Terapia Médico-Nutricia en El Paciente Con Trauma Craneoencefálico Severo
Terapia Médico-Nutricia en El Paciente Con Trauma Craneoencefálico Severo
Terapia Médico-Nutricia en El Paciente Con Trauma Craneoencefálico Severo
PROYECTO DE TERMINACIÓN
Presenta:
México, DF
Agosto 2014
JURADO
DIRECTORA
ASESORA
SINODAL
INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 1
CONCLUSIONES .......................................................................................... 89
ANEXOS ...................................................................................................... 97
INTRODUCCIÓN
El TCE consiste no sólo en el daño primario (lesión directa ocasionada por la destrucción de tejido
cerebral), sino también en el daño secundario que implica una cascada metabólica inducida por el
evento traumático. La lesión primaria es difícil de tratar debido al mecanismo y rapidez de la
lesión. La lesión secundaria se manifiesta con hipoxia, isquemia e inflamación. Estos procesos de
respuesta al trauma son mediados principalmente por neurotransmisores, citocinas inflamatorias,
especies reactivas de oxígeno y factores de inmunidad celular. Todo esto se traduce en edema
cerebral, disfunción metabólica y finalmente muerte celular debido a la falla energética. El
tratamiento médico incluye la terapia con manitol y soluciones hipertónicas para modular la
osmolaridad del volumen sanguíneo cerebral y proveer un adecuado manejo de la hipertensión
intracraneal. Otros medicamentos, tales como bloqueadores neuromusculares, sedantes y
barbitúricos son usdos para suprimir el metabolismo cerebral y evitar el estrés energético celular
del tejido dañado.
Al tratarse de una entidad con fuertes consecuencias a nivel metabólico, resulta fundamental la
Terapia Médico-Nutricia en todo paciente con TCE. El grado de hipermetabolismo de estos
pacientes dependerá de la gravedad de la lesión, siendo entonces los más afectados aquellos con
TCE severo. El resultado final de las alteraciones metabólicas que se explicarán a detalle más
adelante, es el catabolismo sistémico y un aumento de las demandas energéticas. La lesión
cerebral estimula la secreción excesiva de hormonas, entre ellas el glucagón y las catecolaminas,
principales responsables del aumento del metabolismo basal, consumo de oxígeno,
glucogenólisis, hiperglucemia, proteólisis y depleción muscular. Uno de los objetivos del soporte
nutricio vía enteral o parenteral reducir la utilización de reservas y sustratos endógenos,
reduciendo así el catabolismo, atenuando la respuesta metabólica y evitando los efectos adversos
de la misma.
La Terapia Médico-Nutricia en el paciente con TCE se basa en el inicio temprano, la vía de acceso
adecuada, y el aporte óptimo de energía, proteína y micronutrimentos, todo ello en sinergia con el
tratamiento farmacológico y la evolución del paciente.
1
CAPÍTULO 1. EPIDEMIOLOGÍA
El traumatismo craneoencefálico (TCE) severo se define como el trauma craneal asociado a una
calificación en la escala de coma de Glasgow igual o menor a 8 puntos. El manejo inicial del
paciente con TCE es vital para la sobrevida y reducción de la discapacidad permanente en
sobrevivientes. [1]
Aproximadamente 1.1 millones de personas en el mundo ingresan a urgencias por TCE cada año,
de los cuales 10% son severos. De hecho, es la principal causa de muerte en niños y adultos
jóvenes de países desarrollados.[2]
Desconocido
10% Accidentes
de tránsito
25%
ACC
10%
Arma de Caídas
fuego 24%
20%
Desde 1966, los accidentes se consideran un problema de salud en el mundo. Las víctimas que
sobreviven al TCE pueden presentar deficiencias e incapacidades que pueden ser temporales o
permanentes, interfiriendo en la capacidad del individuo para desempeñar sus funciones.[7]
A medida que el niño crece, el grado de actividad aumenta y es cuando se incrementan los
accidentes viales como bicicletas, patines, patinetas, atropellamiento y recepción de lesiones
internas de mal pronóstico. En la etapa de la pubertad y la adolescencia, es particularmente
notorio el aumento de las caídas de una bicicleta deportiva, accidentes viales, entre otros.[8]
2
El TCE ocupa del 40 al 70% dentro del total de accidentes en México. Son más frecuentes en el
sexo masculino, con una relación 2:1, y los mecanismos de producción más frecuentes son, en los
lactantes y preescolares, las caídas y, accidentes de tránsito en los niños mayores.
El TCE tiene una incidencia muy elevada en la práctica pediátrica, continúan siendo la primera
causa de muerte y discapacidades producto de secuelas. Se estima que las lesiones
craneoencefálicas abarcan alrededor del 75% de los ingresos por trauma y ocurren en más del
50% de los niños politraumatizados, además de representar una condición que compromete la
vida en el 70-80% de los casos.[9]
3
CAPÍTULO 2. FISIOPATOLOGÍA
El trauma craneoencefálico (TCE) se define como la ocurrencia de una lesión en la cabeza con la
presencia de al menos uno de los siguientes elementos: alteración de la consciencia y/o amnesia
debido al trauma; cambios neurológicos o neurofisiológicos, o diagnóstico de fractura de cráneo o
lesiones intracraneanas atribuibles al trauma; o la ocurrencia de muerte resultante del trauma y/o
daño cerebral traumático entre las causas que produjeron la muerte. El TCE cursa con 2 fases,
primaria y secundaria, las cuales ayudan a entender los mecanismos por los cuales el paciente
con TCE desencadena una respuesta hipermetabólica severa, incluso más intensa que en
cualquier otro tipo de trauma.
4
y el segundo, el intercambio de Na+ (entrada) por H+ (salida), que mantiene el pH intracelular
cercano a 7. En consecuencia, el aumento del Na+ intracelular debido a la falla de la bomba Na-K,
genera un gradiente de concentración de sodio que impide el funcionamiento normal del
intercambio pasivo de iones, lo que culmina en la acumulación de Ca++ e H+ dentro de la
célula.[16] Esto provoca acidosis, que genera incapacidad de la mitocondria para utilizar el calcio,
y el aumento de este produce la activación de proteasas y fosfolipasas que conducen a la
proteólisis y ruptura de la membrana celular. La hipoxia determina una elevación del calcio
intracelular mediado en parte, por la liberación de Ca++ desde el retículo endoplásmico. Este
incremento de Ca++ genera edema y finalmente, la muerte celular.[17]
5
elevación del TNFα y la IL-1β, la cual comienza 1 hora después del trauma, alcanzando el
primer pico a las 4 horas y el segundo a las 72 horas, y pueden persistir elevadas hasta 3 meses
posteriores.[15]
Tras el evento traumático, hay una disminución considerable de los niveles de inmunoglobulinas
IgG, IgG1 e IgM, y del sistema de complemento C1q, C2 y properdina. La inmunidad celular
también resulta afectada por la reducción de linfocitos T, de tipo helper, supresores y las natural
killer (NK) circulantes. Existe evidencia de que estas alteraciones perjudican la evolución clínica
del paciente, y se asocian a mayores complicaciones infecciosas en el 75% de los casos en los 14
días posteriores al trauma. [19]
Por su parte la IL-6, que modula la respuesta cerebral al trauma, está asociada al pronóstico del
TCE severo. La deficiencia de IL-6 en animales con TCE se asoció a una evolución menos
favorable. De igual manera, se ha demostrado que la presencia de niveles altos de IL-6 en el
tejido cerebral en comparación con los niveles normales en sangre durante las primeras 72 horas
son un marcador de mal pronóstico.[20]
6
Además de los mecanismos ya presentados, las acuaporinas toman un rol importante en la
formación del edema. Las acuaporinas son proteínas hidrofóbicas que modulan el paso de agua a
través de la membrana celular. Una de ellas, la AQP4 se expresa por los astrocitos en la
superficie comunicante con la barrera hematoencefálica. En el TCE, se produce una regulación a
la alta de la expresión de AQP4, causante del aumento de la permeabilidad del agua y generación
del edema astrocitario.
Otro mediador del edema cerebral es la trombina, que produce una reacción inflamatoria y gliosis
alrededor de los coágulos, pero de manera más importante aumenta la permeabilidad de la
barrera hematoencefálica además de la concentración de iones Na+ y Cl- intracerebrales. [15]
En los casos de TCE severo, existe un incremento de la presión intracraneal por arriba de 20
mmHg en adultos y 15 mmHg en niños y adolescentes, a lo que se denomina HIC, y se da como
resultado de los siguientes factores[4]:
a) Congestión cerebrovascular con aumento del volumen sanguíneo cerebral asociado a
hiperemia inicial postraumática e incremento del metabolismo cerebral.
b) Edema cerebral.
c) Lesiones ocupantes de espacio como hematoma epidural, subdural, contusiones hemorrágicas
o fractura craneal deprimida.
d) Hipertensión intraabdominal o intratorácica que repercute sobre el retorno venoso cerebral.
e) Hidrocefalia.
Entre las causas de lesión secundaria de origen intracraneal, la más frecuente y que determina
peor pronóstico es la HIC. El aumento de la PIC produce herniación cerebral, que si no es
revertida provoca isquemia cerebral difusa por descenso de la presión de perfusión cerebral o
PPC.[24]
7
así cuando la PPC fue mayor de 70 mmHg. Por ello se recomienda mantener la PPC entre 50-60
mmHg.[27]
Lesión primaria
(inmediata)
Lesión secundaria
(minutos, horas y días
posteriores al trauma)
êK+ éROS
éCa+ y H+ HIPERGLUCEMIA INMUNOSUPRESIÓN
éNa+ y líquidos superóxido y H2O2
EDEMA CEREBRAL E
HIPERTENSIÓN ACIDOSIS ESTRÉS OXIDATIVO
INTRACRANEAL
8
planificación, etc.) junto con los problemas de conducta y emocionales (irritabilidad, desinhibición,
apatía, etc).
Las aleraciones específicas en diferentes procesos atencionales, tales como el déficit para dirigir
la atención a un estímulo, la capacidad para manetener esa atención durante un periodo
determinado, el control de los elementos de distracción, la habilidad para cambiar la atención de
una tarea a otra o llevar a cabo tareas que exigen prestar atención a dos elementos de forma
simultánea, son frecuentes después de un TCE. La persistencia de estas dificultades, junto a la
menor velocidad de procesamiento de información, tiene una gran importancia desde el punto de
vista pronóstico, y muestra una relación significativa con las limitaciones para actividades de la
vida diaria complejas. Los déficit de memoria constituyen la principal queja cognitiva de los
afectados por un TCE y de sus familias. En general, las lesiones cerebrales traumáticas afectan
más a los procesos de memoria anterógrada y al establecimiento de nuevos aprendizajes que a la
capacidad de memoria retrógrada.
Los trastornos neuropsiquiátricos más habituales son la depresión mayor, el trastorno de ansiedad
generalizada, el trastorno afectivo bipolar y el trastorno orgánico de la personalidad, de los cuales
la ansiedad y la depresión aparecen entre los problemas más frecuentemente citados en los
estudios de seguimiento de TCE.[28]
9
CAPÍTULO 3. DIAGNÓSTICO MÉDICO
10
Figura 2. Diagnóstico y toma de decisiones sobre manejo inicial en el paciente con TCE.
Adaptado de [15]
Existen diferentes maneras de clasificar al paciente con TCE: de acuerdo a la severidad clínica, al
mecanismo de la lesión, o a los cambios morfológicos.
La ECG es la más ampliamente aceptada como método estándar para evaluar el nivel de
consciencia y clasificar la severidad de un TCE. Los pacientes con TCE con ECG≤8 (o en estado
de coma) se clasifican a su admisión como TCE severo, pacientes con ECG de 9 a 13 como TCE
moderado y pacientes con ECG de 14 y 15 como TCE leve. La ECG ha demostrado estar
altamente asociada con la morbilidad y mortalidad del paciente con TCE, pero se relaciona en
menor medida con los desenlaces clínicos y funcionales a largo plazo.
La determinación del pronóstico de un paciente con TCE resulta difícil ya que depende de
múltiples circunstancias. El pronóstico puede definirse en términos variables, según sea el objetivo
final de la predicción: mortalidad, recuperación de la consciencia, gravedad y tipo de déficit
neurológico y psicológico residual, o las posibilidades de integración social y laboral. Incluso
dichos objetivos pueden modificarse en el transcurso del tratamiento ya que la resolución
fisiopatológica no siempre correlaciona con la recuperación funcional.
11
CAPÍTULO 4. TRATAMIENTO MÉDICO
La lesión primaria es difícil de tratar debido al mecanismo y rapidez de la lesión. El objetivo del
tratamiento es disminuir la presión intracraneal (PIC), que aumenta por efecto de la hemorragia o
la obstrucción a la salida de líquido cefalorraquídeo. Puede requerir la realización de craniectomía
descompresiva para evacuación del hematoma, lo que limita la hipertensión intracraneal.
La lesión secundaria aparece como un inflamación y apoptosis celular. Esto es mediado
principalmente por neurotransmisores como glutamato, ROS, y cadenas inflamatorias reguladas
por la inmunidad celular. Dicho proceso se manifiesta en forma de edema cerebral, disfunción
metabólica celular y finalmente muerte celular debido a falla energética. La terapia con manitol y
soluciones hipertónicas se usan frecuentemente para modular la reología y osmolaridad del
volumen sanguíneo cerebral como tratamiento de la hipertensión intracraneal. Otros
medicamentos como bloqueadores neuromusculares, sedantes como propofol y barbitúricos como
tiopental o pentobarbital son usados para suprimir el metabolismo cerebral y evitar el estrés
energético celular del tejido dañado.
12
4.1.b Resuscitación hídrica y uso de aminas vasoactivas
Como parte de la respuesta inflamatoria sistémica, la hipotensión se presenta como un factor de
riesgo de morbi-mortalidad en pacientes con TCE severo. La mayoría de ellos ameritan
resuscitación hídrica agresiva para compensar el estado hipovolémico. El protocolo más utilizado
es el uso de solución salina al 0.9%. Sin embargo, se ha propuesto el uso concomitante de
infusiones coloides, entre ellas albúmina. Teóricamente se ha visto que éstas reducen la PIC sin
alterar el estado hemodinámico del paciente, además de reducir la producción de
neurotransmisores excitadores y la inmunodepresión por trauma.[29] El objetivo de dicha terapia
hídrica es alcanzar una presión venosa de 10 mmHg o si el paciente está monitorizado con catéter
de Swan-Ganz, la presión en cuña pulmonar encontrarse entre 12-14 mmHg. Si aún después de
la resuscitación hídrica, la presión arterial sistólica es menor a 90 mmHg o la presión arterial
media (PAM) sigue por debajo de 70 mmHg, es motivo de decisión para el uso de aminas
vasoactivas a dosis-respuesta. Dentro de las alternativas, la noradrenalina ha demostrado ser
efectiva para mejorar la PPC en pacientes con TCE que no alcanzan los niveles adecuados aún
posterior al manejo hídrico adecuado para mantener el volumen intravascular.
Las medidas de evaluación y estabilización incluyen el manejo de la vía aérea con protección
cervical, reanimación hídrica, identificación y estabilización de lesiones extracraneales. La
hipovolemia e hipoxemia deben reconocerse y tratarse de manera inmediata ya que se
correlacionan fuertemente con presión intracraneal elevada y mayor mortalidad en pacientes con
TCE. Puede encontrarse disfunción respiratoria, lesiones añadidas como neumotórax, hemotórax,
fractura de costillas, y contusiones pulmonares, así como edema pulmonar neurogénico (EPN). La
etiología de éste no se comprende del todo, se piensa una sobreestimulación del SNC por
actividad simpático-adrenal, causando vasoconstricción marcada e incremento del retorno venoso.
La hipertensión sistémica resultante condiciona elevación de la poscarga del ventrículo izquierdo y
disminución del volumen sistólico del mismo. La sangre se acumula entonces en la circulación
pulmonar, resultando en hipertensión capilar pulmonar y edema. El EPN causa disnea, hipoxemia,
e hipercapnia. La hipercapnia provoca vasodilatación y aumento de la PIC. Aunque los efectos del
EPN son graves, se autolimita con frecuencia y se resuelve en un lapso de horas o días. [30]
Una vez que se logra una resuscitación apropiada (se establece la normovolemia, una
oxigenación y ventilación adecuadas) puede iniciarse la nutrición enteral (NE).
13
grandes categorías: 1) para intubación de emergencia y b) para el manejo en la UCI, incluyendo
control de la presión intracraneal.
Entre los más utilizados se encuentran los siguientes con sus respectivas dosis: midazolam (0.01-
0.2 mg/kg/hr), propofol (0.5-5 mg/kg/hr) y tiopental (5 mg/kg seguido de 1-3 mg/kg/hr hasta 1.5
g/día).
La decisión del sedante de elección ha sido motivo de investigación durante muchos años, sin
contar con evidencia suficiente para definir cuál es el idóneo en pacientes con TCE pediátricos o
adultos. Los efectos de sedantes y analgésicos en la PIC en niños con TCE severo es variable e
impredecible.
Uno de los sedantes más usados, el propofol, se utiliza en una formulación basada en aceite de
soya, fosfolípidos de huevo, y glicerol. Farling. y cols. reportaron un estudio sobre los efectos de
una infusión intravenosa de 1.04-4.07 mg/kg/hr de propofol en 10 pacientes (incluyendo dos
adolescentes) con TCE severo. La infusión continua de propofol produjo adecuada sedación sin
mayores cambio en la PIC. Sin embargo, numerosos reportes (no sólo de pacientes con TCE)
sugieren que la administración de propofol en infusión continua se asocia a inexplicablemente a
una mayor mortalidad. Puede ocurrir un síndrome letal de acidosis metabólica denominado
“síndrome de propofol”, el cual se ha reportado en adultos con TCE severo. En vista de ello, las
guías británicas para el tratamiento del paciente pediátrico con TCE no recomiendan la infusión
continua de propofol como agente sedante o para manejo de hipertensión intracraneal refractaria
hasta no contar con evidencia de ser seguro en pacientes pediátricos con TCE severo. [31]
4.2.c Manitol
Cuando la HIC persiste tras intentar el tratamiento mencionado previamente, se recomienda el
uso de manitol como terapia hiperosmolar. La dosis habitual es de 0.25-0.5 g/kg cada 4-6 hrs, sin
embargo, una revisión de Cochrane demostró que dosis mayores fueron más efectivas. No se
recomienda su administración de manera profiláctica, sino sólo en casos donde el paciente
muestre signos de herniación cerebral o deterioro neurológico agudo.[31] La respuesta a su
14
administración sirve como factor pronóstico, siendo malo cuando ésta falla. Durante su infusión,
deben monitorearse intensivamente la volemia, la presión arterial sistémica, la osmolaridad sérica
(que no sea mayor a 320 mOsm/kg) y la función renal.
