Bandidos S.xix

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MAXIMILIANO A.

SALINAS
iY
El bandido Guarapoco
se h e a saltear a Berlin
pas6 por Curacautin
con una flor en el choco.
.......................
Era Falcato un bandido
ya celebre en la naci6n
porque no habia tenido
rival en su profesi6n.
.......................
Joaquin Murieta
recorria las montafias
con sus hombres cocorocos,
cien versos serian pocos
para contar sus hazafias.
(Oreste Plath, Geogmfia del canto
y la leyenda chilenos, 1873.)

I
El marc0 del siglo XVIII

Como una consecuencia de la estratificacibn social caracteristica del siglo


XVIII chileno, en el campo, 10s peones y gaiianes, trabajadores ocasiona-
A
les con baja remuneracibn, pasan a integrar la mesa de 10s vagabundos.

Maximiliano Salinas es Tedlogo e Historiador. Vive en Chile.

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Los vagabundos, el sector mis oprimido y explotado del sector rural, en-
frentan dos alternativas para conseguir su subsistencia: la mendicidad, CO-
mo asimilaci6n pacifica de su condici6n de tal, O el bandolerismo, como
expresi6n agresiva de descontento y rebeldial. La mendicidad es la sumi-
sion; el bandolerismo, la protesta, el camino de la insubordinaci6n al sta-
tu quo, el traspaso de 10s limites del orden social, el enfrentamiento, en
fin, con 10s garantes de dicho orden: 10s detentores del poder y la riqueza.
Si bien se pueden encontrar expresiones de cuatrerismo en la primera
mitad del siglo XVIII, como se observa en las medidas represivas contra
10s ladrones de ganado dictadas por el Gobernador Jost Antonio Manso
de Velasco en 1739, es en la segunda mitad del ultimo siglo colonial, don-
de se revela la magnitud del bandolerismo rural chileno. Observa el histo-
riador Mario Gbngora: <<Particularmente,desde la dtcada de 1750-60, 10s
contemporineos tienen la sensacibn de una epidemia de bandolerismo ru-
ralJ. Y aiiade que la abundancia de causas judiciales alcanza su mdxima
hacia 1750-90’. Un Bando de Buen Gobierno emitido en 1773, y citado
por Gbngora, afirma que acrece cada dia el clamor por la repeticibn de
robos en ciudades y campos de este Reyno para que se pueda sujetar la
plebe, gente vagabunda y ociosa, acostumbrada a r~bar.,~. El historiador
colonial Miguel de Olivares sostenia que. a mediados del siglo XVIII, exis-
tian alrededor de doce mil bandoleros en el territorio chileno, 10s que eran
el terror y el desconsuelo de 10s ricos hacendados, especialmente si estos
ultimos hubiesen intentado denunciar a 10s cuatreros. Dice textualmente
el jesuita:

.Los hacendados del campo, en especial en parajes mis infestados de estas aves
de rapifia, como Colchagua, Maule y Chillin, lloran inconsolables la calami-
,
dad de lo que ellos cuidan y agencian, y aun lo que se mezquinan y defraudan
a si mismos y a sus hijos mucho tiempo, se lo toma en un momento el l a d r h
con sus manos lavadas, que llegan a la intolerable insolencia de agavillarse.
para hacer mis perjuicio a aquel hacendado y honrado labrador, que alguna 2

vez pus0 algdn l a d r h ante justicia y que hizo padecerle pena de la ley; y es
tan continuo el daiio que reciben, que 10s mis de estos hacendados aseguran.
y con verdad, que si tuvieran existente cuanto les han robado en el discurso
de algunos aiios, fueran absolutamente ricos, . .. D ~ .

. Comentando esta situacibn, y haciendo ver sus implicancias, Benja-


min Vicufia Mackenna afirmaba: <<Llegbse entonces hasta prohibirse el paso
del Maule a 10s viajeros, como se prohibe la infecci6n del cblera, por me-
dio de cordones sanitarios, y esa fue la Cpoca clisica de 10s cerrillos de

I G6ngora. Mario, Vagubunduje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a NX), cua-
dernos del CESO, 2, 1966, pp. 2 , I .
2 Ibid., p. 25.
3 Ihid., D. IO.
4 Ibid.
’ Cit. en VicuAa Mackenna, Benjamin, El bandolerisrno antiguo J, el bundolerismo m-
derno en Chile, El Ferrocurril, 21 de septiembre de 1878

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Ten0 y de 10s <<maulinospelacaraw. Ya no s610 no se permitia salir del
pais, sino que se prohibia por necesidades de seguridad, el trinsito de 10s
caminos pliblicos y de 10s rios. No se viajaba sino en caravanas como en
la Arabia, y est0 practicabase en el camino de Taka a Santiago, hasta hace
apenas medio siglo>>6. AI finalizar el siglo XVIII, la historia nos consigna
la existencia de un bandido chileno famoso, Pascual Liberona, apodado
.El Brujom, quien actda entre 1780 y 1790. En 1793 asaltd a grandes co-
merciantes santiaguinos, y lleg6 a desafiar al oidor de la Real Audiencia
Juan Rodriguez Ballesteros, colocando un cartel en la carcel con estas pa-
labras: nBallesteros a ahorcar / y nosotros a saltear>>.Fie1 a1 designio en-
cerrado en estas palabras, el aBrujor Liberona termin6 sus dias en la hor-
ca, asumiendo hasta el final su destino de ilegalidad'. Se puede notar, de
paso, que en 10s versos del bandido colonial ya existen una convicci6n del
enfrentamiento de 10s elementos opuestos, protesta y represi6n.

El bandolerismo rural en el siglo XIX

Durante el siglo XIX, y especialmente favorecido por la crisis de la Inde-


pendencia, el bandolerismo continuo sierido una expresi6n social y colec-
tiva en el Bmbito rural chileno. En 10s primeros afios del siglo, una rela-
ci6n dirigida desde Curic6 a la Real Audiencia en 1802, habla de que 40s
ladrones ya forman cuadrillas y acometen a 10s jueces,*.
En 10s aiios de la Independencia, junto a la crisis agricola, y a1 desor-
den generalizado de un pais en guerra, 10s bandidos se transforman en una
fuerza social importante, a la que realistas o patriotas recurren para sus
prop6sitos politicos. Dese 1819 a 1823, el general, Ram6n Freire debid fu-
silar y ahorcar a mas de mil ladrones y salteadores, realistas y patriotas9.
A partir de 1812, era imposible el transit0 de un viajero aislado entre con-
cepci6n y SantiagoIO. Sin embargo, el problema del bandolerismo segui-
r i subsistiendo a lo largo del siglo, como uno de 10s aspectos mas relevan-
tes de la vida social rural. En 1878, Vicuiia Mackenna habla del bandole-
rismo como a n mal tan vasto, tan profundo, esta plaga nacional, peor que
la lepra y el dlera, porque a la vez nos empobrece, nos mata y nos des-
honra.. Y agrega, aEl bandolerismo es en Chile una planta de vegetaci6n
espontinea y universal como el palqui o las ortigas. Es un mal constitu-
cional, por mas doloroso que sea el afirmarlo, ...>>I1. En las ultimas dC-
cadas del siglo pasado, adquiri6 un especial relieve el bandolerismo que
se desarrollo en la zona de la Frontera, alentado por el proceso de coloni-

Ihid.
' Cf. Dantel A., Elvira, El bandido en la literatura chilena, Boletin de la Academia Chi-
Ienu de la Historia, 2. 1935, p. 254.
Vicufia Mackenna, B., art. cit.
W d . , en El Ferrocarril, IO de octubre de 1878.
I" Encina, Francisco A,, Historia de Chile, Santiago, 1948, tomo XI, p. 558.
' I Vicutia Mackenna, B., art. cit.

