Manual Cristianismo Practico
Manual Cristianismo Practico
Manual Cristianismo Practico
CRISTIANISMO
PRÁCTICO
TEMARIO GENERAL
INTRODUCCIÓN - EL PROBLEMA DEL HOMBRE
Cristianismo Práctico | 3
INTRODUCCIÓN
- EL PROBLEMA
DEL HOMBRE
¿Cómo es una vida cristiana práctica? ¿Realmente es posible vivirla? ¿No es acaso el están-
dar, ético, moral y espiritual que marca la Biblia demasiado alto como para que un ser hu-
mano pueda alcanzarlo? ¿Habrá existido algún hombre o mujer que haya vivido a plenitud la
vida terrenal como Dios la planeó además de Jesús mismo? De hecho la Biblia da testimonio
de que solo Cristo puede vivir esa vida en plenitud.
El apóstol Pablo nos da su definición de una vida cristiana práctica en Gálatas 2:20: “Ya no
vivo yo, mas vive Cristo en mí”. He aquí su resumen de la vida cristiana:
Ya no vivo más, sino Cristo vive su vida en mí. Solamente una respuesta tiene Dios para cada
problema humano: su Hijo Cristo. En todo su proceder con nosotros, Él obra desplazán-
donos a nosotros y colocando a Cristo en nuestro lugar. El Hijo de Dios murió por nosotros
para nuestro perdón. El vive por nosotros para nuestra liberación. Así que tenemos dos sus-
tituciones: un Sustituto en la Cruz que asegura nuestro perdón, y un Sustituto en nosotros
que asegura nuestra victoria.
Tomemos la carta a los Romanos como base al estudiar la vida cristiana, considerando nues-
tro tema desde el punto de vista experimental y práctico.
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¿Por qué es esto? Porque en la primera sección es cuestión de los pecados que he cometi-
do ante Dios, que se pueden enumerar, mientras en la segunda es asunto del pecado como
principio de vida en mÍ. No importa cuántos pecados cometo, es siempre el mismo principio
de pecado que conduce a ellos. Lo primero necesita perdón, lo último liberación. Aunque
alcance perdón por todos mis pecados, todavía por causa de mi condición de pecador no
gozo de constante paz del alma.
Cuando al comienzo la luz divina penetra en mi corazón, mi único clamor es por perdón,
porque reconozco que he cometido pecados a su vista; pero, una vez recibido el perdón de
pecados, descubro algo nuevo, a saber, el pecado, y me doy cuenta que no sólo he cometi-
do pecados delante de Dios sino que hay algo mal en mí. Hay una inclinación interior hacia
el pecar, un poder que me lleva al pecado. Cuando ese poder me vence, cometo pecados.
Puedo buscar y recibir perdón, pero luego peco de nuevo. Y así sigue la vida en un círculo
vicioso, pecando y siendo perdonado, y volviendo a pecar. Aprecio el perdón divino, pero
ansío algo más que eso: ¡Liberación! Necesitamos perdón por lo que hemos hecho, pero
también necesitamos liberación de lo que somos.
En la primera parte (3:25 y .5:9) se menciona la Sangre del Señor Jesús pero nunca la Cruz.
En la segunda parte, en el versículo 6 del capítulo 6, se introduce un nuevo tema: el ser
“crucificado” con Cristo. La enseñanza de la primera parte se centraliza en aquel aspecto de
la obra del Señor Jesús representado por “la Sangre” derramada para nuestra justificación
por la “remisión de pecados”. Estos términos no se usan en la segunda sección, donde la
enseñanza se centraliza ya en el aspecto de su obra representado por “la Cruz”, es decir, por
nuestra unión con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección.
¿Por qué esa distinción? Es que la Sangre trata con todo aquello que nosotros hemos hecho,
mientras que la Cruz procede con lo que nosotros mismos somos. La Sangre es para expi-
ación, y tiene que ver con nuestra posición ante Dios y nuestro sentido de pecado. La Sangre
puede quitar, remitir mis pecados, pero queda el “viejo hombre”. Se necesita la Cruz para
crucificarme a mí, el pecador.
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satánica contra nosotros. En primer término, ¡No!, no encuentro que se diga que la San-
correspondía tratar con nuestros pecados y gre limpia nuestros corazones. Es verdad que
esto fue efectuado por la preciosa Sangre aquí en Hebreos 10, la obra purificadora de la
de Cristo. Luego ha de tratar nuestra culpa, Sangre tiene referencia al corazón, pero esto
tranquilizan- do nuestra conciencia culpable, es en relación a la conciencia. ¿Cuál es, en-
por la demostración del valor de aquella San- tonces, el significado de esto? Quiere decir
gre; y el ataque del enemigo tiene que ser que hay algo que intervenía entre mí mismo
afrontado y sus acusaciones contestadas. y Dios y, como resultado de esto, tenía yo
mala conciencia cuando buscaba acercarme
En las Escrituras la Sangre de Cristo aparece a El. Siempre me recordaba de la barrera que
operando en tres maneras: hacia Dios, hacia existía entre Él y yo. Pero ahora por la oper-
el hombre y hacia Satanás. Por consiguiente, ación de la preciosa Sangre, algo nuevo ha
hay una necesidad absoluta de apropiar es- sido efectuado que ha quitado aquella barre-
tos tres valores de la Sangre, si debemos ra, y Dios me ha hecho conocer aquel hecho
seguir adelante. Miremos, pues, a estos tres por su Palabra. Cuando eso ha sido creído y
asuntos más detenidamente. aceptado, mi conciencia inmediatamente es
aliviada y mi sentido de culpa quitado, y no
tengo más mala conciencia hacia Dios.
LA SANGRE Y EL ACCESO DEL
CREYENTE Cada uno de nosotros sabe cuán precioso
es tener una conciencia libre de ofensa en
La Sangre ha satisfecho a Dios: también debe nuestro trato con Dios. Un corazón de fe y
satisfacernos a nosotros. Tiene, por con- una conciencia libre de cualquiera y cada
siguiente, un segundo valor que es para no- acusación son ambos igualmente esencial-
sotros, los hombres - la limpieza de nuestra es para nosotros ya que son interdependi-
conciencia. Cuando venimos a la epístola a entes. Tan pronto como encontremos que
los Hebreos encontramos que la Sangre hace nuestra conciencia está intranquila, nuestra
esto: “Purificados los corazones de mala con- fe se debilita e inmediatamente encontramos
ciencia” (He. 10:22). que no podemos mirar a Dios cara a cara. Y
Esto es sumamente importante. Miremos para poder seguir andando con Dios debe-
cuidadosamente lo que dice. El escritor no mos conocer día por día el valor de la San-
nos dice que la Sangre del Señor Jesús lim- gre. Dios lleva cuentas cortas: somos hechos
pia nuestros corazones y allí se detiene en su cercanos por la Sangre cada día, cada hora y
declaración. Nos equivocamos si conecta- cada minuto. Nunca pierde su eficacia
mos el corazón con la Sangre precisamente como nuestro terreno de acceso si de vol-
en ese modo. Puede mostrar un malenten- untad nos apropiamos de ello. Cuando en-
dido de la esfera en que la Sangre opera si tramos en el Lugar Santísimo, ¿por qué ter-
oramos: “Señor, limpia mi corazón del pecado reno osaremos entrar sino por la Sangre?
por tu Sangre”. El corazón, dice Dios, es en-
gañoso más que todas las cosas, y perverso
(Jer. 17:9), es excesivamente malo para poder Pero quiero preguntarme: ¿estoy verdad-
ser limpiado, por tanto Dios hace algo mejor: eramente buscando la entrada en el Lugar
nos da uno nuevo. “Os daré corazón nuevo, Santísimo por la Sangre, o por alguna otra
y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros” cosa? Y ¿qué quiero decir cuando digo “por
(Ez. 36:26). No lavamos y planchamos ropa la Sangre”? Quiero decir, sencillamente, que
que estamos por tirar. Así, veremos que la reconozco mis pecados, que confieso que
carne es demasiado mala para ser limpiada; tengo necesidad de limpieza y de expiación,
debe ser crucificada. y que vengo a Dios sobre la base de la obra
terminada del Señor Jesús. Cuando yo me
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VENCIENDO AL ACUSADOR Dios es el que justifica. ¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió; más aún,
En vista de lo que hemos dicho podemos el que también resucitó, el que además está
ahora volver a encarar al enemigo, porque a la diestra de Dios, el que también intercede
hay otro aspecto de la Sangre que es hacia por nosotros” (Ro. 8:33,34).
Satanás. La estratégica actividad satánica
hoy en día es la de acusador de los hermanos Así que aquí, de nuevo, nuestra necesidad es
(Ap. 12: 10) y es así que nuestro Señor le reconocer la absoluta suficiencia de la pre-
afronta con su ministerio especial como Su- ciosa Sangre. “Cristo, Sumo Sacerdote... por
mo-sacerdote “por su propia Sangre” (He. 9: su propia Sangre, entró una vez para siem-
12) . pre en el Lugar Santísimo, habiendo obteni-
do eterna redención” (He. 9: 11,12). Él fue Re-
Recordemos aquel versículo: “La Sangre de dentor una vez. Él ha sido Sumo-sacerdote y
Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo peca- Abogado por casi dos mil años. Está allí en
do” (1 Jn. 1:7). No solamente en el sentido la presencia de Dios y “Él es la propiciación
general, sino cada pecado uno por uno: y por nuestros pecados” (1 Jn. 2:1, 2). Note las
¿qué significa? ¡Oh, es una cosa maravillosa! palabras de Hebreos 9:14, “¿Cuánto más la
Dios está en luz, y al andar en la luz con Él, Sangre de Cristo...?” Subrayan la suficiencia
todo está expuesto y abierto a aquella luz. de su ministerio. Basta para Dios.