Los efectos en el manejo son principalmente: 1) reducir la PIC al formar un gradiente osmótico en
la barrera hematoencefálica, moviendo el agua extracelular del cerebro hacia el espacio
intravascular, 2) estimular la contracción miocárdica por el mismo mecanismo osmolar,
incrementando a su vez el gasto cardiaco, la PAM y por consecuencia la PPC, 3) provocar
disminución de la viscosidad sanguínea, lo que mejora el transporte de oxígeno. [4]
4.2.d Barbitúricos
Los barbitúricos han demostrado reducir la mortalidad en este grupo de HIC refractaria.
Aproximadamente 10% de los pacientes con TCE sufren de HIC refractaria a manejo estándar,
situación que incrementa la mortalidad. Dichos fármacos actúan sobre mecanismos excitadores
cerebrales, principalmente GABA y se consideran fármacos de tercera línea en el manejo de HIC.
Sus mecanismos de acción se basan en: 1) reducción en el metabolismo cerebral de oxígeno y 2)
limitación del daño celular mediado por radicales libres.
15
Las guías de la Fundación de Trauma Craneoencefálico sugieren la hipotermia terapéutica
moderada (32-33ºC) como recomendación grado II en pacientes con TCE severo en casos de
hipertensión intracraneal refractaria a tratamiento médico. Asimismo, estas guías incluyen la
hipotermia profiláctica como una recomendación grado III, dado que no hay estudios suficientes
que indiquen que la misma disminuya la mortalidad en comparación con los pacientes
normotérmicos. Sin embargo, estudios preliminares muestran una tendencia de disminución de
mortalidad cuando se mantienen temperaturas bajas por más de 48 hrs. La hipotermia profiláctica
se asocia a mayor puntaje de la Escala de Coma de Glasgow en comparación con los controles
normotérmicos. [34]
16
CAPÍTULO 5. RELACIÓN DE LA NUTRICION CON
LA ENFERMEDAD.
La respuesta metabólica al estrés generada por el evento traumático, se puede dividir de manera
general en 2 fases de respuesta, aguda y crónica. En la fase de respuesta aguda ocurre una
respuesta inmediata al trauma, por medio de la intervención del sistema neuroendócrino. En la
fase de respuesta crónica se desarrolla una respuesta endócrina a situaciones críticas
prolongadas, generándose un síndrome de desgaste sistémico.[36] La mejor manera de abordar
la respuesta metabólica al trauma es respecto al estado hemodinámico del paciente. La condición
sistémica define la fase en la que se encuentra el paciente:
1) FASE EBB: Se caracteriza por una intensa actividad simpática, condicionándose a una caída
del gasto cardiaco, provocando hipoperfusión tisular, con disminución a la vez del transporte y
consumo de oxígeno, asimismo, disminuye la tasa metabólica de manera aguda, aumenta la
glucosa sanguínea, el lactato sérico y la liberación de ácidos grasos, disminuye la temperatura
corporal, se produce una resistencia periférica a la insulina, con la liberación de catecolaminas y la
consecuente vasoconstricción por este fenómeno. Tiene una duración máxima de 72 hrs. [37]
2) FASE FLOW: Esta fase se divide en dos estadíos: a) agudo (catabolismo), el cual tiene un
tiempo de inicio promedio de 4-5 días posterior a la lesión, pudiendo mantenerse esta fase hasta
por nueve meses, mostrando a su vez dos fases específicas, aguda y de adaptación. Se
caracteriza por la utilización de sustratos mixtos de hidratos de carbono, aminoácidos y ácidos
grasos. Se caracteriza además por mostrar un estado catabólico acentuado, con aumento del
gasto energético de 1.5 a 2 veces del basal, condicionándose a la vez un mayor consumo de
oxígeno y producción de CO2.
Una vez que termina la fase aguda, viene el estadío 2) de adaptación (anabolismo), donde la
respuesta hormonal decrece gradualmente. Esto se asocia a recuperación y restauración
potencial de las proteínas corporales, que permite la cicatrización de heridas en relación con el
aporte de nutrimentos.[37]
17
secreción de hormonas contrarreguladoras: glucagón, insulina, cortisol, adrenalina y
noradrenalina.
El estado hipermetabólico por lo regular se encuentra en el pico de las 72 a 96 horas después del
traumatismo y posteriormente disminuye conforme progresa la recuperación. Si ocurre una
complicación, la fase hipermetabólica se prolonga.
Hay un incremento marcado sobre todo en el metabolismo proteico, con depleción de la masa
corporal magra; esta depleción es mayor que la observada en la simple inanición. Se encuentra
elevada la movilización proteica, secundariamente a los cambios bioquímicos y fisiológicos
observados (pérdida muscular, desgaste muscular y depresión plasmática de las cifras proteicas);
esto resulta de la respuesta por parte del metabolismo proteico al disparo de las hormonas
contrarreguladoras de la respuesta metabólica al traumatismo. El metabolismo de los hidratos de
carbono (HC) está alterado pues se observa hiperglucemia, alto uso de glucosa y elevados
valores de insulina plasmática. El metabolismo de lípidos contribuye a los requerimientos nutricios
mediante lipogénesis, uso de una variedad de ácidos grasos y depleción de la lipogénesis.
Los niños y adolescentes, de manera muy similar a los adultos, comienzan a degradar y transferir
proteína, hidratos de carbono y grasas para cumplir con las demandas energéticas de la
enfermedad crítica.
18
perfusión cerebral. Sin embargo, ocasionan un aumento del gasto energético basal, consumo de
oxígeno, glucogenólisis, hiperglucemia, proteólisis y depleción muscular. El incremento del
metabolismo basal y de las demandas energéticas celulares como parte de la disfunción
metabólica inducida por el TCE puede resultar en falla para proveer suficiente energía a las
células.
Como se menciona anteriormente, la hiperglucemia y la producción de lactato intracelular se
asocian al desarrollo de ROS, particularmente durante la fase isquémica del TCE. La proteólisis
conlleva a disfunción inmune y depleción muscular. Los sustratos exógenos que puedan
proveerse mediante la nutrición enteral (NE) o parenteral (NP) puede reducir la necesidad de
obtención de sustratos a partir de las reservas corporales, reduciendo así los efectos catabólicos
del TCE.
Las concentraciones de proteínas negativas de fase aguda, de citocinas proinflamatorias y de
ciertos nutrimentos se ven alterados tras un TCE, como se muestra en la tabla 1, e impactan en la
fase secundaria y la evolución del paciente.
5.1.d Hiperglucemia.
La hiperglucemia de estrés incrementa la morbimortalidad en el paciente crítico y se ha
reconocido a la variabilidad de la glucemia como un predictor independiente de la mortalidad. En
pacientes traumatizados, la hiperglucemia precoz se ha asociado a un número creciente de
complicaciones infecciosas, aumento de la estancia en la UCI y de la estancia hospitalaria, así
como a una mayor mortalidad.[39] Particularmente en pacientes con TCE, la hiperglucemia se ha
asociado a mal control de la hemodinamia intracraneal, mal pronóstico funcional, mayor estancia
hospitalaria y mayor mortalidad.[40]
19
estados de estrés las catecolaminas endógenas o exógenas son capaces de interferir con esta
respuesta de retroalimentación negativa, lo que favorece la persistencia de la hiperglucemia. Los
sustratos gluconeogénicos más importantes son el piruvato, el lactato, la alanina (derivada del
catabolismo muscular) y el glicerol.
En los estados de inflamación sistémica, la captación total de glucosa está aumentada y aún más
en el sistema nervioso central y periférico, y en las células sanguíneas.[42]
20
mientras que las interleucinas IL1, IL2 e IL6 reducen sensibilidad a la insulina y su aumento
produce hiperglucemia e hiperinsulinemia. Tras administrar HC en el paciente con trauma, la
producción de glucosa no se detiene y la captación muscular está alterada, lo que provoca
hiperglucemia postprandial. Esto se asocia a peores desenlaces clínicos, entre ellos riesgo
aumentado de infección.
Estudios recientes mostraron que los primeros días después de la lesión hay un incremento en la
síntesis de proteína con algo de degradación. Después de esta fase, la degradación excede la
síntesis en el músculo hasta el estado de recuperación y convalecencia, cuando el cuerpo ya
puede cambiar a anabolismo proteico neto.
21
movilización de lípidos. En situaciones de estrés, la hidrólisis de triglicéridos y oxidación lipídica se
encuentran disminuidas. En el periodo post-quirúrgico, el aclaramiento de triglicéridos esta junto
con la oxidación lipídica.
Los niveles séricos de ciertas vitaminas disminuyen durante la respuesta inflamatoria, aunque la
significancia clínica permanece poco clara. Su metabolismo en la enfermedad crítica se afecta
debido a 1) incremento de la tasa metabólica que aumenta los requerimientos, especialmente
para vitaminas hidrosolubles como co-enzimas de rutas metabólicas, 2) metabolismo oxidativo
aumentado que provoca mayor producción de ROS (especies reactivas de oxígeno), que conlleva
22
a mayor utilización de vitaminas antioxidantes, especialmente vitamina C y E. Hay una alteración
en la distribución de los fluidos corporales. Al disminuir el plasma, hay pocas proteínas
transportadoras, lo que también disminuye los niveles de vitaminas (ejemplo: vitamina A baja por
reducción de la proteína fijadora de retinol). La vitamina C disminuye por mayor captación celular.
[51]
La etiología del estado de estrés metabólico puede intensificar las deficiencias de ciertos
nutrimentos. Por ejemplo, en pacientes postquirúrgicos se ha visto una disminución particular de
los niveles de vitaminas A, C y E; mientras que en los pacientes con sepsis hay una marcada
excreción urinaria de vitamina A. Los niveles de vitaminas B1, B2, B12 y folato no se afectan
como resultado de la inflamación, por lo que niveles bajos son indicadores de una deficiencia real.
Sin embargo, no hay información concluyente sobre la necesidad de suplementación adicional
cuando los niveles de alguna vitamina disminuyen.
Los niveles séricos de elementos traza también disminuyen durante la enfermedad crítica. En
particular, los niveles de Se, Cu, Fe y Zn disminuyen debido al secuestro hepático y de sistema
retículo-endotelial. También puede deberse a la excreción urinaria incrementada, otras pérdidas o
el catabolismo proteico aumentado. La actividad antioxidante endógena, compuesta por los
sistemas intracelulares de defensa como superóxido dismutasa, catalasa, glutatión
peroxidasa/reductasa (cuyos cofactores son el Se, Cu y Zn), se ha encontrado disminuida en el
paciente crítico, lo que provoca menor almacén de antioxidantes y morbimortalidad
incrementadas.[52] El descenso de los niveles séricos de los elementos traza puede ser benéfico.
[53]
23
El papel del zinc en el estrés oxidativo también es un tema en estudio. La deficiencia de zinc
exacerba procesos oxidativos y la inducción de ROS en el paciente con TCE. Como respuesta a
la lesión, se activan mecanismos antioxidantes mediados por metalotionionas fijadoras de zinc (I,
II y III), los cuales pueden atenuarse por la deficiencia de zinc.[55]
No obstante, una liberación excesiva de zinc puede provocar muerte celular. La concentración
elevada de zinc libre neuronal, especialmente en las neuronas del hipocampo, pueden provocar
daño celular. Después de una lesión del SNC, grandes cantidades de zinc libre pueden liberarse
de las reservas mitocondriales y las metaloproteínas, produciendo un mayor daño neuronal y
muerte celular en diferentes regiones del cerebro. [56]
Figura 3. Cambios metabólicos que aumentan el riesgo nutricio en el paciente con TCE.
24
5.4 Problemas nutricios frecuentes en el paciente con TCE.
Con base en la información anterior, se presentan los posibles problemas nutricios en el paciente
con TCE para la determinación del diagnóstico PES:
25
CAPÍTULO 6. EVALUACIÓN DEL ESTADO
NUTRICIO
El TCE suele presentarse en pacientes previamente sanos y con buen estado nutricional. A pesar
de ello, aunado a la condición hipermetabólica e inflamatoria, el paciente con TCE se coloca
inmediatamente en una situación de riesgo nutricio que puede impactar en el pronóstico y la
evolución de la enfermedad. La evaluación del estado nutricio en estos pacientes se basa en una
combinación de indicadores antropométricos, bioquímicos, clínicos y dietéticos, con la finalidad de
determinar el diagnóstico nutricio e individualizar la terapia nutricional. En etapas agudas de la
enfermedad, este proceso puede representar un reto para el profesional en nutrición, ya que
ciertos marcadores pueden perder su validez, alterarse a causa de la respuesta metabólica al
estrés, y como tal no representar como tal el estado de nutrición del paciente.
A continuación, se presenta el razonamiento basado en evidencia que explica cuáles son los
indicadores más válidos para la evaluación del estado nutricio del paciente pediátrico con TCE.
La diferencia más relevante entre la composición corporal de un paciente adulto a uno pediátrico,
es la cantidad proteica disponible que se encuentra disponible durante las etapas de la
enfermedad crítica. La tabla 3 muestra la variación de reservas proteicas en las diferentes etapas
del desarrollo.
26
Tabla 3. Proporción de músculo esquelético (ME) en el cuerpo
humano según la etapa del desarrollo [38]
Etapa Proporción de ME (%)
Neonato 21
Lactancia 18
Adolescente 36
Adulto 45
Adulto mayor 27
27
precisión al considerar la epidemia de obesidad infantil actual. En el año 2002 surgió una nueva
versión (2002A), pero que aún fallaba al estimar de manera precisa. Un estudio realizado para
determinar la concordancia de la cinta de Broselow en población estadounidense, se encontraron
estimaciones del peso erróneas en un 33% de los pacientes, mismas que las obtenidas para la
primera versión.[63]
Una forma posible para disminuir el error atribuible a los casos con obesidad, es agregar otras
mediciones a la evaluación, como la circunferencia media de brazo (CMB). Carroll analiza otras
fórmulas que contemplan la CMB y el tamaño del pie: [6.8x(tamaño pie x 0.102)] y [(CMB(cm) x
3.6)-40]. Sin embargo, fueron validadas con muestras limitadas y hace falta información sobre su
validez.[58]
El porcentaje de cambio de peso indica cualquier cambio de peso en forma involuntaria dentro de
un periodo corto de tiempo, el cual detecta oportunamente el riesgo nutricio del paciente. Está
dado por la relación entre el peso actual y el peso usual.
Se conoce bien el riesgo nutricio de un paciente cuando la pérdida de peso reciente es severa.
Sin embargo, tratándose del paciente crítico, hay que tener presente el peso pierde precisión por
variaciones de la composición corporal y distribución hídrica: edema, ascitis, tratamiento con
diuréticos y desviación de líquido al espacio intravascular con disminución de la masa magra en
casos de desnutrición. Por todo lo analizado anteriormente, se recomienda usar la estimación del
peso e IMC como referencia para cálculo de requerimientos de tratamiento médico y nutricio, mas
no como indicador aislado para diagnosticar desnutrición en el paciente con TCE, lo cual tiene que
valorarse en conjunto con otros indicadores del estado nutricio.
28
distintos indicadores antropométricos, basados en las distribuciones de los indicadores en
diferentes poblaciones, se ha generalizado debido a la falta de criterios definidos para sobrepeso
y obesidad en la infancia y adolescencia, tomando en cuenta la adiposidad corporal y su relación
con eventos de la salud. En la edad pediátrica, el IMC es muy cambiante y dependiente de la
edad, y es por ello que presenta un incremento significativo desde el nacimiento hasta la adultez
temprana. Por tal razón, a diferencia del adulto, donde se establecen puntos de corte únicos para
sobrepeso y obesidad, en la edad pediátrica no es posible establecer un punto de corte único y
deben establecerse, rangos dependientes de la edad.
En etapas de crecimiento y desarrollo, el IMC tiene un patrón diferente que el del peso y la talla,
siendo normal que el IMC disminuya entre los 2 a 5 años de edad, y que posteriormente aumente
de nuevo. Este descenso temprano se debe a la disminución en el tejido adiposo subcutáneo y al
porcentaje de grasa corporal, y a la etapa posterior se le conoce como rebote de adiposidad. Esta
etapa se ha documentado como factor de riesgo para el desarrollo y establecimiento de obesidad
en edades posteriores, reflejándose como un crecimiento rápido temprano en la infancia,
identificando a niños y adolescentes con valores de IMC en los percentiles superiores, o cruzando
de un percentil a otro superior. La ganancia de peso acelerada en el paciente pediátrico predice
obesidad posterior. En edades posteriores a los seis años, debido a la relación entre peso y talla,
el IMC no presenta un incremento tan marcado durante el segundo brote de crecimiento. Además,
debido a las diferencias fisiológicas entre niños y niñas, es claro que los percentiles de IMC deben
construirse para cada sexo. [65]
Las gráficas de talla para la edad y de IMC para la edad de 2007 se extienden hasta los 19 años,
que es el límite de edad superior de la adolescnecia según la definición de la OMS. Las gráficas
del peso para la edad no bastan para seguir el crecimiento a lo largo de toda la infancia debido a
su incapacidad para distinguir entre la talla relativa y masa corporal; por esa razón los indices de
IMC/edad complementan la Talla/Edad en la evaluación de la delgadez, sobrepeso y obesidad, y
el retraso en el crecimiento en los escolares y adolescentes.
Rango OM S CDC
29
6.1.c Reservas de masa grasa y masa muscular
El espesor de los pliegues cutáneos, principalmente el tricipital y subescapular en pacientes
pediátricos, suelen dar una mejor aproximación de la grasa corporal.[67]
El pliegue tricipital es una medida aplicable en la población pediátrica, y con ella se supone que la
grasa corporal está distribuida uniformemente y que los datos de la población en general, pueden
ser aplicados a niños enfermos. La circunferencia braquial y la circunferencia muscular de brazo,
permiten valorar la masa de músculo esquelético, siendo medidas de fácil obtención, que se
comparan con tablas de referencia como las de Frisancho de[68]. Hay que considerar que
también puede haber cierto grado de error provocada por la desviación de fluidos y los cambios
en el estado de hidratación, además de la variación interobservador que implican estas
mediciones, por lo que se recomienda ser tomadas por la misma persona para disminuir el error
sistemático que implica esta prueba.
