Resumen Divina Comedia Infierno
Resumen Divina Comedia Infierno
Resumen Divina Comedia Infierno
Canto I
Canto II
Canto III
Canto IV
Canto V
Canto VI
Canto
VII
Canto
VIII
Canto IX
Canto X
Canto XI
Canto
XII
Canto
XIII
Canto
XIV
Canto
XV
Canto
XVI
Canto
XVII
8vo Círculo.
Canto
XVIII
Canto Lugar Personajes Hechos
8vo Círculo. Cuarto recinto. Magos y Adivinos. Tiresias Ven gente con el rostro vuelto
Canto hacia atrás, y caminaban hacia
atrás
XX
8vo Círculo. Quinto Recinto Malversadores o estafadores. Admirablemente oscura.
Canto Los 12 diablos malenbrache Sumergidos en un lago de pez
hirviente
XXI
8vo Círculo. Quinto Recinto Poeta Ciampolo de Navarra. Ciampolo hace pelear a dos
Canto diablos y provechan para huir
XXII
8vo Círculo . En el camino al Sexto Hipócritas. Frailes gaudetes y Escapan de los malembrache.
Canto Recinto y en él Caifás En la fosa deambulan llorando,
con una capa de oro pesada.
XXIII Dialogan con los frailes y ven a
Caifás crucificado
8vo Círculo. Septimo recinto Los ladrones. Vanni Fulci Las serpientes los pican, se
Canto hacen cenizas, y vuelven a
revivir. Castigo eterno.
XXIV
8vo Círculo. Septimo recinto Caco, asesinado por Hércules. Encuentran a Caco y a mas
Canto espíritus
XXV
8vo Círculo. Octavo recinto Concejeros Fraudulentos. Cinco Aquí arden en llamas. Se hace
Canto Florentinos. Ulises. Diómes alusión a la Odisea.
XXVI
8vo Círculo. Octavo recinto Concejeros Fraudulentos. Aquí arden en llamas. Se hace
Canto alusión a la Odisea.
XXVII
Canto
XXVIII
Canto
XXIX
Canto
XXX
Canto
XXXI
9no Circulo. Zona Lago Cocito. Zona Traidores de sus parientes. Enterrados los pecadores en un
Canto Antenora Caín, Contemporáneos de
Dante. Asesino del rey Arturo.
lago de hielo solo con la
cabeza saliente, violetas del
XXXII Traidores a la patria. Conde
Ugolino y Arzobispo Ruggieri
frío.
9no Circulo. zona Tolome Traidores a los huéspedes. Cuenta la historia de Ugolido,
Canto Fray Alberigo y Branca Doria que muerde a Ruggieri.
XXXIII
9no Círulo. Zona Judeca Traidores a los benefactores. Lucifer era indescriptiblemente
Canto Lucifer y Hades. Judas, Bruto,
Casio.
feo. Tenía 3 cabezas y con cada
una devoraba a los 3. Estaba
XXXIV aislado inalcanzable, en
soledad. Bajan por sus piernas
y llegan a un pasadizo que va
hacia el purgatorio.
RESUMEN DE LA DIVINA COMEDIA
INFIERNO – RESUMEN DE LA DIVINA COMEDIA
La empresa comienza con un Dante que, a la mitad del camino de la vida, se ve perdido. La selva oscura, asediada
por fieras, en la que inicia el camino del poeta, refleja la confusión del alma que ya no encuentra el sentido de la
vida conforme al bien y tan sólo halla un débil apoyo en la sensibilidad y las apariencias.
Surge entonces la razón – y, más que la sola razón, la sabiduría del arte – encarnada por Virgilio. El poeta latino
salvará a Dante del asedio de las bestias, una pantera, un león y una loba, en las que algunos intérpretes ven la
representación de los pecados de incontinencia, violencia y malicia. Después le hablará de un viaje que se ha
planeado desde el cielo y que le servirá para reencontrarse con el fin auténtico, el único al cual debe dedicarse
la existencia.
La jornada no será sencilla. Habrá que descender hasta lo más profundo del infierno, para ver cómo los vicios
aniquilan a las almas. Después, será testigo de la expiación de los pecados en el purgatorio y, finalmente,
deberá contemplar la luz de Dios, visión que tampoco es fácil de sostener (Canto I).
Dante, como es de esperarse, se siente aterrado. Pero Virgilio le rebela quién intercedió por él para que tal
oportunidad le fuese concedida. Se trata de su amada Beatriz; en adelante, el solo nombre de la dama le dará la
seguridad y el aliento necesarios para llevar a cabo cualquier empresa, incluyendo el descenso a los nueve
círculos infernales (Canto II).
Avanzan, pues, hasta las puertas del infierno, franqueadas por el río Arqueronte. Hay, sin embargo, un vestíbulo
que precede al río y en el que un grupo de almas profiere graves lamentos. Aquí – relata Virgilio – están
confinadas las almas de quienes no conquistaron ningún tipo de gloria, pero tampoco merecieron algún
reproche; no fueron fieles a Dios ni se rebelaron contra Él; no ganaron ni amigos ni enemigos; vivieron sólo
para sí mismos, sin dejar huella en el mundo. Fue tal su indiferencia que no hay sitio para ellas ni en el cielo ni
en el infierno y deben conformarse con permanecer a las puertas de este último lugar (Canto III).
Dante y Virgilio no se detendrán aquí. Ambos suben a la barca del demonio Caronte, quien los llevará del otro lado
del río, hasta el Limbo, primer recinto infernal. En este lugar se encuentran las almas que no recibieron el
bautismo y que no cometieron ninguna falta grave, salvo el haber vivido en una época pagana. Aquí están
Homero y Horacio; Héctor y Eneas; Sócrates, Platón y Aristóteles; y el propio Virgilio, junto con otros sabios,
poetas y héroes a quienes no les fue revelado el verdadero Dios. Permanecerán ahí mientras el mundo guarde su
recuerdo. Sin embargo, están condenados a vivir sin la esperanza de alcanzar alguna vez la gloria divina (Canto
IV).
Luego de cruzar el Limbo, los dos poetas descienden al siguiente círculo, no sin toparse primero con el juez Minos.
Con su larga cola, este demonio azota el suelo, marcando el número de círculos que deberá bajar el alma (Canto
V). Es hasta el segundo círculo donde inicia el castigo de los pecados de incontinencia, violencia y malicia.
Conviene aclarar que esta clasificación de los vicios proviene de Aristóteles; sin embargo, no todos los pecados
que Dante ubica en el infierno se ajustan a ella; la herejía no cabía en el catálogo del filósofo griego, pero sí
encuentra un lugar dentro de las faltas condenadas por el cristianismo.
• Segundo círculo. Un torbellino lleva las almas de los lujuriosos (Canto V).
• Tercer círculo. Los golosos avanzan bajo una lluvia de agua negruzca, nieve y granizo. El recito es custodiado por
Cerbero, monstruo con tres cabezas de perro que desgarra con sus enormes colmillos a las almas que intentan
evadir la lluvia (Canto VI).
• Cuarto círculo. Avaros y pródigos caminan en dos filas, arrojándose bultos unos a otros y repitiendo: “¿Por qué
guardas? ¿Por qué tiras?” Su apego desordenado al dinero los somete a tal castigo. Plutón, monstruo de grandes
labios hinchados, vigila que lo cumplan (Canto VII).
• Quinto círculo. Los iracundos pelean y arremeten unos contra otros, mientras están sumergidos en las aguas
pantanosas de la laguna Estigia (Canto VIII).
Los círculos más profundos del infierno, aquellos donde se castigan la herejía y los vicios de violencia y malicia,
están dentro de la ciudad de Dite. Esta región infernal se encuentra del otro lado de la laguna Estigia y se halla
bajo el resguardo de gigantes y demonios.
