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LA DECADA URUGUAYA
DEL 20
EN SU POESIA
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Víctor Cayota
¿7/ 3L
LA DECADA URUGUAYA
DEL 2 0 EN SU POESIA
M o n te v id e o
1991
134322
I a edición, diciembre de 1991
( q\ VICTOR CAYOTA
SARMIENTO 2404, APTO. 502
TELEFONO: 70 60 71
11300 MONTEVIDEO, URUGUAY
DERECHOS RESERVADOS
Víctor Cayota
Octubre de 1991
i
)
Indice
Página
P rólogo..................................................................................................... 7
Introducción............................................................................................. 11
Capítulo II - El Nativismo.............................................................. 37
s sabido que la poesía creada por gauchos sólo se conserva por tradi
2. Juan V. Chiarino - Miguel Saralegui: Detrás de la ciudad. Ed. Impresora Uruguaya S.A.. Montevideo,
1944. Exposición del Dr. Juan A. Escudero en el Congreso Rural de 1906.
3. Ob. cit., Exposición del Dr. Pedro Figari en el mismo Congreso.
4. Barrán - Nahum, Historia Social de las revoluciones de 1897 y 1904. Ed. Banda Oriental. Montevideo,
1972.
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16 VICTOR CAYOTA
15 Lauro Ayestarán. Prólogo a Versos Criollos de E. Regules. Ed. Biblioteca Artigas. Montevideo, 1965.
16 César Aguiar. Uruguay, país de emigración. Ed. Banda Oriental. Montevideo, 1982.
17 Barrán-Nahum: Historia Social de las revoluciones. Ed. Banda Oriental, 1972.
18 Citado por L. Ayestarán en el prólogo a Versos Criollos, ob. cit..
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31 Yamandú Rodríguez. Aires de campo (Décimas). Ed. Luis y Manuel Pérez. 1913.
32 Yamandú Rodríguez. Aires de campo (Décimas). Ed. Luis y Manuel Pérez. 1913.
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35 A. Zum Felde. Proceso intelectual del Uruguay, Tomo II. Ed. Ediciones del Nuevo Mundo. Monte-
video, 1967
36 Federico de Onís. Introducción a la Antología de la poesía española e hispanoamericana. Ed. Centro
de Estudios Históricos, Madrid, 1934.
37 Serafín J. García. Prólogo a Paja Brava. Ed.biblioteca Artigas, Montevideo, 1934.
38 José Pereira Rodríguez. Ensayos, Tomo II. Ed. Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social
Montevideo, 1965.
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68. Citado por José Pereira Rodríguez. Ensayos, Tomo II. Ed. Ministerio de Instrucción Pública y
Previsión Social, Montevideo, 1965.
69. El Viejo Pancho. “Insomnio”, Paja Brava. Ed. cit..
70. El Viejo Pancho. “Caídas”, Ob. cit..
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84. D. Juan Cuveiro Pinol. Diccionario Gallego. Ed. Establecimiento tipográfico de N. Ramírez y C.
Barcelona, 1876.
85. Rosalía de Castro. Ob. cit..
86. Diccionario Gallego. Ed. Cit..
Capítulo II
El Nativismo
87. La Cruz del Sur, Año III - No 18. Julio-Agosto, Montevideo, 1927.
88. Pedro L. Ipuche. Hombres y nombres, ed. Ligu, Montevideo, 1959.
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histórica de arrasar esa floración de papel, y matar a esa fauna literaria de Sud
América. ¡Paso a la vida! Basta ya de la Mitología antigua, de las estatuas y de
los pórticos de Grecia, basta ya de los caballeros, los trovadores, y los castillos
de la Edad Media; basta ya de los abates y las duquesas de Trianón; basta ya
de los pastorcillos, los aldeanos y las églogas de abanico; basta ya de Lutecia,
de Gioconda, de Mil y Una Noches, de Quartier Latin, de mismés, de tri
tones, de góndolas, de mandolinas, de esfinges, de elefantes, de panoplias.
Basta ya de lagos, montañas, prados, aldeas, alquerías, ermitas, bestias y cos
tumbres que no se han vivido. Hay que quemar las marionetas literarias con
que se ha jugado, para infundir el soplo en el barro originario de la vida. Hay
que dejar de mascar el papel impreso de los libros, para nutrirse con los frutos
de la tierra”.89
Silva Valdés, adepto del modernismo en sus comienzos, comprendió que
debía buscar otros caminos: “Creo que el modernismo hay que encararlo
cruzándolo con el nativismo”.90
También el llamado “criollismo” o "tradicionalismo” estaba agotado.
El mismo A. Zum Felde afirmaba; “El Viejo Pancho es, quizás, el único
que ha conseguido en medio de la común hojarasca realizar algunas composi
ciones que, siendo algo más que mero deporte gauchesco entran ya en el
campo de la verdadera poesía".91
En la encuesta citada, el autor de Agita del Tiempo aseguraba que; “Na
tivismo sin renovación, sin antena receptora de los nuevos modos de sentir y
de expresarse sería caer en el error de nuestro viejo criollismo que siempre le
atravesó el pingo a todo lo nuevo”.92
El nativismo, justamente buscaba renovar la poesía uruguaya formando
una nueva corriente que se nutriera de esas dos fuentes, modificándolas.
Si tuviéramos que destacar algunas de sus características esenciales,
señalaríamos dos: su actitud ante el pasado y su concepto de lo nativo. Hay
otros elementos que integran la modalidad nativista, pero no creemos que
sean tan significativos como estos dos.
No creemos que sea determinante para caracterizar la poesía nativista la
lengua en que está escrita. El prologuista de la Selección de Poesías de R.
Risso93 caracteriza a la poesía nativista como aquella “escrita en correcto
idioma castellano sobre temas nativos”. Manteniendo ese criterio, la poesía
de Elias Regules o de Yamandú Rodríguez deberían considerarse nativistas lo
que es un error, pues no participan de los elementos renovadores que aporta
el nativismo, por el contrario mantienen los caracteres más negativos que
89. A. Zum Felde. Crítica de la literatura uruguaya. Ed. M. García, Montevideo, 1921.
90. La Cruz del Sur. Julio-Agosto 1921.
91. A Zum Felde. Crítica de la literatura uruguaya. Ed. citada.
92. F. Silva Valdés. La Cruz del Sur, Julio-Agosto 1921.
93. Domingo Bordoli. Prólogo a Selección de Poesías de R. Risso. Ed. Biblioteca Artigas, Montevideo
1965.
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94. F. Silva Valdés. “Capitán de mis Sombras", “Intemperie”, Ed. Palacio del Libro, Montevideo, 1930.
95. F. Silva Valdés. “La Nazarena”. Agua del tiempo, Poemas Nativos. Ed. Palacio del Libro, Montevideo,
1930.
'I
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102. A. S. Visca. “La poesía de Silva Valdés”. Ed. Biblioteca Nacional. Montevideo, 1975.
103. La Cruz del Sur, Año II, No 15, Noviembre-Diciembre de 1926.
104. F. Silva Valdés. "El Indio”, Agua del Tiempo, Ed. citada.
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y el oro de su pelo
al de nuestra bandera105
Quedan atrás todas las inauténticas invocaciones a una raza uruguaya,
toda resistencia a la fusión de etnias, se mira hacia el futuro, no se fija ca
prichosamente la mirada en el pasado; un ejemplo claro de esta actitud es el
“Canto al hombre esperado”106
“Y serás una flor racial,
y serás una estrella humana
con las puntas conectadas
en la chispa de todas las razas;
y serás el caudal y serás el desagüe
de todos los tipos de sangre
que golpean las venas del mundo.
¡Hombre futuro de América:
eres el esperado!
Por ello nos parece injusta la crítica de Zum Felde; el crítico uruguayo
que, con acertado juicio, había fustigado la artificialidad que dominaba en el
modernismo, como así también la retórica seudo gauchesca, no vio ciertas
facetas interesantes y renovadoras que tenía el nativismo. En efecto, en un
artículo suyo en La Cruz del Sur en el que estudia el Nativismo107 recuerda su
afirmación de que: “A la devoción imitativa de lo extranjero había que oponer
el sentimiento autonómico de lo nativo. Era un movimiento de emancipación
literaria”; pero ahora, “ya cumplió su misión en el movimiento evolutivo de la
línea platense. Su hora de callar ha sonado”. Afirmaciones tan tajantes surgen
de lo que creemos es una confusión: considerar que esa poesía se refería sólo
a lo “gauchesco” y como “el ambiente rioplatense ha dejado definitivamente
de ser gauchesco”, en conclusión: “Basta ya de nativismo. Ha sonado la hora
de nuevas inspiraciones líricas en las que fermente el espíritu del devenir, que
es el sentido de la vida americana”.
Zum Felde restringe equivocadamente los intereses del nativismo a lo
“gauchesco” y no advierte otras realidades que poetiza ni tampoco posibili
dades futuras como las que podemos ver en Silva Valdés y en Ipuche. Más
adelante en el Proceso Intelectual del Uruguay, sostendrá algo distinto cuando
diga: “...ya que cabe perfectamente el concepto de un nativismo urbano y
moderno...”; ésta es la posición justa y no aquella.
La realidad nativa es compleja, está integrada por lo urbano y lo rural,
como aparece claramente en “Tragedia dulce” de Ipuche:
105. F. Silva Valdés. "Hombres rubios de nuestros campos”. Poemas Nativos. Ed. Agencia General de
librerías y publicaciones, Montevideo, 1925.
106. F. Silva Valdés. “Canto al hombre esperado”. Intemperie, Ed. citada.
107. La Cruz del Sur, Año II, No 15. Noviembre-Diciembre de 1926.
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el tono de sus poemas; este tono, entre compadrón y perezoso, áspero y triste
al par, trasunto de la manera típica criolla, es mucho más esencial, en cuanto
al carácter, que ese pintoresco abuso del lenguaje gauchesco con que otros
habían querido, en vano, disimular la contextura falazmente retórica de sus
versos”.114 Más adelante va a resaltar el uso que hace el poeta de “los modis
mos constructivos del lenguaje llano y familiar, propio del Río de la Plata”.
Es decir que el tono y el lenguaje no son la copia o caricatura de lo
gauchesco, sino que expresan lo criollo en forma esencial, de manera que no
se circunscriben a lo gauchesco, sino que abarcan un espectro cultural más
amplio.
