Didacticas Con TIC
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Francisco”
MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA
DIRECCION GENERAL DE NIVELES Y MODALIDADES
DIRECCION DE EDUCACION PÚBLICA DE GESTION PRIVADA
Las TIC podrán potenciar nuestras propuestas pedagógicas según los usos y posibilidades que
diseñemos para favorecer la comprensión de nuestros alumnos.
• Trabajo colaborativo;
Propósitos
Objetivos
Saberes previos necesarios
Contenidos
Recursos
Actividades (incluye la gestión de la clase)
Evaluación
Los propósitos remarcan la intención; los objetivos, el logro posible. Indica, además, que todo
programa debería ofrecer alguno de estos elementos o bien, ambas cosas.
Los propósitos son los enunciados que presentan los rasgos centrales de una propuesta;
definen lo que, como docentes, pretendemos del espacio curricular y orientan y dirigen la
selección de los contenidos.
Los objetivos definen las intenciones en términos de lo que los alumnos obtendrán, sabrán o
serán capaces de hacer.
Cuando se formulan objetivos de un modo cuidadoso, se ayuda mucho a fijar el alcance de los
temas que se tratarán. Puede decirse que formular objetivos es una manera de preguntarse
acerca de cuál es el nivel en que ese tema será tratado: ¿será descriptivo?, ¿se procura que se
pueda llegar a explicaciones?, ¿lo importante es elaborar principios generales para aplicar a
otras situaciones?
contenidos acordes con sus objetivos que a otros. Por otro lado, si valora la importancia de la
investigación en la construcción del conocimiento científico, entonces seleccionará más
actividades orientadas a que el alumnado aprenda a investigar.
Los objetivos deberían ser pocos, básicos y concretos en consonancia con el tiempo previsto
de enseñanza. Los largos listados no funcionan porque no se pueden llegar a cumplir y,
además, no muestran ninguna prioridad. Por otro lado, al buscar el desarrollo de las
capacidades de los alumnos para explicar, hacer o valorar, esto no es algo próximo a conseguir.
¿Cuáles son las capacidades cognitivas que se pretenden desarrollar en nuestros alumnos?
(Tener presente las consideradas por el Ministerio de Educación de la Nación para la Educación
Secundaria Obligatoria presupuestas en los NAP: Comprensión Lectora, Producción de Textos,
Resolución de Problemas, Pensamiento Crítico, Trabajo con Otros -Trabajo Colaborativo-).
Distinto sería si se les plantean preguntas del tipo: “¿para qué le sirve a la mano el cerebro?”
(Sanmartí, 2002); de esta manera, se podría afirmar que hay coherencia entre lo que se
pretende enseñar y lo que se evalúa.
La decisión más importante en cuanto a la dimensión curricular es la elección del tema que se
abordará en las actividades de la clase o en la secuencia didáctica. A nivel institucional,
deberían considerarse los acuerdos interdisciplinares y de áreas, el contexto de enseñanza y
las características específicas de adecuación del currículum.
Algunas de las preguntas que les proponemos a continuación pueden resultar útiles a la hora
de seleccionar los temas y contenidos para el desarrollo de una secuencia didáctica:
• ¿Qué recorte y qué secuenciación de contenidos se consideran más apropiados para el tema
seleccionado?
• ¿Los contenidos seleccionados se pueden vincular dentro de esta propuesta con temas vistos
en años anteriores o en este mismo año?
• ¿Se identifican claramente las ideas básicas que se van a construir durante la enseñanza de
los contenidos seleccionados?
La selección debe asegurar progresividad en el avance (que suponga una línea desde la
iniciación hasta el dominio dentro de un campo o disciplina) y la posibilidad de revisar y
retomar temas, conceptos o ideas ya estudiados. Todo aprendizaje tiene cierto requisito de
redundancia. Esto es, la posibilidad de revisar y retomar temas, conceptos o ideas ya
estudiados.
descontextualizadas y se permita que los alumnos adquieran una visión global y a la vez
sistémica de la asignatura.
Teniendo en cuenta estos criterios, la secuenciación de los contenidos puede presentar una
doble estructura. La primera con un carácter lineal y, por otro lado, con un carácter circular o
de feedback como consecuencia de la visión integradora y sistémica que pueden recibir los
contenidos que se trabajarán.
