Torsos UCE
Torsos UCE
Torsos UCE
CURSO DE NIVELACIÓN
CURSO: V16
SEQUOYAH
También se desconoce quién fue el padre de Sequoyah. Tanto él como su madre fueron
abandonados por el mismo. Sequoyah no hablaba inglés. En algún momento anterior 1809,
Sequoyah se trasladó al valle de Wills Wills Valley, en Alabama. Allí comenzó su oficio de
platero.
RUMIÑAHUI
En idioma quechua es rumi =cara, ñahui"ñawi"= piedra (Píllaro, 1490 –Quito, 25 de junio
1535). Su padre fue Huayna Cápac, habría tomado como concubina a Nary Ati princesa de
Píllaro hija de Ati ó Cacique Pillahuaso, de Píllaro, y de la reina Choazanguil. Era una
antigua tradición incaica el consolidar sus conquistas territoriales con matrimonios
poligámicos del Inca con una o varias princesas de los pueblos derrotados. El propio
Huayna-Cápac, nacido en Tomebamba, fue hijo del Inca Túpac Yupanqui en una princesa
cañari aunque se discute cuál fue su verdadera madre. Después, Huayna-Cápac pudo
comprobar por sí mismo los beneficios que tales matrimonios producían; aquella habría
sido la razón para casarse tanto en Puruhá, cuanto en Quito, engendrando así a los
hermanos Rumiñahui y Atahualpa.
CALARACÁ
Calarcá fue un cacique pijao que resistió la Conquista española del territorio que
actualmente es Colombia. En la Pascua de 1607 incursionó contra el fuerte Maíto en
compañía de Cocurga, Coyara y otros cuarenta guerreros indígenas. El fuerte era defendido
por menos de treinta españoles, dirigidos por el capitán Diego de Ospina, que disparó su
arma contra el pecho de Calarcá. El cacique murió mientras su grupo huía. En honor del
cacique se nombró Calarcá, fundada en 1882 por antioqueños.
Legendario guerrero de los pijaos cuyo nombre se vinculó al de la ciudad El nombre de este
cacique está rodeado por la leyenda y se han tejido muchas versiones, aun por parte de
conocidos historiadores colombianos. Pero sobre su existencia se ha hecho nueva luz y a
ello vamos a referirnos enseguida.
En 1605 los indios pijaos estaban asolando a varias regiones del país. Se dice que el
presidente Borja fue entonces ayudado por Combeima, jefe de los indios coyaimas y
natagaimas —luego bautizado en forma cristiana como Baltazar—, quien se enfrentó al
cacique pijao, arrasó sus posesiones, y le dio muerte atravesándole con una lanza.
El «mercenario» Baltazar, dice la misma versión, estaba casado con una española que le
había dado un hijo; este hecho ofendió al pijao Calarcá quien, para repudiar la afrenta que
había cometido el indio Combeima con su mezcla con la europea, decidió raptar al niño, lo
sacrificó y retornó al padre natagaima los huesos roídos del pequeño, tres días después del
secuestro. Este acontecimiento determinó el cambio de conducta de Combeima y su
posterior alianza con Borja para vengar el agravio recibido. Al asesinar a Calarcá con una
lanza, Baltazar logró entonces su propia represalia y le facilitó al Presidente Juan de Borja
su victoria contra la tribu de los pijaos, los cuales se dispersaron al morir su principal
caudillo.
Según el «Archivo Nacional de Historia» de Colombia; las «Noticias Historiales» de Pedro
Simón; y el historiador español Manuel Lucena Salmoral(4), la muerte del cacique Calarcá
sobrevino a causa de un tiro de pistola que le hizo el capitán Diego de Ospina y Maldonado
durante una batalla contra una sección de la tribu de los pijaos que comandaba aquel
guerrero.
CAUPOLICAN
Nació en Pilmaiquén. Fue un guerrero mapuche que luchó con valor por la libertad de su
pueblo, lideró la resistencia de su pueblo contra los conquistadores españoles que
invadieron Chile durante el siglo XVI . Luchó desde muy joven contra los españoles. Una
de sus primeras batallas fue en 1553 en la batalla de Tucapel en la que murió Pedro de
Valdivia. Por su gran fortaleza física y valentía, fue elegido toqui (jefe militar) de los
mapuches, pueblo que resistió la conquista española del sur de Chile. Junto con Lautaro fue
uno de los conductores de los araucanos. Tan pronto como empuñó el «hacha», como signo
distintivo de la autoridad del toqui, o jefe militar, puso asedio a la plaza de Arauco
defendida con artillería por un nutrido grupo de españoles, lo que no impidió que el jefe
mapuche lograra su rendición. Entre sus tantas batallas no tuvo éxito en todas pero continúo
luchando.
Tiempo después, Caupolicán, siguiendo el plan del indígena Andresito, traidor por partida
doble, intentó tomar el fuerte de Cañete. Los defensores comandados por el
Capitán Alonso de Reinoso, y avisados por Andresito, desbarataron el ataque, dispersando
al enemigo por los alrededores. Perseguido por los españoles, fue finalmente capturado.
Caupolicán fue ejecutado en la plaza de la ciudad de Cañete el año 1558. El capitán Alonso
de Reinoso le condenó a morir en el suplicio de empalamiento, para escarmiento de los
indios: mientras el palo iba destrozando sus entrañas, un grupo de indígenas leales a los
españoles le lanzaban saetas con sus arcos. No todos sus enemigos estuvieron conformes
con este trato. Alonso de Ercilla, en su obra, se quejó amargamente por el tormento
infligido a Caupolicán. Su muerte no sirvió sino para avivar más todavía el espíritu
indómito de los araucanos. El cronista Ovalle, antes citado, escribió: “La muerte de
Caupolicán no sólo no enfrentó, ni puso terror a los araucanos, pero los irritó y encendió
aún más en el deseo de la venganza y en el odio hacia los españoles”.
