Polvo Vital
Polvo Vital
Polvo Vital
Polvo Vital
El origen y la evolución de la vida en la tierra
CC22176
isbn 958-04-3324-0
[2]
Para la vida
[3]
CONTENIDO
PROL OGO 10
INT RODU CCION 21
La unidad de la vida 22
El arbol de la vida 24
La antigüedad de la vida 26
La cuna de la vida 30
La probabilidad de la vida 32
Se excluye la previsión 35
Las edades de la vida 36
PRIME RA PA RT E
L A EDA D DE LA QU ÍMICA 38
CAPÍTULO 1. EN BUSCA DE LOS ORIGENES 39
El escenario 39
Los químicos tras la pista 44
Escudriñando los cielos 46
Los primeros pasos 48
El camino hacia el arn 51
La lección del metabolismo 53
C A P Í T U L O 2 . L O S P R I M E R O S C ATA L I Z A D O R E S D E L A V I D A 56
La conexión atp 87
Las coenzimas: ¿vástagos del mundo del arn? 91
La base química de la vida 93
SE GU NDA PA RTE
L A EDA D DE LA INF ORMA CIÓN 96
CAPÍTULO 5. EL ARN SE HACE CARGO 97
Un vistazo al futuro 97
[4]
La cifra mágica 100
El inicio de la replicación 102
Darwin juega con las moléculas 104
El nacimiento de las proteínas 107
CAPÍTULO 6. EL CODIGO 112
Complementariedad 136
Contingencia 138
Ensamblaje modular 139
TE RCE RA PA RT E
L A EDA D DE LA PROT OCÉ L U LA 141
CAPÍTULO 9. LA VIDA SE ENCAPSULA 142
Percepción 167
Motilidad 169
Exportación de proteínas y nacimiento de la digestión 170
Un toque de sexo 172
CAPÍTULO 12. EL ANTECESOR COMUN DE TODAS LAS FORMAS DE VIDA 174
[5]
CAPÍTULO 13. LA UNIVERSALIDAD DE LA VIDA 183
[6]
Infi ltradores subterráneos 275
CAPÍTULO 20. LOS PRIMEROS ANIMALES 278
[7]
CAPÍTULO 27. EL FUNCIONAMIENTO DE LA MENTE 356
Epílogo 440
Glosario 441
Bibliografía 460
[8]
PROLOGO
Albert Einstein1
1
. De un texto originalmente publicado en la edición de octubre de 1930 de The
Forum, reimpreso en “Wise Men Worship, editado por M. Hill (New York: E. P. Dutton
& Company, Inc., 1931) p. i.
[9]
Se han escrito muchísimos libros sobre el origen de la vida, los genes,
las células, la evolución, la biodiversidad, el desarrollo de la humanidad,
el cerebro, la conciencia, la sociedada, el medio ambiente, el futuro de la
vida, su significado o la ausencia del mismo. Nadie ha osado manejar
todos estos temas al mismo tiempo, por la sencilla razón de que nadie ha
logrado dominar más de uno o dos de ellos, mucho menos todos.
Aunque no soy la excepción en este caso, me he aventurado más allá de
los límites de mi competencia, pues siento que, si hemos de entender el
universo y nuestro lugar dentro de él, este intento debe hacerse. La vida
es el fenómeno más complejo que conocemos, y nosotros los entes más
complejos que ha producido la vida.
Este libro recoge mis esfuerzos por observar la vida desde un ángulo
mucho más general, esfuerzos que se remontan a un sueño concebido
hace más de sesenta años cuando, siendo un joven estudiante de
medicina en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, ingresé al
mundo de la ciencia. Lo que me atrajo del laboratorio, además de lo
divertido que resulta intentar resolver problemas, fue la urgencia por
comprender. Me parecía que la ciencia, dada su insistencia en la
racionalidad y la objetividad, ofrecía el mejor camino para llegar a la
verdad, y el estudio de la vida parecía especialmente prometedor. La
ciencia iba a ser mi camino hacia la verdad: per vivum ad verum.
El sueño pronto pasó a un segundo plano. Las exigencias académicas
–primero de la medicina, luego de la química y finalmente de la
bioquímica–; las dificultades para establecer un grupo de investigación
en la Bélgica de la posguerra; el entusiasmo por decubrimientos que me
condujeron a unirme a una pequeña banda de investigadores que
exploraban las células vivas con métodos modernos; un nombramiento
en 1962, que me llovó a dividir el tiempo entre mi alma máter en Bélgica y
el Instituto Rockefeller (hoy la Universidad de Rockefeller) en Nueva
York; los deberes y obligaciones dela vida académica, además del peso de
fundar un instituto de investigación biomédica en Bruselas y, en medio
de todo ello, un viaje a Estocolmo que interfirió con mis actividades en
1974, parecieron confabularse para mantenerme ocupado con problemas
cotidianos, dejándome poco tiempo para asuntos más profundos. La
actividad científica retringe la mente más de lo que la amplía, debido a la
creciente especialización de los casos, los conceptos y las técnicas. Entre
más ahondamos, más se reduce nuestro campo de acción.
[10]
Prólogo
[11]
CHRISTIAN DE DUVE
[12]
Prólogo
[13]
CHRISTIAN DE DUVE
fortuitos, y ello hace que con frecuencia se piense que el azar regula la
evolución. Aun cuando no niego que la contingencia hace parte de la
evolución, considero que el azar opera dentro de ciertas restricciones –
físicas, químicas, biológicas, ambientales– que limitan su libertad de
acción. Este concepto de contingencia restringida traza una directriz a
todo lo largo de mi reconstrucción de la historia de la vida en la Tierra.
La edad de la protocélula es un período largo, durante el cual se
conformaron los principales atributos de la organización celular. El
resultado fue un organismo antepasado común a todas las formas de
vida que se encuentran actualmente en la Tierra. La aseveración de que
todos los organismos vivos provienen de un ancestro común, descansa
sobre una abrumadora evidencia; ese organismo vivió hace unos 3 700 –
3 800 millones de años.
En la edad de las células aisladas predominan dos sucesos. El primero es
la evolución y diversificación de las bacterias, o procariontes, que hoy en
día ocupan prácticamente cualquier nicho disponible en nuestro planeta.
Para ellas, la aparición de organismos capaces de utilizar la energía solar
para extraer del agua el hidrógeno necesario para su propia
conformación, liberando oxígeno en el proceso, resultó francamente
fatídico. Este hecho es responsable del aumento del oxígeno atmosférico
que tuvo lugar hace 1 500 a 2 000 millones de años y que constituyó una
tremenda amenaza para todas las formas anaeróbicas de vida que
ocupaban la Tierra en ese momento. Expuestas a las crecientes
concentraciones de oxígeno, para ellas tóxico, estas formas de vida no
tuvieron más alternativa que adaptarse o morir. Muchas especies de
bacterias perecieron ante este “holocausto de oxígeno” y aquellas que
sobrevivieron lo hicieron gracias a innovaciones que jugaron un papel
crucial en su posterior evolución.
El segundo hecho clave que se presentó durante la edad de las células
aisladas fue la conversión procarionte-eucarionte, es decir, la
transformación de una célula bacterial ancestral en células mucho más
grandes y complejas que componen las algas, las amebas, las levaduras y
muchos otros organismos unicelulares, así como todas las plantas,
hongos y animales incluido el hombre. Esta importantísima
transformación, que probablemente tomó más de mil millones de años,
hizo posible el desarrollo de un fagocito primitivo (una célular que traga),
muy grande y altamente organizada, capaz de englobar y digerir
bacterias y otros objetos voluminosos. Ocasionalmente, estas células
[14]
Prólogo
[15]
CHRISTIAN DE DUVE
[16]
Prólogo
“chiste cósmico” sino una entidad con significado, constituida de tal forma
que puede generar vida y mente, destinada a dar lugar a entes pensantes
capaces de discernir la verdad, apreciar la belleza, sentir amor, desear el
bien, definir el mal, experimentar el misterio. No hago menciones
explicitas sobre Dios, pues este término está cargado de interpretaciones
ligadas a un sinnúmero de credos. Como científico, elegí más bien
presentar aquí un resumen de la evidencia disponible, y compartir mi
propia interpretación de la misma, dejando a los lectores en libertad de
sacar sus propias conclusiones. Una vez más, y para evitar
malentendidos, debo subrayar que la palabra clave es la química y no una
noción preconcebida de cómo debieran ser las cosas.
¿A quién va dirigido este libro? A todos: el tema, que incluye nuestra
naturaleza, nuestro origen, nuestra historia y nuestro lugar en el
universo, nos concierne a todos. Puesto que nos encontramos
enfrentando una viariedad de asuntos de enorme trascendencia que
afectan la vida futura en la Tierra, tal vez incluso la supervivencia de la
humanidad, resulta imperioso contemplar estos problemas dentro de su
contexto natural. Debemos aprender a “pensar biológicamente” y a
actuar de acuerdo con ello.
Como la mayoría de los libros de historia, Polvo vital contiene
secciones que interesarán más a unos que a otros y, aunque un hilo
conductor corre a lo largo de las siete secciones, cada una ha sido escrita
de manera que invite a hojearlas por separado.
Este libro es en gran medida fruto de mis lecturas y reflexiones
personales. Tengo una inmensa deuda de gratitud con los numerosos
autores que me ayudaron con sus claras, concienzudas y bien
documentadas exposiciones en cada uno de sus campos. He hecho todo
lo que pude por darles amplio y suficiente crédito en las notas y
referencias que se citan al final.
Las conversaciones y discusiones con colegas y amigos también me
aportaron enormes beneficios. La mención de sus nombre en
agradecimiento, de ninguna manera implica que deban responder por los
hechos científicos que aquí presento, menos aun, que aprueben mis
interpretaciones o compartan mis ideas. Tengo en mente a mi socio y
amigo de hace tiempo, mi actual “jefe”, Miklós Müller, quien me ayudó
enormemente con sus conocimientos enciclopédicos sobre
microorganismos; a mis nuevos amigos en el campo del origen de la
vida, entre ellos a Gustaf Arrhenius, Manfred Eigen, Albert Eschenmoser,
[17]
CHRISTIAN DE DUVE
[18]
P O LV O V I TA L
[19]
INTRODUCCION
[20]
Este libro trata de la historia de la vida en la Tierra, desde su
nacimiento, sumido en las profundidades del pasado, hasta la
intrincada gama de seres vivos que puebaln nuestro planeta en la
actualidad. Esta es la más extraordinaria aventura que jamás haya
tenido lugar en el universo conocido, una aventura que ha llegado a
producir una especie capaz de afectar de manera inexorable el
desarrollo futuro del proceso natural que la hizo posible.
La historia de la vida está marcada por una serie de innovaciones,
cada una de las cuales introduce un nuevo nivel de complejidad, y
cada una de las cuales debe considerarse dentro del contexto de las
leyes naturales de la física y la química. Antes de embarcarnos en este
viaje de descubrimiento, debo definir algunas nociones generales que
nos acompañarán durante todo el proyecto.
LA UNIDAD DE LA VIDA
La vida es una sola. Este hecho, tácito desde el momento en el que
utilizamos una sola palabra para abarcar objetos tan distintos como
árboles, hongos, peces y seres humanos, ya nadie lo pone en duda.
Cada vez que la tecnología avanza dando mayor poder de resolución
a las herramientas que utilizamos, y en ello incluyo desde los
indecisos comienzos de la microscopía, hace poco más de tres siglos,
hasta las incisivas técnicas que hoy en día utiliza la biología
molecular, contribuye a reforzar la teoría de que todos los organismos
vivos que existen están compuestos por los mismos materiales,
funcionan con base en los mismos principios y, de hecho, se
encuentran relacionados entre sí: todos descienden de una sola forma
ancestral de vida.
Lo anterior se ha podido comprobar gracias a la secuenciación
comparada de las proteínas y los ácidos nucleicos, dos tipos de
sustancias que constituyen los más importantes ingredientes de todas
las formas de vida, y que, auqneu químicamente sean totalmente
diferente, tienen en común el ser largas cadenas que resultan al unirse
grandes cantidades de unidades moleculares – hasta centenares en el
caso de las proteínas y con frecuencia muchas más en lo que concierne
a los ácidos nucleicos. Pensemos en collares de cuentas de
diferentescolores, en trenes formados por vagones diferentes entre sí y
unidos unos a otros por sus extremos o, para ser aún más claros, en
larguísimas palabras formadas por letras diferentes. Las cuentas,
[21]
CHRISTIAN DE DUVE
[22]
Introducción
luego debemos establecer cómo ese ancestro común dio lugar a todos
los organismos vivos que hoy existen.
EL ARBOL DE LA VIDA
Todos sabemos que la vida ha dejado rastros fósiles sobre la Tierra;
el dispendioso estudio que los paleontólogos hacen de estos fósiles
nos ha permitido rescatar fantasmas de antiguas plantas y animales
del pasado remoto y recomponer una historia evolucionaria
aproximada de los organismos que hoy en día habitan nuestro
planeta. Sin embargo, el registro fósil es bastante incompleto y con
frecuencia un solo hueso o un único diente, la huella de una hoja o el
leve molde de un gusano, es lo único de lo que se dispone para
reconstruir un organismo completo. Además, el registro fósil rara vez
llega más allá de los 600 millones de años, y antes de eso, los datos
que poseemos son extremadamente escasos, aun cuando debieron
existir millones de organismos que pasaron por este mundo sin dejar
huella alguna, o cuyas huellas no han sido descubiertas aún. Si sólo
hubiéramos dispuesto de los fósibles, no importa cuan numerosos y
bien conservados, habría sido imposible reconstruir o siquiera
contemplar la historia completa de la vida. La información que hoy
utilizamos proviene no tanto de los restos muertos como de los
organismos vivos, en quienes la historia de la vida está escrita, y
donde basta aprender a leerla.
En la actualidad podemos recurrir a la secuenciación comparada
de macromoléculas relacionadas aunque provenientes de diferentes
microorganismos, para leer dicha historia. Esto nos permite medir las
distancias evolucionarias entre un par de organismos –ya sean
hermanos, primos hermanos, primos en décimo grado y así
sucesivamente– tomando como base de medición el número de
diferencias que existen entre las secuencias comparadas. Entre más
numerosas sean estas diferencias –por lo menos estos es lo que se
asume, aunque sujeto a debate y discusión– más tiempo habrán tenido
las moléculas para evolucionar por separado y por lo tanto más
tiempo habrá pasado desde que la especie poseedora de esas
moléculas se separó del último ancestro común. De esta manera, y
siempre y cuando se disponga de suficiente información, es posible en
principio reconstruir el árbol de la vida completo con base en las
[23]
CHRISTIAN DE DUVE
1
. Los datos sobre la secuenciación comparativa del citocromo c provienen del
libro Structure and Action of Proteins, por R. E. Dickerson y I. Geis (Menlo Park, CA:
Benjamin/Cummings Publishing Company, 1969), pp. 64-65.
[24]
Introducción
LA ANTIGÜEDAD DE LA VIDA
La forma del árbol se ha ido haciendo más y más clara. ¿Pero qué
hay de su escala de tiempo? En paleontología, la coordenada temporal
la dan los dispendiosos estudios geológicos y geoquímicos que
permiten estimar la edad de una formación rocosa dada. Si se
encuentra un fósil cuya edad estimada por los científicos es de 200
millones de años, sabemos que el organismo que dejó los restos debió
vivir hace más o menos, lo mismos 200 millones de años. En el caso de
los árboles moleculares, la unidad mediante la cual se mide no es el
tiempo, sino el número de mutaciones, es decir, los cambios
transmitidos de una generación a otra, que han sufrido las moléculas
en el curso del proceso evolutivo. O, más concretamente, el número de
mutaciones compatibles con la supervivencia y la proliferación
(mutaciones “tolerables”), puesto que otro tipo de cambios se
eliminan por selección natural 2 sin dejar rastro en las moléculas que
2
. En su trascendente obra, On the Origin of Species by Natural Selection (London:
Murray, 1859), Charles Darwin define la selección natural como la “preservación
de variaciones favorables y el rechazo de las variaciones perjudiciales” (p. 81), es
decir, redefiniendo en términos modernos, el proceso mediante el cual en una
población de organismos genéticamente diversa, que compiten por los mismos
recursos limitados, los organismos dotados con la capacidad hereditaria para
[25]
hoy conocemos. Para convertir estas unidades en unidades de tiempo,
debemos conocer la frecuencia con que ocurren las mutaciones
tolerables. La escala temporal de un árbol dado será en consecuencia
muy diferente si se supone que las mutaciones tolerables, ocurren, en
promedio, cada uno, dos o diez millones de años y esta es una de las
mayores incertidumbres inherentes al método molecular. La mejor
manera de resolver este problema es comparar los árboles moleculares
con los árboles paleontológicos, pero ello funciona sólo para la parte
superior del árbol, puesto que para ésta existen datos paleontológicos
conocidos. ¿Pero qué ocurre con la parte inferior? La respuesta está en
los fósiles bacteriales que han sido hallados durante las últimas
décadas.
Las bacterias son entidades pequeñas, que generalmente miden no
más de unos cientos de milésimos de centímetro, cuya forma puede
ser desde globular hasta filamentosa, y que sólo se pueden ver con la
ayuda de un buen microscopio. En el mundo actual existe un enorme
número de bacterias, y aunque su nombre trae a la mente muchos de
los espectros de la plaga, el cólera, la tuberculosis, la lepra, la difteria
y otros temidos males, los microbios causantes de enfermedad son en
realidad una pequeña minoría entre una amplísima variedad de
formas inocuas o útiles, que ocupan prácticamente cualquier tipo de
hábitat disponible, desde el abrigado refugio de la garganta humana
hasta el salado medio de mares en desecación y las hirvientes aguas
de los manantiales volcánicos. La fuente más rica de bacterias es el
suelo, donde millones de estos organismos invisibles llevan a cabo la
importantísima descomposición de plantas y animales muertos,
reciclando así los constituyentes de la vida.
Las bacterias son las formas de vida más simples y, tal como lo
sospechamos durante años y ahora lo hemos comprobado, también
las más tempranas. Por lo tanto, los rastros fósiles de estos organismos
serían de inmensa utilidad para reconstruir la parte inferior del árbol
de la vida y estimar su edad. Durante las últimas décadas se han
[26]
encontrado este tipo de rastros 3, en dos dimensiones bien diferentes:
en el campo visible, la evidencia proviene de un tipo especial de roca
estratificada conocida como estromatolito cuya formación se deriva de
la fosilización de inmensas colonias bacteriales compuestas por capas
superpuestas, cada una de las cuales corresponde a una especie
bacterial diferente. Las capas superiores constan de organismos
llamados fototróficos, es decir, que utilizan la luz solar para fabricar
sus propios constituyentes; luego, cuando mueren, su sustancia
proporciona alimento a las capas subyacentes. Las colonias de este
tipo cubren grandes áreas en ciertas regiones costeras, como la de Baja
California o el noroeste de México. Con el tiempo, se fosilizan dando
lugar a estromatolitos mediante un proceso que comprende una serie
de etapas, cada una de las cuales se reconoce en un tipo específico de
roca. Se han encontrado estromatolitos en diversos tipos de terrenos y
en muchos lugares del mundo, con edades que varían desde el pasado
reciente hasta la asombrosa edad de 3 500 millones de años; este, en
términos prácticos, representa la frontera del registro geológico útil.
Es posible que las colonias formadoras de estromatolitos existieran
aún antes de ese tiempo, pero que su rastro no haya sobrevivido las
transformaciones geológicas.
El segundo tipo de evidencia sobre la vida bacterial temprana es
microscópico. La mayoría de las bacterias se encuentran dentro de
una concha sólida o pared, lo que hizo posible que las bacterias
antiguas dejaran sus huellas en el barro, que luego se solidificó
formando rocas, de la misma manera en que los helechos extintos ya
hace tiempo dejaron su delicado rastro. La diferencia, sin embargo,
reside en las elaboradas técnicas y la saludable dosis de juicio crítico
que se requieren para identificar un microfósil bacterial verdadero y
distinguirlo de rastros espurios y contaminantes recientes. En la
actualidad, se ha identificado un cierto número de auténticas huellas
de este tipo. Resulta interesente anotar que con frecuencia ha sido en
estromatolitos lo que constituye prueba de más, si es que ello es
necesario, sobre el origen bacterial de dichas rocas. Algunos de estos
fósiles tienen hasta 3 500 millones de años de antigüedad.
3
. En la referencia 7 y en el libro Environmental Evolucion, ediatdo por L. Margulis
y L. Olendzenski (Cambridge, MA: MIT Press, 1992), pueden encontrarse relatos
populares basados en evidencias sobre la antigüedad de la vida, suministrados por
microfósiles y estromatolitos. Para revisiones más técnicas y detalladas, ver la
referencia 1.
[27]
CHRISTIAN DE DUVE
4
. Los isótopos son átomos del mismo elemento con diferente masa atómica.
Tienen el mismo número de protones y de electrones, pero difieren en el número
de neutrones dentro de su núcleo. Con seis electrones periféricos, el 12c posee seis
protones y seis netrones en su núcleo, mientras que el 13c posee seis protones y siete
neutrones. La asimilación de carbono por parte de los organismos fotótrofos
discrimina a favor del isótopo más alto. La medición de la abundancia relativa de
los dos isótopos en viejos depósitos de carbono puede entonces proporcionar
información sobre la ocurrencia de actividad biológica en el momento en que se
hicieron los depósitos. En la referencia 1 pueden encontrarse detalles sobre esta
técnica y los resultados que ha arrojado.
[28]
Introducción
LA CUNA DE LA VIDA
¿Dónde se originó la vida? La respuesta obvia a esta pregunta –que
la vida se originó en la Tierra– no es universalmente aceptada
principalmente por razones de tiempo. Con base en la evidencia que
acabamos de describir, parecería que el máximo tiempo disponible
para que, a partir de los elementos sin vida que ofrecía nuestro
planeta se originara un ancestro común de la vida, es de 200 millones
de años. Aunque este espacio de tiempo resulta corto si se compara
con la totalidad de la historia de la vida sobre la Tierra, en términos
absolutos aún constituye un período de tiempo extremadamente
largo. Si representáramos toda la era cristiana en una pulgada, el
tiempo disponible para que surgiera la vida mediría alrededor de dos
y medio kilómetros. Sin embargo, algunos consideran este lapso de
tiempo como un período demasiado corto para el desarrollo de algo
tan complejo como una célula bacterial. Esta actitud se remonta a una
antigua creencia, que ya no compartes muchos científicos, de que la
vida se originó mediante un proceso extremadamente lento y largo,
quizá demasiado largo y lento para que se diera en nuestro planeta.
5
. Los estimativos de las condiciones prevalentes durante los primeros 800
millones de años de existencia de la Tierra dependen en gran medida del modelo
adoptado para la formación de la misma. Ver G. Arrhenius (Earth, Moon and
Planets, 37, 187-199, 1987).
[29]
CHRISTIAN DE DUVE
Esta es una de las razones por las cuales se ha llegado a sugerir que la
vida llegó a la Tierra desde el espacio.
La posibilidad de que la vida tenga un origen extraterrestre ha sido
analizada en muchas ocasiones6. La teoría fue propuesta a comienzos
de siglo y defendida con un fervor casi místico por Svante Arrhenius,
un químico sueco ganador del Premio Nobel, quien utilizó el término
“panspermia” para descibir su firme creencia de que las semillas de la
vida se encuentran dispersas por todo el espacio y se esparcen
constantemente sobre la Tierra. Más recientemente, Fred Hoyle,
astrónomo inglés, y su colega de Sri Lanka, Chandra Wickramasinghe,
presentaron con igual empeño una versión modificada de esta teoría
en la que sostienen que los virus y las bacterias surgen
constantemente de las colas de los cometas y caen a la Tierra junto con
las partículas que se desprenden de éstos 7. Aglunos de estos gérmenes
pueden ser patógenos y por lo tanto inician epidemias que, según
estos dos científicos, pueden haber jugado un papel importante en la
historia de la humanidad. Han llegado a especular, por ejemplo, que
la nariz humana se desarrolló a manera de protección evolucionaria
contra enfermedades contraídas al inhalar gotas de lluvia
contaminadas por gérmenes extraterrestres. Francis Crick, famoso por
su doble hélice, y Leslie Orgel, pionero en química prebiótica, ambos
nacidos en Inglaterra y nacionalizados en los Estados Unidos y hoy en
día investigadores del Instituto Salk de Estudios Bilógicos en La Jolla,
California, han lanzado otra propuesta bajo el nombre de
“panspermia dirigida”, en la que sugieren que los primeros gérmenes
de vida llegaron a la Tierra dentro de una nave espacial enviada por
alguna remota civilización8.
Con tan distinguidos ponentes, resulta difícil ehcar a un lado la
panspermia sin darle una justa oportunidad; quienes critican la teoría
señalan que los organismos vivos difícilmente podrían aguantar la
intensa radiación a la que estarían expuestos en el espacio, pero esta
aseveración ha sido refutada. Quienes apoyan la teoría aducen que la
vida no puede haberse originado en la Tierra por física falta de
6
. En la referencia 5, R. Shapiro hace una informativa, crítica y entretenida
revisión de las principales teorías sobre el origen de la vida.
7
. F. Hoyle y N. C. Wickramasinghe han descrito su teoría en Lifecloud (New
York: Harper and Row, 1978).
8
. La hipótesis de la panspermia dirigida es propuesta por F. Crick en Life Itself
(New York: Simon and Schuster, 1981).
[30]
Introducción
tiempo, pero la base sobre la cual estiman que 200 millones de años
son insuficientes, no es clara. La cuestión más importante es si
realmente existe evidencia sobre la cual pueda basarse una conjetura
así; no hay pruebas de la existencia de una nave espacial o de quiénes
puedan haberla enviado. En el caso de los cometas y otros objetos
celestiales como los meteoritos, el asunto es diferente, pues estos
cuerpos contienen moléculas orgánicas del tipo que se encuentra en
los organismos vivos. En opinión de la mayoría de los investigadores,
sin embargo, estas sustancias se producen a partir de simples
reacciones químicas que tienen lugar “allá afuera”, y no a partir de
organismos vivos, sobre cuya existencia, además, no existe ninguna
prueba convincente, ni siquiera sugestiva.
En aras de la justicia, el debate debe quedar abierto hasta tanto se
aclare la controversia, pero el sentido común y por economía en la
exposición la ignoro en las discusiones que aquí siguen. La principal
razón para hacerlo es que, así aceptáramos que la vida llegó a la Tierra
desde el espacio, aún tendríamos problemas para explicar cómo se
originó, por lo que más vale asumir que la vida nación donde aún se
encuentra hoy: aquí en la Tierra.
LA PROBABILIDAD DE LA VIDA
¿Cómo se originó la vida? ¿Se originaría nuevamente si
pudiéramos regresar en el tiempo y lograr que se desarrollaran los
mismos acontecimientos en el mismo escenario, o si ese escenario se
duplicara en otro planeta? Y si fuera así, ¿nos encontraríamos ante el
tipo de que conocemos o ante algo diferente? La ciencia no ha logrado
dar respuesta a este tipo de preguntas. En cambio, disponemos de una
profusión de teorías, parcializadas por las diferenes especializaciones
científicas y las actitudes filosóficas, e influidas por las ideologías de
sus autores. Existen incluso dos escuelas que han llegado a declarar
que el origen de la vida no es un problema que merezca ser
investigado por la ciencia y, auqneu aducen razones diferentes, ambas
teorías se basan en la creencia de que la vida es un fenómeno
extremadamente improbable, tan improbable según los creacionistas,
que sólo la intervención divina puede explicar la aparición de incluso
los organismos vivos más simples. Quienes consideran la
improbabilidad de la vida desde un punto de vista más racional,
rechazan la creencia anterior aduciendo que en el mundo tienen lugar
[31]
CHRISTIAN DE DUVE
[32]
Introducción
10
. Referencia 64, p. 145.
11
. La analogía de Hoyle sobre el Boeing 747 está citada en la referencia 5, p. 127.
[33]
CHRISTIAN DE DUVE
[34]
Introducción
SE EXCLUYE LA PREVISIÓN
Durante la construcción de un Boeing 747 todos los pasos que se
siguen son intencionales, diseñados y organizados de acuerdo a un
anteproyecto detallado del objetivo final. En la construcción de la
primer célula, las cosas tienen que haber sido diferentes; cada paso
tuvo que ocurrir por sí solo y no puede concebirse como un anticipo a
los hechos que estaban por venir. Resulta difícil respaldar este tipo de
objetividad, no sólo porque ya conocemos el resultado sino porque
nuestro pensamiento sobre la vida gira alrededor de la
intencionalidad. Las células están tan obviamente programadas para
desarrollarse de acuerdo con ciertos lineamientos, los órganos tan
adaptados para cumplir ciertas funciones, los organismos para vivir
en ciertos ambientes, que la palabra “plan” del mundo
inevitablemente nos viene a la cabeza. Este plan aparente inspiró a
toda una escuela de eruditos que sostenía que los organismos vivos
actuaban dirigidos por causas finales, en el sentido aristotélico de la
palabra. Esta doctrina, llamada finalismo, es cercana al vitalismo, la
creencia de que los organismos vivos fueron animados por un
principio vital. Ambas corrientes se encuentran casi totalmente
desacreditadas en la actualidad, pues en vez de un plan hoy día
hablamos de selección natural.
El principio vital se ha unido con el éter y el flogisto en el
cementerio de los conceptos desechados, y cada vez más la vida se
explica estrictamente en términos de las leyes de la física y la química. Su
origen por lo tanto, debe explicarse en esos mismos términos.
[35]
CHRISTIAN DE DUVE
Tabla I-1
Las siete edades de la vida sobre la Tierra
[36]
Introducción
Química
Informacion 4 000 - 3 800 a.p.
La protocélula
La Mente 6 a.p.
Lo desconocido El presente
[37]
CHRISTIAN DE DUVE
P RI M E RA PA RT E
La edad de la química
[38]
CAPÍTULO 1
EL ESCENARIO
Hace cuatro mil millones de años, la Tierra se recuperaba de la
golpiza propinada por cuerpos celestiales que acompañó su violento
nacimiento1, y se había enfriado lo suficiente para que el agua
comenzara a condensarse en su superficie. Comenzaban a surgir islas
en los océanos primitivos, que iban uniéndose para formar
continentes. Las tierras eran estériles y las aguas carecían de vida,
pero no por ello había calma. Presa aún de una violenta actividad
volcánica, la joven Tierra se encontraba picada de cráteres al rojo vivo
que escupían densas nubes de polvo y gases. Enormes grietas por las
que se filtraba el agua hacia el centro derretido, para luego resurgir en
forma de tremendas erupciones, a presión, hirvientes y cargadas de
vapores provenientes de la convulsionada lava. Pensemos en el
Parque Nacional de Yellowstone, en los azufrales de Sicilia, la región
del Hekla en Islandia, las faldas del monte Fuji en el Japón, o los
1
. La formación del planeta Tierra se discute en la referencia 2. Las condiciones
prevalentes en la Tierra primitiva se examinan en las referencias 1 y 4. El tema
también lo trata un buen número de las contribuciones en la referencia 8. Véase
también la Introducción, nota 4.
[39]
CHRISTIAN DE DUVE
[40]
La edad de la química
2
. Una posibilidad alterna es que el fosfato estuviese presente en formas más
solubres sobre la Tierra prebiótica. Esta es la opinión que defienden G. Arrhenius,
B. Gedulin y S. Mojzsis, quienes piensan que la formación de apatita depende de la
presencia de organismos vivos (en: Proceedings, Conference on Chemical Evolution
and the Origin of Life, por C. Ponnamperuma y J. Chela-Flores, editores, Hampton
VA: Deepak Publishing, 1993).