Hulst et al. evaluó la validez del peso, la talla, el perímetro braquial, los pliegues bicipital y tricipital
mediante las tablas de Leiden de los Países Bajos. Los resultados demostraron que al determinar
la gravedad de la enfermedad de pacientes pediátricos con la escala PRISM y asociarlo con una
ingestión insuficiente energético-proteica según las RDA, no se encontró alguna correlación entre
los mismos y la disminución de las mediciones antropométricas realizadas. [69]
El término proteínas hepáticas se usa para referirnos a aquellas sintetizadas en el hígado, siendo
la albúmina sérica la más estudiada de ellas. La hipoalbuminemia está asociada a periodos largos
de hospitalización, riesgo de muerte y mala evolución clínica; sin embargo, su tiempo de vida
media de aprox. 20 días, su recambio extra e intravascular y su insensibilidad al ayuno, nos indica
que la albúmina sérica baja más que un dato de desnutrición correlaciona con la severidad de la
enfermedad. En la práctica clínica, los niveles séricos de estas proteínas son frecuentemente
relacionadas con el estado nutricio y con la ingesta proteica del paciente. Como se muestra en la
Tabla 5 se ha encontrado evidencia de que existen otros factores que modifican el metabolismo
30
de proteínas hepáticas, como procesos inflamatorios y de estrés en el paciente crítico o con
desnutrición. Aún considerando esto, los niveles de proteínas hepáticas siguen siendo un
indicador importante en la evaluación del estado nutricio, pues correlaciona con riesgo a
desnutrición, morbilidad y mortalidad.
Los mediadores de inflamación tienen grandes efectos en los niveles de proteínas hepáticas, al
alterar el metabolismo normal del hígado e induciendo filtración capilar. Además, estos
mediadores activan mecanismos neuroendócrinos que modifican la homeostasis fisiológica. La
respuesta metabólica a la lesión se caracteriza por la liberación de mediadores de inflamación
tales como el TNFα, IL-1 e IL-6 del tejido lesionado. Estos mediadores llevan a una alteración de
síntesis de proteínas hepáticas desviándose hacia la producción de reactantes de fase aguda (α-1
antitripsina, macroglobulina, ceruloplasmina, proteína C reactiva y fibrinógeno). Como resultado
de esta priorización, disminuye la síntesis de proteínas negativas de fase aguda (albúmina,
prealbúmina y transferrina). Asimismo, la concentración circulante de estas proteínas viscerales
se ve afectada por la redistribución hídrica asociada al shock y resuscitación. La IL-6 es la citocina
estimuladora de la síntesis de proteínas positivas de fase aguda en el hepatocito. En este caso, el
TNFα, causando filtración capilar y movilización de proteínas al espacio extracelular.
Tabla 5. Vida media y factores no nutricionales que alteran las proteínas hepáticas de fase
aguda. [71]
Proteína Vida Factores que las Factores que las dism inuyen
sérica m edia aum entan
31
Durante el proceso inflamatorio, el efecto total sobre la síntesis y dilución de proteínas hepáticas
es independiente del estado nutricio. Por tales motivos, la disminución en los niveles de estos
parámetros no se pueden atribuir únicamente a desnutrición. Los estudios realizados han
encontrado que la disminución de estas proteínas se relaciona más con la severidad de la lesión
que con el estado nutricional. Numerosos estudios asocian ambos aspectos, sin embargo estos
estudios fueron realizados previos al entendimiento de la fisiología de la inflamación. Es por ello
que no se ha podido llegar a una conclusión sobre ello.
Para la evaluación del estado nutricio, la prealbúmina es el indicador de laboratorio más temprano
y más usado. Además, sus niveles no se afectan por el estado de hidratación del paciente. Es una
proteína negativa en fase aguda, disminuye en la inflamación y otras condiciones como cáncer,
cirrosis, enteropatía y deficiencia de zinc.
La prealbúmina, proteína transportadora de tiroxina, tiene un tiempo de vida media de dos días,
sus concentraciones séricas cambian como respuesta a la restricción proteica, lo que no sucede
con la albúmina ni con la transferrina, y se afecta en menor medida en hepatopatías que otras
proteínas séricas.
Dentro de las limitaciones del uso de prealbúmina como indicador nutricio es en casos de
intoxicación aguda por alcohol y alcoholismo crónico, en terapia con prednisona, agentes
32
progestacionales y deficiencia de zinc. Cuando los niveles de prealbúmina aumentan, indica que
los requerimientos energéticos y proteicos están cubriéndose al menos en un 65%. En pacientes
que reciben suplementación, el aumento en los niveles de prealbúmina normalmente se presenta
entre los 4 y 8 días posteriores. Finalmente, Beck concluye que la prealbúmina sí es un indicador
sensible de la ingestión proteica inadecuada y permite la identificación temprana de pacientes en
riesgo nutricio.[70]
Los niveles de prealbúmina y la proteína fijadora de retinol son útiles para evaluar al paciente
crítico, ya que correlacionan con el balance nitrogenado. Sin embargo, una correlación entre el
balance nitrogenado y la síntesis proteica no necesariamente se relaciona con la adecuación
nutricia, pues sólo refleja la recuperación del estado inflamatorio.
33
El BN es un indicador del cambio neto en la masa proteica corporal, para determinar si un
paciente se encuentra en anabolismo (+2 a +4) o catabolismo (-2 a -4). En el paciente crítico, un
BN negativo es consecuencia del incremento en la proteólisis que rebasa a la síntesis de
proteínas de fase aguda. La magnitud depende de la severidad de la lesión, la fiebre, el estado
nutricional, las respuestas inmunológica y hormonal del paciente.[74]
Sin embargo, en etapas de estrés metabólico, el BN deja de ser válido como una herramienta de
adecuación nutricional, ya que durante la respuesta metabólica post-trauma, existe per se una
movilización aumentada del nitrógeno corporal y un incremento del catabolismo proteico.
En casos de TCE, al ser un estado hipermetabólico, el nitrógeno del músculo, piel, intestino y
otros tejidos se transporta hacia el hígado y otros órganos metabólicos con el fin de ser utilizado
para producción de energía y síntesis proteica. Este aumento en el catabolismo proteico se
evidencia por una elevada excreción de NUU (nitrógeno ureico urinario), que es proporcional al
grado de estrés.
El comportamiento del metabolismo proteico en esta circunstancia es más complejo, ya que existe
simultáneamente un aumento del catabolismo de las proteínas y una disminución de la síntesis
proteica, tanto de proteínas totales como viscerales (albúmina, prealbúmina, transferrina, etc.) Sin
embargo, la captación hepática de aminoácidos y la síntesis de proteínas de fase aguda (PCR,
alfa-1-antitripsina, fibrinógeno, ceruloplasmina, etc.) está aumentada.
El aporte exógeno de aminoácidos bajo estas condiciones, permite aumentar la síntesis proteica
total; sin embargo, éstos no son efectivos en frenar la tasa catabólica absoluta. La persistencia de
la reducción de la masa muscular esquelética, a pesar del aporte de aminoácidos exógenos, se
debe a la acción persistente de los mediadores proinflamatorios a nivel muscular. Dicha actividad
disminuirá sólo al disminuir la intensidad del SIRS, y no por el aporte exógeno de nutrimentos. [77]
34
depende tanto de la entrada como de la retención, estando ésta última determinada por el grado
de estrés catabólico, el cual aumenta el catabolismo proteico y por consiguiente, el nitrógeno (N)
excretado en orina. Se calcula a partir de la siguiente fórmula: IC= N Ureico Urinario en 24 hrs –
((N ingerido/2)+3), y se interpreta de la siguiente forma:
6.2.b Glucemia
Como se menciona anteriormente, existe suficiente evidencia que asocia la hiperglucemia con
peores desenlaces clínicos en el paciente crítico.[79] Especialmente en pacientes con TCE, la
hiperglucemia ha mostrado tener efectos adversos. Sin embargo, dado que las neuronas
requieren de glucosa para su funcionamiento, la hipoglucemia representa también un riesgo
importante en el trauma cerebral más que en otros tejidos.[80] Un análisis retrospectivo de la
evolución de 380 pacientes con TCE se observó una mortalidad incrementada con una glucemia
<60 mg/dL y >160 mg/dL, independientemente de la severidad de la lesión. [81]
También se observó mayor mortalidad asociada a crisis energéticas a nivel cerebral cuando se
realizó un control muy estricto de glucemia procurando valores de 80-120 mg/dL, en comparación
con niveles intermedios de 121-180 mg/dL.[80]
El esquema intensivo de insulina para tratar la hiperglucemia ha mostrado reducir la intensidad de
la respuesta inflamatoria sistémica y mejorar la evolución del paciente. Al buscar una glucemia
meta de 80-110 mg/dL en pacientes quirúrgicos de la UCI, se observó una reducción evidente en
la morbilidad y mortalidad. La mayoría de los pacientes en este estudio tenían diagnóstico de
cirugía cardiaca y recibían NPT, aproximadamente 200 g de glucosa parenteral al día al inicio. [82]
El estudio Nice/Sugar comparó un control glucémico de 81-108 mg/dL con uno menos estricto de
35
180 mg/dL, y también encontraron un riesgo significativamente mayor de hipoglucemia y
mortalidad incrementada en el grupo con terapia intensiva de insulina. [83]
Estos estudios llevaron a la conclusión de que un control muy estricto de glucemia y riesgo alto de
hipoglucemia en los pacientes críticos, en comparación con un control menos severo (cercano a
150 mg/dL) disminuía el riesgo a hipoglucemia. La nutrición enteral (NE) puede ser un factor
importante en el desarrollo de hipoglucemia, debido a la absorción intestinal alterada en el
paciente crítico y a las interrupciones en la alimentación por procedimientos médico-quirúrgicos
mientras la terapia con insulina continúa administrándose. Además, la NPT puede llegar a proveer
hasta 300-400 g de glucosa al día, lo cual requiere mayores dosis de insulina que en un paciente
recibiendo la misma glucosa pero por vía enteral. La resistencia a la insulina que ocurre con la
hiperinsulinemia puede ser protectora contra el desarrollo de hipoglucemia segundaria a la
administración de insulina. Un estudio realizado en 2010 donde se reevaluó el impacto de la NE y
NP en la glucemia, se encontró una variabilidad de glucemia significativamente mayor en los
pacientes con NE, e hipoglucemia presente en 2.2 veces más en los que recibían NPT. [84]
A partir del razonamiento anterior, se han analizado cuál es el rango aceptable de glucemia en
pacientes con TCE. Dado que la vía de alimentación más común es la NE, y el objetivo es
incrementar y mantener la infusión de la misma para cubrir los requerimientos, probablemente se
pueda encontrar frecuentemente hiperglucemia leve (160 mg/dL o mayor) en estos pacientes.
Esta condición puede ayudarse con la infusión de insulina, para lograr una meta de glucemia
intermedia, sin embargo los efectos de esta medida terapéutica no son generalizables. Algunos
estudios con terapia insulínica en el TCE tratan de definir el adecuado control glucémico en estos
pacientes. Uno de ellos, donde se mantuvo una glucemia de 80-110 mg/dL por medio de terapia
insulínica, no mostró mejorías a corto o largo plazo, e incrementó la incidencia de hipoglucemia
(82.1 vs. 17.5%). [85] Otro estudio con un control glucémico similar encontró mayores eventos de
hipoglucemia que con un control menos estricto, y no se observaron cambios en la escala de
coma de Glasgow (ECG). [86] Sin embargo, hace falta información específica en pacientes con
TCE para determinar el rango de glucemia óptimo.
Las guías actuales para paciente crítico recomiendan la nutrición temprana (cubrir requerimientos
en los primeros 7 días), sin embargo, en pacientes con TCE donde se conoce la condición de
respuesta inflamatoria sistémica desde el periodo inicial, pero que se prolonga hasta periodos más
largos (14 días), es preocupante el mantenimiento de la masa muscular y por ello algunos autores
recomiendan medidas intensivas para lograr tolerancia a la alimentación y nutrición temprana en
las primeras 72 horas. Este aumento rápido de aporte energético mejora la preservación
muscular, pero puede aumentar el riesgo de hiperglucemia e intolerancia gastrointestinal,
dependiendo de la vía de alimentación (NE o NPT). Por ello se sugiere, en ocasiones, no cubrir
totalmente los requerimientos, sino emplear una subalimentación permisiva.
Se sugiere con ello que mantener un nivel de glucemia por arriba de 60 mg/dL y menor a 150-160
mg/dL, puede mejorar los desenlaces clínicos del TCE, y en ocasiones puede requerir terapia con
insulina. Si se realiza un control estricto de glucemia (80-110 mg/dL) y el paciente recibe NE, hay
un alto riesgo de hipoglucemia, debido a: 1) interrupciones posibles de la alimentación sin la
36
suspensión de la infusión de insulina, 2) variaciones normales en la velocidad de absorción
intestinal y transporte hepático de los nutrimentos a la circulación sistémica. Por ello, la meta de
glucemia máxima en pacientes con NE e infusión de insulina debe ser mayor, entre 150-160
mg/dL.[84]
Incluso en los pacientes con NPT, donde puede emplearse una infusión de hasta 300-400 g al día
(cantidad que excede la tasa de producción hepática de glucosa en el paciente crítico), conjunto
con la administración de insulina, pueden presentar más frecuentemente hipoglucemias. Sin
embargo, las mediciones de glucemia en sangre venosa pueden ser mucho menores debido a la
captación de glucosa por los tejidos, pero no es un efecto sistémico. Las guías actuales
recomiendan una glucemia de 80-110 mg/dL, dependiendo de la vía de alimentación. Sin
embargo, dado el estado crítico del paciente con TCE, se recomienda un control menos estricto
(<150 mg/dL) por el daño potencial que puede provocar una hipoglucemia y el componente
neurológico de la patología en cuestión. [84]
Existe poca información en cuanto a la homeostasis de glucosa, se requieren más estudios que
determinen los niveles adecuados en relación al daño neurológico secundario en pacientes
pediátricos con TCE.
La disminución de niveles séricos de electrolitos como el magnesio (Mg), potasio (K), calcio (Ca) y
fosfato (P) pueden llevar a numerosos problemas clínicos en el paciente crítico, tales como
hipertensión, vasoconstricción coronaria, alteraciones en el ritmo cardiaco, y debilidad muscular.
El manejo electrolítico en el paciente crítico pediátrico puede ser complicado debido a deficiencias
previas existentes, aumento hídrico, aumento de las pérdidas insensibles, el drenaje de
secreciones corporales, y la presencia de falla renal. Las soluciones administradas vía intravenosa
y la prescripción de NP debe ser monitoreada diariamente con respecto a los electrolitos básicos
(Na+, K+, Cl-, HCO3-, y Ca2+). En pacientes con pérdidas gastrointestinales importantes (gástricas,
pancreáticas, intestinales, o biliares), es recomendable la medición del líquido drenado para
cuantificar los electrolitos perdidos y comenzar la reposición hidroelectrolítica. Cambios agudos en
37
los electrolitos séricos que requieren una reposición urgente de electrolitos no deben efectuarse
mediante la velocidad de infusión o composición de la NP. Los niveles de fósforo y magnesio
frecuentemente se encuentran alterados en el paciente critico, especialmente cuando hay
deficiencias nutricionales existentes, sepsis, o deprivación del apoyo nutricio. La hipofosfatemia
puede asociarse a anemia hemolítica, disfunción de los músculos respiratorios, y falla cardiaca.
Una disminución significativa del fosfato sérico puede verse también en el síndrome de
realimentación. De manera contraria, los pacientes con insuficiencia renal pueden presentar
niveles altos de fosfato y potasio. La deficiencia de magnesio puede causar arritmia cardiaca fatal
en niños y adultos. [88]
Cabe resaltar que la pérdida de estos electrolitos puede ser causada, entre otras causas, por
excreción urinaria. Los pacientes con TCE severo presentan poliuria marcada debido a diferentes
mecanismos probables, incluyendo el síndrome de secreción inadecuada de hormona
antidiurética (SIADH), cerebro perdedor de sal, y otros mecanismos que están siendo estudiados
hasta el momento. Adicionalmente, los pacientes con TCE son frecuentemente tratados con
soluciones hiperosmolares como el manitol, el cual induce y aumenta la poliuria.
Estudios transversales que evalúan los niveles de electrolitos séricos de pacientes con TCE
severo en su admisión a la UCI, reportan un mayor riesgo de desarrollar hipomagnesemia,
hipofosfatemia e hipokalemia, al ser las alteraciones electrolíticas más frecuentes en estos
pacientes, y en menor medida, la hipocalcemia, todo ello en comparación a pacientes controles
sin TCE o con TCE leve a moderado. [89] La hipomagnesemia se asoció positivamente a la
hipokalemia en la mayoría de los pacientes.
38
Tabla 8. Factores que aumentan el riesgo de alteraciones electrolíticas en el paciente con TCE severo.
[89, 90, 92]
Hiponatremia Hipomagnesemia Hipofosfatemia Hipokalemia
Con hipovolemia -Desnutrición proteico- -Succión -
-Cerebro perdedor de sal calórica nasogástrica Hiperaldosteronismo
-Diuréticos -Infusión de soluciones continua secundario
-Pérdidas gastrointestinales y o NPT libre de Mg -Enfermedad -Falla cardiaca
de la piel -Diarrea o esteatorrea hepática congestiva
-Cetonuria -Síndrome de intestino -Sepsis -Insuficiencia
-Iatrogénica (soluciones corto -Alcoholismo hepática
hipotónicas, volumen -Fístula intestinal -Cetoacidosis -Síndrome nefrótico
insuficiente) -Succión nasogástrica diabética -Quistes renales
Con normovolemia continua -Síndrome de -Medicamentos:
-SIADH -Alcoholismo realimentación diuréticos de asa,
-Hipotiroidismo -Diabetes -Medicamentos: tiazidas
-Insuficiencia adrenal Aumento de pérdidas catecolaminas,
-Iatrogénica (soluciones renales: agonistas B-
hipotónicas, volumen -Nefropatía intersticial adrenérgicos,
suficiente) -Medicamentos: bicarbonato de Na,
diuréticos de asa, acetazolamida,
Con hipervolemia
aminoglucósidos sucralfato
-Falla cardiaca congestiva
(antibióticos), administrado vía
-Falla aguda renal
anfotericina B, enteral
-Cirrosis
cisplatino.
-Iatrogénica (soluciones
hipotónicas, volumen
excesivo)
39
Tabla 9. Valores de referencia de electrolitos en el
paciente pediátrico (adolescente >12 años). [87]
Electrolito Valor de referencia
Na 135-145 mEq/L
K 3.4-4.7 mEq/L
Mg 1.6-2.3 mg/dL
Ca 8.6-10 mg/dL
P 2.7-4.5 mg/dL
40
• Pérdida de peso reciente de 5-10% en un periodo de 1-2 meses
• Alcoholismo
• Enfermedades crónicas que se acompañan de desnutrición, como enfermedad pulmonar
obstructiva crónica (EPOC) o cáncer.
