CRISTIANIMO
CRISTIANIMO
CRISTIANIMO
El presente trabajo se refiere al tema del cristianismo, el cual es una religión monoteísta
basada en las enseñanzas de Jesucristo según se recogen en los Evangelios, que ha marcado
profundamente la cultura occidental y es actualmente la más extendida del mundo.
El objetivo principal del trabajo es profundizar y lograr informarnos sobre el cristianismo,
para así, conocer toda su doctrina, y llegar a tener un conocimiento más amplio sobre la
religión que cada una de nosotras profesa, y a medida que se adentra en el tema se
comprenderá la fe y el seguimiento de Jesús, profundizando en las consecuencias para la
vida del encuentro con Jesús y conocer los elementos de la vida cotidiana que configuran
un estilo de vida cristiano para adquirir herramientas que permitan elaborar, vivir y revisar
un proyecto personal de vida.
El cristianismo, en muchos sentidos y como cualquier otro sistema de creencias y de
valores, se comprende sólo desde "el interior" entre aquellos que comparten la creencia y se
esfuerzan por vivir de acuerdo con esos valores. Cualquier descripción de la religión que
ignorara estas concepciones internas, no sería fiel en el orden histórico. Sin embargo, un
aspecto que los que profesan esta fe no reconocen por regla general es que semejante
sistema de creencias y de valores también puede ser descrito de una forma que tenga
sentido para un observador interesado, aunque no comparta, o no pueda compartir, su punto
de vista.
En conclusión, explicaremos detalladamente cada uno de los hechos que acontecieron al
cristianismo.
HISTORIA
JESÚS Y EL CRISTIANISMO:
Jesús nació durante el gobierno de Augusto en el pequeño pueblo de Belén en Judea.
Algunos decenios antes, Pompeyo había hecho tributaria a Judea. Luego los romanos
impusieron al rey Herodes, quien dejó triste fama como tirano. Finalmente, Judea fue hecha
provincia, siendo administrada por gobernadores romanos.
A los 30 años de edad Jesús abandonó su hogar y empezó a predicar la Buena Nueva del
Reino de Dios, de la salvación eterna y del amor al prójimo. Acompañado por doce fieles
discípulos, los apóstoles, recorrió durante 3 años los campos y pueblos de Palestina.
Durante largos siglos los profetas habían anunciado que algún día Dios enviaría a un
Mesías, para crear un nuevo reino de Israel. Muchos judíos creyeron que Jesús era,
efectivamente, el tan esperado Mesías, pero vieron en él un dirigente político que los dirigía
en la lucha contra los romanos para recuperar su independencia y establecer un poderoso
reino terrenal. Mas, Jesús no pensaba en una rebelión política, sino en una liberación moral
y espiritual. Muchos judíos se desilusionaron y se volvieron contra él. Jesús fue condenado
y entregado a las autoridades romanas. El procurador Poncio Pilato lo hizo morir en la cruz.
ORIGEN Y PROPAGACION
El cristianismo tiene su origen histórico en el judaísmo del Segundo Templo de comienzos
de la era actual. Si bien Jesús de Nazaret se autoidentificó siempre como un judío devoto,
en su doctrina y sus enseñanzas, Él mismo se identificó como el camino al Padre Celestial:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Juan 14:6
En los evangelios hay amplia evidencia de que Jesucristo aseguró ser el único camino a
Dios, lo cual sería enseñado así mismo por sus primeros seguidores, incluyendo a los
apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso.
No se conoce con precisión el número de seguidores que pudo alcanzar el cristianismo en
vida de Jesús de Nazaret, ni cuántos seguían dentro de la comunidad cristiana por él
fundada tras su muerte, ajusticiado por las autoridades seculares. Pocos años después de su
muerte, Pablo de Tarso, un judío que en el decir de los Hechos de los Apóstoles poseía la
ciudadanía romana, tuvo un papel destacado predicando y poniendo en contacto a diversos
grupos cristianos del Oriente Próximo. El carácter misionero de Pablo de Tarso y otras
figuras del cristianismo primitivo influyó de forma decisiva en toda la historia posterior del
cristianismo.
