Martha T. Blache. "El Curanderismo"

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EL CURANDERISMO FOLKLORICO

ENFOCADO A TRAVES DE LOS PROCESOS


LEGALES

Introducción. 1. Intención y alcance. 2. Dificulta-


des de este trabajo. — Curanderismo Folklórico.
3. El curandero folklórico. 4. Tipos de curande-
ros. 5. Parafernalia. 6. Grupo social de donde pro-
viene el curandero. — Algunas Reglamentaciones y
Leyes Referentes al Cwanderisiw. 7. El curande-
rismo en la época colonial: a) Tormentos aplica-
dos a los hechiceros; b) Protomedicato. 8. Algu-
nas reglamentaciones en nuestro país. — Configura-
ción del Delito de Ejercicio Ilegal de la Medicina.
9. El curanderismo folklórico a través de los pro-
cesos legales. 10. Diferenciación entre charlatán y
curandero. 11. Algunos casos de crímenes efectua-
dos a instigación de curanderos. 12. Poder de su-
gestión que ejercen. — Persistencia del Curanderis-
mo. 13. En los medios urbanos y rurales. 14. Me-
didas adoptadas para extirpar el curanderismo; a)
Estadística y encuesta sobre el curanderismo. 15.
Elementos que permiten su subsistencia. — Con-
clusiones. 16. Actitud científica frente a los curan-
deros. 17. Conclusiones.

INTRODUCCION

1. Intención y alcance

Al abordar este tema se ha querido estudiar el tratamien-


to dado a los curanderos de filiación folklórica a través de los

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procesos legales, como así también observar si al emitir los
fallos se lia tenido en cuenta la intención y antecedentes his-
tóricos, ya que el análisis de estos elementos permitiría una
interpretación más amplia y objetiva de este fenómeno social.

2. Dificultades de este trabajo

Los casos de ejercicio ilegal de la medicina citados en


este trabajo no están obtenidos directamente de los juicios, lo
que hubieran permitido una mejor apreciación de las distin-
tas posiciones de los participantes: el curandero y sus clien-
tes, el fiscal y la defensa. Pero, según información del Archi-
vo de Tribunales, por decreto n ? 5314/56 han sido destruidos
los legajos hasta el año 1945 y los existentes con posteriori-
dad a esa fecha, tampoco han podido ser consultados, ya que
existe una disposición según la cual únicamente los abogados
tienen acceso a los mismos, y aún deben efectuar una serie
de trámites previos. Tales obstáculos hacen difícil la inter-
vención de un jurista, exceptuando los que estuviesen parti-
cularmente interesados en estudiar este problema.
Por la imposibilidad de recurrir a las fuentes directas de
información, este trabajo está basado en los datos obtenidos
en las revistas Jurisprudencia Argentina y La Ley, pero pre-
cisamente por lo escueto de estos testimonios, el panorama no
puede ser completo.
Queda la posibilidad de poder llegar a las fuentes en otra
oportunidad, lo que permitirá un mayor esclarecimiento y
comprensión del problema.

CURANDERISMO FOLKLORICO

3. El curandero folklórico

La palabra curandero etimológicamente proviene del lat.


curandus; ger. de curare, cuidar, curar y se refiere a la per-
sona que se dedica a curar sin ser médico, al que sin título
ejerce la medicina.

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Es esta acepción muy amplia, entran dentro de ella pa-
ra su calificación los que aparentan ser profesionales como
falsos médicos, pseudo dentistas, los que. pretenden corregir
defectos de la visión sin ser oculistas, farmacéuticos que exce-
den los límites de su autorización, etc., y los que aparentan
serlo, pero que también se dedican a curar como los mano
santas, yuyeros, saludadores, etc. De manera que dentro de
este conglomerado denominado curanderismo, podemos distin-
guir dos grupos: los que emplean métodos folklóricos y los
que utilizan otras modalidades.
Curandero folklórico es aquella persona que sin ser mé-
dico, o siéndolo, se dedica a curar, pero para ello emplea los
métodos tradicionales, populares, empíricos, de transmisión
oral, funcionales, anónimos, colectivos, etc., (según una po-
sición teórica respecto al folklore) es decir que reúne las con-
diciones que caracterizan a un heclio folklórico.
Las creencias que las enfermedades provenían de causas
sobrenaturales o por encarnación de malos espíritus, fue lo
que orientó las prácticas medicinales hacia la magia, el miste-
rio, la superstición y como consecuencia, se introducen en la
terapéutica una serie de prácticas de sentido religioso o má-
gico. Este carácter mágico se encuentra no sólo en las técnicas
curativas, sino también preventivas ya que con frecuencia se
han utilizado amuletos para prevenir enfermedades.
Orestcs Di Lullo (1929 :271) dice que "los procedimien-
tos, la superstición los hechizos y embrujamientos que inter-
venían en las curaciones y "daños", eran originados por el
miedo al poder sobrenatural y tenían por objeto rechazarlo o
congraciarse su voluntad..."
Antecesores del curandero fueron los brujos, médicos-he-
chiceros, magos, adivinos, shamanes, etc., todos ellos han te-
nido siempre en cuenta el efecto que producía la enfermedad,
pero nunca la causa misma y este hecho ya lo destaca O. Di
Lullo (1939) cuando dice: "No existe relación de causalidad
en nuestra medicina popular... hacia el dolor convergen los
esfuerzos de su terapéutica, porque mitigar el dolor es el prin-

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cipio y f i n . . . " Nace la ciencia médica cuando comienzan a
estudiarse las causas de las enfermedades, pero a la par que
ella iba evolucionando, continuaron las prácticas curanderi-
les que aún hoy subsisten, porque persiste todavía el concep-
to de la enfermedad como resultado de la acción de fuerzas
sobrehumanas o de encarnación de espíritus hostiles, así, en
las creencias popular contra ciertos males, valen más los con-
juros y exorcismos que la medicina misma.
En nuestro curandero actual se han sintetizado, amplia-
do y depurado el caudal de conocimientos de la medicina abo-
rigen por un lado y de la medicina española de los siglos XVI
y XVII por otro. Son éstos los dos aportes fundamentales,
pero debemos también mencionar la influencia que ejerciera
la inmigración de fines del siglo pasado y principios del ac-
tual. Pero los procedimientos no son uniformes en todo el
país como lo señala Armando Vivante (1959 :265), "Si en
apariencia el cuadro parece ser común a amplias regiones del
país, esto se debe a la falta de estudios analíticos y críticos,
a la carencia de discriminaciones zonales y a la inexistencia
de investigaciones históricas orientadas a valorar los compo-
nentes folklóricos médicos. Claro que esto no explica todo por-
que, no obstante, existe cierta uniformidad en las líneas ge-
nerales y en determinados detalles, pero esta uniformidad no
es más que la consecuencia de una amplia difusión, lo bas-
tante antigua e intensa como para tender una superficie co-
mún sobre un tres cuarto del territorio argentino".

4. Tipos de curanderos folklóricos

Dentro de los curanderos de contenido folklórico, pode-


mos distinguir varios tipos de acuerdo a los métodos e inten-
ciones empleadas en las curaciones; pero pese a esta variedad,
hay un rasgo común a todos ellos y es el convencimiento que
tienen un poder especial, que han sido elegidos para ayudar
a la humanidad. Tienen fe en sí mismos y en su arte.
Prestigiosos autores que han estudiado este tema como

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Orestes Di Lullo, el Dr. Mendióroz y Gudiño Kramer, nos
hablan de la actitud de desapego de todo interés o provecho
personal del curandero, quien practica el oficio con un sentido
de caridad y mantiene el prestigio a fuerza de desinterés y
de nobleza, no hace negocio con su profesión, sino que entien-
de cumplir con un deber de solidaridad social.
Esta actitud nos permite establecer la diferencia entre
el curandero y el charlatán (utilice éste métodos folklóricos
o no) : mientras que el primero cree honestamente y tiene ple-
na confianza en sus poderes, otorgados por la gracia divina
y actúa en forma desinteresada, al segundo, lo impulsa el afán
de lucro y sabe de la ineficacia de su tratamiento.
Se mencionan a continuación algunas clases de curande-
ros folldóricos que han tenido difusión en nuestro país; para
algunos de ellos no se puede dar una apreciación definitiva
sobre su vigencia actual, ya que hasta el momento no se han
realizado estudios que enfoquen en forma analítica un pano-
rama del curanderismo en las diversas regiones folklóricas ar-
gentinas.