Así que Dios puede verlo todo, y aun así la ¿Qué, pues, de nuestra actitud frente a Sa-
Sangre puede librar de todo pecado. ¡Qué tanás? Esto es importante, porque nos acusa
limpieza! No es que yo no tenga un profun- no solamente delante de Dios sino también en
do conocimiento de mí mismo, ni que Dios nuestras propias conciencias. “Tú has pecado
no me conozca perfectamente. No es que yo y sigues pecando. Eres débil y Dios no puede
trate de esconder algo, ni que Dios procure hacer más contigo.” Este es su argumento, y
pasar algo por alto. ¡Nada de esto! Es que Él nuestra tentación es de mirar adentro y, en
está en la luz y yo también estoy en la luz, y defensa propia, tratar de encontrar en no-
que allí la preciosa Sangre me limpia de todo sotros mismos, en nuestros sentimientos o
pecado. ¡La Sangre basta para esto! nuestro comportamiento, algún terreno para
creer que Satanás está equivocado. Alterna-
Algunos de nosotros, oprimidos por nuestra tivamente somos tentados a admitir nuestra
debilidad podemos a veces haber sido ten- incapacidad y, yendo al otro extremo, ceder
tados a pensar que hay pecados que son a la depresión y desesperación.
casi imperdonables. Recordemos la Palabra:
“La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo Así la acusación viene a ser una de las
pecado”. Pecados grandes y chicos, pecados mayores y más efectivas armas de Satanás.
que yo crea pueden ser perdonados y peca- Él llama nuestra atención a nuestros peca-
dos que parecen imperdonables, sí, todo dos y trata de acusamos delante de Dios, y
pecado, consciente o inconsciente, recor- si aceptamos su acusación, caemos inmed-
dados u olvidados, son incluidos en aquel- iatamente. En la práctica ocurre que acepta-
las palabras: “todo pecado”. Entonces ¿qué mos muy fácilmente la acusación de Satanás,
terreno de acusación tiene Satanás? Satanás La razón está en que aún nos aferramos a la
puede acusarnos delante de Él, pero “si Dios esperanza de tener alguna justicia propia en
es por nosotros ¿quién contra nosotros?” nosotros mismos. La base de esta esperanza
(Ro. 8:31). Dios le indica la Sangre de Su ama- está errada.
do Hijo, Es la contestación suficiente contra
la cual Satanás no tiene apelación. Dios puede muy bien tratar con nuestros
pecados; pero no podrá hacerlo con el hom-
“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? bre que acepta la acusación de Satanás,
Nuestra salvación se encuentra en poner la vista en el Señor Jesús y ver que la Sangre del
Cordero ha afrontado toda la situación creada por nuestros pecados y la ha contestado.
Aquél es el segundo fundamento sobre el cual estamos. Nunca debemos procurar contestar
a Satanás con nuestra buena conducta, sino siempre con la Sangre. Sí, somos pecaminosos,
pero ¡alabado sea Dios! la Sangre nos limpia de todo pecado. Dios mira la Sangre por la cual
su Hijo ha contestado la acusación, y Satanás no tiene ya terreno de ataque. Nuestra fe en
la preciosa Sangre y nuestra negación a ser mudados de aquella posición es lo único que
puede silenciar sus acusaciones y ponerle en derrota (Ha. 8: 33,34); y así será hasta el fin
(Ap, 12:11). ¡Oh, qué emancipación si viéramos más del valor a la vista de Dios de la preciosa
Sangre de su amado Hijo!
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UNIDAD 2 - LA
CRUZ DE CRISTO
Hemos visto que los capítulos 1 a 8 de Romanos se dividen en dos secciones: en la pri- mera
tenemos la Sangre para expiar lo que hemos hecho, y en la segunda tenemos la Cruz para
tratar con lo que somos, No sólo necesitamos la Sangre para perdón, sino también la Cruz
para libramos.
Vemos que la Sangre trata con nuestros pecados. En el Calvario, el Señor Jesús los llevó por
nosotros como nuestro Sustituto y así obtuvo nuestro perdón, justificación y reconciliación.
Pero debemos dar otro paso en el plan de Dios para entender cómo Él trata con la raíz de
esos pecados.
EL ESTADO DEL HOMBRE POR NATURALEZA
Llegamos así a Romanos 5:12-21. En este gran pasaje, la gracia se contrasta con el pecado
y la obediencia de Cristo se contrapone a la desobediencia de Adán. Está al principio de la
sección de Romanos (5:12 a 8.39) de la que nos ocuparemos ahora, y su argumento nos lleva
a una conclusión que constituye el fundamento de nuestras próximas meditaciones. ¿Cuál
es? Se halla en el verso 19: “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos
fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán con-
stituidos justos”. Aquí el Espíritu de Dios trata de mostrarnos lo que somos y luego cómo
llegamos a ser lo que somos.
Al comienzo de nuestra vida cristiana sólo nos preocupa lo que hacemos, no lo que somos;
nos aflige lo que hemos hecho. Pensamos que si pudiéramos rectificar ciertas cosas se-
ríamos buenos cristianos, y así tratamos de cambiar nuestras acciones. Pero el resultado no
es lo que esperábamos. Descubrimos, asombrados, que es algo más que una cosa molesta
que viene de afuera, es una situación mala en nuestro interior. Tratamos de agradar al Señor,
pero encontramos que hay algo en nosotros que no quiere hacerlo. Tratamos de ser humil-
des, pero hay algo en nuestro ser que rehúsa serlo. Tratamos de ser amables, pero adentro
somos lo más contrario. Nos sonreímos y tratamos de parecer muy simpáticos, pero en
realidad, de corazón, sentimos lo opuesto. Cuanto más tratamos de remediar todo esto ex-
teriormente, tanto más nos damos cuenta de cuán arraigado está el mal adentro. Entonces
venimos al Señor y le decimos: “Señor, no sólo lo que he hecho es malo, sino que descubro
que yo mismo soy malo”. Sí. Ahora comenzamos a entender aquella conclusión de Romanos
5:19. Somos pecadores.
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“Muertos al pecado” (Ro. 6:1,11).
Pero ¿cómo morir? Algunos de nosotros hemos tratado afanosamente de librarnos de esta
vida, pero la encontramos muy tenaz. ¿Cuál es la solución? No es tratar de matarnos, sino
reconocer que Dios nos ha juzgado “en Cristo” -”¿O no sabéis que todos los que hemos sido
bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” (Ro. 6:3).
Entonces, si Dios ha tratado con nosotros “en Cristo Jesús”, ¿cómo entramos en Cristo? No
tenemos modo de entrar, pero no necesitamos tratar de entrar, pues ya estamos. Lo que no
pudimos hacer nosotros, Dios lo ha hecho a nuestro favor; Él nos ha puesto en Cristo. ¡Ala-
bado sea Dios!, no se dejó que nosotros descubriéramos o hiciéramos camino. “Por Él estáis
vosotros en Cristo Jesús” (1 Co. 1: 30). No necesitamos pensar de cómo entrar. Dios ya lo
ideó, y también lo llevó a cabo. Ya hemos entrado y, por consiguiente, no necesitamos tratar
de entrar. Es un hecho divino, y es cosa terminada.
Propongo una ilustración: pongo un billete en mi Biblia. La Biblia y el billete son cosas dis-
tintas, pero si decido remitir mi Biblia a una lejana tierra, ¿puede esa Biblia ir y el billete que-
dar? Es evidente que donde va la Biblia, la acompaña el billete; y lo que le pasa a la Biblia, le
pasará también al billete, porque está en ella. “Por Él estáis vosotros en Cristo Jesús”. Dios
nos ha puesto en Cristo, y en su proceder con Cristo, ha procedido con la raza entera. Nues-
tro destino está ligado con el suyo, y lo que pasó con Él, pasó también con nosotros. Cuando
Cristo fue crucificado, nosotros también; y su crucifixión fue en el pasado y por lo tanto la
nuestra; no puede ser futura. La Cruz es el poder de Dios que nos traslada de Adán a Cristo.
UNA NUEVA CREACIÓN
La muerte del Señor Jesús es inclusiva -incluye al creyente- y también es inclusiva su resur-
rección. En 1a Corintios 15:4.5 y 47 encontramos dos notables nombres o títulos del Se- ñor
Jesús. Se nos dice que fue e1 último Adán y el segundo hombre. Las Escrituras no le men-
cionan como el segundo Adán sino el último Adán; ni se refiere a Él como el último hombre,
sino el segundo hombre. Es importante notar esto, pues encierra una verdad de gran valor.
Como el último Adán, Él es la suma total de la humanidad; como el segundo hombre, es la
Cabeza de una nueva raza. Como el último Adán, reúne en sí mismo todo aquello que esta-
ba en Adán; como el segundo hombre, habiendo por su Cruz quitado el primer hombre en
quien el propósito de Dios fue defraudado, presenta otro hombre en quien aquel propósito
es plenamente llevado a cabo.
Cuando fue crucificado, lo fue en el carácter del último Adán: todo aquello que estaba en
el primer Adán fue quitado. Nosotros todos fuimos incluidos en su muerte. Como el último
Adán, Él quita la raza antigua, y como el segundo hombre presenta una nueva raza. En su
resurrección está en pie como el segundo hombre. Morimos en Él como el último Adán; vi-
vimos en Él como el segundo hombre. Nuestra antigua historia finaliza con la Cruz; nuestra
nueva historia comienza con la resurrección. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura (creación) es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:
17). Por la Cruz Dios liquidó toda la antigua creación, y de la muerte surge una nueva creación
en Cristo, el segundo hombre. Si estamos “en Adán” todo lo que está “en Adán” viene a ser
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UNIDAD 3 -
REVELACIÓN y
EXPERIENCIA
VERDADERA
Decir que todo lo que necesitamos nos lle- a Dios, y (d) Andar en el Espíritu; y se dan en
ga a través de Cristo, de pura gracia, aunque ese orden. Si queremos vivir la vida cristiana
verdad, puede parecer un poco irreal. ¿Cómo práctica tendremos que dar estos cuatro pa-
se llega a realizar en la práctica? ¿Cómo viene sos; no uno ni dos, ni tres de ellos, sino los
a ser real en nuestra experiencia? cuatro. Mientras vamos estudiando cada uno
de estos pasos confiemos en que el Señor
Si preguntamos a un grupo de creyentes que por medio de su Santo Espíritu nos ilumine el
han entrado en la vida cristiana práctica, so- entendimiento, y busquemos su ayuda ahora
bre cómo llegaron a esa experiencia, algunos para tomar el primer gran paso hacia adelan-
contestarán que fue en esta manera, otros en te.
otra. Cada cual acentúa su propia manera de
entrar en esa vida y cita versos bíblicos que
apoyan lo que experimentó. Lamentable es
EL PRIMER PASO: “SABIEN-
que muchos usan sus experiencias y sus citas DO ESTO... “
especiales en contra de otros creyentes.
