La Construccion en La Prehistoria
La Construccion en La Prehistoria
La Construccion en La Prehistoria
Son las primeras estructuras rudimentarias creadas por el hombre, y gracias a ellas conocemos los
primeros elementos utilizados para su construcción. Las construcciones arquitectónicas de la
prehistoria se estudian a partir de 3 períodos de la evolución del hombre que componen en lo que
se llama la Edad del Piedra: el paleolítico, el neolítico y el mesolítico.
El es el periodo más antiguo de los periodos prehistóricos, que se caracteriza por la fabricación y
utilización de herramientas de piedra tallada, la práctica de la depredación (caza, pesca y
recolección) el nomadismo y la aparición de las primeras manifestaciones artísticas, como son las
pinturas rupestres y las esculturas de piedra o hueso. El hombre vivía en cuevas y era nómade. No
hay vestigios de construcciones creadas por el hombre del paleolítico.
Hoy en día se define el Neolítico precisamente en razón del conocimiento y uso de la agricultura o
de la ganadería. Cuando un grupo humano llegaba a una zona rica en caza o en vegetación
comestible, establecían campamentos temporales hasta agotar los recursos, pero algunos se
hallaban en tierras especialmente fértiles, de modo que poco a poco fueron surgiendo
campamentos estables o poblados dedicados a la caza y la recolección. Así fue como el hombre se
hizo sedentario. La arquitectura neolítica eran monolitos de piedra y viviendas hechas con barro y
vegetación.
La actividad constructiva del hombre, una de las manifestaciones humanas con las que ha
quedado una mayor huella de su ingenio, comenzó ya en la Prehistoria, la etapa del desarrollo de
la Humanidad en la que el Hombre desconocía aún la escritura. Es una faceta del hombre
prehistórico poco trabajada, de tradición historiográfica muy corta, que comienza a afianzarse en
la segunda mitad del siglo XX. Habitualmente, estas construcciones se estudian siguiendo un
método estratigráfico (para obtener cronologías relativas) y puntualmente empleando técnicas de
dataciones más avanzadas como el Carbono 14 en restos orgánicos o la termoluminiscencia en
cerámica cocida.
A. Construcciones megalíticas:
Los estudios sobre las construcciones megalíticas son tardíos. Hasta el siglo XIX, las únicas
explicaciones aportadas eran las fantásticas historias populares, de base mitológica, generalmente
combatidas por la Iglesia, o bien de historiadores que las atribuían a civilizaciones antiguas, como
la romana o la egipcia. En el año1849 Helbert acuñó el término megalito, recurriendo a la
etimología griega (mega, grande y lithos, piedra), para aplicarlo a las construcciones funerarias
hechas con grandes piedras que en esas fechas comenzaban a interesar a los científicos.
Una de las cuestiones que, desde el siglo pasado, ha suscitado mayor interés sobre las
construcciones megalíticas ha sido el procedimiento de transporte y erección de estos grandes
bloques, en especial por el asombro ante la evidencia de que llegaron a efectuarse traslados desde
grandes distancias (por ejemplo, en el crómlech de Stonehenge incluso de 130 km.). Las diferentes
hipótesis están basadas en la pura lógica, en la suposición o en conclusiones deducidas de
recientes operaciones de transporte y erección de bloques megalíticos por pueblos de cultura
poco avanzada (en India, Indonesia y Madagascar).
Transporte
El primero en plantear esta cuestión fue Auguste Choisy, para quien –sin emplear
mecanismos anexos (ni siquiera cuerdas)- el bloque se hacía resbalar por un plano
inclinado humedecido para disminuir la fricción; si el terreno no tenía bastante
pendiente, el bloque debía ser elevado antes, haciendo palanca en sus extremos y
abatiéndolo para después elevar por el terraplén los puntos de apoyo de estas
palancas.