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zacidn y sus problemas caracteristicos. Llegan a la Frontera cuatreros y
salteadores provenientes de toda la Repliblica, 10s que se alian a 10s indios
despojados de sus tierras, para robar ganado. Hacia 1886, cientos de ani-
males robados eran vendidos en las ferias de Angol, TraiguCn, Victoria
o Temuco'*.
El sentido de protesta social inherente al cuatrerismo parece no haber
pasado inadvertido a las clases dirigentes del siglo XIX.El escritor, aca-
dCmico, parlamentario y ministro de Estado, Salvador Sanfuentes (1817-1860)
escribid al respecto una leyenda en verso titulada El bundido donde se na-
rra, en un escenario del sur de Chile, la rebeldia y la venganza de un es-
clavo contra sus opresores blancosI3. La represidn de las autoridades con-
tra el bandolerismo continud ejercikndose en el siglo XIX como en tiem-
'
pos de la Colonia. El castigo de la horca, empleado por el oidor Balleste-
ros de la Real Audiencia, a fines de la Colonia, era igualmente utilizado
por el ministro Diego Portales durante la temprana Repcblica. La actitud
de Portales frente 10s bandidos puede gratificarse en las siguientes pala-
bras pronunciadas al ser informado de la muerte de 10s liltimos Pincheiras
en 1832: .Esa noticia ha endulzado mi alma y parece que me hubieran
regalado cien talegos. Felicite usted en mi nombre al presidente, y digale
que cuando escriba a Bulnes le diga de mi parte muchas cosas, especial-
mente por la viveza con que ha hecho jugar el fusil.I4. Portales organiz6
batidas con el concurso de 10s grandes propietarios agricolas, dandole un
evidente caracter de clase a la represidnl5. El destino que esperaba al ban-
dino, transgresor rebelde del orden social establecido, era la muerte vio-
lenta, a manos de las autoridades del sistema.

Figuras destacadas del bandolerismo del siglo XIX

Veamos algunos hitos de este fendmeno 4radiciona1, histdrico y constitu-


cional. como llamaba Vicufia Mackenna a1 bandolerismo chileno, durante 1

el curso del siglo XIX, destacando algunas figuras que alcanzaron espe-
cial prestigio popular y, en especial, la admiracidn y la veneracidn de 10s
pobres del campo.
De la Cpoca de la Independencia destacamos al bandido JosC Miguel
Neira y su banda de ~ L ONeirinos,,
S y la montonera de 10s Pincheira. El
<<maucho,Neira, nacido hacia 1775 y fusilado en 1817, es conocido por
su vinculacidn con 10s patriotas, a travCs del guerrillero Manuel Rodri-
guez. Abandonando a temprana edad su trabajo de ovejero en la hacienda

'2 Encina, Francisco A,, Historia de Chile, Santiago, 1951, tom0 XVIII, p. 271; Queza-
da, Jaime, La Frontera, Santiago, 1973.
13 Cf. Montt, Luis y Nuiiez, Abelardo, Leyendas nucionales, Santiago, 1885, cit. por Ace-
vedo A,, Elisa, El bandido chileno, Memoria UTE, Santiago, 1967, InCd., (profesor a s e m <
,Oreste Plath), pp. 4 - 4 5 ;
14 Cf. Vicufia Mackenna, B . , art. cit.

15 Encima, Francisco A., Hisroria de Chile, Santiago, 1948, tom0 X , p. 564.

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de Cumpeo, al noreste de Taka, va a terminar unikndose a la banda de
paulino Salas, alias <<ElCenizo., que operaba en 10s cerrillos de Teno, pa-
ra <<desquitarsede una vida de sufrimientos y privaciones, de miseria y
de humillaciones, ... > > I 6 . El prestigio popular de Neira y <<ElCenizo,, al-
canza un punto importante cuando ambos logran escapar en Santiago de
una escaramuza con el regimiento de 10s Dragones de la Reina. Separado
despuks de Paulino Salas Neira formari la banda de Neirinos., la
que cuenta con amplia proteccidn por parte del pueblo17. A partir de 1813,
Neira presta sus servicios a la causa patriota. Se hace famoso su asalto
a1 rico avariento apodado <<ElZorro de Peor es Nada,,, un hacendado de
dicho lugar, a orillas del estero Cliimbarongo, de apellido Guzmin, defen-
sor de la causa del Rey, y cruel y despiadado con 10s inquilinos. En 1816
asalta y se apropia de las casas patronales de la hacienda de Cumpeo, don-
de vivi6 cuando nifio, matando al mayordomo, en un gesto de Clara ven-
ganza por su pasado de opresi6n. En 1817, despuks de la victoria de Cha-
cabuco, Neira quiere seguir asaltando, pues, segun 61, *debe permitirse
que se siga atacando a 10s realistas emboscados y a 10s ricos avarientos
y cobardes que no ayudaron a la revolucibnnI*. Las autoridades patriotas
rechazan esta actitud, y Ram6n Freire lo manda fusilar19. La extraordi-
naria montonera de 10s Pincheira, pequefios propietarios de San Carlos, en
la zona de Ruble, actu6 en el periodo comprendido entre 1817 y 1832. Esta
montonera, que lleg6 a contar con bandas de mil y dos mil hombres esta-
ba formada tipicamente por vagabundos. Sus principales asaltos en la dk-
cada de 1820, fueron a Chillin en 1820, Linares en 1823, San Fernando,
Curic6 y San Carlos en 1824, Parral en 1825, Taka y Mendoza en 1828,
y las haciendas del Caj6n del Maipo en 1829. Nos interesa, sobre todo,
destacar aqui el apoyo de 10s campesinos a la montonera. Esta guerrilla
de vagabundos tenia muchos adictos entre 10s campesinos de la pre-
cordillera. Ramdn Freire habla en 1820 de la simpatia de 10s campesinos
de Cat0 por 10s Pincheira. En 1823 se estimaba que 10s campesinos de
Vega de Saldias y de la orilla izquierda de Coigueco, se pensaban sumar
a la montoneraZ0.Tanto <<LosNeirinosD como 10s Pincheira contaban con
sus propios poetas y cantores que exaltaban sus hazafias, como verdaderm
juglares2I. Ello hace suponer la existencia de toda una expresi6n artistica
ligada al bandolerismo de la Independencia, que el pueblo contemporfineo
debi6 conocer.
Pasado el periodo de la Independencia, uno de 10s mis famosos bandi-
l6 Leon Echaiz, RenC, El bandido Neira, Santiago, 1965, p. 29.
.Par la comarca 10s Neirinos tienen siempre, entre la gente modesta, amplia protecci6n.
Unas veces es el mayordomo desleal, que da informes de la hacienda; otras, el arriero que
- oue
transmite noticias Y recados; o el labriego . ofrece su rancho.. Ibid.., D.r 47.
Ibid., p. 109.
l9 Se ha dicho que Neira es ncomo un simbolo de la libertad popular, el huaso sublevado,
* el hombre que de$ la esclavitud de inquilino para vivir la vida libre del merodeador o del
montonero., en Dantel, E., op. cif., p. 259.
zo Cf. Gbngora, Mario, op. cif., pp. 33-35.
2 1 Cf. Dantel, E., p. 249; Leon Echaiz, R., p. 75.