41
conjugada son de ayuda para detectar colestasis. Una bilirrubina directa >2mg/dL sugiere el
monitoreo de elementos traza. La gamma-glutamil-transpeptidasa (GGT) es otra enzima hepática
que es más específica de trastornos hepáticos y biliares. La GGT es la enzima hepática más
sensible para detección de obstrucción biliar, colangitis, o colecistitis. Puede ser solicitada para
diagnóstico cuando las enzimas hepáticas tradicionales se encuentran elevadas o cuando el
paciente tiene riesgo de trastornos biliares.
El tiempo de protombina (TP) o el coeficiente internacional normalizado (INR) pueden utilizarse en
el monitoreo a largo plazo de la NP. El TP puede elevarse en pacientes que desarrollan
enfermedad hepatocelular o enfermedad biliar obstructiva crónica, y de manera menos frecuente,
deficiencia de vitamina K. Los niveles obtenidos en estado basal y mensualmente de TP e INR
resulta ser adecuado para la evaluación y monitoreo de la función hepática, principalmente en
pacientes con NP. [97]
42
El grado de vasodilatación esplácnica y la demanda metabólica pueden determinar el tipo de
formula enteral a emplear, siendo las fórmulas hiperosmolares (altas en proteína, grasas o HC) las
que provocan más hiperemia en comparación con iso-osmolares (con cantidades iguales de cada
nutrimento). Por esta razón se deben elegir fórmulas iso-osmolares en pacientes hipotensos que
requieren terapia con vasopresores. [98]
Los efectos específicos de las sustancias vasoactivas en el tracto GI son diversos y dependen de
la fisiopatología que está causando la inestabilidad hemodinámica. El efecto de los vasopresores
en el tracto GI y el flujo esplácnico parece ser dosis-dependiente, sin embargo no se ha
comprobado del todo. Además las alteraciones en el tracto GI pueden persistir tras un daño por
reperfusión, aún después de una adecuada resuscitación hídrica y estabilización
hemodinámica.[99]
Con base en la evidencia disponible, la NE debe usarse con precaución cuando el paciente está
requiriendo apoyo de aminas vasoactivas. No por ello debe entenderse que es una
contraindicación del apoyo nutricio enteral. La evidencia sugiere que la NE puede ser segura, sin
embargo se requieren más estudios en otras poblaciones ya que la mayoría de ellos se realizaron
en pacientes de cirugía cardiaca, por lo que no es generalizable a otras causas de inestabilidad
hemodinámica.
43
diferencias poco significativas en el GEB una vez que se controla la temperatura corporal. En
sujetos afebriles, el hipermetabolismo es menos pronunciado que en sujetos febriles, sin
diferencias en el tipo de lesión o enfermedad crítica.[100] Analizando a los grupos por separado
según el tipo de enfermedad (considerando que trauma es más hipermetabólico que los pacientes
quirúrgicos o médicos), cuando se controla la temperatura por análisis covariado, los GEB en los
sujetos con fiebre eran 137% del GEB en pacientes con trauma y 135% en pacientes quirúrgicos y
médicos.[101]
El GEB se incrementa el 10% por cada grado de elevación de una temperatura corporal de 37ºC.
En pacientes de trauma cráneo encefálico severo, con altas dosis de sedantes, Bruder et. al
encontró que el porcentaje de elevación del GER se determina más por la temperatura corporal.
[102]
Ambos se asocian con disminución en el GER. En un ensayo clínico aleatorizado se probaron los
efectos del propofol vs. midazolam, con 33 pacientes de la UCI. [104] En ambos grupos el
consumo de O2 disminuyó de 4.58 a 3.89 mL/min/kg PA, equivalente al 18% del GER, de 32 a 27
kcal/kg PA, sin diferencias entre propofol y midazolam.
Otro estudio realizado con ocho pacientes críticos en quienes se indujo parálisis, se encontró una
disminución del 34% del consumo de O2, sin cambios en la temperatura corporal. [105]
Paradójicamente, pacientes de trauma y sepsis en quienes se tomó la decisión de parálisis, se
encontraron GER más elevados que en quienes la parálisis no estaba indicada. La mejor
explicación fue que aquellos que requerían la intervención eran los más graves y en quienes el
hipermetabolismo era secundario a la inflamación. Es por eso que es seguro decir que tanto
sedantes como la parálisis en pacientes críticos disminuyen el GER.[100]
Para evaluar el estado de conciencia, contamos con la escala de coma de Glasgow (ECG), la cual
fue elaborada por Teasdale en 1974 para la evaluación del nivel de conciencia en pacientes con
trauma craneoencefálico. Fue inicialmente introducida como una herramienta simple, para
investigación, como un método para describir los estados de alteración de conciencia. Se utiliza
en varias especialidades clínicas y su uso no se limita a la población para la cual fue diseñada.
Originalmente, se desarrolló como una serie de descripciones de la capacidad de apertura ocular
y de respuesta motora y verbal. En 1977, se asignó un valor numérico a cada aspecto de estos
tres componentes y sugirieron sumarlos para obtener una única medida global. [106]
44
Tabla 10. Escala de coma de Glasgow [107]
Apertura de ojos Espontánea 4
A una orden verbal 3
Al dolor 2
No responden 1
Respuesta Obedece a una orden verbal 6
motora Obedece al estímulo doloroso
• Localiza el dolor 5
• Retirada y flexión 4
• Flexión anormal (decorticación) 3
• Extensión (descerebración) 2
• No responde 1
Respuesta verbal Orientado y conversando 5
Desorientado y hablando 4
Palabras inapropiadas 3
Sonidos incomprensibles 2
Ninguna respuesta 1
Total 3-15
Los componentes seleccionados registran las respuestas tanto de la corteza cerebral como del
troncoencéfalo (SRAA), principales responsables de las conductas de vigilia, pero la escala no
incluye otras formas de medida de función del troncoencéfalo y profundidad del coma, como son
los reflejos pupilares y movimientos oculares. Aunque este aspecto fue muy criticado en su origen,
los autores insistieron en que la escala es una medida del nivel de conciencia y no de la severidad
del daño cerebral. Se divide en tres grupos puntuables de manera independiente que evalúan la
apertura de ojos sobre 4 puntos, la respuesta verbal sobre 5 y la motora sobre 6, siendo la
puntuación máxima y normal 15 y la mínima 3. Se considera traumatismo craneoencefálico leve al
que presenta un Glasgow de 15 a 13 puntos, moderado de 12 a 9 y grave menor o igual a 8. [106]
El grado de hipermetabolismo está inversamente correlacionado con el puntaje de la ECG. [103]
45
implicaciones serias en la morbilidad y mortalidad del paciente, como colonización bacteriana del
tracto GI, reflujo gastroesofágico y una incidencia mayor de neumonía por broncoaspiración. [108]
Sin embargo, hay estudios que muestran que es posible lograr la NE vía nasogástrica en la
mayoría de los pacientes con TCE, combinado con un agente procinético como metoclopramida,
cisaprida, entre otros.
Un reciente estudio en humanos que evalúa los efectos de la metoclopramida no mostró
diferencia significativa en el efecto procinético del vaciamiento gástrico en pacientes con TCE. La
eritromicina en bajas dosis (1-3 mg/kg) ha demostrado aumentar la velocidad de vaciamiento
gástrico en pacientes con intolerancia a la alimentación enteral.[109] Otro estudio reciente
demostró que una terapia combinada de eritromicina y metoclopramida es más efectiva que la
eritromicina sola al mejorar la tolerancia a la alimentación. Esta combinación también disminuyó la
incidencia de taquifilaxia y se asocia a mayor infusión total de la NE sin efectos adversos
mayores. [110] Una alternativa relativamente nueva es el uso de naxolona administrada vía oral
para evitar el antagonismo de efectos centrales de los opioides parenterales. La administración
oral de este antagonista de opioides en pacientes con ventilación mecánica recibiendo analgesia
con opioides ha mostrado mejorar la progresión de la alimentación enteral y reducir el riesgo de
neumonía por aspiración. [111]
Finalmente, como se detalla en la tabla 11, deben buscarse signos clínicos en boca, lengua, piel y
cabello para detectar deficiencia o toxicidad de nutrimentos.
46
Cabello: Sequedad, falta de brillo, signo de bandera, fácil desprendimiento
Cara: Cara de luna, despigmentación, hinchazón.
Tórax: Disminución de masa y fuerza muscular, disminución del
funcionamiento pulmonar.
Gastrointestinal: Hepatomegalia, problemas de cicatrización de heridas
AG esenciales Músculo-Esquelético: Crecimiento deficiente
Boca: Seborrea nasolabial
Piel: Quebradiza y escamosa, mala cicatrización de heridas.
VITAM INAS
Vitam ina A Músculo-Esquelético : Retraso en el crecimiento
Piel: Hiperqueratosis folicular, Tipo I, manchas de Bitot, queratomalacia,
piel seca escamosa y piel cuarteada.
Ojos: Ceguera nocturna, xerosis conjuntival, xerosis corneal.
Vitam ina D Músculo-Esquelético: Deformidad, rosario del raquitismo, hinchazón ósea,
piernas en arco, rodillas juntas, retraso en la dentición, fontanela superior
abierta, craneotabes, osteomalacia en adultos.
Nervioso: Convulsiones tetánicas en niños.
Vitam ina E Piel: Edema, palidez
Nervioso: Alteraciones en la marcha
Ojos: Coloración azul de la esclerótica
Vitam ina K Piel: Púrpura
Tiempo de coagulación prolongado
Hemorragias en nariz, encías, orina y heces.
B1-Tiam ina Piel: Edema (beriberi húmedo)
Nervioso: Marcha anormal, diversos signos del SNC, tetania.
Gastro-intestinal: Atonía.
Cardiovascular: Falla cardiaca
B2-Riboflavina Boca: Estomatitis angular, queilosis de los labios, edema de la lengua,
lengua magenta y glositis manchada, seborrea nasolabial, atrofia papilar,
glositis, encías hinchadas
Piel: Dermatitis escrotal o genital, hiperqueratosis folicular.
Ojos: Vascularización de la córnea, enrojecimiento, fisuras en los ángulos
de los ojos
B3-Niacina Piel: Hiperpigmentación, dermatitis pelagrosa.
Boca: Lengua atrófica, signos mentales, diarrea, atrofia papilar, glositis
B6-Piridoxina Boca: Seborrea nasolabial, glositis
Ojos: Enrojecimiento, fisuras en los ángulos de los ojos
B12- Ojos: Conjuntivas pálidas
Cianocobalam ina Boca: Atrofia papilar
Acido Fólico Ojos: Conjuntivas pálidas
Boca: Atrofia papilar, glositis
Vitam ina C Boca: Encías inflamadas o sangrantes
Piel: petequias u otras hemorragias en la piel, hiperqueratosis folicular Tipo
II, inflamaciones subperiósteas sensibles, púrpura, mala cicatrización,
úlceras por presión o escaras
Cabello: Cabello enroscado (sacacorchos)
47
M INERALES/ELEM ENTOS TRAZA
Calcio Cara: Parestesia facial
Uñas: Fragilidad, uñas quebradizas.
Fósforo Ojos: Oftalmoplejía
Músculo-Esquelético: signos de osteomalacia y raquitismo.
M agnesio Cardiovascular: Hipertensión, falla cardiaca
Nervioso: Alucinaciones
Cloro Hemodinámico: Desequilibrio ácido-base en los fluidos corporales.
Nervioso: Hiporreflexia.
Sodio Nervioso: Alucinaciones, psicosis, delirium, hiporreflexia, rigidez
generalizada, ataxia, afasia.
Potasio Cardiovascular: Disrritmias
Nervioso: Parálisis, incluso a nivel respiratorio.
Piel: Edema
Yodo Cuello: Agrandamiento de la tiroides
Nervioso: Cretinismo, sordomudez, retardo mental
Flúor Boca: Dientes careados, dientes jaspeadosa
Músculo-Esquelético: Cambios óseos
Hierro Músculo-Esquelético: Crecimiento deficiente
Ojos: Conjuntiva pálida del párpado inferior
Boca: Palidez de la lengua, atrofia papilar, glositis
Uñas: Palidez del lecho de la uña, coloiniquia
Zinc Músculo-Esquelético: Crecimiento deficiente
Cabello: Escasez
Piel: Piel quebradiza y escamosa, mala cicatrización, úlceras por presión o
escaras
Boca: Seborrea nasolabial, atrofia papilar, glositis.
Cobre Músculo-Esquelético: Crecimiento deficiente
Cabello: Cabello enroscado (sacacorchos)
M anganeso Uñas y cabello: Lento crecimiento, despigmentación del cabello
Selenio Nervioso: Retraso mental (cretinismo endémico mixedematoso).
48
grasos de cadena media y bilirrubina eran menores cuando la glucosilación de la albúmina
aumenta. En estudios farmacocinéticos se reporta que un incremento en la concentración de
ácidos grasos libres (AGL) séricos provocaba mayor fracción libre de ácido valproico, un
anticonvulsivante usado frecuentemente en pacientes con TCE; la unión a proteínas de la
fenitoína disminuye significativamente en pacientes con diabetes, sin haber correlación entre el
porcentaje de unión y la concentración de albúmina glucosilada. En pacientes con
hipercolesterolemia e hiperlipidemia mixta, la concentración de fenitoína libre aumenta. Este
efecto se relaciona con el desplazamiento de la fenitoína por los (AGL). Considerando lo anterior,
los AGL de las emulsiones de lípidos de la NP pueden competir con la fenitoína u otros fármacos
para su unión a proteínas. [112]
Los fármacos en suspensiones ácidas suministrados junto con la NE pueden inhibir su absorción.
Los mecanismos de dicha interacción pueden explicarse por la permanencia de residuos del
fármaco en la SNG, quelación, o pH disminuido en la SNG y tracto gastrointestinal. Por ello se
recomienda algunos estudios recomiendan separar su administración 1-2 horas antes y después
de la alimentación. Otros aceptan la administración concomitante, o con 1 hr de separación,
asegurándose de mezclarse adecuadamente, reportando ser efectiva y no presentar interacción.
Dada la controversia al respecto, debe realizarse un adecuado monitoreo farmacocinético para
determinar las dosis de fenitoína necesarias que alcancen una concentración terapéutica.
Otros medicamentos que pueden administrarse vía enteral en pacientes con TCE pueden ser
incompatibles, como carbamazepina y sucralfato. Cuando éstos son combinados con agua o
diluyentes, la suspensión de carbamazepina puede formar precipitados. Es por ello que la co-
administración de carbamazepina y otros medicamentos debe evitarse en lo posible.
Las incompatiblidades entre la fórmula enteral y los medicamentos pueden no causar obstrucción
de la sonda, pero sí limitar la absorción. Un ejemplo es la biodisponibilidad del ciprofloxacino, la
cual disminuye 44% con la alimentación enteral concomitante, debido a la quelación con cationes
polivalentes. Las concentraciones bajas de ciprofloxacino pueden provocar falla para erradicar las
infecciones, o bien producir una superinfección por resistencia bacteriana.
Debido a lo anterior, debe analizarse la compatibilidad de medicamentos con la nutrición, y preferir
las formulaciones líquidas sin sorbitol u otros excipientes que puedan causar diarrea. En casos en
que no existe otra opción, pueden triturarse las tabletas de liberación normal y disolverse en agua
para administrarse vía enteral. A continuación, se presenta una recopilación de los medicamentos
frecuentes en el tratamiento del TCE y sus posibles interacciones fármaco-nutrimento.
49
Ciclosporina (inmunosupresor) Hiperkalemia, hiperlipidemia, hipomagnesemia
Diuréticos de asa Hipokalemia, hipomagnesemia, hipocalcemia,
absorción disminuida de zinc
Ciprofloxacino (antibiótico) Quelación cuando se combina con la NE
Fenitoína (antiepiléptico) Disminución de la absorción de folato y vitamina D
Metoclopramida (procinético) Diarrea
Penicilina G (antibiótico) Hiperkalemia
Piperaciclina (antibiótico) Hipernatremia
Propofol (sedante) Aporte de kcal a partir de grasas omega-6
(proinflamatorias), incremento de la excreción urinaria
de zinc y hierro
El tipo de diarrea más común es osmótica o secretora y las causas más comunes en pacientes
recibiendo nutrición enteral se da por la administración de medicamentos (antibióticos o
medicamentos a base de sorbitol), infecciones e intolerancia a la fórmula enteral (por su
osmolaridad, o contenido de grasa) [114].
Primero que nada, hay que asegurarse que el paciente realmente tenga diarrea, para lo cual es
importante contar con un protocolo de manejo en el cual se defina el concepto de diarrea. Vigilar
que el aporte de líquidos y electrolitos sea el adecuado a los requerimientos y restablecer las
pérdidas.
50
Si la diarrea continúa o aumenta, se pueden considerar los siguientes cambios en el abordaje
nutricio[114]:
En casos de diarrea persistente, deben investigarse las posibles etiologías para dirigir las
estrategias de tratamiento[113]:
51
severa. En pacientes adultos mayores o postrados, debe considerarse la posibilidad de
impactación fecal cuando las evacuaciones son pequeñas y líquidas.
52
agentes procinéticos, la investigación de signos o síntomas de sepsis, la disminución de las dosis
de sedación, y la elevación de la cabecera de la cama del paciente. En los casos de RG menor a
1200 ml cada 12 hrs, y cuando el material drenado no tiene la apariencia de estasis, la sonda
puede permanecer cerrada. Sin embargo, se sugiere reevaluar la apariencia del fluido cada 6 hrs,
para excluir la posibilidad de estasis gástrica y de esta manera dejar la sonda a derivación. [115]
Estos resultados dejan ver la controversia que existe acerca de la medición e interpretación del
RG. Se requieren más estudios al respecto con diseños experimentales adecuados.
El paciente pediátrico con TCE puede tener múltiples barreras para recibir un adecuado soporte
nutricio. Una vez calculados los requerimientos nutricionales, lograr una infusión completa de los
mismos ya sea a través de NE o NP puede representar un reto y requiere esfuerzos de todo el
equipo multidisciplinario.
