Valores Fe, Esperanza y Amor

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PRACTICA DE VALORES Y VIRTUDES EN LA PASTORAL DE LA SALUD: FÉ,

VIDA, ESPERANZA Y AMOR


¿EXISTEN LAS VIRTUDES Y LOS VALORES?
Las virtudes y los valores están presentes desde los inicios de la humanidad, siempre han
existido y siempre existirán. Valores como la bondad, la responsabilidad, la fidelidad, la
sinceridad, la honradez, o virtudes como la prudencia, la justicia, la esperanza … siempre
serán objetivos a los que el ser humano tenderá, algo que buscará para ser feliz y hacer felices
a los demás.
Cuando se habla de crisis de valores o de virtudes, de lo que se trata es de afirmar que no se
están viviendo, que no están presentes en las personas que nos encontramos cada día. Por eso
es fundamental plantearse no sólo educar a las generaciones futuras en los valores y virtudes
que consideramos fundamentales para la convivencia social, sino también vivirlos y
arraigarlos en la conducta diaria de cada uno de nosotros. Es así como se educan los valores
y las virtudes: viviéndolos y mostrándolos a los demás con el comportamiento personal.

¿QUÉ SON LOS VALORES?


El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. La práctica del valor desarrolla la
humanidad de la persona, mientras que el contra valor lo despoja de esa cualidad. Desde un
punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes, pautas que orientan
el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona.

¿QUÉ SON LAS VIRTUDES?


Para llegar a las virtudes tiene que existir el valor como hábito adquirido en la persona. Santo
Tomás define la virtud como un “hábito operativo bueno". Por lo tanto, las virtudes son un
tipo de cualidades estables, y por eso son hábitos y no meras disposiciones o cualidades
transeúntes.
La virtud permite al hombre hacer una obra moral perfecta y le hace perfecto a él mismo.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, la virtud es una disposición habitual y firme a
hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí
misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien,
lo busca y lo elige a través de acciones concretas.
El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios. (S. Gregorio de
Nisa, beat. 1), (Cat. 1803)
¿DÓNDE SE EDUCAN LAS VIRTUDES Y LOS VALORES?
El primer entorno donde nace y se desarrolla el ser humano es la familia, y es allí, en
consecuencia, donde se han de educar y vivir los valores y virtudes en primera instancia. Para
un cristiano, además, la primera finalidad de su matrimonio es la procreación y educación de
la prole. Y, cuando hablamos de educación, sin duda nos estamos refiriendo a educación de
virtudes y valores.
Para orientar a una familia cristiana en las virtudes y valores en los que educar a sus hijos,
iremos paso a paso y comenzaremos por describir las virtudes cardinales (prudencia, justicia,
fortaleza y templanza) y las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), para pasar después
a los valores o virtudes humanas, como la sinceridad, la responsabilidad, la laboriosidad, el
respeto, etc.

 FE:

Es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y
revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe ‘el
hombre se entrega entera y libremente a Dios’ (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza
por conocer y hacer la voluntad de Dios. ‘El justo vivirá por la fe’ (Rm 1, 17). La fe viva
‘actúa por la caridad’ (Ga 5, 6).

El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla,
testimoniarla con firmeza y difundirla: ‘Todos vivan preparados para confesar a Cristo
delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones
que nunca faltan a la Iglesia’ (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son
requeridos para la salvación: ‘Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo
también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue
ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos’ (Mt 10, 32-
33).

Tener fe es aceptar la palabra de otro, entendiéndola y confiando que es honesto y por lo


tanto que su palabra es veraz. El motivo básico de toda fe es la autoridad (el derecho de
ser creído) de aquel a quien se cree. Este reconocimiento de autoridad ocurre cuando se
acepta que él o ella tienen conocimiento sobre lo que dice y posee integridad de manera
que no engaña.

Se trata de fe divina cuando es Dios a quien se cree. Se trata de fe humana cuando se cree
a un ser humano.

Hay lugar para ambos tipos de fe (divina y humana) pero en diferente grado. A Dios le
debemos fe absoluta porque El tiene absoluto conocimiento y es absolutamente veraz.

La fe divina es una virtud teologal y procede de un don de Dios que nos capacita para
reconocer que es Dios quien habla y enseña en las Sagradas Escrituras y en la Iglesia.
Debemos:
 Tener una fe informada. Para ello es necesario estudiar lo que nuestra fe enseña.
 Retener la Palabra de Dios en su pureza. (sin comprometerla o apartarse de ella)
 Ser testigos incansables de la verdad que Dios nos ha revelado.
 Defender la fe con valentía, especialmente cuando esta puesta en duda o cuando callar
sería un escándalo.
 Creer todo cuanto Dios enseña por medio de la Iglesia (No escoger según nos guste).
 "La fe es el comienzo de la salvación humana" (San Fulgencio).