Algunos de nosotros cuando no eramos
Una cosa es cierta, que toda experiencia de verdaderos creyentes tratabamos de salva-
valor para Dios tiene que haber sido alcan- rnos a nosotros mismos. Leíamos la Biblia,
zada por medio de un nuevo descubrimien- orábamos, asistíamos a los servicios y par-
to del significado de la Persona y de la obra ticipabamos con las ofrendas. Luego vino el
del Señor Jesús. Esta es una prueba crucial y día cuando se nos abrieron los ojos y vimos
segura. Veremos cómo Pablo hace que todo qie una plena salvación ya había sido provis-
dependa de tal descubrimiento. ta en la Cruz. Aceptamos aquella salvación,
agradecimos a Dios y la paz y el gozo fluyó
A medida que estudiamos los capítulos 6, 7 y de manera natural a nuestro corazón. Aho-
8 de Romanos encontraremos que las condi- ra bien, la salvación y la santificación operan
ciones para vivir la vida cristiana práctica son sobre la misma base. Se recibe la liberación
cuatro: (a) Saber, (b) Contar, (c) Presentarse en la misma manera como en el caso del per-
dón de pecados. Posiblemente se ha tratado
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LA NECESIDAD DE ESTA REV- cabo esa prohibición? Si entnces el gobierno
hiciera una búsqueda exhaustiva y eliminara
ELACIÓN DIVINA todas las botellas y envases con producto
alcohólico… ¿Sería una solución completa?.
No puede hacerse efectiva nuestra cruci- Podríamos librar al país de cada gota de al-
fixión por voluntad o esfuerzo nuestro, sino cohol en los expendios y tiendas, pero derás
sólo por aceptar lo que hizo el Señor Jesús de ellos están las grandes fábricas que pro-
en la Cruz. Es necesario que nuestros ojos ducen estas bebidas. Si solo destruyeramos
sean abiertos para ver la obra consumada del los productos y dejaramos seguir las fábricas
Calvario. no solucionaríamos completamente el prob-
lema, sería cuestión de tiempo para que los
comercios estuvieran nuevamente llenos de
Este es el primer paso para entrar en la vida bebidas alcohólicas. Es necesario también
cristiana pr’actica. Si hemos de vivir tal vida, destruir las fábricas.
nuestra primera necesidad es de revelación.
No quiero con esto dar a entender que no Nosotros somos la fábrica, nuestras acciones
necesitamos vivirlo prácticamente. Sí, hay son los productos. La Sangre del Señor Jesús
una aplicación práctica de la muerte que ver- trató con la cuestión de los productos, a saber,
emos más adelante pero la base ante todo, con nuestros pecados, La cuestión de lo que
es ésta: Yo he sido crucificado; ya está hecho. hemos hecho está terminada; pero, ¿qué de
Que Dios abra nuestros ojos para ver lo que la cuestión de lo que somos? Nuestros peca-
Él ha hecho para nosotros en su propio Hijo. dos fueron producidos por nosotros. Nues-
tros pecados han sido tratados, pero ¿cómo
Cuando Hudson Taylor entró en la vida cris- se tratará con nosotros mismos? ¿Crees tú
tiana normal, fue así. Había primeramente que el Señor quitaría todos nuestros peca-
tratado de entrar en Cristo, pero se encontra- dos, y luego dejaría a nuestro cargo el elimi-
ba cayendo de esa posición. Cuando el Señor nar la fábrica que produce el pecado? ¿Crees
le mostró que ya estaba en Cristo, como el tú que Él eliminaría la mercadería, pero nos
sarmiento en la vid, no procuró ya más de dejaría la tarea de tratar con la fuente de pro-
ganar entrada, sino que pudo alabar al Señor ducción? No, Él ha eliminado la mercadería y
que estaba ya en Él. Pensad en la extraordi- también ha eliminado la fábrica productora.
naria ocupación de tratar de entrar en una
pieza en la cual uno ya se halla. Pensad en el EL SEGUNDO PASO: CON-
absurdo de pedir que os pongan dentro. Si
yo reconozco el hecho de que ya estoy aden- SIDERAR - “CONSIDERAOS
tro, no haré esfuerzo alguno para entrar. MUERTOS”
No necesitamos obrar para morir; no necesi- Notemos de nuevo lo que dice Romanos 6:6.
tamos esperar para morir; somos muertos. El tiempo del verbo es muy preciso, por- que
Sólo necesitamos reconocer lo que el Señor es el tiempo “una vez por todas”. La cosa
ya hizo, y alabarle por ello. está hecha y no puede deshacerse. Nuestro
viejo hombre ha sido crucificado una vez por
LA CRUZ TRATA EL PROBLE- todas, y no puede cancelarse tal crucifixión.
Esto es lo que necesitamos saber. Cuando lo
MA FUNDAMENTAL sabemos, ¿qué seguirá? El versículo 11, en el
cual tenemos la exhortación a que nos con-
Supongamos un ejemplo: El gobierno quiere sideramos muertos al pecado, es decir, con-
acabar definitivamente con el problema de la tarnos por muertos, es el resultado natural
adiccón alcohólica. ¿Cómo se podría llevar a del versículo 11. Cuando se expone la verdad
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esfuerzo por consideramos muertos no hará do y quitado. Contar con esto sería un mal
sino intensificar la lucha, y el resultado será cálculo y nos encontraríamos en la posición
una derrota segura. del hombre que procuró anotar $ 16, cuando
tenía $ 15 en el bolsillo. No; el pecado no fue
extirpado. Está ahí y, dada la oportunidad,
TENTACIÓN Y FRACASO - EL nos vencerá y nos hará pecar de nuevo. Por
DESAFIO DE SATANÁS esto siempre necesitamos saber la operación
de la Sangre preciosa. Pero, entretanto que
Para nosotros, entonces, los dos hechos sabemos que al proceder con los pecados
más grandes de la historia son éstos: el de cometidos el método de Dios es directo, es
que todos nuestros pecados han sido some- decir, que Él los borra echándolos al olvido
tidos a proceso por la Sangre, y que no- por medio de la Sangre, cuando llegamos al
sotros a nuestra vez hemos sido tratados principio de pecado y al asunto de ser lib-
por la Cruz. Pero, ¿qué del problema de la rados de su poder, hallamos en cambio que
tentación? ¿Cuál habrá de ser nuestra acti- Dios trata con este asunto de manera indi-
tud cuando, después de haber visto y creído recta - Él no pone fin al pecado, pero sí al
estos hechos, descubramos que surgen nue- pecador. “Nuestro viejo hombre fue crucifi-
vamente los antiguos deseos? Peor todavía, cado juntamente con Él”, y por esto el cuer-
¿qué haremos si nuevamente caemos en po, que antes era el ins- trumento de pecado;
pecados manifiestos? ¿Qué si perdemos el ahora no se presta mas (Ro. 6:6, “destruido,
auto dominio, o hacemos algo aún peor? ¿Se o deshecho en este versículo quiere decir
deducirá de esto que la posición enunciada “puesto fuera de acción”, “hecho inefectivo o
anteriormente es falsa? nulo”). El pecado, el viejo amo, está todavía
por ahí, pero el esclavo que antes le servía,
Ahora bien, es preciso recordar que uno de ha sido muerto y así, no se prestan más ni él
los principales objetivos del Diablo es hacer ni sus miembros.
que dudemos los hechos divinos (Compárese
Gén. 3:4). Por ejemplo: una vez que hemos Así, pues, podemos decir que ‘liberación del
visto, por medio de la revelación del Espíri- pecado’ es una expresión más escritural que
tu de Dios, que estamos de hecho muertos ‘victoria sobre el pecado’. Las expresiones
con Cristo, y una vez que nos hemos dado ‘libertado del pecado’ y ‘muerto al pecado’
por muertos, Satanás viene y dice: “Hay algo en Romanos 6:7 y 11 implican el sustraerse, el
que se mueve adentro. ¿Qué pasa? ¿Puedes liberarse de un poder que todavía está muy
llamar muerte a eso?” Y tú, ¿qué responderás presente y que es muy real no un librarse de
entonces? ¡Es el momento en que debes el- algo que ya no existe. El pecado está siem-
egir! He allí la prueba crucial. ¿Creerás a la pre presente, pero nosotros, cada día vamos
mentira de Satanás o a la verdad de Dios? ¿Te conociendo en mayor grado lo que es ser lib-
dejarás gobernar por las apariencias o por lo rado de su poder.
que Dios dice?
“Es, pues, la fe la realización de cosas que
Con esto no negamos la realidad de la ‘carne’, se esperan, la demostración de cosas que no
pero hablamos de ser movidos de una se ven” (He. 11: 1, V.H.A). “Las cosas..., que no
posición y hecho revelados, a saber, nuestra se ven, son eternas” (2 Co. 4: 18). Recordem-
muerte con Cristo. Es importante recordar lo os otra vez que aquí estamos tratando no de
que dice la Palabra de Dios, y también lo que promesas sino de hechos. Las promesas de
no dice, para que la fe sepa en qué basarse. Dios nos son reveladas por su Espíritu para
¿Cómo dice Dios que se efectúa la liberación? que podamos echar mano de ellas; pero los
En primer lugar, no nos dice que el pecado hechos son hechos, y permanecen siendo
como principio en nosotros es desarraiga- hechos aunque los creamos o no. Si no cree-
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UNIDAD 4 -
LA CRUZ - LA
CRESTA
DIVISORIA
(Ro. 6:3,4).
(2 Co. 5:17).
(Col. 1:12, 13).
El reino de este mundo no es el reino de Dios. Dios deseaba en su corazón un sistema mun-
dial -un universo de su creación- cuya cabeza sería Cristo su Hijo (Col. 1:16,17). Pero Satanás,
obrando por medio del hombre carnal, ha instaurado un sistema opuesto conocido en las
Escrituras como ‘este mundo’ -un sistema en el cual nosotros estamos implicados y que Sa-
tanás mismo domina. De hecho, él ha llegado a ser “el príncipe de este mundo” (Jn. 12:31).
DOS CREACIONES
Así la primera creación, bajo el poder de Satanás, ha venido a ser la ‘antigua creación’. Dios
está introduciendo una ‘nueva creación’, un nuevo reino y un nuevo mundo, y nada de aquel-
la antigua creación, el antiguo reino o el antiguo mundo, puede transferirse o ser transferido
al nuevo. Se trata, pues, de que existen ahora dos reinos rivales, y de nuestra pertenencia a
alguno de ellos.
Para poder introducirnos en esta nueva esfera, Dios debe hacer algo nuevo en nosotros,
debe hacernos “criaturas (creación) nuevas”. A menos que seamos hechos de nuevo nunca
podremos ser aptos para participar en este nuevo reinado: “Lo que es nacido de la carne,
carne es”, y “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (Jn. 3:6; 1 Co. 15:50). A
pesar de la educación, cultura, mejoramiento, todavía es carne. Nuestra aptitud para el nue-
vo reino es determinada por la creación a la cual pertenecernos. ¿Pertenecemos a la antigua
creación o a la nueva? ¿Somos nacidos de la carne o del Espíritu? Nuestra aptitud para este
nuevo reino al final gira sobre la cuestión de origen. La cuestión no es entre lo bueno o lo
malo, sino entre la carne o el espíritu; “lo que es nacido de la carne, carne es”, nunca será otra
cosa. Aquello que es de la antigua creación jamás podrá entrar en el nuevo reino.
Una vez que veamos a fondo lo que Dios busca -algo totalmente nuevo para Él mismo-,
entonces veremos claramente que jamás podremos introducir nada del antiguo reinado en
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pronunciado contra mí en la Cruz de su Hijo. Afirma que he sido cortado del viejo mundo y
que pertenezco ahora al nuevo. Así el bautismo no es poca cosa. Me separa del antiguo mun-
do y me prepara para el nuevo. Significa para mí romper definitiva y conscientemente con
la antigua manera de vivir. Este es el significado de Romanos 6:2: “Los que hemos muerto al
pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” Pablo, en efecto, dice: “Si pudieras continuar en el an-
tiguo mundo, ¿por qué bautizarte? Nunca deberías haber sido bautizado, si tenías intención
de vivir en el antiguo reino”. Una vez que hemos visto esto, damos lugar a la nueva creación
al consentir en la sepultura de la antigua.
EL ‘CONTAR’ DE FE
Dios ha eliminado la antigua citación por la Cruz de su Hijo, y mi bautismo es mi reconoci-
miento de aquel hecho.
La vida cristiana práctica, inicial y progresivamente, es por fe en la Cruz de Cristo. Pero ¿Qué
es la fe? La fe es mi aceptación del hecho de Dios.
Cristianismo Práctico | 25
UNIDAD 5 - LA VER-
DADERA NATURALEZA
DE LA CONSAGRACIÓN
La revelación de nuestra muerte en el Señor cia” (Ro. 6:12, 13),
es un asunto muy definido. Muchos de no-
sotros podemos dar la fecha cuando clara- La revelación y la fe son seguidas por la
mente vimos que Cristo murió por nosotros, consagración. Estamos muertos y resucita-
y debemos tener igual claridad acerca de dos; ahora sobre la base de la muerte y res-
nuestra muerte en Cristo. No debe ser nada urrección debemos presentarnos. Desde el
nebuloso sino muy definido. La cosa funda- versículo 12 hasta el 23, la palabra más im-
mental es una revelación de nuestra posición portante es “presentar”. Muchos han dado a
en Cristo en su muerte y una recepción esta palabra el significado de “consagración”
definida de su vida de resurrección. Entonc- y con razón; pero no es la consagración como
es, espontáneamente nos contaremos muer- generalmente la entendemos. No es con-
tos en Cristo y vivos en Él. La revelación es sagración en el sentido de ofrecer talentos,
fundamental para poder contar. Dijo Jorge dones, poderes naturales, etc., al Señor para
Müller: “Un día Jorge Müller murió”; y no- su uso.
sotros debemos poder referirnos a nuestra
muerte tan definidamente como él de la Nótese esta cláusula en el versículo 13: “como
suya, Este reconocimiento es uno de los pa- vivos de entre los muertos”. La consagración
sos que nos llevan a la vida cristiana práctica. a que se refiere aquí no es la consagración de
El primer paso es la revelación y el segundo algo perteneciente a la antigua creación, sino
es el contar, y ahora nuestro estudio nos lle- de aquella que ha pasado por la muerte a la
va a considerar la verdadera naturaleza de la resurrección. La entrega, que aquí se mencio-
consagración. na, es el resultado de conocer la crucifixión
de mi viejo hombre, y contarlo como crucifi-
cado. El saber, el contar y el presentar es el
EL PUNTO DONDE SE PRE- orden divino. Cuando realmente sé que ya es-
SENTA LA CONSAGRACIÓN toy crucificado, entonces espontáneamente
me cuento muerto; y cuando realmente me
“No reine, pues, el pecado en vuestro cuer- cuento uno con el Señor en su muerte y res-
po mortal, de modo que lo obedezcáis en urrección, esto me lleva a presentarme a Él.
sus concupiscencias; ni tampoco presentéis Él es la fuente de mi vida, Él es mi vida: así
vuestros miembros al pecado por instru- que no puedo menos que entregar todo a Él,
mentos de iniquidad; sino presentaos a Dios porque todo es suyo, no mío. Sin pasar por la
como vivos de entre los muertos, y vuestros muerte, no tengo nada para consagrar, y no
miembros a Dios por instrumentos de justi- hay nada que Dios pue- de aceptar, porque
Cristianismo Práctico | 27
senda que Tú has ordenado”: eso es entrega na antes que pueda tener el sentido de su
verdadera. Si al fin de la vida, podemos decir presencia. Cuando esta relación con el Señor
con Pablo: “He acabado la carrera”, seremos está establecida, entonces no osamos hac-
verdaderamente bendecidos. er cosa alguna de nuestra propia iniciativa,
porque somos su exclusiva propiedad. “¿No
No hay nada más trágico que llegar al fin de sabéis que si os sometéis a alguien como
la vida y encontrar que hemos estado en una esclavos para obedecerle, sois esclavos de
senda equivocada. Tenemos sólo una vida aquel a quien obedecéis?” (Ro. 6: 16). La pal-
para vivir aquí en la tierra, y podemos hacer abra traducida ‘siervo’ en las versiones ante-
lo que queremos con ella: pero si buscamos riores a la revisión de 1960, realmente signifi-
nuestro propio placer, nuestra vida jamás glo- ca ‘esclavo’. Esta palabra se usa varias veces
rificará a Dios. Un cristiano devoto dijo una en la segunda mitad de Romanos 6. ¿Cuál es
vez: “No quiero nada para mí mismo: quiero la diferencia entre “siervo” y “esclavo”? Un si-
todo para Dios”. ¿Deseas tú algo aparte de ervo puede servir a otro pero no llega a pert-
Dios o se centraliza todo tu deseo en su vol- enecerle. Si su patrón le agrada, puede ser-
untad? ¿.Puedes verdaderamente decir que virle; pero, si no le agrada, puede rehusarse
la voluntad de Dios es “buena y agradable y a hacerla, puede presentar su renuncia y
perfecta” para ti? (Ro. 12:2). buscar otro patrón. No así con el esclavo. Él,
no solamente es siervo, sino la propiedad de
otro. ¿Cómo vine a ser el esclavo del Señor?
SIERVO O ESCLAVO De su parte Él me compró, y de mi parte me
entregué a Él. Por el derecho de redención
Si nos entregamos sin reserva a Dios, ¡cuan-
somos propiedad de Dios, pero si queremos
tos ajustes pueden ser necesarios en la fa-
ser sus esclavos de- bemos voluntariamente
milia, en los negocios, en las relaciones en la
entregarnos a Él, porque Él jamás nos obliga.
iglesia o en nuestras opiniones personales!
Dios no permitirá que quede cosa alguna
de nosotros. Su dedo tocará punto por pun- LA REALIDAD DEL PUNTO EN
to todo lo que no es de Él, diciendo: “Esto,
hay que dejarlo. ¿Estás dispuesto?”. Es insen-
DISPUTA
sato resistir a Dios, y siempre sabio ceder a
La cosa trágica acerca de los cristianos de
Él. Admitimos que muchos de nosotros aún
hoy en día es que no tienen idea clara de lo
sostenemos controversias con Dios. Él quiere
que Dios les exige. ¡Cuán fácilmente dicen:
algo, mientras nosotros queremos lo opues-
“Señor, estoy dispuesto para todo!”. ¿Sabes
to. Hay muchas cosas que no nos atrevemos
que Dios demanda de ti tu misma vida? Hay
a investigar, ni a orar por ellas, ni siquiera a
ideales acariciados, voluntades férreas, amis-
pensar en ellas por temor a perder nuestra
tades apreciadas, ocupaciones agradables
paz. En esta forma podemos rehusarnos a
que tendrán que desaparecer: así que no te
encarar el asunto, pero al hacerla nos aparta-
entregues a Dios a menos que seas muy sin-
mos de la voluntad de Dios. Es siempre cosa
cero. Dios te tomará seriamente aun si tú no
fácil salir de su voluntad, pero bendita cosa
lo consideras como serio.
entregamos completamente a Él y permitirle
lograr su propósito con nosotros.