La elección del tema que desarrollaremos en una actividad o secuencia didáctica es, sin dudas,
la primera decisión en el ámbito de las decisiones disciplinares y estará determinada por el
diseño curricular de la jurisdicción, que además fijará objetivos, alcances y expectativas de
logro. Las características de la institución, con sus tradiciones, acuerdos y características
sociales también deberán ser consideradas. Finalmente, los objetivos de aprendizaje deberán
adecuarse a las características específicas del grupo de trabajo, el tiempo del que se dispone y
las capacidades cognitivas, metacognitivas y cognitivo-lingüísticas que se trabajarán.
Ahora bien, si consideramos que las TIC son la “panacea” de la educación, corremos el riesgo
de incorporar nuevas tecnologías a viejas prácticas. La realidad es que una buena planificación
puede mejorar incorporando nuevas tecnologías, pero debemos tener muy en cuenta que no
vamos a lograr buenas clases con solo abrir y cerrar programas. La incorporación de las TIC a
los procesos de enseñanza y de aprendizaje debe estar ligada al conjunto de decisiones
disciplinares y pedagógicas que hemos tomado.
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Por consiguiente, en el momento de definir los recursos que utilizaremos deben estar claras las
necesidades disciplinares y pedagógicas que los justifican (¿para qué quiero utilizar un recurso
TIC?). Una vez claro el para qué, podremos buscar y seleccionar la herramienta más adecuada,
entre las muchas que nos ofrece la tecnología. Finalmente, deberemos decidir el modo de uso
del recurso elegido: ¿lo utilizaremos para introducir el tema, en el desarrollo o para el cierre?,
¿para evaluar?, ¿queremos simular condiciones de laboratorio?, ¿producir y analizar
modelos?, ¿registrar actividades experimentales?, ¿procesar datos?, ¿producir informes?,
¿utilizarlos como herramientas para la búsqueda de información? Las posibilidades son
muchas y muchos son los recursos de los que disponemos. Sin embargo, una limitación real
con la que nos encontraremos es el idioma: muchos recursos valiosos están en inglés. Dejando
de lado este inconveniente, es importante que evaluemos los recursos con los que contamos
para poder decidir si son adecuados para el uso que queremos hacer de ellos.
T. Vincent (2012), propone una grilla para evaluar aplicaciones educativas, en la que considera
los siguientes aspectos:
Relevancia: ¿el enfoque de la aplicación tiene una fuerte conexión con el propósito de la
aplicación y es apropiado para los estudiantes?
Flexibilidad: ¿la aplicación ofrece la posibilidad de alterar el contenido y modificar los ajustes
(settings) en función de las necesidades del estudiante?
Habilidades cognitivas: ¿la aplicación apela a que los estudiantes utilicen habilidades
cognitivas elevadas, incluyendo crear, evaluar y analizar?
Posibilidad de compartir el producto: ¿los resultados del uso de la aplicación pueden ser
guardados para luego ser compartidos con el docente o con el resto de los estudiantes?
Por otra parte, también tenemos que tener en cuenta otras características de la aplicación
que, si bien no están relacionadas con los contenidos, pueden ser determinantes a la hora de
decidir si usarlas o no:
Accesibilidad
Conectividad.
Idioma.
español/inglés/otro.
Estas características pueden ser agrupadas en una grilla que permita al docente visualizar
rápidamente si la aplicación que piensa utilizar es adecuada o no para el grupo con el que se
encuentra trabajando:
Las actividades
Las tareas y actividades enfrentan a los alumnos con experiencias y modos de apropiación del
conocimiento y desarrollo de competencias. Ellas mismas tienen valor formativo, es decir, no
son solo un vehículo para el logro de un fin. Las actividades son las que crean oportunidades
de aprendizaje. Por eso, la pregunta que debemos adoptar como guía en esta etapa de diseño
es: ¿qué deberían hacer los estudiantes para comprender este problema?, ¿qué experiencias
debemos ofrecerles para que puedan construir dichas comprensiones? Es por esto que
debemos tener siempre presente que la propuesta de actividades conlleva la definición del
tipo de experiencias que se deberán ofrecer a los alumnos.