61
jos del siglo pasado fue Francisco Rojas Falcato, conocido comtinmente
:om0 Pancho Falcato. Nacio en Santiago, entre 1813 y 1819, y su vida se
oierde en 10s aiios de la Guerra del Pacifico, hacia 187922.Su fama cun-
jio especialmente por su astucia desplegada para engaiiar a las autorida-
jes, sus espectaculares fugas, y su pensamiento rebelde. Su primer asalto
jata de 1837. Libr6 providencialmente dos condenas a muerte, sentencia-
jas en 1839 y 1847. En 1877 afirmaba que en seis oportunidades se habia
fugado de sus aprehensores, una vez de la carcel, dos veces de 10s .ca-
rros>> o presidios ambulantes, y tres veces en el camino, mientras era con-
jucido a prisidn. En una oportunidad, se disfrazd de religioso dominico,
3ara burlar a la policia, despuis de un asalto a un fundo en Las Condes.
En otra oportunidad, asalto un fundo en Renca, engafiando al dueiio de
Fundo, ofreciCndole un esquinazo de Nochebuena. DespuCs de reducir a1
xopietario agricola y a su familia, engaiib a la propia policia, hacikndose
m a r por el duefio de fundo, llegando incluso a celebrar con 10s agentes
je seguridad una fiesta en las casas patron ale^^^. HaciCndose pasar por
In ganadero argentino, engaiia a1 propio intendente de la provincia de Co-
quimbo, hasta vivir en la casa de Cste, en La S e ~ - e n aHizo,
~ ~ . en fin, de
;us atracos, una permanente burla de 10s ricos y 10s poderosos. Ademis,
iizo gala de un pensamiento rebelde, y de critica a las autoridadesjudicia-
es y policiales de su tiempo. En una oportunidad, le dijo a un juez, el
nagistrado Jost M. Cerda: (<PuedeUS estar seguro que me fugart porque
~ ~ .1840, estando en 10s <carrow
10 puedo sufrir una condena i n j u s t a ~ En
3 presidios ambulantes, en la bajada del puerto de Valparaiso, no trepidd
:n incitar a la sublevacion de 10s presos, debido al rigor y al exceso de
rabajo a que se 10s sometia. Haciendo de paso una critica a la religidn
i
lominante, junto a la critica de la justicia oficial, expresaba: 4 0 s jueces
;on lo mismo que 10s religiosos. Le dicen a uno: tenga paciencia, hijo;
iunque le est& arrancando 10s ojos>>26.
Falcato era un hombre orgulloso de sus acciones y de su actitud frente
i la vida. En la entrevista hecha por el periodico El Ferrocarril en 1877,
p e venimos citando, le decia al reportero: <<Mivida es muy linda. iQuC
mportan esas vidas que cuentan de extranjeros! Ninguna vale lo que la
nia. Toda mi vida es una serie no interrumpida de emociones, una agita-
:ion continua, un batallar incesante, ... Reconocia no haber jamis per-
>pZ.

lido la esperanza, a pesar de todos 10s maltratos y persecuciones de su


Irida: aNunca he desesperado, ni aun en la Cpoca en que estuve cinco aiios

!2 Pereira Salas. Eugenio. Pancho Falcato en la historia en la leyenda, Ediciones de la


iRevista Mapocho, 11. 2. 1964. pp. 149-158.
!' Ulloa C . . F.,Astucias de Pancho Falcato, el mds famoso de 10s bundidos de AmPrica,
Valparaiso. 1908, pp. 5-15,
!4 Ibid.. p. 97.

' 5 Cf. entrevista a Pancho Falcato en la cdrcel. en El Ferrocarril, 24 de febrero de 1877. 4

II. 3.
2'6 Cf. entrevista .... en El Ferrocarril, I 1 de febrero de 1877.

Ibi'd.

t32
con una enorme maza a1 pie; despuCs de cuarenta afios de tragedias, mi
bmzo, mi espiritu y mi coraz6n estBn robustos,,28.AdmitiCndose enemi-
go declarado y explicit0 de la justicia dominante en Chile, enrrostraba a
10s chilenos su temor servil hacia Csta y su rigorz9. El si que no le temia,
afrontando con entereza la feroz persecuci6n que desataba en su contra,
especialmente, el intendente Mhximo Mfijica (1812-1872), juez del Crimen,
Ministro de la Corte de Apelaciones y Ministro de Justicia de su tiempo,
conocido por ser el fiscal acusador en el juicio contra Francisco Bilbao.
Por todo lo dicho, Pancho Falcato era como un gran seiior del bandoleris-
mo, un bandido cabal y valeroso, cuyo prestigio en el pueblo y entre 10s
pobres, adquiri6 considerables proporciones. Era tal su popularidad, que
10s revolucionarios del 20 de abril de 1851, requirieron su presencia para
estirnular a la masa30.
IIn poco mBs adelante en el transcurso del siglo se alza la destacada
figu1ra de otro bandido famoso, Ciriaco Contreras. Nacido en la hacienda
de f IuaquCn, a orillas del rio Mataquito, acompaiiaba a su padre en las
labores agricolas, hacia 1847. En 1851 contrae matrimonio en Talca, esta-
blec iCndose con un negocio de carniceria en San Fernando. Por encubri-
dor en un proceso de cuatrerismo, es condenado injustamente a la chrcel
. poricinco aiios. Alli comenzarhn sus desgracias. Ya puesto en libertad es
rech azado en todas partes. EstarB por temporadas en Rancagua o en San-
tiagc), donde le cup0 actuar en 10s grupos de salvamento durante la catis-
trofe' de la Iglesia de la Compaiiia en 1863. Con Bnimo de establecerse de-
finit ivamente, se va a Chillhn, donde, por una fatalidad, mata a un huaso
en u na reyerta ocasionada por una topeadura con jinetes borrachos. Huye
4
a San Javier, donde se instala con un negocio de carretas fletadoras, pero
es descubierto. Desde entonces, tomar6 contactos definitivos con bandi-
dos de Talca, Maule y Linares. Participa en salteos en Curepto, Lircay,
Claro y Pelarco. En Curic6, Molina, Cerrillos de Teno y Mataquito asalta
a comerciantes y se bate en enfrentamientos con la policia rural.
Ciriaco Contreras se transforma asi en un temido bandolero. Se da cuen-
ta que la policia no lo busca para rehabilitarlo, sino para afrentarlo, y C1
no esti dispuesto a que 10s poderosos se ensaiien con 61. Por el contrario,
CI se dedicara especialmente a atacar s610 a 10s poderosos, a abatir a 10s
solberbios, y a defender a 10s pobres, a 10s dCbiles, a 10s campesinos, a
las, mujeres y a 10s niiios3'. El orgulko de Contreras por la libertad de su
vi(ia, y por no tener que deberle nada a 10s poderosos, se aprecia en un
Pe'culiar encuentro que sostuvo con el copropietario de la hacienda Nila-
hu e, y subdelegado del lugar, Nepomuceno Merino. A1 no ser apresado

2R Cf. entrevista.... en El Ferrocarril, 14 de febrero de 1877.


