STC 165 2014
STC 165 2014
STC 165 2014
Suplemento
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
11061 Pleno. Sentencia 165/2014, de 8 de octubre de 2014. Recurso de amparo
2698-2010. Promovido por don Rogelio Botana Blanco y don José Francisco
Botana Blanco en relación con la Sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal
Supremo que les condenó, entre otros, por sendos delitos de asesinato, robo
de uso de vehículo a motor y tenencia ilícita de armas. Supuesta vulneración
de los derechos a la tutela judicial efectiva (resolución fundada en Derecho), a
la defensa y a la presunción de inocencia: valor de las declaraciones
autoinculpatorias prestadas en diligencias policiales.
El Pleno del Tribunal Constitucional, compuesto por don Francisco Pérez de los
Cobos Orihuel, Presidente, doña Adela Asua Batarrita, don Luis Ignacio Ortega Álvarez,
doña Encarnación Roca Trías, don Fernando Valdés Dal-Ré, don Juan José González
Rivas, don Santiago Martínez-Vares García, don Juan Antonio Xiol Ríos, don Pedro José
González-Trevijano Sánchez, don Ricardo Enríquez Sancho y don Antonio Narváez
Rodríguez, Magistrados, ha pronunciado
la siguiente
SENTENCIA
En el recurso de amparo núm. 2698-2010, promovido por don Rogelio Botana Blanco
y don José Francisco Botana Blanco, representados por el Procurador de los Tribunales
don Marco Aurelio Labajo González y asistidos por el Letrado don José Manuel Ferreiro
Novo, contra la Sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de A Coruña
de 30 de septiembre de 2008 (rollo núm. 6-2007) y contra la Sentencia de la Sala de lo
Penal del Tribunal Supremo de 30 de diciembre de 2009 que resolvió el recurso de
casación (núm. 11595-2008) formulado contra aquélla. Ha intervenido el Ministerio Fiscal
y han comparecido don Baldomero Rey Carril y doña María Pose Novo, representados
por el Procurador de los Tribunales don Miguel Torres Álvarez y asistidos por el Letrado
don Pablo Abellón López. Ha actuado como Ponente el Magistrado don Ricardo Enríquez
Sancho, quien expresa el parecer del Tribunal.
I. Antecedentes
2. Los hechos en los que tiene su origen el presente recurso relevante para su
resolución, son los siguientes:
cve: BOE-A-2014-11061
para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo. iii) Por otro delito de robo con intimidación
intentado con uso de armas, concurriendo agravante de disfraz, a la pena de tres años y
seis meses de prisión, e idéntica inhabilitación especial que el delito anterior. iv) Por un
delito de robo de uso de vehículo a motor, con la agravante de reincidencia para Rogelio
Botana Blanco, a la pena de once meses de multa con cuota diaria de seis euros más
inhabilitación especial. v) Por un delito de tenencia ilícita de armas, a la pena de dos años
y seis meses de prisión, con idéntica inhabilitación. vi) Y por un delito de daños mediante
incendio, sin circunstancias modificativas, a la pena de un año y seis meses de prisión,
con accesoria de inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo. Todo ello con las
costas y responsabilidad civil determinadas en la propia Sentencia.
b) Los demandantes de amparo interpusieron recurso de casación, que fue admitido
a trámite y, tras la celebración de la correspondiente vista, la Sala de lo Penal del Tribunal
Supremo dictó la Sentencia 1239/2009, de 30 de diciembre, que estimó parcialmente el
mencionado recurso de casación, rebajando la condena de los demandantes por el delito
de tenencia ilícita de armas, de dos años y seis meses de prisión a un año, pero
manteniendo los restantes pronunciamientos condenatorios.
En lo que aquí importa, sostuvieron los recurrentes que siendo la única prueba de
cargo en que se basó su condena las declaraciones que prestaron en dependencias
policiales, no ratificadas a presencia judicial, procedía su libre absolución. A ello responde
la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo que sí cabe valorar como prueba tales
declaraciones, por varios motivos: «1.º) Primeramente, porque carecería de sentido que
una diligencia de declaración en sede policial con todas las garantías, a presencia de
letrado, con lectura de derechos y ofreciendo al detenido la posibilidad de no hacerlo y
declarar exclusivamente ante la autoridad judicial, no tenga valor alguno, y lo tenga en
cambio, como ya hemos dicho, la declaración espontánea extrajudicial. De ser así, es
obvio que la ley debería prescindir de la misma, si no ha de tener absolutamente ningún
efecto. 2.º) Tampoco puede mantenerse que los funcionarios policiales están obligados a
mantenerla ante el juez por las consecuencias derivadas de la falsedad en que incurrirían
en caso contrario. De ser ello así, lo mismo sucedería en toda clase de ratificaciones o
adveraciones de documentos, privados, públicos o notariales, pues podría mantenerse
que tal ratificación es superflua en tanto que condicionan necesariamente el contenido del
documento en sí mismo considerado. Otro tanto ocurriría con la ratificación de denuncias
o prestación de testificales en el juicio oral, cuando el deponente ya haya sido objeto de
actividad sumarial previa. 3.º) Como ya hemos apuntado, la declaración de los
funcionarios policiales ante los que se produjo la declaración, no es propiamente un
testimonio de referencia (pues, se objeta, estando el testigo directo, sobra el de
referencia), pero es que tales funcionarios no dan cuenta de hechos ajenos, sino propios,
y lo único que atestiguan es que el detenido dijo lo que expresa el acta, cuando tal
persona lo niega ante el Tribunal, exponiendo las condiciones de regularidad procesal de
la diligencia, de la que también podría dar cuenta si se le llamase, el propio abogado
presente en la misma. 4.º) Porque es muy habitual, y también lo es en este proceso, que
no existan elementos objetivos de presiones o malos tratos policiales, lo que se puede
acreditar (como aquí consta) por los informes médico forenses que asistieron a los
detenidos, desvirtuando las razones aducidas por éstos ordinariamente para negar las
afirmaciones que hicieron. 5.º) Finalmente, porque los hechos que se afirman y que
entran en el acervo del proceso como material inculpatorio, serán corroborados por medio
de otras pruebas que les presten credibilidad, como ocurre con declaraciones de
funcionarios policiales encargados de la investigación policial, vestigios, datos o
elementos de todo orden que produzcan la convicción judicial. Como argumento adicional,
ha de ponerse de manifiesto que, si bien el art. 297 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
cve: BOE-A-2014-11061
8. La representación procesal de don Baldomero Rey Carril y de doña María Pose
Novo presentó escrito de alegaciones el 24 de febrero de 2011, en el que piden que se
deniegue el amparo solicitado, manteniendo en su integridad las condenas de los
recurrentes en amparo. A tal fin razonan que las declaraciones policiales de los
demandantes fueron prestadas con las debidas garantías, de forma voluntaria y sin atisbo
alguno de inducción. Además, se introdujeron válidamente en el procedimiento, mediante
el interrogatorio practicado en el plenario sobre las mismas, tanto a los acusados como al
agente instructor de las diligencias y, finalmente, mediante su íntegra lectura, tal y como
consta en el acta del juicio oral. Añaden que con independencia de la correcta
incorporación al plenario de esas declaraciones prestadas ante la Guardia Civil, con los
requisitos de inmediación, oralidad y contradicción, la realidad es que la condena de los
dos demandantes no deriva de forma exclusiva de sus declaraciones sino del conjunto de
la prueba practicada de forma independiente y que, lejos de convertir sus declaraciones
policiales en prueba de cargo, lo que hacen es corroborar su contenido de forma tal que,
apreciadas con el resto de la prueba practicada, son más que suficientes para desvirtuar
la presunción de inocencia.
11. La representación procesal de don Baldomero Rey Carril y de doña María Pose
Novo aportó un nuevo escrito el 13 de mayo de 2011, en el que recordaba la presentación
el 24 de febrero de su escrito de alegaciones, que daba por reproducido.
ellos en sede policial, siendo unas declaraciones que no fueron ratificadas ante el Juez de
Instrucción ni durante la vista oral. Añade que el segundo elemento de importancia es la
declaración del agente de la Guardia Civil que redactó el atestado y que asistió a las de
los condenados. Y, finalmente, hay referencias periféricas o de corroboración de tales
declaraciones, como el análisis de los careos o la declaración de la persona que estaba
con la víctima del asesinato en el interior del coche cuando ésta fue tiroteada mortalmente.
Señala el Fiscal que la introducción de las declaraciones de los demandantes ante la
policía como elementos de valoración probatoria es plenamente de recibo, pues tales
declaraciones fueron obtenidas con el respeto a las garantías de legalidad y
constitucionalidad exigidas y posteriormente fueron objeto de debate pleno, con
concurrencia de los principios de contradicción e inmediación en la vista oral, siendo
debatidas y no meramente reproducidas en tal estadio procesal, por lo que el Tribunal de
instancia y luego el de casación pudieron tenerlas en cuenta y valorarlas debidamente.
Por lo que se refiere al testimonio del guardia civil que elaboró el atestado y ante el
que se efectuaron las declaraciones policiales de los demandantes, señala el Fiscal que
dicho testimonio, obtenido en la vista oral y objeto de contradicción e inmediación, fue
correctamente valorado por los Tribunales enjuiciadores. Ahora bien, este testimonio no
puede ir más allá de la mera constatación de que la declaración de los recurrentes tuvo
lugar, que su contenido es el que se refleja en el atestado y que se desarrolló con las
circunstancias que en el mismo se hacen constar. Lo que a su juicio no cabe es que ese
testimonio del guardia civil pueda ser tenido en cuenta para otorgar mayor credibilidad a
las declaraciones policiales de los recurrentes frente a sus posteriores retractaciones en
la fase de instrucción ante el Juez y luego en la vista oral. Ello no es posible porque no se
trata de un testigo de referencia que habla de algo que le ha sido referido, o que pueda
ratificar la declaración de otro; siendo equivocada, a juicio del Fiscal, la comparación o
extensión analógica de la jurisprudencia relativa al testimonio del coimputado o de la
referida a los denominados testigos de referencia.
Ahora bien, a juicio del Fiscal no por ello deja de concurrir en el presente caso
suficiente prueba de cargo lícitamente obtenida; prueba que nace de las propias
declaraciones policiales de los acusados debidamente contrastadas con sus declaraciones
judiciales y con las de la vista oral en la que fueron sometidas a los principios de
inmediación, contradicción y publicidad. Considera que las resoluciones judiciales
recurridas han efectuado la debida motivación acerca de porqué son valorables como
prueba de incriminación las declaraciones policiales autoincriminatorias de los recurrentes
frente a las exculpatorias que efectuaron en la fase de instrucción y posteriormente en la
vista oral. A tal fin, la Sentencia dictada por la Sección Primera de la Audiencia Provincial
de A Coruña asume esa preferencia probatoria a favor de las declaraciones policiales de
los acusados en atención a diversos elementos valorativos: la concurrencia de datos de
verosimilitud en las mismas, coincidiendo los recurrentes entre sí y con una serie de
detalles que sólo podían conocer los autores del hecho, ya que eran incluso ignorados por
los investigadores policiales; la falta de explicación acerca de la razón del cambio, dando
respuestas evasivas, contradiciéndose, a la vez que fracasaban las cortinas de humo con
la querían ocultar la verdad; la evidencia de que lo que declararon concuerda con lo
declarado por la mujer que acompañaba en el coche a la víctima cuando fue tiroteada, con
las comprobaciones múltiples efectuadas por la Guardia Civil y con las pruebas periciales;
la existencia de discordancias entre sus distintas versiones exculpatorias; la insuficiencia
de las coartadas de los tres procesados, como expone la Sala de instancia; o la actitud
que mantuvieron los acusados a lo largo de las sesiones del juicio oral.
Todo ello conforma, a juicio del Fiscal, suficiente acervo probatorio de cargo para
justificar la destrucción del derecho a la presunción de inocencia (art. 24.2 CE) que
cve: BOE-A-2014-11061
a) Como regla general, sólo pueden considerarse pruebas que vinculen a los órganos
de la justicia penal las practicadas en el juicio oral, pues el procedimiento probatorio ha de
tener lugar necesariamente en el debate contradictorio que en forma oral se desarrolle ante
el mismo Juez o Tribunal que ha de dictar Sentencia, de manera que la convicción sobre los
hechos enjuiciados se alcance en contacto directo con los medios de prueba aportados a
tal fin por las partes (por todas, SSTC 182/1989, de 3 de noviembre, FJ 2; 195/2002, de 28
de octubre, FJ 2; 206/2003, de 1 de diciembre, FJ 2; 1/2006, de 16 de enero, FJ 4; 345/2006,
de 11 de diciembre, FJ 3, o 134/2010, de 3 de diciembre, FJ 3). Es en el juicio oral donde se
cve: BOE-A-2014-11061
Alcanzado este punto, si tras el anterior proceder el acusado no admite ante el tribunal
sentenciador su participación en el delito, retractándose de sus declaraciones iniciales, lo
que se plantea es si aquellas declaraciones –por más que se produjera su incorporación
al plenario con sometimiento a las garantías de publicidad, oralidad, contradicción e
inmediación– pueden merecer la calificación de prueba y sustentar una sentencia
condenatoria. Esta, y no otra, es la cuestión que se somete a nuestra decisión.
5. Llegados a este punto es preciso armonizar dos extremos: de un lado, los
demandantes reconocieron los hechos punibles en sendas declaraciones prestadas con
observancia de las formalidades y garantías que el ordenamiento procesal y la
Constitución establecen, por lo que tales declaraciones fueron válidamente incorporadas
al proceso. De otro, tal confesión no tiene valor de prueba de cargo para sustentar su
condena.