3
. La tesis de que la vida debe haberse originado a bajas temperaturas ha sido
defendida repetidamente por el pionero de la química abiótica S.L. Miller. Véase su
contribución en la Referencia 7, pp. 1-28.
[41]
CHRISTIAN DE DUVE
4
. En el libro Marine Hydrothermal Systems and the Origin of Life, editado por N. G.
Holm (Norwell, MA: Kluwer, 1992), se encuentra información recopilada sobre las
grietas hidrotérmicas de las profundidades del mar y las formas de vida que
albergan. Véase también la revisión de este libro por A. Lazcano, en Science, 260,
1154-1155 (1993), y la intrigante sugerencia que hace T. Gold de que en las calientes
profundidades de la Tierra puede estar escondida una gran biosfera (Proc. Natl.
Acad. Sci. USA, 89, 6045-6049, 1992). Una serie de organismos nuevos,
pertenecientes a esta biosfera especial y caliente, ha sido aislada por el
microbiólogo alemán Karl O. Stetter. En la referencia 8, pp. 195-219 se encuentra
publicado un resumen de sus primeros hallazgos.
[42]
La edad de la química
5
. Esta cita es extraída de una carta escrita por Charles Darwin a su amigo
botánico Joseph Dalton Hooker y reproducida en The Life and Letters of Charles
Darwin, Vol.2, editada por F. Darwin (New York: D. Appleton, 1887).
[43]
CHRISTIAN DE DUVE
6
. Véase The Origin of Life on the Earth, 3 ed., por A. I. Oparin (New York,
Academic Press, 1957).
7
. Este histórico artículo apareció en Nature, 171, 737-738 (1953). En The Double
Helix, por J. D. Watson (New York: Atheneum Press, 1968; ver también la re-
edición, junto con revisiones, editadas por G. S. Stente, New York: W. W. Norton &
Company, 1980), y What Mad Pursuit, por F. Crick (New York: Basic Books, 1988),
se encuentran contrastantes relatos personales sobre este descubrimiento.
[44]
La edad de la química
8
. El clásico artículo de Stanley Miller fue publicado en Science, 117, 528-529
(1953).
9
. Véase The Planets, their Origin and Development, por H. Urey (New Haven CT:
Yale University Press, 1952).
10
. J. Oró, S. L. Miller y A. Lazcano (Annu. Rev. Earth Planet. Sci. 18, 317-356, 1990)
hacen una excelente revisión de la química abiótica. El artículo por S. L. Miller en la
referencia 7, pp. 1-28 contiene una revisión reducida de este campo.
[45]
CHRISTIAN DE DUVE
[46]
La edad de la química
11
. La química extraterrestre es revisada por S. Green (Annu. Rev. Phys. Chem. 32,
103-138, 1981). Varias de las contribuciones contenidas en la referencia 8 tratan de
la química espacial.
[47]
CHRISTIAN DE DUVE
[48]
evaporación era rápida, la sopa se espesó formando un cargado puré;
y en algunos lugares se filtró hasta las entrañas de la Tierra, brotando
violentamente de nuevo en humeantes géisers e hirvientes chorros
subacuáticos. Todas estas exposiciones y agitaciones indujeron
muchísimas modificaciones e interacciones químicas en los
componentes que habían llovido originalmente de los cielos.
El principal producto de toda esta culinaria geológica, fue
seguramente una pasta pegajosa, parda, insoluble en agua, de
composición indefinida, quizá demasiado conocida para los químicos
orgánicos que constantemente la encuentran manchando las paredes
de los recipientes cuando algo anda mal en los brebajes que preparan.
También recubrió el recipiente de Miller, pero a él le pareció que casi
ni valía la pena mencionarlo pues era imposible que la vida surgiera a
partir de semejante menjurje. En algún lugar de la Tierra primitiva, sin
embargo, las semillas de la vida se slavaron de convertirse en pasta
pegajosa y tomaron el rumbo de la complejificación química ¿Cuál es
precisamente ese rumbo? Sorprendentemente, la respuesta más
aceptada a esta pregunta no es la que uno esperaría.
Consideremos las siguientes aseveraciones que, por lo demás, son
todas ciertas: 1) LOS aminoácidos son algunos de los productos más
conspicuos de la química abiótica, tanto en la Tierra como en el
espacio exterior. 2) LOS aminoácidos son los componentes esenciales
de las proteínas. 3) LAS proteínas son constituyentes biológicos de
importancia fundamental. Aun más importante para el fin que
perseguimos, la gran mayoría de las enzimas, agentes catalíticos
responsables de las reacciones químicas que tienen lugar en los
organismos vivos, están formadas por proteínas. ¿Qué conclusión se
saca de lo anterior? Me parece oir a la clase en pleno contestando
triunfalmente al unísono: el siguiente paso en el camino hacia la vida
fue la formación de proteínas que, a su vez, proporcionaron las
primeras enzimas de manera que el proceso biogénico pudo
proseguir. ¿Cierto?
¡Falso! Al menos según la opinión actual de la mayoría de los
científicos. Las proteínas, sostienen los expertos, tuvieron que ser
precedidas por el ácido ribonucleico (ARN). El principal argumento
para sustentar esta creencia, es que en el mundo viviente actual las
Annual(véase J. B. S. Haldane, On Being the Right Size and Other Essays, editado por
J. M. Smith, Oxford University Press, 1985, pp. 101-112).
[49]
CHRISTIAN DE DUVE
14
. En un antiguo artículo sobre la síntesis de las proteínas (Symp. Soc. Exp. Biol.,
12, 138-163, 1958), Crick define el Dogma Central como sigue: “Esto implica que
una vez que a la proteína ha entrado “información”, ésta ya no podrá salirse. Más
detalladamente, la transferencia de información de un ácido nucleico a otro, o de
un ácido nucleico a una proteína, puede ser posible, pero la transferencia de
proteína a proteína o de proteína a ácido nucleico, no lo es”.
15
. Para mayor información sobre las ribozimas, véase T. R.R Cech (Sci. Am.,
255(5), 64-75, 1986).
16
. W. Gilbert (Nature, 319, 618, 1986).
[50]
La edad de la química
. W. Gilbert (Cold Spring Harbor Symp. Quant. Biol. 52, 901-905, 1987), p. 903.
17
1992).
[51]
CHRISTIAN DE DUVE
19
. El PNA se describe en un artículo por D. Y. Cherny et al. (Proc. Natl. Acad. Sci.,
USA, 90, 19667-1670, 1993).
20
. Varias citas de autores expertos que hacen referencia a la dificultad de una
síntesis prebiótica del ARN se reproducen en la referencia 6, p. 129. Ver también G.
F. Joyce (New Biologist, 3(4), 399-407, 1991), y para una colección de artículos más
exigentes técnicamente hablando, The ARN World, editado por R. F. Gesteland
(Cold Spring Harbor Laboratory Press, 1993).
[52]
La edad de la química
[53]
CHRISTIAN DE DUVE
[54]
La edad de la química
[55]
CHRISTIAN DE DUVE
[56]
CAPÍTULO 2
[57]
CHRISTIAN DE DUVE
22
. J. Oró (Biochem. Biophys. Res. Commun., 2, 407-412, 1960).
23
. R. Shapiro (Orig. Life Evol. Biosp., 18, 71-85, 1988).
[58]
La edad de la química
[59]
CHRISTIAN DE DUVE
24
. J. D. Bernal, un eminente físico-químico y cristalógrafo inglés, es el autor de
The Origin of Life (London: Widenfeld and Nicholson, 1968), uno de los primeros
libros sobre el tema.
25
. Para referencia, ver Introducción, nota 4.
26
. J. P. Ferris y G. Ertem (Science, 257, 1387-1389, 1992).
27
. G. Wächtershäuser ha descrito su modelo en Microbiol. Rev., 52, 452-484 (1988)
y en Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 87, 200-204 (1990). Una crítica del modelo propuesto
por C. de Duve y S. L. Miller ha aparecido en Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 88, 10014-
10017 (1991).
[60]
La edad de la química
28
. R. E. Eakin (Proc. Natl Acad. Sci. USA, 49, 360-366, 1963).
[61]
el riesgo de contravenir el Dogma Central 29. Sobre este punto de vista
hay mucho qué decir, especialmente si el término “proteína” se
remplaza por el de péptido, definido éste como cualquier ensamblaje
de aminoácidos similar a una cadena, no simplemente el tipo
específico que se construye con una maquinaria ARN-dependiente a
partir de veinte clases de aminoácidos previamente establecidos.
29
. L. Dillon hace alusión a la posible participación de los catalizadores de las
proteínas en el protometabolismo, en The Genetic Mechanism and the Origin of Life
(New York: Plenum Press, 1978), F. Dyson en Origins of Life, (Cambridge University
Press, 1985) y R. Shapiro en la referencia 5.
30
. La formación de “proteninoides” fue reportada inicialmente por S. W. Fox y
K. Harada (Science, 128, 1214, 1958). Un recuento reciente de la obra de Fox se
encuentra en su libro The Emergence of Life (New York: Basic Books, 1988).
[62]
La edad de la química
por H. Kleinkauf, H. von Döhren y L. Jaenicke (Berlin: Walter deGruyter, 1988), pp.
213-221.
[63]
CHRISTIAN DE DUVE
[64]
La edad de la química
33
. En el capítulo 8 de la referencia 12, se hace una revisión general del papel de
la transferencia de grupos en la biosíntesis.
34
. T. Wieland y W. Schäfer en Angew. Chem. 63 (1951): 146-47 y en Liebings Annal.
Chem. 576 (1952) : 104-9.
35
. La síntesis de péptidos bacteriales a partir de los tioésteres es reseñada por H.
Kleinkauf y H. von Döhren en Annu. Rev. Microbiol., 41, 259-289 (1987). F. Lipmann
reflexiona sobre el significado evolutivo de este mecanismo en Science, 173, 875-884
(1971).
[65]
CHRISTIAN DE DUVE
36
. La síntesis de tioles claves bajo condiciones prebióticas plausibles se describe
en dos artículos por S. L. Miller y G. Schlesinger (J. Mol. Evol., 36, 302-307 y 308-314,
1993).
[66]
La edad de la química
analiza en la referencia 6.
[67]
CHRISTIAN DE DUVE
[68]
La edad de la química
[69]
CAPÍTULO 3
[70]
La edad de la química
[71]
CHRISTIAN DE DUVE
[72]
La edad de la química
[73]
CHRISTIAN DE DUVE
[74]
La edad de la química
41
. P. S. Braterman, A. G. Cairns-Smith y R. W. Sloper (Nature, 303, 163-164, 1983)
y Z. K. Borowska y D. C. Maurezall (Orig. Life, 17, 251-259, 1987).
[75]
CHRISTIAN DE DUVE
42
. Los detalles sobre las formaciones en banda de hierro, se encuentran en la
referencia 1.
43
. E. Drobner e. al (Nature, 346, 742-744, 1990).
[76]
La edad de la química
44
. Sobre las proteínas de hierro y azufre, véase la reseña por R. Cammack (Chem.
Scr., 21, 87-95, 1983). También cabe resaltar el artículo de R. V. Eck y M. O. Dayhoff
(Science, 152, 363-366, 1966), que indica que una antigua proteína bacterial sulfuro-
ferrosa, puede descender originalmente de un tretapéptido. Este hecho señala que
existe la posibilidad de que péptidos muy pequeños hayan estado implicados en el
protometabolismo. Ver también la nota 15 más adelante.
[77]
CHRISTIAN DE DUVE
[78]
La edad de la química
45
. La distinción entre los enlaces de alta y baja energía fue hecha por F. Lipmann
en un crucial artículo publicado en Adv. Enzymol., 1, 99-162 (1941).
[79]
CHRISTIAN DE DUVE
[80]
La edad de la química
49
. A. Weber (J. Mol. Evol., 18, 24-29, 1981) y (Biosystems, 15, 183-189, 1982).
[81]
CHRISTIAN DE DUVE
[82]
La edad de la química
50
. Ver capítulo 1, nota 5.
[83]
CHRISTIAN DE DUVE
[84]
La edad de la química
54
. La asociación del hierro y el azufre también caracteriza el modelo de
Wächtersh¨quser (ver capítulo 2, nota 6). Las membranas hechas de sulfuro de
hierro han sido sugeridas recientemente como posibles transductores de energía
por Michael J. Russel y sus colaboradores de la Universidad de Glasgow (Terra
Nova, 5, 343-347, 1993; y J. Mol. Evol., 1994, en imprenta).
[85]
CHRISTIAN DE DUVE
[86]
La edad de la química
[87]
CAPÍTULO 4
E l a d ve n i m i e n t o d e l A R N
LA CONEXIÓN ATP
El ATP juega un papel crucial en el metabolismo de la energía;
también es una de las cuatro moléculas precursoras que intervienen
en la síntesis del ARN, y aquí es donde se encuentra la conexión. Las
moléculas de ARN están conformadas por nucleótidos, que no son
otra cosa que combinaciones de fosfato, ribosa y una de las cuatro
bases: adenina, guanina, citosina y uracilo. El AMP – molécula gestora
[88]
La edad de la química
55
. Ver capítulo 2, nota 1.
56
. P. G. Stoks y A. W. Schwartz (Geochim. Cosmochim. Acta 45, 563-569, 1981).
57
. A. Eschenmoser y E. Lowenthal (Chem. Soc. Rev., 21, 1-16, 1992).
[89]
CHRISTIAN DE DUVE
[90]
La edad de la química
59
. Ver capítulo 1, nota 10.
[91]
CHRISTIAN DE DUVE
[92]
La edad de la química
[93]
CHRISTIAN DE DUVE
[94]
La edad de la química
[95]
CHRISTIAN DE DUVE
Sean cuales sean las vías que la vida naciente utilizó para llegar al
mundo del ARN, la naturaleza misma del proceso, al ser una múltiple
sucesión de eventos químicos, excluye la intervención significativa de
accidentes improbables. El camino biogénico abarcó reacciones
destinadas a suceder bajo las condiciones que reinaban presentes.
Otra conclusión es que la base temprona del proceso biogénico
debe haber sido rápida, lo que se opone a la noción generalmente
aceptada de que el nacimiento de la vida tomó muchísimo tiempo 63.
Dado que en la construcción de la vida parcitiparon compuestos
químicos muy frágiles, sólo un proceso rápido podría haberse
sobrepuesto al desgaste de la descomposición espontánea. En una
sopa primitiva provista de un contenido adecuado de componentes
esenciales, fuentes de energía y catalizadores, se podría alcanzar el
ARN en cuestión de años, si no menos. Es posible que un gran
número de desarrollos de este tipo –muchos de ellos abortados por
una u otra razón– se hayan iniciado en distintos lugares y diferentes
épocas del mundo. Aun la posibilidad de reproducir este proceso en el
laboratorio ha dejado de pertenecer al reino de la ciencia ficción.
[96]
SE GU ND A PA RTE
La edad de la información
[97]
CAPÍTULO 5
UN VISTAZO AL FUTURO
Todos los organismos vivos se conforman siguiendo un croquis
que se transmite de generación en generación. Los bacilos causantes
de plaga engendran bacilos causantes de plaga, las orquídeas
engendran orquídeas, los ácaros engendran ácaros, los humanos
engendran humanos. Por esta razón, se habla de un croquis genético
(la raíz gen como en Génesis, viene del verbo griego que significa
nacer). El croquis o molde genético está formado por unidades o
genes que tienen dos propiedades principales: 1) pueden ser copiados,
condición que se conoce como transmisión hereditaria; 2) pueden
expresarse en forma de propiedades del organismo que en conjunto
conforman su fenotipo. Los fenómenos subyacentes a lo anterior son
completamente químicos.
En todas las formas existentes de vida, el molde genético se
encuentra inscrito en las moléculas de ácido desoxirribonucleico
(ADN), compuesto estrechamente relacionado con el ARN y
construido de manera similar a partir de cuatro tipos de nucleótidos,
cuya secuencia determina el contenido informativo de las moléculas,
de la misma manera en que la secuencia de las letras determina el
contenido informativo de las palabras.
El ADN es la esencia misma de nuestros genes y como tal merece
una posición en el simbolismo de la vida. Su función, sin embargo, se
encuentra estrictamente limitada al almacenamiento de información
genética y a su replicación cuando una célula se divide, de manera
[98]
La edad de la información
Č
ADN ARN Proteínas
[99]
CHRISTIAN DE DUVE
(transcripción) (traducción)
(replicación)
Č ARN Proteínas
(traducción)
(replicación)
Este proceso no ocurre en las células normales sino que tiene lugar
en células infectadas con ciertos virus –el agente causal del polio por
ejemplo– que tienen un genoma de ARN. En estos virus, el ARN
constituye la forma replicable de almacenamiento de información
genética y el ADN no se encuentra implicado. Entre las proteínas
codificadas por el ARN viral se encuentra la ARN-replicasa, que es la
enzima que cataliza la replicación del ARN.
Con este breve resumen, estamos preparados para intentar la
reconstrucción de los eventos históricos que condujeron al
surgimiento de la replicación, de la síntesis de proteínas y de la
traducción, recordando que estos desarrollos surgieron como
resultado de procesos estrictamente químicos. En ningún momento se
1
. Ver capítulo 1, nota 14.
[100]
La edad de la información
LA CIFRA MÁGICA
Las primeras moléculas de ARN posiblemente hayan sido
asociaciones al azar de nucleótidos, que pueden haber contenido otras
bases además de la adenina, la guanina, la citosina y el uracilo, que
generalmente se representan por sus iniciales. En las abreviaciones
bioquímicas tales como ATP o UMP, A, G, C y U representan las
combinaciones con ribosa, mientras que en la caligrafía de la
información utilizada en biología molecular –que es informal– no se
acostumbra detenerse en estos matices químicos.
La existencia de relaciones de complementariedad entre A y U, por
un lado, y entre G y C, por el otro, es lo que puede haber seleccionado
el alfabeto AGCU para la transferencia de información. Estas
relaciones, con la sola sustitución del uracilo (U) por timina (T) en el
ADN, dominan actualmente todas las formas de transferencia de
información entre los ácidos nucleicos así como la estructura
tridimensional de estas estructuras.
A fines de los años cuarenta, el químico estadounidense nacido en
Austria, Erwin Chargaff, de la Universidad de Columbia en Nueva
york, motivado por el creciente interés por el ADN, analizó muestras
de éste provenientes de fuentes muy distintas, con el fin de
determinar el contenido de sus bases constituyentes. Hizo el
sorprendente descubrimiento de que dentro de los límites del error
experimental, el contenido de adenina era siempre igual al de timina y
el contenido de guanina igual al de citosina2.
El turno le llegó entonces a Watson y Crick, quienes descubrieron
la importancia fundamental de estas correlaciones. En la Doble Hélice,
2
. La frase clave, que pasó desapercibida en su momento, aparece en un corto
artículo por E. Chargaff (Experientia, 6, 201-209, 1950): “Es sin embargo de anotar –y
aún no podemos precisar si es más bien accidental– que en todos los ácidos
nucleicos de desoxipentosa que se han examinado hasta el momento, las
proporciones molares de purinas y pirimidinas totales, así como de adenina a
tiamina y de guanina a citosina, no se encontraban lejos del uno”. En su
autobiografía, Heraclitean Fire (New York: Rockefeller University Press, 1978),
Chargaff relata cómo, al ser un “terrible complejificador”, “perdió la oportunidad
de ser consagrado en los recintos de la fama de los museos de ciencia” (p. 98).
[101]
CHRISTIAN DE DUVE
A === T (o U) y G === C
[102]
La edad de la información
EL INICIO DE LA REPLICACIÓN
Pensemos en una cadena culquiera de ARN que termine, por
ejemplo, con la secuencia GACU. Ocasionalmente, una unidad A de la
cadena –en promedio una de cada 64– estará seguida por GUC. Esta
secuencia AGUC es complementaria a la secuencia terminal que se
encuentre escrita en ubicación antiparalela, y hará que la cadena se
doble como sigue:
[103]
CHRISTIAN DE DUVE
C—C—A—G—A—G—U—C
U—C—A—G
C—C—A—G—A—G—U—C
G—G—U—C—U—C—A—G
[104]
La edad de la información
3
. Ver capítulo 1, nota 7.
4
. Ver referencia 11, p. 180.
[105]
CHRISTIAN DE DUVE
5
. El trabajo pionero de S. Spiegelman está reseñado en Amer. Sci., 55, 221-264
(1967).
[106]
La edad de la información
6
. L. E. Orgel (Proc. R. Soc. London B, 205, 435-442, 1979) y (J. Theor. Biol., 123, 127-
149, 1986).
7
. M. Eigen et al. (Sci. Am., 244(4), 88-118, 1981).
[107]
CHRISTIAN DE DUVE
[108]
La edad de la información
[109]
CHRISTIAN DE DUVE
. A. M. Weiner y N. Maizels (Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 84, 7383-7387, 1987).
10
[110]
La edad de la información
[111]
CHRISTIAN DE DUVE
13
. En las palabras de F. Crick (J. Mol. Biol., 38, 367-379, 1968), “no era imposible
imaginar que la maquinaria primitiva no contuviese proteínas y estuviera
conformada exclusivamente por ARN” p. 50.
14
. H. F. Noller, V. Hoffarth y L. Zimniak (Scince, 256, 1416-1419, 1992).
[112]
CAPÍTULO 6
El código
[113]
CHRISTIAN DE DUVE
[114]
La edad de la información
ANATOMÍA DE LA TRADUCCIÓN
Una vez más, la clave que buscamos se encuentra en la vida actual.
La maquinaria sintetizadora de proteínas está compuesta por varias
partes: en primer lugar, tenemos el ribosoma que es la superficie
catalizadora del ensamblaje; es una partícula pequeña, densa, que
mide 1/1 400 000 de centímetros, constituida por una subunidad
mayor y una menor, cada una de ellas compuesta por ARN y
proteínas en proporciones por peso aproximadamente iguales. El
ribosoma automáticamente une un aminoácido a la cadena creciente
de péptidos (un solo aminoácido para comenzar), siempre y cuando
estas dos moléculas le sean presentadas de manera adecuada. En
términos de información, el ribosoma es analfabeto. Actúa
ciegamente, enlazando cualquier par disponible que tenga la
conformación química adecuada y que esté correctamente alineado
con respecto a su centro catalítico.
La segunda parte de la maquinaria es el ARN mensajero, que corre
como una cinta entre las dos subunidades del ribosoma,
manteniéndolas juntas y proporcionando la información que
especifica el orden en el que se deben ensamblar los aminoácidos en el
curso de la síntesis de las proteínas. En esta traducción del idioma del
ácido nucleico al idioma de las proteínas, la secuencia nucleotídica del
ARN mensajero estipula la secuencia de los aminoácidos del péptido
correspondiente. Ello sucede de una manera colinear simple: cada
tripleta de bases consecutiva (codones) del ARN mensajero especifica
un aminoácido de la cadena de polipéptidos en el mismo orden. De
los sesenta y cuatro codones diferentes que se pueden construir con
las cuatro bases, sesenta y uno especifican uno de los veinte
aminoácidos constituentes de las proteínas y los otros tres señalan el
final del ensamblaje. Existe un codón especial de aminoácidos que
desempeña el papel de inicializador. Esta relación, uno a uno, entre
una tripleta de bases y un aminoácido, es lo que conforma el código
genético que, excepción hecha de algunas diferencias menores, dirige
el mundo viviente en su totalidad; es un diccionario universal.
Asociado con su ARN mensajero correspondiente, el ribosoma se
convierte en una mesa de ensamblaje que fabrica un único tipo de
polipéptido. Por regla general se encuentran diez o más ribosomas en la
misma cadena de ARN, oficiosamente leyendo el mensaje y formando
la sarta correspondiente de polipéptidos; estas sartas se conocen con el
[115]
CHRISTIAN DE DUVE
16
. F. Lipmann (Essays in Biochemistry, 4, 1-24, 1968).
[116]
La edad de la información
Figura 6.1
Los principales pasos en la síntesis de proteínas
[117]
CHRISTIAN DE DUVE
17
. Pueden encontrarse reseña en D. D. Buechter y P. Schimmel (Crit. Rev. Bioche.,
28, 309-322, 1993) y en M. E. Saks, J. R. Sampson y J. N. Abelson (Science, 263, 191-
197, 1994).
[118]
La edad de la información
EL ORIGEN DE LA TRADUCCIÓN
Para llegar a comprender cómo llegó a existir una maquinaria tan
compleja como aquella que realiza la síntesis de proteínas,
imaginemos la época en la que no existía el código y los péptidos se
ensamblaban totalmente al azar. Sería de esperar que los ARN
mensajeros, al carecer de sentido, fuesen totalmente innecesarios, pero
esto dista mucho de ser cierto. Aun si se tratara de la maquinaria
actual, los ARN mensajeros o su equivalente, serían necesarios, pues
juegan un papel conformacional además del papel informativo, al
ayudar a encajar los dos ARN de transferencia ya cargados, con las
dos unidades ribosomales, logrando así la conformación requerida
para transferir la cadena creciente de péptidos al siguiente
aminoácido.
Lo anterior, acepto, explica la entrada del ARN mensajero al
proceso de síntesis de péptidos; su precursor era parte del andamiaje
original del ARN catalítico con el cual se armaron los primeros
péptidos. En dicho andamiaje, el ARN primitivo destinado a
convertirse en ARN ribosomal, desempeñaba el papel catalítico, y el
ARN primitivo que llegó a convertirse en ARN mensajero se encargó
de que los ARN portadores de aminoácidos y los ARN portadores de
péptidos se encontraran en la posición adecuada, lo que lograban
mediante el mismo tipo de interacción entre tripletas que existe
actualmente entre codones y anticodones. Con el fin de que las cosas
sean más simples, utilizaré los términos “codón” y “anticodón” para
designar dichas tripletas, y me referiré a los tres tipos implicados de
ARN por los nombres que hoy llevan sus descendientes: ARN
ribosomal, mensajero y de trasnferencia.
Estos tres tipo de ARN conformaron juntos los primeros péptidos,
ensamblando aminoácidos en un orden, que si bien puede haber sido
no del todo al azar, se encontraba lejos de estar tan estrictamente
impuesto como lo está hoy por el conjunto de ARNs actuales. Algunos
de los péptidos que se conformaron de esta manera resultaron útiles,
y por lo tanto la simple capacidad de crear péptidos fue una ventaja para las
protocélulas implicadas y cualquier mutación en los ARN
[119]
CHRISTIAN DE DUVE
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moléculas de ARN bajo el nombre de “El segundo código genético” (Nature, 333,
117-118, 1988).
[122]
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19
. Ver capítulo 5, nota 9.
[123]
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CAPÍTULO 7
Genes en desarrollo
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EL JUEGO MODULAR
Muy seguramente, en esta etapa los genes aún estaban conformados
por ARN. Estos primeros genes de ARN eran cortos, con un máximo de
70 a 100 nucleótidos de longitud (el largo de los ARN de transferencia
actuales). Este cálculo aproximado se obtiene de la regla establecida
Eigen20, que dice que el número de componentes esenciales en una
macromolécula replicable no puede ser mayor al inverso de la tasa de
error del proceso de replicación; de lo contrario, el contenido
informativo de la molécula se pierde sin que sea posible recuperarlo, a
causa de la replicación repetida. Se estima que la replicación del ARN
crudo tenía una tasa de error de un nucleótido incorrectamente
insertado por cada 70 a 100 nucleótidos añadidos, dependiendo de las
bases componentes de la molécula de ARN; de ahí el estimado de 70 a
100 nucleótidos como longitud máxima para los primeros genes.
Por lo tanto, los productos peptídicos de los primeros genes no
pueden haber tenido más de 20 a 30 aminoácidos de longitud –un
aminoácido por cada tripleta de nucleótidos– lo que permite la
existencia de algunas partes no codificantes dentro de los genes. Estos
péptidos se conservaron mediante selección natural, lo que nos indica
que cumplían alguna función útil, posiblemente catalizadora. Lo
anterior nos dice dos cosas: en primer lugar, que los péptidos cortos
pueden desempeñar actividades catalíticas similares a las enzimas, un
punto importante en relación con los multímeros de mi modelo. En
segundo lugar, que las primeras enzimas sí fueron péptidos cortos.
Este hecho refuta un razonamiento, al que con frecuencia acuden los
creacionistas y que supuestamente prueba que la vida no puede
haberse originado mediante un proceso natural. Consideremos, se dice,
una porteína como el citocromo c, contituida por 100 aminoácidos;
imaginemos que en cada paso de la síntesis de esta proteína, el
siguiente aminoácido que se debe añadir se elige tirando un dado de
veinte caras (una cara por cada uno de los 20 aminoácidos
proteinogénicos). La probabilidad de que se seleccione el aminoácido
correcto será de uno en 20 para cada paso, y para la secuencia total de
100 aminoácidos la probabilidad de obtener la secuencia correcta es de
uno en 20100, o de uno en 10130, que en términos prácticos es igual a cero.
Ahora, como el citocromo c es una de las proteínas más cortas entre
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genomas de ADN como el resto del mundo viviente, pero otros tienen
genoma de ARN, y de estos últimos existen dos tipos.
En una clase (ejemplo: polio) el ARN se reproduce por replicación
directa con la ayuda de una ARN replicasa que es codificada por un
gen viral de ARN. El ARN viral (o su réplica complementaria) actúa
además como ARN mensajero para la expresión del genoma viral.
Cuando los virus de ARN del segundo tipo infectan una célula, el
ARN primero se transcribe inversamente en el ADN con la ayuda de
una transcriptasa inversa, que es codificada por un gen viral. La
transcripción del ADN sirve entonces para expresar y replicar el
genoma viral. Estos virus son los llamados retrovirus, e incluyen una
serie de virus causantes de cáncer, así como el timido virus HIV, agente
causal del sida o Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, la plaga
del mundo moderno.
Se ha sugerido que los virus son descendientes de formas
tempranas de vida que existieron antes que las células, pero esto no
puede ser cierto, pues los virus no se pueden multiplicar sin células. En
la actualidad se consideran remanentes o fragmentos celulares
portadores de información, reducidos al mínimo posible, en aras de la
perpetuación, con la ayuda de otras células. Los virus son genes
gitanos liberados de su lugar de residencia, equipados para vagar de
una célula a otra y capaces de refrescar y reponer sus existencias en
cada pasada. Es posible que algunos virus hayan comenzado su
peregrinación en una etapa muy temprana del desarrollo de la vida.
Los virus de ARN en particular, podrían remontarse a los días en que
las protocélulas intentaban desembarazarse de la ARN replicasa y la
transcrptasa inversa. Así, los virus podrían haber salvado estas enzimas
de la extinción total. Existe una posibilidad alterna y es que estas
enzimas hayan sido “reinventadas” en una etapa posterior, por ejemplo
por mutación de un gen de ADN replicasa o transcriptasa. La
etimología molecular comparativa posiblemente nos de algún día una
repuesta a esta intrigante pregunta.
ORGANIZACIÓN GENÉTICA
Con el ADN a cargo, se hicieron posibles muchos desarrollos en la
organización genética. En primer lugar, los genes podían almacenarse
en copias únicas o en el mínimo número necesario de copias para
satisfacer los requerimientos del crecimiento. La necesidad de copias
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CAPÍTULO 8
Libertades y restricciones
COMPLEMENTARIEDAD
La transferencia de información biológica se basa en la
complementariedad química, esa relación que existe entre dos
estructuras moleculares que encajan estrechamente entre sí. Para
ilustrar esta relación, con frecuencia se utilizan imágenes como llave y
cerradura, macho-hembra o molde y estatua, pero en el reino de la
química, la complementariedad es un fenómeno mucho más dinámico
de lo que sugieren estas imágenes; los dos integrantes no son rígidos;
cuando se abrazan, se moldean a sí mismos hasta cierto punto.
