relato. A propósito de Hechos 10-11”. En
comunicativas; en toda lectura, lo sabemos, hay implícito un juicio cualitativo acerca su La aventura semiológica. Trad. Ramón Alcalde. Barcelona: Paidós, 1990.
de lo que leemos y, como en cualquier actividad artística, la literatura conserva siempre Bolden, Millicent. “Gothic Elements in Baldomero Lillo’s ‘El chiflón del diablo’”. En
algo que se resiste obstinadamente a la formalización y a la reducción intelectual. Romance Languages Annual 8 (1997).
(Álvarez, 2010, 1) Concha, Jaime. “Robar, trabajar, jugar en el primer Manuel Rojas”. Anales de
“Una obra literaria es una construcción que suscita una experiencia (y que puede Literatura Chilena 5 (2004): 89-97.
repetirse sin que signifique una pérdida de tiempo, porque una nueva lectura será Foucault, Michel. El orden del discurso. Trad. Alberto González Troyano. Barcelona:
también una nueva experiencia)”. (Álvarez, 2010, 3). Tusquets, 2002.
Es natural sentirse intimidado al comienzo, y muchas veces los textos literarios parecen
dejarnos literalmente mudos. Un buen consejo para sobreponerse a esa timidez
primera es intentar establecer contactos entre el libro y el mundo, entre el libro y la
propia vida, entre el libro y otros libros, entre el libro y lo que conozco, entre el libro y
lo que intuyo, entre el libro y, quizá, el propio libro. En la medida en que aumenten las
lecturas, y también en la medida en que pasen los años, nuestras reacciones a las obras
literarias se volverán más profundas, más densas, más ricas y, a veces, más intrincadas.
(Álvarez, 2010, 4).
Analizar un texto se parece mucho cernirlo o “colarlo”, de modo que el criterio que
hemos escogido funciona como una rejilla que “deja pasar” muchos elementos del
relato a los que no prestaremos atención y los separa de los otros, los que
consideramos importantes y que quedan atrapados en el “colador”. (Álvarez, 2010, 6).
una hipótesis acerca de su sentido. Estoy pensando en dos acepciones particulares de
la palabra “sentido”. Una es abstracta y se refiere a la “razón de ser o finalidad de una
cosa”; la otra es más concreta se refiere a la “orientación de un objeto en el espacio”.
Interpretar un texto literario, entonces, es postular que posee una finalidad y una
orientación, o bien, como los vectores de la física, que “apunta” hacia alguna parte
ejerciendo cierta fuerza en esa dirección. (Álvarez, 2010, 8-9).
“Ha aparecido bajo determinadas circunstancias de lectura, las de este intérprete en
particular.” (Álvarez, 2010, 10)
La pregunta fundamental que debe hacerse a un texto literario no es cuál es la
intención con que fue escrito, sino cuáles son los efectos que produce. De entre los
infinitos efectos posibles, el que tenía en mente el autor al momento de escribirla es
solo uno, no siempre el más interesante. En suma, una interpretación literaria no
debiera comenzar diciendo: “lo que Borges quiere decirnos es…”, sino “En ‘La intrusa’
es posible ver…”. (Álvarez, 2010, 10).