a) Mano santa

El mano santa en general no utiliza remedios, su poder


reside en las manos. Pone una o ambas manos sobre la par-
te afectada.
Este método ha tenido gran arraigo y difusión y aún los
conserva. Su historia se remonta a muchos siglos, como lo
atestigua la ceremonia cristiana de imposición de manos que
ejecutaban los obispos; consiste en extender la mano o las ma-
nos sobre la cabeza del que es objeto de la ceremonia. Se ha-
bló en ella en muchos pasajes de las Sagradas Escrituras, es-
pecialmente del Nuevo Testamento, en donde los apóstoles usa-
ban de la imposición de las manos para dar el Espíritu Santo
o administrar a los fieles el sacramento de la confirmación;
con este acto imploraban en favor del feligrés la protección
divina. Naaman el leproso al ser mandado a las aguas del

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Jordán por el profeta Elíseo exclamó: "Creí que invocaría a
su Dios y me tocaría con la mano", según consta en el libro
de los Reyes, Lib. IV, cap. I (Bergeret Lafont 1942 :75).
También ha sido frecuente el atribuirle poderes curati-
vos a las manos de personas a quienes se consideraba de estir-
pe superior como el Rey. La curación del "mal del Rey" (es-
crófula) se lograba con sólo el roce de la mano real sobre el
enfermo. "La ceremonia del "toque" empezó realizándola Clo-
doveo el franco, en Francia en el 496, en este país duró la
práctica hasta 1775; Luis XIV, "tocó" a dos mil quinientas
personas durante su reinado". (Gerardo Rodríguez López)
En Inglaterra Carlos II realizó la imposición de manos
a unos cien mil escrófulos. Esta creencia está basada en los
poderes mágicos o sobrenaturales atribuidos a los reyes y en
virtud de los cuales podían otorgar ciertos beneficios a sus
súbditos como estas curaciones.
No es indispensable que figure el contacto de la mano
privilegiada sobre la zona afectada, en ocasiones esta ceremo-
nia puede faltar. En ciertos casos, el mano santa puede rece-
tar yuyos, hacer uso de oraciones y de la señal de la cruz.
A veces la cura puede efectuarse a distancia, es suficiente
poner una prenda del enfermo en manos del manosanta para
que el paciente recupere la salud.

b) Saludador

Es la persona que cura mediante su saliva a la que le


adjudican propiedades medicinales.
Ningún signo precede al nacimiento del manosanta, en
tanto que el advenimiento del saludador viene acompañado
de unas señales que ponen de manifiesto su predestinación.
Puede ser la hora o el día de la pasión de Cristo, o haber
llorado tres veces en el vientre materno o tener una cruz en
el paladar.
Luis da Cámara Cascudo (1951 :98/99) menciona algu-
nos pasajes de los Evangelios en donde se cita la saliva como

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vehículo curativo. Para curar al sordo-mudo en Decápolis, Je-
sucristo tocóle los oídos y la lengua con los dedos untados
de saliva (Marcos VII, 33) y el ciego de Betzaida recuperó
la visión del mismo modo (Marcos IX, 23).
La particularidad del saludador reside en curar la hi-
drofobia en hombres y animales. A veces hacían la curación
chupando las mordeduras y sacando el veneno, o humedecien-
do los dedos en su saliva componían huesos rotos o dislocados.
Althaparro (1944 :131/134) menciona otro sistema de
curación que consiste en aplicar sobre la región afectada por
la dolencia, pabilos impregnados con la saliva de la "médica".

c) Herboristas o yuyeros

El método de éstos consiste en administrar precisamen-


te hierbas o yuyos, pero no en forma simple, sino qu rodean
el producto natural de una serie de creencias y supersticio-
nes a fin de asignarle mayor poder curativo, como por ejem-
plo las hierbas arrancadas en la noche de San Juan, a media-
noche, con luna llena, al nacer el día, en viernes santo, etc.,
de manera que la hierba resultará de acción positiva si va
acompañada de un ritual que varía según las circunstancias.
Acostumbra el yuyero agregar a su medicación oracio-
nes o pases magnéticos, para que la substancia curativa re-
sulte más eficaz, "utiliza por lo general los tres factores que
integran el folklore médico: mágico o supersticioso, religioso
o natural" (Castillo de Lucas 1958 :151).
Se hace necesario subrayar la condición mágica con que
rodean los yuyos o hierbas, porque de lo contrario este medio
caería dentro de la denominación de medicina natural, cuyas
características tienen una raíz común con este otro tipo, como
se desprende de la caracterización que da Castillo de Lucas
(1958 :143) de la medicina natural:
1) por ser los remedios naturales y actuar por sí mis-
mos, por sus propiedades físicas o químicas reales o
supuestas.

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En la segunda condición reside precisamente la diferen-
cia, cuando dice:
2) por no necesitar oficiante misterioso, sino que cual-
quiera puede realizar la cura o aplicar el remedio
natural.
Para el herborista no hay hierba que no posea alguna
virtud, pero solamente usa aquellas cuya bondad tiene acre-
ditada la experiencia y que conoce por tradición, acompañan-
do a la droga de conjuros y sortilegios.

d) Adivino

Es la persona que adivina prediciendo el futuro, descu-


briendo lo oculto o acertando un enigma. Dentro de las for-
mas adivinatorias usadas se encuentran la cartomancia, qui-
romancia, nigromancia, astrología y los que pronostican y
prescriben tratamiento para enfermedades, esta última acep-
ción es la que interesa desde el punto de vista en que ha sido
abordado este trabajo.
El adivino buscaba incesantemente en la flora, la fauna,
en los astros, las relaciones y las virtudes que había de usar
como instrumento para adivinar, para curar, para prevenir.
Comenta Armando Trotta (1928 :26/27) que la presen-
cia del adivino era solicitada para las curas de las enfermeda-
des y sólo él podía intervenir con éxito; basados en la anti-
gua creencia que las enfermedades son causadas por espíri-
tus malignos y el hechicero era el único que los podía comba-
tir con éxito, porque en él se fundían las funciones médicas,
sacerdotales, mágicas y adivinatorias. Empleaba en las curas
medios mágicos y misteriosos, como sortilegios, imprecaciones,
gritos destemplados contra el demonio, ceremonias rituales,
danzas y fumigaciones.
Se incluye al adivino en el campo de la medicina folkló-
rica cuando prescribe y da tratamientos para enfermedades
y en tal aspecto puede considerárselo dentro del curanderis-
mo folklórico.

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c) Cura de palabras

Es éste otro sistema cuya principal acción gira en torno


a las palabras que acompañan la curación. Se obtiene el re-
sultado buscado por la acción mágica de la oración, por la
eficiencia de las palabras o de los santos que se invoca.
Dice Granada (1897 :321) "Las palabras, en substancia,
incluyen una oración, con la que se bendice o maldice. Suelen
ser una de las formalidades de que va acompañada la acción
para alcanzar el resultado o efecto que el mago popular se
promete de las simpatías o antipatías de las cosas. Las pala-
bras se pronuncian generalmente con solemnidad, pero en re-
serva, sin que nadie las oiga, a fin de que no pierdan su vir-
tud y eficacia, como la perderían infaliblemente conocidas del
vulgo. El secreto de la fórmula o palabras no puede ser cono-
cido por nadie, so pena de perder su virtud y eficacia. Al-
gunos sin embargo, dicen que puede ser conocido de tres per-
sonas y no más".
Tobías Rosenberg (1939 :64) ha recogido una de las
formas de la "cura por palabras". El curandero se instala
frente al enfermo y con toda gravedad pronuncia las pala-
bras rituales: "Fulano de tal (da el nombre y señas del pa-
ciente, por ejemplo de cutis blanco, de pelo rubio), tiene ca-
torce gusanos o dolores; si le quitamos uno, quedan trece".
Se detiene un momento, a veces reza una oración y prosigue:
"Fulano de tal, de cutis blanco de pelo rubio, tiene trece gu-
sanos o dolores, si le quitamos uno, quedan doce". Y así va
eliminando uno a uno los gusanos o dolores. A veces realiza
el rezo al finalizar la operación, pero siempre figura en el
ritual de la cura una o más veces.
El ensalmo (oración o conjuro con la que pretenden cu-
rar) era una práctica común en Europa entre los siglos XIII
al XVI. En 1477 los Reyes Católicos permitieron el ejercicio
de ensalmadores, siempre que fuesen lícitos los medios y fór-
mulas empleadas.
Muchas veces este sistema de curación por palabras no

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necesita oficiante, puede hacerlo el mismo enfermo. En Ale-
mania las curas por las oraciones ha tomado tanto incremen-
to que se han publicado farmacopeas de oraciones en las que
se designan una para cada enfermedad. También en la Ar-
gentina hay difundidos algunos de estos libros como el "Te-
soro de milagros y oraciones de la cruz de Caravaca" en el
cual se citan oraciones curativas contra la erisipela, anginas,
hernias, quebraduras, nubes en los ojos, nostalgia, parálisis,
etc. En estos casos ya no interviene la magia, sino la idea de
Dios; es el paciente quien solicita la intervención de la divi-
nidad. Según una reciente encuesta del Concilio Nacional de
Iglesias, efectuando en los Estados Unidos de Norte América,
142 de los 460 ministros protestantes, utilizan de modo regu-
lar la oración como medio curativo.