El comprender la verdadera ubicación histórico-cultural de la realidad
campesina y urbana que canta es lo que le da a su poesía esa autenticidad tan
ausente de otros escritores que pretendieron hacer poesía nacional. No da,
por supuesto, una visión total de la vida urbana y campesina; curiosamente
muestra algunos aspectos dolorosos de la vida ciudadana pero no de la vida
rural. Es obvio que no podemos exigir que los poetas canten todo lo que
compone una realidad determinada, lo que podemos exigir es que lo hagan
con autenticidad, es decir, sin retóricas falseadoras usadas para ocultar esa
realidad.
La naturaleza, tan poco frecuentada por el llamado criollismo aparece en
la poesía nativista: árboles, ríos, senderos, etc., son fuentes de inspiración
reiterada que nos acercan a lo nacional de una manera más auténtica que las
declamatorias expresiones de tanto poeta seudo gauchesco.
Muchos son los ejemplos con que podríamos ilustrar esta afirmación;
daremos sólo dos:
“A un río” de Silva Valdés:
“Río
condenado a jadear como los pechos;
condenado a pasar como las horas;
arteria que conduce la sangre del ocaso
al corazón sediento de la tierra,
y se ciñe al paisaje
como a un ramo de flores una cinta.”
“Río que en sus ondas
ritma el vaivén del tiempo,
y es como una bandera que flameara
a lo largo, a lo largo de las patrias”115
y “El sendero”:
114. A. Zum Felde. Proceso intelectual del Uruguay. Ed. Del Nuevo Mundo, Montevideo, 1961.
115. F. Silva Valdés. “A un río”, Ob. cit.
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118. P. L. Ipuche. “La Pajarera Nativa”, Engarces. Ed. Zapicán, Montevideo, 1940.
119. P. L. Ipuche. “El Biguá”, Ob. cit..
120. P. L. Ipuche. Hombres y Nombres. Ed. Imp. Ligu. Montevideo, 1959.
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Julio Morenza escribe sobre Ipuche: “Querría verlo curado de ese misti
cismo aborigen, de ese panteísmo nativista, de ese gauchismo enrevesado y
metafísico”.122
El juicio que es apasionado y despectivo, demuestra un conocimiento
superficial de la obra que juzga al atribuirle genéricamente características que
distan mucho de ser las únicas; muchas veces el poeta proclama su “gauchismo
cósmico” pero muchas veces no le es fiel. Además se trasluce en el crítico el
error de despreciar el intento de ahondar en lo nativo, de encararlo con un
criterio distinto, personal, tratando de proyectarse a lo universal desde el
mundo en el que el poeta vive.
Otra cosa es reconocer que propósitos tan ambiciosos no siempre logran
obtener buenos resultados poéticos.
Silva Valdés recibe una crítica que podríamos decir se encuentra en el
polo opuesto de la que se le hacía a Ipuche. En efecto, Zum Felde afirma: “El
nativismo de Silva Valdés puede hablar a la conciencia del hombre platense,
•pero sólo en su condición geográfica de tal; no habla, sin embargo, a la con
ciencia del hombre universal -espiritual- que hay dentro del otro, y cuya enti
dad es más profunda”.123
La crítica es inexacta, pues Silva Valdés ubicado en la “condición geo
gráfica” “del hombre platense” habla, muchas veces, a partir de ella a la
conciencia del hombre universal; así lo hace, por ejemplo, cuando testimonia
el transcurrir del tiempo al contemplar el rancho o el puñal, o cuando se
refiere a la relación del hombre con su pasado en “Capitán de mis sombras” o
en “Los Centinelas”. Por supuesto que lo hace a partir de su circunstancia
como lo hacía por ejemplo, Jorge Manrique a partir de la suya. Además al
hombre universal se le puede hablar también de la peripecia del vivir como lo
hace en “Canto al hombre esperado”, y no sólo de la peripecia de la concien
cia.
Emilio Frugoni comprende la intención del nativismo: “Un gran poeta
uruguayo, F. Silva Valdés, acaso inspirándose en estos conceptos que he venido
vertiendo desde hace años en algunos artículos y reaccionando contra un
‘nativismo’ de simple tradición y adorno, ha expresado en dos felices versos
preceptistas esta idea de un arte nacional con alma abierta, como un par de
brazos amigos, a las contribuciones y dictados de la vida nueva.
Recibir cosas gringas con los brazos abiertos y en un abrazo estrecho
dejarlas acriolladas. Pero algunas precisiones críticas: “El arte ‘nativista’ suele
dar la impresión de que sus cultores se hallan encantados de haber descu
bierto de pronto un objeto precioso -el terruño, con sus costumbres y sus
paisajes- que les llena la mente de imágenes y les permite adherir a su arte el
o menos esquemáticas, pero sin violentar los términos podemos decir que
Oribe también escribe poemas nativistas; lo que no quiere decir, por supuesto,
que toda su poesía sea nativista. La dificultad para identificar adecuadamente
esa poesía como nativista nace de la confusión conceptual alrededor del término
que ya hemos analizado suficientemente.
Su evolución literaria es similar a la de Silva Valdés: abandono del mo
dernismo obsoleto buscando una poesía auténtica en sus temas y en sus for
mas expresivas.
La presencia del campo de Cerro Largo, de la ciudad de Meló, de Santa
Lucía, en algunos casos es explícita, en otros, implícita; pero aparece de man
era notoria en su poesía entre 1915 y 1930.
Es inevitable dar algunos ejemplos que no pretenden ser exhaustivos,
pero que ilustran nuestra afirmación: Ya en El nardo del ánfora (1915), usando
el soneto, escribe “La leyenda de las Amazonas” y otros temas americanos,
pero también son motivo de sus poemas el domador y el hondero, referidos a
lo nativo.
El potro, sacudiendo las crines con bravura
dirigió la cabeza hacia el confín del cielo,
y en un ágil galope, mostró la contextura
plástica de los músculos y el delicado pelo127
Y en el caso de “El Hondero”, el personaje se individualiza con mucha
mayor precisión no sólo porque se dan algunos rasgos concretos sino también
porque se le relaciona con la niñez del autor:
Era aindiado y calmoso. Se dió todo al pampero
con su tórax desnudo en atlética ofrenda.128
127. Emilio Oribe. "El nardo del ánfora”. 2a. ed. seleccionada. Montevideo, Agencia General de Librería
y Publicaciones, 1926.
128. E. Oribe. Ob. cit..
129. E. Oribe. Ob. cit..
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Ahora,
130. E. Oribe. Ob. cit..
131. E. Oribe, “Cantar de Eternidad", El halconero astral y otros cantos, Ed. Citada.
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si en la noche
me recojo en mí mismo,
para escuchar las voces elegidas,
y descifrar los himnos más perfectos
de un interior abismo de armonías,
no puedo concretar ningún acorde,
ah, ni una nota musical a veces,
ni un cantar fácil,
y entonces pasan horas terribles para el alma;
en que sólo oye subir de lo más hondo,
algo sin contornos,
grave... continuo... abrumador... lejano...
como el ruido de los postes telefónicos.132
La presencia de lo nativo no se encuentra solamente en esta etapa de su
producción sino que, con las variantes del casos, también se encuentra en
ocasiones en La Colina del Pájaro Rojo y aún en La Transfiguración de lo
Corpóreo. En el primer libro, la presencia de Santa Lucía donde vivió, es
concreta y reiterada y allí hay poemas dedicados a Justino Zavala Muniz y
Fernán Silva Valdés, escritores nativistas; en el que dedica a éste, con remi
niscencias manriqueñas, sigue el andar de los guijarros cuyo destino final es
dramático, quizás como lo es el del hombre
Después de tanta dicha
dónde vais a parar.
¡Ciegas, y dando tumbos,
por el fondo del mar!133
En este poema aparecen los payadores, los paisanos a los que llama va
queros; troperos, cantos nacionales y ranchos. Justamente es “el pájaro rojo”
el que nuevamente lo incita:
Estabas despertando
en mí la americana poesía134
Es de destacar cómo el paisaje nacional está presente en estos dos libros,
de manera muy especial en la suave ondulación de sus colinas.
Resulta claro como el poeta se nutre de la naturaleza autóctona coinci
diendo con el planteo del nativismo; lo hace sin caer en lo superficialmente
descriptivo y sin inventar un paisaje artificial. Un ejemplo es el hermoso
poema “El canto de las colinas”:
El espacio y la luz
y la línea curva.
La tristeza del último gaucho
en la llanura.
El cencerro es flor sonora.
El balido del rebaño,
arco de invisible puente
traza, cóncavo, alargado
Sólo las largas curvas
de las colinas
Ni lo estable del genio clásico
Ni el mármol, ni la casa granítica
Ni la llama eterna
pudo, una vez, arder.
Sólo han pesado los vientos, los potros,
y el hombre loco y cruel.
Las largas curvas
de las colinas.
Virginidad de las verdes láminas
aún no escritas.135
No es éste el paisaje bucólico modernista de Julio Herrera y Reissig ni la
referencia circunstancial a la naturaleza de la poesía gauchesca.
No puede negarse que este poema parte de una experiencia del paisaje
uruguayo que el autor vive y mira de acuerdo con sus categorías de intelectual
formado en la tradición cultural euro-occidental, pero éstas no lo esterilizan
impidiéndole ver el mundo que lo rodea, valorizarlo y convertirlo en objeto
de su poesía.
Tampoco el paisaje lo aprisiona y le impide ver más allá, sino que se
convierte en el provocador de reflexiones que trascienden lo inmediato y lo
concreto. Por ello no creemos que puedan separarse tan tajantemente como
lo hace Zum Felde, los “estados de alma”, de “las cosas mismas” que, en esta
poesía como en tantas otras, se entremezclan sutilmente.
El agua al correr, poco dice.
El viento, algo sólo a veces.
No obstante: ¡alegrémonos!
¡Todo estará por decirse o hacerse!
