Urbaitel - Profe Pare de Hablar
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La pregunta que surge es por qué algo constitutivo del acto educativo como la
transmisión de saberes, fenómeno que difícilmente pueda llevarse a cabo sino
a través de la palabra, deja de ser una regla, una práctica usual y cotidiana
para transformarse en un acto excepcional que produce extrañamiento.
Esta postura se instituye como hegemónica durante la década del 80´ con el
advenimiento de la democracia y como una respuesta necesaria al
autoritarismo imperante en las escuelas durante gran parte del siglo XX y, más
aún, en la última dictadura militar. De este modo esta ideología pedagógica 1 fue
configurando su primacía a partir de la necesidad de superar prácticas
educativas centradas en la figura del educador y en la operación de
transmisión.
Son, entonces, los criterios psicológicos los que en último término deciden
acerca del valor de los saberes y no su capacidad para dar cuenta de procesos
sociales. Se explica así que se insista en la adquisición de destrezas cognitivas
y de estrategias de razonamiento en detrimento de la adquisición de los
saberes mismos. El qué enseñar se ve desplazado por cómo enseñar.
1
Utilizaré, siguiendo a Verón (1999), el término ideología pedagógica (IP) para referirme a las interpretaciones que se
realizan de las teorías pedagógicas De esta manera marcó una diferencia entre las interpretaciones con las que los
actores operan en el campo de las instituciones educativas y los supuestos teóricos de los que se parte para su
interpretación. Desde un análisis gramsciano podríamos hablar de la diferencia entre los distintos niveles de ideología
que llegan a las aulas, en este caso el folklore y la filosofía respectivamente.
La preocupación por trabajar desde los conocimientos cercanos, por partir
desde lo que el alumno sabe, generó una búsqueda por traer la vida cotidiana a
la escuela. De esta manera los conocimientos significativos tomaron un lugar
protagónico en la escena escolar.
2
Programa de mínima estrechamente asociado a las pocas expectativas de cambio que la escuela genera en los
alumnos.
(cuando explico estos fenómenos siempre bromeo con que algunos docentes
consideraron que hacían taller pues ahora en lugar de maltratar a sus alumnos
en las tradicionales filas, lo hacían en círculo) 3 y también están aquellos que se
subieron al mismo tren pero para no estudiar y para no comprometerse con su
tarea de enseñar.
Una de las primeras voces en alzarse en contra de este proceso fue la del
pedagogo Saviani (1986) quien señaló que estas posturas, lejos de ser
progresistas, son antidemocráticas, pues imposibilitan a los sectores
vulnerables (aquellos que sólo tienen la escuela con un lugar de formación) el
acceso a herramientas para su inclusión social. En la misma dirección, Varela
(1991) señala que estas propuestas a las que denominó “psi”, centradas en el
alumno y dirigidas a satisfacer sus presuntos intereses y a desarrollar la
creatividad, relegaron a un segundo plano los conocimientos que servirían a los
estudiantes para comprender el complejo mundo que les toca vivir.
3
Recuperando el concepto de Ideología Pedagógica Veron (1999) quiero plantear que mi crítica, en este caso
particular, no es al dispositivo taller sino a las lecturas que se hicieron en nombre de éste.
bien”, se transformó en una preocupación central, convirtiéndose la escuela en
un espacio “indoloro” aunque el precio a pagar sea la pérdida de sentido de la
función social de la escuela. Desde ésta perspectiva Varela (1991) señala “Los
estudiantes…podrán convertirse en gente con mucho yo pero estarán cada vez
más infantilizados”4
Estas posturas que evitan toda situación que genere sufrimiento, terminan
convirtiendo al docente en un animador de grupos, en el que se establecen
vínculos infantiles y se desplaza el lugar de la enseñanza por una preocupación
por lo vincular, lo afectivo. Hoy la personalidad está a la vanguardia de la
escena, pareciera que para ser docente y sostener ese lugar hacen falta
carisma, simpatía, cuando hace unos años el rol se sostenía mucho más desde
el lugar de portador de saberes. Abramowski afirma: “…podríamos pensar que
lo afectivo que el docente inyecta al vínculo…funciona como una vía para
alcanzar una legitimidad que antes venía dada…” 5
4
VARELA, J (1991) El triunfo de las pedagogías psicológicas en Cuadernos de Pedagogía Nro. 198, Madrid. pag. 57
5
ABRAMOWSKI, A (2010) Maneras de querer. Buenos Aires. Paidós. Pag 112
6
Citado por ANTELO, A (2001) ¿Quién precisa un educador? En Revista “Ensayos y experiencias Nº 40”. Novedades
Educativas. Buenos Aires. pag 14.
El debilitamiento de los procesos de transmisión de conocimientos es un
fenómeno que se manifiesta cotidianamente en el devenir escolar pero no sólo
se vincula con los problemas pedagógicos sino que está condicionado por los
nuevos escenarios sociales. Particularmente, desconfío de las miradas auto-
referenciales que piensan que los problemas escolares son producto,
únicamente, de problemas pedagógicos.
La transmisión es más que un medio para tener acceso a los saberes que nos
permitan incorporar a las nuevas generaciones al mundo, es también una
forma de ensanchar los horizontes de referencia e imaginar otras formas de lo
posible.
Bibliografía: