Divertinventos - Abdon Ubidia PDF
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ladrón que ha insistido ya varias veces con el arranque, Pronto los olvidaremos porque pasarán a ser tan banales
intenta huir. Pero tanto puertas como ventanas están y cotidianos como todas las novedades tecnológicas que
muy bien trabadas. No conseguirá abrirlas. Es cuando llegan a nuestras vidas. Y la única manera de salvarlos de
una aguja hipodérmica sale del asiento y le inyecta un la anonimia que les confundirá con el infinito resto de
preparado especial que le paraliza las piernas y le deja las infinitas cosas de este mundo, será el que podamos
sin voz. Se ha establecido que, en un porcentaje muy imaginarlos en épocas pasadas, cuando todavía nadie
alto de los casos, el ladrón —bajo el efecto de la droga—, sospechaba que fuesen posibles. Imaginarlos por ejemplo
cree que todo lo que le ocurre no es otra cosa que una en el instante en que un criminal, o una pareja de amantes
pesadilla. Para evitarle tal error, la misma grabación le clandestinos, o una niña que ha explorado su cuerpo
explica los pormenores del asunto. Y así todo queda desnudo frente a tal espejo, descubren que aquello que
listo para el último paso que, por desgracia, es harto nadie más debe ver está detenido ahí, quizá para siempre;
desagradable pero, sin duda, necesario. El espaldar y quizá porque el maldito cristal es irrompible; quizá
el asiento se corren hacia la derecha (en los modelos porque si se rompe ha de multiplicar por mil, eso, aquello
ingleses hacia la izquierda) dejando al descubierto que nadie más debe ver.
un sistema de engranajes y émbolos entre los cuales
el ladrón es perfectamente triturado, comprimido, y De nubes y dirigibles
Del seguro contra autos disuelto en un poderoso ácido inodoro cuya fórmula Diez años antes de la primera guerra mundial, el por-
robados es un secreto de la casa fabricante. Luego, asiento y venir de los aviones parecía incierto. Armatostes con
espaldar retornan a su posición normal, de tal manera facha de insectos disparatados, frágiles cometas a
que el propietario cuando entre a su vehículo y lo ponga cuestas con una hélice enorme y pesada —más una
El sistema funciona así: cuando el en marcha no encuentre un solo indicio de lo que ha carga que un impulsor—, esas caricaturas vacilantes
ocurrido ahí. La casa fabricante garantiza que sólo en que se destrozaban contra la tierra luego de un salto
ladrón consigue entrar al automóvil un uno por ciento de los casos, el dispositivo confunde torpe, parecían simbolizar el fracaso total de toda
—cosa por lo demás nada difícil— ladrón con propietario. creatura humana que quisiera andar por el aire sin ser
más liviana que él.
y se sienta frente al volante, unos De los nuevos espejos “El aire fluye, se desliza, vuela y se escapa; la burda
Se los puede encontrar en cualquier tienda de Alemania. y brusca geometría de lo terrestre jamás podrá con el
dispositivos accionados electró- En apariencia no difieren de los espejos comunes y aire”, decían los escépticos de la época.
nicamente traban las puertas y corrientes. Ni siquiera su espesor es distinto. Cuatro o A diferencia de los aviones, los dirigibles establecían
cinco milímetros. Y un corte transversal no mostraría un pacto tácito entre los elementos. Eran, ellos ente-
aseguran las ventanas. La operación puede o no ser silenciosa. El otra cosa que la masa vítrea, el fondo azogado y la ros, una concesión, un gesto amigable. Grandes bur-
Divertinventos
hace falta de un determinado número de golpecitos
dados con los nudillos, según la clave personal que *
N. de la E. Estos cuentos han sido expresamente seleccionados por el
cada propietario, con ese mismo procedimiento, puede autor de sus tres libros de DivertINventos (Divertimento+invento) para
armas y letras. El primer volumen se llama Divertinventos o Libro de Fantasías
cifrar. Por el momento los venden como juguetes, una
(Primera parte*) suerte de embelecos cibernéticos. Mas, según dicen,
y utopías (Grijalbo, 1989); el segundo El palacio de los espejos (El Conejo, 1996,
Alfaguara, 2000) y el tercero, publicado por entregas en la Revista Conectados,
a lo largo del 2002. Se ha decidido, dada su extensión, presentarlos en dos
en un próximo futuro los usarán (bien empotrados y partes. La segunda parte de esta serie de relatos se publicará en el próximo
Abdón Ubidia protegidos) en residencias y casas de comercio para número de armas y letras.