5. Parafernalia

Uno de los efectos primordiales buscados por el curan-


dero, lo encontramos en el carácter misterioso con que rodean
sus curaciones. No es éste un elemento primordial, muchas ve-
ces puede faltar, como la lavandera que interrumpe por unos
instantes su faena para curar un empacho. Sin embargo en
la gran mayoría de los casos, tienden a cierto misterio.
Por lo general el curandero es reservado y reposado; asu-
me en sus funciones un aire de gravedad protocolar. Algunos
se rodean de cierta aparatosidad, utilizando con frecuencia
la señal de la cruz, imágenes con velas encendidas, ex-votos
u otros elementos, como el "Hermano Juan" o Juan Huesis,
(Jurisprudencia Argentina Tomo II, 1923 :S67), quien tra-
taba de curar por medio de la fe en Dios, a cuyo efecto tenía
en su casa un recinto especial destinado a oratorio.

6. Grupo social de donde proviene el curandero

Creo que se hace necesario para una mejor interpreta-


ción de este trabajo y la comprensión integral del fenómeno

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enfocado, destacar el grupo social del que proviene el curan-
dero folklórico. Generalmente surge de las clases inferiores
de la sociedad como la tan conocida Madre María. Por su-
puesto esta no es regla general, ya que hubo curanderos de
gran renombre como Pancho Sierra, perteneciente a una fa-
milia de clase media acomodada y él mismo tenía cierta pre-
paración, obtenida a través de algunos estudios cursados.
No hace muchos años en Alemania (Berlín) se efectuó
una estadística a fin de constatar la profesión de los que se
dedicaban a curar sin autorización y dio como resultado un
elevado porcentaje de zapateros, jornaleros, etc. Dentro de
nuestro medio dice P. Barbieri (1905 :395/97) "Llama la
atención el gran número de mujeres que se dedican al curan-
derismo, casi todas son lavanderas, cocineras, planchadoras,
es decir carecen de toda cultura. Entre los hombres, los char-
latanes que hemos conocido fuera de un periodista y de un
pscudo médico alemán, los demás se ocupaban antes de ejer-
cer la medicina de conductores de tranvías, guardas de ferro-
carril, carreros, estivadores y hasta atorrantes".
Este autor encierra bajo la denominación de charlatán
aquellos a quienes distinguimos como curandero folklórico y
charlatán. Aunque en este caso resulta difícil saber a cuál de
las categorías pertenecería, ya que apenas sabemos de su de-
dicación al ejercicio ilegal de la medicina y su oficio. Arthur
Ramos en "O problema psychologico do curanderismo" (1931 :
978/980) advierte la diferenciación entre estos dos tipos: "To-
das las prácticas que utiliza el charlatán, obedecen a un pla-
no preconcebido de burlar la buena fe de la clientela en pro-
vecho personal. El curandero en la gran mayoría de los casos
es un charlatán involuntario... y su conducta obedece a un
móvil psicológico enteramente distinto al del charlatán.
Este tema será ampliado más adelante, pero podemos ade-
lantar que en general el charlatán proviene de otro grupo so-
cial, clase media, con un nivel superior de cultura.

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ALGUNAS REGLAMENTACIONES Y LEYES REFERENTES AL
CURANDERISMO

7. El curanderismo en la época colonial

a) Tormentos aplicados a los hechiceros

En Europa durante la Edad Media estaba muy arraiga-


da en el pueblo la creencia que las enfermedades provenían
de espíritus diabólicos, que los brujos y hechiceros tenían la
facultad de producir y curar estos "daños" por medio de sor-
tilegios. Por el espíritu religioso imperante en la época, estos
hechos fueron calificados de manifestaciones demoníacas y los
hechiceros procesados como herejes.
También en América estuvieron extendidas estas opera-
ciones mágicas y los gobernantes optaron por emplear penas
severísimas para extirpar estas prácticas.
Emilio Catalán (1936 :137/138) describe varios de los
castigos aplicados a los hechiceros en el Río de la Plata, entre
los que podemos mencionar el tormento del potro, que era
una especie de viga trabajada en forma de tornillo; los ver-
dugos ataban al reo con cuerdas de cáñamo, de manera que
a cada paso de rosca que el tornillo o cilindro hacía sobre una
tuerca, levantaba el cuerpo del atormentado; de donde resul-
taba que, por la tensión de las cuerdas, los brazos y las pier-
nas los estiraba con fuerza, puestos en una posición violenta,
dolorosa, casi siempre seguida de la dislocación de los miem-
bros.
En el Archivo Histórico de Tucumán, figura el proceso
seguido a la india Luisa González, a quien se le aplicó el tor-
mento del potro.
En el expediente n 9 33, legajo 13, año 1761 de Santiago
del Estero, se halla registrado el juicio contra las indias Pan-
cha y Lorenza, acusadas de hechicería y a quienes se les im-
puso el tormento de la garrucha. Es este un documento de
notable interés para explicar ciertas actitudes mentales del
curandero, quien para adquirir mayor prestigio no vacilaba

210
en pregonar el trato frecuente con el diablo y el aprendizaje
realizado en las salamancas.
La garrucha consistía en atar las manos del reo con una
cuerda larga que pasaba por una polea suspendida del techo.
Quedaba así el acusado colgado como a un metro del suelo
y sujeto en los pies un enorme peso de hierro. En esta dolo-
rosa posición era interrogado por el juez; si negaba, ordena-
ba aquél que soltaran los verdugos de pronto la cuerda y al
caer el reo al suelo, por lo general se le dislocaban los brazos.
Otro de los tormentos aplicados, fue el garrote, que con-
sistía en ligaduras fuertes hechas en cada uno de los brazos
y piernas, entre la carne y la cuerda se pasaba un palo hasta
la mitad de su longitud y tomándole los verdugos por los dos
extremos, le daban vueltas, retorciéndose de este modo la
cuerda, que a cada vuelta se hundía en las carnes, llegando a
veces a penetrar hasta el hueso. El tormento del garrote fue
aplicado a la india Clara procesada por hechicería.
Fue muy frecuente también quemar a brujos y hechice-
ros, como lo prueba la carta que el Gobernador de Tucumán,
Juan Ramírez de Yelazco dirigiera al rey en 1586, en la que
le comunicaba haber enviado más de cuarenta personas a la
hoguera.
"Investigando a través de los viejos expedientes de la
justicia criminal del siglo XVII que existen en los archivos
de Santiago del Estero y Tucumán, venimos a encontrar que
aquéllos procedimientos crueles, desde los tormentos hasta la
pena del garrote y la hoguera, estaban en boga, lo que quiere
decir que si bien en estos estados no se levantó oficialmente
un Tribunal de la Santa Inquisición, como funcionara en Li-
ma, en cambio la lucha áspera y tenaz que los conquistadores
mantenían con los indios, obligó a los gobrenantes a aplicar
tales penalidades para quebrantar el poder político de los bru-
jos, qufi acaudillaban las tribus contra los españoles, por su
poder de médicos y augures" (E. Catalán 1926 :450).
En los siglos XVI, XVII y XVIII Europa estaba domi-
nada por un espíritu supersticioso que se expande también a

