San Agustin - Jose Oroz Reta
San Agustin - Jose Oroz Reta
San Agustin - Jose Oroz Reta
AGUSTÍN
EL HOMBRE - EL ESCRITOR - EL SANT<
J. OROZ RETJ
JOSÉ OROZ RETA, O. A. R.
Catedrático de Universidad
S A N A G U S T Í N
EL HOMBRE EL ESCRITOR EL SANTO
El África romana
La venida de los romanos.—La formación de las provincias.—Las
ciudades. —Los habitantes.—El Norte de África en tiempos de san
Agustín
mente en Hipona y en Cartago, distantes unos 240 Km., Parece que existió también una numerosa población
una en Numidia y otra en el África Proconsular. de judíos, no siempre muy edificante. Así se explicarán
Destruida Cartago por los romanos en el año 146 a. C, muchas alusiones a los judíos que encontramos en las
y reconstruida, en parte, algunos años después, no recupe- obras de Agustín.
ra su antigua gloria sino en la época de César, el año 44 Aunque siempre una simple capital de provincia, sin
a. C. Desde entonces hasta la toma por los Vándalos de embargo a causa de su puerto, de donde salían los pro-
Genserico el año 439 rivalizó con Roma, no sólo como po- ductos de la fértil Numidia, Hipona tuvo su especial im-
tencia militar, sino como capital del África y centro cul- portancia. En tiempos de Agustín contaría unos 30.000
tural. habitantes. Estaba unida por una serie de caminos con
las ciudades importantes como Cirta y Constantina, a
unos 300 Km. al este; con Tagaste, al SE; con Madaura,
LAS CIUDADES
35 Km. más al sur; y con Theveste, a unos 200 Km. al
sur. Los vándalos la sitiaron, y fue tomada el 432. Los
Vamos a recordar aquí algunas de las ciudades del griegos la reedificaron a últimos del siglo v, pero finalmen-
África, concretamente las ciudades que aparecen más en te fue destruida por los árabes, el año 697.
la vida de Agustín.
Calama = Gueltna
Tagaste Figura también en la vida de Agustín. Era probable-
mente una ciudad fenicia y ciertamente su población era
Actualmente Souk-Arhas, a unos 80 Km. de Hipona. púnica. Entre Hipona y Cirta, en la Numidia, estaba bajo
Situada en el África Proconsular, junto al río Medjerda, la administración del África Proconsular. En realidad, la
primitivamente Bagradas, Tagaste adquirió la municipa- provincia eclesiástica de Numidia se extendía al este más
lidad bajo Septimio Severo. La batalla de Zama, que que la provincia civil. Los romanos hicieron de Calama
decidió la segunda guerra púnica, fue librada en sus alre- una colonia el año 283 d. C.
dedores. De Tagaste son también Severo, Evodio, Alipio, En tiempos de Agustín era escenario de muchos dis-
y tal vez la mártir santa Crispina, que murió en Theveste turbios debidos en parte a la población pagana y en parte
en la persecución de Diocleciano. En sus Actas se le lla- a la actitud de un famoso Crispín que había ocupado la
ma «Thagarensis» que puede ser una falta por «Thagas- sede donatista, en oposición a Posidio, el amigo íntimo
tensis». y biógrafo de Agustín. Genserico la tomó el 437.
en la ciudad obispo católico, y uno de ellos, Crescen- Parece claro que se puede hablar de un movimiento
te, asistió al concilio de Cartago del 256. Pero cuando la migratorio que marcha del desierto de Sahara hacia la
ciudad figura en la historia eclesiástica es en el famoso costa NO, y que existe también otro movimiento desde
concilio que se celebra allí el año 305, en el que Silvano, el sur de Europa hacia el norte de África. Pero los etnó-
de triste memoria, fue nombrado simoníacamente para logos no están de acuerdo para afirmar que estos blancos
la sede de Cirta y sembró la semilla del cisma donatista provengan del movimiento emigratorio o invasión euro-
(Epist. 53, 4). pea. Tampoco se sabe si se debe a la invasión de los
vándalos en el siglo v.
Sea cual fuere la explicación, el hecho es que los pue-
LOS HABITANTES
blos que ahora conocemos con el nombre de Bereberes
constan de dos ramas: oscuros y rubios —es una manera
Los romanos, conquistadores de África, llegaron al
de distinguirlos—. Los últimos tienen una piel clara, ca-
país, poblado por fenicios, y tuvieron que luchar princi-
bello oscuro y ojos rubios, en general. Así, mientras los
palmente con estos colonizadores fenicios. Comprendie-
Mauri, los Getuli y los Númidas son oscuros-negros, los
ron, sin duda, que los fenicios eran también conquistado-
Libios son tirando a rubios. Todos ellos están compren-
res como ellos, y que tras ellos había una población abo-
didos bajo el nombre genérico de Touaregs, Kabylas o
rigen, de la que hablaban con indiferencia: Mauri, Getuli,
más generalmente Bereberes.
Barbari, Lybii, etc. En las guerras númidas se dieron
cuenta de que no podían despreciar a estos aborígenes, No hemos de pensar que en tiempos de Agustín los
sino que tenían que tratar con ellos. Fenicios habían sido ya exterminados. Agustín tiene algu-
nas alusiones a ese pueblo. Y cuando busca los servicios
En el siglo i a. C, por Afri o Africanos se entendía de de un sacerdote que hable púnico para uno de sus dis-
una manera genérica todos los pueblos heterogéneos del tritos, los Poeni existían todavía.
Norte del África. Un romano de entonces, a lo sumo, po- Algunos han pretendido que el elemento fenicio no
dría decir que los Mauri habitaban al oeste, en el terri- tiene importancia alguna, y que cuando Salustio o Agus-
torio que él conocía con el nombre de Mauritania; que tín hablan de la lengua púnica hay que entender en rea-
los Libios estaban al este, en lo que él llamaría Tripoli- lidad el libio o el beréber. Es una cuestión que interesa
tania; los Númidas ocupaban la región norte, entre los sobre todo a los filólogos y etnólogos.
dos pueblos precedentes; los Getuli habitaban, como Las alusiones al púnico lo mismo en Agustín, que en
pueblo más o menos salvaje, en las altiplanicies y los Apuleyo, que en Jerónimo, y las inscripciones púnicas
desiertos, más al sur. Posiblemente, todos estos pueblos que datan del siglo i y II, nos hacen pensar que dicha
estarían comprendidos bajo la denominación común de lengua existía todavía en tiempos de nuestro santo, aun-
Barbari. que iba desapareciendo como todas las lenguas de esca-
Modernamente no se emplean esos nombres aplicados sa importancia cultural.
a los pueblos indígenas del Norte de África, aunque tal La lengua púnica no se encuentra en ningún docu-
vez se puede reconocer a los barbari en el nombre de los mento posterior a la época de Tiberio. Mientras se puede
Bereberes. La etnología moderna nos habla de los Kaby- considerar la lengua de un círculo limitado de cultura,
las, los Touaregs, Árabes y Bereberes. Hoy se admite ge- no la encontramos en monedas ni inscripciones posterio-
neralmente que en el fondo se podía hablar de dos ten- res, en las que es sustituida naturalmente por la lengua
dencias en los pueblos indígenas: los Etíopes o pueblos de los invasores latinos.
negros en el Sudán o en el sur, y los Libios o blancos
en el norte. Pero es difícil establecer la presencia de estos
blancos frente a estos negros.
22 LA CUNA DE AGUSTÍN EL ÁFRICA ROMANA 23
Otros estaban en pleno desacuerdo con el espectáculo donatistas se enfrentan a 286 católicos. Sin contar los
que ofrecían en el cambio de la orientación. Añadamos que estaban ausentes por enfermedades o la distancia,
a esto las fiestas paganas que a veces se celebraban con y aparte que muchas de las sedes se encontraban sin pro-
una solemnidad irritante. veer a la sazón. Cincuenta años más tarde, Hunerico,
Así, desde tiempos de Constantino, una serie de de- perseguidor vándalo, desterró 464 obispos.
cretos promulgados por Constancio, años 341, 342, 354, En el concilio de Cartago del año 525 se cuentan no
cerró sus templos. Otros decretos de Graciano, Valentín menos de 180 obispos para el África Proconsular sola-
y Teodosio, 381, 382, 385, 391; de Teodosio, Arcadio y mente, aunque sólo asisten 48.
Honorio, 392. El decreto del año 407-408, de Arcadio, Ho- El arzobispo de Cartago era el primado de toda la
norio y Teodosio II mandó que los ídolos debían ser des- Iglesia africana, pero cada Provincia tenía también sus
truidos si el pueblo los veneraba, los obispos tenían que primados, especie de metropolitanos, ya que al menos
enviar una relación de la no observancia del decreto, y el 314 se nos habla de los Primados de Tripolitania y de
a los que no hacían caso de la ley se les imponía una Mauritania, mientras que el 347-48, bajo Grato, arzobispo
elevada multa. de Cartago, la Provincia de Byzacena posee también su
De las alusiones de san Agustín podemos afirmar que primado. El año 305, a finales de la persecución de Dio-
la población católica era muy numerosa, era fácil tener cleciano, aparece como primado de la Numidia Secundo
buenos amigos entre los católicos, si se sabía elegir bien, de Tigisi.
ya que junto a los buenos había también malos católi- Para darnos una idea del número de los obispos afri-
cos que, con sus malos ejemplos, desedificaban y adqui- canos podemos pensar en el concilio de Hipona del año
rían una enorme responsabilidad. El mismo Agustín tie- 393. En él se propuso seriamente que para la consagra-
ne que lamentar que muchos paganos no se han hecho ción de un obispo debía exigirse la presencia de 12 obis-
católicos precisamente por el mal ejemplo de los cató- pos. Pero el prudente Aurelio, arzobispo de Cartago, su-
licos, que sólo tienen de tales el nombre (Serm. 47, 28; plicó que no se introdujera ningún cambio en las costum-
Enarr. in Ps. 30, 2, 6). bres. Pero, de todos modos, parece que no se trataba de
una innovación, ya que los donatistas tenían la costum-
bre de los doce obispos consagrantes.
OBISPOS AFRICANOS
En realidad sabemos que en la consagración de Ma-
ximiano intervinieron 12 obispos, debido a que en el
El primer obispo de que tenemos noticias es Agripino concilio de Bagai, el año 394, la mayor parte de los dona-
de Cartago, hacia el año 197. Pero cuando lo encontra- tistas votó por un decreto contra los «doce obispos que
mos está ya presidiendo un concilio de Cartago en com- consagraron a Maximiano».
pañía de otros 70 obispos. Es el primer concilio de la
famosa serie de los concilios de Cartago, celebrado entre
el 218 y el 222. LA IGLESIA AFRICANA Y SUS CONCILIOS
Poco después encontramos a Cipriano que preside dos
concilios, en 255 y 256. En el último de éstos toman parte La Iglesia africana es notable además por sus nume-
no menos de 87 obispos, procedentes de Numidia, del rosos concilios. Ya hemos aludido antes al primer con-
África Proconsular y de la remota Mauritania. Sucede lo cilio, conocido, que tuvo lugar bajo la presidencia de
mismo después de las persecuciones de Decio y Diocle- Agripino en los años 218-222. Se celebran luego otros
ciano que han diezmado la Iglesia. siete bajo la presidencia de san Cipriano (f 256). El si-
En la famosa conferencia entre católicos y donatistas, guiente tiene lugar el año 347-48, bajo Grato. Vienen a
tenida en Cartago el año 411, no menos de 279 obispos continuación dos concilios entre el 386 y 389. Del prime-
30 LA CUNA DE AGUSTÍN EL ÁFRICA CRISTIANA 31
ro de estos dos no sabemos nada; el otro, bajo Genetlio, elegirían tres obispos para representar a los demás bajo
promulgó 13 decretos. la presidencia de Aurelio. Vicente de Culusis, Fortuna-
Con su sucesor, Aurelio, que es casi anulado por la ciano de Sicca y Claro fueron elegidos para representar
figura gigante de su colega Agustín, la Iglesia africana la Provincia de Cartago, y Alipio, Agustín y Restituto para
adquiere una nueva orientación. Entronizado en la sede la de Numidia.
de Cartago hacia el 391, Aurelio presidió lo menos veinte
concilios hasta su muerte, en 429-430.
El primero de éstos fue el famoso de Hipona, del 393. SANTOS Y PECADORES
No sabemos cuantos obispos asistieron, pero fueron su-
ficientemente numerosos para que Posidio pueda hablar Entre un pueblo como el que Agustín tenía que tratar,
de ese concilio como «plenarium totius Africae conci- indudablemente hemos de encontrar una gran parte de
lium». Agustín era a la sazón sólo sacerdote. Pero fue tan superstición (Epist. 55, 35). Las diferentes prácticas su-
grande la impresión que causó entre los obispos que, a persticiosas podemos verlas en las alusiones de san
petición de los mismos, expuso ante ellos el tratado que Agustín.
se nos ha conservado con el título De fide et symbolo África había sido el escenario de muchos martirios
{Vita S. Augustini, 7). gloriosos. Con esta ocasión aparece una corrupción en
Este concilio decidió que cada año debía celebrarse el culto. El cisma donatista surge, en parte, como efecto
un concilio de todas las provincias del África. Pero no de esta superstición: la piedad extravagante de una mu-
parece que esto llegara a realizarse, aunque al año próxi- jer «trastornada» que se cree ofendida cuando el archi-
mo se celebró efectivamente uno que es considerado ge- diácono Ceciliano le reprueba su práctica. Será precisa
neralmente como el primer concilio de Cartago, tal vez, toda una legislación para salir al paso de esta práctica
porque fue el primero que se tuvo bajo la presidencia de supersticiosa.
Aurelio, tenido justamente como el padre de la Iglesia Hay que decir que si los seglares fueron culpables en
africana de aquel tiempo. muchos casos, también hubo faltas graves de parte de los
La importancia del concilio de Hipona fue tal que los clérigos. Los cánones de la Iglesia africana nos ponen al
obispos de la provincia de Byzacena hicieron un sumario tanto de causas contra clérigos y obispos. Encontramos
de las decisiones conciliares e insistieron en que se inser- una legislación repetida contra los clérigos que van de
taran en las Actas del segundo de los concilios, del año una iglesia a otra en busca de una remuneración mayor,
397, conocidos como II y III de Cartago. No es que se y también contra obispos que discutían sobre cuestiones
celebraran todos los años, pero algunos años, como en de precedencia o que insistían en nombrar a sus propios
401 y 408 se tuvieron dos. sucesores.
No hay que considerar estas reuniones como simples En muchos casos, estos obispos africanos, no pasa-
sínodos provinciales. Fueron bastante más que eso, no ban de ser meros párrocos, y sus sedes estaban en pue-
sólo en razón del gran número de los obispos que asis- blos, a las veces, sin importancia. Esto era verdad, sobre
tieron, sino también por la gravedad de los asuntos tra- todo en el caso de los donatistas, como puso de relieve
tados. En el XII concilio de Cartago, 13 de junio del Alipio de Tagaste en la Conferencia del 411. Esta prác-
año 407 se determinó que en lo sucesivo solamente se tica de consagrar obispos para simples villas estaba con-
convocarían estas grandes asambleas cuando así lo exi- tra los concilios de Laodicea y de Sardes. No es de extra-
gieran las necesidades de toda la Iglesia africana. ñar que estos obispos —que ya hemos dicho no pasaban
Esto mismo se decretó en el concilio de Cartago, del de ser meros curas de aldea, en muchos casos— no fueran
año 418, en el que para liberar a los obispos de sus pro- siempre todo lo edificantes que era de esperar.
longadas ausencias, se creyó que de cada provincia se Los donatistas parecen haber sido particularmente
32 LA CUNA DE AGUSTÍN EL AFRTCA CRISTIANA 33
poco edificantes. Hombres como Optato, obispo de Tha- II 13; Epist. 128, 3). «El oficio de un obispo no es prae-
mugadi, bajo el cual África gimió durante diez años, lle- esse sed prodesse» (De civit. Dei XIX 19).
varon la desgracia sobre su secta. Y Optato no fue el
único. La afición a la bebida estaba muy extendida entre
LA LITURGIA CRISTIANA
todos los donatistas de toda clase y condición. Incluso
entre sus monjas. Agustín dirá en una ocasión, referente
a este vicio «ómnibus notum atque quotidie». Durante Si tenemos en cuenta la grandísima importancia que
unas investigaciones llevadas a cabo por uno de sus obis- tuvo la Iglesia africana en la vida cristiana de la Igle-
pos se descubrieron toda clase de inmoralidades. sia universal, y si tenemos en cuenta el número de
santos, de mártires, de obispos y de doctores que pro-
También entre los católicos, se dieron graves escán- dujo, y si recordamos la posición ocupada en la vida dia-
dalos. San Agustín se vio tan afectado por las faltas de ria de los cristianos de todo el mundo por los servicios
un tal Antonio de Fussala, consagrado obispo por Agus- litúrgicos, nos sorprendemos con razón al ver que no ha
tín, que propuso al Papa renunciar a su propio obispado llegado hasta nosotros ningún vestigio de esas obras o
porque era culpable de haber ordenado a un sujeto tan expresiones litúrgicas. África es el único caso. Tal vez
indigno. Pero el mismo año 423, Antonio fue repuesto deberíamos atribuir la destrucción completa de todos
por el Concilio de Numidia. Agustín sufrió también mu- estos tesoros litúrgicos a la persecución vandálica y a la
cho a causa de Paulo de Cataqua, de los obispos Bonifacio subsiguiente invasión mahometana.
y Spes (Epist. 77 y 78; 208, 2). También a causa de Ho-
norio y Esplendonio de Cirta, en cuya iglesia tuvo que Las Actas de los primeros mártires, de los Escilitanos
leer la condenación de dichos obispos Fortunato (Contra concretamente, igual que las Actas de santa Perpetua y
litt. Petiliani III 44). Felicidad y las de san Máximo nos dan algunas migajas
de información, sobre todo algunos fragmentos de ple-
La ambición que parece haber sido uno de los vicios garias, que son los más preciosos por ser tan escasos. En
más notables se acentuó por el curioso sistema mediante las Actas de los mártires Escilitanos encontramos expre-
el cual los derechos del primado —a excepción del caso siones como éstas: «Señor, nuestro Dios, que estás en
de la sede de Cartago— se transmitían por orden de an- los cielos»; Deo gratias; «Al cual sea dado todo honor y
tigüedad en la consagración episcopal. San Agustín tuvo gloria por siempre jamás. Amén».
que enfrentarse con el caso de Jantipo, cuyos derechos En las Actas de los mártires encontramos alusiones
primaciales aparentemente habían sido interpretados mal. más o menos claras al rito del bautismo, a los libros de
Pero junto a este aspecto negativo, que manifiesta la los Evangelios y Epístolas. Los mártires de Abitena
parte deshonrosa del África, hay otro lado que ennoblece se refieren claramente a la misa y a la comunión: «In
a la Iglesia africana. Recordemos la vida de muchísimos collecta fui, et Dominum celebravi quia Christianus sum»;
solitarios, muchos monjes y monjas de África. Incluso en otra parte encontramos estas palabras: «Collectam
muchos seglares. Para tener una idea de todo esto hay gloriosissimam celebravimus, ad Scripturas dominicas
que leer De mor. Eccles. cath. et manich. I 65-77. legendas in Dominicum convenimus semper».
En lo que respecta al episcopado como cuerpo o co- Que hay una continua alusión a las plegarias de pe-
legio, es suficiente recordar, con san Agustín, que fueron tición o intercesión se vé por el continuo empleo de las
varios los que renunciaron a sus oficios episcopales por- letanías, y las referencias frecuentes a las oraciones ofi-
que se sentían culpables de faltas muy pequeñas. Agus- ciales de la Iglesia en favor de las diferentes clases de
tín dice en más de una ocasión: «Somos obispos no por fieles. Pueden verse alusiones a la liturgia en las obras de
nuestra causa, sino para el bien de aquellos a quienes san Agustín (Cf. Sermo 57, 3; Contra luí. opus imperf. VI
administramos los sacramentos del Señor» (Contra Cresc. 41; De civit. Dei XXI 24, 1; Epist. 169, 17; Epist. 55, 34;
34 LA CUNA DE AGUSTÍN EL ÁFRICA CRISTIANA 35
Epist. 169, 12-17; Epist. 55, 28; De dono perseveran- En África el jueves santo era un día de trabajo, ya
tiae 63). que los ayunos de cuaresma incluían también la absten-
ción de alimentos y de baños, y se admitía que aquel día,
al menos, las gentes podían recibir la comunión sin ha-
PRACTICAS CULTUALES
ber ayunado (Epist. 54, 9-10).
La cuaresma se guardaba muy estrictamente. Se habla El lavar los pies el jueves santo parece que no se
continuamente de «los cuarenta días» (Sermo 125, 1; 209, practicó en África. Algunos lo asociaban con el bautismo
1; 210, 8). Como no ayunaban los domingos, y parece que (Epist. 55, 33). El triduo de la semana santa, «Crucifixi,
los días que van desde el miércoles de ceniza hasta el pri- sepulti, suscitati sacratissimum triduum», es mencionado
mer domingo de cuaresma se añadieron para suplir esos por san Agustín, pero no da detalles de cómo se obser-
domingos, el ayuno de la Iglesia de África podía observarse vaba (Epist. 55, 24).
tan sólo durante 36 días. La práctica de estos 40 días es En los sermones de san Agustín encontramos alusio-
algo que se observa en toda la Iglesia o en todo el «Orbis nes al sábado santo y a la solemne vigilia pascual, que
terrarum», como dirá san Agustín (Sermo 210, 8). era la vigilia por excelencia, durante la cual se realizaban
todos los ritos que se han conservado todavía en nues-
Las fiestas de los grandes mártires, por ejemplo san
tros días. Pueden verse sobre este punto: Sermo 218, 1;
Juan Bautista, san Lorenzo, san Vicente de Zaragoza
223, 2; 223, 1-2; Sermo Mai 94, 7; Guelf. 18, 2; Wilmart
—mártir de Huesca—, los mártires de Abitena y de Es-
4, 3; Casin. II 114, 4; Guelf. 9, 3; Sermo 56; 57.
cilio, se guardaba con la máxima solemnidad. Una prue-
ba de esto son los sermones que san Agustín predicaba
todos los años en los dies natales. En África eran también EL SACRIFICIO DE LA MISA
grandes fiestas los días de santa Perpetua y Felicidad, y
especialmente san Cipriano. La fiesta de este último se La misa se celebraba todos los días. «¿No se inmola
preparaba con dos días de ayuno. Cristo todos los días?», nos dirá san Agustín (Enarr. in
Durante algún tiempo, al menos cuando Agustín se Ps. 75, 1, 15; Epist. 98, 9). De acuerdo con esta idea en-
refiere por primera vez, algunas fiestas cristianas, estaban contramos repetidas alusiones a la comunión diaria, pun-
marcadas por demasías en la bedida y en la comida. Inclu- to sobre el que Agustín insiste en sus sermones, cuando
so en las iglesias mismas, y nos ha dejado una des- explica la petición del Padre nuestro (Epist. 54, 2; 98;
cripción vivida de las medidas que tuvo que tomar para Sermo 54, 10; 57, 7; 58, 12; 59, 6; 351, 6).
asegurar el abandono de tales prácticas (Epist. 22, 2; Por supuesto, la misa estaba dividida en dos partes:
29, 2-3; Sermo 351, 11; 13, 2; De civit. Dei VIII 27, 1-2). la parte de los catecúmenos y la misa actual. Se leía pri-
El día anterior a las calendas de enero celebraban mero la relación de los mártires —Acta martyrum—, cuya
los paganos unas grandes orgías. Como contrapartida de memoria se iba a celebrar. Se leían las lecciones con una
este abuso pagano, los católicos solían guardar un día voz sonora: «Lector ascendit, sonante lectore» (Sermo
de ayuno. Durante estos días de ayuno y durante toda 17, 1-2). La lectura comprendía no sólo las Acta Mar-
la cuaresma, no se tomaba la primera comida sino hasta tyrum, sino también pasajes de la Escritura.
las tres de la tarde (Sermo 198, 1-3; Epist. 24, 9). Existía la costumbre de cantar salmos antes de la
No sabemos cómo practicaban los africanos el domin- oblación y durante la distribución de la comunión al
go de ramos. Pero la peregrina Egeria, que marchó desde pueblo. En Cartago se introdujo un poco tarde. Agustín
España a Palestina, hacia el año 380, nos ha dejado una amaba esta costumbre, que pudo ser la ocasión de sus
viva descripción de estas escenas en la ciudad de Je- Enarrationes in Psalmos, que no son un comentario de
rusalén. los salmos, sino más bien una serie de meditaciones de-
36 LA CUNA DE AGUSTÍN EL ÁFRICA CRISTIANA 37
votas. Ambrosio había introducido en Milán la práctica Víctor de Vita. Ecclesia basilica, basilica o Dominicum
de cantar a coros, tomándola de la Iglesia de Oriente. parecen términos sinónimos. El mismo término se em-
Terminada esta primera parte, con las palabras «fit plea en Italia, aunque no tan corrientemente. Paulino,
missa Catechumenorum» se dejaba que éstos salieran. biógrafo de Ambrosio, habla de la «Basilica Ambrosiana
Y entonces seguía la verdadera misa. Es decir, que la quae dicitur», aunque en realidad se trataba de la Basili-
primera parte constituía lo que ahora se suele llamar ca SS. Naboris et Felicis martyrum.
«la liturgia de la palabra», que incluso podía celebrarse Ruinas de estas basílicas son muy frecuentes en Áfri-
en otra iglesia diferente. Una alusión a esta posibilidad ca. Por ejemplo en Tipasa, en Timgad, en Tigzirt, la
la encontramos en el sermón 325, 2, de san Agustín. antigua Rusuccuru, en Utica, en Lemellae, etc. En gene-
Los mártires eran conmemorados solemnemente, y ral, estas basílicas africanas difieren mucho en cuanto
sus Memorias, lo mismo que las de las santas mujeres, a la forma de las de Roma. Suelen ser rectangulares y
eran conocidas de los fieles. Leemos en san Agustín: ordinariamente tienen 3, 5, y a veces, como en la famosa
«Fidelibus notum est quo loco martyres et quo defun- Damous el Kharita, 9 naves. El ábside semicircular se
ctae sanctae moniales ad altaris sacramenta recitentur» empleaba para las reuniones.
(De sancta virginitate 46; De civ. Dei XXI 10). El exterior solía ser cuadrado, y sus ángulos estaban
Existía el beso de paz o la «Pax», al que el pueblo ocupados por las sacristías. Muy raras veces aparecen
# respondía «et cum spiritu tuo». La fracción del pan era las basílicas con su atrio cuadrado como en Roma. Los
una función solemne y caía bajo la denominación de la adornos eran los corrientes: mosaicos, lienzos. Los capi-
disciplina arcani: norunt fideles. Cada uno recibía la teles y las cornisas aparecían a veces adornadas.
comunión en sus manos, «coniunctis manibus». Se ve que en muchos casos estas iglesias debían de ser
Durante la distribución de la Eucaristía se cantaban muy grandes, si atendemos al número de naves. Agustín
salmos. A continuación seguía la acción de gracias o nues- se refiere a veces a los extensos espacios de la iglesia. Las
tra Postcommunio. Y finalmente el obispo daba su ben- muchas excavaciones llevadas a cabo por los arqueólogos
dición. franceses han podido corroborar la dimensión de estas
basílicas. Por ejemplo en Haidra, las ruinas muestran
una iglesia de unos 65 m. de largo por 14 de ancho. La
EDIFICIOS CRISTIANOS EN ÁFRICA de Feriana podía tener unos 70 m. de largo por 20 de
ancho.
En los primeros tiempos del cristianismo en África, Las iglesias no estaban aisladas, sino que a su derre-
como en otras partes, los fieles se encontraban en casas dor se alzaban grandes edificios, incluyendo un amplio
particulares. Así se hacía también más tarde, en tiem- baptisterio, a veces en forma de cruz, otras veces hexa-
pos de persecución, particularmente durante la persecu- gonal u octogonal. Estos diferentes edificios se iban aña-
ción de Diocleciano. Con la gradual decadencia del pa- diendo poco a poco, hasta que resultaba un inmenso blo-
ganismo, los templos paganos, como era normal, se con- que. En Timgard, por ejemplo, los edificios de la iglesia,
virtieron en iglesias cristianas. incluyendo un amplio monasterio, abarcaban una super-
Ejemplos de este cambio los encontramos en Cirta, ficie de unos 20.000 metros cuadrados.
Tebessa, Lambesis, Tigzirt, Tipasa. Los descubrimientos En Cartago parece que hubo al menos 20 iglesias.
arqueológicos han encontrado vestigios de iglesias sola- Entre otras recordemos: la Basílica de san Agesilao, la
mente a partir de la persecución de Diocleciano, es decir, Basílica Novarum en el «área nova», la Basílica Celderina,
después del 303-305. madre de los mártires Lorenzo e Ignacio, la Basílica cae-
Los cristianos, especialmente en África, hablan de sus lestis; Víctor de Vita habla de dos hermosas y espacio-
iglesias como Basílicas. «In ecclesiis basilicisque», dirá sas iglesias dedicadas a san Cipriano: una donde derra-
38 LA CUNA DE AGUSTÍN
En Hippo Regius, Hipona, o como dirá san Agustín Así comienza Posidio la Vida de Agustín, después de
«Hippo nostra», había varias basílicas. Por ejemplo la un prólogo o prefacio, en que expone el plan de su bio-
de san Leoncio. No sólo le estaba dedicada, sino que grafía:
como obispo de Hipona la había construido él mismo,
como se desprende de las palabras de un sermón de • «Ex provincia ergo África, civitate Tagastensi, de
Agustín (Sermo 262, 2; Epist. 29, 1). numero curialium parentibus honestis et christianis
Otra famosa iglesia era la de los veinte mártires. No progrenitus erat, alitusque ac nutritus eorum cura et
es cierto quiénes eran estos mártires que Baronio diligentia impensisque, saecularibus litteris eruditus
identificó con los veinte mártires de Tarso. Pero al estar adprime, ómnibus videlicet disciolinis imbutus, quas
dedicada a ellos la basílica, parece más probable que liberales vocant».
hubieran sufrido el martirio allí. Agustín nos ha conser- Nos dirá el mismo biógrafo:
vado los nombres de tres de ellos: Victoria, Valeriana
y Fidentio, obispo. • «Nec adtingam ea omnia insinuare, quae idem bea-
tissimus Augustinus in suis Confessionum libris de
Otras basílicas de Hippo Regius era la Basílica Pacis,
donde se tuvo el histórico concilio de Hipona el año 393 semetipso, qualis ante perceptam gratiam fuerit qua-
y donde predicó Agustín, aunque no era todavía obispo lisque iam sumpta viveret, designavit».
y aunque no tenía puesto en el concilio. En esa misma Por eso no es de extrañar que las noticias que encon-
basílica, treinta y tres años más tarde había de exponer tramos en el primer biógrafo del santo sean tan escasas
a sus fieles las razones que tenía para pedirles aceptaran en lo que se refiere a los primeros años.
a Heraclio como su sucesor. Había también una Basílica Agustín nació, probablemente, el 13 de noviembre
S. Stephani, o más bien «Memoria Sti. Stephani»; y otra —según lo que él mismo nos dice en sus Diálogos de
dedicada a san Theognis, que fue obispo de Hipona y es- Casiciaco— del año 354, en Tagaste, pequeña ciudad de
taba presente en el concilio que tuvo san Cipriano el Numidia. El nombre actual de Tagaste es Souk-Ahras.
año 256. Esta ciudad, situada a orillas del río Medjerda, que en-
tonces se llamaba Bagradas, había obtenido el título de
40 LA CUNA DE AGUSTÍN PATRIA DE SAN AGUSTÍN 41
municipio en tiempo de Séptimio Severo. Se enorgulle- cionales y a los idiomas locales, al púnico en particular,
cía de su curia, de sus termas, de sus basílicas. que casi todo el mundo hablaba en la campiña y cuyo
Su mercado era frecuentado por los campesinos de conocimiento era indispensable si se deseaba ser com-
los alrededores. Su comercio era muy activo, como suele prendido por los campesinos.
ocurrir con las ciudades o pueblos grandes que absorben Es cierto que las leyes, cada día más severas, habían
el comercio de los pequeños pueblos de alrededor. Pero limitado la tolerancia frente al paganismo. Las autori-
muy pronto fue eclipsada por Madaura, a unos 30 Km. dades habían en vano multiplicado sus esfuerzos para
al sur, que figuraba como capital. extender el uso de la lengua latina. Los africanos no eran
hombres que se dejaran convencer fácilmente. Se les
veía siempre dispuestos a la rebelión, al alboroto. Ante
EL CRISTIANISMO
este estado de cosas, lo más acertado era cerrar los ojos
y dejar hacer.