Cuando el muchacho de Galilea trajo su pan
al Señor, ¿qué hizo el Señor con ese pan? Lo
¡Qué bueno es reconocer que pertenece-
rompió. Dios siempre rompe lo que le es of-
mos al Señor y que no somos nuestros! No
recido. Él rompe lo que recibe, pero, después
hay nada más precioso que eso en todo el
de romperlo, lo bendice y lo usa para suplir
mundo. Es lo que trae la certidumbre de su
las necesidades de otros. Después de pre-
continua presencia, y la razón es obvia. Debo
sentarse al Señor, El empieza a romper lo que
primero tener el sentido de la posesión divi-
Cristianismo Práctico | 29
UNIDAD 6 - EL
SIGNIFICADO
Y VALOR DE
ROMANOS 7
Ahora llegamos al capítulo 7 de Romanos. Hay la tendencia de sentir que este capítulo está
mal situado en el lugar donde se halla. Nos gustaría ponerlo entre los capítulos 5 y 6. Al fin
del capítulo 6 todo es tan perfecto: entonces viene un quebrantamiento completo en el ca-
pítulo 7 y el grito “¡Miserable de mí!”. Entonces, ¿cuál es su enseñanza?
El capítulo 6 trata de la liberación del pecado: y el capítulo 7 de la liberación de la ley. En el
capítulo 6 Pablo nos ha relatado cómo podemos ser liberados del pecado y suponíamos que
eso fue todo lo que hacía falta. El capítulo 7 ahora nos enseña que la liberación del pecado
no basta, sino que también necesitamos liberación de la ley. Si no somos del todo emancipa-
dos de la ley, nunca podremos experimentar la plena emancipación del pecado, pero ¿cuál
es la diferencia entre la liberación del pecado y la liberación de la ley? Todos conocemos el
significado de la liberación del pecado, pero necesitamos conocer también el significado de
la ley, si hemos de apreciar nuestra necesidad de liberación de ella.
LA INHABILIDAD TOTAL DEL HOMBRE
Muchos, aunque verdaderamente salvos, se hallan impedidos por el pecado. No viven nece-
sariamente bajo el poder del pecado todo el tiempo, pero hay ciertos pecados que les impid-
en continuamente y así cometen los mismos pecados repetidas veces. Un día oyen el mensa-
je pleno del Evangelio, que el Señor Jesús no sólo murió para borrar nuestros pecados, sino
que cuando murió nos incluyó a todos en su muerte; siendo así que no se trata solamente
con nuestros pecados, sino con nosotros mismos también. Sus ojos son abiertos y saben
que han sido crucificados, inmediatamente dos cosas siguen a aquella revelación. En primer
lugar, ellos cuentan con que han muerto y resucitado con el Señor y, en segundo lugar, ceden
a los derechos del Señor. Ellos ven que no tienen más derecho sobre sí mismos. Este es el
comienzo de una hermosa vida cristiana llena de alabanza al Señor.
Luego el creyente empieza a pensar en esta manera: “He muerto con Cristo, soy resucita-
Cristianismo Práctico | 31
demanda!
Dios sabe quién soy. Él sabe que desde la cabeza hasta los pies estoy lleno de pecado. Él
sabe que soy la debilidad encarnada, que nada puedo hacer. El problema es que yo ignoro
esto. Admito que todos los hombres son pecadores y por consiguiente soy pecador; pero me
imagino que no soy tan pecador, sin esperanza, como algunos. Dios debe traemos al lugar
donde veamos que somos completamente débiles e incapaces. Mientras decimos eso, no lo
creemos del todo, y Dios tiene que hacer algo para que estemos plenamente convencidos
del hecho. Si no fuese por la ley, nunca hubiéramos conocido cuán débiles somos. Pablo
aclaraesto en Romanos 7:7: “Yo no conocí el pecado sino por la ley: porque tampoco cono-
ciera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás”. Cualquiera hubiera sido su experiencia con
el resto de la ley, fue el décimo mandamiento, que traducido literalmente es: “No desearás...
“, el que lo encaró. Entonces, él se vio cara a cara con su total incapacidad y fracaso.
Cuanto más tratamos de guardar la ley, tanto más se manifiesta nuestra debilidad, hasta que
se demuestra claramente que somos tan débiles que, en nosotros mismos, no nos queda es-
peranza alguna. Dios lo sabía antes pero no nosotros, y así Dios tuvo que traernos por expe-
riencias dolorosas al reconocimiento del hecho. Necesitamos que nos sea demostrado, más
allá de toda discusión, que somos tan débiles. Es por eso que Dios nos dio la ley.
Así, con reverencia, podemos decir que Dios nunca nos dio la ley para guardada; ¡Él nos
dio la ley para quebrarla! Él sabía muy bien que nosotros no podíamos observarla. Somos
tan malos que Él no nos pide favor alguno ni hace demandas. Ningún hombre ha logrado
hacerse aceptable a Dios por medio de la ley. En ninguna parte del Nuevo Testamento dice
que la ley fue dada para ser guardada; pero sí dice que la ley fue dada para que hubiera
trasgresión. “La ley se introdujo para que el pecado abundase... (Ro.5:20). ¡La ley fue dada
para manifestamos como quebrantadores de la ley! Indudablemente soy pecador, “pero yo
no conocí el pecado sino por la ley... porque sin la ley el pecado está muerto.... pero venido
el man- damiento, el pecado revivió y yo morí” (Ro. 7: 7-9). La ley es la que expone nuestra
verdade- ra naturaleza. ¡Ay! somos tan vanidosos, nos conceptuamos tan fuertes, que Dios
tiene que darnos algo para probar cuán débiles somos. Al fin lo vimos y confesamos: “Soy
un pecador ciento por ciento, y no puedo hacer nada para agradar a Dios”.
Así, la ley no fue dada en la esperanza de que la guardaríamos: fue dada en el pleno conoci-
miento de que la quebrantaríamos, y cuando la hayamos quebrantado tan completamente
que seamos convencidos de nuestra absoluta necesidad, entonces la ley habrá servido su
propósito. Ha sido nuestro ayo para llevamos a Cristo para que Él pueda guardada en no-
sotros (Gá. 3:24).
CRISTO, EN NOSOTROS, EL FIN DE LA LEY
Hay todavía una ley de Dios, y ahora hay un “nuevo mandamiento” que exige mucho más
que el antiguo, pero ¡alabado sea Dios! sus demandas son cumplidas pues es Cristo quien las
cumple; es Cristo quien obra en mí lo que agrada a Dios. “No he venido para abrogar, sino
para cumplir (la ley)” son sus palabras (Mt. 5:17). Así Pablo, gozando el bien de la resurrec-
ción, puede decir: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que
en vosotros produce (obra) así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:12,13).
Cristianismo Práctico | 33
donde desespera de sí mismo.
¿Has desesperado de ti mismo o todavía esperas que si leyeras u oraras más serás mejor
cristiano’? El leer y el orar no son cosas equivocadas, pero la equivocación es confiar en ellos
para la victoria. Nuestra confianza debe estar en Cristo sólo. Felizmente el “miserable hom-
bre” no meramente deplora su miseria, sino hace una pregunta excelente, a saber: “¿Quién
me librará’?” “¿.Quién?” Hasta aquí ha buscado un ‘algo’, ahora busca un ‘quien’. Hasta aquí
ha mirado adentro por la solución de su problema: ahora busca un Salvador fuera de sí mis-
mo. No pone más en juego el esfuerzo propio; toda su expectativa está ahora en Otro.
¿Cómo obtuvimos el perdón de los pecados’? ¿Fue por la lectura, la oración, las carida-
des, etc.? No, miramos a la Cruz, confiando en lo que el Señor había hecho, y la liberación
del pecado opera exactamente sobre el mismo principio que el perdón de pecados. En el
asunto del perdón miramos a Él sobre la Cruz: en el asunto de la liberación miramos a Él en
nosotros. Acerca del perdón dependemos de aquello que Él ha hecho: en relación a la lib-
eración depen- demos de lo que Él hará en nosotros. Pero en relación tanto al perdón como
a la liberación, nuestra dependencia será de Él sólo. Él es quien hace todo.
En el tiempo cuando fue escrita la epístola a los Romanos, era castigado un asesino en una
manera rarísima y terrible. El cadáver del muerto era atado al cuerpo viviente del asesino;
cara a cara, mano a mano, pie a pie; y el viviente quedaba ligado al muerto hasta la muerte.
Estaba libre el asesino de ir donde quisiera, pero por doquier tenía que arrastrar el cadáver
del muerto. Pablo se sintió ligado a un cuerpo muerto e incapaz de librarse. Donde quiera
que fuera, fue impedido por esta carga terrible. A la larga no pudo aguantar más y clamó:
“Mise- rable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Pero su grito desesperado
es se- guido inmediatamente por un canto de alabanza. Esta es la contestación a su pregun-
ta. “Gra- cias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Ro. 7:25).
Sabemos que la justificación es por medio del Señor Jesús y que no requiere obra de nuestra
parte; pero creemos que la santificación depende de nuestros esfuerzos. Creemos que sola-
mente obtenemos el perdón por confianza completa en el Señor; pero creemos que sólo
podemos obtener liberación con hacer algo nosotros. Tememos que si no hacemos nada,
nada sucederá. Después de la salvación, la vieja costumbre de hacer algo se afirma de nuevo
y co- menzamos otra vez nuestros esfuerzos propios. Entonces la Palabra de Dios se oye de
nuevo: “Consumado es”. Él ha hecho todo en la Cruz para mi perdón y va a hacer todo en mí
para mi liberación. En ambos casos, Él es el Hacedor. “Dios es el que en vosotros produce el
querer como el hacer” (Fil. 2: 13).
Las primeras palabras del hombre liberado son muy preciosas: “Gracias doy a Dios”. Si al-
guien te da un vaso de agua, le agradeces a él, no a ningún otro. ¿Por qué dijo Pablo: “Gra-
cias doy a Dios”? Porque Dios era el que hizo todo. Si hubiera sido Pablo quien lo hiciera,
habría dicho: “Gracias doy a Pablo”; pero él vio que Pablo era un “miserable” y que sólo Dios
podía atender a su necesidad. Así que él dijo: “Gracias doy a Dios”. Dios quiere hacer todo
porque Él quiere toda la gloria. Si nosotros hiciéramos parte de la obra entonces nos tocaría
algo de la gloria; pero Dios la quiere toda, así que Él hace toda la obra del comienzo hasta
el fin.
Lo que hemos dicho en este capítulo podría parecer negativo y no muy práctico si quedásemos
Cristianismo Práctico | 35
UNIDAD 7 - ANDANDO
EN EL ESPÍRITU
Llegando ahora a Romanos capítulo 8, debe- con Cristo. Vivir en la carne significa sencilla-
mos primeramente resumir el argumento de mente que tratamos de hacer algo en nuestra
la segunda sección de la carta: capítulo .5: 12 propia energía natural. Esto es vivir por la
hasta el fin del capítulo 8. fuerza que emana de la vieja fuente natural
de vida que heredé de Adán, y así gozo de
todo lo que se encuentra en él: ¡provisión
adecuada para poder pecar! Ahora bien, lo
POSICIÓN Y EXPERlENCIA mismo se aplica al que está en Cristo. Para
gozar en experiencia de lo que es mío en Él,
Tenemos cuatro diferentes aspectos en rel-
debo aprender lo que es andar en el Espíritu.
ación con la obra de Dios en la redención: el
Es un hecho histórico que en Cristo mi viejo
capítulo 5, “en Adán”; el capítulo 5, “en Cris-
hombre fue crucificado, y es un hecho que
to”; el capítulo 7, “en la carne”; el capítulo 8,
actualmente soy bendecido “con toda ben-
“en el Espíritu”. En esto vemos cuatro difer-
dición espiritual en los lugares ce- lestiales”
entes principios y debemos discernir clara-
(Ef. 1:3), pero si no vivo en el Espíritu, entonc-
mente la relación entre ellos. Tenemos “en
es mi vida puede ser una contradic- ción del
Adan” contra “en Cristo” mostrando nuestra
hecho de que estoy “en Cristo”, porque lo
posición; lo que éramos por naturaleza y lue-
que es verdad para mí como estando en El,
go lo que ahora somos por la fe en la obra
no se manifiesta en mí.
redentora de Cristo. También tenemos en la
carne contra en el Espíritu” y esto se rela-
Puedo reconocer que estoy en Cristo, pero
ciona con nuestro andar, co- mo asunto de
tal vez también tengo que reconocer que mi
experiencia práctica. Creemos que hasta es-
viejo mal genio se deja ver mucho. ¿Cuál es
tar “en Cristo”, pero debemos también andar
el problema? El problema es que estoy afer-
“en el Espíritu” (Ro. 8:9). He aquí uno de los
rándome a la verdad objetiva cuando lo que
más importantes puntos de la vida cristiana.
es verdad objetiva debe llegar a ser verdad
Aunque de hecho estoy en Cristo, con todo
subjetiva (personal); y esto ocurrirá en la me-
si viviera en la carne, es decir en mi propio
dida en que yo viva en el Espíritu.
poder, entones experimentaré lo que está
“en Adán”. Si quiero experimentar todo lo
que está en Cristo, entonces debo aprender
No sólo estoy en Cristo, pero Cristo está
a andar “en el Espíritu”. El uso frecuente de
en mí. Y de la misma forma en que natural-
las palabras “el Espíritu” en la primera parte
mente un hombre no puede vivir ni trabajar
de Romanos 8 sirve para enfatizar esta nueva
en el agua, sino sólo en el aire, así también
e importante lección de la vida cristiana.
espiritualmente Cristo mora y se manifiesta
no en la ‘carne’ sino en el ‘espíritu’. Por tanto
ANDAR EN LA CARNE O EN si vivo ‘según la carne’ hallo que lo mío en
EL ESPÍRITU Cristo se mantiene, por decido así, en sus-
penso. Aunque de hecho estoy en Cristo, sin
La carne se relaciona con Adán; el Espíritu embargo estoy viviendo en la carne, es decir
en mi propia fuerza y bajo mi propio gobier-
Cristianismo Práctico | 37
inclinación natural, no em- prenderemos miento.
planes propios; sino que hallaremos nuestra
satisfacción en su perfecto plan. “Reproducción” es algo más: quiere decir que
la vida nueva crece y se manifiesta progre-
Si vivimos en el Espíritu, podemos quedar- sivamente en nosotros hasta que la misma
nos a un lado y contemplar cómo el Espíritu imagen de Cristo empieza a ser reproducida
Santo gana nuevas victorias sobre la carne en nuestras vidas, Eso es lo que Pablo quería
cada día. “Andad según el Espíritu, y no cum- decir cuando dijo a los Gálatas: “Hijitos míos,
pliréis los deseos de la carne” (Gá. 5: 16, V.M.). por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto,
El Espíritu Santo nos ha sido dado para en- hasta que Cristo sea formado en vosotros”
cargarse de este asunto. Nuestra victoria re- (Gá. 4:19).
side en escondemos en Cristo, y en confiar
en sencillez que su Santo Espíritu vencerá en
nosotros las concupiscencias carnales con Dios no nos dará humildad o paciencia o
sus propios nuevos deseos. La Cruz ha sido santidad o amor como distintos dones de su
dada para procuramos la salvación: el Espíri- gracia. El no es un comerciante que dispensa
tu Santo ha sido dado para llevarla a cabo su gracia en paquetes, dando un poco de pa-
en nosotros. Cristo crucificado, resucitado y ciencia a los impacientes, un poco de amor a
glorificado, es la base de nuestra salvación: los que no aman, un poco de mansedumbre
Cristo en nosotros por el Espíritu es el poder a los altivos, en cantidades que tomamos y
de nuestra salvación. usamos como si fuesen un capital. Él nos ha
dado un solo don para satisfacer toda nuestra
necesidad: su Hijo Jesucristo. A medida que
CRISTO NUESTRA VIDA confiamos en Él para que viva su vida en no-
sotros, Él será en nosotros humilde, paciente,
“Gracias doy a Dios, por Jesucristo!” Esa ex-
amoroso y todo lo demás que nos haga falta.
clamación de Pablo es en realidad lo mismo
Recordemos la palabra en la primera epísto-
que lo que dice en Gálatas 2:20, el versículo
la de Juan: “Dios nos ha dado vida eterna, y
que sirve como clave para nuestro estudio:
esta \ida está en su Hijo. El que tiene al Hijo,
“Ya no vivo yo... mas Cristo.,.”. Vimos cuán a
tiene la vida; d que no tiene al Hijo de Dios no
menudo se usa la palabra “yo” en Romanos
tiene la vida” (1 Jn. 5:11,12). La vida de Dios no
7, culminando en el grito de agonía: “¡Miser-
nos es dada por se- parado; la vida de Dios
able de mí!” Luego sigue la aclamación de
nos es dada en el Hijo. Es “vida eterna en
liberación: “¡Gracias doy a Dios, por Jesu-
Cristo Jesús Señor nuestro”
cristo!” y es evidente que Pablo descubrió
que la vida que gozamos es la vida de Cristo
(Ro. 6:23). La relación que tenemos con el
únicamente. Pensamos en la vida cristiana
Hijo, es la misma que tenemos con la vida.
como una “vida trans- formada” pero en re-
alidad no es así. Dios nos ofrece una “vida
Bendita cosa es descubrir la diferencia entre
canjeada”, una “vida sustitui- da”, y Cristo es
los dones cristianos y Cristo: conocer la dif-
el Sustituto en nosotros. “Ya no vivo yo, mas
erencia entre la mansedumbre y Cristo, entre
vive Cristo en mí”. No es algo que tenemos
la paciencia y Cristo, entre el amor y Cristo.
que producir nosotros. Es la vida de Cristo
Recordemos lo que se nos dice en 1 Corintios
mismo reproducida en nosotros.
1:30: “Cristo Jesús... nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y
¿Cuántos cristianos creen en la “reproduc-
redención”. El concepto general de la santifi-
ción” en este sentido, como algo más que
cación es que cada parte de la vida sea san-
la regeneración? Regeneración quiere decir
ta; pero esto no es santidad, sino el fruto de
que la vida de Cristo es plantada en nosotros
la santidad. La santidad es Cristo. Es el Señor
por el Espíritu Santo; eso es el nuevo naci-
Cristianismo Práctico | 39
dejado lugar a una dependencia bendita y reposada en “la operación de su fortaleza, la cual
obra en mí con poder” (Col. 1:29, V.M.). Por esto Dios habla de las “obras” de la carne, pero
del “fruto” del Espíritu (Gá. 5:19,22) .
En segundo lugar, “andar conforme” implica sujeción. Andar “conforme a la carne” significa
que me entrego a los dictámenes de la carne, y los siguientes versículos en Romanos 8:5-8
señalan claramente a dónde me conducirá esto. Solo me pondrá en conflicto con Dios. An-
dar “conforme al Espíritu” quiere decir ser sujeto al Espíritu. Hay una cosa que él que anda
conforme al Espíritu no puede hacer, y eso es llegar a ser independiente de Él. Tengo que
sujetarme al Espíritu Santo: la iniciativa de mi vida tiene que ser con Él. Solamente a medida
que me entrego para obedecerle encontraré “la ley del Espíritu de vida” en plena operación
en mí. “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Ro. 8:14).
Nos son muy familiares las palabras de la Bendición en 2 Corintios 13:14: “La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. El
amor de Dios es la fuente de toda bendición espiritual, la gracia de nuestro Señor Jesucristo
ha hecho posible que aquella riqueza espiritual venga a ser nuestra, y la comunión del Espíri-
tu Santo es el medio por el cual nos es impartida. El amor es algo escondido en el corazón
del Padre, la gracia es aquel amor expresado en el Hijo, y por la comunión se imparte aquella
gracia por el Espíritu. Lo que el Padre ha ideado a favor nuestro, el Hijo ha llevado a cabo,
y ahora el Espíritu nos lo comunica. Así que, cuando vemos algo nuevo que el Señor nos ha
procurado en su Cruz, no tratemos de apropiado por nuestros esfuerzos propios, sino en una
actitud de continua sujeción y obediencia, miremos al Espíritu para impartírnoslo; por- que
nuestro Señor ha mandado su Espíritu con este mismo propósito, para que Él nos co- mu-
nique todo lo que es nuestro en el Señor Jesús.