29 .Yo no tengo en Chile ma'\ enemigo que la justitia,,, en entrevista..., en El Ferrocarril,
10 de febrero de 1877; cf. Muiioz, Jost Maria, Don Zacurjas Encina. Costumbres criollas,
Santiago, 1935, p. 76.
'"Pereira Salas, E., art. cit.
'I Maluenda, Rafael, Hisrorius de bandidos, Santiago, 1963, PD. 71-133: Plath. Oreste. Re-

ferencias folklriricas de la VII Regidn, en Made UC, 7, nov


por Cste, Ciriaco Contreras qued6 con la molesta impresi6n de que Meri-
no fuera a pensar que le habia perdonado la vida, para lo cual envi6 una
carta aclaratoria a la a ~ t o r i d a dCiriaco
~ ~ . alcanzd a n prestigio brujo en-
tre 10s campesinos,33 acrecentado por el hecho de que su acci6n redun-
daba en beneficio directo de 10s pobres. Una vez que fue tomado preso,
10s campesinos lo libraron, desatando una estampida o trope1 de caballos
desbocados, que permitid su fuga. Un diario de la Cpoca admiti6 que el
hecho fue propiciado "par una poblada inculta, entre la cual habia segura-
mente c6mplices del reo.. .>>34. La fama popular de Ciriaco, y la admira-
ci6n campesina, tom6 uno de sus puntos de apoyo en el hecho de que el
bandido nunca derram6 sangre en sus salteos, en homenaje al alma de su
madre35. Incluso, Ciriaco Contreras rompi6 con uno de 10s miembros de ,
su partida, llamado Gaspar Matus, por la crueldad de que Cste 6ltimo ha-
cia gala. Es curioso notar que, al igual que Contreras, Pancho Falcato no
dej6 fama de sangpinario, y nunca sus manos se tiiieron con la sangre del
prbjimo, salvo con la excepci6n de una puiialada dada a un traidor. Esto
sugeriria que el pueblo admiraba en el bandido mas el sentido de su ac-
cion, y no la violencia de su proceder en cuanto tal36.
Con el tiempo, Ciriaco sirvi6 a Balmaceda en la revolucidn de 1891,
y, contratado por la policia, murid atropellado por una locomotora al per-
seguir a un ladr6n en el recinto de la Estaci6n Central en Santiagon.
Un recrudecimiento del bandolerismo en el siglo XIX tuvo lugar a fi-
nes de la centuria con ocasi6n de la pacificaci6n y colonizaci6n de la Arau-
cania. El periddico La Igualdad de Temuco decia en 1892 que <<nohay
dia que no se dC cuenta de robos y salteos tanto en 10s campos como en
el centro de la ~ i u d a d . ~Con
~ . el objeto precis0 de combatir el bandole- ,
rismo de la zona, se cre6 un cuerpo especial de policia rural, a cargo del
famoso comandante Hernan Trizzano, apodado el *Bufalo Bill ~hileno.~~.
Si bien el bandolerismo de la Frontera estaba a veces asociado a 10s inte-
reses de 10s ricos, hubo tambiCn otra expresidn vinculada a la defensa de
*
10s pobres, de 10s trabajadores, de 10s pequefios colonos. <<Amuchos la
pobreza 10s Ilev6 al cuatrerismo. Era un buen negocio. Desesperados de
tanto infortunio, se internaban en 10s campos, cruzaban las m~ntaiias.~~.
Entre 10s bandidos que defendian a 10s colonos pobres se destaca la
figura del apodado <<ElTor0 Frutilla,, asesinado en Loncoche; y entre 10s
que defendian a 10s trabajadores de 10s agravios de sus patrones, se yergue
la figura del llamado aEl Garras Mujaw.

32 Maluenda, R . , op. cit., p. 133.


71 Ibid., p. 132.
34 Ibid., p. 115.
35 Plath, O., art. cit.; Montaldo, Caupolicin, Del Diablo y otros personajes, Concepcih,
1960, p. 108.
36 Cf. Ulloa, F . , op. cit., p. 49.
37 Dantel, E., art. cit., p. 278.
38 Pino Zapata, Eduardo, Historia de Temuco, Temuco, 1969, p. 28.
39 Cf. Lara C . , Jorge, Trizano: el Buffalo Bill chileno, Santiago, 1936.

40 Quezada, Jaime, La Frontera, Santiago, 1973, p. 58.

64
I1
El bandido y la justicia popular: la reiviindicaci6n de la ofensa

Durante el siglo XIx, y proveniente de la Cpioca colonial, 10s campesinos


chilenos cantaban un conocido romance, de origen hisphico, referido a
un bandido llamado Luis Ortiz. En este antiiguo romance, cantado ya en
Colchagua, Taka o Ruble, se encuentra unaI de las claves interpretativas
de la acci6n del bandido, como una acci6n dt;venganza. La venganza, co-
mo un acto de justicia que reivindica la ofen sa ejecutada en perjuicio del
prbjimo, era el sentido comlin del bandoleriismo, y este romance popular
lo celebra como un acto de verdadera justicxa.
Luis Ortiz era un joven que, por indicacil6n de su padre, iba a hacerse
soldado. En el camino se encuentra con su t io, el que est6 siendo agredi-
do, y ello lo mueve a salir en su defensa, da ndo de puiialadas a1 agresor.
Ello desencadena la acci6n de la justicia eli su contra:

AI dar la vuelta a la esquina Ah i se public6 un bando,


ha116 a su tio peleando, en todo aquel obispado:
y por defender por CI El que tome a Luis Ortiz
de puiialadas ha dado. toniari dos mil ducados4'.

Tornado preso, es conducido a la horca, rnas, en el camino se encuen-


tra con unos amigos que lo liberan, y lo fesl:ejan por haber sido un buen
vengador de agravios:
d
............................. Se miraron unos y otros,
CIuatrola guerra formaron
ya lo llevan rebatiado, Y uno desat6 la soga:
lo llevan pa' la ciudi, L.uis Ortiz se ha libertado,
. donde ha de ser colgado.
Por la mit5 del camino ..........................
cinco amigos ha tomado.
-iQuC ha sido esto, Luis Ortiz, spada y daga ha tomado,
que ha sido esto, Luis hermano?. e treinticinco corchetes
-iQuC ha de ser pues, hermanitos? inguno se le ha escapado.
Jiva, viva Luis Ortiz!
............................. $va, viva Luis hermano!
abe 'esvengar una causa
si ustedes no me defienden, tambiCn un buen agravio4*.
maiiana he de ser colgado.

41 Vicuiia Cifuentes, Julio, Romances populures y vull;ares, Santiago, 1912, pp. 329-330.
Recitador de Taka, nacido en 1842.
. /hid nr . 117 ____..-__.
42 ..... __
Rpritnrlnr r l Cnihiiern
~
l_.___I__,narirln en .1 %
3 2 . J. Vicufia Cifuentes recogid cin-
'rsiones de este romance, dos de Nuble, una de T_alca, otra de Colchagua y otra de
6 , cf. ibfd., pp. 329-340. Dos versiones mis de Nuble, provenientes de Nipas y de
;abiin de Alico, en Montaldo, C., op. cit., pp. 116-1 18.

65
Si en el trasfondo hispanico de la cultura popular ya existia la com-
prension del bandido como vengador de las ofensas y 10s agravios, en la
tradicidn propiamente chilena aparece esta misma conception justiciera.
En el caso del antiguo romance llamado (<Elhuaso Perquenco, aparece 1

el bandido como el hombre valiente que castiga la avaricia, la traicion y


el engaiio. El romance revela tambiCn la identjficacion del pueblo con el
bandido, y la acogida que le brinda en medio de las persecuciones. El tex-
to completo del romance es el siguiente:

Ayi va el guaso Perquenco iCorran, corran lo’ sorda’o’,


en su cavayo alasan: corran, corran sin parar!
ocho sorda’o’ lo siguen Yo sC qui ar guaso Perquenco
y no lo pue’en arcansar. ninguno lo va 6 arcansar.
Trre’ muerte’ ’icen que deve A media noche lleg6
ar gorpe de su puiial: cerca de la Rincona’,
no era un viejo avariento i la casa di un compaire
con cara ’e necesi’i’, (ayi) juC i desensillar:
’I otrro un ’ermano trraidor -iQUC se levanten las nifia’,
que lo vino a denunciar, que se levante mi a’iji’;
y tam’iCn una mujier aqui esti er guaso Perquencco
que lo queria engaiiar. para oir una

Dentro del sentido de la reivindicacion justa se encuentra la convic-


ci6n popular y campesina de que robarle a 10s ricos no es una injusticia,
sino un acto de perfecta justicia, que no merece, por tanto, reparo. Esta
convicci6n aparece fuertemente arraigada en las masas campesinas chile-
nas del siglo XIX, tal como lo hemos podido recoger por un testimonio
d e 1842, apareciendo en el organ0 de la Sociedad Chilena de
AgriculturaM. La acci6n del bandido se ubica en este sentido, robindole
al rico y entregindole al pobre lo que aqud le debia a este en justicia.
El inmenso prestigio del bandido del siglo pasado, Ciriaco Contreras, aun -.
recordado por 10s campesinos a mediados del presente siglo, radicaba pre-
cisamente en este sentido justiciero de su accih, en relaci6n a ricos y
pobre~~~.
Un testimonio poktico de esta comprension del bandido como artifice
de una justicia popular que castiga a 10s ricos y defiende a 10s pobres, que
roba a 10s patrones y ayuda a 10s inquilinos, se encuentra en las dkcimas
anhimas que llevan por titulo aLas hazafias del gran bandido de la Fron-
tera conocido con el apodo de <<ElGarras Mujasn, y que se divulgaban
en 10s primeros afios del presente siglo. Damos a continuation el texto
completo de 10s versos:

Vicuria. C.. 3 . . ibid., pp. 141-142. Recitador de Traigutn. nacido en 1874.


d3
44 Cf. Mena, Marcos, Sobre la moralizacicin de 10s campesinos, en El Agricultor, 21 fe- .
brero 1842, p. 162.
45 El recuerdo de 10s campe5inos de Nuble a mediados del siglo xx acerca de Ciriaco Con-
treras. cf. Montaldo, C., op. cit., p. 108.

66 I
Una historia pavo)rosa y lo habia amenazado
escrita con el puiial de lanzarlo mui lijero,
con un valor sin igual cuando llega un caballero
terrible y mui do lorosa; que venia mui cansado.
con actitud mui hiermosa
en la frontera un bandido, Le pregunt6 el caballero
el terror del rico ha sido por q u i estaba Ilorando,
por su arrojo i SLI valor, y el pobre le fue contando
y su temple supeirior entre sollozos lijero;
que el pueblo ha reconocido. el rostro del pasajero
Lo llaman el .Ga rras Mujas. se alter6 de modo tal,
temblando cuandc> lo nombran que acarici6 su putial
porque sus hazaiias asombran de modo disimulado,
i tiemblan hasta 1as brujas; y billetes un puiiado
el hombre no usa tapujas a1 pobre le h e a obsequiar.
i es caballero baridido,
defendiendo al de:svalido Garras Mujas se marcno
con rev6lver i pu Aal, caminando en lo extraviado,
sin dejarse intimi dar y en un paraje adecuado
61 socorre al aflij ido.
en el suelo se sent6,
Un dia un pobre inquilino el hacendado lleg6
lloraba desesperado, desputs de haberse pagado,
porque lo habia insultado y Garras Mujas a su lado
el patrdn de modo indino; de un salto se coloc6,
le dijo que era un cochino y el dinero le quit6
que no le habia pagado, al rico tan d e ~ p i a d a d o ~ ~ .

r: Un aspecto peculiar de la justicia popular, emparentado con cierta con-


ciencia mesianica, radica en el tdpico caracteristico de la humillacion de
10s poderosos. El bandido, con su ingenio y su astucia, es capaz de doble-
gar la soberbia de 10s grandes de la tierra, y ello encuentra una intima
P
satisfacci6n y gozo en 10s pobres. Probablemente, la fama y el prestigio
que Pancho Falcato poseia entre el pueblo y 10s campesinos, tuvo su fun-
damento en esta faceta, en el dejar en ridiculo a las autoridades. Elvira
Dantel, en su estudio sobre el bandido chileno, afirma que Pancho Falcato
<<teniaen sus tretas un buen humor y una habilidad tan Bgiles que el pueblo
reia en el otro aspecto de su sed de,redencion. Era Pedro Urdemales, o
el soldadillo que se reia de las autoridades y se escapaba siempre de ma-
nos de la justicia, . . . > > 4 7 .
En la comprensidn admirada del pueblo en el siglo XIX, en torno a la
figura heroica de Manuel Rodriguez, el guerrillero que cont6 con el apoyo
y la solidaridad de 10s bandoleros y 10s campesinos de su tiempo, como
JosC Miguel Neira, se destaca este aspecto de la humillaci6n de 10s prepo-
tentes. En unas dCcimas de la poetisa popular del siglo pasado, Pepa Ara-

4b Cf. LLI Voz del Pueblo. lmprenta Carmen 477, precio 20 centavos, en Coleccidn LENZ
de la Lira Popular. Versos publicados alrededor de 1918.
47 Dantel, E. art. cit., p. 270.