La mayor parte de los habitantes de Tagaste eran
cristianos. Al menos el cristianismo había echado allí pro-
fundas raíces, a partir de sus primeros mártires, cuya
¿NEGROS O BLANCOS?
sangre será ciertamente semilla de cristianos. Uno de
sus primeros obispos se llamaba Firmo, y Agustín hace
este juego de palabras en De mendacio 23: «Firmus no- Los historiadores y etnólogos no han podido preci-
mine, firmior volúntate». En efecto, había sufrido los sar de dónde vinieron al África el grupo de hombres que
más crueles tormentos antes que faltar a la verdad. no son negros, que ciertamente descienden de la raza
europea, aunque luego se haya mezclado con los indíge-
Se puede afirmar que los habitantes de Tagaste eran nas africanos. Es posible que llegaran al África por el
católicos. El cisma donatista que, desde finales de la gran estrecho de Gibraltar, tal vez en tiempos remotos cuando
persecución, dividía tristemente la Iglesia de África, ha- el extremo sur de España estaba unido con el norte del
bía podido hacer allí rápidas conquistas. Pero la repre- África. O quizás pasaran de Sicilia, por mar.
sión del año 347 había conducido a los disidentes a la
ortodoxia, de una manera definitiva, hasta el punto que Lo cierto es que se asentaron en el norte del África,
el año 411 su obispo Alipio podrá declarar con alegría siguieron viviendo su propia vida, conservaron sus pro-
que no ha encontrado frente a sí a ningún cismático. pios idiomas y soportaron pacientemente la dominación
de las diferentes culturas y pueblos, que conquistaron las
Podemos pensar que no todos los fieles eran santos
regiones mediterráneas del norte del África. Al decir del
ni mucho menos. La devoción de los mejores se expresa-
gran historiador Mommsen, «al través de los diferentes
ba de una manera tumultuosa y conservaba obstinada-
cambios de los pueblos dominadores extranjeros, los be-
mente algunas costumbres que habían «heredado» del
reberes permanecieron como la palmera del oasis y como
paganismo. El adulterio, el robo, los juramentos en fal-
la arena del desierto».
so, la mentira, eran moneda corriente, incluso entre al-
gunos ambientes cristianos. La Iglesia, sin embargo, se Estos pueblos son conocidos ahora con el nombre
felicitaba justamente de sus conquistas y de sus esfuer- genérico de bereberes, un nombre que hemos heredado
zos, muchas veces coronados de éxito, que orientaban a de los romanos. Con esta denominación, por lo menos
las almas escogidas hacia la santidad. a algunas tribus de estos pueblos diferentes, se les des-
Como en el resto del África romana, el cristianismo cribe como «barbari», que en cierto sentido equivalía a
había reclutado en Tagaste sus adeptos entre la pobla- nuestro término de «bárbaros». Los romanos los cono-
ción de lengua y de cultura latina. Los indígenas, en su cían con el nombre de afri, y su tierra se llamaba
mayor parte, permanecían aferrados a los cultos tradi- África. A veces se les llama también libios, y su lengua
42 LA CUNA DE AGUSTÍN PATRIA DE SAN AGUSTÍN 43
es el idioma libio. Entre los autores antiguos no es fácil y cuando se enfrentan con los fenómenos naturales, tales
precisar los límites. como los truenos, los relámpagos, etc., se sienten en
A veces se ha creído que todos los pueblos del Norte presencia de un poder o poderes infinitamente más fuer-
de África pertenecían a la misma familia o grupo racial. tes que ellos, y de cuyo temor se sienten poseídos.
No lo sabemos con certeza. De todos modos es fácil descu- El culto religioso adquirió la forma de aplacar a los
brir diferencias internas y mezclas que se han ido pro- innumerables espíritus o dioses por medio de prácticas
duciendo por el contacto con los diferentes conquistado- mágicas y mediante amuletos y otros emblemas apotro-
res y con los diferentes pueblos que se han ido asentando paicos. Entre esos espíritus hay que contar especialmente
en sus costas. Así, en los tiempos históricos, los libios los espíritus de la muerte, hacia los cuales los africanos
que vivían al oriente de un punto frente a Sicilia se con- y también los cristianos demostraron siempre un respeto
sideraban como hombres de hermosa talla, y, según esto, y reverencia extraordinaria.
estarían representados en los monumentos de la XIX di- Más tarde, bajo la influencia de los fenicios, venera-
nastía egipcia. ron personas deificadas o divinidades personales, que re-
Del otro lado los númidas —al principio simples nó- presentaban ciertas fuerzas y acontecimientos físicos,
madas— y los mauri —el genérico «moro» con que la tales como la vegetación que brota en la primavera, el
gente conoce a los africanos— son considerados como tiempo seco que salva la cosecha y la terrible destruc-
algo más cetrinos y más morenos. ción que aparece en las olas del mar.
Estas variaciones internas pueden exagerarse extra- Multiplicaron los sacrificios para aplacar estos pode-
ordinariamente. Modernamente no falta quien sostiene res, convertidos ahora en divinidades, que les eran hos-
que los nombres de libios, númidas, moros, gétulos y tiles y que muestran sus favores hacia los que están bien
otros no corresponden precisamente a diferencias intrín- dispuestos. De entre todas las divinidades, dos adquirie-
secas de raza, sino solamente de posición geográfica. ron una importancia suprema y se convirtieron en el
Tanto en unos como en otros podríamos descubrir los objeto principal del culto, especialmente en Cartago:
rasgos físicos característicos de los fenicios, de los grie- Baal Hammon y su consorte Tanit.
gos, de los romanos, de los judíos y de otros pueblos, En este aspecto, la influencia de la religión nativa
que conquistaron a los bereberes o con los que éstos sobre los cultos extranjeros, introducidos por los feni-
entraron en contacto. Sin embargo, todos esos rasgos cios, se ve muy clara, ya que todos los detalles del culto
característicos fueron muy fácilmente absorbidos o igno- eran mágicos. La eficacia del sacrificio a la divinidad
rados, y el fondo racial permaneció sustancialmente el dependía, según ellos, del poder mágico de la víctima.
mismo desde los tiempos remotos hasta nuestros días. En tiempos normales, un animal podía bastar para ese
poder mágico que se exigía. Pero en tiempos de crisis
LENGUA Y CULTO solamente una víctima humana podía hacer frente, y a
veces en las crisis más grandes era el jefe de la comu-
La lengua de este pueblo beréber no ha sido estu- nidad el que voluntariamente se sacrificaba a sí mismo
diada en sus detalles más importantes, aunque todavía para auyentar la tempestad.
es empleada en muchos puntos por los bereberes de La auto-inmolación de Dido y de Amílcar no pasan de
nuestros días. Los filólogos y lingüistas creen con certeza ser meras historias, como lo sabemos muy bien. Diodoro
que se trata de una lengua nativa del África; que per- nos cuenta cómo los cartagineses sacrificaron 300 de su
tenece a la misma familia de la lengua hablada por los pueblo, en el siglo iv a. C, para impedir que Agatocles
antiguos egipcios. conquistara su ciudad. Estos y otros ejemplos nos indi-
Los especialistas nos dicen bastante más referente a can cómo el carácter mágico de la religión nativa persis-
sus creencias religiosas. En algunos lugares y ocasiones, tía, en la asimilación de los cultos importados.
44 LA CUNA DE AGUSTÍN PATRIA DE SAN AGUSTÍN 45
Aunque ahora sabemos que no existió ningún dios ron las ventajas naturales del terreno como mejor pu-
llamado Molock, hasta el presente sigue siendo verdad dieron. Donde había reservas naturales de agua, trataron
que en África se practicaban los sacrificios humanos. La de agrandarlas. Donde la tierra estaba sedienta y no era
misma palabra Molk significa sacrificio humano. Los des- posible llevar el agua, plantaron inmensas superficies de
cubrimientos recientes al sur de Cartago prueban clara- olivos, cuyas raíces pueden soportar la escasez de agua.
mente que se realizaban estos sacrificios mágicos. En los pastizales hicieron que caballos y rebaños de
toda clase se asentaran y se multiplicaran. Dispusieron
\ de huertos bien cultivados, y África adquirió una fama
FENICIOS Y ROMANOS extraordinaria por sus alcachofas y sus guisantes y toda
clase de hortalizas.
El pueblo natal de Agustín estaba situado en Argelia,
entre los confines con Túnez. En tiempos de Agustín Ta-
gaste estaba situado en Numidia en los confines del Áfri- RECURSOS AGRÍCOLAS
ca proconsular. El nombre ha cambiado y ha cambiado
también el modo de cultivo de la tierra. En tiempos de África llegó a ser tan rica en grano y en aceite de
los romanos la Numidia y todo lo que actualmente se co- oliva que Roma al principio dependía de ella en dos ter-
noce con el nombre general del África del Norte, gozaba cios del consumo de grano y, luego, en toda la cantidad
de un grado extraordinario de medios de cultivo y de de aceite. Al principio el aceite que se enviaba a Roma
prosperidad agrícola que parece muy difícil si se consi- era basto y demasiado ácido; por eso era empleado sola-
dera el estado relativo de esterilidad de esa tierra en mente para mantener las lámparas. Pero los africanos
nuestros días. Tagaste, en tiempos de Agustín, era un comenzaron a refinar sus productos y lograron que sus
ejemplo de la prosperidad que le habían dado los ro- aceites fueran empleados para los guisos de cocina e
manos. incluso para el cuidado del cuerpo: masajes, ungüentos,
etcétera.
Los fenicios, que habían llegado al África antes que
los romanos, habían fundado la mayor parte de sus ciu- El cultivo del suelo se iba extendiendo cada vez más
dades en la costa. Los romanos aceptaron esas ciudades, al tiempo que se intensificaba, y por todos los medios
pero abrieron, al mismo tiempo, los caminos hacia el se trataba de promover la industria que entonces podía
interior. Allí levantaron ciudades que se comunicaban producir algo de provecho. Entre los móviles o medios
unas con otras, y construyeron puertos que enlazaban con a que se acudía para fomentar la industria podemos seña-
los caminos de los conquistadores. Los caminos romanos, lar la enfiteusis. Era un contrato entre el dueño de la
sin embargo, nunca habrían hecho poderosa al África. tierra y el poseedor para cultivar una parte improductiva
de terreno con la condición de que él gozaría de todos
Los romanos hicieron por África mucho más que con-
los frutos que cogiera durante un cierto número de años
quistarla. Construyeron puentes; canalizaron los ríos
y después pagaría la renta que se acordara.
pequeños, y realizaron grandes estanques de agua. Estos
estanques o cisternas de agua, aunque ya no se pueden El África estaba en manos de grandes latifundistas,
emplear en la actualidad, constituyeron un testimonio de entre los cuales el primero era el Emperador mismo.
silencioso pero evidente de la prosperidad que el esfuerzo Estos terratenientes no se preocupaban demasiado de
de los hombres comunicó a aquel país, prosperidad que, cómo llegaba el dinero, contando que les llegara. Ani-
por su misma negligencia, en muchos casos se vio des- maban a los granjeros o medieros o arrendatarios a que
cuidada. emplearan los medios que pudieran contribuir a una
Los romanos no pretendieron establecer un sistema mayor producción. Si los que llevaban las tierras prefe-
de riego completo por todo el país, sino que aprovecha- rían pagarles indirectamente mediante las tasas munici-
46 LA CUNA DE AGUSTÍN PATRIA DE SAN AGUSTÍN 47
pales o directamente con sus rentas, les era igual. Sólo de constituir colonos a los veteranos de guerra, había
les interesaba recibir el dinero. desaparecido en África en el siglo n. Y los colonos de
No es de extrañar que, a la vista del nivel de pros- antes debieron haber sido absorbidos hacía tiempo. Tal
peridad en la época romana, el país alcanzara una pobla- vez existían todavía unos pocos griegos y otros pocos
ción tan elevada, según los cálculos, como no alcanzaron judíos, y sin duda individuos o familias enteras de los
los pueblos que habitaban las orillas del Nilo, junto con pueblos circunvecinos.
una serie de ciudades y de pueblos que disfrutaban de Ante la falta de una información positiva sobre el
todas las ventajas de la vida urbana de entonces. Los particular, hemos de suponer que la población perma-
edificios públicos adornaban las ciudades y los pueblos, nente de la ciudad era en su inmensa mayoría de origen
los más pequeños de los cuales podían gloriarse de sus beréber.
baños y de sus templos, y con frecuencia de sus teatros ¿ Qué lengua se hablaba en las calles y en las casas de
y de sus arcos triunfales. Tagaste? El latín, ciertamente se empleaba en las oca-
El valle de Medjerda, en que estaba asentada Tagaste, siones públicas y en los documentos oficiales; era la len-
era particularmente productivo. En tiempos de Agustín, gua que los oficiales de la municipalidad usaban en todo
ese río tenía el nombre de Bagradas. Entonces, como aho- lo referente a sus cuentas. Las clases cultas, en su mayor
ra, era el solo río digno de tal nombre en toda aquella parte, hablaban también el latín, lo mismo en casa que
región. Y entonces, como ahora, llevaba enormes depó- fuera. Algunas familias empleaban probablemente el pú-
sitos de aluvión hacia el mar entre Túnez y Bicerta. El nico, pero ordinariamente la lengua del pueblo era el
nivel pluviométrico medio de esa región era muy pareci- beréber. La familia de Agustín pertenecía a la clase pri-
do al de Madrid, que tiene la misma altitud. La lluvia vilegiada, y la lengua ordinaria de la familia debía ser
suele caer en otoño, invierno y primavera, cuando el tiem- el latín.
po es menos seguro. El verano es seco y cálido, con la
única variación de la presencia del siroco, con todo su
cortejo de malestar.
POBLACIÓN E IDIOMA
Familia de Agustín
Posición social.—Recursos económicos.— Una familia rica.—As-
cendencia berebere.—Ansias romanas. - Agustín ¿negro o rubio?
Pagano o cristiana.—Paganismo.—Los cismas.—Los mártires.—
La iglesia de Donato
POSICIÓN SOCIAL
incompatibles con ese oficio, tales como el oficio de pro- Dicha inscripción nos cuenta elocuentemente la historia
fesor de retórica, que luego abrazará Agustín. de un hombre que ha tenido que luchar durante su vida
Los decuriones tenían que hacer frente a los déficit y que ha logrado un puesto confortable en la sociedad.
de los impuestos y, al mismo tiempo, tenían que gastar «He nacido en una familia pobre. Mi padre carecía
grandes sumas de su propio dinero para financiar los de rentas, y la casa que habitaba no era suya. Desde que
servicios públicos y las distracciones o entretenimientos tuve uso de razón, me vi obligado a cultivar la tierra.
de la ciudad. Cuando nació Agustín, los decuriones ha- Al llegar el tiempo en que las cosechas estaban ya ma-
bían gastado casi todas sus riquezas y hasta lo último duras, no tuve más remedio que ponerme a trabajar.
de su herencia o de sus ahorros en un esfuerzo para Cuando los grupos de agosteros se presentaban en mi
mantener el excesivamente alto «standard» de los servi- país, esos agosteros que ofrecen sus servicios en los alre-
cios públicos y de las diversiones de los ciudadanos. dedores de Cirta, capital de Numidia o en las llanuras
Muchos de entre ellos trataron de evadirse de estas que domina el monte de Júpiter, yo trabajaba para los
obligaciones onerosas, huyendo a los monasterios o aco- demás durante años y años, bajo un sol canicular.
giéndose a las profesiones que les liberaban de ese cargo. Durante once años estuve al frente de un grupo de
Pero una serie de edictos contra tales subterfugios e in- agosteros y coseché el trigo y los otros cereales en los
cluso los procesos militares que entablaban contra los campos de las númidas. Gracias a mi trabajo, partiendo
desertores les obligaban a permanecer en su puesto hasta de la nada, me vi dueño de una casa y de una pequeña
que se veían completamente privados de medios ma- propiedad. En la actualidad vivo holgadamente. Incluso
teriales. me he visto elevado a los honores. He sido inscrito entre
No podemos precisar si Patricio estaba constituyen- los decuriones de mi ciudad y mis colegas me han elegi-
do una familia suficientemente rica y si acababa de recibir do "censor", a mí que al comienzo de mi vida era un
ese honor, que equivalía a una verdadera carga, o si, por pobre campesino. He visto a mis hijos y a mis nietos
el contrario, el oficio de decurio era ya antiguo en la entre los nobles y mi vida ha podido transcurrir en paz
familia y ésta estaba casi en las últimas. Lo que sí pode- y en alegría, honrado por todos mis convecinos».
mos saber es que sus propiedades eran muy limitadas,
aunque cuando Agustín nos habla sobre el particular da Podemos pensar en Patricio al leer las noticias de
la impresión de que exagera. esta famosa inscripción. Es cierto que a pesar de lo que
pudiera haber de mala suerte en la vida de Patricio, con-
servó siempre un espíritu firme, y no ambicionó otra
RECURSOS ECONÓMICOS cosa que dar a su hijo la educación más esmerada. He
aquí lo que a este respecto nos dice Agustín:
Además sabemos muy bien la gran dificultad que en-
contraron sus padres cuando quisieron disponer del dine- • «Quis enim hominum non extollebat laudibus tune
ro suficiente para enviar a Agustín a lo que nosotros patrem meum, quod ultra vires rei familiaris suae
podríamos llamar en nuestros días la Universidad de impenderet filio quidquid etiam longe peregrinanti
Cartago. Agustín nos dirá expresamente que su padre fue studiorum causa opus esset?» (Confessiones II 3, 5).
ampliamente ayudado por un amigo para hacer frente a
los esfuerzos por dar a su hijo la educación que creía Tal vez hay un sentimiento de optimismo y de éxito
conveniente a un joven del talento de Agustín. en esta frase que describe los esfuerzos de Patricio para
Quizás podamos hacernos una idea de los límites del con su hijo. Podemos pensar también en un tono de
estado financiero de Patricio atendiendo a lo que nos cuen- respeto y de deferencia en la actitud de Agustín hacia
ta una famosa inscripción, que se conoce comúnmente aquel mecenas llamado Romaniano, que tanto hizo por
con el nombre de «Inscripción del agostero de Maktar». la educación del joven de Tagaste. De todos modos, no
52 LA CUNA DE AGUSTÍN
FAMIUA DE AGUSTÍN 53
es claro lo que el autor de las Confesiones quiso mani- mente, sin exagerar demasiado, cuando se refirió a sus
festar en esta breve frase. escasas propiedades.
Algunos han pensado que Mónica, la madre de Agus-
UNA FAMILIA RICA tín, era de la baja sociedad. La única razón que puede
abogar esta opinión es lo que nos dice el mismo Agustín:
— Pero si Patricio había heredado una buena situación que solía ir a la bodega para sacar el vino de las comidas.
que había ido disminuyendo poco a poco con los gastos Pero el simple hecho de tener una bodega ya es algo.
del honor que se había dispensado a su familia, podemos Y no se puede sacar un argumento para probar el origen
imaginarnos la que pudo haber sido su casa viendo los humilde de Mónica del hecho de que sirviera en los que-
espléndidos mosaicos que encontramos en África. haceres de la casa.
Por ejemplo, un mosaico de Tabarka, a unos 95 km. Las palabras de san Pablo podrían probar lo contra-
de Tagaste, nos muestra la casa de un señor con su patio rio: «Mientras es niño, el heredero no se diferencia del
cuadrado, y una logia o balcón que une las dos torres esclavo, aunque es en realidad el dueño de todo». Ahora
de los extremos. Se pueden ver las cocheras y los talleres, bien, el mismo contexto supone que en casa de Mónica
y podemos imaginar la vida de aquella pequeña comu- había siervos.
nidad. Los patos, gansos y faisanes en el patio; los huer-
tos y las parras; los rebaños que custodia una pastora ASCENDENCIA BEREBERE
entretenida en el hilado de su lana. Otro mosaico, pro-
cedente de Oudna, al sur de Cartago, nos describe mu- También han pensado otros que provenía de una raza
chas escenas de la vida cotidiana en una propiedad me- humilde. Ciertamente era beréber y su nombre puede
diana: unos hombres entregados a la caza; un boyero considerarse como derivado de la divinidad libia Mon,
que sigue a sus dos bueyes; un rebaño bajo los cuidados que era venerada en la ciudad cerca de Thibilis. Pero
de un pastor; un esclavo que conduce un asno, mientras no hay razón para pensar que su esposo fuera de otra
otro recoge las olivas, y otro se entretiene con la flauta. raza. Es decir: tanto Patricio como Mónica parece que
Tal podemos imaginarnos que si Patricio poseía esta pertenecían a la misma raza, y por lo mismo no cabe
posición social que nos describen los diferentes mosaicos, hablar de una raza humilde aplicada a Mónica. El hecho
debería preocuparse por entregársela idéntica a Agustín, de que fuera cristiana no justifica la proveniencia de un
aunque estuviera ligada y como supeditada al oficio de estado bajo de la sociedad, aunque como ya hemos indi-
decurio. Difícilmente podría animarle hacia una profe- cado antes los cristianos pertenecieran en general a esos
sión que reportara grandes emolumentos, pero tan sólo estados.
para quienes estaban dotados de cualidades excepciona-
les, y que hasta que llegara el estado apetecido le priva- Por eso, podemos pensar en un origen beréber para
ría de lo que ya poseía. Además, ¿qué confianza podría Agustín. Tagaste era el centro de la cultura beréber: en
tener Patricio en el éxito final de Agustín, contando tan ninguna otra ciudad hay restos bereberes tan numero-
sólo por los primeros destellos de su inteligencia? Agus- sos. Agustín mismo siguió una cierta tradición beréber
tín no era el único hijo de la familia. „ en su vida: por ejemplo al escoger el nombre para su
hijo. Sabemos que el hijo de Agustín se llamó Adeodatus,
Nos vemos inclinados a colocar a Patricio muy cerca que es la traducción latina de «Iantanbaal», que significa
de la condición social que nos describe la inscripción «don de Baal». La costumbre berebere conservaba el
que hemos copiado antes. Por supuesto está mucho más nombre de Baal en el niño.
cerca del agostero de Maktar que de Romaniano, el amigo
y mecenas de Agustín. Este tal vez se expresó sencilla- Algún autor ha supuesto que la actitud de Agustín
frente al culto de los mártires revela una reversión hacia
54 LA CUNA DE AGUSTÍN FAMILIA DE AGUSTÍN 55
el berberismo. Esto es ya demasiado, y demuestra un fácilmente pudo pensar en la posibilidad de llegar a ser
afán desmesurado a explotar el carácter púnico de nues- gobernador de una provincia. En una palabra, su color
tro santo. no debía de ser muy diferente del color medio de un
romano.
ANSIAS ROMANAS
PAGANO Y CRISTIANA
Si los padres de Agustín era bereberes, sin embargo
sus aspiraciones se dirigían hacia cuanto era romano. Agustín vino al mundo en medio de una familia, don-
Pertenecían, probablemente, a la clase alta de la socie- de la madre era una devota cristiana y el padre era pa-
dad, y tal vez no contaban con la simpatía de la gran gano. En África había muchísimas familias como ésta,
masa de sus conciudadanos númidas. Sin un fundamento aunque no siempre se pueda hablar de una perfecta ar-
sólido, alguien ha sostenido que el fracaso del catolicis- monía matrimonial. No todos los cristianos eran tan
mo y de Agustín frente al África se debe, en última ins- piadosos como Mónica, ni todos los paganos tan indife-
tancia, al hecho de que ambos se identificaban demasiado rentes como lo era Patricio. Hablando de una manera
íntimamente con el poderío romano y estaban en des- general, y limitándonos a la situación uniforme, podemos
acuerdo con los nativos númidas. afirmar que el cristianismo en África, en el siglo iv, lo
Esto mismo podría decirse, en cuanto al aspecto reli- mismo que en otras partes, iba ganando adeptos, mien-
gioso, en relación con el donatismo. tras que el paganismo como un sistema religioso organi-
Esta teoría simplifica demasiado las cosas. En el caso zado iba retrocediendo sensiblemente.
de la familia de Agustín, podemos admitir que, aunque Aparte de otras consideraciones, una religión que co-
fueran bereberes y númidas, y aunque se quiera admitir locaba a los nativos de África en el mismo nivel ante
algún elemento donatista incluso de parte de Mónica, Dios que los romanos o los griegos, era muy bien recibida
todos ellos y sus mejores amigos habían unido su suerte y aceptada por todos aquellos que estaban interesados
con los destinos de los dirigentes romanos. Tal vez po- en mejorar su situación.
dríamos extender esto y afirmar lo mismo en relación Además, desde los tiempos de Constantino una serie
con el catolicismo, en cuanto opuesto a la Iglesia do- de decretos imperiales se van pronunciando contra el pa-
natista. ganismo. Solamente durante el breve reinado de Juliano
el Apóstata (361-363) se le concede alguna libertad. Pre-
cisamente el mismo año que nació Agustín se promulga
AGUSTÍN, ¿NEGRO O RUBIO? un decreto contra el paganismo y en los últimos veinte
años del siglo iv son otros tantos decretos contra la reli-
Para cuantos se interesan en conocer todos los deta- gión pagana.
lles de Agustín, otro aspecto lo constituye el color de su Durante el año 399 se promulgaron 4 decretos que
piel. Si, como se admite modernamente, la diferencia constituían un último intento de borrar para siempre el
entre los libios y los númidas es sobre todo topográfica; paganismo antes de comenzar una nueva centuria. Los
si los libios y los bereberes son, en su inmensa mayoría, ídolos debían ser destruidos. Los templos paganos tenían
blancos o rubios, Agustín, contra lo que se suele pensar que ser empleados para usos públicos. Los obispos te-
de ordinario, en sus rasgos generales ha de considerarse nían que oponerse a todo intento de dejar sin efecto tales
más como blanco que como negro. leyes. Incluso se establecieron tribunales para castigar a
Por supuesto que los romanos, en Italia, no tenían quienes no cumplieran los decretos.
prejuicio alguno contra su color cuando le encomendaron
el alto cargo de maestro oficial en Milán. Incluso muy
56 LA CUNA DE AGUSTÍN FAMILIA DE AGUSTÍN 57
Sin embargo, el culto de Saturno y de Caelestis, lo La Iglesia africana se distinguía sobre todo por la
mismo que los ritos mágicos y las prácticas rituales de veneración de los mártires en la fe. Las primeras noti-
los paganos, no tienen demasiada vitalidad en tiempos cias que tenemos del cristianismo en África están rela-
de Agustín. Patricio, el padre de Agustín, llegará a con- cionadas con los mártires de Escila y de Madaura.
vertirse al cristianismo poco antes de su muerte, cuando Nos dice la historia que el 1 de agosto del año 180,
su hijo contaba 17 años de edad. esos mártires fueron invitados a sacrificar y a renegar
de Cristo. Ellos rehusaron. Se les rogó que pensaran en
LOS CISMAS
lo que suponía su actitud, pero ellos continuaron en su
idea de servir al solo Dios verdadero. En vista de esto
El cristianismo se encontraba con muchos obstáculos fueron sentenciados a muerte. Al oir la sentencia todos
que vencer frente al paganismo. Más aún, debía resolver ellos dijeron: «Deo gratias». Inmediatamente fueron mar-
muchos problemas y dificultades que habían surgido den- tirizados por el nombre de Cristo. Sin duda alguna que
tro de los mismos cristianos. Recordemos el maniqueís- muchos otros habían muerto por la fe antes que los
mo. Y sobre todo existía un cisma, que era la Iglesia de mártires escilitanos, como otros muchos lo harían des-
Donato. pués de ellos.
Hasta tal punto se extendió la memoria de los már-
Tagaste estaba libre, en general, de este cisma, lo que
tires y de tal manera el martirio distinguió la actitud
hizo que Mónica encontrara más fácil infundir a su hijo
de los cristianos africanos que las capillas de los mártires
las doctrinas del cristianismo. Pero el escándalo era de-
comenzaron a surgir por doquier y las reliquias se mul-
masiado grande, demasiado evidente y se había extendido
tiplicaron de un modo asombroso. Las autoridades ecle-
demasiado, como para no ser captado por el joven Agus-
siásticas tuvieron que intervenir y tomar parte en el
tín a medida que iba creciendo en edad.
asunto contra ciertos cultos que no eran del todo orto-
En términos generales podemos afirmar que el cisma doxos. Esto pudo ser una de las causas principales del
brotó, al menos en parte, y se mantuvo, también al me- cisma donatista.
nos parcialmente, en virtud de algunas características
de la Iglesia africana. El cristianismo en África se dis-
58 LA CUNA DE AGUSTÍN FAMILIA DE AGUSTÍN 59
• Primeros estudios
• Agustín maniqueo
• Agustín y la amistad
• Mercader de palabras
• Viaje a Italia
• De Roma a Milán
• Transformación espiritual
• .Renuncia a su cátedra
• El camino de Roma
• Y de nuevo, África
• Obispo de Hipona
Mauretania
»* M *
=3 K m j . __ ('
Sitifensis
;•
CAPITULO V
Primeros estudios
FUENTES DE INFORMACIÓN
quince años. Si tenemos en cuenta los designios que ella Sería vano intento imaginar, como algunos lo han
pudo alimentar acerca del matrimonio de su hijo, una hecho, al joven Agustín, que viene de la vida sencilla de
vez abandonada la madre de Adeodato, tendremos que una familia cristiana, metido de repente sin ninguna
confesar que Mónica era realmente una mulier fortis. ayuda espiritual, y enfrentado con aquella ola de paga-
nismo que se manifiesta en la vida y en los ritos. No
necesitaba ir a Madaura para encontrar este ambiente
EN LA ESCUELA que muy bien pudo descubrir en su ciudad natal de Ta-
gaste. De todos modos, tendremos que admitir que en
Cuando llegó la hora, Agustín fue enviado a la escuela Madaura está más libre y menos vigilado; además la
para aprender a leer y escribir, a contar, a sumar, a mul- vida pagana de Madaura era más viva que en Tagaste y
tiplicar, a dividir. He aquí lo que él mismo nos dirá en él comenzaba a preocuparse más por las cosas del es-
las Confesiones: píritu.
• «Inde ad scholam datus sum, ut discerem litteras, No es necesario que insistamos en las evidencias de
in quibus quid utilitatis esset ignorabam miser. Et la vida pagana que pudo descubrir cuando paseaba por
tamen, si segnis in discendo essem, vapulabam. Lau- las calles de Madaura. Todo eso ha de ejercer una gran
dabatur enim hoc a maioribus; et muí ti ante vos vitam influencia sobre su espíritu, como luego ha de suceder
istam agentes, praestruxerant aerumnosas vias, per durante su estancia en Cartago.
quas transiré cogebamur, multiplicato labore et do- Siempre se acordará de la estatua de Marte en el
lore filiis Adam» (Confesiones I 9, 14). Foro, y con frecuencia aludirá a la excéntrica conducta
de un pueblo numeroso en ocasión de las Bacanales. Pero
Tal vez, ante la memoria del niño Agustín, que se ve la ciudad de Madaura permanecerá en su memoria por
azotado por sus maestros, surge el pensamiento de la otras razones que no son las del paganismo. Allí había
experiencia de un mártir cristiano castigado por su con- nacido el más grande de los escritores latinos, Apuleyo,
ducta. Quizás su madre le había adoctrinado suficiente- y allí comenzó él mismo a experimentar, de una manera
mente como para poder pensar en una de tantas escenas seria y sistemática, los métodos educacionales de la época.
de martirio. Era esencial en toda la enseñanza de entonces lo que
podríamos llamar la gimnasia y ejercicio en la lengua, la
A MADAURA literatura y la oratoria. De aquellos ejercicios salía el
hombre elocuente que podía dedicarse al servicio o a los
Agustín había empleado sus primeros años de la es- negocios públicos y a la educación de los hombres.
cuela en aprender a leer, a escribir, y los rudimentos de
las matemáticas. Pero ya desde su más tierna infancia, TRES ESTADIOS
mostró tan extraordinario ingenio que animó a sus pa-
dres a enviarlo a la escuela de Madaura, una ciudad de Había tres estadios en la enseñanza. El primero com-
mediana importancia a unos 25 km. al sur de Tagaste. prendía la lectura, la escritura y la aritmética, que Agus-
Allí se verá libre de la influencia de su madre, a menos tín ya había pasado en la escuela de Tagaste. El segundo,
que pensemos que ella le acompañó durante algún tiem- el de la gramática, que iba a experimentar ahora en Ma-
po. No hemos de creer que, por haber muchos paganos daura. Y el tercero, el de la retórica, con el que se en-
en Madaura, Agustín tuvo que hospedarse entre ellos. frentaría en parte en Madaura y, sobre todo, en Cartago.
Seguramente es mucho más lógico pensar que Mónica La gramática y la retórica no se distinguían perfecta-
tuvo sumo cuidado en que el joven Agustín fuera acogido mente, y había no poco de común entre las dos asig-
por alguna familia cristiana. naturas.
