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ILCEA

Revue de l’Institut des langues et cultures


d'Europe, Amérique, Afrique, Asie et Australie
33 | 2018
Femmes en résistance du XVIIIe siècle à nos jours

Trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. ¿


Quién asume el costo de la reproducción social?
Travail domestique et de soins non rémunéré. Qui assume le coût de la
reproduction sociale ?
Unpaid Domestic Work. Who Assumes the Cost of Social Reproduction?

Alicia Girón

Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/ilcea/5372
DOI: 10.4000/ilcea.5372
ISSN: 2101-0609

Editor
UGA Éditions/Université Grenoble Alpes

Edición impresa
ISBN: 978-2-37747-060-0
ISSN: 1639-6073

Referencia electrónica
Alicia Girón, « Trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. ¿Quién asume el costo de la
reproducción social? », ILCEA [En línea], 33 | 2018, Publicado el 05 noviembre 2018, consultado el 01
mayo 2019. URL : http://journals.openedition.org/ilcea/5372 ; DOI : 10.4000/ilcea.5372

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© ILCEA
Trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. ¿Quién asume el costo de la rep... 1

Trabajo doméstico y de cuidado no


remunerado. ¿Quién asume el costo
de la reproducción social?1
Travail domestique et de soins non rémunéré. Qui assume le coût de la
reproduction sociale ?
Unpaid Domestic Work. Who Assumes the Cost of Social Reproduction?

Alicia Girón

“La aversión a combinar el análisis monetario con


el análisis de género es un error”
(Todorova, 2009)

1. Introducción
1 El trabajo doméstico y de cuidado no remunerado ha sido desproporcionalmente asumido
por mujeres por considerarse que su único rol es el de la reproducción de la fuerza
laboral, necesaria para la continuación del ciclo económico. Este tipo de trabajo puede
aliviarse con la intervención estatal a través de políticas públicas que mejoren el acceso a
bienes y servicios básicos, a educación temprana y a redes de cuidado para niños,
enfermos y ancianos. Sin embargo, en un contexto internacional de crisis cada vez más
recurrentes y persistentes se ha optado por la reducción de presupuestos públicos, con la
consecuente desaparición de programas sociales de cuidado. Es así que el costo de la
reproducción social ha sido asumido cada vez más por mujeres y menos por el Estado,
teniendo efectos negativos en el ingreso de los hogares y llevándonos a cuestionar quién
debe asumir este costo nacional.

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2. El trabajo doméstico y de cuidado en el


pensamiento económico
2 Para entender el estudio del trabajo doméstico y de cuidado desde la economía es
necesario hacer una revisión del pensamiento económico. Desde la perspectiva feminista 2
y a través de la teoría monetaria de la producción existe «la necesidad de comprender no
sólo el lugar del dinero en el aprovisionamiento económico, sino también su papel en la
prevalencia de la ideología de género. Por tanto, el enfoque se encuentra en el proceso de
producción monetaria y su relación con la construcción social de las percepciones con
enfoque de género en lo concerniente a las esferas mercantil y no mercantil» (Todorova,
2009: 3). En cuanto al aprovisionamiento Julie Nelson señala que «Adam Smith, por
ejemplo, definió la economía no solamente como elección e intercambio, sino como aquel
campo de conocimiento que se dedica a investigar la producción y la distribución de todo
lo necesario y conveniente en la vida, poniendo énfasis en las cosas que los seres humanos
requieren para sobrevivir y florecer» (1995).
3 La economía feminista tiene por objeto de estudio al aprovisionamiento y no a la escasez,
ya que el ser humano no es sólo un ser racional: «Tal definición de economía, tan
enfocada a la esfera del aprovisionamiento, rompe la distinción usual entre actividades “
económicas” (primariamente orientadas al mercado) y políticas por un lado, y actividades
familiares o sociales y políticas por el otro» (Nelson, 1995). Strober en su discurso sobre
austeridad menciona que el pensamiento keynesiano encaja con el pensamiento de la
economía feminista, y uno de sus principios fundamentales fue enunciado por Adam
Smith hace más de dos siglos: «la economía debe estar preocupada, ante todo, por el
proceso de “aprovisionamiento”, la satisfacción de las necesidades materiales de los seres
humanos» (Strober, 2015). También en el pensamiento de Polanyi se advertían los efectos
de la mercantilización ficticia3 tan destructivos de hábitats, medios de subsistencia y
comunidades que evidenciaron un movimiento-contrario a la «protección de la sociedad»
(Fraser, 2013), destacando la importancia de centrarse en la reproducción social como lo
hace el pensamiento feminista.
4 Con base en la perspectiva de la teoría postkeynesiana, la base de las relaciones de
intercambio en una economía monetaria de producción está en las esferas de producción
y circulación (que además se relacionan con 1) la esfera macroeconómica a través de polí
ticas públicas, 2) la mesoeconomía y 3) la unidad familiar). En los hogares encontramos
dos relaciones con el ciclo económico: ingresos monetarios obtenidos mediante trabajo
remunerado y el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que hace posible la
reproducción social. Al tomar como eje el aprovisionamiento se puede entender la
relación de causalidad entre los miembros de la unidad familiar, el cuidado y la
reproducción social.
5 Además de lo descrito anteriormente, para entender por qué es necesario la intervención
estatal en el trabajo doméstico y de cuidado hay que referirse al gasto público ampliado.
Esto porque en épocas de bonanza al ampliarse el ingreso de los miembros de la familia
una parte del trabajo no remunerado puede ser ejercido por personas ajenas,
transformándose en un trabajo remunerado justo en la parte ascendente del ciclo
económico, trayendo un círculo virtuoso para la economía en su conjunto. En épocas de
declive, la política fiscal puede encaminarse hacia una expansión del gasto en general,
que cubra necesidades en infraestructura (luz, agua o vías carreteras), de salud (acceso a