Además, el abrazo conduce a un enlace fijo, y su grado de intimidad es
tal, que las interacciones electrostáticas y otras fuerzas físicas de corto
alcance que allí ocurren, actúan con la suficiente fuerza como para
evitar que la agitación térmica rompa la asociación.
El apareamiento de bases, piso del lenguaje genético, es la
manifestación más espectacular de la complementariedad que se
encuentra en la biología; pero es sólo una de muchas, Cada faceta de la
vida depende de molécuals que se “reconocen” entre sí. El
autoensamblaje, ese fenómeno mediante el caul se forman complejas
estructuras a partir de una serie de partes, se basa en relaciones de
complementariedad entre las partes, muy a la manera en que lo hacían
los muebles de días pasados, excepto que las partes químicas traen
incluso su propio pegamento.
Tomemos el sistema inmunológico y su asombrosa versatilidad y
especificidad. Lo que nos hace resistentes al polio o a la difteria –
gracias a un ataque anterior o a haber sido vacunados– es la presencia
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CONTINGENCIA
La contingencia ingresó a la historia de la vida en la Tierra con el
comienzo de la replicación y las inevitables mutaciones que perturban
este proceso. De esta manera se puso en acción la evolución darwiniana
que ha gobernado la historia de la vida en la Tierra. La información
genética se altera accidentalmente. El mensaje modificado se replica y
se expresa. La capacidad de ese fenotipo modificado para perpetuarse
essometida a prueba por la selección natural, que elimina las
mutaciones nocivas con poca capacidad reproductiva, favorece las
mutaciones útiles que aumentan la supervivencia y la reproducción, y
simplemente deja que las mutaciones neutrales sigan su curso sin
mayor efecto. Este proceso se inició tan pronto como comenzó la
replicación, inicialmente a nivel molecular y luego a nivel de la
protocélula.
Puesto que toda mutación es accidental, es imposible que dos
mundos del ARN, aun entre un billón, puedan tener la misma historia
microscópica. ¿Pero qué hay de su historia macroscópica? No existen
dos quebradas que corran por el mismo curso montaña abajo, pero sí
pueden terminar en el mismo valle.
No tenemos manera de responder a esta pregunta con certeza, pero
lo más factible es que, en un gran número de casos, los mundos
incipientes de ARN desemboquen en un mundo de ARN y proteínas
imilar al nuestro. Mi principal razón para declarar lo anterior, reside en
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La edad de la información
ENSAMBLAJE MODULAR
Una tercera lección que podemos aprender de las reconstrucciones
que hemos venido haciendo, es la importancia del ensamblaje modular.
Este es un tema recurrente en la historia de la vida. La evolución
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TE RCE RA PA RT E
La edad de la protocélula
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CAPÍTULO 9
La vida se encapsula
EL MOMENTO DE LA CELULARIZACIÓN
Existen dos puntos de vista encontrados respecto al momento en
que aparecieron las primeras estructuras celulares. Muchos científicos,
impresionados con la posibilidad de obtener, bajo condiciones
relativamente sencillas, agregados microscópicos o vesículas de varios
tipos que de manera burda recuerdan las células vivas, piensan que la
formación de células primitivas fue el acontecimiento seminal que dio
origen a la vida. Amplias investigaciones en el laboratorio –conducidas
por Alexander Oparin en Rusia1, alfonso Herrera en México2, y Sidney
Fox en los Estados Unidos3, siendo estos apenas los más prominentes–
habían dedicado una enorme contidad de tiempo a estas “células”
artificiales aunque sin llegar a revelar una vía factible que explicara la
gradual “vitalización” de las estructuras. Otros científicos han
defendido una celularización temprana con el argumento de que, para
atrapar desde un principio la energía solar, era necesario contar con
una estructura membranosa4. Y aun otros, por razones teóricas,
1
. Ver capítulo 1, nota 6.
2
. A. L. Herrera ha resumido “cuarenta y tres años de investigación experimental”
en una corta nota aparecida en Science (96, 14, 1942).
3
. Ver capítulo 2, nota 9.
4
. Ver capítulo 3, notas 1 y 2.
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La edad de la protocélula
7
. En contraposición a las fuerzas de Van der Waals, que gobiernan las atracciones
entre moléculas no polares, las fuerzas de atracción y repulsión electrostática se
designan frecuentemente con el nombre de fuerzas de Coulomb, en honor al físico
francés que las descubrió. Ambas fuerzas desempeñan papeles esenciales en las
estructuras de las macromoléculas y en toda clase de interacciones intermoleculares.
Los enlaces hidrógeno mencionados en el capítulo 5, dependen de un tipo especial
de atracción electrostática.
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La edad de la protocélula
MECANISMOS DE CELULARIZACIÓN
Los fosfolípidos son moléculas complejas que muy difícilmente
podrían haber estado presentes en la sopa primitiva. Pero sí podrían
haber surgido con el desarrollo del protometabolismo y haberse
encontrado disponibles en la sopa en el momento en que la
encapsulación se convirtió en una ventaja. Haría bastado con una
violenta tormenta para que las capas visiculares dobles se formaran
espontáneamente en esa sopa, de la misma manera en que hoy surgen
los liposomas en las mezclas de fosfolípidos y agua cuando se exponen
a vibraciones ultrasónicas. De esta manera podrían haber nacido las
células primitivas, pero sólo para morir de inanición casi en el acto
pues sus envolturas fosfolipídicas no habrían dejado entrar ni los
nutrientes más simples.
Es concebible, sin embargo, que los fantasmas vacíos de las células
que nacieron muertas, hayan servido de puntos de anclaje para algunos
sistemas metabólicos y de atracadero para los péptidos hidrofóbicos. El
encurvamiento progresivo de estas estructuras podría haber dado
lugar a un semicírculo membranoso doble, que se podría haber cerrado
aun más para formar una bolsa membranosa doble una vez que la
estructura hubiera adquirido los sistemas necesarios de comunicación
transmembranosa. De acuerdo con este modelo, propuesto por el
biólogo celular estadounidense, nacido en Alemania, Günter Blobel, de
la Universidad de Rockefeller en Nueva York, las primeras células
habrían estado rodeadas por una doble membrana8. Esta de hecho, es
una de las características de las bacterias gram-negativas (llamadas así
porque dan reacción negativa en una prueba diseñada por un
bacteriólogo danés de apellido Gram), razón por la cual se ha llegado a
sugerir que las bacterias gram-negativas precedieron a los organismos
8
. G. Blobel (Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 77, 1496-1500, 1980).
[149]
CHRISTIAN DE DUVE
EL ENSAMBLAJE DE MEMBRANAS
Las membranas crecen por acumulación es decir, por la adición de
componentes a una membrana preexistente10. Por lo tanto, la síntesis de
9
. T. Cavalier-Smith (Ann. N. Y. Acad. Sci., 503, 55-71, 1987).
10
. Los diferentes tipos de membranas que se encuentran presentes en los trillones
de células que componen un organismo, tal como el cuerpohumano por ejemplo, se
originan todas por acumulación, fragmentadas por divisiones celulares sucesivas a
partir de las correspondientes membranas en la célula huevo fertilizada. Por lo
tanto, hay una continuidad membranaria transmitida maternalmente de generación
en generación. Existen razones para creer que cierta cantidad de información
topológica –membranas que sirven de molde para otras membranas similares– se
[150]
nóvo de una membrana debió ocurrir solamente una vez en la historia
de la vida, y todas las membranas siguientes podrían haberse formado
a partir de esta membrana ancestral por expansión seguida de fisión.
No sabemos si así es como sucedieron las cosas pero es una posibilidad
intrigante; al menos, así es como las membranas se desarrollan en el
mundo viviente actual.
Una vez surgieron las primeras membranas, cualquier innovación
que facilitara la inserción de nuevos componentes en ellas era
ventajosa. Para los lípidos, la primera y más efectiva innovación era
que su síntesis pudiera llevarse a cabo justo en las membranas, lo que a
su vez constituiría un excelente medio para albergar los componentes
esenciales hidrofílicos utilizados. Así, una serie de sistemas enzimáticos
que participan en la síntesis y ensamblaje de los lípidos, especialmente
de los fosfolípidos, llegaron a asociarse con las membranas. En la
actualidad el CMP, constituyente de las moléculas de ARN que
contiene citosina, se encuentra intensamente implicado en estos
procesos como portador de varios componentes esenciales. Si este
hecho tiene significado histórico, nos sugiere que las membranas
fosfolipídicas llegaron simultáneamente o después del mundo del
ARN, lo que está de acuerdo con la hipótesis de la celularización tardía.
En el caso de las proteínas, las adaptaciones fueron más sutiles,
pues los ribosomas donde tuvo lugar su síntesis se encontraban
situados en el compartimento soluble de las protocélulas. Las proteínas
llegaron a albergarse en las membranas mediante ciertas secuencias
aminoacídicas llamadas secuencias de señal o de meta, que son típicas
en las proteínas de membrana. Estas secuencias fueron específicamente
reconocidas (ligadas) por algunos componentes de la membrana que
sirvieron de atracadero para las proteínas que llevaran la señal
correcta. Como consecuencia de estos enlaces –otro ejemplo típico de la
complementariedad– las proteínas que llevaban dicha señal se
insertaron dentro de las membranas, desarrollando dos variantes
principales del mismo tema: en una, la secuencia señalizadora se sitúa
en el extremo donde se inicia la cadena naciente de polipéptidos y se
une con la membrana tan pronto como la punta sale del ribosoma; esta
transferencia, que se llama cotraductiva pues tiene lugar mientras aún
se está cumpliendo la traducción, se evidencia por la presencia de
ribosomas acumulados sobre la cara interior de las membranas de las
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La edad de la protocélula
también podrían ser producto del mundo del ARN o del mundo que se
presentó después.
El siguiente paso decisivo se inició con la formación de un nuevo
portador de azúcares, un derivado de una sustancia conocida con el
nombre de dolicol, que se encuentra anclada en la membrana a través
de una larga cola hidrofóbica. Los azúcares o cadenas de sacáridos,
fueron transferidos de sus portadores nucleotídicos al portado ligado a
lamembrana, y de esta manera lograron adherirse firmemente a su cara
interna. Mediante un intrigante fenómeno de intercambio, estas
voluminosas y altamente hidrofílicas masas, llegaron a ser trastrocadas
a través de la barrera hidrofóbica de la doble capa fosfolipídica y salir
por la cara externa de la membrana, donde podían ser entregadas a las
moléculas de proteínas u otros aceptores. De esta manera, la superficie
de las protocélulas fue aperándose y defendiéndose de manera gradual
con porciones de carbohidratos, lo que aumentó enormemente su
potencial de superviviencia.
En la construcción de defensas externas participó una notable
molécula que aún se encuentra presente en gran parte del mundo
bacterial y que tiene todas las características de un fósil viviente. Esta
molécula, que recibe el nombre de mureína, está formada por
moléculas de azúcar y polipéptidos cortos y heterogéneos, que de
acuerdo con su estructura y contenido de aminoácidos tanto D– como
L–, podrían haberse derivado directamente de la mezcla de
multímeros. Estas partes se encuentran entrecruzadas dentro de una
enorme y única molécula similar a una red, que rodea completamente
la célula dentro de una especie de malla orgánica llamada pared
celular; es una estructura admirablemente resistente y flexible pero al
mismo tiempo lo suficientemente porosa como para permitir el paso de
moléculas.
La mureína la descompone la lisozima, enzima que juega un
importante papel en la defensa de los organismos contra la invasión de
bacterias. Las células desnudas o protoplastos, que han sido
desprovistas de su pared por la acción de la lisozima, generalmente
estallan osmóticamente a menos que la composición del medio sea tal
que impida el ingreso de agua. Por otra parte, la milagrosa penicilina
debe sus maravillosas virtudes terapéuticas a su capacidad para
bloquear la acumulación de mureína y por lo tanto prevenir el
crecimiento y multiplicación de las bacterias sensibles a ellas.
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La edad de la protocélula
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CHRISTIAN DE DUVE
DIVISIÓN CELULAR
Sea cual haya sido el mecanismo de encapsulación, tuvo que incluir
la posibilidad de convertir el crecimiento en división. Sin un eslabón
omo éste, las mutaciones ventajosas no podrían haberse convertido en
bienes selectivos; incluso podrían haber llegado a ser
contraproducentes. Este punto es fácil de comprender: imaginemos
una célula esférica; a medida que crece, su masa, y por lo tanto sus
necesidades de mantenimiento y reparación, aumentan en función de
su radio a la tercera potencia. Por otra parte, el área superficial que
tiene disponible para el ingreso de nutrientes aumenta en función del
radio solamente a la segunda potencia. El crecimiento de esta célula
necesariamente llegará al punto donde el ingreso de nutrientes apenas
es suficiente para satisfacer esas necesidades, y no podrá crecer más, a
menos que se torne asimétrica y adquiera por ejemplo protuberancias.
El crecimiento de las protuberancias finalmente llevaría a su
desprendimiento, formando entonces entidades libres, especialmente si
una membrana autosellante rodeara toto el sistema. En consecuencia,
cualquier propiedad de la superficie que favoreciera el crecimiento y
los brotes asimétricos de las primeras protocélulas, habría sido
seleccionada automáticamente, siempre y cuando ésta fuera
transmisible por medio de la herencia.
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La edad de la protocélula
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CAPÍTULO 10
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La edad de la protocélula
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CHRISTIAN DE DUVE
una posibilidad atractiva pues, por definición, los ácidos son sustancias
que contienen hidrógeno, y que al ser disueltas en agua tienden a
liberar protones (el resto de la molécula queda en forma de ion con
carga negativa). Entre más alta sea la concentración de protones creada
de esta manera, mayor será la acide (y menor el pH, expresión que
resultará familiar a quienes posean una piscina). Desde la penetrante
acidez del jugo de limón (ácido cítrico) o el vinagre (ácido acético)
hasta la causticidad corrosiva de metales del ácido nítrico, todo es
cuestión de la concentración de protones.
Hay razones para sospechar que la vida comenzó dentro o cerca de
un ambiente ácido. Algunas de las especies microbianas más antiguas
pertenecen al grupo de los termoacidófilos, que habitan un medio
altamente ácido y caliente. Como vimos en el capítulo 3, esta clase de
medio podría haber liberado fosfato inorgánico (o pirofofsto) a partir
de sus combinaciones insolubles, permitiendo que este ingrediente
esencial de muchas biomoléculas entrara al metabolismo primitivo.
Existe un problema, sin embargo, para que la vida se hubiese
desarrollado en un ambiente como el que hemos descrito, pues hay una
serie de intermediarios metabólicos, incluyendo varios compuestos
críticos de fosfato, que son extremadamente sensibles al ácido caliente.
El hecho de que existan manantiales volcánicos y el reciente
descubrimiento de agujeros hidrotérmicos en la profundidad de los
océanos, podrían ofrecer una salida a este dilema. Es posible que los
tioésteres hayan surgido y los fosfatos sehayan disuelto en las aguas
calientes y acidificadas, y que luego hayan alcanzado la superficie junto
con chorros de agua presurizados que los llevaron a condiciones menos
agrestes. Las protocélulas que hayan podido desarrollarse al margen de
este tipo de superficie podrían haber invadido aguas cada vez más
ácidas, al adquirir la manera de sacar protones y así mantener un
medio interno adecuado contra la presión ejercida por un potencial
protónico externo fuerte, que aprovecharía cualquier punto débil de la
membrana para forzar el ingreso de protones.
El acoplamiento entre la transferencia de electrones (cuesta abajo) y
la extrusión de protones, podría aprovecharse de otra forma si el
potencial protónico externo fuera lo suficientemente fuerte como para
inverter el flujo de electrones a través de la membrana es decir, para
forzar los electrones a moverse cuesta arriba, desde la forma reducida
por fuera del aceptor –que se ha convertido en donante– hasta la forma
[160]
La edad de la protocélula
oxidada dentro del donante, ahora convertida en aceptor. Para que esto
pudiera suceder, las protocélulas habrían necesitado un “pozo” de
electrones, es decir un sistema metabólico capaz de consumir protones,
que entraran a la bomba y dieran la vuelta a la inversa.
Las mismas ventajas evolutivas se asociarían con la adquisición de
una bomba de protones movida por ATP (ver capítulo anterior). Sea
cual sea la bomba que haya venido primero, en todo caso habría
constituido un beneficio apreciable para las protocélulas que se
encontraran dentro de un medio ácido. Es tentador, auqneu hay que
aceptar que se trata sólo de una especulación, pensar que el
surgimiento de las bombas de protones sea otra indicación de que la
cuna de la vida fue ácida.
Un cambio dramático, ya no ligado a la acidez exterior, ocurrió
cuando los dos tipos de bombas de protones –una conducida por
electrones, la otra por ATP– se encontraron dentro de la misma
protocélula. Imaginemos la escena. Las dos bombas comienzan
actuando concertadamente, uniendo esfuerzos para construir un
potencial protónico que crece rápidamente. Puesto que lo más posible
es que las dos bombas no tengan exactamente la misma fuerza, se
llegará a un punto en el que la más débil se detiene, mientras que la
más fuerte continúa sacando protones, subiendo el potencial protónico
por encima de los límites de la bomba débil. Cuando esto sucede, la
bomba débil comienza a andar en reversa. El potencial protónico
construido con una de las fuentes, comienza a mediar el llenado de la
otra fuente de energía. Si la bomba más fuerte resulta ser la conducida
por protones, la transferencia de electrones que marcha cuesta abajo
sustentará el ensamblaje del ATP a partir del ADP y P i. Si la más fuerte
es la conducida por ATP, entonces la hidrólisis del ATP sustentará la
transferencia de electrones cuesta arriba, desde el nivel más bajo hasta
el más alto de energía. Ha nacido una nueva forma de acoplamiento
reversible, entre la transferencia de electrones y el ensamblaje del ATP,
basada en la fuerza movida por electrones.
La importancia de este suceso difícilmente puede sobreestimarse.
Antes de que sucediera, el reensamblaje del ATP (o del pirofosfato) con
energía derivada de la transferencia de electrones tenía lugar en su
totalidad por medio del mecanismo dependiente de los tioésteres
conocido como fosforilación a nivel de sustrato (capítulo 3). En la
actualidad, probablemente sólo una de cada millón de moléculas de
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CHRISTIAN DE DUVE
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La edad de la protocélula
SE LOGRA LA AUTONOMÍA
Comúnmente, se cree que la vida temprana obtuvo sus
componentes esenciales de productos orgánicos preformados,
derivados de las sintesis abióticas. En cuanto a sus necesidades de
energía, éstas también habrían podido ser cubiertas por moléculas
preformadas ricas en energía, tales como el pirofosfato inorgánico o los
polifosfatos, a aun más, los tioésteres si hubiera de seguirse el modelo
que propongo. Alternativamente, la descomposición de las moléculas
orgánicas preformadas, podría haber suministrado la energía necesaria
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La edad de la protocélula
12
. En las fermentaciones anaeróbicas –por ejemplo la fermentación de los
alcoholes, conversión de glucosa a etanol, o la fermentación láctica, conversión de
glucosa a ácido láctico– la glucosa da luagar, mediante un proceso de transferencia
de electrones generador de ATP, dependiente de los tioésteres, por vía de un nivel A
a un nivel B, a una sustancia –el ácido pirúvico– que sirve de aceptor de electrones
para el nivel B, para producir bien sea etanol y dióxido de carbono, o ácido láctico,
que son los productos finales de la fermentación puede proceder sin un aceptor
externo (oxígeno) para recoger los electrones liberados.
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CAPÍTULO 11
A d a p t a c i ó n a l a v i d a e n c o n fi n a m i e n t o
PERCEPCIÓN
Probablemente las protocélulas hayan aprendido inicialmente a
explorar su entorno de una manera química, digamos que
“saboreándolo”, y ello pudo suceder como sigue: se sabe que las
proteínas con membrana con frecuencia tienen un extremo que
sobresale hacia un lado de la misma, mientras que el otro extremo
sobresale en el lado opuesto, con el segmento hidrofóbico,
transmembranario, en el medio. Imaginemos ahora que la parte
exterior de dicha proteína posee un lugar complementario a una
sustancia determinada, y que por lo tanto tiene la capacidad de formar
enlaces con esta sustancia; y aun más, que este enlace induce un
cambio de configuración en el segmento transmembranario –un
enroscamiento por ejemplo, o un desenroscamiento– de manera que la
parte interna de la proteína a su vez sufre un cambio de forma.
Finalmente, imaginemos que esta alteración de la parte interna de la
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La edad de la protocélula
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CHRISTIAN DE DUVE
MOTILIDAD
Las proteínas transmembranarias también pueden servir para
transmitir señales químicas desde el interior de una célula hasta su
superficie. Una de estas moléculas que resulta particularmente
intrigante, posee una porción interior que consume energía y que se
encuentra conectada a una porción exterior móvil, de manera que la
energía que se consume en el interior se convierte en trabajo mecánico
en el exterior, al igual que un brazo conectado a un remo o un motor a
una hélice. La fuente de energía podría ser la ruptura del ATP, o como
alternativa, la fuerza movida por protones. En el mundo bacterial el
aparato más sofisticado de este tipo llamado flagelo (del latin flagellum
que significa lático), es una barra rotatoria helicoidal que sale sobre la
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La edad de la protocélula
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La edad de la protocélula
UN TOQUE DE SEXO
Es necesario mencionar una última adquisición de superficie. Se
trata de filamentos largos y delgados, cuya longitud excede varias
veces la longitud de las misma células, y que adornan la superficie de
muchas células bacteriales. Acertadamente llamados pili o pelos (de la
misma palabra en latin, pilus en singular, que significa pelo), estas
estructuras sirven principalmente de ancla, permitiendo que las células
se adhieran a algún tipo de soporte; no son mótiles ni se encuentran
conectados a efectores, pero disponen de cierta especificidad química y
por ende pueden actuar como receptores. Por ejemplo, pelos provistos
de la correcta especificidad podrían inmovilizar células errantes en la
vecindad de una fuente rica en alimentos o hacer que las células se
congregaran en colonias. Es fácil comprender cómo la selección
favorecería el surgimiento de pelos provistos de especificidades útiles.
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CAPÍTULO 12
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. C. R. Woese (Sci. Am. 244(6), 98-122, 1981) y (Microbiol. Rev., 51, 221-271, 1987).
14
. C. R. Woese, O. Kandler y M. L. Wheelis (proc. Natl. Acad. Sci. USA, 87, 4576-
15
4579, 1990).
[179]
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La edad de la protocélula
RETRATO DE UN ANTECESOR
El antecesor común de todas las formas de vida fue un organismo
uniceluar de tipo procariótico es decir, semejante a las bacterias
actuales en que no tenía un núcleo aislado y su organización interna
era apenas rudimentaria. Esta parece ser la posibilidad más probable
18
. M. Sogin (Curr. Opin. Genet. Dev., 1, 457-463, 1991).
[181]
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CAPÍTULO 13
L a u n i ve r s a l i d a d d e l a v i d a
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más eficientes y tal vez las más fáciles de obtener, en vista de los
cofactores necesarios tales como los derivados de la flavina –el FMN y
el FAD– y tal vez aun las profirinas, que puedieron haber estado
presentes como productos de la química combinatoria entre el carbono
y el nitrógeno, que generó el mundo del ARN. Es posible que haya
habido alguna compensación a la entrada del cuello de botella pero
poca o ninguna a la salida: por lo tanto, si mi reconstrucción es
correcta, el resultado obligatorio del proceso biogénico que se inició en
la Tierra hace unos 3 800 millones de años, bien puede haber sido
alguna clase de célula.
En la introducción de este libro, discutí sobre bases teóricas –
recordemos las trece picas– que el surgimiento de la vida debe haber
comprendido un inmenso número de etapas, la mayoría de las cuales
tenían una alta probabilidad de ocurrir bajo las condiciones presentes.
Sin embargo, dejé abierta la posibilidad de que existiera más que una
vía compatible con esta exigencia; luego de considerar la química que
se encuentra en la base de todo, mi conclusión es que, dada la
oportunidad, es muy posible que el desarrollo de la vida tomara el
curso que de hecho tomó, al menos en todos los aspectos esenciales.
VIDA EXTRATERRESTRE
¿Hay vida en algún otro lugar del universo? 19 Las dos naves
espaciales Viking (lanzadas en 1976) llevaban equipos diseñados para
responder esta pregunta mediante la búsqueda de restos de vida en
Marte. Desafortunadamente, los resultados fueron negativos o, en el
mejor de los casos “ambiguos”. Sin embargo, Marte es solamente
nuestro vecino más cercano; ¿qué hay de otros sistemas solares?
Existen cerca de cien mil millones de estrellas solamente en nuestra
19
. Para información sobre la posible existencia de vida en otros lugares del
universo, ver Life Beyond Earth, por G. Feinberg y R. Shapiro (New York: William
Morrow and Company, 1980), Are we alone?, por R. T. Rood y J. S. Trefil (New York:
Charles Scribner’s Sons, 1981), y Contact With the Stars, por R. Breuer (San Francisco,
CA: W. H. Freeman and Company, 1982). El primer libro termina con la conclusión
de que “el universo se encuentra lleno de vida”. Los otros dos son mucho menos
optimistas. Frank Drake, pionero en la búsqueda de inteligencia extraterrestre
(SETI), recientemente brindó un recuento parcialmente autobiográfico de su
búsqueda en Is Anyone Out There?, escrito en colaboración con D. Sobel (New York:
Delacorte Press, 1992). Véase también la revisión de este libro hecha por R. N.
Bracewell (Science, 258, 1012-1014, 1992).
[189]
CHRISTIAN DE DUVE
[190]
La edad de la protocélula
VIDA ARTIFICIAL
Este término nada tiene que ver con la vida dentro de un tubo de
ensayo, aunque esto pueda suceder algún día, sino con la vida en un
computador20. Desde que el famoso matemático húngaro-americano
Johannes von Neumann inventó el primer “automatón celular” a fines
de los años cuarenta, los teóricos han dedicado considerable interés a
los modelos matemáticos de tales propiedades típicas de los
organismos vivos como la complejidad, la auto-organización, el
desarrollo, la reproducción y la evolución, poniendo especial atención
al surgimiento espontáneo de estas propiedades, como resultado de las
interacciones entre diferentes variables destinadas a representar los
catalizadores y sus reactivos o los genes y sus productos.
Estos modelos han subrayado condiciones bajo las cuales el orden
puede surgir del desorden a través de fluctuaciones que tienen lugar al
azar, hasta que el sistema se ve atrapado en una red de interacciones
que lo conduce a una configuración dinámicamente organizada en la
cual se establece. Lo que se describe es la exploración estocástica de un
espacio que eventualmente lleva al sistema a caer en una cuenca. Stuart
Kauffmann, pionero en el campo y prominente miembro de Instituto
Santa Fe que se ha convertido en la meca de la vida artificial, prefiere
las imágenes contrapuestas de un “paisaje en robusto estado” con
“picos adaptativos” separados por “valles”. Por alguna razón,
encuentro la imagen de caer en una cuenca más representativa de la
realidad, que aquella de escalar hasta la cima de un pico.
Independientemente de las imágenes, lo que han revelado las
nuevas tecnologías de cómputo, es que un sistema de múltiples
variables interactuantes puede encontrarse perdido en una cuenca (o
en una cima), y cómo, dependiendo de la estructura del paisaje puede
escapar y aterrizar en otra cuenca (o sobre otra cima), siguiendo un
proceso a saltos no lineal, similar en su desenvolvimiento a lo que los
evolucionistas han llamado equilibrio puntualizado. El proceso incluye
20
. Los lectores interesados en la nueva ciencia del modelaje computarizado de los
procesos vivos y en la meca de esta investigación, el Instituto Santa Fe, pueden
escoger entre dos libros escritos en un estilo periodístico y conservador (Referencias
60 y 61), a los que puede añadirse Artificial Life, a Quest for a New Creation, por S.
Levy (New York: Cape/Pantheon, 1992). Para un recuento más jugoso, los lectores
deben acudir a la referencia 62. Si están de prisa, pueden recurrir a los artículos por
S. A. Kauffman (Sci. Am. 265(2), 78-84, 1991) o por R. Ruthen (Sci. Am. 268(1), 130-
140, 1993).
[191]
CHRISTIAN DE DUVE
[192]
La edad
CU A RTA PA RT E
[193]
CAPÍTULO 14
[194]
La edad de las células aisladas
[195]
CHRISTIAN DE DUVE
Monod (J. Mol. Biol., 3, 318-356, 1961). Jacob hace un recuento personal sobre su
[196]
Este mecanismo es comprensible dentro del contexto de la
aerodinámica estrategia evolutiva de las bacterias: no vale la pena
gastar tiempo y energía en fabricar algo hasta cuando sea necesario.
El funcionamiento del sistema inmunológico de los humanos y los
animales superiores, ofrece otro intrigante ejemplo de un mecanismo
aparentemente instructivo. Cuando el organismo es expuesto a una
macromolécula extraña conocida como antígeno, su respuesta es
fabricar los anticuerpos correspondientes que son proteínas que
netralizan específicamente ese antígeno. Si el antígeno es portado por
un virus, un microbio, una célula extraña proveniente por ejemplo, de
un transplante, la respuesta comprende además el desarrollo de células
destructoras específicas para ese antígeno en particular. Los pacientes
que sufren de cáncer pueden incluso montar todo un ataque contra sus
propias células tumorales de esta manera. Las células responsables de
la fabricación de anticuerpos y de la destrucción de células extrañas se
llaman linfocitos; se producen en la médula ósea y circulan con la
sangre. Cuando estos mecanismos comenzaron a descifrarse a
conmienzos de los años cincuenta, parecía obvio que los antígenos
fueran los encargados de instruir a los linfocitos porque, ¿cómo más
podría explicarse el hecho de que virtualmente cualquier antígeno sea
capaz de inducir una respuesta específica? Sólo el inmunólogo
australiano, Macfarlane Burnet, tuvo ideas diferentes, y fue él quien
propuso la tesis –que en su momento pareció sacada de la fantasí pero
que resultó ser cierta– de que en el organismo existen, ya preformados,
pequeñas cantidades de linfocitos capaces de luchar contra casi
cualquier clase de antígeno posible, y que cuando estas células entran
en contacot con “su” antígeno, proliferan para formar un clon
(población de células idénticas) de células destructoras o fabricantes de
antígenos específicamente moldeadas para reconocer el antígeno
extraño2.
Este mecanismo, conocido como selección clonal, recuerda la
estrategia bacterial en que, por así decirlo, los mutantes se conservan
listos para una variedad de ocasiones, pero su grado de complejidad es
mucho mayor. Las “mutaciones” de los linfocitos no son accidentales
descubrimiento en su autobiografía La Statue Intérieure (París: Editions Odile Jacob,
1987), traducida al inglés por F. Philip bajo el título de The Statue Within (New York:
Basic Books, 1988).
2
. F. M. Burnet, Clonal Selection Theory of Acquired Immunity, (Cambridge and
Vanderbilt University Presses, 1959).
[197]
CHRISTIAN DE DUVE
[198]
La edad de las células aisladas
par de semanas para que los linfocitos formen un clon que una facteria
formaría en tan solo unas horas. Además, existe el riesgo de que el
aparato regulador del crecimiento se descomponga, y traiga como
consecuencia enfermedades tan mortíferas como el linforma y la
leucemia, que son “cánceres linfocíticos”.