68 LAS TRAZAS RE LA PROVIDENCIA PRIMEROS ESTUDIOS 69
La gramática consistía en la comprensión de los poe- a abrazar el maniqueísmo, y el mismo canon le apartará
tas y en la manera recta de escribir y de hablar con más tarde de la misma doctrina.
corrección. Era bastante más de lo que nosotros pode- La segunda parte del curso de gramática se ocupa de
mos entender actualmente con la palabra gramática. Era, la literatura, y en este aspecto tendía a mezclarse con la
en efecto, el estudio de la gramática, tal como ahora la retórica que, a su vez, comenzaba con la literatura y
entendemos, y, según la capacidad del alumno, también terminaba con la elocuencia. En esta parte, la gramática
el estudio de la literatura. que puede considerarse como una disciplina exacta y ra-
zonada se hace menos exacta y razonada. Ya no es po-
sible apelar a la razón, sino que hay que acudir a la
LOS GRAMÁTICOS emoción y a la imaginación. Y este segundo aspecto de la
gramática dejará una marca todavía más grande en la
La última mitad del siglo iv y todo el siglo v consti- formación de Agustín.
tuye la edad de oro de los gramáticos. Algunas de sus
obras han llegado hasta nosotros, y en ellas podemos Los principales autores estudiados eran Virgilio y Ci-
descubrir su afán por las definiciones y las clasificacio- cerón, junto con Terencio, Horacio, Lucano, Persio, Ovi-
nes precisas. dio, Catulo, Juvenal, Séneca, Salustio y posiblemente
Apuleyo. No hemos de pensar que todos estos autores
Aunque Agustín no lo haga en las Confesiones, sin fueran estudiados por separado en toda su obra.
embargo, en su obra De utilitate credendi nos conserva
los nombres de los autores de gramática más conocidos Hay que pensar, por el contrario, en antologías o flo-
entonces: Asper, Cornuto, Donato, y en lo que se refiere rilegios donde aparecían textos de los diferentes autores,
a la métrica —que era también una parte de la gramá- no siempre con un criterio bien definido. Probablemente
tica— Terenciano Mauro. en Madaura se daba una atención especial a los autores
y textos que se referían concretamente al pueblo africa-
La lengua que se discutía en estas obras de los gra- no y a cuanto se refería con la geografía y las costumbres
máticos no era el latín de la época, sino el latín de Cice- del África. El estudio de los autores seguía un orden esta-
rón, que era incluso para Agustín la lengua clásica. De blecido y que se mantenía rigurosamente.
ahí el interés que se daba a las reglas fijas, a la autori-
dad. Esta enseñanza, al través de una educación formu-
lada mediante una ciencia precisa, razonada y positiva, MÉTODOS ESCOLARES
produjo huellas imborrables en la formación de Agustín
durante toda su vida. Primero se leía en voz alta el pasaje de un autor, o se
Según Alfaric, durante toda su vida Agustín seguirá recitaba de memoria: se atendía sobre todo a la dicción
siendo un gramático, y Marrou ve en el autor del De y a la puntuación. La puntuación era con frecuencia du-
Trinitate y del De civitate Dei al gramático de Madaura. dosa —recordemos que los antiguos no poseían los signos
Con frecuencia descubrimos en nuestro santo el afán por que ahora tenemos nosotros: en consecuencia era pre-
los ejemplos gramaticales, por las definiciones, las divi- cisa la explicación del maestro.
siones y subdivisiones. Aparte de esto, que pudiera ser El gramático explicaba el texto según sus gustos:
una simple cuestión de método, el efecto de esa educa- analizaba las variantes que había en el texto, variantes
ción gramatical será más profundo y de consecuencias que eran muy frecuentes y a veces muy importantes ya
más importantes. que los libros tenían que ser copiados a mano, con los
Esta su primera educación gramatical le dio la me- errores que de ello se derivaban. A veces hacía un co-
dida y el canon con que juzgar todas las cosas, el canon mentario sobre el estilo del pasaje leído.
que podríamos llamar de la lógica: este canon le llevará .Seguía a continuación la explicación literal de cada
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una de las partes del pasaje y su adecuado comentario. La fin que se pretendía era la elocuencia que podía emplear-
explicación literal comprendía a veces una buena parte se ya para demostrar un tema, ya para probar una causa
de etimologías, y el comentario y la explicación era tan en el tribunal o para aconsejar. La teoría se remontaba
exhaustivos que a veces se perdía de vista el sentido gene- a los tiempos de Cicerón y antes de él a la Sofística, mo-
ral del pasaje, y no digamos nada del libro o de la obra vimiento literario que surge en Atenas a finales del si-
entera. glo v a. C.
El comentario de Servio a la Eneida es un buen ejem- La práctica era lo que interesaba y a ella se dedicaba
plo de estos ejercicios. Podemos ver hasta dónde llega la mayor parte del tiempo. Como sucedía con la Gramá-
Agustín en esta clase de comentarios, si tenemos presen- tica, el alumno se ejercitaba en lo que se llamaba progym-
tes los tres últimos libros de las Confesiones que comen- násmata es decir, ejercicios preparatorios, que estaban
tan el primer capítulo del Génesis. escalonados según la dificultad de los mismos.
El gran historiador de la educación en la antigüedad, Agustín se distinguió muy pronto en esta serie de
Marrou, atribuye a los autores de estos comentarios mi- ejercicios. El nos ha conservado el recuerdo de uno de
nuciosos un «atomismo psicológico» y una miopía que estos ejercicios preparatorios, el noveno de la serie, que
les impide ver el conjunto de la obra literaria. La crítica, se conocía con el nombre de «descripción del carácter».
con todo lo que tiene de verdad, no se puede aplicar al He aquí lo que nos cuenta en las Confesiones:
método que se emplea en las escuelas, durante un tiem- • «Sine me, Deus meus,' dicere aliquid et de ingenio
po limitado. Este atomismo psicológico y esta miopía de meo, muñere tuo, in quibus a me deliramentis atte-
que nos habla Marrou la hemos de entender cuando se rebatur. Proponebatur enim mihi negotium animae
refiere a los comentarios que nos han conservado los meae satis inquietum, praemio laudis et dedecoris, vel
gramáticos, y que podemos considerar independientes de plagarum metu, ut dicerem verba Iunonis irascentis et
los métodos escolares de entonces. Agustín conservará dolentis, quod non posset Italia Teucrorum avertere
este gusto y estas aficiones hacia un método de exponer regem, quae nunquam Iunonem dixisse audieram. Sed
y comentar los textos que veremos luego en las explica- figmentorum poeticorum vestigia errantes sequi coge-
ciones de la Sagrada Escritura. A veces veremos que ha bamur et tale aliquid dicere solutis verbis, quale
perdido el sentido de las proporciones, al dar preferen- poeta dixisset versibus. Et ille dicebat laudabilius, in
cia a los detalles. quo pro dignitate adumbratae personae, irae ac do-
El cuarto estadio en el estudio de un autor era una loris similior affectus eminebat, verbis sententias con-
rápida revista de los tres precedentes y un juicio de con- gruenter vestientibus» (Confesiones I 17, 27).
junto. Con esto se obviaba de alguna manera los peligros
que ciertamente encerraba el «atomismo psicológico» y
la miopía. VENTAJAS DE LA RETORICA
era conocido entre los estudiantes como un joven tran- trever su formación retórica y una buena parte de exage-
quilo y respetable (Epist. 93, 51). Creemos que éste es ración, que era tan difícil encontrar un africano que fue-
más bien el retrato del joven Agustín, y no las exagera- ra honesto, ya cristiano ya pagano, como encontrar un
ciones que encontramos en las Confesiones y que pode- negro que no fuera negro. Se refiere particularmente a
mos explicarlas, además de lo que ya hemos dicho, como Cartago: era una ciudad que hervía en vicios y en malas
una expresión literaria y retórica que hemos de encon- costumbres, como toda gran ciudad, sobre todo si es un
trar en otras ocasiones. puerto.
En dos pasajes de la Ciudad de Dios, Agustín nos ha-
CARTHAGO = SARTAGO blará de las manifestaciones públicas de paganismo que
él encontró y vio con sus propios ojos. Léanse los luga-
Mientras tanto Mónica y Patricio trataron de reunir res: De civ. Dei II 4 y II 26.
el dinero suficiente para enviar a su hijo a Cartago. En estos lugares nos habla Agustín de las festividades
Este era el sueño de su vida. He aquí cómo Agustín des- de la Gran Madre, que los africanos identificaban con
cribe su llegada a Cartago: Caelestis. Agustín pudo asistir en sus años de estudiante
en Cartago a las procesiones de sacerdotes afeminados,
• «Veni Carthaginem, et circumstrepebat me undique con sus largos cabellos, sus rostros pintados, en una acti-
sartago flagitiosorum amorum. Nondum amabam, et tud demasiado blanda. Estos ritos paganos no sólo eran
amare amabam; et secretiore indigentia, oderam me representaciones públicas que se podían interpretar siem-
minus indigentem. Quaerebam quid amarem, amans pre con ojos escabrosos; eran una incitación al pecado.
amare, et oderam securitatem, et viam sine muscipu-
lis. Quoniam fames mihi erat intus ab interiore cibo, Junto a todo eso, que podríamos llamar ritual, existían
te ipso, Deus meus, et ea fame non esuriebam... Ama- festividades públicas en los teatros al aire libre, o en el
re et amari dulce mihi erat magis, si etiam amantis Odeón cerrado. Se podía asistir a los amores de Júpiter,
corpore fruerer. Venam igitur amicitiae coinquinabam los trabajos de Hércules, la historia de Agamenón, de
sordibus concupiscentiae, candoremque eius obnubila- Aquiles, de Príamo y de Hécuba, las leyendas de Héctor
ban! de tártaro libidinis; et tamen foedus atque in- y de Andró maca, y al periplo de Eneas. Las comedias
honestus, elegans atque urbanus esse gestiebam abun- clásicas abundaban en estos temas, y las pantomimas, de
danti vanitate. Rui etiam in amorem, quo cupiebam toda especie, se realizaban ante los ojos atónitos de los
capi. Deus meus, misericordia mea, quanto felle mihi jóvenes que acudían por primera vez a tales espectáculos.
suavitatem illam, et quam bonus aspersisti quia et Más tarde nos ocuparemos de los amores de Agustín
amatus sum, et perveni occulte ad vinculum fruendi, que tienen lugar en Cartago. Bástenos saber que Agustín
et colligabar laetus aerumnosis nexibus, ut caederer se encuentra metido en esta ciudad de Cartago que él
virgis ferréis ardentibus zeli, et suspicionum, et timo- llama, mediante un juego de palabras, «sartago», y en
rum, et irarum atque rixarum» (Confesiones III 1,1). un ambiente mundano y pervertido va a continuar sus
estudios.
Cuando sus padres enviaron a Agustín a Cartago, sólo El éxito de los estudios sigue siendo el mismo que
con sus 16 ó 17 años, lo exponían eiertamente a un había sido en Tagaste y luego en Madaura. Y esto debido,
riesgo moral. Sin duda que Mónica tomó sus precaucio- sin duda, a su capacidad natural y también al trabajo
nes, pero el riesgo era enorme. Cartago suponía una eta- de todos los días. Agustín mismo nos dirá que le moles-
pa para todo cuanto venía de Italia, lo mismo de bueno taban las «gamberradas» de sus compañeros. Cada vez
que de malo. más se va apartando de las malas compañías. Se va dan-
Salviano nos dirá, también en un estilo que deja en- do^ cuenta de su responsabilidad, y nos descubre este
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aspecto de un joven formal y serio. He aquí las palabras perdida de Cicerón que tanta influencia ejerció sobre
mismas del santo: Agustín. De todos modos, por los fragmentos que se nos
han conservado, en su mayor parte gracias a las citas
• «Et maior iam eram in schola rhetoris, et gaudebam de san Agustín, sabemos que Cicerón hacía en dicho libro
superbe, et tumebam typho: quamquam longe sedatior, los elogios de la filosofía, al mismo tiempo que proponía
Domine, tu seis, et remotus omnino ab eversionibus al lector los horizontes de la vida futura, plenamente
quas faciebant eversores; hoc enim nomen saevum et condicionada con la actitud personal y actual del hom-
diabolicum velut insigne urbanitatis est. ínter quos bre frente a los acontecimientos de cada día.
vivebam pudore impudenti, quia talis non eram; et
cum eis eram, et amicitiis eorum delectabar aliquan- De las palabras de Agustín sabemos que el Hortensio
do. A quorum factis semper abhorrebam, hoc est ab despertó en él la sed y ansia de la filosofía.
eversionibus quibus proterve insectabantur ignotorum
verecundiarn, quam proturbarent, gratis illudendo, at- ¿PRIMERA CONVERSIÓN?
que inde pascendo malivolas laetitias suas» (Confe-
siones III 3, 6). La historia de la lectura del Hortensius es la histo-
ria de lo que algunos han llamado la primera conversión
LECTURA DEL Hortensius de san Agustín. En efecto, esta conversión a la filosofía
sucedió cuando la vida intelectual de Agustín se es-
En la vida de Agustín ejerció una enorme influencia taba cambiando, y el resultado de esa conversión con-
la lectura de un libro que se nos ha perdido, obra de sistió en que Agustín abandonó lo que le imponía el
Cicerón. Se titulaba Hortensius, y lo podemos considerar cristianismo y se hizo maniqueo. Entre esta primera con-
como una invitación a la filosofía. El mismo Agustín no versión y el encuentro con san Ambrosio, Agustín era, en
podrá por menos de recoger la importancia que tal lec- fin de cuentas, un no-cristiano, a menos que queramos
tura representa en el cambio de su vida intelectual. decir que los maniqueos son cristianos. Su verdadera y
Ya hemos dicho que había un programa de estudios definitiva conversión se producirá años más tarde, y su-
que se conservaba intacto. Los autores se seguían según pondrá precisamente una ruptura con este estado qtie
un orden ya establecido, como nos dirá nuestro santo. ahora va a abrazar, influenciado por la lectura del Hor-
tensius, de Cicerón.
• «Et usitato iam discendi ordine, perveneram in li- El Hortensius le hará ver un nuevo mundo espiritual.
brum quemdam cuiusdam Ciceronis, cuius linguam Nos dirá Agustín que transformó el estado de su espí-
fere omnes mirantur, pectus non ita. Sed liber ille ritu. Pero no pudo llevar a su alma la paz definitiva. No
ipsius exhortationem continet ad philosophiam, et vo- encontró en sus páginas el nombre de Cristo. Por alejado
catur Hortensius. Ule vero liber mutavit affectum que queramos considerar a nuestro joven de las prácticas
meum, et ad teipsum, Domine, mutavit preces meas, religiosas, había oído hablar con demasiada frecuencia
et vota ac desideria mea fecit alia. Viluit mihi repente del Salvador. Su infancia, gracias a las enseñanzas y a
omnis vana spes, et immortalitatem sapientiae concu- los ejemplos de su madre, había transcurrido en una at-
piscebam aestu cordis incredibili; et surgere iam coe- mósfera demasiado cristiana como para que pudiera sen-
peram, ut ad te redirem. Non enim ad acuendam lin- tirse completamente seducido por el discurso de la sabi-
guam... referebam illum librum; ñeque mihi locutio- duría profana.
nem, sed quod loquebatur, persuaserat» (Confesiones
III 4, 7). Incluso, en Cartago, como nos dirá él mismo, frecuen-
taba algunas iglesias. Y si no oraba en ellas, al menos
Sería interesante conocer todo el contenido de la obra iba,; aunque fuera, según sus propias expresiones, a co-
80 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
evidente que Agustín al principio estaba mucho más in- Los donatistas acusarán a Agustín y a sus colegas de
fluenciado por su polémica con el cristianismo, mientras no haber dejado nunca de ser maniqueos. En parte se
que al final estaba ya de vuelta de sus enseñanzas puede explicar esto por el tradicional gnosticismo de la
positivas. Iglesia cristiana en África, la Iglesia de Arnobio y de
Lactancio.
Otro punto que hay que tener en cuenta es la reve-
MANÍ rencia que profesaban los maniqueos africanos hacia san
Pablo. Incluso, alguno ha llegado a decir que el mani-
El fundador de esta secta, Mani, había nacido en queísmo africano era una herejía paulina. Esto podría
Babilonia el año 216. Su nombre era muy corriente en explicar el interés de Agustín por san Pablo, cuyas Epís-
Babilonia. Era cojo o lisiado, y empleó gran parte de sus tolas serán leídas por primera vez con ojos maniqueos.
primeros años en una especie de doctrina gnóstica, y tal El maniqueísmo, desde un punto de vista realista,
vez por esto concibió un gran horror al cuerpo y un de- estaba preocupado con el problema del mal, en particu-
terminado afán por un mórbido ascetismo. lar con el demonio. Los maniqueos consideraban la vida
Parece que perteneció a la aristocracia, y algunos han como en relación con los planetas y las estrellas al tiem-
pensado que quizás su doctrina religiosa tenía como fina- po del nacimiento de cada uno. Y como quiera que los
lidad directa la restauración de su familia al poder. Se demonios manipulaban los planetas, el único remedio de
nos habla de visitas celestiales con que fue honrado en cada uno era aprovecharse de la religión y de la astrolo-
vida. De todos modos sus relaciones con Shalhpuhr I, que gía para poder superar la fuerza de los demonios. La
reinaba a la sazón, no debieron ser muy satisfactorias. astrología era, en definitiva, esencial al maniqueísmo, y
Durante el reinado de Bahram, después de haber traba- la demonología representaba una verdadera tentación pa-
jado enormemente por extender su religión, fue cruci- ra quienes creían que era más seguro aplacarlos que
ficado el 26 de febrero del año 277. superarlos.
La religión que fundó Mani tiene su origen en muchas Por eso, es muy fácil comprender el gran interés que
fuentes diferentes, aunque en parte la podemos conside- demuestra Agustín hacia la astrología y la demonología,
rar derivada de los Marcionitas, y en parte del cristianis- y su consiguiente hostilidad una vez convertido.
mo. En todo caso, era gnóstico: era la revelación de un Es difícil comprender la conversión de Agustín sin
conocimiento que suponía la salvación. Esta religión conocer bien la doctrina maniquea. Algunos han pensado
gnóstica se extendió rápidamente y perduró mucho tiem- que cuando Agustín se hace cristiano no piensa en renun-
po. Incluso algunos pretenden que todavía se puede ha- ciar al maniqueísmo, e incluso ya en el siglo v se podía
blar de un cierto maniqueísmo en el Oriente. Llegó al creer que Agustín no era capaz de prescindir definitiva-
África poco después de la muerte de Mani y estaba bien mente de la doctrina de Mani, precisamente por las ínti-
establecida cuando Agustín tropezó con ella. mas relaciones que se podían descubrir entre el mani-
queísmo y el cristianismo.
MANIQUEOS Y CRISTIANOS
La Iglesia africana —nos referimos a esa mezcla de
maniqueísmo y cristianismo— estaba tan cerca del cris-
Los maniqueos en general decían que ellos completa- tianismo en cuanto a su teoría del Paráclito, el papel
ban la revelación de Cristo, y aunque criticaban el cris- importante de Cristo y su devoción hacia san Pablo, y
tianismo, reconocían que en parte tenía razón. El ma- al mismo tiempo era tan diferente del verdadero cristia-
niqueísmo africano en particular, aunque se enfrentaba nismo, como pueda ser diferente el día y la noche.
al cristianismo, tenía muchos parentescos con la Iglesia
de Cristo.
8.4 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA AGUSTÍN MANIQUEO 85
Agustín nos dice que había muchos maniqueos en Los maniqueos veneran a Cristo, del cual se dice após-
Cartago, mientras que otras veces parece indicar que tol y profeta Mani, el fundador. No cesan de hablar del
había muy pocos. De todos modos, si atendemos el nú- Espíritu Santo. En cierto sentido Mani es una especie
mero de libros que escribió contra ellos, hemos de pensar de encarnación de este Paráclito que el Salvador había
que eran ciertamente una fuerza considerable en aquella prometido a sus discípulos. Agustín encuentra en todas
gran ciudad, donde se habían acogido tantas religiones o las páginas de los libros de Mani los nombres benditos
sectas y donde proliferaban los cultos más diversos. Y que no había visto en las páginas del Hortensius: esto
aunque las autoridades civiles se habían ocupado en va- constituye ya una garantía. Los maniqueos hacen a sus
rias ocasiones de perseguirlos y de reprimir sus prácti- oyentes las más atrayentes promesas: pretenden saber
cas religiosas, Agustín los encontró frecuentemente en los todo, y poder demostrar todas las cosas. Nada les es
baños y en clase. desconocido. Conocen el modo cómo el mundo ha sido
Eran muy importantes en los círculos intelectuales, creado y saben cómo ha de terminar.
ya que ante todo apelaban no a la fe y a la autoridad
Hablan con mucho énfasis de los dos principios, el
sino a la razón y a las propias fuerzas. Eran muy activos
uno bueno y el otro malo, que se han declarado una lu-
en buscar prosélitos y se aprovechaban de toda oportu-
cha sin cuartel y cuyas huellas se pueden encontrar en
nidad, de una conversación o de un debate público para
todas las cosas. Enseñan una moral austera para sus
liberar a los cristianos y a otros de sus errores y con-
elegidos, que deben abstenerse de comer carne, y que no
vertirlos a su secta.
pueden ni siquiera coger una fruta. Para sus oyentes se
Para conocer perfectamente el maniqueísmo en tiem- muestran indulgentes: les basta con mostrarse caritati-
pos de Agustín, indiquemos las fuentes. En este caso vos para con los elegidos socorriéndolos en sus necesida-
podemos limitarnos a los libros que escribió Agustín, des. Afirman que no hay secretos ni misterios en su cien-
principalmente contra los representantes maniqueos, en- cia; los escritos de su fundador o los de sus discípulos
tre los que podemos nombrar: Fausto, Fortunato, Félix se imponen a la razón como la clara expresión de la
y Secundino. De las obras de san Agustín, notemos: De verdad.
Genesi contra manichaeos; De moribus manichaeorum; De
utilitate credendi; De duabus animabus; Contra epistulam Por eso no es de extrañar que una doctrina como el
quam vocant fundamenti; De natura boni contra ma- maniqueísmo haya podido influir en el espíritu de Agus-
nichaeos. tín. Cuando había tratado de leer la Biblia no había
visto, en un estilo pobre y descuidado, sino doctrinas
Aunque hemos de admitir en general la imparcialidad
misteriosas. Ya en el primer capítulo del Génesis, se
en san Agustín, con todo encontramos algunos pasajes en
había visto sorprendido por la historia de la serpiente
que él mismo comete injusticias contra sus antiguos corre-
mediante la cual había entrado el mal en el mundo. Y
ligionarios, o exagera sus aspectos ridículos. Nos extraña
cuando había pedido explicaciones, tan sólo obtuvo esta
en gran manera cómo Agustín pudo hacerse maniqueo
respuesta: «Hay que creer».
si todo cuanto él nos dice de ellos es verdad.
Como no es de este lugar ofrecer un análisis del pen- Por el contrario, los maniqueos le prometían respues-
samiento agustiniano acerca del maniqueísmo de su tiem- tas a todas sus dudas, y ello envuelto en bellos y ado-
po, dejamos este aspecto que es demasiado doctrinal para bados discursos, en los que la abundancia de las pala-
nuestro propósito. No renunciamos, con todo, a una ex- bras podía servir para disimular la pobreza de las ideas.
posición general de un sistema que pudo cautivar a nues- A los ojos del joven estudiante aparecían libros magní-
tro joven estudiante de Cartago. ficamente escritos y ricamente ilustrados: al leer estas
86 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA AGUSTÍN MANIQUEO 87
obras Agustín no podía ni soñar siquiera que pudieran Todavía presa de ese primer entusiasmo, de su pri-
presentar necedades tan bien aliñadas. mer fervor maniqueo, Agustín abandonó Cartago para
regresar a su ciudad natal. Había terminado sus estudios,
y los rétores más famosos le podían enseñar muy poco.
ÉXITO DE LOS MANIQUEOS Más bien que permanecer en la capital, donde no podría
todavía lucirse y conseguir grandes triunfos, prefirió re-
Tal vez, un poco de reflexión habría bastado para gresar a Tagaste y comenzar su aprendizaje como profe-
hacerle dudar. En la actualidad las doctrinas maniqueas sor enseñando la gramática a los hijos de sus conciu-
se nos antojan infantiles, y si el problema del mal no ha dadanos.
cesado de preocupar al hombre moderno, éste no ha Su madre lo vio llegar no sin cierta tristeza e inquie-
podido comprender cómo dicho problema se pueda re- tud. La conducta de su hijo le disgustaba. Santa Mónica
solver mediante el doble principio en que radica el origen podía soportar que tuviera una concubina: ella misma
de todas las cosas. Ni mucho menos podríamos dejarnos había sufrido durante mucho tiempo la conducta de su
engañar por las explicaciones confusas que daban los esposo, para no excusar en su hijo las debilidades de
maniqueos acerca de la creación del mundo y acerca de la carne y las seducciones de la pasión. Pero no podía
los medios para separar los elementos buenos y los ma- sufrir, en modo alguno, su adhesión al maniqueísmo, y
los. Un día llegará en que Agustín se dé cuenta de la sobre todo el espíritu de proselitismo que le animaba.
vanidad de los argumentos en que se había dejado coger. Indudablemente, el maniqueísmo podía ofrecer a
Una vez convertido, Agustín no tendrá otra preocu- Agustín la solución actual a los problemas que le acu-
pación sino la de conquistar para la buena nueva a los ciaban. Los principios maniqueos sobre la moral, sobre
que habían sido los compañeros en el error. Era natural- el dogma y la escatología eran subyugadores, aunque a
mente elocuente. En la escuela del rétor había aprendido nosotros nos puedan parecer, ahora, demasiado pueriles.
el arte de manejar los argumentos. Se valía de todos los Hemos de tener en cuenta el estado de ánimo de Agustín
medios a su alcance para atraer a sus compañeros de y también la manera de presentar la doctrina los gran-
estudios. Y los éxitos que conseguía no hacían sino exci- des maestros de la secta. Haríamos una gran injuria a
tar su orgullo y aumentar su confianza en una doctrina nuestro joven estudiante de Cartago si pretendiéramos
que era capaz de proporcionarle tales triunfos. reducir toda la doctrina maniquea a una serie de verda-
Por otra parte, no cesaba de instruirse y documentar- des o principios más o menos infantiles, no siempre com-
se, en la medida de lo posible, con toda clase de detalles prensibles.
en cuanto se relacionaba con la enseñanza maniquea. Es- Las doctrinas maniqueas en su aspecto práctico se
cuchaba con atención los maestros más famosos. Leía conformaban muy bien con el cristianismo. A pesar de
las obras de la secta. Meditaba en las lecciones que ha- la enorme diferencia que profesaban, los maniqueos que
bía recibido. Y cuando no comprendía, tenía el derecho preferían permanecer como simples «auditores» se dis-
de pensar que siendo solamente oyente, es decir, el tinguían muy poco de los cristianos ordinarios. En cierto
grado más bajo de la jerarquía maniquea, no estaba ini- sentido, pudiera parecer que el ser maniqueo no impli-
ciado en todos los secretos que poseían los elegidos, siem- caba un alejamiento y renuncia del cristianismo. Esto
pre con la esperanza de que llegaría un día en que podría explica el éxito de la secta.
entender lo que a la sazón excedía sus "razonamientos.
Contemporáneos de Agustín
ATANASIO DE ALEJANDRÍA
BASILIO DE CESÁREA
GREGORIO NISENO
Agustín y la amistad
EVAGRIO DEL PONTO
Ansias de amor.—Sueno de Mónica.—Amistad de Romaniano.—
JUAN CRISOSTOMO La muerte del amigo.—Capacidad para la amistad.—El círculo de
amigos. —La madre de Adeodato
TEODORO DE MOPSUESTE
SINESIO DE CIRENE
ANSIAS DE AMOR
CIRILO ALEJANDRINO
Agustín amó y fue amado. Aquel sueño de su corazón
TEODORETO DE CIRO se había hecho realidad.
AGUSTÍN DE HIPONA • «Nondum amabam, et amare amabam... Quaerebam
quid amarem, amans amare... Amare et amari dulce
LEÓN MAGNO mihi erat, magis si etiam amantis corpore fruerer...
Rui etiam in amorem, quo cupiebam capi. Deus meus,
PROSPERO DE AQUITANIA misericordia mea, quanto felle mihi suavitatem illam,
et quam bonus aspersisti! quia et amatus sum, et per-
JUAN CASIANO
veni occulte ad vinculum fruendi, et colligabar laetus
PAULINO DE ÑOLA
aerumnosis nexibus, ut caederer virgis ferréis arden-
tibus zeli, et suspicionum, et timorum, et irarum atque
4MBROSIO rixarum» (Confesiones III 1, 1).
JERÓNIMO
Estas palabras pueden describirnos el corazón de
Agustín. Claro que en este texto de las Confesiones se
MARTIN DE TOURS refiere sobre todo a unos amores demasiado violentos,
que no podían durar mucho tiempo, aunque el amor de
HILARIO DE POITIERS la que fue la madre de su hijo duró hasta su conversión.
Esos otros amores, después de un tiempo más o menos
MARIO VICTORINO breve, como la llama que carece del aceite o del alimen-
to, fueron disminuyendo, y dejaron al joven presa de una
10 20 30 40 60 70 80 90 10 20 30 40 sed más ardiente y más cruel. Sensual, tierno, con la
300 350 400 450 mente plena de fantasmas románticos, buscaba, en una
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frenética alternativa de furores y de éxtasis, un ideal de se iuvenem splendidum, hilarem atque ridentem sibi,
amor que las criaturas terrenas no podían darle. cum illa esset moerens, et moerore confecta. Qui cum
En el fondo Agustín era siempre un místico. Buscaba, causas ab ea quaesisset moestitiae suae, quotidiana-
pero no encontraba. Y no encontraba, precisamente por- rumque lacrimarum —docendi ut assolet, non discen-
que sus ojos se posaban sobre la tierra, en vez de elevarse di gratia— atque illa respondisset, perditionem meam
a contemplar las eternas bellezas del cielo. Buscaba un se plangere; iussisse illum, quo secura esset, atque
refrigerio en la amistad. «Amare amabam», es decir, ama- admonuisse, ut attenderet et videret, ubi esset illa, ibi
ba la amistad con amor. Casi diríamos que no existió esse et me» (Confesiones III 11, 19).
nunca un amigo tan apasionado y tan fiel hasta la muerte.
Este carácter amoroso ha de distinguir a nuestro santo Agustín debió quedar sumamente impresionado por
hasta su muerte y, aun después de muerto, seguirá sien- el relato de este sueño, y más todavía por la interpre-
do siempre uno de los prototipos del amor de Dios. tación que su madre hacía del mismo. Como resultado
de este sueño, Mónica cedió a recibirlo de nuevo en su
Ya hemos dicho que, «convertido» al maniqueísmo, casa, y consintió en compartir con Agustín la mesa.
Agustín regresó a Tagaste para encontrar a su madre.
Pero ésta, fiel a su fe y a sus principios, le prohibió la
entrada en su casa, no por venir acompañado de la que AMISTAD DE ROMANIANO
sería la madre de Adeodato, sino a causa de sus blasfe-
mias y de sus errores. Esta decisión de Mónica debió de Hasta entonces había sido recibido en la familia de
causar una pena profunda a los dos: pero el uno era su amigo y bienhechor Romaniano. No sabemos si Agus-
tan obstinado en sus errores como la otra fiel a sus prin- tín llevó a Tagaste a su «esposa» y a su hijo. Si así fue,
cipios religiosos. es de creer que Romaniano acogió de buen grado a los
tres. Era sumamente generoso y al mismo tiempo rico.
SUEÑO DE MONICA En Contra Académicos, una obra que Agustín dedica
a Romaniano, nos da una idea de la clase de vida que su
Mónica buscó refugio en las lágrimas, y el consejo bienhechor compartió con él. Vivían en una casa de lujo,
de sus amigos y de las personas que podían aconsejarle. con toda clase de comodidades. Se dedicaban a la caza,
Estando en tales pensamientos tuvo un sueño, en el que a las fiestas, asistían a representaciones, y de vez en cuan-
se le reveló que su hijo volvería a la fe: do se entregaban a verdaderas disquisiciones filosóficas
y a conversaciones serias.