• Sexto círculo. Sepulcros abrazados en llamas contienen a las almas de los herejes. Papas y clérigos destacan entre
los condenados a este suplicio (Cantos IX, X y XI).
Vicios de violencia. Castigo a las ofensas cometidas contra Dios, contra el prójimo y contra la propia persona
• Séptimo círculo. Dividido en tres recintos, que castigan tres grados de violencia:
– Los que agredieron al prójimo están dentro de un río de sangre hirviendo (Canto XII).
– Los suicidas, violentos contra sí mismos, fueron convertidos en zarzas y su destino es ser destrozados por las
arpías que anidan en ellos. Son las únicas almas que no recuperarán sus cuerpos después del juicio final (Canto
XIII).
– Los violentos contra Dios. Hay tres formas de incurrir en este vicio: Violencia contra la naturaleza, hija de Dios;
violencia contra el arte, sobrino de Dios, y blasfemia, es decir, violencia contra el propio Dios. Todos estos
pecadores caminan bajo una lluvia de fuego (Cantos XIV- XVII).
• Octavo círculo. Aquí reciben su castigo los fraudulentos, quienes en vida engañaron al prójimo mediante la
seducción, la simonía (el soborno para adquirir oficios o cargos dentro de la jerarquía de la Iglesia), la
hechicería, la estafa, la hipocresía, el robo, los malos consejos, la discordia y la suplantación de personas
(Cantos XVIII a XXXI).
• Noveno círculo. Contrariamente a lo que imaginamos, la región más terrible del infierno es helada. Tal es la
condena para los traidores. En lo más profundo del infierno y sumergido en el hielo hasta la cintura, está
Lucifer. El demonio tiene tres rostros y en cada una de sus fauces mastica a un traidor: Judas, traidor de Cristo,
y Bruto y Casio, traidores de César (Cantos XXXII a XXXIV).
Hay que notar los rasgos simbólicos de los castigos infernales, mismos que obligan a pagar a las almas por las
virtudes que no cultivaron. Los lujuriosos, incapaces de contener el torbellino de sus pasiones, ahora son
arrastrados por él. Los suicidas, que atentaron contra su cuerpo, jamás volverán a recuperarlo. Magos y
adivinos, que trataron de adelantarse a los acontecimientos, tienen el cuerpo torcido y están obligados a mirar y
a caminar siempre hacia atrás. Los traidores son castigados con la misma frialdad con la que tramaron males
contra otros.
Penetrando hasta el fondo del último círculo y luego de trepar por las espaldas de Lucifer, Dante y Virgilio salen
del infierno y vuelven a contemplar la luz de las estrellas. No hay mucho tiempo para recobrar el aliento. Cerca
de ahí se levanta el monte del purgatorio, que también deberán escalar.
Antes de ascender por los siete círculos del Purgatorio, uno por cada pecado capital, los poetas atraviesan el
Antepurgatorio, una llanura en donde aguardan las almas de quienes murieron violentamente, mostraron
demasiado apego a las cosas terrenas o fueron lentos para el arrepentimiento (Cantos I a IX).
La voluntad de Dante vuelve a flaquear al contemplar una nueva índole de tristezas, la de las almas que, si bien no
han perdido toda esperanza, tampoco están indemnes y deben curarse a sí mismas. Una vez más, es Virgilio
quien le infunde ánimos, pero esta vez no invoca la imagen Beatriz; apela, en cambio, a la virtud del poeta: “Sé
como una torre sólida, que no inclina sus almenas aunque los vientos arremetan contra ella” (Canto V).
En cada uno de los círculos del purgatorio se expía un pecado capital. Tal como vimos en el infierno, el castigo de
las almas tiene una correspondencia simbólica con sus faltas.