211
las colonias hispano-americanas. Es recién con la influencia
del racionalismo que se desacreditaron las creencias en las bru-
jerías y se suprime la pena de la hoguera impuesta a los
brujos.
Comenta Frazer (1949 :779/780) que es muy probable
que los modernos festivales del fuego europeos sean supervi-
vencias de estas costumbres; ya no se queman a seres huma-
nos, pero si a lo que consideran sus transformaciones como ga-
tos, zorras, serpientes, pues en la creencia popular las brujas
asumían las formas de estos animales. Como también el hecho
de quemar efigies de hechiceros, sea un sustituto de viejas
prácticas.
Vemos que en el transcurso de los siglos ha ido varian-
do el enfoque de este problema hasta la actualidad, en que se
lo encara con mayor amplitud a través de los estudios antro-
pológicos y folklóricos. Es recién con el progreso de estas cien-
cias y la comprensión del fenómeno cultural que el curande-
rismo se ha interpretado en forma más abierta y objetiva.

b) Protomedicato

Son éstas las instituciones más antiguas entre nosotros


que tienen a su cargo la vigilancia de los que ejercen la pro-
fesión médica. Institución que nos legara España, que a su
vez la recibió de Roma.
Los magistrados romanos designaron un Tribunal de Pro-
tomédicos o Archiastras, de los que había dieciseis en la ciu-
dad de Roma, a fin de que las mercedes concedidas por César
y Octavio Augusto a los médicos no pudieran ser disfrutadas
por los que no lo eran. La función de este Tribunal era jus-
tipreciar los conocimientos de los que ejercían la medicina.
En España se inicia la idea de un Protomedicato en las cortes
de Monzón, reunidas por Alfonso III de Aragón, que acuer-
dan se realice el examen de médicos y cirujanos por "los no-
tables y sabios de cada lugar; pero son los Reyes Católicos,
los que publican en Madrid en 1477 las ordenanzas y leyes

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fundamentales del Protomedicato" (Gerardo Rodríguez Ló-
pez 1949 :27 y sigts.).
Este tribunal estaba compuesto por un médico de Su Ma-
jestad y tres examinadores, ante quienes los bachilleres de-
bían rendir la prueba definitiva para obtener la carta de exa-
men, con la cual habían aún de practicar dos años más, en
compañía de un médico aprobado.
En América no hubo Protomedicato hasta 1646, año en
que fueron autorizados los catedráticos de medicina de las
universidades de México y Lima para que presidieran las jun-
tas y concurrencias. (Molina 1948 :34/35).
En el río de la Plata el Tribunal del Protomedicato se
estableció el 17 de agosto de 1780, durante el gobierno del
Virrey Vertiz, siendo su primer presidente el Dr. Miguel
Gorman.

8. Algunas reglamentaciones en nuestro país

La declaración de la independencia argentina no trajo


consigo inmediatamente el establecimiento de un nuevo or-
den jurídico, es así como el Tribunal del Protomedicato sigue
actuando hasta 1822.
Durante el gobierno del general Rodríguez y por decre-
to n 9 291 del 11 de febrero de 1822, se suprime el Protomedi-
cato que fue involucrado en el Tribunal de Medicina, encar-
gado de velar por la salubridad pública en general. Entre sus
funciones estaba la de: "llenar el registro de los profesiona-
les de la medicina, farmacia y demás ramas del arte de curar
con licencia para ejercer y fiscalizarlos, pudiendo suspender
a quienes carecieran de capacidad" (C. Grau 1954 :7/8).
El Tribunal de Medicina y las instituciones que le suce-
den sólo tienen jurisdicción en la Provincia de Buenos Aires.
Por decreto 2315 del 29 de octubre de 1852 el Tribunal
de Medicina se desdobló, dando nacimiento a dos ramas dis-
tintas: la facultad y Academia de Medicina por un lado y el

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Consejo de Higiene Pública por otro, a este último le corres-
pondía la vigilancia del ejercicio de la medicina.
En 1880 este Consejo fue sustituido definitivamente por
el Departamento Nacional de Higiene que recién en 1891 fue
organizado legalmente. Este Departamento entre otras activi-
dades es el encargado de vigilar el ejercicio de la medicina.
La mayor parte de las provincias cuentan en sus respec-
tivas capitales con Consejos de Higiene Pública que desem-
peñan fúnciones análogas al Departamento Nacional de Hi-
giene y cuyas atribuciones principales se reducen a vigilar el
ejercicio de la medicina y demás ramos anexos.
"Hasta la sanción del código penal el ejercicio de un arte de
curar, sin título o autorización, estaba reprimido por la ley
2829, en cuya virtud entró a regir como ley aplicable en la
capital federal y territorio nacionales, una ley de la provin-
cia de Buenos Aires. Conforme a diclia ley, al que ejerciese
algún ramo de la medicina sin título, debía ser llamado por
primera vez ante el Departamento Nacional de Higiene, para
ser apercibido; en caso de reincidencia probada incurriría
en la pena de 5.000.— pesos moneda corriente por la prime-
ra vez, de 10.000.— pesos por la segunda y 20.000.— por la
tercera. Establecía la misma ley que en caso de no satisfa-
cerse la multa o de ulterior reincidencia, el Departamento
de Higiene remitiera los antecedentes al juez del crimen, pa-
ra que éste procediendo breve y sumariamente graduara la
prisión, si debiera imponerla, a razón de un mes por cada
5.000.— pesos de multa. Estas disposiciones han sido dero-
gadas en virtud de lo que prescribe el artículo 305 del Có-
digo Penal" (Eusebio Gómez 1941: 171/172).
El artículo 208 del Código Penal, que está aún en vi-
gencia, se estructuró por primera vez en el proyecto de 1906
donde figuraba como artículo 225, siendo incorporado al or-
denamiento penal vigente sin modificación alguna, y que di-
ce así:

Art. 208: "Será reprimido con prisión de quince días a


un año:

214
1<? El que, sin título ni autorización para el ejercicio
de un arte de curar, o excediendo los límites de la
autorización, anunciare, prescribiere, administrare o
aplicare habitualmente medicamentos, aguas, electri-
cidad, hipnotismo o cualquier medio destinado al tra-
tamiento de las enfermedades de las personas aún
a título gratuito.
2' El que, con título o autorización para el ejercicio de
un arte de curar, anunciare o prometiere la cura-
ción de enfermedades a término fijo o por medios
secretos o infalibles.
3- El que con título o autorización para el ejercicio de
un arte de curar, prestare su nombre a otro que no
tuviese título o autorización, para que ejerza los
actos a que se refiere el inciso primero de este ca-
pítulo".

Resulta de interés destacar lo que la comisión redactora


dijo al fundamentar dicho artículo en la exposición de mo-
tivos :
"Respecto al ejercicio ilegal de la medicina, nos ha de
permitir V.E. algunas breves consideraciones. El curanderis-
mo en todas sus formas, es uno de los peores enemigos de la
salud a la vez que un medio inicuo de explotación; lo prime-
ro porque cuando no precipita la muerte con procedimientos
absurdos y antihigiénicos, deja avanzar las enfermedades me-
diante el empleo de medios completamente pueriles e inno-
cuos; lo segundo, porque aprovecha del sufrimiento y del do-
lor para hacerse pagar generalmente su engaño y su mala fe.
La comisión piensa, pues, que es necesario de una vez por to-
das, acabar con este mal que, desgraciadamente se extiende
en todas partes gracias a la divulgación de ciertos medios que
pueden dar resultado en manos de un hombre de ciencia,
pero que son una desgraciada parodia en poder del char-
latán".
"No podíamos prescindir, por otra parte, ya que hace-
mos obra nacional del clamor público contra éstos profesiona-
les del engaño y la mentira; no podíamos desatender las que-
jas que todos los días oíamos; no podíamos en fin, ser sordos
a la protesta de todos los hombres cultos y de las corporacio-
nes científicas más autorizadas. Hemos procedido, en todos los
detalles, a fin de llegar a la extirpación completa de este re-
conocido mal".

215
"Agreguemos que liemos tenido presente para este ca-
pítulo el provecto que el Poder Ejecutivo remitió al TI. Con-
greso en 1904". (Nerio Rojas 1956: 497).

Aunque estos fundamentos sólo se refieren al curande-


rismo, el artículo 208 tomó en cuenta las tres formas distin-
tas del ejercicio ilegal de la medicina en cada uno de los in-
cisos; en el primero el curanderismo, en el segundo el char-
latanismo y en el tercero la cesión de diploma.

CONFIGURACION DEL DELITO DE EJERCICIO ILEGAL DE LA


MEDICINA

9. El curanderismo folklórico a través de los procesos legales

Para este tema han sido consultadas las revistas Juris-


prudencia Argentina y La Ley desde sus primeras publica-
ciones hasta la actualidad. Hay registrados más de setenta
casos como ejercicio ilegal de la medicina, pero son escasos
los de curanderismo folklórico que como tales han llegado has-
ta la justicia. A través de los juicios existentes, se observa
que la imposición de manos, la prescripción de yuyos y las
curas por oraciones han sido los métodos empleados con ma-
yor frecuencia.
Queremos destacar, que como en este trabajo el curan-
derismo ha sido enfocado a través de los procesos legales, nos
hemos remitido a estas fuentes de información para obtener
los datos. Por esto mismo encontramos en ellas una predis-
posición a encararlo desde el punto de vista y criterio legal
exclusivamente; tal vez, elementos que para el Folklore pue-
den resultar de interés, han sido dejados de lado o valorados
únicamente como hechos delictivos.
En el mencionado en Jurisprudencia Argentina (Tomo
20, 1926 :1107/8) el procesado decía estar dotado de un poder
sobrenatural para curar toda clase de enfermedades. Simula-
ba ser sordomudo y el paciente se comunicaba con él por in-
termedio de una mujer, quien anotaba en un cuaderno las
consultas y se las daba a leer.

216
Otro de los procesos (La Ley, Tomo 32, 1943: 655/59)
presenta a un curandero que empleaba diversas modalidades
como el efectuar pases de manos sobre los enfermos, desen-
terrar un sapo de la casa de una de las víctimas para librar-
lo del daño que le habían producido por su intermedio, pro-
meter la curación de los campos mediante la fundición de
libras esterlinas. En otras ocasiones llegó a sustraer anillos
de valor a sus clientes con el pretexto de alejar el "mal" e
indicarle el número de la lotería que sería premiado.
En otro (La Ley Tomo 44, 1946:431) se probó que el
acusado suministraba a los pacientes bebidas que él mismo
preparaba con hierbas; ejercía el arte de curar bajo nombre
supuesto, recibía fuertes sumas de dinero por sus promesas
de cura en breves días y se comprometía a devolverlo si en
el plazo estipulado no sanaban de sus dolencias. Cuando los
enfermos advirtieron el engaño se fugó de la ciudad.
Estamos aquí frente a tres casos de curanderismo; los
métodos empleados por ellos tienen un contenido folklórico,
pero se manifiesta a través de sus actitudes que proceden de
mala fe, con intención de sustraer dinero a los pacientes por
medio de ardides más o menos ingeniosos. Es indudable que
no reúnen las condiciones que señalamos al definir al curan-
dero folklórico.
Otro juicio se refiere al conocido Tibor CJordon (.Juris-
prudencia Argentina 1959: 1:282) a quien se acusa de re-
currir a prácticas místicas que tienden a curaciones de ca-
rácter religioso. Cordon es el director de una agrupación es-
piritual que tiene como lema "Fortaleza de fe". Fue absuelto
pues no se pudo probar que aplicara ningún medio destinado
al tratamiento de enfermedades.
La "Hermana Agustina" (Jurisprudencia Argentina, To-
mo 76, 1941: 843/4) fue procesada por prescribir yuyos y
efectuar pases magnéticos sobre los enfermos y se la conde-
nó a tres meses de prisión.
En La Ley (Tomo 70, 1953: 172/74) encontramos otra
mención, se trata de Pedro Navarro quien curaba daños, afec-

217
ciones y recetaba yuyos. Se lo condena a dos años de pri-
sión como autor responsable del delito de estafa. Fue acusa-
do por uno de sus clientes, quien declaró que el procesado
exigió la entrega de ciertos objetos además de dinero en pago
de las curaciones. Como no pudo probarse la acusación fue
absuelto del delito de estafa.
En el proceso contra Juan Huesis o el "Hermano Juan"
(Jurisprudencia Argentina, Tomo II, 1923: 867/69) se lo de-
manda por dedicarse a curar mediante la fe en Dios. Colo-
caba una mano sobre el enfermo y pronunciaba oraciones de-
lante de un altar, instalado para ese efecto en su casa. Fue
condenado por el Tribunal, pues se consideró que el hecho
estaba encuadrado dentro de la sanción penal porque: "No
es necesario que se receten drogas ni substancias de ninguna
clase, como resulta claramente tanto de su letra al decir aguas,
electricidad, hipnotismo o cualquier medio, como de su pro-
pósito, por cuanto la ley quiere proteger la salud pública, la
que se ataca no solo cuando se le causa ese perjuicio indirecta-
mente, sustrayéndole de la asistencia racional dada por las
personas con título otorgado por la sociedad, únicas autori-
zadas para hacerlo".
En otro juicio citado en "Votos y sentencias penales"
(M. Oderigo 1956:211) se condena a Ramona Larroza por es-
tafas reiteradas, a la pena de cinco meses de prisión. Ella
obtenía dinero por colocar la mano sobre el cuerpo del pa-
ciente, al mismo tiempo que recitaba oraciones. En el juicio
se destaca que como fué probado que la acusada no utilizaba
ningún medio destinado al tratamiento de las enfermedades,
no se considera que haya infringido el art. 208 del Código
Penal, sino el de estafa porque cobraba por sus curaciones.
Se observa cierta discordancia en los fallos de estos dos
últimos procesos mencionados. Mientras al "Hermano Juan"
se le aplica el art. 208 porque no suministra medicamentos,
pero sustrae a los enfermos de una asistencia racional, a R.
Larroza por cobrar sus curaciones y no utilizar ningún tra-

218
tamiento se la sentencia por estafa. Con lo que a un proble-
ma jurídico similar se le dieron soluciones dispares.
Cabe admitir la posibilidad que del estudio directo de
los juicios, se pudiera llegar a una mejor comprensión de es-
tos fallos, pero por la imposibilidad ya señalada de recurrir a
dichas fuentes, los datos obtenidos están extraídos de las re-
vistas mencionadas.

10. Diferenciación entre charlatán y curandero

El artículo 208 del Código Penal, prevé tres formas dis-


tintas del ejercicio delictivo de la medicina, una en cada in-
ciso: el curanderismo, el charlatanismo y la cesión de di-
ploma.
Desde el punto de vista jurídico el curanderismo es el
ejercicio de la profesión médica sin título o autorización y
el charlatanismo consiste en ciertas formas de actividad de
personas munidas de título o de autorización, que anuncien o
prometan la curación de enfermedades a término fijo o por
medios secretos o infalibles. Es frecuente que esta modalidad
constituya una forma de engaño, porque la ciencia no pue-
de prometer todavía semejantes seguridades.
Desde el punto de vista folklórico y de acuerdo a lo
expuesto, podemos establecer la diferenciación entre el cu-
randero folklórico y el charlatán. El primero se destaca por
su intencionalidad, se siente dotado de un "poder especial"
para curar y lo hace con fe y desinterés. Generalmente es
indocto, aunque han existido algunos casos de médicos cuyos
métodos se han injertado dentro de la modalidad del curan-
dero folklórico. Mientras que al charlatán lo impulsa un
propósito de burlar la buena fe de los que a él acuden en
beneficio personal, aunque utilice métodos folklóricos como
los ya mencionados en La Ley, Tomo 44, 1946:431, La Ley, To-
mo 32, 1943:655 y Jurisprudencia Argentina, Tomo 20, 1926:
1107.
Legalmente la infracción consiste en anunciar, prescribir,

219
administrar o aplicar cualquier medio destinado al tratamien-
to de las enfermedades. Si bien para la sanción de la pena
es indiferente que quien practique este delito, esté convencido
de sus poderes y no sustente un propósito de enriquecimiento,
al menos estos antecedentes son estimables como para no en-
cuadrar estos hechos como defraudación o estafa, como se ha
propuesto en algunos de los juicios comentados en el punto
anterior. A través de ellos se observa que en algunas oportu-
nidades, no se ha establecido una diferenciación entre el char-
latán y el curandero.