La lógica deductiva, la comparación con los métodos egipcios (muy similares a los
neolíticos) y algunos experimentos recientes permiten hoy afirmar que los bloques
se transportarían, incluso centenares de kilómetros, por medio de cuerdas de fibra
vegetal, bien aseguradas, participando en ello toda la población (incluso mujeres y
niños) y que el deslizamiento del bloque se facilitaría colocando sobre el plano
inclinado humedecido unos travesaños móvil eso rodillos de madera. Aunque
algunos indican que una vez extraído el bloque se colocaría sobre un caballete o
trineo de madera, no hay certeza de su uso hasta época egipcia.
Elevación
Parece que el procedimiento utilizado para erguir las piedras fue similar al que
siglos más tarde recurrieron los egipcios para los obeliscos. Según Choisy, tras
colocar un pivote de madera bajo la piedra (por sus dimensiones, debía ser un
tronco), el terraplén progresivamente se iría socavando, para que, por su propio
peso, el bloque se balanceara y alcanzara la vertical, evitando que la sobrepasara
mediante un apeo monolítico. Aunque su planteamiento también hoy es
aceptado, se considera que como en el transporte, la superficie debía estar
humedecida para facilitar la elevación y, en especial, se emplearían elementos
auxiliares como cuerdas y puntales de madera para evitar que la piedra
sobrepasara la verticalidad, y plataformas de elevación de los dinteles
constituyentes de los trilitos.
Para transportar y erguir estas grandes piedras sería necesario mucho tiempo y
una mano de obra, numerosa, disciplinada y controlada por una autoridad,
tratándose por tanto no de pueblos semisalvajes sino de auténticas sociedades
nacientes. En ocasiones, según Choisy, debió de recurrirse a la fuerza de dos mil
hombres, o en su lugar, de unos trescientos bueyes, lo que implicaría la
colaboración de distintos poblados. Así se ha demostrado en algunas
reconstrucciones de traslados de grandes bloques efectuadas (por ejemplo,
en1979, en Bougon, Francia).
En agosto de 1979 se intentó desplazar un bloque de caliza de 32 Tm mediante los recursos que se supone
debieron de poseer los constructores de los túmulos de Bougon (IV milenio a.C.). La operación fue dirigida por el
arqueólogo Jean-Pierre Mohen. Necesitó el esfuerzo de 200 personas accionando tres grandes palancas
(troncos de madera) y haciendo desplazar el bloque sobre raíles de madera paralelos.
Tipologías
Los monumentos megalíticos se clasifican en dos grandes grupos, ambos con denominación
bretona: menhires y dólmenes.
1. El menhir :
Alineamiento de Carnac
En Gran Bretaña e Irlanda los menhires se agrupan en cromlech, una tipología de planta curvilínea,
que la mayoría de los estudiosos, por estar ubicados en claros artificiales en el bosque, consideran
espacios para asambleas comunales, mientras desde los años cuarenta un grupo de científicos,
entre ellos Hawkins y Thom (defensores de la Arqueo astronomía) los consideran observatorios
astronómicos, vinculados al culto solar; por ejemplo, defienden que el eje del cromlech más
importante y conocido, el de Stonehenge (Salisbury, Gran Bretaña), símbolo del Megalitismo en
Occidente, se orienta hacia el punto por donde sale el sol el día más largo del año, es decir, en el
solsticio de verano.
Cromlech de Stonehenge
Este cromlech es una obra clave en la Historia de la Construcción prehistórica por diversas
razones: las complejas operaciones de transporte que su construcción debió implicar (dadas las
dimensiones de los bloques y su procedencia, incluso desde 30 km.de distancia), los avanzados
procedimientos de ensamblaje de las piedras (con dinteles que encajan con pernos y mechas o
entalladuras de hasta 23 cm.), y la perfecta talla de las paredes (con repicados, efectos de éntasis,
curvatura de los arquitrabes,...).
2. El dolmen
El dolmen, cuya etimología proviene de los vocablos bretones dol y men, que
significan mesa y piedra, respectivamente) es una construcción funeraria que se
compone, al menos, de una cámara funeraria -para incineración o inhumación- de
planta circular, rectangular o poligonal, habitual durante el Neolítico y la Edad de
los Metales en la Europa Atlántica, abundando de un modo especial en Bretaña,
Suecia, España, Portugal, Gran Bretaña e Irlanda y el Norte de Alemania. La mayor
construcción funeraria del Megalitismo europeo es el dolmen de Newgrange
(Maeth, Irlanda).Los dólmenes pueden llegar a ser muy diferentes entre sí en
función a tres cuestiones: la construcción de sus paramentos, los elementos de su
planta y los sistemas de cubierta. Pero, con independencia de su tipología y de sus
características particulares, el proceso constructivo de un dolmen sigue las
siguientes fases, de las que las cinco primeras corresponden a una excavación en
mina:
Mientras algunos dólmenes se realizaron mediante grandes ortostatos(es decir, piedras informes
de gran tamaño en disposición vertical), otros se construyeron con mampuestos (en unos casos
con muros en seco es decir de mampostería a hueso, y en otros con un mortero de barro).
Grandes ortostatos componen los muros de la cueva de Menga (Antequera, Málaga, de piedra
calcárea de caras bien alisadas), del dolmen de Soto (Trigueros, Huelva, de granito, arenisca y
pizarra, algunos con signos grabados), mientras en otros dólmenes se recurrió a la mampostería,
por ejemplo en La Pastora (Valencina de la Concepción, Sevilla) donde lascas de pizarra se
trabaron con un mortero de barro.
Los elementos de su planta
En función a los elementos que constituyen su planta, se distinguen tres tipos de dólmenes:
simples o de cámara, de corredor y de galería.
El dolmen simple o de cámara es una pequeña cista megalítica, abierta directamente al exterior.
Son los más numerosos, quedando entre 40.000 a 50.000 ejemplares. Al principio se pensó que
estaban cubiertos por un túmulo de tierra (caim), a veces delimitado por tierra; hoy se consideran
que también podían aparecer exentas.
El sistema de cubierta
Los dólmenes pueden cubrirse con losa plana o con falsa bóveda por superposición de
mampuestos), sin que exista una correspondencia obligada entre el material de los paramentos y
el método empleado; si bien pueden ser coetáneos, parecen seguir una cierta línea evolutiva, ya
que los dólmenes de falsa bóveda (tholos) aparecieron en el Calcolítico, aunque en este período se
simultanearon con el primero. Con independencia del procedimiento empleado, la cubierta se
coronaba con un montículo artificial (el caim). Sólo excepcionalmente no aparecía; así, los
megalitos baleáricos, habitualmente de corredor, solían carecer de él. A veces, en respuesta a las
exigencias mecánicas generadas por las dimensiones del caim, se evitaba el corrimiento de tierras
colocando en su interior círculos concéntricos de piedras y una línea de piedras contorneándolo
que haría las veces de muro de contención durante su construcción (por ejemplo, los megalitos
baleáricos, en contraprestación a la carencia del caim, están rodeados por un muro).
Precisamente, los túmulos de aquellos dólmenes carentes de estas piedras, han sufrido las
consecuencias de la erosión a lo largo del tiempo e incluso del vandalismo humano, por lo que, en
ocasiones, hay que recurrir a testimonios gráficos para conocer si alguna vez llegaron a estar
cubiertos.
Los dólmenes de cubierta en losa plana se construían con una o dos losas a veces y
en ocasiones soportadas por algún pilar o más de uno; por ejemplo, mientras la
cubierta de la Cueva de Menga consta de cuatro grandes losas sobre tres pilares
monolíticos exentos que tal vez fueron colocados allí posteriormente, la del
dolmen de Soto (hoy perdida y sustituida por una enorme losa de hormigón
armado) era monolítica.