Durante la primera semana de estancia en la UCI, los pacientes pediátricos pueden recibir menos
del 60% de la energía prescrita. [118] La deprivación energética en la UCI es de alta prevalencia,
sobre todo en pacientes con ventilación mecánica, y su etiología es multifactorial. [119] En un
estudio, menos del 50% de los pacientes pediátricos recibieron apoyo nutricio en el primer día de
ingreso. [118] El inicio tardío de la nutrición, o el aporte subóptimo de los requerimientos son
factores responsables de la desnutrición que aparece durante la estancia en la UCI.
53
6.5 Herramientas de tamizaje nutricional para el paciente pediátrico con TCE.
Según la AND, la evaluación nutricional completa debe incluir como paso inicial una valoración a
través de un tamizaje o cribado. El tamizaje nutricional aquel proceso que se utiliza para identificar
características del paciente que pueden asociarse a la existencia de problemas nutricios, con la
finalidad de diagnosticar de manera rápida y oportuna a los individuos con desnutrición o en
riesgo nutricio, que requieren una evaluación más exhaustiva e intervenciones nutricias
específicas[121].
54
usaron, antropométricos como peso/edad y talla, y dietéticos tales como preguntas a los padres
sobre hábitos alimentarios, cambios en el apetito, ganancia/pérdida de peso y la severidad de la
enfermedad. A cada uno de ellos se le asigna un valor arbitrario del 0 al 3 según su impacto en el
estado nutricio, por ejemplo 0 si no hay cambios en el apetito, o 3 en casos de nula ingestión
dietética.
STAMP demostró tener una validez moderada para identificar riesgo nutricio, con una sensibilidad
de 70% y especificidad del 91%. [124]
6.5.d STRONGkids
La reproducibilidad de esta herramienta se probó en una cohorte de 29 niños hospitalizados de un
centro de tercer nivel, y su validez en 368 niños (105 de tercer nivel y 263 de segundo nivel), de
una edad de 0.08 a 16.95 años (media de 2.2 años). Los resultados de STRONG kids
correlacionaron negativamente con las DE peso/talla de los pacientes, mostrando una sensibilidad
y valor predictivo negativo (VPN) de 71.9% y 94.8% para identificar niños con desnutrición aguda.
STRONG kids no correlacionó con la pérdida de peso intrahospitalaria, pero sí predecía los días
de estancia (LOS ≥4 días) con una sensibilidad y VPN de 62.6% y 72%, y de 94.6% y 98.9% para
predecir el inicio de una intervención nutricia especializada, respectivamente. STRONGkids es
una herramienta de tamizaje nutricional sencilla. Los niños clasificados como “bajo riesgo” tienen
5% de probabilidad de encontrarse realmente desnutridos, con una probabilidad de 1% de una
intervención nutricia especializada durante la hospitalización. [126]
55
CAPÍTULO 7. RECOMENDACIONES PARA LA
INTERVENCIÓN NUTRICIA
56
7.1.b Reducción del estrés oxidativo e inflamación, y reparación del daño celular.
Las lesiones cerebrales se caracterizan por estrés oxidativo como mecanismo patológico durante
la fase secundaria de la lesión. La mitocondria, productor de ATP bajo condiciones aeróbicas
normales, es susceptible a las ROS, causantes del estrés oxidativo. La lesión también provoca
inflamación cerebral, que puede producir daño a otros tejidos si no se resuelve oportunamente.
Esto sugiere que la terapia nutricia con antioxidantes y anti-inflamatorios puede tener un efecto
protector a los mecanismos fisiopatológicos del TCE.
Sin embargo, el nivel de evidencia disponible en pacientes con TCE delimitará la manera en que
se lograrán dichos objetivos con la terapia médico-nutricia. A continuación, se revisan las
estrategias de intervención nutricia, que mediante estudios clínicos válidos y aplicables sobre su
efecto, sólo algunas de ellas se han consensado o determinado con cierto grado de
recomendación en este tipo de pacientes.
7.2.a Energía
La estimación de las necesidades energéticas del paciente con TCE es un paso crítico del
proceso de atención nutricia. La subalimentación tardía o persistente del paciente con TCE puede
resultar en desenlaces negativos como función orgánica alterada, cicatrización lenta de heridas y
respuesta inmunológica alterada. Se han estudiado distintas alternativas para el cálculo de
requerimientos energéticos, pero se han encontrado pocas estrategias definitivas al respecto.
Las guías de práctica clínica para el manejo nutricio del paciente crítico de la AND y la ASPEN
proponen que la utilización de ecuaciones predictivas debe usarse con precaución. Como sucede
en otras patologías, la calorimetría indirecta continúa siendo el gold standard para determinar el
requerimiento energético del paciente con TCE. Sin embargo, los requerimientos energéticos
diarios de pacientes que presentan contracciones musculares intermitentes, crisis simpáticas o
fiebre pueden no ser muy precisas aún con este método. Además, no hay un consenso claro
sobre el mejor método de determinación de las necesidades energéticas o qué tan frecuente
deben monitorearse y ajustarse.
57
La ecuación de HB se ha utilizado en años para el cálculo del GEB en poblaciones con TCE. Sin
embargo, el uso de la misma parece no considerar el incremento de las necesidades energéticas
de los pacientes con TCE. Los factores de estrés estimados pueden ser mucho mayores a los
estipulados. Los pacientes con TCE pueden requerir desde 120% hasta 250% de su GEB usando
la ecuación de HB. Debe considerarse el uso de terapia con sedantes, paralizantes y barbitúricos
ya que pueden disminuir o incrementar el GEB en un rango de 76-120%. Cuando además del
TCE el paciente presenta otras lesiones o causas de estrés, como fracturas o sepsis, su
requerimiento energético es evidentemente mayor.
Actualmente, la AND recomienda el uso de la ecuación de Mifflin-St. Jeor (MSJ) adaptada para
paciente crítico. Sin embargo, este método tampoco ha sido bien estudiado en la población con
TCE, en quienes se piensa que se tienen requerimientos energéticos distintos a los de otros
pacientes en estado crítico. Sin importar el método que se use, no existe algún método validado,
por lo que se requiere un monitoreo cercano e individualizado de los pacientes para prevenir sub o
sobrealimentación. La sobrealimentación prolongada también puede ser perjudicial y provocar
hiperglucemia, síndrome de realimentación con alteraciones electrolíticas, esteatosis hepática,
compromiso pulmonar con dificultad del destete del ventilador, e incluso obesidad a largo
plazo.[43]
58
estudio con la de HB y contra las mediciones de calorimetría indirecta, en un estudio donde se
concluye que ninguna de estas dos fórmulas tienen una precisión aceptable al estimar el GEB
para su uso clínico, siendo la calorimetría indirecta el método más preciso de medición. [131]
Las guías de la ASPEN remarcan en su análisis que los pacientes pediátricos en estado crítico,
quienes se encuentran frecuentemente sedados y con apoyo ventilatorio mecánico, muestran una
reducción en el verdadero GEB (medido por calorimetría indirecta), debido a múltiples factores,
entre ellos la actividad física disminuida y con ello disminución de las pérdidas insensibles de
fluidos, y la ausencia transitoria de crecimiento durante la enfermedad aguda. Debido a ello,
tienen alto riesgo de sobrealimentación cuando sus requerimientos energéticos se estiman de
manera similar a un paciente pediátrico sano (fórmulas preductivas según edad, considerando
factor de actividad y crecimiento), especialmente si además de ello se incorporan factores de
estrés. La adición de un factor de estrés general para todos los grupos de pacientes críticos es
muy simplista y puede ser poco preciso y aumentar aún más el riesgo de sobrealimentación. Dada
la variabilidad de la energía extra requerida por cierta enfermedad, debe considerarse la
realización de calorimetría indirecta si es posible, antes de asignar un factor de estrés para el
cálculo de energía en pacientes críticos pediátricos. Aunado a ello, la aplicación de factores de
corrección por actividad, pérdidas insensibles y la energía necesaria para el crecimiento, los
cuales representan una buena proporción del cálculo en la infancia, debe revisarse con más
detalle al no contar con estudios sobre este aspecto.
De manera específica, los datos que arrojan las investigaciones en pacientes en coma con TCE
muestran un incremento promedio de aproximadamente 140% del GEB, con variaciones de 120-
59
250%. En pacientes con TCE, el uso de bloqueadores neuromusculares y coma barbitúrico,
disminuyó el GEB de un 160% a un 100-130%. Estos hallazgos sugieren que el mayor incremento
del GEB se relaciona al tono muscular. Aún con bloqueo neuromuscular, el gasto energético
permanece elevado entre 20-30% en algunos pacientes. En las primeras 2 semanas después del
trauma, el gasto energético parece aumentar sin importar el curso neurológico.[31]
Las guías británicas para el tratamiento del TCE pediátrico recomiendan cubrir el 130-160% del
gasto energético basal (GEB) en pacientes pediátricos con TCE. (Recomendación grado C) [31,
133]
7.2.b Proteína
Estudios con pacientes críticos por otra etiología, una dieta hiperproteica no resulta efectiva para
revertir el catabolismo proteico. El uso de anabólicos como la hormona de crecimiento (GH) o el
IGF-1 es controversial debido a que mostraron un aumento de mortalidad en los pacientes que
recibieron GH. Sin embargo, el IGF-1 sí demostró un balance proteico positivo en pacientes con
TCE.
Las guías clínicas para el soporte nutricio del paciente crítico pediátrico de la ASPEN del 2009,
sugieren cierto aporte proteico en relación al grupo de edad, como se muestra en la siguente
tabla:
60
Específicamente en pacientes con TCE, estudios clase II muestran que al cubrir 100-140% del
GEB con 15-20% de proteínas reducen las pérdidas de nitrógeno. La recomendación de proteína
para pacientes con TCE agudo sugiere una provisión de 1.5-2 g/kg/día. Dichos estudios apoyan
fuertemente el apoyo nutricio completo en la primera semana post-TCE.[31]
La mayoría de pacientes con TCE toleran las fórmulas estándares poliméricas. Existe muy poca
información sobre los beneficios de fórmulas especializadas en esta población. El papel de las
fórmulas elementales y semi-elementales tampoco está deifnido, aunque pueden ser beneficiosas
en pacientes cuando además de TCE coexiste trauma abdominal, hipotensión o terapia
vasopresora prolongada.
Dosis elevadas de proteína pueden causar azotemia en pacientes con insuficiencia renal, por lo
que se recomienda monitoreo necesario para asegurar la seguridad de una dieta hiperproteica, y
valorar la necesidad del aumento de suministro de líquidos. La suplementación de líquidos debe
hacerse con soluciones sin glucosa, para evitar la sobrealimentación y complicaciones
relacionadas a la hiperglucemia en pacientes con TCE.
El monitoreo del aporte proteico se considera poco confiable a partir de la albúmina o prealbúmina
ya que ambas son proteínas negativas de fase aguda y son mayormente indicativas del estado
inflamatorio, no del aporte proteico exógeno del soporte nutricio. Las dosis proteicas deben ser
ajustadas durante el curso de la recuperación del TCE.[43]
Una vez que se cubren las necesidades proteicas, debe asegurarse un adecuado aporte de
energía proveniente de HC y lípidos para mantener la síntesis proteica y el balance proteico en el
paciente crítico. Como se explica previamente, las reservas de glucógeno se depletan
rápidamente en el estado crítico, aumentando la gluconeogénesis. Una característica importante
en la respuesta metabólica al estrés es que la provisión de glucosa mediante la dieta no detiene
dicha gluconeogénesis. Consecuentemente, el catabolismo proteico a expensas de músculo para
producir glucosa continúa, siendo inútil proveer cantidades excesivas de HC durante la
enfermedad crítica. [128]
61
Las recomendaciones para el inicio y progresión del aporte parenteral de kilocalorías no proteicas
(glucosa y lípidos) en el paciente pediátrico se especifican en la siguiente tabla:
Cabe mencionar que dichas recomendaciones se basan en los cambios metabólicos del paciente
crítico pediátrico en general (por sepsis, quemaduras, trauma), sin ser específicos para TCE.
Hasta el momento, la evidencia es sobre la síntesis y oxidación de sustratos no proteicos en
pacientes críticos pediátricos es insuficiente para recomendar cierta distribución de
macronutrimentos, por lo cual ésta debe basarse en el entendimiento de las bases del
metabolismo proteico, de HC y lípidos durante la etapa crítica. (Recomendación grado E) [128]
7.2.d Micronutrimentos
62
Tabla 18. IDR de vitaminas para hombres de 14-18 años de edad. [135]
Vit. A Vit. C Vit. D Vit. E Vit. K Tia- Ribo- Niacina Vit. B6 Folato Vit. Vit. B5 Biotina Colina
(µg/d) (mg/d) (µg/d) (mg/d) (µg/d) mina flavina (mg/d) (mg/d) (µg/d) B12 (mg/d) (µg/d) (mg/d)
(mg/d) (mg/d) (µg/d)
900 75 5 15 75 1.2 1.3 16 1.3 400 2.4 5 25 550
Tabla 19. IDR de minerales para hombres de 14-18 años de edad. [135]
Ca Cr Cu Fl I Fe Mg Mn Mb P Se Zn K Na Cl
(mg/d) (µg/d) (µg/d) (mg/d) (µg/d) (mg/d) (mg/d) (mg/d) (µg/d) (mg/d) (µg/d) (mg/d) (g/d) (g/d) (g/d)
1300 35 890 3 150 11 410 2.2 43 1250 55 11 4.7 1.5 2.3
El requerimiento hídrico diario puede estimarse de dsitintas maneras. Una de ellas, propuesta en
el Core Curriculum de la ASPEN para paciente pediátrico [97], es la fórmula de Holliday-Segar, la
cual se basa en el peso del paciente. Sin embargo, no es válida en patologías con alteraciones del
balance hídrico como falla renal o falla cardiaca congestiva.
Según las guías alemanas de nutrición parenteral, en presencia de fiebre, el requerimiento hídrico
debe aumentarse aproximadamente 10mL/kg de peso corporal al día por cada 1ºC por arriba de
37ºC. (Recomendación Grado C) [136]
Los requerimientos orales de electrolitos para paciente pediátrico son los siguientes:
63
En el periodo inmediato posterior a la lesión, los pacientes con TCE pueden requerir resuscitación
hídrica para mantener una presión arterial y de perfusión cerebral adecuadas. Pacientes con PIC
elevada pueden recibir diuréticos osmóticos, que potencian la necesidad de suplementación
hídrica intravenosa. Sin embargo, si se usan volúmenes excesivos puede provocarse aumento del
edema, razón por la cual debe realizarse un monitoreo intensivo de la presión arterial y balances
hídricos en pacientes con TCE de moderado a severo.
Con respecto al tipo de soluciones, no se encuentra bien definido cuál es el mejor para la
resucitación hídrica. Las soluciones tanto cristaloides como coloides presentan ventajas y
desventajas en este tipo de pacientes. La albúmina es el coloide más utilizado en enfermedades
neurológicas, ya que además de expandir el plasma, ha mostrado tener efectos neuroprotectores.
A pesar de ello, no existe evidencia clínica que apoye el uso de albúmina sobre las soluciones
cristaloides en pacientes con TCE.
Basado en las pérdidas de nitrógeno documentadas en pacientes con TCE y el efecto ahorrador
de nitrógeno de la alimentación, una de las metas más importantes en el tratamiento nutricio del
paciente con TCE es el inicio temprano del soporte nutricio, es decir, en las primeras 48 horas y a
más tardar a las 72 hrs después de la lesión.
Los objetivos del inicio temprano de la NE es aportar nutrimentos indispensables para frenar el
catabolismo de reservas proteicas y grasas, modular la respuesta inflamatoria, promover una
adecuada defensa inmune, disminuir las infecciones intrahospitalarias, evitar la traslocación
bacteriana y mejorar el estado neurológico.[43]
Una revisión de Cochrane asoció la nutrición temprana con mejoría de la mortalidad y desenlaces
neurológicos en pacientes con TCE, aunque los resultados deben tomarse con discreción debido
al número y tamaño limitado de los estudios. La nutrición temprana mostró un RR de mortalidad
de 0.67 (0.41-1.07) y de 0.75 (0.50-1.11) para discapacidad, en comparación con el ayuno. [137]
Los beneficios de la NE temprana han sido estudiados en numerosos estudios con pacientes
críticos por trauma, cirugía o quemaduras. Se requiere la colocación de un acceso enteral en las
primeras 24-48 hrs post-TCE para facilitar la alimentación. La mayoría de pacientes con TCE
mostraron tolerar al menos 50% de sus requerimientos energéticos al segundo día. En casos de
intolerancia a la alimentación, el uso de un estímulo enteral o alimentación trófica (10-20 mL/hr) ha
demostrado ser benéfico durante los primeros días después del evento, ya que aunque no logre
cubrir los requerimientos energético-proteicos, estimula el flujo sanguíneo intestinal.[43] De
manera interesante, los efectos benéficos de la NE temprana son más notorios en pacientes con
hipertensión intracraneal (HIC), hecho que explica que la nutrición es más efectiva en aquellos
pacientes con mayor respuesta inflamatoria al poseer un mecanismo potencialmente atenuador de
la misma.[138]
64
Los estudios clase I sugieren que cuando el apoyo nutricio no se inicia durante la primera semana
post-TCE, la tasa de mortalidad aumenta. La Fundación de Trauma Craneoencefálico (Brain
Trauma Foundation o BTF) realizó un análisis prospectivo en el año 2008, donde encontraron que
la mortalidad se redujo significativamente al aumentar cada 10 kcal/kg de aporte, hasta los 25
kcal/kg, donde la curva tendencial se hacía menos pronunciada. Lamentablemente, la mayoría de
los pacientes del estudio (62%) no alcanzaron las 25 kcal/kg/día en los primeros siete días. El
riesgo de mortalidad de los pacientes con TCE en quienes no se inició la alimentación durante los
primeros cinco días a la lesión, se duplicó. Peor aún, aquellos que no recibieron alimentación
durante los primeros siete días, tuvieron una mortalidad cuatro veces mayor.[138] Con base en
estos resultados, expertos de la BTF sugieren como recomendación nivel II alcanzar los
requerimientos energético-proteicos al menos antes del día 7 posterior a la lesión.
Los efectos del tiempo de inicio, duración, tipo, calidad y forma de alimentación en los desenlaces
clínicos del paciente pediátrico con TCE necesitan ser estudiados.
Al no existir más información, se sugiere aplicar las guías existentes para adultos con TCE,
ajustadas por peso, para adecuar el soporte nutricio de los pacientes pediátricos con TCE.[31]
Los pacientes con TCE pueden presentar intolerancia a la alimentación de manera frecuente. El
proceso de deglución, que es regulado por múltiples señales neurológicas, puede estar alterado
en presencia de una lesión cerebral, condición que se observa en un 61% de los pacientes tras un
TCE. Los pacientes con TCE de moderado a severo pueden requerir ventilación mecánica, lo que
imposibilita entonces el uso de la vía oral, por lo que requieren alternativas a la misma, dentro de
las cuales tenemos la nutrición enteral (NE) y/o parenteral (NP).
Las ventajas y desventajas de la NE y NP ya han sido definidas con anterioridad. Sabemos que la
NP se asocia a mayor riesgo de infecciones, inmunosupresión, hiperglucemia, esteatosis
hepática, así como disminución de la integridad intestinal y del tejido linfoide asociado al intestino
(GALT). La NE estimula el flujo sanguíneo de la mucosa intestinal. Sin embargo, esto puede ser
perjudicial en situaciones clínicas que conlleven a una presión intratorácica elevada, o durante la
infusión de aminas vasopresoras. Por ello, la NE debe usarse con precaución en los pacientes
que reciben dosis altas de vasopresores, debido al riesgo de necrosis intestinal, aunque parece
ser que bajo dosis bajas o moderadas de vasoconstrictores (particularmente posteriores a una
adecuada resucitación hídrica) resulta segura la iniciación de NE. Además de ello, la NE provee
65
una mezcla de macro y micronutrimentos que promueven una función intestinal adecuada, como
triglicéridos de cadena media y fibra, productora de ácidos grasos de cadena corta.[43]
Si la NE no puede iniciarse a las 72 horas después del TCE, debe iniciarse la NP mientras pueda
lograrse el acceso enteral. Aún cuando el paciente ya cuenta con un catéter venoso central (CVC)
para el manejo de líquidos, antibióticos y otros fármacos, la administración de la NP debe
infundirse en una línea designada especialmente para ello, con el fin de evitar infecciones
asociadas a la NP.
Numerosos estudios que comparan el uso de NE y NP en pacientes con TCE, sugieren que la NP
puede ser mejor que la NE. Sin embargo, en dichos estudios la NE no fue bien tolerada en etapas
tempranas. Por otro lado, estudios comparando la NP temprana contra la NE tardía, reportaron
mayores beneficios de la NP. El inicio temprano de la alimentación (2-3 días) sin importar la vía de
acceso, se asocia a una recuperación neurológica más rápida y menor mortalidad por infecciones.
Estudios clase III demostraron que los sujetos con NP tuvieron mayor aporte y pérdidas diarias de
nitrógeno, resultando finalmente en ninguna diferencia en el balance nitrogenado entre
grupos.[140] De igual manera, encontraron que la NP y la NE eran igualmente efectivas cuando
éstas se prescribían con base en el gasto energético medido (135-146%) en las primeras 4
semanas después de la lesión y que ninguno de los dos regímenes (NP o NE) se asociaba a
diferencias significativas enla tasa de infecciones o costos hospitalarios. [141]
Dado que se conocen los riesgos de la NP y los beneficios de la NE, se recomienda realizar
esfuerzos por lograr la NE temprana en el paciente con TCE, y con base en las guías de soporte
nutricio en el paciente crítico pediátrico de la ASPEN, todo paciente con tracto gastrointestinal
funcional, debe recibir NE, si tolera adecuadamente. (Recomendación grado C) [128]
Las guías de soporte nutricio para el paciente crítico de la ASPEN establecen que en pacientes
que se encontraban sanos previo a su estado crítico, sin evidencia de desnutrición calórico-
proteica, pero en quienes la NE no es posible, el uso de NPT debe esperar e iniciarse hasta 7 días
después de su ingreso (Recomendación grado E). En pacientes con NE que por múltiples razones
66
no alcanzan los requerimientos energéticos (100% del total) después de los 7-10 días por vía
enteral únicamente, debe considerarse el inicio de suplementación con NP (Recomendación
grado E). El inicio de suplementación parenteral previo a estos 7-10 días en el paciente que recibe
NE no ha demostrado mejorías en el desenlace y puede ser perjudicial para el paciente ya que
aumenta la mortalidad (Recomendación grado C). [142]
En un estudio que evalúa el efecto de la NE y NPT en la PIC en pacientes con TCE severo, el pico
de PIC no fue significativamente diferente (desde el ingreso y durante 18 días post-TCE) entre el
grupo de NE y el grupo de NPT. La PIC fue mayor de 20 mmHg en 75% de los pacientes con NPT
y 73% de los pacientes con NE. La osmolaridad sérica no fue significativamente diferente entre
grupos en el momento de la admisión y durante el curso del estudio. El grupo de NPT tuvo
tendencia a mayor glucemia durante los primeros 13 días post-TCE, mientras que el grupo de NE
tuvo mayor media de glucemia después de este periodo, aunque las diferencias tampoco fueron
significativas. De esta manera, los autores concluyen que la NPT puede indicarse de manera
segura en los pacientes con TCE severo sin causar hiperosmolaridad sérica o afectar los niveles
de PIC. [143]
Aún se considera en debate la elección de vía de acceso enteral, es decir, la administración por
sonda nasogástrica o nasoyeyunal. Aún cuando el uso de gastrostomía endoscópica percutánea
(PEG) ha demostrado ser exitosa para lograr tolerancia a la NET a los 5 días post-TCE, el acceso
gástrico en este tipo de pacientes puede dificultar la tolerancia, sobre todo en la fase aguda de la
enfermedad. Como se explica anteriormente, los pacientes con TCE presentan frecuentemente
vaciamiento gástrico alterado, debido a daños en el nervio vago, niveles elevados de opioides
endógenos y endorfinas, o medicamentos como pentobarbital o narcóticos. Además, la
hipertensión intracraneal también se asocia a intolerancia a la alimentación enteral.
La colocación de una sonda nasoyeyunal se considera seguro y fácilmente manejable por una
enfermera, sin embargo es necesario que se realice la confirmación radiológica de la localización
de la sonda antes de iniciar la alimentación. Aproximadamente un 50% de las sondas
nasoenterales se desplazan como consecuencia de la agitación, incomodidad o sedación
inadecuada del paciente, por lo que debe elegirse el diámetro adecuado de la sonda. La
colocación endoscópica de sonda de alimentación puede ser peligrosa, particularmente después
de la lesión y en pacientes con PIC elevada.
67
Cuando se predice que el paciente con TCE requerirá NE a largo plazo, debe preferirse la PEG
como vía de acceso enteral. El uso prolongado de sondas nasoenterales no es recomendable, ya
que pueden desplazarse, causar incomodidad y aumentar el riesgo de sinusitis. Aún cuando los
pacientes con TCE pueden presentar intolerancia gástrica a la alimentación en las etapas
tempranas de la lesión, ésta puede mejorar cuando se resuelva la fase aguda del evento. El
momento óptimo para la colocación de PEG no ha sido determinado hasta el momento, aunque
como en todo paciente crítico es necesario encontrarse en una condición clínica estable, y
comprobar una adecuada función intestinal y tolerancia a la alimentación, así como la ausencia de
procesos agudos infecciosos o intracraneales.
Estudios clase III demuestran que 1) la colocación percutánea de sondas puede lograr administrar
de manera segura la energía necesaria después de un TCE,[144] 2) la administración en infusión
continua demostró menor intolerancia a la alimentación y alcanza los requerimientos energéticos
más rápidamente y 3) la alimentación nasoyeyunal permitió el incremento de aporte energético.
[145]
Para reducir la incidencia de neumonía por aspiración y reflujo de contenido gástrico al esófago y
faringe, la AND recomienda colocar la cama paciente en una posición de 45º de elevación, si no
se contraindica por otras situaciones médicas. Estudios de clase IIa y IIb en pacientes
neurocríticos, demuestran que una elevación de 30º de la cabeza mejora la distensibilidad
cerebral, reduce de forma significativa la presión intracraneal y el riesgo de broncoaspiración.[146]
68
nosocomiales, la estancia hospitalaria, la duración de ventilación mecánica y la tasa de
supervivencia no fueron significativamente diferentes entre grupos. Como conclusión, la
inmunonutrición no mostró tener efectos en la mortalidad, pero sí en la colonización gástrica y
nivel de IL-8, y de manera importante, mejorar el balance nitrogenado en niños con TCE severo.
[147]
7.8.a Glutamina
La glutamina es un aminoácido esencial en situaciones de estrés..A nivel intestinal, es usado
como fuente energética de las células epiteliales y del sistema inmune. La glutamina provee
nitrógeno para la síntesis de purinas y pirimidinas, lo cual es esencial para la mitosis celular. Se
ha demostrado su capacidad para reducir la traslocación bacteriana y la respuesta inflamatoria
sistémica, disminuyendo el riesgo de complicaciones como sepsis. Dado que los requerimientos
de glutamina en condiciones de estrés están aumentados y por ello la suplementación puede ser
necesaria. Su administración en forma de dipéptido por vía parenteral en pacientes traumáticos
críticos ha demostrado una reducción de las complicaciones infecciosas.
En un estudio realizado en Brasil, el uso de una fórmula enteral con glutamina y probióticos redujo
significativamente la incidencia de infecciones en pacientes con TCE. Otro de los beneficios
observados es el menor tiempo de estancia en la UCI y requerimiento de ventilación mecánica.
[148] Las últimas guías de la Fundación de Trauma Craneoencefálico, sugieren que la
suplementación con glutamina puede ser beneficial al disminuir la tasa de infecciones, aunque no
ha sido ampliamente estudiado en específicamente en pacientes con TCE.[149]
Dados los mecanismos fisiopatológicos del TCE, podría pensarse que administración de
glutamina intravenosa en pacientes neurológicos puede provocar un aumento de los niveles
intracerebrales de glutamato, lo que se asociaría a lesión neuronal, incremento de la PIC y
desenlaces poco favorables. Berg y cols., bajo la hipótesis de que los pacientes neurológicos
también son candidatos a suplementación de glutamina intravenosa trayendo beneficios como
sucede en el paciente crítico en general, realizaron un ensayo aleatorizado cruzado donde se
administró durante 24 hr 1) tratamiento (200 mg/ml de L-alanil-L-glutamina, a una tasa de infusión
de 0.125 ml/kg/h, que equivale a 0.34 g/kg de glutamina en un periodo de 20 hrs) y 2) placebo
(solución salina) en pacientes con TCE severo. Se encontró que la infusión de glutamina
incrementaba la concentración plasmática de glutamina en un 30%, mas no la concentración de
glutamato. El glutamato intracerebral permaneció sin afectarse, tanto en la media grupal como en
el cambio intraindividual. Con ello concluyen que la administración intravenosa de glutamina en
dosis de suplementación no conlleva efectos adversos relacionados con el daño cerebral causado
por elevación del glutamato intracerebral (nivel de evidencia Ib). [150]
69
Recientemente, en enero de 2014, se publicó un metaanálisis sobre los efectos de la
suplementación con glutamina en el paciente crítico médico y quirúrgico [151], donde se comparó
un grupo con suplementación de glutamina (entre 0.3-0.5 g/kg/día) con otro a quien se
administraba placebo, y se encontraron los siguientes resultados: 1) la mortalidad a seis meses no
fue significativamente diferente entre ambos grupos, ni en la vía de administración (enteral o
parenteral) 2) la tasa de mortalidad fue mayor en la dosis más alta (0.5g/kg/día) que en la baja
(0.3 g/kg/día), sin embargo tampoco hubo diferencia significativa con respecto a la mortalidad del
grupo control, 3) la incidencia de infecciones nosocomiales en el grupo de glutamina fue
significativamente menor que en el grupo control 4) comparando entre etiología, el paciente crítico
quirúrgico tuvo significativamente menores infecciones nosocomiales, siendo el subgrupo con
administración parenteral la que mayor redujo éstas, mientras que en el paciente crítico médico y
con administración enteral no se observó este beneficio, 5) la estancia hospitalaria tampoco fue
significativamente diferente entre grupos.
Las guías españolas para el soporte nutricional y metabólico especializado del paciente
neurocrítico del 2011 sugieren que la administración de dipéptidos de glutamina, por vía
intravenosa, puede usarse con seguridad en el enfermo neurocrítico (Recomendación grado
B).[152]
7.8.b Magnesio
La concentración de magnesio disminuye durante la primera hora TCE y hasta los 5 días
posteriores al TCE. En ratas, la suplementación de magnesio ha mostrado mejorar la memoria y la
supervivencia de las células corticales, así como reducir el edema cerebral y los niveles de calcio
ionizado.[153] Dado que se piensa que el magnesio tiene efectos neuroprotectores a través de los
receptores NMDA, la entrada de calcio y el metabolismo se han realizado estudios en humanos,
donde estos efectos son menos claros. La última revisión de Cochrane sobre los efectos de la
suplementación en 574 pacientes de tres ECCAs concluye que la infusión de magnesio no mostró
efectos positivos.[154] Cuando se usaba una dosis mayor, el riesgo de mortalidad fue de 2.4
(intervención vs. Placebo). Con una dosis menor, el riesgo de mortalidad disminuyó a 1.33. No se
observó efecto positivo en crisis epilépticas u otras complicaciones mayores, ni mejoría en el
puntaje de la ECG. Sin embargo, dos de los estudios incluidos reportan los datos de manera
deficiente, sin especificar cegamiento ni pérdidas en el seguimiento.
Por lo tanto, la evidencia disponible actualmente no apoya el uso de magnesio en pacientes con
TCE ya que no ha demostrado mejorar parámetros neurológicos o el riesgo de mortalidad en
estos pacientes.[154]
7.8.c Zinc
La ingestión diaria recomendada de zinc en la población general es de 9 mg/día para mujeres
entre 14 y 18 años de edad, y de 11 mg/día para hombres mayores de 14 años.
70
Existen algunos estudios que analizan el efecto de la suplementación de zinc después de un TCE.
Young. y cols. [155] probaron el efecto de la dosis suplementaria de zinc (12 mg/día), en
comparación con una administración menor de zinc (2.5 mg/día). Ambos grupos lo recibieron en
sulfato de zinc en conjunto con la NPT en los 15 días iniciales, y posteriormente recibieron 22 mg
de zinc intravenoso (como gluconato de zinc) o placebo. La suplementación con zinc mostró un
incremento en prealbúmina sérica y proteína fijadora de retinol, lo que sugiere mayor síntesis
proteica y participación en el mantenimiento de proteínas viscerales del paciente con TCE.
También hubo mejoría en los puntajes de la ECG que se mantuvieron a los 21 y 28 días, en
comparación con el grupo control. En los grupos de estudio, no se modificaron los niveles séricos
de zinc al recibir suplementación, lo que sugiere que el zinc administrado es captado por los
tejidos, y la medición de niveles séricos no es un buen indicador del estado del zinc en el paciente
con TCE. En cuanto a mortalidad, la suplementación con zinc mostró menores cifras, sin embargo
esta información debe tomarse con cautela debido diferencias en el tratamiento médico y
quirúrgico realizado en cada población (en 13 vs. 6 pacientes se requirieron craniectomía
descompresiva). [84]
Young y cols. realizaron un ensayo clínico clase II para probar la hipótesis de que la
suplementación de zinc no sólo mantendría las reservas del mismo en pacientes con lesión
cerebral de moderada a severa, sino que además en esta población se mantendría el balance de
proteínas viscerales e inhibiría la depleción muscular. Para probar esta hipótesis, 68 pacientes
fueron asignados aleatoriamente a un grupo con administración de zinc en dosis adecuada (2.5
mg/día) o suplementaria (12 mg/día). A las 72 horas posteriores al TCE, se administró el zinc vía
intravenosa como sulfato de zinc por un periodo de 15 días en conjunto con la NPT. Después de
este periodo inicial de NPT, se administró zinc vía enteral (22 mg/día), o placebo, durante tres
meses. Tres semanas después, las proteínas viscerales como prealbúmina y proteína fijadora de
retinol incrementaron de manera significativa en el grupo con zinc en dosis de suplementación. Un
mes después del TCE, la mortalidad en el grupo de dosis adecuada de zinc fue de 26%, mientras
que en la suplementaria fue de 12% en el mismo momento. Aunque debe tomarse con precaución
dichos datos debido a que un gran número de pacientes del grupo con dosis adecuada de zinc
requirió craniectomía descompresiva, esta información sugiere que la suplementación con zinc
mejora la supervivencia en pacientes con TCE. Otro hallazgo importante fue el aumento del
puntaje de la ECG en el grupo con zinc en dosis de suplementación. Estos cambios se lograron
ver a las 2 semanas de tratamiento y persistieron durante el curso del estudio. Estas
investigaciones sugieren que la suplementación de zinc es una estrategia nutricia viable en
conjunto con el tratamiento médico para mejorar los desenlaces clínicos asociados al TCE. [155]
En conclusión, la evidencia disponible actualmente sugiere que existe una relación entre la
suplementación de zinc y una mejor evolución del TCE. Dado que los pacientes con TCE tienen
pérdidas excesivas de zinc y una reducción aguda de los niveles séricos, es de vital importancia
prevenir las deficiencias de zinc en esta población. Para ello, deben monitorearse las pérdidas del
71
mismo después de la lesión y suplementar cuando sea necesario, considerando una dosis
máxima tolerable (DMT) de 40 mg/día. [156]
7.8.d Selenio
Un grupo de investigadores suizos realizaron un estudio con 200 pacientes cursando el
postoperatorio de cirugía cardiaca, trauma craneal o neuroinjuria grave por hemorragia
subaracnoidea. El grupo terapéutico o intervención (n=102) recibió un coctel antioxidante por vía
parenteral consistente en zinc, vitaminas C y B1 asociadas a una dosis diaria de selenio de 270
µg; los pacientes incluidos en este grupo recibieron una dosis doble en los primeros 2 días. El
análisis de resultados muestra que la intervención antioxidante se asoció a una disminución
significativa de los parámetros de respuesta inflamatoria en los pacientes de cirugía cardiaca y
traumatizados graves. Más recientemente, Collier y cols. publicaron los resultados de un estudio
en 4294 pacientes traumatizados, de los cuales 2272 recibieron suplementación antioxidante
(selenio, vitamina C y alfa-tocofetol). El aporte de selenio fue realizado mediante un bolo
intravenoso de 400 µg en 2 horas durante 7 días. El grupo antioxidante mostró una reducción
significativa de la estadía en la UCI y hospitalaria, así como una menor mortalidad. Heyland y cols.
en un estudio fase I demostraron que altas dosis de glutamina enteral y parenteral (0.35 g/kg/d vía
intravenosa y 30g/d vía enteral) asociado a selenito de sodio 500 mg/d intravenoso en una
combinación estable junto a un la administración de antioxidantes (selenio 300 µg, zinc, β-
caroteno, vitamina C y vitamina E) es una asociación segura, además de ser capaz de optimizar la
función mitocondrial y antioxidante. [157]
Recomendación
72
Líquidos y Calcular requerimiento hídrico según Fórmula de A
electrolitos Holliday-Segar
73
7.9 Monitoreo nutricio
Tabla 23. Indicadores nutricios y frecuencia recomendable para el monitoreo del paciente pediátrico con
TCE.