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agua, y un callado fuego interior, encontrarían en ellos de surtidores que emitiesen un tenue vapor cuya habitantes menos huraños de la Nueva Liliput, como Por causa de ese reportaje he dejado la ciudad de
un símbolo de convergencia y comunicación. finalidad habría de ser la de procurarles un camuflaje la han bautizado; escuchar sus vocecillas chillonas, Xanten y he venido hasta acá, a través del océano y
Pero, desde luego, en la legión relegada de los sue- perfecto. Cualquiera al verlos, no los vería de verdad. oír sus quejas y reclamos. Hablan nuestros idiomas, de un continente entero. He venido a observarlos
ños. Ésta era la idea tenaz del profesor Schwerfuss. Para él no serían sino nubes errantes arrastradas por visten como nosotros e imitan nuestros gestos. Les vivir, caminar, entrar y salir de sus minúsculas casas,
Portando siempre, en uno de los bolsillos de su chaleco, el viento. Las silenciosas aspas accionadas por pedales, han enseñado bien nuestra cultura. Pronto la ciudad fingiendo una cotidianidad eterna y trivial, como si no
un recorte de diario, le daba vueltas y vueltas a un nunca los delatarían. les resultará pequeña y a pesar de la voluntad de los supiesen que su destino no depende de su voluntad.
proyecto que echaría a rodar apenas le fuese posible. Por desgracia, hasta este punto llega nuestra científicos para preservar el desarrollo natural de cada He venido hasta acá y me he puesto a pensar en que si
En el recorte estaba una noticia: junto con los información. Y todo lo que digamos o queramos decir colonia, tendrán que trasladar una parte de la población tan sólo no tuviesen un cerebro como el nuestro, una
primeros dirigibles para pasajeros, habían aparecido de lo que vino luego será obra de un torpe afán espe- a otro sitio. La verdad es que nuestros pequeños se- conciencia como la nuestra, todo les sería más fácil,
también sus equivalentes piratas. Agazapados culativo. Si en el proyecto del profesor había unos mejantes se reproducen de prisa, a despecho de las infinitamente más fácil.
entre las nubes —cúmulos, remansos o bancos dirigibles destinados a viviendas, otros a sembríos, y campañas de control natal y todo eso.
lenticulares— aguardaban la oportunidad de que su otros a los dispositivos captadores de agua de la atmós- Un diario de gran circulación ya se ha ocupado del De la revolución gris y sus agitadores
presa pasara cerca de ellos. Entonces se lanzaban a fera y energía del sol, o si, por el contrario, en cada una asunto. El reportaje —publicado hace unos días— Albert Länder es un joven alto, afilado, locuaz. Tiene el
un ataque que poco difería de los que, en su tiempo, de las naves había compartimientos acondicionados refería algunos hechos que no tardaron en ser des- rostro anguloso y los ojos brillantes de los iluminados.
realizaron sus antecesores marinos. Pero lo que le para estos usos, no lo podemos conocer. mentidos por el gobierno, lo cual sería una prueba Todo lo que gana en negocios diversos —a los cuales
interesaba al profesor Schwerfuss no eran los piratas Ocurre que no tenemos medios para saber si aquella irrefutable de su veracidad. El reportero sostenía considera males necesarios—, lo invierte en su causa
ni sus hazañas, sino su manera de camuflarse entre utopía funcionó alguna vez, o nunca, o si todavía que ya se han producido fugas masivas de algunos política. Albert Länder es un militante de profesión.