¿Cuál era el objeto de Dios? ¿Que su Hijo sea “el primogénito entre muchos hermanos” y
que todos fuesen hechos conformes a su imagen. ¿Cómo realizó Dios su propósito? “A los
Cristianismo Práctico | 41
que justificó, a éstos también glorificó”. El propósito de Dios, entonces, en la creación y re-
dención, era de hacer su Hijo “el primogénito entre muchos hermanos”. Eso, tal vez, signifi-
caría muy poco para muchos cristianos, pero estudiémoslo más cuidadosamente.
En Juan 1:14 vemos que el Señor Jesús era el Unigénito Hijo de Dios: “y aquel Verbo fue hecho
carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre) lleno
de gracia y de verdad”. Que Él fuera el Unigénito de Dios implica que Dios no tuvo otro Hijo
aparte de éste. Estaba con el Padre desde toda la eternidad. Pero Dios no estaba satisfecho
que Cristo ¡quedara como el Hijo Unigénito; quería también hacerle el Primogénito. ¿Cómo
podría el Unigénito venir a ser Primogénito? La contestación es sencilla: por tener más hijos
el Padre. Si uno tiene un solo hijo, entonces es el unigénito; pero si en lo sucesivo tiene otros,
entonces el primero viene a ser el primogénito.
El propósito divino en la creación y redención era que Dios tuviera muchos hijos. El ansiaba
tenerlos y no podía estar satisfecho sin nosotros.
Al leer la historia del hijo pródigo, la gente en general es impresionada por todas las penas
que experimentó éste: están ocupados en pensar qué mal rato pasó. Pero ése no es el punto
importante de la parábola. “Este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hal-
lado” (Lc. 15:24): ahí está el corazón del relato, no es cuestión de lo que sufrió el hijo, sino lo
que perdió el padre. Él es el sufriente, Él es quien pierde. Una oveja se pierde; ¿quién sufre la
pérdida? El pastor. Se pierde una moneda; ¿quién pierde? La mujer. Un hijo se pierde, ¿quién
pierde? El padre. He aquí la enseñanza de Lucas, capítulo 15.
El Señor Jesús era el Unigénito Hijo pero el Padre le envió a fin de que el Unigénito también
sea el Primogénito, que el Hijo Amado tenga muchos hermanos. He aquí la historia de la
Encarnación y de la Cruz; el propósito de Dios cumplido, a saber, en “llevar muchos hijos a
la gloria” (He. 2:10). En Romanos 8:29 leemos “muchos hermanos”; en Hebreos 2:10 leemos
“muchos hijos”. Desde el punto de vista de Dios, Jesús, es “hermanos”; desde el punto de
vista de Dios, el Padre, es “hijos”. Pero no termina allí: Dios no desea que sus hijos vivan en
un galpón, un garaje o un campo. Él desea que estén en su casa, que participen de su gloria.
Esa es la explicación de Romanos 8:30: “A los que justificó, a éstos también glorificó”. Dios
deseaba .tener hijos y deseaba tener hijos en gloria. Deseaba poblar el cielo entero con hijos.
Ese es su propósito en la redención.
EL GRANO DE TRIGO
Pero ¿cómo podía el Unigénito Hijo de Dios venir a ser el Primogénito? El método se explica
en Juan 12:24: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y mu-
cre, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. ¿Quién era ese grano? Era el Señor Jesús.
En el universo entero Dios tenía un solo grano de trigo; Él no tenía un segundo grano. Dios
puso aquel Único grano de trigo en el suelo y murió, pero de ese único grano han brotado
muchos.
En cuanto a su divinidad, el Señor Jesús siempre es el “Unigénito Hijo de Dios”; pero en otro
sentido, desde” la resurrección a toda la eternidad, es también el Primogénito y su vida es
hallada en muchos hermanos, porque somos hechos, “participantes de la naturaleza divina”
(2 Pe. 1:4) aunque no, nótalo bien, como de nosotros mismos sino solamente en dependen-
cia en Dios y en virtud de estar ‘en Cristo’. Era por medio de la encarnación y la Cruz que el
Dios plantó un gran número de árboles en el huerto de Edén, pero “en medio del huerto”,
esto es, en un lugar de especial prominencia, plantó dos árboles, el árbol de vida y el árbol
de ciencia del bien y del mal. Adán fue creado inocente; no tenía conocimiento del bien y
del mal. ¡Piensa en un hombre que no tiene sentido de lo recto y lo malo! ¿No se diría que
ese hombre no estaba bien desarrollado? Bueno, eso es exactamente lo que era Adán. Dios
puso dos árboles en el huerto para que Adán ejerciese una elección independiente: podía
elegir el árbol de vida, o podía elegir el árbol de ciencia del bien y del mal.
El conocimiento del bien y del mal no es malo. Estos dos árboles tipifican dos princi- pios
profundos. Representan dos planos de vida, el divino y el humano. El “árbol de vida” es Dios
mismo, porque Dios es vida. Él es la más alta forma de existencia, y Él es también la fuente
y la meta de la vida. Y la fruta “¿qué es? Es el Señor Jesús. Si Adán tomara del árbol de vida,
participaría de la vida de Dios v así venir a ser un hijo de Dios en el sentido de tener en él
una vida derivada de Dios. Con eso se tendría vida de Dios en unión con el hombre: una raza
de hombres con la vida de Dios en ellos y viviendo en constante dependencia de Dios para
aquella existencia. Si, por el contrario, Adán tomara del fruto del árbol de ciencia del bien y
del mal, entonces desarrollaría su propia humanidad en maneras naturales aparte de Dios,
alcanzando una cima de realización como un ser suficiente en sí; tendría el poder en sí mis-
mo de formar juicios independientes, pero no tendría vida de Dios.
Así que ésta fue la elección que tenía que hacer: o por la obediencia ser un hijo de Dios,
dependiendo de Dios para su vida, o por querer ser algo en sí mismo venir a ser un hombre
egocéntrico, jugando y actuando aparte de Dios. La historia de la humanidad es el resultado
de la elección que hizo.
Adán eligió el árbol de la ciencia del bien y del mal y, en consecuencia, tomó posición en un
terreno independiente. El resultado fue muerte, más bien que vida.
Ahora vemos la razón divina de la muerte y resurrección del Señor Jesús. Vemos también
la razón divina de la consagración verdadera: considerarnos muertos al pecado mas vivos a
Dios en Cristo Jesús, y presentamos a Él como vivos de los muertos. Debemos todos ir a la
Cruz, porque lo que está en nosotros por naturaleza es vida propia, sujeta a la ley de peca-
Cristianismo Práctico | 43
do. Adán eligió vida propia antes que vida divina, así que Dios tuvo que reunir todo lo que
había en Adán y eliminarlo. Nuestro ‘viejo hombre’ ha sido crucificado. Dios nos ha puesto
a todos en Cristo y le crucificó como el Último Adán, y así todo lo que es de Adán ha desa-
parecido. Entonces Cristo resucitó y es por participar de su vida de resurrección que somos
constituidos hijos de Dios. “A todos los que le recibieron... les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios,... son engendrados... de Dios” Jn. 1: 12,13).
Dios no tiene intención de reformar nuestra vida. No es su pensamiento traerla a cierto grado
de perfección, porque está sobre un plano totalmente errado. En ese plano no puede ahora
llevar el hombre a la gloria; Él insiste en un nuevo hombre; uno nacido de nuevo, naci- do de
Dios.
UN CUERPO EN CRISTO
Antes de pasar a considerar nuestro último tema de importancia, miremos de nuevo los pa-
sos ya dados. Hemos procurado presentar las cosas de una manera sencilla, y explicar de un
modo claro algunas de las experiencias que los creyentes suelen tener. Pero desde luego son
muchos los nuevos descubrimientos que hacemos al andar con el Señor, y debemos cuida-
mos de simplificar demasiado la obra de Dios. Hacerla nos llevaría él seria confusión.
Hay hijos de Dios que creen que toda nuestra salvación, en la que incluirían el asunto de vi-
vir una vida santa, consiste en un debido aprecio del valor de la preciosa Sangre. Con razón
subrayan la importancia de llevar cuentas cortas con Dios en cuanto a pecados conocidos,
y de la eficacia continua de la Sangre para limpiar los pecados cometidos, pero piensan en
la Sangre como haciéndolo todo. Creen en una santidad que sólo significa separación: que
Dios, sobre la base de la Sangre derramada, separa a un hombre del mundo para hacerla
suyo, y que eso es santidad; y allí se quedan. Así permanecen sin alcanzar las demandas
básicas de Dios y por lo tanto la provisión completa que El ha hecho. Creo que ya hemos
visto claramente que esto no basta.
Luego hay los que van más adelante y ven que Dios los ha incluido en la muerte de su Hijo
en la Cruz para librarlos del poder del pecado y de la ley por crucificar el hombre viejo. Estos
son los que en verdad ejercen fe en el Señor, porque se glorían en Cristo Jesús y han deja-
do de confiar en la carne (Fil. 3: 3). En los tales Dios tiene fundamento seguro sobre el cual
edificar, y desde ese punto inicial muchos han progresado aun más y han reconocido que la
consagración (en su sentido verdadero) significa entregarse sin reserva en sus manos y se-
guirle. Todos éstos son los primeros pasos y desde este punto ya hemos tocado otras fases
de la experiencia que Dios nos presenta y que muchos gozan. Es indispensable recordar
que, mientras cada una es un fragmento de la verdad, ninguna en sí es toda la verdad. Todas
llegan hasta nosotros como fruto de la obra de Cristo en la Cruz y no nos conviene ignorar
ninguna.
Ya hemos mencionado el propósito de Dios en la creación y hemos dicho que abarcaba
mucho más que lo que Adán llegó a gozar. ¿.Cuál era aquel propósito? Dios quería tener
una raza de hombres cuyos integrantes tuvieran un espíritu por el cual pudieran gozar de
comu- nión con El, quien es Espíritu. Aquella raza, poseyendo la vida de Dios mismo, coop-
eraría para alcanzar el blanco propuesto, desbaratando todo posible ataque del enemigo y
deshacien- do sus obras malignas. Eso era el gran plan. ¿Cómo se efectuará ahora? La con-
testación se encuentra en la muerte del Señor Jesús. Es una muerte poderosa, positiva y pre-
meditada, al- canzando mucho más allá de la recuperación de la posición perdida, porque
por medio de ella no sólo se trata con el pecado y el hombre vicio y se anulan sus efectos,
sino se introduce algo más, algo infinitamente mayor.
Ahora debemos tener presente dos pasajes de la Palabra, uno de Génesis 2 y otro de Efesios
5, que son de gran importancia en cuanto a esto.
Cristianismo Práctico | 45
EL AMOR DE CRISTO
“Entonces Jehová hizo caer profundo sueño sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una
de sus costillas, y cerró la carne en su lugar; y de la costilla que Jehová Dios tomó del hom-
bre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis
huesos, y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.” (Gn.
2-21-23).
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo
por ella, para santificada, habiéndola purificado en el lavacro del agua por la pala- bra, a fin
de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa
semejante; sino que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5: 25-27).
En Efesios 5 tenemos el único capítulo de la Biblia que explica el pasaje de Génesis 2. Lo que
nos es presentado en Efesios es en verdad muy notable, si lo reflexionamos. Es lo que con-
tienen las palabras: “Cristo... amó a la iglesia”. Aquí hay algo preciosísimo.
Se nos ha enseñado a pensar en nosotros como pecadores necesitando redención. Desde
hace mucho tiempo esto nos ha sido inculcado, y damos gracias al Señor por esto como
nuestro principio, pero no es lo que Dios tiene en mira como su blanco. Mas bien Dios habla
aquí de una iglesia “gloriosa... que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que
fuese santa y sin mancha.
Así tenemos un aspecto de la muerte del Señor Jesús en Efesios que no se ve tan claramente
en otros lugares. En Romanos se miran las cosas desde el punto de vista del hombre cor-
rompido y, empezando con Cristo muriendo por “pecadores”, “enemigos”, “los impíos” (Ro.
5), se nos lleva paso a paso al “amor de Cristo” (Ro. 8:35). En Efesios, en cambio, el punto
de vista es el de Dios “antes de la fundación del mundo” (Ef. 1:4) y la médula del evan- gelio
es: “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella” (Ef. 5:25). Así en Roma- nos es
“todos pecaron”, y el mensaje es el del amor de Dios hacia los pecadores (Ro. 5: 8); mientras
que en Efesios es “Cristo amó”, y el amor aquí es el del esposo hacia su esposa. Esta clase de
amor, en el fondo, no tiene nada que ver con el pecado como tal. Lo que se ve en este pasaje
no es expiación por el pecado sino la creación de la Iglesia; por eso se declara que con este
motivo Él se dio a Sí mismo.
Por consiguiente hay un aspecto de la muerte del Señor Jesús que es completamente pos-
itivo y un asunto particularmente de amor hacia su Iglesia, y en el cual no entra la cuestión
del pecado y de los pecadores. Dios me libre de sugerir siquiera que el Señor Jesús no murió
para expiación. Alabado sea Dios, así lo hizo. Debemos recordar que hoy día estamos en
verdad en Efesios 5 y no en Génesis 2. Efesios fue escrito después de la caída, a hombres
que habían sufrido las consecuencias y en la carta encontramos no sólo el propósito de la
creación sino también las cicatrices dejadas por la caída. De otro modo no habría necesidad
de referirse a “mancha ni arruga”. Por causa de que estamos todavía en este mundo y que la
caída es un hecho histórico, hay necesidad de limpieza.
Sin embargo, siempre debemos considerar la redención como una interrupción, una ‘medida
de emergencia’, que fue necesaria por causa del desvío de la línea recta del propósito de
Dios. La redención es suficiente y bastante maravillosa para ocupar un lugar muy grande en
nuestra visión, pero Dios nos está indicando que no debemos pensar en ella como si fuera
Cristianismo Práctico | 47
entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”. Sin embargo,
aquí en capítulo 12, verso 1, el énfasis es un poco distinto. “Así que, hermanos, os ruego por
las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agrada-
ble a Dios, que es vuestro culto racional”. Esta nueva exhortación a la consagración se nos
hace como a “hermanos”, recordándonos los “muchos hermanos” del capítulo 8, verso 29.
Es una llamada a dar un paso de fe juntos, el presentar nuestros cuerpos en un “sacrificio
vivo” a Dios.
Esto es algo que sobrepasa lo solamente individual e implica una contribución en con- junto.
El “presentar” es personal, pero el sacrificio es colectivo; es un sacrificio. El culto ra- cional,
servicio inteligente, es un servicio. Nunca deberíamos pensar que nuestra contribución no
se necesita, porque, si en verdad contribuye a aquel servicio, satisface a Dios. Y es por tal
servicio que experimentamos “cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
(12:2) o, en otras palabras, alcanzamos el eterno propósito de Dios en Cristo Jesús. Así que,
la llamada de Pablo “a cada cual que está entre vosotros” (12:3) se hace considerando esta
nueva verdad divina de que nosotros, siendo muchos, “somos un cuerpo en Cristo, y todos
miembros los unos de los otros” (12:5) y es sobre esta base que tenemos las instrucciones
prácticas que siguen.
El instrumento por el cual el Señor Jesús puede revelarse a esta generación no es el in- divid-
uo sino el cuerpo. Dios repartió a cada uno una medida de fe (12:3), pero por separado cada
miembro nunca puede cumplir el propósito de Dios. Se necesita un cuerpo entero para llegar
a ser “un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” y manifes- tar
su gloria. ¡Oh, que en verdad comprendiéramos esto!
De esta manera Romanos 12:3-6 saca de la figura del cuerpo humano la enseñanza de nuestra
dependencia mutua. Los creyentes por separado no constituyen el cuerpo, pero los tales
son miembros del Cuerpo, y en un cuerpo humano “no todos los miembros tienen la misma
función” (12:4). La oreja no debe pensar que es ojo. Ninguna oración, por más persis- tente
que sea, dará vista a la oreja pero todo el cuerpo puede ver por medio del ojo. Del mis- mo
modo (hablando en sentido figurado), aunque tenga sólo el don de oír, puedo ver por me-
dio de otros que tienen el don de la vista; o tal vez puedo caminar pero no trabajar con los
pies, y por eso recibo ayuda de las manos. Demasiado común es la actitud en cuanto a las
co- sas de Dios de que “Sé lo que sé, y lo que no sé, no sé y bien puedo prescindir de ello”.
Pero en Cristo las cosas que no sabemos nosotros, otros las saben, y podemos saberlas y
llegar a disfrutadas por medio de ellos.
Séame permitido hacer hincapié en que esto no es meramente un lindo pensamiento. Es un
factor vital en la vida del pueblo de Dios. No podemos seguir el uno sin el otro. Es por esto
que la comunión en oración tiene tanta importancia. La oración juntos hace valer la ayuda
de los demás miembros del Cuerpo, como se ve claramente en Mateo 18:19,20. Confiar en
el Señor yo solo tal vez no resultaría suficiente. Debo confiar en El, junto con otros. Debo
aprender a orar “Padre nuestro...” sobre la base de nuestra unión con el Cuerpo, porque sin
la ayuda del Cuerpo no puedo alcanzar el blanco. En la esfera del servicio, esto se ve aún
más claramente. Solo no puedo servir al Señor eficazmente, y Él hará todo lo posible para
ense- ñarme esto. Hará fracasar las cosas, permitiendo que puertas se cierren y dejándome
golpear la cabeza inútilmente contra una pared, hasta que me dé cuenta de que necesito la
ayuda del Señor por el Cuerpo, además de la que recibo directamente de Él. Porque la vida
de Cristo esla vida del Cuerpo, y sus dones nos son dados para la obra que edifica el Cuerpo.
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la eterni- dad futura. Es el Cuerpo de Cristo en gloria, no refleja nada del hombre caído sino
sólo aque- llo que es la imagen del glorificado Hijo del hombre. Esta es la Iglesia que ha sat-
isfecho el corazón de Dios y que ha logrado el dominio.
En Efesios 5 estamos aún dentro de la historia de la redención, y sin embargo, por gracia,
tenemos todavía ante nosotros este eterno propósito de Dios expresado en las palabras: “...
a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa”. Pero notamos que son necesarios
para preparar la Iglesia (ahora manchadas por la Caída) a fin de ser presentado a Cristo en
gloria, el agua de vida y el lavacro de la Palabra. Porque ahora hay defectos que corregir y
heridas que sanar. Pero, ¡cuán preciosa es la promesa y cuán llenas de gracia las palabras:
“que no tuviese mancha” -las cicatrices del pecado, cuya historia misma estará ya olvidada;
y “ni arruga”- las señales de edad y de tiempo perdido! Todo se habrá recuperado entonces
y todo será nuevo; “santa y sin mancha” -para que ni Satanás ni los demonios ni los hombres
puedan encontrar motivos para acusarla.
Aquí es donde estamos ahora. Esta época ya toca a su fin y el poder de Satanás se manifiesta
más que nunca. Nuestra lucha es contra ángeles, principados y potestades (Ro. 8:38. Ef. 6:12)
que se oponen y procuran destruir la obra de Dios en nuestras vidas acusando a los escogi-
dos de Dios. Solos nunca podríamos afrontarlos, pero lo que no podemos hacer nosotros so-
los, la Iglesia puede. El pecado, la confianza en sí mismo y el individualismo han sido el golpe
maestro contra el propósito divino para el hombre, y en la Cruz Dios los ha desbaratado.
Así, poniendo nuestra fe en lo que Él ha hecho, en “Dios... que justifica” y Cristo... que mu-
rió” (Ro. 8: 33,34), presentamos un frente contra el cual las puertas del infierno mismas no
prevalecerán. Nosotros, su Iglesia, “somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó” (Ro. 8:37).
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