Resumen Rebeliones Abrigenes

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Rebeliones Indígenas

Ubicación tiempo espacial de la resistencia aborigen contra la dominación española, se


desarrolla desde los 1502 hasta los 1710 D.C, durante los siglos XVI y XVII.

En primera instancia los intentos de colonización por parte de los españoles provenían
desde núcleos de colonización fuera de Costa Rica, y se centraron en la costa Caribe y
península de Nicoya (1561)

A finales del siglo XVI los españoles lograron implantarse en solo una pequeña parte de
Costa Rica, como el Valle Central (Cartago) Península de Nicoya y la banda oriental del
golfo de Nicoya, mientras el resto de territorio estaba disponible para las poblaciones
autóctonas.

Las poblaciones indígenas de las áreas periféricas de Costa Rica colonial

La Vertiente Atlántica del sur de Costa Rica se encontraba gran número de pueblos y
cacicazgos, en tanto que en las llanuras del Norte, entre los ríos San Carlos y Sarapiquí,
dominaba el cacicazgo de los Votos.
En la región del Caribe central y sur, se localizaban los cacicazgos de Suerre, Pococí,
Tariaca y Talamanca.

Entre las etnias agrupadas en el Cacicazgo de Talamanca se encuentran los Térrabas,


Térrebes o Terbis, los Dorasques o Doraces, los Chánguenas o Chánguinas, los Siguas o
Mexicanos, los Bribris o Viceítas, los Aoyaques, los Urinamas, los Moyaguas, los
Cabécaras, los Ara, los Cureros y los Hebenos entre otros.

Conquista española y resistencia indígena en el siglo dieciséis

Durante el siglo dieciséis, la expansión castellana estuvo motivada por el afán


de someter las poblaciones indígenas, con el fin de orientarlas al trabajo en tareas de
extracción aurífera. En este sentido, en los inicios de la colonización hispánica de Costa
Rica el objetivo principal de los españoles era el de lograr el control de aquellos territorios
que se suponía poseían mayores recursos auríferos (Oro).

I- Las poblaciones indígenas de las áreas periféricas de Costa Rica colonial


En el vasto territorio correspondiente a la Vertiente Atlántica del sur de Costa Rica
se encontraban gran número de pueblos y cacicazgos, en tanto que en las llanuras
del Norte, entre los ríos San Carlos y Sarapiquí, dominaba el cacicazgo de los Votos. Este
agrupaba a los territorios de los actuales indígenas Guatusos o Maleku ubicados entre
los ríos Caño Negro y Pocosol. En realidad, los españoles denominaron con el nombre
de Votos al territorio que se ubicaba a partir de las estribaciones septentrionales de los
volcanes Poás y Barva. No obstante, durante los primeros años del desarrollo de la
conquista
se mencionan también los territorios indígenas de los Tises y Katapas. Los primeros
se ubicarían entre los ríos Kutria y Frío, en tanto los segundos entre los ríos Frío y
Zapote. Debido al escaso interés de los conquistadores por someter esta región, el área
de los Votos se convertiría durante todo el período colonial en una zona refugio, hacia
donde huirían los indígenas que lograban escapar de la dominación implantada por los
españoles en otras regiones del país.
En la región del Caribe central y sur, se localizaban los cacicazgos de Suerre, Pococí,
Tariaca y Talamanca; los dos primeros, dependientes del Señorío del Guarco que

dominaba el área oriental del interior del país. Por su parte, Tariaca se encontraba en las
cercanías del actual valle del río La Estrella, el cual constituiría su límite sureste,
colindando
aquí con el cacicazgo de Talamanca. En lo que respecta a Talamanca, originalmente
este nombre lo dieron los españoles a un cacicazgo cuyos límites estaban determinados
por el norte con Tariaca, al oeste con Chirripó y al sureste con el río Changuinola,
al otro lado del cual se ubicaban los Terbis. Entre las etnias agrupadas en el Cacicazgo
de Talamanca se encuentran los Térrabas, Térrebes o Terbis, los Dorasques o Doraces,
los Chánguenas o Chánguinas, los Siguas o Mexicanos, los Bribris o Viceítas, los
Aoyaques, los Urinamas, los Moyaguas, los Cabécaras, los Ara, los Cureros y los Hebenos
entre otros, no todos ellos claramente identificados. En términos generales puede
decirse que en su mayoría compartían rasgos culturales aunque también mostraban
diferencias,
particularmente de carácter linguístico. Tampoco estuvieron exentas las rivalidades
interétnicas, las que a menudo desembocaron en encuentros bélicos.2
Las poblaciones de la región del Caribe sur enfrentaron tenazmente los intentos de
los españoles por asentarse en dicha zona; así mismo rechazaron los esfuerzos de éstos de
trasladarlos hacia nuevos poblados distantes de sus sitios de habitación originales. Los
autóctonos
reaccionaron con todos los medios a su alcance para rechazar al español: Desde
la resistencia pasiva de aquellos que momentáneamente aceptaban el sometimiento a los
dictados hispánicos, hasta la lucha armada o, como recurso último, la huída hacia las zonas
inhóspitas de las montañas. Por esta razón la región del Caribe sur constituyó una zona
refugio para los autóctonos. Al igual que las llanuras del Norte, en Talamanca buscaron
protección los indígenas que lograban escapar de la dominación de los hispanos.

II- Conquista española y resistencia indígena en el siglo dieciséis


Durante el siglo dieciséis, la expansión castellana estuvo motivada por el afán
de someter las poblaciones indígenas, con el fin de orientarlas al trabajo en tareas de
extracción aurífera. En este sentido, en los inicios de la colonización hispánica de Costa
Rica el objetivo principal de los españoles era el de lograr el control de aquellos territorios
que se suponía poseían mayores recursos auríferos. De allí que hasta finales
de esta centuria los españoles dedicaron ingentes recursos y esfuerzos a fin de someter
las poblaciones del sur del país, reputado como el que poseía la mayor concentración
de oro aluvial.
En el año de 1502, Cristóbal Colón fue el primer europeo que puso pie en territorio
de lo que hoy día es la zona del Caribe Central de Costa Rica. Corría el mes de setiembre
cuando los barcos bajo el mando de Colón se detuvieron en un punto situado
entre la islita de Quiribrí (conocida hoy día como la Uvita) y el poblado indígena de
Cariari,
a orillas del actual río de Cieneguita. Según el relato de Fray Bartolomé de las Casas,
la propia isla estaba cultivada y “parecía un vergel deleitable”, al punto que Colón la
llamó “la Huerta”. Esta población dio muestras de su carácter guerrero pues, de acuerdo
con el testimonio de este cronista:
“concurrió mucha gente de guerra con sus armas, arcos y flechas y varas y macanas, como
haciendo rebato y mostrando estar aparejados para defender su tierra”.3
Luego de levar anclas y de secuestrar a dos indígenas principales, Colón continuaría
su viaje rumbo hacia la costa de lo que se llamaría Veragua, ya en el actual territorio
de Panamá. Precisamente en esta región, alentado por la existencia de oro, Colón
trataría de establecer un primer asiento colonizador, aunque fracasaría debido a la tenaz
resistencia que opusieron los indígenas a las acciones depredadoras y de saqueo llevadas
a cabo por los hombres que le acompañaban en la expedición.
Algunos años más tarde la Corona cedió derechos de conquista y colonización a
Diego de Nicuesa, a quien le fijó como límites el territorio de la costa del Caribe situado
entre el cabo Gracias a Dios (actualmente en Nicaragua) y el Golfo de Urabá (entre las
actuales Colombia y Panamá) Nuevamente, la resistencia indígena y la pérdida de
materiales
y provisiones por parte de los expedicionarios, causaron el fracaso de este segundo
intento de colonización española.
Después de los fracasos de Colón y de Nicuesa, transcurierron veinte años antes
de que los españoles tratasen de fundar nuevos núcleos de colonización en las costas
del Caribe de Costa Rica. Las ciudades de León y Granada de Nicaragua se convirtieron
en punto de partida de las campañas de exploración y conquista de nuevos territorios.
Fue en el año de 1529 cuando el gobernador de Nicaragua, el tristemente célebre Pedrarias
Dávila, encomienda a Martín de Estete la exploración del río San Juan. Los ciento
cincuenta hombres al mando de este conquistador realizan las primeras correrías en las
llanuras del Norte de Costa Rica. También llegan a la zona del Caribe central de Costa
Rica, a las llamadas tierras del cacicazgo de Suerre. La expedición de Estete fue
propiamente
una campaña de saqueo, cuyo objetivo era obtener oro y capturar indígenas para
convertirlos en esclavos. Las acciones depredadoras de los españoles provocarían la
encarnizada
resistencia de los indígenas, por lo que la columna española se vio obligada a
retirarse de estos territorios.

Cinco años más tarde, el rey nombró a Felipe Gutiérrez gobernador de Veragua,
cuyos límites se fijaron nuevamente entre el cabo Gracias a Dios y la gobernación de
Panamá o Castilla del Oro. Esta fue una empresa de conquista y colonización de gran
envergadura pues Gutiérrez dispuso de gran cantidad de hombres y recursos.
Aproximadamente
cuatrocientos soldados se embarcaron en España rumbo a las costas de Caribe
de Costa Rica y Panamá. El desembarco de los españoles se llevó a cabo en un río que
se supone fue el de Belén. Una vez instalado el campamento español, Gutiérrez organizó
el lanzamiento de diversas columnas armadas a fin de “correr la tierra”. Pero, la
encarnizada
resistencia de los indígenas dio al traste con las intenciones de los hispanos.
Según las fuentes documentales, los nativos recurrieron a la táctica de quemar los cultivos,
aún a riesgo de perecer por hambre, con el fin de impedir que los invasores tuviesen
acceso a sus alimentos. Muy pronto los expedicionarios, una vez agotadas sus propias
provisiones, tuvieron que afrontar el acuciante problema de la falta de comida. Gutiérrez
abandonó la zona en un navió con sesenta de sus hombres. El resto de los españoles
permaneció en el campamento, donde perecerían por hambre o combatiendo a
los indígenas.
En el año de 1539 desde Nicaragua se organiza otra expedición dirigida hacia las
llanuras del Norte de Costa Rica. Ciento veinticinco soldados, bajo la dirección de Alonso
Calero y Diego Machuca, descienden por el río San Juan e irrumpen en las llanuras
de los ríos San Carlos y Sarapiquí. Luego de obtener cierta cantidad de oro, los
expedicionarios
continuaron descendiendo por el río San Juan en busca del cacicazgo de
Suerre, pues como afirmó un indígena mercader capturado por los españoles, dicho
cacicazgo contaría con numerosos pueblos. No obstante, los hombres de Calero y Machuca,
una vez llegados en barco al mar Caribe, continuaron navegando, sin finalmente
detenerse en las tierras del cacicazgo de Suerre.
Un año más tarde, el presidente de la recién fundada Audiencia de Panamá se
interesa por organizar una expedición de conquista dirigida hacia la región del Caribe
sur de Costa Rica, la que pone bajo el mando de Hernán Sánchez de Badajoz. El grupo
de expedicionarios se embarca en dos navíos, los cuales zarpan del puerto de
Nombre de Dios el 15 de febrero de 1540. Ambas embarcaciones se detendrían en la
desembocadura del río Tarire o Sixaola, donde Sánchez de Badajoz funda una ciudad
que bautiza Badajoz. Tan pronto se instalan en la región, los españoles levantan una
empalizada construida con troncos de árboles cuyo objetivo era detener los ataques de
los indígenas. No obstante, pronto estallaría un conflicto entre este conquistador y el
gobernador de Nicaragua, Rodrigo de Contreras, quien consideraba como suyo este
territorio.
Desde Granada parte este Gobernador al mando de una fuerte expedición que
desciende por el río San Juan hacia el mar Caribe. Contreras llegaría con sus barcos
frente a la empalizada levantada por Badajoz el 15 de noviembre de 1541. Debido a la
superioridad del contingente de soldados y de indígenas auxiliares que trae Contreras
de Nicaragua, Badajoz se vio obligado a rendirse a las fuerzas que dirige el gobernador
de Nicaragua.
El aumento del número de españoles en la región, significó el incremento de la
presión sobre los indígenas de estos territorios. Los foráneos, acosados por el hambre,
saquearon los plantíos de pejibayes, yucas, maíz; varios jefes indígenas fueron sometidos
a tortura. Uno de ellos, el cacique Coxele, logró escapar y “sublevó la tierra, porque era
señor muy principal”. Los indígenas se adueñaron entonces de la empalizada que había
construído Badajoz, incendiándola y reduciendo a cenizas el campamento español.
Rebeliones y sublevaciones de los indígenas contra la dominación española...

Después de los fracasos de Badajoz y Contreras, Diego Gutiérrez obtuvo de la


Corona los derechos de conquista y colonización del territorio en el que había fracasado
su hermano. No sería sino hasta el año de 1543, dos años después de su partida de España,
cuando Gutiérrez y sus hombres logran arribar a la desembocadura del río Suerre.
En esta zona Diego Gutiérrez establece un campamento al que denomina Villa Santiago.
Después Gutiérrez se aventuraría a continuar la exploración del territorio, adentrándose
por el río Suerre hasta encontrar un poblado indígena de considerable extensión. En este
punto Gutiérrez captura a dos caciques que las fuentes españolas denominan como
Camaquire y Cocorí. Camaquire lograría huir, organizando poco después la resistencia
indígena contra los invasores. Diversos grupos indígenas lograron confederarse y atacar
sorpresivamente a los expedicionarios españoles. Aunque los indígenas no disponían
mas que de piedras, palos y lanzas de palma atacaron por sorpresa, muriendo Diego
Gutiérrez y otros treinta soldados españoles en el enfrentamiento.
Con la derrota de Diego Gutiérrez, los indígenas de la región del Caribe lograrían
detener los avances de los conquistadores durante casi dos décadas. El revés de los
españoles durante estos años fue el resultado de la combinación de tres factores: a) las
características ecológicas del territorio, de alta pluviosidad; b) el escaso apoyo logístico
de los expedicionarios al no contar con un cercano núcleo de donde recibir provisiones
o refuerzos; c) la resistencia tenaz de los indígenas, quienes lograron forjar alianzas
superando
sus disensiones internas, enfrentando de manera eficaz a los invasores.
En la segunda mitad del siglo dieciséis, los intentos por dominar el territorio de
la costa Atlántica resultaron nuevamente infructuosos para los españoles. Cuando se
organizó
la primera expedición orientada al sometimiento del área interior del país, en la
década de 1560, se planeó como un doble ataque: La empresa de Cavallón y de Estrada
Rávago tenía como objetivo lograr la comunicación desde el Pacífico hacia la zona del
Caribe sur de Costa Rica. Pretendían ambos establecer una serie de ciudades-campamentos,
desde la región del Golfo de Nicoya pasando por el interior del país hasta alcanzar
el Caribe sur. Pero, los planes de fundar un asentamiento hispánico en el Caribe de Costa
Rica terminaron de igual forma que los anteriores intentos, en un rotundo fracaso.
La siguiente campaña de conquista hacia el interior de Costa Rica la dirigió Juan
Vázquez de Coronado, quien a finales de 1562 ingresó al interior del país por la vertiente
del Pacífico. Tan pronto logró afianzarse en el Valle Central, Vázquez de Coronado
trataría de avanzar hacia el Caribe. No obstante, por instigación del cacique de Aserrí,
quien le había ofrecido su lealtad, este conquistador cambia de opinión y organiza una
expedición hacia el territorio de los Quepos y los Cotos en la región del Pacífico sur. Una
vez que se encontró en estos territorios Vázquez de Coronado trató de forjar una alianza
con el cacique de los Cotos, de nombre Corrohore. Allí supo también de la existencia en
esta región del sur del país de gran número de pueblos tanto en la vertiente del Pacífico
como en la del Atlántico. No obstante, se vio obligado a regresar al interior del país ya
que gran número de sus hombres se encontraban heridos y se le habían agotado las
municiones de guerra.
En la región del Valle Central los soldados de Vásquez de Coronado fundaron la
ciudad de Cartago en el territorio del denominado cacicazgo del Guarco. Afianzado en
esta ciudad, Vázquez de Coronado enviaría hacia la región del Pacífico una columna
con unos sesenta soldados fuertemente armados, en tanto él partió rumbo hacia Nicaragua
en busca de refuerzos. Su objetivo era que sus soldados localizaran un buen sitio en
la costa y fundaran un campamento que serviría de base de operaciones para la con-
quista de los territorios del sur del país. Pero esta expedición fracasaría debido a la tenaz
resistencia de los indígenas de Coto y a la inclemencia del tiempo. No obstante, poco
después Vázquez de Coronado arribó con un navío procedente de Nicaragua. De esta
forma pudo reorganizar las fuerzas españolas en la región del Pacífico sur y así lanzarse
a cruzar la cordillera de Talamanca, pues sus intenciones eran las de alcanzar la
denominada provincia de Ara en la cuenca del río Tarire, reputada como la más rica en
yacimientos auríferos.
Una vez que alcanzó la provincia indígena de Ara, Vázquez de Coronado se da
cuenta de que carece de fuerzas suficientes para enfrentarse a los aborígenes. Entonces
no le queda otra alternativa que la de regresar hacia el interior del país luego de realizar
un rápido reconocimiento de los yacimientos auríferos y de repartir los supuestos lugares
de minas entre sus soldados a fin de evitar la deserción de sus hombres.
Cuando Vásquez de Coronado ingresa a la recién fundada ciudad de Cartago la
halla sitiada por indígenas rebeldes y los españoles en vigilia para evitar ser atacados.
Los soldados que habían permanecido en Cartago se habían dedicado a saquear los cultivos
de los pueblos indígenas y a exigir mano de obra para trazar la nueva ciudad, así
como mantenían como rehenes a los jefes indígenas de Aserrí, Curridabat, Yorustí, Quircot
y Puriricí. Sin embargo, el cacique Garabito quien controlaba gran parte del territorio
situado entre el Pacífico central y el occidental del Valle Central logró escapar cruzando
la Cordillera e instaura una zona de refugio para los indígenas en la región de los
Votos, en el norte del país. Poco después Vázquez de Coronado decide trasladarse a España
a fin de conseguir financiamiento que le permitiera reclutar nuevos hombres y adquirir
pertrechos para continuar la conquista de Costa Rica. Después de su partida, los
soldados que permanecieron en Cartago se encontraron en precaria situación, pues la
rebelión indígena se volvió general.
Bajo la dirección del cacique Turichiquí del pueblo de Ujarráz, diversas poblaciones
indígenas establecieron una alianza a fin de expulsar definitivamente a los invasores
de sus territorios y recuperar su independencia. Pero los españoles lograrían revertir
la situación con la llegada de soldados provenientes de Nicaragua bajo el mando de
un nuevo gobernador, nombrado después de la muerte en España de Vásquez de Coronado.
Este era Perafán de Ribera, quien venía con la intención de alcanzar las áreas de
yacimientos auríferos localizados en el sur del país. A principios de 1570, dejando en la
ciudad de Cartago una guarnición de treinta soldados, Perafán de Ribera parte rumbo
hacia las tierras del Caribe sur al mando de un contingente de sesenta y ocho soldados.
Luego de atravesar las poblaciones de Corrosí, Atirro, Teotique, Chirripó, Pococí,
Auyaque,
Moyagua, Tariaca, Ciruro y el territorio de los Siguas o “Mexicanos”, intentaría finalmente
establecer un campamento en el Valle de la Estrella. Pero los indígenas de la región
resistieron tenazmente a los españoles a pesar de carecer de armas capaces de enfrentar
el armamento español.
La expedición de Perafán de Rivera encontró las mismas dificultades con las que
anteriormente habían topado todos los españoles que se habían aventurado en la región
del Caribe sur del país. Hostigados por los indígenas y carentes de alimentos, los
expedicionarios
tuvieron que levantar el campamento y abandonar la región del Valle de la
Estrella para trasladarse hacia la región de la Bahía del Almirante. En este sitio,
incapacitados
para explotar los yacimientos auríferos, los españoles se dedicaron a saquear los
cementerios de los poblados abandonados. Pero pronto su situación se tornaría desesperada.
Por ello, Perafán de Ribera tomó la decisión de atravesar la Cordillera de Talaman-
Rebeliones y sublevaciones de los indígenas contra la dominación española... 131
ca con rumbo hacia la Vertiente del Pacífico y desde allí regresar hacia Cartago. Su
expedición
terminó entonces en un rotundo fracaso, por lo que al final abandonaría la provincia
de Costa Rica.
Al término de la gobernación de Perafán de Ribera poco se había avanzado en la
colonización del territorio de Costa Rica. Doce años habían transcurrido desde la entrada
de Juan de Cavallón al interior del país y Cartago no era otra cosa que un campamento
en el que permanecían unos cuarenta soldados. De allí que, los intentos de asentamiento
realizados en el curso de las expediciones de Cavallón, Vázquez de Coronado y Perafán
de Ribera fracasaron pues no pudieron vencer la resistencia de los indígenas a fin de
ponerlos a trabajar en la explotación de los yacimientos auríferos, condición necesaria
para obtener financiamiento que garantizara la colonización en el interior del país.
Después de la renuncia de Perafán de Ribera a la gobernación de Costa Rica, la
Audiencia de Guatemala nombró interinamente como gobernador de Costa Rica a Alonso
Anguciana de Gamboa, vecino de Granada. A diferencia de Perafán de Ribera, Anguciana
disponía de amplios recursos financieros que había logrado amasar en Nicaragua. También
su principal interés era alcanzar los yacimientos auríferos del sur del país. Con este
fin trajo de Nicaragua treinta esclavos negros entrenados en la localización de yacimientos
de oro aluvial. A principios de 1574 Anguciana de Gamboa desembarca en las costas de la
gobernación de Costa Rica. Sabe, sin embargo, que el nombramiento que le ha conferido
la Audiencia de Guatemala tiene validez por poco tiempo. En realidad el Rey ha concedido
la gobernación a Diego Artieda Chirinos; pero como éste permanece aún en España,
Anguciana decide llevar a cabo sus proyectos. Uno de sus principales designios era el de
establecer un puerto en la costa del Caribe. Con este fin partió desde Cartago con una
compañía integrada por 50 soldados rumbo a la desembocadura del río Suerre donde logró
capturar un cacique. Pero no logró permanecer mucho tiempo en la región como
consecuencia
de la resistencia que le opusieron los indígenas del área del Caribe.
El sucesor de Anguciana de Gamboa, Diego Artieda Chirinos llega a la provincia
de Costa Rica con la clara intención de fundar un puerto en la Bahía del Almirante en la
región del Caribe sur. En febrero de 1577 Artieda Chirinos organiza una expedición hacia
el Valle del Guaymí, en el extremo meridional de la gobernación de Costa Rica. Pero
considera que el mejor modo de alcanzar esta región es por vía marítima. Por ello se
traslada a Nicaragua, para desde la ciudad de Granada navegar por el lago y por el río
San Juan, a fin de llegar al mar Caribe y desde allí dirigirse hacia la Bahía del Almirante.
Una vez en esta región, funda a finales de 1577 un núcleo de colonización al que bautiza
con el nombre de Artieda. Sus intenciones eran emplear este asentamiento como base
de operaciones para establecer el control de los yacimientos auríferos. No obstante,
los indígenas le opondrían una tenaz guerra de resistencia por lo que Artieda se vio
obligado a retirarse hacia Granada. Fue éste el último de los intentos de colonización
hispánica en esta región durante el siglo dieciséis.
Otra región que escapó a la dominación de los hispanos fue el vasto territorio
que se extendía a partir de la laderas septentrionales de los volcanes de Poás y de Barva,
especialmente las inmensas llanuras comprendidas entre los ríos que desembocan en
el San Juan. No obstante, los conquistadores no mostraron mayor interés por controlar
esta región ya que allí no se encontró oro. Por ello, desde las exploraciones llevadas a
cabo por Alonso Calero y Diego Machuca en 1539, no hubo más intentos por controlar
estos extensos territorios. En la década de 1560, Juan Vázquez de Coronado se refirió a
esta región mencionando lo relativamente cercana que se encontraba del río San Juan y
en este sentido señalaba la posibilidad de establecer una ruta de comunicación entre la
banda oriental del Golfo de Nicoya y este río, enlazando así la costa del Pacífico y la del
Atlántico:
“Están los Botos ribera del río llamado Pocosol que entra en el Desaguadero; y a dos
leguas
de los Botos pueden llegar, a lo que se entiende, las fragatas de Nombre de Dios que
van a la ciudad de Granada. Desde los Botos, que están donde digo, hacia la Mar del
Norte, al puerto de Landecho, habrá veintecinco leguas, todas tierra fría y sana, de mucha
gente y comida y por manera que es razón esté Vuestra Magestad advertido de este
caso para la contratación del Pirú que podría ser cosa cómoda por esta provincia y viaje
más breve y más cercano que por otra cosa(...). 4
Este proyecto no se llevó a cabo, aunque nuevamente en 1591 se volvió a mencionar
esta posibilidad de enlazar por medio de una ruta terrestre el río Sarapiquí con la
ciudad de Esparza en el Pacífico.
Al término del siglo dieciséis, los españoles asentados en la ciudad de Cartago
implantaron su férrea dominación sobre las poblaciones indígenas asentadas en el interior
del país. El expediente mayormente empleado para someter a los aborígenes fue la
captura de los líderes indígenas y el saqueo de los cultivos indígenas. Aquellos que trataron
de escapar huyendo hacia las montañas cercanas fueron violentamente sacados de
estos lugares, sus ranchos sistemáticamente incendiados y llevados los indígenas hacia
las reducciones o “pueblos de indios” establecidos en el Valle Central. No obstante, es
probable que en las dos últimas décadas de esta centuria se haya producido una
considerable
migración de indígenas que lograron escapar de las reducciones del Valle Central
para trasladarse hacia las “áreas refugio” de Talamanca y Guatuso.

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