Acoso Callejero
Acoso Callejero
Acoso Callejero
Cambian los recorridos habituales para llegar a su casa, lugar de estudio o trabajo
por temor a encontrarse nuevamente con el o los agresores.
Cambian los horarios en que transita por el espacio público y buscan siempre
caminar acompañadas.
Modifican su modo de vestir, con el fin de desincentivar a potenciales acosadores. Si
bien esta medida puede disminuir la frecuencia del acoso, no es una solución, el
acoso no depende del tipo o la cantidad de ropa que se use, pues sigue ocurriendo
incluso cuando una persona ocupa ropa abrigada de invierno.
Cambiar los recorridos habituales por temor a reencontrarse con el o los agresores.
Modificar los horarios en que transita por el espacio público.
Preferir caminar en compañía de otra persona.
Modificar su modo de vestir buscando desincentivar el acoso.
“Me estaba quedando dormida en un tren, y sentí que algo rozaba mi brazo. Lo
descarté hasta que lo volví a sentir unos minutos después. Abrí los ojos y miré en el
espacio entre la ventana y mi asiento. En la brecha, vi el pie de un hombre forzado a
través del espacio, frotándolo arriba y abajo en mi brazo. Grité de horror y me quedé
helada por la conmoción. Cuando me giré para enfrentar al propietario, un hombre
de aspecto perfectamente normal saltó de su asiento y corrió por el carro. Nadie más
lo notó. “- Naomi
http://www.cop.es/colegiados/T-00921/acoso.pdf
Más allá de los síntomas mencionados, las víctimas de mobbing pueden padecer trastorno por
estrés postraumático (TEPT). Diversos estudios han señalado que entre las víctimas de acoso, la
probabilidad de padecer TEPT es elevada (Mikkelsen y Einarsen, 2002; Tehrani, 2004).
Basándose en observaciones clínicas, Leymann y Gustafsson (1996) encontraron que el TEPT
constituía el diagnóstico adecuado de aproximadamente el 90% de una muestra de 64 víctimas
de acoso.
En los últimos años se ha desarrollado un interés creciente por la importancia de los aspectos
cognitivos (creencias) en la respuesta al trauma (Ehlers y Clark, 2000; Foa y Riggs, 1995;
Janoff-Bulman, 1989). De acuerdo con el planteamiento de Janoff-Bulman (1992), los eventos
traumáticos atacan directamente el sistema cognitivo de los sujetos. Las creencias acerca de la
invulnerabilidad personal, la ilusión de control personal, la creencia en un mundo benevolente y
con significado nos proporcionan sensación de estabilidad y control.
La muestra del presente estudio está constituida por 366 participantes, divididos en dos grupos.
Un grupo de 183 víctimas de acoso psicológico en el trabajo. Son personas que han demandado
asistencia o ayuda a alguna asociación o plataforma contra el acoso. Siguiendo una definición de
acoso psicológico, todos se consideran víctimas de mobbing y cumplen los criterios temporales
que se tienen en cuenta para concebir una situación como mobbing: las conductas de acoso
deben tener lugar de manera frecuente (por lo menos una vez a la semana) y durante largo
tiempo (por lo menos seis meses) (Einarsen, 2000; Leymann, 1992). De la muestra de sujetos
acosados, el 54.1% señala estar en la situación de acoso desde hace más de dos años. Todos los
sujetos incluidos en este grupo habían estado expuestos a estrategias de acoso de forma
sistemática.
Y un grupo control, compuesto por 183 trabajadores. Ninguno de ellos se consideraba acosado ni
tenía relación con ninguna plataforma o asociación contra el acoso. Además, ninguno de ellos
informó haber padecido de forma frecuente ninguna de las conductas típicas de acoso, ni
cumplía ninguno de los criterios temporales expuestos.
Los resultados obtenidos en el presente estudio muestran que las víctimas de acoso psicológico
presentan una gran probabilidad de experimentar sintomatología de estrés postraumático. El
42,6% de las víctimas cumple los criterios diagnósticos del DSM-IV. Se hallaron diferencias
significativas con relación al género en todos los criterios diagnósticos del TEPT. Según los
resultados obtenidos, las mujeres tienen mayor probabilidad de padecer TEPT, el 49% de las
mujeres cumplen los criterios diagnósticos del TEPT frente al 35,3% de los hombres.
A un nivel conceptual, estos resultados son consistentes con el modelo cognitivo propuesto por
Janoff-Bulman (1989) sobre la psicología del trauma. Parece que la creencia en un mundo
benevolente y con significado, la ilusión de invulnerabilidad y control personal, la creencia en
que se puede confiar en los demás, la imagen y autoconcepto de las víctimas de acoso queda
severamente dañada, como consecuencia de la experiencia del acoso psicológico en el trabajo.
Por lo tanto, parece que muchas de las reacciones de las víctimas de acoso y en especial el
TEPT, podrían derivar no sólo del padecimiento del mobbing, sino también de la destrucción de
las creencias y concepciones básicas sobre el mundo.
Los hallazgos del presente estudio plantean importantes cuestiones prácticas. Nuestros
resultados ofrecen algunos datos que, probablemente, pueden ayudar tanto en el diagnóstico
como en el posterior tratamiento de las víctimas de acoso psicológico. Desde un punto de vista
terapéutico, un diagnóstico acertado, tanto de la dolencia como de los efectos inmediatos,
resulta crucial para una posible recuperación (Ravin y Boal, 1989). En este sentido, la
perspectiva desde la que se enfoca el presente trabajo parece bastante útil ya que se ha
comprobado que el tratamiento cognitivo-conductual es uno de los procedimientos más eficaces
para aliviar la sintomatología del TEPT (Báguena, 2001). Por otra parte, la evaluación del daño
que han sufrido las víctimas de mobbing también es muy relevante para poder tipificar los daños
a la hora de establecer una posible compensación o determinar una incapacidad laboral
(Echeburúa et al., 2002).
Este trabajo forma parte del trabajo de tesis doctoral de Alfredo Rodríguez Muñoz. El
informe completo de la investigación puede solicitarse a los autores en la siguiente
dirección: alfredo.rodriguez@uam.es
Cuenta que le tomaron dos fotos, una debajo del vestido en la que se le ven las nalgas y la
ropa interior y otra de cuerpo entero en la que se le ve el rostro. “La cámara estaba en el
zapato porque una es de abajo hacia arriba y se alcanza a ver la mano del que era mi novio
puesta en mi espalda. La otra me la tomó de frente. En la cuenta de Twitter donde
publicaron las imágenes, al 80% de las mujeres que fotografiaron no les muestran la cara, a
mí sí”.
Relata que se enteró de lo que le habían hecho casi tres meses después cuando un amigo la
llamó a contarle que estaba su foto en la cuenta de Twitter. “Sacaron una noticia hablando
de un ‘coge puntas’ en Barranquilla. Cuando entré a esa cuenta, llamada voyerista algo, vi
que habían fotos de niñas en el centro comercial Buena Vista, Portal del Prado, Portal de
Soledad. Incluso había fotos de las nalgas de mujeres vestidas con jeans. Cualquier mujer
vestida como fuera podía ser víctima de esto”.
Agrega que cuando se enteró sintió “mucha rabia y odio”. “No lloré, pero sentí mucho
rencor. Hablé con el editor de judiciales del periódico en el que trabajaba en ese momento y
me indicó lo que debía hacer. Fui a la Dijín a poner el denuncio y conté todo. Me dijeron
que había sido la única mujer que había ido a denunciar, de todas las que salían ahí”.
Las autoridades le informaron a Jiménez que ese era un proceso largo porque debían hacer
una solicitud a Twitter para acceder a la cuenta y a las publicaciones. “Asumí que el
proceso quedó así por la misma dificultad que plantearon ellos para obtener la información.
Ya pasó un año desde que hice la denuncia”.
El hecho de que Jiménez no se quedó callada e informó a las autoridades lo que le había
ocurrido obedece a que cree en la igualdad de género. “Pienso que yo debería salir tranquila
a tomarme unas cervezas con mis amigas igual que lo hacen los hombres y que eso no
debería representar nada. Me molesta que las mujeres no hablen porque este tipo de acoso
sexual, como el que me hicieron a mí, es lo mismo como si me golpeara un hombre. Yo no
me podía quedar callada”.
“Vivimos en una sociedad en la que si un hombre te dice algo obsceno en la calle, uno debe
hacer como si no escuchara y seguir. Esta es una sociedad supremamente machista, pero si
evidenciamos este tipo de situaciones podemos ir cambiando esta cultura”, señala.
Upskirting es cuando le toman fotos a una mujer debajo de la falda sin su consentimiento.
La semana pasada, Gina Martin, una joven británica, denunció que el 8 de julio había sido
víctima del mismo delito del cual fue Andrea Jiménez. Le tomaron una foto en su
entrepierna sin su autorización mientras estaba en un festival de música en Hyde Park en
Londres. Ella se dio cuenta después de que uno de los hombres, que le había ofrecido papas
fritas previamente, tenía en su celular una imagen de su zona íntima. Lo retó, le quitó el
teléfono y corrió a pedir ayuda a los oficiales que se encontraban en el sitio.
“La OMS tipifica el acoso sexual callejero como una microviolencia. Antes no se tenía
noción de que esto fuera así, sin embargo, esta entidad dijo que de alguna manera comienza
a afectar los comportamientos de la mujer en espacios públicos”, indica Roxanna Osorio
Rincón, una comunicadora social y periodista que hizo su tesis de maestría sobre cómo las
nuevas tecnologías visibilizan la problemática del acoso sexual callejero en Barranquilla.
Según su investigación, hay distintas formas en las que se evidencia este tipo de violencia
sexual. “El acoso sexual callejero es un conjunto de prácticas cotidianas de tipo sexual,
tales como piropos, silbidos, frases obscenas, miradas lascivas, gestos, sonidos de besos,
masturbación pública, exhibicionismo, ocurridas en espacio público a las que se encuentran
expuestos los ciudadanos (…)”.
Con base en este planteamiento, EL HERALDO realizó una encuesta a mujeres de distintas
edades y al preguntarles ¿qué sienten cuando un hombre les dice un piropo vulgar en la
calle?, respondieron en su mayoría con palabras como: rabia, molestia, impotencia, asco,
odio, indignación, incomodidad, susto y vulnerabilidad.
“Me siento muy ofendida cuando paso por un lugar y un hombre me dice algo desagradable
respecto a mi físico, incluso me han dicho cosas sobre mis partes íntimas. Es desagradable
y lo hace sentir a uno como si no valiera nada. Como si lo pisotearan”, dice Gabriela, una
estilista de que trabaja en un salón de belleza.
María Amarís, doctora en sicología y especialista en violencia de género contra las mujeres
en entornos sociales y familiares, indica que este tipo de comportamientos, los cuales
“asumimos como normales”, se deben a pertenecer a una cultura machista en la que existe
una relación de dominación y sumisión entre hombres y mujeres.
“Estos casos, en los que somos víctimas de acosos en las calles con piropos humillantes que
nos hacen sentir vulnerables y denigradas como mujeres, responden a la dominancia social.
Esto se da cuando desde pequeños a los niños se les permite que sean agresivos, que digan
palabras soeces y que sean bruscos, en cambio a las niñas se les dice que deben ser
delicadas y moderar su comportamiento”.