Para concretar lo dicho distingamos los siguientes tres aspectos de la educación. Importa
comprender bien la relación entre ellos para cultivarlos armónicamente, ya que los niños
perciben con gran lucidez la coherencia de vida en el educador.
Educar sobre la fe: quiere decir enseñar los rudimentos del dogma y la moral, haciéndolo
de modo acomodado a la edad y circunstancias. Se requiere, como sabemos, buena dosis
de imaginación, paciencia, sentido del humor, etc, pero también —no lo olvidemos— el
hábito escuchar a los pequeños y tomarlos rigurosamente en serio.
Educar en la fe significa vivir lo que creemos, encarnar lo que profesamos, demostrar que
recurrimos a la Gracia de Dios habitualmente y que la celebramos con gozo. Las
manifestaciones son muy diversas: asistir a Misa juntos, confesarnos, rezar en familia
alguna oración, por ejemplo el ángelus, decorar las habitaciones con imágenes de Nuestra
Señora, etc. La fe debe ser ambiente que se respira y nunca formalidad muerta.
Educar con fe significa creer en las personas: en primer lugar en Nuestro Señor,
lógicamente, pero también en aquellos a quienes queremos educar. Necesitamos creer
que ese niño al que hablamos madurará, entenderá, se superará, se sacará de dentro a esa
persona maravillosa que promete ser, llegará a ser el que Dios quiere, es decir santo. Y
también hemos de creer en nosotros mismos, en que Dios obrará a través de nosotros si
le somos dóciles, que hará milagros a pesar de nuestros pecados, que seremos instrumento
e imagen de su Hijo si nos fiamos de Él.

 ESPERANZA:

La virtud teologal de la esperanza se define como "hábito sobrenatural infundido por Dios
en la voluntad, por el cual confiamos con plena certeza alcanzar la vida eterna y los
medios necesarios para llegar a ella, apoyados en el auxilio omnipotente de Dios".

De la definición se deducen las propiedades de esta virtud:

a) Es sobrenatural, por ser infundida en el alma por Dios (cfr. Rom 15,v.13; 1v.Cor
v.13,v.13), y porque su objeto es Dios que trasciende cualquier exigencia o fuerza natural.
El Concilio de Trento afirma que en la justificación viene infundida la esperanza, junto
con la fe y la caridad.

b) Se ordena primariamente a Dios, bien supremo, y secundariamente a otros bienes


necesarios o convenientes para llegar a El (cfr. Mt 6,33);
c) Es una disposición activa y eficaz, que lleva a poner los medios para alcanzar el fin;
no es mera pasividad;

d) Es actitud firme, inquebrantable, porque se funda en la promesa divina de salvación


(cfr. Rom 8,35; Philp 4,13); ni siquiera la pérdida de la gracia santificante puede quitar
la esperanza (Santo Tomás).

Un elemento de la esperanza es la confianza: en el auxilio divino, seguro de que Dios da


los medios para alcanzar la vida eterna.
No basta la fe ni basta la caridad; es necesario que Dios nos dé también la seguridad de
alcanzarle. Esta virtud lleva a buscar efectivamente los medios de salvación y a superar
los obstáculos. Además, nadie se salva sin la gracia.
La fe y la esperanza están unidas entre sí a través de la común actividad de la inteligencia
y de la voluntad: las dos se apoyan en la Palabra de Dios, las dos tienden al bien particular
del hombre, las dos se viven en el tiempo; pero se distinguen esencialmente:

1) Por su actividad: la fe es formalmente acto del entendimiento, la esperanza lo es de la


voluntad.

2) Por su objeto: la fe se fija en Dios en cuanto Verdad, la esperanza en Dios en cuanto


Bondad no poseída

 AMOR:

Existen dos tipos de amor:

- Amor desinteresado (o de benevolencia): desear y hacer el bien del otro aunque no


proporcione ningún beneficio, porque se desea lo mejor para el otro.

- Interesado: amar al otro por los beneficios que esperamos obtener.

¿Qué es, pues, la caridad? La caridad es más que el amor. El amor es natural. La caridad
es sobrenatural, algo del mundo divino. La caridad es poseer en nosotros el amor de Dios.
Es amar como Dios ama, con su intensidad y con sus características. La caridad es un don
de Dios que nos permite amar en medida superior a nuestras posibilidades humanas. La
caridad es amar como Dios, no con la perfección que Él lo hace, pero sí con el estilo que
Él tiene. A eso nos referimos cuando decimos que estamos hechos a imagen y semejanza
de Dios, a que tenemos la capacidad de amar como Dios.

Pecados contra el amor a Dios:

El odio a Dios, que es el pecado de Satanás y de los demonios. Y se manifiesta en las


blasfemias, las maldiciones, los sacrilegios, etc.
La pereza espiritual, que es cuando el hombre no le encuentra el gusto a las cosas de Dios,
es más las consideran aburridas y tristes. Aquí se encuentra la tibieza y la frivolidad o
superficialidad.

El amor desordenado a las criaturas, que es cuando primero que Dios y su Voluntad están
personas o cosas. En todo pecado grave se pierde la caridad.

El amor al prójimo

El amor al prójimo es parte de la virtud de la caridad que nos hace buscar el bien de los
demás por amor a Dios.

Las características del amor al prójimo son:

- Sobrenatural: se ama a Cristo en el prójimo, por su dignidad especial como hijo de Dios.

- Universal: comprende a todos los hombres porque todos son creaturas de Dios. Como
Cristo, incluso a pecadores y a los que hacen el mal.

- Ordenado: es decir, se debe amar más al que está más cerca o al que lo necesite más.
Ej. A el esposo, que al hermano, al hijo enfermo que a los demás.

- Interna y externa: para que sea auténtica tiene que abarcar todos los aspectos,
pensamiento, palabra y obras.

http://www.domusmariae.es/index.php/formacion/familia-cristiana/educacion-y-
valores/46-virtudes-y-valores

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