Al final del siglo I, ya se habían constituido las cuatro corrientes básicas del cristianismo
primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico, y que podrían esquematizarse
escriturísticamente en: (1) el cristianismo paulino, integrado por el corpus de cartas escritas
por Pablo de Tarso y su escuela;(2) el judeocristianismo, representado por los escritos
derivados de las posturas de Santiago el Justo y de Simón Pedro; (3) el complejo
cristianismo sinóptico (que abarca desde el judeocristianismo del Evangelio de Mateo hasta
el pagano-cristianismo del Evangelio de Lucas y de los Hechos de los Apóstoles), y (4) el
cristianismo joánico.
Con el edicto de tolerancia del emperador Constantino I el Grande, el cristianismo se
convirtió en religión legal y progresivamente en la religión favorecida por el estado. Sin
embargo, no fue hasta el Edicto de Tesalónica, promulgado por el emperador Teodosio, que
el cristianismo se convierte en la religión oficial. En las ciudades el número de cristianos
siempre había sido mayor, y hacia el siglo V la población no cristiana del imperio se
concentraba masivamente en zonas rurales (pagi), por lo que la religión olímpica acabó
llamándose paganismo por ser importante solo en esas zonas.
Una vez convertida en religión mayoritaria del Imperio, el cristianismo se expandió a toda
Europa. Los pueblos germánicos se fueron cristianizando progresivamente entre los siglos
IV y IX. Cirilo y Metodio predicaron a los eslavos en el siglo X. El cristianismo había
llegado a las islas británicas en el siglo V, cuando Patricio de Irlanda estaba activo en la
región. A partir del siglo VII las potencias cristianas de Europa rivalizaron con las
potencias islámicas. En el sur y centro de Europa, con la excepción de las zonas bajo
administración musulmana, el cristianismo fue la principal religión desde antes del siglo IX
hasta la actualidad. La expansión al norte de Europa y Europa oriental fue más tardía, pero
también en esas regiones desde hace siglos el cristianismo ha sido históricamente la
religión mayoritaria. Con la expansión europea en América hubo un esfuerzo deliberado
por imponer ya sea pacíficamente, ya sea mediante coacciones, el cristianismo a las
poblaciones de origen americano. Desde el siglo XVI los portugueses hicieron esfuerzos
también por llevar el cristianismo a ciertas áreas de África y Asia, que estaban bajo su
dominio. El auge del colonialismo europeo en África, Asia y Oceanía aumentó el número
de cristianos en todo el mundo.
LOS COMIENZOS DE LA IGLESIA
Jerusalén era el núcleo del movimiento cristiano; al menos lo fue hasta su destrucción a
manos de los ejércitos de Roma en el 70 d.C. Desde este centro, el cristianismo se desplazó
a otras ciudades y pueblos de Palestina, e incluso más lejos. En un principio, la mayoría de
las personas que se unían a la nueva fe eran seguidores del judaísmo, para quienes sus
doctrinas representaban algo nuevo, no en el sentido de algo novedoso por completo y
distinto, sino en el sentido de ser la continuación y realización de lo que Dios había
prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Por lo tanto, ya en un principio, el cristianismo
manifestó una relación dual con la fe judía: una relación de continuidad y al mismo tiempo
de realización, de antítesis, y también de afirmación. La conversión forzada de los judíos
durante la edad media y la historia del antisemitismo (a pesar de que los dirigentes de la
Iglesia condenaban ambas actitudes) constituyen una prueba de que la antítesis podía
ensombrecer con facilidad a la afirmación. Sin embargo, la ruptura con el judaísmo nunca
ha sido total, sobre todo porque la Biblia cristiana incluye muchos elementos del judaísmo.
Esto ha logrado que los cristianos no olviden que aquel al que adoran como Señor era judío
y que el Nuevo Testamento no surgió de la nada, sino que es una continuación del Antiguo
Testamento.
