Ensayo Entre Música y Literatura
Ensayo Entre Música y Literatura
Ensayo Entre Música y Literatura
Maestría en literatura
Música y literatura
Trabajo final
Uptc
2019
INTRODUCCIÓN
Este texto diserta sobre cuestiones halladas en la lectura de la obra literaria ¡Qué viva la
música ¡del autor caleño Andrés Caicedo. A partir de los hallazgos encontrados, se presenta
una escritura reflexiva que muestra argumentos textuales de la misma novela. Las
problemáticas que se toman para proseguir con el ejercicio escritural reflejan de cierta
manera el problema de la identidad cultural colombiana, que el autor aborda desde el
lenguaje literario tomando ciertos elementos como: la mona como metáfora de una
identidad social que se explica desde el elemento musical, en el encuentro de la clase alta y
la clase popular, del norte con el sur y de cómo se llega del rock a la salsa a través de la
droga.
LA MONA
Es presentada como narradora protagonista en primera persona que emplea su voz femenina
para mostrar ciertas situaciones de los jóvenes de la Cali de los años 70. Ella
constantemente invita al lector a que sea espectador de una generación que de alguna
manera puede identificarse por la música, la rumba y las drogas. El ritmo de vida de los
personajes es desenfrenado y la mona incita al lector a que sea participe: “Desearía que el
estimado lector se pusiera a mi velocidad, que es energética” (Caicedo 1977). Quizás una
velocidad y ritmo que es propia de la música; y una transición lenta a una desenfrenada
que supone la música y toda la cultura de la que viene cargada. Un mundo aparte de las
lecturas de El Capital realizadas con Armando el Grillo y Antonio Manríquez. En una de
esas lecturas, la Mona de forma irónica señala lo siguiente: “Tres mañanas fueron, las de
las reuniones, y yo le juro que lo comprendí todo, íntegro, la cultura de mi tierra” (Caicedo,
2001. Pg11). Pero ese entendimiento del aspecto cultural vendría después al dejar de asistir
a las reuniones para leer El Capital ; esa ruptura se presenta con el encuentro con la música
propiamente y con la vida nocturna de la ciudad y los personajes que habitan en ella y en
esas horas, y ese momento la narradora principal lo presenta haciéndole de nuevo una
invitación al lector y lo describe de esta manera: “ Yo lo que quiero es empezar a contar
desde el primer día que falté a las reuniones, que haciendo cuentas lo veo también como mi
entrada al mundo de la música , de los escuchas y del bailoteo. Contaré con detalles: al
estimado lector le aseguro que no lo canso, yo sé que lo cautivo.” (Caicedo, 2001. Pg.12).
Además de la entrada al mundo de la música, se produce una visión más cercana a la
identidad cultural colombiana, un encuentro fundamental con la ciudad y sus habitantes que
es mediado de cierta manera por el tipo de música que escucha cada individuo que la Mona
va conociendo.
Una identidad social se reconoce en la forma de vida de sus habitantes, es sus gestos, en
sus maneras, en sus costumbres, en su música,, y de ninguna manera podemos hacer este
reconocimiento en un libro distante que es producto de otra realidad. Es por esta razón que
tal vez la voz narrativa presenta la ironía citada en líneas anteriores, en el ejemplo de El
Capital. Esta postura se confirma en las palabras de William Ospina que postula que: “Una
de las más indiscutibles verdades de nuestra tradición es que la sociedad colombiana se
funda en un ejemplo […] y nadie puede simplemente ser hijo de un ejemplo” (Ospina,
2012). Este planteamiento de alguna manera dialoga con el trascurrir nocturno de la Mona
por la ciudad, de los ejemplos musicales que toma para identificar un modus vivendi de una
comunidad y de su época; ejemplos que se acomodan en el ámbito musical y que se montan
sobre la estructura literaria para tratar el problema de la identidad y la cultura desde allí; de
una sociedad colombiana que está repleta de importaciones culturales, de vacíos que pocos
saben y pocos hablan; tales ausencias como lo declara la Mona. “Nadie sabe lo que son los
huecos en la cultura”, Pero ella los va llenando, y lo hace con el recorrido que hace por la
ciudad: por el norte y luego por el sur; con el encuentro con la música, con el Rock en
primera instancia, con las letras en inglés que no entiende y Ricardito el miserable le ayuda
a entender, y luego con la salsa, con la lengua materna. Más allá que en estos encuentros
casi siempre medie el uso de estupefacientes alucinógenos. La Mona se vuelve una especie
de Kamikaze que nos da cuenta de unos aspectos culturales, de la forma de vida de los
habitantes de esa Cali, pese a que le cueste su propia degradación.
Leopoldo Brook es otro símbolo en la novela que muestra cómo se influencia los
comportamientos a partir de la música en inglés. La mona empieza a escuchar “la buena
música” que es raída en un comienzo, por Ricardito, y él a su vez traduce las canciones de
rock para la mona. Pero el encuentro crucial con esos elementos propios de la cultura de
Estados Unidos se muestra en el contacto que tiene la mona con Leopoldo Brook quien
presentado a la Mona por Mariángela: “Nos saludamos de “Quiay pelada”, y me presentó
al fantástico acompañante: Leopoldo Brook acabado de venir de USA, Tocaba Rock”
(Caicedo 1977, pg., 40). La Mona da cuenta del momento de la música Rock y su llegada a
constituir una identidad en los jóvenes de Cali de los años 70. En su afán de recorrer la
ciudad, y por la atracción que siente la Mona con el extranjero y su guitarra y su música,
ella prueba una serie de cosas tales como el contacto con el LSD, la pérdida de su
virginidad y un estilo de vida nocturna y desenfrenada. Es así que se empieza a describir el
modo de pensar de hombres y mujeres jóvenes, desde la visión de una voz femenina.
LA SALSA
La mona siente es hastío de no poder seguir adelante sin música, y esa música ya no es
proporcionada por Leopoldo Brook y sus amigos gringos, o mejor, siente que ya no puede
acomodarse a un tipo de música que ya no la satisface. Entonces ella decide abandonar por
un tiempo a sus amigos extranjeros y a sus costumbres. Es este momento cuando se
produce un gran acontecimiento. La mona deambula por la ciudad y se desespera por la
falta de música. Es así que se precipita por la calles de la ciudad rumbo al sur, es aquí
donde se produce un gran encuentro, y se trata nada más que el descubrimiento del Sur. El
norte que la mona representa, es atraído por esa pegachenta música que da ganas de bailar:
“Salí de allí, me fui, echada y con una tristeza genial (seguro que ya habría
llegado la noticia a mis padres) y ¡unas ganas de rumba! Supe que había perdido mi
tiempo desandando un camino que ya había ganado cruzando una sola calle. Me
sentí desubicada y sin ganas de un norte que pisaba por pura torpeza. El amor de
Adasa quedó en mi corazón. Eché candela rumbo al Sur salvaje, en donde se
escucha mi canción” (Caicedo 2001, pg. 115).
Es así, que la narración nos lleva a conocer a esos seres que escuchan otra música “Dame
Salsa. Salsa es lo que quiero”. Salsa en la narración, en el hecho literario. Por lo tanto, se
empieza a hacer una reflexión en este tipo de música y su efecto en la comunidad que la
consume. El comportamiento y sus costumbres, que de alguna manera es presentado en
esas canciones de salsa. El lenguaje, la evocación “Babalú”, guaguancó, léxico que se
introduce en la narración y logra una melodía que alcanza un nivel poético.
En conclusión, La mona hace un recorrido fantástico por la ciudad, donde logra invitar al
lector que contemple todos los sucesos que le sucede a la gente del Sur y del Norte. Por lo
tanto, la mona se vuelve esa representación del encuentro de lo Burgués y lo popular, que
establece una identidad cultural que se reconoce en el encuentro de la Salsa y el Rock, y su
sentido en las drogas. A partir de estos choques, se identifica unas características, unos
rasgos y unas costumbres específicas que identifican a los bailadores y los escuchas de
música de la ciudad de Cali de los años 70. Teniendo en cuenta de pronto, la degradación
total de la mona.
REFERENCIAS