• «Et misisti manum tuam ex alto, et de hac pro- Romaniano miraba por su propio estado con gran
funda calígine eruisti animam meam cum pro me cuidado, protegía los intereses de muchos clientes, y con-
fleret ad te mater mea fidelis tua, amplius quam flent cedía a sus conciudadanos gracias y beneficios: juegos
matres corpórea fuñera. Videbat enim illa mortem públicos, espectáculos, por ejemplo, como nunca antes se
meam ex fide et spiritu, quem ex te habebat, et exau- habían visto. Por todo esto era respetado de todos y con-
disti eam, Domine. Exaudisti eam, nec despexisti la- siderado como un patrón excepcional. Su nombre estaba
crimas eius, cum profluentes rigarent terram sub inscrito o grabado en bronce, por suscripción popular.
oculis eius, in omni loco orationis eius. Exaudisti eam, Se le habían concedido honores y poderes extraordina-
nam unde illud somnium quo eam consolatus es, ut rios, y se habían erigido estatuas en su honor.
vivere me secum cederet, et habere secum eamdem Con este amigo, una vez de vuelta de Cartago y com-
mensam in domo, quod nolle coeperat, aversans et pletada su educación retórica, Agustín vivió algún tiem-
detestans blasphemias erroris mei? Vidit enim se po. Era completamente natural que Agustín se dirigiera
statem in quadam regula lignea ad venientem ad hacia él ya que él había sido el que le había pagado los
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gastos de su educación en Cartago. Por las vagas indica- • «En aquellos años en que yo comencé a enseñar en
ciones que poseemos, por ejemplo la edad de sus hijos, el municipio en que nací, habíame ganado un amigo,
y la clase de relaciones amistosas que se establecen entre especialmente caro por la comunidad de los estudios,
ambos, podemos suponer que debían ser de una misma de mi misma edad, y lozaneando, como yo mismo, en
edad, más o menos: más exactamente, podemos pensar la flor de la verdura. Conmigo había crecido de niño;
que Romaniano no era mucho mayor —algo más viejo, juntos habíamos ido a la escuela y habíamos jugado
sí, pero no mucho— que Agustín. juntos. Pero todavía no era para mí el amigo que fue
Agustín se cree en la obligación de preocuparse por después, aunque tampoco lo fue con aquella amistad
el alma y la inteligencia de Romaniano, mientras que éste que es la verdadera, porque no existe verdadera amis-
contribuye con sus riquezas a las necesidades materiales tad sino cuando Vos la aglutináis entre aquellos que
de su amigo. Primeramente, Agustín persuadirá a Roma- están unidos a Vos por medio de aquella caridad de-
niano a hacerse maniqueo, y luego a convertirse al cris- rramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo
tianismo. Romaniano, cuando Agustín regresa de Cartago, que nos ha sido dado.
pone su casa y sus cosas a la disposición del amigo, y Pero con todo esto, nuestra amistad era sabrosa y
más tarde saldrá al encuentro de las necesidades de Agus- dulce en extremo, sazonada al fuego de las mismas
tín y de sus amigos cuando se establecen como una comu- aficiones. Yo le había descaminado de la verdadera fe,
nidad de filósofos. que no demasiado profunda ni entrañablemente pro-
Romaniano trató a Agustín como a hermano. Agustín, fesaba en su adolescencia, torciéndole hacia las fabu-
tal como nos confiesa en Contra Académicos II 3, se con- losas y perniciosas supersticiones por las cuales mi
sideró realmente en una posición que podía muy bien madre me lloraba. Ya aquel hombre andaba en su
lisonjear su propia estima. Un joven, como él era, se mente errado conmigo, y mi alma no podía vivir sin
veía objeto del respeto y del afecto de un personaje tan él. Y he aquí que Vos, yendo a los alcances de este
distinguido como Romaniano. vuestro par de esclavos fugitivos, Vos, Dios de las ven-
ganzas y a la vez fuente de las misericordias que por
Sus muchas victorias frente a los cristianos, algunos maravillosas trazas nos convertís a Vos; he aquí, digo,
de los cuales fueron conquistados para la causa mani- que llevasteis a aquel hombre de esta vida cuando ape-
quea, le hicieron más querido de sus amigos, que no tar- nas se había cumplido un año de nuestra amistad,
daron en reunirse en torno suyo y en establecer unos suave para mí más que todas las suavidades de aque-
lazos más fuertes de amistad y de admiración. La acu- lla época de mi vida.
mulación de los éxitos y de los amigos le encaminaron
gradualmente hacia la defensa más completa y ardiente Pues como fuese que adolecía de fiebres, quedó
del maniqueísmo. Agustín no podía por menos de corres- tendido sin sentido mucho rato, con un sudor mortal;
ponder a las esperanzas que sus amigos habían deposi- como se desesperase de su curación, fue bautizado sin
tado en él. saberlo, no dando yo ninguna importancia a ello y pre-
sumiendo que su alma retendría con más fijeza aque-
llo que yo le había enseñado que no la operación que
LA MUERTE DEL AMIGO se efectuaba en el cuerpo de quien no lo sentía. Pero
sucedía muy al revés, pues mejoró y fue hecho salvo;
Uno de los amigos de este período le causó una in- y al momento, así que pude hablar con él —y pude
mensa alegría y al final una profunda tristeza. Había yo muy pronto— intenté en su presencia hacer mofa,
comenzado a enseñar en Tagaste y estaba viviendo con como si él debiera hacerla conmigo, de un bautismo
su madre. He aquí el relato que nos ofrece el mismo que él recibiera ausentísimo de cuerpo y alma. Pero
Agustín: él ya sabía que lo había recibido.
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Y al oírme púsome rostro fiero como a un enemigo, niqueo del que hemos hablado arriba le cautivó más de
y con admirable y repentina libertad me notificó que lo que él mismo deseara ser cautivado.
si quería ser su amigo me abstuviera de decirle tales Nos habla de esta amistad como de una ligadura que,
cosas. Y yo estupefacto y turbado, contuve mi emoción con débiles lazos, se iba entrelazando en torno a su cue-
para que antes convaleciera, y con el vigor de la reco- llo. Luego, él mismo conduciría a muchos de sus amigos,
brada salud, estuviera en estado de tratar todo lo que que habían confiado en él, hasta el cristianismo; y ya
yo quisiera. Pero mi amigo fue robado a mi demencia de sacerdote y de obispo, serían incontables los que con-
para que en vuestro seno fuese reservado a mi con- duciría hasta la salvación. En sus experiencias de la
suelo. Pocos días después, en ausencia mía, le saltean amistad, muchas veces él recibió, pero siempre él supo
de nuevo las calenturas y muere. darse, entregarse por sus amigos.
¡Con qué dolor quedó mi corazón enlutado! Todo ¿Cómo se puede explicar la atracción que ejercía so-
lo que miraba era muerte. Y mi patria era mi suplicio, bre los que encontraba en su camino o sobre los que le
y la casa paterna una infinita desolación, y todo lo conocían? ¿Cómo explicar la amistad y el afecto que
que con él había comunicado se trocó, sin él, en tor- ellos sintieron y conservaron siempre hacia él? Es fácil
mento monstruoso. Buscábanle en dondequiera mis de comprender la actitud de Agustín. Por supuesto nunca
ojos, y se les era negado; y había tomado aborreci- hemos de hablar de una especie de vida bohemia, ni en
miento de todas las cosas porque estaban vacías virtud de una cierta bondad. Por lo menos cuando era
de él...» (Confesiones IV 4, 7-9). joven, Agustín se nos presenta casi más reservado y más
serio que sus compañeros. De todos modos, debía poseer
No hay justificación posible para dar a esta amistad un cierto encanto y un atractivo especial.
una interpretación malsana, como algunos escritores han Pero más importante que este encanto y este atrac-
pensado. La amistad era sincera y ardiente, y la muerte tivo naturales, hemos de ver en Agustín una simpatía
de este amigo debió de ser motivo de una tristeza in- un cierto «consensus» hacia los demás y un deseo de
mensa a causa de la aversión que aquél su amigo de- hacer causa común con ellos. Difícilmente podemos com-
mostró frente al maniqueísmo al que el mismo Agustín prender en qué consistía exactamente ese «poder de atrac-
lo había «convertido». Nuestro santo debió sentir la sen- ción» que le granjeaba amigos por doquier. Pero sabe-
sación de una pérdida irreparable, pero al mismo tiempo mos otras cosas. Sabemos que él era también amado. No
debió experimentar una especie de traición. En lo suce- es corriente que un joven reservado, inteligente, ambicio-
sivo debería demostrar menos confianza en su nueva so y dichoso se vea rodeado de un grupo de amigos leales
religión. y entregados por entero a la vida del amigo.
Agustín nos confiesa esa entrega en aras de la amis-
tad. Algunas veces se refiere a ello como a una especie
CAPACIDAD PARA LA AMISTAD
de debilidad:
Una de las cualidades más notables del carácter de • «Et quid erat, quod me delectabat, nisi amare et
Agustín era sin duda alguna su capacidad para hacerse amari? Sed non tenebatur modus ab animo usque ad
amigos. Estaba siempre acompañado de amigos, y su animum» (Confesiones II 2, 2).
amistad le imponía siempre ciertas obligaciones y ciertas
Y también refiriéndose al robo de las peras:
limitaciones. Siendo niño, él siguió la amistad; cuando
fue hombre, él mismo supo encauzarla. Cuando era joven, • «Quem fructum habui miser aliquando in iis quae
trató de ser igual que sus compañeros, para no moles- nunc recolens erubesco; máxime in illo furto, in quo
tarlos ni desagradarles. Su experiencia con el amigo ma- ipsum furtum amavi, nihil aliud, cum et ipsum esset
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nihil, et eo ipso ego miserior? Et tamen solus id non fijo en Dios. Su corazón, nos dirá él mismo, estaba siem-
fecissem; sic recordor animum tune meum, solus om- pre inquieto. La pasión se fue haciendo cada vez más
nino id non fecissem. Ego amavi ibi etiam consortium espiritual y más relacionada directamente con el Creador
eorum, cum quibus id feci. Non ergo nihil aliud quam a medida que fue avanzando en edad. Pero, sobre todo,
furtum amavi; immo vero nihil aliud, quia et illud en los días de su juventud y adolescencia, la pasión era
nihil est» (Confesiones II 8, 16). menos espiritual y a menudo se fijó sobre las criaturas.
Por eso, en ese tiempo Agustín sentía el gozo y la tris-
Y en otro lugar: teza, que lleva siempre el pecado.
• «Solus non facerem furtum illud, in quo me non
libebat id quod furabar, sed quia furabar; quod me
solum faceré prorsus non liberet, nec facerem. O ni- EL CIRCULO DE AMIGOS
do imposible que su carácter y su manera de vivir no se dum, quod foederatum esset generandi gratia, et pac-
reflejara también en la vida y carácter de Agustín que tum libidinosi amoris, ubi proles etiam contra votum
era el centro de aquel grupo de amigos. Con todo, no nascitur, quamvis iam nata cogat se diligi» (Confe-
hemos de pensar que Agustín y sus amigos fueran siem- siones IV 2, 2).
pre unos jóvenes honrados en toda la extensión de la
palabra. Según las noticias de las Confesiones IX 6, 14, en
Pero tampoco hemos de excluir que fueran en esa Casiciaco, el año 386, Adeodato tenía 15 años. Esto nos
época determinada —sobre todo según las costumbres indica el año de su nacimiento, que podemos colocar en
del tiempo y del lugar— unos jóvenes serios y conscien- torno al 372, lo que nos descubre que la «amistad» de
tes de su responsabilidad. Así como Vicente el Rogatista Agustín con la madre de Adeorato debió de comenzar no
nos ha conservado un juicio favorable de Agustín, así más tarde del 371, es decir, durante el tiempo que estuvo
tampoco deja de alabar las buenas cualidades de sus ami- en Cartago.
gos. En particular elogia la castidad de Alipio, y la bon- Ignoramos por completo cómo era esta joven de la
dad extraordinaria de Nebridio, ambos íntimos amigos que Agustín se enamoró ardientemente. ¿Qué tenía de
suyos y por los que sintió un afecto especial. particular esa mujer para conservar junto a sí, durante
Los que habían gustado las alegrías de una vida inte- quince años, el corazón de un joven tan fácilmente im-
lectual vivida, en la estrecha compañía de los amigos, presionable como Agustín? ¿Era hermosa? ¿Era buena
unidos todos ellos por la misma finalidad, todos atentos y honrada? Agustín ha preferido que la mujer que le
al placer de descubrir la verdad, y bajo un mismo sen- había dado el hijo del pecado permaneciera para siem-
timiento de simpatía y de afecto, conocerían sin duda pre envuelta entre las sombras del misterio.
algo de la satisfacción y del placer y del entusiasmo que De todos modos podemos pensar que, por el hecho
ahora experimentaba Agustín en su vida. de no querer legitimar su unión con aquella mujer —in-
cluso santa Mónica propondrá a su hijo un matrimonio,
pero no con aquella joven a la que siempre guardó
LA MADRE DE ADEODATO fidelidad—, se trataba de una mujer que no pertenecía
a la categoría de los libres. Tal vez era una esclava; qui-
Nos resta hablar de la que «fue amada por Agustín», zá procedía de los bajos fondos de la sociedad. Pero en
la madre de su hijo Adeodato. Agustín nos ha dicho uno y otro caso, no podemos objetar nada a su conducta
en las Confesiones que en aquel tiempo se precipitó en personal. Después que Agustín la abandonó —seguramen-
el amor, un amor que él mismo deseaba constituir en te de común acuerdo— ella se retiró al África, y ya no
señor y dueño de su persona. Agustín amó y fue amado, quiso conocer otro varón.
y se vio ligado misteriosamente en los lazos de la amis- No hay que olvidar que cuando Agustín se une a esta
tad. Pero aun en medio de esos goces y placeres que le mujer es un pagano. Las costumbres de entonces eran
proporcionaba la amistad, Agustín conservó siempre la muy diferentes de las nuestras. Los ejemplos de los que
seriedad. le rodeaban podían pesar no poco en la conducta del
Muy pronto se unió a una sola mujer, con la que vivió joven Agustín. Como ya hemos dicho, Agustín más que
y a la que guardó fidelidad. un pecador extraordinario, era un joven normal. Y su
• «In illis annis unam habebam non eo quod legiti- unión con la madre de Adeorato pudo suponer para
mum vocatur coniugio cognitam, sed quam indaga- santa Mónica un alivio, y para la pasión de Agustín un
verat vagus ardor, inops prudentiae, sed unam tamen, remedio.
ei quoque servans tori fidem; in qua sane experirer
exemplo meo, quid distaret inter coniugalis placiti mo-
Juventud de Agustín
ciudad? O por el contrario, ¿los negocios o las necesida- de retórica, tuvo un sueño: se le apareció Agustín y le
des domésticas le obligaron a regresar a Tagaste? explicó un pasaje difícil de Cicerón.
No sabemos nada en concreto. Lo cierto es que Agus- Otros de sus alumnos nos son bien conocidos y fami-
tín abrió una «tienda de palabras» en su pueblo natal. liares. Licencio, el primero de todos, era un joven alegre,
Y en torno suyo se reunieron discípulos y amigos fieles, siempre con ganas de bromas, de un ingenio vivo, extra-
entre los que podemos enumerar a Honorato, Alipio y ordinariamente dotado para la poesía. Experimentaba
Licencio, hijo de Romaniano. Es natural que el joven hacia su maestro un afecto y un respeto extraordinario,
profesor no limitase su actividad a la enseñanza de la que fueron aumentando con los años. Agustín podía con-
gramática. tar con él para todo.
Alipio era, como Licencio, originario de Tagaste, don-
de había oído las lecciones de gramática de Agustín,
MERCADER DE PALABRAS y había seguido a su amigo en su «conversión» al mani-
queísmo. Amaba al profesor que él consideraba sabio y
El joven profesor debió interesarse en burear los honrado y éste correspondía al afecto de Alipio, cuyas
discípulos que le permitieran mantener con decencia la disposiciones naturales para la virtud había podido ex-
escuela que acaba de abrir. Conocía por experiencia a la perimentar.
juventud revoltosa de Cartago, a los «gamberros» en cu- Durante algún tiempo surgió cierto enfriamiento en
yos alborotos él había participado algunas veces. Sin las relaciones de Alipio y Agustín a causa de un pequeño
duda alguna debió temer la presencia de estos jóvenes roce originado entre el joven profesor y el padre de
alborotadores en su clase. Quería enseñar gramática; de- Alipio, rico ciudadano de Tagaste. Incluso llegó a aban-
seaba aleccionar a sus alumnos en la elocuencia. Siempre donar las clases de retórica. Pero esto pasó muy pronto,
le perseguía la quimera de la gloria popular. Era sensible y antes de que las cosas se arreglaran entre Agustín y el
a los aplausos del teatro, y amaba los concursos de poe- padre de Alipio, éste había vuelto a formar parte entre
sía y las competiciones literarias para conseguir la coro- los alumnos y oyentes fieles.
na de la victoria, una corona de heno que muy pronto Nebridio había nacido en los alrededores de Cartago.
se marchitaba. Había quedado huérfano muy pronto y había heredado
Pero al mismo tiempo deseaba dar a sus lecciones un una gran riqueza, y residía habitualmente en la ciudad.
tono distinguido, un aire de seriedad moral. Y si aceptaba Estaba dotado también de una inteligencia muy viva.
enseñar a sus alumnos el arte de fascinar y, a veces, de Además daba pruebas de gran circunspección y de pa-
engañar a los oyentes, era tan sólo con el fin de salvar reja prudencia, raras en un joven de su edad. Entre los
la vida de un culpable, y jamás para condenar a un solo alumnos asiduos a las lecciones de Agustín él será uno
inocente. «Docebam in illis annis artem rhetoricam et de los más inteligentes, y sus consejos o advertencias irán
victoriosam loquacitatem victus cupiditate vendebam» siempre marcados de un perfecto sentido común.
(Confesiones IV 2, 1). Era muy raro que un «mercader Con tales discípulos Agustín se sintió, sin duda, el
de palabras» aspirase a lo que Agustín aspiraba. Era más feliz de los maestros. Tenía apenas 20 años cuando
muy fácil que las ambiciones y el afán de lucro y de gloria regresó a Cartago. Sus alumnos muy poco más jóvenes
le ofuscasen. que el maestro. Sin duda les superaba en inteligencia, en
La providencia velaba sobre Agustín. Envió a Agustín la amplitud de sus conocimientos, en su experiencia de
uno de los oyentes fieles, de los que él mismo había so- la vida.
ñado. Eulogio de Cartago nos es muy poco conocido. Ellos le ofrecían la sencillez de sus emociones, la
Sabemos solamente que, nombrado más tarde profesor frescura de sus sentimientos, la alegría entusiasta de los
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descubrimientos que hacían bajo su dirección, y sobre enfada cuando un arúspice le pide dinero para anunciarle
todo el sentimiento espontáneo de sus reconocimientos el resultado y la victoria en un concurso de poesía. Pero,
y de su respeto. Muy pronto se convirtieron en verda- junto a eso, está persuadido de la verdad de las predic-
deros amigos. Los lazos de la amistad que se establecie- ciones hechas por los astrólogos y consulta muy gustoso
ron entonces de una manera firme no se romperán ya a los mathematici que pretenden leer el porvenir en las
nunca. Licencio, Nebridio y Alipio estarán siempre dis- constelaciones.
puestos a seguir al maestro. No dudarán un momento Es ahora Nebridio el que interviene para afirmar que
en acompañarle en el periplo en busca de la verdad. Y no existe arte alguno que pueda predecir el porvenir;
cuando se trate, ya en Milán y con el hallazgo neoplató- que las conjeturas de los hombres tienen a menudo la
nico entre las manos, de fundar una república de «amado- colaboración de la suerte, y que a fuerza de hablar se
res de la verdad», todos estos discípulos, con Romaniano, cae justamente sin dudar en ello.
serán los primeros que se apunten para el proyecto. Es cierto que los argumentos que Nebridio expone con
De momento no son cristianos, ni sueñan en serlo. timidez no consiguen nada. Y es también inútil la inter-
Alipio no ama en el maniqueísmo sino su austeridad ex- vención de Vindiciano, procónsul de África, que ha con-
terna, que él considera como verdadera y auténtica. Des- cebido hacia el joven rétor un afecto pleno de amor pa-
pués de haber gustado los placeres, ha sentido muy pron- ternal. No consigue nada Vindiciano cuando le cuenta
to el disgusto y ha comenzado a vivir una vida de perfecta su propia historia y le dice que un estudio profundo de
castidad. Pero al presente no se le ofrecen problemas los libros de astrología le han probado la falsedad de
religiosos. Sus camaradas no buscan sino la gloria del esta pretendida ciencia. Agustín permanece en sus ideas
mundo. Si estudian la elocuencia, lo hacen sencillamente hasta que encuentra una prueba decisiva, capaz de ha-
porque es indispensable para los que aspiran a los car- cerle ver, sin réplica posible, la vanidad de la astrología.
gos del estado. Agustín no puede presentarse a sus mentes Las Confesiones nos conservan el recuerdo emociona-
como un director de conciencia. Es sencillamente el do de estos jóvenes unidos por la amistad. El maestro
maestro de elocuencia y el amigo. y los discípulos dan pruebas de una unión perfecta. Todos
están imbuidos, ante todo, de un amor común y una mis-
ma afición por la retórica. He aquí las palabras mismas
AMPLIAS PERSPECTIVAS de Agustín:
Pero a veces Agustín se siente director de aquel grupo • «Alia erant quae in eis amplius capiebant animum,
de amigos. Como más viejo y como maestro se esfuerza colloqui, et conridere, et vicissim benevole obsequi;
en corregir lo que él encuentra imperfecto en sus alum- simul legere libros dulciloquos, simul nugari, et simul
nos. Alipio siente la pasión por los juegos del circo. Cuan- honestari; dissentire interdum sine odio, tamquam
do Agustín se da cuenta de ello siente una tremenda ipse homo secum, atque ipsa rarissima dissensione
decepción: un joven como él, dotado de ingenio y de condire consensiones plurimas; docere aliquid invi-
buenas cualidades, ¿no se vería inclinado a destruir su cem, aut discere ab invicem; desiderare absentes cum
porvenir y todas las esperanzas que se habían formado molestia, suscipere venientes cum laetitia: his atque
en torno suyo si seguía siendo esclavo de esta pasión por huiusmodi signis, a corde amantium et redamantium
el circo? Una conversación entre Agustín y Alipio hará procedentibus per os, per linguam, per oculos, et per
que, al menos durante un tiempo, éste renuncie a su es- mille motus gratissimos, quasi fomitibus ánimos con-
túpida pasión. fiare, et ex pluribus unum faceré» (Confes. IV 8, 13).
Agustín siente también sus propias debilidades. Rehu- Sin duda no todos los estudiantes que frecuentaban
sa creer en la eficacia de las prácticas mágicas y se los cursos de Agustín se parecían a estas almas escogidas
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para la amistad. Muchos de entre ellos son perezosos que Su padre fue nombrado prefecto de Iliria. Su tío,
no llegan a interesar la atención del profesor. Otros son anteriormente un rétor de Toulouse, había alcanzado un
los que podríamos llamar «vulgares arribistas» que ven elevado puesto en Constantinopla. Su hijo, Hesperino,
en la retórica un medio de ascender más rápidamente. llegó a ser procónsul en África, el 376, y más tarde pre-
Agustín teme incidentes siempre desagradables: la fecto pretoriano de Italia. Su hijo político, Talasio, fue
licencia de los estudiantes cartagineses desconoce los lí- procónsul de África en 378. He aquí lo que podía hacer
mites de la alegría. La disciplina para ellos es algo in- un rétor de Burdeos en tiempos de Agustín: para sí y
comparable. Sin ninguna autoridad, la banda de estos para su familia.
«gamberros» cartagineses penetra al asalto en la clase Y Ausonio no era el único. Otros, por medio de la
de un maestro del que no son alumnos. Obligan a los de- influencia de Símaco, alcanzaron elevados puestos. El
más a hacer lo mismo, y como son muchos perturban mismo Agustín, gracias a las recomendaciones de Símaco,
el orden establecido con detrimento de los alumnos. Co- se verá elevado al puesto más codiciado: maestro de
meten las mil insolencias con una increíble estupidez y retórica en Milán, sede de la corte imperial.
todos los reglamentos oficiales son incapaces ante los Neoterio, que comenzó su vida como un simple pa-
«derechos de la tradición». sante, llegó a ser prefecto y eventualmente cónsul, gracias
Agustín, cuando era estudiante, no había aceptado al patronazgo de Símaco.
nunca formar parte en estas manifestaciones, que choca- Paladio, que fue a Roma hacia el 378, con la ayuda de
ban plenamente con su delicadeza de espíritu. Ya de pro- Símaco llegó a ser nombrado Magister officiorum.
fesor se ve obligado con frecuencia a soportar los detalles Símaco ayudó a Pacato, que llegó a Roma hacia el 389
de este gamberrismo estudiantil, y experimenta tal dis- y recitó un panegírico ante Teodosio, para ser nombrado
gusto que no hará sino aumentar con los años. procónsul de África en 390.
Agustín se había establecido en Cartago, como pro- Prisciano, Mariniano, Teodoro y su hermano Lampa-
fesor, a finales del año 375 o a principios del 376. Aquí dio alcanzaron importantes puestos gracias a la ayuda
permaneció cerca de ocho años. Tagaste era demasiado de Símaco.
pequeño para él. Además, allí había demasiados recuer- Sin duda alguna que todos estos ejemplos debieron
dos que podían impresionar su exquisita sensibilidad: de pesar grandemente en la mente de Agustín, que pudo
concretamente la muerte de aquel amigo tan querido. pensar igualmente en un puesto de importancia conse-
guido por medio de su carrera como maestro de retórica.
Por eso no es de extrañar que, desde su llegada a Cartago,
EL EJEMPLO DE AUSONIO tratara de distinguirse de sus colegas. Así podemos atis-
bar los sentimientos internos de Agustín. Incluso al tra-
Los éxitos de muchos de sus predecesores y de algu- vés de las frases que ha de escribir más tarde, como
nos de sus contemporáneos podían fomentar sus ilusio- obispo que deplora la vanidad de aquellos años, pode-
nes y sus aspiraciones. Ausonio es en este período un mos descubrir los esfuerzos intelectuales de aquellos días.
ejemplo clarísimo del rétor que conoce los más amplios
No renunciamos a copiar las palabras de Agustín, re-
éxitos. Durante cerca de 30 años este personaje, descen-
lativas a estos sentimientos. Leamos el capítulo 16 del
diente de Burdeos, fue gramático y rétor en su ciudad
libro IV de las Confesiones:
natal. Habiendo llegado a ser tutor de Graciano, alcanzó
altos puestos y ayudó a varios miembros de su familia • «¿Y qué me aprovechaba que en las cercanías de
para llegar a las principales magistraturas del Occidente. mis veinte años, cuando a mis manos vino cierta obra
Ausonio llegó a ser quaestor, prefecto de las Galias, pre- de Aristóteles, que llaman Las diez Categorías, a su
fecto pretoriano y, finalmente, cónsul en 379. sola lectura las hubiera comprendido? A este solo
108 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
MERCADER DE PALABRAS 109
nombre de categorías, cuando el retórico de Cartago, no guardaba para Vos mi fortaleza. Antes, partí lejos
mi maestro, y otros que se tenían por doctos las ci- de Vos a región longincua para malgastarla con las
taban, hinchándose las mejillas con un ventoso y so- rameras de mis apetitos. ¿Qué provecho me repor-
noroso énfasis, yo quedaba arrobado y anhelante, co- taba una cosa buena si no la usaba bien? Yo no me
mo de no sé qué cosa grande y divina. Y como yo percataba de que las artes aquellas eran entendidas
después comunicase esta impresión mía a otros que muy difícilmente por los ingenios más estudiosos y
decían que ellos con harta pena las habían entendido, vivos, sino cuando me esforzaba en exponerlas» (Con-
a pesar de que se las habían explicado maestros eru- fesiones IV 16, 28-31).
ditísimos, no oralmente tan sólo, sino ayudándose con
gran cantidad de figuras que trazaban en el polvo con
su dedo, ninguna otra cosa me pudieron decir que no PREPARACIÓN INTELECTUAL
me hubiese hecho comprender ya mi lectura a solas
en la soledad de mi estudio. No sin cierta complacencia, Agustín nos refiere la
Y asaz claramente aquellas categorías me pare- impresión que sintió al ponerse en contacto con las Ca-
cían hablar de las substancias, como el hombre, y de tegorías de Aristóteles, obra que era considerada muy
lo que hay en las substancias, por ejemplo: la forma difícil de comprender sin la ayuda de un maestro. Agus-
exterior del hombre, su estatura, el número de pies tín aspiraba a ser un hombre no sólo elocuente sino tam-
que mide, su parentesco, cuyo hermano es, en dónde bién instruido en las otras artes. Hemos de admitir que,
está sentado o establecido, o cuándo nació, o si está en general, toda la enseñanza y la instrucción tenía un
en pie o sentado, o calzado o armado, si está activo carácter marcadamente práctico y utilitario.
o si está pasivo, y cualesquiera otras innumerables Vemos hasta qué punto esto era verdad si atendemos
particularidades, de las cuales puse por ejemplo al- a las Saturnália de Macrobio. Los hombres instruidos de
gunas muestras que se hallan en aquellos nueve gé- entonces discuten sobre gramática y sobre las reglas de
neros o en el mismo género de substancia. la retórica hasta edad avanzada.
¿Qué me aprovechaba el que yo, malvado y escla- El efecto de esta fina educación se manifiesta en las
vo de mis malos apetitos, hubiese leído por mí mis- Epístolas —un nuevo género literario, que ya podemos
mo y entendido todos los libros que pude de las artes ver en Platón y en otros— y en los versos ocasionales de
que llaman liberales? Y holgábame con ellos y no la época. No sabemos que Agustín hubiera compuesto
sabía de dónde procedía todo cuanto allí hay de ver- versos en aquella época, como meros cumplimientos de
dadero y de cierto. Tenía las espaldas vueltas a la amistad. Pero en muchas de sus cartas podemos descu-
luz, y la cara a los objetos iluminados; por ende, mi brir este afán de complacer los gustos de sus amigos, y
rostro mismo, con que contemplaba lo iluminado, no vemos también las huellas de esta formación y compo-
se iluminaba. Todo cuanto entendí sin gran dificultad sición retórica. En efecto, en varias de sus cartas no es
y sin explicación de ningún hombre del arte de hablar difícil descubrir un exagerado formalismo y un mero
y de discutir, todo lo que entendí de Geometría, de cumplimiento retórico, aunque hemos de distinguir cla-
Música, de números, Vos lo sabéis, Señor Dios mío, ramente esta formación retórica de Agustín en compa-
porque la rapidez y penetrante agudeza del entendi- ración con el excesivo formalismo de sus contemporáneos.
miento es don vuestro.
Mas no por ello yo os sacrificaba sacrificio de
alabanza. Por manera que me servía no tanto para
utilidad como para pérdida, porque tan buena parte
de mi herencia me afané por tenerla en mi poder y
110 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
MERCADER DE PALABRAS 111
Lo que le atrae hacia el maniqueísmo es el deseo de cuerpo real, no pudo morir sino en apariencia, y en con-
la verdad y de la certeza. Los maniqueos le han prome- secuencia no pudo resucitar.
tido la verdad, y le han prometido también demostra- Poco a poco Agustín va notando que el sistema ma-
ciones claras y decisivas en torno a todos los problemas. niqueo se resiente en sus mismas bases. Discute con sus
Cuanto más reflexiona, más claro ve que estas promesas discípulos, y Nebridio no tiene reparo en expresar cuan-
no han sido cumplidas y que no pueden realizarse. to siente acerca de los maniqueos. Asiste a las conferen-
Se siente siempre atraído hacia el estudio de los as- cias públicas y constata la debilidad de los argumentos
tros. Si cree casi ciegamente en las predicciones de los y la futilidad de las respuestas de sus correligionarios.
astrólogos, no por eso deja de estudiar los tratados cien- Más tarde Agustín se enfrentará, finalmente, con la
tíficos. Sabe que los astrólogos, o mejor, los astrónomos santidad de los miembros que profesan el maniqueísmo.
han descubierto un buen número de secretos; que anun- Si éstos llevan realmente una vida moral irreprochable,
cian con varios años de anticipación los eclipses de sol es indicio de que la doctrina que profesan es verdadera.
y de la luna, el día, la hora, etc. Sus cálculos no se equi- Pero pronto se convence de lo contrario. Ve que sus
vocan jamás. correligionarios qLie se precian de ser virtuosos no dejan
Cuando compara estas predicciones exactas con las de ser unos meros hipócritas. Beben vino, comen carne,
declaraciones de Mani, no puede por menos de ver que asisten a los baños, como todos los demás hombres, a
en éstas no hay sino prolijas extravagancias que nada pesar de las prohibiciones más absolutas. Incluso no fal-
tienen de verdad. Se le ordena creer, pero la creencia tan casos de maniqueos que han seducido a mujeres ca-
que se le impone no concuerda con los cálculos metó- sadas, con graves escándalos de los oyentes.
dicos que confirma el testimonio de sus ojos. En el De moribus Manichaeorum, se nos cuenta una
escena a este propósito. Fue tal el escándalo, que Agustín
Muy pronto Agustín descubre otras dificultades. El
creyó en conciencia deber quejarse a la jerarquía. Pero
maniqueísmo prohibe matar los animales. Agustín toma
no consiguió nada ya que nadie qiiiso intervenir en el
tan en serio esta prohibición que cree debe aplicarse
asunto. No pudo por menos de sentirse defraudado de
también a las moscas. Se le responde que sólo ha de
la seriedad doctrinal del maniqueísmo. El mismo nos dirá
entenderse cuando se trata de animales mayores. ¿ Dónde
que nunca fue un maniqueo convencido. Por una parte,
ha de fijarse el límite o tamaño de los animales? De la
si los jefes de la secta, a causa de la penetrante inteli-
pulga que molesta se pasa fácilmente a la mosca; más
gencia de Agustín, no querían encontrarse con un enemi-
tarde al ratón, a la rata, e insensiblemente se llega hasta
go de su talla, y dudaban admitirlo entre el número de
los elefantes. Los maniqueos prohiben a sus elegidos que
los elegidos, Agustín por otro lado no quería sufrir la
beban vino, pero no ven inconveniente en que coman las
imposición de un yugo dogmático, sin haberlo antes ex-
uvas... Agustín se burlará de los maniqueos, tal vez con
perimentado a la luz de la razón. Sediento de verdad,
una ironía demasiado fácil ya que escribe la obra De
se acercaba a la fuente de los maniqueos donde éstos ha-
moribus Manichaeorum cuando ya ha encontrado la fe
bían escondido el veneno de sus errores.
católica; pero no es difícil descubrir su angustia cuando
él mismo se siente a disgusto con las creencias ma- Cuando consultó sus dudas con los jefes de la secta,
raqueas. éstos le remitieron a un famoso maniqueo, que pasaba
por el más sabio entre ellos. Se trataba de un cierto
Los maniqueos celebran solemnemente el aniversario Fausto, obispo maniqueo, que era el oráculo al cual nada
de la muerte de Mani, mientras que pasa inadvertida la se ocultaba, y ante quien todos los argumentos se redu-
fiesta de Pascua que coincide por aquellos mismos días. cían a la nada. Era preciso, pues, esperar a Fausto, ya
Se le responde que la muerte de Mani fue una muerte que estaba ausente de Cartago.
real, mientras que Cristo, por no haber tenido nunca un
114 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA MERCADER DE PALABRAS 115
FAUSTO, EL GÁRRULO ESCANCIADOR blemas que me preocupaban, en conferencia familiar,
oyendo y contestando a mi vez. Por fin pude hacerlo.
