Arte - y - Feminismo - La - Caida - de - Los - Grandes Relatos PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 5

15/1/2018 El arte, el feminismo y los grandes relatos

 02/01/2018 - 18:01 Ι Clarin.com Ι Revista Ñ Ι Ideas

Disidencias

El arte, el feminismo y los grandes relatos


El lugar subordinado de las mujeres en el espacio social del arte es tematizado en muestras críticas.

Daniela Lucena

A fines de octubre comenzó a circular en las redes una carta firmada por alrededor de 5000 mujeres
pertenecientes al mundo del arte. De distintas edades, países y profesiones, todas las firmantes denunciaban una
experiencia en común: la vivencia de situaciones de abuso en su ámbito laboral. No nos sorprende, afirmaban
de modo contundente: “Muchas instituciones e individuos con poder en el mundo del arte apoyan la retórica del
feminismo y la equidad en teoría, beneficiándose muchas veces con estas afirmaciones endebles de sostener una
política progresista, al mismo tiempo que preservan normas opresivas y dañinas en la práctica. Lxs que están en
el poder ignoran, excusan o cometen ejemplos de acoso y degradación, creando un ambiente de aceptación y
complicidad en muchos abusos de poder más serios e ilegales”. Con estas palabras, el texto-manifiesto publicado
en Not-surprised.org visibilizaba drásticamente diferentes niveles de inequidad, agresión y abuso que son
constitutivos de muchas de las prácticas del universo del arte global.

La desigualdad de género en el campo artístico no es un tema nuevo. El discurso canónico de la historia del arte
no escapa del modelo de racionalidad científica que dio sustento al desarrollo de las ciencias humanas y sociales
en Europa a partir del SXIX. Es decir, se trata de una historia que produce y reproduce desde entonces una
narrativa blanca, masculina, heterosexual y burguesa. Una noción muy utilizada en esta disciplina, que grafica
el modo en que tradicionalmente se relata el desarrollo del arte, es la categoría de genio: aquel artista varón
visionario, dotado de una creatividad única y un talento extraordinario, que sobresale del resto de los mortales.
Sin un correlato femenino, “el mito del artista genio es pieza fundamental para conformar una narración
progresista en donde la historia se concibe como una sucesión de grandiosos nombres masculinos, instituyendo
la jerarquía de grandes maestros y segundones”, sostiene la historiadora del arte feminista María Laura Rosa,
investigadora del CONICET con sede en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UBA. “En la historia del arte la mujer es Venus, Artemisa, María o Magdalena, objeto de
deseo, exaltación, amor o rechazo, pero siempre construcción. Eternamente representada, definida según las
modas, modelada según las épocas, siempre objeto, nunca sujeto”, agrega Rosa. De este modo, la idea del genio
creador naturaliza la ausencia o la escasa presencia de artistas mujeres en los museos, en los talleres, en el
mercado artístico y en los libros de historia.

A pesar de la pregnancia de estas ideas en el imaginario cultural, a partir de los años 70 nuevas perspectivas
críticas comenzaron a cuestionar el lugar subordinado de lo femenino en el espacio social del arte. ¿Por qué no
ha habido grandes mujeres artistas? preguntaba en 1971 la recientemente fallecida historiadora del arte
estadounidense Linda Nochlin. Con este interrogante, Nochlin sentaba las bases de la deconstrucción feminista
de los grandes relatos de la historia del arte, que con el correr del tiempo también serían interpelados por otros
excluidos por su condición de clase, su orientación sexual o su etnicidad. En este sentido, una teórica clave es la
filósofa Judith Butler, que descolocó no solo los presupuestos de los discursos hegemónicos sobre el binarismo
de género y la heterosexualidad obligatoria, sino también las premisas del feminismo clásico. Mientras que la
distinción entre sexo y género postuló la diferencia entre lo sexual (ligado a las diferencias biológicas) y el
género (producto de las significaciones y roles socioculturales), la propuesta de Butler fue un paso más allá. “Su
lectura nos propone una interpretación del sexo como efecto del proceso de naturalización de la estructura
social de género y de la heteronormatividad. A través del concepto de performatividad Butler nos muestra que
no hay esencia detrás de las performances o actuaciones de género, sino que las mismas, en su repetición
compulsiva, producen el efecto y la ilusión de una esencia natural”, explica la socióloga Laura Zambrini, docente
de la UBA e investigadora del CONICET. Si bien el libro El género en disputa de Butler es de 1990, estas ideas que
desencializan el género, el sexo y las preferencias sexuales siguen provocando aun grandes rechazos y
polémicas. En vísperas de su última visita a Brasil en noviembre pasado, la Asociación Civil CitizenGO publicó en
https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/arte-feminismo-grandes-relatos_0_Hymda-7mf.html 1/5
15/1/2018 El arte, el feminismo y los grandes relatos

