Historia de La Musica Popular

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INFORMES GENERALES

I
Para la historia de la música popular

I B ACE tiempo publiqué en este mismo BOLETÍN una nota bi-


I blíográfica acerca de la colección de Cantos españoles
•-*» de California, editada por el simpático hispanófilo ame-
ricano Chas, F. Lummis. Me interesó la obra por ser muestra evi-
dente ele la influencia déla música española en países americanos-.
Posteriormente he tenido el gusto de leer y estudiar otra más nu-
trida colección de Cantos populares de Hispano-América, que ha
realizado ía muy discreta folklorista doña Eleanor Hague, publi-
cada en el volumen X de las Memorias de la Sociedad Ameri-
cana Je Folklore (1917). Su kctura me ha interesado más por
haber suscitado en mi espíritu consideraciones que tal vez no
sea inútil exponer.
Tenemos a nuestra vista un hecho clarísimo de influencia de
¿música popular, que permite, por su proximidad en el tiem-
po, ser estudiado. ¿No puede éste abrirnos los ojos, para atis-
ba r otros más obscuros, cuya perspectiva se pierde en leja-
nos horizontes?
De lo que ha ocurrido a la música popular en tiempos pa-
sados, sabemos muy poco : apenas hay documentos históricos
que permitan la investigación de lo que fué la música popu-
lar antigua, ni siquiera la medieval. Y de la que actualmen-
te recogen los folkloristas, en realidad, en la mayoría de los
Casos, se pierden las huellas más allá de la memoria de las per-
sonas que cantaron las melodías. ¿Qué suerte habrá corrido la
48 BOLETÍN" DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

música popular en tiempos anteriores? ¿Cómo >se ha formado?


.¿Qué vic.isiti.ides ha sufrido?
Yo creo que.en aquellos fenómenos, respecto de los cuales
se carece de pruebas histórica? de tiempos lejanos, el indicio
meior que nos puede guiar ha de proporcionarlo la considera-
ción de lo que yernos que sucede en nuestro tiempo. Si ahora
observamos que todos los seres vivientes nacen de padre y ma-
dre, ¿no podemos inducir racionalmente que en tiempos pasa-
dos ha debido suceder lo misino?
Esto, que a primera vista semeja perogrullada, debemos te-
nerlo muy presente, para no situarnos en ]a falsa posición de
algunos folkloristas que, al olvidarla o prescindir de ella, vie-
nen inconscientemente a cerrar todo camino a la investigación
histórica. He aquí cómo:
El folklorista que trata de hacer acopio de música popular,
sobre todo los que desean recoger la propia, exclusiva, indíge-
na de un país, provincia o comarca, prescinde en su recolección
de toda pieza cu3^0 origen presume conocer: se abstiene.de in-
cluir todas aquellas que sospecha proceden de influencias co-
nocidas, de modernos compositores, porque éstas 110 deben ser
del fondo popular nativo ; sólo cuando encuentra, una melodía
cu)ro origen desconozca, puede sentir tentación de incluirla. E n
su colección, pues, no entrarán más que piezas de origen desco-
nocido, porque sólo entre ellas se le figura'que deben estar las
indígenas del país : las que no han venido de otras partes.
Ahora bien, ¿ cómo se podrá hacer la historia de esas pie-
zas cuyo primer dato, es decir, su origen, se desconoce? Al-
gunos de esos colectores, siguiendo al famoso y erudito folk-
lorista francés Tiersot, se burlan de los busca-orígenes, por-
que creen imposible llegar al nacimiento remoto de una can-
ción. Es claro, sí sólo coleccionan aquellas cuyo origen les ha
sido imposible bailar, ¿para qué afanarse luego en buscarlo?
Pero el caso es que no permanecen en actitud de duda o de
abstención, reconociendo que lo que se ignora, se ignora; sino
que, olvidando esa burla de los busca-orígenes, acaban por
atreverse a dar un salto tremendo en la historia de la músi-
ca: aquello cuyo origen se ignora debe ser, a juicio de ellos,
lo que se conserva de los tiempos primitivos, y, por tanto, esas
PARA LA HISTORIA DE LA •MXÎfïCA POPULAR 49

piezas cuyo origen se desconoce deben venir de muy- lejos,


muy lejas, de las -pueblos más antiguos, de los celtas, es de¡-
cir, de gentes cuya .música no se sabe lo que fué.
He ahí un procedimiento de alquimia intelectual mediante
el que dos cosas desconocidas se convierten en dos bien co-
nocidas : el origen de esa música y la naturaleza especial de
la de las pueblos primitivos.
Sobre tales fundamentos puede decirse que se ha construí-
do la historia de la música popular.
Para salir del laberinto, o circulo vicioso, de lo desconoci-
do, creo que el camino debe ser: el estudio de la música po^-
pular de origen conocido, sea cualquiera su procedencia; ave-
riguar, si es posible, los tipos o modelos más primitivos ; se-
guirlos en su evolución, sus cambios o su vioa, etc. ; es decir,
formar su historia e inferir de lo conocido lo desconocido.
Esa ocasión nos la ofrecen estas colecciones americanas ;
los folkloristas americanos recogen da música que ellos creen
popular en las naciones españolas de América. De muchas de
esas piezas les ha de ser difícil señalar el tipo español que
allá se ha popularizado, porque en las colecciones de música
popular española no se han incluido los modelos de las que
allá aparecen.
Si pudiéramos descubrir los tipos españoles de donde de-
rivan y ver las modificaciones que sufren las melodías por
el trasplante de un continente a otro, ¿este hecho no nos po-
dría servir de guía para otros?
Ahora bien, averiguado este origen ¿*se nos negará que esta
música, que dicen ser popular en América, merece llamarse
así?
Tratemos de fijar de antemano nuestro concepto de la mú-
sica papular. ¿Qué música merece ese nombre?
¿Es una categoría técnica, o sistema artístico distinto del
de la música erudita? A mi modo de ver, no; en música ocu-
lr
e lo que en las lenguas: el pueblo pronuncia ciertos voca-
blos a su manera; emplea frecuentemente ciertas palabras, fra-
ses, muletillas, giros que le son habituales; pero en realidad
u
^a de la misma lengua que los letrados suelen usar en la
vida ordinaria.

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50 BOLETÍH DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

¿ Será popular sólo aquella que el ¡pueblo por si mismo


componga? Ahí hay un imposible. El pueblo, como tal, es de-
cir, conjunto de gentes de un lugar, comarca o país, no com-
pone corporativamente ninguna pieza de música: ha de ser
un individuo el compositor. Las piezas musicales no pueden
salir por generación espontánea; como todo ser tiene padre, to-
da pieza musical tiene autor; será conocido o desconocido;
pero el conocerlo o desconocerlo depende de la suerte o.eficacia
de nuestra investigación. Y si en todas no se logra llegar al ape-
llido del padre, por lo menos se alcanzará fijar los caracteres
técnicos de época, de país, de escuela, como en las obras de
otras artes : cerámica, pintura, escultura, etc.
¿Cómo se reconocerá, pues, la música que es popular? Yo
creo que se conoce simplemente por el hecho de haberse di-
fundido entre las gentes del pueblo. Es popular la música que
se canta por muchos que no son técnicos o profesionales. Mas
eso de la popularidad no es concepto fijo e invariable: cabe
el más y el menos : si altos y bajos de un país la ejecutan y
repiten durante algún tiempo, será muy popular en esa época
y país ; si el área de su difusión se extiende por varias pro-
vincias y naciones al mundo entero, la popularidad será mayor.
Sí queda asociada a ocupaciones de todos los días : el labrador
en sus faenas, en el campo, en la era; el industrial en sus ta-
lleres, las madres en sus cantos de cuna, las gentes en fiestas
populares, etc., etc., prolongándose su duración en el tiempo,
se hará aún más popular, hasta que llegue a tradicional.
Si de alguna de ellas fuera difícil encontrar documentos
que acrediten su origen y su popularidad, ¿las mismas piezas
no podrían informarnos de su propia historia? Su estructu-
ra técnica nos puede informar acerca del tiempo de su compo-
sición. Y como lo difundido en un medio popular es maneja-
do al gusto de cada cual y se ejecuta conforme a la habilidad
de los ejecutantes, con el uso se transforman, se gastan o se
alteran las melodías. Y esas modificaciones no sólo pueden ser
indicio de popularidad, sino también del país en que han vivido,
como se altera la pronunciación de las palabras de una lengua
conforme a los hábitos especiales ée. las gentes de cada comarca.
Y los caracteres que ofrezca la música que ha alcanzado
PARA LA HISTORIA DE LA llÚSICA POPULAR 5l

esa difusión en el espacio y el tiempo, serán los caracteres de


lo popular.
Aparecerá tal vez caracterizada por la sencillez, hecho que
presupone facilidad de aprendizaje, en oposición a la de mayor
dificultad, a que tienden los profesionales y virtuosos ; pero aun
en eso cabe el más y el menos con gran latitud, porque hay
pueblos dotados de aptitudes artísticas que consentirán se P°~
pularice en ellos piezas musicales que en otros sea imposible
que lleguen a ser aprendidas.
En resumen; sea sencilla o no sencilla, conózcase o no se
conozca el autor, será música popular la que se ejecute por
mucha gente que no sea profesional, siendo tanto más popular,
cuanto más amplia sea el área de difusión 3^ por más espacio
de tiempo se mantenga viva en la memoria de las gentes.
Para aclarar concretamente 3- con más precisión nuestras
ideas pongamos unos .ejemplos, bien vivos y concretos.
El maestro Serrano compuso a fines del pasado siglo una
pieza teatral, titulada Alma de Dios, en la que había una canción
que comenzaba así:
Hungría de mis amores
patria querida.
que se popularizó en España hasta el punto de saturación, poí-
no decir el empacho: altos y bajos, ricos 3^ pobres, viejos y ni-
ños, todos la aprendieron; 3^ se repetía a todo momento, en to-
das partes, hasta el extremo de causar fastidio el oírla cantar.
Por ser conocido el autor de esta melodía, ¿ se la ha ele excluir
de la categoría de popular?
En mi concepto se cometería un craso error al excluirla:
se negaría a los elementos que la integran el carácter de po>-
¡pularidad. Analícense sus elementos v se verá.
Se compone de dos partes : la primera en tono menor ; la segun-
da en tono mayor. E n la parte de tono menor, aparecen bastante
claros los tópicos más frecuentes y más bonitos de las tristes
canciones populares andaluzas (soleares, playeras, etc.), cuyos
precedentes históricos dentro de la Península remontan casi
a
mil años de fecha probada, con su característica sucesión
armónica de los acordes de la, sol, ja, mí. Pero el maestro Se-
rrano tuvo la feliz inspiración de intercalar, en esa sucesión de
52 BOLETÍN DE LÀ REAL ACADEMIA D E LA HISTORIA

acordes el die do mayor (usado también en una de las canciones


más populares de España en la Edad Media: la canción de "Las
tres morillas", núm. iS diel Cancionero de Palacio), añadiendo
con ello -uin matiz de ternura o tristeza emocionante. Para
construir la segunda parte en tono mayor, acudió el maestro a
ciertos tópicos melódicos muy bonitos de las papulares jotas ara-
gonesas.
Para negarle popularidad a ese canto, cuyo autor es bien
conocido, habría que negar la popularidad de todos los elemen-
tos de esa primorosa canción. Es popular por los precedentes
en que el compositor ¡hubo de inspirarse; tes popular porque,
después de compuesta, alcanzó difusión extrema innegable.
Y eso, claro es, en nada amengua la originalidad del maes-
tro : al pasar esos elementos por tel tamiz de su inspiración, que-
daron 'sublimados, formando una joya artística. Esa originali-
dad es muy peregrina, puesto que, empleando elementos de
mil años de antigüedad, alcanzó a obtener un producto nuevo,
superior. En el mundo no hay originalidad más loable. El que
para ser original comete un disparate, no logra originalidad al-
guna, ¡sino que imita a los seres irracionales (i).
Otro ejemplo : (la -canción de la zarzuela ti ópera española
de Arrieta, titulada Marina:
Al ver en la inmensa llanura del mar.

•Muchos recordarán la boga que alcanzó. Apenas habrá ha,-


bido español del último tercio del xix, de la clase media, que
no la cantase, sobre todo al ir de paseo por las cercanías del
mar. El hecho de la popularización es innegable. ¿Dejará de
ser popular por tener autor conocido?
Arrieta, se dirá, se inspiró (si no la imitó) en una barcaro-
la de Gounod, y, par tanto, no es popular.
Y pregunto: ¿Gounod la sacó'toda enteramente de su pro-
pio ingenio? En el sigilo xvi, en el Cancionero de Palacio, pu-
blicado por Barbieri, hay un canto popular, español (num. 423)
de la misma familia de la barcarola de Gounod, y es popular y

(1) Sobre la originalidad, véanse varios capítulos de mis "Orígenes


del Justicia de Aragón".'
PARA LA HISTORIA DE LA .MÚSICA POPULAR 53

de autor desconocido. ¿Quién nos asegura que Gounod no se


inspiró, al componer, en tema semejante, de procedencia popular?
En todo caso, si Arriera, tomando por base una melodía
compleja y difícil, la simplifica y adapta al gusto popular y
se populariza, se hace popular, Y si Albériz o Falla, utilizando
temas o motivos populares, construyen piezas de difícil ejecu-
ción, complicando lia estructura melódica y armónica en for-
ma que- jamás pueda popularizarse, el fruto de su composición
deja ya de ser popular.
Reconociendo, pues, como popular la pieza musical que ha
logrado amplia difusión en uno o muchos países, y ha permane-
cido viva durante algún tiempo, no sólo cabe buscar orígenes
a esa música, sino /también estudiar sus características, sus for-
mas melódicas, tonalidades, modulaciones, ritmos, géneros ex-
presivos, alteraciones, cambios, evolución, etc., etc.
No encerrándose en criterio estrecho, no ha de negarse la
popularidad a la música hispanoamericana de la colección de
que tratamos. Su estudio nos ofrecerá un caso típico de lo que
ha debido suceder en otras músicas cuyos orígenes no se conoz-
can.
Examinemos algunas de esta colección de doña Eleanor Ha-
gue,

Num. 03. E L DEMONIO EN LA OREJA.

De ella dice la colectora que- no traduce la letra al inglés, por


no cometer un sacrilegio. Efectivamente, a primera vista parece
canción sacrilega: es un fragmento que, separado de la letra res-
tante popular en España, presenta ese carácter. Por lo visto en
America se ha olvidado la aplicación eminent emente religiosa que
ese canto ha tenido y tiene en España. Es nada menos que el
Popularísimo ROSARIO DE LA AURORA, que devotamente se reza,
aun en la actualidad, en multitud de pueblos de la Península.
En él se cantan estrofas como la siguiente: (i)
Las cuentas del Rosario
son escaleras
para subir al Cielo
las almas buenas.

recuerda el amigo Asín (don Miguel).


54 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA 2>E LA HISTORIA

seguidas de este estribillo :


¡ Viva María !
¡ Viva eí Rosario !
¡ Viva Santo Domingo,
que lo ha fundado !
Como este rosario ¡se reza y canta a la hora del alba, al ama-
necer, exige que (los devotos se levanten temprano, que no se
duerman; y a eso aluden algunas estrofas como la qi¡e sigue:
Las campanitas se oyen
bajar del Cielo
a despertar las almas
que están durmiendo.
una de las cuales, usada en España en la actualidad, es la que
aparece en la canción,americana,-en la qué realmente se quiere
afirmar el deseo de rechazar las tentaciones de la pereza
El demonio a la oreja
me está diciendo;
Déjate de rosarios
sigue durmiendo,
y .sigue el estribillo ;
¡ Viva María !, etc.
De manera que esta afirmación de religiosidad en España
se .convierte en canción que parece ¡sacrilega en América.
La música de la versión americana se separa muy poco de la
española : apenas hay una pequeñísima diferencia cadencial.
La disposición de los miembros de la melodía A B A B C D A B
(o sea A A B A) es una de las que en Europa se han mantenido en
toda la Edad Media como clásicas, y continuó en la Moderna
siendo usada por los técnicos. Ha debido ser introducida por
los dominicos en el siglo xvn o xvin. De modo que esta can-
ción es de procedencia erudita, aunque derivada de un siste-
ma ideado por músicos profesionales para popularizar las can-
ciones, según dijimos en La música de las Cantigas.
¿Se podrá negar la popularidad de esta canción, tan difun-
dida durante tanto tiempo, desnaturalizado ya el sentido en la
versión americana, por el uso popular?

Núm. 78. ARRULLO.

De esta nana, o canción de cuna, se dan dos versiones : una,


chilena ; otra, argentina. Ambas proceden de un villancico de
PASA LA HISTORIA DE LA iíÚSICA POPULAR 55

Navidad que se cantaba en España. Puedo afirmarlo del Bajo


Aragón, a mediados del xix, por testigo presencial, la Ramona,
criada octogenaria del amigo Asín (don Miguel), que recuerda
algunas estrofas (i).
San José, María
y Santa Isabel
iban por las calles
de Jerusalén
preguntando a todos
dónde está su bíen;
todos le contestan
que no saben de él.

Otra estrofa -comenzaba así :


A la puerta llora un niño
más hermoso que el sol bello.
Este villancico español al niño Dios es usado por las ma-
dres chilenas y argentinas como canción de cuna.
La alteración sufrida por la música, en el ritmo y en las
notas, es bastante fundamental. En América se transporta a
tono mayor lo que en España está en menor. En Chile cambian
el ritmo binario, en ternario. Para que los técnicos puedan apre-
ciar la honda transformación, transcribo la música, tal como
se canta en España, a fin de que se la pueda comparar con la
hispanoamericana. Observando las diferencias entre la ver-
sión chilena y la argentina no extrañarán las que éstas tienen
con la española primitiva:

Núm. 12, L A PALOMA BLANCA.

Es ejemplar típico de transformaciones melódicas. A pri-


mera vista no es fácil reconocer la semejanza de esa melodía
con la de España, popularísima hace más de cincuenta años.
Mi esposa, que pasa 3ra de los sesenta y nueve, la cantó de ni-
ña con esta letra :

(1) El amigo don José Sánchez Pérez me comunica que en Cala-


tâyud se cantaba a principios del presente siglo.
56 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Ursula '¿que estás haciendo?


Señora, yo estoy hilando
con una rueca y un huso.
Cáñamo, cáñamo., cáñamo,
tres veces cáñamo.

Letra, como se ve, popular.


En la provincia de Valencia, donde la he. oí do yo muchas
veces, la melodía comienza:

fiJJ'IIHJJ-lMj-lJ.J'JJlJJl.J' ' tr"

En Aragón (según don Miguel Afín y don José Sánchez


Pérez) :

^ J'JjJlJJ*U?N
que se diferencia de la valenciana sólo por una pequeña va-
riante cadencial que es equivalente armónica: la, sol j j K la,
por. ja, mij re.
Las versiones americanas son interesantes por la altera-
ción, al parecer profunda, no sólo en el ritmo, sino en la línea
melódica y, sin embargo, no son más que variantes de. equiva-
lencia armónica también, introducidas sin duda por haberse
cantado a coro ; y la versión americana da la voz baja del dúo
(unas veces de tercia, otras con arpegios, equivalentes armóni-
cos), convertida.en melodía principal.
Otra versión de voz alta, que arpegia también, se ofrece en
el núm. 02, con el título de CANTARES.
Y la canción primitiva debió derivar de un canto de jota,
quedando en el núm, 12 (de Méjico) alusión a la jota, como coral.
(Tales variantes melódicas de equivalencia armónica expli-
can, a mi modo de ver, muchas transformaciones de melodías
populares, como explican muchas imitaciones eruditas de los
compositores que se dejan guiar por las pautas armónicas de
piezas preexistentes.
PARA LA HISTORIA DE LA 1IUSICA POPULAR 5/

Num. 5J, A CANTAR UNA N I Ñ A ; y num. 61. L A JAULA DE ORO.

No son más que variantes de una canción popularísima en


España,, allá por el 6o ail 70 del siglo pasado. La he oído y canta-
do míuchas veces, ¡en mi pueblo, de muchacho, con esta música:

fr .i h riü h m \&Mihï\\mmâm
y letras muy chabacanas, bilingües 'O macarrónicas :
María Antonia
dulce pichona
vols que la mona
se la nienjem.
O esta otna ¡más burda :
Anda
morros de llanda
que la bufanda
not' para bé.
En otras comarcas españolas la letra era más fina. Según
me informa el señor Marqués de Camarasa, allá por el 60
del pasado siglo se cantaba en Santander :
Si la reina de Hungría,
bajara un día
por la bahía
de Santander,
yo la diría.
pichona mía, '
morena mía
de mi querer.
Nótese que aún persiste en alguna canción popular espa-
ñola el tipo estrófico del zéjel andaluz de la Edad Media A A A B ,
Las alteraciones de la música en las versiones americanas
son considerables, aunque se. reconozca bien la derivación. De
pronto no la percibí; me causaba sólo la impresión de cosa co-
nocida, sin acertar, a determinaría. La semejanza se confirmó
por la marcha armónica,' que es la que guía, inconscientemente
Çuiza, a ejecutores y compositores.
Mi amigo don José Sánchez Pérez, aí cantarle esa melodía
popular, vio que semejaba a u n canto de la zarzuela de Chapí,
a ca
mpanada> aplicada a estos versos:
58 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Ya de la noche el manto
del sol apaga los resplandores ;
ya el sol no pica tanto,
como tus ojos abrasadores.
Sal de la viña,
preciosa niña,
corta un racimo
de moscatel, de moscatel, etc.

Num. 8. PREGÚNTALE A LAS ESTRELLAS.