Aun cuando la bioingeniería moderna no haya sido capaz de
inventar el multiplicador ultrarrápido, sí está haciendo buen uso del
mismo. En el clonaje de genes, se introduce una porción de ADN ajeno
en un huésped bacterial por medio de técnicas de ingeniería genética, y
la célula así modificada se deja luego crecer clonalmente sin ninguna
restricción. Al día siguiente estarán disponibles cantidades apreciables
del gen insertado, que ha sido duplicado con el ADN bacterial en cada
generación, y que ahora sirve para secuenciación y otros usos. Si el gen
ha sido insertado de manera que pueda expresarse, su producto puede
obtenerse de manera similar en cantidades esencialmente ilimitadas.
Esta es la manera como se produce en la actualidad insulina humana a
nivel industrial. Aun los multiplicadores lentos están siendo utilizados
como fábricas; los linfocitos dotados de una capacidad multiplicadora
indefinida, conferida por la fusión con una célula cancerosa, se pueden
clonar a gran escala para producir anticuerpos específicos, que por esta
razón se llaman monoclonales.
LA PRIMERA BIFURCACIÓN
En algún momento, entre 3 800 y 3 600 millones de años atrás,
algunos miembros de la primera población de células antecesoras, se
separaron del montón como consecuencia de algún fenómeno
geológico o climático que los condujo a un ambiente diferente y menos
favorable. Esto habría sido su condena de no ser por un raro mutante –
recordemos las bacterias expuestas a un antibiótico– que logró
adaptarse a las nuevas circunstancias y proliferar. Sabemos estos
porque tanto la línea progenitora como la progenie crecieron,
evolucionaron y se diversificaron, en una amplísima gama de
variedades diferentes, que hoy se encuentran, con frecuencia
simultáneamente, en todos los rincones del mundo. Sin embargo, las
pruebas inequívocas del parentesco dentro de uno u otro grupo –
archaebacteria o eubacteria– permanecen inscritas dentro de algunos
de sus constituyentes claves, en algunas reacciones metabólicas
características, y especialmente, en las secuencias de sus ácidos
[199]
CHRISTIAN DE DUVE
[200]
La edad de las células aisladas
[201]
CHRISTIAN DE DUVE
[202]
La edad de las células aisladas
COLONIAS EXTRAVAGANTES
Mientras las eubacterias conquistaban el mundo, lo más posible es
que las archebacterias hayan permanecido confinadas durante largo
tiempo en las aguas hirvientes donde nacieron, y a las cuales se
encontraban particularmente bien adaptadas. En esta etapa, se supone
que estos organismos perdieron su capacidad para sintetizar la murína,
el constituyente típico de la pared celular que se encuentra
exclusivamente en las eubacterias. La mureína, con su contenido de
aminoácidos tanto D– como L– y sus otras irregularidades
estructurales, tiene todas las características de haber sido una sustancia
primitiva, de lo que se deduce que es más probable que la capacidad
para fabricar mureína se haya perdido en las archaebacterias, a que
haya sido adquirido en las eubacterias. La mayoría de las
archaebacterias tienen pared celular, pero compuesta por proteínas y
carbohidratos diferentes a la mureína.
Finalmente, algunas archaebacterias se aventuraron a salir de su
medio original e invadieron con éxito otros hátitat 4. Un grupo
especialmente próspero desarrolló –o posiblemente mejor, conservó, ya
que puede tratarse de un atributo metabólico primitivo– la facultad de
utilizar hidrógeno para la conversión anaeróbica del dióxido de
carbono en metano y de sustentar todas sus necesidades de energía con
la ayuda de esta reacción. El metano es una sustancia altamente
inflamable, el componente más volátil del gas natural.
De acuerdo con su supuesto origen, los metanógenos más antiguos
–así es como se llaman– son termófilos. Las formas posteriores
4
. Ver introducción, nota 3.
[203]
CHRISTIAN DE DUVE
[204]
La edad de las células aisladas
LA REVOLUCIÓN VERDE
En el capítulo 10 relatamos cómo algún citocromo rojo se
transformó en clorofila verde a través de la aparición evolucionaria de
una molécula variante de la porfirina, en la que el orificio central llegó
a ser ocupado por un átomo de magnesio en lugar de un átomo de
hierro. Lo más probable, es que este acontecimiento haya tenido lugar
dentro de la línea eubacterial luego de que ésta se separara de la línea
archaebacterial, puesto que no se conoce ningún organismo dotado de
clorofila entre las archaebacterias, y sólo una pequeña parte de las
especies eubacteriales son fotótrofas. Por estas razones, he asumido que
la célula ancestral no pudo ser fotótrofa. La otra posibilidad –que la
capacidad para fabricar clorofila sea una herencia ancestral que se
perdió por completo en las archaebacterias y en muchas eubacterias–
parece aun menos probable. La aparición de la clorofila acarreó
consecuencias de gran importancia, en primer lugar, para las bacterias
en cuestión, y finalmente para todo el mundo viviente y hasta el mismo
planeta.
Lo primero que apareció en la conquista que la vida naciente hizo
de la energía solar fue el fotosistema I que, al ser activado por la
energía lumínica, puede extraer electrones de los compuestos
minerales y algunas veces incluso de las sustancias orgánicas, pero no
del agua. Del fotosistema I dependen una serie de bacterias que habitan
la Tierra en la actualidad.
El siguiente gran paso en la revolución verde fue el desarrollo del
fotosistema II, que consume agua y libera oxígeno, y que
supuestamente tuvo lugar a través de modificación evolucionarias del
fotosistema I. Los dos sistemas operan en base a clorofilas relacionadas
pero diferentes; en los fotótrofos actuales, el fotosistema II se encuentra
siempre asociados al I, que proporciona a los electrones levantados por
[205]
CHRISTIAN DE DUVE
. Los últimos datos de J.W. Schopf se describen en (Science, 260, 640-646, 1993).
5
[206]
La edad de las células aisladas
[207]
CHRISTIAN DE DUVE
señalado antes, no existe ninguna razón válida que sustente esta idea;
dos mil millones de años en realidad son una enorme cantidad de
tiempo, más de veinte veces lo que tomó al mono convertirse en
humano. Durante este tiempo, la vida tal como la conocemos, podría
haber surgido y desaparecido muchas veces.
La aparición de la fototrofia fue un acontecimiento decisivo para la
diseminación de la vida en la Tierra, ya que permitió a los organismos
vivos lanzarse directamente sobre la enorme reserva energética del Sol
para elevar electrones al alto nivel de energía requerido en la
fabricación de biomoléculas a partir de los componentes esenciales de
origen mineral. Las formas anteriores de vida pueden haberlo logrado
mediante la producción de hidrógeno sustentada por los rayos UV, a
expensas de la conversión ferroso-férrico que describimos en el
capítulo 3. Este último mecanismo tenía la ventaja de la simplicidad –
una tremenda ventaja en una época en que la vida daba sus primeros y
vacilantes pasos– pero no tenía nada que hacer junto al proceso
dependiente de la clorofila, una vez se logró poner en su lugar la
infraestructura necesaria para el mismo, que se encuentra incrustada en
la membrana.
Otra ventaja de la fototrofia, es que liberó a la vida autótrofa de su
dependencia del ambiente como proveedor específico de donantes y
aceptores de electrones. Especialmente luego de la adquisición del
fotosistema II, prácticamente toda la superficie de la Tierra quedó
habilitada para que la invadiera la vida. Nuestro planeta se tornó
verde, y sus reservas de carbono, nitrógeno y otros bioelementos, se
entrelazaron cada vez más con ese manto verde. Esta situación a su vez
dio un tremendo empujó al desarrollo de organismos heterótrofos,
capaces de alimentarse de las biomoléculas fabricadas por otros, y de
esta manera se dio inicio a una gran coalición que, comenzando por las
primeras colonias estromatolíticas, ha llegado a ligarnos a nosotros,
todos los otros animales, hongos y muchas bacterias, a las plantas
verdes y los microbios fotótrofos, dentro de un superorganismo
planetaria que llamamos biosfera, cuyo metabolismo se manifiesta en el
reciclaje continuo de los elementos biogénicos mayores.
La consecuencia más importante de la fototrofia en relación con la
evolución, fue tal vez el incremento en la concentración de oxígeno
atmosférico. El momento crucial a este respecto, independientemente
de la fecha en la cual apareció por primera vez el fotosistema II, fue el
[208]
La edad de las células aisladas
período entre hace 2 000 y 1 500 millones de años, que fuera testigo de
tal vez el peor desastre ecológico de todos los tiempos –y la reacción de
adaptación de los organismos vivos de más largo alcance– en toda la
historia de la vida.
[209]
CHRISTIAN DE DUVE
[210]
La edad de las células aisladas
[211]
CAPÍTULO 15
LA TRANSICIÓN PROCARIONTE-EUCARIONTE
La naturaleza del oscuro gestor de la línea eucariótica es incierta. La
mayor parte de la evidencia señala hacia un procarionte que se separó
de la rama archaebacterial, luego de la primera bifurcación del árbol de
la vida. En aparente conflicto con esta posibilidad, se encuentra el
hecho de que los eucariontes poseen algunos caracteres que parecen
derivados de un eubacterio antiguo. Estas anomalías han sido
atribuidas a varias causas como la evolución convergente, la
transferencia horizontal de genes, y aun, como ha sido propuesto por el
investigador alemán Wolfram Zillig7, a una fusión primitiva entre una
parte archaebacterial y su contraparte eubacterial. El ancestro,
aparentemente mixto de los eucariontes, también ha sido utilizado para
sustentar propuestas más radicales en las que se presenta un antecesor
[212]
eucarionte primitivo como paso anterior a los procariontes, provisto de
genes de ADN e incluso de ARN8.
En este capítulo, asumiré que la rama eucariótica surgió de un
procarionte ancestral, presumiblemente de naturaleza archaebacterial,
con cierta mezcla de caracteres eubacteriales adquiridos de alguna
forma. Esta hipótesis goza de aceptación general y está de acuerdo con
la mayoría de los hechos conocidos. El problema al cuan nos
enfrentamos por lo tanto, es el de rastrear el camino entre la
organización de tipo procarionte y la de tipo eucarionte, vía que debe
ser plausible mecánicamente hablando, consistente con la evidencia
disponbile, y causalmente explicable mediante la selección natural.
A primera vista, esta misión parece intimidante. Basta comparar
una bacteria promedio con el más primitivo de los eucariontes, y se
observarán diferencias de tal magnitud, que la conversión de la una en
el otro parecerá casi inimaginalbe. Por fortuna, disponemos de una
valiosa pieza de información; se ha logrado establecer con un alto
grado de certeza, que ciertas partes de las células eucarióticas,
incluyendo las mitocondrias, protoplastos, y tal vez incluso los
peroxisomas (ver capítulo 17) –todos los cuales son organelos rodeados
por membranas y del tamaño de una bacteria– son de hecho
descendientes de las bacterias que fueron incorporados por algún
antecesor eucariótico hace unos 1500 millones de años, y adoptados
permanentemente por esta célula como endosimbiontes (de las raíces
griegas que, en sentido inverso, llegan a significar “que viven juntos en
el interior”)9. Por lo tanto, la historia de la célula eucariótica puede
8
. La hipótesis de que un eucarionte ancestral con genoma de ADN haya
antecedido a los procariontes ha sido propuesta por P. Forterre et al. (capítulo 12,
nota 5). La hipótesis de un antecesor similar pero con genoma de ARN ha sido
presentada por H. Hartman (Specul. Sci. Technol., 7, 77-81), y de manera un poco
diferente por M. Sogin (capítulo 12, nota 6).
9
. La teoría del endosimbionte se remonta hasta hace más de un siglo. Fue
revivida por S. Margulis (entonces L. Sagan) en J. Theor. Biol. 14, 225-274 (1967),
quien desde entonces ha expandido la teoría en The Origin of Eucaryotic Cells (New
Have, CT: Yale University Press, 1970), referencia 23, y en colaboración con D.
Sagan, Micro-Cosmos (New York: Summit Books, 1986). Recientemente, en
colaboración con M. McMenamin, editó una traducción al inglés de Concepts in
Symbiogenesis (New Haven, CT: Yale University Press, 1992), un libro publicado por
la Unión Soviética en 1979, en el que L. N. Khakhina reseña la obra de biólogos
rusos que incursionaron en el concepto de la endosimbiosis a comienzos del siglo
XX. Se encuentran además muchas contribuciones interesantes sobre el tema en
[213]
dividirse en dos eras separadas: la era pre-endosimbiótica –hace 3 500 a
1 500 millones de años– y la era post-endosimbiótica –desde hace 1 500
millones de años hasta el presente10.
Reconstruir la segunda era no tiene problemas. Las células
incorporan bacterias permanentemente –eso es precisamente lo que
hacen los glóbulos blancos cada vez que sufrimos una infección– y los
detalles implicados en este mecanismo se conocen con exactitud. Para
ir a la fija, las bacterias incorporadas usualmente son asesinadas y
destruidas por sus captores o, si esto no se logra, estas atacan a sus
captores y los matan. Se conoce una serie de casos sin embargo, en los
que estos conflictos llegan a un empate y se resuelven con una
cohabitación pacífica. Por lo tanto, tenemos amplia imformación de la
cual derivar nuestra reconstrucción.
La primera era, que cubre la transición desde el procarionte
ancestral hasta una célula capaz de capturar las bacterias y adoptarlas
como endosimbiontes es más misteriosa, pero disponemos de algunas
claves. En primer lugar, si la incorporación de bacterias tuvo lugar en
esos remotos tiempos de la misma manera en que se hace en la
actualidad, podemos identificar, a partir de nuestros conocimientos
actuales, una serie de propiedades que deben haberse adquirido en el
curso de la transición, para dotar a las células con la capacidad para
realizar sus capturas. Los resultados obtenidos de secuenciaciones y
otros datos bioquímicos, nos permiten seguirle la pista a una serie de
estructuras eucariontes desde su ancestro procariótico. Finalmente, y lo
que resulta más informativo, se conocen algunos eucariontes
unicelulares primitivos que datan de la era pre-endosimbiótica y que
pueden darnos alguna idea sobre cómo era la vida eucariótica en esa
época. Echomos una mirada a este “fósil viviente”.
Endocytobiology III, editado por J. J. Lee y J. F. Fredrick (Ann. New York Acad. Sci. 503,
1987), Endocytobiology IV, editado por P. Nardon, V. Gianinazzi-Pearson, A. M.
Grenier, L. Margulis y D. C. Smith (Paris: Institut National de la Recherche
Agronomique, 1990), y The Origin and Evolution of the Cell, editado por H. Hartman y
K. Matsuno (Singapore: World Scientific Publishing Company, 1992).
10
. Un microfósil, que se piensa corresponde a un alga eucariótica, ha sido
encontrado por T. -M. Han y B. Runnegar (Science, 257, 232-235, 1992), en una
formación de hierro de 2,100 millones de años de edad en Michigan. De confirmarse
la naturaleza eucarióntica de este organismo, el momento de la adopción
endosimbiótica tendría que echarse para atrás al menos 500 millones de años.
[214]
La edad de las células aisladas
[215]
CHRISTIAN DE DUVE
[216]
u otros objetos sólidos. Este proceso, llamado fagocitosis (de las raíces
griegas que significan comer y célula) es tan complejo, que podemos
asumir, una vez más, que ya existía en el antecesor pre-endosimbionte.
No tenemos que ir más allá para explicar la manera en que los
endosimbiontes penetraron sus células huésped. Tal y como lo
habríamos adivinado, a juzgar por nuestro mero conocimiento del
presente, estos importantes huéspedes fueron incorporados por un
fagocito típico, que poseía los atributos básicos que poseen las células
actuales. Este es un trozo de información supremamente valioso. Lynn
Margulis, bióloga de la Universidad de Massachusetts, conocida por
defender la teoría endosimbiótica en una época cuando existía poca
evidencia para sustentarla, ha postulado una invasión agresiva por un
“feros depredador” como explicación a la entrada del endosimbionte 14.
En mi opinión, la Giardia hace que esta hipótesis resulte poco probable;
la fagocitosis parece mucho más plausible, considerando tod lo que
hoy sabemos.
Observemos a la Giardia a la caza. Veámosla rozando
accidentalmente una bacteria o, tal vez, moviéndose hacia ella de
manera aparentemente intencional, atraída por una señal química,
como les sucedería a nuestros glóbulos blancos en una situación
similar. Ya sea que el encuentro lo cause la química o el azar, la
consecuencia será que la bacteria que se ha contactado permanezca
adherida a la superficie de la Giardia, como una mosca a un papel
pegajoso. Estimulada por este contacto, la Giardia entra en acción y
succiona lentamente su desventurada víctima, que poco a poco
desaparece de nuestra vista. Pronto, no quedará rastro alguno de esta
dramática engullida sobre la superficie de la Giardia, que habrá
recuperado su contextura lisa y desarrugada.
No todas las bacterias son atrapadas de esta manera, pues la
adhesión depende de la presencia de receptores que reconozcan un
tipo dado de moléculas en la pared celular bacterial sobre la superficie
del captor –otro caso de organización complementaria tipo llave y
cerradura. Si falta la llave o la cerradura, la bacteria simplemente
rebota luego de la colisión y escapa. De hecho, algunas bacterias
aprovechan esta clase de defecto para eludir a sus captores, hecho que
ha jugado un papel de inmensa importancia en la historia de la ciencia.
14
. La expresión “feroz predador” es tomada del Micro-Cosmos (ver la nota 3, más
arriba).
[217]
CHRISTIAN DE DUVE
[218]
La edad de las células aisladas
[219]
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[220]
La edad de las células aisladas
16
. El experto en diplomonas G. Brugerolle aseveró (Protistologia 11,111-118, 1975)
que la Giardia no tiene un Golgi detectable, sugiriendo que esta estructura celular no
se había formado en el momento en que el antecesor de la Giardia se separó de la
línea eucariótica. Sin embargo, un sistema secretor característico asociado al Golgi se
hace aparente cuando este organismo se prepara para enquistarse, formando una
capa protectora de carbohidratos y proteínas en el proceso. Ver F. D. Gillin, D. S.
Reiner y M. McCaffery (Parasitology Today, 7, 113-116, 1991).
17
. Sobre la antigüedad de los mcrosporidios, ver C. R. Vossbrinck et al. (Nature,
326, 411-414, 1987).
[221]
CHRISTIAN DE DUVE
EL NÚCLEO EUCARIONTE
Los núcleos de la Giardia tienen todas las características principales
del núcleo eucarionte. Éste, que así se llama porque se asemeja a un
grano en el centro de la célula (nucleus en latín, karyon en griego), es un
cuerpo voluminoso, a grandes rasgos esférico, totalmente rodeado por
una envoltura membranosa doble que, estructural y funcionalmente,
tiene relación con el RE (la membrana externa se encuentra tachonada
de ribosomas). La cara interna de esta envoltura está reforzada por un
recubrimiento fuerte, formando por fibras de proteína fuertemente
anudadas. Un gran número de aberturas reforzadas, o poros,
insertadas a manera de portillas en la envoltura nuclear, sirven de
pasajes regulados entre el núcleo y el resto de la célula, o citoplasma.
Los principales habitantes del núcleo son los cromosomas (del
griego que significa cuerpos coloreados), que reciben este nombre no
por poseer color sino porque los primeros microscopistas observaron
que se coloreaban intensamente en las preparaciones celulares tratadas
con ciertos colorantes. Los cromosomas eucarióticos son edificaciones
majestuosas en comparación con sus contraprates procarióticas, que
son poco más que una porción circular de ADN desnudo. En contraste,
el cromosoma eucariótico es una entidad altamente estructurada.
[222]
La edad de las células aisladas
[223]
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[224]
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[225]
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18
. Sobre la evolución del aparato mitótico ver D. F. Kubai (Int. Rev. Cytol., 43, 167-
227, 1975) y I. B. Heath (Int. Rev. Cytol., 64, 1-80, 1980).
[226]
CAPÍTULO 16
El fagocito primitivo
[227]
CHRISTIAN DE DUVE
origen del citoesqueleto, que bien pudo haber sido una verdadera
innovación; pero conocemos el origen de las citomembranas
eucarióticas. De acuerdo con la evidencia disponible, provienen de la
membrana de la célula procariótica ancestral.
[228]
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[229]
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[231]
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[237]
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energía liberada por la ruptura del ATP para hacer frente a una
resistencia contraria. Este fenómeno es responsable del movimiento
ondulante mediante el cual los flagelos impulsan a las células.
La presencia de estructuras, que se encuentran entre los más
elaborados elementos moleculares en los eucariontes más antiguos,
resulta realmente impresionante, pues sugiere claramente que el
desarrollo de estas estructuras jugó un papel esencial en la transición
procarionte-eucarionte, tal vez hasta el punto de fijar la velocidad de
esta transición, ya que obviamente estamos tratando con una sucesión
extremadamente larga de pasos evolutivos.
Hasta donde sé, la actina no ha sido detectada en la Giardia; de
hecho, ni siquiera se ha buscado en este organismo, así que no sabemos
si la actina es igual de antigua a la tubulina. Esto, sin embargo, parece
probable, ya que la actina está presente en una serie de proteistas así
como en los eucariontes superiores, con frecuencia en forma de
agrupaciones alineadas contra la membrana celular o de cables
extendidos sobre la célula como alambres de teléfono. Los grupos de
fibras de actina con frecuencia se unen punta a punta mediante astas
axiales compuestas de moléculas de una proteína motora que rompe el
ATP llamada miosina. Cuando se le suministra ATP y se activa con
iones de calcio, el asta de miosina actúa como un trinquete, jalando los
grupos para acercarlos entre sí. Dependiendo de las partes de la célula
a las cuales se encuentren adheridos los filamentos de miosina, este
movimiento puede causar todo tipo de desplazamientos intracelulares
y de deformaciones celulares, incluyendo una especie de gateo llamado
movimiento ameboide, tomado de la ameba, protista que se mueve de
esta manera.
Las más elaboradas disposiciones entre la actina y la miosina se
encuentran en las células musculares animales, formadas por
filamentos interdigitados de estas dos proteínas, dispuestos
paralelamente, y que se mantienen unidos por una serie de proteínas,
formando así las fibrillas musculares. Estas hermosas estructuras han
dado a los microscopistas electrónicos una de las experiencias estéticas
más placenteras, igualada solamente por aquella de contemplar los
flagelos, cilios y otros ensamblajes de microtúbulos.
Un tercer tipo de bloque de construcción proteico capaz de
ensamblarse con la ayuda de la energía suministrada por la ruptura del
ATP es la clatrina, cuya peculiar forma trípode permite el ensamblaje
[238]
La edad de las células aisladas
[239]
CHRISTIAN DE DUVE
[240]
La edad de las células aisladas
[241]
CHRISTIAN DE DUVE
monoclonal, fue reportado por G. Köhler y C. Milstein (Nature, 231, 87-90, 1975).
Una revisión general del tema puede encontrarse en Monoclonal Antibodies: Principles
and Practice, por J. W. Goding (2 edición, New York: Academic Press, 1987).
[242]
La edad de las células aisladas
[243]
CHRISTIAN DE DUVE
[244]
La edad de las células aisladas
[245]
CAPÍTULO 17
BATALLA MILENARIA
La presencia de flagelos en la Giardia nos dice que el fagocito
primitivo era una célula mótil, completamente emancipada, que hacía
mucho había dejado atrás el resguardo de las colonias bacteriales
dentro de las cuales posiblemente nació. Tal vez tenía la tendencia de
curiosear en el rico y fácilmente accesible depósito de alimento ofrecido
por su morada de otros tiempos, pero también pudo haber
aprovechado su libertad para trasladarse hasta cualquier lago, mar u
océano donde existieran bacterias. Muy posiblemente, se dispersó en
diferentes direcciones, diversificándose en una variedad de especies
adaptadas a diferentes ambientes. Las diplomonas, los micorsporidios,
y tal vez otros organismos aún por descubrir dentro del grande y mal
inventariado grupo de los protistas, son producto de esta
diversificación temprana, que han sobrevivido hasta nuestro días.
Es posible que nuestro distante antecesor eucarionte hubiese
incrementado sus posibilidades de supervivencia heterótrofa al
adquirir algunas de las propiedades que hoy ayudan a los fagocitos. Es
probable que haya poseído receptores quimiotácticos de superficie,
sensibles a ciertos tipos de moléculas y conectados al aparato flagelar
de manera tal, que hacían mover, la célula hacia una fuente potencial
de alimento y lejos de sustancias nocivas. Lo más seguro es que además
tuviese receptores endocíticos para ayudarle a atrapar y engullir su
[246]
La edad de las células aisladas
[247]
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[248]
La edad de las células aisladas
[249]
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[250]
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[251]
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[252]
algunos ácidos grasos, ha sido muy publicitada por la película El aceite
de Lorenzo24.
24
. Lorenzo’s Oil, relata la frenética búsqueda por una cura, que emprenden los
padres de un niño enfermo de adrenoleucodistrofia. La película es maravillosa, pero
su mensaje puede ser peligrosamente engañoso, llegando en un momento en el que
la investigación média resulta particularmente prometedora, y es, paradójicamente,
sometida a una gran cantidad de irracionales ataques. Ver la reseña de F. Rosen en
Nature, 361, 695 (1993).
[253]
CHRISTIAN DE DUVE
. Ver la reseña por M. Müller (J. Gen Microbiol., 129, 2879-2889, 1993).
25
[254]
La edad de las células aisladas
27
. El origen endosimbiótico del núcleo eucariótico lo propone por H. Hartman
(Specul. Sci. Technol., 7, 77-81, 1985), y de manera un poco diferente, por M. Sogin
(Capítulo 12, nota 6).
[255]
Jacob28– con lo que tenía a su disposición y tenía que esperar a que se
diera una mutación favorable dentro de los límites que le imponían
compromisos anteriores. Era impensable comenzar por un camino
completamente nuevo.
Desafortunadamente no queda ningún registro del largo camino
que convirtió al procarionte en una célula fagocítica grande, mótil y
nucleada. Hay esperanza, sin embargo, de que se descubra alguna
evidencia en el futuro. Es posible que extrañas formas de vida aún
estén por aislarse y caracterizarse, dentro del rico mundo de los
organismos unicelulares.
De los muchos cambios que marcaron la aparición del fagocito
ancestral, aquellos que llevaron al desarrollo de un citoesqueleto y sus
sistemas motores asociados, probablemente hayan sido los que jugaron
el papel más decisivo. Estas partes se necesitaban para sostener la
formación de un sistema citomembranoso intracelular y requerían un
gran número de innovaciones genéticas. No sabemos cómo surgieron
las nuevas proteínas estructurales, pero podemos estar seguros de que
no lo hicieron por arte de magia. Su nacimiento fue lento, progresivo y
a pasos. Su capacidad para unirse formando estructuras de orden
superior mediante el autoensamblaje, proceso que se basa en la
complementariedad química, fue un factor determinante en su
formación evolutiva. Ya hemos encontrado la complementariedad
química como fenómeno que sustenta el apareamiento de bases y
muchos otros fenómenos. Ahora la encontramos como la clave del
autoensamblaje de estructuras celulares, casi siempre a partir de
componentes esenciales de naturaleza proteica. Debido al rico rango de
agrupaciones químicas que ofrecen los veinte aminoácidos que
componen las proteínas, las oportunidades de asociación entre
proteínas eran casi ilimitadas y dependían solamente de una mutación
azarosa para poderse materializar.
Cabe anotar que dos de las proteínas estructurales eucarióticas más
importantes, la actina y la tubulina, exhiben ambas regiones
complementarias de la misma molécula, de manera que el
autoensamblaje puede tener lugar de manera reversible a partir de un
solo tipo de componentes esenciales. Las regiones complementarias
polares permiten asociaciones punta a punta de longitudes indefinidas,
mientras que las regiones complementarias laterales determinan la
[256]
La edad de las células aisladas
[257]
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[258]
QU I NTA PA RT E
[259]
CAPÍTULO 18
L o s b e n e fi c i o s d e l c o l e c t i v i s m o c e l u l a r
1
. Algunas colonias bacteriales se comportan como verdaderos organismos, según
J. A. Shapiro (Sci. Am.: 82-89, 1988).
[260]
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[261]
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CAPÍTULO 19
E l r e ve r d e c e r d e l a T i e r r a
[266]
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[274]
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6
. Referencia 16, pp. 556-557.
[275]
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[276]
La edad de los organismos multicelulares
[277]
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Este gráfico muestra los principales pasos en el ascenso de las plantas hacia una mayor
complejidad. En cada bifurcación, una línea evolutiva mutante que sufrió un cambio
genético en el plano corporal indicado a la izquierda se dirige hacia arriba de la línea no
mutada –representada por una flecha que gira hacia la derecha– hacia una phyla existente.
INFILTRADORES SUBTERRÁNEOS
A las plantas que comenzaron a invadir la Tierra, pronto siguió una
horda de carroñeros. Estos conquistarodres oportunistas, relacionados
con las levaduras unicelulares, se asemejaban a las plantas primitivas
en cuanto formaba estructuras ramificadas y tubulares, o hifas,
rodeadas de polímeros hidratocarbonados, y se reproducían por medio
de esporas; pero eran incolores y estrictamente heterótrofos. A
diferencia de otros organismos heterótrofos, eran inmóviles e incapaces
de atrapar ninguna presa, dependiedo totalmente de una forma
primitiva de digestión para su subsistencia. Aferrándose estrechamente
a sus plantas compañeras o a residuos de plantas muertas, a veces
reforzando el contacto con pequeñísimas raíces, atacaban estos
sustratos con poderosas enzimas digestivas que sus células secretaban,
y absorbían los productos solubles de esta digestión por infiltración a
través de su superficie.
Esta forma de vida primitiva y aparentemente precaria, se ha
convertido en una fórmula asombrosamente exitosa, prerrogativa de
más de 200 000 especies que forman el amplio grupo de los micetos
(del griego myk[ace]s, moho), que incluye las levaduras, mohos, royas,
hollines, champiñones, hongos venenosos y otra gran diversidad de
hongos. Clasificados durante mucho tiempo dentro del reino vegetal, y
considerados derivados de algunas plantas degeneradas que habían
perdido sus cloroplastos, los micetos constituyen en la actualidad un
reino separado, diferente de los reinos vegetal y animal. Contrario a las
antiguas creencias, se ha encontrado, mediante secuenciación
[278]
La edad de los organismos multicelulares
molecular, que los micetos guardan más relación con los animales que
con las plantas7.
Los micetos son carroñeros primarios y juegan un importante papel
en el reciclaje de los bioelementos. Cierto número de ellos son
parásitos, causando una variedad de enfermedades de las plantas, y,
con menor frecuencia, de los animales. Otros se utilizan desde hace
mucho tiempo por su capacidad de catalizar diversas fermentaciones
en la preparación de panes, quesos y bebidas alcohólicas. Las
desventuras, a veces fatales, de desprevenidos consumidores de
hongos y las experiencias opuestas de millones de pacientes que han
sido salvados por la penicilina y otros antibióticos fúngicos, son testigo
de la versatilidad química de los micetos. Muchos hongos viven
esencialemente bajo suelo, dejando conocer su presencia sólo cuando
alguna estructura reproductiva brota del suelo para dispersar sus
esporas. Algunos han establecido asociaciones simbióticas duraderas
con las algas verdes, formando los líquenes que son quizás una de las
formas de vida más resistentes.