“No es que la mujer deje de ser delicada, sino que adquiramos conciencia de lo que implica
la equidad e igualdad de género. Cuando en los procesos de educación familiar las mismas
mamás dicen: “Mi marido me colabora”, hay que saber que ellos no colaboran, sino que
participan en la construcción del hogar. El lenguaje juega mucho. En el ambiente esa mujer
que empieza a defenderse se le señala de feminista y eso no es necesariamente que lo sea,
sino que exige que sus derechos sean respetados”, agrega Amarís.
“Una mujer no debe sentirse culpable por ser víctima de cualquier tipo de violencia sexual.
Hay que denunciar para hacer valer los derechos que tenemos como personas,
independientemente del género. Es difícil superar las situaciones, pero con el ejemplo
enseñamos poco a poco que debemos cambiar el estigma de la sociedad. Nadie tiene
derecho a maltratarnos como seres humanos”, concluye.
Acoso sexual en el Sistema de Transporte Masivo
En lo que va del año se han reportado tres casos de violencia sexual en el Transmetro,
según indicó Ruby Rubio, subgerente de comunicaciones y atención al cliente del Sistema
de Transporte Masivo.
“Los acosadores aprovechan cualquier lugar y a personas desprevenidas para hacer de las
suyas. En Barranquilla somos muy solidarios y reaccionamos rápido a los acosos. Ya la
gente sabe qué hacer: avisar al operador o al policía que esté en la estación para que
proceda la captura y la posterior denunicia para la judicialización”, añade.
https://www.ocac.cl/testimonios-2/
https://www.youtube.com/watch?v=uxc-qR7sxoU
http://www.upsocl.com/mundo/12-historias-de-acoso-que-te-pondran-los-pelos-de-punta-esto-
sufren-las-mujeres-diariamente/
https://dosisdepecas.wordpress.com/2016/01/07/6-testimonios-de-acoso-sexual-que-te-
dejaran-perplejo/
Estrés agudo
El estrés agudo es la forma de estrés más común. Surge de las exigencias y
presiones del pasado reciente y las exigencias y presiones anticipadas del futuro
cercano. El estrés agudo es emocionante y fascinante en pequeñas dosis, pero
cuando es demasiado resulta agotador. Una bajada rápida por una pendiente de
esquí difícil, por ejemplo, es estimulante temprano por la mañana. La misma
bajada al final del día resulta agotadora y desgastante. Esquiar más allá de sus
límites puede derivar en caídas y fracturas de huesos. Del mismo modo, exagerar
con el estrés a corto plazo puede derivar en agonía psicológica, dolores de cabeza
tensiónales, malestar estomacal y otros síntomas.
Afortunadamente, la mayoría de las personas reconocen los síntomas de estrés
agudo. Es una lista de lo que ha ido mal en sus vidas: el accidente automovilístico
que abolló el parachoques, la pérdida de un contrato importante, un plazo de
entrega que deben cumplir, los problemas ocasionales de su hijo en la escuela, y
demás.
Dado que es a corto plazo, el estrés agudo no tiene tiempo suficiente para causar
los daños importantes asociados con el estrés a largo plazo. Los síntomas más
comunes son:
Agonía emocional: una combinación de enojo o irritabilidad, ansiedad y depresión,
las tres emociones del estrés.
Problemas musculares que incluyen dolores de cabeza tensos, dolor de espalda,
dolor en la mandíbula y las tensiones musculares que derivan en desgarro
muscular y problemas en tendones y ligamentos;
Problemas estomacales e intestinales como acidez, flatulencia, diarrea,
estreñimiento y síndrome de intestino irritable;
Sobreexcitación pasajera que deriva en elevación de la presión sanguínea, ritmo
cardíaco acelerado, transpiración de las palmas de las manos, palpitaciones,
mareos, migrañas, manos o pies fríos, dificultad para respirar, y dolor en el pecho.
El estrés agudo puede presentarse en la vida de cualquiera, y es muy tratable y
manejable.