Indicadores Frecuencia
Antropométricos
IMC/edad
Semanalmente
PCT, CMB, AMB, Circunferencia de Pantorrilla
Bioquímicos
Glucemia plasmática y capilar
Diariamente
Electrolitos séricos (Na, K, P, Ca, Mg)
Biometría hemática
Proteínas negativas de fase aguda (albúmina,
prealbúmina, proteína fijadora de retinol) Semanalmente
Pruebas de función hepática y renal
Balance Nitrogenado
Clínicos
Estabilidad hemodinámica y signos vitales (TA, PAM, FC,
FR, temperatura corporal)
Presión intracraneal (PIC)
Exploración física abdominal (dolor o distensión abdominal,
peristalsis presente)
Diariamente
Características y frecuencia de las evacuaciones (diarrea,
estreñimiento)
Medición de residuo gástrico, presencia de vómito
Balance hídrico, presencia de edema
Medicamentos actuales y su interacción con la nutrición
Signos clínicos de deficiencia o toxicidad de nutrimentos Semanalmente
Dietéticos
Vía de acceso (NE, NP, o ambas)
Tipo de formulación, velocidad y duración de la infusión Diariamente
Adecuación de energía, proteína y micronutrimentos
Tabla 24. Signos clínicos de toxicidad de micronutrimentos suplementados en el paciente con TCE [57]
74
CAPÍTULO 8. NUEVAS PERSPECTIVAS DE
ATENCIÓN NUTRICIA
75
hrs, se alcanzaron concentraciones plasmáticas de β-hidroxibutirato de 0.57 mM, menores que en
el grupo de dieta cetogénica de 24 hrs donde se alcanzaron 1.75 mM. La restricción calórica por 4
meses en ratas adultas previas a la lesión resultaron en menores lesiones corticales, mejor
memoria espacial, y expresión aumentada del factor neurotrófico cerebral. En resumen, esta
información sugiere que las intervenciones que promuevan el metabolismo cerebral de cetonas
proveen efectos neuroprotectores histológicos y funcionales en animales adolescentes y adultos
con TCE. Sin embargo, hacen falta estudios en humanos al respecto, además de que estos
hallazgos resultan contradictorios al inicio temprano y metas del apoyo nutricio cuya
recomendación sí está fundamentada en estudios con población humana con alto grado de
evidencia. [158]
8.2.a Creatina
La creatina junto con el sistema creatina cinasa/fosfocreatina sirven como amortiguador
energético en los tejidos con requerimientos energéticos elevados y fluctuantes (por ejemplo, el
músculo y el cerebro). Dado que el cerebro requiere un constante recambio de ATP para
mantener los potenciales de membrana y la capacidad de señalización, el metabolismo de
creatina y el sistema creatina cinasa/fosfocreatina son esenciales para un funcionamiento cerebral
normal.
Existen estudios que sugieren que los efectos neuroprotectores de la creatina se deben en parte
al flujo sanguíneo cerebral aumentado, y a la reducción de los procesos de daño cerebral
secundario, como es el aumento de lactato y ácidos grasos libres. [163]
76
8.2.b L-carnitina
La acetil-L-carnitina (ALC), ha demostrado participar en la neuroprotección de isquemia focal y
global en modelos animales. Zanell et al. postula que la ALC actúa como una fuente alternativa de
acetil CoA, lo cual promueve el metabolismo energético aeróbico y reduce la acidosis tisular. Con
menor acidosis tisular, el estrés oxidativo disminuye. Investigaciones sugieren que la ALC modula
la exotoxicidad, la apoptosis y la inflamación. Sin embargo, estos efectos sólo se han comprobado
en animales donde la ALC se suministró 30 minutos después de la lesión, hecho que difícilmente
es posible en humanos.
77
También se observa menor daño axonal y normalización de los marcadores moleculares de
plasticidad si se suplementa de 12 a 30 días después de la lesión. El mecanismo exacto por el
cual parece ser neuroprotector sigue sin ser claro, aún cuando se conocen las propiedades
antioxidantes y anti-inflamatorias del DHA.[158]
8.2.f Magnesio
El magnesio es el segundo catión intracelular más abundante, y es uno de los iones más
importantes para el SNC. Está involucrado en numerosos procesos fisiológicos de isquemia
celular, y es un cofactor importante en el metabolismo energético celular y la síntesis proteica,
además de los intercambio transmembrana a través de la repolarización y despolarización. Es un
potente bloqueador de los canales de calcio, y un modulador intracelular de la actividad del calcio
al inhibir el receptor de la NMDA. Además de actuar en SNC, incrementa el gasto cardiaco y el
flujo sanguíneo cerebral.
Los estados de hipomagnesemia pueden provoca alteración de la función de la ATPasa,
provocando reducción del ATP intracelular e incrementando los niveles intracelulares de calcio.
Los pacientes con TCE tienen alto riesgo de desarrollar hipomagnesemia, la cual puede persistir
por varios días. En modelos animales, se ha demostrado que esta reducción de magnesio se
asocia a peor evolución del TCE y mayor mortalidad. Al normalizar el nivel de magnesio, se redujo
el edema cerebral y se observó mejoría neurológica y cognitiva. Incluso demostró mejorar la fase
secundaria isquémica del TCE, reduciendo la aparición de convulsiones y previniendo el daño
axónico-axonal.[154]
Debido a su participación en la modulación de producción energética celular, transporte del calcio
y la actividad del receptor NMDA, numerosos estudios en modelos animales muestran que el
magnesio puede ser neuroprotector. Desafortunadamente, existe información limitada sobre el
efecto de la suplementación de magnesio en humanos.[43]
78
nuclear Poli(ADP-ribosa) polimerasa 1 (PARP-1) es un mediador del estrés y reparación celular.
La depleción de [NAD+] que ocurre durante un TCE sobreestimula la PARP-1, lo que finalmente
conduce a isquemia cerebral, excitotoxicidad glutámica, muerte celular por toxicidad y estrés
oxidativo[168]. Entonces, se busca prevenir la depleción del [NAD+] citosólico que altera el
metabolismo energético para impedir la muerte celular, regulando el estado redox.
Desafortunadamente, no existen estudios que comprueben el efecto de la niacina en pacientes
con TBI.
El potencial terapéutico de la NAM en el TCE fue reconocido primeramente al reducir el daño
observado por estrés oxidativo inducido en modelos experimentales, además de prevenir el daño
asociado a lesiones neurotóxicas.[169] Estos primeros estudios establece una dosis efectiva de
500 mg/kg. En otras investigaciones se han evaluado los rangos de dosis de NAM necesarios
para promover la recuperación de roedores después de un TCE. Un estudio realizado en 2002 en
ratas con ECV sugiere que una dosis de 500 mg/kg, sin embargo, otros autores reportan mejorías
en el tamaño de infarto e incremento de niveles de NAD+ encontradas con dosis más bajas de
125 mg/kg. Los estudios iniciales recomiendan la misma dosis de 500 mg/kg en casos de TCE,
mientras se encontraba si se obtenían los mismos resultados con dosis menores. Posteriormente
se observó que 50 mg/kg tenían efectos conductuales e histológicos. Otros estudios en TCE
hicieron comparaciones directas entre la administración de 50 y 500 mg/kg de NAM, y ambas
dosis proveían neuroprotección; aún cuando la dosis baja es suficiente para mejoras
conductuales, los efectos en cognición podrían requerir dosis más altas. Trabajos recientes
determinaron una dosis meta de 150 mg/kg/día de NAM administrada en bolos subcutáneos de
manera continua, los cuales han demostrado ser exitosos en la evolución sensorimotora de
modelos con TCE.[170]
Estos datos sugieren que la nicotinamida es eficaz en el TCE, y parece haber diferencias según
las dosis administradas, sin embargo estas investigaciones se limitan al estudio de modelos
animales, sin ser evaluado en poblaciones clínicas. Sin embargo, previo a considerar el
tratamiento en humanos, Haar y cols. [170] proponen analizar la toxicidad de la NAM. Las ratas
evaluadas pueden tolerar dosis muy elevadas de NAM, las cuales pueden tener efectos adversos
en humanos, náusea entre los más frecuentes. Numerosos estudios en otras poblaciones
79
(pacientes con diabetes o enfermedades dermatológicas) determinan una DMT de 3000 mg/día en
humanos, que representa aproximadamente 35-50 mg/kg. A pesar de ello, los efectos adversos
como náusea puede ser tolerables en pacientes con TCE con un tratamiento a corto plazo. Hacen
falta estudios sobre sus efectos a largo plazo, ya que la mayoría de ellos son realizados en el
periodo agudo (24 hrs a siete días) posterior al TCE, y raramente hasta el periodo crónico (30
días).
8.3.a Vitamina E
Dentro de las formas activas de la vitamina E, el α-tocoferol es que tiene mejor absorción y
transporte, por lo que ha sido el más estudiado en humanos. El nivel de α-tocoferol es alto en
cerebro y su concentración es regulada en condiciones normales. Aunque se sabe su rol
antioxidante, reduciendo la producción de ROS en la peroxidación lipídica, sus efectos in vivo no
son bien entendidos del todo.
La información disponible sobre su efecto protector en pacientes con riesgo a evento
cerebrovascular (EVC) indican que un suplementación con 400 UI no mostró menor incidencia de
EVC que con placebo. En un metaanálisis de nueve ECCA, la suplementación con vitamina E no
se asoció con la aparición de EVC, pero dividiendo los subtipos del mismo, se encontró que el uso
de vitamina E aumentaba el riesgo para EVC hemorrágico, pero disminuyó el riesgo de EVC
isquémico.[84]
Cabe resaltar que, hasta el momento, existe información muy escasa en humanos que compruebe
los efectos de la vitamina E en TCE. En la literatura se encuentra disponible un reciente estudio
con 100 pacientes con TCE (83 de ellos hombres, con un Glasgow menor o igual a 8 y con
diagnóstico radiológico de lesión axonal difusa), donde se encontró menor mortalidad
intrahospitalaria en aquellos que recibían dosis suplementarias de vitamina E (400 UI/día por siete
días), en comparación con aquellos que recibieron bajas dosis (500 mg/día por siete días), o dosis
suplementarias de vitamina C (10 g en el día de admisión y 4 días posteriores), o placebo. [173]
Dado que sólo se cuenta con este ensayo de una muestra limitada, se requieren más estudios
para recomendar la suplementación rutinaria de vitamina E en pacientes con TCE.
80
8.3.b Vitamina C
La función biológica de la vitamina C se basa en su efecto reductor en numerosas reacciones del
organismo, entre ellas, el daño celular por ROS. Participa también en la síntesis de colágeno,
carnitina, de hormonas y aminoácidos. Se sabe que la deficiencia de vitamina C resulta en
alteraciones del tejido conectivo, en especial por la síntesis afectada de colágeno. La vitamina C
también ha mostrado afectar los componentes de la respuesta inmune. A nivel cerebral la
concentración de vitamina C es elevada, aproximadamente 100 veces mayor que la de otros
tejidos corporales. [174] En pacientes con hemorragia intracraneal y TCE, se han encontrado
niveles disminuidos de vitamina C que en los pacientes control, y esta situación correlaciona
inversamente con los desenlaces de la enfermedad (por ejemplo, la severidad de la alteración
neurológica y el diámetro de la lesión). Sin embargo, no existen como tal estudios en animales ni
humanos que analicen los efectos neuroprotectores de la vitamina C en pacientes con TCE, a
excepción del estudio de Razmkon mencionado previamente [173], donde se suplementó vitamina
C (500 mg/día) en conjunto con vitamina E (400UI/día) siete días post-lesión y se encontró menor
edema en 68% de los pacientes, no así mejoría en los desenlaces neurológicos. Como tendencia
general, la suplementación con vitamina C en estudios con pacientes post-ECV, tampoco mostró
efectos neuroprotectores significativos.[84]
8.3.c Flavonoides
Por su parte, el resveratrol ha demostrado ser neuroprotector en modelos animales con isquemia
cerebral. A pesar de ello, se desconoce el mecanismo exacto. Algunas hipótesis sugieren que
eleva los niveles de [NAD+], inhibe enzimas inflamatorias como la ciclo-oxigenasa y lipogenasa.
Estudios en humanos establecen que el resveratrol reduce los la transcripción de factores
inflamatorios del NFkB y AP-1, los cuales se vieron disminuidos tras su administración[176],
concluyendo que puede ser efectivo en casos de TCE para reducir la respuesta inflamatoria de
citocinas.
La neuroplasticidad también se regula mediante ciertos flavonoides, los cuales se piensa que
actúan en la señalización en cascada de cinasas de proteínas y lípidos que finalmente promueven
la supevivencia neuronal y la plasticidad sináptica[177]. Faltan estudios en humanos al respecto,
aunque en modelos experimentales se observa que los flavonoides incrementan el flujo sanguíneo
cerebral, la angiogénesis y neurogénesis.
81
CAPÍTULO 9. PRESENTACIÓN DEL CASO
CLÍNICO
Al séptimo día el paciente permanece en la UTI en condiciones clínicas reservadas, ya sin requerir
apoyo de aminas y bajo efectos residuales de sedación, con signos de pobre tolerancia a la vía
enteral (vómito, estreñimiento), cubriendo el 42% y 83% de su requerimiento energético y proteico
respectivamente, y continuando con suplementación de micronutrimentos vía parenteral.
82
9.1 EVALUACIÓN INICIAL
S No se observan signos clínicos de deficiencias ni de depleción de reservas corporales de masa muscular y grasa.
Historia clínico nutriológica:
A su ingreso a la terapia intensiva del INNN se realiza un primer intento de colocación de sonda nasogástrica, sin éxito debido a que
presenta fractura del piso medio. A las 24 horas se logra dicha colocación por lo que se valora para inicio de nutrición enteral.
O
Antropométricos Bioquímicos Clínicos Dietéticos
Mediciones: BH QS: TGO= 30 TA= 147/87 Balance Inicia 28/02/14 con 500 mL de
Talla= 170 cm Leuco= 12.3 Glucosa= 123 TGP= 15 PAM= 105 hídrico= Aminoácidos parenterales al 8%
Talla/edad= -0.45 DE CTL= 2250 Urea=18.8 ê GGT= 22 Temp. Máx= -1677 con 42% de AACR
Peso habitual= 70 kg Hb= 9.5 ê BUN= 9 36.7 Diuresis=
Peso actual= 70 kg (cama Hto= 28.5 ê Creat= 0.6 Gasometría PIC= 16 1ml/kg/h Aporte en 24 hrs:
báscula) VCM= 91.1 Prot. Totales= arterial Gluc. capilar= Evacuaciones Cant. %adec
IMC= 24.2 4.39 ê pH= 7.41 188/178/130 é = 0mL Energía (kcal) 240 8%
C. abdomen= 82 cm Electrolito Albúmina= pO2= 111 RG= 0 mL Proteína (g) 40 57%
C. pantorrilla= 32.3 cm s 2.89ê pCO2= 40 Vómito= No g/kg 0.85
PB= 30.8 cm Na= 152 é hipoalbumine HCO3= 25 Glasgow= 6
CMB= 30.1 cm K= 3.56 mia moderada Soluciones: HC (g) 0 0%
PCT= 21 mm Cl= 116 é -Sol. Salina 0.9% 1000 CC + 1 Lípidos (g) 0 0%
Ca PFH amp KCl + 1 amp MgSO4 Líquidos (mL) 625 25%
Indicadores: corregido= FA= 65
IMC/edad= 1.15 DE 8.9 BT= 0.3 Medicamentos:
àsobrepeso P=2.6 BD= 0.35 Omeprazol 40 mg/24 hr
PB/edad= p75-90 ànormal Mg=1.66 BI=0.13 Ceftriaxona 1g/12 hr
CMB/edad= >p95 àriesgo Vancomicina 1g/12 hr
de obesidad o hipertrofia Paracetamol 1g/8 hr
muscular Norepinefrina 13.3 mcg/min
PCT/edad= p90-95 Tiopental 4mg/kg/h
à exceso de MG
subcutánea
A
Requerimientos energético-nutrimentales
ENERGÍA Fórmula: Schoefield GEB=1884 kcal/día Factor de estrés= 1.4 GET= 2637 kcal/día
PROTEÍNA 1.8 g/kg= 126 g/día 19% Glutamina 0.4g/kg= 28 g/día Rel kcalNP:gN à 105:1
HC 329 g/día: 50% LÍPIDOS 91 g/día 31%
Micro
Zn= 22 mg Se= 400 µg Líquidos= 2500 mL
nutrimentos
Vit. C (mg)= 75 Vit. B12 (µg)= 2.4 Niacina (mg)= 16 Vit. A (UI)=3000 Vit. K (µg)= 75 Cl (mg)= 2300 I (µg)=150 Mb (µg)= 43
Ac. Fólico(µg)= 400 Ac.Pant (mg)= 5 Vit. B6 (mg)= 1.3 Vit. D (UI)=200 Na (mg)= 1500 Flúor(µg)= 3000 Mn (mg)= 2.2 Mg (mg)= 410
Biotina (µg)= 25 Vit. B2 (mg)= 1.3 Tiamina (mg)= 1.2 Vit. E (UI)= 22 K (mg)= 4700 Fe (mg)= 11 Cr (µg)= 35 P (mg)= 1250
Diagnósticos nutricios
P
Plan de intervención
Objetivos:
• Atenuar la respuesta metabólica al trauma
• Contrarrestar el catabolismo y evitar la depleción muscular
• Proveer nutrimentos neuroprotectores y reducir el estrés oxidativo
2. Continuar con 500 mL de Aminoácidos parenterales al 8% con 2. 500 mL de Aminoácidos parenterales al 8% con 42% de
42% de AACR + Zn 10 mL + Se 10 mL + MVI 5mL + Glutamina AACR + Zn 5 mL + Se 10 mL + MVI 5mL + Glutamina
parenteral 100 mL a 26 mL/hr para 24 horas por CVC parenteral 100 mL a 16 mL/hr para 24 horas por CVC
83
Aporte %adec Aporte %adec
Energía (kcal) 740 28% Energía (kcal) 990 38%
Proteína total (g) 102 81% Proteína total (g) 123 98%
-Glutamina (mg) 25.7 92% -Glutamina (mg) 28.5 101%
HC (g) 60 18% HC (g) 90 27%
Lípidos (g) 11 12% Lípidos (g) 16.5 18%
Zinc (mg) 23 104% Zinc (mg) 24.5 111%
Se (µg) 400 100% Se (µg) 400 100%
Líquidos (mL) 1125 45% Líquidos (mL) 1350 54%
Monitoreo
Diariamente Semanalmente
Bioquímicos: Glucemia. Antropométricos: % PP, IMC/edad, CMB/edad, PCT/edad.