Mas si el poeta viene y canta
o eleva en las sombras su lámpara,
manos, hoy, por todas partes
se la apagan.
ver un gaucho y antojársele que tuito ha’e ser ruido de espuelas; rebencazo
en el mostrador; “tomo y obligo”; tajo porque sí; puñalada porque no; aire
retador y vivir alzao, cuando no esperando que llueva y viendo llover! ... Al
menos, ya que medio responde “al crédito” que se tiene ganao (por cuenta
agena (sic), dejuramente se han de figurar -en cuanto se pone a templar la
guitarra- que ya está a largarse a balar como borrego extraviáo, pa cantar
penas y malas jugadas de mujer... (¡Como si esas cosas fuesen pa andarlas
diciendo!). Pero, ¿de ande haberán sacao que el gaucho no puede pensar en
cosas de fundamento?”145
La influencia de Elias Regules, de El Viejo Pancho había ido más allá del
libro, había “intérpretes que en escenarios y micrófonos” se convertían “en
cómplices de la impostura”.146
Las referencias a una clase de poesía seudo gauchesca son claras, justas, y
resumen los lugares comunes que la dominaban mostrando una imagen este
reotipada del gaucho.
En otra ocasión, en una carta se refiere al nativismo sin comprenderlo
realmente: “Tampoco el neo-criollismo de mi viejo amigo Silva Valdés que
Ud. cita. No le encuentro sentido a esa expresión; no debo analizar la ideo
logía que parecería condensarse en ella; sin esconder por eso, mi divergencia
con el modo de ver, de entender y de realizar, en lo que para mí es inteligible,
hasta siendo contradictorio (valga para el caso, Intemperie)”.147 El, por su
parte, intenta elaborar, más o menos confusamente, en muchos artículos y
cartas, una teoría de su actitud poética y, fundamentalmente, de lo gauchesco.
Parte de la base de la importancia decisiva de lo gauchesco en la formación de
nuestra nacionalidad. “No sé si lo gauchesco será para nosotros, la única
fuente de inspiración tradicionalista, pero sí que es raíz y tronco de nuestro
pueblo, estirpe de nación”.148Y más adelante: “Sin el pasado esta Patria no es
nuestra. Y sin el gaucho, no hay pasado”.
En su afirmación pasa del plano literario al histórico y cae en error por su
actitud excesivamente parcial; nadie puede, razonablemente, negar la enorme
importancia de lo gauchesco en la conformación de nuestra estirpe nacional,
pero no pueden desconocerse otras raíces que confluyen con lo gauchesco en
esa conformación; es claro, además, que el tronco de nuestro pueblo va cre
ciendo y fortaleciéndose a lo largo de la historia con el aporte de múltiples
influencias y con la propia evolución de lo gauchesco. Es cierto que para
nuestra patria como para cualquier otra, el pasado es un elemento constitu-
145. RomildoRisso. "Vi’adentrar”, Ñandubay. Ed. Comisión de Cultura Tradicionalista del Ríode la Plata,
Bs. Aires-Montevideo, 1944.
146. R. Risso. Lo gauchesco en la cultura nacionalista. Comisión de Cultura Tradicionalista del Río de la
Plata, Buenos Aires-Montevideo, 1937.
» 147. R. Risso. “El sentido de la poesía gauchesca”, Hombres. Ed. Comisión de Cultura Tradicionalista del
Río de la Plata, Bs. Aires-Montevideo, 1944.
148. R. Risso. “El sentido de la poesía gauchesca”, Ob. cit.. „
134322
60 VICTOR CAYOTA
Es lástima que, como otros poetas, Romildo Risso no haya visto otras
tragedias que había sufrido y sufría el gaucho y el paisano y que debían
tenerse en cuenta para dar una imagen completa del habitante de nuestra
campaña.
Emilio Frugoni reconoce el papel histórico desempeñado por lo que él
llama el criollismo poético pues sus cultores fueron “quienes primero se em
peñaron en extraer de la tierra nativa la sustancia palpitante de sus versos,
balbuceados en la misma lengua silvestre y pintoresca de los gauchos para
mejor traducir los aspectos verbales de la realidad psicológica y a veces social
(ahí está Martín Fierro) que quería reflejar fielmente”. Queda claro que lo
que él llama “criollismo poético” no abarca la seudo poesía gauchesca. Esta
blece luego una diferenciación entre el criollismo que pinta al gaucho, es
realista y que casi no nos pinta el paisaje y la poesía de Zorrilla y Roxlo “que
no hicieron criollismo volvieron los ojos hacia la naturaleza nativa; pero los
apartaron de la vida real de su tiempo y lugar”.160
Destaca la importancia de la función que cumplieron esos poetas: “La ola
del modernismo apagó de la poesía nacional los bichitos de luz con que en la
producción de poetas como los citados salía a mirarnos el paisaje y a ratos el
alma pretérita del terruño”.161
Curiosamente, Frugoni hace lo mismo que, de alguna manera, reprocha a
Zorrilla y a Roxlo: vuelca la mirada sobre la naturaleza nativa ignorando “la
vida real de su tiempo y lugar”.
Es cierto que él reivindica ser el iniciador de la poesía nativista dándole
un contenido social específico al ver en las cosas de nuestra campaña “...más
que el sentido pintoresco aprovechable para la imagen visual o sensual en
aquellos cuadros regionales, el aspecto y el alcance social e histórico de docu
mentos humanos en que un poeta ‘civil’ debía hallar vena inagotable”.162
Como prueba cita dos poemas publicados en 1912 en la revista argentina
Fray Mocho que junto con otros poemas pensó en publicar en un libro cuyo
título habría de ser Gleba Gaucha.
Pero estos intentos no cuajaron en la década del 20, en una obra que
continuara ese generoso impulso inicial.
Los primeros poemas se refieren al título del libro:163
Bichitos de luz, bichitos de lu z-
cosquillas de sol en la carne
de la noche azul.
160. Emilio Frugoni. “Una cuestión de poca monta”, La Cruz el Sur. agosto de 1926, año II, No 13.
# 161. E. Frugoni. Artículo citado.
162. E. Frugoni. Artículo citado.
163. E. Frugoni. Bichitos de Luz. Ed. Apolo, Montevideo, sin fecha.
66 VICTOR CAYOTA
pa no darme trabajo
y se pegó a mi cuerpo
al andar del caballo
mesmo como una china
querendona, paisanos...166
La cita es larga pero es ilustrativa de una modalidad poética que, sorpren
dentemente, es comparable en su precariedad a manifestaciones del seudo
gauchismo. Pero más sorprendente resulta si nosotros esperábamos una po
esía que reflejara la verdadera realidad campesina; y no deja de ser curioso
que escriba estos poemas entre la publicación de Poemas Montevideanos y La
Epopeya de la Ciudad.
Hay dos temas que son característicos de la poesía de Frugoni el social y
el ciudadano, específicamente referidos a Montevideo. Los dos aparecen, a
veces, unidos; por razones de método en ocasiones deberemos separarlos arti
ficialmente. En este capítulo nos referiremos a la poesía sobre Montevideo.
Hemos visto cómo Zum Felde, rectificándose, llega a reconocer, precisa
mente con motivo de la poesía de Frugoni, la existencia de “un nativismo
urbano y moderno”; el nativismo, en efecto, según el planteo de Silva Valdés,
debe ser moderno y puede ser urbano, pues comprende toda la realidad del
país. El mismo crítico afirma que “Frugoni intenta realizar una obra hasta
entonces inédita en nuestra lírica: la poesía de la ciudad, y más precisamente
la poesía de Montevideo”.167 '\
No podemos decir que sea inédita pues hay poetas anteriores a Frugoni
y contemporáneos del líder socialista que escriben poemas referidos a Mon
tevideo (Vasseur, Mendilaharsu, Ipuche, etc.), pero fueron poesías aisladas,
no existía una obra que presentara a la ciudad en sus diversos aspectos como
lo hace la obra de Frugoni. En ella aparecen los barrios (Villa Muñoz, Paso
del Molino, la Villa del Cerro, etc.), los lugares característicos de la ciudad
(Plaza Constitución, el Cementerio Central, el Puerto, etc.), los aspectos típi
cos (los conventillos, el patio, etc.), los lugares de trabajo (fábricas, escuelas,
etc.), los trabajadores (el motorman, pescadores, etc.).
La actitud de ignorar la ciudad y sus habitantes como motivo de poesía se
había mantenido por largo tiempo en la poesía uruguaya, salvo las excepciones
señaladas. Predominaba de una manera casi absoluta una poesía volcada a la
subjetividad, a trasmitir la experiencia personal, el conflicto interior, la mo
dernista exquisitez; la poesía cuando miraba al exterior veía sólo la campaña y
sus pobladores reales o imaginarios.
No puede extrañarnos la atención que presta a la ciudad; lo extraño,
justamente era lo otro: que se le prestara tan poca atención a ese mundo
168. E. Verhaeren: “La ville”, Les campagnes hailucinées. Ed. Mercure de France, París, MCMXIII.
169. E. Frugoni. “Definición”, Poemas Montevideanos. Ed. Claridad, Buenos Aires, sin techa.
70 VICTOR CAYOTA
170. E. Frugoni. “El canto de los barrios pobres”, La Epopeya de la Ciudad”. Ed. Maximino García,
Montevideo, MCMXXVII.
171. E. Frugoni. “El canto del motor aéreo”, Ob. cit..
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 71
189. Gervasio Guillot. Prólogo a Cinq poémes négres. Ed. Aux Editions de la Cruz del Sur, Montevideo,
1921.
190. Ildefonso Pereda Valdés. "Los Tambores de los Negros”, Raza Negra, Ed. del periódico negro La
Vanguardia, Montevideo, 1929.
191. I. Pereda Valdés. “Caserío de Negros”, Ob. cit..
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 79
el señó de casa
promete compiar
traje con botones
para ser un groom192
Y en alguna poesía se entrelazan las dos líneas señaladas:
Dos negros con dos guitarras
tocan y cantan llorando
Tienen labios de alboroto
Echan chispas por los ojos.
La cuchilla de sus dientes
corta el canto en dos pedazos
Melancolía de los negros
como copa de Ginebra!193
Su interés por el negro no se reduce al negro uruguayo, así aparece en
Raza Negra la “Canción del picapedrero” que es un tema negro norteameri
cano o “Tristezas de la tabla de lavar” en el que se aubica en una “oíd
plantation”, cuyo estribillo es “de una canción norteamericana que cantan las
lavanderas negras”; también traduce “Cantos Africanos”, así los llama, supo
nemos que del francés.
Los logros alcanzados son modestos; si Pereda Valdés hubiera sido más
constante en su propósito de escribir una poesía sobre el negro quizás los
resultados hubieran sido otros. De cualquier manera tiene el indudable mérito
de haber convertido en personaje literario al negro.
No puede negarse el mérito de haber llamado la atención sobre él y su
cultura, aunque la muestra de la misma manera que la sociedad lo ve: como
un grupo social agregado, exógeno. Grupo al que se ha reducido a vivir en un
ghetto cultural y social, desconociendo hechos tan reales como su integración
étnica a través de las uniones con blancos y de su activa participación en las
luchas independentistas y en las guerras civiles. No puede negarse que esta
poesía es nativista pues encara un tema que es parte de nuestra realidad;
podríamos decir que corrobora nuestra afirmación ei que publique un Can
cionero Afro-Montevideano al final de Raza Negra.
»
192. I. Pereda Valdés. "Canción de Cuna", Ob. cit..
193. I. Pereda Valdés. "La guitarra de los negros”, del libro del mismo nombre, editorial citada.
80 VICTOR CAYOTA
El camino,
de hierros deslucidos, como un puñal mohoso,
funde las puntas entre su vaina de álamos...203204
Hay claros ecos modernistas en su poesía pero la naturaleza contemplada
y su reflexión forman parte de una circunstancia aldeana muy concreta:
Pensar... sentir y ser todo
una emoción inconstante
como una loca marea
sin reposo..; (sic)
En “Relente” escribe:
Como un hervor unánime
llega el croar ambiguo de las ranas,
desde atrás del silencio,
vago de fatigadas lejanías...
Y en las pestañas del alero tiembla,
una gota de llanto del espacio...205
Juan José Morosoli participa con su libro “Balbuceos” donde el poema
“Yo” es, a su manera, una “Poética”:
Ignoro los cenáculos y los ismos de moda
que manda la ciudad, las sierras y los bosques
defienden el camino de un pueblo...
Me he detenido al borde de las nuevas estéticas
con asombrado estupor de lugareño...
203. Julio Casas Araújo. "Atardecer poblano”, Bajo la misma sombra. Ed. citada.
204. Julio Casas Araújo. “Voz de soledad”, Ob. cit..
205. Julio Casas Araújo. "Relente”, Ob. cit..
206. Juan José Morosoli. “Yo”, Bajo la misma sombra, Ed. citada.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 85
deja lugar, en otro poema a una modesta visión del cerro Arequita:
Aunque es esclavo de su cimiento,
funambulesco, paradojal
da una impresión de movimiento
colosal.
(¡Salve, oh cerro violento
de la fuente imperial!)211
Y nos queda resonando la dolorida pregunta de “Plaza del lugar”, que es
un resumen dramático y sincero de su visión del pueblo:
Por momentos, parece que se intenta buscar, sin tener muy clara concien
cia de ello, medios expresivos propios de lo lugareño, diferenciados de lo
campesino y de las corrientes literarias más prestigiosas. Vimos el poema
“Poética” de Morosoli, donde este intento se explícita claramente.
Estos poetas que hemos analizado no son continuadores o imitadores de
“El Viejo Pancho” o de Elias Regules; todos intentan un camino distinto al
del viejo criollismo y al del tradicionalismo seudo-gauchesco. Hemos señalado
la disparidad de los resultados, que, en general, son muy modestos y prescindibles
como poesía, pero no puede desconocerse el intento que, con distintos en
foques, realizan estos autores.
Esta clase de poesía tenía repercusión popular fundamentalmente por
medio de la trasmisión oral que contaba en esa época, con un nuevo y pode
roso medio de propagación: la radio; había audiciones radiales dedicadas
exclusivamente a trasmitir poesía campera. Pero no era menos importante la
difusión escrita; como ejemplo podemos decir que Ñandubay tuvo seis edi
ciones y que la primera edición de “El Agregao” de Cuadri que era de un mil
ejemplares se agotó en dos meses y fue reeditada por Barreiro y Ramos; Silva
Valdés tuvo un similar éxito editorial.
Había un público naturalmente predispuesto a escucharlas y repetirlas;
los que habían emigrado del campo a la ciudad e idealizaban el pasado rural
desde su “exilio” montevideano; si los sumamos a los que la entendían como
una reafirmación auténtica de lo nacional, podemos concluir que su populari
dad era grande. De allí el mérito de quienes no buscaron una fácil populari
dad, o no se agregaron a la lista de los adocenados, e intentaron nuevas
formas de adentrarse en el país real tratando de encontrar otros rumbos para
la expresión poética.
No podemos afirmar que poetas posteriores hayan tenido en cuenta esos
intentos cuando realizaron experiencias similares, pero es indudable que el
antecedente existe.
Guillermo Cuadri se ubica en una posición intermedia entre los seudo-
gauchescos y los nativistas. Curioso personaje minuano que bien puede ser
una síntesis de amplios sectores de uruguayos de la época; no hay más que
revisar su biografía para comprobarlo.
Hijo de padre suizo y de madre uruguaya, su bisabuelo fue herido en
Sarandí; desempeñó variados oficios: zapatero, cigarrero, albañil, etc. y cul
minó su vida de trabajo en 1930 entrando como funcionario en la Caja de
Jubilaciones. Batllista, escribe en diarios nacionalistas y sus lecturas son un
mosaico que incluye la Biblia como libro de cabecera, filósofos griegos e
hindúes, obras teosóficas, Buda, Maeterlinck, Flammarión. Llega a ser du
rante un tiempo adepto del espiritismo.214
214. José Pereira Rodríguez. Datos extraídos de Entre Vulcano y las Musas, de Waldemar Cuadri. Ed.
Artecolor Impresora, Montevideo, 1979.
88 VICTOR CAYOTA
215.. Santos Garrido. “Picanaso”, El agregao, Ed. Casa Barreiro y Ramos S.A., Montevideo, 1928.
216. Santos Garrido. “Caña”, Ob. cit..
217. Santos Garrido. “Espuelaso”, Ob. cit..
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 89
»
218. Guillermo Cuadri. Ob. cit..
Capítulo III
219. Julio Estavillo. “El canto de los anocheceres”, Trovas de la cachimba, Ed. Ministerio de Instrucción
Pública, Montevideo, 1927.
220. Julio Estavillo. “Trovas a la caña”, Ob. cit..
92 VICTOR CAYOTA
cho” y a Silva Valdés, a los que de alguna manera une, a pesar de sus diferen
cias poéticas.
Ernesto Silveira publica en 1929, Tientos121 libro en el que se aprecia la
imitación sin calidad de “El Viejo Pancho”. Allí están los temas, repetidos
hasta el cansancio, de la traición de la china, la añoranza de la juventud y la
reticencia ante la evolución del campo y la presencia del extranjero, añorando
la ausencia del criollo:
“de pura laya y güeno como aqueyos
de vincha, chiripá y bota de potro”22122
La misma presentación de un pasado mejor,con desprecio por el presente
es manejada por B. Firpo y Firpo en Simarrón, cuyo prólogo, según hemos
visto, está escrito por Elias Regules. En anteriores épocas, los hombres no
eran “chambones” y sus hábitos de vida eran sinónimo de guapeza y de habili
dad; por ello le dice a su interlocutur que, cuando:,
“Sepás lonjiar, sobar y usar bota e ’potro...
te vení a buscar gurí, mis nasarenas! ...223
Esta valorización del pasado alcanza también a lo político que no admite
cambios:
Bien podés seguir bandiao,
por los míos no hay apuro,
aquí somos blanco puro
o más puro colorao;
que ser ansina es honrao,
y ansí la historia s’escribe;
con Rivera o con Oribe,
ya venimo del pasao.224
Alguna vez aparece una nota diferente que sorprende y que resulta más
auténtica que el resto:
Si una vida en un segundo,
se pierde en la nada!
La diversidad poética
Preludio
231. Alberto Zum Felde. D e Verhaeren a Walt Witman (sic). Año I, Vol. I, Agosto 1927.
232. A. Zum Felde. Proceso intelectual del Uruguay. Ed. citada.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 97
233. A Rama. Rubén Darío y el modernismo. Ed. Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1970.
234. A Rama. Ob. cit..
235. Rubén Darío. "Palabras Luminares”, Prosas Profanas. Ed. Espasa Cal pe Argentina S.A , Bs. A res-
México, 1945.
236. A Rama. Ob. cit..
98 VICTOR CAYOTA
La diversidad poética
'R-ascendencia - Tiempo - Muerte
237. Manuel de Castro. Las estancias espirituales. Prólogo de Alberto Zum Felde. Ed. O. M. Bertani,
Montevideo, 1919.
100 VICTOR CAYOTA
238. E. Oribe. “Los rosales del mito”, El castillo interior, 2a. ed., Imp. Renacimiento, Montevideo, 1926.
239. E. Oribe. “La estrella y el grano de trigo”. La colina del pájaro rojo. Ed. Agencia General de Librerías
y publicaciones, Montevideo, 1925.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 101
240. P. L. Ipuche. Prólogo a Canción del Canto Sufriente. Ed. Peña Hnos., s/f..
242. P. L. Ipuche. Ob. cit..
243. H. Bordoli: “La poesía de María Adela Bonavita”, El Ciudadano, 8 de mayo de 1957, Año I, N o 28.
244. María A. Bonavita. “Patria mía”, Canción del Canto Sufriente”, Ed. Peña Hnos., s/f..
N 245. P. L. Ipuche. Ob. cit..
246. M. A. Bonavita. “La Vida y la Muerte”, Ob. cit..
247. M. A. Bonavita. “¡Tú!...”, Ob. cit..
102 VICTOR CAYOTA
“La dulce patria lejaha” reaparece aquí en “el Nido perdido de tu Mano”
que nos trasmite la idea de origen y protección.
Además de tener esa significación, la Mano simboliza una fuerza segura y
providencial que rige el viaje sin pausa de la Tierra, es decir de la vida; así lo
vemos en el sombrío poema “Hacia el puerto de Luz” en el que también
aparecen símbolos antes analizados.
¡Tierra!...
¡Buque Negro de Dios
que navegas por el Mar del Espacio!...
Viajas
anidado en el Laberinto de las Curvas
misteriosas.