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estancias infantiles y asilos) y educación que alivien la carga de las familias en cuanto a
trabajo doméstico y de cuidado, permitiendo la posibilidad de incorporarse al aparato
productivo y reactivar la economía. Si se parte del corazón de la política monetaria, fiscal
y financiera como el eje fundamental de la creación del empleo y de la garantía del
reparto equitativo de la riqueza en una sociedad igualitaria entonces se está garantizando
la reproducción social. Al contrario, con políticas de austeridad el estancamiento econó
mico sólo se sentirá con mayor fuerza, afectando desproporcionalmente a las mujeres,
quienes serán las primeras en salir de los trabajos, pagar las deudas y costear el hogar.

3. El trabajo productivo y reproductivo


6 Se debe destacar que a partir del periodo de entre guerras se propició la inserción de las
mujeres al mercado de trabajo en algunos países, en particular de América Latina, a través
de políticas públicas para favorecer la economía del cuidado, sobre todo en aquellos de
iniciación temprana al proceso de industrialización. Otro distintivo en esta época fue la
revolución tecnológica en la cocina que inundó las necesidades de las clases medias y
transformó la participación de la mujer al interior de las familias: «[…] industrialización
del hogar fue un proceso muy distinto al de otros medios de producción y su impacto no
fue el que se nos ha inducido a creer ni tampoco el que se hubieran sentido inclinados a
predecir quienes han estudiado las otras revoluciones industriales» (Schwartz Cowan,
2011). Cuando fue iniciada la transición rural-urbana, esta revolución tecnológica y las
políticas públicas del Estado de Bienestar que adoptaron la responsabilidad del cuidado
sirvieron para que las mujeres se fueran insertando lentamente al mercado laboral
remunerado.
7 Sin embargo, a partir del quiebre estructural al inicio de los años setenta y la
participación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en las políticas se hizo evidente la
privatización de la economía del cuidado y su profundización al interior de la unidad
familiar. La irrupción en la vida familiar a través de los planes de estabilización hasta las
políticas de austeridad durante los últimos cuarenta años ha permitido al Estado
despreocuparse no sólo de la reproducción de la fuerza de trabajo sino profundizar la
precariedad de la misma cuyo costo económico ha asumido la familia y principalmente las
mujeres; teniendo como consecuencia mayor violencia intrafamiliar y la desvalorización
del trabajo femenino.
8 El trabajo dignifica a las personas sea remunerado o no, sin embargo la ciencia económica
ha sentado las bases de su paradigma en el trabajo remunerado. Para recrear la diversidad
y confluencia de ambos trabajos como una categoría fundamental para la vida es
importante incluir en el análisis, desde una perspectiva heterodoxa, las actividades
remuneradas y no remuneradas en la sociedad tomando como base el aprovisionamiento.
De ahí la importancia del enfoque de la economía feminista:
[…] la economía feminista es un programa académico pero también político. No
tiene una pretensión aséptica de describir la realidad (como aquella que se
atribuyen los economistas neoclásicos), sino un objetivo político de transformarla
en un sentido más igualitario. Por ello sus contribuciones buscan fortalecer el
desarrollo de la economía como una ciencia social y un abordaje multidisciplinario,
en diálogo con otras corrientes de pensamiento, con otras disciplinas y con otros
movimientos políticos (Rodríguez, 2015).

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9 Así bajo esta perspectiva el trabajo es una categoría que se desdobla entre la actividad
remunerada y no remunerada. El trabajo realizado a través de una actividad en la esfera
de la producción y circulación percibe un salario y al mismo tiempo es acompañado de
trabajo no remunerado. Este último es una actividad realizada principalmente por las
mujeres, por su naturaleza, patrones sociales y culturales establecidos por la sociedad
patriarcal, consiste en la reproducción de la fuerza de trabajo y de su cuidado.
10 Picchio les otorga una importancia vital a las actividades en la esfera del trabajo no
remunerado como actividades necesarias para la reproducción social: «[…] la acumulación
del capital introduce la separación entre el proceso de producción y el proceso de la
reproducción social de la población laboral» (Picchio, 1992). Justo es el trabajo doméstico
y de cuidado no remunerado el que sustenta la vida, pues implica relaciones humanas de
bienestar social entre los individuos de un espacio económico, político y social:
La fuerza de trabajo se «produce» en el sentido de que, en una economía monetaria
de producción, se requiere dinero como ingreso sujeto al proceso de producción
monetaria. Alternativamente, la fuerza de trabajo debe consistir en cuerpos de
funcionamiento perpetuo que no sean sujetos de daño alguno ni de pérdida de valor
o «depreciación» a través del tiempo y el espacio; no hay ni nacimiento ni muerte
(Todorova, 2009).
11 Las actividades del trabajo remunerado y no remunerado aparentemente representan
actividades separadas pero son dos actividades que al realizar su abstracción se
convierten en una división indisoluble. Son dos conceptos que representan la diversidad y
confluencia al mismo tiempo. Ambos representan en su abstracción una categoría
fundamental para la vida. Por tanto, la división del trabajo en la sociedad ha señalado
como trabajo productivo a aquel que devenga un ingreso. La actividad que no devenga
ninguna remuneración se caracteriza como un trabajo no productivo. No observar al
trabajo no remunerado como parte de la vida y de la reproducción social obstruye el
análisis de las políticas públicas y de la complejidad entre las esferas de la macroeconomía
y microeconomía. Interrelación de la economía como ciencia social del
aprovisionamiento. El trabajo no es una mercancía tal como lo demuestra Polanyi (1944),
ni tampoco es como el brócoli (Prasch, 2004). El tiempo y el esfuerzo utilizados en las
actividades del hogar son cualitativamente distintos a las relaciones asalariadas,
apuntalando la producción dentro de la empresa de negocios. Aquí el término «entrada»
solamente significa que la socialización toma tiempo y, dentro de una economía
monetaria de producción, depende del ingreso de dinero. En efecto, como argumentó Karl
Polanyi, el trabajo es una «mercancía ficticia» (Todorova, 2009).
12 Si el trabajo es una actividad del ser humano, la tierra es parte de la naturaleza y la oferta
del dinero y el crédito son instrumentos que sirven para la aplicación de las políticas p
úblicas, por tanto, se cierra el círculo alrededor del concepto de «reproducción social». El
paradigma de la teoría neoclásica es el control del trabajo como una mercancía que sirve
para la reproducción del capital y la obtención de la riqueza. Vista ésta última, la riqueza,
desde la teoría marxista, como resultado de la plusvalía necesaria para la reproducción
ampliada en el capitalismo. Así el eje de las teorías económicas radica principalmente en
el trabajo como una mercancía, no sólo como una necesidad para la reproducción y
acumulación del capital, sino también como el incentivo para crear la demanda efectiva
para mantener en equilibrio la economía capitalista.

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4. Austeridad, políticas públicas y la crisis de la


reproducción social
13 El mandato de la austeridad cruza las actividades de los inversionistas institucionales
financieros en los mercados de capital. Hay una injerencia entre el ajuste necesario de las
políticas públicas para enfrentar los pagos del servicio de la deuda y las transacciones
monetarias con los acreedores y los inversionistas extranjeros en el exterior. El Estado se
despoja de sus ropas para pasar a un estado minimalista donde el gasto público se
desdibuja de su participación en la salud, educación, vivienda y en obras de
infraestructura para asociarse a entidades privadas. Al mismo tiempo el mandato de la
austeridad impide enfrentar negociaciones de reestructuración del servicio de la deuda
externa y los compromisos adquiridos en el periodo de bonanza con los inversionistas
financieros institucionales. El fin de la bonanza implica el desvanecimiento de la esfera
del trabajo remunerado y la profundización del trabajo no remunerado.
14 Definir a la austeridad y su relación con las políticas públicas amplía el entendimiento de
la crisis de la reproducción social. Strober menciona que la
[…] austeridad económica se define como una disminución en el gasto del gobierno
para reducir los déficits públicos. La política es formulada por los que creen en ella,
incluso cuando el resultado es una gran cantidad de dolor —y aun cuando se
traduce en una mayor pérdida de empleos y disminución en el crecimiento
económico. La palabra austeridad evoca el sufrimiento, la gravedad, la amargura, la
dureza, la abnegación y la escasez. En su sentido económico, está diseñada para
transmitir la necesidad de que los habitantes de un país tomen la medicina amarga
para curar la enfermedad de su economía, es decir, para curar la recesión que causó
la disminución de los ingresos fiscales, y por lo tanto el mayor déficit en primer
lugar (Strober, 2013).
15 Ahora desde la perspectiva de la teoría monetaria de la producción Parguez define a la
austeridad:
[…] es más Hayekiana que Hayek al proponer como ley básica el siguiente
enunciado: bloquear al máximo la capacidad de gasto de los agentes internos es el
único objetivo, la razón de ser de la política económica. Cuanto más reducidos sean
sus medios de gasto, más se puede enriquecer la sociedad (Parguez, 2013).
16 Por todo lo anterior, el vínculo entre la esfera de la macroeconomía y la microeconomía
es la política pública, que queda subsumida a los intereses de los mercados financieros.
17 Disminuir el gasto público para pagar a los acreedores extranjeros definió la década
perdida de América Latina acompañada del Consenso de Washington en los ochenta:
[…] recortes impuestos al gasto público, aunque el problema subyacente no era un
déficit del presupuesto; y, en lugar de atraer la atención a las fuertes economías
reales de la mayoría de los países afectados, enfatizó la necesidad de una
liberalización más íntegra de los mercados así como en cambios más notorios en el
gobierno corporativo, logrando casi nada en lo que se refiere a la restauración de la
confianza entre los inversores en pánico (Elson, 2002).
18 El desenvolvimiento de la austeridad como política hegemónica en la actualidad en el
espacio de la unión monetaria europea es sólo un ejemplo de cómo el pago de las deudas
soberanas han quebrado la reproducción social.
19 Polanyi para poder explicar cómo el mercado obstruye la reproducción social menciona
que las

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[…] sociedades de mercado reales necesitan que el Estado desempeñe una función
activa en el manejo de los mercados, y esa función requiere decisiones políticas; no
puede reducirse a alguna suerte de función técnica o administrativa. Cuando las
políticas estatales se mueven en dirección del desarraigo al confiar en la
autorregulación de los mercados, el pueblo se ve obligado a absorber costos
mayores. Los trabajadores y sus familias se vuelven más vulnerables ante el
desempleo, los campesinos se exponen a una mayor competencia de las
importaciones, y a ambos grupos se les pide que lo hagan con menos derechos
asistenciales. A menudo son necesarios mayores esfuerzos estatales para asegurar
que estos grupos absorban dichos costos incrementados sin comprometerse en
acciones políticas drásticas. Esto es parte de lo que Polanyi mencionaba respecto de
que «el laissez-faire estaba planeado»; se requiere el aparato y la represión estatales
para imponer al pueblo la lógica del Mercado y sus riesgos subsecuentes
(Polanyi, 2012).
20 Las políticas públicas desde el quiebre del sistema monetario de Bretton Woods han sido
los brazos, los mecanismos y la plataforma para lograr el cambio estructural. Himmelweit
señala:
La tendencia a ver el dinero como el único medio para satisfacer las necesidades
divide el tiempo entre aquél por el que uno obtiene un salario y aquél en el que el
dinero ganado se consume. Esto refuerza, y se refuerza por, la tendencia del trabajo
remunerado a ser más «trabajo»: para conformarse cada vez más con la
caracterización abstracta del trabajo que hace una total separación entre los
trabajadores y su empleo, quitándole los aspectos personales y relacionales del
mismo con el objetivo de perseguir la eficiencia. Un resultado de estas tendencias es
la pauperización del trabajo remunerado, en el cual todas las otras razones para
tener uno se sacrifican por obtener los salarios más altos. El tiempo utilizado en el
trabajo ya no se ve como aquél que tiene un posible beneficio en sí mismo, excepto
aquél que involucre ganar dinero para gastar en cualquier lugar
(Himmelweit, 1995).
21 Es muy importante mencionar cómo el trabajo no remunerado en el marco de la
economía del cuidado no solo es básico para la reproducción de la fuerza de trabajo sino
que es crucial para la economía. Baker y Feiner señalan:
Actualmente, el trabajo doméstico no remunerado se reconoce como crucial para
todas las economías, aun así el trabajo doméstico no remunerado sigue siendo de las
mujeres. Las mujeres y los hombres ahora tienen trabajos remunerados casi en la
misma proporción, pero la responsabilidad de los hijos y el cuidado de personas
dependientes sigue yaciendo principalmente en las mujeres. Éstas contribuyen más
que nunca al ingreso familiar, el tiempo total de trabajo de las mujeres rebasa el de
los hombres en al menos dos horas por día. Este crecimiento sin precedente tiene
que ver con las oportunidades de carrera para las mujeres educadas y privilegiadas,
y se acompaña de un rápido incremento en el número de mujeres pobres empleadas
como ayudantes domésticas, cuidando de los niños de familias privilegiadas (Baker
& Feiner, 2004).
22 Si bien las políticas públicas han sido permeadas por políticas de ajuste estructural éstas
han sido acompañadas de recurrentes procesos de devaluación de las monedas, reducción
del déficit del sector público, desregulación y liberalización de los flujos de capital y
reorganización del mercado de trabajo. Además de la inserción de las economías
nacionales y regionales al proceso de globalización (Benería, 1999), el objetivo ha sido
subsumir las políticas públicas al proceso de la financiarización. Estas políticas impactan
principalmente en las mujeres. Para Karamessini,
[…] se espera que la austeridad ejerza efectos negativos no solamente en la
demanda de mano de obra femenina, sino también en el acceso a los servicios que

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otorgan apoyo a las mujeres que se dedican al cuidado, con frecuencia obligándolas,
de este modo, a sustituir los recortes a través del incremento del trabajo doméstico
no remunerado (Karamessini, 2013).
23 Lo importante es mencionar cómo «[…] la acumulación del capital introduce la separación
entre el proceso de producción y el proceso de la reproducción social de la población
laboral» (Picchio, 1992). El trabajo remunerado y la necesaria acumulación de la
producción conducen a cambios estructurales donde el costo del trabajo no remunerado
sea asumido por el Estado a través de la política fiscal.

5. Conclusiones
24 ¿Quién debe de pagar el costo de la reproducción de la fuerza del trabajo de una nación? A
lo largo de los estudios realizados por economistas feministas (Folbre, 1994), en relación a
la ampliación de la participación de las mujeres en el mercado laboral y el
desdibujamiento del Estado del Bienestar, existe la preocupación sobre el trabajo
desempeñado por las mujeres en la unidad familiar. La búsqueda por contabilizar el
trabajo no remunerado en el hogar, ha llevado a metodologías como el uso del tiempo
para plantear la inequidad entre los miembros de la familia. Además, muchos de estos
estudios han hecho necesario realizar la búsqueda de más elementos, que profundicen el
estudio de la inequidad no sólo en el mercado laboral sino en la unidad familiar. A lo largo
de las últimas cuatro décadas, las crisis recurrentes originaron planes de estabilización,
reestructuración y renegociaciones de los créditos con acreedores e inversionistas
financieros institucionales en los mercados financieros. La orientación del gasto público
al pago del servicio de la deuda y a los compromisos de los países con el exterior ha ido
mermando la capacidad, principalmente en cuanto al gasto social, como el gasto en
educación y el gasto en salud.
25 Se podría afirmar que los últimos cuarenta años representan la demarcación de las polí
ticas públicas a favor de intereses privados, liberando al Estado de su responsabilidad de
la reproducción de la fuerza de trabajo y del costo que ello implica para mantener a la
sociedad. La austeridad llegó para incrustarse con profundidad a partir de la Gran Crisis.
Las alternativas al desplome del ciclo económico han sido las políticas públicas con el
sello de la austeridad. Mientras la Gran Recesión está reordenando el trabajo remunerado
y no remunerado, y destruye lo alcanzado por el Estado de Bienestar, la austeridad ha
permeado una nueva caracterización del empleo incorporando a quienes antes no
participaban. El cambio estructural y las contrataciones del empleo van provocando
cambios legislativos al fomentar la flexibilidad del trabajo e incluso los derechos
alcanzados a través de los efímeros sindicatos, tal como sucede en el caso mexicano.

BIBLIOGRAFÍA
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NOTAS
1. Especial agradecimiento a Andrea Reyes y Denisse Vélez, becarias del Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (CONACyT) en la recopilación del material para este trabajo.

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2. La economía feminista adopta un enfoque particular hacia la discusión de la posición social de


las mujeres dentro de la sociedad y la economía.
3. Se refiere a suponer que el trabajo, la tierra y el dinero son «factores de producción»,
productos ordinarios y sometidos al intercambio de mercado; mas no la base fundamental de la
vida social.

RESÚMENES
El trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es responsable de la reproducción social cuyo
costo debe ser asumido a través de políticas públicas por el Estado, desde la perspectiva de la
economía feminista. A partir de las políticas de estabilización y de los programas de austeridad
en algunos países como México y en América Latina, ha disminuido el gasto social en la economía
del cuidado. Este tipo de actividades ha recaído con mayor profundidad en las mujeres incidiendo
en la desigualdad al interior de la unidad familiar.

Le travail domestique et de soins non rémunéré est responsable de la reproduction sociale dont
le coût doit être assumé par le biais de politiques publiques financées par l’État, du point de vue
de l’économie féministe. Depuis les politiques de stabilisation et les programmes d’austérité dans
certains pays comme le Mexique, et en Amérique latine plus généralement, l’investissement de
l’État dans l’économie du soin a diminué. Ce type d’activité pèse toujours plus fortement sur les
femmes, ce qui n’est pas sans incidence sur les inégalités au sein de l’unité familiale.

Unpaid domestic work is responsible for social reproduction whose cost must be assumed
through public policies by the State, from the perspective of feminist economics. From
stabilization policies and austerity programs in some countries such as Mexico and Latin
America, social spending on the care economy has declined. This type of activity has gone deeper
into women, affecting inequality within the family unit.

ÍNDICE
Mots-clés: travail domestique et de soins, reproduction sociale, politique publiques, austérité,
Amérique latine
Palabras claves: trabajo doméstico y de cuidado, reproducción social, políticas públicas,
austeridad, América latina
Keywords: unpaid domestic work, social reproduction, public policies, austerity, Latin America

AUTOR
ALICIA GIRÓN
Alicia Girón est enseignant-chercheur de l’Institut de recherches économiques de l’Université
nationale autonome de Mexico (UNAM). Ses principaux axes de recherche sont l’économie fiscale
et financière et l’économie de genre en relation avec les circuits financiers au niveau
macroéconomique et microéconomique. Coordonnateur du Programme d’études universitaires

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sur l’Asie et l’Afrique et membre du Groupe de haut niveau des Nations unies pour
l’autonomisation économique des femmes.
alicia@unam.mx

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