Soler (1946:29, Tomo IV) destaca este hecho cuando di-


ce: "Sea cual sea el medio empleado la actividad engañosa
debe haber sido empleada intencionalmente, debe consistir en
una maniobra subjetivamente dirigida al fin de engañar y
no es posible hablar de ardid, cuando el sujeto mismo es el
primer engañado".
Arthur Ramos hace una distinción precisa (Carvalho Ne-
to 1956:126) : "I. Entre el charlatanismo y el curanderismo
debe ser establecida una diferencia fundamental, que impli-
ca, de nuestra parte, una actitud diversa al cncrarar estos
dos fenómenos. II. El charlatán es el transgresor consciente
de una codificación de clase y debe sufrir las penalidades
que le dicta la ley. El curandero es un charlatán involuntario
cuya conducta obedece a determinismos psicológicos bien di-
versos. III. Estos móviles son los factores pre-lógicos de la
mentalidad primitiva, como los encontramos en el hombre-
medicina de las sociedades salvajes. La persistencia de esta
mentalidad en el curandero de nuestros días se torna eviden-
te en ciertos medios del Brasil, que recibieron el influjo di-
recto del negro y del indio. IV. Se torna necesario una exacta
comprensión psicológica del fenómeno del curanderismo para
el establecimiento de las verdaderas normas de conducta pa-
ra con aquellos que se entregan a estas prácticas".

220
11. Algunos casos de crímenes efectuados a instigación
del curandero.

En ciertas oportunidades el curandero como medio cu-


rativo, ha sugerido la necesidad de ocasionar algún daño fí-
sico a la persona que él consideraba culpable de haber pro-
vocado la enfermedad. A veces estos procedimientos han da-
do lugar a crímenes como los que se citan a continuación.
Molina Téllez (1947:276) comenta uno que resulta de
interés. Un hombre se llegó hasta una curandera y le ex-
plicó los síntomas de su malestar, por los datos ella mani-
festó que había en la ciudad alguien que valiéndose de una
prenda íntima le había hecho un daño grave. Recordó el en-
fermo que muchos años atrás, había obsequiado a un "com-
padre" su escapulario, que hasta entonces había conservado
por haber pertenecido a un familiar querido; la curandera
le indicó: "Vaya a casa de su compadre y dígale: Compa-
dre, por el espíritu de Dios, creo que usted me ha hecho mal
con ayuda del escapulario que le di, por eso estoy enfermo.
Si su compadre se enoja, es señal que es cierto; entonces há-
galo dar vuelta y con el cuchillo le hace una cruz en la es-
palda". El hombre cumplió fielmente las instrucciones, pero
como el compadre se irritó ante la sorpresiva acusación, fue
asesinado por el enfermo.
En este caso subsistiría aún la mezcla entre el hechicero
y el curandero y no se lo puede considerar un asesinato co-
mún ya que viene acompañado de un ritual mágico. Tal vez
se lo podría encuadrar dentro de uno de los aspectos que
Geza Roheim ha considerado al estudiar el psicoanálisis del
hechicero, la castración simbólica, en este caso la castración
no sería la pérdida de ninguna parte del cuerpo, sino que
provendría de un revestimiento externo. La idea que el hom-
bre puede ser hechizado por medio de cualquier cosa que
alguna vez fue parte de su cuerpo o de algún modo estrecha-
mente unido a él, es casi universal, Frazer la ha considerado

221
dentro de la rama de la magia simpática, que puede denomi-
narse contaminante o contagiosa.
El otro hecho Nerio Rojas por sus características lo ha
titulado "Un crimen medioeval en la actualidad" (1931:453).
En un pueblo de la provincia de Santiago del Estero, una
familia consultó a una curandera preocupados por la situa-
ción del jefe de la casa, quien desde tiempo atrás demostraba
una actitud extraña, se mostraba furioso, rompía sillas y los
amenazaba. Luego de conocer los síntomas la curandera diag-
nosticó que el padre estaba "embrujado", que tenía el diablo
adentro y a quien había vendido sus hijos por un millón y
medio. Les recomendó para su curación un líquido que ella
misma preparó, además recetó golpearlo hasta tanto el padre
les entregara el pacto diabólico.
Los parientes cumplieron lo recetado, pero como el pa-
dre se resistiera, decidieron atarle de pies y manos en cua-
tro estacas para poder golpearlo con látigos de alambre y
cuchillos a fin de acelerar la declaración, con lo que se vería
libre del demoníaco poder que sobre él pesaba. A los pocos
días de iniciado el tratamiento el enfermo murió agobiado por
los golpes.
Es indudable que este es un caso de demopatía aguda.
Como bien lo dice Rojas, sería de interés para estudiarlo en
sus varios aspectos: "Con él ahora (el daño) y antes con el
diablo, hay casos en los cuales resulta muy difícil discriminar
lo que corresponde solo a la superstición y lo que ya es pa-
tológico. Si el primer caso es motivo del folklore y tiene in-
terés para el sociólogo, el segundo es observación de la clíni-
ca y tiene importancia para el psiquiatra. Pero uno y otro se
esclarecen recíprocamente" (N. Rojas 1951:22).
Durante la Edad Media estuvo muy arraigada las creen-
cias que los hechiceros podían efectuar pactos con el demo-
nio. No solo el pueblo creía en estas supersticiones, sino que
también la encontramos entre la realeza, como lo atestigua
el hecho que Felipe II haya enviado a Galicia una comisión
de técnicos de su mayor confianza para averiguar si era cier-

222
to cuanto atribuían a los brujos. En el informe que emitieron
aquellos doctores (que se conserva en el archivo del Esco-
rial), afirmaban que ellos mismos habían visto salir a las do-
ce de la noche a las brujas por las chimeneas, montadas en
escobas (Jesús Rodríguez López 1943:139).
Molina Téllez (1947:278) cita otro caso interesante. Un
hombre se encontraba casi paralítico y el curandero, luego
de varias experiencias afirmó que estaba hechizado por los
ojos de una mujer que rondaban la casa del enfermo. La
única forma de "apagarlos" era pinchar los ojos en un re-
trato de la Manuela, a quien consideraban autora del hechizo.
Esta operación no dio resultado alguno. Fue consultada otra
curandera y de común acuerdo con su colega, resolvieron que
la única posibilidad de sanar al enfermo, sería pincharle los
ojos a la misma Manuela. Para esto fue llevada a la fuerza
hasta la casa del hechizado, a quien previamente le habían
dado una bebida estimulante que le infundió coraje para pin-
charle los ojos a la mujer. A pesar del convencimiento de
ellos que la maléfica mirada de la Manuela no había sido he-
cha con alevosía no dudaron en privarla de la vista para
obtener la curación del paciente.
Estamos aquí frente a una de las prácticas mágicas más
generalizadas como es la de producir un daño a una persona
a través de su retrato. En este caso comenzó con un hechizo
simbólico, para terminar en un hechizo directo.

12. Poder de sugestión que ejercen

El dominio del curandero sobre la voluntad de los pa-


cientes que a él recurren, queda demostrado por los testimo-
nios de numerosas personas y en grado extremo por los crí-
menes que se han efectuado a instigación de ellos, expuestos
en el punto anterior.
Es innegable que el curandero emplea con frecuencia
la sugestión como medio terapéutico. En la mayor parte de
sus recetas interviene el factor puramente sugestivo, cuya efi-
cacia ha sido advertida por los hombres de ciencia.

223
El Dr. Oraison (1955:2868/73) refiriéndose a este pro-
blema se pregunta: Se trata de una sugestión en acción?, in-
fiere entonces que la sugestión es una potencia que contri-
buye a la recuperación de la salud del enfermo. Y lo esen-
cial es que el paciente se beneficie, aún cuando este método
haya sido aplicado por personas que carecen de la autoriza-
ción correspondiente para ejercer la medicina. Por lo que
nuevamente se pregunta el Dr. Oraison: Se debe perseguir
al curandero en este caso o sacar una enseñanza para imitar-
le y hasta superarlo?
Este interrogante cabría contestarlo desde el punto de
vista médico y de la nueva orientación psicosomática de la
medicina.

PERSISTENCIA DEL CURANDERISMO

13. En los medios urbanos y rurales.

Este fenómeno social se registra y se comprueba no sólo


en la campaña sino también en las grandes ciudades. Dice
B. Bosio (1936:102) una parte más o menos importante de
la población consiente su existencia, más aún la alienta. Este
autor considera que este hecho se debe a que aún existe en
ciertos individuos un sentimiento religioso en forma tal, que
creen que hay personas que sin tener título profesional, po-
seen condiciones "naturales" para curar a los enfermos y
cuando fracasa el médico recurren al curandero.
Tres son las razones que con más frecuencia se esgri-
men como causas de esta subsistencia: ignorancia, supersti-
ción y pobreza. Muchos son los que se apoyan en que es la
ignorancia lo que mueve a recurrir al curandero; si bien es
cierto que en muchos casos esta es la razón preponderante,
en otros sin embargo los hechos desmentirían esta asevera-
ción, ya que hay un número considerable de personas de la
clase media intelectual, inclusive universitarios que acuden
a él. Por otra parte, en países como Suiza y Alemania hay
zonas con cero por mil de analfabetos y a pesar de esto flo-
rece el curanderismo.
También se ha dicho que "lo que debiera desentrañarse
es el motivo o motivos de ese recurso y sobre todo los moti-
vos sociales que pueden explicar el fenómeno y que pueden
ser anulados. No olvidar que cada individuo tiene en sí un
resorte potente que lo incita a la búsqueda de lo que lo li-
bre de sufrimientos, que lo alivie y más aún que lo salve
de la muerte. Este resorte también lo tienen y en función
los cultos" (Curanderismo y curanderos, problema que sigue
en pie 1955:1/2).
Otros en cambio consideran que se trata de pacientes
con trastornos psico-somáticos, que ha pasado por alto el
médico que todo lo basa en la materialidad. Si bien esto ten-
dría explicación en los barrios populosos y aún en plena ur-
be, no es una razón de neurosis lo que impulsa asistir al cu-
randero a los habitantes de los medios rurales. Más bien en
algunos casos razones de distancia, malos medios de comu-
nicación y falta de médicos en los pueblos.
Pero no se puede negar que dentro de los integrantes
del grupo folk, hay una predisposición por acudir al curan-
dero antes que al médico, posiblemente estimulados por la
creencia que la enfermedad puede ser obra de un hechizo,
al que es necesario deshacer por medios igualmente mágicos.

14. Medidas adoptadas para extirpar el curanderismo.

Hemos visto a través de la legislación las medidas adop-


tadas para extirpar el curanderismo, desde el Protomedi-
cato, los decretos posteriores hasta el actual artículo 208 del
Código Penal.
Sin embargo quedan en pie las causas fundamentales
que impulsan a acudir al curandero. Recrudece el curande-
rismo a pesar de haber leyes y códigos adecuados, institu-
ciones sanitarias y policiales encargadas de la vigilancia y
acción correspondiente, porque el clima sigue siendo favora-
ble para su aparición.
a) Estadística y encuesta sobre el curanderismo

En el año 1926 en Alemania el Dr. Hans Much realizó


una estadística del curanderismo por su cuenta y llegó a
establecer que el 50 % de las personas interrogadas se ha-
bían apartado de la medicina oficial, para ponerse en manos
de distintas formas del curanderismo y en la Münchcner Med.
"Wochenschrift de 1927, n? 9, aparece una noticia en la que
los médicos húngaros piden una ley represiva porque se pro-
bó que solo 47 % de los fallecidos en el año anterior fueron
atendidos por médicos y el 53 % por curanderos (Miguel
Jorg 1940:18).
En cuanto a la Argentina recién se inicia la estadística
policial por ejercicio ilegal de la medicina (en Buenos Aires),
años después de la reforma del Código Penal. Los hechos re-
gistrados son a partir de 1928 hasta 1936. (Fernández Spero-
ni 1937:212/217).
Por cierto que son pocos los datos como para poder es-
tablecer si se trata de curanderismo folklórico o no, pero
nos permite considerar el problema en general.
Se puede apreciar que predominan los hombres sobre
las mujeres en una proporción de cuatro a uno y los reinciden-
tes constituyen la quinta parte de la totalidad. También se
observa el aumento considerable que sufre hasta llegar al
máximo en 1933, apartir de ese año, se inicia una severa
campaña de persecución y se reconoce a través de la esta-
dística, ya que este delito disminuye al año siguiente en for-
ma notable.
Otro elemento que permite pulsar este problema es la en-
cuesta que se realizó entre un número reducido de médicos
de las zonas más diversas del país. Constaba solo de tres pre-
guntas (F. Mcnchaca 1956:59).
1. ¿Cree usted que el curanderismo constituye un pro-
blema en s uzona?
2. ¿A qué causas atribuye su origen y mantenimiento?

226
3. ¿Qué medidas cree que permitirán luehar con éxito
contra el curanderismo?
Fue enviada a cuarenta médicos de los cuales contestaron
solamente veintitrés, de manera que no se la puede considerar
decisiva, sino simplemente de orientación.
En respuesta a la primer pregunta, la mayoría de ellos
se manifiestan por la afirmación.
Con respecto a la segunda, diecisiete sobre veintitrés res-
puestas coinciden en señalar como los factores más importan-
tes del curanderismo a la ignorancia en general y a la falta
de educación sanitaria en particular. Los profesionales de
Catamarca; Jujuy y Chaco consideran a la ignorancia en re-
lación con otros aspectos psicológicos, como la influencia de
lo mágico y lo sobrenatural transmitido por la tradición. Ade-
más de las deficiencias culturales, los defectos de la acción
judicial, constituyen el factor citado con mayor asiduidad;
se lo señala concretamente en nueve contestaciones. Con igual
frecuencia aparecen las imperfecciones que muestra la asis-
tencia médica y en cuatro respuestas se considera a la po-
breza como otra de las causas.
Diecisiete de los veintitrés médicos dan como contesta-
ción a la tercer pregunta, la necesidad de elevar la cultura
general, particularmente la sanitaria; una mayor y mejor
persecución de quienes participan en el acto de curanderis-
mo, y el perfeccionamiento de la asistencia médica; el de Co-
rrientes agrega que es necesario "humanidad y comprensión
para con los problemas ajenos; acercar a la gente sin cultu-
ra a un médico técnicamente bien dotado y con cierta acep-
table dosis de bondad".
De las respuestas se infiere que el curanderismo está
muy difundido en la República Argentina. Consideran co-
mo causas preponderantes las deficiencias culturales y de la
educación sanitaria en especial. La poca eficiencia de los ac-
tuales procedimientos judiciales así como los defectos de la
asistencia médica, son las causas que siguen en importancia,

227
mientras que el causal económico, al igual que los aspectos
psicológicos propios y particulares del curanderismo, apare-
cen en los últimos puestos de la escala de frecuencia.

15. Elementos que permiten su subsistencia.

Como se ha visto las leyes represivas en ciertos momen-


tos han aminorado la intensidad de este fenómeno, pero no
han llegado a extirparlo. Algunas veces se aprisiona al cu-
randero, pero desaparecido éste, aparece otro, porque el me-
dio sigue teniendo los elementos que permiten BU existencia.
Desde la época colonial se plantea el problema de pue-
blos, villas y lugares apartados que no contaban con medios
necesarios como para retribuir los servicios de un médico, co-
mo lo indica la resolución del Cabildo, que en 1624, hace de-
tener por un mes en el convento de San Francisco a un frai-
le y su compañero porque se dedicaban a curar y "no serán
nada más que simples curanderos, porque la ciudad no tiene
recursos para mantener un médico" (Zapata Gollán 1948:212).
Según una estadística realizada en 1954, la cantidad de
médicos por habitantes en ciertas regiones alcanza cifras des-
proporcionadas. En Formosa la proporción de médicos es de
uno por cada 3.127; Santiago del Estero, uno cada 3.564; Mi-
siones uno cada 2.707; Catamarca uno cada 2.592 y el Chaco
uno por cada 2.498 habitantes.
En algunos casos se ha tratado de solucionar este con-
flicto confiriendo autorizaciones especiales a personas que no
tienen título universitario, pero deben ceñirse a los límites de
la autorización, tanto en lo que respecta a la zona, como a las
curas y si la exceden caen dentro de las prescripciones del
art. 208 del Código Penal.
Si bien esta ausencia de asistencia médica es un hecho
importante para la propagación del curanderismo, es un fac-
tor aún más importante la supervivencia de las creencias su-
persticiosas y las prácticas mágicas, y subsistirán el curan-
derismo mientras persiste la idea de la enfermedad producida

228
por causas sobrenaturales. "En el deseo de vivir es donde to-
ma arraigo la creencia en lo sobrenatural, creencia que al-
canza proporciones universales entre todos los pueblos pasa-
dos o presentes. Las formas de esta creencia varían según las
regiones, lo cual no impide que algunos de sus aspectos se
encuentren en todas partes" (Lowie 1947:288).
Son estas ideas las que no permiten desalojar del pueblo
la profunda fe que tienen en los curanderos.