67
vena, titulada .Glorificacibn de Manuel Rodriguez,, , hay una exaltaci6n
del hiroe, a partir del tema que seiialamos. Citamos la cuarteta y dos de
las dkcimas:

Gloria al hibil guerrillero, de este soldado sin miedo,


gran patriota, hombre virtuoso, gran patriota, hombre virtuoso.
gloria al soldado animoso
que humilld al godo altanero. Los Husares de la Muerte
heron creados por 61
CIJando la gente arrancaba y en Maipo pele6 sin hiel
ca mino de la otra banda, pero con gloriosa suerte;
v L - < m ~ a vLI.LI
R~luiISubL Duo
hxinenr monrlo
tnuuawo uiuIiuu, despuis aquel brazo fuerte
y a todo el mundo animaba; por carrerista sincero
por toda parte atacaba fue de un modo traicionero
a1 espaiiol sin reposo muerto por un argentino,
con su brazo poderoso, y asi muri6 el jefe fino
pus0 en prictica su credo que humill6 al godo altanero4*.

Notemos, de paso, que el motivo mesianico de la humillacih de 10s


poderosos estA reforzado con la imagen biblica del abrazo fuerte y podero-
so,>,atribuida a Dios y que, especificamente en el texto del Magnificat se
menciona como un brazo aue dispersa a 10s soberbios (cf. San Lucas 1,51).

La comprensih del bandolerismo cubre toda una area de la religiosidad


popular y campesina, en tanto expresi6n de una religiosidad de 10s opri-
midos, de 10s percmmiirlnc , v -....,
nrnenn7nAnc --
",AP I.-"
n c nrncrritnc n n r In cncie-
r--------- r-- -- --I--
iil

dad. Ciriaco Contreras y Pancho Falcato, 10s bandidos mas populares del
siglo XIX, eran priJfundamente religiosos.
- Ciriaco no se desamparaba nunca
de su detente reli:gioso, acostumbraba persignarse y santiguarse, y, en su
. .
guarida, venerabzI una imagen y un escapulario de la Virgen del Perpetuo
S o ~ o r r oPanchc
~ ~ . 3 Falcato era devoto de la Virgen del Carmen, y con su
escapulario y la s,eiial de la cruz, espantaba a1 Diablo, que podria apare-
cerse en la figura de un perro negro. Tenia conciencia, ademas, que Dios
lo protegia visiblr:mente, y que lo salvaba en sus fugas espectaculares, en
la conviccih expresada de que .Dies (que) me quiere para biendO.Cier-
tos simbolos relig,iosos en el bandido permitian que Cste pudiese esquivar
las adversidades (le su peligroso destino. Antonio Acevedo Hernandez en
su drama El Znqui:Zinopresenta la figura de .El Ralo~,el bandido de Lina-
res y Maule en el siglo XIX, que, segdn la leyenda popular, no podia mo-
rir porque una bruja le habia incrustado un crucifijo, entre cuero y carne

48 MuAoz, Diego, Pc>esiapopular chiiena, Santiago, 1972, p. 23 y ss


49 Maluenda, R . , op. cit., pp. 76-77, 95, 130.
50 Entrevista ..., en E2 Ferrocarril, I O y 11 de febrero de 1877.

68
sobre el pecho. Mariano Latorre nos refiere la religiosidad de otro bandi-
do, llamado <<ElPicoteado>+'. El Huaso Raimundo andaba con seis me-
(Virgen de Lourdes, Virgen del Rosario, Inmaculada Concepcion,
Santo Domingo, San Benito y San Ignacio de Loyola). <<ElRat0 Eloy.
(1896-1941)andaba con escapulario de la Virgen del Carmen y un devocio-
cionario. Con seguridad 10s bandidos sabian de oraciones y conjuros es-
peciales para rezar en 10s momentos de desamparo, implorando la protec-
ci6n de Cristo y de 10s Santos. Cuando fue capturado <<ElNato Eloy., se
le oy6 pronunciar extraiios y peculiares conjuros.
A continuacih vamos a reproducir dos oraciones de 10s antiguos ban-
doleros del P e d que, en muchos aspectos, eran iguales a sus compafieros
, de Chile5*.Estas dos oraciones tienen fragmentos idknticos a un antiguo
conjuro chilero contra el Diablo, conocido en la zona de C a u q u e n e ~ ~ ~ .
La primera es una oraci6n a San Lino, y que, a1 mismo tiempo, pide
la protecci6n de Dios, Cristo, y la Virgen:

Padre mio, Santo Lino: librame de todo mal; de mis enemigos por ser muchos.
La mano de Dios me Ileve; la de la Virgen me guie de nochz y de dia; la de
mi padre San Blas por delante y por detras. iVilgame el poder divino! Y como
todo es verdad, me valga la Santisima Trinidad. No permitas, Seiior, que rnis
enemigos me persigan. Extraviales por caminos desconocidos. C ~ b r e m ebajo
tu sudario. Ampirame bajo tu corona de espinas y dame poder para vencer
a mis enemigos. Am$d4.
I
La segunda es una oraci6n que se lleva junto a1 escapulario del Car-
men, y que invoca al Justo Juez, en una inequivoca referencia a unajusti-
L cia divina, mucho m6s alta, poderosa, y verdadera que la de la tierra:
r Hay leones que vienen contra mi, detingase en si propios, como se detuvo mi
Seiior Justo Juez. Ea, Seiior. A mis enemigos veo venir y tres veces repito:
ojos tengan, no me vean; boca tenga, no me hablen, manos tengan, no me to-
quen; pies tengan, no me alcancen; la sangre les beba y el corazdn les parta.
Por aquella camisa en que tu Santisimo Hijo fue envuelto, me ha de ver libre
de malas lenguas, de prisiones, de hechicerias y maleficios, para lo cual me
encomiendo a todo lo angilico y sacrosanto, y me han de amparar 10s Santos
Evangelios y llegarkis derribados a mi, como el Seiior derribd el dia de Pascua
a sus enemigos. Por la Virgen Maria y la Hostia consagrada, me he de ver libre
de prisiones y no serC herido, ni atropellado, ni mi sangre derramada ni moriri
de muerte repentina. Dios conmigo y yo con El; Dios adelante y yo atr6s. Je-
S l i s , Maria y JO.@.

I'tiago.
Cf. Dantel, E., art. cir., p. 296; Lihn, Enrique (ant.), Diez cuentos de bandidos, San-
1972.
52
Varallanos, Jose, Bandoleros en e/ Peni, Lima, 1937. El Ciriaco Contreras peruano se
;',""OLuis Pardo, quien s610 asaltaba para robar a 10s ricos y socorrer a 10s pobres, ibid., p. 80.
LaVal, Ram6n, Oraciones, ensalmos y conjuros del pueb/o chileno, Santiago, 1910, pp.
93-94.