Pero al mismo tiempo hemos señalado repetidamente que «el atestado se erige en
objeto de prueba y no en medio de prueba» (STC 31/2001, de 28 de julio, FJ 4). Por
consiguiente, dado que la declaración policial autoincriminatoria no es la prueba sino el
objeto sobre el que deberá versar la actividad probatoria, ha de seguirse de ello que las
partes acusadoras tienen, derivado del art. 24.2 CE, el derecho a proponer medios de
prueba tendentes a acreditar que el imputado fue veraz cuando reconoció el hecho
delictivo.
La declaración autoinculpatoria en el curso de las diligencias policiales no es una
prueba de confesión pero sí una de manifestación voluntaria y libre documentada que
cuando se realiza con observancia de requisitos legales adquiere existencia jurídica. De
una parte, como elemento de contraste con las declaraciones judiciales posteriores,
incidiendo en su propia credibilidad. De otra, la declaración policial puede contener datos
cuya veracidad resulte comprobada mediante verdaderos medios de prueba. Las
declaraciones obrantes en los atestados policiales no tienen valor probatorio de cargo.
Por ello en nuestra STC 53/2013, de 28 de febrero, FJ 5, declaramos que «se producirá
también la vulneración del derecho a la presunción de inocencia siempre que la
eliminación de la prueba irregularmente valorada deje sin sustento el relato de hechos
probados que soporta la declaración de culpabilidad del acusado» lo que sucederá
«cuando la prueba personal eliminada sea la única tomada en cuenta por la resolución
impugnada». Pero la cuestión debe analizarse con una perspectiva diferente si esas
declaraciones autoinculpatorias documentadas en el atestado policial ponen de manifiesto
unos hechos que son acreditados por otros medios de prueba.
Guardia Civil ni le amenazó ni coaccionó; tampoco le dijeron lo que tenía que declarar, lo
que figura en el atestado es lo que se le iba ocurriendo al declarante» … «Que no quiso
firmar porque sabía que lo que figuraba era mentira, y él quiere decir la verdad; que los
detalles de la declaración se los inventó». En el plenario reiteraron su retractación
respecto a lo que declararon en el atestado y manifestaron que la Guardia Civil les
BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 262 Miércoles 29 de octubre de 2014 Sec. TC. Pág. 127
pistola y apuntó a Martín. Los dos hablaron y les pidieron lo que tuvieran. El de su lado
intentó abrir la puerta. Rompió la ventanilla en ese momento el que estaba por el lado de
Martín dijo vamos que le disparo...». Afirma el Tribunal Supremo que esta coincidencia solo
puede tener por explicación la presencia de los recurrentes en el lugar de los hechos.
De otra parte, quedó demostrada la veracidad de su relato, al haberse acreditado por
otros medios de prueba la participación en los hechos de don Iván Añón Botana, a
quienes los recurrentes atribuyeron la autoría material del disparo mortal «a cañón
tocante», siendo así que tal participación quedó posteriormente acreditada mediante
prueba pericial que evidenció la existencia de restos de pólvora en su mano y por el
hallazgo en su domicilio de documentos y prendas con restos de sangre de la víctima.
Igualmente pone de relieve la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo la contradicción en
que incurrieron los recurrentes en la diligencia de careo que se practicó en el juicio oral,
dando tres versiones dispares acerca de la razón por la que incriminaron a Iván Añón
Botana en sus declaraciones policiales.
Estos elementos probatorios, ajenos a las declaraciones autoinculpatorias pero que
acreditaron la veracidad de éstas, son los que han llevado a los órganos de la jurisdicción
penal a alcanzar un juicio sobre la responsabilidad penal de los demandantes, sin incurrir
en vulneración de sus derechos a un proceso con todas las garantías y a la presunción de
inocencia (art. 24.2 CE).
En consecuencia,
FALLO
Ha decidido
Denegar el amparo solicitado por don Rogelio Botana Blanco y don José Francisco
Botana Blanco.
Dada en Madrid, a ocho de octubre de dos mil catorce.–Francisco Pérez de los Cobos
Orihuel.–Adela Asua Batarrita.–Luis Ignacio Ortega Álvarez.–Encarnación Roca Trías.–
Fernando Valdés Dal-Ré.–Juan José González Rivas.–Santiago Martínez-Vares García.–
Juan Antonio Xiol Ríos.–Pedro José González-Trevijano Sánchez.–Ricardo Enríquez
Sancho.–Antonio Narváez Rodríguez.–Firmado y rubricado.
cve: BOE-A-2014-11061