Clínicos: TA, PAM, FC, FR, temperatura corporal, presión Bioquímicos: Biometría hemática, pruebas de función hepática
intracraneal (PIC). Características y frecuencia de las y renal, prealbúmina, balance nitrogenado, proteína C reactiva
evacuaciones. Residuo gástrico. Balance hídrico, presencia de Clínicos: Signos clínicos de deficiencia o toxicidad de Zn, Se,
edema. Medicamentos actuales y su interacción con la nutrición. vitaminas. Signos clínicos de depleción muscular y grasa.
Dietéticos: Vía de acceso. Tasa de infusión, infusión total
alcanzada en 24 hrs. Adecuación de energía, macro y
micronutrimentos.
RESUMEN DE TRANSICIÓN
84
9.2 EVALUACIÓN DE SEGUIMIENTO 1
O
Antropométricos Bioquímicos Clínicos Dietéticos
Mediciones: BH QS: TGO= 73 TA= 147/87 Bal. hídrico= 1. Fórmula inmunomodoladora
Talla estimada: 170 cm Leuco= 8.08 Glucosa= 123 TGP= 47 PAM= 105 +1015 (1250 kcal/1250 ml) a 83 mL/hr en
Talla/edad= -0.45 DE CTL= 727 Urea=30 GGT= 48 Temp. Máx= Diuresis= infusión intermitente 5x1 para 15
Peso anterior= 70 kg Hb= 11.1 BUN= 14 36.7º C 1.8ml/kg/h hrs por SNG
Peso actual= 68.5 kg Hto= 33 Creat= 0.51 Gasometría PIC= 14 Evacuaciones Volumen Total infundido en 24
(cama báscula) VCM= Prot. Totales= arterial Glucemia = 0mL hrs: 990 mL (79%)
IMC= 23.7 5.6 pH= 7.40 capilar= RG=
C. abdomen= 82 cm Electrolito Albúmina= 3.2 pO2= 89 128/178/130 40/120/260 ml -Glutamina parenteral 100 mL+ Se
C. pantorrilla= 30.5 cm s pCO2= 35 Vómito= 10 mL + MVI 5 mL a 4.8 mL/hr
PB= 26.5 cm Na= 136 CT=209 HCO3= 21 1000 ml para 24 hrs por CVC
CMB= 20.2 cm K= 4.4 TG=173 Soluciones: Volumen Total infundido en 24
Proteínas en
PCT= 20 mm Cl= 100 Sol. Salina 0.9% 1000 cc + 2 hrs: 115 mL (100%)
orina 24 hr
Ca amp KCl
Creat. Urinaria=
Indicadores: corregido= PFH Sol. Salina 250 cc + 1 amp
1496 mg
%PP (7días): 2.2 8.7 FA= 126 MgSO4
NUU= 16.7
à severa P=3.4 BT= 0.45 Medicamentos:
BN= -3.7
IMC/edad= +1.0 DE Mg=1.84 BD= 0.15 Omeprazol 40 mg/24 hr
ànormopeso BI=0.30 Ceftriaxona 1g/12 hr
Prealbúmina=
PB/edad= p25-50 à Vancomicina 1g/12 hr
14.2ê
normal Paracetamol 1g/8 hr
PCR= 6.63é
CMB/edad= <p5 Buprenorfina 150mcg/12 hr
àdepleción de MMusc +Metoclopramida 10 mg/8 hr
PCT/edad= p90-95 +Senósidos AB 2 tab/24hr
Índice Catabólico Bistrian=5.4 àcatab. intenso
àexceso de MG
(SNG)
subcutánea
Indice Creat/Talla= 102% à normal
Adecuación del aporte dietético en 24 hrs
Proteína total: 82.5% Energía: 47.5% Zn: 118% Líquidos totales: 90%
104 g 1080 kcal 26 mg 2225 mL
Glutamina: 31 g (0.45 g/kg) 129% HC: 120 g 33% Se: 40 µg 100% Enterales: 820 mL
Rel kcalNP:gN à 41:1 Lípidos: 22 g 22% Fibra: 0 g 0% Soluciones: 1405 mL
Vit. C= 346% Vit. B12= 333% Niacina= 312% Vit. A= 199% Vit. K= 320% Cl= 38% I= 51% Mb= 176%
Ac. Fólico= 150% Ac.Pant= 400% Vit. B6= 1076% Vit. D= 200% Na= 39% Flúor= 25% Mn= 118% Mg= 78%
Biotina= 840% Vit. B2= 343% Tiamina= 313% Vit. E= 272% K= 23% Fe= 91% Cr= 217% P= 40%
*Ningún micronutrimento excede la dosis máxima tolerable o upper limit
A
Requerimientos energético-nutrimentales al día
ENERGÍA Fórmula: Schoefield GEB=1857 kcal/día F. estrés= 1.5 GET= 2875 kcal/día
PROTEÍNA 1.8 g/kg = 129 g/día 18% Glutamina 0.4 g/kg= 27.4 g/día Rel kcalNP:gN à 113:1
HC 359 g/día: 50% LÍPIDOS 101 g/día 32%
Micronutrimentos Zn= 22 mg Se= 40 µg Fibra= 15-20 g Líquidos= 2470 mL
Vit. C (mg)= 75 Vit. B12 (µg)= 2.4 Niacina (mg)= 16 Vit. A (UI)=3000 Vit. K (µg)= 75 Cl (mg)= 2300 I (µg)=150 Mb (µg)= 43
Ac. Fólico(µg)= 400 Ac.Pant (mg)= 5 Vit. B6 (mg)= 1.3 Vit. D (UI)=200 Na (mg)= 1500 Flúor(µg)= 3000 Mn (mg)= 2.2 Mg (mg)= 410
Biotina (µg)= 25 Vit. B2 (mg)= 1.3 Tiamina (mg)= 1.2 Vit. E (UI)= 22 K (mg)= 4700 Fe (mg)= 11 Cr (µg)= 35 P (mg)= 1250
Diagnósticos nutricios
1. Función gastrointestinal alterada (retardo en el vaciamiento gástrico y motilidad intestinal
alterada), asociado a patología de base (TCE) y estado crítico, evidenciado por estreñimiento, residuo gástrico
>250mL y vómito.
2. Infusión enteral inadecuada (energía 41.5%, proteína 82.5%), causado por intolerancia a la nutrición
enteral y función gastrointestinal alterada en conjunto con aumento de los requerimientos energético-proteicos por TCE,
evidenciado por pérdida de peso severa (2.2% en 7 días), depleción de masa muscular (CMB/edad <p5) y balance
nitrogenado negativo (-4.7).
85
P
Plan de Intervención
Objetivos:
• Promover tolerancia a la nutrición enteral
• Cubrir requermientos energético-proteicos para evitar pérdida de peso y depleción muscular
• Proveer un adecuado aporte de fibra, nutrimentos neuroprotectores e inmunomoduladores
Plan real: Plan ideal:
1. Fórmula enteral inmunomodoladora + 30g de caseinato de 1. Fórmula baja en HC y alta en fibra + 30g de caseinato de calcio
calcio (620 kcal/650 ml), iniciar a 43 mL/hr en infusión intermitente (870 kcal/900 mL), iniciar a 41 mL/hr por SNG en infusión
5x1 para 15 horas por SNG. continua para 22 horas
2. Iniciar Nutrición Parenteral de 1000 mL + Glutamina parenteral 2. Iniciar Nutrición Parenteral de 1000 mL + Glutamina parenteral
100 mL+ Zn 10 mL + Se 10 mL + MVI 5mL (1280kcal/1000mL) a 100 mL+ Zn 10 mL + Se 10 mL + MVI 5mL (1280 kcal/1000 mL) a
47 mL/hr para 24 horas por CVC 47 mL/hr para 24 horas por CVC
Cant. %adec Cant. %adec
Energía (kcal) 1900 66.5% Energía (kcal) 2150 75%
Proteína total (g) 132 102% Proteína total (g) 121 94%
-Glutamina (g) 25.7 (0.37 g/kg) 94% -Glutamina (g) 20 (0.3 g/kg) 73%
HC (g) 220 61% HC (g) 244 68%
Lípidos (g) 51 50% Lípidos (g) 75 74%
Relación kcalNP:gN 63:1 Relación kcalNP:gN 85:1
Zinc (mg) 25 100% Zinc (mg) 14.7 68%
Se (µg) 400 100% Se (µg) 400 100%
Fibra (g) 0 0% Fibra (g) 18 90%
Líquidos (mL) 1625 66% Líquidos (mL) 1875 76%
Monitoreo
Diariamente Semanalmente
Bioquímicos: Glucemia. Antropométricos: % PP, IMC/edad, CMB/edad, PCT/edad.
Clínicos: TA, PAM, FC, FR, temperatura corporal, presión Bioquímicos: Biometría hemática, pruebas de función hepática y
intracraneal (PIC). Características y frecuencia de las renal, prealbúmina, balance nitrogenado, proteína C reactiva
evacuaciones. Residuo gástrico, presencia de vómito. Balance Clínicos: Signos clínicos de deficiencia o toxicidad de Zn, Se,
hídrico, presencia de edema. Medicamentos actuales y su vitaminas. Signos clínicos de depleción muscular y grasa.
interacción con la nutrición.
Dietéticos: Vía de acceso. Tasa de infusión, infusión total
alcanzada en 24 hrs. Adecuación de energía, macro y
micronutrimentos.
RESUMEN DE TRANSICIÓN
Posterior al manejo con procinético y senósidos, el paciente presenta al siguiente día una
evacuación de 200 mL y sus mediciones de residuo gástrico disminuyen de manera significativa
(aprox. 20 mL por medición). Esto permite la progresión de la nutrición enteral hasta lograr el
destete de la nutrición parenteral parcial, ya que se logra una meta mínima de aporte energético-
proteico del 80-100%. Su glucemia capilar ha disminuido, manteniendo valores entre 120-146
mg/dL.
86
9.3 EVALUACIÓN DE SEGUIMIENTO 2
S
Signos clínicos: Paciente somnoliento, con reflejo nauseoso bilateral y movimientos espásticos de descerebración,
gesticulando al dolor. Sin apoyo vasopresor, con apoyo ventilatorio mecánico en modo CPAP. Se observan vesículas en
cara y axilas, la piel presenta resequedad. No presenta edema. Se observa depleción muscular en clavícula. Se
programa realización de gastrostomía para los 5 días posteriores.
O
Antropométricos Bioquímicos Clínicos Dietéticos
Mediciones: BH QS: Gasometría TA= 131/72 Bal. hídrico=
Talla estimada= 170 cm Leuco= 10.1 Glucosa= arterial PAM= 98 -2200 1. 1500 mL Fórmula baja en HC y
Talla/edad= -0.45 DE CTL= 1730 119 pH= 7.39 Temp. Máx= Diuresis= alta en fibra + 400 mL fórmula
Peso anterior= 68.5 kg Hb= 9.4 Urea=28 pO2= 89 38.0º C 2.4 ml/kg/h hipercalórica hiperproteica (2260
(cama báscula) Hto= 28.9 BUN= 13 pCO2= 43 PIC= 11 Evacuaciones kcal/1900 mL) a 126 mL/hr en
Peso actual: 67.2 kg VCM=91.7 Creat= 0.43 HCO3= 25.6 Gluc. capilar= = 150/200mL infusión intermitente 5x1 para 15
IMC= 23.2 PT= 6.46 119/130/146 RG= 0/20/0mL hrs por SNG
C. abdomen= 79 cm Electrolitos Albúmina= Proteínas en Vómito= No Vol. Total infundido: 1900 mL
orina 24 hr
C. pantorrilla= 30.8 cm Na= 142 3.65 Glasgow= 8
Creat.
PB= 26 cm K= 4.25 2. Glutamina enteral, 2 sobres de
Urinaria=
CMB= 20.6 Cl= 101.5 CT= 179 20g en 200 mL, por SNG cada 12
1217 mg Soluciones:
PCT= 17 mm Ca corregido= TG= 81 hrs
NUU= 16.67 -Sol. Salina 0.9% 1000 CC + 10
P=4.45
BN=-1.47 mL Se + 1 amp MgSO4
Indicadores: Mg=1.89
%PP (7días): 1.8 à PFH Medicamentos:
significativa FA= 285 -Omeprazol 40 mg/24 hr
Prealbúmina=
IMC/edad= +0.87 DE BT= 0.41 -Captopril 25 mg c/8hr (SNG)
22.34
ànormopeso BD= 0.25 -Amlodipino 5mg/12 hr
PCR= 3.31é
PB/edad= p10-25 à normal BI=0.16
-Paracetamol 1g/8 hr en caso de
CMB/edad= <p5 à TGO= 112
fiebre
depleción de M. Musc TGP= 263
-Ketorolaco 30mg/12hr
PCT/edad= p90-95 GGT= 428
-Cefepime 1g/12 hr
àexceso de MG
-Aciclovir 750 mg/8hr
subcutánea
-Enoxaparina 40 mg/24 hr
Ind. Catabólico Bistrian= 4.07
-Metoclopramida 10 mg/8 hr
à catab. moderado
-Amikacina 250 mg/12 hr
A
Requerimientos energético-nutrimentales
ENERGÍA Fórmula: Schoefield GEB= 1841 kcal/día F. estrés= 1.4 GET= 2577 kcal/día
(1.3+0.1 fiebre)
PROTEÍNA 1.9 g/kg = 129 g/día 20% Glutamina 0.3g/kg= 20 g/día
HC 289 g/día: 45% LÍPIDOS 100 g/día 35%
Líquidos= 2444 mL + 672 mL (fiebre: 10ml/kg
Micronutrimentos Zn= 15 mg/d Se= 400 µg/d Fibra= 29 g
por cada ºC mayor a 37º C) = 3116 mL
Vit. C (mg)= 75 Vit. B12 (µg)= 2.4 Niacina (mg)= 16 Vit. A (UI)=3000 Vit. K (µg)= 75 Cl (mg)= 2300 I (µg)=150 Mb (µg)= 43
Ac. Fólico(µg)= 400 Ac. Pant (mg)= 5 Vit. B6 (mg)= 1.3 Vit. D (UI)=200 Na (mg)= 1500 Flúor(µg)= 3000 Mn (mg)= 2.2 Mg (mg)= 410
Biotina (µg)= 25 Vit. B2 (mg)= 1.3 Tiamina (mg)= 1.2 Vit. E (UI)= 22 K (mg)= 4700 Fe (mg)= 11 Cr (µg)= 35 P (mg)= 1250
Diagnósticos nutricios
1. Infusión enteral hídrica inadecuada (88%), causada por aumento de los requerimientos hídricos asociado a
fiebre y patología viral, evidenciado por balance hídrico negativo (-2200) y piel reseca.
2. Aumento de los requerimientos energético-proteicos (140% GEB), causado por patología de base y
proceso viral, evidenciado por fiebre e índice catabólico de Bistrian (4.07= catabolismo moderado).
87
P
Plan de Intervención
Objetivos:
• Proveer un adecuado aporte hídrico
• Cubrir requermientos energético-proteicos para evitar pérdida de peso y depleción muscular
• Proveer nutrimentos neurprotectores e inmunomoduladores
-Glutamina enteral, 2 sobres de 20g en 200 mL de agua, pasar -Glutamina enteral, 1 sobre de 20g en 200 mL de agua, pasar por
por SNG cada 12 hrs SNG cada 12 hrs
88
CONCLUSIONES
El manejo nutricio juega un rol esencial en el tratamiento integral del TCE debido a las
consecuencias metabólicas que éste desencadena. Éstas alteraciones se manifiestan en forma de
edema cerebral, hipoxia, isquemia, estrés oxidativo, disfunción metabólica celular y finalmente la
muerte celular debido a la falla energética. Nutricionalmente, esto se traduce en catabolismo
sistémico y en aumento de las demandas energéticas, proteicas y de ciertos micronutrimentos que
modulan la respuesta inflamatoria cerebral y el daño oxidativo.
Actualmente, se cuenta con estudios que prueban el efecto de la terapia nutricia en pacientes con
TCE, aunque éstos arrojan resultados controversiales, siendo el aspecto mayormente consensado
los beneficios del inicio temprano del apoyo nutricio en pacientes con TCE en la disminución de la
mortalidad. Dentro de los nutrimentos neuroprotectores, sólo el zinc ha mostrado efectos
neuroprotectores en estudios clínicos con grado alto de evidencia, con información limitada para
apoyar la suplementación de otros nutrimentos como la creatina, colina, omega-3, vitamina B3 y
antioxidantes, los cuales han sido estudiados sólo en modelos experimentales.
Aunque el TCE suele presentarse en pacientes previamente sanos y con buen estado nutricio, la
condición hipermetabólica e inflamatoria los coloca inmediatamente en una situación de riesgo
nutricio que puede impactar en el pronóstico y la evolución de la enfermedad.
89
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96
ANEXOS
Antropometría
97
Tablas de referencia de circunferencia media de brazo/edad según Frisancho. [178]
98
Tablas de referencia de pliegue tricipital/edad según Frisancho. [178]
Bioquímicos
99
Gráficas de seguimiento del caso
IMC/edad
100
Talla/edad
Individual
assessment
Results:
No.
Date
of
visit
Wt
(kg)
Ln/ht
(cm)
Age
Age
(months)
Peso/edad
Talla/edad
IMC/edad
1
03/01/2014
70
170
16yr
2mo
194.2
NA
-‐0.45
1.15
2
03/06/2014
68.5
170
16yr
2mo
194.4
NA
-‐0.45
1
3
03/14/2014
67.2
170
16yr
2mo
194.7
NA
-‐0.46
0.87
z-‐scores are based on WHO standards (birth to 60 months) and WHO reference 2007 (61 months to 19 years).
101
102
103
AGRADECIMIENTOS
A toda mi familia, pero sobretodo a mi Papá, ya que sin su apoyo no sólo durante la realización de este
trabajo, sino durante toda la maestría, no hubiera sido posible subir este escalón de mi superación personal
y profesional.
A mis compañeras de maestría, por compartirme tantos conocimientos y permitirme conocer su perspectiva
de la profesión y de la vida.
104