su web una petición de grupos ultraconservadores, firmada por más de 3600 personas, que pedía la suspensión
de una conferencia de Butler en la Universidad de San Pablo. La principal acusación: que sus ideas “enmascaran
un objetivo político marxista” que busca “hacernos creer que la identidad es variable y fruto de la cultura”.

En América Latina, son varias las investigadoras que han planteado miradas que conmueven los presupuestos
sobre arte y género, así como la idea de mujer como sujeto universal y homogéneo. La crítica y ensayista Nelly
Richard, la historiadora y curadora Karen Codero Reiman, la investigadora Fernanda Nogueira, la performer e
historiadora Julia Antivilo y la académica Soledad Novoa son algunas de las voces que renovaron desde México,
Chile y Brasil los debates teóricos contemporáneos en las últimas tres décadas. También la propuesta de Butler,
que dio sustento e impulso al desarrollo de los movimientos queer y trans, tuvo sus resignificaciones regionales.
La filósofa y performer mexicana Sayak Valencia ha problematizado el término queer (en inglés raro, retorcido,
anómalo) planteando un desplazamiento estético-político hacia lo cuir. Esta hispanización de la palabra alude a
los activismos y disidencias sexuales que se ubican por fuera de los parámetros de la llamada normalidad
occidental y binaria, atentos a las particularidades y urgencias de las geografías periféricas. Todos estos
enfoques apuestan a desacomodar los órdenes simbólicos dominantes y a generar relatos historiográficos
disruptivos, inclusivos y plurales.

Iniciativas en Europa y Estados Unidos

¿Qué ocurre entonces con las instituciones del campo artístico? ¿Son receptivos los museos y las galerías a estos
nuevos discursos críticos que plantean las perspectivas feministas? Algunas experiencias recientes en Europa y
Estados Unidos dan cuenta de los esfuerzos por visibilizar las producciones de artistas mujeres, feministas o no,
en distintos espacios de exhibición. La colección Sammlung Verbund, dirigida por Gabriele Schor en Viena, lleva
más de una década reuniendo trabajos de artistas mujeres de diversos orígenes y trayectorias. En España, la
Asociación de Mujeres en las Artes Visuales Contemporáneas - MAV impulsa desde 2009 un observatorio de
género que monitorea y denuncia la inequidad en el mundo del arte. Sus organizadoras realizan también
bienales y foros de debate periódicos que promueven en el trabajo colaborativo de las participantes. En ese
mismo país, el Museo Reina Sofía incluye entre sus propuestas Feminismo: un recorrido por los espacios de la
colección dedicados a las vanguardias artísticas que cuestiona la visibilidad y el rol de la mujer en la historia del
arte, con el objetivo de generar en los espectadores una conciencia crítica. También en Londres el colectivo de
artistas feministas Guerrilla Girls ha realizado recientemente ¿Es peor en Europa?, muestra que presentó los
resultados de una encuesta sobre desigualdad de género realizada a 383 museos europeos. Solo 101 de los
consultados respondieron el cuestionario y los datos fueron elocuentes: en esas instituciones el promedio de
obras realizadas por mujeres representa solo el 22% del total de las producciones.

En Los Ángeles, mientras tanto, la gran exposición Radical Women: Latin American Art, 1960-1985 presenta en
las salas del Hammer Museum el trabajo de 120 mujeres artistas y colectivos, con más de 280 obras en fotografía,
video y otros medios experimentales. Pese al merecido gran reconocimiento que por estos días está teniendo
esta magnífica muestra, sus curadoras Andrea Giunta (profesora en la Universidad de Buenos Aires e
investigadora principal del CONICET) y Cecilia Fajardo-Hill (historiadora y curadora de arte contemporáneo de
origen venezolano-británico) tuvieron que superar varios obstáculos para poder concretarla. Las trabas que
encontraban iban desde el desinterés o la descalificación de gestores y curadores a cargo de salas expositivas
hasta el propio cuestionamiento de sus prácticas, sin olvidar los grises vericuetos de los trámites burocráticos.
Luego de un trabajo conjunto que llevó de siete años y contó con el apoyo de la Getty Foundation, el proyecto
finalmente logró revalorizar las contribuciones -olvidadas, silenciadas, ignoradas- de muchas artistas
latinoamericanas, latinas y chicanas al arte contemporáneo. Entre las artistas argentinas que exhiben allí sus
obras se encuentran los nombres de María Luisa Bemberg, Delia Cancela, Graciela Carnevale, Alicia D’Amico,
Sara Facio, Diana Dowek, Graciela Gutiérrez Marx, Narcisa Hirsch, Ana Kamien, Marilú Marini, Lea Lublin,
Liliana Maresca, Marta Minujín, Marie Orensanz, Margarita Paksa, Liliana Porter, Dalila Puzzovio y Marcia
Schvartz.

Filtraciones en el campo artístico porteño

https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/arte-feminismo-grandes-relatos_0_Hymda-7mf.html 2/5
15/1/2018 El arte, el feminismo y los grandes relatos

La situación en Buenos Aires no difiere mucho de lo que ocurre en otros países: “Es cierto que el panorama
desde el regreso democrático de los 80 hasta la actualidad ha ido mejorando, pero esto no quiere decir que
lleguemos a la igualdad de género. Ya sea en los premios de los salones nacionales, en las colecciones de museos
o a nivel de exposiciones en instituciones importantes, la presencia de mujeres artistas es notablemente menor y
esto empeora si nos alejamos de Buenos Aires”, apunta María Laura Rosa. En su libro Legados de libertad, Rosa
reconstruye el proyecto Mitominas que convocó en los años 80 a artistas de distintas disciplinas, con el objetivo
de problematizar la relación entre los mitos y los estereotipos de género. En sus tres ediciones, la muestra
colectiva realizada en el Centro Cultural Recoleta registró la participación de numerosas artistas mujeres y la
presencia de más de 60.000 visitantes.

Si bien este tipo de experiencias no fueron frecuentes desde entonces, Rosa reconoce interesantes situaciones de
cambio en los últimos años: “en la nueva exposición de la colección permanente del Museo de Arte
Latinoamericano de Buenos Aires - MALBA, curada por Andrea Giunta y Agustín Pérez Rubio, se integran
diferentes miradas que incorporan artistas feministas o artistas sensibles a las luchas del feminismo y las
disidencias sexuales. En el Museo de Arte Moderno pudimos ver últimamente importantes exposiciones de
artistas argentinas como Ana Gallardo, Liliana Maresca, Marina de Caro y Elba Bairón y el Museo de Arte
Contemporáneo de Buenos Aires - Macba presentó en 2016 el ciclo Ellas con artistas como Magdalena Jitrik, Irina
Kirchuk, Dolores Furtado, Silvina Lacarra, Leticia Obeid, Elena Dahn, Adriana Lestido, entre otras. También el
Museo de Bellas Artes ha ido integrando de a poco artistas modernas y contemporáneas a su colección estable,
aunque siguen siendo pocas en relación con los artistas varones”. En esa misma línea, la muestra Ilustres
desconocidas realizada en el Museo Pettorutti de La Plata fue concebida por sus curadoras como un ejercicio de
investigación y rescate que haga públicos los modos de intervención de las mujeres en la formación de la
colección del museo. El Museo Evita, por su parte, planea para el 2018 la muestra Guerreras de la fotógrafa
Eleonora Ghioldi, que tematiza la violencia sexual contra las mujeres.

En cuanto a las galerías, y aunque las artistas mujeres están menos representadas, sobresalen en 2017 ciertas
presentaciones de gran calidad de artistas contemporáneas, como por ejemplo las muestras de Gala Berger en
Big Sur, Marcela Cabutti en Del Infinito, Rosario Zorraquín en Isla Flotante, Amalia Ulman en Barro y Alicia
Herrero en Henrique Faria. Otra experiencia destacable es Mareadas en la marea: diario íntimo de una
revolución feminista, curada por Fernanda Laguna y Cecilia Palmeiro en la galería Nora Fisch. Se trata de una
iniciativa que reflexiona sobre las experiencias vinculadas con el movimiento Ni Una Menos. Desde 2015 una
marea feminista se desplaza por el planeta Tierra -dicen en su página de Facebook las curadoras-: “Es el sujeto
colectivo que las mujeres venimos tejiendo en un proceso revolucionario donde los cuerpos sexuados se
mezclan, se confunden y se conectan. Una multitud diferenciada y articulada sin dueñas, ni jefas, ni líderes, pero
que avanza y arrastra consigo con las estructuras, instituciones y formas de vida patriarcales. La marea cruza
fronteras, lenguas, clases y géneros, crece como una onda expansiva de deseo. Su método es la solidaridad, la
amistad, el cuidado mutuo y la imaginación de nuevas formas de comunidad”.

Como puede notarse, gradualmente nos vamos alejando de las épocas en que las historiadoras del arte tenían
que ir a las bodegas de los museos a buscar las obras de las artistas mujeres. Sin embargo, todas estas señales de
apertura a otros relatos no bastan. Todavía las mujeres tienen que pagar derechos de piso y les sigue costando
entrar a las instituciones, al mercado y las colecciones. El mundo del arte funciona como una red compleja de
poderes y posiciones en el que priman los valores falocéntricos de la cultura patriarcal. Sin embargo, como
escribe la artista Leticia Obeid, “el feminismo es valiente pero no vengativo, y aspira a liberar a TODXS de la
opresión ejercida desigualmente sobre el género”. Obeid dio el puntapié inicial para la redacción del manifiesto
Nosotras Proponemos, que constituye un compromiso de práctica artística feminista convocado por la Asamblea
Permanente de Trabajadoras del Arte. Allí se exige la representación igualitaria en los espacios de exhibición
(50% y no el 20% como ahora) y la derogación del concepto de genio y del canon del “arte bueno” regulado desde
parámetros patriarcales, entre otras cosas. También se cuestiona la misoginia -incluida la gay- y se convoca a
implementar prácticas de cuidado, confianza y respeto entre quienes forman parte del mundo del arte. Porque,
como dice Obeid, volverse feminista es “un camino muy largo hecho de sucesivas experiencias de rebeldía,
iluminaciones y frustración, alivios y complicidades”.

https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/arte-feminismo-grandes-relatos_0_Hymda-7mf.html 3/5
15/1/2018 El arte, el feminismo y los grandes relatos

https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/arte-feminismo-grandes-relatos_0_Hymda-7mf.html 4/5
15/1/2018 El arte, el feminismo y los grandes relatos

https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/arte-feminismo-grandes-relatos_0_Hymda-7mf.html 5/5

También podría gustarte