69
Es interesante destacar la similitud de estas oraciones y conjuros PO-
puiares con la experiencia espiritual de 10s salmos biblicos, del justo per-
seguido y acosado por sus enemigos. Llama la atenci6n tambiCn la centra-
lidad del tema de la Pasi6n de Cristo, y la solicitud de amparo en el Seiior
doliente, en su corona de espinas y su sudario.
El tema del desamparo y la soledad de Cristo en su Pasibn, y la indife-
rencia del pueblo frente al que es condenado injustamente, debe haber 1Ia-
mado la atenci6n del bandido, quien experimentaba en carne propia tales
sentimientos, en sus enfrentamientos con la justicia. Pancho Falcato, que, ,
ademhs de bandido, era un poeta a lo Humano y lo Divino, nos ha dejado
una dCcimas por el Padecimiento de Cristo, cuya cuarteta dice asi:
*
No hay quien a1 caido levante
ni quien la mano le dC
cuando lo ven que ha caido
todos le dan con el pie56.

En estos versos resuena la vivencia del bandido, que se acrimina y se


fataliza. En fin, hay una cierta identificaci6n entre el crucificado y el
bandido:

Cuando al suplicio lleg6 ipor vosotros morirk!


el inocente corder0 Este prodigio se ve
di6 una mirada hacia el cielo en un Dios tan amoroso,
y su a h a le encornend6, y en aquel trance penoso
diciendo con tierna voz: todos le dan c9n el pies7.

Esta identificaci6n relativa entre el Cristo doliente y el bandido que


va a la muerte se puede apreciar en el romance compuesto a prop6sito del I,

juicio y ejecuci6n del reo Miguel Jer6nimo Triviiios, de Peiiaflor en 1877.


AI descrihirlo
- - . .- . .- en
- - - nadecimientos
sus r----- se habla de
_. - como
61 - <<elhumilde..
<<aquellapaloma mansa., xcctrdero maniatado., etc., expresiones que, en
la lirica a lo Divino, se refieren al MesiaP. En la ocasion, se form6 to-
da una corriente de opini6n 13ara salvarle la vida a1 reo Triviiios, mas, el
Presidente Anibal Pinto no (piso indultarlo, y orden6 la pena de muer-
te58 (b!Y),
Una vez muerto el bandidlo comienza todo otro capitulo de la religiosi-
dad popular, cual es su veneiaci6n religiosa a travCs del culto de su <<ani-
mitan. Elvira Dantel en su tstudio sobre el bandido chileno ya citado,
expresa:

56 Entrevista. ... El Ferrocarril, 14 de febrero de 1877


57 Ibid.
58 Vicuiia C., J., op. cit., pp. 451-459.
581hls) Acerca de la resonancia entre el bundido ajusticiado y la Pasicin de Cristo, ver tarn-
biin 10s versos sobre el Huaso Rairnundo. cartas entre el Huaso y su padre y Versos por
sus Correrias, en Juan Uribe E., Cancionero de AlhuP, 1964.

70
, E ~naturalmente el pueblo, quien pondri mas que nadie todas sus aspiracio-
nes ocultas, sus vagos deseos de redenci6n en este hombre fuera de la ley, per-
seguido por 10s policfas, que representan a 10s poderosos de la tierra y, en el
fondo, protegido por alguna milagrosa manda a un santo o a la Virgen. Asi
el hecho delictuoso se tornari, por un fen6nemo extraordinario de wgestibn,
colectiva, en un hecho santo, en un cas0 de martirologio. El bandido serri de
eSte modo, un intermediario entre el pueblo y el mis all& impreciso y supers-
ticioso. Sobre todo, si cae en el campo acribillado de balas. En el lugar donde
agoniz6 el bandido se pondri una cruz, en torno a la cruz se prenderin velas
todas las noches que un mont6n de ladrillos o algunas hojalatas ahumadas de-
fenderin del viento. Empezari la leyenda en torno al pobrecito, muerto por 10s
pacos. Le robaron su mujer y por eso se hizo bandido. El atacaba siempre a
10s ricos, nunca a 10s pobres, a quienes mis bien llenaba de regalos y de bue-
nas pa la bra^^^..

Hacia 1831, cuando fueron ajusticiados dos salteadores d e 10s cerrillos


de Teno, Pascual Espinoza y Santiago Campos, sus cabezas se fijaron en
pastes cerca d e la capilla d e la hacienda d e Guaico, a orillas del rio Teno,
de Curic6 a la cordillera, y alli, dice Tomas Guevara, en su Himria de
Curicd, ala ignorancia y barbarie d e 10s campesinos las hizo objeto d e ve-
neraci6n y respeto>@. Destacadas <<anirnitas.d e antiguos bandidos fueron
las de <<ElTor0 FrutillaR en Loncoche, el bandido que protegia a 10s colo-
nos pobres d e la Frontera, y la d e Juan d e Dios Lopez, en Chillan Viejo,
a.justiciado en el llamado Camino del Calvario, detras del antiguo hospital
del pueblo6'.
Terminamos la exposici6n d e este aspect0 sobre bandido y religidn po-
pular refiriendo el us0 del pueblo d e un tema evangClico que se transforma
' en algo asi como el fundamento biblico d e la bondad del ladrbn, y d e su
exaltaci6n popular, a saber, el tema del aBuen Ladr6m. La poetisa popu-
*
lar Rosa Araneda nos ha dejado un testimonio del tratamiento popular d e
este tema, en sus dCcimas tituladas <Versosd e la vida d e Dimas el Buen
' Ladrbn. Hist6rico.. Alli encontramos las facetas cl6sicas d e la compren-
si6n del bandolerismo: su sentido vengador, su humildad y sencillez, su
valentia heroica, etc. En particular, la poetisa destaca que Dimas cont6
con con la protecci6n y el amparo d e Jesucristo, llegando incluso a perdo-
nh-sele la vida al comprobarsele su <<serenidad.. Los versos son una her-
exaltacidn d e quien se hizo bandido s610 <<depena y d e sentimienton.
Transcribimos a continuaci6n la composici6n completa:

Dimas por cobrar venganza Habiendo su padre muerto


Se transform6 en un bandido, DespuCs de tanto Ilorar,
Hasta que espir6 en Ia cruz Para uri desaire vengar
h e el hombre mis temido. Arranc6, hacia el desierto.

'' Dantel? E., art. cil., p. 243.


- MI
"
G'evara, Tomas, Historia de Curicd, Santiago, 1890, p. 233.
Recabarm, Vicente, Chillan viejo, curia de he'roes y madriguera de bandidos, Santia-
go. 1951, p. 59.

71
Fue un capitin mui despierto A tiempo de ir a besarlo
I con nadie tuvo alianza, I lprometid de ampararlo
Manej6 mui bien la lanza Hasta que espir6 en la cruz.
con heroism0 altanero;
Y se entr6 de bandolero, Con ira en su gran idea
Dimas por cobrar venganza. Para cumplir su deseo,
En tiempos del Idumeo
Triste i descorazonado Hizo temblar la Judea.
March6 a1 castillo aquel dia, Por Sumarra i Galilea
I lleg6 a la compaiiia Fue harto reconocido
Pronto i entr6 de soldado; Aquel caudillo aguerrido
Por lo diestro y esforzado Por su valentia tanta,
De todos h e distinguido, En toda la tierra santa
Apreciado i mui querido Fue el hombre m8s temido.
Fue CI por ser tan atento,
De pena i de sentimiento A1 fin, al monte de Hebal
Se transform6 en un bandido. L:eg6 i se entr6 a1 castillo,
Tranquilo, humilde i sencillo
Dijo, serC un criminal En el momento casual.
En aquel momento infiero, Sentado estaba formal,
I le pidi6 a un armero Cuando catorce llegaron
Fiado un cortante puiial. Bandidos que alli le hallaron
Tom6 en las sendas del mal Con mucha capacidad;
En sus brazos a Jesiis, De ver su serenidad
El cual le di6 Clara luz La vida le perdonarod2.