El plan corporal de los micetos ha permanecido simple, formado
principalmente por una red de hifas interconectadas a la que se da el
nombre de micelio, y que puede extenderse hasta varias millas
cuadradas. Los núcleos del micelo de los hongos son siempre
haploides, pero las células en sí son binucleadas, como lo son las de la
Giardia, el más antiguo eucarionte conocido en la actualidad. Esto se
debe a un retraso, con frecuencia prolongado y que incluye un número
de divisiones celulares y otros eventos relacionados con el desarrollo,
que separa la fusión nuclear de la fusión celular en la reproducción
sexual. En las plantas y animales los dos fenómenos se siguen uno al
otro rápidamente en el curso de la fertilización. En los micetos, la
fusión nuclear eventualmente tiene lugar, y el núcleo diploide
resultante sufre entonces una meiosis casi inmediata, formando núcleos
haploides, que tendrán un contenido genético mezclado gracias a las
reorganizaciones meióticas de los cromosomas, principal beneficio
evolutivo de la reproducción sexual. Las células uninucleadas y
haploides producidas por la meiosis, dan lugar a esporas que son
liberadas para diseminar la especie.
La esporulación es el evento principal en la vida de la mayoría de
los micetos. Se encuentra acompañada del desarrollo de estructuras
7
. P. O. Wainright et al. (Science, 260, 340-342, 1993).
[279]
CHRISTIAN DE DUVE
[280]
CAPÍTULO 20
FILOGENIA Y ONTOGENIA
El primer árbol animal detallado fue dibujado por el naturalista y
folósofo alemán Ernst Haeckel en el siglo diecinueve, uno de los
primeros y más entusiastas discípulos de Darwin, así como un
imaginativo maestro en el arte de urdir hechos escasos en
generalizaciones atrevidas y convincentes. La más famosa de éstas se
resume en el aforismo: “La ontogenia recapitula la filogenia”, con lo
que se quiere decir que los animales, en el curso de su desarrollo
embiológico (ontogenia), pasan a través de etapas sucesivas que
recuerdan aquéllas de su historia evolutiva (filogenia). Conocida como
la ley de la recapitulación 10, esta aseveración, aunque no debe tomarse
9
. Como libro de referencia general sobre la evolución humana, recomiendo la
referencia 18. En la referencia 24 se encuentra una versión más simple y entretenida.
10
. En la referencia 17, S. J. Gould hace un completo y crítico análisis de la ley de la
recapitulación.
[281]
CHRISTIAN DE DUVE
[282]
La edad de los organismos multicelulares
formados por algunas bacterias (ver capítulo 18, nota1), y por algunas algas. El
Volvox es un ejemplo digno de texto académico, para el último caso.
[283]
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Figura 20-1
Algunos pasos claves en la evolución animal temprana
[284]
La edad de los organismos multicelulares
[285]
CHRISTIAN DE DUVE
Generalmente se acepta que los dos grupos se separaron muy temprano, pero no es
[286]
Los recién llegados, con su cuerpo todavía completamente blando,
no dejaron residuo fósil alguno. Sin embargo, se han conservado sus
rastros, sus huellas y sus madrigueras, plasmados en barro petrificado
hace más de 600 millones de años, revelando su importancia de otros
días y su diversidad. Sus descendientes actuales más primitivos son los
gusanos planos, varios de los cuales se han adaptado a la vida
parasitaria; poseen un sistema alimentario atrofiado, entre ellos, la
tenia, que habita el tracto digestivo de los mamíferos, y los
esquistosomas, agentes de varias graves enfermedades tropicales.
Luego están los gusanos nemertinos, que son los animales más
antiguos que posean un canal alimentario de una vía, y una serie de
animales vermiformes, incluyendo los gusanos redorndes o
nemátodos, que se encuentran en todas partes y de los que se ha dicho
que son el tipo de vida animal más abundante en el mundo. Los
nemátodos comprenden varias formas parásitas que encontraron su
nicho en los mamíferos, entre ellos los gusanos áscaris, de un pie de
longitud, que prosperan en el intestino de los caballos, el gusano aguja
que resulta familiar a los padres de muchos niños, y los agentes mucho
más peligrosos de enfermedades tales como la triquinosis,
anquilostomiasis (enfermedad del gusano ganchudo) y la filariasis
(elefantiasis).
El plano corporal de estos gusanos inferiores se describe
comprensiblemente, como primitivo por los zoólogos, que han visto
una sofisticación mucho mayor en los insectos, peces, aves y
mamíferos. Sin embargo, habría parecido una maravilla de exquisita
complejidad a un observador que se encontrara explorando los océanos
de esos remotos días. Podemos echar un vistazo a esta asombrosa
complejidad, al observar el pequeño nemátodo Caenorhabditis elegans,
en la actualidad el animal que se conoce con mayor exactitud 13. Está
compuesto por exactamente 959 células, cada una de las cuales ha sido
ubicada con gran precisión y rastreada hasta su origen en la célula
[287]
CHRISTIAN DE DUVE
[288]
La edad de los organismos multicelulares
14
. Datos recientes sobre la explosión cámbrica se encuentran en A. H. Knoll (Sci.
Am. 265(4), 64-73, 1991), J. S. Levinton (Sci. Am. 267(5), 84-91, 1992), A. H. Knoll y M.
R. Walter (Nature, 356, 673-678, 1992), A. H. Knoll (Science, 256, 622-627, 1992), S. C.
Morris (Nature, 361, 219-225, 1993), y S. A. Bowring et al. (Science, 261, 1293-1298,
1993).
15
. La teoría de Knoll que liga la explosión cámbrica a un aumento en la
concentración de oxígeno en la atmósfera se encuentra delineada en los artículos
aquí citados (ver nota 6).
16
. Ver Introducción, nota 3.
[289]
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[290]
La edad de los organismos multicelulares
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CAPÍTULO 21
[293]
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[294]
La edad de los organismos multicelulares
INVERTEBRADOS A GRANEL
Los primeros productos de este nuevo juego eran muy parecidos a
los anélidos actuales, así llamados porque sus cuerpos parecen una
serie de anillos (anulus significa anillo, en latín). La lombriz de tierra
común, adaptada al suelo, es un conocido miembro de este phylum, que
además incluye una serie de gusanos de mar, entre ellos una serie de
organismos (gusanos de abanico, gusano pavo real) que viven dentro
de tubos sólidos que ellos mismos fabrican, y que atrapan sus presas
haciendo uso de apéndices hermosamente coloreados que urden desde
un orificio de su morada. Las sanguijuelas conforman otra clase de
anélidos.
La evolución no se detuvo en los planos corporales, aún bastante
repetitivos, de los anélidos. Luego de sufrir otras, por cierto
considerables variaciones, de las cuales se conocen pocos
intermediarios, terminó produciendo el grupo de animales más grande
que hoy habita la Tierra: los artrópodos, aquellos animales de
extremidades articuladas (arthron significa articulación en griego y pod
proviene de la palabra griega que designa pie), representados en las
aguas por los crustáceos (langostino, cangrejos y similares) y los
quelicerados (arañas de mar y cangrejos de herradura) y en la tierra por
las arañas, los escorpiones, las garrapatas, los cienpiés y milpiés, y
sobre todo, el inmenso grupo de insectos.
Observemos la langosta o el langostino. No existe dificultad alguna
en reconocer el plano corporal segmentado heredado del organismo
ancestral; hay un par de agallas y un par de patas por segmento, pero
con una considerable variación en la especialización de cada segmento.
Varios segmentos frontales se encuentran fusionados para formar la
cabeza, y sus patas se han convertido en una serie de antenas, tenazas,
dispositivos para masticar y otros apéndices que sirven de órganos
sensoriales o accesorios para la alimentación. Las extremidades están
[295]
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[296]
La edad de los organismos multicelulares
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[298]
La edad de los organismos multicelulares
filtro y que con frecuencia eran ayudadas en esta labor por finas
estructuras de superficie similares a peines. El alimento recogido en las
ranuras era entonces enviado al canal alimentario. Esta recolección
combinada de alimento y oxígeno por filtración recuerda, hasta cierto
punto, el mecanismo primitivo de mantener corrientes de agua
utilizado por las esponjas, los pólipos y las medusas.
[299]
CHRISTIAN DE DUVE
[300]
La edad de los organismos multicelulares
Esta figura, parecida a la 19.1 muestra los principales pasos del ascenso de animales en
dirección de una mayor complejidad, desde los ancestrales coanoflagelos hasta los primeros
vertebrados. En cada cruce, una línea evolutiva mutante que sufrió un cambio genético en su
plan corporal indicado a la izquierda diverge hacia arriba de la línea sin mutación –
representada por la flecha que tuerce a la derecha– y conduce a los phylum existentes.
[301]
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[302]
CAPÍTULO 22
Hace unos 400 millones de años, cuando las plantas y los hongos
comenzaron a invadir las tierras, nuevos forrajes se encontraron a
disposición de los nuevos animales, oportunidades que permanecieron
poco tiempo sin aprovechar. Modificaciones que en el pasado habían
resultado inútiles a los animales marinos, ahora resultaban ventajosas
en el nuevo entorno. Lo que necesitaban los animales adaptados al
agua para poder aprovechar las ricas fuentes de alimento que ahora
ofrecían las plantas terrestres, era poder impedir la pérdida de agua,
utilizar el oxígeno atmosférico (respiración), moverse sobre la tierra
(para aquellos que no disponían de tales medios) y reproducirse lejos
del agua. Estas adaptaciones fueron graduales y ocurrieron primero en
zonas que, como los bordes de las costas y los pantanos, aún se
encontraban expuestos a inundaciones intermitentes. La mayoría de los
animales acuáticos, a excepción de los invertebrados inferiores,
desarrollaron soluciones de uno u otro tipo a los problemas que
representaba la vida sobre la tierra. Tendré en cuenta solamente dos,
los artrópodos y los vertebrados, que en conjunto representan la mayor
parte de la fauna terrestre.
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[309]
después21. Ahora incluso podemos ver a los dinosaurios en plena
acción, gracias al rotundo éxito de Spielberg, Jurassic Park.
La desaparición de los dinosaurios hace 65 millones de años se ha
convertido en una de las más enigmáticas novelas policíacas científicas
de todos los tiempos. Los dinosaurios no fueron las únicas víctimas de
esta terrible destrucción; solamente son los que con más clridad tocan
nuestra imaginación. Muchos otros animales fueron erradicados al
mismo tiempo, entre ellos, por ejemplo, los hermosos moluscos de
concha en espiral llamados amonitas. Las plantas de flor también se
vieron diezmadas, siendo reemplazadas durante algún tiempo por
helechos. Muchas fueron las explicaciones propuestas para este
misterioso holocausto, hasta cuando en 1978, el físico estadounidense y
ganador del Premio Nobel Luis Alvarez, junto con su hijo Walter y
otros colaboradores, hicieron una notable observación. Encontraron
que una delgada capa de rocas sedimentarias depositadas en el
momento de la extinción, contenían veinte veces más cantidad del raro
elemento iridio que las capas contiguas 22. El iridio es más abundante en
los materiales cósmicos que en la Tierra, y los investigadores lo habían
medido con el fin de establecer la tasa a la cual el material, que había
presenciado la gran extinción, había sido depositado en el fondo de los
mares antiguos. Si la sedimentación había sido rápida, el material
debería contener menos polvo cósmico –es decir menos iridio– y lo
contrario debería ser cierto si la sedimentación hubiera ocurrido
lentamente. Los científicos buscaban cambios modestos; jamás
esperaron el enorme incremento que encontraron. He aquí un ejemplo
más de ese don para descubrir cosas sin proponérselo, la madre mágica
de muchos descubrimientos científicos, un hada que no puede
cortejarse pero que a veces favorece gratuitamente a aquéllos que
21
. El mural de Zallinger ha sido reproducido, junto con una serie de interesantes
comentarios, en The Age of Reptiles, por V. Scully, R. F. Zallinger, y J. H. Ostrom
(New York: Harry H. Abrams, Publishers, 1990).
22
. Las primeras descripciones sobre la anomalía del iridio se encuentran en las
referencias 21 y 24. En la autobiografía de L. W. alvarez, titulada Adventures of a
Physicist, (New York: Basic Books, 1987), y en el capítulo escrito por este mismo
autor y F. Asaro del libro Understanding Catastrophe, (editado por J. Bourriau,
Cambridge y New York: Cambridge University Press, 1992, pp. 28-56) se encuentran
recuentos personales de sus investigaciones sobre esta anomalía. V. L. Sharpton et al.
(Science, 261, 1564-1567, 1993), suministran evidencia reciente sobre Chicxulub como
lugar que recibió el impacto del asteroide que presumiblemente causó la extinción
de los dinosaurios y muchas otras especies vivas.
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Este gráfico, similar al 19.1 y al 21.1, muestra los principales pasos en el ascenso de los
animales hacia una mayor complejidad, desde los primeros vertebrados hasta los humanos.
En cada bifurcación, una línea evolutiva mutante que sufrió cambios genéticos en el plano
corporal indicado a la izquierda se dirige hacia arriba desde una línea de no mutantes –
representada por una fleja que gira hacia la derechoa– hacia una phyla existente.
[315]
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CAPÍTULO 23
El tejido de la vida
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Figura 23-1
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EL ESLABÓN PRIMIGENIO
La mayoría de nosotros piensa en la vida en términos de un proceso
creativo que toma forma a través de la síntesis de proteínas, ácidos
nucleicos y otras moléculas especializadas. La era de los plásticos ha
llamado nuestra atención sobre la importancia de la biodegradación.
Intrínsecamente, las proteínas no son más frágiles que los polímeros
artificiales; lo que las hace frágiles es que son biodegradables. Si la vida
no hubiese desarrollado la forma de descomponer los productos de su
propia industria no habría biosfera, sólo un cascarón inerte de
biopolímeros, una “plastosfera” parecida a la que el ingenio humano
está comenzando a crear.
El eslabón que existe entre la biosíntesis y la biodegradación es la
conexión primordial del tejido de la vida, y muy seguramente ya
existía en el primer antecesor común a todas las formas de vida. Aun si
este organismo fuera autótrofo, tuvo que haber tenido la capacidad de
desarmar biopolímeros; tuvo que poseer enzimas digestivas, que son
los catalizadores biológicos más simples y que difícilmente habrán
faltado en un comienzo, máxime cuando además se necesitaban para
que el organismo sobreviviera en ausencia de una fuente de energía –
un fotótrofo en la oscuridad, por ejemplo– mediante el consumo de
restos de células muertas o parte de su propia sustancia. Todos los
autótrofos lo hacen en la actualidad.
Para que tales procesos funcionaran, las células necesitaban
salvaguardarse contra una autodigestión suicida. En las bacterias
actuales, una de tales salvaguardas es la secreción extracelular de
enzimas de manera concomitante con su síntesis, realizada por
ribosomas ligados a la membrana celular. Otras medidas de seguridad
incluyen una serie de controles químicos que mantienen a las enzimas
inactivas dentro de las células, liberándolas solamente cuando se
necesitan. Las principales enzimas digestivas que secretamos dentro de
nuestro estómago e intestino están constituidas de esta manera,
permaneciendo como “zimógenos” inactivos, que solamente entran en
marcha al ser expuestos al medio gástrico o intestinal. Si las enzimas se
activan prematuramente, como en el caso de la pancreatitis, se pueden
[320]
La edad de los organismos multicelulares
[321]
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[322]
La edad de los organismos multicelulares
EL METABOLISMO DE LA BIOSFERA
Básicamente, la biosfera y sus subsistemas siguen siendo
gobernados por el vínculo primordial entre autótrofos y heterótrofos,
que actúan como convertidores y recibladores de materia y energía. El
manto verde atrapa energía de la luz solar, carbono del dióxido de
carbono, nitrógeno del nitrato o del nitrógeno atmosférico, azufre,
fósforo, sodio, potasio, clacio, magnesio, hierro y otros elementos
necesarios, de las sales minerales disueltas, y agua de cualquier fuente
disponible. Estos materiales se convierten en constituyentes biológicos,
donde el oxígeno es el principal subproducto.
Parte de la reserva de productos bio-orgánicos fabricados por los
fotótrofos entra a la cadena alimenticia, sirviendo, de manera directa o
indirecta, para nutrir los animales y otros heterótrofos. Estos
organismos utilizan su alimento para fabricar sus propias moléculas
constituyentes y para satisfacer sus requerimientos energéticos. Al
hacerlo, utilizan oxígeno y descomponen gran parte de su alimento en
dióxido de carbono y otros productos de desecho. Los gusanos, hongos
y bacterias completan el trabajo descomponiendo plantas y animales
muertos así como productos de desecho de metabolización incompleta,
como el ácido úrico, la úrea o el amoníaco. Por lo tanto, el oxígeno
producido por los fotótrofos se consume y el dióxido de carbono, el
nitrógeno, el nitrato y otros constituyentes minerales que éstos han
utilizado, se regeneran. Parte de estos ciclos ocurre anaeróbicamente,
dependiendo de procesos de fermentación o de la intervención de
aceptores de electrones diferentes del oxígeno. Algunas actividades
autótrofas tienen lugar sin ayuda de la luz, estimulados por la
oxidación de donantes minerales de electrones.
En términos generales, estos fenómenos están gobernados por el
mismo tipo de mecanismos autorreguladores que mantuvieron las
colonias bacteriales primitivas en equilibrio dinámico. La síntesis y la
[323]
CHRISTIAN DE DUVE
EL MEDIO AMBIENTE
El tejido de la vida se encuentra íntimamente conectado al medio
ambiente por una densa red de interacciones mutuas. Es obvio que la
vida depende del medio ambiente. La temperatura, la luz solar, la
lluvia, la disponibilidad de nutrientes esenciales y otros factores
ambientales, delimitan la capacidad de ciertas plantas para crecer en
una zona dada, y por lo tanto definen la posibilidad de que diferentes
animales, hongos y microorganismos se desarrollen en esa misma
zona. Menos evidentes, tal vez son las influencias que ejercen los
organismos vivos sobre su entorno, pero éstas fueron y siguen siendo
de vital importancia. Sin vida, nuestro planeta sería completamente
diferente a lo que es.
La vida ha alterado completamente el equilibrio oxidación -
reducción de la Tierra. Las grandes cantidades de hierro ferroso que
llenaban los océanos arcaicos, están hoy encerradas, en parte en forma
férrica, dentro de minerales como la magnetita y la pirita. El sulfuro de
hidrógeno ha sido oxidado en su mayoría o atrapado en los minerales,
y se encuentra en la actualidad solamente en ciertas áreas volcánicas,
donde emerge de las grietas que hay en la Tierra para ser oxidado por
el oxígeno atmosférico.El cambio más dramático es el incremento en el
oxígeno atmosférico en sí, que esencialmente se debe a la actividad de
los fotótrofos. Este cambio, a su vez, ha modificado la composición de
muchas rocas y dado lugar a la capa de ozono (la molécula de ozono
[324]
La edad de los organismos multicelulares
[325]
CHRISTIAN DE DUVE
GAIA
Gaia fue la diosa Madre Tierra de los antiguos griegos. Olvidada
durante mucho tiempo excepto en mundos como la geología, la
geografía o la geometría, ha sido revivida recientemente por James
Lovelock26, un distinguido científico inglés, un F.R.S. (en inglés, Amigo
de la Sociedad Real), las más cotizadas iniciales que pueden acompañar
26
. J. Lovelock ha desarrollado su hipótesis sobre Gaia en la referencia 26. En la
referencia 61, el escritor científico R. Lewin relata sus visitas y conversaciones con
Lovelock.
[326]
La edad de los organismos multicelulares
[327]
CHRISTIAN DE DUVE
un argumento cada vez más fuerte a favor de lo que fuera una simple
hipótesis intuitiva cuando se formuló inicialmente (así lo acepta él
mismo). De acuerdo con la teoría de Gaia, la Tierra es un organismo
vivo que automáticamente regula su propio medio ambiente con el fin
de hacerlo óptimo para la vida.
Gaia ha sido recibida con reacciones mixtas por el establecimiento
científico. El concepto ha sido acogido con entusiasmo por Lynn
Margulis27, quien se ha convertido en una de sus más ardientes
defensoras. De acuerdo con el ya fallecido Lewis Thomas, las
observaciones de Lovelock “podrían algún día reconocerse como una
de las discontinuidades más grandes del pensamiento humano” 28. El
cosmólogo Freeman Dyson ha adoptado el concepto Gaia y escribe: “El
respeto por Gaia es el comienzo de la sabiduría”29.
A otros, sin embargo, les molesta el carácter aparentemente
teológico del concepto y el lenguaje casi místico con que se expresó en
un comienzo. Lovelock está de acuerdo en que sus primeros escritos
pueden haber sido engañosos, pero declara enfáticamente que Gaia es
una teoría científica auténtica, lista para ser probada mendiante la
observación y la experimentación.
Los ecólogos tienden a desconfiar del concepto Gaia por razones
diferentes, ya que en ella se describe la Tierra viviente como un robusto
organismo capaz de resistir una gran cantidad de insultos, no como la
frágil estructura que ellos ven amenazada en todos sus flancos por la
actividad humana. Sin embargo, Lovelock difícilmente merece ser
acusado de insensibilidad hacia la causa medio ambiental. Ha sido
crítico con lo que él considera un énfasis equivocado en relación a
cientas amenazas, tales como los carcinógenos débiles o la energía
nuclear. Pero al mismo tiempo, ha respaldado elocuentemente lo que él
llama las tres Cs fatales30, autos, ganado y motosierras (por sus
nombres en inglés) a quienes acusa de haber destruido la campiña
inglesa.
27
. La viñeta de C. Mann en (Science, 252, 378-381, 1991), deja ver un retrato de L.
Margulis y su apoyo a la hipótesis de Gaia.
28
. El científico, físico y administrador Lewis Thomas, quien falleció en diciembre
de 1993, será recordado principalmente por su estilo único de ensayos científico -
poéticos, reunidos en The Lives of a Cell (New York: Viking Press, 1974) y varios otros
libros. La cito es de su prefacio a la referencia 26, p. x.
29
. F. Dyson, From Eros to Gaia (New York: Pantheon, 1992), p. 344.
30
. Referencia 26, p. 236.
[328]
La edad de los organismos multicelulares
[329]
CAPÍTULO 24
EL ADN EGOÍSTA
La cantidad de ADN aparentemente inútil en el genoma de las
plantas y animales superiores requiere una explicación. De acuerdo con
el científico inglés Richard Dawkins, esta explicación reside en el
“egoísmo” del ADN33. La unidad de selección es el ADN, no el cuerpo.
31
. W. Gilbert (Nature, 2741, 501, 1978) y (Science, 228, 823-824, 1985).
32
. L. E. Orgel y F. H. C. Crick (Nature, 284, 604-607, 1980).
33
. Tomado del título de un libro escrito por R. Dawkins (referencia 22), el
concepto del egoísmo del ADN fue desarrollado más allá por W. F. Doolittle y C.
Sapienza (Nature 285, 601-603, 1980) y por Orgel y Crick (ver nota 2, más arriba). Ver
también el Capítulo 9 de la referencia 19.
[330]
La edad de los organismos multicelulares
[331]
CHRISTIAN DE DUVE
GENES PARTIDOS
Esta no es, ni mucho menos, la historia completa del ADN “de
desecho”; ni siquiera su capítulo más intrigante. El ADN no codificante
se encuentra, no sólo entre los genes, sino también dentro de ellos.
Muchos de los genes de los organismos eucarióticos constan de
segmentos discretos, en números entre dos y más de cien. Estos
segmentos llamados exones (porque tienen expresión), están separados
por secuencias intercaladas o intrones, que en la mayoría de los casos
no se expresan en nada útil. Los exones son cortos y de longitud
relativamente uniforme, pues más de dos terceras partes de ellos tienen
entre 50 y 250 nucleótidos de longitud. En contraste, la longitud de los
intrones es mucho más variable, oscilando en su extensión entre menos
de 10 y más de 50 000 nucleótidos. Los genes partidos se transcriben en
su totalidad, intrones y exones por igual, en ARNs segmentados
correspondientes que luego sufren un complejo procesamiento, en el
que los intrones son retirados generalmente para ser descompuestos, y
los intrones acoplados dentro de ARNs maduros.
Imagine que usted intercala cualquier galimatías dentro de un texto,
imprime la alocada mezcolanza, y luego recorta cuidadosamente todo
el galimatías, pegando luego los pedazos que tienen sentido. Ninguna
persona en su sano juicio añadiría voluntariamente tantos riesgos de
error al procesamiento de información. Revolver los textos genéticos de
esta manera parece particularmente absurdo, pues el galimatías añade
una enorme carga al peso de la transcripción y la replicación. Además,
no se pueden cometer errores en la inclusión o posicionamiento de
siquiera una letra, so riesgo de que todo el mensaje se vuelva otro
galimatías. Finalmente, el costo energético de todo el ejercicio,
aparentemente fútil, está lejos de ser irrelevante. Por todas estas
razones ningún científico antes de 1977 pudo haber imaginado jamás
los genes partidos. La “colineariedad” era un dogma. Por eso el
hallazgo independiente, en 1977, por dos biólogos moleculares, Phillip
Sharp del Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Bostos y
Richard Roberts, británico que trabajaba en el laboratorio Cold Spring
Harbor de Long Island, de la evidencia inconvundible de que un gen
estaba dividido en varios segmentos que eran recortados y luego
unidos en la transcripción de ARN35, resultó ser una gran sorpresa, rara
[332]
vez igualada por otro descubrimiento científico. Este descubrimiento
significó un Premio Nobel para sus autores en 1993).
La evolución seleccionó el empalme de genes llevándolo a un
notable grado de precisión, lo que significa que los genes partidos
conferían ventajas sustanciales, comparables a los riesgos que
acarreaban.
De acuerdo con Gilbert, la ventaja más probable que las células
pueden haber obtenido de los genes partidos es la “reorganización de
exones”36, aquella capacidad de realizar varias combinaciones de los
mismos módulos de ADN y someterlas a la prueba de la selección
natural, de la misma forma en que se cree que fueron ensamblados los
primeros genes de ARN (capítulo 7). Al reemplazar los anteriores
módulos cortos de ARN, los exones fueron reorganizados dentro del
genoma en una gran variedad de diferentes genes “mosaico”. Así, las
oportunidades de diversificación se vieron enormemente
incrementadas. Las células que gozaban de esta flexibilidad se salvaron
de verse cada vez más restringidas dentro de una camisa de fuerza
génica, manteniendo abiertas sus posibilidades y conservando su
capacidad de innovar.
Por cierto, los mismos exones han sido utilizados como bloques de
construcción para diferentes genes, permitiendo así que ciertos motivos
peptídicos se utilicen repetidamente dentro de diferentes contextos 37,
de la misma forma en que los interruptores, microchips, y otras partes
Berget,, C. Moore y P. A. Sharp (Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 74, 3171-3175, 1977), y por
L. T. Chow et al. (Cell, 12, 1-8, 1977). Véase también J. A. Wiltowski (Trends Biochem.
Sci., 13, 110-113, 1988).
36
. Véase la nota 1, más arriba.
37
. Exite creciente evidencia de que las proteínas son producto de la construcción
modular. Parte de ella es revisada en Intervening Sequences in Evolution and
Development, editado por E. M. Stone y R. J. Schwartz (New York: Oxford University
Press, 1990). Véase también el artículo por M. G- y M. Mizutani en The Origin and
Evolution of the Cell, editado por H. Hartman y K. Matsuno (Singapore: World
Scientific Publishing Company, 1992), y la revisión por R. F. Doolittle y P. Bork (Sci.
Amer. 269(4), 50-56, 1993). Varios de estos modelos son compartidos entre los
procariontes y los eucariontes, y por lo tanto pueden remontarse a los tiempos en
que se ensamblaron los genes (ver P. Green et al., Science, 259, 1711-1716, 1993).
Resulta interesante que los módulos, también llamados dominios o motivos, con
frecuencia constan de una parte protéica implicada en el ligado o reconocimiento de
alguna entidad molecular, por ejemplo el ADN o el NAD, lo que explica su
conservación evolutiva. La medida en que los exones sean secuencias codificadoras
de módulos, es sin embargo, objeto de diferentes consideraciones.
[333]
CHRISTIAN DE DUVE
[334]
La edad de los organismos multicelulares
[335]
CHRISTIAN DE DUVE
41
. El estimativo de cerca de 7 000 con relación al número de exones se menciona
en un artículo de R. L. Dorit, L. Schoenbach y W. Gilbert (Science, 250, 1377-1382,
1990). Una crítica al método utilizado puede encontrarse en R. F. Doolittle (Science,
253, 677-679, 1991), y la refutación del autor (Ibid. 679-680).
[336]
SE X TA PA RT E
La edad de la mente
[337]
CAPÍTULO 25
El paso al hombre
1
. Mary Leakey realata la historia del descubrimiento de las huellas de Laetoli en
Nation. Geogr., 155, 446-457 (1979). En este artículo, habla solamente de dos
individuos. Menciona un tercero en un relato publicado en una colección holandesa,
De Evolutie van de Mens (Maastricht: Natuur en Techniek, 1981).
2
. El descubirmiento de Lucy es relatado por D. Johanson en la referencia 32.
[338]
La edad de la mente
3
. Recuentos eminentemente interesantes sobre los orígenes del hombre se
encuentran en: referencias 31, 32 y 34. Como introducción al tema, los lectores
pueden referirse a los artículos de B. Wood (Nature, 355, 783-790, 1992), K. S.
Thompson (Amer. Scient., 80, 519-522, 1992), y P. Andrews (Nature, 360, 641-646,
1992). Se dan más detalles sobre la evolución reciente de la especie humana en The
Lopsided Ape por M. C. Corballis (New York: Oxford University Press, 1991), The
Runaway Brain, por C. Wills (New York: Basic Books, 1993) y la referencia 33.
[339]
CHRISTIAN DE DUVE
[340]
La edad de la mente
así mejor su presa y sus enemigos entre la alta hierba; sobre todo, ahora
las manos quedaban libres.
Observando a los chimpancés en la actualidad no es posible ver
todo lo que, los antepasados que compartimos con ellos, pudieron
lograr con las manos: cargar a sus pequeños, acicalarse, abrirse paso
entre los arbustos, recoger comida, arrancar bayas y otros bocados,
pelar bananos, llevarse alimento a la boca, sujetar compañeros sexuales,
luchar con enemigos y rivales, cazar, gesticular, señalar, incluso utilizar
palos y piedras como armas o como medio para conseguir comida.
Observemos los ojos atentos, el ceño fruncido, los labios apretados
mientras las manos llevan a cabo alguna operación delicada y
obviamente útil, y podremos, con un mínimo de imaginación,
visualizar los engranajes de una cabeza dando vueltas bajo esa frente
inclinada. Lo que sucedió en algún lugar de la selva africana hace seis
millones de años, jugó un papel crucial en el surgimiento de la mente
humana. Del cerebro a la mano y nuevamente de la mano al cerebro, se
había iniciado un ir y venir permanente de impulsos, autorreforzados,
que había de cambiar el mundo.
Por alguna razón, los chimpancés capitalizaron muy poco los
avances que habían hecho sus antepasados. Tal vez las selvas que
habitaban no imponían suficiente presión sobre su superviviencia y
capacidad reproductiva para incitar a un cambio; la evolución tiende a
estancase si no se estimula. La crisis del oriente africano, que llevó a un
grupo de monos a bajarse a la sabana, fue precisamente el estímulo que
se necesitaba; le dio relevancia al bipedalismo y a la destreza, así como
a la unión de esfuerzos. Los animales comenzaron a formar pequeñas
bandas que deambulaban juntas, cazaban y luchaban en equipo,
compartían alimento y resguardo, se apareaban mayormente dentro
del grupo, mantenían contacto por medio de señales audibles, e incluso
aprendían a correr riesgos personales por el bien común. Estas nuevas
cualidades no fueron producto de una planificación consciente. Fueron
adquiridas por la vía difícil, mediante la eliminación, por selección
natural, de las crías que carecían de ellas. Mientras tanto, se establecían
nuevos puentes autoreforzantes entre el cerebro y otras partes del
cuerpo, que poco a poco confundieron a los rudimentos de la
comunicación verbal y del comportamiento social. Las bandas más
exitosas permanecieron cada vez más juntas, alejándose de las familias
[341]
CHRISTIAN DE DUVE
[342]
La edad de la mente
poco menos monos y un poco más humanos hace unos 6,000 milenos –
un espacio de tiempo sorprendentemente corto o sorprendentemente
largo según como se mire: menos de una milésima de la edad de la
vida en al Tierra; y sin embargo, 3 000 veces el tiempo que ha
transcurrido desde el nacimiento de Cristo, más de 500 veces la
totalidad de la historia humana registrada. En nuestra escala de
tiempo, el advenimiento de la humanidad fue un proceso lento e
imperceptible, apenas perceptible en lo que va de una generación a
otra, aun cuando el salto nos parece inmenso en la actualidad. Entre el
pariente más cercano que compartimos con los chimpancés y nosotros,
han pasado más de 300,000 generaciones.
