Valores Fe, Esperanza y Amor
Valores Fe, Esperanza y Amor
Valores Fe, Esperanza y Amor
FE:
Es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y
revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe ‘el
hombre se entrega entera y libremente a Dios’ (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza
por conocer y hacer la voluntad de Dios. ‘El justo vivirá por la fe’ (Rm 1, 17). La fe viva
‘actúa por la caridad’ (Ga 5, 6).
El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla,
testimoniarla con firmeza y difundirla: ‘Todos vivan preparados para confesar a Cristo
delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones
que nunca faltan a la Iglesia’ (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son
requeridos para la salvación: ‘Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo
también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue
ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos’ (Mt 10, 32-
33).
Se trata de fe divina cuando es Dios a quien se cree. Se trata de fe humana cuando se cree
a un ser humano.
Hay lugar para ambos tipos de fe (divina y humana) pero en diferente grado. A Dios le
debemos fe absoluta porque El tiene absoluto conocimiento y es absolutamente veraz.
La fe divina es una virtud teologal y procede de un don de Dios que nos capacita para
reconocer que es Dios quien habla y enseña en las Sagradas Escrituras y en la Iglesia.
Debemos:
Tener una fe informada. Para ello es necesario estudiar lo que nuestra fe enseña.
Retener la Palabra de Dios en su pureza. (sin comprometerla o apartarse de ella)
Ser testigos incansables de la verdad que Dios nos ha revelado.
Defender la fe con valentía, especialmente cuando esta puesta en duda o cuando callar
sería un escándalo.
Creer todo cuanto Dios enseña por medio de la Iglesia (No escoger según nos guste).
"La fe es el comienzo de la salvación humana" (San Fulgencio).
Para concretar lo dicho distingamos los siguientes tres aspectos de la educación. Importa
comprender bien la relación entre ellos para cultivarlos armónicamente, ya que los niños
perciben con gran lucidez la coherencia de vida en el educador.
Educar sobre la fe: quiere decir enseñar los rudimentos del dogma y la moral, haciéndolo
de modo acomodado a la edad y circunstancias. Se requiere, como sabemos, buena dosis
de imaginación, paciencia, sentido del humor, etc, pero también —no lo olvidemos— el
hábito escuchar a los pequeños y tomarlos rigurosamente en serio.
Educar en la fe significa vivir lo que creemos, encarnar lo que profesamos, demostrar que
recurrimos a la Gracia de Dios habitualmente y que la celebramos con gozo. Las
manifestaciones son muy diversas: asistir a Misa juntos, confesarnos, rezar en familia
alguna oración, por ejemplo el ángelus, decorar las habitaciones con imágenes de Nuestra
Señora, etc. La fe debe ser ambiente que se respira y nunca formalidad muerta.
Educar con fe significa creer en las personas: en primer lugar en Nuestro Señor,
lógicamente, pero también en aquellos a quienes queremos educar. Necesitamos creer
que ese niño al que hablamos madurará, entenderá, se superará, se sacará de dentro a esa
persona maravillosa que promete ser, llegará a ser el que Dios quiere, es decir santo. Y
también hemos de creer en nosotros mismos, en que Dios obrará a través de nosotros si
le somos dóciles, que hará milagros a pesar de nuestros pecados, que seremos instrumento
e imagen de su Hijo si nos fiamos de Él.
ESPERANZA:
La virtud teologal de la esperanza se define como "hábito sobrenatural infundido por Dios
en la voluntad, por el cual confiamos con plena certeza alcanzar la vida eterna y los
medios necesarios para llegar a ella, apoyados en el auxilio omnipotente de Dios".
a) Es sobrenatural, por ser infundida en el alma por Dios (cfr. Rom 15,v.13; 1v.Cor
v.13,v.13), y porque su objeto es Dios que trasciende cualquier exigencia o fuerza natural.
El Concilio de Trento afirma que en la justificación viene infundida la esperanza, junto
con la fe y la caridad.
AMOR:
¿Qué es, pues, la caridad? La caridad es más que el amor. El amor es natural. La caridad
es sobrenatural, algo del mundo divino. La caridad es poseer en nosotros el amor de Dios.
Es amar como Dios ama, con su intensidad y con sus características. La caridad es un don
de Dios que nos permite amar en medida superior a nuestras posibilidades humanas. La
caridad es amar como Dios, no con la perfección que Él lo hace, pero sí con el estilo que
Él tiene. A eso nos referimos cuando decimos que estamos hechos a imagen y semejanza
de Dios, a que tenemos la capacidad de amar como Dios.
El amor desordenado a las criaturas, que es cuando primero que Dios y su Voluntad están
personas o cosas. En todo pecado grave se pierde la caridad.
El amor al prójimo
El amor al prójimo es parte de la virtud de la caridad que nos hace buscar el bien de los
demás por amor a Dios.
- Sobrenatural: se ama a Cristo en el prójimo, por su dignidad especial como hijo de Dios.
- Universal: comprende a todos los hombres porque todos son creaturas de Dios. Como
Cristo, incluso a pecadores y a los que hacen el mal.
- Ordenado: es decir, se debe amar más al que está más cerca o al que lo necesite más.
Ej. A el esposo, que al hermano, al hijo enfermo que a los demás.
- Interna y externa: para que sea auténtica tiene que abarcar todos los aspectos,
pensamiento, palabra y obras.
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valores/46-virtudes-y-valores