las nubes. El profesor Schwerfuss era uno de los subsiste, pues en 1913 el profesor Schwerfuss, su familia laboratorios y anticipaba que los prófugos no tardarían Es un iluminado a tiempo completo. Vive en un des-
tantos futurólogos que, a comienzos de siglo, casi se y amigos cercanos desaparecieron sin dejar rastro, en ocasionar estragos incalculables si lograran ván atestado de libros y cuadernos azules en los que
confundían con los pitonisos y los nigromantes. Muy aparte del minúsculo modelo de un dirigible (de unos sobrevivir a los ataques de perros y gatos domésticos, escribe interminables ensayos. En un rincón se alza
contados amigos confiaban en sus vaticinios dizque treinta centímetros de largo), que ante los ojos curiosos amén de los de las ratas, cosa nada difícil puesto que su el mimeógrafo de mano que le sirve para editar las
avalados por un cuadro de complicados conceptos que de quienes forzaron las puertas de su departamento, al ser nivel de inteligencia es, por cierto, similar al nuestro. hojas volantes y folletos que reparte en mercados y
aunaban los más estrictos cálculos científicos y lo que tocado por un vecino, empezó a cubrirse y descubrirse, Sugería el reportero algunos modos de poner orden, a ómnibuses. Sobre el velador está el megáfono que usa
él denominaba “las tendencias secretas del mundo”, alternadamente, con un vapor blanco, antes de terminar tiempo, en el mundo de estos nuevos seres. La primera en sus arengas. A ras del suelo se extiende el colchón
que acaso nunca pudiesen ser recuperadas por la ciencia. desintegrándose por completo. solución podría ser la de encontrar alguna fórmula mísero en el cual duerme o hace el amor con mucha-
Loco, pesimista, ingenuo, fueron los calificativos menos Esto fue lo último que se supo del profesor Schwer- —también genética— que los eliminase por completo chitas siempre distintas. Albert Länder nunca se
duros que recibió nuestro profesor cuando años atrás fuss. —un virus, por ejemplo— para ahorrarles y ahorrarnos detiene. Ni le desanima la inconstancia de sus escasos
predijo, entre otras cosas, las dos guerras mundiales, las Entonces no nos queda más remedio que dejar sufrimientos inútiles; para que volvieran a la nada de seguidores que, al igual que sus amantes, aparecen y
masacres masivas, las cámaras de gas. la mirada perdida (mientras viajamos en avión por donde nunca debieron salir. Citaba el reportero una se esfuman en su horizonte como estrellas fugaces.
Convencido de que poco podría lo que las buenas entre las vastas nubes, o mientras contemplamos un larga lista de agresiones que cometemos con ellos Albert Länder pregona la revolución gris. En otro
gentes denominan “razón humana”, para designar con atardecer fantástico, de esos pródigos en arreboles casi inadvertidamente. Como ejemplo, tendencioso rincón del desván se apilan pancartas grises y banderas
algún nombre a aquello que se contrapone a esa otra y formas sobrecogedoras), dejar la mirada perdida claro está, contaba el destino que sufrie-ron los también grises que lucen el círculo blanco que rodea
razón también humana que acabaría por precipitar al en alguna nube amarilla, o rosada, o roja, y pensar, minihumanos que fueron regalados a los niños de la al círculo negro.
mundo en las llamas del infierno, el profesor Schwerfuss simplemente pensar. familia imperial: terminaron descabezados y mutilados La revolución gris, que según su mentor será ine-
había diseñado una solución radical para salvarse y como si no hubiesen sido nada más que muñecos vitable, parte de un principio estricto: hay que entregar
salvar a sus pocos adherentes de tales suplicios. De la Nueva Liliput baratos. La segunda solución consistía en crear para el poder y los ejércitos a los ancianos. Y no, por cierto,
Consistía la solución en abandonar definitivamente Tenían que ser los japoneses quienes —manipulación ellos un aparato policial fuerte, conforme a los modelos para resolver, de una vez por todas, el problema de la
la propia superficie de una tierra considerada por genética de por medio— encontraran la manera de existentes en nuestras sociedades, para que cada co- denominada tercera edad —que de paso también se
él como el escenario inevitable de la confrontación crear una especie humana tan diminuta: la estatura lonia se autocontrole e imponga sus propios límites. resolvería—, sino, y sobre todo, para que toda la fuerza,
y la lucha. Su idea era reaccionaria, como el mismo normal está por los cinco centímetros. Jonathan Swift Dicha policía dependería, desde luego, directamente la pasión, la energía de la juventud y de la madurez se
profesor lo reconocía. Pero era su idea. Y la iba a poner se hubiese maravillado al verlos caminando por los de hombres de probada experiencia en tales trabajos. inviertan en el éxtasis y el disfrute de la vida, en los
en práctica de todas maneras. Si en la tierra “no había jardines de la ciudad provisional que ha sido diseñada La tercera solución, que bien pudiese complementar goces de la carne, en los cantos y los juegos del amor y
lugar” para las utopías, pues había que trasladarlas a para ellos. Protegida por una cúpula de cristal, esa la anterior, tendría que ver con una política educativa del placer, y no en otro tipo de gastos inútiles.
los cielos. Y no a los míticos, místicos y fantasiosos suerte de maqueta viviente alberga una población que sirviera para integrarlos a nuestra sociedad: ellos Relegados al ejercicio del poder, obligados por una
de las religiones, sino a los cielos concretos y reales de mil individuos. Otras colonias están repartidas en bien pudieran trabajar para nosotros limpiando suerte de conscripción postergada a ocupar las fun-
de nuestro mundo. El profesor había pensado en una varios laboratorios japoneses. La que tengo ante mis desperdicios o ejecutando tareas —en el área ciones ejecutivas —desde el más bajo hasta el más alto
comunidad que viviese en dirigibles equipados —entre ojos es la única que se exhibe al público. Mediante microelectrónica, por ejemplo— que su tamaño les nivel—, ancianos trémulos y olvidadizos, demorarían
muchos otros mecanismos especiales— con baterías altavoces uno puede, incluso, comunicarse con los ayudaría a realizar con eficacia. por fuerza la enloquecida marcha de la sociedad.
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Lo cual se traduciría en un incremento real del tiempo grande que el calor del verano no llega hasta él. La amenaza el porvenir de su patria. Un día se lo dijo al lenguaje propio, no del todo verdadero, y a veces hasta
libre de los ciudadanos: habría, pues, más horas para niña le mira las manos huesudas, las manchas, las capitán de policía. falso, pero novedoso y, sin duda, sugestivo y motivador.
pensar, amar, sentir; para disfrutar la única vida que venas azules; le mira el rostro de pergamino, los ojos Para su contrariedad, el capitán, limpiándose la Länder sabe que el fin justifica los medios.
les ha sido asignada a los hombres. El deterioro de acuosos, hundidos, el hueco de la boca que balbucea espuma de cerveza del bigote, le respondió: —¡Hay que retornar a la sociedad arcaica! —dice en
la maquinaria opresiva que violenta el espíritu de palabras a ratos incomprensibles. Dentro del uniforme, —No debes inquietarte, al menos todavía. su nuevo lenguaje. ¡Hay que devolver el gobierno a los
quienes, en la sociedad actual, no comparten el poder, el guerrero parece escurrirse. Bebe el agua a grandes Conocemos bien las actividades de Länder y no las más sabios! ¡A los más sabios en la sabiduría de la vida
no lo disputan, o no quieren disputarlo, cambiaría las pausas. Es un anciano ceremonioso. Agradece a la consideramos peligrosas por el momento. Cuando su y de la experiencia! ¡Que la ciencia y la técnica dejen
órdenes imperiosas en débiles súplicas, porque hasta niña con profundas inclinaciones y le entrega el jarro grupo crezca, será otro cantar. Encontrarán dificultades el paso a la verdadera sabiduría! ¡Todo el poder a los
la muy improbable ira de los ancianos no tendría a su vacío. Luego le pide que le indique la dirección que ha y empezarán a desesperarse, a tramar ataques en contra patriarcas! ¡Todo el poder a los hombres venerables!