Es muy curiosa.. Está compuesta la melodía de dos can-


ciones españolas distintas, que eran populares en la Península
a mediados del siglo xix.
El primer tema, que constituye la primera parte de la can-
ción, hasta "Ya nunca dudes", deriva de una que se cantaba aquí,
con esta Oitra letra, según recuerda mí esposa haberla cantado,
cuando era niña, como canto de rueda :
En el Salón del Prado
no se puede jugar
porque hay niños que gozan
en venir a estorbar,
con un cigarro puro
vienen a presumir,
más vale que les dieran
un palo y a dormir,
SÍ asi siguen los tiempos,
llegaremos a ver
los chicos de seis anos
querrán tener mujer.
Con música que comienza así :

7P-at

y se aplicaba también a otras letras más chabacanas o vulga-


res, como aquélla:
Cuando Fernando ¡séptimo
llevaba paleto (i),

(i) Fué popularísima también en >Portugal. Véase Cancionero de


músicas populares de CESAR DAS NEVES, tomo I, pág. 26: "Oh do reo,
tréo, préo. "
En el Brasil se convirtió en hmdum de Porto Alegre. Véase el mismo
Cancionero, pág. 38.
PARA LA HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR - 59

E n América debieron aplicarle también varias letras, mez-


clándola con otros temas y alterando ;3as notas ; v. gr., el núme-
ro 27 de esta colección.
Las alteraciones son de ritmo y de equivalentes armónicos,
aparte de las mezclas.
El segundo, tema constituye la segunda parte del núme-
ro 8, el cual es, a su vez, la segunda parte de otra canción que
se popularizó en España en aquel tiempo, cuya letra comen-
zaba asi :
Hubo un día que de amores yo soñé.
Y la letra de esa segunda parte (cuya música es la misma
que la de la segunda parte del núm. 8 antecitado) era :
Cruel destino,
de ti me alejo,
en cambio dejo
tan venturosa ilusión,
jAy! que se apaga
la estrella mía
que ayer lucía
con el fuego de tu amor,
tan refulgente
de mi esperanza
la noche avanza,
adiós para siempre, adiós.
Y me dice Asín (don Miguel) que recuerda una pieza tea-
tral, Los bandos de Vittafrita, como revista política, zarzuela,
cuya letra, aplicada a ese número melódico era:
Y en las alturas
dan los destinos
a los parientes
y a los sobrinos,
que hay por ahí.
La burocracia
la desconocen,
pero es la gracia
que no conocen
ni el quis vel quid.
Es, por tanto, popular en España, en el último tercio del
siglo xix.
x en el núm. 5 de esta colección, en su segunda parte, tam-
bién parece que se nota la influencia de este tema.
¿O BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ¡DE LA • HISTORIA

De todas las antedichas canciones seria, a mi juicio, craso


error el negarles la popularidad, en España y fuera de España.
A otras muchas de esta colección se les podrá aplicar el
adjetivo: son populares en América, aunque derivadas de com-
posiciones tal vez eruditas que se popularizaron en España a
mediados del siglo x i x . Vamos a citar unas cuantas. Me bas-
ta acudir al fondo, no muy rico, de las aprendidas por mi es-
posa, cuando era niña, de sus compañeras, no é e maestros
de música.
La mayor parte recuerdb haberlas oído yo mismo.
Pondré algunas de las letras por si algún curioso puede de-
terminar el autor que las compuso.

Núm. sf. Vivo LLORANDO LA SUERTE.

Es remedo o recomposición de una que mi esposa cantaba


con letra que comenzaba así:
Yo vengo, Amelia,
cié muy distante,
yo [vengo errante
sin porvenir.
Las alteraciones que ha sufrido en América la melodía no
son tan hondas que la hagan irrecognoscibl'e.

Núm. 64. BOANERGES.

Con la misma letra, y música casi idéntica, se cantaba po-


pularmente en España, allá por el 70 al 80. Mi esposa añade
esta cuarteta:
Hijo del trueno me apellidaron,
en noche horrible vine a nacer,
unos bandidos me alimentaron
en la cabana en que me dio el ser.

Núm. 49. Mi MAMA ME CONSEJABA.

Popularizada en 'la Península del 70 al 80. Mi esposa la can-


taba de niña con la siguiente letra:
Las que gastan .coche y lujo
palomas de rumbo son,
por la noche en el teatro
y de día en el ! salón.
Y dan mil vueltecitas 1
PARA LA HISTORIA DE LA MUSl'CA POPULAR 61

por la Puerta del Sol


con la cara empolvada
que parecen un pendón.

NÚm. ¿O. N o ME MATES.

Tratamos de ella en la nota bibliográfica dedicada, a la co-


lección de Lummás. Compárense ésta y aquélla con la versión
de Flores de España, fol. 23.
Esta, aunque fuera de autor conocido,. es de origen popu-
lar, por estar, inspirada, especialmente en su segunda parte,
en los cantos de jota aragonesa.

Núm. 48. L A MULATA.

Popularizada en la Península del 70 al 8o, con lia misma le-


tra y música. Apenas hay otra diferencia que algunos melis-
mas que añaden los americanos.
Aunque en estas colecciones americanas no aparezcan m a -
chas piezas 'conforme a los tipos aquí reconocidos como de
música popular, se ven rastros evidentes de algunas. La seña-
ra Eleanor Hague ya señala de peteneras, jarabes, etc. (v, gr.,
el núm. 82, L A PETENERA Z APOTECA, y el núm. 80, JARABE M I X -
TEO A).
Podemos indicar como de jota el núm. jo; melodía sencilla,
jota simplificada, como La Rabalera, que ya está en Las Can-
tigas del Rey Sabio; y el núm. 8g, ¿4 y hasta el çii que se titula
La malagueña", puesto que en realidad las malagueñas, ronde-
ñas, etc., de la Península, pertenecen al género de la jota.
En alguna de éstas de América me parece percibir tópi-
cos cadencíales más antiguos que no se conservan en Aragón,
pero se conservan en Andalucía y en Galicia (cadencia en 6.a
y en mí, do), de donde tal vez se comunicara a América.
Los núms. 6j y el 57 (a pesar de ser ésta guajira) están inspi-
rados en jota.
La melodía del Irudcimacho vasco, cuyos antecedentes re-
montan a .Trovadores (véase mí Fasc.° 2.0, núm. 10), aparece
en el núm. 31, LAS BLANCAS FLORES, aplicada a la frase " M i
dicha, mi bien'', etc., hasta í f Y siempre te adoraré".
Lí núm. 4f, en su segunda parte, está inspirado en las Se-
villanas,
62 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Todos estos antecedentes, aparte muchas minucias, como


tópicos cadencíales., etc., que aparecen en América y España, no
permiten dudar del origen de esa música. Habrá, sin duda, al-
gunas influencias extrañas, pero esas serán difíciles de adju-
dicar directamente, porque también pueden haber sido por ha-
berse dejado influir España de corrientes extrañas europeas.
Es indudable que el tiempo de esa influencia musical no es
antiguo, sino del siglo xix. La letra romántica de casi todas, la
estructura melódica, los arpegiados y saltos atrevidos de la
marcha, ilas modulaciones, la combinación bimodal, dando más
importancia al tono mayor, etc., denuncian que no son cancio-
nes del tiempo del descubrimiento, o del siglo xvi, sino de ha-
ce poco, del siglo pasado.
Hay tópicos de la antigua música peninsular; pero esos
aún los conserva la actual española.
Tenemos, pues, el ejemplo del folklore de un continente
lejano, cuyos orígenes se pueden determinar. ¿No habrá pasado
en otros lo -mismo ?
Por desconocerse los orígenes de éstos, ¿cabe inferir que
su música es propia, espontánea, nacida mil años ha, en el si-
tio en que hoy aparece ? ¿ No habrá podido venir más recien-
temente de pueblos tal vez lejanos y aun enemigos?
Por- otra parte, las alteraciones que la música popular su-
fre, no tanto parecen debidas al genio de la raza, cuanto a la
mayor o menor cultura musical que ésa logre alcanzar. Y la
preferencia de ciertos ritmos o ciertos géneros es fácil que se
deba a circunstancias históricas accidentales que nada tengan
que ver con el alma de los pueblos.
Yo creo que 'la preferencia que algunos países americanos
han mostrado por lo que modernamente se ha llamado haba-
nera no es porque ésta derive de negros ni de indios. Precisa-
mente es un ritmo difícil, que supone instrucción musical muy
adelantada, de un género expresivo que en Persia, en el si-
glo ix, se llamó majurí, propio de tabernas y casas de prosti-
tución. El género aparece ya en España en el siglo xin, conti-
núa en el xvi y llega al xix ; y se popularizó en América. Y
presumo que fué por una cualidad que desde sus orígenes con-
serva: el ser liviano, muelle, lascivo: fomentado allá por la
PARA LA HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR . 63

extrema libertad de relaciones sexuales de los conquistadores


o emigrantes con el pueblo' indio, lejos del ambiente más deco-
roso de la Península. E l género, después, se ennobleció con le-
tras amorosas, románticas y decentes, cuando las relaciones con
esos pueblos se adecentaron, al superar la población española
sobre la índigena.
Es digno de notar en estas colecciones que el tiempo de
mayor influencia de la música española en América ha sido
precisamente aquel en que las relaciones políticas se habían
interrumpido por haberse declarado independientes los hispano-
americanos : cuando el odio político se exacerbó, acogióse la
música con gran carífío. Esto sugiere que la música forma
lazo espiritual que se sobrepone a los odios y diferencias de
los pueblos ; pone en comunicación cordial los pueblos enemigos.
También debe observarse otro fenómeno: el de que la le-
tra y la música no se casan de modo indisoluble ; hay melodías
que conservan la letra primitiva; otras las han cambiado, lo
cual nos avisa que no debe inferirse de modo seguro la edad
de la música por la de la letra. Y lo digo porque folkloristas
hay que si en la letra de una canción se nombra a la mujer de
Putifar, se inclinan a creer que la melodía es del tiempo de los
Faraones, 3^ si se nombran los druidas, hay que inferir que deri-
va del pueblo celta, etc.
Pero la enseñanza mks importante que, a mi modo de ver,
se desprende del estudio de estas colecciones, es la de que de-
bemos rectificar el juicio, muy corriente entre eruditos espa-
ñoles, del escaso valor de los músicos españoles del siglo x i x . Se
ha querido poner en evidencia el contraste de nuestra rica
y hermosa música popular con la pobreza de inspiración y de
técnica de nuestros compositores. Comparados éstos con las
grandes figuras europeas, Beethoven, Wagner; etc., realmente
no alcanzan tan marcado relieve.
Mas quizá tenga esto explicación, aparte de ciertas circuns-
tancias eventuales y pasajeras. E s posible que radique la dife-
rencia, en algo que se relacione con tendencias características del
genio español. Este, en vez de dedicarse a componer música ex-
cesivamente complicada con grandes aparatos técnicos, pro-
pia solo de grupos extraselectos, tal vez se ha inclinado por la
64 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA '

democratización de la música, por un arte más simple en los


recursos, más papularizable.
Desde antiguo ha mostrado ya esa vocación. iA¡ 'principios
del sigilo x se inventó en Andalucía .un sistema die canciones,
de forma sencilla y popular por cuya virtud se difundió la mú-
sica andaluza por cas-i ,toâo el orbe terráqueo, hasta el punto de
iniciar en 'ese arte a la Europa medieval Desde entonces se
ha distinguido España por la belleza y abundancia caudalosa
de su -música popular, al extremo que algunos musicólogos han
llegado a afirmar que el pueblo español compone mejor que
sus músicos eruditos.
Esto es una simpleza: .poseer música propia sin tener mú-
sicos, ¡es imposible ; los ha habido ; pero para conocerlos hay
que investigar sin desdenes para nadie.
Nuestra música erudita del siglo x i x ha tenido la virtuali-
dad de filtrarse por el nuevo 'continente y se (ha popularizado; en
él. ¿ No será digna de estudio ? Es probable que en muchas zar-
zuelas, .saínetes y hasta en composiciones que parecen baladíes
del siglo x i x , haya piezas de interés artístico e histórico. Los
folkloristas huyen :de esa música como del diablo, sin adver-
tir que muchas son versiones populares o composiciones ins-
piradas en la música popular. ¿ Quién sabe si mediante el es-
tudio de esa música despreciada, se alcanzarán a descubrir res-
tos arqueológicos más ricos que los pobres restos que los folk-
loristas buscan con afán en los pueblecillos de la montaña?
Mas para hacer !la debida selección y distinguir lo realmen-
te popular de lo meramente erudito, es preciso aclarar bien los
precedentes históricos de nuestra música. Si renunciamos al es-
tudio de su historia, por ser popular, dejamos en el olvido lo
que constituye quizá la medula espinal del arte músico español.
Hasta los más eximios compositores españoles contempo-
ráneos sienten inclinación a inspirarse en nuestra música po*-
pmlar, a la que gustan vestir con los preciosos ropajes de la más
compleja y admirable técnica, producto del progreso musical
europeo.^ Está muy bien ; es un medio de probar que esta tie-
rra puede crear ingenios superiores ; pero el cariño por las nue-
vas escuelas modernistas no debe conducirnos a despreciar la
labor de otros más modestos que, sin apelar a grandes disí rar
PAHA LA I I I L Í T C R I A DE LA .MÚSICA POPULAR 65

ces técnicos, continúan la tradición artística popular, ^logrando


por su medio la difusión de nuestro arte por el mundo.
España puede y debe tener de iodo. Si sólo hubiera compo-
sitores impregnados de ansia desaforada de originalidad, que
se lanzaran por rutas 'extravagantes, podría romperse el ca-
nal de la tradición y aun desaparecer un manantial precioso de
inspiración, cual es la música populan*. Porque el pueblo, aun-
que no componga, constituye realmente barómetro que señala
las bellezas de las obras musicales y puede ser algunas veces
piedra de toque die la estética musical.
El abandono de esa guía y de esa mina de inspiración fa-
vorecería la entrada en la inevitable decadencia a que conduce
el exagerado preciosismo artístico.
JULIÁN RIBERA.
Puebla Larga, febrero 1927.

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