TECÚN UMÁN
Tecún Umán o TekunUmam en lengua k´iche´ moderna (1500-1524) fue un gran guerrero
y último mandatario de los maya-k´iche´ en Guatemala. Según los Anales de los
Cakchiqueles, fue vencido por el conquistador español Pedro de Alvarado mientras
combatía contra los españoles en los prados de El Pinal (Valle de Olintepeque).
Da su nombre a la Ciudad Tecún Umán, principal paso fronterizo entre Chiapas (México) y
Guatemala. Ciudad Tecún Umán conecta con Ciudad Hidalgo (Chiapas).
Es considerado el más representativo de los k´iche´ por su valentía y dignidad, porque
luchó y protegió a su tierra y a su pueblo. Fue declarado oficialmente héroe nacional de
Guatemala el 22 de marzo de 1960 y es conmemorado el 20 de febrero, aniversario de su
muerte.
En aquel tiempo nadie conocía a este personaje como "TekunUman" (Gran Abuelo Tekun),
ya que este es un nombre que se le dio posteriormente. En sus tiempos era conocido como
el "AhauGalel" que traducido significa "El nieto del Rey" y en aquella batalla entre k´iche´
y conquistadores TekunUmam vestía un tocado bellamente adornado con plumas de
Quetzal. Esto lo describe el conquistador Pedro de Alvarado en sus crónicas de conquista y
ésta fue la base para que posteriormente se le adjudicara el nombre de Quetzaltenango a la
ciudad que fundaron los españoles en las cercanías al lugar de la batalla, como lo menciona
el conquistador en sus cartas.
La historia sobre la batalla del príncipe quiché contra la invasión española sufrió de una
mitificación, la leyenda sobre el héroe quiché cuenta que éste luego de resistir ferozmente a
las tropas del conquistador español Alvarado en Xelajú (actual Quetzaltenango) se encontró
cara a cara en batalla con el mismísimo Pedro de Alvarado. Tecún Umán clavó su lanza en
el pecho del caballo de Alvarado. El jinete, después de levantarse mató con su espada de
acero al cacique clavándosela en el corazón. La leyenda cuenta que un Quetzal se posó en
su sangre y de allí viene el rojo en el pecho del ave. El "mito" creció durante 400 años de
colonización y fue acogido como símbolo de libertad durante la conspiración para la
independencia.
ANACAONA
Fue una aborigen taína de la isla La Española. Gobernó el Cacicazgo de Jaragua tras la
muerte de su hermano Bohechío. Fue condenada a la horca por el gobernador Nicolás de
Ovando.
Nació en la Isla La Española.
En la lengua de los taínos su nombre significaba Flor de Oro. Era hermana del cacique
Bohechío y fue la esposa del cacique Caonabo, con quien tuvo a Higüemota.
Se distinguió por su belleza, inteligencia y talento para las poesías, memorizándolas para
recitarlas en los areíto ante los otros aborígenes.
Cuando su hermano Bohechío murió, Anacaona gobernó el Cacicazgo de Jaragua en su
lugar.
A la llegada a la isla de la expedición de Cristóbal Colón, en diciembre de 1492, Anacaona
se distinguió por su curiosidad y gran admiración por los españoles, porque veía en
aquellos hombres conocimientos diferentes a los de su comunidad. Pero los abusos que
cometieron algunos de quienes quedaron en el Fuerte Navidad contra las mujeres hicieron
que dejara de admirarles y les viera como una amenaza a combatir. Convenció entonces a
Caonabo para que les exterminase. A su regreso, el 28 de noviembre de 1493, Colón
encontró el fuerte destruido y sus 39 moradores asesinados.
Años después, el gobernador de la isla Nicolás de Ovando recibió la noticia de que
Anacaona estaba tramando un plan contra los españoles. Entonces Ovando mandó decir a
Anacaona que iba hacia Jaragua para una visita amistosa.
El gobernador llegó con más de trescientos cincuenta hombres y fue recibido con fiestas y
bailes en un caney. Cuando todos estaban reunidos en la fiesta, los españoles prendieron
fuego al caney.
En el momento del ataque algunos aborígenes lograron sacar a Anacaona del lugar. Entre
los sobrevivientes que escaparon estaban su hija Higüemota; su sobrino Guarocuya, quien
fue entregado a Fray Bartolomé de las Casas, quien lo cristianizó con el nombre de
Enriquillo; Mencía, nieta de Anacaona y el líder tribal Hatuey, quien posteriormente escapó
a Cuba y allí organizó la resistencia, pero fue capturado en batalla y muerto por orden de
Diego Velázquez de Cuéllar.
Ovando ordenó una intensa búsqueda hasta lograr capturar a Anacaona, condenándola
públicamente a la horca en 1503.
ENRIQUILLO
ATLALCATL
Atlacatl (muerto en 1528) tiene fama de haber sido el nombre del último gobernante de un
sistema de gobierno que se basa en el centro de Cuzcatlán, en la periferia suroeste de
Mesoamérica (actual El Salvador), en el momento de la conquista española.
Cuzcatlán era en ese momento uno de los centros políticos principales en una
"confederación" suelta de los pueblos mesoamericanos conocidos como los pipiles , cuya
última instancia, sin éxito la resistencia contra los españoles conquistadores menores de
Pedro de Alvarado y otros que se recuerda en la tradición salvadoreña. La cifra de sí mismo
Atlacatl ha adquirido un aspecto un tanto legendaria en el folklore salvadoreño, que
simboliza valiente y fuerte resistencia a los pipiles "contra las fuerzas españolas invasores.
Sin embargo, la realidad histórica de la resistencia (e incluso la existencia) de Atlacatl es
discutible, con fuentes contemporáneas proporcionar una cuenta diferente, y los detalles de
las hazañas heroicas de Atlacatl apareciendo como adornos posteriores después del hecho.
Según una versión, cuando Pedro de Alvarado y sus fuerzas llegaron a Atehuan (Ateos)
recibió un mensaje enviado a él por Atlacatl en la que Atlacatl se allanó a la demanda de
Alvarado para la rendición de Cuzcatlán. Sin embargo, cuando Alvarado se acercó a la
ciudad la encontró abandonada, los pipiles todo habiendo huido a la región montañosa
cercana. Alvarado envió una nueva demanda a Atlacatl para su rendición, pero en cambio
recibió la respuesta: "si quieres nuestros brazos tienes que venir a obtener de las montañas".
Fuerzas de Alvarado lanzó un furioso ataque sobre la fortaleza de la montaña pipil en elcual
muchos caballos, españoles y sus auxiliares nativos murieron; Alvarado se vio obligado a
retirarse de Cuzcatlán en 04 de julio 1524.
Dos años después de esta batalla, pariente de Alvarado Gonzalo de Alvarado había fundado
una base española en San Salvador (agosto 1526), desde donde las fuerzas españolas
continuaron arrasar los distritos circundantes y combatir la resistencia pipil restante. Por
último, en 1528, Diego de Alvarado y sus auxiliares indios exponen en otro ataque contra
Cuzcatlán, durante la defensa de que Atlacatl y sus fuerzas fueron derrotadas, Atlacatl saltó
al volcán para seguir siendo una leyenda invicto.
HATUEY
Sin embargo, esta vez con mayor experiencia, llevó a cabo una táctica distinta con el
empleo de emboscadas y acciones sorpresivas.
Hatuey ordenó a sus hombres que se dividiesen en pequeños grupos y comenzasen a atacar
a los españoles por sorpresa, valiéndose de palos, piedras y flechas.
La reiteración de estas acciones mantenía en vilo a los españoles. No obstante, a los dos o
tres meses de iniciada la resistencia, los españoles, con su armamento superior (perros
rastreadores, armas de fuego, ballestas y corazas), controlaban todo el territorio sublevado
con ínfimas pérdidas, en tanto los aborígenes eran exterminados paulatinamente.
Perseguido tenazmente por sus enemigos, Hatuey fue sorprendido en su refugio por fuerzas
de Diego Velázquez. Se dice que fue traicionado por uno de los indios que lo acompañó
desde La Española.
GARABITO REY
La conquista de Costa Rica por los españoles fue lenta y tardía, y se realizó en distintas
etapas, debido principalmente a la dificultad de la topografía, el torrencial clima y la fiera
resistencia de los aborígenes.
Garabito estuvo al tanto de todos los antecedentes que consideran a los españoles como un
rival de cuidado.
En el Señorío de Garabito o Reino Huetar de Occidente, también llamado por los españoles
Provincia de Garabito, se llevaron a cabo varios enfrentamientos bélicos entre los huetares
de Garabito y los españoles.
Cavallón logró hacer prisionero a un rey indígena que se ha identificado como Garabito.
Este rey, tras fingir someterse a la autoridad española, fue dejado sin vigilancia, logrando
escapar.
Juan de Cavallón asignó al capitán Ignacio Cota marchar con algunos soldados al Valle del
Coyoche para dar con el paradero de Garabito y someterlo por la fuerza.
Cota arribó al poblado donde se suponía que habitaba el rey. Garabito, sin embargo, ya no
estaba en Coyoche, sino que había marchado con sus fuerzas hacia el puerto de Landecho.
Cota, entonces, procedió a interrogar a las mujeres, entre ellas a una de las esposas de
Garabito, y así seguir sus huellas.
Se ignoran la fecha y las circunstancias de la muerte del rey Garabito. Se cree que vivió
hasta su muerte en el valle de Coyoche.
URRACA
Fue un rey indígena de Panamá que se enfrentó valientemente con las expediciones de los
españoles. Entre los héroes de la raza autóctona que en América lucharon por la libertad de
sus pueblos, héroe de la raza indígena de América. Nueve años se mantuvo desafiante del
poderío del Emperador Carlos V, infringiendo derrotas a los mejores capitanes del
coloniaje: Gaspar Espinosa, Francisco Pizarro, Compañón, Hernando de Soto, entre otros.
Urraca no fue vencido. Traicionado al creer en la palabra de honor de sus enemigos, estuvo
preso y a punto de ser remitido a España, pero logró evadirse y continuar su lucha tenaz por
varios años hasta su muerte.
El Cacique Urraca logró hacer alianzas con las tribus tradicionalmente enemigas, a fin de
vencer al enemigo común y los grandes señores veragüenses, y de otras tribus, se unieron
bajo la dirección de este valiente guerrero. Las fuerzas indígenas al mando de Urraca
mantuvieron cercadas a las tropas españolas durante mucho tiempo hasta el extremo de que
los españoles estuvieron a punto de abandonar.
Urraca en nuestra historia, fue y será siempre el símbolo del rebelde, del patriota, del
valiente. Por eso ha merecido la inmortalidad del bronce, y su figura heroica es presentada
a la juventud panameña como ejemplo del patriotismo digno de imitación.
NIQUEREGUA
Fue el jefe más importante de los niquiranos, siendo considerado como el más poderoso
Cacique de la región del Pacífico de Nicaragua y Costa Rica. Nicaragua era un jefe
inteligente y opulento, era un hombre de mucho talento e instrucción, era también conocido
como Nicarao, un cacique existente en una etapa de conquista y dominación española.
Nicarao hablaba el idioma mexicano antiguo o nahuat y aún asumía parte de la cultura y
cosmovisión mesoamericana de la época, incluyendo el calendario, el poder político
militarista y la religión (Chapman).
TEHUELCHE
A mediados del siglo pasado la desolada Patagonia austral era un vasto páramo que sólo el
tehuelche conocía a la perfección. Sin embargo, los escasos poblados blancos, encaramados
a duras penas sobre la costa, no vivían pendientes de los ataques indígenas, como en otros
puntos del país.
Por el contrario, las relaciones con los aborígenes solían ser extremadamente cordiales, a tal
punto que algunos de sus jefes se convirtieron en verdaderos aliados de los cristianos. Es el
caso de Casimiro Biguá, descripto con prolijidad por el viajero y explorador
británico George Musters en su conocida obra Vida con los Patagones, publicada en
Londres en 1871 y escrita luego de haber recorrido durante un año el país tehuelche.
Musters anotó que el cacique medía más de un metro ochenta de estatura y poseía la
agilidad propia de un jovencito, aunque ya frisaba por entonces los sesenta años. Aún no
había canas en su abundante melena, y en sus ojos brillaba la luz de una inteligencia
inquieta que se manifestaba, por ejemplo, en su hablar colorido y pintoresco.
Era un hombre aseado que vestía a la usanza gaucha y lucía a veces chaqueta militar, quizá
para destacar su condición de jefe. A pesar de que el gusto desmedido por la bebida ya era
común entre sus hombres, Biguá no lo compartía; por lo contrario, durante las
celebraciones procura ba mantenerse sobrio.
Hay, desde luego, muchas lagunas que impiden conocer los pormenores de su vida y las
circunstancias que lo llevaron a con vertirse en jefe. Se sabe que cuando Casimiro era
apenas un niño su padre pereció en el valle del río Senguerr, en el transcurso do una batalla
muy cruenta contra los indios araucanos.
Su madre huyó luego hacia Carmen de Patagones, donde por ese tiempo residía, coa vertido
en estanciero, el marino francés Francisco Fourmatin, que durante la guerra contra el Brasil
había obtenido patente de corso otorgada por el gobierno argentino.
Refiere la tradición —más que la historia— que Casimiro pasó a ser propiedad
de Fourmatin a cambio de un barril de ron; el ex corsario, cuyo segundo apellido era Bigois
(Biguá, según la pronunciación francesa), bautizó al indiecito llamándolo Casimiro Biguá.
La esclavitud, sin embargo, no era el destino inevitable del joven tehuelche, que al cabo de
algún tiempo huyó al desierto iniciando una trayectoria que lo convirtió en líder de una
numerosa tribu. En la ciudad chilena de Punta Arenas obtuvo grado, sueldo y raciones de
capitán, pero pronto abandonó el territorio transandino para no verse comprometido en un
motín de presidiarios.
Por eso lo condujo en su nave hasta Buenos Aires, donde el jefe aborigen fue recibido por
el presidente Mitre, que le extendió el despacho de teniente coronel con asiento en la bahía
Gregorio. Desde entonces la bandera nacional flameó sobre los toldos de Casimiro, y la
tribu comenzó a vigilar la frontera.
CAMARO
Guerrillero indio brasileño. Nacido probablemente en la Capitanía del Río Grande en el año
1580 y muerto en la provincia de Pernambuco el 24 de agosto de 1648. Tras la ocupación
de Olinda y Recife en el año 1630, por parte de la Compañía Neerlandesa de las Indias
Orientales, participó activamente para conseguir la expulsión de los holandeses del noroeste
de Brasil.
Existen algunas dudas con respecto a su lugar exacto de nacimiento. Lo más probable es
que naciera en la Capitanía del Río Norte, como indica la mayoría de los estudios
realizados, no obstante, algunos investigadores afirman que fue su padre y no él, el que
nació en dicha región y apoyan la tesis que indica que Antonio Felipe Camarao nació en
Pernambuco.
Tras la batalla, Antonio Felipe Camarao cayó gravemente enfermo aquejado de altas
fiebres, las cuales le llevaron a la muerte; según la mayoría de los autores, el 24 de agosto
de 1648 a la edad de sesenta y ocho años. Hay que destacar que algunos historiadores
aportan como fecha probable de su muerte el 14 de mayo de ese mismo año. Camarao fue
homenajeado por todas sus valerosas acciones tras su fallecimiento; pero también recibió
grandes honores durante su vida, puesto que algunos años antes había recibido el título de
gobernador de todos los indios de Brasil y el tratamiento de Don, merced que sólo podía
otorgar el rey; además fue nombrado caballero de la Orden de Cristo, honor que hasta ese
momento no había tenido ningún indígena americano. Hay que destacar que el indio
Camarao estuvo acompañado, durante todos los años que permaneció en combate por su
mujer Clara, la cual demostró gran valentía y sus grandes habilidades como jinete,
dirigiendo un escuadrón de mujeres en la defensa de Bahía.
Tras la muerte de Antonio Felipe su puesto lo ocupó su sobrino Diego Camarao, éste tomó
el mando del regimiento de indios y combatió hasta la expulsión definitiva de los
holandeses en 1654. Los restos de Antonio Felipe Camarao fueron enterrados en Recife. En
la iglesia en la que se conservan sus restos, se colocó en 1943 una placa conmemorativa
para mantener vivo su recuerdo, por defender su fe y la patria contra el invasor.
TUPAC KAPARI
(Julián Apasa; Ayo Ayo, La Paz, 1750 - Peñas, 1781) Líder del levantamiento indígena que
tuvo lugar en Bolivia en 1781 y que puso en jaque a las autoridades coloniales españolas.
Huérfano desde muy pequeño, sirvió durante años en la parroquia de su localidad natal, y si
bien no tuvo acceso a la educación por la humildad de su condición, se nutrió de la
tradición oral aymara. Todos los testimonios sobre su vida indican que desde muy temprano
compartió el sufrimiento de sus hermanos indígenas y manifestó públicamente su rechazo a
la opresión a que los sometían los españoles.
Tras las muertes de Túpac Amaru, con quien había mantenido contactos, y de Tomás
Katari, el líder de la insurrección de Chayanta, tomó el nombre de Túpac Katari, con el que
encabezó el más importante levantamiento indígena de la región aymara, a principios de
1781. Su movimiento buscaba la liberación de los indígenas frente al yugo impuesto por las
fuerzas coloniales españolas. Durante la insurrección, Túpac Katari lideró un ejército de
más de 40.000 indígenas, que llegó a controlar Carangas, Chucuito, Sicasica, Pacajes y
Yungas, y que mantuvo sitiada la ciudad de La Paz durante tres meses.
Fue apresado al ser traicionado por uno de sus colaboradores y, una vez juzgado por las
autoridades españolas, fue condenado a muerte y ejecutado en Peñas (La Paz), el 15 de
noviembre de 1781. Tras cortarle la lengua para que nadie escuchara sus últimas palabras,
cruciales como mensaje en un pueblo de tradición oral, se le condenó a morir descuartizado
por caballos que tiraban en direcciones opuestas. Idéntica suerte corrieron sus inmediatos
seguidores.
CAUPOLICAN
Caudillo mapuche. Por su gran fortaleza física y valentía, fue elegido toqui (jefe militar) de
los mapuches, pueblo que resistió la conquista española del sur de Chile. Junto con Lautaro
fue uno de los conductores de los araucanos en las guerras del siglo XVI. Aunque no tuvo
el genio militar de Lautaro, las hazañas de ambos fueron cantadas en el poema épico La
Araucana, de Alonso de Ercilla. Rubén Daríotambién le dedicó un poema.
Caupolicán fue uno de los dieciséis grandes caciques araucanos que formaron una junta de
guerra para enfrentarse a la dominación española de Pedro de Valdivia. Elegido en ella
máximo jefe militar (toqui), dirigió las sucesivas campañas indígenas. Organizó la
resistencia ante las fundaciones españolas de los fuertes establecidos en el sur, como
Arauco, Tucapel, Purén y los Confines o Angol. Luego, en 1553, convocó a los caciques en
junta de guerra para preparar una gran campaña que acabara con dichos asentamientos,
aprovechando la dispersión de los soldados ordenada por Valdivia para ocupar puestos
clave del territorio araucano.
La junta aprobó el ataque contra Tucapel, en la que destacó el famoso Lautaro como
guerrero: antiguo criado de Valdivia, Alonso de Ercilla le atribuyó en La Araucana dotes
militares de guerrero griego. Una vez vencidos los españoles y capturado Valdivia,
Caupolicán presidió el juicio que decidió su muerte, y en el que, según parece, Lautaro fue
un acusador feroz, frente a la benevolencia del jefe confederal. El gobernador Pedro de
Valdivia fue ejecutado el 25 de diciembre de 1553, y con él los cincuenta hombres que le
habían acompañado hasta Tucapel.
Vino luego el sistemático ataque indígena a todos los asentamientos españoles durante el
mandato del gobernador Francisco de Villagra, sucesor de Valdivia, que fue derrotado en
Marigüeñu y obligado a abandonar Concepción y a dejar aislada a La Imperial. El
cronista Alonso de Ovalle menciona algunas de tales acciones: “Éste (Caupolicán), el que
desmanteló a Purén, hizo el famoso saqueo en la ciudad de Penco, no dejándola piedra
sobre piedra, habiendo antes, con sola la fama y nueva de su venida, obligado a los
españoles que desamparasen la ciudad y se la dejasen libre”.
El virrey del Perú nombró gobernador y capitán general de Chile a su hijo García Hurtado
de Mendoza, que inició una verdadera reconquista española. El 30 de noviembre de 1554,
Caupolicán decidió atacar a las huestes de García Hurtado de Mendoza. La batalla de
Millarapue duró desde la madrugada hasta las dos de la tarde, y Caupolicán la dirigió
montado en un caballo blanco. No le acompañó la fortuna en ese combate: las fuerzas
españolas derrotaron a los mapuches en toda la línea. Éstos tuvieron que refugiarse en los
bosques de la Cordillera.
En su nuevo territorio, Caupolicán recibió diversas ofertas de paz y rendición que rechazó
una tras otra, manteniéndose siempre partidario de la resistencia. Convocó a los caciques
confederados para otra nueva campaña, pero esta vez se opusieron a participar en ella
algunos caciques recelosos. Decidió entonces atacar con los guerreros de su propia tribu y
se dirigió hacia Cañete. Pero los españoles supieron de sus intenciones por un espía y
fraguaron una estratagema para defenderse, de modo que Caupolicán tuvo que retirarse;
perseguido por los españoles, fue finalmente capturado.
Caupolicán fue ejecutado en la plaza de la ciudad de Cañete el año 1558. El capitán Alonso
de Reinoso le condenó a morir en el suplicio de empalamiento, para escarmiento de los
indios: mientras el palo iba destrozando sus entrañas, un grupo de indígenas leales a los
españoles le lanzaban saetas con sus arcos. No todos sus enemigos estuvieron conformes
con este trato. Alonso de Ercilla, en su obra, se quejó amargamente por el tormento
infligido a Caupolicán. Su muerte no sirvió sino para avivar más todavía el espíritu
indómito de los araucanos. El cronista Ovalle, antes citado, escribió: “La muerte de
Caupolicán no sólo no enfrentó, ni puso terror a los araucanos, pero los irritó y encendió
aún más en el deseo de la venganza y en el odio hacia los españoles”.
ANACONA
La historia de esta valiente mujer ha sido tan mitificada como las leyendas griegas, al ser
una de las principales figuras de la sociedad taína en el momento en que se da el encuentro
entre culturas a la llegada de los españoles.
La mayoría de los textos históricos resaltan el atractivo físico de la que llego a ocupar el
puesto de cacique en Jaragua, uno de los cinco cacicazgos en los que estaba dividida la isla,
así como también se destaca la inteligencia y agilidad mental con la que se manejaba.
Los vínculos familiares de Anacaona la convertían en una de las figuras líderes de la
sociedad taina, pues su hermano era el cacique de Jaragua Bohechío, a quien sucedió tras su
muerte, y su esposo fue el Cacique del Cibao Caonabo con quien procreó a Higuemota.
Con buena receptividad acepto Anacaona la llegada de los extranjeros a sus tierras y hasta
llego a sentir cierta admiración por los conocimientos que se hacían evidentes en estos al
resolver sus dificultades cotidianas.
Sin embargo, esa primera impresión se fue al suelo tan pronto como empezaron los abusos
de estos contra los nativos, especialmente contra las mujeres a quienes maltrataban y
violaban sin reparos.
Fue entonces cuando convenció a su esposo Caonabo para exterminar a los invasores e
inicio la lucha para defender los derechos de su gente.
Más esto de poco sirvió, pues cuando los españoles se dieron cuenta de sus peligrosas
intenciones le tendieron una emboscada encabezada por el gobernador Nicolás de Ovando,
quien anunció una visita pacífica a la mandataria taína. Los españoles aprovecharon la
ocasión para prenderle fuego a toda la aldea. Muy pocos aborígenes lograron sobrevivir la
mencionada tragedia.
El gobernador se obsesionó con la cacique considerandola como una amenaza y ordenó a
una exhaustiva búsqueda por toda la región. Fue condenada a morir en la horca en medio de
una plaza pública.
A pesar de no haber hecho más que tratar de defender a su gente de los terribles abusos de
los españoles y tratar de llegar a un acuerdo pacifico con estos, de igual forma Anacaona
fue considerada como una amenaza y por esto fue condenada a morir en la horca en medio
de una plaza pública.
Por su valentía y gran corazón en defender a su gente de los terribles abusos de los
españoles y tratar de llegar a un acuerdo pacifico con estos, esta mujer ha quedado
inmortalizada en la historia nacional.
LEMPIRA
Nació alrededor de 1497, se había formado en las montañas de Cerquín, donde muy joven
conoció a los invasores que amenazaban sus costumbres, violaban a sus mujeres y les
robaban sus tierras. Pronto aprendió a combatirlos, llegando a ser jefe guerrero.
Hacia 1537, se produjo el "Levantamiento de Cerquín", a cargo de Lempira, por orden del
cacique Entepica que buscaba frenar la penetración española. La acción fue sofocada por
los españoles, y con la muerte de Lempira -tendría entre 38 y 40 años- y la consecuente
dispersión de los indígenas, se consolidó el dominio territorial español en la región
occidental y central de Honduras.
Existen dos versiones sobre la historia de Lempira, una épica basada en lo escrito por
cronista de Indias Antonio de Herrera y Tordesillas, en Historia general de los hechos de
los Castellanos en las islas, tierra firme del Mar Océano y otra extraída de la Probanza de
Méritos del español Rodrigo Ruiz, presunto verdugo deLempira. La primera fue rescatada
por el poeta José Miilla y Vidaurre (Guatemala, 1822 -1882) y por su poema que fue
tomado como texto histórico, criollos y mestizos se enteraron de su existencia. La segunda
versión toma fuerza en la década de 1970, cuando el historiador Felipe Martínez
Castillo 1 rescata la Probanzade Méritos de Rodrigo Ruiz del Archivo de Indias de Sevilla.
En la obra de Herrera y Tordesillas, publicada en Madrid entre 1601 y 1615, cuenta
que Lempira, miembro de la aristocracia lenca, organizó la resistencia hacia el año 1537.
Realizó alianzas con tribus vecinas, incluso con las que estaba enemistado, organizando un
ejército de 30.000 hombres procedentes de 200 pueblos. Lucho durante seis meses, hasta
que fue asesinado a traición por los españoles.
Por su parte, Rodrigo Ruiz en el año 1558 realizó una Relación de Méritos ante la
Audiencia de México, con el propósito de obtener una pensión. Allí cuenta haber tenido un
combate frontal con Lempira, provisto de su espada y rodela, llevando su cabeza como
trofeo y recibiendo en el camino muchas heridas de parte de los indios. Testigos
compañeros del declarante, otros que estaban en Siguatepeque y le vieron llegar con la
cabeza y otros que oyeron decir al capitán Alonso de Cáceres y al Adelantado Montejo que
la pacificación de Cerquín se debió "a Rodrigo Ruiz, quien diera muerte en batalla al
capitán indígena Elempira", ratificaron los dichos del solicitante. La probanza fue aprobada
doce años después por el Virrey de Nueva España.
CUAUTEMOC
(Tenochtitlán, hoy Ciudad de México, 1496 - Yucatán, actual Honduras, 1525) Último
emperador azteca, llamado por los españoles Guatimocín. Sucesor de Moctezuma II y de
Cuitláhuac, defendió tenazmente la ciudad de Tenochtitlán, capital del Imperio azteca, del
asedio de las tropas españolas al mando de Hernán Cortés. La caída de la ciudad y la
captura y posterior ejecución de Cuauhtémoc puso fin a una de las más brillantes
civilizaciones precolombinas.
Hijo del rey azteca Ahuízotl, quedó huérfano siendo todavía un niño y recibió una
educación aristocrática, como correspondía a un miembro de la realeza: adquirió los
conocimientos que lo preparaban para la vida adulta en un calmecac (centro con funciones
de colegio y monasterio). Contrajo matrimonio con Tecuichpo, una de las hijas del
entonces emperador Moctezuma II, que había sucedido a Ahuízotl en el trono.
Cuauhtémoc, nombre que significa «águila que cae», fue un encarnizado enemigo de los
españoles, especialmente después de la matanza perpetrada en Tenochtitlán (el 23 de mayo
de 1520) por el lugarteniente de Hernán Cortés, Pedro de Alvarado. La brutal acción del
capitán español provocó la violenta reacción del pueblo azteca. Exasperados por la
sumisión de Moctezuma II a los españoles, los indígenas apedrearon a su propio
emperador, que murió poco después, y sitiaron a los españoles; bajo la dirección de Cortés,
que había regresado a la ciudad, consiguieron huir de la capital azteca la noche del 30 de
junio al 1 de julio, posteriormente llamada «Noche Triste».
Mientras Hernán Cortés y sus hombres, apoyados por los tlaxcaltecas, se preparaban para
atacar de nuevo Tenochtitlán, la corona azteca recayó en un hermano de Moctezuma II,
Cuitláhuac. Pero Cuitláhuac falleció a los pocos meses, víctima de la epidemia de viruela
que, introducida por los españoles procedentes de Cuba, causaba estragos en los aztecas.
Tras su muerte, la nobleza designó como sucesor en el trono a Cuauhtémoc, que se había
distinguido por su arrojo contra los españoles. Había sido además cacique de Tlatelolco y,
pese a sus 24 años, contaba con una notable experiencia militar.
Después de más de tres meses de sitio, los españoles lograron vencer la tenaz resistencia y
arrasaron la ciudad; sus habitantes recibieron un trato cruel y sus suntuosos templos y
palacios, símbolos de su civilización, fueron destruidos. Cuauhtémoc fue hecho prisionero
el 13 de agosto de 1521, cuando intentaba huir hacia Texcoco.
Desde entonces y hasta el momento de su muerte permaneció cautivo, siendo torturado para
que revelase el lugar donde se ocultaba el tesoro real. Finalmente, ante el temor de que
organizara una nueva rebelión, Cortés llevó consigo a Cuauhtémoc, junto a otros nobles
aztecas, a una expedición al territorio de la actual Honduras. Durante la misma, un tal
Mexicalcingo acusó a Cuauhtémoc de haber participado en una supuesta conspiración, y
fue ahorcado junto con otros aztecas principales.
LAMBARE
En La sierra de la Plata y otros ensayos, Manuel Domínguez tiene palabras muy duras
contra Schmidl. Lo considera un completo farsante con apoyo de copiosos documentos.
Dice: "Comienzo por notar una cosa extraña, pero muy extraña: Ni Oviedo, ni Alvar
Núñez, ni Herrera, ni Ruy Díaz conocen el nombre de Schmidl. Y eso que en la historia del
primero desfila buen número de los conquistadores. En los Comentarios del segundo
tampoco se mienta el nombre del Soldado Alemán, bien que éste estuvo al servicio de
Alvar Núñez ( ) El concierto de los cuatro historiadores en ignorar quién fue Schmidl es
inicio grave del papel poco lucido de este conquistador (...). Salta a la vista que se trata de
un ilustre desconocido". Sin embargo, antes y después de Domínguez, el soldado alemán
influyó en muchos de nuestros historiadores que repitieron, en el caso específico de
Lambaré, su origen legendario. En este punto interviene con mano segura Gustavo Laterza
Rivarola. Nos da una completa y documentada información sobre la Historia de Lambaré
Desde la Colonia hasta nuestros días. Distingue "mitos" de "logos", los separa, los
distancia, y se remanga hasta los codos para adentrarse en los documentos y contarnos sólo
lo que en ellos encuentra. Los vacíos, los llena con perspicacia, con lógica, con deducciones
que no se apartan de los hechos. Su honestidad intelectual no le permite acomodar los
acontecimientos a una postura previamente elegida.
Esta misma integridad hace que Gustavo historiador de raza acometa la empresa de
esclarecer errores, enmendar contradicciones, señalar falencias de reconocidos
historiadores, cuyas palabras suenan fuerte y, por lo mismo, inspiradoras de otros errores
que se reiteran indefinidamente, como el caso del cacique Lambaré, su pueblo y su suelo.
¿Su suelo? Schmidl no especifica dónde estaba ubicado. Al contar "la gran batalla" librada
entre indígenas y conquistadores cuatro mil, los primeros y 300, los segundos el soldado
alemán ubica el escenario guerrero en un lugar alto de la ribera del río Paraguay. A este
respecto, Gustavo Laterza señala: "No establece (Schmidl) el lugar; ni siquiera lo deja
entrever, aunque se supone que el sitio escogido debió estar cercano al poblado karió que
los europeos ocuparon después del combate ". Pero este combate tampoco quedó
registrado en ningún otro documento. Tal vez haya sido alguna escaramuza como la
denomina en otra parte de su relato que el cronista alemán la convirtió en una gran batalla
para darse de héroe y al mismo tiempo alimentar la fantasía de los lectores. El problema es
que hasta hoy se repiten las hazañas del cacique Lambaré.
Es de esperar que este excelente trabajo de Gustavo Laterza acabe con el mito del cacique y
su heroico pueblo.
Gustavo ya ha dado a conocer Historia del municipio de Asunción Desde sus comienzos
hasta nuestros días (1955). Es posible que en la elaboración de este trabajo le naciera la
idea de historiar también Lambaré. Habrá encontrado documentos que echan por tierra la
antigua leyenda del cacique, que, aunque romántica y atractiva, no es tema que un
historiador deba repetirlo.
Por el tiempo que le habrá llevado investigar, deduzco que a Gustavo no le habrá movido
componer esta historia sólo para mediar en el conflicto de los municipios de Asunción y
Lambaré por sus límites. Eso sí, viene a prestar un valioso servicio a quienes buscan la
verdad histórica, que no es la verdad de las leyendas y de los mitos.
GUAYCAYPURO
(Los Teques, actual Venezuela, c. 1530 - Paracotos, 1568) Cacique de los teques, pueblo
aborigen asentado en la actual región de Caracas (Venezuela), que ofreció larga resistencia
a la conquista española en la segunda mitad del siglo XVI. Considerado por la historia de
Venezuela como el mayor símbolo de la bravura e ingenio nativos, desbarató en numerosas
ocasiones los intentos de los conquistadores de someter la región, en la que se habían
descubierto minas de oro.
Guaicaipuro logró formar una poderosa confederación de tribus, con la que se enfrentó a
los españoles por el control del valle de Caracas. Dirigió las operaciones guerreras contra
Pedro de Miranda, a quien obligó a abandonar el territorio. El gobernador de la región,
Pablo Collado, envió para someterlo a Juan Rodríguez Suárez, que consiguió su objetivo.
Sin embargo, poco después, Guaicaipuro encabezó una sublevación indígena que terminó
con la vida de los colonos españoles que explotaban las minas de la zona.
Rodríguez Suárez volvió a dirigir una campaña punitiva contra los teques, en el transcurso
de la cual fundó la villa de San Francisco (1560), antes de morir en combate. Francisco
Fajardo pasó a comandar los efectivos militares españoles. En enero de 1562 Collado envió
una hueste de cien hombres, bajo el mando de Luis de Narváez, para apoyarle, pero fueron
vencidos antes de unirse al grueso de las tropas; los españoles, ante la violencia de los
ataques de los indígenas, se vieron obligados a refugiarse en la isla Margarita.
Collado fue substituido por Bernáldez, pero tampoco éste no pudo socorrer a Fajardo, que
fue derrotado por Guaicaipuro y, posteriormente, asesinado por Alonso Cobos (1564).
Tanto la villa de Collado como la de San Francisco fueron saqueadas por los teques, que
siguieron controlando la región a pesar de las distintas tentativas españolas para
desalojarlos. Pero Guaicaipuro no pudo repetir este éxito contra Diego de Losada en su
intento de apoderarse de la ciudad de Caracas, fundada por el propio Losada, quien
contraatacó y derrotó a Guaicaipuro en el valle de San Pedro, el 25 de marzo de 1567.
Todavía en 1568, Guaicaipuro organizó una nueva confederación de caciques, que fue
derrotada por Pedro Alonso Galeas en la batalla de Maracapana. Después de la derrota
indígena, Losada envió en su busca al alcalde Francisco Infante, quien pudo determinar el
paradero de Guaicaipuro con la ayuda de indígenas aliados de los españoles. Acorralado en
su vivienda, el caudillo teque se enfrentó a sus atacantes, a los que opuso una desesperada
resistencia hasta la muerte.
Alfredo Pérez Guerrero hizo sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Mejía y los
superiores en la Universidad Central del Ecuador. Se casó con Laura Patiño Donoso, quien
le dio años de intensa felicidad, aunque falleció a temprana edad. Poco después de su
deceso se concentró a escribir su obra Sucesión por causa de muerte, que dedicó a la
memoria y recuerdo de Laura.2 Años más tarde, contrajo matrimonio con la señora Raquel
Crespo Mena, a cuyos hijos de primer matrimonio llegó a apreciar y querer como propios.
Fue profesor en el Colegio Nacional Mejía desde 1926 y, de 1931 hasta 1935, ejerció las
funciones de vicerrector del mismo. También fue docente en el Colegio Militar Eloy
Alfaro, del que fue nombrado profesor honorario en noviembre de 1955. Trabajó en el
Municipio de Quito en 1928 y 1929 como consejero y, más tarde, en los años 1958 y 1959,
ejerció las funciones de concejal.
Ingresó a la Universidad Central del Ecuador como profesor de primero y segundo año de
Código Civil en 1936. Intervino con otros intelectuales de izquierda en la preparación del
Código del Trabajo, publicado durante el gobierno del general Alberto Enríquez Gallo. Fue
Procurador General de la Nación desde 1944 hasta 1946; en tal condición integró el
Tribunal de Garantías Constitucionales del cual fue su Presidente por elección interna. De
1947 a 1948 desempeñó el cargo de ministro de Previsión Social, durante el gobierno de
Carlos Julio Arosemena Tola, procurando siempre favorecer a los trabajadores y demás
grupos vulnerables.3
En 1950, fue electo decano de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la
Universidad Central y, al año siguiente, fue elegido rector en medio de una accidentada
votación marcada por la violencia de los partidarios de su principal contendor, Manuel
Agustín Aguirre, en su mayoría miembros de la Federación de Estudiantes Universitarios
del Ecuador, quienes al final se moderaron cuando el doctor Pérez afirmó que tomaría en
cuenta sus peticiones, siempre y cuando estuvieran acorde con su forma de pensar más no
por imposición.
El 23 de octubre de 1966 el doctor Pérez enfermó y padeció intensos dolores, por lo que fue
trasladado a la Clínica Santa Cecilia, donde durante tres semanas de internamiento no se
pudo diagnosticar su mal.6 A pesar de esto, luego de una aparente recuperación los médicos
aconsejaron que volviera a casa, pero al poco tiempo recrudecieron sus padecimientos y
finalmente los médicos decidieron practicar una operación exploratoria, en vista que no
podían diagnosticar su enfermedad. Apenas realizada la operación, el 19 de noviembre, se
descubrió un aneurisma en la aorta que exploto, causando su fallecimiento