Una importante causa del alejamiento del cristianismo de sus raíces judías fue el cambio en
la composición de la Iglesia, que tuvo lugar más o menos a fines del siglo II (es difícil
precisar cómo se produjo y en qué periodo de una forma concreta). En un momento dado,
los cristianos con un pasado no judío comenzaron a superar en número a los judíos
cristianos. En este sentido, el trabajo del apóstol Pablo tuvo una poderosa influencia. Pablo
era judío de nacimiento y estuvo relacionado de una forma muy profunda con el destino del
judaísmo, pero, a causa de su conversión, se sintió el "instrumento elegido" para difundir la
palabra de Cristo a los gentiles, es decir, a todos aquellos que no tenían un pasado judío.
Fue él quien, en sus epístolas a varias de las primeras congregaciones cristianas, formuló
muchas de las ideas y creó la terminología que más tarde constituirían el eje de la fe
cristiana; merece el título de primer teólogo cristiano. Muchos teólogos posteriores basaron
sus conceptos y sistemas en sus cartas, que ahora están recopiladas y codificadas en el
Nuevo Testamento.
De las epístolas ya consideradas y de otras fuentes que provienen de los dos primeros siglos
de nuestra era, es posible obtener información sobre la organización de las primeras
congregaciones. Las epístolas que Pablo habría enviado a Timoteo y a Tito (a pesar de que
muchos estudiosos actuales no se arriesgan a afirmar que el autor de esas cartas haya sido
Pablo), muestran los comienzos de una organización basada en el traspaso metódico del
mando de la primera generación de apóstoles, entre los que se incluye a Pablo, a sus
continuadores, los obispos. Dado el frecuente uso de términos tales como obispo, presbítero
y diácono en los documentos, se hace imposible la identificación de una política única y
uniforme. Hacia el siglo III se hizo general el acuerdo respecto a la autoridad de los obispos
como continuadores de la labor de los apóstoles. Sin embargo, este acuerdo era
generalizado sólo en los casos en que sus vidas y comportamientos asumían las enseñanzas
de los apóstoles, tal como estaba estipulado en el Nuevo Testamento y en los principios
doctrinales que fundamentaban las diferentes comunidades cristianas.
LAS PERSECUCIONES
Los romanos fueron tolerantes con los pueblos que conquistaron y los cuales les
permitieron mantener y practicar sus creencias religiosas. Pero el cristianismo no tuvo esa
misma tolerancia, sino que fue hostilizado y perseguido continuamente. La razón principal
de esta hostilidad era que a los cristianos se les consideraba como malos ciudadanos,
rebeldes y enemigos del imperio. De hecho, era así, los conversos de esta nueva religión
afirmaban su creencia en un solo dios. Despreciaban a los dioses oficiales de Roma, y se
rehusaban a adorar al espíritu guardián del emperador y quemar incienso en los altares de la
diosa Roma, que se levantaba en todas las ciudades. Se decía, además, que los cristianos
realizaban ritos inmorales y sangrientos, que adoraban un solo dios con cabeza de asno, y
que, en estas misteriosas reuniones, sacrificaban niños, cuya sangre era bebida por los
asistentes. Todas estas patrañas causaron que los cristianos fueran considerados como gente
fuera de la ley, y “enemigos del género humano”, según le llamara al escritor romano
Tácito. Así pues, como reacción contra ellos, se inició, desde los tiempos de Nerón, una
serie de persecuciones que duraron más de doscientos años y que tuvo su término en el
siglo III.
Según los historiadores, hubo diez persecuciones. La primera de ellas fue la de Nerón,
provocada por la acusación, de que se hizo objeto a los cristianos, de haber sido los
incendiarios de Roma. Nerón, por su parte, tenía un especial odio contra estos personajes
que no creían en las divinidades romanas, y es por esto que los torturaba y los echaba a
pelear con fieras en los circos.
Después de Nerón, durante el gobierno de los Flavio y de los Antonio, a fines del siglo I y
durante el siglo II, las persecuciones fueron de carácter intermitente y local y obedecieron,
más que nada, a denuncias formuladas por particulares contrarios a las doctrinas de Jesús.
Durante el gobierno de Trajano se fijó, por primera vez, la situación legal de los cristianos,
por una resolución imperial del año 112 que estableció: “no debe buscarse a los cristianos,
pero si se les denuncia, y confiesan su condición de tales, deberán ser castigados; con todo,
si ellos niegan la acusación y lo prueban con sus actos. En cuanto a las denuncias anónimas,
no deben tomarse en cuenta”.
Durante el siglo III, como se ha establecido, los cristianos sufrieron reiteradas
persecuciones, pero ninguna se comparó, en crueldad y tenacidad, con la promovida por
Diocleciano. En tiempos de este emperador los cristianos eran todavía minoría en el
imperio, pero su organización, su disciplina y su solidaridad hacía de ellos una poderosa
masa de opinión. Diocleciano pretendió consolidar la unidad imperial eliminando de raíz al
cristianismo, cuyas ideas impugnaban instituciones esenciales de la sociedad pagana, y
cuya fuerza de resistencia lo convertía en un estado dentro del estado.
SIMBOLOS
La cruz:
La cruz resume toda teología sobre Dios, sobre el misterio de la salvación de Cristo, sobre
la vida cristiana. La señal de la cruz quiere ser un compromiso: porque la cruz es el símbolo
mejor del estilo de vida que Cristo nos ha enseñado. La imagen de la señal de la cruz quiere
indicarnos el camino “pascual”, o sea, de muerte y resurrección, que recorrió ya Cristo, y
que nos invita ahora a nosotros para recorrerlo.
El pez:
Es un símbolo importado del paganismo, o mejor dicho de otras religiones ancestrales.
El pez es uno de los símbolos de la primitiva cristiandad empleado por los Santos Padres y
los escritores cristianos en los discursos y en los tratados teológicos. Existen pruebas
irrefutables de que Jesucristo era llamado pez a finales del siglo II.
Alfa y Omega:
Alfa y Omega es una manera en que se denomina a Jesús en Apocalipsis. Este significado
radica en el hecho de que Alfa y Omega son la primera y última letras del alfabeto griego
clásico, respectivamente. En griego está escrito como «το 'Αλφα και το Ωμέγα». Sería
similar a referirse en español a "A y Z". Aunque, cuando aparece este título es clarificado
con el título adicional "el principio y el fin”.
El ancla:
Este símbolo, tomado del mundo náutico, se asocia a la idea de seguridad que da la fe.
Cuando se utiliza como símbolo cristiano suele ir acompañada de las letras griegas Alfa y
Omega.
Cuando aparece en las lápidas de los cementerios significaría que el alma ha arribado al
puerto seguro de la eternidad. Durante los siglos II y III el ancla aparece frecuentemente en
los epitafios de las catacumbas.
El ave fénix:
La tradición cristiana primitiva adoptó al Ave Fénix como símbolo de la inmortalidad y de
la resurrección.
Según la mitología griega, esta especie de águila real, había recibido el don de la
inmortalidad porque cada vez que moría era capaz de resurgir de sus propias cenizas.
El buen pastor:
El buen pastor es una alegoría bíblica, referida originalmente al dios Yahvéh y más tarde a
Jesucristo. Se interpreta que el buen pastor es Dios, que salva a la «oveja descarriada» (el
pecador).
DENOMINACIONES CRISTIANAS
A través de su historia, el cristianismo ha pasado por numerosas divisiones generando
diversos grupos con creencias y tradiciones propias que varían de acuerdo a la cultura y el
lugar. Estas amplias divisiones, a su vez, no son homogéneas. Por el contrario, algunas
ramas poseen amplios desacuerdos y en otros casos la división omite simpatías existentes.
Desde la Reforma, el cristianismo se representa normalmente como dividido en tres ramas
principales: católicos, ortodoxos y protestantes, pero históricamente existen muchas más.
Católicos:
El catolicismo romano, con sede en Roma, representa el 50% de toda la cristiandad. Es
mayoritario en el Centro y Sur de Europa, Irlanda y América del Sur.
Se estima que la Iglesia Católica tiene 1,100 millones de adeptos en todo el mundo, lo que
representa la mitad de la población cristiana mundial. Brasil tiene el mayor número de
católicos del mundo (134 millones). Hay más católicos en Brasil que en Italia, Francia y
España juntas. Los diez países con mayor número de católicos (Brasil, México, Filipinas,
los Estados Unidos, Italia, Colombia, Francia, Polonia, España y la República Democrática
del Congo) contienen más de la mitad (56%, 607 millones) de los católicos del mundo.
Hay 67 países en los que los católicos constituyen la mayoría de la población. Más del 70%
de los católicos viven en el continente americano (48%) y en Europa (24%). Casi el 40%
viven en América Latina y el Caribe. Más de una cuarta parte de los católicos viven en la
región Asia - Pacífico (12%) y en el África subsahariana (16%).
Protestantes:
El protestantismo es mayoritario en el Norte de Europa, en Inglaterra y en los Estados
Unidos. Los 801 millones de protestantes del mundo, constituyen el 37% de la población
cristiana mundial. La Reforma protestante, que dividió el cristianismo occidental y dio a luz
al protestantismo, tuvo lugar en Europa en el siglo XVI. Hoy, sin embargo, sólo dos de los
diez países con las mayores poblaciones protestantes son europeos: los Estados Unidos,
Nigeria, China, Brasil, África del Sur, Reino Unido, Congo DR, Alemania, Kenia, India.
Pentecostales de Asamblea de Dios.
El evangelio de Jesús, tal y como lo predicaron los primeros apóstoles continúa levándose
hasta los confines de la tierra.
Ortodoxos:
Hay cerca de 260 millones de cristianos ortodoxos, que componen el 12% de la población
cristiana mundial. Casi cuatro de cada diez cristianos ortodoxos de todo el mundo (39%)
residen en Rusia, el país con el mayor número de ortodoxos. Etiopía cuenta con el segundo
mayor número de cristianos ortodoxos y más de tres veces más ortodoxos que Grecia.
CREENCIAS
Existe un núcleo más o menos compartido de creencias y doctrinas entre los diferentes
grupos cristianos, si bien algunas de esas doctrinas no son aceptadas por todos. En ese
núcleo se encuentra:
Que Dios es uno y, al mismo tiempo, tres personas distintas (Padre, Hijo y Espíritu
Santo; Mateo 28:19) con misiones diferentes; la doctrina de la Trinidad es aceptada
por la mayoría de los cristianos en la actualidad, mas no por todos, y es motivo de
controversia desde los inicios del cristianismo;
Que Dios Padre creó y conserva el universo por su Palabra, el Verbo, sin quien no
se hizo nada de todo lo hecho (Juan 1:3);
Que Dios Padre se reveló desde el principio a los hombres y cuidó del género
humano para dar vida eterna a todos los que buscan la salvación con la
perseverancia en las buenas obras (Romanos 2:6-7);
Que habló a la conciencia de nuestros antepasados en distintas ocasiones y de
muchas maneras por medio de los profetas, y que en la etapa final habló por su Hijo
(Hebreos 1:1-2), Jesucristo, hombre verdadero (Jesús de Nazaret), Palabra de Dios
hecha carne (Juan 1:14), que lleva a su plenitud la acción del Padre a favor de la
humanidad;
Que fue Jesucristo quien reveló la verdadera naturaleza de Dios, llamando a Dios
«su Padre y nuestro Padre» (Juan 20:17) y anunciando la venida del Espíritu Santo
(Hechos 1:8), el Espíritu de Dios, Espíritu de la verdad (Juan 16:13), el mismo que
lo movió a él y que hizo de sus apóstoles sus testigos.
Jesucristo es el Mesías (o Cristo) descrito en el Antiguo Testamento y Nuevo
Testamento. Las corrientes principales del cristianismo aseguran que es
completamente Dios (o divino) y completamente humano.
La Trinidad, esto es, que Dios es un ser único y eterno que existe como tres
personas eternas, distintas e indivisibles: Padre, Hijo (Logos divino, encarnado en la
persona de Jesucristo), y el Espíritu Santo.
La salvación, mediante conversión, perdón de los pecados, y la victoria sobre todas
las consecuencias del pecado. Esta salvación es otorgada por la gracia de Dios y fue
conseguida por Jesucristo en su crucifixión y su posterior resurrección, mediante la
cual se obtiene la vida eterna. La rama teológica que estudia cómo sucede esto se
denomina soteriología.
La ascensión de Jesucristo al cielo, la instauración del Reino de Dios o del señorío
de Jesucristo y su Segunda Venida.
La “Resurrección General”, en la cual las personas que han muerto junto con los
que se encontraren vivos para ese momento se levantarán de la muerte al final del
tiempo, para ser juzgadas por Jesucristo.
VIDA CRISTIANA
El mandato y la exhortación de la predicación y las enseñanzas cristianas abarcan todos los
temas referentes a la doctrina y a la moral. Los dos mandamientos más importantes del
mensaje ético de Jesús (Mt. 22,34-40) son el amor a Dios y el amor al prójimo. La
aplicación de estos mandamientos a situaciones concretas de la vida, ya sea en el orden
personal o en el social, no genera uniformidad en el comportamiento moral ni en el social.
Por ejemplo, hay cristianos que consideran pecaminosas las bebidas alcohólicas, pero los
hay que no opinan igual. Existen cristianos que adoptan diferentes posturas sobre temas de
actualidad, ya sea desde puntos de vista de extrema derecha, de extrema izquierda o de
centro. A pesar de ello, es posible hablar de un modo de vida cristiano, aquel que participa
de la llamada al servicio y a convertirse en discípulo de Cristo. El valor inherente a cada
persona creada a la imagen de Dios, la santidad de la vida humana, así como el matrimonio
y la familia, el esfuerzo por alcanzar la justicia, aunque sea en un mundo caído en la
desgracia, son compromisos morales dinámicos que los cristianos deberían aceptar; sin
embargo, sus conductas pueden no conseguir las metas que imponen estas normas. Ya
desde las páginas del Nuevo Testamento se hace patente que siempre ha sido difícil la tarea
de desarrollar las implicaciones o el alcance que puede tener una ética del amor, bajo las
condiciones de la existencia cotidiana, y que en realidad nunca ha existido una ‘época
dorada’ en la que haya sucedido lo contrario.
CULTO
Cualquiera que sea su organización institucional, la comunidad de fe dentro de la Iglesia es
la primera condición para proceder al culto cristiano. Todos los cristianos de las distintas
tradiciones han subrayado el papel trascendente de la devoción y de la oración individual,
tal y como lo indicó Jesús. Pero él también instituyó una oración universal, el Padrenuestro,
cuyas primeras palabras subrayan la naturaleza y el sentido de comunidad que tiene el
culto: "Padre Nuestro que estás en el cielo". A partir del Nuevo Testamento, se estableció
que el día que toda la comunidad cristiana destinaría a la adoración sería "el primer día de
la semana", el domingo, en conmemoración de la resurrección de Cristo. Lo mismo que el
shabat judío, el domingo se destina al descanso. También es el día en que los creyentes se
reúnen para oír la lectura y la predicación de la palabra de Dios recogida en la Biblia, para
participar en los sacramentos y para rezar, alabar al Señor y darle gracias. Las necesidades
del culto en comunidad han motivado la creación de miles de himnos, coros y cantos, así
como de música instrumental, en especial para órgano. Desde el siglo IV, las comunidades
cristianas han edificado construcciones especiales destinadas al culto, un hecho decisivo en
la historia de la arquitectura y del arte en general.