Viajas
girando bajo la Mano de la Línea Infinita
y Milagrosa
¡Viajas
por el Camino del Amor y el Dolor
sin Angulos
donde encontrar un Descanso!”251
Ipuche intenta recordar poetas que pueden haber influido en la poetisa
de S. José; cita a Novalis, Wordsworth, a otros poetas ingleses, a Sabat, a Poe;
de este último es del único que aparece un testimonio claro de influencia en
un poema, “La hermana del Cuervo” que, además dedica a su memoria.
Rastrear influencias en este caso como en otros, es tarea engorrosa y
quizás inútil; muchos autores han de haber dejado huellas en espíritu tan
sensible; pero esta poesía no surge como reflejo de otros poemas sino como
consecuencia directa de vivencias que pocas veces aparecen en nuestra litera
tura con tanta fuerza y autenticidad. No son reacciones circunstanciales sino
que impregnan casi toda su poesía inclusive cuando escribe “El Bichito de
luz” o “El Misterio de la Hortensia”.
No hay aquí rastros del Modernismo ni en sus instrumentos expresivos ni
en las características de su experiencia religiosa: no hay lucha de la espirituali
dad contra la sensualidad ni búsqueda de respuestas emotivas a racionales
angustias metafísicas, sino la trasmisión directa de conmociones vividas inten
samente. No estamos ante la duda o el elegante, aunque dramático, escepti
cismo modernista; esta poesía es la expresión sin afeites del ansioso intento
de recuperar una tierra perdida que no es de este mundo.
Una comparación con María E. Vaz Ferreira, por ejemplo, nos muestra
claramente la diferencia de la experiencia, en las características de la angustia,
en la manera de trasmitirlas.
No creemos que sea relevante el dato que da su hermano sobre la enfer
medad nerviosa que sufría de adolescente; primero, por lo genérico de la
afirmación que puede referirse a trastorno circunstanciales y segundo, porque
el conjunto de su poesía excluye toda hipótesis de irracionalidad patológica.
Aun cuando la poesía que escribe V. Basso Maglio tiene sentido religio
so, se diferencia claramente de la que escribe María A. Bonavita. Si em
pezamos a analizarla de afuera hacia adentro, deberemos decir primero, que
su calidad formal y su elaborado lenguaje poético contrastan con el descuido y
la espontaneidad de la autora de la Canción del Canto sufriente; en Basso
están presentes los recuerdos modernistas en el alejandrino y en la lujosa
ornamentación. Además su poesía que aparece firmemente controlada por
una razón vigilante, se aleja de los estallidos angustiados de María Adela
Bonavita; pero también en su poesía, el símbolo es un componente básico.
En su ensayo La expresión heroica afirma: “El potente simboliza ¡crea! -
el impotente compara porque la comparación se hace siempre sobre la condi
ción fugaz del objeto” ...252
Y contradiciendo a Ortega y Gasset afirma que el “literato” que quiere
imponer su apego realista dirá equivocadamente “que la imagen, la expresión
pura del arte es la deshumanización del objeto”. Por el contrario, cree que lo
esencialmente humano, y el arte tiene que serlo, “no puede estar en la cer
cana domesticidad del objeto” sino que aparecerá en “esa claridad difícil que
es la claridad profunda que mantiene la potencia infinita, libertadora y cándida
de los símbolos”.253
Basso aparece como un seguidor del simbolismo histórico por su con
cepción de la expresión poética.
A Zum Felde duda sobre la verdadera intención de la poesía simbolista
de Basso: “Un rasgo singular en este poeta es su amor y su invocación cons
tante a los psalmos de David y a las sentencias de profetas bíblicos, quienes
probablemente lo seducen más en sus formas estéticas que por su contenido
religioso, pues católico no era, y cristiano liberal muy relativamente. Sin em
bargo, no puede negarse que en el fondo de su conciencia, el sentido religioso
de los psalmos tuviese alguna oscura resonancia intuitiva”.254
Aparece en este juicio la limitación ya señalada de no admitir la posibili
dad de la existencia de una poesía que demuestre una profunda preocupación
trascendente sin adscribirse a una religión determinada.
252. V. Basso Maglio. La expresión heroica. Ed. Biblioteca Alfar, Montevideo, 1928.
253. V. Basso Maglio. Ob. cit..
254. A Zum Felde. Proceso intelectual del Uruguay. Ed. citada.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 105
como “de aquél que pretende describir una especie de atomismo ilusorio y
remoto de la expresión espiritual. Ni vulgarizadores ni estetas!”.261
Que no ha sido un vulgarizador es evidente, pero ha llevado el esteti
cismo a extremos que resultaron, según nuestra opinión, negativos para un
poeta que muestra, en muchos momentos, que pudo ser una de las voces
líricas más importantes de nuestra poesía.
Esther de Cáceres es quizá la poetisa más frecuentemente nombrada
cuando se habla de poesía religiosa en el Uruguay; personalidad por muchas
razones rica, influyó intelectualmente con su cristianismo profundo en distin
tos ámbitos de la vida nacional.
Su primer libro, Las ínsulas extrañas, alude desde el título a la experien
cia mística y más concretamente a San Juan de la Cruz; es conocida la estrofa
del místico español que pertenece al Cántico Espiritual:
Mi amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos;
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos.262
Los poemas de Esther de Cáceres van pautando a grandes rasgos, las
etapas del proceso místico; es así como aparecen las duras etapas de la Noche
activa del sentido y la noche activa y pasiva del espíritu, según las denomina el
místico español
He de estar con las venas vacías
Muda, sola, serena;
Quietas las manos, ojos cerrados,
Dura la piedra...
Palabra de Dios
La música del aire
Gracia de Dios
Mi corazón y el cielo264
Pero la poetisa no pretende haber vivido la misma experiencia que el
monje carmelita ni “tampoco, salvo alguna expresión aislada, imitar su len
guaje”; ella vive una conversión religiosa profunda no un éxtasis místico y eso
es lo que poetiza. Como otros poetas de la época, huye de los refinamientos
modernistas, buscando en la sencillez el camino para su poesía; pero no siempre
una honda experiencia humana puede ser convertida en poesía profunda.
Con anterioridad a este libro de E. de Cáceres había aparecido en 1927,
Diálogo de las luces perdidas de Sarah Bollo, con prólogo de Juana de Ibar-
bourou. En este prólogo se emiten algunas apreciaciones poco precisas y en
algunos aspectos equivocadas. Se descubre, por ejemplo, un “Marcado sabor
orientalista en el sentido teosófico y casi hermético de sus poemas”.265 No
encontramos tal cosa, sino una poesía de inspiración cristiana aunque en una
línea distinta a la de Esther de Cáceres. No asistimos a un proceso de per
feccionamiento religioso sino a una búsqueda del Dios protector, liberador de
la angustia más que del Dios transformador de la vida:
En “Nocturno” clama:
... en mi casa desierta
hay un alma que llora por tí, mi Salvador266
y en “Destino”, al enfrentar la angustia que le produce la vida, dice:
iré siempre bajo el astro de Dios267.
Su poesía está cargada de metáforas muchas veces reiterativas y con de
sarrollos poco coherentes; el hermetismo al que recurre, en ocasiones, es
ingenuo y pobre. Paga también tributo a una superficial influencia moder
nista; por momentos resuenan, en sus poemas, ecos becquerianos.
Pero, no hay una influencia notoriamente dominante en una poetisa que
hace gala en sus citas de muy diversas lecturas.
Pereda Valdés se siente abrasado por el amor divino:
Que este amor por lo divino
es la cruz de mi destino
quemazón de juventud;268
264. E. de Cáceres. Poema XX, Ob. cit..
265. Sarah Bollo. Diálogo de las luces perdidas. Prólogo de Juana de Ibarbourou. Ed. Barreiro y Ramos,
Montevideo, 1927.
266. Sarah Bollo. “Nocturno”, Ob. cit..
267. Sarah Bollo. “Destino”, Ob. cit..
268. I. Pereda Valdés. La Casa Iluminada. Ed. Los Nuevos, Montevideo, 1920.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 109
amor que no trae tranquilidad y serenidad sino que se parece al “fuego del
dolor”.
Hay una búsqueda de la paz y felicidad no conseguidas, un temor al
mundo en su compleja realidad la que se simplifica en una visión maniquea.
Señor, yo no soy malo pero el mundo es perverso
tiene acíbar la vida, mucho más que dulzor,
por la armonía del Cosmos, por la armonía del verso,
tú que hiciste milagros: ¡líbrame del dolor!269
Su compañero de la revista Los Nuevos, Federico Morador, reduce su
religiosidad a una confesión franca y superficial:
Soy un nuevo cruzado, católico y romántico...
Comprobamos que los impulsos renovadores que los dos poetas sostenían
desde la revista Los Nuevos no sólo no se concretaban en “poesía nueva” sino
que naufragaban en una obra sin calidad; no era suficiente superar la influen
cia modernista para escribir buenos poemas; Pereda Valdés en este período
conseguirá, en otros momentos, resultados algo mejores.
Caso especial y significativo es el de E. Casaravilla Lemos; en él, como en
ningún otro poeta de la época, aparece dramáticamente el conflicto entre la
fe y el descreimiento, entre la atracción del placer y el intento de superarlo.
Es un claro ejemplo de un hombre de educación religiosa que se enfrenta a
un desgarramiento interior vivido en el plano intelectual y vital.
No es un místico, ni un dionisíaco ni un filósofo, en contra de lo que
afirma algún crítico; es simplemente un hombre conmovido por una lucha
interior incesante que no suprime artificialmente con el compromiso fácil de
una fe tradicional o con el dócil sometimiento al erotismo dominador.
Esa problemática estaba en el Modernismo pero no nace ni muere con él;
por ello en el caso de Casaravilla no lo tomamos, como el determinante de su
conflicto que no nos parece sólo un resabio modernista o verlainiano, aunque
no desconozcamos la influencia que ambas corrientes ejercieron sobre su
poesía. Ese desgarramiento interior aparece claramente en “La luz sin límites”
donde dice de Dios:
¡Es la vida!... La albergan las linfas luminosas
y los fangos. ¡Besemos las llagas y las rosas!
¡Es la vida!... Las frondas cantan ¡resuenan los
ríos! giran los Orbes; ¡circula y canta D ios!...
Quizá habita en la espuma, más fugaz que nosotros
Y en la Esfinge sin muerte, que verá venir otros...