Agustín se sentía miserable y pobre, ya que nadie po- Y con unos amigos míos comencé a ocupar sus oídos
día aliviarle con la limosna de la verdad que él deman- en ocasión en que no era demasiado desproporcionada
daba por doquier. Por fin, llegó Fausto, que era esperado la disputa, en plano de igualdad. Le propuse algunas
como un verdadero mesías. Pero la desilusión de Agustín dificultades que me preocupaban. Y de antuvión me
fue grandísima cuando se vio enfrente de aquel pontífice encontré con un hombre ayuno de toda arte liberal,
del maniqueísmo, ante aquel oráculo que en realidad salvo de la Gramática, de que tenía un conocimiento
era un ignorante y sólo poseía la facilidad de la palabra. harto vulgar. Y porque había leído algunas oraciones
He aquí lo que él mismo nos refiere de este encuentro. de Tulio y unos, muy pocos, libros de Séneca, y algu-
Leamos todo el capítulo 6 del libro V de las Confesiones. nos trozos de los poetas y unos menguados volúmenes
de su secta, escritos en latín atildado, y por el coti-
® «Con el más desalado deseo esperaba la venida de diano ejercicio de hablar, de ahí provenía una cierta
Fausto, pues todos los otros correligionarios con quie- fertilidad de lenguaje, que cobraba mayor agrado y
nes acaso topaba, al fracasar en la respuesta de las seducción por el señorío con que gobernaba su talento
objeciones que yo les oponía, me lo auguraban y pro- y por cierta gracia y donaire nativos.
metían tal, que, a su sola llegada y apenas iniciada la
Desde que yo descubrí asaz claramente que aquel
conferencia, con suma facilidad explicaría y soltaría
hombre era ignaro de aquellas artes en que yo lo cre-
expeditivamente todas aquellas dificultades y aun otras
yera excelente, empecé a perder la esperanza de que
mayores si se las propusiese.
él me pudiese aclarar y desenredar los problemas que
Llegó, por fin. Hállele hombre agradable, de hechi- eran mi preocupación. Ignorante y todo, harto pudiera
cera conversación, garlando con mayor dulzura que poseer la verdad de la piedad, con la condición de que
los otros aquellos mismos errores que todos suelen . no fuese maniqueo. Los libros de ellos, sin duda, están
decir. Pero, ¿qué era para mi sed aquel magnífico llenos de fábulas interminables acerca del cielo, los
escanciador de copas preciosas? Ya de tales blanduras astros, el sol y la luna, las cuales ya no pensaba yo
tenía mis orejas acolchadas y no se me antojaban me- que fuera él capaz de explicármelas con precisión y
jores por ser mejor dichas, ni más verdaderas por ser sutileza, como era mi deseo» (Conf. V 6, 10-11).
más elocuentes, ni más sabia el alma por ser más ex-
presivo el rostro y más pulida la elocuencia. Aquellos
que me infundieron tantas esperanzas de su venida no DESENGAÑO Y SOLEDAD
eran buenos catadores, puesto que les parecía avisa-
do y sabio, no más de que los deleitaba su parla. El desengaño de Agustín no pudo ser más grande. Y
De manera que aquella avidez con que durante junto al desengaño un sentimiento de aislamiento. El
tanto tiempo había esperado a aquel hombre se com- cristianismo ha comenzado a interesarle cada vez más.
placía, vivamente por cierto, en la animación apasio- Sin duda el sentimiento de verse solo, aislado, en un
nada que aportaba a la discusión, en la feliz elección grupo muy reducido debió de pesar enormemente en los
de las palabras justas, que se le ofrecían fácilmente sentimientos de Agustín. El y sus amigos formaban un
para vestir las sentencias. Yo estaba encantado con él, grupito en medio de una inmensa población que no se
y como otros muchos y con más entusiasmo que mu- interesaba para nada en sus asuntos. Si él fuera cristiano
chos le alababa y le encarecía; pero me causaba mo- y mientras se sintiera fuerte en la fe, podía creerse feliz
lestia que en el ruedo de los que le escuchaban no se de pertenecer a una pequeña minoría. Este sentimiento
me diese lugar para intervenir y proponerle los pro- lo podemos descubrir en los primeros libros de Agustín.
116 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
a su madre. No podemos adivinar qué es lo que pudo clandestinamente y ella se quedó orando y llorando.
mover a Agustín a portarse de este modo con su madre ¿Y qué os pedía a Vos, Dios mío, con tantas lágri-
y con su amigo Romaniano a los que, cada uno en su mas, sino que no me dejaseis embarcar? Pero Vos, con
estilo, tanto debía. profundo consejo y oyendo la esencia de su deseo, no
Se nos antoja que sintiera efectivamente la necesidad curasteis entonces de lo que os pedía para obrar en
de escapar de todos y de todo cuanto pudiera tener algu- mí aquello que siempre os pedía.
na relación consigo mismo. Sentía la necesidad de una Sopló el viento e hinchó nuestras velas y sustrajo
libertad total en un nuevo país. Uno tiene la impresión a nuestra vista la ribera, en la que ella al amanecer
de que Agustín se siente como sofocado por el ambiente se volvía loca de dolor y con gemidos y quejas llenaba
de Cartago, y como si necesitara volar. Su marcha apa- vuestros oídos. Y Vos desdeñabais estos dolorosos
rece impuesta por algo que estaba sobre él. Ha comen- extremos, al mismo tiempo que me llevabais arrebata-
zado en el interior de Agustín la gran batalla para ser do por mis malos apetitos y castigabais aquel carnal
dueño de sí mismo. Un nuevo período de la vida va a deseo mío con justo azote de dolores. Pues ella ama-
comenzar en el momento en que Agustín arriba a la ba, como aman las madres, mi presencia cabe sí, pero
ciudad de Roma. con mayor intensidad que muchas. Y no sabía la
Su marcha parece recordarnos la escena de Dido y de cuitada qué gran muchedumbre de gozos habíais de
Eneas, o la escena de Ariadna y de Teseo. Su misma des- proporcionarle por mi amarga ausencia. No lo sabía,
cripción en las Confesiones pudiera permitirnos este y por eso lloraba y se lamentaba. Y por aquellas tor-
recuerdo, pero preferimos tomarlo como algo que su- turas mostrábase en ella la herencia y las reliquias
cede realmente a Agustín, precisamente en aquellos días: de Eva, buscando con gemido a quien pariera con ge-
midos. Por fin, después de haberme acusado de falacia
• «Pero Vos sabíais, Señor, por qué yo partía de Car- y de crueldad, ella se volvió otra vez a su tierra, y a
tago y marchaba a Roma, y no lo dabais a entender su usada oración por mí a Vos, y yo seguí mi viaje
ni a mí ni a mi madre, que lloró atrozmente mi par- a Roma» (Confesiones V 8, 15).
tida y desolada me siguió hasta el mar. Pero la en-
gañé, asida a mí con violencia, por retenerme o por
embarcarse conmigo, y fingí que no quería abandonar A LA VISTA, ROMA
a un amigo, en espera de viento favorable para la na-
vegación. Y mentí a mi madre, a aquella madre, y me En cuanto Agustín desembarcó en Ostia, en el otoño
descabullí. Porque también esto misericordiosamente del 383, debió de enfrentarse con la ciudad de las siete
me lo habéis perdonado, lleno como estaba de abomi- colinas, con aquella multitud de templos que se elevaban
nables suciedades, salvándome de las aguas del mar sobre las casas y sin duda debió de sentirse cautivado por
hasta que llegase el agua de vuestra gracia, para que el Capitolio y el Foro. Aquí había estado el centro de la
lavado con ella se enjugasen los ríos de los ojos ma- civilización en la que se había educado. Aquí estaba el
ternales. Con ellos cada día mi pobre madre arroyaba corazón —umbillicus orbis— de aquel poderoso imperio
por mí la tierra en que se postraba en oración ante al que se sentía tan dispuesto a servir.
vuestro rostro. A medida que se acercaba a la ciudad, debió de sen-
Y con todo esto, como ella se negase a volverse tir el mismo estremecimiento que sentimos todos cuando
sin mí, a duras penas pude convencerla que se que- vemos con nuestros propios ojos y palpamos con nues-
dase a hacer vela aquella noche en una capilla, pró- tras manos o nuestros pies los lugares que hemos cono-
xima a nuestra nave, levantada en memoria del bien- cido en nuestros estudios y en nuestras lecturas. Agustín
aventurado Cipriano. Aquella misma noche yo partí podía imaginar con toda sencillez a Cicerón paseando
120 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA VIAJE A ITALIA 121
ante el Senado, o a César como Pontifex Máximas entre- o desistió de hacer ningún progreso, sino que se mostró
gado a los ritos religiosos. descuidado. Su juicio acerca de la conducta de sus corre-
Muy pronto la vida agitada de la Roma de entonces ligionarios se ha agudizado sobremanera, y en Roma
debió devolverle a sus cavilaciones. Incluso en nuestros encontró razones para verse sorprendido. Sobre todo
tiempos, cuando vemos grandes extensiones de ciudades un caso le impresionó y le disgustó muchísimo.
antiguas que se alzan como un oasis en el pasado, el vi- Corrió el rumor de que un novicio, al servicio del
sitante muy pronto se siente absorto en la vida cotidiana Electo, cuyo deber era consumir las ofrendas que el Elec-
del pueblo que le rodea. ¡ Cuánto más debió pasar esto to no pudo terminar de comer, llegó a dilatar de tal
en la mente de Agustín cuando el pasado no estaba tan modo su estómago en el cumplimiento de su deber que
marcado ni tan separado del presente! reventó y murió de una manera trágica. Agustín creyó
muy difícilmente esta historia. Pero comprendió que era
A poco de llegar a Roma, se sintió gravemente enfer- un sacrilegio comer el excedente de los sacrificios, que
mo y se creyó en inminente peligro de muerte. No soli- podía ser consumido de otra forma.
citó el bautismo. Esto habría supuesto para él un grave
embarazo ya que estaba alojado en casa de un maniqueo, Podemos presumir que el período maniqueo de Agus-
auditor, como él, y que estaba en comunicación con algu- tín comienza a decaer rápidamente en el año 384, es decir
nos de los elegidos e incluso con el obispo maniqueo. Por cuando contaba 30 años de edad, después de haber sido
todo esto Agustín no sintió deseo alguno de abrazar el miembro de la secta durante 10 años, más o menos.
cristianismo, aunque en realidad ya estuviera un poco de Hay hombres que, habiendo empleado las primicias
vuelta del maniqueísmo. de su vida en el seno de una sociedad religiosa, el ma-
Los miembros de la secta le recibieron sin dificulta- niqueísmo por ejemplo, y habiéndose separado más tarde
des. Le dieron todas las facilidades y le ayudaron cuanto de sus correligionarios, nunca recuperan, a partir de
pudieron en el ejercicio de su profesión. Cuando se re- aquella primera experiencia, la felicidad que siempre bus-
puso de la enfermedad, con la ayuda de los maniqueos caron. Sus vidas en lo sucesivo se muestran inertes y sin
abrió una escuela de retórica en la ciudad donde Cicerón un interés especial. Agustín no era del número de éstos.
había pronunciado sus discursos. Hemos visto que Agustín se convirtió al maniqueís-
Desgraciadamente su experiencia con los estudiantes mo por razones aparentemente buenas, y luego poco a
romanos no fue mucho más afortunada que con los de poco se apartó de la secta por motivos en apariencia
Cartago. En Cartago eran unos «gamberros», para em- mejores. Hubo momentos críticos al principio y especial-
plear un término actual. En Roma los estudiantes acos- mente al final, pero fundamentalmente no hay nada ex-
tumbraban a no pagar a sus maestros. Y cuando llegaba traño ni inexplicable en la aceptación o renuncia del
la hora de pagar los honorarios de las lecciones, se mar- maniqueísmo.
chaban a otro. Agustín o sus amigos habrían encontrado,
sin duda, un remedio para arreglar esta situación anó-
mala. Pero como tan sólo permaneció un año, no se HUELLAS DEL MANIQUEÍSMO
preocupó demasiado, o no logró dar con el resultado.
Sería un error pensar que el maniqueísmo no dejó
huellas en su alma. No hemos de exagerar la metáfora
CRISIS MANIQUEA de la capa que todo lo tapa, aunque por dentro se sigue
siendo lo mismo. Los hombres llevan dentro de sí mis-
Entretanto su entrega al maniqueísmo fue decayendo mos las marcas de sus experiencias previas. ¿Quién no
cada vez más. En efecto, a la sazón no sólo desesperó recuerda de alguna persona, de alguno de sus amigos
122 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA VIAJE A ITALIA 123
que lleva un algo, en su rostro, en su conversación, en turis proferret, quibus resisti non facile posset, et
su porte, de su pasado? imbecillia mihi responsio videbatur istorum» (Confe-
Y esto constituye solamente un aspecto, diríamos ex- siones V 11, 1).
terno, de las impresiones que han calado en lo más pro- A la sazón Agustín sintió la necesidad de un guía
fundo del espíritu. Algunos han afirmado que Agustín experto, como más tarde lo será Ambrosio con sus ser-
no cesó nunca de ser maniqueo. Hasta cierto punto, esto mones. El interés por san Ambrosio no se puede explicar
pudiera ser verdad. Los problemas que él escoge, y sobre solamente por los atractivos de su elocuencia. Sus pala-
todo el método de enfocarlos nos revela las huellas pro- bras se grabaron en la mente de Agustín, que deseaba ser
fundas que el maniqueísmo dejó en su alma. No en vano impresionado. Sin embargo, las nociones de la enseñanza
estuvo afiliado a la secta durante 10 años, en una época cristiana, derivada en gran parte del maniqueísmo, fueron
en que las huellas son más firmes. tales que los deseos de consultar a un cristiano experto,
Agustín había abrazado el maniqueísmo con un gran que puede ser tan significativo para nosotros, se reduje-
optimismo y una amplia generosidad. Le había dado to- ron a un simple capricho.
das las posibilidades para ser cogido y ganado a su cau-
sa. En su desilusión, ¿qué cosa más natural que volver
a pensar en los temas de la religión en que había sido CRISTIANISMO Y ESCEPTICISMO
educado en su niñez, y al mismo tiempo abrazar una
actitud de escepticismo a ultranza en todo lo que se refe- Quizás su misma venida a Roma, junto con su actitud
ría a la religión y a la filosofía? en desacuerdo con el maniqueísmo, provocó en su al-
Tenemos el testimonio de sus Confesiones, que nos ma una especie de escepticismo. Cuando nuestro joven
dicen que en este tiempo Agustín se vio entre estos dos pensaba en Cicerón y en el problema del mal, y en el
frentes. Difícilmente habría podido estar en Roma por problema de la verdad, pudo muy bien pensar en el Hor-
mucho tiempo sin enfrentarse con las evidencias de aquel tensias y en la exhortación a descubrir la verdad; pero
cristianismo en que había sido criado. Dondequiera que conociendo a Cicerón como él lo conocía, terminó por
iba, se encontraba con el recuerdo de los mártires del pensar en las Académica y en la declaración de que la
pasado y la autoridad del presente. Recordemos que ya verdad no puede ser encontrada:
Helpidio le había colocado ante la posibilidad de defen- • «Etenim suborta est etiam mihi cogitatio, pruden-
der las Divinas Escrituras. tiores ceteris fuisse illos philosophos quos Académi-
Podemos estar seguros de que Mónica se dio cuenta cos appellant, quod de ómnibus dubitandum esse cen-
perfecta del profundo cambio que se estaba operando en suerant, nec aliquid veri ab homine deprehendi possé
el alma de su hijo y redobló sus oraciones para poder decreverant. Ita enim et mihi liquido sensisse vide-
estar junto con él. Ahora en Roma Agustín siente, según bantur, ut vulgo habentur, etiam illorum intentionem
nos confiesa él mismo, el deseo de consultar con alguno nondum intelligenti» (Confesiones V 10, 19).
de los cristianos instruidos en las Escrituras:
Si sus preocupaciones con los Académicos, inmedia-
• «Deinde, quae illi in Scripturis tuis reprehenderant, tamente después de su conversión en el otoño del 386,
defendí posse non existimabam: sed aliquando sane son bien significativas, hemos de pensar que él pesó sus
cupiebam cum aliquo illorum librorum doctissimo argumentos durante su estancia en Roma, dos años antes.
conferre singula, et experiri quid inde sentiret. Iam Al final de su vida, al escribir sus Retractationes, nos
enim Helpidii cuiusdam, adversus eosdem Manichaeos declara la finalidad de su obra Contra Académicos, que
coram loquentis et disserentis, sermones, etiam apud no es otra que analizar los argumentos de los Académi-
Carthaginem moveré me coeperat, cum talia de Scrip- cos con todo el rigor de su inteligencia, ya que esos filó-
124 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA VIAJE A ITALIA 125
sofos producen en la mente de muchos la sensación de sus contemporáneos. Su educación retórica y sus preocu-
no poder encontrar la verdad. Esos argumentos habían paciones por la dialéctica le han alejado, o al menos dis-
también preocupado profundamente a Agustín mientras traído, de otras cuestiones más fundamentales en torno
estaba en Roma. a la epistemología, por ejemplo.
Al mismo tiempo, esas preocupaciones le han inmu-
nizado contra los ataques más profundos que pudieran
LA ACADEMIA NUEVA dirigirse contra él. Agustín nunca podrá ser un escéptico
como nunca podrá ser considerado como un filósofo de
La Antigua Academia, como suele suceder con otros profesión. Su fuerte será la religión, y no la filosofía. Su
movimientos similares, dio origen a la que se llamó Aca- manera de escepticismo fuy muy fugaz.
demia Nueva, pasando antes por la Academia Media o Externamente Agustín seguía siendo un maniqueo,
Segunda Academia. Es decir: Platón puede considerarse viviendo con los maniqueos en gran amistad. El mismo
el precursor de la Academia de Carnéades, o Academia nos dirá:
Nueva, que es la que profesará Cicerón al menos durante
algún tiempo, y que será la que defienda el orador ro- e «Amicitia tamen eorum familiarius utebar, quam
mano en su obra Académica, considerada posiblemente co- ceterorum hominum, qui in illa haeresi non fuissent.
mo una autodefensa de su postura ante el Academicismo Nec eam defendebam prístina animositate: sed ta-
de entonces entendido como sistema filosófico. La in- men familiaritas eorum (plures enim eos Roma occul-
fluencia de esta Nueva Academia, de Carnéades, persis- tabat) pigrius me faciebat aliud quaerere: praesertim
tirá espasmódicamente hasta finales del siglo iv y prin- desperantem, in ecclesia tua, Domine caeli et terrae,
cipios del V. creator omnium visibilium et invisibilium... Cum enim
La postura de Agustín, en Contra Académicos, está conaretur animus meus recurrere in catholicam fidem,
dirigida sobre todo contra Cicerón tal como se expresa repercutiebar; quia non erat catholica fides, quam
en su obra Académica. Cuando Agustín refuta las con- esse arbitrabar» (Confesiones V 10, 19-20).
clusiones de Cicerón, el uño 386, se encuentra en una po-
sición veniajosa. El platonieisino o neoplatonicismo le LAS LECCIONES DE ROMA
ha convencido de que el conocimiento de los sentidos
no es un conocimiento, y el único conocimiento que me-
rece el nombre de tal, el conocimiento intelectual, es La experiencia de la vida de Roma, aun dentro de
independiente de los sentidos al menos en sus operacio- la brevedad de su permanencia allí, debió de producir
nes más elevadas. una impresión profunda. Ya hemos hablado del cambio
operado en su espíritu en lo que se refiere a sus contactos
En consecuencia la postura de los Académicos con- con el escepticismo. Si la ciudad maravillosa se extendía
tra el conocimiento, como quiera que se dirigen contra ante la vista estupefacta del joven en un derroche de
el conocimiento que se deriva de los sentidos, se convierte arte, el movimiento de la vida cultural y religioso debió
en algo sin importancia. Agustín ha aprendido que Cristo impresionarle tremendamente. Las polémicas se sucedían
es la verdad. Aceptar a Cristo es poseer toda la verdad. sin cesar, y su espíritu númida, inquieto y apasionado,
Dejamos para más tarde la exposición más completa se vio cautivado, en la medida que su pensamiento estaba
de la postura de Agustín contra los Académicos. Lo que vacío de un sólido contenido espiritual.
sí podemos decir, a la vista de los argumentos que ex- Por los años 384 Roma se veía presa de una profunda
pone en Contra Académicos, es que Agustín por el año agitación producida, dos años antes, en el senado y en
386, y con más razón el año 384, no era un filósofo serio, la opinión pública pagana, por el emperador Graciano,
aunque pueda considerarse como tal en comparación con que por medio de una serie de leyes inexorables había
126 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA VIAJE A ITALIA 127
ordenado la supresión del ara de la Victoria, uno de los tes. Entre los paganos y los herejes era más fácil enten-
más venerables símbolos del paganismo que estaba para derse que entre los paganos y los cristianos.
morir, en el aula senatorial. Al mismo tiempo ordenó la Pero aparte de estas razones, puramente externas y
abolición de las rentas que se entregaban a las vestales religiosas, Símaco tenía otra razón para acoger la soli-
y a los otros cuerpos sacerdotales de Roma. Casi con se- citud de Agustín y la recomendación de los maniqueos.
guridad, entonces oyó Agustín por primera vez hablar Símaco había sido procónsul en Cartago y debía de haber
del gran Ambrosio, el famoso obispo milanés, al que conservado de su larga permanencia en África un grato
tanto atacaban los paganos. recuerdo y un cierto sentido de gratitud para sus anti-
En vano la mayoría pagana del senado, con Símaco guos administrados. Símaco presentó a Agustín un tema
a la cabeza, enviaba repetidas embajadas a la corte im- de elocuencia para hacerse una idea de la capacidad
perial de Milán, con encargo de defender el culto de la intelectual del joven. Como la prueba le satisfizo, le asig-
Victoria. La corte resistía, y el cristianismo triunfaba. nó la cátedra de Milán.
Las señales de este triunfo aparecieron claras sobre todo ¡ Ironía de la fortuna o, mejor, trazas del gobierno
en Roma, el año 384, cuando Agustín se dedicaba a la divino! El defensor de las viejas divinidades romanas
enseñanza privada. Ambrosio en Milán y Dámaso en Ro- no podía sospechar que aquel joven profesor de retórica,
ma, son los dos hombres que en la segunda mitad del de quien apenas sabía el nombre y poco más, sería un
siglo iv trabajaron con más entusiasmo en la definitiva día una de las columnas más firmes de la Iglesia de
sistematización del edificio católico. Cristo.
La vida católica de Roma, y la potencia que demos-
traban sus hombres debió de impresionar con viveza
la mente de Agustín. Pero no era bastante la impresión
puramente espiritual. El profesor de retórica en Roma
necesitaba vivir, y en la capital la vida se le hacía casi
imposible, ya que sus alumnos no le pagaban las lec-
ciones. Por eso sintió una gran alegría cuando se enteró
de que en Milán estaba vacante la cátedra de elocuencia.
Los magistrados de la ciudad milanesa se habían di-
rigido a Quinto Aurelio Símaco, uno de los más grandes
oradores del siglo, uno de los más acérrimos defensores
del paganismo, y a la sazón prefecto de la ciudad de
Roma, para pedirle escogiera, de entre los jóvenes maes-
tros que él conocía, el que creyera más apto para des-
empeñar la cátedra.
Agustín se hizo inscribir entre los aspirantes. Agustín
sabía que no era suficiente la ciencia, sino que también
las recomendaciones podían ser valiosas. Y se aprovechó
de la amistad que todavía conservaba con la comunidad
maniquea de Roma. De su parte los maniqueos ayudaron
con todo celo al joven maestro africano. Lo presentaron
al prefecto Símaco que, con toda probabilidad, era el
presidente del tribunal que debía juzgar de los aspiran-
Palabras de Agustín
tirem miseriam meam die illo, quo cum pararem reci- mayoría pagana del senado de Roma; y presentándose
tare imperatori laudes, quibus plura mentirer, et ante el trono de Valentiniano II, le había demandado, con
mentienti faveretur ab scientibus, easque curas anhe- una relación que ha pasado a la historia —Relatio Sym-
laret cor meum, et cogitationum tabificarum febribus machi— la revocación de los edictos del soberano ase-
aestuaret» (Confesiones VI 6, 9). sinado.
Pero a la sazón tiempos tristes se cernían sobre la Esto comportaba necesariamente el restablecimiento
ciudad de Milán. Pudo ahondar en las impresiones que del altar de la Victoria, y la restitución de los bienes a
había recibido en Roma sobre la pobreza del clero cató- las Vestales y al cuerpo sacerdotal, que antes se había
lico. Esta vez Agustín se encontraba precisamente en la visto privado de las rentas. La relación de Símaco había
sede episcopal de aquel famoso Ambrosio, cuyo nombre impresionado vivamente el alma del Consejo imperial,
había llegado hasta sus oídos durante el año que perma- y se estaba ya deliberando de acuerdo con los deseos
neció en Roma. del Senado. Pero he aquí que de repente se presenta Am-
brosio y sabedor de la solicitud de Símaco refuta con su
admirable elocuencia y con tal fuerza dialéctica los ar-
AMBROSIO DE MILÁN gumentos del adversario, que la Corte Imperial se decide
contra la relación de Símaco. Fue un verdadero triunfo
Hijo del Prefecto del pretorio de las Galias, y nombra- para san Ambrosio.
do inesperadamente obispo, cuando era Gobernador de
Poco después, otro acontecimiento estrepitoso iba a
la provincia de Emilia y de Liguria, Ambrosio era la más
turbar durante algún tiempo la paz del pueblo milanés,
alta autoridad eclesiástica y, desde ciertos puntos de
y al mismo tiempo iba a contribuir a la mayor gloria
vista, una verdadera potencia política, en la metrópoli
del obispo. El partido arriano, que carecía de una iglesia
lombarda. Defensor incansable de los débiles y de los
para el ejercicio de su culto, había inducido a la Empe-
oprimidos, custodio celoso y batallador de los intereses
ratriz Justina a exigir del obispo católico la entrega de
de su iglesia y de su fe, hacía sentir en todos y en todo
una de sus basílicas. Ambrosio no era un hombre que
el peso de su propia autoridad.
se dejara fácilmente convencer ante imposiciones de ese
Pocos hombres poseyeron un sentimiento tan vivo de género, imposiciones hechas en nombre de una comuni-
la justicia. El pueblo lo adoraba, y todos se sentían pres- dad herética, por un poder que él proclamaba depen-
tos a morir antes que permitir que nadie le causara el diente de la autoridad religiosa.
menor desafuero. El joven profesor, recién llegado, no
podía desconocer todo esto. Las virtudes del ilustre obis- A las exhortaciones, a las amenazas respondió con
po estaban en la boca de todos los milaneses. Sus adver- una indomable firmeza: que ninguna basílica sería entre-
sarios, en un número muy reducido, hablaban para de- gada a los herejes. El pueblo, como un solo hombre, se
nigrarle, mientras que la inmensa mayoría celebraba por reunía unánime y presto a todo en torno a su pastor, de-
doquier sus alabanzas. terminando, en el conflicto de los dos poderes, la inven-
cible superioridad de la autoridad y dignidad sacerdotal.
Al poco tiempo de llegar a Milán, Agustín se vio sor- Los triunfos de Ambrosio eran siempre ruidosos, y llega-
prendido por una áspera polémica. Aquel mismo Símaco, ban a oídos de todos, incluso a oídos de los bárbaros.
que le había declarado vencedor en el concurso para la Agustín no pudo por menos de sentirse subyugado por el
cátedra milanesa, aprovechando la ausencia de Ambro- atractivo de aquel nombre.
sio, que había sido enviado después de la muerte de
Graciano a Tréveris ante la corte del usurpador Máximo, La impresión de Agustín debió ser muy grande. Cuan-
para patrocinar la causa del hijo menor de la Emperatriz do nos cuenta su venida a Milán, Agustín dice sencilla-
Justina, se había puesto al frente de una legación de la mente: «Et veni Mediolanum ad Ambrosium episcopum,
in optimis notum orbi terrae, pium cultorem tuum» (Con-
DE ROMA A MILÁN 133
132 US TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
festones V 13, 23). ¿Hemos de admitir que Ambrosio do- Estos cristianos pudieron pensar que Agustín había
minó desde el principio la vida de Agustín? Agustín fre- atravesado una grave crisis y que luego se convertiría
cuentemente se refiere a Ambrosio como a uno de los al cristianismo. Tampoco es difícil que Ménica hubiera
principales instrumentos humanos en su conversión, hablado con el clero de Roma y le hubiera pedido vigilar
mientras que al mismo tiempo no se ve con toda cla- a su hijo que demostraba una actitud favorable frente al
ridad que tuviera unas relaciones muy íntimas y cordia- cristianismo. Sea de esto lo que fuera, lo cierto es que
les con el obispo de Milán. Los sabios se han propuesto Ambrosio dio una bienvenida cordial a Agustín.
el problema de la influencia exacta de Ambrosio sobre
Agustín.
LOS SERMONES DEL OBISPO
La exposición que hacía san Ambrosio de la Escritura neoplatonismo, independientemente del cristianismo y,
era del todo diferente a la que Agustín esperaba, según después de algún intervalo, por el cristianismo. Se nos
lo que los maniqueos le habían enseñado. La explicación antoja que la influencia y la presencia del neoplato-
de san Ambrosio se imponía enteramente a la inteligen- nismo y del cristianismo en la mente de Agustín se realizó
cia. Se podía muy bien ser cristiano sin cesar por ello al mismo tiempo, en virtud de la predicación de Ambro-
de servirse de la razón y de la inteligencia para la com- sio que, si exponía la doctrina cristiana, lo hacía también
prensión de las verdades de la fe. Agustín se vio particu- al mismo tiempo con unos matices y unas ideas que muy
larmente impresionado con la explicación figurativa que bien podríamos considerar como neoplatónico-cristianas.
hacía Ambrosio de muchos lugares del Antiguo Testa- Por supuesto, como suele suceder siempre en las tesis
mento. o hipótesis muy agudas, la opinión de Courcelle ha en-
contrado sus adversarios. Concretamente Theiler que re-
• «Y con gran contento oía a Ambrosio proclamar en chaza casi por completo los puntos del autor francés.
sus sermones al pueblo, como una regla recomendada No es de este lugar analizar los argumentos que susten-
con muy ahincada insistencia: La letra mata, el espí- tan estas opiniones contrarias. Bástenos saber, de mo-
ritu vivifica, y declarar, espiritualmente levantando el mento, que Ambrosio influyó enormemente en la conver-
velo místico, aquellos pasajes que, entendidos a la sión de Agustín. En su interior se iba librando una lucha
letra, parecían enseñar el error, los cuales así expla- de dudas y de dificultades, alimentadas por las predica-
nados nada decían que me lastimase, siquiera dijesen ciones de Ambrosio, que iban preparando el camino a
cosas que todavía ignoraba yo, si eran verdaderas» la escena del jardín de Milán, donde efectivamente se
(Confesiones VI 4, 6). completó la conversión de nuestro santo.