EVA MITOCONDRIAL
Los hitos en esta historia son pocos y distanciados, esparcidos a lo
largo de varios millones de años y sobre amplias áreas, no solamente
del Africa sino también de Europa y Asia. Luego, hace unos 200,000
años, el camino aparentemente se enfoca sobre una sola región del
Africa donde vivió una mujer que, según se cree, fue la madre de todos
nosotros. Este fue el sorprendente anuncio que hicieron, en 1987, el
fallecido Alan Wilson de la Universidad de California en Berkeley y sus
colaboradores, Rebecca Cann y Mark Stoneking. Estos investigadores
recolectaron 157 muestras humanas de Africa, Asia, Europa, Australia y
Nueva Guinea, y de ellas extrajeron y analizaron la pequeña cantidad
de ADN presente en las mitocondrias, unos organelos celulares
respiratorios derivados de los endosimbiontes bacteriales, de los que
han conservado unos pcos genes. Hubo dos razones para elegir las
mitocondrias al realizar estos estudios. En primer lugar, las células
espermáticas no proporcionan mitocondrias al momento de la
fertilización, de manera que éstas se heredan exclusivamente por vía de
las células huevos femeninas, lo cual simplifica el análisis genético.
Además, el ADN mitocondrial muta mucho más rápido que el ADN
nuclear, de manera que podía esperarse que muchas variaciones
significativas, aparecieran en tan solo unos cientos de miles de años.
Las “huellas digitales” registradas fueron ciertamente diversas, pero
claramente parecían derivarse todas de una sóla molécula ancestral,
que, de acuerdon con el árbol reconstruido, pertenecía a una hembra
que vivió en el Africa hace unos 200,000 años. Poco después la prensa
divulgó esta historia bajo el inevitable titular de “Eva africana”,
[343]
CHRISTIAN DE DUVE
4
. Los altos y bajos de la Eva africana pueden seguirse en artículos por R. L. Cann,
M. Stoneking y A. C. Wilson (Nature, 325, 31-36, 1987), C. B. Stringer (Sci. Am.,
263(6), 98-104, 1990), L Vigilant et al. (Science, 253, 1503-1507, 1991), A.C. Wilson y R.
L. Cann (Sci. Am., 266(4) 68-73, 1992), A. G. Thorne y M. H. Wolpoff (Sci. Am., 266(4),
76-83, 1992), A. Gibbons (Science, 257, 873-875, 1992), y J. Klein, N. Takahata, y F.
Ayala (Sci. Am., 269(6), 78-83, 1993). Ver también referencias 34 y The Runaway Brain
escrito por C. Wills (ver nota 3 más arriba).
[344]
La edad de la mente
LA MANZANA DE ADÁN
Haya sido la Eva mitocondrial u otro de nuestros antepasados
lejanos, lo cierto es que alguno de ellos debe haber adquirido una
característica que le dio a su progenie una ventaja evolutiva decisiva.
¿Cuál fue esa característica? La respuesta a esta intrigante pregunta
podría provenir de aquellos lingüistas que han estudiado el origen y la
evolución del lenguaje. Es posible que este antepasado haya nacido con
un “defecto” genético que ubicó la laringe más profundamente dentro
[345]
del cuello. Como ha señalado Philip Lieberman 5, de la Universidad de
Brown, este rasgo anatómico es exclusivo de los humanos modernos, y
aparece tardíamente dentro de su desarrollo. Los bebés recién nacidos,
así como los chimpancés y otros animales, tienen la laringe mucho más
cerca de la boca. De acuerdo con Lieberman, incluso los Neandertales,
que se extinguieron hace unos 35,000 años, mostraban esta disposición,
aunque sobre este punto existen algunos desacuerdos 6. Nuestra baja
laringe es lo que nos permite emitir una variedad muchos más grande
de sonidos que cualquier otro animal. Lo que inició la línea humana
moderna bien pudo haber sido la capacidad para hablar, y con ella el
poder de comunicarse de una manera cada vez más refinada y por
ende de conquistar el mundo.
El nuevo grupo no adquirió rápida preeminencia, probablemente
porque se requerían muchos pasos evolutivos para que surgiera el
verdadero lenguaje. En cada paso sin embargo, la comunicación entre
individuos se tornó más rica, los vínculos sociales más fuertes, y la
unión de habilidades y esfuerzos más eficaz. En algún punto ocurrió
otro importante cambio que afectó la fisiología sexual femenina de
manera que, a diferencia de las hembras de cualquier otra especie,
mujeres adquirieron permanente receptividad. El vínculo macho-
hembra y la cohesión entre parientes fueron reforzados inmensamente
por esta modificación única, que el estadounidense Jared Diamond
considera un acontecimiento clave en la ascendencia de la humanidad 7.
Hace unos 50 000 años, y de manera más bien precipitada, comenzó
la evolución de nuestros antepasados, produciendo frutos en
abundancia, creando una cantidad de nuevas invenciones en un tiempo
relativamente corto. Los humanos de la época fabricaron herramientas
y armas cada vez más refinadas, construyenron albergues cerca de las
cuvas de sus antecesores, equiparon sus moradas conchimeneas y
5
. P. Lieberman, E. S. Crelin, y D. H. Klatt (Amer. Anthropol., 74, 287-307, 1972) y P.
Lieberman, On The Origin of Language (New York: McMillan Publishing Company,
1975).
6
. El descubrimiento del fósil de un hueso hioides en Israel ha sido utilizado como
evidencia contra la aseveración de Lieberman de que los Neanderthales carecían de
la capacidad para hablar (B. Arensburg et al., Nature, 338, 758-760, 1989). En años
recientes, una serie de autores ha salido a la defensa de los Neandertales, de los que
se dice han sido erróneamente acusados de brutalidad. Véase por ejemplo la
referncia 34 y The Runaway Brain por C. Wills (ver nota 3, más arriba).
7
. Referencia 33.
[346]
La edad de la mente
[347]
CAPÍTULO 26
El cerebro
8
. Una excelente introducción a la estructura y el desarrollo evolutivo del cerebro
humano puede encontrarse en la referencia 42. Para los lectores que estén de prisa,
la referencia 46 contiene un buen repaso del tema.
[348]
La edad de la mente
[349]
CHRISTIAN DE DUVE
de las más simples y tal vez más tempranas disposiciones de este tipo.
Permite al animal contraer su cuerpo de manera coordinada y así
desplazarse.
Una vez se hicieron posibles las conexiones entre neuronas, las
conexiones directas entre piel y músculo fueron reemplazadas
rápidamente por otras indirectas mediadas por neuronas. Estas células
se subdividieron entonces en neuronas sensoriales que transmiten
impulsos de piel a neurona, neuronas motoras que transmiten
impulsos de neurona a músculo, y neuronas intermediarias, que
transmiten impulsos de neurona a neurona. Adicionalmente, los
axones y las dendritas se fueron ramificando cada vez más, de manera
que a la larga una sola neurona podía enviar impulsos
simultáneamente a miles de neuronas, y a la inversa, recibir impulsos
de un número igualmente grande. Luego se logró una mayor
diversificación con la multiplicación de los neurotransmisores y sus
receptores afines, formando así una serie de sinapsis químicamente
diferentes. Así, se inició un juego de combinaciones de posibilidades
casi ilimitadas, cuyo más complejo logro a la fecha es el cerebro
humano, con más de cien mil millones de neuronas interconectadas por
un promedio de diez mil empalmes por neurona, y que comprenden al
menos cincuenta tipos diferentes de sinapsis. Todos los computadores
del mundo juntos no llegarían a constituir un procesador de
información tan completo.
[350]
La edad de la mente
[351]
William Paley9. En su Teología Natural o Evidencias sobre la existencia y
atributos de una deidad recogidas de las apariciones de la naturaleza,
publicada en 1802, este meritorio clérigo señaló que si uno “se
encontraba un reloj en el suelo”, forzosamente concluiría que “el reloj
debe tener un fabricante”. Utilizó esta parábola como prueba de que los
seres vivos, al igual que el reloj, revelan la mano de un Creador, dada
su organización.
El libro de Paley apareció más de medio siglo antes del Origen de las
especies de Darwin, por lo cual podemos excusarlo por habersi ido a la
deriva en su razonamiento. Nosotros no tenemos esta exclusa. Como lo
ha explicado el etólogo británico Richard Dawkins en su Relojero ciego10,
la selección natural puede explicar la aparición incluso de algo tan
complejo como un ojo. Todo lo que se requiere, comenzando por una
simple célula sensible a la luz de las que ha habido muchísimas desde
los primerísimos días de la vida, es una sucesión de pequeños cambios
en el molde, cada uno de ellos asociado con alguna ventaja selectiva.
Argumentar que el cinco por ciento de un ojo no habría servido de
nada, es una falacia. El cinco por ciento de un ojo –no una porción de
córnea o retina por supuesto, sino una estructura primitiva que al ser
iluminada hace que una neurona envíe un estímulo– es obviamente
mejor que ningún ojo. Una fracción porcentjal adicional en la eficacia
de esta estructura, podría entonces ser suficiente para conferir una
ventaja evolutiva significativa. Multipliquemos el número de tales
pequeñísimos pasos a lo largo de cientos de millones de años, y bien
podríamos terminar con un ojo, o incluso y como de hecho sucede, con
varios tipos de ojos a los que se ha llegado independientemente por
evolución convergente. La conclusión de Dawkins no puede criticarse:
el Relojero es ciego. Pero quiere ello decir, como aduce Dawkins, ¿qué
no hay Relojero? No todos los evolucionistas ortodoxos, incluyendo el
mismo Dawkins11, han considerado esta una inferencia forzosa.
En un principio, el cerebro mediaba respuestas motoras sencillas a
los estímulos sensoriales. Utilizo la palabra “sencilla” en un sentido
relativo. Lo que sucede en el cerebro de un pulpo cuando el animal se
abalanza de repente sobre el cangrejo que han divisado sus ojos, es
9
. Sobre Paley y su teología, véase referencia 20.
10
. Referencia 20.
11
. Las preocupaciones religiosas de Darwin son analizadas por J. H. Brooke en
Darwinism and Divinity, editado por J. Durant (Oxford y New York: Basil Blackwell,
1985), pp. 40-75.
[352]
La edad de la mente
[353]
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[354]
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[355]
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[356]
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[357]
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La edad de la mente
[359]
CHRISTIAN DE DUVE
últimos 40 000 años que en los millones de años anteriores” 20. Para que
el lenguaje fuera posible, sin embargo, tenía que surgir la consciencia,
la más misteriosa de las cualidades humanas.
[360]
CAPÍTULO 27
El funcionamiento de la mente
EL CEREBRO Y LA MENTE
No existe mente sin cerebro, pero gran parte del cerebro funciona
sin la mente. La consciencia es la punta del iceberg; emerge a través de
las capas corticales del cerebro, por encima de una vasta e intricada red
de centros y conexiones tremendamente activas pero inconscientes.
Nuestro sistema nervioso opera en gran medida sin que seamos
conscientes de lo que allí sucede y sin que podamos hacer nada para
alterar el curso de los acontecimientos. No somos conscientes, ni
tenemos control, sobre la miríada de impulsos que continuamente
[361]
CHRISTIAN DE DUVE
21
. Ver The Mind’s Eye, colección de artículos publicados en Scientific American, con
introducciones por J. M. Wolfe (New York: W. H. Freeman y Co., 1986) y la
referencia 48.
[362]
La edad de la mente
EL SURGIMIENTO DE LA CONCIENCIA
La mente humana es un resultado de la evolución. Este proceso
evolutivo no comenzó con la transición entre mono y hombre; en el
curso de esa transición, sólo terminó de conformarse. Esta obvia
verdad permaneció asfixiada en manos de la escuela conductiva
estadounidense de John Watson y B. F. Skinner23, quienes excluyeron
22
. En The Remembered Present, a Biological Theory of Consciousness (New York: Basic
Books, 1989), G. M. Edelman, explica en detalle su teoría sobre la consciencia. Este
libro sigue a su Neural Darwinism ya citado (capítulo 26, nota 8). Edelman resume
sus principales ideas para el grueso del público en la referencia 47. Ver también la
reseña del último libro que es un concienzudo ensayo por O. Sacks en The New York
Review (Abril 8, 1993, 42-49).
23
. Ver la referencia 39, donde se encuentra una corta historia del conductismo y su
sustitución por una nueva ciencia cognitiva. Los lectores también pueden estar
[363]
inexorablemente cualquier aproximación introspectiva o analógica a la
investigación sicológica. Incluso la mente humana, y ni pensar en algún
atributo análogo de los animales, debía verse como una caja negra, en
la que sólo las entradas y las salidas eran accesibles al observador. Este
punto de vista es cada vez más debatido por los etólogos modernos.
Entre ellos sobresale el estadounidense Donald Griffin 24, anteriormente
de la Universidad de Rockefeller en Nueva York, y hoy asociado al
Museo de Zoología Comparativa de la Universidad de Harvard,
reconocido por descubrir que los murciélagos se dirigen a sí mismos
por ecolocalización. En los últimos años, Griffin se ha convertido en el
abanderado de la “conciencia”, el “pensamiento” y la “mente” animal,
palabras claves de los tres libros que publicó sobre el tema en 1976,
1984 y 1992. Antagonizando la oposición con frecuencia fuerte por
parte de los etólogos animales de la corriente dominante, ha reclamado
consciencia e intencionalidad, no sólo en los mamíferos superiores sino
también en las aves, los peces, y aun en las hormigas y las abejas. No
todos los investigadores estaban dispuestos a seguir a Griffin hasta este
punto, pero la mayoría acepta –lo que probablemente ustedes han
sabido todo el tiempo– que los perros sienten algo cuando nos miran
con ojos “tristes”, o que cuando el chimpancé recoge una rama
pequeña, le quita los brotes y las hojas, la mete en un nido de termitas,
la vuelve a sacar y lame los insectos allí pegados con evidente placer,
sabe lo que está haciendo y por qué, y de hecho ha planeado todo el
asunto con el propósito de regalarse una delicadeza25.
Ciertamente, estas creencias no están sustentadas por hechos
científicamente establecidos. Estrictamente hablando, conocemos sólo
nuestra propia consciencia y la imponemos a otros por analogía. Al
conversar con ustedes, puedo llegar a convencerme, razonablemente,
de que algo análogo a mi consciencia existe en su cerebro, aunque sus
experiencias me sean inaccesibles. No es muy difícil hacer extensiva
esta clase de suposición a un perro o un chimpancé, que son lo
suficientemente cercanos a nosotros. Pero leer las mentes animales se
interesados en una reciente biografía, B. F. Skinner, A Life, por D. 2. Bjork (New York:
Basic Books, 1993).
24
. D. Griffin expone sus ideas en las referencias 35, 37 y 44. Ver también Through
our Eyes Onlu? The Search for Animal Consciousness, por M. S. Dawkins (New York: W.
H. Freeman & Co., 1993).
25
. Jane Goodall relata esta historia en The Chimpanzees of Gombe: Patterns of
Behaviour (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1986).
[364]
La edad de la mente
vuelve cada vez más riesgoso, a medida que crece la brecha entre ellos
y nosotros. Lo que quiera que se considere como cerebro en un pulpo o
en una abeja, debe ser muy rudimentario y demasiado lejano de
nuestras propias experiencias internas.
No podemos conocer los detalles, y tal vez jamás lo hagamos; pero
podemos pensar que es posible que la conciencia animal se haya
desarrollado en etapas sucesivas a medida que la estructura cerbral
aumentaba en complejidad. Las etapas finales, de mono a hombre, se
lograron con una rapidez sorprendente, guiadas por las ventajas de los
lazos sociales fuertes y una mejor comunicación, y culminando con la
adquisición del lenguaje. Este fue un proceso evolutivo largo y
tortuoso; no existen genes para el lenguaje, aunque éstos prescriben
ciertas reglas que guían y limitan la autoconexión del cerebro en el
curso de su desarrollo. Una mutación favorable es aquella que altera
las reglas de tal manera que sea posible conectar porciones adicionales
de información. Una mayor capacidad de superviviencia y el éxito
reproductivo, son beneficios de esta modificación que contribuyen a la
diseminación del gen modificado.
El ya fallecido físico Max Delbrück, nacido en Alemania, quien
trabaja durante una época con el gran físico danés Niels Bohr y que
luego emigró a los Estados Unidos para convertirse en el padre
reconocido de la biología molecular moderna, ha sacado fascinantes
conclusiones del hecho de que la mente humana es producto de la
evolución26. Delbrück ha señalado que tal y como vemos nuestro
mundo, incluyendo nuestra percepción del tiempo, el espacio y la
materia, ha sido moldeado por factores estrictamente utilitarios que
afectan la superviviencia y la proliferación, y que puede tener poco que
ver con la realidad. A este respecto, el sentido común y la intuición
pueden ser muy engañosos. Sólo la exploración de la naturaleza por
parte de la ciencia ha comenzado a dejarnos vislumbrar la verdadera
realidad, con sus extraños y desconcertantes conceptos de energía
cuántica, dicotomía onda-partícula y complementareidad, mecánica
probabilística, indeterminación, relatividad y tal vez incluso
inconsistencia lógica. La consciencia tal vez se constituya en los últimos
confines de dicha exploración.
La mente no es solamente producto de una historia evolutiva;
también lo es de una historia epigenética, que continúa moldeándose a
. Referencia 40.
26
[365]
CHRISTIAN DE DUVE
[366]
lama “sicología popular”, y que define como una “sicología del sentido
común –la creencia sicológica en virtud de la cual explicamos el
comportamiento como resultado de creencias, deseos, percepciones,
expectativas, metas, sensaciones y demás”. Luego de comparar la
sicología popular con la “física popular”, es decir, la física antes de
Galileo, Newton y Einstein, llega a la conclusión de que la “sicología
popular puede estar … completamente errada”.
En mi ignorancia filosófica, vacilo en cuestionar los que obviamente
son frutos de la disquisición erudita, pero me anima a ello otro filósofo
estadounidense, John Searle, quien citando a Dennett, Churchland y
otros, pregunta: “¿Cómo puede explicarse que tantos filósofos y
científicos cognitivos puedan decir tantas cosas que, al menos en mi
caso personal, parecen tan obviamente falsas?”30.
Los lectores que no estén familiarizados con el gruso de las
corrienes filosóficas actuales quedarán sin duda sorprendidos al
enterarse de que Searle asevera que “en la filosofía de la mente,
algunos hechos obvios sobre asuntos mentales, tales como que todos en
realidad vivenciamos de manera subjetiva estados mentales
conscientes, y que éstos no pueden eliminarse a favor de nada más, los
niegan repetidamente muchos, tal vez la mayoría, de los pensadores
avanzados sobre el tema”31. Searle procede luego a describir, disecar, y
últimamente desmenuzar, una serie de sistemas contemporáneos tales
como el materialismo eliminativo, el funcionalismo, el fisicalismo, el
cognitivismo, el epifenomenalismo “y así, hasta la saciedad”, haciendo
honor a la lapidaria caracterización que edelman hace de la filosofía
como “un cementerio de ismos”32 o el comentario de Crick que dice que
“los filósofos han mostrado un expediente tan pobre durante los
últimos dos mil años, que harían mejor mostrando un poco de
modestia y no la arrogante superioridad que usualmente los
caracteriza”33.
doctrina del “materialismo excluyente”, por la que también aboga su esposo, Paul
M. Churchland (Matter and Consciousness: A Contemporary Introduction to the
Phylosophy of Mind, Cambridge MA: MIT Pres, 1984). Las alusiones a la “psicología
popular” vienen de su libro (pp. 299ff).
30
. Referencia 45, p. 3.
31
. Ibid.
32
. Referencia 47, pp. 157.
33
. Referencia 48, pp. 284.
[367]
CHRISTIAN DE DUVE
[368]
La edad de la mente
[369]
CHRISTIAN DE DUVE
38
. Ver la nota 8, más arriba.
39
. G. Ryle, The Concept of Mind (London: Hutchinson, 1949).
40
. A. Koestler, The Ghost in the Machine (New York: Macmillan, 1967).
[370]
La edad de la mente
[371]
CHRISTIAN DE DUVE
[372]
La edad de la mente
[373]
CHRISTIAN DE DUVE
EL PODER MENTAL
Todas las formas de monismo tienen en común que ven la
consciencia solamente como una propiedad que surge de o se
encuentra asociada a los sucesos neuronales, pero no otorgan a la
consciencia el poder de influencias a su vez tales sucesos. Incluso
Searle, quien se nos presenta como uno de los mayores críticos del
materialismo moderno, comparte esta opinión. También nos advierte
sobre la “falacia del homúnculus” 48 y define la consciencia como “una
característica que emerge de ciertos sistemas de neuronas” incapaz, por
sí misma, de influir sobre el comportamiento de las neuronas. Escribe:
“La ingenua idea que existe es que la consciencia es expelida como un
chorro en respuesta al comportamiento de las neuronas en el cerebro,
pero que una vez sale tiene vida propia”49
Se destaca por su adhesión a esta ingenua idea, al mismo tiempo
que se declara monista, Roger Sperry, el neurobiólogo estadounidense
que ganó un Premio Nobel por que trabajo sobre las especializaciones
funcionales de los hemisferios cerebrales izquierdo y derecho. Sperry
ha explicado cómo “se tambaleó por primera vez” su “tan confiable
lógica materialista” en 1964, cuando llegó a la conclusión de que “los
poderes mentales emergentes deben lógicamente ejercer un control
vertical sobre los sucesos electrofisiológicos en la actividad cerebral” 50.
46
. Referencia 48, p. 3.
47
. Ibid., p. 285.
48
. Referencia 45, p. 212.
49
. Ibid., p. 112.
50
. R. Sperry, Science and Moral Priority (New York: Columbia University Press,
1983), p. 79.
[374]
La edad de la mente
51
. Ibid.
52
. Referencia 43, p. 404.
53
. Ibid., p. 408.
54
. Ibid., p. 408.
55
. Ibid., p. 399.
56
. Ibid., p. 438.
[375]
CHRISTIAN DE DUVE
[376]
La edad de la mente
. John 8: 32.
61
[377]
CHRISTIAN DE DUVE
[378]
experiencias mentales subjetivas. “El materialismo”, escribe, “es por lo
tanto en cierto sentido la más fina flor del dualismo”65.
Sobre el tema del libre albedrío sin embargo, Searle resulta evasivo.
Lo menciona sólo de manera pasajera, con el comentario entre
paréntesis “si es que existe tal cosa” 66, y argumenta que la
intencionalidad debe ser interpretada de la misma manera en que
actualmente interpretamos la teología dentro de la biología. En tiempos
pasados era común pensar que el corazón estaba hecho para bombear
sangre a través de nuestras arterias, pero ahora decimos que la sangre
circula dentro de las arterias porque el corazón esta constituido como
lo está, y explicamos la estructura aparentemente dirigida a un fin del
corazón, como producto de la selección natural; aquéllos que
casualmente poseían un corazón que funcionaba mal fueron
eliminados. Dentro de la misma vena, nuestras neuronas visuales no se
comportan de cierta manera para que podamos ver las cosas con
claridad. Vemos las cosas claras porque nuestras neuronas fueron
seleccionadas para comportarse así. Esta “inversión de la explicación” 67
se conforma perfectamente a la ortodoxia darviniana y no admite
excepciones. Pero no veo en ella una explicación al hecho de que el que
yo dirija mis ojos en una u otra dirección como resultado de lo que yo
percibo es el de una libre decisión de mi parte.
Antes de concluir este somero recuento de que lo que se dice ocurre
dentro de nuestros cerebros cuando sentimos o pensamos, debemos
mirar lo que esta actividad ha producido. Si queremos entender la
mente como una máquina, también debemos considerar lo que la
máquina ha traído consigo, es decir la cultura humana.
65
. Referencia 45, p. 26.
66
. Ibid., p. 227.
67
. Ibid., p. 228.
[379]
CAPÍTULO 28
68
. P. Marler (Amer. Scient., 58, 669-673, 1970). P. Marler y S. Peters (Science, 146,
1483-1486, 1981).
69
. Relatado por D. R. Griffin en la referencia 44, p. 41, el comportamiento de los
pájaros bebedores de crema de leche fue reportado originalmente por J. Fisher y R.
A. Hinde (Brit. Birds, 42, 347-357, 1949) y R. A. Hinde y Fisher (Brit. Birds, 44, 393-
396, 1951).
[380]
La edad de la mente
EVOLUCIÓN CULTURAL
La evolución cultural es muy diferente de la evolución darviniana.
Es mucho más rápida y se parece mucho más al tipo de evolución
postulada por el naturalista francés Jean-Baptiste de Monet, Chevalier
de Lamarck (1744-1829), a comienzos del siglo pasado. Lamarck, uno
de los primeros evolucionistas, es conocido como defensor de la teoría
de la naturaleza heredable de los caracteres adquiridos. En la
actualidad ya no creemos junto con Lamarck, que las jirafas
adquirieron su largo cuello como resultado de generaciones de jirafas
que estiraban sus cuellos para alcanzar las hojas altas de los árboles. Se
acepta, más bien, con Darwin, que las jirafas genéticamente dotadas
con cuellos más largos, fueron capaces de sobrevivir con mayor éxito y
más progenie porque tenían la ventaja de alcanzar hojas que estaban
más altas. Por otra parte, la capacidad para encender hogueras por
ejemplo, que se constituyó en una importante cualidad selectiva para
los humanoides que la poseían, no fue transmitida por los genes sino
por la comunicación.
Aunque muy diferentes, la evolución cultural y la biológica se
relacionan entre sí. Las invenciones fueron hechas por individuos que
pueden haber debido su talento a una combinación particular de genes.
Por otra parte, una vez se había hecho una invención –encender el
fuego por ejemplo, o afilar una piedra– confería una ventaja selectiva a
aquellos genéticamente mejor dotados con las habilidades apropiadas.
Este sutil juego recíproco entre los dos tipos de evolución ha sido
enfatizado por muchos antropólogos y evolucionistas. Aun los
conceptos abstractos se encuentran sujetos a una forma de evolución
darviniana. Las creencias, por ejemplo, compiten en base a su
capacidad para darles a aquellos que las poseen una ventaja
reproductiva.
En la historia reciente de la humanidad, el proceso lamarckiano de
evolución cultural se ha tornado de manera contundente más
importante que el proceso darviniano de evolución biológica, en gran
parte porque las adquisiciones culturales se extendieron mucho más
rápido que las modificaciones genéticas. Nuestros genes, y por lo tanto
nuestras potencialidades innatas, difieren muy poco de aquellos de un
humano de Cro-Magnon que existió hace quince mil años. Con suerte –
un número ganador en la lotería sexual y una familia y ambiente social
favorables– un Cro-Magnon recién nacido y transplantado a nuestro
[381]
CHRISTIAN DE DUVE
CULTURA Y MENTE
La mente humana produce y asimila la cultura. Se transmite entre
mentes, ya sea por comunicación directa o por medio de libros, arte u
otros medios. Por lo tanto, la cultura tiene mucho qué decir sobre la
mente humana. Desde una perspectiva iluminada, Popper 70 se acerca a
este problema dividiendo la realidad en tres partes o “mundos”. El
mundo 1 es el “universo de entidades físicas”, y comprende el universo
material. Los seres vivos, incluyendo el cerebro, pertenecen al Mundo
1. El Mundo 3 de Popper es el mundo de la cultura, y comprende todas
las nociones y conceptos abstractos, teorías científicas, principios
tecnológicos, cánones estéticos, valores éticos, mitos religiosos y otras
creaciones de la mente humana. El Mundo 3 se une con el Mundo 1 en
la mayoría de los objetos fabricados por el hombre tales como
herramientas, máquinas, casas, prendas de vestir, libros, discos, cintas,
pinturas, estatuas y otros artefactos que están hechos de materia pero
que llevan la huella del Mundo 3. El Mundo 2 es la interfase entre los
Mundos 1 y 3; es el reino de la mente, que opera como un transmisor
de dos vías entre las actividades neuronales que pertenecen al Mundo
1 y las entidades del Mundo 3.
En este contexto, algunos puntos de vista contemporáneos sobre la
mente humana parecieran ridículos. ¿La Teoría de la relatividad, el
Origen de las especies, los techos de la Capilla Sextina, un clavicordio
bien temperado, el Discurso del método, la Divina comedia, todos ellos
producto de epifenómenos irrelevantes o de circuitos de neuronas
interactuando ciegamente en los cerebros de Einstein, Miguel Angel,
Bach, Descartes o Dante? Suena increíble, y sin embargo los hechos son
[382]
La edad de la mente
. Referencia 45.
71
[383]
modificaciones que nos han sido impuestas por la mecánica cuántica” 73.
Aunque acude a la mecánica cuántica, Penrose adopta un decidido
enfoque platónico –“un punto de vista que no es del gusto de todos” 74
según Crack– en el que considera que la consciencia establece directo e
instantáneo “contacto con el mundo de Platón” de los conceptos y las
ideas75. Esta, para Penrose, es la esencia del descubrimiento
matemático; no es más que “ver” una verdad que siempre estuvo allí.
Si las verdades matemáticas son descubrimientos o invenciones, es una
cuestión muy debatida, y constituye el objeto de un fascinante diálogo
entre dos científicos franceses, el neurobiólogo Jean-Pierre Changeux,
un acérrimo adherente a la escuela materialista, y el matemático Alain
Connes76. En este trabajo, Changeux defiende un enfoque relativista y
contingente de la verdad matemática, mientas que Connes, al igual que
Penrose, cree en una matemática universal cuya existencia es
independiente de los matemáticos.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Antes de terminar este recorrido esquemático por el campo de la
ciencia cerebral y su tremenda complejidad, debemos hacernos una
última pregunta. ¿Opera el cerebro humano de la misma manera que
un computador? Esta pregunta surge de los tan publicitados logros de
lo que se conoce como IA (Inteligencia Artificial), es decir aquellas
hazañas realizadas por computadores cada vez más sofisticados que no
solamente hacen cálculos que sobrepasan completamente las
capacidades humanas, sino que incluso comienzan a vencer a sus
fabricante en otras actividades “mentales” como aprender, traducir,
adaptarse a circunstancias cambiante, resolver problemas o jugar
ajedrez. Aun cuando estos logros son admirables, la respuesta a la
pregunta inicial parece ser negativa. El cerebro humano no funciona
como un computador, aunque las simulaciones computarizadas
pueden resultar valiosas en los estudios sobre el cerebro humano.
Esta es la conclusión a la que llega el sicólogo de la Universidad de
Harvard, Howard Gardner, en un libro del año 1985 que contiene un
excelente recuento histórico, simpatizante y crítico al mismo tiempo,
73
. F. Crick y C. Koch (Sci. Am., 267(3), 152-159, 1992).
