La Dama de Las Camelias
La Dama de Las Camelias
La Dama de Las Camelias
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LA TRAVIATA.
POR
D. f. f. Garrasco.
3.°
EDICION FECIDNIICA.
—pe=—
BARCELONA.
mºmeNTA nie n. Estrvill,
calle del Conde del Asalto n.0 65.
Es propiedad del editor.
LADAMA DE LAS CAMELIAS
I.
Manon humillada,
áMargarita.
A continuacion estaba firmado
Armando Duval.
3
- 34 —
Poco despues se detuvo y dijo :
—Aquí es.
En efecto , presentóseme á la vista un cuadro
de flores , que nadie tomaria por una tumba , á
no ser una lápida de mármol en la que se veia
escrito el nombre de la joven. Esta lápida es
taba colocada recta y un enverjado de hierro
encerraba el espacio comprado para la sepul
tura: este terreno estaba cubierto de Camelias
blancas.
—Qué os parece esto ?-me preguntó el jardi
nero.
—Es muy lindo.
. —Tengo órden de renovar cada Camelia que
se marchita. ..
—Quién os ha dado la órden ?
—Un caballero joven que lloró mucho la pri
mera vez que vino : un antiguo amigo de la di
funta, sin duda, pues parece que la tal era una
entretenida. La habeis conocido vos?
—Si.
—Ya ! Cómo el otro !-replicó el jardinero con
una sonrisa maliciosa.
—No ! Nunca la he hablado :-le contesté.
—Y venís á verla en este sitio !... Es muy es-
traño : por que sus amigos no se acuerdan de ella
á juzgar por las visitas que la hacen.
—Luego nadie ha venido ?
—Nadie masque ese joven, que estuvo una vez.
—Nada mas?
—Nada mas.
—Y no ha vuelto despues ?
– 35 –
—Mo: pero volverá cuando esté de regreso en
París.
—sº
—Sí!
está de viaje ?
–Sabeis dónde ?
—Creo que ha ido á ver una hermana de la
señorita Gautier.
—Y para qué?
—Para pedirla una autorizacion á fin de exhu
mar el cadáverytrasladarlo á otro sitio.
—Y por qué no lo deja aquí?
—Ya sabeis que cada uno tiene sus ideas para
con los muertos. Este terreno solo ha sido com
por cinco años y ese jóven quiere adquirir
perpetuidad un espacio mayor: en el cuartel
nuevo estará mejor. -
—Vamos;—mañana contestaré.
Inmediatamente nos dirigimos á la casa del co
misario á quien Armarndo entregó los poderes de
– 41 –
la hermana de Margarita; este por su parte nos
entregó una carta de aviso para el guardian del ce
menterio y convenimos en que la traslacion se
efectuaria el siguiente dia á las diez de la mañana,
debiendo yo irá buscarle con una llora de antici
pacion para dirigirnos juntos al campo santo.
Yo mismo tenia deseos de asistir al espectáculo
y confieso que aquella noche no pude cerrar los
ojos. Ajuzgar por los pensamientos que me asal
taban, es indudable que aquella larga noche de
bió ser terrible para Armando.
A las nueve entré en su casa: estaba horrible
mente pálido, pero aparentaba hallarse tranquilo.
Soludome con una sonrisa y me tendió la
IIlàI10,
Armando no se movió.
Sus ojos habian permanecido clavados en aque
lla fosa vacia. Estaba pálido como el cadáver que
acababamos de ver:... Hubiérasele creido petri
ficado l -
S013.
upaba uno bajo de proscenio y se hallaba
" . --- -
—Mo;pero lo deseo.
–Quereis la diga que venga al palco?
–No: prefiero que me presenteis á ella.
—En su casa ?
—Sí!
—Eso es mas difícil.
–Por qué?
—Porque la protege un anciano duque, muy
celoso.
- 63 -
—Proteger!... Divino !
—Si ; la protege ;-repitió Prudencia.-El po
bre viejo se veria muy apurado para ser su
amante.
Y la modista me "refirio á continuacion de qué
modo conoció Margarita al duque en Bagneres.
—Y es esa la razon que esté sola en su pal
co ?-pregunté\.