Los grandes especialistas de san Agustín y de san
Ambrosio han llegado a precisar cuáles fueron los sermo-
nes que Agustín oyó cuando asistió a escuchar a Ambro- LLEGA MONICA
sio. Han visto en los sermones de Ambrosio de esta época
una marcada influencia de las Enéadas de Plotino, y al Mónica llega a Milán en el verano del 385. Al momento
mismo tiempo una admirable síntesis del cristianismo descubre que dos de sus ejercicios religiosos no se prac-
y del neo-platonismo. ticaban en la diócesis de Ambrosio. Se trataba del ayuno
Agustín al escuchar estas explicaciones de Ambrosio, del sábado y de la costumbre de llevar pan y vino a las
se vio profundamente influido por esta síntesis de cris- tumbas de los mártires. Mónica tendrá sumo interés en
tianismo y neo-platonismo y se convirtió en un neopla- que sea Agustín el que pregunte a Ambrosio sobre estos
tónico-cristiano. Así pudo verse muy cerca de Manlio dos puntos. No sabemos si Agustín propuso estas dos
Teodoro, un distinguido laico cristiano-neoplatónico. Y cosas a la vez, ni si lo hizo después de uno de sus sermo-
Agustín consultó sus dudas con el anciano sacerdote Sim- nes o en audiencia privada.
pliciano, otro neoplatónico-cristiano, que puso a Agustín
en contacto con el neoplatonismo. GRANDES SUCESOS
De acuerdo con esta teoría —que tiene su fundamento
en la seriedad de Courcelle, que puede considerarse como De todos modos, los dos personajes conservaron siem-
uno de los más finos especialistas de san Agustín y de pre una buena amistad. Agustín no estaba, al menos ex-
su tiempo —nuestro maestro de retórica se vio influen- ternamente, demasiado interesado en el cristianismo, y
ciado por el neoplatonismo y el cristianismo al mismo no demostró demasiados deseos de hacer más íntima
tiempo, y todo ello mediante un instrumento cristiano. la amistad que entre ellos existía. Ambrosio se conten-
No importa demasiado si antes fue influido por el taba con felicitar a Agustín por tener una madre seme-
136 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA DE ROMA A MTLAN 137
jante, y aparentemente no se preocupaba demasiado de su sudario las andas de vuestros santos, cuya muerte
la virtual indiferencia de Agustín. fue preciosa ante vuestro divino conspecto. Lo cual
Agustín, y sobre todo su madre, demostró un interés así que lo hizo y se aplicó el sudario a los ojos, al
especial por lo que se refería a la vida religiosa de la instante se abrieron. De ahí la fama pregonera y vo-
iglesia de Milán. Ya hemos aludido antes a los aconte- landera; de ahí el atizado fervor de vuestras alaban-
cimientos de los arríanos que habían conseguido que la zas y su esplendor renovado; de ahí que el ánimo de
Emperatriz Justina les autoriza realizar sus cultos en aquella mujer hostil, ya que no aplicado a la sana fe,
alguna de las basílicas católicas, con la consiguiente quedó detenido al menos en su furor persecutorio»
negativa de Ambrosio y de su pueblo en torno a su pastor. (Confesiones IX 7, 16).
Agustín se refiere en el libro IX de las Confesiones a este
Agustín se referirá frecuentemente a este aconteci-
acontecimiento y nos dice textualmente:
miento, especialmente en los últimos diez años de su vida,
• «Excubabat pia plebs in ecclesia, mori parata cum cuando tiene que enfrentarse con la cuestión de los mi-
episcopo suo, servo tuo. Ibi mater mea, ancilla tua, lagros y de los descubrimientos de los mártires. Pero
sollicitudinis et vigiliarum primas partes tenens, ora- nunca nos dice si tomó parte en el asunto. En realidad,
tionibus vivebat. Nos adhuc frigidi a calores spiritus sabemos que algunos de los detalles que nos conserva
tui, excitabamur tamen civitate attonita atque turbata» en el relato que hemos copiado de las Confesiones, son
(Confesiones IX 7, 15). incorrectos, y se derivan de una referencia popular más
bien que de una visión y asistencia personal.
El otro acontecimiento que llamó la atención de la La parte de Ambrosio en el asunto y el asunto mismo
iglesia de Milán en aquel año fue el descubrimiento de fueron lo más llamativo del caso, no sólo por las circuns-
los cuerpos de los mártires Gervasio y Protasio, en el tancias en que sucedió sino por un hecho particular. En
mes de junio del 386, y su traslado para exponerlos a efecto, solamente cuatro meses antes del descubrimiento
la veneración. He aquí la descripción que de este suceso de los mártires, un edicto imperial había prohibido tales
nos hace Agustín: translaciones de mártires y la distribución de las reli-
• «En aquel tiempo revelasteis en visión a vuestro qtiias. Y sin embargo, Ambrosio había hecho caso omiso
Prelado el sitio donde estaban encubiertos los cuer- de tal edicto.
pos de los mártires Gervasio y Protasio, que durante En aquel tiempo, Agustín debía estar bastante escép-
tantos años mantuvisteis escondidos e incorruptos en tico sobre el asunto. Aunque los enemigos del obispo no
el tesoro de vuestro secreto, de donde los habíais de pensaron en suplantar los dos mártires por sus dobles
sacar oportunamente para cohibir la furia de una mu- Castor y Pólux, sin embargo no aceptaron que los dos
jer emperatriz. Y como, descubiertas y exhumadas las mártires hicieran su revelación a Ambrosio, en un sue-
reliquias venerables, se transportasen con los honores ño o visión, o por medio de milagros. Tampoco aceptaron
merecidos a la basílica ambrosiana, no solamente re- lo que afirmaba san Ambrosio, es decir, que los ancianos
cobraron la sanidad aquellos a quienes vejaban los de la ciudad recordaban todavía el tiempo en que sobre
espíritus inmundos por confesión de los mismos de- la tumba de los recién descubiertos mártires sus nombres
monios, sino que también un ciego de muchos años, eran todavía perfectamente legibles.
ciudadano de Milán, conocidísimo en la ciudad, habien- Agustín, pocos meses antes de su conversión, no pa-
do preguntado y sabido la causa de aquella tumultuo- rece excesivamente interesado en los asuntos de Ambro-
sa alegría del pueblo, se levantó y rogó a su lazarillo sio, o en los intereses de la iglesia de Milán. No podemos
que le llevase al lugar donde estaban los cuerpos san- decir lo mismo aplicado al cristianismo. Incluso ya de
tos. Llevado allá, consiguió ser admitido a tocar con obispo no será muy inclinado a los milagros, y conside-
138 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA DE ROMA A MILÁN 139
rara la rápida difusión del cristianismo como el mayor supuesto que cuando escribe las Confesiones está más
milagro de su tiempo. En todo caso, su interés hacia el interesado en describir su retrato intelectual y sus expe-
cristianismo era sobre todo individual y personal, inte- riencias morales que sus preocupaciones materiales. Y
lectual. sin embargo, hemos de admitir que las preocupaciones
materiales le absorbían en gran parte sus pensamientos
y contribuyeron no poco a su agitación mental y a su
EXPERIENCIAS DE LOS SUEÑOS perplejidad. Su interés hacia las cosas materiales había
aumentado recientemente como natural consecuencia de
Agustín se sentía muy perplejo acerca de la natura- su escepticismo. En la medida que cesaba de pensar,
leza del alma y acerca del modo de concebir una sustan- dirigía sus energías hacia las cosas mundanas.
cia espiritual. Los sermones de san Ambrosio le habían La febril intensidad y la angustia de su mente en
proporcionado una visión no material. Pero estaba tan esta época podemos descubrirla en un famoso episodio
acostumbrado a las nociones materiales que buscó la com- que está relacionado ya con su panegírico en el consulado
prensión de la sustancia espiritual en los sueños y en de Bauto, el 1 de enero de 385 o, si admitimos que pro-
las visiones. Así, por ejemplo, demostró un vivo interés nunció dos panegíricos públicos, con el que pronuncia
en las visiones que su madre había tenido en relación en honor del joven Emperador Valentiniano II, probable-
con su futuro matrimonio. Estas visiones no tuvieron mente el 22 de noviembre del mismo año. Su estado de
éxito, y fueron pesadillas, que no visiones. angustia y de ansiedad está bien descrito en este párrafo
Sin duda alguna discutió de estos temas con SLIS ami- de las Confesiones:
gos Nebridio y Evodio, que estaban también en Milán
con él y con los cuales gustaba de discutir de temas se- • «Yo me perecía por honores, riquezas, casamiento,
mejantes. Se sentía también confuso al escuchar, en aquel y Vos hacíais burla de mí. Padecía en estas concupis-
tiempo, que un padre se apareció en sueños a su hijo. cencias dificultades amarguísimas, y Vos me erais tan-
Este había sido convocado para pagar una deuda que su to más propicio cuanto menos dejabais que no me
padre había ya pagado anteriormente. El padre propor- fuese dulce toda cosa que no erais Vos.
cionó a su hijo toda clase de documentos para probar Mirad mi corazón, Señor, que quisisteis que yo lo
que la deuda había sido ya pagada anteriormente. Pare- recordase y os lo confesase. De hoy más os esté pe-
cía como si el alma, separada del cuerpo, estuviera inte- gada mi alma, a quien librasteis de liga tan mortal y
resada en los negocios humanos e incluso actuara a la pegajosa.
vista de los mismos.
¡ Qué digno de lástima era! Y Vos pungíais la irri-
Cuando regresaba al África se vio sorprendido al en- table sensibilidad de mi herida para que abandonán-
terarse de que su misma figura se había aparecido a un dola se convirtiese a Vos, que estáis por encima de
profesor, en un tiempo su discípulo, que sentía algunas todas las cosas y sin el cual todas las cosas nada se-
dificultades para preparar su clase. Agustín no tenía, hasta rían, para que se convirtiese y se curase. ¡ Oh, qué
entonces, ninguna noticia de tal aparición y de la ayuda digno de lástima era! ¡Y cómo os hubisteis para que
que había ofrecido a su antiguo alumno. yo tuviese la revelación de mi miseria aquel día en
que, preparándome para recitar el panegírico del Em-
PREOCUPACIONES ANTE EL CAMBIO perador, en que tanto mentiría y mintiendo tanto ga-
naría el favor de los que sabrían que yo mentía! Este
Sin duda, Agustín en su profesión de Milán, antes de cuidado aceleraba el ritmo de mi corazón, calenturien-
la conversión, debió de sentir los cambios que iban a to de la fiebre de pestíferos pensamientos, cuando al
tener lugar una vez que él abandonara su cargo. Por pasar por una calle de Milán vi a un pobre mendigo, ya
140 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA DE ROMA A MILÁN 141
tomado de vino, a lo que creo, jovial y regocijado, y illa in Africam redierat, vovens tibi alium se virum
suspiré profundamente e hice notar a los amigos que nescituram, relicto apud me naturali ex illa filio meo»
me acompañaban los muchos dolores que nos acarrean (Confesiones VI 15, 25).
nuestras locuras, porque con todos aquellos esfuerzos
nuestros, como los que entonces me trabajaban, tra- Agustín —¿hemos de ver en todo esto la mano y los
yendo a cuestas, bajo el aguijón de las pasiones, la intereses de Mónica?— quería algo más que una querida.
carga de mi infelicidad y aumentándola hasta la exa- Nos lo dirá él mismo:
geración a medida que la traía, no queríamos otra • «No obstante, todavía se insistía en lo del matri-
cosa sino llegar a la alegría descuidada, en la cual aquel monio. Y llegó a pedirse una doncellita, cuya edad
mendigo ya nos había precedido, y a la cual acaso era menor de dos años para ser casadera. Pues que
nosotros no llegaríamos nunca. ella gustaba, esperábamos con gusto que la joven
Pues aquella alegría que el mendigo había alcan- muchachuela creciese y llegase a la madurez de la
zado con unos pocos dinerillos mendigados, quiero de- nubilidad» (Confesiones VI 13, 23).
cir, la alegría de una felicidad temporal, esa misma
ambicionaba yo por más fragosos caminos y rodeos Algunos escritores han imaginado la patética escena
más ambiciosos. No tenía él el gozo verdadero; pero del abandono de la que ha sido su querida durante quin-
era más falso todavía el que yo buscaba con aquellas ce años. A un lado vemos a la fiel «esposa», deshecha en
concupiscencias. Y lo cierto es que él estaba alegre y lágrimas, sumergida en la más profunda tristeza, sepa-
yo congojoso; él estaba seguro y yo inquieto. Y si rándose de aquel hombre y de su hijo a los que ha ama-
alguien me preguntara si prefería yo tener alegría o do más que a nadie y a los que ha entregado lo más
miedo, sin duda le respondiera que tener alegría; y si hermoso de su vida, mientras promete que no volverá
segundara la pregunta pidiéndome si yo más quería a conocer otro hombre sino a Agustín. Al otro lado vemos
ser lo que aquel pobre o lo que era entonces yo, sin a la mujer fuerte, celosa, la madre de Agustín que está
duda optara yo por mí, agobiado y todo de cuidados de pie detrás de su triste hijo.
y de miedos, pero equivocadamente. ¿Acaso con ver- Se nos antoja que es ocioso imaginar la escena de la
dad? Porque ni debía yo anteponerme a él, por ser despedida. Hemos de pensar en el África del siglo IV,
más docto, porque de ello no sacaba yo gozo, sino cuando algunas mujeres, a pesar de sus encantos y atrac-
afán de agradar a los hombres, no por enseñarlos, sino tivos personales, no podían llegar a ser —incluso aunque
por agradarlos» (Confesiones VI 6, 9). se tratara entre los cristianos— las esposas legítimas de
hombres de la posición de Agustín, por ejemplo, precisa-
mente a causa de su baja condición en la sociedad.
PARTE SU AMADA
Las mujeres de entonces no pretendían igualdad de
derechos entre ellas, y mucho menos se podían atrever
Otro de los asuntos terrenos era el matrimonio. Agus- a proclamar los mismos derechos que los hombres. Algu-
tín conservaba en Milán junto a sí a su amada, la madre nas mujeres podrían esperar casarse con Agustín. Otras
de su hijo Adeodato. Hemos de suponer que en ella Agus- —y tal el caso clarísimo de la querida de Agustín—,
tín encontró mucho de lo que habría podido pedir a una nunca.
esposa. Agustín nos dice, a este respecto:
Agustín, en consecuencia no tenía ninguna obligación
• «Interea peccata mea multiplicabantur, et avulsa hacia la madre de su hijo. El casamiento legítimo de la
a latere meo tanquam impedimento coniugii, cum qua que había sido su compañera durante tantos años nunca
cubare solitus eram, cor ubi adhaerebat, concissum entró en la mente de Agustín. ¿Estaba obligado Agustín
et vulneratum mihi erat, et trahebat sanguinem. Et a mantenerla tal como entonces la mantenía? Segura-
142 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
barro, por la cual abatiese a los que quería someter, maniqueo convencido mucho antes de llegar al cristianis-
arrancándolos de sí mismos y levantándolos a Sí, cu- mo, Newman nos dice que pasa del anglicanismo al cato-
rando su orgullo y nutriendo su amor, no fuese que licismo sin un intervalo de indiferencia. Y sin embargo,
por demasiada confianza en sí mismos anduviesen más las palabras de uno, que nos describen en un lenguaje
lejos de lo que convenía» (Confesiones VIII 18, 24). fácilmente comprensible la experiencia espiritual que tie-
ne muchos puntos de comparación con el estado del otro,
Tal era la condición de espíritu en que se hallaba nos ayudan a comprender la experiencia mental y la
Agustín cuando uno de sus amigos le puso en contacto evolución de tales experiencias en las semanas que pre-
con algunos libros de los neoplatónicos. «Vos me pro- ceden a la conversión.
curasteis por el ministerio de un cierto hombre, monstruo Si consideramos la naturaleza de los documentos, las
de hinchazón y orgullo, algunos libros de los platónicos, Confesiones de Agustín y la Apología de Newman, adver-
trasladados de la lengua griega a la latina» (Confesiones timos un cierto paralelismo, que se refiere a su carácter
VII 9, 13). No sabemos qué libros eran éstos. En todo caso de defensa. Newman al escribir su obra, 20 años después
se trataba de alguna obra de Plotino, o de Jámblico, o de de su conversión, trata de justificar su conversión de
Porfirio, que el célebre rétor Mario Victorino había tra- la Iglesia de Inglaterra a la Iglesia de Roma. Agustín,
ducido al latín. que escribe sus Confesiones 14 años más tarde, trata de
La influencia de estos libros fue muy grande, y según ofrecer, entre otras cosas, una defensa o explicación de
la confesión del mismo Agustín, la doctrina neoplatónica su cambio, de la Iglesia de Mani a la Iglesia de Cristo.
le preparaba para hacerse cristiano. Pero esa doctrina no En cierto sentido, Agustín podría emplear las mismas
era suficiente para colmar el vacío de su alma. Le había palabras que dejó escritas Newman en su Apología.
revelado el verdadero Dios, pero no le daba los medios Es también curioso notar que los dos hablan de la
para conocer a este Dios y elevarse hasta él. Sin duda algu- influencia de un libro antes de sus 20 años. Para Agustín
na había profundas diferencias entre el Logo?, neopla- fue el Hortensius de Cicerón, con su invitación a la filo-
tónico y el Verbo de san Juan, a pesar del parecido en sofía. Newman nos habla de la obra de un católico, que
la doctrina que el mismo Agustín descubre entre esos le afectó profundamente, cuando tenía 15 años. Pero
autores diferentes, como dirá en las Confesiones VII Newman no nos ha conservado el título de la obra. Sola-
9, 13-15. mente nos habla de la obra de un romano.
En los dos convertidos se advierte otro fenómeno se-
AGUSTÍN Y NEWMAN
mejante. Newman recibió del protestantismo la doctrina
que profesaba el catolicismo, al igual que Agustín recibió
Se ha hablado del paralelismo que existe entre la la doctrina cristiana por mediación del maniqueísmo. En
conversión de Agustín y la de Newman. Estos dos gran- consecuencia, ambos se encontraban con idénticas dificul-
des pensadores difieren en muchas cosas. Notemos por tades para convertirse. Newman se enfrentaba con lo que
ejemplo que Newman era soltero y se preocupaba muy él creía ser el culto romano de la Virgen; para Agustín
poco de las cosas materiales, y deseaba convertirse sólo, era la creencia cristiana en un Dios espiritual.
sin la compañía de los demás. Agustín por el contrario, Aparte de otros parecidos que se pueden encontrar
se había sentido atraído por una mujer con la que había en las conversiones de estos dos grandes personajes, re-
vivido durante 15 años, y anhelaba llevar a la verdadera cordemos en ambos el afán de vivir en comunidad. A los
fe a cuantos estaban a su alrededor. Su punto de partida períodos de Casiciaco y de Tagaste corresponden, de al-
no es tampoco muy semejante. El maniqueísmo y el an- guna manera, los de Littlemore y de Birmingham. Incluso
glicanismo están muy lejos de parecerse. en su misma conversión Newman nos hablará de Agustín,
Además, mientras que Agustín ha dejado de ser un y recordará las palabras que el convertido de Milán ha
»
US LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL 147
de conservarnos en sus Confesiones: «Tolle, lege; tolle, riquezas sufrir una tan gravosa servidumbre. Todas
lege». estas cosas ya no me causaban mayor deleite que
Lo mismo Agustín que Newman nos hablarán de «la vuestra dulzura y el decoro de vuestra casa, que yo
paz perfecta y del contentamiento de su inteligencia», que amé. Pero aún el visco más tenaz y pegajoso que me
sobreviene después de la conversión. No se trata de ex- aprisionaba era la mujer. Verdad es que no me pro-
cluir las dificultades ulteriores. En general, para un hom- hibía casarme el Apóstol, si bien me exhortaba a vida
bre honrado que se entrega a la revelación existe casi mejor, deseando vivísimamente que todos los hombres
siempre cierta tensión entre su razón y sus creencias, fuesen como él era. Pero yo, como más flaco, escogía
tensión que, en última instancia, puede beneficiar a am- lo más muelle, y por esto sólo en todo lo demás flo-
bas. Y en ambos casos, podremos hablar y juzgar de la taba al vaivén de las ondas, flácido y sin voluntad,
sinceridad de sus conversiones y de la descripción de y me consumía en cuitas enervadoras» (Confesiones
cómo han sucedido tales cosas a partir precisamente de VIII 1, 2)
sus actos.
Agustín, a la altura que lo consideramos en este capí- Según nos presenta Agustín su problema, parece que
tulo, se siente ya convencido de la verdad del cristianis- todo se centraba en torno a la continencia. Intelectual-
mo, aunque se siente todavía débil para practicar la cas- mente estaba satisfecho acerca del cristianismo; pero no
tidad que el cristianismo le imponía. Su entendimiento se sentía con fuerzas para observar el celibato, y no pa-
recía satisfecho con un problema sin estarlo también con
estaba ya satisfecho, pero su voluntad se mostraba inerte.
los otros.
La providencia va a contribuir, poco a poco, con unos
episodios ordinarios, al paso decisivo. Su entrevista con el anciano Simpliciano le forzó a
atender a lo esencial, que era la profesión de la fe cris-
tiana. La dirección que tomó su conversión estuvo deter-
AL LADO DE SIMPLICIANO minada por lo que dijo Agustín acerca de la lectura de
algunas obras neoplatónicas, traducidas por Victorino, '
Agustín se decidió a visitar a un anciano sacerdote, que había sido profesor de retórica en Roma y que se
muy versado en el neoplatonismo: había convertido al cristianismo. Simpliciano le felicitó
por haber tenido la buena suerte de haber leído esas
• «Et immisisti in mentem meam, visumque est bo- obras. Después de hablarle de algunas relaciones entre
num in conspectu meo, pergere ad Simplicianum, qui el cristianismo y el neoplatonismo, su conversación se
mihi bonus apparebat servus tuus et lucebat in eo centró en torno a Victorino.
gratia tua. Audieram etiam, quod a iuventute sua
devotissime tibi viveret. Iam vero tune senuerat, et
longa aetate in tam bono studio sectandae vitae tuae MARIO VICTORINO
multa expertus, multa edoctus mihi videbatur; et veré
sic erat. Unde mihi ut proferret volebam conferenti Cayo Mario Victorino era un africano, rétor famoso,
secum aestus meos, quis esset aptus modus sic affec- uno de los exponentes del neoplatonismo y convertido al
to, ut ego eram, ad ambulandum in via tua» (Confe- cristianismo. Agustín había leído su traducción de los
siones VIII 1, 1). libros neoplatónicos. El fue uno de los primeros, si no
«Pues yo veía la Iglesia llena, y que el uno iba por el primero en intentar una síntesis entre el cristianismo
un camino, y otro iba por otro. A mí me desagradaba y el neoplatonismo, aunque la aparente correspondencia
lo que hacía en el siglo, y era para mí carga muy pe- entre las hipótesis neoplatónicas y la Trinidad cristiana
sada cuando ya, como antes solían, no me abrasaban había sido ya puesta de relieve por Amelio. Victorino per-
los apetitos ni la esperanza de honras ni la codicia de tenecía a la generación anterior a Agustín. Pero se había
148 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL 149
distinguido tanto —se le había concedido el raro honor Victorino le contestaba con el donaire de las paredes.
de una estatua en el Foro Trajano— que su ejemplo im- Era que Victorino recelaba ofender a sus amigos, inso-
presionó muchísimo a Agustín, cuando Simpliciano le lentes demonícolas, y pensaba que iba a abatirse sobre
contó la historia de su notable conversión. él un grave derrocamiento de enemistades, desde el
He aquí lo que nos dice el mismo Agustín acerca de pináculo de la altiva Babilonia, como de la cima de
la historia de Victorino, tal como la contó Simpliciano: los cedros del Líbano que aún no había desgajado el
• «Y me contó de él una cosa que no callaré, puesto Señor... Se desvergonzó de la vanidad y cobró valor
que contiene un gran motivo de confesar y de alabar ante la verdad, y súbita e inopinadamente dice a Sim-
vuestra gracia. Es de saber que aquel anciano, doctísi- pliciano, como él lo contaba: «Vamos a la Iglesia, que
mo y peritísimo en todas las doctrinas liberales, que quiero ser cristiano». Simpliciano, no cabiendo en sí
había leído y juzgado tantas obras de filósofos, maes- de gozo, se fue con él. Y luego que estuvo imbuido
tro de tantos nobles senadores, había merecido y acep- en los artículos elementales de la catequesis, que fue
tado una estatua en el Foro romano para perpetua no mucho después, hizo inscribir su nombre para la
memoria de su preclaro magisterio, que todos los regeneración bautismal. Roma se admiró y se alegró
ciudadanos de este mundo conceptúan eximio. la Iglesia.
Victorino, hasta aquella edad, había sido adorador Para dar cabo a mi narración, he de contar que
de los ídolos y partícipe de los misterios y ceremo- así que vino la hora de la profesión de fe... era rumor
nias sacrilegas que practicaba entonces con fervor público que los presbíteros habían ofrecido a Victorino
casi toda la nobleza romana, e inspiraba al pueblo su hacer esta profesión a puerta cerrada, como era cos-
veneración por Osiris, por todo el linaje de monstruos tumbre que se ofreciera a algunos cristianos nuevos
divinizados, por Anubis el ladrador, divinidades que de quienes se temía que la vergonzosa timidez y enco-
alguna vez se habían alzado en armas contra Neptuno gimiento nimio habían de hacer temblar en aquel tran-
y Venus y Minerva, y a los cuales Roma elevaba sú- ce. Pero Victorino prefirió emitir la profesión de su fe
plicas tras de haberlos vencido. Contra estos dioses y de su salud en voz alta en presencia de todo vuestro
peregrinos, el anciano profesor durante muchos años pueblo santo... Así que cuando se encaramó para pro-
había defendido los dioses autóctonos con boca toni- nunciar la fórmula, los asistentes que le conocían repi-
truante. Pues bien, este anciano glorioso no tuvo ver- tiéronse unos a otros su nombre ruidosamente con
güenza de hacerse escolano de vuestro Cristo, de ha- murmullos de congratulación. Y estalló una aclama-
cerse infante de vuestra fuente bautismal. Y dobló su ción sorda en la boca de quienes no podían sofocar
cuello al yugo de la humildad y abatió su frente al su júbilo: «¡Victorino! ¡Victorino!». La aclamación
oprobio de la Cruz... hízose ovación clara por el gozo de verle, y a la ova-
Leía Victorino, según me decía Simpliciano, la ción sucedió el silencio por el deseo de oírle. Proclamó
Santa Escritura. Buscaba sagazmente los libros cris- él su fe veraz con admirable seguridad y dominio de
tianos y con sumo estudio los escrudriñaba, y al mis- sí mismo. Querían todos llevárselo arrebatado y me-
mo Simpliciano, no en público, sino en el secreto y en terlo en su corazón. Y de hecho se lo llevaban, amando
la familiaridad acostumbraba a decirle: «Hagote saber y gozando. El amor y el júbilo fueron las manos con
que yo ya soy cristiano». Y Simpliciano le respondía: que lo raptaron» (Confesiones VIII 2, 3-5).
«No te creeré ni te contaré entre los cristianos hasta
que te viere en la Iglesia de Cristo». Y él replicaba con Cuando Simpliciano terminó la narración del caso de
gracejo: «Entonces son las paredes las que hacen a Victorino, como nos dice él mismo, Exarsi ad imitandum.
los cristianos». Y decíale muchas veces que era cris- Ad hoc enim et Ule narraverat. Admiraba el valor de Vic-
tiano, y Simpliciano siempre le respondía lo mismo y torino que abandonó su cátedra ya que el Emperador
150 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL 151
Juliano había prohibido que los cristianos enseñaran lite- Dejadme un poco más». Pero no acababa nunca aquel
ratura. Pero «¡En seguida! ¡Ahora mismo!». Y aquel «Dejadme
un poco más» iba a la larga» (Confes. VIII 5, 10-12).
• «Velle meum tenebat inimicus, et inde mihi catenam
fecerat, et constrinxerat me. Quippe ex volúntate per-
versa facta est libido; et dum servitur libidini, facta LLEGA PONTICIANO
est consuetudo; et dum consuetudini non resistitur,
facta est necessitas» (Confesiones VIII 5, 10). A los pocos días de la entrevista con Simpliciano, en
cierta ocasión en que estaba solo con Alipio, vino a ha-
No podemos apreciar la importancia que Simpliciano cerles una visita un compatriota suyo, un cierto Ponti-
representa en la conversión de Agustín. Algunos han su- ciano, que ocupaba un cargo importante en el palacio
puesto que nuestro santo tuvo varias entrevistas con el imperial.
anciano Simpliciano, y que éste hizo por la conversión
de Agustín bastante más de lo que aparece en las Con- • «Nos sentamos para hablar. Acaso, encima de la
fesiones. mesa de juego que estaba delante de nosotros echó
Tal vez, como discípulo de Victorino, cristiano neo- de ver un libro; lo tomó, lo abrió y se halló con el
platónico, Simpliciano debió de ayudar intelectualmente Apóstol san Pablo, con gran sorpresa por cierto, por-
a Agustín, aunque el relato de las Confesiones se limita que pensaba que sería alguno de los libros cuyo ma-
a la narración de la historia de Victorino que tanto im- nejo asiduo me imponía mi profesión. Entonces él,
presionó a nuestro joven profesor. sonriéndome y mirándome, me felicitó y me expresó
su asombro por haber hallado, sin sospecharlo, tal li-
La alusión a la historia de Victorino no convirtió a bro, y tal libro sólo» (Confesiones VIII 6, 14).
Agustín, pero sirvió para aclarar las cosas en lo que se
refiere a la decisión de una vida continente: Luego, en el curso de la conversación, Ponticiano les
contó la historia del monje Antonio, un cristiano de
• «Y con estos a manera de eslabones, trabados entre Egipto, del cual Agustín y Alipio no habían oído una sola
sí, que por esto la llamé cadena, me tenía aherrojado palabra, con gran sorpresa de Ponticiano. Este les narró
en dura servidumbre. Mi nueva incipiente voluntad de los detalles, y les contó cómo en los desiertos florecían
serviros gratuitamente y de gozar de Vos, Dios mío, verdaderos monasterios de penitentes que se alejaban del
sola alegría cierta, todavía no era capaz de superar mundo. Les habló del movimiento ascético que surgía en
la fuerza de la otra antagónica voluntad mía, robus- torno suyo, de gentes que abandonaban sus riquezas y
tecida por el hábito. Así que mis dos voluntades, la sus placeres para vivir entregados por completo a la
añeja y la reciente, aquélla carnal, espiritual ésta, pe- mortificación y a la oración, en la soledad de los mo-
leaban entre sí, y en su rivalidad combativa me des- nasterios.
trozaban el alma... Mas yo, ligado a la tierra todavía,
rehusaba militar bajo vuestra bandera, y temía tanto Ponticiano les contó un suceso que le había sucedido
desembarazarme de todos estos estorbos como debie- a él mismo. He aquí las palabras de las Confesiones:
ra temerse el embarazarse con ello... No tenía yo res- • «Y de una cosa en otra, vino a contarnos que un
puesta que daros cuando me decíais «¡ Arriba, tú que día, no sé en qué ocasión, pero en Tréveris a punto fijo,
duermes; levántate de entre los muertos y Cristo te mientras el emperador una tarde estaba ocupado asis-
alumbrará! ». Y haciéndome Vos ver por todos lados tiendo en el circo a unos espectáculos, él y otros tres
que decíais la verdad, ya convencido de ella, no obs compañeros suyos salieron a pasear por unas huertas
tante nada tenía que responderos, sino sólo palabras contiguas a las murallas de la ciudad. Y quiso la bue-
lentas y soñolientas: «¡En seguida! ¡Ahora mismo! na ventura que, caminando espaciados dos a dos, el
152 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL 153
uno con Ponticiano en un grupo, los otros dos juntos en su busca llegaron al mismo lugar y les advirtieron
en otro, tomaron caminos divergentes, y que ellos dos que era hora de regresar, pues el día había declinado.
vagabundeando al capricho de sus pies, entraron en Pero ellos, contándoles la resolución y partido que to-
una cabana en donde moraban algunos siervos vues- maran y la manera cómo había nacido en ellos tal vo-
tros, pobres de espíritu de aquellos cuyo es el reino luntad y la firmeza de ella, les pidieron que no les
de los cielos, y encontraron allí un libro en que estaba contrariasen si rehusaban unírseles. Estos no troca-
escrita la vida de Antonio. Comenzóla a leer uno de ron en nada su vocación primera, pero lloraron de
ellos, y a maravillarse y a encenderse, y entre leer y lástima sobre sí mismos, como Ponticiano decía, y pia-
leer, a concebir el propósito de abrazar una tal vida, dosamente se congratularon con ellos y se encomen-
y abandonando la vida seglar consagrarse a vuestro ser- daron en sus oraciones, y arrastrando su corazón por
vicio. Pertenecían ellos a aquella categoría de funcio- la tierra, se volvieron al palacio y los otros dos, cla-
narios que se llaman agentes del emperador. vando su corazón en el cielo, se quedaron en la cabana.