Es por ello que, a la hora del diseño, puede ser útil considerar las siguientes preguntas
orientadoras:
• ¿Cuál es el propósito que persigue la actividad?, ¿se corresponde con alguno de los objetivos
y contenidos de la secuencia?
• ¿Son claras las consignas?, ¿se especifican tiempos para la resolución?, ¿se cuenta con los
recursos necesarios?
La secuencia de las actividades de cada una de las clases deberá explicitar los diferentes
momentos. María Cristina Davini (2008) lo plantea de la siguiente forma:
• Momento de desarrollo: actividades en las que gradualmente se afirman las tareas, con
mayor participación del profesor o con su guía y que anticipen las dificultades posibles y las
intervenciones de los estudiantes.
• Momento de cierre: actividades de integración final que sinteticen los logros y faciliten la
evaluación de lo alcanzado.
• Actividades de revisión del proceso seguido, estimulando que los alumnos analicen la
experiencia desarrollada; ello favorecerá su capacidad para enfrentar otros aprendizajes
semejantes.
El diseño de actividades
Pero no existe una actividad concreta que posibilite aprender, sino que es el conjunto de
actividades organizadas y secuenciadas el que brinda una variedad de interacciones entre los
alumnos y entre ellos y los docentes. De esta manera, además de que las actividades se
diferencian por los contenidos que desarrollan, también lo hacen por sus propósitos
didácticos, es decir, por la función que el profesor considera que pueden tener en relación con
el proceso de enseñanza planificado.
Por ejemplo, una misma actividad experimental puede tener objetivos didácticos muy
distintos. En algunos casos puede ser útil para realizar una indagación de conocimientos
previos y motivarlos. En otros casos puede promover la identificación de nuevas variables o la
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Por lo tanto, y siguiendo con las conclusiones de Neus Sanmartí, la selección y secuenciación
de las actividades depende del modelo o enfoque que cada profesor tiene acerca de cuál es la
mejor forma de aprender que tienen sus alumnos. Para un docente tradicional, la transmisión
del conocimiento a través de explicaciones o lectura de libros tendrá un lugar muy importante
en sus prácticas docentes; en cambio, para un docente con un enfoque constructivista, serán
fundamentales las actividades que tiendan a promover que los alumnos autoevalúen y regulen
sus formas de pensar y actuar, como las que favorezcan la expresión de sus ideas, su
contrastación, el establecimiento de nuevas interrelaciones, la toma de conciencia de los
cambios en distintos puntos de vista, etc.
El desarrollo de las TIC para el aprendizaje es, en la actualidad, uno de los campos de
investigación didáctica más significativos. Estas son un recurso muy importante que promueve
cambios en el trabajo diario en el aula. En las clases de Ciencias, por ejemplo, las TIC brindan
valores diferenciales y, tomando a Salomón (2012), podemos enumerar algunos ejemplos:
* Procesamiento de datos: Las hojas de cálculo son recursos que facilitan el desarrollo de
operaciones matemáticas de gran importancia para el estudio en diferentes disciplinas. El
estudio de correlaciones, el análisis de las variaciones poblacionales mediante la construcción
de gráficos, el ajuste de funciones a partir de un conjunto de datos experimentales, la
posibilidad de elaborar gráficos para interpretar visualmente un conjunto de datos y muchos
otros usos más. Estas herramientas permiten la automatización del cálculo, y la elaboración de
gráficos favorece la oportunidad de centrar el foco en el análisis y no en las operaciones de
procesamiento de datos. La construcción de un gráfico se convierte en el punto de partida de
la actividad de interpretación y no en el fin de la actividad.
Uso de las tecnologías: ¿para enseñar, para aprender o para enseñar y aprender? ¿Las TIC se
utilizan como instrumentos mediadores de la interacción entre los estudiantes y los contenidos
o como herramientas que permiten al profesor apoyar, ilustrar, ampliar o diversificar sus
propuestas?
Tensión entre posibilidades y limitaciones para la comprensión conceptual: Por ejemplo, ¿el
graficador matemático es una herramienta que ahorra tiempo y esfuerzo o un instrumento
que promueve reorganización conceptual?