—Justamente. '
—Pero quien la acompañará á la salida?
-El.
—Luego vendrá á buscarla ?
—Dentro de pocos instantes.
^—Y a vos quien os acompañará ?
—Nadie.
—Yo me ofrezco.
—Creo que habeis venido con un amigo.
—Os acompañaremos los dos.
—Qué... y quién es vuestro amigo ?
—Un joven guapísimo, lleno de talento y que
tendrá un placer en conoceros.
—Convenido pues: nos marcharemos cuando
concluya esta pieza, pues conozco la última.
—Perfectamente : voy á avisar á mi amigo.
—Id.
—Escuchad !-me dijo Prudencia cuando estaba
ya junto á la puerta del palco : ved al duque al
• lado de Margarita.
Miré y en efecto vi que acababa de sentarse
detras de la joven un hombre como de setenta
años ; el cual la presentó un bolso de dulces en
el que ella undió su bonita mano; despues de lo
—64—
cual la adelantó hácia la barandilla del palco, di
rigiendo á Prudencia un ademan que podia tra
ducirse con estas palabras:
—Queréis dulces?.
—No: la contestó Prudencia en el mismo len
guaje. -
—Yo le presentaré.
—Mo puede ser.
En este momento volvimos à oür la voz de
Margarita que continuaba llamando á Pru
dencia. - -
—Cómo se llaman ? - -
—Conoceis á uno; Mr. Gaston R...
—Ah! Si Y el otro? .
– 68 –
–Mr. Armando Duval. Creo que no le co
noceis. -
—0s lo prometo.
—Abrazádme y volvamos al comedor.
– 94 –
Margarita me presentó los labios; volvió ali
sarse los cabellos y salimos del gabinete; ella can
tando; yo medio loco.
Ya en el salon me dijo en media voz, detenién
dome : -
–Mo.
–Pobre hombre !
Este ¡pobre hombre! fué pronunciado con una
entonación imposible de describir.
aria tomó los seis billetes de mil francos
y dijo: - -
-, ",
A las cinco de la mañana hora en que empe
zaba á amanecer, me dijo Margarita:
–Perdóname por que te despido, pues es
preciso. El duque viene todas las mañanas; cuan
do llegue le dirán que estoy durmiendoy acaso se
decida á esperar que me dispierte.
Yo estreché entre mis manos la cabeza de
Margarita, cuyos cabellos serpenteavan en desór
den al rededor de ella y le dí un último beso,
diciéndola:
–Cuando te volveré á ver?
-Escucha-añadió;-toma esa llavecita dorada
que hay sobre la chimenea, abre la puerta con
ella, vuelve á traérmela y vete. Durante el dia
recibirás una carta con mis órdenes; porque ya
sabes que debes obedecerme ciegamente.
–Si; pero y si te pidiera ya alguna cosa?...
–Cual?
—Que me dejes esa llave.
— 10) —
–No he concedido á nadie semejante favor.
—Pues bien; hazlo por mi, pues te juro que
yo no te amo como los demas. -
–Pícara!
—Los hare quitar.
—Luego me amas un poco?
—Yo no sé como ha sido pero creo que si. Aho
ra vete... me muero de sueño.
Permanecimos abrazados algunos segundos: era
la despedida; y partí.
Las calles estaban desiertas; la gran ciudad
dormia aun; un fresco agradable reinaba por
aquellos barrios que dentro de algunas horas iba
á invadir el ruido de los hombres. Parecíame que
aquella ciudad dormida me pertenecia: buscaba
en mi memoria el nombre de aquello cuya feli
cidad envidiara hasta entonces y no recordaba
uno solo sin conceptuarme mucho mas venturoso
que él.
Ser amado por una jóven pura, ser el prime
ro á revelarla ese estraño misterio del amor, es,
á no dudarlo, una gran dicha; pero tambien la
cosa mas sencilla del mundo. Apoderarse de un
corazon que no estaba habituado á esos ataques,
es lo mismo queposesionarse de una ciudad abier
ta y sin guarnicion. La educacion, el sentimiento
- – 110 –
de los deberes y la familia, son muy fuertes
centinelas, pero no lo son tales que no sepa bur
larlos una jóven de diez y seis años á quien la
naturaleza dá sus primeros consejos sobre el
amor, por la voz del hombre que ama; voz cu
yas palabras son tanto mas ardientes cuanto mas
puras parecen. -
–Sentaos.
–Pero voyá ocupar el puesto de otro: acaso
no volvera el conde G...?
–Si: le he hecho irá buscarme dulces paraque
podamos hablar algunos instantes. Mad. Duver
noy está en el secreto. -
Volvió José.
—Y bien?-le dije.
—Señor,–me contestó;—la señora estaba acos
tada y dormia aun, pero tan luego como llame la
entregarán vuestra carta y si tiene respuesta la
traerán al punto. -
–Porqué?
-Porque allí estaba Margarita.
-Ah! Estaba!
-Sí.
–Sola?
-Nol Con una de sus amigas.
-Y nadie mas?
—El conde de G... subió un momento al palco:
á’a salida la acompañaba el duque. A cada mo
mento esperaba veros aparecer, tanto mas cuanto
que me obstiné en creér que tendriais alquilado
un sillon de orquesta que permanecia desocupado
á mi derecha.
-Y por qué habia yo de ir con Marga
rita ?
-Tomal Porque sois su amante.
-Y quién os ha dicho eso?
-Prudencia;á la que encontré ayer-Así pues
os felicito por ello, amigo mio, pues es una lin
dísima querida que no consiente en serlo de to
dos aquellos qué lo pretenden. Conservadla, que
0s hará honor.
- 137 -
Estas palabras pronunciadas por Gaston me
demostraron cuan ridiculas eran mis susceptibi
lidades. Tal diálogo , tenido el dia antes , me
habria editado dirigir a Margarita la estúpida car
ta de aquella mañana.
Mi primera idea fué correr á casa de Pruden
cia, para que esta digese á Margarita , en mi
nombre , que necesitaba hablarla ; pero temí
—Haceis bien.
-Lo creeis así?
– 140 –
–Maturalmente. Puesto que habeis roto con
ella para qué volver á verla?
—Luego sabeis ya nuestra ruptura.
—Margarita me dió á leer vuestra carta.
-Y qué os dijo ?
—Me dijo: «Querida Prudencia, vuestro pro
tegido es muy poco político: estas cartas se pien
san pero no se escriben.» -
-Sl. ,
—Justamente. . " -
–Y accedeis?
-Preciso es que lo haga así;pero quiere aun
Otra COSa. -
—Cuál ?
—Irá cenar con nosotras.
– 151 -
—Y lo consentis?
–Qué os parece ?
—Me parece que sois dos criaturas y que ni el
uno ni el otro teneis juicio. Pero al mismo tiempo
pienso que tengo hambre y que cuanto antes con
sintais, mas pronto cenaremos.
Vamos, dijo Margarita;—los tres cabremos
en mi carruaje. Mirad-añadió volviéndose á mí
Nanina estará
ta: tomad ya acostada,
la llave de ella yvos abrireisnola volver
procurad puer
á perderla.
"Yo abrazé á Margarita hasta casi sofocarla, al
tiempo que entraba José.
Señor —me dijo con el aspecto de un hombre
encantado de sí mismo;-los báules están hechos.
–Del todo? - )
–Sí, señor. -
,
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XVIII.
—A Italia.
—Te fastidia, pues? , , , ,
—Tengo miedo al inviernoy sobre todo á re
gresar á Paris. r
-Porqué?.
-Por muchas cosas.
Y : bruscamente sin comunicarme
aquellos temores:
—Si quieres que nos marchemos, venderé to
do cuanto poseo y nosiremos á vivirá una parte
donde no quede en mí nada de lo que he sido y
donde nadie sabra quien soy: ¿lo quieres?
-Partamos si eso te place, Margarita: haga
mos un viage, -la dije;- pero no veo la necesidad
de vender todas esas cosas que al regreso volve
— l77 –
rasà encontrar con mucho placer. Cierto que no
poseo una gran fortuna, pero tengo lo suficiente
paraque podamos viajar cómodamente por espar
cio de cinco óseis meses sienesto encuentras dis
traccionó placer i, , , , ,
.--Pero nol-prosiguió alejándose de la venta
na para ir á sentarse en el sofá, que se hallaba á
la sombra; para qué irá derrochar el dinero en
viajes? Hartógravosa tesoy aquía .
-0h, Margarital. Es poca generosidad de tu
parte semejante reproche. p y a l
+-Perdóname, amigo mio;-replicó tendién
dome una mano-este tiempo borrascoso me atar
ca los nervios: no es eso lo que quiero decir,
Y despues de abrazarme se sumió en una pro
longada meditacion.- oil
Muchas veces se reprodujeron estas ósemer
jantes escenas y si bienignoraba su origen, no
por eso dejaba de advertir en Margarita un sen
timiento por looque respectaba al
porvenir. Ella no podia dudar de mi amor, que
cada dia se aumentaba, y sin embargo veiala con
frecuéncia llena detristeza sin que consintiese en
comunicarme el por qué de los pesares que la
atormentaban; y que yo ratribuia á causas f
Sl C3.S. bio si aia ap-:
- Femeroso de quedMargaritasebastiase, denna
esistencia demasiado monótona, la propuserer
gresar á París, pero ella rechazó siempre esta
proposicion, asegurándome que en ningunapar
te itia ser tanfelia como en el campo. til
rudencia solo nos visitaba ya de nde
– 178 –
en tarde, pero en revancha escribia cartas que
nunca solicité leerá pesar de que cada una de
tellas preocupaba profundamente ámi querida.
Yo no sabia que pensar.
Un dia que Margàrita habiapermanecido en su
aposento, entré en él y la encontré escribiendo.
"-A quien escribes?-la pregunté.
f-A Prudencia: quieres que te lea la carta?
Yo, que miraba con horror todo lo que pudie
ra parecerla una sospecha, contestéque no necesi
taba saber lo que ella escribia; y sin embargo
estaba convencido de que aquella cartame-ha
bria impuesto en la verdadera causa de aquellas
frecuentes tristezas. : o
- La mañana siguiente hacia un tiempo magni
fico y Margarita me propuso darun paséo por el
rio é irá visitar la isla de Crussy. Parecía éstar
muy alegre y cuando regresamos á casa eranya
las cinco
-Mad. Duvernoy ha estado aquí;—nos dijo
Ndmina. ... , " " e "".
-Y se ha márchado?-preguntó Margarita.
f-Si; en el carruage de la señora, diciendo que
era cosa convenida la o
---Muy bien-interrumpió vivamenteMargari
ta:-que sirvan la comida: . . . .
Dódias despues trajeron una carta de Pru
dencia y durante los quince siguientes, parecia
que Margarita habia deshechado aquellas miste
riosas melancolias, por las que no cesaba de pe
dirme perdon, desde el momento en que desapa
recieron. y ofo ol
·
— 170 -
Sin embargo, el carruaje no volvia." "
–Por qué no te devuelve Prudencia tu berli
na pregunté cierto día. ---
or— Venuida. . , , , , , ,
al – los diamantes? ,, , , ":
- , , ..." , - .
:
—quien ha hecho las ventas y los empeños?
--0: , , , , , , , ,
o-Pero por qué no me advertisteis primero?
---Porqué Margarita melo habia prohibido,
-Y porqué no me pedisteis dinero o l
- orque Margarita se 0pu0-o, ,
it-para qué ha servido ese dinero?
+Para 3.I., a" oir
-1 go debe mucho ;..,... a 3.
-Treinta mil francosá corta diferencia.
-Ahlquerido mio lBien os lo dije y no
teis creerñe; ahora estareis convencido. El ta
= 481 –
picero,: fiador el duque, fué
* presentó á este; el cual le
escribió la mañana siguiente que nada haria en
obsequio de la señorita Gautier. Este hombre re
clamó algun dineróá cuenta y para él fueron los
billetes de banco que os pedí; mas tarde algunas
almas caritativas le avisaron que el duque la ha
bia abandonado y que vivia con un jóven sinfor
tuna: los demas acreedores recibieron igual ad
vertencia y ecsigieron que se les pagäsen sus
cuentas. Margarita quiso venderlo "todo, pero
ademas de que ya era tarde, yo me habria ópues
to. Preciso era pagar y párá no pediros dinero,
ha vendido sus caballos y sus cachemiras y em
peñado sus alhajas. Quereis los recibos de los
acreedores y la cédula del Monte-de-Piedad?
Prudencià abrió un cajon y me presentó aque
los papeles.
-Creiais,–prosiguió con la persistencia de la
mujer que se cree con derecho para deciros;—yo
tenia rāzon!–Creiais que basta amarse é irá ha
cer en el campo una vida pastoral y vaporosa?
No, amigo mio, no: al lado de la vida ideal,
está la material” y las mas castas resoluciones
: con los hilos ridículos, pero hilos de
hierro y que no se rompen con facilidad. Si Mar
garitaño os ha engañado veinte veces, es porque
tiene un caracter escepcional; cuidado que yo
la he aconsejado con insistencia, porque me ape
sadumbraba ver que la pobre muchacha se iba
deshaciendó poco á poco de todo cuanto poseia.
Pero no quisó oirme, contestándome siempre que
– 182 -
os amaba y no os haria traicion por nada de este,
mundo. Todo esto es muy bonito, muy poético,
pero con esa moneda no se paga á los acreedores,
de cuyas garras solo podrá escaparse hoy por me,
dio de una treintena de mil francos. , , ,
-Está bien; yo os traeré esa suma, , , , , , ,
+-Vais átomarla prestada ? , , , , , ,
-Dios mio, si l
-Buena cosa vais á hacer l. Reñir con vuestro
padre, agotar yuestros recursos... y luego, que
treinta mil francos, no se encuentran así como se
uiera y de la noche á la mañana ! Mi querido
\rmando, yo conozco las mujeres mejor que vos,
creedme, pues: no consumeis esa locura, de la que
os arrepentiriais mas tarde. Tenedjuicio. Yo no
os pido que rompais con Margarita, sino que con
tinueis viviendo con ella como al principio de
vuestros amores; y dejadla, que ella encontrará
los medios para salir de su apuro, El duque vol
verá á ella poco á poco; el conde, M... si Mar
garita se decide á admitirle, la pagará todas sus
deudas, pues asi me lo decia ayer, dándola ader
mas cuatro ó cinco mil francos mensuales; pues
to que tiene una renta de doscientos mil,Marga
rita recuperará de este modo su antigua posicion,
Continuando el mismo pie de hoy ha de lle
gar un dia que la dejeis; por lo tanto no espereis
para hacerlo á que esté arruinada, tanto mas
cuando que el conde de N... esunimbécil y nada
os impedirá verá Margarita. Esta llorará un poco
al principio, pero concluirá por acostumbrarse
y llegará el dia en que os dé las gracias por lo que
sr m -
en su obsequio habreis hecho. Suponed que está
casada y que engañais á su marido, pues no se
trata de otra cosa.
—En otra ocasion os he dicho lo mismo, pero
entonces no era mas que un consejo lo que hoy ha
llegado á ser una necesidad.
Prudencia estaba cruel, pero tenia razon.
—Las mujeres de su clase,-prosiguió encer
rando los papeles ;-preveen que serán amadas,
pero noque ellas llegaran á amar; pues en este
caso economizarian dinero y á los treinta años de
edad podrian pagarse por sí mismas el lujo de te
ner un amante gratis. En fin, nada digais á Mar
garita y conducidla á Paris: habeis vivido cuatro
ó cinco meses solo con ella , esto está puesto en
razon; pero desde ahora , haceos el corto de vis
ta : no se os pide otra cosa. Al cabo de quince
dias admitirá Margarita los obsequios del conde
de N... , economizará este invierno cuanto la
sea posible y el verano próesimo volvereis á mar
charos al campo con ella. Así es como deben-
manejarse estos asuntos, amigo mio.
Prudencia pareció quedar encantada de su con
sejo que yo rechazó con indignacion. No solo me
inducian á ello mi amor y mi dignidad , sino
que estaba convencido deque en el punto á que
habian llegado las cosas , la misma Margarita
preferiria la muerte á haber de partir sus cari
cias con otro.
—Basta de bromas;-dije á Prudencia :-en defi
nitiva cuanto necesita Margarita?
—Ya os lo he dicho; treinta mil francos.
hipn gar d
meses
—Los tendrá .
Prudencia se encogió de hombros.
-Yo os los remi ro juradme que no di
reis á Margarita, ser yo el que los ha dado.
-Descui
-Y si llega a enviaros al una otra cosa para
ue la vendaisó emp
--
aVis *:
smada le restaya.
gíá la mía
nn BIIUII ntra ca s e mi
"Te
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-• ¡ *• i•ú••¡i\ lía v\i ' ¡¡h• í 1•) •iio*.v>• 11 —
lo que
hecho; péronó lo que te han dicho,
Yo presentéáMargarita las cartas de mi padre.
—M0 es eso lo que te pregunto: lo que deseo
saber es para qué hasido"á casa de Prudencia.
—Para verla. .de
—Mientes, amigo mio,
-Pues bien; he ido á preguntarla si estaba cu
rado ya el caballo; y si necesitaba aun tu cache
mira y tus joyas. --
— 187 —
Margarita, se ruborizó, per no contestó nada,
En su consecuencia-continué-he sabido el
uso que has hecho de tus caballos, tus cachemi
ras y tus diamantes. " ;;
*: a 1. -
-Enojado de que no me hayas pedido lo que
necesitabas, , :,
—En unas relaciones como las nuestras, si la
muger conserva alguna dignidad, debe imponer
se todos los sacrificios imaginables antes qüe pe
dir, dinero á su amante, dando una apariencia
de venalidad á su cariño. Yo sé queme amas,
pero tu ignoras cuan débil :
al corazon el amor que se siente por las mucha
chas de mi clase. Quién sabe? Acaso, un_dia
de displicencia ó fastidio, te habrias figurado ver
*: un cálculó habilmente combinado.
Prudencia es una charlatanal , , , ,, ,
-Tenia yo necesidad de los caballos.
-Al venderlos he hecho una economia, puesto
que puedo pasarme sin ellos, y ahorrar lo que me
costaban: que continuesamándome es lo único
que pido y necesito; y tu me amarás tanto con ca
ballos como sin ellös, como sin cachemiras y
diamantes. .i
Margarita me decia todo esto como una cosa tan
natural, que yo la escuchaba, con los ojos llenos
de lágrimas. e: -
—Pero querida Margarita,-respondí estrechan
do amorosamente las manos de mi querida,-de
bias saber que llegaria un dia en que me fuera
conocido tu sacrificio, y que no podria tolerarlo,
– 188 –
- ".
–Y porqué? . , -
o Yo no contesté, , , , ,
—Armando, -continuó mi padre;r en nombre
de vuestra santa madre, creedme; renunciad ese
género de vida que olvidareis mas pronto de lo
que imaginais, y al que os encadena una teoría
imposible. Teneis veinte y cuatro años; pensad en
el porvenir. Vos no podeis amar siempre á esa
mujer que tambien dejará de amaros un dia:
ambosos ecsajerais vuestro amor y vosos cerrais
toda carrera. Un paso mas y os será imposible
abandonar la senda que : pa
ra el resto de vuestros dias el remordimiento de
vuestra juventud. Venid á pasar uno ó dos meses
al lado de vuestra hermana; la tranquilidad uni
da al piadoso amor de la familia Oscurarán muy
pronto de esa fiebre, porque vuestro amor no es
otra cosa. Durünte este tiempo se consolará vue
tra querida, tomará otro amante y cuando véais
por qué mujer estuvisteis á punto de romper con
vuestro padre y romper su cariño, convendreis
en que bice bien en venirá buscaros y me ben
decireis. - " " - - " --
–No es cierto que me seguirás, Armando?
Yo conocia que mi padre tenia razon por lo que
hace á las mugeres en general; pero al mismo
tiempo estaba convencido de que era injusto res
pecto á largarita. Sin embargo, había pronun
ciado sus últimas palabras con tanta ternura, con
una entonacion tan llena de súplica, que no osaba
Contestarle. . . . . . . . . . ..
-Y bien? añadió con voz conmovida.
-Y bien padre mio;-no puedo ofreceros nada,
porque lo que me ecsigíses superior á mis
"...,
—Creedme-continué apercibiendo en él un mo
vimiento de impaciencia, vos ecsagerais los re
sultados de los lazos que á Margarita me unen.
Ellano es lo que creeis. y
—El amor que nos profesamos, lejos de arrojar
me al mal camino, es susceptible, por el con
trario, desarrollar en mí los mas honrosos senti
mientos. El verdadero amor nos hace mejores de
- – 200–
lo que somos, cualquiera : sea la mujer que
loinspira. Si conocierais á Margarita, comprende
riais que al amarla no me espongo á nada, por
que estan noble como la muger mas virtuosa.
–Y sin embargo todo eso no se opone á que
acepte toda vuestra fortuna; por que los sesenta
mil francos que os dejó vuestra madre y que dais
áMargárita, son-recordado bien-vuestra única
" -
fortuna. "
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—Como quieras.
–Y luego me abrazarás hasta el mometo de
marcharte ? -
–Como está?
—Enferma.
—Luego no vendrá?
—Acaso debia venir? 4
1
– 210 –
Mad. Duvernoy se ruborizó y me contestó con
cierto embarazo. .
–Quise decir, viéndoos en París, si vendria á
reunirse con v0s.
—Mo.
Miré á Prudencia y ella bajó los ojos. -
—Iré á pié.
–Pero si está lloviendo.
–Qué me importa?
-La señora no puede tardar y en el caso de
que no regrese, cuando amanezca podreis irá
saber la causa de su detencion: de lo contrario
vais á haceros asesinar en el camino.
—Mada temas, querida Nanina; hasta ma
ñana. . -
—Margarita! Margarita!
- Pero nadie me contestó y la calesa continuó
corriendo: yo la miré alejarse y seguí ade
lante.
Dos horas despues de salir de Bougival, llegué
á la barrera de la Estrella: la vista de París me
devolvió las fuerzas y bajé corriendo por aquella
de árboles que tantasveces habia recor
r O. -
–Si. .
- 238 –
l Para llegar á tal estremo era preciso estar
OCO. *,
—
las dos llamaron á la puerta y entró Pruden
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"... . . . . .
«Continuo padeciendo.
«El conde de M... me envió ayer dinero , pero
no lo he aceptado. Mo quiero nada de ese hom
que es la causa de que no esteis á mi
ad0. " "
- -
; . «28 de enero.
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. .
• 1, .
- «4" de febrero.
- . ... "
«4 de febrero.
ce Todo ha concluido.
«Margarita entró en la agonia á las dos de la
madrugada. Nunca mártir alguno ha sufrido ma
yores torturas, á juzgar por los gritos que la
arrancaba el dolor. Dos ó tres veces se ha le
vantado en el lecho cual si intentase unirse á la
vida que se escapaba de su cuerpo.
« Dos 6 tres veces tambien ha pronunciado
vuestro nombre; despues ha reinado el mayor si
lencio y vuelto á caer eesánime en su lecho.
«Dos lágrimas silenciosas brotaron de sus ojos;
y espiró.
«Entonces me'aprocsimé , la llamé y como no
me respondiese , la cerré los ojos y deposité un
beso en su frente.
«Pobre querida Margarita! Yo hubiera queri
do ser una santa mujer para que aquel beso le
fuera una recomendacion hacia Dios!...
e. Despues la vestí del modo que me habia en
cargado, fui á buscar el cura de San Roque, en
cendí dos cirios blancos y oré durante una hora.
« Todo el dinero que le quedaba lo he dado pa
ra los pobres.
« Estoy poco impuesta en los deberes religiosos
pero creo que Dios habrá reconocido que mis
– 975 –
lágrimas eran verdaderas, mis oraciones fervo
rosas, mi limosna síncera, y habrá tenido
piedad de la que, muerta joven y bella, no ha
tenido mas que á mí para cerrarle los ojos y
amortajarla.
«92 de febrero.