disposición medios eficaces de coacción y fuerza. de tomar. La niña señala un punto lejano. El guerrero del orden, de la propiedad, de nuestros valores. Entonces Cuando Albert Länder calla su audiencia calla
De este modo —dice Länder—, no es difícil ima- camina unos pasos. Regresa y le pide a la niña un nuevo podremos eliminarlos sin remordimientos. también. Por un momento el mundo se queda en
ginarse un mundo regido por gobernantes decrépitos, favor: que le permita tocar por un segundo sus jóvenes Albert Länder conoce bien los peligros que se ciernen silencio. Después irrumpen la alharaca y las bromas
rodeados de ministros y asesores (sobre todo estos pechos. La niña acepta y siente el helado temblor que sobre su futuro. Pero no los teme. Está demasiado incomprensibles. Pero nunca falta en el público algún
últimos) tan decrépitos como ellos, en el cual las apenas la roza. El anciano le agradece de nuevo, se ocupado elaborando lo que él llama “la cobertura anciano que recoja una de las volantes que el agitador
ceremonias del poder y las frecuentes pompas fúnebres queda un momento en silencio como buscando en su ideológica de su lucha revolucionaria”. Es decir —en sus reparte, y la guarde, bien doblada en el bolsillo del
(que casi llegarían a confundirse), así como también memoria algún residuo perdido, y con otra reverencia palabras—, proporcionando a su empresa redentora un pecho, muy cerca de su corazón
los aparatos burocráticos de los estados, perma- reanuda su marcha. La niña lo ve alejarse, caminar en
necerían tan lejos, tan ajenos a la vida común de los una amplia media luna hacia el lado de las mieses aún
ciudadanos, que un sinnúmero de relaciones nuevas, no cortadas. La niña llama a gritos al guerrero para
insospechadas hasta hoy, proliferarían entre ellos. que corrija su rumbo. Pero es inútil. El no la escucha y
La vida sería así múltiple y diversa, pero, a la vez, desaparece en el dorado horizonte. Ella no insiste. Sabe
comunitaria y cálida. que hay una guerra y que en la guerra ocurren cosas
En lo que respecta a las batallas, Länder prefiere raras. La víspera, luego de que ella y sus compañeros
ilustrarlas con una escena vivida. Al azar imagina retornaran de bañarse en el río, descubrieron un par
un campo de trigo a medias segado. Pone en su de soldados —enemigos entre sí—, que trataban de
descripción un limpio sol que hace reverberar el aire. sepultar bajo una pirámide de piedrecillas y ramas
Son las dos de la tarde. En la cabaña solitaria reposan, de pino, a un artillero que acababa de morir sin un
semidesnudos, los niños y niñas que cultivan el trigo. rasguño, de puro viejo, luego de haber disparado en
El sudor humedece sus cuerpos dorados. La mañana cualquier dirección el cañón principal de su máquina
ha sido pródiga en juegos, caricias y ocupaciones. El de guerra.
cansancio, el calor de la tarde, la abundante comida “Unos estados así no sojuzgarían a nadie. Una gue-
basada en pan, leche, agua fresca y frutas, los ha rra así no mataría mucha gente”, dice Länder. Amigo
vencido. Entonces asoma en el paisaje un guerrero de las ilustraciones didácticas, considera que escenas
exhausto. El verde olivo de su ropa de campaña resalta como estas son suficientes para rebatir a cualquiera
en el campo amarillo. Tiene unas cuantas ramas que dude de la razón de su causa.
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