Cuando las TIC se presentan como recurso creativo-entretenido-motivador, tenemos que velar
por que no se diluya el propósito didáctico y educativo. No debemos perder de vista, cuando
usamos el recurso TIC, si existe una forma mejor de hacerlo sin TIC.
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¿Cuál es la diferencia entre usar el recurso TIC (por ejemplo, wiki) y haber traído respuestas en
papel y lápiz? ¿Cuál es la forma apropiada de usar el recurso (por ejemplo, wiki)?
Antes el problema era conseguir la información, hoy es filtrarla. ¿Orientar esta tarea o dar
autonomía?
¿Cómo seleccionar el recurso TIC más apropiado para cada situación de enseñanza? ¿Inclusión
efectiva o inclusión genuina?
¿Cuáles fueron los criterios de selección de los recursos? ¿Qué papel juega el conocimiento
que el profesor tiene de ellos?
A la hora de seleccionar TIC, lo primero es tener en cuenta los propósitos y los contenidos
curriculares; lo segundo, diseñar actividades incorporando el recurso TIC con sentido y lo
tercero, definir función y acción docente.
A modo de conclusión en cuanto al diseño de actividades, estas son el medio por el cual se
concretan las decisiones didácticas para que los estudiantes actúen y puedan aprender en
función de su situación personal; de esta manera, es muy difícil fijar objetivos de aprendizaje
comunes a todos los alumnos. Pero, en cambio, cada una y el total de las actividades que
integran una secuencia se pueden diseñar pensando en finalidades. Lo importante, en este
caso, es provocar la actividad mental de los alumnos y un rol activo en el trabajo áulico.
Con las actividades iniciales se busca que los alumnos puedan definir el problema que guiará la
secuencia de trabajo. En esta instancia se pueden utilizar variados recursos en los que
buscaremos la explicitación de los saberes previos de los alumnos como, por ejemplo, el
análisis de imágenes sobre problemáticas socio científicas, el uso de un videojuego para
estudiar un modelo científico (ej, la célula) o la lectura de un artículo de divulgación científica
en el que se plantea una situación concreta sobre una problemática socio científica.
A partir de estas actividades, las secuencias continúan con otras orientadas a favorecer que el
estudiante pueda construir ideas coherentes con las aceptadas actualmente por la comunidad
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científica, que le permitirán explicar las situaciones iniciales y otras que pueden ir
planteándose a lo largo de las secuencias.
Por último, en las actividades de cierre se buscará sintetizar y aplicar la información que se
estuvo construyendo a través del recorrido en las otras actividades. En esta instancia es
importante que en todo diseño didáctico se planteen actividades orientadas a ampliar el
campo de situaciones y fenómenos que se pueden explicar con el modelo construido
inicialmente para, al mismo tiempo, favorecer su evolución. En este punto es importante que
los alumnos tomen conciencia del modelo construido y de cómo expresarlo de la mejor
manera aplicándolo a situaciones concretas de la vida diaria y de esta manera darle sentido al
conocimiento científico.
Si no se promueve este tipo de actividades, se puede llegar a un simple activismo sin una
interiorización de lo construido.
Ya en 2008, Feldman señalaba algunas de las cuestiones necesarias para gestionar las
actividades de enseñanza y las tareas de aprendizaje, a las que incorporamos algunas
particularidades ligadas a la integración de TIC.
Cuando se trabaja con TIC, especialmente, las guías de trabajo, las pautas para el uso de
entornos de trabajo virtual u otras herramientas y el acceso a tutoriales se hacen
imprescindibles.
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• Establecer objetivos de trabajo claros y explícitos. Reflexionar junto con los alumnos tanto
acerca de las metas de aprendizaje como del sentido de las tareas que proponemos. Esto
incluye discutir sobre lo que vamos a enseñar, el para qué, de qué modo y cómo los alumnos
van a mostrar y comunicar sus aprendizajes.
* a las estrategias;
* a los propósitos;
• Organizar el espacio físico del aula para maximizar la comunicación y el intercambio: puede
hacerse con un gran grupo circular o pequeños grupos y el docente como un integrante más
del círculo.