Cámara de Matarrubilla
Desde principios del segundo milenio, diferentes culturas levantaron edificaciones ciclópeas
realizadas con piedras, aunque irregulares, cuidadosamente trabajadas y colocadas enhiladas. Así
por ejemplo, los micénicos en el Peloponeso, los sardos en Cerdeña, o los habitantes de las Islas
Baleares. Incluso se realizaron construcciones ciclópeas en época avanzada, como las incas
durante finales del primer milenio de nuestra era y la primera mitad del segundo. Las edificaciones
ciclópeas, por tanto posteriores a las megalíticas, implican un avance constructivo en relación a
ellas por lo que se refiere al trabajo de la piedra. El calificativo ciclópeo fue acuñado en el siglo V
a.C. por Pausanias (Libro X, cap. XV, 8), quien al contemplar las construcciones de sus
predecesores micénicos o heládicos, explicaba su transporte argumentando que, por sus
proporciones, sólo los cíclopes de la mitología griega, habrían sido capaces de realizarlas:"La
muralla, que es lo único que de las ruinas queda, es obra de los cíclopes y está hecha de piedras
sin labrar, de un tamaño tal que no podría remover de su sitio ni la más pequeña una pareja de
mulos. En tiempos pasados piedras más pequeñas fueron colocadas en los resquicios existentes
entre ellas, con el fin de ensamblarlas cuanto fuera posible". En estas páginas, por razones de
proximidad geográfica y porque corresponden aún a la fase prehistórica, objeto de este estudio,
nos centraremos en las construcciones de la Edad de los Metales (la "cultura talayótica”,) de las
dos islas mayores del archipiélago balear (Mallorca y Menorca) que se conoce como la Edad del
Bronce si bien en realidad abarcan incluso la Edad del Hierro. Aunque éstas guardan ciertas
similitudes estructurales con otras construcciones coetáneas de la época, especialmente de
Córcega y Cerdeña, presentan unas características peculiares. Así, el material de construcción
habitual es la piedra caliza de local, siguiendo las técnicas de extracción y trabajo ya conocidas y
los mismos métodos de transporte, aunque probablemente recurriendo a cuerdas confeccionadas
con fibra de palmito, tan abundante en el archipiélago. Las fábricas se realizaban con grandes
piezas ocupando todo el espesor del muro (bloques irregulares o lajas en vertical) o bien mediante
un doble muro, es decir, dos hojas de bloques regulares (de labra variable, en ocasiones mejor
tallados que en otras) con un relleno interior de cascotes y barro, un procedimiento éste que no es
exclusivo de esta cultura ni es en ella cuando se inicia, habiendo sido –por ejemplo utilizado en el
complejo fortificado del poblado de Los Millares (Santa Fe de Mondújar, Almería)durante los
milenios tercero y segundo a.C. Dos de las tipologías talaóticas corresponden a ambas islas
(Talayots y navetas) si bien las otras (taulas y salas hipóstilas) son exclusivas de Menorca. Las más
importantes son los talayots, las taulas y las navetas.
Está formada por dos grandes bloques, más o menos paralelográmicos, de dimensión
variable, tallados en la roca caliza propia de la isla de Menorca, uno en posición vertical,
empotrado en el suelo o apoyado directamente sobre él, que constituye el soporte del
monumento, y que a veces presenta un resalte vertical en el centro, y uno horizontal
sobre él (de 1 m. a 4 de longitud y 1 a 2 m. de anchura). Por su semejanza a una enorme
mesa de pie central, se le aplicó la nomenclatura popular en lengua catalana (taula, mesa).
La más conocida es la de Talatí de Dalt (Mahón, Menorca), de 3´4 m. de altura. Alrededor
de ella, se construye un recinto en planta de herradura, con el lado frontal principal recto
y el resto en ábside, de doble paramento y reforzada su a parte superior (de madera) por
unos monolitos. Parece que eran recintos sacros, vinculadas a ritos o sacrificios,
debatiéndose si eran al aire libre o llegaron a estar cubiertos.
Las navetas
Son edificios funerarios de carácter colectivo con las paredes en talud (reciben su nombre
por asemejarse a naves invertidas) de aparejo regular y con una cámara interior, a la que
se accede por una pequeñas puerta, cubierta por falsa bóveda -a veces sobre pilares-.
Parece que se rodeaba de un espacio circular como en Menorca. El ejemplo más conocido
es la naveta de Els Tudons en Menorca.
Interior de una naveta
C. Construcciones domésticas:
Para resumir o compilar cómo fueron las construcciones domésticas en la Prehistoria, la dificultad
es doble, pues a la frecuente superposición de poblados y estratos de los poblados, hay que unir
que no se pueden ofrecer datos globales ya que los materiales y procedimientos empleados
fueron muy diferentes en función de cada cultura o pueblo, dependiendo, entre otros factores, de
sus modos de vida, el clima del lugar o el utillaje existente. En cualquier caso, resulta obligado
distinguir a grandes rasgos las características de las primeras viviendas paleolíticas, en sus diversas
manifestaciones, de las edificadas a partir del Neolítico, partiendo de una clasificación material.
Resulta imposibilidad generalizar cómo eran las viviendas neolíticas, no sólo su disposición en
planta (que además en algunas zonas estaban rehundidas en el suelo), sino también por los
materiales utilizados. En cualquier caso, con frecuencia se repiten una serie de elementos: el suelo
apisonado, con arcilla batida (el pavimento pétreo es ocasional); la presencia de un hogar, central
o lateral y la existencia de una cubierta bardada. Las cubiertas bardadas son unas cubiertas de
breve duración, realizadas por materiales perecederos de carácter vegetal (breñas, hierbas,
helechos, brezos, paja picada u otros) e incluso boñiga, en ocasiones dispuestos sobre una
estructura de apoyo.
Precisamente por su carácter efímero no se tiene certeza de los métodos utilizados, que sin
embargo pueden deducirse de los actuales, siendo probable que ya desde esta época existieran
los tres procedimientos básicos, tan diferentes en estilo y acabado, que hoy existen: la barda
simple (sujetada con cuerdas cimbreadas, traviesas de madera o varillas), la barda sobre
pértigas(apoyada sobre pértigas transversales y pasando de los aleros al caballete del tejado) y la
barda de caballete (fijada por una cuerda trenzada a lo largo del caballete del tejado).En general,
la arcilla fue el material más extendido en la construcción doméstica neolítica, quizás porque los
poblados solían emplazarse en las proximidades de los cauces fluviales. En zonas húmedas y
boscosas la madera la suplantó a la arcilla. Mientras la piedra resultó habitual en la construcción
funeraria y defensiva desde el Calcolítico, su empleo en la edificación doméstica supondrá un
estado más avanzado.
Viviendas de arcilla
La arcilla, en sus diversas manifestaciones (barro apisonado, adobe y ladrillo) fue uno de los
primeros materiales de construcción empleados por el hombre en sus viviendas, constituyendo-en
algunos casos- el de uso casi exclusivo; incluso hoy, son muchas las partes del mundo en que sólo
se construyen edificaciones en barro. Desde el Neolítico se tuvo conciencia de que la durabilidad
de la fábrica dependía de la compacidad de la mezcla, por lo que se incorporaron a la masa de
arcilla a agua productos vegetales (paja picada o hierba). Con ello, además de dar más consistencia
al barro, se conseguía favorecer la evaporización de la humedad y distribuir mejor las grietas del
muro. La utilización de la arcilla de un modo u otro respondía a un proceso evolutivo que pasaba
por los tres estadios siguientes: barro apisonado, adobe y ladrillo.
El barro apisonado
En las primeras viviendas, se utilizó barro apisonado cuando no se conocía el adobe. Uno de los
ejemplos de poblados con viviendas de barro apisonado más antiguo conocido es el de Hassunna,
en cuyas viviendas se observan dos importantes novedades que habrían de perdurar a lo largo de
la Historia de la Construcción: una, los basamentos pétreos para aislar las fábricas de la humedad
por capilaridad(intentando evitar los problemas de contracción y agrietamiento de las fábricas) y
otra, el refuerzo de los muros mediante sistemas apilastrados (solución que aparece en el patio
interior de distribución de las habitaciones).
Ya en época prehistórica debieron utilizarse los encofrados, si bien no se tiene constancia escrita
hasta época íbera, como invención peninsular; a la que se refiere Plinio (Caius Plinius Secundus), el
gran escritor latino del siglo I, cuando habla de las paredes de molde parie tes formaeci, realizadas
con barro entre dos superficies de tablas: "¿No hay en África e Hispania paredes de barro a las que
llaman "de molde" (formacei) porque se levantan más que construyéndolas, vaciándolas sobre
dos tablas? Estas paredes duran siglos porque son inmunes a la lluvia, al viento, al fuego y son más
fuertes que cualquier cemento". En Hispania están aún a la vista las atalayas de Aníbal y las torres
de barro construidas en lo alto de las montañas". (Plinio, Historia Natural, XXXV, 169)
Por tanto, se encuentran aquí los precedentes de técnica del tapial, que utilizaría material de
construcción de muy variada composición (tierra apisonada, barro, mortero de cal, arena e incluso
mampuestos trabados con mortero de cal o barro) entre encofrados (cajones desmontables,
denominados horma en latín y lu en árabe).
El adobe
Ya en el primer Neolítico, se comenzó a utilizar el adobe sin duda para intentar solventar los
problemas de solidez que presentaba el barro apisonado, debido al lento secado de la masa y a la
consiguiente contracción y agrietamiento. Para reforzar las construcciones de adobe se utilizaron
dos métodos.
El primero, un simple aumento en el espesor del muro, siendo el poblado de Hacilar el poblado
más antiguo en el que se ha constatado. En él, los muros de las viviendas, sobre un piso de piedra,
tenían un espesor de un metro, siendo la parte superior más ligera.
Viviendas de piedra
Viviendas de caña
Durante la Prehistoria, y aún hoy, la caña y la paja se emplearon para reforzar techumbres planas,
pisos y cielos rasos y para bardar edificios pero también constituyendo la misma edificación. Se
tiene constancia del uso de la caña reforzando capas de arcilla en las cubiertas desde el siglo XVIII
a.C. Así, en las casas de la Hélade (Eutresis, 1.700 a.C., fig. 31 a), donde la arcilla reforzada con las
cañas se colocaba sobre la estructura –de maderos sobre las vigas maestras estrechamente
espaciados-. Esta solución sigue empleándose hoy en día, por ejemplo en diversos puntos del
Próximo Oriente, como Persia. La caña se empleó también en la construcción de los muros
constituyendo la estructura del edificio, y recurriendo a un revestimiento de estera o arcilla; así,
desde época neolítica en zonas de marisma debieron utilizarse estructuras de cañas enlazadas por
juncos y cubiertas con una superestructura de esteras tejidas. Así eran los zarifesen Mesopotamia,
viviendas similares a los establos que se representan en algunos sellos protodinásticos
mesopotámicos. Actualmente, en las marismas del Sur de Irak, las casas se sustentan por haces de
caña (de 96 a 6 m.)Los entramados de caña también debieron utilizarse desde el Neolítico,
conformado los paramentos con barro. Aún hoy se utiliza este sistema en las viviendas del Chad,
en África, peculiarmente cónicas y con peldaños para trepar para acceder desde arriba.
La madera, además de para reforzar muros de arcilla, se empleó como material básico de
construcción, tanto en chozas como en palafitos, dos tipologías que guardan evidentes diferencias
constructivas en respuesta a los condicionantes del medio en el que fueron edificadas. Este
material se trabajaba con herramientas de piedra, madera y de metal a partir de la Edad del
Cobre.
Los palafitos
Los palafitos son cabañas de madera construidas sobre una plataforma sostenida
por pilotes de madera, agrupadas en poblados emplazados en las orillas de un
lago, pantano oturbera, en lugares anegables (con bancos de arena y cañaverales
de escasa vegetación) incluso en aguas poco profundas. En la Prehistoria debieron
ser muy comunes en la región pre alpina de Europa Central, rica en lagos y
pantanos (Italia, Francia, Austria, Suiza, Alemania, Gran Bretaña, Suecia, Bohemia
y Galitzia, donde se dice se emplazaría la civilización de los palafitos), desde los
comienzos del período Neolítico (hacia el 5.000 a.C.) hasta aproximadamente el
1.900 a.C., es decir, principios de la Edad del Hierro. Sería en el Neolítico reciente
el momento de su mayor desarrollo. Los primeros palafitos prehistóricos se
descubrieron casualmente en 1854 pasada en Suiza, en el lago de Zúrich. De la
Prehistoria arranca pues esta tipología que hoy perdura en algunas zonas como la
Polinesia, las islas Célebes, Nueva Guinea,... Sus características y elementos
fundamentales se recogen en el primer testimonio escrito que lo refiere, el libro V
(capítulo XVI) del texto de Herodoto, del siglo V a.C. que describía un poblado
junto al lago Praxias:"Las casas de los habitantes del lago están construidas sobre
el agua, en una plataforma que se apoya en altos palos, unida a tierra por una
pasarela. Antiguamente, toda la tribu se ocupaba de fijar la base de las viviendas.
Pero más tarde se fijó una ley según la cual toda mujer debe procurarse tres palos
en el Monte Obertos y clavarlos en el fondo del lago. Todos tienen varias mujeres
y con ellas viven en las cabañas que construyen sobre las plataformas". Constaban
de una pasarela unida a tierra firme mediante puentes y situada tras una
empalizada con torres de observación y una plataforma sobre la que se alza la
habitación.
El sistema constructivo es muy simple: cimentación de hinca, mediante rollizos o
estacas de hasta10 m. de longitud, clavados verticalmente en la superficie. La
mitad de su longitud debía quedar enterrada, pudiéndose acortar (incluso a 1,5
m.) si se reforzaban en el contacto con el lecho, al hacerlos atravesar
perpendicularmente una o varias capas de gruesos troncos en él colocados
mediante vigas transversales y de apoyo realizadas como soportes-horquilla.
Pasarelas y puentes
Una de las actividades constructivas posteriores a la Revolución Neolítica fue la realización de
pasarelas primero y puentes después, para cruzar ríos, lagos y barrancos.
A pesar de que hacia el segundo milenio a.C. para cruzar ríos y lagos se prefería
recurrir al vado en vez de construir pasos artificiales, cuando no fue así existieron
tres tipos de puentes en función a la técnica de construcción empleada: los
puentes de vigas, los de ménsulas y los pontones.
Los puentes de vigas levantadas sobre pilares siempre de piedra podían vencer
cursos más amplios.
Los puentes de ménsulas se construían haciendo sobresalir madera y piedra desde
ambas orillas y con un contrapeso adecuado, uniéndose ambas partes en su
encuentro. Construidos en madera, existieron en China; de piedra, aunque con
pequeñas luces han aparecido en Micenas y Epidauro, originando las ménsulas
falsas bóvedas. Los pontones se realizaban con pellejos hinchados y atados entre
sí flotando en el agua, sobre los cuales se colocaban tablones que permitieran el
paso. Este tipo de puente se utilizaría incluso en época histórica; por ejemplo,
fueron muy frecuentes en Mesopotamia e incluso serán el punto de partida de los
posteriores puentes de barcas móviles a los que, con carácter militar, recurrieron
otras culturas como la romana y la árabe.
Con el Neolítico aparecen las primeras carreteras de la Humanidad. La más antigua conocida es la
Pista de Sweet, en unas turberas al SE de Inglaterra (Shapwick Heath, en Somerset Levels); se han
hallado otros caminos en madera más recientes (2.500-3.000 a.C.) y caminos de piedra(por
ejemplo en Malta).
La pista de Sweet, de gran longitud (1800 m.), unía dos islas situadas al Norte de los montes
Polden, atravesando un valle agrícola. En 1970, cuando se encontró, su conservación era buena
porque, al convertirse el valle en una ciénaga salobre, la turba conservó la humedad de la madera,
impidiendo el desarrollo de bacterias y hongos. Las largas tablas de la superficie apoyaban en unas
parejas de clavijas en cruz de San Andrés, distanciadas 1 m. entre sí, y cuyos vértices inferiores
descansaba en unos raíles. La pasarela, elevada un metro sobre la ciénaga, se conformó con
tablones en V, encajados mediante muescas a las clavijas. Las maderas empleadas (de avellanos,
fresnos, abedules, robles y olmos) se cortaron de diferente modo según la dimensión de los
troncos: radialmente para obtener largos tablones (de 20 a 45cm.) de los árboles más viejos, y
tangencialmente en los más jóvenes.
Acequias
La Pista de Sweet