El bandido, hCroe popular


Queremos finalizar esta presentaci6n con una faceta que reune, en cierto
sentido, las dos anteriores. Se trata de la comprensi6n del bandido como
un hCroe popular y campesino. Si el bandolerismo es, en cierta medida,
un hecho justo y santo, es, en fin, un hecho heroico, que debe ser celebra-
do, porque exalta valores intimos de 10s pobres.
En 10s momentos de la alegria popular, de la expansi6n en el goce y b

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que trae algo del gozo popular, a1 brindar una buena nueva a 10s pt3bres,
y la humillaci6n de 10s grandes de la tierra.
VCase la siguiente referencia de Pancho Falcato en este antiguc aire,
de contenido festivo:
Cuando buscaba Falcato aire, airb, air6,
por antojo de una estrella no sC si me muero yo.
como hombre de buen olfato
me encontrt con esta bella, Hoy que me veo en la buena
y otro trago por Falcato. nada me asusta
que el tenerte y el ponche
Aire, airee, airee, s610 me gustan63.
no s t si me morirk

62 Coleccion LEN2 de la Lira Popular.


63 Pereira Salas, E., op. cit., p. 154.

72
~1 bandido es un homb‘re que comparte 10s gozos y alegrias del pue-
blo. Est0 hace que el Pueblo lo sienta intimamente como suyo, adherido
a sus gustos y regocijos. M[as, a1 mismo tiempo, es un hCroe trigico, que
cornpafieel dolor del puebdo, la mala suerte que lo conduce a un destino
fatal. LOS siguientes versos referidos a1 famoso bandido de Chillh Viejo,
I

Juan de Dios Ldpez, expresan ambas dimensiones intensas del pueblo, la


alegria Y el dolor:
Desde chico le gustaba En 10s dias del Dieciocho
comer cazuelas sabros;as, aparecid aqui en Chillin,
el vino, el canto y el baile donde, por su mala suerte,
y las nifias buenas mc,ZaS. vino la muerte a encontrar.
por las llanuras de QLiilmo, En la casa de Aranis
van huyendo 10s viajeiros estaba con sus amigos
y el bandido 10s persi,gue comitndose una cazuela
con su choco bien cer,tero. y echando tragos de vino.
El tren venia corriend 0 Un amigo lo vendi6
corriendo a todo corrc:r y lo acus6 al Intendente,
10s guardias se descui1daron el cual al punto dispone’
L6pez se dej6 caer, vaya el Prefect0 con gentebl.
por la ventana del carro
y nadie lo volvid a ver.

La solidaridad con el I.)andido es otra de las dimensiones implicadas


en esta comprensidn popullar. Se expresa un cdido respaldo a su accidn,
como se aprecia en 10s siguientes versos, donde se confunde la identidad
y la solidaridad con el ba ndido:
ErI Chillin Viejo, seiiores,
ha bitan 10s salteadores.
LaL hija y la madre son
rat eras y a m p a r a d o r a ~ ~ ~ .
Terminamos esta visidnI sobre la dimensidn heroica del bandido repro-
duciendo las dCcimas del poeta popular JosC Hipdlito Casas Corder0 acer-
ca de la 4 i d a y muerte de Ciriaco Contreras., el famoso bandido del sur,
que salteaba a 10s ricos, y jefendia a’los pobres. En estas dCcimas se con-
funden 10s elementos socia les y religiosos de la comprensidn del bandido,
exaltando sus rasgos heroic20s. Se destaca su valentia y su honor para ro-
bade a 10s ricos, la dimenisidn de la justicia, su relacidn con Dios, todo
dentro de un clima de enfhtiica y cariiiosa exaltacidn popular, que pasa desde
nombrarlo respetuosamentle como udon Ciriacon hasta el intimo y afectuo-
SO 4riaquito... Llama la atencidn que el poeta celebra de paso la actua-
~

cidn de 10s bandidos Gaspiar Matus y Pancho Falcato, el que es llamado


QmbiCn cariiiosamente .p anchito,.. He aqui 10s versos:

57-59.

73
Muri6 Ciriaco Contreras I hacian el desacato
El ladr6n mis afamado Subalterno fue Gaspar Matu
En Chile no se ha encontrado De este dicho mencionado
Otro igual en su carrera. A 10s indios ha dejado
En una suma pobreza
Mui necesario es narrar Otro de mis agudeza
La vida del buen pollino En Chile no se ha encontrado.
Que s61o era su destino
De ocuparse en el robar TambiCn iba a la Arjentina
Se solia remontar Con sus buenos arreadores
Internado a la frontera I ambos 10s tres salteadores
Pasaba la cordillera Ejecutaban la ruina,
Buscando su porvenir Don Ciriaco era la mina
I ahora queda el decir I la guia verdadera
Muri6 Ciriaco Contreras. Arreaba una hacienda entera
De aauel panado mis listo
- 1 -

Del sur era el gran terror Por eso es que no se ha vistiD


Ciriaco por su mal nombre Otro igual en su carrera.
I no encontrarin otro hombre
Bandido de mis valor AI fin aqui termin6
Le robaba con honor Del buen sujo la historia
AI rico miis hacendado I tendr6n en la memoria
Tenia el cuerpo. blindado Los recuerdos que dej6
Con acero como advierto Entre Talca i Curic6
I ahora digo que ha muerto Qued6 abismada la jente
El ladr6n mis afamado. El llegaba de repente
A chico i grande amarrando
TambiCn Panchito Falcato Aqui les estoy narrando
FuC compaiiero del sujo La vida de aquel valiente.
Los dos robaban de lujo

Los versos continlian con el siguiente contrarresto:

Murid Ciriaco Contreras I lo abrasa con amor


En el sur dicen 1os mauchos Su agonia con dolor
Porque fue de aqluellos gauchos La dio con divina fe
Ladrdn de clase primera Pero en aquel tiempo fue
Bajaba como unsI fiera Del sur aquel gran terror.
A 10s pueblos a saltear
EI ricd particular Otro igual no se ha encontradc
Con 61 pasaba aflijido de mis valor i heroism0
La historia de este bandido Que ha combatido al cinismo
Mui necesaria es narrar. Antes de ser deslizado
Ya su fin ha terminado
El ladr6n mas afamado Como la historia relato
De nombre como Pimpin Ciriaquito pag6 el pato
Ya le lleg6 su mal fin Con un tren en la estaci6n
AI nefando desgraciado Fue mui hombre en la naci6n
El Seiior lo ha perdonado TambiCn Panchito Falcato.

74

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