• Tener en cuenta el conocimiento previo de los alumnos en relación con los recursos TIC
propuestos para establecer los tiempos de dedicación.
¿En qué tiempo se enseña el uso del recurso?, ¿en un tiempo distinto o integrado al
contenido?
¿Cómo organizar e intervenir en el trabajo de los alumnos con los recursos y herramientas
propuestos, tanto en producciones individuales como en aquellas diseñadas para el trabajo en
grupo?
¿Que trabajen los alumnos solos con la herramienta y que, de acuerdo a las necesidades y
cuestiones que vayan surgiendo en la clase, se resuelven entre todos?, ¿de qué modo
interviene el docente?, ¿en función de la demanda?
La Evaluación
¿Qué, cómo y cuándo evaluamos? Estos interrogantes nos proponen repensar nuestras
prácticas de evaluación habituales.
¿Qué evaluar?
Responder esta pregunta supone reflexionar, en primer lugar, sobre qué queremos que los
alumnos comprendan y, en segundo, acerca de qué pretendemos que hagan con el
conocimiento adquirido.
Hacer públicos y explicitar estos criterios nos posibilita poner en discusión qué se considera un
buen trabajo. Asimismo, ayuda a establecer una comunicación más democrática con los
alumnos y los orienta en sus procesos de aprendizaje.
¿Cómo evaluar?
La elección del instrumento adecuado constituye una de las decisiones más importantes para
garantizar la dimensión didáctica de la evaluación y, por ello, su construcción debe ser
coherente con las habilidades cognitivas que buscamos desarrollar (recordar el desarrollo de
las capacidades cognitivas generales sugeridas por el Ministerio de Educación para la
Educación Secundaria Obligatoria: comprensión lectora, producción de textos, resolución de
problemas, pensamiento crítico y trabajo con otros), los objetivos que nos hemos formulado
y las situaciones de aprendizaje que propongamos.
¿Cuándo evaluar?
Para comenzar, es necesario retomar la diferencia entre evaluar resultados y procesos. Ni las
propuestas ni los sentidos serán los mismos si vamos en una u otra dirección, pero ambos tipos
de propuestas no deben perder de vista que el norte debe estar en promover una evaluación
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formativa que brinde información sobre los progresos y dificultades que encuentran los
alumnos durante el proceso de aprendizaje. En este sentido, resulta importante tener en
cuenta la necesidad de evaluar tanto las actividades parciales que se desarrollan en la
secuencia como el trabajo final que se propone como cierre.
Algunos ejemplos de instrumentos que pueden proponerse para diversificar las situaciones de
evaluación:
También es valioso, tanto para la evaluación de procesos como de resultados, incluir otras
perspectivas además de la del docente, tales como las de los alumnos a través de la
autoevaluación y de la coevaluación, la mirada de otros miembros de la comunidad escolar,
etc. Sumar la mirada de los alumnos requiere que pongamos en acción un trabajo pedagógico
que les enseñe a tomar conciencia de sus avances y dificultades, reconocer los aportes propios
y ajenos de modo de promover en el aula una cultura de la responsabilidad compartida por los
aprendizajes de todos. Para ello, será necesario generar espacios para poner en discusión los
criterios y puntos de vista sobre qué y cómo se evaluará.
Una de las grandes tareas que debemos llevar a cabo es la promoción en los docentes para
traer a primer plano los procesos formativos que crean las condiciones para el desarrollo de un
sujeto competente. Existe la necesidad de un recorrido hacia procesos formativos en los que la
evaluación no esté desconectada de los procesos de aprendizaje, como ocurre en muchos
casos, con la finalidad de que comprendan y aprendan a valorar sus potencialidades y se
generen indicadores que den cuenta del verdadero desarrollo y avances de los alumnos más
allá de propuestas estandarizadas.
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En síntesis, la mejor orientación para saber cómo, cuándo y a quiénes evaluar será
preguntarnos si la propuesta que estamos poniendo en acción brinda información valiosa a
docentes y alumnos sobre los aspectos en los que cada uno es fuerte y sobre los que se
requiere un mayor trabajo.
BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA