Fuentes de Los Derechos Humanos
Fuentes de Los Derechos Humanos
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LA CONSTITUCIÓN
“Las fuentes del derecho constitucional son los diversos modos o formas mediante
las cuales se crean o se originan las normas constitucionales, y que engloban tanto
los mecanismos o procedimientos de manifestación de las normas como los factores
sociopolíticos que determinan sus contenidos”.
Las fuentes del derecho constitucional son todas las causas, hechos y fenómenos
que lo generan, siendo las mismas las siguientes:
a. afecten leyes vigentes para las que esta Constitución requiera la misma
mayoría de votos;
b. afecten el dominio de la Nación, establezcan la unión económica o política
de Centroamérica, ya sea parcial o total, o atribuyan o transfieran
competencias a organismos, instituciones o mecanismos creados dentro de
un ordenamiento jurídico comunitario concentrado para realizar objetivos
regionales y comunes en el ámbito sudamericano;
c. obliguen financieramente al Estado, en proporción que exceda al uno por
ciento del Presupuesto de Ingresos Ordinarios o cuando el monto de la
obligación sea indeterminado;
d. constituyan compromiso para someter cualquier asunto a decisión judicial o
arbitraje internacionales;
e. contengan cláusula general de arbitraje o de sometimiento a jurisdicción
internacional.
LA LEGISLACIÓN INTERNA
Desde 1821 cuando se inició el período de vida independiente, hasta nuestros días,
el desarrollo constitucional de Guatemala visto desde nueve Constituciones que han
regido al Estado de Guatemala, denota en una primera aproximación poca
perdurabilidad de la mayoría de ellas, debido a frecuentes golpes de estado, largos
períodos de regímenes de facto y férreas dictaduras.
Capítulo aparte merecen las disposiciones sobre servicio civil y regulación de las
entidades autónomas. Se percibe una tendencia a proteger la autonomía municipal
frente al gobierno central, propiciando su autarquía financiera y una organización
más democrática e integradora en relación a las elecciones populares.
8 Justicia constitucional
Posiblemente la aportación específica del constitucionalismo en la segunda
posguerra, sea el desarrollo de sistemas de garantía que tratan de hacer eficaces
las disposiciones constitucionales guatemaltecas. La protección procesal de los
derechos humanos y una ininterrumpida tecnificación de los sistemas de justicia
constitucional son características de las últimas reformas constitucionales y de los
nuevos textos aprobados, hasta llegar a la creación de la Corte de
Constitucionalidad.
Se dice que tal reforma podría resultar en una especie de “paralelismo jurídico” con
serias e inesperadas consecuencias para la convivencia pacífica de nuestra
colectividad nacional. Tal argumento me parece extremo y poco fundamentado,
pues se trata de un derecho consuetudinario que nunca ha dejado de aplicarse
desde antes y después de la conquista, durante la colonia y la vida independiente
de nuestro país y que nunca ha estado ni estará, ni se pretende que esté, paralelo
al marco jurídico fundamental establecido en la Constitución Política de la
República.
Esta norma se mantuvo hasta que la referida Constitución perdió vigencia luego de
entrar en vigor la de 1945, que reguló y limitó esta facultad, únicamente en
sentencia.
En cambio, el sistema difuso, atribuye a todos los jueces, desde primera instancia
hasta casación, la facultad para declarar en un proceso concreto la inaplicabilidad
de las disposiciones legales secundarias contrarias a la Constitución, con efectos
sólo para las partes que han intervenido en la controversia (Artículo 266 de la
Constitución). En cuanto al control de constitucionalidad difuso, merece la pena
acotar que la legislación guatemalteca no prevé la denominada «consulta judicial»,
«duda de inconstitucionalidad» o «cuestión de inconstitucionalidad».
LENGUAJE NORMATIVO
Sin embargo, es preciso referir que no solo el Poder Legislativo emite normas
jurídicas que se aplican a toda la colectividad sino que —sobre la base del carácter
unitario que tiene el Estado— otras instituciones en distinto y menor grado también
las aprueban.
De ahí la importancia de que los operadores jurídicos del entorno estatal, que
son quienes proponen y aprueban las normas, concentren sus esfuerzos en
procurar que sean emitidas de modo tal que se genere en la colectividad un mismo
entendimiento.
Lenguaje y Norma
En realidad el derecho, en los sistemas romanos y germánicos como el peruano, se
encarna principalmente en textos normativos. Tan es así que, hoy por hoy, no es
posible entender la existencia de una norma si es que no ha sido publicada.
Así, pues, que la norma legal, para ser tal, deba estar ineludiblemente unida a un
texto es una verdad incontrovertible; pero que el texto normativo sea una expresión
del lenguaje común es, por lo menos, discutible. Nadie podría afirmar que el
lenguaje común es utilizado como tal, sin ninguna variante para su conformación
como texto normativo.
Ambigüedad
Pero aun cuando no pueda prescindir del lenguaje ordinario, desde otro punto de
vista, la modalidad normativa de su uso solo se puede articular mediante otras
reglas que le dan identidad. Así, por ejemplo, la palabra “robo” en el lenguaje
coloquial significa ‘apoderarse de algo ajeno’. En cambio, en el lenguaje normativo
su semántica es distinta porque se opone a “hurto” diferenciándose de él por poseer
un rasgo distintivo: ‘acción con violencia’. De este modo queda evidenciada la
necesaria variación semántica de los vocablos de base para obtener un significado
que sea propiamente normativo.
Origen
A su vez, los decretos de urgencia solo pueden ser dados por el Poder Ejecutivo, lo
mismo que los decretos supremos, entre otros. Asimismo, los gobiernos regionales
y locales también tienen, en el marco de su competencia, capacidad jurídica para
dictar normas con carácter obligatorio y fuerza vinculante para su comunidad.
Coercitividad
Sin embargo, aun cuando este criterio no alcance a las normas declarativas, se
entiende que las normas, en general, se articulan en razón de la relación condición-
consecuencia y al invocarse la norma, dada una condición, ello debe conducir al
cumplimiento o aplicación de la consecuencia prevista.
Claridad
Esta, que ha sido considerada como uno de los defectos más visibles de la
redacción de disposiciones legales, se ha visto nuevamente incrementada. Hay
muchos textos normativos en los que se presentan argumentos, definiciones
innecesarias, rotulaciones que inducen a error. A ello se añade el hecho de que en
muchos casos hay especificaciones innecesarias. En síntesis, la sobreinformación
da origen a un desgaste innecesario de esfuerzos para entender el texto normativo.
Es por ello que —para reducir la ambigüedad o evitar la sobreinformación— se hace
necesaria la utilización de tres recursos: la construcción sobria, la unidad
terminológica y la coherencia. La primera para registrar solo la información
necesaria; la segunda, para consolidar el tratamiento de las instituciones
jurídicas; y la última para evitar las contradicciones en el texto normativo. Con ello
la claridad se vería favorecida.
La construcción sobria
Asimismo, este estilo posibilita un lenguaje preciso, ya que las frases cortas
implican la utilización del menor número de vocablos necesarios para conformar
la frase u oración en tanto unidades que deberán ser separadas por el punto
seguido. Complementariamente, la concatenación de oraciones tendrá como
objetivo la redacción de la norma en su totalidad.
Asimismo, como todo texto debe manifestar el modo y el tiempo propio de la norma
así como los sujetos relacionados con ella, ya es un dato constatado que la norma
deba ser redactada, principalmente, en modo indicativo y en el tiempo presente; y,
asimismo, que el género del texto normativo sea el masculino y el número el
singular.
La unidad terminológica
El derecho posee una terminología propia y distinta; propia por lo que lo identifica y
distinta porque lo diferencia tanto de otras terminología o lenguajes especializados
como del lenguaje coloquial.
Ordenamiento lógico
Sin embargo, estas categorías lógicas, siendo necesarias no son suficientes. Hay
también otros criterios normativos de los cuales hay necesidad de aplicación; por
ejemplo, los que tienen que ver con la permanencia o transitoriedad de las normas.
Así, los textos relacionados con disposiciones sustantivas, complementarias o
transitorias —en razón de su permanencia o transitoriedad— hacen necesaria la
ubicación coherente de las normas en un lugar y no en otro del texto normativo.
APRECIACIÓN FINAL