74
. Referencia 48, p. 314.
75
. Referencia 43, pp. 157ff y 426ff.
76
. Referencia 41.
[384]
con el nuevo campo77. Edelman llega al mismo veredicto, señalando
que la huella morfológica y funcional del cerebro es totalmente
diferente, y por lo tanto imposible de reducir a la de un computador.
Los cerebros y los computadores muestran otras incongruencias desde
el punto de vista fisiológico de acuerdo con Searle, y desde el punto de
vista matemático de acuerdo con Penrose, cuya tesis principal es que el
cerebro, al menos en su parte consciente, opera mediante un proceso no
algorítmico. Para todo efecto, el cerebro humano es mucho más flexible
y abierto que cualquier computador que exista o que podamos
imaginar, y ninguno de los conocimientos que poseemos indica que
incluya un programador interno. Aun el más acérrimo de los dualistas
se negaría a aceptar tal sugerencia. La “revolución cognitiva” ha
generado muchos avances importantes en la teoría de la información, la
lógica simbólica, la lingüística y otros campos relacionados, pero no
justifica algunas de las esperanzas encerradas en el término
“inteligencia artificial”.
¿Quiere esto decir que es imposible construir máquinas que
funcionen como las partes del cerebro? No necesariamente, según
Edelman78, quien ha logrado considerable éxito con su familia de robots
darwinianos, construidos de manera que se conectan entre sí mediante
un mecanismo selectivo. Crick también piensa que “si pudieramos
fabricar máquinas que tuviesen esas asombrosas características [las del
cerebro]….. posiblemente desaparecerían los misteriosos aspectos de la
consciencia”79. ¿Estasmáquinas, parecerían tener consciencia? Crack
piensa que “a la larga ello puede ser posible” 80, lo mismo que Edelman
y varios otros proponentes de la teoría de la identidad. Si alguna vez
llegamos tan lejos, el problema será dilucidar si la máquina
experimenta o no dicha consciencia.
77
. Referencia 39. En la referencia 63 se encuentra una historia actualizada de la
inteligencia artificial. Una buena revisión de la simulación de las redes neuronales y
su relación con la inteligencia artificial se encuentra en: J. D. Cowan y D. H. Sharp
(Daedalus, 117, 85-121, 1988).
78
. Edelman describe sus robots darwinianos en The Remembered Present (capítulo
27, nota 2).
79
. Referencia 48, p. 282.
80
. Ibid., p. 283.
[385]
CAPÍTULO 29
L o s va l o r e s
. Referencia 50.
81
. Referencia 22.
82
[386]
La edad de la mente
[387]
CHRISTIAN DE DUVE
83
. Una excelente mirada general del campo de batalla se ofrece en la Referencia
51, colección de ensayos a favor y en contra de la nueva doctrina. Del lado de la
sociobiología, las principales obras son, las referencias 52 y 53, así como las más
técnicas Genes, Mind and Culture por C. J. Lumsden y E. O. Wilson (Cambridge, MA:
Harvard University Press, 1981); y por la oposición, las referencias 54 y 55.
84
. La principal obra de Herbert Spencer sobre la ética es The Principles of Ethics
(New York: D. Appleton and Company, 1892).
[388]
La edad de la mente
[389]
CHRISTIAN DE DUVE
[390]
La edad de la mente
[391]
CHRISTIAN DE DUVE
89
. La principal obra de Spencer ya ha sido mencionada (nota 4, más arriba).
90
. T. H. Huxley es el autor de Evolution and Ethics (New York: D. Appleton and
Company, 1984). Huxley relata su histórico encuentro con el obispo Wilberforce en
una carta a un amigo citada por G. de Beer en su obra Charles Darwin (Garden City,
NY: Doubleday and Company, 1964), p. 167.
91
. Referencia 51, p. 23.
92
. Referencia 53, p. 179.
93
. A. Flew, Referencia 51, pp. 142-162.
[392]
La edad de la mente
[393]
CHRISTIAN DE DUVE
[394]
La edad de la mente
[395]
CHRISTIAN DE DUVE
. Ibid., p. 174.
101
[396]
SÉ P T I M A PA RT E
La edad de lo desconocido
[397]
CAPÍTULO 30
El futuro de la vida
[398]
La edad de lo desconocido
Todo comenzó hace unos 40 000 años. Hasta entonces, los primeros
humanos habían coexistido de manera bastante armoniosa con el resto
de la biosfera. Organizados en pequeñas bandas errantes, subsistían a
base de frutas, bayas y otros productos vegetales, y de los animales que
lograban atrapar –en su mayor parte roedores, sapos, lagartijas,
caracoles, larvas de insectos y las crías indefensas de aves y mamíferos
más grandes. El suyo era un vivir al día, de la mano a la boca,
totalmente dependiente de lo que la naturaleza tenía para ofrecer. Pero
aprendieron a explotar cada parte de su biotipo, trasladándose de un
lugar a otro de acuerdo con los cambios climáticos y estacionales,
alterando rara vez el equilibrio natural al punto de poner en riesgo sus
reservas alimenticias. Descritos como brutos o habitantes de la Arcadia
según se mire, el estilo de vida del cazador-recolector puede haber sido
precario, pero era ambientalmente amigable.
Las cosas cambiaron cuando la caza se hizo más eficiente, lo que
condujo en parte al florecimiento general de la tecnología humana y la
organización social que se inició hace unos 40 000 años. Incluidas en
esta explosión cultural se encontraban la manufactura de mejores
armas y el desarrollo de técnicas de cacería eficientes y cooperativas
que permitieron aniquilar hasta los más grandes mamíferos. La caza de
grandes animales poco a poco reemplazó la laboriosa captura de
animales pequeños, dando acceso a nuevas fuentes de alimento
particularmente ricas. La abundancia favoreció la proliferanción, y tal
vez también el derroche; sólo los bocados más apetitosos se elegían
ahora para el consumo humano, dejando el resto a los carroñeros. Tal
vez incluso la cacería se convirtió en un deporte se practicó por simple
diversión. Sea lo que fuere que sucedió, fue suficiente para perturbar el
equilibrio cíclico de predador y presa. Se había lanzado el primer asalto
humano a la biosfera. En cuestión de unos pocos miles de años, los
cazadores habían acabado con aurochs, mamuts, perezosos gigantes y
otros animales prehistóricos tanto en Europa como en las Américas.
Esa cacería, antes que las alteraciones climáticas u otras de tipo
ambiental, fue responsable de las extinciones masivas como lo indica el
hecho de que dichas extinciones hayan tenido lugar en diferentes
épocas y lugares del mundo, coincidiendo cada vez con una invasión
humana1.
1
. El papel de la cacería practicada por el hombre en la extinción de ammíferos
grandes se analiza en las referencias 21, 29 y 33.
[399]
CHRISTIAN DE DUVE
doble filo”.
[400]
La edad de lo desconocido
[401]
CHRISTIAN DE DUVE
[402]
La edad de lo desconocido
[403]
CHRISTIAN DE DUVE
9
. El contenido atmosférico de dióxido de carbono ha sido registrado desde 1958
en el Obervatorio Mauna Loa de Hawai. El gráfico que muestra un incremento
constante en este contenido se encuentra reproducido en la página 5, referencia 58.
[404]
La edad de lo desconocido
[405]
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11
. Referencia 57, p. 164.
[406]
La edad de lo desconocido
[407]
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[408]
La edad de lo desconocido
[409]
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[410]
La edad de lo desconocido
Ciencias de los Estados Unidos fue lanzado en 1992 bajo el título Population Growth,
Resource Consumption and a Sustainable World.
[411]
desarrollo sostenible puede lograrse, pero solamente si la irreversible
degradación del medio ambiente se detiene a tiempo”17.
Esta disposición de reservado optimismo es compartida por una
serie de expertos, especialmente conomistas, sociólogos y politólogos.
Se unen a la alarma pero confían en que la humanidad se las arregle,
como tantas veces lo ha hecho. Recuerdan a Thomas Malthus, quien
hace dos siglos, en su aclamado Ensayo sobre el principio de población y
cómo afecta el mejoramiento futuro de la sociedad18, quiso probar que era
imposible que los recursos que crecían aritméticamente, se
mantuvieran al paso de las necesidades de una población que crecía
geométricamente. Pero Malthus no previó la revolución industrial, que
desarrolló recursos muy por encima de las necesidades de la población
inglesa en crecimiento, aumentando de manera considerable su nivel
de vida. La tecnología, se dice, no ha dicho aún la última palabra y
puede salvar una vez más a la humanidad del aprieto malthusiano.
La situación actual no es la misma de la época de Malthus. A pesar
de todos los esfuerzos, el mundo ha ido de mal en peor durante los
últimos veinte años y el futuro parece sobrío. La razón es simple. Las
cabezas de la hidra derivan fuerza de un cuerpo que crece implacable.
Hay demasiados de nosotros sobre la Tierra; se añaden demasiados
cada año. Si continúa la expansión de la población humana, nuestra
especie caerá en su propia trampa.
17
. Afortunadamente, el llamado fue seguido de acciones más enérgicas, aunque
aún en forma de recomendaciones. Los representantes de 58 academias de ciencia de
todo el mundo se reunieron en Nueva Delhi en octubre de 1993, y expidieron una
declaración conjunta que pedía políticas e iniciativas de gobierno que ayuden a
“lograr una tasa de crecimiento demográfico de cero, dentro del espacio de vida de
los niños de hoy”. (Publicado por la Oficina de Asuntos Internacionales del Consejo
de Invesgiación, Academia Nacional de Ciencias de los EE.UU, Washington, DC).
18
. El libro de Malthus, que ejerció una fuerte influencia en Darwin, fue publicado
por primera vez en 1798.
[412]
El globo tenía mil millones de personas en 1825. Esta cifra se dobló
en un siglo, volvió a doblarse en el siguiente medio siglo y ahora se
encuentra en 5 500 millones en 1993. De continuar a este paso, se espera
que pase de los diez mil millones en el 2050. No hay ninguna certeza de
que nuestro frágil mundo pueda resistir esta hipertrofia de una única
especie. El asunto no es si podremos prevenir una mayor degradación
del planeta, cosa que un creyente decidio del poder de la ciencia y la
tecnología consideraría una meta alcanzable. El asunto es si tantos
seres humanos podrán vivir juntos en armonía.
No somos un grupo pacífico. A través de conflictos, invasiones,
conquistas, cruzadas, holocaustos y guerras, la historia revela una
ininterrumpida sucesión de batallas entre los grupos humanos. El resto
del mundo animal no presenta ningún equivalente de tales luchas entre
la misma especie. Nuestros enfrentamientos no tienen el menor
carácter ritual. Peleamos de verdad. Mahatma Gandhi y la Madre
Teresa son mucho menos representativos de nuestra especie que
Alejandro el Grande, Genghis Khan, Napoleón, Hitler o el Padrino.
Cuánta de esta agresividad es genética, cuánta adquirida, aún no está
claro. Cualquiera que sea la respuesta, un hecho sobresale: somo
animales agresivos. ¿Nos someteremos pasivamente a las presiones de
nuestro número creciente? No es probable.
Un tipo de conflicto que ya se encuentra en desarrollo opondrá a los
pobres contra los opulentos, especialmente en las grandes ciudades.
Piel nos dice que para el año 2000 el mundo tendrá 23 ciudades de más
de diez millones de habitantes, 17 de ellas en países en desarrollo 20.
Cualquiera que haya visitado Sao Paulo, o aun Nueva Cork, es
consciente de la explosiva mezcla de anarquía y violencia que pueden
engendrar la pobreza y la desesperación. Otra forma de conflicto
inminente es entre jóvenes y viejos 21, tal vez algún día entre sanos y
enfermos, especialmente en los países médicamente avanzados con
demografías estabilizadas o en descenso. Lo más preocupante de todo
es el creciente distanciamiento entre Norte y Sur y las cada vez
19
. El problema demográfico es analizado en muchos de los libros ya citados. Fue
el tema central del libro de P. Elrich The Population Bomb publicado en 1968
(referencia 49), ahora seguido por The Population Explosion (referencia 56), que se
inicia con un capítulo titulado “¿Por qué nadie está tan asustado como nosotros?”
20
. Referencia 57, p. 293.
21
. S. J. Olshansky, B. A. Carnes y C. K. Cassel (Sci. Am. 268(4), 46-52, 1993).
[413]
mayores tensiones entre los dos hemisferios que esto conlleva 22. Como
biólogo, observo dos hechos. Con pocas excepciones, las poblaciones
de los países en desarrollo aumentan más rápido que su capacidad
para satisfacer las necesidades elementales de su gente. El hambre, las
epidemias, la vil pobreza, el desasosiego social, la inestabilidad política
y otros males, todos se encuentran en incremento, principalmente
dbido a un creciente desequilibrio entre números y medios. Por el
contrario, en los países desarrollados, poblaciones relativamente bajas
envejecen mientras disfrutan de un nivel de vida que las poblaciones
más pobres del Sur ni siquiera sueñan. Las consecuencias de este
desequilibrio son predecibles y claramente evidentes en muchos países
en desarrollo.
Considerando la visión a corto plazo que la mayoría de los políticos
deben adoptar si quieren permanecer en su lugar, esta tendencia quizás
no preocupe demasiado. A largo plazo sin embargo, y luego de
contemplar la historia de la vida y la humanidad sobre la Tierra como
lo hemos hecho en este libro, la posibilidad es más que preocupante, es
aterradora. Con cien millones de personas más en el mundo cada año,
en su mayoría nacidas en el Sur, la presión seguramente se acumule y
la reacción en contra no se hará esperar. No se pueden excluir
tremendos conflictos. Recordemos el pasado. No hemos cambiado. Aún
no.
La conclusión es ineludible. Si en el futuro cercano no logramos
limitar el crecimiento de nuestra población con precauciones
racionales, la selección natural lo hará por nosotros a las malas, a costa de
sufrimientos sin precedentes para las poblaciones humanas y de daños
irreparables al medio ambiente. Ésta es la lección que nos dejan cuatro
mil millones de años de historia de la vida sobre la Tierra.
EL PAPEL DE LA CIENCIA
Tal vez el factor más problemático de los que afectan nuestro futuro
es el del papel que debe jugar la ciencia, acusada, como las lenguas de
Esopo, de ser lo mejor y lo peor del mundo según como se utilice. Los
beneficios de la ciencia se encuentran a todo nuestro alrededor. Salud,
confort, seguridad, ausencia de labores pesadas, comunicaciones
intermundiales, almacenamiento ilimitado de información y el inmenso
. T. F. Homer-Dixon, J. H. Boutwell y G. W. Rathjens (Sci. Am., 268(2), 38-45,
22
1993).
[414]
La edad de lo desconocido
23
. Comenzando por Algeny de Jeremy Rifkin (New York: Viking Press, 1983), cada
vez hay más libros que atacan la ciencia, especialmente la biología, tanto como mito
perverso y como un peligroso poder. Ver por ejemplo, Evolution as a Religrion por M.
Midgley (Londos y New York: Meghuen, 1985), Biologyas Ideology, por R. C.
Lewontin (New York: Harper Collins, 1991), Understanding the Present, por B.
Appleyard (Londres: Picador, 1992), Exploding the Gene Myth, por R. Hubbard y E.
Wald (Bostos, MA: Beacon Press, 1993), así como las referencias 54, 55, 66 y 67.
Enfoques que equilibran lo anterior se encuentran en Storm over Biology por B. D.
Davis (Buffalo, NY: Prometheus Books, 1986), Genome, por J. E. Bishop y M.
Waldholz (New York: Simon and Schuster, 1993), The Genetic Revolution, editado por
B. D. Davis (Baltimore, MD: John Hopkins University Press, 1991), The Human
Blueprint, por R. Shapiro (New York: St. Martins Press, 1991), y Science and Anti-
Science, por G. Holton (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1993). Véanse
también las referencias 28 y 30).
[415]
CHRISTIAN DE DUVE
[416]
La edad de lo desconocido
[417]
CHRISTIAN DE DUVE
[418]
La edad de lo desconocido
. Referencia 3.
27
[419]
CHRISTIAN DE DUVE
28
. En un artículo titulado “Horoscopes for Humanity?”, publicado en las páginas
editoriales de la edición de julio 14 de 1993 del New York Times, el escritor y físico
Eric J. Lerner de Lawrenceville, New Jersey, escribe: “La predicción del Sr Gott, al
igual que las predicciones astrológicas, es pseudo-ciencia, una mera manipulación
de cifras para disfrazar un argumento poco probable”. Véase también intercambio
de correspondencia en Nature, 368, 106-108 (1994).
29
. S. J. Gould, Wonderful Life (New York: w. w. Norton & Company, 1989), p. 44.
[420]
La edad de lo desconocido
[421]
CAPÍTULO 31
E l s i g n i fi c a d o d e l a v i d a
30
. Los detalles de la vida de Teilhard y su filosofía pueden encontrarse en la
referencia 65 y en cosmic Joy and Local Pain, por Harold J. Morowitz (New York:
Charles Scribner’ Sons, 1987). El Biógrafo de Tehilhard es C. Cuénot (Baltimore, MD,
Helicon, 1965).
[422]
La edad de lo desconocido
[423]
CHRISTIAN DE DUVE
[424]
La edad de lo desconocido
33
. Referencia 64.
34
. Ibid., p. 145-146.
35
. Ibid., p. 180.
36
. Ibid., p. 31.
[425]
CHRISTIAN DE DUVE
37
. Ibid., p. 32.
38
. Sir Peter Medawar (1915-1987), quien ganó el Premio Nobel en medicina en
1960 por sus trabajos en inmunología, es el autor de varios libros de ciencia y
filosofía. Su revisión crítica del libro de Teilhard apareció en Mind (70, 99-106, 1961),
y ha sido reproducida en su Plato´s Republic (New York: Oxford University Pres,
1982), pp. 242-251. La frase citada proviene de la primera página de esta reseña.
39
. S. J. Gould (Natural History, agosto 1980, pp. 8-28).
40
. H. J. Morowitz, Cosmic Joy and Local Pain (capítulo 3, nota 2).
[426]
La edad de lo desconocido
41
. Referencia 65.
42
. Ibid., p. 204.
43
. Ibid., p. 677.
[427]
CHRISTIAN DE DUVE
. Ibid., p. 252.
45
[428]
comprensible parezca el universo, menos sentido tiene” 46. Es posible
que Weinberg no haya leído a Monod cuando escribió esto (no cita a
Monod); y sin embargo, si sustituyéramos “absurdo” por “azar” y
“hostil” y “sin sentido” por “sin sentimiento” –o más bien
“indiferente”, la palabra originalmente utilizada en el texto en francés–
su conclusión es sorprendentemente cercana a la de Monod –
incluyendo la proyección de la ansiedad humana a un cosmos sin
mente.
El libro de Monod no produjo la misma cantidad de ataques que el
de Teilhard. En su mayoría es ciencia directa, hecha accesible a un
público más amplio en términos claros y corrientes. Su excursión por
fuera del territorio de la ciencia estricta, abrió sin embargo, las puertas
a una avalancha de ataques contra Monod, aun por parte de algunos de
los científicos que rechazaban la validez de su declaracion de que la
biología moderna sustenta sus conclusiones con respecto, por ejemplo,
a la baja probabilidad de que surgieran la vida o la consciencia. Este fue
mi caso, pero la larga crítica que escribí en su momento (en francés)
permaneció enterrada en una oscura revista 47, donde tal vez Monod no
la leyó aunque le envié una copia. Otro crítico fue Gunther Stent, un
neurobiólogo molecular germano-americano interesado en la historia
de la ciencia y la filosofía, quien posee la distinción de haber trabajado
tanto con Max Delbrück, el padre de la biología molecular moderna,
como con Jacques Monod. En Paradojas de progreso48 (1978), una extraña
obra que profetiza “el fin de las artes y la ciencia”, Stent señala que la
“ética de conocimiento” de Monod reposa sobre un a priori kantiano al
igual que los sitemas éticos “animistas” –lo que Monod no disputó–
siendo la diferencia que la ética del conocimiento es autoimpuesta
mientras que las otras se derivan de algún sistema de creencias
religioso o ideológico.
Los filósofos reaccionaron a la intrusión de Monod a su territorio
con más vigor y oposición casi unánime, aunque por distintas razones.
Su desdeño, por cierto, no está restringido a Monod. Se extiende a la
mayoría de científicos que se aventuran a cruzar los límites e
46
. S. Weinberg, The First Three Minutes (New York: Basic Books, 1977), p. 148.
47
. La crítica que hice al libro de Monod apareció como “Les Consraintes du
Hasard” en la segunda edición, en 1972, de Revue Générale (una revista cultural
belga) pp. 1542.
48
. G. Stent, Paradoxes of Progress (San Francisco, CA: W. H. Freeman and
Company, 1978).
[429]
CHRISTIAN DE DUVE
UN DIÁLOGO NECESARIO
La ciencia y la filosofía son cada una tan exigentes que resulta
virtualmente imposible a una persona destacarse en ambas, por no
decir en una, excepto en la mera capacidad de observador libresco, lo
que constituye un pobre sustituto para la familiaridad íntima de la
persona bien enterada. Sin embargo, los científicos y los filósofos deben
hablarse entre sí. A menos que la filosofía deba ser un simple ejercicio
de pensamiento puro, debe tener en cuenta a la ciencia. Y los científicos
hacen preguntas metafísicas como cualquier otra persona, pero buscan
respuestas desde el lugar ventajoso conferido por su experiencia.
Tradicionalmente, el diálogo con los filósofos se ha mantenido en
principio a través de los físicos teóricos y los matemáticos,
probablemente porque encuentran un campo común en la
abstracción.El cuadro cosmológico resultante comprendía todas las
facetas del mundo físico, desde partículas elementales hasta galaxias,
pero bien ignoraba la vida o tenía a ésta y a la mente catalogadas
dentro del panorama como entidades separadas, recurriendo de alguna
manera, a veces explícita, a veces implícita, al vitalismo y al dualismo.
Esto está mal. La vida es una parte integral del universo; quizá la parte
más compleja y significativa del universo conocido. Las
manifestaciones de la vida deberían dominar nuestro panorama del
mundo, no ser excluidas de él. Esto se ha vuelto particularmente
importante en vista de los revolucionarios avances en nuestra
comprensión de los procesos fundamentales de la vida.
A lo largo de este libro, he narrado la historia de la vida en la Tierra
de manera que pretende revelar las causalidades y las fuerzas
directrices sobre las cuales ésta reposa. Emerge un patrón, dominado
desde el principio por factores determinísticos, crecientemente
afectados por la contingencia a medida que la evolución progresa,
aunque dentro de restricciones más estrictas de lo que con frecuencia se
. Referencia 67.
49
[430]
La edad de lo desconocido
EL COSMOS VIVO
El universo es un semillero de vida. Cuando yo era estudiante, la
química orgánica se consideraba esotérica, una química practicada sólo
por los organismos vivos, incluso para los mismos químicos orgánicos.
No creíamos en el vitalismo por supuesto, pero algún residuo de
mística vitalista tenía nuestros pensamientos. La química espacial hizo
añicos esta fantasí. La química orgánica es simplemente la química del
carbono, no más misteriosa que ninguna otra química, sólo que
inmensamente más rica dadas las propiedades asociativas únicas del
átomo de carbono. Los compuestos orgánicos del carbono se
encuentran en todas partes. Constituyen el 20% de las partículas
interestelares, y éstas a su vez constituyen hasta el 0,1% de la materia
galáctica.
Dentro de esta nube orgánica que impregna el universo, la vida casi
está destinada a surgir, en una forma molecular no muy distinta a
como está constituida en la Tierra, donde quiera que las condiciones
físicas sean similares a aquéllas que prevalecían en nuestro planeta
hace unos cuatro mil millones de años. Esta conclusión me parece
ineludible. Aquellos que dicen que la vida es un acontecimiento
altamente improbable, posiblemente único, no han estudiado lo
suficientemente de carca las realidades químicas que están en la base
del origen de la vida. La vida, o una manifestación reproducible, casi
un lugar común de la materia dadas ciertas condiciones, o un milagro.
Hay demasiados pasos implicados para permitir cualquier otra
posibilidad intermedia.
Si estoy en lo cierto, existen más o menos igual cantidad de planetas
vivientes en el universo como planetas capaces de generar y sostener la
vida. Como se mencionó en el capítulo 13, aun los estimativos más
conservadores colocan este número en el orden de los trillones. A
menos que este estimativo se encuentre completamente errado,
podemos dar por hecho que existen trillones de focos de vida pasada,
presente o futura. Trillones de biosferas surcan el espacio sobre
trillones de planetas, canalizando materia y energía en flujos creativos
de evolución. No importa hacia dónde dirijamos nuestros ojos cuando
miramos hacia el cielo, allí, en algún lugar, habrá vida. Este hecho
[431]
CHRISTIAN DE DUVE
EL COSMOS PENSANTE
La evolución trabaja dentro de cada biosfera, siguiendo los mismos
principios universales. Dada la incesante interacción de las mutaciones
fortuitas y las circunstancias ambientales en la determinación del curso
de la selección natural, es imposible que dos biosferas tengan la misma
historia. La nube entera de partículas de vida forma un inmenso
laboratorio cósmico en el que la vida ha estado experimentando
durante miles de millones de años. Lo que puede haber producido es
un reto para la imaginación. La biodiversidad de la Tierra, asombrosa
como lo es, podría ser sólo una pequeña muestra de la diversidad de la
vida a través del cosmos. ¿Cuál es la probabilidad, dentro de este
patrón general, de que otras biosferas además de la nuestra den lugar a
organismos conscientes y pensantes?
De acuerdo con muchos evolucionistas, la probabilidad es muy
pequeña, tal vez tan pequeña que ello sucedió una sola vez en todo el
universo y en esa ocasión por un extraordinario golpe de suerte. El
biólogo estadounidense nacido en Alemania Ernst Mayer, de la
Universidad de Harvard, no duda en escribir, en una obra que resume
los frutos de escudriñar durante toda una vida la evolución biológica lo
[432]
La edad de lo desconocido
50
. E. Mayer, Toward a New Phylosophy of Biology (Cambridge, MA: Harvard
Universtity Press, 1988), p. 69.
51
. S. J. Gould, Wonderful Life (capítulo 30, nota 27), p. 14.
52
. Ibid., p. 320.
53
. Referencia 33, p. 192.
54
. Ibid., p. 195.
55
. Referencia 29, p. 99.
[433]
CHRISTIAN DE DUVE
[434]
La edad de lo desconocido
57
. D. G. Thaler ofrece una iluminadora visión de la “inteligencia genética” en
Science 264 (1994): pp. 224-25.
[435]
CHRISTIAN DE DUVE
[436]
La edad de lo desconocido
[437]
CHRISTIAN DE DUVE
[438]
La edad de lo desconocido
[439]
CHRISTIAN DE DUVE
[440]
La edad de lo desconocido
[441]
CHRISTIAN DE DUVE
Figura 31.2
[442]
La edad de lo desconocido
[443]
CHRISTIAN DE DUVE
[444]
La edad de lo desconocido
[445]
EPÍLOGO
64
. “Console toi, tu ne me chercherais pas si tu ne m’avais pas trouvé », es tomado
de los Pensées de Blaise Pascal, Sección VII, 553.
65
. P. B. Medwar, The Limits of Science (New York: Harper & Row, 1984), p. 99.
66
. “Il faut cultiver notre jardin”, es la última frase del Cándido de Voltaire.
[446]
GLOSARIO
[447]
CHRISTIAN DE DUVE
[448]
Glosario
[449]
CHRISTIAN DE DUVE
Catálisis. Proceso mediante el cual una sustancia (catalizador) facilita una reacción
química sin ser en sí consumida en el proceso. Ver Enzima, Ribosoma.
Célula espermática. Gameto masculino. Ver Célula huevo, Fertilización, Gameto,
Reproducción sexual.
Célula huevo. Gameto femenino. Ver Célula espermática, Fertilización, Gameto,
Reproducción sexual.
Centríolo. Estructura celular relacionada con la raíz, o cuerpo basal, de los flagelos y
cilios eucarióticos. Ver Cilio, Flagelo, Undulipodios.
Cianobacteria. Bacteria fotótrofas que contienen los fotosistemas I y II, y que por lo
tanto son capaces de utilizar la energía lumínica para extraer hidrógeno del
agua, con la producción de oxígeno molecular. Antepasados de los cloroplastos.
Ver Clorofila, Cloroplastos, Fotosistema I, Fotosistema II, Fototrofia.
Cilio. Apéndice motor corto de las células eucarióticas, que se bate rítmicamente,
formado por microtúbulos y otros componentes siguiendo la misma arquitectura
del flagelo eucariótico. Ver Centríolo, Flagelo, Microtúbulo, Undulipodios.
Citocromo. Proteína que contiene heme y que actúa como portador de electrones en
las reacciones de transferencia de electrones. El citocromo c es el más conocido
de los citocromos. Ver Heme, Portador de electrones, Transferencia de
electrones
Citoesqueleto. Conjunto de estructuras internas, hechas de proteínas, que dan
soporte a las células eucarióticas. Ver Actina, Clatrina, Microtúbulos, Tubulina.
Citoplasma. Contenido total de uan célula eucariótica, exceptuando el núcleo.
Citosina. Base pirimidínica que se encuentra tanto en el ADN como en el ARN. Ver
ADN, Apareamiento de bases, ARN, Pirimidinas, Tiamina, Uracilo.
Citosol. O savia celular, parte inestructurada del citoplasma.
Clatrina. Proteína estructural que se polimeriza en enrejados o arreglos a forma de
canastas, que típicamente intervienen en ciertos fenómenos de invaginación y
vesiculación de las membranas. Ver Citoesqueleto, Endocitosis, Transporte
vesicular.
Clon. Población de células derivada por divisiones sucesivas de una sola célula
ancestral.
Clorofila. Derivado de la porfirina, relacionado con la hema pero donde el magnesio
reemplaza al hierro; sustancia verde, que absorbe luz, y que sirve de principal
catalizador de la fototrofia. Ver Hema, Fototrofia.
Cloroplastos. Organelos centrales, que utilizan la luz, en todos los fotótrofos
eucariontes, derivados evolutiva de las cianobacterias endosimbióticas. Los
cloroplastos son particulas densas, oblongas, con un tamaño aproximado de una
diezmilésima de pulgada, rodeadas por dos membranas y rellenas de pilas
(grana) de bolsas membranosas planas (tilacoides) que portan los fotosistemas I
y II incrustados en las membranas, junto con cadenas asociadas de transferencia
de electrones. Ver Cadena de transferencia de electrones, Cainobacterias,
Clorofila, Endosimbionte, Fotosistema I, Fotosistema II.
Código genético. Conjunto de equivalencias entre los aminoácidos proteinogénicos
y las tripletas de nucleótidos, o codones, que codifican los aminoácidos en los
ARN mensajeros. Ver Aminoácido, ARN mensajero, Codón, Traducción.
[450]
Glosario
[451]
CHRISTIAN DE DUVE
[452]
Glosario
[453]
CHRISTIAN DE DUVE
Éter. Combinación, con pérdida de agua, del grupo hidroxilo de un alcohol con el
grupo hidroxilo de otro, formando un enlace etérico, –O–. Ver Grupo hidroxilo.
Eubacterias. Gran grupo de procariontes reconocido como reino aparte o dominio.
Ver Archaebacterias, Bacteria.
Eucariontes. Organismos vivos –que comprenden los protistos, plantas, hongos, y
animales, entre ellos los humanos– compuestos de células grandes con núcleo
separado y citoplasma, que contiene citomembranas, elementos citoesqueléticos
y, más freucentemente, mitocondrias, peroxisomas, y en las algas y las plantas,
cloroplastos. Ver Citoesqueleto, Cloroplasto, Mitocondria, Núcleo, Peroxisoma,
Procariontes, Sistema citomembranoso.
Exocitosis. O endocitosis inversa, descarga extracelular del contenido de las
vesículas intracelulares por fusión de la membrana vesicular con la membrana
celular. Ver Endocitosis.
Exón. Parte expresada por un gen fraccionado. Ver Empalme de ARN, Genes
partidos, Intrón.
Factor de transcripción. Sustancia, generalmente de naturaleza proteica, que regula
la expresión génica al controlar la transcripción de ADN, Ver Gen Homeótico,
Homeocaja, Transcripción.
Fagocito. Célula que depende grandemente de la fagocitosis y la digestión
lisosómica de los materiales que engulle, para obtener los nutrientes que
requiere. Ver Digestión, Fagocitosis, Lisosoma.
Fagocitosis. Capacidad de una célula para engullir objetos de gran tamaño. Ver
Endocitosis.
Fenotipo. Término utilizado en contraposición a genotipo, información genética
oculta, para designar las propiedades expresadas de un organismo. Ver
Genotipo.
Fermentación. Proceso metabólico en el que un intermediario sirve de aceptor para
los electrones donados por otro intermediario, pudiendo así prescindir de un
aceptor electrónico externo. Ver Metabolismo, Transferencia de electrones.
Fertilización. Combianción de un gameto masculino, o célula espermática, con un
gameto femenino o célula huevo. Ver Célula espermática, Célula huevo,
Gameto, Reproducción sexual.
Filogenia. Historia evolutiva de un grupo de organismos, en oposición a ontogenia,
que es la historia vital de un individuo. Ver Ontogenia, Recapitulación.
Flagelo. En los procationtes, barra rígida y helicoidal formada por proteínas, que
impulsa la célula por rotación axial. En los eucariontes, apéndice motriz largo y
ondulante, formado por microtúbulos y otros componentes siguiente la misma
arquitectura de los cilios. Ver Cilio, Undulipodios.
Flor. Organo sexual de las angiospermas. Ver Angiospermas, Fruto.
Fosfolípido. Sustancia grasa que contiene fosfato y que tiene propiedades anfifílicas;
componente típico de las capas lipídicas dobles en las membranas biológicas.
Ver Anfifílico, Capa lipídica doble, Membrana.
Fosforilación. En general, enlace de un grupo fosfato con una molécula. En
particular, ensamblaje de ATP a partir de ADP y fosfato inorgánico, acoplado a
la transferencia de electrones. Ver ATP, Fosforilación a nivel de portador,
[454]
Glosario
[455]
CHRISTIAN DE DUVE
[456]
Glosario
Hidrofílico. Propiedad de ligarse con el agua, común a todas las sustancias cargadas
eléctricamente o polarizadas (incluyendo la misma agua). Ver Anfifílico,
Hidrofóbico.
Hidrofóbico. Propiedad de excluir el agua, común a todas las sustancias no
polarizadas. Ver Anfifílico, Hidrofílico, Fuerza de van der Waals.
Hidrogenosoma. Organelo citoplásmico rodeado por una membrana que se
encuentra en algunos protistos y hongos, y que se caracteriza por su capacidad
para producir hidrógeno molecular. Posiblemente de origen endosimbiótico. Ver
Endosimbionte.
Hidrolasa. Enzima que cataliza una reacción hidrolítica. Ver Hidrólisis.
Hidrólisis. Fraccionamiento de un enlace químico con la ayuda de una molécula de
agua.
Hierro férrico. Ion de hierro que posee tres cargas positivas, Fe+3.
Hierro ferroso. Ion de hierro que posee dos cargas positivas, Fe+2.
Homeocaja. Secuencia de 180 nuclótidos altamente conservada, común a muchos
genes reguladores y que codifica la porción de las proteínas reguladoras
correspondientes que se liga al ADN. Ver Factor de transcripción, Gen
homeótico.
Homeostasis. Capacidad de los organismos vivos para mantener constantes algunas
de sus propiedades físicas o químicas por autorregulación.
Hormona. Transmisor químico transportado por la corriente sanguínea u otra
conexión humoral, desde las células que lo secretan hasta las células donde
actúa. Ver Transmisor químico.
Huso mitótico. Ver Mitosis.
Intrón. O secuencia intermedia, segmento de gen que se transcribe pero en seguda
se extrae del ARN resultante, sin ser por lo tanto expresado. Ver Exón,
Fraccionamiento de ARN, Genes partidos.
Ion hidrógeno. Ver Protón.
Ion hidroxilo. Ion OH– negativamente cargado, que surge, junto con un ion
hidrógeno o protón, de la disociación del agua. Ver Protón.
Ion. Atomo o molécula cargado eléctricamente debido a la pérdida o ganancia de
uno o más electrones.
Isótopos. Atomos del mismo elemento con diferentes masas atómicas. Los isótopos
tienen el mismo número de protones y electrones, pero difieren por el número
de neutrones en el núcleo atómico. Ver Electrón, Neutrón, Protón.
Kerógeno. Material geológico de origen orgánico que contiene carbono.
Lípido estérico. Lípido en el que los ácidos grasos se encuentran ligados a los
grupos hidroxilo del glicerol mediante enlaces estéricos. Ver Glicerol, Lípido.
Lípido etérico. Lípido en el que los alcoholes derivados de los ácidos grasos, se
encuentran ligados a los grupos hidroxilo del glicerol, mediante enlaces etéricos.
Ver Glicerol, Lípido.
Lípido. Sustancia grasa.
Liposoma. Vesícula artificial compuesta de una o más capas lipídicas dobles. Ver
Capa lipídica doble.
[457]
CHRISTIAN DE DUVE
Lisosoma. Vesícula limitada por una membrana que contiene una serie de enzimas
hidrolíticas que actúan mejor en medio ácido; presentes en todas las células
eucarióticas, donde interviene en la digestión intercelular. Ver Digestión,
Endocitosis, Golgi, Retículo endoplásmico, Sistema citomembranoso.
Lisozima. Enzima que hidroliza la mureína. Ver Mureína.
Meiosis. Tipo especial de división mitótica, implicado en la maduración de los
gametos, mediante el cual una sola célula haploide da lugar, luego de la
duplicación de su genoma, a cuatro células haploides. Ver Célula espermática,
Célula huevo, Diploide, Entrecruzamiento, Fertilización, Gameto, Haploide,
Mitosis.
Membrana plasmática. O membrana celular, es la membrana periférica que rodea
todas las células.
Membrana. Estructura biológica, parecida a una lámina, formada por una capa
lipídica doble y una serie de proteínas insertadas. Ver Capa lipídica doble.
Mesodermo. Capa celular embrionaria, presente en los triploblastos pero no en los
diploblastos, que da lugar a muchos tejidos internos incluyendo músculo, tejido
conectivo, sangre y hueso. Ver Diploblastos, Ectodermo, Endodermo,
Triploblastos.
Metabolismo. Conjunto de reacciones químicas catalizadas por enzimas que
sostienen a un organismo viviente. Ver Enzima.
Microcuerpo. Término morfológico que designa un organelo intracelular rodeado
por una membrana, que generalmente posee las propiedades funcionales de un
peroxisoma. Ver Peroxisoma.
Microtúbulo. Estructura tubular hueca, formada por la asociación lateral de trece
arreglos lineales de tubulina, y que participa, entre otras cosas, en la
construcción del citoesqueleto eucariótico, el aparato mitótico, los cilios y los
flagelos. Ver Centríolo, Cilio, Citoesqueleto, Flagelo, Mitosis, Neurotúbulo,
Tubulina, Undulipodios.
Miosina. Proteína divisora del ATP, que junto con las fibras de actina, sirve de
elemento motor en las fibrillas musculares y otros elementos celulares motores.
Ver Actina.
Mitocondria. Organelo derivado de un endosimbionte que se encuentra presente en
la mayoría de las células eucarióticas y que juega un importante papel en el
metabolismo respiratorio y la recuperación de energía. Las mitocondrias son
partículas oblongas relativamente densas, de un tamaño aproximado de una
veintemilésima de pulgada, rodeadas por dos membranas, de las cuales la más
interna, que es lugar de cadenas respiratorias fosforilantes activas, forma un
gran número de invaginaciones o crestas. Ver Endosimbionte, Fosforilación,
Respiración.
Mitosis. Modalidad de división de los núcleos eucarióticos por medio de un aparato
complejo y en forma de huso constituido por microtúbulos. Ver Microtúbulo.
Monismo. Doctrina opuesta al dualismo que considera al cuerpo y la mente como
partes de una sola entidad. Ver Dualismo.
Multímero. Término utilizado en este libro para designar una molécula similar a
una cadena, de longitud moderada, constituida principalmente de aminoácidos
[458]
Glosario
[459]
CHRISTIAN DE DUVE
[460]
Glosario
[461]
CHRISTIAN DE DUVE
[462]
Glosario
Retrovirus. Virus que posee un genoma de ARN replicado y expresado por vía del
ADN complementario sintetizado por una transcriptasa viral inversa. Ver Virus,
Transcriptasa inversa.
Ribonucleótido. Nucleótido que contiene ribosa en forma de azúcar de cinco
carbonos. Ver Nucleótido, Ribosa.
Ribosa. Azúcar de cinco carbonos que es constituyente de los ribonucleótidos y los
ARNs.
Ribosoma. Partícula compacta, con un tamaño de una millonésima de pulgada, que
sirve de lugar de ensamblaje de las proteínas en todas las células vivas. Consta
de dos subunidades de tamaño desigual, cada una hecha de moléculas de
proteína y ARN. Ver ARN ribosomal, Proteína.
Ribozima. Un ARN catalítico. Ver Acido ribonucleico, Catálisis, Enzima.
Savia celular. Ver Citosol.
Secreción. Proceso mediante el cual los materiales sintetizados dentro de las células
son descargados extracelularmente. La secreción de proteínas en particular,
depende en los procariontes de una transferencia cotranslacional o
postranslacional a través de la membrana celular, y en los eucariontes de la
transferencia cotranslacional a través de las membranas del RE rugoso, del
subsiguiente procesamiento y transferencia a través del RE liso, el Golgi y las
vesículas secretoras, finalizando en descarga por exocitosis. Ver Exocitosis,
Golgi, RE liso, RE rugoso, Transferencia cotranslacional, Transferencia
postranslacional.
Secuencia blanco. Secuencia de aminoácidos en una proteína, que la dirige durante
y después de su síntesis hacia su ubicación intra o extracelular. Ver
Transferencia cotranslacional, Transferencia postranslacional.
Secuenciación. Determinación de la secuencia de nuclótidos en los ácidos nucleicos,
y de los aminoácidos en las proteínas. Ver Acido nucleico, Proteína.
Selección darwiniana. Ver Selección natural.
Selección natural. O selección darwiniana, proceso natural de evaluación mediante
el cual los organismos que producen más progenie excluyen progresivamente a
los organismos mutantes de la misma especie que tienen un éxito reproductivo
menor. Ver Mutación.
Semilla. Estructura que contiene un embrión vegetal, junto con material nutritivo,
dentro de una cubierta protectora. Las semillas son desnudas en las
gimnospermas, e incrustadas dentro de un fruto en las angiospermas. Ver
Angiospermas, Fruto, Gimnospermas.
Sinapsis. Conexión entre el axón de una neurona y una dendrita de otra. Por regla
general, la comunicación se establece por medio de un neurotransmisor que se
difunde de axón a dendrita a través de una pequeña hendidura, la fisura
sináptica, que separa las dos extensiones celulares. Ver Axón, Dendrita,
Neurona, Neurotransmisor.
Sistema citomembranoso. Sistema de membranas internas en las células
eucarióticas. Comprende un gran número de estructuras parecidas a sacos, que
se comunican entre sí por medio de conexiones permanentes, o más
[463]
CHRISTIAN DE DUVE
[464]
Glosario
Transmisor químico. Sustancia mediante la cual una célula ejerce influencia sobre
otra. Ver Hormona, Neurotransmisor.
Transporte activo. Proceso usualmente dirigido por la hidrólisis de ATP, a veces por
fuerzas movidas por protones, mediante el cual ciertas sustancias son
transportadas a través de las membranas en contra de un graidente de
concentración y/o potencial de membrana opuestos. Ver ATP, Bomba, Fuerza
movida por protones, Potencial de membrana.
Transporte vesicular. Transporte de material entre dos envolturas intracelulares,
rodeadas por membranas, por medio de vesículas que se desprenden de una de
las envolturas y se fusionan con la otra. Ver Sistema citomembranoso.
Triploblastos. Animales que surgen a partir de una estructura embrionaria
compuesta por tres capas de células, un ectodermo, un endodermo y un
mesodermo. Incluyen todos los animales a excepción de los diploblastos. Ver
Diploblastos, Ectodermo, Endodermo, Mesodermo.
Tubo neural. Estructura embriónica, derivada del ectodermo, que se desarrolla
dentro del sistema nervioso central en los animales superiores. Ver Ectodermo.
Tubulina. Constituyente proteico de los microtúbulos. Ver Microtúbulo.
Undulipodios. Término que agrupa los cilios y flagelos eucarióticos. Ver Cilio,
Flagelo, Microtúbulo.
Uracilo. Base pirimidínica que se encuentra solamente en el ARN. Ver ARN,
Citosina, Pirimidina, Timina.
Virus. Partícula infecciosa que consiste esencialmente de un genoma de ADN o
ARN rodeado de una cubierta proteica o de una membrana, el cual codifina los
componentes del virus. Algunos virus contienen componentes adicionales, y sus
genomas genes adicionales. Los virus de ARN en especial, deben proporcionar
la replicasa o transcriptasa inversa necesaria para su replicación. Los virus
penetran algunas células procarióticas o eucarióticas y se multiplican dentro de
ellas con la ayuda de la maquinaria local de metabolismo y enzimas, causando
con frecuencia daños a las células infectadas e incluso su muerte. Ver ARN
replicasa, Retrovirus, Transcriptasa inversa.
Vitamina. Sustancia esencial que un organismo es incapaz de sintetizar y que debe
por ende encontrar dentro de sus alimentos.
Yema. Material nutritivo que se encuentra dentro de las células huevo. Ver Célula
huevo.
Zigoto. Producto diploide de la fertilización de una célula huevo por parte de una
célula espermática. Ver Célula espermática, Célula huevo, Diploide,
Fertilización, Gameto, Haploide, Reproducción sexual.
Zimógeno. Precursor inactivo de una enzima hidrolítica, o hidrolasa. Ver Hidrolasa.
[465]
BIBLIOGRAFÍA
COSMOLOGIA Y GEOQUÍMICA
2. The Solar System (El Sistema Solar), por R. Smoluchowski (New York: Scientific
America Books, 1983), Este libro, ricamente ilustrado, cubre el nacimiento y las
princip’ales propiedades del sol y los planetas.
3. Sun and Earth (Sol y Tierra), por H. Friedman (New York: Scientific American
Books, 1986). Complemento del anterior, este libro ofrece una atractiva descripción
del Sol y sus efectos sobre la Tierra.
ORIGEN DE LA VIDA
6. Blueprint for a cell (Plano original de una célula) por C. de Duve (Burlington,
NC: Neil Patterson Publishers, Carolina Biological Supply Company, 1991). La
primera mitad de este libro es una descripción condensada de las principales
propiedades comunes a todas las células vivas. La segunda mitad está dedicada a
hacer un examen crítico sobre el origen de la vida. Documenta en mayor detalle las
teorías propuestas en este libro.
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Glosario
BIOQUÍMICA
10. Biochemistry (Bioquímica) 3rd Ed., por L. Stryer (New York: W. H. Freeman
and Company, 1988). Inició un nuevo estilo en libros de texto cuando apareció por
primera vez en 1975. Escrito claramente y actualizado periódicamente, continúa
siendo un favorito.
11. The Eigth Day of Creation: the Makers of the Revolution in Biology (El octavo día
de la Creación: los hacedores de la revolución en la biología), por H. F. Judson (New
York: Simon and Schuster, 1979). Una excelente historia de la biología molecular,
basada en su mayor parte en entrevistas con algunos de los principales
protagonistas y escrita en un estilo periodístico intenso y vívido.
12. A Guided Tour of the Living Cell (Recorrido guiado por la célula viva), por C.
de Duve (New York: Scientific American Books, 1984). Organizado a manera de una
visita realizada por “citonautas”, este recuento, abundantemente ilustrado, intenta
combinar estructura y función en una visión coherente de la organización celular,
poniendo énfasis especial en la bioenergética.
13. Molecular Cell Biology (Biología celular molecular), por J. Darnell, H. Lodish y
D. Baltimore (New York: Scientific American books, 1986). Cuando apareció en 1983,
este excelente libro de texto fue el primero en ampliar la biología molecular a las
células eucarióticas. Inlcuye interesantes incursiones en la inmunología, la biología
del desarrollo y neurobiología.
[467]
CHRISTIAN DE DUVE
14. Molecular Biology of the Cell (Biología molecular de la célula), 2 ed., por B.
Alberts, D. Bray, J. Lewis, M. Raff, K. Roberts y J. D. Watson (New York: Garland
Publishing Company, 1989). Comparable al anterior en el espectro que abarca, en el
nivel y en la calidad, este texto difiere sin embargo en el énfasis relativo que le pone
a diferentes temas. Con frecuencia resulta provechoso consultarlos ambos.
15. Molecular Biology of the Gene (Biología molecular del gen), Vol. 1 y 2, 4 Ed., por
J. D. Watson, N. H. Hopkins, J. W. Roberts, J. A. Steitz y AM . Weiner (Menlo Park,
CA: Benjamin(Cummings Publishing Company, 1987). Un clásico inicialmente
publicado por Watson en 1965, que fue ampliado para incluir la biología molecular
tanto de los procariontes como de los eucariontes. La bioquímica del ARN y la
biología molecular son tratadas con particular detalle.
EVOLUCIÓN
16. An Evolutionary Survey of the Plant Kingdom (Revisión evolutiva del Reino
vegetal), por R. F. Scagel, R. J. Bandoni, G. E. Rouse, W. B. Schofield, J. R. Stein y T.
M. C. Taylor (Belmont, CA: Wadsworth Publishing Company, 1966). A excepción de
algunas nocieones ya obsoletas, este compendio, ilustrado con bellísimos dibujos a
lápiz, constituye una valiosísima revisión de la evolución de las plantas, así como de
las algas unicelulares y los hongos.
19. The Extended Phenotype (El fenotipo extendido), por R. Dawkins (San
Francisco, CA: W. H. Freeman and Company, 1982). Publicación compañera y
complementaria del Selfish Gene por el mismo autor (Referencia 22).
20. The Blind Watchmaker (El relojero ciego), por R. Dawkins (New York: W. W.
Norton & Company, 1986). Clara exposición de la teoría darwiniana moderna,
escrita por un entusiasta convencido de que “nuestra propia existencia constituyó
una vez el más grande de todos los misterios, pero ya no lo es porque ha sido
resuelto”.
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Glosario
22. The Selfish Gene (El gene egoísta), por R. Dawkins (New York: Oxford
University Press, 1976, nueva edición ampliada, 1989). Obra de un joven,
intransigente dedicado darwinista, este libro ha colocado la “tiranía de los genes”
sobre una base conceptual firme. Al mismo tiempo, ha levantado más de una
ampolla al extender dicha noción a la evolución y al comportamiento humanos.
25. Fron Egg to Adult (Del huevo al adulto), (Bethesda, MD: Reporte del Instituto
Médico Howard Hughes, Nr 3, 1992). Esta breve colección de seis artículos
bellamente ilustrados, se centra enfáticamente en los misterios del desarrollo animal,
así como sobre los prometedores y nuevos avances de la biología molecular hacia la
explicación de los procesos del desarrollo.
BIODIVERSIDAD Y ECOLOGÍA
26. The Ages of Gaia (las edades de Gaia), por J. Lovelock (New York: W. W.
Norton and Company, 1988). El padre de Gaia defiende su teoría en términos
agradables y elocuentes, donde lo poético no siempre se diferencia de lo científico.
29. The Diversity of Life (La diversidad de la vida), por E. O. Wilson (Cambridge,
MA: Harvard University Press, 1992). Un eminente biólogo demuestra cómo los
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CHRISTIAN DE DUVE
ataques violentos del hombre sobre la diversidad de la vida están causando un daño
inmensamente mayor que las catástrofes que han señalado las grandes extinciones
en el pasado. Su ruego, sólidamente documentado, merece ser oído.
30. Green Delusions (Delirios verdes), por M. W. Lewis (Durham, NC: Duke
University Press, 1992). Un antiguo ambientalista radical disecta el “Eco-
radicalismo”, dentro del cual distingue cinco variantes: anarquismo antihumanista,
primitivismo, eco-anarquismo humanista, eco-marxismo y eco-feminismo. La
excursión resulta entretenida, pero más anecdótica que oportuna, pues trata
principalmente de movimientos secundarios sin importancia.
33. The Rise and Fall of the Third Chimpanzee (La gloria y decadencia del tercer
chimpancé), por J. Diamond (London: Radius, 1991). Un zoólogo interesado en las
aves de Nueva Guinea hace un detenido análisis de la especie humana, sus
peculiares características y las razones de su extraordinario éxito evolutivo, que
podrían también ser la causa de su futura decadencia. El autor sigue un camino
entre un oscuro pesimismo y un cauto optimismo.
CEREBRO Y MENTE
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Glosario
36. The Self and its Brain (El yo y su cerebro), por K. R. Popper y J. C. Eccles (New
York: Springes International, 1977). Un filósofo y un neurobiólogo, cada uno líder en
su campo, explican en detalle su “Argumento en pro de la interacción”. El libro, que
incluye en primera instancia dos partes, cada una escrita por separado por uno de
sus autores, concluye con doce diálogos entre los dos. Constituye una lectura
impactante y sigue mereciendo atención, aun cuando la principal tesis del libro –que
favorece un enfoque dualista de la relación mente-cerebro– ha sido muy
desacreditada en la actualidad entre los especialistas. Ver también la Referencia 42.
38. Neuronal Man: The biology of Man (El hombre neuronal: La biología del
hombre), por J. P. Changeux, traducido por L. Garey (New York: Pantheon Books,
1985). Edición original: L’HommeNeuronal (Paris: Librairie Artheme Fayard, 1983).
Una excelente exposición sobre el funcionamiento del cerebro, dirigida al lego culto.
Aboga por un enfoque estrictamente materialista del cerebro. Ver también la
referencia 41.
39. The Mind’s New Science (La nueva ciencia de la mente), por H. Grandes (New
York: Basic Books, 1985). En esta “historia de la revolución cognitiva”, un experto
sicólogo hace un penetrante análisis de la inteligencia humana y de los intentos por
reemplazarla con computadores.
40. Mind from Matter? (¿La mente sale de la materia?), por M. Delbrück (Palo
Alto, CA: Blackwell Scientific Publications, 1986). Estas notas, recopiladas por un
grupo de sus discípulos a partir de una serie de conferencias dictadas por el autor
unos años antes de su muerte ocurrida en 1981, contienen interesantes ideas sobre el
problema cerebro-mente, que parten de un físico que llegó a convertirse en el
reconocido padre de la biología molecular moderna.
42. Evolution of the Brain: Creation of the Self (La evolución del cerebro: Creación
del ser), por J. C. Eccles (London and New York: Routledge, 1989). Esta clara y bien
documentada introducción a la estructura y desarrollo del cerebro, realizada por un
neurobiólogo ganador del premio Nobel, da al autor la oportunidad de reiterar su
firme adhesión al dualismo cartesiano (ver también la referencia 36).
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CHRISTIAN DE DUVE
43. The Emperor’s New Mind (La nueva mente del emperador), por R. Penrose
(New York: Oxford University Press, 1989). Este ambicioso libro, escrito por un
destacado matemático analiza el problema cerebro-mente dentro del amplio
contexto de las matemáticas, la mecánica cuántica y la física teórica. El autor
considera que ha encontrado una rendija para que la consciencia se cuele dentro del
funcionamiento determinístico de las neuronas. Sus ideas filosóficas son
decididamente platónicas.
44. Animal Minds (Mentes animales), por D. Griffin (Chicago IL: University of
Chicago Press, 1992). Continuación de las referencias 35 y 37. Nótese la progresión
de los títulos, desde la percepción consciente hasta la mente pensante.
45. The Rediscovery of the Mind (El redescubrimiento de la mente), por J. R. Searle
(Cambridge, MA: MIT Press, 1992). Este libro, escrito por un filósofo, ofrece una
revisión clara, informativa y crítica de la literatura moderna sobre el cerebro y la
mente. Pocos líderes de este campo salen ilesos en el análisis. El autor define guías
útiles para la investigación futura, pero sin ningún final aún a la vista.
46. Mind and Brain (La mente y el cerebro), edición especial de Scientific
Ameriacan 267(3), 48-159, 1992. Colección de interesantes artículos sobre distintos
aspectos relacionados con el problema cerebro-mente, con una excelente
introducción por G. D. Fischbach.
47. Bright Air, Brilliant Fire (Aire resplandeciente, fuego brillante), por G. M.
Edelman (New York: Basic Books, 1992). El autor, quien inicialmente ganó un
premio Nobel por descifrar la estructura de la molécula de un anticuerpo, y quien
más tarde dirigió su atención al cerebro humano, resume para un público más
amplio los resultados –descritos previamente en tres libros altamente técnicos– de
sus investigaciones sobre las conexiones eléctricas y el funcionamiento del cerebro.
Aun así simplificado, no resulta fácil leerlo, pero ofrece un rico espectro de ideas,
inspiradas desde una perspectiva darwiniana.
48. The astonishing Hypothesis, the Scientific Search for the Soul (La increíble
hipótesis, la búsqueda científica del alma), por F. Crick (New York: Charles
Scribner’s Sons, 1994). El autor, que logró la fama mundial junto con James D.
Watson por el descubrimiento de la doble estructura helicoidal del ADN, resume los
resultados de su más reciente exploración del cerebro. Dedicado en su mayor parte a
los mecanismos de la visión, el libro recoge un impresionante número de hechos en
defensa de la “increíble hipótesis”, de que la mente y la consciencia no son más que
productos del funcionamiento neuronal. Su conclusión: la “búsqueda científica del
alma” –un tema que casi nunca se menciona– no conduce a nada.
[472]
Glosario
49. The Population Bomb (La bomba demográfica), por P. R. Ehrlich( New York:
Ballantine, 1968). Uno de los primeros libros en hacer sonar una verdadera voz de
alarma sobre las inminentes consecuencias de la expansión demográfica. Ver
también la referencia 56.
54. Not in Our Genes (No está en nuestros genes), por R. C. Lewontin, S. Rose y L.
J. Kamin (New York: Pntheon Books, 1984). Apasionado ataque a la sociobiología,
que se basa en una sólida evidencia científica pero con un tono marcadamente
político, escrito por un genético estadounidense, un neurobiólogo inglés y un
psicólogo estadounidense.
55. The Dialectical Biologist (El biólogo dialéctico), por R. Levins y R. Lewontin
(Cambridge, MA: Harvard University Press, 1985). Aun más radical que el anterior,
este libro intenta revelar los ocultos sesgos sociales y políticos que se encuentran
detrás del enfoque científico convencional y “burgués”. Los autores no tienen reparo
en hacer pública su propia inclinación, que es abiertamente marxista. Una obra
maestra dialéctica, es posible que no convenza al no creyente, pero impone una
reflexión.
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CHRISTIAN DE DUVE
esposa Anna, lanza una alarma aún más urgente: “En 1968, el fusible se estaba
quemando; ahora la bomba demográfica ya estalló”.
57. Only One World, Our Own to Make and Keep (Sólo un mundo, el nuestro para
hacer y conservar), por G. Piel (New York: W. H. Freeman and Company, 1992).
Recuento sobrio y atiborrado de datos sobre los problemas de nuestro planeta,
hecho por un hombre que durante cuatro décadas fuera el editor de Scientific
American.
58. Earth in Balance (La Tierra en equilibrio), por Al Gore (Bostos, MA: Houghton
Mifflin Company, 1992). Senador en ese momento, el ahora Vice-Presidente Al Gore
cubre un terreno muy similar al de Piel, pero con un fervor más evangelista y menos
hechos concretos. Termina con un apasionado ruego político para que se establezca
un “Plan de ordenamiento global”, de inspiración ambiental.
59. Preparing for the Twenty-First Century (Preparándonos para el Siglo XXI), por
P. Kennedy (New York: Random House, 1993). Nuevamente diferente a los dos
anteriores, este libro considera nuestros apuros desde el punto de vista de un
economista, poniendo énfasis no solamente sobre asuntos globales sino también
sobre problemas específicos a cada gran área del mundo.
COMPLEJIDAD
60. Complexity, The Emerging Science at the Edge of Order and Chaos (La
complejidad, ciencia naciente al borde del orden y el caos), por M. M. Waldrop
(New York: Simon & Schuster, 1992).
61. Complexity, Life at the Edge of Chaos (Complejidad, la vida al borde del caos),
por R. Lewin (New York: Macmillan Publishing Company, 1992).
62. The Origins of Order, Self-Organization and Selection in Evolution (Los orígenes
del orden, la auto organización y la selección en la evolución), por S. A. Kauffman
(New York: Oxford University Press, 1993). En esta obra erudita, una de las estrellas
del Instituto Santa Fe hace un denso relato de sus intentos por modelar la tendencia
inherente de los sistemas complejos a organizarse a sí mismos bajos ciertas
condiciones críticas –toda vez que evolucionan “al borde del caos”–. Muestra
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Glosario
63. AI, The Tumultous History of the Search for Artificial Intelligence (IA, la
tumultuosa historia de la búsqueda de la Inteligencia Artificial), por D. Crvier (New
York: Basic Books, 1993)
FILOSOFÍA
64. Chance and Necessity (Azar y necesidad), por J. Monod, traducido por A.
Wainhouse (New York: Knopf, 1971). Edición original: Le Hasard et la Nécessité (Paris:
Editions du Seuil, 1970). En este libro, que causó grandes controversias al ser
publicado, un maestro de la biología moderna (quien murió en 1976) defiende un
enfoque existencialista estoico y románticamente desesperado de la condición
humana. Constituye lectura relativamente desactualizada pero todavía bella.
65. The Anthropic Cosmological Principle (El principio antrópico cosmológico), por
J. D. Barrow y F. J. Tipler (New York: Oxford University Press, 1986). En esta
inmensa obra, los autores recogen evidencia de la hisotira, filosofía, religión,
biología, física, astrofísica, cosmología, mecánica cuántica y bioquímica, en sustento
del concepto general, sobre el cual existen distintas formulaciones, de que el
universo está constituido como está, porque si no lo estuviera, no habría vida
inteligente mediante la cual el universo pudiera ser conocido.
66. Death of the Soul (Muerte del alma), por W. Barrett (Garden City, NY: Anchor
Press/Doubleday, 1986).
67. Science as Salvation (La ciencia como salvación), por M. Midgley (London and
New York: Routledge, 1992). Más o menos a mitad de camino entre tratado y
panfleto, este astuto libro escrito por un distinguido filósofo, busca colocar la ciencia
en su lugar. Expresa mucha de la desconfianza que la ciencia ha evocado durante los
últimos años, y como tal, debería ser leído por todo científico.
68. Disturbing the Universe (Perturbando el Universo), por F. Dyson (New York:
Harper & Row, 1979). En este entretenido y en gran medida autobiográfico recuento,
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CHRISTIAN DE DUVE
un físico utiliza su rica experiencia para reflexionar sobre una gran variedad de
problemas, incluyendo la función de la ciencia en la sociedad y el lugar de la vida y
la mente en el universo.
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