PRÁCTICAS
En líneas generales, Jesucristo es para los cristianos el Hijo de Dios, por lo que sus
prácticas se orientan hacia su relación con Dios, de la cual se desprenden sus actividades
típicas.
Dentro de las prácticas protestantes, ortodoxas y católicas, estas destacan especialmente:
Bautismo, signo iniciático de introducción al cristianismo. (Bautismo en el Jordán
por Juan Bautista);
Penitencia, signo de perdón, arrepentimiento de los pecados cometidos.
Eucaristía, signo litúrgico de la Iglesia católica. También conocida como Última
Cena o Santa Cena por otros cristianos.
Confirmación, signo que ratifica la fe en Jesucristo;
Orden Sacerdotal
Matrimonio, celebración de la unión de un varón y una mujer ante Dios y la
comunidad
Unción de los enfermos, signo de asistencia al enfermo o herido.
INFLUENCIA EN LA CIVILIZACIÓN
En medio del frío escepticismo filosófico, de la incredulidad religiosa, de la relajación de
las costumbres y del afán de ritos exóticos en que se debatía la sociedad pagana cuando
aparece Jesús, surge la religión cristiana que, como saludable rocío del cielo, pronto iba a
dar óptimos frutos entre las almas ansiosas.
El cristianismo transformó la conciencia y el corazón de los hombres. La persona humana
redimida adquiere a los ojos del cristianismo un precio incomparable, que, junto con la
enseñanza de la comunidad de origen y destino de todos los hombres, contribuyó a grabar y
propagar los principios esenciales de libertad e igualdad. Desde el instante en que el
hombre aparece como criatura predilecta de Dios, dotada de alma inmortal, no es ya posible
admitir lo que constituía uno de los puntales de la sociedad pagana: la posesión del esclavo,
de un hombre por otro hombre.
El cristianismo abre a estos horizontes insospechados y hace que el ser humano ame al
prójimo como a sí mismo y descubra en el amor de Dios la razón de poder sacrificar su
propia vida en bien de los demás. La formación de la familia, tal como se conoce en las
modernas sociedades, es también obra del cristianismo, y de la cual ha hecho este el núcleo
básico, la célula primordial e indestructible de la sociedad civil.
Sobre todo, Jesús es el único que puede darle sentido a la vida de los seres humanos,
muchos han sido rescatados del infierno eterno, y de sus propias vidas que los llevaba a la
perdición. Hombres sacados del suicido, las drogas y la desesperación, enfermos sanados,
familias restauradas, jóvenes que vuelven a soñar, presos que rehacen su vida, gente
transformada por la mano de Aquel que sigue extendiendo su salvación.
Hoy como hace dos mil años, Jesús continúa diciendo: El que a mí viene, yo no le hecho
fuera, y el que en mí cree tiene vida eterna.
Jesús vino a salvar lo que se había perdido, y a liberar nuestra alma del infierno.
CONCLUSION
El cristianismo fue muy influyente en todo lo que fue el desarrollo político y religioso de
Roma. Estuvo involucrado en los principales conflictos romanos entre los siglos I y III, y
cada vez se fue convirtiendo más gente al pasar los años.
Las persecuciones fueron ineficaces contra los cristianos, ya que no hicieron que este cesara
ni que se disolviera. También es importante aclarar que hubo muchos cristianos que
negaron sus creencias y que, a pesar de la cantidad de estos casos, el cristianismo
perseveró.
El cristianismo, en efecto, no logró propagarse entre los pobladores del campo, a quienes
los romanos llamaban paganos. Como esa resistencia de los paganos a la aceptación del
cristianismo se mantuvo mucho tiempo, la palabra pagano fue adquiriendo, paulatinamente,
el significado de no cristiano, con que se ha transmitido hasta la actualidad.
TRABAJO DE FILOSOFIA
EL CRISTIANISMO
GRADO: 11-A
2019