• Primer círculo. Expiación de la soberbia. Las almas cargan enormes peñas sobre sus espaldas, mismas que las
obligan a mirar siempre hacia abajo (Cantos X a XII).
• Segundo círculo. Las almas de los envidiosos portan unas vestiduras de silicio y sus ojos, que miraron con enojo y
desprecio la felicidad y el bien de otros, están cocidos con alambres (Cantos XIII a XV).
• Tercer círculo. En medio de una densa niebla, los espíritus que habitan este círculo, desatan el nudo de la ira, para
liberarse y ascender (Canto XVI).
• Cuarto círculo. Castigo al “amor del bien que no ha cumplido con su deber”, la pereza. Aquí las almas corren,
impulsadas por un gran fervor, para compensar la tibieza con la que vivieron (Cantos XVII a XIX).
• Quinto círculo. Los avaros y pródigos cantan alabanzas a quienes cultivaron la moderación y la pobreza (Cantos
XX y XXI).
• Sexto círculo. En este lugar del monte, donde pagan sus culpas los golosos, crece el árbol de la templanza. Un
árbol con frutos de aroma delicioso, junto al cual corre un arroyo; ambos excitan el hambre y la sed de las
almas que, al no poder comer ni beber, conquistan la abstinencia que no ganaron en vida (Cantos XXII a
XXIV).
• Séptimo círculo. El fuego abraza las almas de los lujuriosos (Cantos XXV a XXVII).
En la cima del monte del purgatorio descansa el paraíso terrenal, el lugar donde vivieron los primeros hombres
creados. Este es el último punto al que llegará Virgilio, pues al ser un espíritu pagano tiene prohibida la
contemplación del Paraíso. A partir de entonces la guía de Dante será Beatriz (Cantos XXVIII a XXXII).
El Paraíso es una región dividida en nueve cielos y cada uno de ellos participa, en cierto grado, del bien. De igual
forma, las almas ocupan un orden conforme a la naturaleza de sus acciones virtuosas (Canto I).
• Primer cielo. De la Luna. Están aquí las almas que se consagraron a la vida monástica, pero que después se vieron
obligadas a romper sus votos (Cantos II a V).
• Segundo cielo. De Mercurio. Aquí están los espíritus que hicieron acciones buenas mientras buscaban el honor y
la gloria (Cantos VI a VII).
• Tercer cielo. De Venus. Las almas que hicieron el bien movidas por el amor (Cantos VIII y IX).
• Cuarto cielo. Del Sol. El recinto para las almas de los sabios. Ellas explican a Dante que, cuando resuciten en
cuerpo y alma, serán más gratas a Dios, pues al fin gozarán de un ser completo (Cantos X a XIV).
• Quinto cielo. De Marte. En este lugar reciben su recompensa quienes pelearon y murieron por defender la religión
(Cantos XV a XVIII).
• Sexto cielo. De Júpiter. Las almas que fueron modelo de justicia (Cantos XIX y XX).
• Séptimo cielo. De Saturno. Las almas de los contemplativos (Cantos XXI y XXII).
• Octavo cielo. Estrellado. Este es el cielo de los bienaventurados y aquí Dante, convocado por san Pedro, san
Jaime y san Juan, examina el modo en que ha vivido las virtudes de fe, esperanza y caridad (Cantos XXIII a
XXVII).
• Noveno cielo. Cristalino. Aquí están las almas que lograron un mayor conocimiento de Dios y, por tanto,
manifiestan el máximo amor hacia Él (Cantos XXVIII y XXIX).
Terminado el recorrido por las nueve esferas celestes, Beatriz conduce a Dante hacia el Empíreo. Es en esta región,
totalmente incorpórea, donde reside Dios. La imagen es evocadora: Un encuentro con la luz absoluta y nada
más. Al poeta no le queda nada por describir, más que una sensación de profundo gozo. Y justo aquí también
termina nuestro resumen de la Divina Comedia