Apunte Humanos
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Apunte Humanos
La sociedad contemporánea reconoce que todo ser humano, por el hecho de serlo, tiene
derechos frente al Estado; derechos que éste, o bien, tiene el deber de respetar y garantizar,
o bien está llamado a organizar su acción a fin de satisfacer su plena realización.
Estos derechos, atributos de toda persona e inherentes a su dignidad, que el Estado
debe respetar, garantizar o satisfacer, son los que hoy se denominan derechos humanos.
Esta primera aproximación evidencia dos extremos que ayudan a precisar el concepto:
Son derechos inherentes a la persona humana.
Son derechos que se afirman frente al poder público.
Estos derechos no dependen del reconocimiento del Estado ni son concesiones suyas.
Tampoco dependen de la nacionalidad de la persona, ni de la cultura a la cual pertenezca.
Son derechos universales, que corresponden a todos los habitantes de la tierra. La expresión
más notoria de esta gran conquista es el art. 1 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos que prescribe que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente
los unos con los otros.
Según los sujetos activos o titulares, los derechos humanos pueden ser:
a) Individuales: derechos humanos cuya titularidad es ostentada por las personas
en su particularidad. Ej.: derecho a la vida, a la integridad física, a la salud, a la
libertad, al acceso a la educación, derecho al trabajo, etc.
b) Colectivos: derechos humanos cuyo sujeto activo está dado por una comunidad,
colectivo o grupo de personas. Ej.: derechos de los niños, niñas y adolescentes,
derechos de los trabajadores, etc.
c) De los pueblos: derechos humanos que reconocen como titulares a los pueblos.
Ej.: derecho a un ambiente sano, derecho a la paz, derecho a la
autodeterminación, etc.
Según el momento histórico de positivización, los derechos humanos pueden ser:
a) Derechos de 1° generación: también llamados derechos individuales, fueron
fruto del constitucionalismo clásico de finales del S XVIII, surgido como reacción
contra las formas de organización política del absolutismo monárquico. Colocó como
eje a la libertad y a los derechos civiles y políticos. Se trata de una categoría que
cobró naturaleza de derechos públicos subjetivos “frente” o “contra” el Estado. Éste
era el sujeto pasivo, y la obligación fundamental que le incumbía a fin de dar
satisfacción a aquellos derechos era de omisión: no debía violarlos, ni impedir su
goce, ni interferir en su ejercicio. De ahí el surgimiento del Estado abstencionista.
Ejemplos: derecho a la vida, a la libertad personal, a la integridad física, a la intimidad,
a la libertad de culto y expresión, derecho a trabajar, derecho a participar en la vida
política, etc.
b) Derechos de 2° generación: como resultado de transformaciones sociales y
valoraciones colectivas, en el S XX surge el constitucionalismo social. Este
movimiento político viene a complementar al constitucionalismo clásico agregando, a
los derechos individuales o civiles, los derechos económicos, sociales y culturales. La
democracia liberal pasa a ser democracia social; la igualdad formal ante la ley
adiciona la igualdad real de oportunidades. Los derechos, a los fines de su
satisfacción, no se conforman con la mera positivización y con un comportamiento
abstencionista del Estado, sino que deberá promoverlos, es decir, asumir una
conducta activa que haga posible su disponibilidad y acceso en favor de todas las
personas, especialmente de las más desfavorecidas. Eso significa que ha de crear
las condiciones necesarias para hacer accesible a todas las personas su efectivo goce
y ejercicio.
Ejemplos: derechos sindicales, derecho al acceso a la cultura, derechos de la
seguridad social, etc.
c) Derechos de 3° generación: los denominados derechos de la solidaridad o
colectivos, constituyen una tercera generación que se concretiza en la segunda mitad
del S XX. Se trata del reconocimiento de un contexto en el que surgen nuevas
necesidades humanas, y donde estas exigencias obligan a desarrollar nuevos
derechos que garanticen el acceso universal a formas más avanzadas de ciudadanía
y civilidad, de libertad y de calidad de vida.
Ejemplos: derecho al ambiente sano, derecho al desarrollo, derecho a vivir en paz,
etc.
Según la forma de ejercicio, los derechos humanos pueden ser:
a) Derechos de autonomía: derechos de las libertades públicas o democráticas.
b) Derechos de crédito: derechos a la salud, educación o vivienda.
c) Derechos de participar: derechos políticos o de reunión.
d) Derechos-deberes: derecho al trabajo o derecho a la educación.
A partir de la segunda mitad del S XX, han hecho su aparición un conjunto de normas
que, de forma convencional, se agrupa bajo la categoría de Derecho Internacional de los
Derechos Humanos, dedicadas a la protección internacional del individuo.
La gran innovación introducida por estas normas radica en la consideración del individuo
y su dignidad como un valor autónomo para la sociedad internacional que, por tanto, se
convierte en un bien jurídico protegible en sí mismo por el Derecho Internacional, con
independencia de la condición o circunstancias en que aquel se encuentre.
El nuevo Derecho Internacional de los Derechos Humanos es el resultado de un proceso
evolutivo en el que se han relacionado, en forma dialéctica, las competencias estatales, por
un lado, y el interés de la sociedad internacional, por el otro. A lo largo del mismo, se ha
producido la superación del viejo principio de la competencia exclusiva del Estado y su
sustitución por una concepción que define a los derechos humanos como materia de interés
internacional.
En virtud de esta nueva concepción, se establece un modelo de cooperación entre
ordenamientos jurídicos que, al tiempo que reconoce una competencia directa y primigenia al
Estado para establecer mecanismos propios de protección y promoción, define la
competencia de la comunidad internacional para adoptar normas en dicho ámbito e, incluso,
para establecer sistemas internacionales de control y fiscalización del comportamiento estatal.
Así, si bien es al Estado a quien compete, en primer lugar, proteger los derechos de los
individuos sometidos a su jurisdicción, dicha competencia es ejercida en tanto que derivada
de una obligación general que le viene impuesta por el Derecho Internacional y, por
consiguiente, sometida a control a través de mecanismos internacionales.
Desde la perspectiva del Derecho Internacional, el resultado de este proceso ha sido la
adopción de normas sustantivas que enuncian derechos, algunas de las cuales –como el
derecho a la vida o a la prohibición de la tortura- han llegado a integrarse en el bloque de
normas ius cogens. Junto a ellas, las normas procesales han definido mecanismos de control,
que ofrecen al particular protección frente al estado en el plano internacional. Ambas
categorías integran los denominados sistemas internacionales de protección de los derechos
humanos.
Estos sistemas de protección, autónomos de los estatales, pueden clasificarse en dos
grandes bloques: los sistemas universales (que se desarrollan en el ámbito del sistema de las
Naciones Unidas) y los sistemas regionales (Consejo de Europa, O.E.A. y Unión Africana).
Aunque cada uno de ellos presenta características propias, existe un conjunto de
elementos comunes:
Son sistemas de protección del individuo en sí mismo considerado, en su relación con
el Estado.
Los sistemas internacionales son subsidiarios respecto de la protección de los derechos
humanos a nivel interno y, por consiguiente, sólo operan tras la actuación de los sistemas
domésticos.
Estos sistemas se desarrollan siempre en el seno de una organización internacional,
que les ofrece soporte ideológico, institucional y material, y que garantiza la pervivencia y
autonomía de cada uno de los sistemas.
Integran un doble bloque normativo dedicado, respectivamente, a la codificación y
definición de derechos fundamentales, por un lado, y al establecimiento de estructuras
internacionales de control del comportamiento estatal, por el otro.
La protección de los derechos humanos se ejerce, en cada sistema, a través de técnicas
diferenciadas. Las técnicas de control responden, como regla, a modelos no judiciales, siendo
excepcional la configuración del sistema judicial como mecanismo principal y directamente
aplicable a la protección de los derechos humanos. Baste a este respecto con destacar que
no existe un tribunal de estas características en el plano universal y que, en lo que a los
ámbitos regionales se refiere, sólo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos detenta
competencia automática para resolver cualquier demanda presentada contra un Estado
integrado al sistema. Por el contrario, el control se ejerce habitualmente mediante comisiones
y comités que, si bien recogen en sus métodos de trabajo fórmulas basadas en el principio
contradictorio, no son órganos judiciales.
Fuentes del Sistema Universal de protección de los derechos humanos
Ya la Carta de la O.N.U contenía algunas escuetas referencias a los derechos humanos,
a través de dos tipos de normas: en un primer grupo, se integran aquellas que contemplan la
cuestión desde una perspectiva material, vinculada con los propósitos de la organización; de
conformidad con ellas, la O.N.U favorece: “la cooperación internacional (…) en el desarrollo y
estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin
hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.” (art. 13), “de crear las
condiciones de estabilidad y bienestar necesarios para las relaciones pacíficas y amistosas
entre las naciones, basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos y a la libre
determinación de los pueblos.” (art. 55). La segunda categoría de normas responde a un
carácter institucional, definiendo los órganos competentes en este ámbito.
La definición de un estándar internacional que proclame los derechos y que resulte
oponible a los Estados constituyó, histórica e ideológicamente, el primero de los objetivos
perseguidos por la O.N.U en el ámbito de los derechos humanos.
Las modificaciones incorporadas por la constitución del ’49 fueron derogadas en el año
1956 por proclama del dictador Pedro Eugenio Aramburu, en la segunda etapa de la dictadura
cívico-militar autodenominada “Revolución Libertadora” que derrocó al presidente Perón.
Y, finalmente, la reforma del año 1994 significó tanto una más extensa nómina de
normas como una ampliación de los contenidos del constitucionalismo social.
Los derechos contenidos en la Constitución se han de interpretar de
conformidad con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos que hace parte del
Derecho argentino;
1El derecho de réplica, rectificación o respuesta es operativo (en autos Ekmedjian c/Sofovich)
en la medida de lo posible, y a fin de la compatibilización y coordinación, se ha de
tener como puntapié una presunción: la de que las cláusulas de los tratados de
derechos humanos son operativas;
cuando, acaso, los derechos contenidos en los tratados internacionales no
se encuentren receptados en la Constitución u ostenten mayor amplitud, hay que
considerar que los derechos emergentes de los tratados tienen hospedaje en la cláusula
constitucional de los derechos implícitos (art. 33CN);
si todos los tratados internacionales, de cualquier materia y/o contenido, son
jerárquicamente superiores a las leyes, hay tratados internacionales que detentan jerarquía
constitucional, lo que los coloca en el nivel del vértice del Derecho interno;
las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos –cuya
jurisdicción ha consentido nuestro Estado al ratificar la Convención Americana en 1984- han
de ser tenidas en cuenta como orientación valorativa para su posible aplicación, tanto si la
referida Corte ha actuado en orden a su jurisdicción contenciosa como consultiva.
1er período (1853 – 1963): en esta etapa no se llega a plantear la cuestión del rango
constitucional de los tratados. En el campo doctrinario, tardíamente, se discutía el alcance de
los arts. 27, 31 y 100 (antiguo) de la Constitución Nacional.
- Art. 27 CN: “El Gobierno Federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y
comercio con las potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con
los principios de derecho público establecidos en la Constitución”.
El art. 27 de la Constitución Nacional impone una obligación al gobierno federal que
es un signo de la concepción ideológico valorativa y política de los constituyentes de
1853/1860. La norma consagra una ubicación de la República Argentina, de “puertas
abiertas”: en la invitación del Preámbulo, en el fomento de la inmigración, en la igualdad
expresa para los extranjeros y en el reconocimiento del derecho de gentes. En consecuencia
de ello, el gobierno federal debe vincularse con los demás Estados en relación de paz y
comercio. Pero los tratados que se celebren deben respetar –es decir, sujetarse,
subordinarse- al Derecho público de la Constitución.
Por consiguiente, había coincidencia doctrinaria respecto de sostener la preeminencia
de la Constitución Nacional sobre los tratados si éstos violaban cláusulas de aquella. Admitir
lo contrario hubiera sido introducir un procedimiento de modificación de la Constitución no
previsto expresamente, que se opondría a su carácter rígido. La Corte Suprema, en su
momento, limitó la vigencia del principio general de la supremacía de la Constitución Nacional
sobre los tratados a las épocas de paz, pudiendo éstos últimos cobrar un rango superior en
caso de guerra (Merk Química: “El art. 27 no aparece rigiendo los tiempos de guerra.”).
También, por su parte, algunos autores sostuvieron que no toda la Constitución era
jerárquicamente superior, sino que cabía admitir su reforma por vía convencional siempre que
no se vulnerasen las declaraciones, derechos y garantías de su parte programática, y que si
los constituyentes de 1853 no hubieran admitido esa posibilidad, habrían impuesto una
limitación mucho más amplia a la facultad de concertar tratados y no sólo la de respetar los
principios del Derecho público de la Constitución Nacional.
Así, la Constitución histórica, al mismo tiempo que desestimó las posiciones
aislacionistas, adoptó el principio de supremacía constitucional y lo desarrolló y puntualizó en
el art. 31.
- Art. 31 CN: “Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se
dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la
Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ellas, no
obstante cualquiera disposición en contrario que contengan las leyes o constituciones
provinciales, salvo para la provincia de Buenos Aires, los tratados ratificación después del
Pacto del 11 de noviembre de 1859.”
El art. 31 contiene dos principios sustantivos del ordenamiento jurídico de la República
Argentina: el principio de supremacía constitucional y el principio de jerarquía de las fuentes
del Derecho. Declara, pues, la supremacía de la Constitución Nacional por sobre todo el
ordenamiento jurídico argentino. Éste debe subordinarse a aquella y no debe modificarla si no
es por el procedimiento establecido en el art. 30 CN, disposición que crea el Poder
Constituyente derivado y el modo y alcance de su objeto.
De resultas de ambos artículos no cabía duda alguna acerca de que la Constitución
prevalecía por sobre todo el orden jurídico interno; y como los tratados celebrados conforme
a la Ley Suprema ingresaban y se integraban al sistema de normas de la República, sobre
esos convenios internacionales debía ejercerse el control de constitucionalidad.
Bajo la regla del art. 31 CN no existía disenso interpretativo acerca de que la
Constitución prevalecía sobre el ordenamiento interno. En cambio, la ubicación jerárquica de
las otras dos fuentes jurídicas mencionadas en la norma –leyes de la Nación que en su
consecuencia se dictaren y tratados internacionales- no encontraría una respuesta unánime.
2do período (1963): la segunda etapa da inicio con la doctrina sustentada por la
CSJN en la causa “Martín y Cía. S.A. c/Nación Argentina”.
La actora, Yerbatera Martín, en el año 1995 importa productos provenientes de Brasil.
Al arribar los mismos al puerto de Rosario, le aplican una “sobretasa” impositiva de acuerdo a
un decreto que, en verdad, modificaba un tratado de comercio y navegación entre Argentina
y dicho país, firmado en el año 1940, que eximía del pago de estas sobretasas impositivas.
La empresa pagó y, luego, inicia la demanda.
En el fallo de primera instancia y, posteriormente, en la Cámara de Apelaciones le
otorgan la razón a la empresa Martín, sosteniendo que según el art. 31 CN, los tratados son
ley suprema de la Nación.
La CSJN, en cambio, rechaza la demanda. Los ministros adujeron que ni el art. 27 ni
el 100 de la CN atribuían prelación o superioridad a los tratados con las potencias extranjeras
respecto de leyes válidamente dictadas por el Congreso de la Nación.
Los fundamentos del fallo fueron muy criticados desde diversos puntos de vista.
La decisión estaba en abierta contradicción con los principios universalmente
reconocidos en el régimen internacional de los tratados, en particular, con el pacta sunt
servanda y con la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, aprobada
por nuestro país en 1972.
Pasarían 30 años para que el máximo tribunal modificara esta postura.
3er período (1992 – 1994): la tercera etapa comienza con la causa “Ekmedjian
c/Sofovich”, oportunidad en la cual la Corte Suprema de la Nación tuvo ocasión de enderezar
la interpretación sobre las relaciones jerárquicas entre el orden interno, inferior a la
Constitución, y los tratados internacionales.
Los fundamentos vertidos en la decisión jurisdiccional fueron:
La celebración de un tratado es un acto complejo. El Poder Ejecutivo los firma y los
concluye; el Congreso de la Nación los desecha o los aprueba mediante leyes federales, y el
Poder Ejecutivo vuelve a intervenir a fin de ratificarlos.
La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (1969), ratificada en
1972 y en vigor desde 1980 al respecto, la Corte dijo: “Esta Convención ha alterado la
situación del ordenamiento jurídico argentino.”
La necesaria aplicación del art. 27 de la Convención de Viena impone a los órganos
del Estado argentino asignar primacía al tratado ante un eventual conflicto con cualquier
norma interna contraria; con lo cual, ningún Estado parte podría invocar disposiciones de
Derecho interno para incumplir la Convención.
Esta doctrina sería reiterada y explicitada en su alcance en otras causas, como
“Fibraca Constructora S.A. c/Comisión Técnica Mixta de Salto Grande”.
Sin embargo, dentro de las facultades del Congreso, debió haberse incluido los tratados
con “otros entes internacionales” y no sólo con “las organizaciones internacionales”, pues
existen entes a los cuales se les reconoce subjetividad internacional como la Soberana Orden
Militar y Hospitalaria de Malta o la Cruz Roja Internacional, u otros como los movimientos de
liberación nacional. Aun cuando el viejo texto constitucional no lo impedía, hubiera sido bueno
incluirlo en la nueva redacción.
Otra omisión en la que se incurre con la reforma fue la de los acuerdos en forma
simplificada o acuerdos ejecutivos, que revisten gran importancia y en cuyo proceso de
creación se omiten etapas necesarias para los acuerdos solemnes. Se trata de un modo
abreviado de celebración de tratados, que tienen ejecutoria sobre todo en relaciones
bilaterales que se concluyen con un solo acto. Nuestro país ha firmado acuerdos de asistencia
militar, cooperación técnica, comercio y pagos financieros, sanidad animal, servicio militar y
algunos de contenido político bajo esta modalidad.
3) Creación de los órganos supraestatales. Repercusión en nuestro régimen jurídico
interno.
Caso Almonacid Arellano vs. Chile (2006)2: “La Corte es consciente de que los jueces
y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las
disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un
tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del
aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que los obliga a velar porque los
efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación
de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En
otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad”
entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta
no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte
Interamericana, intérprete última de la Convención.”
Un año más tarde, en el caso Boyce vs. Barbados, la Corte explica de manera concreta
de qué forma debe ser implementado el control de convencionalidad en el ámbito interno.
Enfatiza en que los tribunales nacionales no sólo deben limitarse a realizar un examen de
constitucionalidad, sino también de convencionalidad.
Caso Boyce y otros vs. Barbados (2007)3: “La Corte que el CJCP (Comité Judicial del
Consejo Privado) llegó a la conclusión mencionada anteriormente a través de un análisis
2 Los hechos del presente caso se desarrollaron en el contexto del régimen militar que derrocó el gobierno del
entonces presidente Salvador Allende, en 1973. La represión generalizada dirigida a las personas que el régimen
consideraba como opositoras operó hasta el fin del gobierno militar.
Luis Alfredo Almonacid Arellano era profesor de enseñanza básica y militante del Partido Comunista. El 16 de
septiembre de 1973 fue detenido por carabineros, quienes le dispararon en presencia de su familia, a la salida de
su casa. Falleció al día siguiente.
En 1978 se adoptó el Decreto-Ley N° 2191, mediante el cual se concedía amnistía a todas las personas que hayan
incurrido en hechos delictuosos entre 1973 y 1978. Debido a esta norma no se investigó adecuadamente la muerte
del Sr. Arellano, ni se sancionó a los autores del hecho.
3 Los hechos del presente caso se desarrollan en el marco de la naturaleza obligatoria de la pena de muerte
impuesta a personas condenadas por homicidio en Barbados. Lennox Ricardo Boyce, Jeffrey Joseph, Frederick
Benjamin Atknis y Michael McDonald Huggin fueron condenados por el delito de homicidio a muerte mediante la
horca, bajo la Sección 2 de la Ley de Delitos del Estado contra la Persona. De conformidad con esta disposición,
puramente constitucional, en el cual no se tuvo en cuenta las obligaciones que tiene el Estado
conforme la Convención Americana y según la jurisprudencia de la Corte. De acuerdo con la
Convención de Viena sobre la Ley de Tratados, Barbados debe cumplir de buena fe con sus
obligaciones bajo la Convención Americana y no podrá invocar las disposiciones de su
Derecho interno como justificación para el incumplimiento de dichas obligaciones
convencionales. En el presente caso el Estado está, precisamente, invocando disposiciones
de su Derecho interno a tales fines. (…) El análisis del CJCP no debería haberse limitado a
evaluar si la Ley de Delitos del Estado contra la persona era inconstitucional. Más bien, la
cuestión debería haber girado en torno a si la ley también era “convencional”.”
Desde el caso Almonacid Arellano vs. Chile, la Corte ha ido precisando el contenido y
alcance del control de convencionalidad en su jurisprudencia, para llegar a un concepto
complejo, que comprende los siguientes elementos o características:
El control de convencionalidad…
consiste en verificar la compatibilidad de las normas internas con la
Convención Americana de Derechos Humanos, la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y los demás tratados interamericanos de los
cuales el Estado sea parte.
Es una obligación que corresponde a toda autoridad pública en el ámbito de sus
competencias.
A efectos de determinar la compatibilidad con la CADH, no sólo se debe tomar en
consideración el tratado, sino que también la jurisprudencia de la Corte IDH y los demás
tratados interamericanos de los cuales el Estado fuera parte.
Es un control que debe ser realizado ex officio por toda autoridad pública.
Su ejecución puede implicar la supresión de normas contrarias a la CADH o bien
su interpretación conforme a la CADH, dependiendo de las facultades de cada autoridad
pública.
Caso Mendoza y otros c/Estado Argentino (2013)4: “Al respecto, este Tribunal ha
establecido en su jurisprudencia que, cuando un Estado es parte de un tratado internacional
una vez que una persona sea condenada por el delito de asesinato, ningún tribunal puede evaluar si la pena de
muerte es un castigo adecuado a las circunstancias particulares de la víctima.
Las cuatro personas estuvieron sometidas a condiciones degradantes en los centros de detención. El Sr. Atknis
murió por motivos de enfermedad. Los otros tres continúan detenidos.
4 César Alberto Mendoza, Claudio David Núñez, Lucas Matías Mendoza, Saúl Roldán y Ricardo Videla Fernández
crecieron en barrios marginales, en una situación de exclusión y gran vulnerabilidad socioeconómica, con carencias
materiales que condicionaron su desarrollo integral. Todos ellos fueron condenados a penas de privación perpetua
de la libertad por delitos cometidos antes de haber alcanzado la mayoría de edad, con base en la Ley 22.278,
relativa el Régimen Penal de la Minoridad, la cual data de la época de la dictadura argentina y tiene alcance
nacional.
En 1999, Claudio David Núñez y Lucas Matías Mendoza fueron procesados conjuntamente por el Tribunal Oral de
Menores N° 1 de la Cap. Fed., y fueron condenados a reclusión y prisión perpetua respectivamente. Ese mismo
año, el citado tribunal impuso a César Alberto Mendoza la pena de prisión perpetua por delitos cometidos cuando
era menor de 18 años. Por otro lado, en el año 2002, el Tribunal en lo Penal de Menores de Mendoza a Saúl
Cristian Roldán Cajal a la pena de prisión perpetua. También, en dicho año, la 5° Cámara en lo Criminal del Poder
como la Convención Americana sobre Derechos Humanos, dicho tratado obliga a todos sus
órganos, incluidos los poderes judicial y ejecutivo, cuyos miembros deben velar porque los
efectos de las disposiciones de dichos tratados no se vean mermados por la aplicación de
normas o interpretaciones contrarias a su objeto y fin. Los jueces y órganos vinculados a la
administración de justicia, en todos los niveles, están en la obligación de ejercer ex officio un
control de convencionalidad entre las normas internas y los tratados de derechos humanos
de los cuales es parte el Estado, evidentemente, en el marco de sus respectivas competencias
y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, los jueces y órganos
vinculados con la administración de justicia, como el Ministerio Público, deben tener en cuenta
no solamente la Convención Americana y demás instrumentos interamericanos, sino también
la interpretación que de éstos ha hecho la Corte Interamericana. (…) La Corte considera que
los jueces, en Argentina, deben seguir ejerciendo un control de convencionalidad a fin de
garantizar el derecho a recurrir el fallo conforme al artículo 8.2.h) de la Convención Americana
y a la jurisprudencia de este Tribunal. No obstante, la Corte se remite a lo señalado sobre las
obligaciones que se derivan de los artículos 2 y 8.2.h) de la Convención Americana (…) y
considera que, dentro de un plazo razonable, el Estado debe adecuar su ordenamiento
jurídico interno de conformidad con los parámetros establecidos en esta sentencia.”
Caso Atala Riffo y niñas vs. Chile (2012)5: “En conclusión, con base en el control de
convencionalidad, es necesario que las interpretaciones judiciales e interpretativas y las
garantías judiciales se apliquen adecuándose a los principios establecidos en la jurisprudencia
de este Tribunal en el presente caso. Ello es de particular relevancia en relación con lo
señalado en el presente caso respecto a la proscripción de la discriminación por la orientación
sexual de la persona de acuerdo a lo estipulado en el artículo 1.1 de la Convención
Americana.”
Judicial de Mendoza resolvió unificar las penas. Asimismo, también en 2002, el Tribunal en lo Penal de Menores
de Mendoza declaró la responsabilidad penal de Ricardo David Videla Fernández y le impuso la pena de prisión
perpetua por delitos cometidos cuando era menor de 18 años. Los representantes de los condenados interpusieron,
en diferentes fechas, una serie de recursos de casación y quejas, en los que solicitaban la revisión de las
sentencias condenatorias. Los recursos fueron desestimados.
En julio de 1998, a los 17 años de edad y durante su permanencia en el Instituto de Menores Dr. Luis Agote, Lucas
Matías Mendoza recibió un “pelotazo” en el ojo izquierdo; a pesar de la gravedad de la lesión, no recibió tratamiento
médico oportuno, lo que conllevó a que su lesión fuese irreversible. En 2005, Ricardo Videla Fernández falleció a
los 20 años de edad; fue encontrado colgado en su celda del Centro de Seguridad de la Penitenciaria de Mendoza;
en tanto que el Estado no realizó las investigaciones pertinentes para esclarecer los hechos. En 2007, Lucas Matías
Mendoza y Claudio David Núñez fueron agredidos por integrantes del cuerpo de requisa del Complejo Penitenciario
Federal I. En 2008, el Fiscal Federal subrogante solicitó la reserva del archivo del caso, pues no era posible
identificar a los agresores.
5 Los hechos del presente caso iniciaron en el año 2002, cuando Karen Atala Riffo decidió finalizar su matrimonio
con Ricardo Jaime López Allendes, con quien tenía tres hijas. Establecieron por mutuo acuerdo que Karen Atala
Riffo mantendría la tuición y el cuidado de las tres niñas. En noviembre del mismo año, la señora Emma de Ramón,
compañera sentimental de la señora Atala, comenzó a convivir en la misma casa con ella y sus tres hijas.
En enero de 2003, el padre de las niñas interpuso una demanda de tuición o custodia ante el Juzgado de Menores
de Villarrica. En octubre de 2003, el Tribunal rechaza la demanda de tuición. En marzo de 2004, la Corte de
Apelaciones de Temuco confirma la sentencia. En mayo de 2004, la Cuarta Sala de la Corte Suprema de Justicia
de Chile acogió el recurso de queja presentado por López Allendes y le concede la tuición definitiva.
observancia y supremacía. En nuestro país, se caracteriza por ser difuso (es competencia de
todos los jueces de la Nación) y concreto (inaplicabilidad de la norma al caso en análisis).
En cambio, el control de convencionalidad, se desarrolla con la finalidad de asegurar el
fiel cumplimiento de las obligaciones asumidas por un Estado parte en el marco de la
Convención Americana de Derechos Humanos. Es decir, aquí la cuestión de la supremacía
normativa pierde importancia frente al principio de aplicación de la norma o interpretación más
favorable a la situación del particular frente al estado. El eje central no es la jerarquía
normativa de la Convención, sino asegurar, en cada caso, la vigencia y efectividad de los
derechos y garantías allí consagrados, mediante el cumplimiento de las obligaciones
internacionales por parte de los Estados que celebraron el acuerdo.
Sin perjuicio de lo expuesto, ambos controles comparten la manera de hacer efectivos
sus objetivos a través de la no aplicación al caso concreto de la norma interna que contradiga
los derechos y garantías establecidos por la Constitución Nacional o la Convención Americana
según el caso; o bien, la aplicación de la norma que mejor resguarde los derechos y garantías
que se ven afectados.
Art. 18 CN: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado
de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a
declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente.
Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable,
como también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley determinará en
qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan
abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los
azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de
los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a
mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice.”
Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley
anterior al hecho del proceso <<nulla poena sine legem>>; <<nulla poena sine iudicio>>;
principio de irretroactividad de la ley penal. Se trata de una garantía reservada,
exclusivamente, al proceso penal. A continuación, desglosamos el sentido de la norma:
a) Exige la existencia de una ley anterior al hecho del proceso: “ley” en sentido
estricto, es decir norma general y abstracta –referida a la materia penal- emanada del órgano
competente, esto es, el Congreso de la Nación. La ley debe describir la conducta prohibida y
la consecuencia sancionatoria de la misma. Esta ley debe preexistir al hecho que dio origen
al proceso, o sea, a la conducta que, en virtud de la disposición normativa, configura un ilícito
penal.
b) Es menester que la pena sea resultado del desarrollo de un juicio previo: nadie
puede ser penado o condenado sin haberse tramitado un juicio, concebido éste como “entidad
jurídica prefijada” cuya completa tramitación será imprescindible para poder aplicar una pena
al acusado y, en el marco del cual, se cumplan las etapas fundamentales requeridas por el
debido proceso legal. Esas etapas, en el juicio penal, son: i) Acusación. ii) Defensa. iii) Prueba.
iv) Sentencia. No obstante, no cualquier proceso previo a la sanción satisface la garantía del
juicio previo, sino que deben ser respetadas, simultáneamente, las demás garantías
constitucionales.
Hasta tanto no recaiga sentencia firme de condena, la persona imputada tiene derecho
a que se respete el principio de inocencia en su favor. Este es un derecho implícito;
actualmente, incorporado a nuestro Derecho por la Convención Americana de Derechos
Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y por la Convención de los
Derechos del Niño.
…ni juzgado por comisiones especiales o sacado de los jueces designados por la ley
antes del hecho de la causa Juez natural6: la exigencia que esta garantía impone queda
satisfecha con el hecho de que sólo el Poder Legislativo, a través de una ley, se encuentra
facultado para determinar cuál es el juez natural dadas ciertas circunstancias; pero, además,
se impone la necesidad de que tal competencia le haya sido atribuida al juez con anterioridad
al momento de acaecimiento del hecho que es objeto del proceso.
Asimismo, la norma prohíbe la creación de comisiones especiales; esto es, la
constitución de tribunales u organismos ad hoc, para adjudicarles función jurisdiccional ex
post facto.
6 El origen de la expresión se remonta a la Edad Media, en el contexto del sistema feudal. En aquella época, los
conflictos eran resueltos en base a la costumbre de cada feudo o señorío, de manera que el juez que interviniera
debía, necesariamente, ser del lugar donde se había suscitado el entuerto para, así, contar con los conocimientos
requeridos.
Podría actualizarse el contenido asignándole a tal denominación el significado de juzgador comprensivo del
sistema de valores, vida y otras necesidades de personas de diversas clases o sectores sociales.
Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos en esta parte, el
art. 18 hace referencia a la garantía más amplia o la que es presupuesto de todas las demás:
el derecho de defensa o debido proceso. Implica la posibilidad, reconocida a los sujetos
privados del proceso, de demostrar el fundamento de la pretensión que ejercitan o la falta total
o parcial de fundamento de la ejercitada en su contra, con el fin de lograr el reconocimiento o
protección del derecho que se afirme violado o la resistencia a la pretensión de restricción de
derechos.
Decir ello es equivalente a hablar del “procedimiento debido”. Éste debe dar la suficiente
oportunidad al justiciable de participar útilmente en el proceso, lo que necesariamente exige
tener conocimiento fehaciente de su existencia y de cada uno de los actos o etapas
procesales; debe permitir ofrecer y producir prueba, así como controlar la producida por la
contraparte; participar en las audiencias, a fin de ejercitar el derecho a ser oído.
La CSJN dice sobre la garantía de defensa en juicio que “exige, por sobre todas las
cosas, que no se prive a nadie arbitrariamente de la adecuada y oportuna tutela de los
derechos que pudieran asistir, asegurando a todos los litigantes por igualdad en derecho a
tener una sentencia fundada, previo juicio llevado en legal forma, ya se trate de procesos
civiles o criminales, requiriéndose indispensablemente la observancia de las formas
sustanciales relativas a acusación, defensa, prueba y sentencia.”
Art. 19 CN: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al
orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas
de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo
que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.”
Hábeas Corpus
Concepto El Hábeas Corpus es una garantía constitucional consagrada en el art.
43 CN in fine, que consiste en la posibilidad de que el afectado o cualquier persona en su
favor, interponga una acción tendiente a hacer cesar cualquier amenaza o limitación de la
libertad ambulatoria sin orden escrita de autoridad competente, o todo agravamiento ilegítimo
de la forma o condiciones de detención de una persona.
Resolución Inmediatamente de oídas las partes, el juez deberá dictar la decisión que
será leída a los presentes.
Contra la decisión sólo podrá interponerse recurso de apelación. El
recurso, en el ámbito nacional, sólo podrá tener efecto suspensivo, salvo
en lo que respecta a la libertad de la persona, que se hará efectiva.
Amparo
Concepto Hasta hace algún tiempo existía la discusión respecto a la naturaleza
jurídica del amparo. Las posiciones se dividían entre: derecho / garantía / proceso / recurso.
El amparo, en definitiva, es una acción consagrada para la defensa y protección de
derechos fundamentales (distintos a la libertad ambulatoria y la intimidad) ejercible ante
acciones u omisiones del Estado o de particulares que provoquen una alteración o
restricción arbitraria o ilegal de los mismos.
Legislación:
Art. 1 – Ley 10.456 (Sta. Fe): “La Acción jurisdiccional de Amparo establecida
por el Art. 17 de la Constitución Provincial, procederá en los casos y con las condiciones en
él previstas, de conformidad con el juicio de trámite sumario que se establece en la presente
Ley.”
Amparo ambiental:
Antes de la reforma constitucional de 1994, la preservación del ambiente no estaba
definida explícitamente:
Preámbulo CN: “…promover el bienestar general”
Art. 33: derechos implícitos
Art. 14
Art. 67 inc. 16 (hoy 75 inc. 18)
La reforma del ’94 consagró el art. 41 que establece: “Todos los habitantes gozan del
derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano, y para que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo.
El daño ambiental generará, prioritariamente, la obligación de recomponer, según lo
establezca la ley.
Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de
los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad
biológica, y a la información y educación ambientales.
Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de
protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquellas alteren
las jurisdicciones locales.
Se prohíbe el ingreso al territorio de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de
los radiactivos.”
Por su parte, la Ley General del Ambiente (25.675) establece presupuestos mínimos
para el logro de una gestión sustentable y adecuada del ambiente, la preservación y
protección de la diversidad biológica.
Art. 27: “…hechos o actos jurídicos, lícitos o ilícitos que, por acción u omisión, causen
un daño ambiental de incidencia colectiva. Se define al daño ambiental como toda alteración
relevante que modifique negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los
ecosistemas, o los bienes o valores colectivos…”
Art. 30: “Producido el daño ambiental colectivo, tendrán legitimación para obtener la
recomposición del ambiente dañado, el afectado, el Defensor del Pueblo y las asociaciones
no gubernamentales de defensa ambiental, conforme lo prevé el art. 43 CN, y el Estado
Nacional, provincial o municipal; asimismo, quedará legitimado para la acción de
recomposición o indemnización pertinente, la persona directamente damnificada por el hecho
dañoso acaecido en su jurisdicción.
Deducida la demanda de daño ambiental colectivo por alguno de los titulares señalados,
no podrán interponerla los restantes, lo que no obsta su derecho a intervenir como terceros.
Sin perjuicio de lo indicado precedentemente, toda persona podrá solicitar, mediante
acción de amparo, la cesación de actividades generadoras de daño ambiental
colectivo.”
Amparo colectivo
Se encuentra destinado a la defensa de los llamados derechos de incidencia colectiva,
es decir, correspondientes a una pluralidad de personas.
Así, la acción de amparo colectivo puede ser interpuesta tanto para la defensa de
derechos difusos (referidos a bienes indivisibles como el ambiente, la institucionalidad
democrática, etc.) como así también de derechos individuales homogéneos (bienes
individuales pero similares a una pluralidad y afectados por una causa común, como podría
ser la salud, seguridad, etc.)
Si bien es cierto que la regulación de esta vía continúa replegada al art. 43 CN, sin haber
encontrado en sede nacional el desarrollo legislativo que amerita, la jurisprudencia ha
aportado mucho a su delineamiento.
Particularmente, ha sido la CSJN quien ha desarrollado pautas para el funcionamiento
de este proceso constitucional:
Cosa juzgada: como toda acción colectiva, los efectos son erga omnes.
Si la acción prospera, beneficia a la totalidad del grupo reclamante;
en caso contrario, impide el inicio de otro proceso grupal, salvo que el rechazo
fuera por insuficiencia de pruebas.
Hábeas Data
Concepto La acción de Hábeas Data es una garantía instrumental tendiente a
proteger los datos personales. A través de su ejercicio se pretende conocer cualquier
información que le concierna a una persona o a su grupo familiar, obrante en registros,
archivos, bases o bancos de datos públicos o privados; que se proporcione su fuente, origen,
finalidad o uso que de ella se hago; como, asimismo, requerir su rectificación, actualización,
supresión o confidencialidad cuando el tratamiento de esos datos personales lesione o
restrinja algún derecho o viole cualesquiera de los principios que impone la CN y la Ley
25.326.
Legislación
Art. 43 CN: “Toda persona podrá interponer esta acción para tomar conocimiento
de los datos a ella referidos y de su finalidad, que consten en registros o bancos de datos
públicos, o los privados destinados a proveer informes, y en caso de falsedad o discriminación,
para exigir su supresión, rectificación, confidencialidad o actualización de aquellos. No podrá
afectarse el secreto de las fuentes de información periodística.”
Art. 1 - Ley 25.326 de Protección de Datos Personales: “La presente ley tiene por
objeto la protección integral de los datos personales asentados en archivos, registros, bancos
de datos, u otros medios técnicos de tratamiento de datos, sean éstos públicos, o privados
destinados a dar informes, para garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las personas,
así como también el acceso a la información que sobre las mismas se registre, de conformidad
a lo establecido en el artículo 43, párrafo tercero de la Constitución Nacional.
Las disposiciones de la presente ley también serán aplicables, en cuanto resulte
pertinente, a los datos relativos a personas de existencia ideal.
En ningún caso se podrán afectar la base de datos ni las fuentes de información
periodísticas.”
Legitimación activa:
a- Personas humanas: el afectado, sus representantes legales, los sucesores del
fallecido.
b- Personas jurídicas: representantes legales o apoderados que se designen al
efecto.
Competencia: será competente el juez del domicilio del actor, del demandado, o
el del lugar en el que el acto se exteriorice o pudiera tener efecto, a elección del actor. La
competencia será federal cuando: 1) se interponga contra un archivo de datos públicos de
organismo nacional; 2) los archivos se encuentren conectados en redes interjurisdiccionales,
nacionales o internacionales.
Demanda: la demanda deberá contener los siguientes puntos:
1) Individualización del nombre y domicilio del archivo y, en su caso, el nombre
del responsable o usuario.
2) Razones por las cuales de entiende que el banco individualizado obra
información referente a su persona y los motivos por los cuales considera que tal información
es falsa, inexacta, desactualizada, prohibida, etc. y justificar el agotamiento de las instancias
extrajudiciales.
Trámite:
1. Presentación de la demanda.
2. Admisión del juez: requerimiento al archivo, base o banco de datos, la remisión
de la información. Podrá, asimismo, solicitar información sobre soporte técnico, seguridad y
todos los que resulten conducentes a la resolución de la causa. Plazo: 5 días hábiles.
3. Al contestar el informe, el archivo, registro, base o banco de datos deberá
expresar las razones por las cuales incluyó tal información y aquellas por las cuales no evacuó
el pedido de la actora.
4. Ampliación de la demanda: luego de contestado el pedido de informe, e actor
podrá, en el término de 3 días, ampliar el objeto de la demanda, solicitando la supresión,
rectificación o confidencialidad de la información y ofreciendo prueba pertinente. De esta
presentación se le dará traslado al demandado por el término de 3 días.
5. Sentencia.
- Procedimiento Extrajudicial -
No cumplir
Titular Banco de Datos
Los derechos de las minorías étnicas y los derechos de las poblaciones indígenas
1. PIDCyP – Art. 27: “En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o
lingüísticas, no se negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que
les corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida
cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma.”
2) Las Naciones Unidas y el rol jurídico internacional: Carta de las Naciones Unidas.
Asamblea General de la O.N.U. Control de las Naciones Unidas en la protección de los
Derechos Humanos.
Las secciones II, III y IV de la Convención Europea para la Protección de los Derechos
Humanos establecieron el mecanismo a través del cual se garantizaría la plena vigencia de
los derechos humanos. Para ello, se crearon dos órganos: la Comisión Europea de DDHH y
el Tribunal Europeo de DDHH, sin perjuicio de las competencias que a este respecto se
asignaran igualmente al Comité de Ministros y al Secretario General del Consejo de Europa.
La necesidad de adecuar el procedimiento de control establecido por el Convenio de
Roma a los mayores requerimientos que implicó el aumento de los miembros del Consejo de
Europa, dio impulso a la celebración, en el año 1998, del Protocolo N° 11, que sustituyó la
Comisión y el Tribunal Europeo de DDHH, por un nuevo Tribunal Permanente. Este tribunal
se compone de un número de jueces igual al de los Estados partes del Convenio, con un
mandato de 6 años y con competencia para conocer sobre demandas interestatales,
individuales y opiniones consultivas.
Los mecanismos de control del cumplimiento del Convenio por parte de los Estados son,
básicamente, tres:
La Carta Social Europea, consagrada en el año 1961, recoge los principales derechos
de carácter económico y social y, a diferencia de lo que ocurre en el Convenio Europeo de
DDHH, no establece un sistema judicial de control del cumplimiento por parte de los Estados
de sus principales disposiciones.
Entre los derechos de segunda generación que contiene la Carta, se encuentran, entre
otros: 1) derecho al trabajo; 2) a organizarse en defensa de intereses económicos y sociales;
3) derecho a la negociación colectiva; 4) a la seguridad social; 5) a la asistencia social y
médica; 6) a la protección social, jurídica y económica de la familia; 7) y a la protección y
asistencia de los trabajadores migrantes y su familia. De estos 7 artículos, los Estados partes
tienen que aceptar, al menos, 5 y no menos de 10 de los derechos recogidos. Se trata,
entonces, de un sistema flexible, que no obliga a los Estado a aceptar la totalidad de los
derechos consagrados.
A diferencia del Convenio, el único sistema de protección que establece es un sistema
de informes que los Estados tienen que presentar, relativo a la manera en que se encuentran
llevando a cabo las disposiciones de la Carta. Tras el examen del informe por un comité de
expertos, se envía sus conclusiones al Comité Social del Consejo de Europa, quien las revisa
y presenta sus propias conclusiones ante la Asamblea Parlamentaria y el Comité de Ministros
del Consejo de Europa. Este último es quien formula las recomendaciones a cada Estado
parte. Como se advierte, se trata de un procedimiento débil, con un mínimo grado de control
y coerción sobre los Estados. Por esa razón, diversas y numerosas voces llevan reclamando
desde hace varios años la aprobación de un protocolo facultativo sobre estos derechos en
cuestión, a fin de equiparar su protección con la de los derechos civiles y políticos.
4) Aparición del reconocimiento de los derechos humanos en las distintas regiones:
Sistema Americano de derechos humanos. O.E.A. Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Similitudes y diferencias con el
Sistema Europeo. El agotamiento de las vías jurisdiccionales internas. Casos que eximen del
requisito de agotamiento de los recursos locales.
7 El 19 de abril de 1991 la Policía Federal Argentina realizó una detención masiva de más de ochenta personas en
la ciudad de Buenos Aires. Entre los detenidos se encontraba Walter David Bulacio, de 17 años de edad. Luego
de su detención, fue trasladado a una comisaría donde fue golpeado en numerosas ocasiones por agentes
policiales. Después de haber sido liberado, tuvo que ser ingresado a un hospital. El 26 de abril de 1991 Walter
David Bulacio falleció.
La causa judicial seguida por las lesiones y muerte de Walter David Bulacio, así como la referida a su detención y
la de las otras personas, fueron objeto de diversas actuaciones judiciales, tales como inhibiciones, impugnaciones
y recusaciones que han originado una dilación en el proceso. No obstante, a la fecha no hubo un pronunciamiento
firme por parte de las autoridades judiciales sobre el conjunto de los hechos investigados, ni se ha sancionado a
ningún responsable.
que se función no se agota en posibilitar un debido proceso que garantice la defensa en juicio,
sino que debe además asegurar en tiempo razonable, el derecho de la víctima o de sus
familiares a saber la verdad de lo sucedido y a que se sancione a los eventuales responsables.
El derecho a la tutela judicial efectiva exige, entonces, a los jueces que dirija el proceso de
modo de evitar que dilaciones y entorpecimientos indebidos conduzcan a la impunidad,
frustrando así la debida protección judicial de los derechos humanos.”
Con relación a la prescripción de la causa pendiente a nivel de Derecho interno, la
CIDH señaló que “son inadmisibles las disposiciones de prescripción o cualquier obstáculo de
Derecho interno mediante el cual se pretenda impedir la investigación y sanción de los
responsables de las violaciones de derechos humanos.”
En consecuencia, la confirmación de la decisión por la cual se declarara extinguida
la acción penal por prescripción resultaría lesiva del derecho reconocido en este caso a las
víctimas a la protección judicial y daría origen, nuevamente, a la responsabilidad internacional
del Estado Argentino. Desde esa perspectiva, el ámbito de decisión de los tribunales
argentinos ha quedado considerablemente limitado, por lo que corresponde declarar
inaplicables al sub lite las disposiciones comunes relativas a la extinción de la acción penal
por prescripción.
Con independencia de que, en la decisión, la CIDH haya considerado –entre otros
elementos- los hechos reconocidos por el gobierno argentino en el marco de un procedimiento
de Derecho internacional del que no participó el acusado, resulta un deber insoslayable para
esta Corte, como parte del Estado Argentino, y en el marco de su potestad jurisdiccional,
cumplir con los deberes impuestos al Estado por la jurisdicción internacional en materia de
DDHH.
También conocidos como Pactos de Nueva York, fueron aprobados por la Asamblea
General de Naciones Unidas en diciembre de 1966, y entraron en vigor, respectivamente, el
3 de enero y el 23 de marzo de 1976.
Estos Pactos recogen la totalidad de los DDHH enunciados en la Declaración Universal,
desarrollándolos y dotándolos de unidad mediante la inclusión en ambos textos de un art. 1°
común que proclama la libre determinación de los pueblos como un derecho humano.
Al margen de ese artículo común, cada uno de los Pactos regula por separado una
categoría de derechos.
Sistema de informes periódicos: cada vez que el Comité lo solicite, los Estados
Partes deberán elaborar un informe sobre las disposiciones que hayan adoptado a fin de
garantizar el pleno ejercicio de los derechos consagrados en el pacto o, en su caso, un detalle
de las dificultades que pudieran haber surgido para la adopción de tales medidas. Dichos
informes son analizados por el Comité, que podrá solicitar la intervención de los organismos
especializados competentes, de los demás Estados y, particularmente, del Comité de DESC,
luego de lo cual presentará sus conclusiones a la consideración de los Estados Partes.
2) Protocolo Facultativo:
Adoptado en diciembre de 1966, este instrumento internacional adiciona a los
mecanismos que el Pacto contenía a los fines del control del cumplimiento de las obligaciones
a las que, en virtud de aquel, los Estados Partes se hubieren constreñido, el relativo a la
posibilidad de que los individuos que se encuentren bajo la jurisdicción de un Estado Parte
del Protocolo, denuncien la violación por parte de dicho Estado de algún derecho contenido
en el PIDCyP.
Dichas denuncias se efectúan a través de comunicaciones dirigidas al Comité de
DDHH que no podrán ser anónimas y deberán satisfacer el requisito de previo agotamiento
de los recursos internos y no estar pendientes de resolución en el marco de otro procedimiento
de examen o arreglo internacional.
Recibida la comunicación del individuo presuntamente afectado en sus derechos,
el Comité pondrá en conocimiento al Estado Parte involucrado, el cual deberá, dentro de los
6 meses, presentar un informe escrito a través del cual esgrima lo conducente a los fines de
aclarar el asunto y señale las medidas que hubiera adoptado al respecto.
2) Protocolo Facultativo
A través de la celebración de este Protocolo, en el año 2008, se instaura, a la par
de los informes periódicos, el mecanismo de denuncias individuales por ante el Comité de
DESC.
Abramovich y Courtis: “No es raro enfrentarse con opiniones que, negando todo
valor jurídico a los derechos económicos, sociales y culturales, los caracterizan como meras
declaraciones de buenas intenciones, de compromiso político (…) Los instrumentos que
establecen derechos económicos, sociales y culturales son considerados documentos de
carácter político antes que catálogos de obligaciones jurídicas para el Estado, como es el caso
de la gran mayoría de los derechos civiles y políticos. De acuerdo a esta visión, estos últimos
son los únicos derechos que generan prerrogativas para los particulares y obligaciones para
el Estado, siendo exigibles judicialmente.
Los argumentos esgrimidos por los objetores de la justiciabilidad de los derechos
económicos, sociales y culturales parten de diferenciar la naturaleza de estos derechos, con
la de los derechos civiles y políticos. Uno de los argumentos que se repiten radica en el
supuesto carácter de obligaciones negativas del primer género de derechos, mientras que los
derechos económicos, sociales y culturales implicarían el nacimiento de obligaciones positivas
que en la mayoría de los casos deben solventarse con recursos del erario público.
Estas distinciones están basadas sobre una visión totalmente sesgada y "naturalista"
del papel y funcionamiento del aparato estatal, que coincide con la posición decimonónica del
Estado mínimo, garante exclusivamente de la justicia, seguridad y defensa.
Aun aquellos derechos que parecen ajustarse más fácilmente a la caracterización de
"obligación negativa", es decir, los que requieren una limitación en la actividad del Estado a
fin de no interferir la libertad de los particulares –por ejemplo, la prohibición de detención
arbitraria, la prohibición del establecimiento de censura previa a la prensa, o bien la prohibición
de violar la correspondencia y los papeles privados–, conllevan una intensa actividad estatal
destinada a que otros particulares no interfieran esa libertad, de modo tal que la contracara
del ejercicio de estos derechos está dada por el cumplimiento de funciones de policía,
seguridad, defensa y justicia por parte del Estado. Evidentemente, el cumplimiento de estas
funciones reclama obligaciones positivas, caracterizadas por la erogación de recursos, y no
la mera abstención del Estado. En síntesis, la estructura de los derechos civiles y políticos
puede ser caracterizada como un complejo de obligaciones negativas y positivas de parte del
Estado: obligación de abstenerse de actuar en ciertos ámbitos y de realizar una serie de
funciones, a efectos de garantizar el goce de la autonomía individual (…) Desde esta
perspectiva, las diferencias entre derechos civiles y políticos y derechos económicos, sociales
y culturales son diferencias de grado, más que diferencias sustanciales. Puede reconocerse
que la faceta más visible de los derechos económicos, sociales y culturales son las
obligaciones de hacer, y es por ello que se los denomina "derechos-prestación". Sin embargo,
no resulta difícil descubrir cuando se observa la estructura de estos derechos la existencia
concomitante de obligaciones de no hacer: el derecho a la salud conlleva la obligación estatal
de no dañar la salud; el derecho a la educación supone la obligación de no empeorar la
educación. (…) En suma, los derechos económicos, sociales y culturales también pueden ser
caracterizados como un complejo de obligaciones positivas y negativas por parte del Estado,
aunque en este caso las obligaciones positivas revistan una importancia simbólica mayor para
identificarlos.
La concepción teórica, e incluso la regulación jurídica concreta de varios derechos
tradicionalmente considerados "derechos-autonomía" o derechos que generan obligaciones
negativas por parte del Estado, ha variado de tal modo, que algunos de los derechos
clásicamente considerados "civiles y políticos" han adquirido un indudable cariz social. La
pérdida de carácter absoluto del derecho de propiedad, sobre la base de consideraciones
sociales, es el ejemplo más clásico al respecto, aunque no el único. (…) En suma, muchos
derechos tradicionalmente abarcados por el catálogo de derechos civiles y políticos han sido
reinterpretados en clave social, de modo que las distinciones absolutas también pierden
sentido en estos casos.”
Entonces, siguiendo esta última línea de análisis, los derechos económicos, sociales y
culturales imponen obligaciones que ofrecen un abanico de acciones posibles que van desde:
a) denuncia del incumplimiento de obligaciones negativas; pasado por el b) control de
cumplimiento de obligaciones negativas; hasta llegar a la c) exigencia de cumplimiento de
obligaciones positivas.
Por ej.: a) No discriminación en el ejercicio de los derechos, de acuerdo al art. 2
PIDESC. Resultan viables las acciones tradicionales (acción de inconstitucionalidad, amparo,
impugnación o nulidad de actos, daños y perjuicios) C) Este es el punto que mayores dudas
y cuestionamientos suscita. La objeción tradicional consiste en que el Poder Judicial es el
menos adecuado para incidir en la planificación de las políticas públicas. En verdad, el
incumplimiento del Estado puede reformularse en términos de violación individualizada y
concreta, y no en forma genérica. Entonces, es posible reclamar a través de una acción
particular como, por ejemplo, por la falta de producción de una determinada mediación
(Viceconte) o por la falta de acceso a vivienda por una madre de un niño discapacitado en
situación de calle (Q., S., C., Y.)
Mariela Viceconte interpuso una acción de amparo colectivo con la intención de obligar
al Estado Argentino a fabricar la vacuna Candid 1. Fundó su pedido en su derecho a la salud
y en el derecho a la salud de las personas en riesgo de contraer la enfermedad Fiebre
Hemorrágica Argentina, quienes suman en el país, aproximadamente, 3.500.000.
Concretamente, se planteó la obligación de prevención y tratamiento de las enfermedades
epidémicas y endémicas, y la lucha contra ellas, contenida en el art. 12, 2 c) del PIDESC. La
medida sanitaria más efectiva para combatir la enfermedad es el suministro de dicha vacuna,
cuya efectividad está en el orden del 95% y ha sido avalada por la OMS. Además, se trata de
una vacuna denominada huérfana, pues su producción no resulta rentable para los
laboratorios.
1era Instancia rechaza acción de amparo.
Contra tal decisión, interpusieron recurso de apelación el Defensor del Pueblo de la
Nación y la actora.
2da Instancia la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal consideró
que las omisiones del Estado en la implementación del proceso de producción de la vacuna
constituían una violación del derecho a la salud en los términos del art. 12 del PIDESC. En
consecuencia, determinó la obligación del Estado de fabricar la vacuna y le ordenó cumplir
estrictamente y sin demoras el cronograma que el propio Ministerio de Salud había elaborado
al efecto. Le encomendó al Defensor del Pueblo de la Nación el seguimiento y control del
cronograma.
Entre los argumentos esbozados, pueden destacarse los siguientes:
El art. 43 CN confiere la acción expedita y rápida de amparo, siempre que no existiera
medio judicial más idóneo, en favor de todas aquellas personas que, a raíz de acción u omisión
de autoridades públicas o de particulares, vea lesionados, restringidos, alterados o
amenazados con arbitrariedad o ilegalidad manifiestas, derechos o garantías reconocidos por
la CN, un tratado o una ley.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: derecho a que la
salud sea reservada por medidas sanitarias y sociales.
Declaración Universal de DDHH: derecho a nivel de vida adecuado que asegure, así
como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda,
la asistencia médica y los servicios sociales necesarios.
PIDESC: entre las medidas que los Estados Partes deben adoptar a fin de asegurar
la plena efectividad del derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud
física y mental deberían figurar: el mejoramiento en todos sus aspectos de la higiene del
trabajo y del medio ambiente, la prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas,
endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas y la creación de condiciones
que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad.
La CSJN ha declarado que el objetivo permanente de la CN, según se expresa en su
Preámbulo, es lograr el bienestar general, lo cual significa decir la justicia en su más alta
expresión, esto es, la justicia social, cuyo contenido actual consiste en ordenar la actividad
intersubjetiva de los miembros de la comunidad y los recursos con que ésta cuenta con vistas
a lograr que todos y cada uno de sus miembros participen de los bienes materiales y
espirituales.
El Alto Tribunal ha señalado también que tiene categoría constitucional el principio
<in dubio pro justitia socialis> y que las leyes deben ser interpretadas en favor de quienes, al
serles aplicadas con este sentido, consiguen o tienden a alcanzar el bienestar, esto es, las
condiciones de vida mediante las cuales le es posible a la persona humana desarrollarse
conforme a su excelsa dignidad.
La declaración de derechos efectuada en nuestra CN no sólo es una declaración de
voluntad del Estado que, así, reconoce la existencia de los derechos individuales, sino que
también es un compromiso por el cual el propio Estado se obliga a dictar las normas
necesarias y a cumplirlas.
Los llamados “derechos sociales” establecidos en el art. 14 bis CN y señalados en
las Declaraciones y Pactos, tienen un carácter muy diferente al de las libertades tradicionales.
Estos derechos sociales entre los que, indudablemente, se encuentra el derecho a la salud,
no constituyen para los individuos un derecho de actuar, sino facultades de reclamar
determinadas prestaciones por parte del Estado.
Para finalizar, se destaca el voto del Ministro Petracchi que expresó: “Corresponde
señalar que el acceso a la vivienda digna está íntimamente relacionado con otros derechos
humanos fundamentales. De hecho, un individuo que no tiene un lugar donde instalarse para
pasar sus días y sus noches, y debe deambular por las calles, no sólo carece de una vivienda,
sino que también ve afectadas su dignidad, su integridad y su salud, a punto tal que no está
en condiciones de crear y desarrollar un proyecto de vida, tal como lo hace el resto de los
habitantes.
Esta Corte tiene dicho que las carencias presupuestarias, aunque dignas de tener
en cuenta, no pueden justificar el incumplimiento de la Constitución Nacional ni de los tratados
internacionales.
Por ese motivo, cuando se demuestra que el Estado, al elegir prioridades
presupuestarias, ha dejado en situación de desamparo a personas en grado de extrema
vulnerabilidad como se advierte en el presente caso, se impone la presunción de que, prima
facie, no ha implementado políticas públicas razonables, ni tampoco ha realizado el máximo
esfuerzo exigido por el PIDESC.
Que esta presunción, sin embargo, no implica que el Estado tenga obligaciones
más allá de sus reales capacidades económicas. La presunción señalada simplemente indica
que es el Estado quien debe demostrar que ha realizado todo esfuerzo por satisfacer sus
deberes, y no el afectado que ve sus derechos insatisfechos.
La demandada debería haber acreditado, por lo menos, que los recursos con que
cuenta el Gobierno local han sido utilizados y ejecutados al máximo nivel posible. Por el
contrario, las medidas adoptadas por la demandada revelan que los recursos con que cuenta
el Gobierno local han sido utilizados de manera irrazonable desde el punto de vista
económico. En efecto, la modalidad elegida por el Estado para enfrentar la emergencia
habitacional resulta una de las alternativas más onerosas del mercado y, sin embargo, sólo
otorga a sus beneficiarios paliativos parciales e inadecuados.”
Con el fin de satisfacer tan altruistas metas, los Estados Partes del Estatuto de Roma
convinieron crear la Corte Penal Internacional.
Este órgano jurisdiccional está compuesto por 18 jueces, que son seleccionados por la
Asamblea de Estados Partes de la organización internacional, siguiendo el criterio de
distribución de bancas sobre la base del principio de división por regiones geográficas. Esos
jueces deben detentar un alto nivel moral y reconocido prestigio en alguna de las siguientes
materias: Derecho y Procedimiento Penal y/o Derecho Internacional Público.
Los 18 jueces se distribuyen en una triple estructura:
1. Sala de Cuestiones Preliminares
2. Sala de Primera Instancia
3. Sala de Apelaciones
El procedimiento ante la Corte Penal Internacional se insta a través del Fiscal. Éste
recibe información sobre la presunta violación de un derecho fundamental y lleva a cabo las
investigaciones pertinentes. La información puede llegar a través de tres vías:
a) Estado Parte (debe haber reconocido la competencia de la CPI) remite al Fiscal
una situación en la que parezca haberse cometido uno o varios de los crímenes que son de
competencia material de la Corte.
b) El Consejo de Seguridad de la O.N.U., a través de remisiones.
c) El propio Fiscal inicia una investigación.
El Fiscal, si llegare a la conclusión de que existe fundamento suficiente para iniciar una
investigación, presentará una petición de autorización a la Sala de Cuestiones Preliminares,
a fin de que ésta lo habilite.
La fase de enjuiciamiento le corresponde a la Sala de Primera Instancia. El proceso
se sigue en respeto de la totalidad de las garantías del debido proceso penal. Las audiencias
son, en principio, públicas, y sólo podrán desarrollarse en presencia del acusado. También se
permite la participación de las víctimas.
GENOCIDIO: delito que tiene por finalidad la destrucción total o parcial de un grupo
nacional, étnico, racial, religioso, etc. mediante alguna de las siguientes acciones: 1) matanza;
2) lesiones graves; 3) sometimiento intencional del grupo a condiciones que hayan de acarrear
su destrucción; 4) medidas destinadas a impedir nacimientos, etc.
Los tribunales penales ad hoc fueron creados por el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas en casos que se caracterizaron por su extrema urgencia, por ser
considerados potencialmente peligrosos para la paz y seguridad internacionales.
Su creación se debía, con exclusividad, al objeto de juzgar determinados crímenes en
una situación concreta.
Su constitución se caracteriza por ser ex post facto; es decir, que se instituyen con
posterioridad al hecho violatorio de derechos humanos que será sometido al conocimiento del
tribunal.
Su naturaleza jurídica es la de órgano subsidiario del Consejo de Seguridad de N.U.
Estos tribunales merecen una valoración positiva en diferentes aspectos:
Han cumplido una función represiva, con la identificación y castigo de parte de los
culpables; así como otra preventiva, por cuanto la posibilidad de verse juzgados pudo
disuadirles, aunque parcialmente, de cometer nuevos crímenes.
Su creación ha cumplido una función simbólica, al reflejar un avance decisivo en el
compromiso de la comunidad internacional para hacer respetar el Derecho Internacional
Humanitario, y en su reconocimiento de que determinados crímenes monstruosos atentan
contra toda la humanidad y no deben quedar impunes. De este modo, han servido como paso
previo y laboratorio de ensayo para la posterior aprobación, en 1998, del Estatuto para la
creación de la CPI.
Al responder cada tribunal a unas necesidades específicas, las reglas de
procedimiento y el derecho aplicable pueden ser definidas con más claridad y precisión que
si se tratara de un tribunal penal internacional permanente.
La impartición de justicia por una institución independiente ha contribuido, siquiera
parcialmente, además de a la identificación y castigo de los culpables, al esclarecimiento de
la verdad histórica, dejando constancia de los crímenes cometidos. El conocimiento de lo
sucedido y la superación del sentimiento de impunidad son bases necesarias para el proceso
de rehabilitación posbélica y para una posible reconciliación.
El presente tratado fue aprobado por el Estado Argentino en el año 1995; y adquirió
jerarquía constitucional en 1997, a través de la Ley 24.820.
Esta Convención fue aprobada por el Congreso de la Nación en 1995. Y reviste jerarquía
constitucional desde el año 2003, con la sanción de la Ley 25.778.
Puesto en jaque por las crecientes protestas sociales, la presión internacional por las
violaciones a los derechos humanos, y la derrota en la guerra de las Malvinas, el Proceso
decidió finalmente entregar el poder en 1983. Bignone, el último líder de la Junta Militar, se
vio obligado a llamar a elecciones.
La campaña presidencial de 1983 opuso al candidato peronista Ítalo Luder, quien
rechazaba una revisión de lo sucedido durante la dictadura otorgando legalidad a la Ley de
Autoamnistía8 dictada por los militares, y al radical, Raúl Alfonsín, favorable al enjuiciamiento
de los máximos responsables del terrorismo de estado (establecía tres niveles de
responsabilidad). El 30 de octubre Alfonsín venció con el 52 % de los votos, provocando la
primera derrota electoral del peronismo en la historia.
Apenas asumida la presidencia, el 10 de diciembre de 1983, Alfonsín (1983–1989), firmó
los decretos de creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas
(CONADEP) para investigar las violaciones a los derechos humanos ocurridas entre 1976 y
1983 y, el 15 de diciembre de 1983, el que ordenó someter a juicio sumario a nueve militares
de las tres Armadas que integraron las Juntas Militares que dirigieron el país desde el Golpe
Militar del 24 de Marzo de 1976 hasta la Guerra de Malvinas de 1982.
La meritoria investigación de la CONADEP, plasmada en el libro Nunca Más fue
entregada a Alfonsín el 20 de septiembre de 1984. El voluminoso informe final, dejó sentada
la existencia de 8961 desaparecidos y de 380 centros clandestinos de detención. La
detallada descripción realizada permitió probar la existencia de un plan sistemático,
perpetrado desde el gobierno mismo, siendo efectivamente clave para el Juicio a las Juntas
Militares.
Al año siguiente, en 1984, debido a la falta de voluntad del tribunal militar de juzgar a
las Juntas, intervino la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
8La Ley 22.924, de Pacificación Nacional, promulgada el 22 de septiembre de 19831 se hizo conocida como Ley
de autoamnistía porque por medio de la misma, los dirigentes de la dictadura militar autodenominada Proceso de
Reorganización Nacional, ante la posibilidad de ser enjuiciados por el gobierno que resultara al levantar la veda
política y llamar a elecciones, procuraron dictar una amnistía sobre sí mismos.
Federal de la Cap. Fed. Los Fiscales de la causa utilizaron como base probatoria el informe
elaborado por la CONADEP.
La sentencia dictada el 9 de diciembre de 1985, condenó a 5 de los militares acusados
y absolvió a 4. Videla y Massera fueron condenados a reclusión perpetua con destitución.
Viola, a 17 años de prisión; Lambruschini, a 8 años de prisión; y Agosti, a 4 años y 6 meses
de prisión.
El juicio constituyó un capítulo de importancia en la historia universal y ubicó a la
Argentina en un lugar de vanguardia en la lucha por el respeto y la promoción de los DDHH.
En el año 1998, el Congreso de la Nación sanciona una ley que deroga las leyes de
Punto Final y Obediencia Debida. Sin embargo, al tener efectos ex tunc, no elimina los
obstáculos creados por aquellas leyes de impunidad.
Ya en el 2003, como resultado de la lucha de las agrupaciones de DDHH, el Congreso
Federal, en esta oportunidad, sanciona una ley que anula las leyes de impunidad, por lo que
quedan carentes de efectos jurídicos.
Como consecuencia de ello y de distintos fallos judiciales en el mismo sentido (Caso
Simón, caso Mazzeo), se reactivan muchas causas por las violaciones de derechos humanos
durante la dictadura.
Jurisprudencia CSJN: Caso Simón (2005)
Se formula querella por el secuestro del hijo de la denunciante, su nuera y su nieta
durante la última dictadura militar por parte de un ex policía alegando, además, que éste y su
esposa tenían a la menor bajo su poder y, por tanto, había sido sustituida su identidad.
En este caso, la CSJN resuelve del siguiente modo:
1) Declara la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final,
por entenderlas contrarias a tratados internacionales de DDHH, como la Convención
Americana de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
2) Determina que las leyes mencionadas quedan sin efectos jurídicos, como así
también los actos basados en las mismas que impidan ejercer la obligación del Estado de
emplear todos los medios legales para esclarecer un hecho y juzgar a sus responsables. (En
otras palabras, se trata de la obstaculización del derecho a la verdad)
3) Declara la constitucionalidad de la ley que anula las leyes de la impunidad.
Juez Fayt, en disidencia, sostiene la inconstitucionalidad de la misma, ya que el Poder
Legislativo no está facultado para anular una ley; puesto que significaría usurpar las
competencias del Poder Judicial.
El 3 de marzo de 1995, un día después de que se hicieran públicas las confesiones del
ex Capitán Adolfo Scilingo, los distintos sectores de la sociedad argentina reaccionaron de
forma diversa. Tal vez aquellos que más fuertemente se manifestaron fueron el movimiento
de derechos humanos y algunos sectores de la prensa.
Una de las instituciones que, poco a poco, pasaría a jugar un papel central en el debate
en torno a la historia reciente argentina y las formas del terrorismo de Estado fue, nuevamente,
el Poder Judicial. Y también, al igual que en anteriores oportunidades, esta intervención del
aparato judicial estuvo íntimamente vinculada al activismo del movimiento por los DDHH.
Frente al hecho consumado de las “confesiones” de Adolfo Scilingo, las opciones para
los organismos de DDHH eran diversas y variadas. La primera disyuntiva residía en decidir si
se optaba por un nuevo pero limitado repudio o, si en cambio, estaban dispuestos a
aprovecharse de los servicios de un “arrepentido” en la lucha contra el más atroz sistema de
crimen organizado.
La decisión fue inmediata, y al día siguiente de las declaraciones televisadas, ya existían
las primeras repercusiones a favor de avanzar en la reconstrucción del pasado.
Las leyes de impunidad y los perdones presidenciales parecían haber sepultado
cualquier actividad o, al menos, así lo percibía el propio Poder Judicial, que no llegó a
reaccionar por impulso propio.
La imposibilidad de perseguir penalmente a los autores de estos delitos, sin
embargo, no significaba sin más la clausura de cualquier otra intervención judicial. Por
el contrario, el impacto social que habían tenido las declaraciones del ex capitán demostraban
otra cuestión central en torno al terrorismo de Estado: el derecho de los familiares a conocer
el destino final de sus seres queridos, y el de la sociedad toda de conocer con detalle
la metodología utilizada por la dictadura militar para exterminar a decenas de miles de
argentinos. Fue esta necesidad de saber la que hizo su presentación ante los Tribunales,
alegando el DERECHO A LA VERDAD.
El CELS decidió, entonces, iniciar una serie de causas judiciales destinadas a
lograr la continuación de las investigaciones. Estas presentaciones, a diferencia de las
anteriores, se fundaban explícitamente en el derecho a la verdad, como un derecho subjetivo
de los familiares y un derecho de los pueblos a conocer su historia. Para el caso de los
desaparecidos, estos escritos alegaban también el “derecho al duelo” de los familiares, a partir
del reconocimiento de esta práctica como uno de los pilares de la cultura occidental sobre la
muerte.
La finalidad de los procedimientos, entonces, era la averiguación de la verdad, no
como como antecedente necesario de la pena, sino como fin en sí mismo. De acuerdo
con esta doctrina, nada impedía continuar con las investigaciones para determinar la comisión
o no de un delito y quiénes habían sido los autores, más allá de que no correspondiera,
posteriormente, aplicarles una pena.
De esta forma, el Máximo Tribunal confirma las leyes de la impunidad y hace oídos
sordos a la obligación del Estado de garantizar el derecho a la verdad.
Como se adelantara párrafos arriba, nuestra CN, así como las demás constituciones
americanas consagran, en distintos puntos de su articulado, el principio de igualdad en las
más diversas manifestaciones:
El principio de igualdad establece que, en todos los aspectos relevantes, los seres
humanos deben ser considerados y, por eso, tratados de igual manera, es decir, de una
manera uniforme e idéntica, a menos que haya una razón suficiente para no hacerlo.
Es consistente con el principio de igualdad que los seres humanos sean tratados de
manera diferencial en tanto las desigualdades en juego sean relevantes.
Derivan del principio de igualdad dos principios importantes. El primero es el principio
de la no discriminación que, como suele decirse, es algo así como el principio negativo de
igualdad, al prohibir diferenciaciones sobre fundamentos irrelevantes, arbitrarios o razonables.
El segundo es el principio que suele llamarse principio de protección, diseñado con el objeto
de imponer y lograr una igualdad positiva a través de lo que se denomina discriminación
inversa o acción positiva.
Históricamente, el principio de igualdad puede ser asociado con las ideas liberales
europeas y, principalmente, con la Revolución Francesa y Declaración de los Deberes del
Hombre y del Ciudadano.
El principio de igualdad ante la ley se encuentra enunciado el art. 16 CN y ha sido
interpretado por la CSJN como: “La igualdad a que alude la Constitución Nacional importa la
obligación de tratar de un modo igual a los iguales en iguales circunstancias, pero no impide
que la legislación contemple de maneras distintas situaciones que considera diferentes con
tal de que el criterio de distinción no sea arbitrario o responda a un propósito de injurias,
persecución o indebido beneficio.”
En definitiva, el principio de igualdad se basa en la idea de razonabilidad de las
circunstancias de hecho que dan pie a determinado tratamiento legislativo; como
consecuencia de ello, justifican la exclusión de otros, considerados razonablemente en
circunstancias de hecho distintas. Por ello se ha afirmado que esta desigualdad no representa
consagrar el igualitarismo; es decir que todos, sin distinción, sean tratados de igual forma por
la ley.
6) Los derechos de niños, niñas y adolescentes: la Convención sobre los Derechos del
Niño.
La Convención sobre los Derechos del Niño fue aprobada por la Asamblea General de
Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Es un instrumento internacional destinado,
específicamente, a la protección y promoción de los derechos humanos de los niños y niñas;
entendiendo por tales a: todo ser humano menor de dieciocho años de edad.
Este tratado consagra, entre otros, los siguientes derechos/deberes de los Estados parte
en favor de los niños y niñas:
1. Derecho a que sean respetadas las responsabilidades, derechos y deberes de
los padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada, de los tutores u otras
personas encargadas.
2. Derecho a la vida.
3. Derecho al nombre.
4. Derecho a una nacionalidad.
5. Derecho, en la medida de lo posible, de ser cuidado por sus padres.
6. Derecho a que, en caso de ser privado de alguno/s del/los elemento/s de su
identidad, se le preste asistencia y protección apropiadas en miras a restablecer
rápidamente su identidad.
7. Derecho a la libertad personal.
8. Derecho a no ser separado de sus padres contra la voluntad de éstos excepto
cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades competentes determinen, de
conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria en el
interés superior del niño.
9. Derecho a no ser trasladado ilícitamente al extranjero o ser retenido allí.
10. Derecho a expresar libremente su opinión en todos los asuntos que lo afecten,
teniéndose debidamente en cuenta sus opiniones en función de su edad y madurez.
11. Derecho a buscar, recibir y difundir información e ideas de todo tipo.
12. Derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.
13. Derecho a no ser objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia,
su domicilio o su correspondencia, o de ataques ilegales a su honra o su reputación. El niño
tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias.
14. Derecho a ser protegido contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental,
descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual.
15. Derecho de los niños temporal o permanentemente privados de su medio
familiar o cuyo interés superior exija que no permanezcan en ese medio, a la protección y
asistencia especiales del Estado. Entre otros, los cuidados podrán consistir en colocación
en hogares de guarda, adopción o, de ser necesario, colocación en instituciones adecuadas
de protección de menores. Al considerar las opciones, deberá tenerse particular atención en
la conveniencia de que haya continuidad en la educación del niño y a su origen étnico,
religioso, cultural y lingüístico.
16. Derecho al más alto nivel posible de salud. Los Estados deben asegurar la plena
eficacia de estos derechos a través de –entre otras- medidas como: a) reducir la mortalidad
infantil; b) asegurar la prestación de asistencia médica y la atención sanitaria que sean
necesarias a todos los niños, haciendo hincapié en la atención primaria; c) combatir las
enfermedades y la mal nutrición; d) asegurar atención sanitaria prenatal y posnatal apropiada
a las madres; e) asegurar que todos los sectores de la sociedad y, en especial, los padres y
los niños, conozcan los principios básicos de la salud y nutrición de los niños; f) desarrollar la
atención sanitaria preventiva; g) abolir las prácticas tradicionales que sean perjudiciales para
la salud de los niños.
17. Derecho a la educación.
18. Derecho de que, si un niño pertenece a una minoría étnica, religiosa o
lingüística o tiene origen indígena, no se le niegue su pertenencia, su vida cultural, a
profesar y practicar su propia religión o a emplear su propio idioma.
19. Derecho al descanso y al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas
propias de su edad.
20. Derecho a participar en la vida cultural.
21. Derecho a ser protegido contra la explotación económica y contra el
desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o
que sea nocivo para su salud o su desarrollo físico, mental, moral, espiritual o social.
En particular, los Estados partes adoptarán medidas legislativas, administrativas y de
cualquier otra índole necesarias para: a) fijar edad mínima para trabajar; b) reglamentación
apropiadas de honorarios y condiciones de trabajo; c) establecer penalidades u otras
sanciones apropiadas a fin de lograr el cumplimiento de esta disposición.
22. Derecho a ser protegidos contra el uso ilícito de estupefacientes y sustancias
sicotrópicas.
23. Derecho a ser protegido contra toda forma de explotación y abuso sexuales.
24. Derecho a ser protegido contra el secuestro, venta o trata.
25. Derecho a ser protegido contra la tortura, malos tratos o penas crueles,
inhumanas o degradantes.
26. Derecho a que se respeten las normas de Derecho Internacional Humanitario
que le sean aplicables en contexto de conflictos armados. Los Estados partes se abstendrán
de reclutar en sus fuerzas armadas a personas que no han cumplido 15 años; si se emplearan
personas mayores de 15 y menores de 18, se procurará a dar prioridad a los de mayor edad.
A su vez, la Convención instituye la figura del Comité de los Derechos del Niño como
órgano de aplicación del tratado y asignándole la misión de controlar y vigilar el cumplimiento
de los deberes que, en virtud del mismo, han asumido los Estados partes en la protección de
los derechos del niño.
En Argentina, la Convención de los Derechos del Niño fue ratificada en 1990 a través de
la Ley 23.849 en la cual se expresan las siguientes reservas y aclaraciones:
a) “La República Argentina hace reserva de los incisos b), c), d) y e) del artículo 21 de la
Convención de los Derechos del Niño y manifiesta que no regirán en su jurisdicción por
entender que, para aplicarlos, debe contarse previamente con un riguroso mecanismo de
protección legal del niño en materia de adopción internacional, a fin de impedir su tráfico y
trata.
b) Con relación al artículo 1 (…) declara que el mismo debe interpretarse en el sentido
que se entiende por niño todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los
dieciocho años de edad.
c) Con relación al artículo 24, inciso f) (…), considerando que las cuestiones vinculadas
con la planificación familiar atañen a los padres de manera indelegable de acuerdo a principios
éticos y morales, interpreta que es obligación de los Estados, en el marco de este artículo,
adoptar las medidas apropiadas para la orientación de padres y educación para la paternidad
responsable.
d) Con relación al artículo 38 (…) declara que es su deseo que la Convención hubiese
prohibido terminantemente la utilización de los niños en los conflictos armados.”
El derecho a la salud consiste en tener la posibilidad de gozar del más alto nivel
posible de salud.
La OMS define a la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y
social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
Esta ley tiene por objeto asegurar el derecho a la protección de la salud mental de
todas las personas, y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con
padecimiento mental que se encuentran en el territorio nacional, reconocidos en los
instrumentos internacionales de derechos humanos, con jerarquía constitucional, sin perjuicio
de las regulaciones más beneficiosas que para la protección de estos derechos puedan
establecer las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La ley consagra la presunción de capacidad de todas las personas.
Asimismo, enumera una serie de derechos que asisten a las personas que sufren
padecimientos mentales:
a) Derecho a recibir atención sanitaria y social integral y humanizada, a partir del
acceso gratuito, igualitario y equitativo a las prestaciones e insumos necesarios, con el
objeto de asegurar la recuperación y preservación de su salud;
b) Derecho a conocer y preservar su identidad, sus grupos de pertenencia, su
genealogía y su historia;
c) Derecho a recibir una atención basada en fundamentos científicos ajustados a
principios éticos;
d) Derecho a recibir tratamiento y a ser tratado con la alternativa terapéutica más
conveniente, que menos restrinja sus derechos y libertades, promoviendo la integración
familiar, laboral y comunitaria;
e) Derecho a ser acompañado antes, durante y luego del tratamiento por sus
familiares, otros afectos o a quien la persona con padecimiento mental designe;
f) Derecho a recibir o rechazar asistencia o auxilio espiritual o religioso;
g) Derecho del asistido, su abogado, un familiar, o allegado que éste designe, a
acceder a sus antecedentes familiares, fichas e historias clínicas;
h) Derecho a que, en el caso de internación involuntaria o voluntaria prolongada,
las condiciones de la misma sean supervisadas periódicamente por el órgano de
revisión;
i) Derecho a no ser identificado ni discriminado por un padecimiento mental actual
o pasado;
j) Derecho a ser informado de manera adecuada y comprensible de los derechos
que lo asisten, y de todo lo inherente a su salud y tratamiento (…);
k) Derecho a poder tomar decisiones relacionadas con su atención y su
tratamiento dentro de sus posibilidades;
l) Derecho a recibir un tratamiento personalizado en un ambiente apto con
resguardo de su intimidad (…);
m) Derecho a no ser objeto de investigaciones clínicas ni tratamientos
experimentales sin un consentimiento fehaciente;
n) Derecho a que el padecimiento mental no sea considerado un estado
inmodificable;
o) Derecho a no ser sometido a trabajos forzados;
p) Derecho a recibir una justa compensación por su tarea en caso de participar de
actividades encuadradas como laborterapia o trabajos comunitarios (…).
Los hechos del presente caso se refieren a Damião Ximenes Lopes quien, durante su
juventud, desarrolló una discapacidad mental de origen orgánico, proveniente de alteraciones
en el funcionamiento de su cerebro. En la época de los hechos, el señor Damião Ximenes
Lopes tenía 30 años de edad y vivía con su madre en la ciudad de Varjota, situada
aproximadamente a una hora de la ciudad de Sobral, sede de la Casa de Reposo Guararapes.
El señor Damião Ximenes Lopes fue admitido en la Casa de Reposo Guararapes, como
paciente del Sistema Único de Salud (SUS), en perfecto estado físico, el 1 de octubre de 1999.
Al momento de su ingreso no presentaba señales de agresividad ni lesiones corporales
externas. El 3 de octubre de 1999 el señor Damião Ximenes Lopes tuvo una crisis de
agresividad y estaba desorientado. Entró a un baño en la Casa de Reposo Guararapes, y se
negaba a salir de ahí, por lo que fue dominado y retirado a la fuerza por un auxiliar de
enfermería y por otros dos pacientes. Por la noche del mismo día, la presunta víctima tuvo un
nuevo episodio de agresividad, y volvió a ser sometido a contención física, a la que estuvo
sometido entre la noche del domingo y el lunes por la mañana.
El 4 de octubre de 1999, la madre de Damião Ximenes Lopes llegó a visitarlo a la Casa
de Reposo Guararapes y lo encontró sangrando, con hematomas, con la ropa rota, sucio y
oliendo a excremento, con las manos amarradas hacia atrás, con dificultad para respirar,
agonizante, y gritando y pidiendo auxilio a la policía. El señor Ximenes Lopes seguía sometido
a la contención física que le había sido aplicada desde la noche anterior, ya presentaba
excoriaciones y heridas, y se le dejó caminar sin la adecuada supervisión. Falleció el mismo
día, aproximadamente dos horas después de haber sido medicado por el director clínico del
hospital, y sin ser asistido por médico alguno en el momento de su muerte. Sus familiares
interpusieron una serie de recursos. Sin embargo, no se realizaron mayores investigaciones
y se sancionaron a los responsables.
En el análisis del fondo, la Corte consideró violados los siguientes derechos:
Derecho a la vida, la integridad física y obligación de respetar los derechos
(arts. 4.1, 5.1 y 5.2 CIDH) el Estado reconoció los hechos de la demanda relacionados con
el fallecimiento del señor Damião Ximenes Lopes, y la falta de prevención para superar las
condiciones que permitieron que ocurriera tal incidente, así como la precariedad del sistema
de atención mental al cual la presunta víctima fue sometida, al momento de los hechos, lo
que constituyó una violación del artículo 4 de la Convención. El Estado, además, reconoció
los malos tratos de que fue víctima el señor Ximenes Lopes antes de su muerte, en violación
del artículo 5 de la Convención.
No obstante, la Corte consideró pertinente analizar ciertos aspectos relativos a la
violación de los derechos consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención en el presente
caso, ya que esta era la primera vez que el Tribunal tenía la oportunidad de pronunciarse
sobre la violación de los derechos de una persona que padecía una discapacidad mental:
- Los Estados tienen el deber de asegurar una prestación de atención médica eficaz
a las personas con discapacidad mental. La anterior obligación se traduce en el deber estatal
de asegurar el acceso de las personas a servicios de salud básicos; la promoción de la salud
mental; la prestación de servicios de esa naturaleza que sean lo menos restrictivos posible, y
la prevención de las discapacidades mentales.
- La Corte considera que todo tratamiento de salud dirigido a personas con
discapacidad mental debe tener como finalidad principal el bienestar del paciente y el respeto
a su dignidad como ser humano, que se traduce en el deber de adoptar como principios
orientadores del tratamiento psiquiátrico, el respeto a la intimidad y a la autonomía de las
personas. El Tribunal reconoce que este último principio no es absoluto, ya que la necesidad
misma del paciente puede requerir algunas veces la adopción de medidas sin contar con
su consentimiento.
- El Tribunal considera que la sujeción es una de las medidas más agresivas a
que puede ser sometido un paciente en tratamiento psiquiátrico. Para que esté en
conformidad con el respeto a la integridad psíquica, física y moral de la persona, según los
parámetros exigidos por el artículo 5 de la Convención Americana, debe ser empleada como
medida de último recurso y únicamente con la finalidad de proteger al paciente, o bien al
personal médico y a terceros.
- El Tribunal ha establecido que el deber de los Estados de regular y fiscalizar las
instituciones que prestan servicio de salud, como medida necesaria para la debida protección
de la vida e integridad de las personas bajo su jurisdicción, abarca tanto a las entidades
públicas y privadas que prestan servicios públicos de salud, como aquellas instituciones que
se dedican exclusivamente a servicios privados de salud (…). En particular, respecto de las
instituciones que prestan servicio público de salud, tal y como lo hacía la Casa de Reposo
Guararapes, el Estado no sólo debe regularlas y fiscalizarlas, sino que además tiene
el especial deber de cuidado en relación con las personas ahí internadas.
- La obligación de garantizar los derechos humanos consagrados en la Convención
no se agota con la existencia de un orden normativo dirigido a hacer posible el cumplimiento
de esta obligación, sino que comporta la necesidad de una conducta gubernamental que
asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz garantía del libre y pleno ejercicio de os
derechos humanos. En ese sentido, una de esas condiciones para garantizar efectivamente
el derecho a la vida y a la integridad personal es el cumplimiento del deber de investigar las
afectaciones a los mismos, el cual se deriva del artículo 1.1 de la Convención en conjunto con
el derecho sustantivo que debe ser amparado, protegido o garantizado.
Derecho a las garantías judiciales (arts. 8.1 y 25.1 CIDH) este Tribunal estima
que es necesario para la investigación de toda muerte violenta observar reglas similares a
las contenidas en el Manual sobre la Prevención e Investigación Efectiva de Ejecuciones
Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias de las Naciones Unidas. Las autoridades estatales que
conducen una investigación deben, inter alia: a) identificar a la víctima; b) recuperar y
preservar el material probatorio relacionado con su muerte, con el fin de ayudar en cualquier
investigación; c) identificar posibles testigos y obtener sus declaraciones en relación con
la muerte que se investiga; d) determinar la causa, forma, lugar y momento de la muerte, así
como cualquier procedimiento o práctica que pueda haberla provocado, y e) distinguir entre
muerte natural, muerte accidental, suicidio y homicidio. Además, es necesario investigar
exhaustivamente la escena del crimen, y se deben realizar autopsias y análisis de restos
humanos, en forma rigurosa, por profesionales competentes y empleando los procedimientos
más apropiados.
Por lo expuesto, la CIDH resolvió:
1- Que el Estado debe garantizar, en un plazo razonable, que el proceso interno
tendiente a investigar y sancionar a los responsables de los hechos de este caso surta sus
debidos efectos.
2- Que el Estado debe publicar, en el plazo de seis meses, en el Diario Oficial y en
otro diario de amplia circulación nacional, por una sola vez, el Capítulo VII relativo a los
Hechos Probados de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas.
3- Que el Estado debe continuar desarrollando un programa de formación y
capacitación para el personal médico, psiquiátrico, psicológico, de enfermería, auxiliares de
enfermería y para todas aquellas personas vinculadas con la atención de salud mental, en
particular, sobre los principios que deben regir el trato de las personas que padecen
discapacidades mentales, conforme a los estándares internacionales en la materia y aquellos
establecidos en la Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas.
4- Que el Estado debía pagar en efectivo distintas sumas de dinero en concepto de
daño material y moral a los familiares de la víctima.
9) Discapacidad y DDHH: La Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad y su Protocolo Facultativo. Ley 26.378
Como principios rectores del trato a las personas con discapacidad, consagra:
El respeto de la dignidad inherente, la autonomía individual, incluida la libertad
de tomar las propias decisiones, y la independencia de las personas.
La no discriminación.
La participación e inclusión plenas y efectivas en la sociedad.
El respeto por la diferencia y la aceptación de las personas con discapacidad
como parte de la diversidad y la condición humanas.
La igualdad de oportunidades.
La accesibilidad.
La igualdad entre el hombre y la mujer.
El respeto a la evolución de las facultades de los niños y las niñas con
discapacidad y de su derecho a preservar su identidad.
Entre las obligaciones que los Estados partes, a partir de la aprobación del instrumento,
asumen, se encuentran:
1) Adoptar todas las medidas legislativas, administrativas y de otra índole que
sean pertinentes para hacer efectivos los derechos reconocidos en la presente Convención.
2) Tomar todas las medidas pertinentes, incluidas medidas legislativas, para
modificar o derogar leyes, reglamentos, costumbres y prácticas existentes que
constituyan discriminación contra las personas con discapacidad.
3) Tener en cuenta, en todas las políticas y todos los programas, la protección y
promoción de los derechos humanos de las personas con discapacidad.
4) Abstenerse de actos o prácticas que sean incompatibles con la presente
Convención.
5) Tomar todas las medidas pertinentes para que ninguna persona, organización
o empresa privada discrimine por motivos de discapacidad.
6) Emprender o promover la investigación y el desarrollo de bienes, servicios,
equipo e instalaciones de diseño universal para satisfacer las necesidades específicas
de las personas con discapacidad.
7) Emprender o promover la investigación y el desarrollo, y promover la
disponibilidad y el uso de nuevas tecnologías, incluidas las tecnologías de la información
y las comunicaciones, ayudas para la movilidad, dispositivos técnicos y tecnologías de apoyo
adecuadas para las personas con discapacidad, dando prioridad a las de precio asequible.
8) Proporcionar información que sea accesible para las personas con
discapacidad sobre ayudas a la movilidad, dispositivos técnicos y tecnologías de apoyo.
9) Promover la formación de los profesionales y el personal que trabajan con
personas con discapacidad respecto de los derechos reconocidos en la presente
Convención.
10) Con respecto a los derechos económicos, sociales y culturales, los Estados Partes
se comprometen a adoptar medidas hasta el máximo de sus recursos disponibles y, cuando
sea necesario, en el marco de la cooperación internacional, para lograr, de manera progresiva,
el pleno ejercicio de estos derechos, sin perjuicio de las obligaciones previstas en la presente
Convención que sean aplicables de inmediato en virtud del derecho internacional.
11) En la elaboración y aplicación de legislación y políticas para hacer efectiva la
presente Convención, y en otros procesos de adopción de decisiones sobre cuestiones
relacionadas con las personas con discapacidad, los Estados Partes celebrarán consultas
estrechas y colaborarán activamente con las personas con discapacidad, incluidos los niños
y las niñas con discapacidad, a través de las organizaciones que las representan.
Ambas Convenciones son las que brindan los elementos más importantes para el
trabajo jurídico en relación con la protección de los DDHH de las mujeres. Las dos obligan a
los Estados a realizar una serie de acciones a nivel interno para garantizar el goce efectivo de
los derechos que consagran.
Si los Estados no cumplen y no brindan respuestas satisfactorias en términos de justicia
a nivel interno, se abre la posibilidad de efectuar un reclamo internacional, exigiendo la
responsabilidad del Estado.
Belém Do Pará delinea una definición muy amplia de lo que se entiende por “violencia
contra las mujeres”: “…debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier acción o
conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o
psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado (…) Se entenderá
que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica: a) que
tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación
interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio
que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual; b) que
tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende,
entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada,
secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas,
establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y c) que sea perpetrada o tolerada por
el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra.”
Además, la Convención hace un aporte muy importante respecto de la diversidad
dentro del colectivo de mujeres. Expresa que los Estados deben tener especialmente
presente la heterogeneidad que se configura en el colectivo de mujeres, prestando especial
atención a ciertos sectores, como: - mujeres privadas de la libertad; - mujeres en situación
socioeconómica desfavorecida; - mujeres migrantes; - niñas; y – adultas mayores.
En virtud de ello, los Estados tienen la obligación de garantizar:
a) Recursos judiciales adecuados para responder a los casos de violencia de género.
b) Políticas públicas que tengan en cuenta la complejidad y multidimensionalidad del
tema, obligando al Estado a pensar respuestas en términos de políticas públicas que den
cuenta de los diferentes aspectos que presenta la violencia de género.
Recoge derechos que ya estaban reconocidos en convenciones más antiguas, y
también enumera otros como, por ejemplo: 1- Derecho de las mujeres a vivir una vida libre de
violencia; a la par de que obliga al Estado a hacer efectivo tal derecho; 2- Derecho de las
mujeres a ser valoradas y educadas libres de estereotipos que impliquen desvalorización del
rol de las mujeres.
Dos organizaciones de mujeres toman conocimiento del caso y presentan una denuncia
ante el Comité de DDHH de la O.N.U. el 25 de mayo de 2007.
El gobierno argentino reconoció su responsabilidad en el caso, tanto a nivel provincial
como federal. La Cancillería Argentina convocó, el 29 de agosto de 2008, a las peticionarias,
autoridades provinciales y nacionales para conformar una Mesa de Diálogo y discutir una
agenda reparadora.
En la Provincia del Chaco se conformó una comisión interministerial que, junto a otras
áreas del ejecutivo nacional, comenzaron a trabajar en este caso, que es un ejemplo de las
dificultades que enfrentan las mujeres en Argentina a la hora de pedir justicia por la violencia.
A la fecha, se avanzó en la reparación simbólica, pago de indemnización, entrega de
beca de estudios, entrega de terreno y construcción de una vivienda, así como capacitación
a los jueces de la provincia en discriminación de género y violencia contra las mujeres.
Género: la identidad de género hace referencia a la manera como las personas nos
relacionamos con nuestro sexo y género, y a la forma como cada persona experimenta su
propia masculinidad o feminidad. Una persona, hombre o mujer, puede sentir una identidad
de género distinta a su sexo biológico, a sus características sexuales o fisiológicas.
La identidad de género, en definitiva, está definida según las vivencias tal como cada
persona las siente, con independencia del sexo biológico.
En virtud de ello, toda persona tiene el derecho de solicitar la verificación registral del
sexo y el cambio de nombre de pila o imagen.
La diversidad sexual hace referencia a la posibilidad que tiene una persona de vivir
su orientación sexual de una manera libre y responsable.
La orientación sexual hace referencia a las atracciones afectiva y erótica, que puede
tener una persona hacia otra independientemente de su sexo, es decir, hacia un hombre,
una mujer o ambos sexos de manera indeterminada. De ahí que las personas, según su
orientación sexual, puedan ser: heterosexuales, homosexuales, bisexuales.
Ley N° 26.618 de Matrimonio Civil esta ley, sancionada en el año 2010, introdujo
diferentes modificaciones al entonces Código Civil en materia de matrimonio. Entre las más
trascendentales, se incluyó la de reconocer el derecho de las personas de un mismo sexo a
contraer matrimonio; lo cual se cristalizó en la sustitución de la terminología empleada. En
efecto, a partir de ese momento, comenzó a utilizarse el término “contrayentes”, sin distinción
de género.
Asimismo, el art. 2 de dicha ley establece: “Sustitúyese el artículo 172 del Código Civil,
el que quedará redactado de la siguiente forma:
Artículo 172.- Es indispensable para la existencia del matrimonio el pleno y libre
consentimiento expresado personalmente por ambos contrayentes ante la autoridad
competente para celebrarlo.
El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos, con independencia de que los
contrayentes sean del mismo o de diferente sexo…”
3) Derechos humanos de los pueblos originarios: marco normativo. El art. 75, inc. 17 CN.
El Convenio N° 169 de la O.I.T. sobre Pueblos Indígenas y Tribales en países independientes
de 1989. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas
de 2007. Cuestión indígena: identidad y diversidad cultural.
El derecho a la vida, como todo derecho humano, resulta de inherencia con la dignidad
de la persona. Pero, aún más, el derecho a la vida resulta ser conditio sine qua non para el
goce y ejercicio de los demás derechos humanos.
En nuestra Constitución no tiene mención expresa, no obstante, se considera
enmarcado en el art. 33 CN como derecho implícito.
Sin embargo, sí encuentra tratamiento explícito en tratados internacionales de derechos
humanos como, por ejemplo, la CADH que, en su art. 4.1 expresa: “Toda persona tiene
derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general,
a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente.” Como prolongación, el art. 5.1 que “toda persona tiene derecho a que se
respete su integridad física, psíquica y moral.”
Por su parte, el PIDCyP también lo consagra en su art. 6.
Una cuestión controversial la constituye la pena de muerte. Esta pena no está permitida
por delitos comunes, aunque –lastimosamente- sí para reprimir delitos políticos. No obstante,
hoy en día, resulta de trascendencia fundamental lo que el art. 4 dispone a su respecto.
En lo que refiere a nuestro ámbito interno, al haberse ratificado el PSJCR en el año
1984, y no existir a esa fecha la pena de muerte en nuestro país, deviene imposible por
inconstitucionalidad introducirla en el futuro.
Casi por definición, las víctimas de la esclavitud, la condición servil y el trabajo forzoso,
se ven privadas del derecho a la libertad de circulación y a escoger libremente su residencia.
Prácticamente en todos los casos, los que ejercen el control sobre ellas privan a esas
personas al derecho de recurrir ante los tribunales y a un juicio imparcial, o les impiden
ejercerlo.
La lista de circunstancias agravantes de violaciones de los derechos fundamentales que
acompañan a la esclavitud y a las prácticas análogas es, prácticamente, ilimitada. En los
casos más graves, abarca la privación de la identidad (al cambiar, en muchos casos, el
nombre de la persona por otro correspondiente a una religión o identidad étnica distinta), la
obligación de hablar en otro idioma o de cambiar de religión o el ejercicio de coerción sobre
la víctima. En algunos casos extremos, también se impide a las personas que ejerzan su
derecho a contraer matrimonio y a fundar una familia; en particular, cuando se trata de mujeres
a las que se les obliga a ser amantes o concubinas de los hombres que las tienen bajo su
control, o a ejercer la prostitución. Prácticamente todos los casos entrañan violaciones a la
libertad de expresión, así como el derecho a recibir y difundir información, su derecho de
reunión pacífica y su derecho de asociación.
Como conclusión a este tema, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los
Derechos Humanos expresaba: “No existe ningún mecanismo internacional de ese tipo para
supervisar y hacer cumplir las obligaciones de los Estados de abolir la esclavitud y las
prácticas análogas. El derecho de toda persona a no ser sometida a esclavitud es un derecho
humano fundamental. Sin embargo, al no existir un procedimiento de aplicación adecuado, el
estímulo que se les infunde a los Estados para que establezcan salvaguardias contra las
formas contemporáneas de la esclavitud es insuficiente. (…) Pese a la generalizada opinión
contraria, la esclavitud en sus distintas formas sigue siendo corriente (…) El concepto de
esclavitud ha permanecido prácticamente estático en los cerca de dos siglos en los que los
gobiernos y las ong han intentado lograr su abolición. No obstante, como lo demuestra este
informe actualizado, han surgido varias prácticas de tipo esclavista. En el último decenio hubo
propuestas destinadas a ampliar aún más la gama de las formas contemporáneas de la
esclavitud, que podrían debilitar los esfuerzos por erradicar las formas históricas. Estas
propuestas han de ser cuidadosamente examinadas.”
Libertad de expresión
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 19: Todo individuo tiene derecho
a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de o ser molestado a causa de
sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin
limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 15; inc. 3:
Los Estados partes en el presente pacto se comprometen a respetar la indispensable libertad
para la investigación científica y para la actividad creadora.
Convención de los Derechos del Niño: Art. 12: 1. Los Estados Partes garantizarán
al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión
libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las
opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño. 2. Con tal fin, se dará en
particular al niño oportunidad de ser escuchado en todo procedimiento judicial o administrativo
que afecte al niño, ya sea directamente o por medio de un representante o de un órgano
apropiado, en consonancia con las normas de procedimientos de la ley nacional.
Constitución Nacional: Art. 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los
siguientes derechos conforme las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber …de publicar
sus ideas por la prensa sin censura previa. Art. 43, 3°: Toda persona podrá interponer esta
acción para tomar conocimiento de los datos a ella referidos y de su finalidad, que consten en
registros o bancos de datos públicos, o los privados destinados a proveer informes, y en caso
de falsedad o discriminación, para exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o
actualización de aquéllos. No podrá afectarse el secreto de las fuentes de información
periodística.
Libertad de reunión
Declaración Universal de los Derechos Humanos: Art. 20: 1. Toda persona tiene
derecho a la libertad de reunión y de asociación pacífica. 2. Nadie podrá ser obligado a
pertenecer a una asociación.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Art. 21: Toda
persona tiene el derecho de reunirse pacíficamente con otras, en manifestación pública o en
asamblea transitoria, en relación con sus intereses comunes de cualquier índole.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 21: Se reconoce el derecho
de reunión pacífica. El ejercicio de tal derecho sólo podrá estar sujeto a las restricciones
previstas por la ley que sean necesarias en una sociedad democrática, en interés de la
seguridad nacional, de la seguridad pública o del orden público, o para proteger la salud o la
moral públicas o los derechos y libertades de los demás.
Convención de los Derechos del Niño: Art. 15: 1. Los Estados Partes reconocen los
derechos del niño a la libertad de asociación y a la libertad de celebrar reuniones pacíficas. 2.
No se impondrán restricciones al ejercicio de estos derechos distintas de las establecidas de
conformidad con la ley y que sean necesarias en una sociedad democrática, en interés de la
seguridad nacional o pública, el orden público, la protección de la salud y la moral públicas o
la protección de los derechos y libertades de los demás.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Art. 24: Toda
persona tiene derecho de presentar peticiones respetuosas a cualquiera autoridad
competente, ya sea por motivo de interés general, ya de interés particular, y el de obtener
pronta resolución.
Constitución Nacional: Art. 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los
siguientes derechos conforme las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: …de peticionar
a las autoridades.
Declaración Universal de los Derechos Humanos: Art. 26: 1. Toda persona tiene
derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la
instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción
técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual
para todos, en función de los méritos respectivos. 2. La educación tendrá por objeto el pleno
desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos
y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre
todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos y promoverá el desarrollo de las
actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz. 3. Los padres tendrán
derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Art. 12: Toda
persona tiene derecho a la educación, la que debe estar inspirada en los principios de libertad,
moralidad y solidaridad humanas. Asimismo, tiene el derecho de que, mediante esa
educación, se le capacite para lograr una digna subsistencia, en mejoramiento del nivel de
vida y para ser útil a la sociedad. El derecho de educación comprende el de igualdad de
oportunidades en todos los casos, de acuerdo con las dotes naturales, los méritos y el deseo
de aprovechar los recursos que puedan proporcionar la comunidad y el Estado. Toda persona
tiene derecho a recibir gratuitamente la educación primaria, por lo menos. Art. 30: Toda
persona tiene el deber de asistir, alimentar, educar y amparar a sus hijos menores de edad, y
los hijos tienen el deber de honrar siempre a sus padres y el de asistirlos, alimentarlos y
ampararlos cuando éstos lo necesiten. Art. 31: Toda persona tiene el deber de adquirir a lo
menos la instrucción primaria.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 18; inc. 4: Los Estados
Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres y, en su
caso, de los tutores legales, para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y
moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: 1. Los Estados
Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la educación. Convienen
en que la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y
del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el respeto por los derechos humanos y las
libertades fundamentales. Convienen asimismo en que la educación debe capacitar a todas
las personas para participar efectivamente en una sociedad libre, favorecer la comprensión,
la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos raciales, étnicos o
religiosos, y promover las actividades de las Naciones Unidas en pro del mantenimiento de la
paz. 2. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen que, con objeto de lograr el pleno
ejercicio de este derecho: a) La enseñanza primaria debe ser obligatoria y asequible a todos
gratuitamente; b) La enseñanza secundaria, en sus diferentes formas, incluso la enseñanza
secundaria técnica y profesional, debe ser generalizada y hacerse accesible a todos, por
cuantos medios sean apropiados, y en particular por la implantación progresiva de la
enseñanza gratuita; c) La enseñanza superior debe hacerse igualmente accesible a todos,
sobre la base de la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean apropiados, y en
particular por la implantación progresiva de la enseñanza gratuita; d) Debe fomentarse o
intensificarse, en la medida de lo posible, la educación fundamental para aquellas personas
que no hayan recibido o terminado el ciclo completo de instrucción primaria; e) Se debe
proseguir activamente el desarrollo del sistema escolar en todos los ciclos de la enseñanza,
implantar un sistema adecuado de becas, y mejorar continuamente las condiciones materiales
del cuerpo docente. 3. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar
la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores legales, de escoger para sus hijos o
pupilos escuelas distintas de las creadas por las autoridades públicas, siempre que aquéllas
satisfagan las normas mínimas que el Estado prescriba o apruebe en materia de enseñanza,
y de hacer que sus hijos o pupilos reciban la educación religiosa o moral que esté de acuerdo
con sus propias convicciones. 4. Nada de lo dispuesto en este artículo se interpretará como
una restricción de la libertad de los particulares y entidades para establecer y dirigir
instituciones de enseñanza, a condición de que se respeten los principios enunciados en el
párrafo 1 y de que la educación dada en esas instituciones se ajuste a las normas mínimas
que prescriba el Estado.
Constitución Nacional: Art. 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los
siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber …de enseñar
y aprender. Art. 5: Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema
representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la
Constitución Nacional; y que asegure… educación primaria. Art. 75; inc. 18: Corresponde al
Congreso: inc. 18) Proveer lo conducente a la prosperidad del país, al adelanto y bienestar de
todas las provincias, y al progreso de la Ilustración, dictando planes de instrucción general y
universitaria. Art. 75; inc. 19: Proveer lo conducente al desarrollo humano, al progreso
económico con justicia social, a la productividad de la economía nacional, a la generación de
empleo, a la formación profesional de los trabajadores, a la defensa del valor de la moneda,
a la investigación y al desarrollo científico y tecnológico, su difusión y aprovechamiento.
Derecho de propiedad
Declaración Universal de los Derechos Humanos: Art. 17: 1. Toda persona tiene
derecho a la propiedad, individual y colectivamente. 2. Nadie será privado arbitrariamente de
su propiedad.
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 21: 1. Toda persona tiene
derecho al uso y goce de sus bienes. La ley puede subordinar tal uso y goce al interés social.
2. Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de
indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos y según
las formas establecidas por la ley. 3. Tanto la usura como cualquier otra forma de explotación
del hombre por el hombre, deben ser prohibidas por la ley.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Art. 23: Toda
persona tiene derecho a la propiedad privada correspondiente a las necesidades esenciales
de una vida decorosa, que contribuya a mantener la dignidad de la persona y del hogar.
Constitución Nacional: Art. 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los
siguientes derechos conforme las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber …de usar y
disponer de su propiedad. Art. 17: La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación
puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por
causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada. Sólo el
Congreso impone las contribuciones que se expresan en el Artículo 4º. Ningún servicio
personal es exigible, sino en virtud de ley o de sentencia fundada en ley. Todo autor o inventor
es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que le acuerde
la ley. La confiscación de bienes queda borrada para siempre del Código Penal argentino.
Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna especie. Art.
20: Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del
ciudadano; pueden …poseer bienes raíces, comprarlos y enajenarlos.
Declaración Universal de los Derechos Humanos: Art. 21: 1. Toda persona tiene
derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes
libremente escogidos. 2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de
igualdad, a las funciones públicas de su país. 3. La voluntad del pueblo es la base de la
autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que
habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro
procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23: 1. Todos los ciudadanos
deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades: a) de participar en la dirección de
los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes libremente elegidos; b) de
votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas por sufragio universal e
igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores, y c)
de tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su país.
2. La ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a que se refiere el
inciso anterior, exclusivamente por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma,
instrucción, capacidad civil o mental, o condena, por juez competente, en proceso penal.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Art. 20: Toda
persona, legal- mente capacitada, tiene el derecho de tomar parte en el gobierno de su país,
directamente o por medio de sus representantes, y de participar en las elecciones populares,
que serán de voto secreto, genuinas, periódicas y libres.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25: Todos los ciudadanos
gozarán, sin ninguna de la distinciones mencionadas en el artículo 2, y sin restricciones
indebidas, de los siguientes derechos y oportunidades: a) Participar en la dirección de los
asuntos públicos, directamente o por medio de representantes libremente elegidos; b) Votar
y ser elegidos en elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y
por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores; c) Tener
acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su país.
Constitución Nacional: Art. 36: Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando
se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema
democrático. Estos actos serán insanablemente nulos. Sus autores serán pasibles de la
sanción prevista en el Artículo 29, inhabilitados a perpetuidad para ocupar cargos públicos y
excluidos de los beneficios del indulto y la conmutación de penas. Tendrán las mismas
sanciones quienes, como consecuencia de estos actos, usurparen funciones previstas para
las autoridades de esta Constitución o las de las provincias, los que responderán civil y
penalmente de sus actos. Las acciones respectivas serán imprescriptibles. Todos los
ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra quienes ejecutaren los actos de fuerza
enunciados en este artículo. Atentará asimismo contra el sistema democrático quien incurriere
en grave delito doloso contra el Estado que conlleve enriquecimiento, quedando inhabilitado
por el tiempo que las leyes determinen para ocupar cargos o empleos públicos. El Congreso
sancionará una ley sobre ética pública para el ejercicio de la función. Art. 37: Esta Constitución
garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al principio de la soberanía
popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es universal, igual, secreto
y obligatorio. La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a
cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones positivas en la regulación de los
partidos políticos y en el régimen electoral. Art. 38: Los partidos políticos son instituciones
fundamentales del sistema democrático. Su creación y el ejercicio de sus actividades son
libres dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su organización y
funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la
postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la
difusión de sus ideas. El Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y
de la capacitación de sus dirigentes. Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen
y destino de sus fondos y patrimonio. Art. 39: Los ciudadanos tienen el derecho de iniciativa
para presentar proyectos de ley en la Cámara de Diputados. El Congreso deberá darles
expreso tratamiento dentro del término de doce meses. El Congreso, con el voto de la mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, sancionará una ley reglamentaria
que no podrá exigir más del tres por ciento del padrón electoral nacional, dentro del cual
deberá contemplar una adecuada distribución territorial para suscribir la iniciativa. No serán
objeto de iniciativa popular los proyectos referidos a reforma constitucional, tratados
internacionales, tributos, presupuesto y materia penal. Art. 40: El Congreso, a iniciativa de la
Cámara de Diputados, podrá someter a consulta popular un proyecto de ley. La ley de
convocatoria no podrá ser vetada. El voto afirmativo del proyecto por el pueblo de la Nación
lo convertirá en ley y su promulgación será automática. El Congreso o el presidente de la
Nación, dentro de sus respectivas competencias, podrán convocar a consulta popular no
vinculante. En este caso el voto no será obligatorio. El Congreso, con el voto de la mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, reglamentará las materias,
procedimientos y oportunidad de la consulta popular.