Me llaman
a su gracia pálida
las bodas del cielo
- Pero yo amo la Tierra
Me llaman las altas estrellas
- Pero las mujeres cubren con una roja llama,
/toda la tierra!274
En “Oración del Huerto” escribirá:
Arboles de pureza,
solos; oscuros, quietos.
Alto cielo celeste.
El espíritu llama, abierto en resplandores!
Cielo profundo, eterno!...
Como para que adore Jesús, y tiemble y ore...275
Se siente la doble atracción del Cielo y la Tierra, las dos llaman con la
misma fuerza, una ofreciendo su realidad apasionada, el otro su misteriosa
existencia. Temblor de la pasión y temblor del misterio, búsqueda de una
serenidad no lograda.
Como decíamos, el conflicto de Casaravilla se da en dos niveles distintos:
en el de la creencia y en el de la conducta; no siempre aparecen vinculados en
la poesía, no sabemos si siempre estuvieron vinculados en su conciencia o si
hubo momentos en los que existieron alternativamente.
En el Libro III de Las Formas Desnudas se manifiestan algunas de las
lecturas que lo atrajeron: Renán con su Vida de Jesús y Nietzsche al que
define como “un esfuerzo desesperado de amor hacia la tierra y hacia el
mundo, tomados como inocencia ilimitada y de afirmativa devoción, más que
lograda sobrehumanamente ejercitada en su espíritu, al Estilo instintivo, trágico
de la festividad vital”.276 Es difícil saber hasta donde el filósofo alemán lo
influyó; no lo sigue en su proclamación de la muerte de Dios ni toma su
despectiva actitud ante lo religioso, pero quizás sus ideas resquebrajaron lo
que había sido la religiosidad tradicional de su juventud.
Su declaración de fe la encontramos en el mismo texto: “Creo en un
sentimiento de Dios, aun cuando dudo de la Realidad de Dios, de la Verdad
de Dios, que dispone del individuo y la multitud, de la parte y del todo (dudas
que a veces aparecen en el círculo humano de esta consideración: es tan
inexplicable, que exista Dios, como que no exista”).277 Es la misma posición
que, en última instancia, surge de su poesía.
274. E. Casaravilla Lemos. “Versos Terrenos”, Las Formas Desnudas. Ed. Impresora Germano Uruguaya,
Montevideo, 1930.
275. E. Casaravilla. “Oración del Huerto”, Ob. cit..
276. E. Casaravilla. "Libro III”, Ob. cit..
277. E. Casaravilla. Ob. cit..
112 VICTOR CAYOTA
278. E. Frugoni. Prólogos Selección de Poeslasde Julio R. Mendilaharsu. Ed. Renacimiento, Montevideo,
1926.
279. J. R. Mendilaharsu. "Navidad” (1915), La Cisterna. Ed. Talleres Gráficos de Barreiro y Ramos,
Montevideo, 1919.
280. J. R. Mendilaharsu. "El Secreto", Voz de Vida. Ed. Impresora Uruguaya S.A., Montevideo, 2a. Ed.
193***, la. Ed. 1923.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 113
281. Juan Parra del Riego. Prosa. Ed. Biblioteca de Cultura Uruguaya, Montevideo, 1943.
282. Juan Parra del Riego. Ob. cit..
283. Luisa Luisi. “Alma mfa te mueres de seriedad”, Inquietud. Ed. Cooperativa Editorial Pegaso,
Montevideo, 1921.
284. Juan Fagetti. Pueblo Chico. Ed. Diario Moderno, Paysandú, Uruguay, sin fecha.
114 VICTOR CAYOTA
304. Alvaro Vasseur. “La canción del rebelde", Cantos Augúrales. Ed. O. M. Bertani, Montevideo, 1904.
305- C. Sabat. “La lírica de Vasseur”, Poesías. Edición especial de la revista Letras, Montevideo, 1933.
306. Alvaro Vasseur. “Miraje cósmico”, Hacia el gran silencio. Ed. Claudio García, Montevideo, 1924.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 119
307. Emilio Frugoni. “Los baldes del cielo”, Poemas Montevideanos. Ed. Maximino García, Montevideo,
1927.
308. O. Fernández Ríos. “Hombres Libres”. Horizontes de Luz. Ed. Claridad, Bs. Aires, s/íecha.
120 VICTOR CAYOTA
la aniquilación del cuerpo, del fluido vital que lo anima. Diríamos que es una
actitud de rechazo físico más que una prevención intelectual.
Así vemos que proclama su desenfado ante la muerte en “Rebelde”:
Caronte: yo seré un escándalo en tu barca,
Mientras los otros hombres recen, giman o lloren
Y bajo tu mirada de siniestro patriarca
Las tímidas y tristes, en bajo acento, oren,
Yo iré como una alondra, cantando por el río,
Y elevaré en tu barca un perfume salvaje
E irradiaré en las ondas del arroyo sombrío
como una azul linterna que alumbrara en el viaje.311
Pero en “Laceria”, la idea de la muerte aparece sin atenuantes y en toda
su dramaticidad destructiva:
No codicies mi boca. Mi boca es de ceniza
Y es un hueco sonido de campanas mi risa.
No me oprimas las manos. Son de polvo mis manos,
y al estrecharlas tocas comidas de gusanos.
Retomando la antigua tradición bíblica sintetiza su idea de la fugacidad
de la vida en el último verso:
Bien tómame. ¡Oh Laceria!
¡Polvo que busca el polvo sin sentir la miseria!312
En una actitud inusual en ella degrada el cuerpo capaz del goce sensual,
viéndolo en un doloroso adelanto del tiempo, convertido en polvo.
En “Carne Inmortal” también confesaba su angustia:
“Yo le tengo horror a la muerte”313
la que era superada por la idea de una inmortalidad panteísta que sobreven
drá cuando el cuerpo se convierta en:
Abono de raíces,
Savia que subirá por tallos frescos,
Arbol alto que acaso centuplique
Mi mermada estatura.314
Sabat Ercasty trata esta temática en algunos de sus poemas; en el tema de
la muerte, del transcurrir del tiempo se nota la influencia modernista no en
las maneras expresivas sino en lo temático y conceptual.
311 Juana de Ibarbourou. “Rebelde”, Las lenguas de diamante, Ed. M. García, Montevideo, 1923.
312. Juana de Ibarbourou. “Laceria”, Ob. cit..
313. Juana de Ibarbourou. “Carne inmortal”, Raíz Salvaje. Ed. M. García, Montevideo, 1924.
314. Juana de Ibarbourou. "Carne inmortal", Ob. cit..
122 VICTOR CAYOTA
Y piensa que también por encima de la vida misma pues se siente “sen
tada y muda al borde de la vida”.318
315. C. Sabat. “Poema XXVIII”, Poemas del hombre. Libro del Tiempo. Ed. Talleres de la Escuela
Industrial N o 1, Montevideo, MCMXXI.
316. Luisa Luisi. “Poemas de la inmovilidad”, Canciones al sol, Ed. Cervantes, Barcelona, 1926.
317. Luisa Luisi. “Inmovilidad”, Ob. cit..
318. Luisa Luisi. “Yo soy la piedra inmóvil”, Ob. cit..
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 123
323. Humberto Zarrilli. “Trigonología”, Libro de Imágenes. Ed. Imp. El Siglo Ilustrado, Montevideo, 1928.
324. Humberto Zarrilli. “El viento sin memoria”, Ed. citada.
325. Carlos Rodríguez Pintos. “Un canto de vida”, Ob. cit..
326. Carlos Rodríguez Pintos, Ob. cit..
Capítulo VI
La diversidad poética
Amor - Erotismo
335. Carlos Sabal. "Poema LX, Los Adioses. Montevideo, MXMXXIX, s/editorial.
336. A. Zum Felde. Proceso Intelectual del Uruguay, Ed. citada.
337. E. Casaravilla. “Estremecimientodel recuerdo”, Las Formas Desnudas, Ed. Imp. Germano Uruguaya,
Montevideo, 1930.
338. Enrique Casaravilla. “Sarah”, Ed. Las Formas Desnudas, Ob. cit.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 129
339. Roberto Ibáñez. “Mi viaje por el mundo de tus ojos”, Ob. cil..
340. Juan Cunha. -V- El pájaro que vino por la noche. Ed. Albatros, Montevideo, 1929.
341. O. Fernández Ríos. “Así te quiero". Horizontes de Luz, Ed. Maucci Hermanos e Hijos, Bs. Aires,
Maucci Hermanos, México. José López Rodríguez - Habana, s/Techa.
130 VICTOR CAYOTA
Muchachita geométrica:
seremos dos circunferencias concéntricas
rayadas de deseos por el mundo.342
La desmitificación de una poesía amoroso-retórica o conflictual, la logra
Ortiz Saralegui por medio del humorismo ultraísta.
El amor y el sexo cantados no sólo como experiencias personales sino
como hechos sociales aparecen en dos enfoques distintos en Frugoni y en A.
M. Ferreiro.
La mirada que Frugoni extiende sobre la ciudad se detiene también en las
parejas que formaban parte de una modalidad ciudadana de vivir el amor.
Cierro los ojos y creo
ver colgar de tus balcones
como brazos sacudidos
por frenéticos temblores
las medievales escalas
que usaba el amor de entonces...
Montevideo, te vuelves
r¡ Verona todas las noches.343
Pero es Ferreiro el que en su peculiar estilo ultraísta y burlón, en un
mediocre poema, encara el sexo vivido en la prostitución.
En “Light-House-Bar”, el marinero dice:
Yo estoy cansado del mar. También estoy cansado
de los senos de las mujeres públicas.
El mar me cansa más que las mujeres.
342. Ortiz Saralegui. “Poema de la muchacha geométrica", Palacio Salvo. Ed. Barreiro y Ramos, Monte
video, s/fecha.
343. E. Frugoni. “La hora del amor”, Poemas Montevideanos. Ed. Claridad, Bs. Aires, s/fecha.
344. Alfredo M. Ferreiro. “Light-House-Bar”, Ob. cit..
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 131
2
Capítulo VII
La diversidad poética
La Poesía Social y Política
345. Angel Falco, “Gorkiana”. Cantos Rojos (1904-1908). Ed. Solidaridad, s/Techa.
134 VICTOR CAYOTA
350. Luisa Luisi. “A las ciudades de América”, Inquietud. Ed. Cooperativa Editorial Pegaso, Montevideo,
1922.
136 VICTOR CAYOTA
351. Juan Cunha. -X- El pájaro que vino de la noche. Ed. Albatros, Montevideo, 1929.
352. Juan Cunha. -X-, Ob. cit..
353. E. Frugoni. “El alma de la ciudad”, Poemas Montevideanos. Ed. Claridad, Bs. Aires, s/fecha.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 137
354. E. Frugoni. “El canto de la urbe moderna”, La epopeya de la ciudad. Ed. Maximino García,
Montevideo, 1921.
355. E. Casaravilla. “En las calles llenas de invenciones", Ob. cit..
356. E. Casaravilla. Ob. cit..
138 VICTOR CAYOTA
357. N. Fusco Sansone. "Las piernas triunfantes”, La trompeta de las voces alegres. Ed. Agencia General
de Librería y Publicaciones, Montevideo, 1925.
358. N. Fusco Sansone. “Canto a la madre campesina”, Ob. cit..
359. C. Rodríguez Pintos. “La fiesta de los ojos”, “El sol, el mar y yo” (1920-1922), Camposecreto. Ed.
Emecé, Bs. Aires, 1961.
360. C. Rodríguez Pintos. Ob. cit..
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 139
361. Julio J. Casal. “Ha llovido...”, Humildad”, Ed. de Juan Pareyo, Madrid, 1921.
362. Marta E. Muñoz. “Canta el Cañaveral”, Horas Mías. Ed. Casa Barreiro y Ramos S.A., Montevideo,
MCMXXIV.
363. Alfredo M. Ferreiro. “Campo abierto”, El hombre que se comió un autobús. Ed. citada.
140 VICTOR CAYOTA
364. Alfredo M. Ferreiro. “Poema ultra rápido de la liebre arisca”. Ob. cit..
365. Alfredo M. Ferreiro. "Buenos Aires”, Ob. cit..
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 141
366. J. D ’Elía - A. Miraldi: Historia del movimiento obrero del Uruguay. Ed. Banda Oriental, Montevideo,
1984.
367. Ovidio Fernández Ríos, "Batlle”, Horizontes de Luz, Ed. citada.
142 VICTOR CAYOTA
y sentir la epifanía
orgánica del lirismo
como apostrofe violento hacia cualquier tiranía,
hacia cualquier despotismo
en medio de soledades hostiles al histrionismo
en el corazón grabada la palabra Rebeldía370
Los resultados son tan pobres como en el caso de la política nacional;
debemos tener en cuenta que la Primera Guerra Mundial había conmovido
profundamente a los intelectuales uruguayos, pero esa conmoción no se re
fleja en la poesía. Lo mismo sucede con América y sus problemas a pesar de
que estuvieron muy presentes en la década del 20 uruguayo; revisando las
revistas, se puede^calibrar la preocupación de la intelectualidad uruguaya por
368. E. Casaravilla. “Oda Civil” Democracia, Las Formas Desnudas. Ed. Impresora Germano Uruguaya,
Montevideo, 1930.
369. Julio R. Mendilaharsu. "Los acorazados", Voz de Vida. Ed. Imp. Uruguaya, 1933.
370. J. R. Mendilaharsu. “Rebeldía”, Ob. cit..
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 143
La diversidad poética
El Poeta y la Poesía
Esperad todavía.
El bestial elemento se solaza
en el odio a la sacra poesía
y se arroja baldón de raza a raza,
La insurrección de abajo
tiende a los Excelentes
El caníbal codicia su tasajo
con roja encía y afilados dientes.380
Esta concepción del poeta no proviene de la cultura grecolatina en la que
se le verá detinado a cumplir una función sagrada desde que estaba inspirado
por las Musas o por Apolo; surge de la concepción romántica que lo veía
como un ser dotado de características peculiares, distintas y superiores al
resto de los hombres y que, por lo tanto, debía cumplir una función especial
generalmente incomprendida por los demás. Esta convicción se extiende más
380. Rubén Darío, -IX- Cantos de Vida y Esperanza, Ed. Espasa-Calpe Argentina S.A., Bs. Aires, 1959.
148 VICTOR CAYOTA
381. Charles Baudelaire. L’Albatros, Les Fleurs du Mal, Ed. Gamier Fréres, París, 1961.
382. C. Sabat Ercasty. “El Arbol”, Pantheos, Ed. citada.
383. C. Sabat Ercasty. “Al poeta que viene”, Ob. cit..
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 149
»
384. E. Oribe. "El canto de la inteligencia”, El Halconero Astral y otros Cantos. Ed. citada.
385. E. Oribe. “El canto de las colinas”, La Colinda del Pájaro Rojo. Ed. citada.
Conclusiones
L
variada pero esta variedad no excluye la existencia de elementos comu
nes que la caracterizan globalmente. En cuanto a la abundancia de
producción poética algunos críticos de la época la atribuyen a causas
muy concretas. Estas nos resultan excesivamente simplificadoras de un fenómeno
muy complejo que hay que estudiar con más detención y compararlo con la
situación de otros países para evitar conclusiones apresuradas.
Debemos aclarar, antes de progresar en el análisis, que la poesía que
hemos estudiado no es toda la poesía del período. Sin juzgar calidades, debe
mos tener presente que hay textos escritos para la música popular como así
también una poesía no escrita que se canta o se dice, fundamentalmente, en
la campaña y en el suburbio. Hemos trabajado, pues, sólo con un sector de la
poesía: la escrita por autores letrados, cuya instrucción no tiene un origen
único ni tiene el mismo nivel de calidad. Toda esta poesía es un producto
urbano, podríamos decir con más precisión que, en la mayoría de los casos, es
un producto capitalino. Y esto a pesar de que muchos de los poetas son
nacidos en el interior; pero, salvo excepciones, vienen a vivir a Montevideo y
vuelven sólo ocasionalmente a su lugar de origen.
El carácter capitalino de la mayoría de esta poesía importa por las conno
taciones socio culturales que implica. Es un lugar común destacar el carácter
sustancialmente europeo de la cultura uruguaya pero encontrábamos en el 20
y, también hoy, zonas rurales, suburbanas y pueblos en los que, por influencia
de tradiciones y de costumbres vernáculas y su mezcla con las que provenían
del Viejo Continente se crearon modalidades culturales diferenciadas de las
prevalecientes en las zonas céntricas de Montevideo. Pero en éstas, lo eu
ropeo era indudablemente preponderante y sucedió que los que llegaron a la
capital desde el interior desarrollaron y profundizaron lo que había de eu
ropeo en su cultura y, en general, fueron relegando, algunos lentamente y
otros abruptamente el, muchas veces, escaso bagaje vernáculo que traían de
sus lugares de origen. Aunque lo conservaran, aparecía como un aspecto
secundario, subordinado totalmente a la cultura euro-capitalina. Además to
dos, los nativos de Montevideo y los provenientes del interior, desatendieron
en general otras modalidades culturales populares y suburbanas en las que se
entremezclaban los aportes de la migración campesina interna y de la inmi
gración europea y africana, voluntaria, la primera, obligada por los traficantes
de esclavos, la segunda.
152 VICTOR CAYOTA
386. Alfredo M. Ferreiro, en La Cruz del Sur, enero 1929, año V, No 21, Montevideo.
387. Alfredo M. Ferreiro, Ob. cit..
388. En octubre de 1926 aparece anunciada en La Cruz del Sur una conferencia que dictarla Marínetti en
el Teatro Artigas sobre "J. Laforgue y el futurismo integral”.
389. A. Zum Felde. “D e Verhaeren a Walt Witman” (sic), La Pluma, Año I, vol. I, agosto de 1922.
154 VICTOR CAYOTA
las palabras cinema, motor, caballos de fuerza, radio, jazz-band, avión, tele
grafía sin hilos y en general de todas las voces de la ciencia e industrias
contemporáneas, no importa que el léxico corresponda o no a una sensibili
dad nueva... Pero no hay que olvidar que esta no es poesía nueva ni antigua ni
nada".3*6
Coincidentes con estas afirmaciones son las de Vicente Huidobro que en
sus Manifestes expresa: “Si yo canto el avión con la estética de Víctor Hugo
seré tan viejo como él y si canto el amor con una estética nueva seré nuevo.
Iíl motivo no tiene ninguna importancia para la modernización o vejez de una
obra".3’7 Y con respecto al surrealismo dirá: “Me parece que el surrealismo
actual no es más que el violoncelo del Psicoanálisis”.3963798
No cabe duda, entonces, que las nuevas propuestas literarias no sólo eran
conocidas sino que eran discutidas; por lo tanto, si no se aceptaron como
modelos a seguir fue porque hubo una expresa decisión de no hacerlo; no
hubo tampoco un retraso en su aceptación como había sucedido otras veces,
pues no se adoptaron ni en esa década ni más adelante.
Aunque no creemos, por lo menos con respecto al Uruguay, que existiera
“un fondo de pasiones y sentimientos primitivos”, como dice Frugoni, en es
cala muy diferente a los que existían en determinados ámbitos de Europa, la
realidad social, económica y cultural era distinta a aquélla en la que habían
nacido y se habían desarrollado las nuevas y revolucionarias corrientes del
Viejo Continente.
La experiencia brutal de la guerra del 14 y de las conmociones político-
sociales anteriores y posteriores a ella, la Revolución del 17, el advenimiento
del fascismo, eran fenómenos de repercusión universal pero que llegaban muy
amortiguados a la tranquila ciudad platense. Las conmociones ideológicas
provocadas por el marxismo y el sicoanálisis no habían llegado a inquietar
profundamente a los intelectuales uruguayos.
En el medio intelectual y, específicamente, entre los poetas no tuvieron
ascendiente las figuras y las posiciones de Primo de Rivera y de Mussolini.
Como excepción encontramos algún escritor que se entusiasma con la
obra o la personalidad de estos dos líderes totalitarios.
El desarrollo industrial que iba en aumento, y el crecimiento de las
grandes ciudades, con todas las consecuencias sociales y económicas que aca
rreaban, eran fenómenos incipientes en el Uruguay, donde el Palacio Salvo
era el signo más destacado de la modernidad. Según los datos que transcribe
Henry Finch, el 60% de los 7.681 establecimientos industriales registrados
396. Prosa de Parra del Riego. Prólogo de Manuel de Castro. Ed. Biblioteca de Cultura Uruguaya,
Montevideo, 1943.
397. Vicente Huidobro. Manifestes, citado en Teoría del Creacionismo, de Antonio de Undunaga. Ed.
Aguilar, Madrid, 1957.
398. Ibid..
156 VICTOR CAYOTA
por el censo industrial de 1929 había sido fundado después de 1921, pero “en
1930 el promedio de empresas todavía tenía menos de nueve obreros”.3”
En cuanto a la población “en ningún período de este siglo, aun incluyendo
la corriente inmigratoria, la tasa total de crecimiento alcanzó el nivel del
2.88% registrada para América Latina en los años 60”.39400
Hubo una actitud general de no plegarse mecánicamente a una respuesta
poética que surgía de un ámbito distinto con problemas distintos; es una
diferencia con la adopción indiscriminada de modelos que había sido, con
alguna excepción, la norma en la literatura uruguaya.
Esto no significaba ignorar la literatura europea, diríamos mejor occiden-
lal, en su conjunto, sino leerla desde uña posición de independencia, con
conciencia de que si bien los puntos de partida tenían similitudes también
tenían diferencias importantes que debían generar una literatura distinta. En
esta lectura de lo europeo, la literatura española había tenido siempre impor
tancia pero había ido siendo desplazada casi totalmente por la influencia
francesa, aun cuando, como es sabido, Rubén Darío la conociera bien y la
citara.
España había comenzado a vivir una renovación literaria desde la
generación del 98 en adelante; ecos de Machado, quizás del neopopulismo
lorquiano, de la generación del 27, se escuchan a veces en la poesía de la
época, pero son escasos. Hemos comprobado más de una vez que muchos
poetas de la década del 20 tenían presente la literatura española, en especial
la del Renacimiento y la del Barroco.401 La presencia de lo español se advertía
no sólo en el conocimiento de los poetas sino también en el de la teoría
literaria, como vimos en el caso de Ortega y, podemos agregar, en el de
Eugenio D ’Ors quien por esa época visitó el Uruguay y alternó con poetas y
pintores.
Lo que España estaba haciendo significaba una ruptura con la mediocri
dad y la rutina de seguir caminos abiertos por otros y eso sucedía en una
cultura que usaba nuestra propia lengua lo que hacía más obvias las posibili
dades literarias que ésta tenía, demostradas también por la enorme riqueza de
la literatura de los siglos de oro.
No son ajenos a la atención prestada a España, los hechos políticos que
sucedían en México y otros países del centro de América, que estaban su
friendo los embates de la política de expansionismo imperial de Estados Unidos.
La pérdida de Cuba a fines del siglo anterior, su reflejo en España, el
atropello que sufrían países del Continente que pertenecían a una comunidad
399. Henry Finch. Historia económica del Uruguay contemporáneo. Ed. Banda Oriental, Montevideo,
1980.
400. Ibid..
401. Emilio Oribe escribe un artículo sobre Góngora en La Cruz del Sur en 1927 confluyendo con la nueva
valoración de la poesía que hacen los escritores españoles de la generación del 27.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 157
402. J. Zorrilla de San Martín. El Sermón de la Paz. Ed. Biblioteca Artigas, Montevideo, 1978.
403. A.Zum Felde, Estética del 900, Ed. citada.
404. Arturo Ardao. La filosofía del Uruguay en el siglo XX.Ed. F.C.E., México-Bs. Aires.
405. Ibid..
158 VICTOR CAYOTA
ción y de fobia cabe distinguir: 1°) Los Nativistas que trabajan en una poesía
de arrabal y del campo, del indio y del gringo tales como aparecen y se
realizan en el Río de la Plata. 2°) Los que han ahondado un “gauchismo
cósmico’ vinculado con el pensamiento platónico, con la calidad pitagórica y
con el Oriente esotérico.
El grupo que afirma la realidad estética del siglo XX (aparentemente
europeizante y que nunca ha desaprobado la legitimidad de la consciencia
americana) y desconfía de la tradición”.
Y resume en una síntesis final: “Los primeros quieren la diferenciación
de América; los segundos buscan la diferenciación del siglo XX”.**
El juicio está lleno de inexactitudes y de apreciaciones erróneas. Según
hemos podido ver, en los auténticos nativistas no existía fobia antieuropea y
el mismo crítico lo demuestra cuando, en una clara referencia a Ipuche, nati-
vista, habla de la vinculación con el platonismo y el pitagorismo, típicas expre
siones de la filosofía griega.
La síntesis final encierra una falsa oposición entre la diferenciación del
siglo XX y la diferenciación de América. Hemos visto que, según nuestra
opinión, se intentaba, por la mayoría de los poetas, con mayor o menor clari
dad, una diferenciación del siglo XX americano uniendo los dos aspectos: el
espacial y el temporal sin caer en mimetismos empobrecedores pero sin des
conocer que el mundo y, por lo tanto, la poesía, cambiaban.
Es conveniente, luego del estudio analítico que hemos hecho, tener una
visión global de las orientaciones de la poesía en la década.
Según nuestra opinión, podemos distinguir tres grandes grupos de poesía:
no decimos de poetas porque la obra de muchos de ellos, por su variedad,
debe ser incluida en más de un grupo.
Queremos aclarar previamente que a toda esta poesía, cualquiera sea el
grupo que integre, la consideramos poesía nacional; y esto lo afirmamos no
sólo con respecto a la poesía de este período sino a toda la poesía escrita en
español por autores uruguayos, en el país. La escrita en español en el ex
tranjero por uruguayos ofrece otros problemas que deben ser analizados en
cada caso para pronunciarse con certeza.
No se debe confundir el concepto de nativo con el de nacional. Puede
haber una literatura que ignore en su temática y en su forma lo nativo, que
dependa de escuelas extranjeras, que las imite, no por ello deja de ser nacional,
pues es manifestación de un sector que forma parte de la nación, ya sea
mayoría o minoría y que pone en evidencia la aceptación de determinadas
pautas culturales las que pueden ser, inclusive, negativas. Esa literatura que
es un hecho nacional y puede ser de excelente calidad, está expresando una
opción asumida por un grupo de personas, y no puede ignorarse su existencia
408. Gervasio Guillot Muñoz, en La Cruz del Sur, Año II, No 14, octubre de 1926.
160 VICTOR CAYOTA
poema que podía ser breve; esto no se hizo e inclusive es excepcional la re
flexión lírica sobre tan dramáticos sucesos.
El tercer grupo en que hemos dividido la poesía del 20 abarca una muy
amplia gama de temas y enfoques provocados por, o referidos al mundo exte
rior o interior del poeta, sin que se establezcan vinculaciones específicas con
el medio en el que el poeta vive o ha vivido.
Los criterios que hemos establecido con respecto a la relación con la
poesía europea son especialmente válidos en este grupo.
Se ha destacado la importancia que tiene en la poesía del 20 la “relación
del yo y el cosmos”, l o que es cierto para muchos poemas pero no para toda
la poesía del 20, según surge del estudio anterior. El análisis introspectivo es
motivo fundamental en la poesía del período como también la preocupación
por lo trascendente planteada de muy diversas maneras y desde distintas
perspectivas pero no podemos dejar de tener en cuenta, también, los hechos
y circunstancias cotidianas que aparecen muy especialmente en la poesía
nativista.
Lo que indudablemente resulta como dominante, en los poemas y temas
más diversos, es el papel del yo del poeta. Un crítico señala que era una
poesía panyoísta, lo que es cierto. Las causas de este hecho pueden ser muchas
y variadas; siempre resulta atractivo pero muchas veces, falsamente simplifica-
dor, dar una única y rotunda explicación.
No puede desconocerse la incidencia de los precedentes poéticos de la
literatura europea y americana que influyen en el país desde el Romanticismo
hasta el Modernismo pasando por los poetas simbolistas, a los que hay que
agregar la señalada influencia de Whitman.
En otro plano debemos recordar que el liberalismo dominante en
amplios sectores políticos, sociales y culturales había impregnado de indivi
dualismo la vida de la sociedad uruguaya. Es evidente que el ámbito en el que
ese individualismo podía exacerbarse era el de la poesía lírica. Creemos que
así sucedió.
Confluyen, pues, la actitud que prevalecía en la literatura que predo
minaba en el mundo y la que predominaba en los sectores dirigentes del país.
Pero reconocer la influencia que esa actitud tuvo en la poesía no significa
que la concepción político-social del liberalismo fuera asumida totalmente
por los poetas del 20 que se mueven en niveles que no exigen definiciones en
ese terreno.
La debilidad de la poesía social y política del período no es producto, en
general, de una actitud conservadora sino, como hemos dicho, de una con
cepción sobre lo literario que existía antes del avance liberal en el mundo y
409. Jorge Albistur. “Un exceso sumiso”, en El Día, 26 del X al XI de 1985. Montevideo.
LA DECADA URUGUAYA DEL 20 EN SU POESIA 163
410. Jorge Albistur “La gravedad y la gracia", en La Semana (El Día), 21 de setiembre de 1985.
411. Alberto Methol Ferré. “La generación del Centenario”, Marcha , No 1.006,29 de abril de 1960.
412. Nocompartimos la referencia al Centenario, que proviene de Zum Felde, para referirse a esta llamada
generación. Creemos que tiende a confundir y a relacionarla con un fenómeno que no la caracteriza.
■
>
REALIZACION
GRAFICA
de
Fcuj
FUNDACION DE CULTURA
UNIVERSITARIA
Impreso en
GRAFISERVICES.R.L.
25 de Mayo 736 - Montevideo
a
Décadas, centurias, milenios son medidas pequeñas en el transcurrir
del hombre en su historia; pero en décadas, centurias, milenios, a
veces en días, en horas, se producen hechos decisivos, se inician o
culminan procesos de enorme im portancia que van más allá d e la
m edida de tiem po en la que se encierran.
La poesía no apare ce hoy en día con el protagonismo que tuvo en
otras épocas, pero muchas veces tiene una incidencia que no
sospechamos, que no percibimos y en el 20 esa presencia es
indudable e influyente. La d é c a d a del 20 y más, la cultura d e la
é p o c a no puede comprenderse cabalm ente sin analizar su poesía.
Eso es lo que intenta hacer el autor de este libro escrito en m edio
de las com plejas peripecias de una vida d e d ic a d a a la cultura
entendida en su más am plio sentido. Para preocupación de los
lectores, según él afirma, no es el único libro que tiene escrito.