16. Actitud científica frente a los curanderos.

Algunos eruditos en materia médica señalan la eficacia


de ciertos procedimientos utilizados por los curanderos, como
por ejemplo el recetar raspaduras de mesas viejas para las
infecciones. Gracias a las investigaciones modernas podemos
explicarnos ahora lo que a simple vista parecería un capri-
choso medicamento. A través de minuciosas investigaciones
Alexander Fleming en 1928, descubre la penicilina, elemento
que se encuentra en ciertos hongos y que resulta de gran
efecto para combatir las infecciones. De manera que es la
ciencia, quien da la explicación de ese recurso elemental que
utilizaban para combatir el mal, ya que es probable que las
mesas viejas estuvieran enmohecidas, de ahí la eficacia del
remedio.
Pero el curandero que recetaba este procedimiento, igno-
raba al aplicar el remedio las causas de esta mejoría; lo que
a él le interesaba son los efectos que producía y en este caso
son positivos. Será la ciencia por medio de su fase experi-
mental y científica, quien dará las causas de estos hechos.
Wendel Holmes (P. Barbieri 1905:491) hace notar que
"la pseudo ciencia no consiste única y exclusivamente en men-
tiras, puede contener muchas verdades y aún algunas de
valor".
Actualmente el Dr. Bruce Halstead está tratando de des-
cubrir los secretos de los curanderos, mediante la investiga-
ción de la flora y fauna acuática y terrestre, lo que demues-

229
Ira que a pesar de los grandes adelantos científicos, aún hoy
se considera sumamente valioso el aporte que proporciona la
tradición en materia médica.
Relata Tobías Rosenberg (1939:95) que para las erupcio-
nes cutáneas los indígenas acostumbraban a aplicar una hor-
miga negra sobre la parte enferma. La razón de este reme-
dio empírico para los aborígenes, ha sido dada por los quími-
cos. Esa clase de hormigas que ellos utilizaban, entre sus
substancias orgánicas, reúne cierta cantidad de ácido fórmico
que es el mejor remedio para el citado mal.
Resulta de interés lo que refiere el Dr. Enrique Korn
(1955:1460) acerca de la "tirada del cuerito". Siendo él di-
rector del Centro de Higiene Maternal e Infantil de Esquel,
comenzó a poner en práctica esta maniobra en todos los ni-
ños afectados con afecciones gastro-intestinales. Este médico
señala que el resultado ha sido benéfico y que "solo la obseca-
cióu o la tosudez pueden negar, puesto que son evidentes, y
su comprobación al alcance de cualquiera, médico o no". Y
agrega: "La excitación producida por el despegamiento de
la piel... restablecería los reflejos nerviosos normales con-
tribuyendo en esta forma a la debilitación, y a veces a la
anulación completa del proceso patológico y a la recupera-
ción de la salud. La explicación de los procesos patológicos y
fisiológicos del organismo desde el punto de vista del nervismo
a base de reflejos, cualquiera que ellos sean, axónicos, anti-
drómicos, interorreceptores, como en este caso que nos ocupa,
debe obligarnos a los clínicos a ocuparnos seriamente de ellos
y sus efectos y no soslayarlos por considerarlos anticientíficos
por su origen popular como en este caso".
Otro aporte lo ofrece un profesor de la Facultad de Me-
dicina de París, quien aplicó con éxito un remedio para lac-
tantes, extraído de su conocimiento del folklore comarcano
(Mendiérez 1934:412/413).
Es interesante destacar la actitud de algunos médicos,
quienes en vez de rechazar a priori los resultados de siglos
de observación empírica, los estudian y analizan y una vez

230
comprobada su eficacia, lo ponen en práctica como en los ca-
sos mencionados.
Otro médico, el doctor Pardal (1937:345) dice que "gran
parte de los descubrimientos en materia médica se han de-
bido a obscuros observadores intuitivos o al empirismo más
rudimentario. En tal forma se acepta como una ley general
en farmacoetnología y farmacohistoria, que la terapéutica na-
ció en las sociedades humanas con anterioridad al desarrollo
de los conocimientos médicos propiamente dichos".

17. Conclusiones.

Hemos destacado dentro del curanderismo, a los curande-


ros folklóricos de los que utilizan otras modalidades; a los
primeros los distinguimos por los métodos empleados y por
la intención que los caracteriza. Hay en ellos un noble y des-
interesado propósito que los impulsa a ayudar a los que pa-
decen enfermedades.
Durante la Edad Media se adoptaron medidas muy enér-
gicas contra los que ejercían la medicina sin la correspon-
diente autorización. Era creencia general de la época que
ciertas enfermedades provenían de espíritus diabólicos y que
los brujos y hechiceros producían y curaban estos "daños"
por medio de sortilegios. Por las ideas imperantes en ese
momento, estas personas fueron consideradas herejes, por lo
que se les aplicaron distintos tormentos y la pena de la ho-
guera.
Estos tipos de castigos también fueron introducidos en
América durante el período colonial, como lo atestiguan do-
cumentos existentes en los archivos de Santiago del Estero
y Tucumán.
Es con el Protomedicato que en el Virreinato del Río
de la Plata, comienza a reglamentarse el ejercicio de la me-
dicina. Esta institución sigue actuando hasta 1822; a par-
tir de entonces se suceden varios decretos hasta el actual có-

231
digo penal en que el art. 208, establece las normas para el
ejercicio de la medicina.
Son pocos los casos de curanderismo folklórico, que co-
mo tales han llegado hasta la justicia, pero a través de los
procesos existentes, se observa que la imposición de manos,
la prescripción de yuyos y las curas por oraciones han sido
los método sempleados con más frecuencia. También se pue-
de apreciar que no se ha establecido en algunos casos la di-
ferenciación entre el charlatán y el curandero. Mientras que
los primeros burlan la buena fe de los que a ellos acuden
en provecho personal, los segundos no hacen negocio con su
profesión, sino que actúan en forma desinteresada y con el
propósito de brindar ayuda.
Por lo general el pueblo le concede su fe y su venera-
ción y hay registrados algunos hechos en que por sugerencia
de curanderos se ha llegado a instigar crímenes como medio
terapéutico, lo que evidencia la sugestión que ellos ejercen so-
bre ciertos enfermos.
Recurren al curandero los integrantes de las distintas
capas sociales, por lo que este fenómeno social se observa no
sólo en los medios rurales, sino también en los urbanos y una
de las razones de esta concurrencia la encontramos en el po-
der de sugestión que ejerce el curandero.
A pesar de las leyes represivas, persiste este problema
porque el medio ambiente aún contiene los elementos que per-
miten su subsistencia.
La apreciación de este problema ha ido variando de
acuerdo a las concepciones mágicas, teológicas, naturales y
científicas que se han ido sucediendo. Ha sido abordado des-
de diversos puntos de vista: médico, médico-legal, médico-far-
macéutico, jurídico, policial, etnológico, social; al enfocarlo
ahora desde el punto de vista folklórico y a través de los
procesos legales, no se pretende justificar su actuación, sino
que consideramos que por los antecedentes expuestos no se tra-
ta de vulgares delincuentes o estafadores, sino que ellos me-
recen tratos diferentes. La contribución de los estudios antro-

232
pológicos y folklóricos a este fenómeno, permitirá una com-
prensión más amplia y objetiva de este problema. Además
debe tenerse en cuenta que en las generales de la ley, el
análisis folldórico puede poner en evidencia aspectos particu-
lares de configuración del delito, sin duda útiles para un
mejor ajuste del criterio del juez y del abogado.

MARTHA T. BLACHE
Cramcr 2153. D. Buenos Aires

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