Y en aquel punto, henchido súbitamente de vues- Es de saber que ambos estaban desposados. Las
tro santo amor y de religiosa vergüenza, enojado con- esposas, después que oyeron esto de sus prometidos,
tra sí mismo, hincó sus ojos en el amigo y le dijo: consagraron a Vos su virginidad» (Confes. VIII 6, 15).
«Dime, te ruego, ¿ adonde ambicionamos llegar con Ponticiano había referido todo el acontecimiento de
todos estos trabajos nuestros? ¿Qué buscamos? ¿Por sus compañeros con una singular emoción, y Agustín se
causa de qué servimos ? ¿ Puede ser mayor nuestra es- sintió conmovido en lo más profundo de su ser. La his-
peranza en palacio que la de llegar a ser privados del toria del monje Antonio mostraba a Agustín la posibili-
emperador? Y en esta situación, ¿qué no hay que no dad de una renuncia completa a todas las cosas, posibi-
sea frágil y lleno de peligros? ¿Y por qué peligros se lidad que estaba confirmada por aquellos dos compañe-
llega al más grande de los peligros? ¿Y cuándo llega- ros de Ponticiano que abandonaron todo, su posición
remos a ello? En cambio, si quiero, ahora mismo pue- actual y las posibilidades de una vida mejor, junto con
do ser amigo de Dios». sus prometidas, por seguir más de cerca a Cristo. La
Esto dijo y turbado por esta como parturición de lucha interior de Agustín no cesaba de aumentar. La
una nueva vida, volvió sus ojos a las páginas, y leía conversión de Victorino había sido preparada durante
y en sus entrañas, en donde veis Vos, se obraba una mucho tiempo y, aunque ciertamente fue muy gloriosa,
mudanza, y su espíritu iba desnudándose del mundo, se había producido al final de una prolongada delibera-
como se vio luego. Pues mientras leía y revolvía, la ción. ¿Qué era esa conversión comparada con el cambio
marejada de su corazón proceloso dio un gran gemido inesperado, con la entrega gozosa y espontánea de los
y discernió y decretó lo mejor, y, vuestro ya, dice a su dos funcionarios imperiales? Estos dos eran jóvenes, y
amigo: «Yo ya me desteté de aquellas dulces esperan- el porvenir les sonreía. Estaban prometidos en matrimo-
zas nuestras y me resolví a servir a Dios. Y esto co- nio, y de pronto, en un momento, abandonan todo, de
miénzolo ahora mismo, aquí mismo. Tú, si no tienes una manera definitiva, sin pensar en volver atrás. Sin
valor para imitarme, al menos no quieras estorbar- duda que Agustín pudo comparar su propia experiencia,
me». Respondió él que se adhería a su amigo, consocio tan prolongada y tan dolorosa, al impulso entusiasta de
de tamaño galardón y de tan gloriosa milicia. Y ambos los dos convertidos de Tréveris.
a dos, vuestros ya, edificaban a porfía y con expensas
idóneas la torre evangélica abandonando todos sus
bienes y caminando en pos de Vos.
A este tiempo Ponticiano y su compañero que se
paseaban por los otros senderos de la huerta, yendo
154 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL 155
solo nunca podría ser casto. ¿ Sería, estando sólo, incon- ceris in finem? Ne memor fueris iniquitatum nostra-
tinente, o continente con la compañía y ayuda de Cristo? rum antiquarum». Sentiebam enim ab eis me teneri,
Había llegado para Agustín el ultimátum de la elec- et iactabam voces miserabiles: «Quamdiu, quamdiu
ción. ¿Estaba dispuesto a aceptar a Cristo como media- eras et eras? Quare non modo? quare non hac hora
dor que le elevaría a una vida de virtud? O, por el con- finis turpitudinis meae?».
trario, ¿se sentía sin fuerzas para una tal elección? ¿Iba Dicebam haec, et flebam amarissima contritione
a seguir a los neoplatónicos en su orgullo, y como ellos cordis mei: et ecce audio de vicina domo, cum cantu
iba a presumir confiar en la sola razón y en sí mismos dicentis et crebro repetentis, quasi pueri an puellae,
para practicar la virtud y llegar a la unión con el Uno? nescio: «Tolle, lege; rolle, lege». Statimque mutato
Victorino no había hecho eso. Antonio, los monjes del vultu, intentissimus cogitare coepi, utrumnam solerent
desierto, y los dos amigos de Tréveris habían practicado pueri in aliquo genere ludendi cantitare tale aliquid;
la continencia, pero solamente porque habían aceptado nec oceurrebat omnino audiisse me uspiam. Repres-
a Cristo que les había sostenido en su vida de ascetismo soque ímpetu lacrimarum surrexi, nihil interpretans,
cristiano. ¿No podría él seguir estos ejemplos? Sobre nisi divinitus mihi iuberi ut aperirem codicem, et le-
todo, él quería seguirlos, y realmente no cabía duda en gerem quod primum capitulum invenissem. Audieram
la elección; le faltaba tan sólo el último acto de la volun- enim de Antonio, quod ex evangélica lectione, cui forte
tad y éste era posible. supervenerat, admonitus fuerit, tamquam sibi dicere-
tur, quod legebatur: «Vade, vende omnia quae possi-
des et da pauperibus, et habebis thesaurum in caelis;
DESCRIPCIÓN DE LAS CONFESIONES
et veni, sequere me». Et tali oráculo, confestim ad te
esse conversum.
La descripción que nos ofrece Agustín de la escena
Itaque concitus redii in eum locum ubi sedebat Aly-
de su conversión es de lo más patético, y al mismo tiem-
pius. Ibi enim posueram codicem Apostoli, cum inde
po de lo más realista que se puede imaginar. Preferimos
surrexeram. Arripui, aperui et legi in silentio capitu-
presentar el mismo texto latino de las Confesiones, que
lum quo primum coniecti sunt oculi mei: «Non in
no encierra dificultad alguna de comprensión:
comessationibus et ebrietatibus; non in cubilibus, et
• «Ubi vero a fundo arcano alta consideratio contra- impudicitiis; non in contentione et aemulatione; sed
xit et congessit totam miseriam meam in conspectum induimini Dominum Iesum Christum, et carnis provi-
cordis mei, oborta est procella ingens, ferens ingentem dentiam ne feceritis in concupiscentiis». Nec ultra vo-
imbrem lacrymarum. Et ut totum efunderem cum vo- lui legere, nec opus erat. Statim quippe cum fine huius-
cibus suis, surrexi ab Alypio. Solitudo enim mihi ad ce sententiae, quasi luce securitatis infusa cordi meo,
negotium flendi aptior suggerebatur. Et secessi remo- omnes dubitationis tenebrae diffugerunt» (Confesiones
tius, quam ut posset mihi onerosa esse etiam eius VIII 12, 28-29).
praesentia. Sic tune eram, et ille sensit nescio quid.
Aliquid enim puto dixeram, in quo apparebat sonus Hasta aquí el texto de san Agustín. Algunos han ne-
vocis meae iam fletu gravidus, et sic surrexeram. Man- gado la historicidad de la escena. Es decir: admiten, por
sit ergo ille ubi sedebamus nimie stupens. Ego sub supuesto, la realidad de la conversión, pero en el relato
quadam arbore fici stravi me, nescio quomodo: et di- de las Confesiones ven tan sólo una manera ficticia y
misi habenas lacrymis, et proruperunt ilumina oculo- retórica de expresar y describir unos sentimientos inter-
rum meorum, acceptabile sacrificium tuum. Et non nos como son los de la conversión.
quidem his verbis, sed in hac sententia multa dixi tibi:
«Et tu, Domine, usquequo? Usquequo, Domine iras-
158 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL 159
Quiso mi buena suerte que ya faltasen poquísimos nos ha dejado en ninguna parte una descripción completa
días para las vacaciones de la vendimia. Decidí aguar- del lugar. En las Confesiones no tenemos sino estas no-
dar con paciencia la solemnidad académica que clau- ticias:
suraba el curso para retirarme definitivamente, y res-
catado por Vos no volverme venal de nuevo. • «Todavía no era cristiano, si bien estaba casado con
Este era mi propósito ante Vos, pero ante los hom- mujer ya fiel... No obstante, con amable benevolencia
bres no lo era, sino para mis familiares e íntimos. Ha- nos ofreció que todo el tiempo que fuese nuestro gus-
bíamos entre nosotros convenido no divulgarlo arreo to permanecer allí, permaneciéramos en su heredad
ni a cualquiera, por más que Vos, Señor, en nuestra rural... Prometedor fiel. Vos daréis a Verecundo, en
subida del valle de lágrimas, cantando los cánticos trueque de aquella heredad campestre de Casiciaco,
graduales, nos hubierais dado agudas saetas de va- puerto tranquilo de nuestro reposo en Vos y refugio
liente y carbones asoladores para resistir la blandura seguro de las tormentas de este siglo, la amenidad
de la lengua engañosa que, so color de buen consejo, de vuestro paraíso siempre verdeante» (Confesiones
nos contradijera, y so color de amistad, nos tragase IX 3, 5).
como a bocado goloso... Podemos imaginar la finca de Verecundo, atendiendo
Demás de esto, en aquel mismo verano, por mi al lugar en que, según toda probabilidad se alzaba, y te-
excesiva labor didáctica, había comenzado a sentir fla- niendo en cuenta las alusiones que encontramos en los
queza en el pulmón y a sacar el huelgo suspiroso. Do- diálogos que allí escribe Agustín, en compañía de los
lores en el pecho anunciaban una lesión que me im- suyos. Ante la casa se extendía una gran propiedad, que
pedía todo ejercicio de voz sostenida y clara. Ello me en parte sombreaban castaños frondosos. Los amigos se
había afectado seriamente, porque ya casi me forzaba sentaban en la hierba, a la sombra de algunos de estos
a deponer la carga de mi profesorado, o al menos a árboles, y discutían, escuchando el murmullo de un ria-
interrumpirla temporalmente por si pudiera curarme chuelo que corría bajo las ventanas de la sala de baño.
o convalecer (Confesiones IX 2, 2-4). En Casiciaco se vivía una vida patriarcal, alimentada
tan sólo de los puros gozos de la naturaleza. La debili-
tada salud de Agustín se iba recuperando. Su pecho en-
LA QUINTA DE CASICIACO
fermo respiraba más libremente que en la ciudad, y su
alma deseosa del silencio y de la paz, se conformaba en
Uno de sus amigos, Verecundo, Profesor de Milán co-
la dulce suavidad de aquel retiro. Los siete meses que
mo él, poseía en los alrededores de la ciudad, una casa de
pasaron en Casiciaco dejaron en nuestro joven un re-
campo, llamada Casiciaco. Se la ofreció a Agustín para
cuerdo indeleble. Muchos años después, con una espon-
pasar las vacaciones y Agustín se retiró allí junto con su
tánea efusión de gratitud, rogará a Dios que recompense
madre, su hermano Navigio, su hijo Adeodato, y sus pa-
a su huésped por todo el bien que le hizo.
rientes, Alipio, «el hermano de su corazón» y los dos
jóvenes alumnos, Trigecio y Licencio, hijo de Romaniano, En Casiciaco se hacía una vida común, bajo la direc-
el mecenas de Tagaste. ción de Agustín. Naturalmente, Mónica era la encargada
del gobierno de la casa, y desempeñaba sus más humil-
No sabemos con certeza dónde estaba la quinta de des funciones con una bondad y una abnegación extra-
Verecundo. Probablemente debía alzarse al pie de los ordinarias:
Alpes, frente a la lujuriante llanura y en medio a los
lagos encantadores de la Lombardía. Pero Agustín no pa- • «Postremo nobis, Domine, ómnibus, quia ex muñere
rece que se haya dejado conmover por la solemnidad tuo sinis loqui, servís tuis, qui ante dormitionem eius
del paisaje, que se extendía ante sus ojos. Al menos no in te iam consociati vivebamus percepta gratia bap-
164 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA RENUNCIA A SU CÁTEDRA 165
tismi tui, ita curam gessit, quasi omnes genuisset, ita • «Tibi tamen, cuius ingenium quotidie mihi novum
servivit, quasi ab ómnibus genita fuisset» (Confesio- est et cuius animum vel aetate vel admirabili tempe-
nes IX 9, 22). rantia remotissimum ab ómnibus nugis et a magna
labe corporis emergentem, in se multum surrexisse
TRABAJO Y FILOSOFÍA cognosco, tam erunt facilia quam difficilia tardissimis
miserrimeque viventibus» (De ordine II 17, 45).
Parece que Verecundo, al ceder su casa al amigo, le
Los jóvenes animan y hacen brillante y viva la con-
había encargado de sustituirlo en todo y para todo.
versación. Uno de ellos, Licencio, es poeta. Agustín lo
Agustín, en consecuencia, tenía mucho que hacer. Debía
define como una especie de pajarillo que vuela sin po-
supervisar a los trabajadores, llevar la administración,
sarse, y no se detiene dos veces en el mismo lugar. En
tener cuenta de la correspondencia, distribuir todas las
Casiciaco pone en verso las aventuras de Píramo y Tisbe.
mañanas el trabajo de cada uno. El tiempo que perma-
Luego, de repente, interrumpe el poema comenzado y se
necía libre, lo dedicaba al estudio.
ocupa en traducir a los trágicos griegos.
Pero, aunque pueda parecer extraño, este estudio no
Otro día, lleno de admiración frente a los himnos li-
se limita a las Sagradas Escrituras; incluso cuando Agus-
túrgicos de la Iglesia, canta desde la mañana a la tarde
tín nos habla de sus ocupaciones en Casiciaco, vemos que
con su hermosa voz. Otro día se siente atraído por la
la preferencia se da, en notable proporción, a las ciencias
filosofía y proclama que «la filosofía vale más que Píramo
profanas, sobre todo a la retórica y a la gramática. Los
y es más hermosa que Tisbe, y más atractiva que Venus
amigos leen con gran gusto los autores clásicos. Una vez
y Cupido». Interviene en las disputas con ardor y con
Agustín explica antes de la comida, un libro entero de
espíritu audaz. Ataca, se defiende, provoca.
Virgilio, y reserva los otros para los días sucesivos.
Un admirador del clasicismo se encuentra plenamente
En realidad, Agustín sigue siendo en Casiciaco, pro-
«a sus anchas» cuando lee las obras que han salido de
fesor de retórica tal como era en Milán con esta sola di-
aquellas conversaciones del retiro de Casiciaco. Los inter-
ferencia: al estudio de la gramática y de la retórica se
locutores imitan a Platón, que se entretiene con sus dis-
añade el estudio de la filosofía, que se considera como
cípulos en los jardines de la Academia, o con Cicerón que
una recompensa y una distracción que concede a sus
discute con sus amigos en la sombra de Túsculo.
alumnos cuando está contento de ellos. Los conduce en-
tonces al campo, si el tiempo está bueno, o en la sala de Hablan en períodos cadenciosos, y se preocupan de
baño, si no hace buen tiempo. Un estenógrafo o taquí- la elegancia del estilo, que aparece cubierto de reminis-
grafo —notarius— recoge la conversación. cencias clásicas. Siempre evitan la pedantería que podía
aparecer en aquella clase de disquisiciones. Podríamos
El maestro propone un argumento, y todos participan
decir, a primera vista, que la filosofía y la literatura pro-
en la discusión. Ni siquiera Mónica está al margen de
fana ocupan por entero el alma de Agustín como antes
la discusión, y sus palabras son siempre justas y bien
de su conversión. Pero no es así.
medidas: Agustín dirá en una ocasión, sorprendido por
la filosofía de su madre: «Ha habido muchas mujeres
filósofas en la antigüedad, pero yo no conozco ninguna LOS DIÁLOGOS
cuya filosofía me agrade tanto como la tuya». Y Mónica,
confundida con semejante elogio, responde que él nunca Bajo la apariencia de escritos escolares, los diálogos
ha dicho mentira tan grande. de Casiciaco, que se titulan: Contra Académicos, De bea-
En una ocasión, Mónica entra mientras Agustín habla ta vita, De ordine, nos revelan, en realidad, las preocu-
con sus amigos de la armonía y del poder de los números, paciones del espíritu de Agustín, poco después de haberse
y dirigiéndose a ella le dice estas elogiosas palabras: despedido de la vida del mundo.
166 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA RENUNCIA A SU CÁTEDRA 167
En el diálogo De beata vita Agustín nos introdtice en la b ú s q u e d a de la verdad, sino que encuentra, la paz del
medio de la filosofía griega y r o m a n a . Ya desde el prin- espíritu en la posesión de la verdad. Esta posesión no
cipio parece no hacer otra cosa sino seguir el camino puede dársela ninguna filosofía, sino solamente el Verbo
que h a n corrido todas las sectas antiguas, que se h a n de Dios. Agustín, al entablar estas cuestiones parece que-
enfrentado siempre con el p r o b l e m a de la felicidad. Co- rer discutir sobre ideas ya superadas y a t a c a r un sistema
mo Séneca que escribe un diálogo, con el mismo título o u n a escuela de filosofía que en sus tiempos no tenía
De vita beata, Agustín hace consistir la felicidad en el vitalidad alguna. De todos modos Agustín especifica su
equilibrio del alma. ideal nuevo, y defiende su fe.
Pero se trata, en el diálogo de Casiciaco, de u n a feli- Los dos libros Acerca del orden, fueron escritos, co-
cidad cristiana, de un equilibrio cristiano. Agustín nos mo fruto de tres conversaciones tenidas sobre la provi-
dirá que el equilibrio del alma no puede ser alcanzado dencia divina en los días 16, 17 y 23 de noviembre del
sino mediante la posesión de Dios. Solamente en Dios año 386, y nos descubren u n a de las facetas del espíritu
resplandece la verdad. Y el alma no será e n t e r a m e n t e agustiniano. Se insiste, demasiado tal vez, en que la es-
feliz sino por medio de aquél que puede saciar su inex- peculación de san Agustín unilateralmente se halla incli-
tinguible sed de la sapientia. Mónica exulta de alegría, nada hacia el sondeo de las realidades interiores y espi-
reconociendo que el m a e s t r o de Cisiciaco ha entendido rituales. No quiere conocer más que a Dios y el alma,
la vida feliz como ella se la imaginaba, y como la encon- que es su espejo. Y se olvida que también el universo es
traba expuesta en los libros sagrados. igualmente vestigio de Dios y refleja las divinas excelen-
La relación entre sabiduría, la verdad y la medida cias, si bien con menos r e l u m b r e y claridad que la ima-
atisbada en este diálogo, eleva a san Agustín a la m i s m a gen o el espíritu creado.
fuente de la luz. Todavía no ha asimilado bien las ver-
Los libros De ordine constituyen el p r i m e r intento de
dades cristianas, y esto mismo comunica a algunos pasa-
sondeo de los problemas del universo, y en ellos se ma-
jes de su especulación cierta sequedad racionalista, ajena
nifiesta un agudo sentimiento de la naturaleza, que ha
a su auténtico genio, pródigo de lozanías y verdores.
influido en la educación de la sensibilidad del espíritu
En este diálogo asistimos al careo de la cultura pa- de E u r o p a . Agustín demuestra que, así como hay un
gana y cristiana, que en el espíritu de san Agustín m c h a n orden en todas las cosas creadas, así el cristiano necesita
por fundirse en un abrazo. De aquí la importancia de p o n e r orden en su alma, si la quiere hacer capaz de la
Casiciaco y de los diálogos que allí se compusieron en contemplación de Dios. La providencia mantiene en el
familiar conversación p a r a conocer el espíritu agusti- m u n d o la armonía, t u r b a d a p o r el pecado, mediante el
niano y sus esfuerzos en armonizar la razón y la fe. castigo del pecador protervo y la misericordia hacia el
He aquí cómo el mismo Agustín juzga en sus Retrac- pecador que se arrepiente.
tationes esta obra:
• «Escribí el libro De la vida feliz cuando tenía entre
HACIA LA VERDAD
mis m a n o s la redacción de los libros contra los aca-
démicos. Fue su ocasión mi cumpleaños y un triduo
de discusión que tuvimos, como se indica allí. Resul- Todas las discusiones filosóficas de Casiciaco nos con-
tado de nuestra investigación c o m ú n es que la vida ducen al cristianismo. Si atendemos bien a las ideas ex-
feliz consiste en el perfecto conocimiento de Dios...». puestas, advertimos que en todas las páginas de los Diá-
logos se advierte la presencia de u n a nueva idea, la idea
Contra Académicos contiene tres libros. En ellos sos- cristiana, aunque a veces se nos antoja un poco tímida
tiene, contra la opinión de los académicos, que el alma y circunspecta. Parece como si Agustín no hubiera teni-
no puede contentarse con vagar de un sitio p a r a otro en do el valor de ponerla bien en evidencia, y t r a t a más
168 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA RENUNCIA A SU CÁTEDRA 169
bien de esconderla y de encubrirla. Pero esto no es extra- en su extensión, basta por sí sola para asegurarle un
ño. Su conversión estaba todavía fresca, por así decirlo, lugar entre los mayores metafísicos. En ellos se inicia
y no era fácil que los nuevos sentimientos hubieran po- valientemente la peregrinación espiritual del que ha po-
dido, de un golpe, hacer desaparecer sus antiguos hábitos dido ser llamado «el más apasionado buscador de Dios
mentales. en el mundo antiguo». A ese mérito metafísico debe su-
Bajo el hábito del penitente, seguía viviendo todavía marse el psicológico, por haber formulado en ellos el
en Agustín el filósofo, y éste es el que aparece en la prosa principio de la interioridad. Son los libros más religiosos
de los Diálogos. De una parte los Diálogos se dirigen, en de Casiciaco, según lo comprueba la maravillosa oración
general, a letrados, que se han formado en las escuelas que les sirve de pórtico.
de retórica. Y sabemos que los literatos no veían, en ge- Los Soliloquios se abren con una plegaria extraordi-
neral con buenos ojos al cristianismo. Agustín tiene que nariamente bella, suave como el preludio de una sinfonía
demostrarles que la religión y la sapientia antigua no que toca las más íntimas fibras del corazón y hace derra-
son enemigos irreconciliables, como ellos han podido mar lágrimas. San Agustín comenzó en Casiciaco a vivir
creer. Incluso la fe no exige el sacrificio de la razón, ni profundamente el cristianismo. Su frecuente oración, su
tampoco la proscripción de la elocuencia y de la poesía penitencia con amargo llanto de las culpas, la humildad
pagana. y la pureza del corazón, dos virtudes específicamente
Para inducir a sus amigos a convertirse y a seguir cristianas; la orientación de su ser a Dios, el sentimiento
su propio ejemplo, no ha podido encontrar un mejor ca- de la poquedad propia y de la necesidad de la redención
mino que hablarles el mismo lenguaje que emplea Séneca y de la gracia, bastan a persuadirnos de la profunda reno-
con su discípulo Lucilio, por ejemplo. Para adaptar las vación interior, operada en el joven africano.
verdades de la fe a la debilidad de sus discípulos y de la En la plegaria de los Soliloquios jadea un cristiano
generalidad de los hombres, Agustín en Casiciaco se man- de corazón que busca la libertad de su espíritu por la
tiene bien lejos de aquella intransigencia, que más tarde gracia. El neoplatonismo ha podido suministrarle cier-
le dará el sublime grado de la virtud, a que llegará su tas fórmulas, pero no el ímpetu y la llama afectiva, el
espíritu. En lo que respecta a la moral práctica, indica movimiento patético y cordial, a las palabras de Agustín.
claramente un doble ideal de vida: por un lado los que El que allí se franquea y abre en espíritu no es un inte-
continúan su vida en el mundo, según la ley cristiana de lectual a secas, ni un profesor de retórica, sino un aman-
la sobriedad y de la moderación. Y por otro, los que te apasionado, convertido enteramente a Dios.
aspiran a vivir en Dios, lejos del bullicio del mundo.
Podemos decir que el Agustín que se nos manifiesta • «Acabadas las vacaciones vendimíales, advertí a los
en los Diálogos no es todo el Agustín del retiro de Casi- milaneses que buscasen para su juventud escolar otro
ciaco. Sin duda, cuando hubo abandonado la juventud un vendedor de palabras, porque yo había determinado
poco rumorosa de los escolanos, al atardecer, en su ha- consagrarme a vuestro servicio, y por dificultad de
bitación, en aquel lecho que bañaban frecuentes lágrimas respiración y dolor del pecho, no me sentía capaz para
amargas, muy otros eran sus pensamientos. aquella profesión.
Es el Agustín de los Soliloquios, de este diálogo de E insinué por cartas a vuestro Prelado y varón
su alma con Dios, en el retiro y silencio interior. Hay santo, Ambrosio, mis errores pasados y mi deseo pre-
que leer y meditar esta obra junto con los otros diálogos, sente para que me aconsejara cuál de vuestro libro
ya que nos manifiesta la otra mitad del hombre escon- había de leer con preferencia para aparejarme y ha-
dido a los ojos profanos. cerme más apto para recibir tamaña gracia. El me
Los Soliloquios son un monumento inmortal del genio mandó que leyese al profeta Isaías, a lo que creo,
filosófico de san Agustín. Esta obra, aunque muy breve porque es entre todos los profetas el más claro anun-
170 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA RENUNCIA A SU CÁTEDRA 171
ciador y paraninfo del evangelio, y de la vocación de el proyecto de escribir un tratado sobre las disciplinas
los gentiles. No obstante, yo no entendiendo su prime- que ha enseñado o de que ha tenido ocasión de ocupar-
ra lectura y pensando que todo el resto sería así, diferí se: la gramática, la música, la dialéctica, la retórica, la
la lección para seguirla cuando estuviese más ejerci- geometría, la aritmética y la filosofía. Estas obras, de
tado en la palabra del Señor» (Confesiones IX 5, 13). haber sido terminadas, habrían constituido una especie
de enciclopedia. En efecto, Agustín no llega a realizar
todo su proyecto. Termina solamente el libro sobre la gra-
EN VÍSPERAS DEL BAUTISMO mática, pero perderá incluso el ejemplar personal que
se había reservado para su uso propio.
Y después del retiro de Casiciaco se iba acercando el Escribe el comienzo del tratado sobre la Música que
día en que Agustín iba a dar el paso decisivo. Mientras termina después de su regreso al África. De los cinco
se va acercando la cuaresma del año 387, todo el mundo libros restantes, no redacta sino el comienzo, y poseemos
abandona Casiciaco y la hospitalidad ofrecida por Vere- todavía lo que él compuso sobre la Dialéctica y sobre la
cundo para regresar a Milán. Se trata, para Agustín, para Retórica. Sobre esta cuestión debatida remito a mi libro
su amigo Alipio y para su hijo Adeodato, de preparse La retórica en los sermones de san Agustín, donde dedico
dignamente a recibir el bautismo que debe ser adminis- un capítulo entero al problema que estos libros repre-
trado por Ambrosio, durante las ceremonias de la solem- sentan. Le falta el tiempo para ir más lejos, tal vez le
ne Vigilia Pascual. falta el interés, porque las cosas materiales le interesan
Con gran alegría vuelven a encontrar a Nebridio, y con menos desde que se ha entregado a Dios.
alegría un nuevo cristiano se une a la pequeña comuni- Agustín ha guardado para sí el secreto de sus senti-
dad. Se trata de Evodio, originario también de Tagaste, mientos más íntimos. El libro de las Confesiones, que nos
que había servido en la administración como comisario ha conservado toda clase de detalles sobre la larga crisis
del Emperador. Bautizado hacía poco tiempo, ha aban- que ha atravesado hasta el día de su conversión, no nos
donado sus funciones para entregarse al servicio de Dios. dice nada de su última permanencia en Milán y resume
Agustín y Alipio encuentran en Evodio un compañero en unas pocas palabras las impresiones sentidas en el
digno de su amistad y de su respeto. momento del bautismo: «Recibimos el bautismo y huyó
Conocemos mal los sentimientos que agitan el alma de nosotros toda ansiedad de la vida pasada» (Confesio-
de Agustín durante las semanas que le separan de su nes IX 6, 14).
definitiva regeneración. Por fuertes que hayan sido, no Sería vano intento tratar de penetrar el misterio en
le impiden trabajar. En ese tiempo es precisamente cuan- que Agustín ha encerrado su reconocimiento. Nos es
do redacta algunas páginas sobre la inmortalidad del al- igualmente imposible e" inútil querer representarnos las
ma. En su pensamiento este opúsculo destinado a com- últimas conversaciones que ha podido tener con san
pletar los Soliloquios, que han quedado incompletos, no Ambrosio antes de recibir el sacramento de la regene-
debe de ser sino una especie de borrador, o unas notas ración.
para uso personal. Contra su voluntad lo publicará más La leyenda pretende que al salir del agua bautismal,
tarde, con el título De immortálitate animae. el neófito y el obispo entonaron el himno de acción de
Hace más todavía. Se complace en preguntar a los que gracias, y que el Te Deum es el testimonio fiel de su re-
están con él, a los que han asistido a sus lecciones, a los conciliación. No pasa de ser una piadosa leyenda. La
que se interesan en cuestiones que se refieren a las cien- historia literaria rechaza la paternidad agustiniana del
cias humanas. Vuelve a tomar las notas que había toma- himno. Preferimos el silencio de la historia que nos dice
do o que le habían servido durante su profesorado. solamente que la fecha del bautismo fue el 25 de abril
Antes de decir un adiós definitivo a la retórica, forma del año 387, cuando Agustín contaba 33 años.
Carrera eclesiástica y literaria
BAUTISMO
CAPITULO XIII
D E S P U É S DEL BAUTISMO
CONTRA LOS MANIQUEOS
la perfección cristiana en la profesión de la vida monás- • «En la inminencia del día en que había de salir de
tica. Como quiera que Agustín poseía todavía en Tagaste esta vida —día que conocíais Vos y nosotros ignorá-
su casa y algunas tierras, decidieron retirarse allá, y pa- bamos— aconteció, a lo que yo creo, por amorosa y
sar en Tagaste el resto de su existencia, libres de toda oculta providencia vuestra, que yo y ella estuviésemos
ligadura terrena, entregados por completo a Dios. solos arrimados a una ventana, de donde se descubría
Adeodato y Ménica habrían sido, sin duda, del nú- la huerta de la casa en que morábamos, en los aleda-
mero de los que se entregarían por completo a Dios. La ños de la ciudad de Ostia, sobre el Tíber. Allí, aparta-
pureza angelical del niño y la probada virtud de la ma- dos del ruido de las gentes, tras la fatiga del largo
trona que, después de la muerte del marido, había tomado camino, nos rehacíamos para la navegación. Hablába-
el velo de la viudez, predestinaban al uno y al otro a mos, pues, solos los dos, con gran dulzura recíproca.
esa vida de santidad. Olvidando lo pasado y proyectándonos hacia lo
porvenir, bviscábamos juntos, a la luz de la verdad
Durante el verano, y más exactamente a finales de presente, que sois Vos, cuál sería la vida eterna de los
agosto, emprendieron el viaje, y atravesaron los Apeninos santos, que ni ojo vio, ni oreja oyó, ni subió en cora-
para dirigirse a Ostia. Una vez llegados aquí, debieron zón del hombre. Abríamos la boca del corazón, anhe-
esperar a que se les presentarse la ocasión de un barco, lante y sedienta a los soberanos raudales de vuestro
para dirigirse al África. Como quiera que tales ocasiones manantial, fuente de vida que está en Vos, para que,
no se presentaban todos los días, se alojaron en casa de de allá arriba rociados, según nuestra capacidad, de
una familia cristiana, en una casa tranquila, lejos del alguna manera pudiéramos considerar materia tan
rumor de la multitud y del movimiento multiforme del sublime.
puerto.
Y como nuestra plática llegase a la conclusión de
que la delectación de los sentidos carnales, cualquiera
EL ÉXTASIS DE OSTIA que ella fuere, por viva y grande que sea la luz corpo-
ral de donde ella irradia, cotejada con la jocundidad
Ostia era un centro comercial importantísimo, y uno de aquella vida, no solamente no sostiene la compa-
de los puntos de desembarco para los viajeros que pro- ración, pero ni la mención siquiera, levantándonos con
venían de cualquier otro puerto del Mediterráneo. Una ímpetu más ardiente hacia el Ser mismo, recorrimos
muchedumbre cosmopolita, diversa en la lengua y en las grado por grado todas las cosas corporales y el mismo
costumbres, se movía por la ciudad en medio de un tu- cielo de donde el sol y la luna y las estrellas resplan-
multo ensordecedor: bajeles y navios, cargados de acei- decen sobre la tierra.
te, de grano, de mercancías de toda clase, cubrían el Y aún subíamos más arriba, pensando interiormen-
puerto, y dejaban oir desde lejos los gritos de los mari- te de Vos; hablando de Vos y admirando vuestras
neros y el traqueteo de las cargas. obras. Y llegamos a nuestras almas y las traspasamos
En medio de aquella ciudad, Agustín y Mónica gusta- hasta arribar a aquella región de abtmdancia indefi-
ban de recogerse en el silencio de la meditación y de la ciente, donde para siempre apacentáis a Israel con el
plegaria. Recostados, un día, en una de las ventanas de pábulo de la verdad. Allí la vida es la sabiduría hace-
la casa, desde donde se veía el jardín de la casa que dora de todas estas cosas, y de las que fueron y de las
habitaban en Ostia, la madre y el hijo se entretenían que han de ser. Mas ella no es hecha, sino que tal es
juntos con dulzura infinita en lo que podría ser la unión como fue y así será siempre. Antes, no hay en ella ni
eterna en el Señor. Preferimos escuchar las palabras con pasado, ni futuro, sino ser simplemente, porque es
que el mismo Agustín nos refiere la escena de lo que se eterna, puesto que haber sido y haber de ser no es
ha llamado éxtasis de Ostia. eterno.
EL CAMINO DE ROMA 177
176 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
Y mientras de ellas íbamos hablando, anhelantes y estas palabras. No obstante, Vos, sabéis, Señor, que
deseosos, llegamos a tocarla un poco en un supremo aquel día, durante aquel coloquio, en el cual ese bajo
alzamiento y vuelo del corazón. Y lanzamos un hondo mundo con sus placeres todos se nos cubría de vileza,
suspiro y dejamos prendidas y palpitantes allá arriba mi madre me dice: Hijo, por lo que atañe a mí, ningu-
estas primicias del espíritu. Y luego tomamos, ¡ ay na cosa me deleita en este mundo. No sé qué más
dolor!, el camino del descenso al son de nuestra boca, haré aquí ya, ni por qué todavía aquí estoy, consu-
donde nace la palabra y muere la palabra. ¿ Y qué cosa mada y colmada ya toda esperanza de este siglo. Una
existe semejante a vuestro Verbo, Señor nuestro, que sola cosa había por la cual yo deseaba detenerme un
permanece siempre en sí, sin envejecer, y que renueva poco en ella, y era la de verte cristiano católico antes
todas las cosas? que muriese. Con creces Dios ha coronado este deseo
mío, pues te veo siervo suyo, con absoluto desdén de
Y decíamos: Si hubiese alguno para quien callase la felicidad terrena. ¿Qué hago yo aquí? {Confesiones
el tumulto de la carne, y callasen los fantasmas de la IX 10, 23-26).
tierra y de las aguas y del aire, y callase el cielo, y
hasta su propia alma callase y saliese fuera de sí, no Los autores que han estudiado de cerca el carácter
pensando en sí, y callasen los sueños y las imaginarias de esta experiencia de Ostia, han pretendido encontrar
revelaciones, y callase toda lengua y todo signo y todo diferentes elementos plotinianos. Courcelle hace notar
cuanto nace para desaparecer; si hubiese alguno para que la experiencia de Ostia, en la realidad, fue menos
quien todo esto callase (porque para quien tiene oídos, plotiniana de que lo que aparece en el relato de las Con-
todas estas cosas dicen: No nos hicimos nosotros, fesiones.
sino que nos hizo el que permanece para siempre). Otros quieren ver elementos de Porfirio, más bien que
Y si, dicho esto, todas las cosas enmudeciesen porque de Plotino. Es muy difícil asignar los elementos que in-
elevaron su oído hacia Aquél que las creó. Y si luego tervienen, sobre todo cuando se quiere precisar entre
hablase él sólo, no por ellas, sino por sí mismo, para Plotino y Porfirio. Es muy fácil dejarse llevar por los
que oyésemos su palabra, no ya por lengua de carne, prejuicios y en vez de ver influencia de la Biblia se
ni por voz de ángel, ni por tronido de nube, ni por descubren influjos neoplatónicos, que no existen en la
enigma de parábola, sino directamente a El mismo, a realidad.
quien amamos en estas cosas; a él mismo a quien sin Otros autores disputan acerca de si lo que refiere
estas cosas oímos, a la manera que ahora elevamos Agustín puede entenderse como una experiencia mística.
hasta tocar la sabiduría eterna, inmutable, por encima Es difícil poder precisar si efectivamente se trata de
de todo. Y si este contacto fugaz se prolongase y se una visión o éxtasis místico o se trata sencillamente de
desvaneciesen todas las otras visiones de harto más una experiencia intelectual. Hay que tener en cuenta que
baja naturaleza. Y si esta sola visión arrebatase al las Confesiones han sido escritas algunos años después
vidente y lo absorbiese y lo anegase en un piélago sin del suceso que narran. De todos modos, se trata de una
suelo de dulzuras de modo que tal fuese la vida eterna cuestión muy debatida, y que no nos interesa de momen-
cual fue aquel instante de efímera intuición que nos to. La dejamos para cuando se exponen las doctrinas
arrebató el hondo suspiro... Por ventura, todo este místicas de san Agustín.
cúmulo de cosas, ¿no es realización de aquellas pala-
bras evangélicas que dicen: Entra en el gozo de tu
Señor? Y todo esto, ¿cuándo será? ¿Acaso no será LA MUERTE DE LA MADRE
cuando todos resucitemos, pero no todos seremos in-
mutados? ¿Tenía santa Mónica el presentimiento de su fin pró-
Tales cosas decía, aunque no; de esta manera y con ximo cuando declaraba que su tarea estaba ya terminada
178 I.AS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA EL CAMINO DE ROMA 179
y sus esperanzas colmadas? De todas maneras, algunos estalló en llanto desgarrador. Obligado por la repren-
días más tarde, ella cayó gravemente enferma. San Agus- sión de todos, calló el muchacho. De este modo, tam-
tín nos cuenta así la última enfermedad de su madre: bién aquella ternura juvenil mía que se licuaba en
lloro, coaccionada por la voz recia de mi virilidad, por
• «Adhaec ei quid responderim, non satis recoló: cum la voz del corazón, asimismo callaba» {Confesiones
interea vix intra quinqué dies, aut non multo amplius, IX 12, 29).
decubuit febribus. Et cum aegrotaret, quodam die de-
fectum animae passa est, et paululum subtracta a Agustín, en un arranque de ascetismo, logró contener
praesentibus. Nos concurrimus; sed cito reddita est las lágrimas ante la muerte de su madre, aunque sus dos
sensui. Et aspexit astantes, me et fratrem meum, et vidas, como dirá él mismo, habían sino una sola. Poco
ait nobis, quasi quaerenti similis: Ubi eram? Deinde antes de morir, su madre le había dicho cómo había
nos intuens maerore attonitos: Ponitis hic, inquit, sido dulce y cariñoso para con ella. Agustín supo ahorrar
matrem vestram. Ego silebam et fletum frenabam. Fra- las lágrimas que era natural derramase ante la muerte de
ter autem meus quiddam locutus est, quo eam non su madre. Incluso tuvo el coraje de entretener a sus ami-
in peregre sed in patria defungi, tanquam felicius gos para que no llorasen. Más aún, el mismo baño que
optaret. Quo audito, illa vultu anxio reverberans eum tomó (porque se decía que servía para alejar las tristezas
oculis, quod talia saperet, atque inde me intuens: y las penas del alma) le dejó con la misma pena interna.
Vide, ait, quid dicitl Et mox ambobus: Ponite, inquit, Al final, derramó su alma en una lluvia purificadora ante
hoc corpus ubicumque; nihil vos eius cura conturbet. Dios:
Tantum illud vos rogo ut ad Domini altare memine-
ritis mei ubi fueritis. Cumque hanc sententiam verbis, • «Y allí sí, entonces sí que lloré a placer a vuestra
quibus poterat, explicasset, conticuit, et ingravescente presencia, sobre ella y por ella, sobre mí, y por mí.
morbo exercebatur... Y di licencia a las lágrimas que retenía para que co-
Audivi etiam postea, quod iam cum Ostiis essemus, rriesen cuanto quisieran y les di el cauce de mi cora-
cum quibusdam amicis meis materna fiducia colloque- zón. Mi corazón se aquietó con ellas, porque atentos
batur, quodam die de contemptu vitae huius et bono a su murmullo de torrente estaban los oídos vuestros,
mortis, ubi ipse non aderam, illisque stupentibus vir- no los de un hombre cualquiera, profano y presun-
tutem feminae, quoniam tu dederas ei, quaerentibus- tuoso intérprete de mi llanto» {Confesiones IX 12, 33).
que utrum non formidaret tam longe a sua civitate Nosotros perdonamos fácilmente a Agustín esta debi-
corpus relinquere: Nihil, inquit, longe est Deo, ñeque lidad de llorar ante el cadáver de su madre. Y encon-
timendum est ne Ule non agnoscat in fine saeculi unde tramos un tanto cruel la indiferencia que alguien pudiera
me resuscitet. Ergo die non aegritudinis suae, quin- esperar de él.
quagesimo et sexto anno aetatis suae, tricésimo et ter- Esta parte de las Confesiones se termina con una
tio aetatis meae, anima illa religiosa et pia corpore oración por Mónica, y también por Patricio. No podemos
soluta est» {Confesiones IX 11, 27-28). por menos de recoger esta plegaria tan fina y delicada que
Después de la muerte, nos dirá Agustín: Agustín dirige a Dios por el eterno descanso de sus pa-
• «Yo le cerraba los ojos y confluía en mis entrañas dres. Preferimos transcribirla en latín, que contiene el
una tristeza ingente que refluía en lágrimas. Pero mis encanto propio de las palabras que el mismo Agustín
ojos por violento imperio de mi voluntad, reabsorbían escribió:
el ímpetu de la fuente caudal hasta la sequedad más • «Sit ergo in pace cum viro, ante quem nulli, et post
dura. En el instante en que ella exhaló el postrer quem nulli nupta est: cui servivit, fructum tibi affe-
aliento, el muchacho Adeodato dio un gran grito y rens cum tolerantia, ut eum quoque lucraretur tibi.
180 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA EL CAMINO DE ROMA 181
Et inspira, Domine meus, Deus meus, inspira servís vida en la forma más intensa, más delicada, más austera
tuis, fratribus meis; filiis tuis, dominis meis; quibus y más seductiva. Agustín fue conducido al cristianismo
et corde, et voce, et litteris servio, ut quotquot haec por convicción, pero al mismo tiempo hemos de ver en
legerint, meminerint ad altare tuum Monicae, famu- su conversión una especie de contagio espiritual que pro-
lae tuae, cum Patricio quondam eius coniuge; per viene de su madre.
quorum carnem introduxisti me in hanc vitam, que- Podríamos afirmar, sin temor de parecer exagerados,
madmodum nescio. Meminerint cum affectu pió pa- que en lo que ella pudo trató casi de obligar a su hijo
rentum meorum in hac luce transitoria, et fratrum a convertirse al catolicismo por todos los medios que
meorum sub te patre in matre catholica, et civium estuvieron a su alcance.
meorum in aeterna Ierusalem; cui suspirat peregrina- Sin embargo, sus esfuerzos no fueron el factor deci-
tio populi tui, ab exitu usque ad reditum: ut quod a sivo en su conversión y en su vida. Hemos de excluir,
me illa poposcit extremum, uberius ei praestetur in por supuesto, que Agustín se sintió completamente domi-
multorum orationibus, per confessiones, quam per nado por su madre. En realidad, él se había despreocu-
orationes meas» (Confesiones IX 13, 37). pado de su madre en toda su manera de vivir, y más de
Es curioso notar que esta parte de las Confesiones ter- una vez en acciones y ocasiones decisivas. Naturalmente,
mina con la muerte de Mónica. Algunos escritores han ella seguía influenciando, de una manera o de otra, sobre
querido ver en la muerte física de su madre la muerte, las acciones de su hijo.
en Agustín, de una de las partes de su alma, en el sentido El asunto más importante y capital se refiere al mo-
que la muerte de Mónica ha marcado de una manera do y a las características con que Mónica lo trató de
indeleble la vida de Agustín. En vista de esto podríamos recién nacido y poco después, y cómo lo educó en la
analizar cuál ha sido concretamente la influencia de Mó- niñez. Ciertamente las características de esa primera
nica en la formación de su hijo. educación influyeron enormemente en Agustín. Algunos
El mismo Agustín nos habla, como ya hemos visto, autores han querido ver en esto el asunto de mayor im-
del afecto que siente hacia su madre. Incluso llega a es- portancia.
cribir estas palabras: Incluso han afirmado que, a partir de estas relacio-
nes con su madre, Agustín ha sentido más tarde su inca-
• «Y porque yo quedaba desamparado de tan gran pacidad para encontrar la felicidad en el amor con otras
consorte, quedaba herida mi alma y casi depedazada mujeres. De ese primer trato con su madre, Agustín sen-
mi vida, que se había hecho una, de la vida de los tirá la desesperada necesidad de lanzarse tras la filosofía,
dos» (Confesiones IX 12, 30). tras la amistad, y finalmente tras la religión, como un
En estas palabras vemos la confesión de quien se sucedáneo o sustituto de aquella felicidad que, en gene-
siente profundamente influenciado por su madre. Las ral, tratan de descubrir los demás hombres.
Confesiones nos presentan a la madre de Agustín como Admitir todo esto, supone una cierta gravedad, y tal
jugando un papel muy importante en su propia vida: vez una acusación contra Agustín. Parece suponer todo
ésta debió de ser sin duda la verdad. esto que para Agustín, la filosofía, la amistad y la religión
no fueron nunca otra cosa sino un refugio para la feli-
cidad en el amor femenino que, a causa de la absorción
MONICA Y AGUSTÍN que Mónica había logrado con la preponderancia del
amor maternal, su hijo había podido ser satisfecho ple-
Algunos autores han pensado que Mónica tiene una namente.
gran importancia en la conversión de Agustín en cuanto Por supuesto que no podemos admitir esta interpre-
debió de presentársele como una cristiana que vivía su tación que se opone a lo que el mismo Agustín nos cuen-
182 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA EL CAMINO DE ROMA 183
ta en sus Confesiones. No nos importa demasiado saber sus padres, y un fastidioso entendimiento que sirvió a
qué es lo que los autores entienden por «la felicidad en cada uno de los dos, según su turno. Incluso llega a sim-
el amor de la mujer». Sencillamente, vemos a Agustín plificar toda la psicología de Agustín afirmando que,
gustando de la amistad y de la compañía de una mujer hasta que no fue obispo, el carácter de Agustín estaba
con la que vive durante 15 años. dominado por una madre tierna y dulce, mientras que
Será él mismo el que se vea obligado a romper con posteriormente apareció en él el carácter duro y apasio-
esa compañía, y no sin gran sentimiento y tristeza: en nado de su padre. Se aducirá como prueba de este carác-
consecuencia no había perdido el sentido de la felicidad ter dominador la actitud de Agustín frente los donatistas
de que hablan algunos autores modernos. Sin duda al- que él querría a toda costa convertir al catolicismo.
guna, cuando Agustín rompió con la felicidad que sentía Es un modo muy sencillo de estudiar el carácter de
en el amor de la mujer, lo hizo porque sentía la sed y una persona, cuyas notas distintivas se quieren ver total-
el hambre de una felicidad diferente, de un amor más mente expuestas en la diferencia que se advierte en sus
fuerte y delicado. No es que apeteciera más cantidad de padres. Es la manera simplista de hacer psicología, y
felicidad sino que deseaba una nueva calidad que sólo encierra una falta de lógica en todos sus aspectos. En
podía encontrar en el amor de Dios. primer lugar se exageran las conclusiones que se quieren
Ciertamente Agustín se sintió atraído por el amor y sacar de esos principios, y luego se tiene muy poca cuenta
el cariño de su madre, pero esto no le impidió que vivie- de la realidad. En efecto, el padre de Agustín pudo haber
ra durante varios años en relativa felicidad con la que sido físicamente un «fanfarrón», pero la fuerza moral de
había de ser la madre de su hijo. la casa era, sin duda alguna, Mónica. Los autores que
En cierto sentido podríamos ver en los episodios de han imaginado esta oposición de caracteres en los padres
Mónica, en las Confesiones, una vida de la madre de de Agustín se fundan en la idea de que el mismo Agustín
Agustín. Por supuesto que en esta vida de santa Mónica confiesa el conflicto existente entre sus padres. Mientras
hemos de encontrar tan sólo lo que puede indicar los el joven sigue siempre la parte de la madre, nunca tiene
servicios y las preocupaciones de la madre para con su una palabra de cariñoso recuerdo para su padre.
hijo. Y el autor de las Confesiones quizá cuando escribió
Pero los hechos son contrarios a toda esta teoría.
su obra, después de unos años de la muerte de su madre,
Agustín explícitamente afirma que, en general, nunca
pensara más que en escribir sus relaciones desde el punto
había diferencias domésticas entre sus padres. Y él mis-
de vista de su madre que del suyo propio, en un deseo
mo recordará los sacrificios que se impuso su padre para
de honrar la memoria de su madre.
hacer factibles los deseos de una educación esmerada
En este sentido, es muy fácil que las Confesiones que estaba por encima de su fortuna. Es cierto que se
puedan causar una impresión que falsee un tanto la rea- atisba en Patricio un carácter colérico y, a veces, infiel
lidad de los sentimientos íntimos de Agustín. No quere- a su mujer. Nos dirá Agustín que era ferviente en sus
mos decir con esto que las Confesiones no sean un docu- afectos, y no hemos de suponer que esas muestras de
mento autobiográfico; pero sí admitimos la posibilidad afecto las reservara tan sólo para los extraños de la casa.
de un enfoque diverso de la realidad en lo que se refiere Y cuando, al final de su vida, se convirtió al catolicismo,
a los sentimientos íntimos de Agustín. fue fidelísimo con su esposa.
Y junto con su madre aparece el nombre de Patricio
PATRICIO Y MONICA
en la oración que Agustín deja escrita al final del libro IX
de las Confesiones:
Una psicología, que ya ha pasado de moda en nues-
tros días, nos habla del trágico destino de Agustín para • «Descanse, pues, en paz con su marido, antes del
combinar en su cuerpo enfermizo las almas opuestas de cual y después del cual no se casó con ningún otro
*
184 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
Agustín se convence una vez más de la diferencia tan incaseato, monte tuo, monte uberi» (Confes. IX 3, 5).
grande que existe entre las costumbres de los maniqueos
y sus pretensiones. Los encuentra tan infatuados como Por fin, las circunstancias prometen un viaje feliz, y
siempre, y sumamente peligrosos para las almas sencillas Agustín y sus compañeros regresan al África. Esta vez,
que seducen con promesas de verdad y con sus aparien- el adiós a Italia es definitivo. El antiguo rétor no volverá
cias de virtud. Siente la necesidad de desenmascararlos a ver ya más Roma y Milán donde ha pasado años tan
ante los cristianos, y les opone la santidad de la Iglesia fecundos y tan visiblemente bendecidos por la gracia
católica. divina. Podemos imaginar fácilmente cuáles debieron ser
Tal es la finalidad de los dos libros que escribe en- los sentimientos de Agustín cuando, a finales del verano
tonces: De moribus manichaeorum, y De moribus eccle- del 388 desembarca en Cartago.
siae catholicae. Revisará más tarde estos libros, ya de
vuelta en África, y los completará en algunos detalles.
EN LAS COSTAS DE CARTAGO
Pero es en Roma donde comienza el plan de ataque
contra los maniqueos. Pocos los conocen tan bien como
él, ya que durante nueve años ha sido su víctima. Habla Cinco años antes había partido como fugitivo, tratan-
según su experiencia personal. do de evitar a la vez las importunas amonestaciones de
su madre y las llamadas interiores del Señor. Ahora re-
Por la misma época escribe un diálogo, basado en gresa, conquistado por la bondad de Dios y el esplendor
cierta conversación tenida con Evodio: De quantitate de la santidad católica. En vez de las vanidades de la
animae. Evodio es un discutidor nato, y Agustín tiene gloria mundana, no busca sino el servicio de las almas.
que emplear todos los argumentos para mostrarle que Ante él se abre la verdadera vida, plena de promesas.
el alma no es una cuantidad corporal, aunque posea una
magnitud verdadera... Naturalmente, los viajeros comienzan por hacer un
alto en Cartago. Agustín encuentra allí alumnos y amigos
También en Roma comienza un tratado, De libero ar- de antaño. Uno de sus discípulos, Eulogio, es ahora pro-
bitrio, que, al parecer, reproduce una conversación que fesor de retórica. Le cuenta cómo una vez le ha visto en
ha tenido también con Evodio, y que está dirigido espe- sueños y le ha explicado un trozo difícil de Cicerón. Pero
cialmente contra los maniqueos. No logra terminar este no es ésta la única maravilla que escucha en Cartago.
libro. Varios años más tarde logrará darle la última ma- Sus compañeros y él mismo han recibido alojamiento
no y lo publicará, ya de obispo de Hipona. en casa de un antiguo abogado del vicario del prefecto,
En medio de estos trabajos, una gran tristeza llega a llamado Inocente.
su corazón. Verecundo, el colega de Milán, el generoso Este, desde hace algunos años, está enfermo. Ha su-
propietario de Casiciaco, ha sido llamado por Dios. Al frido una operación muy dolorosa y los cirujanos, des-
menos, antes de morir ha podido recibir el bautismo. pués de muchas dudas, están de acuerdo en hacerle una
Si durante su vida no le fue posible realizar los deseos nueva operación urgente. Inocente está espantado ante
de vida perfecta que había proyectado, su muerte no ha el pensamiento de los nuevos sufrimientos que le esperan.
sido menos preciosa a los ojos del Señor. Tiempo des- Todos los amigos que le visitan, ante el estado del enfer-
pués, Agustín que ha sido tan bien acogido por la gene- mo, comienzan a rogar por su curación. Cuando los ciru-
rosidad de su amigo, rogará siempre por él: janos vienen al día siguiente para hacerle la intervención
• «Fidelis promissor, reddes Verecundo pro rure illo prevista, se encuentran con una grata sorpresa. Dios ha
eiusdem Cassiciaco, ubi ab aestu saeculi requievimus escuchado la oración de sus siervos, y el mal ha desapa-
in te, amoenitatem sempiterne virentis paradisi tui, recido. Solamente ha quedado una cicatriz de carne fres-
quoniam dimisisti et peccata super terram, in monte ca y curada.
188 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
Y DE NUEVO, ÁFRICA 189
pero querría convertirla al catolicismo. He aquí algu- zá por primera vez, el antiguo rétor se preocupa visible-
nos de los problemas que Agustín tiene que resolver en mente de extender su acción entre los lectores poco acos-
sus cartas. Estas varían en su extensión, y en todas ellas tumbrados a las sutilezas de su estilo y de su lenguaje.
brilla la sabiduría y la piedad de Agustín. Se interesa también por su antiguo amigo Romaniano.
En cierta ocasión le había prometido escribirle acerca
de lo que pensaba sobre la verdadera religión. Ahora se
LA TAREA DE LOS LIBROS
siente dispuesto a cumplir su promesa para obligar a
Romaniano a reflexionar, al menos, sobre los caracteres
A pesar de sus muchas ocupaciones, Agustín encuen- de la verdadera religión. Es el tratado De vera religione.
tra tiempo para escribir libros. Acaba el trabajo que ha
Y junto a todas estas múltiples ocupaciones, Agustín
comenzado en Milán sobre la música, o más exactamente,
encuentra tiempo para estudiar. Lee la Biblia con ardor
redacta la primera parte, la que se refiere a la rítmica.
hasta el punto de saber de memoria trozos y páginas
El libro está concebido dentro de una atmósfera comple-
enteras.
tamente escolar. Los seis libros que ha escrito De música
expresan, a su manera, la historia misma de su alma, a Antes se había visto rechazado por el estilo rústico de
partir de su estancia en Milán, donde se interesa todavía los libros sagrados, que chocaban con su educación pu-
en los estudios de este mundo, hasta su retiro en Tagaste, rista. Al presente constituyen las delicias de su espíritu.
en que ya no aspira sino a los bienes eternos. Incluso el texto de la Biblia es objeto de un estudio más
profundo. Anteriormente se había dado cuenta de la
De esta misma época es un diálogo, De magistro, que
«grosería» de su estilo. Ahora advierte la inexactitud de
reproduce las conversaciones entre Agustín y su hijo Adeo-
algunos pasajes. De ahí que insista más tarde en la ne-
dato. Encontramos en sus páginas largas discusiones so-
cesidad de poseer un buen texto, conforme en lo posible
bre la relación que existe entre las palabras y su verda-
con el original, o comparable al menos a la traducción
dero significado. Los maestros humanos no pueden rea-
de los Setenta que él estima y venera casi igual que el
lizar la verdadera finalidad de la enseñanza: tan sólo
original hebreo. Ya desde su retiro en Tagaste, se siente
pueden despertar en sus alumnos los gérmenes preexis-
preocupado por estos problemas de crítica bíblica.
tentes en el espíritu de sus discípulos, pero en modo al-
guno pueden imponerles nociones verdaderamente nue- Estamos en los primeros meses del año 391. Hace ya
vas. El solo maestro verdadero es el aquel de quien nos dos años que Agustín ha regresado a Tagaste con sus
habla el Evangelio y que reside en los cielos. El habla compañeros, y sus ciudadanos no son los únicos que
en el fondo de las almas, y sólo pueden escuchar su voz aprecian su elevada virtud. De todas las ciudades de los
los que están bien dispuestos y son capaces de amarle. alrededores se acude en demanda de consejos. Cuando
puede, responde por carta. De todas partes se le reclama.
Hay también otras ocupaciones más serias que llaman Así sucede que en cierta ocasión su presencia es reque-
la atención de Agustín. En Roma había comenzado a re- rida en Hipona.
futar a los maniqueos. En Tagaste encuentra a los mis-
mos adversarios, tan peligrosos como siempre, y continúa
en el combate iniciado en Roma. HIPONA
En primer lugar tiene que responder a las objeciones
que se le dirigen en relación con los relatos bíblicos de Esta ciudad, que puede contar unos 30.000 habitantes,
la creación. Es el libro del Génesis el que les preocupa, es una antigua ciudad africana, de la que los romanos
y al que Agustín va a dedicar un comentario. Para dar han hecho una colonia. Debe toda su importancia a sus
a la obra una mayor difusión en los medios populares, carreteras que la ponen en contacto con Cirta, con Tagas-
la redacta en un estilo simple y fácilmente accesible. Qui- te, con Madaura y con Teveste; y también a su puerto.
192 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
Y DE NUEVO, ÁFRICA 193
La carta que le escribe al obispo es un precioso testi- mismo san Benito. Cual sea la Regla que Agustín da a
monio de sus sentimientos y de sus deseos. Convencido sus monjes de Hipona no se sabe con certeza. Es una
de las dificultades del ministerio, suplica a Valerio le cuestión bastante debatida, y las opiniones de los autores
conceda el descanso de que siente necesidad para entre- son a veces difíciles de probar.
garse al estudio de la Escritura. No ha tenido todavía
tiempo de leer los libros sagrados con toda la atención LA FAMA DEL ORADOR
que se requiere. Al final, Agustín ruega a Valerio en nom-
bre de la bondad y de la severidad de Cristo, de su amor Uno de los motivos que habían inducido al anciano
por la Iglesia y por él mismo, que tenga piedad de él y le obispo a ordenarle sacerdote era su deseo de que le sus-
ayude con sus oraciones. tituyera en la predicación. No era esta la costumbre del
Es la Carta 21, que hay que leer para comprender los África, y no se permitía en las Iglesias de África que los
sentimientos de Agustín, recién ordenado sacerdote. presbíteros predicasen en presencia de los obispos, y por
El obispo acepta los ruegos de Agustín, pero es muy eso la moda que introdujo Valerio promovió algunas
poco lo que le concede. Como ya se acerca la fiesta de murmuraciones entre los obispos de los alrededores.
Pascua que, en ese año de 391, cayó el día 6 de abril, le Valerio no creyó oportuno responder a las críticas.
obligó a comenzar sus funciones, y le encargó de la ins- Se contentó con hacer hablar a su nuevo sacerdote, y los
trucción de los catecúmenos que se preparaban a recibir resultados fueron tan consoladores que muy pronto se
el bautismo. comenzó a autorizar que los sacerdotes predicaran. El
Una vez elegido sacerdote, Agustín tiene que pensar obispo de Cartago, Aurelio, fue uno de los primeros a
en ordenar su vida en Hipona, y abandonar el retiro de seguir el ejemplo de Hipona. El África entera no tardó
Tagaste. Cerca de la iglesia, Valerio le da un huerto en en seguir esa costumbre.
el que puede construir el monasterio por el que siempre Muy pronto la influencia de Agustín se deja sentir
había soñado. Muy pronto llegaron discípulos que se pu- incluso en las determinaciones del obispo de Cartago,
sieron bajo su dirección. Entre ellos se encuentran, por según se deja traslucir en la Carta 22. Esta Carta es muy
supuesto, Alipio, Severo y Evodio. Luego llegan otros: característica, y muestra la influencia que ejerce ya el
Posidio, Profuturo, Urbano, Peregrino, etc. Posidio nos convertido de Milán sobre la Iglesia de África. Hace ape-
cuenta así la fundación del primer monasterio: nas un año que ha sido ordenado y su elocuencia, su
• «Factusque presbyter monasterium intra ecclesiam ciencia, y más aún su santidad le permiten elevar la voz
mox instituit, et cum Dei servís vivere coepit secun- y hacerse escuchar por doquier.
dum modum et regulam sub sanctis apostolis consti- De esta influencia no tardamos en tener una nueva
tutam. Máxime ut nemo quidquam proprium in illa prueba. El año 393 se reúne el Concilio del África en
societate haberet, sed eis essent omnia communia, et Hipona, en la Basílica de la Paz. La iglesia africana atra-
distribueretur unicuique sicut opus erat, quod iam vesaba a la sazón una crisis peligrosa de la que le era
ipse prior fecerat, dum de transmarinis ad sua re- muy difícil salir. A pesar de todos los esfuerzos, los dona-
measset» (Vita sancti Augustini 5). tistas no cesaban de ganar terreno. Tanto por medio de
una propaganda pacífica que se apoyaba en los escritos
Se ve que en Hipona la vida del monasterio es dife- de sus doctores, como por procedimientos más drásticos
rente que en el de Tagaste. Ha desaparecido ya la liber- que iban hasta el empleo del fuego en las iglesias y el
tad que antes tuvieron. Agustín les da una regla. Se habla manejo de bastones y de armas, operaban en el pueblo
de la Disciplina monasterii, aunque muchos autores creen numerosas conversiones, al tiempo que sus hordas de
que tal Disciplina no tiene que ver nada con Agustín. fanáticos sembraban el terror por todos los puntos de
Otros han creído que pudiera haber sido escrita por el la campiña.
196 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA Y DE NUEVO, ÁFRICA 197
El Concilio se abre el 8 de octubre. Bajo la presiden- tanto trabaja en Hipona por la causa de la secta. Todos
cia de Aurelio se reunieron los obispos venidos de todas le ruegan que invite a Fortunato a una conferencia pú-
las partes del África y se tomaron importantes decisiones blica. E incluso los mismos maniqueos participan de
relativas, la mayor parte, a la disciplina religiosa, a la este mismo deseo. En este momento los fieles de las dos
organización general de las provincias eclesiásticas, e in- confesiones viven en paz. Los donatistas experimentan
cluso a la conducta diaria de los miembros del clero. por Agustín una admiración creciente sin cesar y asisten
No hemos de hacernos la ilusión de que Agustín jugó gustosos a sus sermones... El 28 de agosto del año 392
el papel más importante en las sesiones solemnes del convoca a Fortunato a las Termas de Sosio y se entabla
episcopado africano. Pero estamos seguros de que su una discusión pública.
influencia se dejó sentir. Los obispos le encargaron de Los argumentos de Agustín son incontestables, y For-
dirigir la palabra en su presencia y que hiciera una ex- tunato acaba por pedir permiso para consultar a los más
posición de la doctrina cristiana. Si tenemos en cuenta hábiles doctores de la secta para saber si éstos podían
que, dos años antes, era cosa inaudita que un sacerdote encontrar alguna cosa que responder a la argumentación
predicara ante los obispos, podemos medir, por el simple de Agustín. En caso contrario estaba dispuesto a hacerse
hecho de la invitación que se hace a Agustín, la estima instruir en la Iglesia católica, ya que no deseaba otra
que había conquistado. cosa que la salvación de su alma. En efecto, poco des-
pués de la conferencia abandonó Hipona y ya no se le
volvió a ver más. En cuanto a los maniqueos que siguie-
ATAQUE A LOS MANIQUEOS
ron la discusión, o que más tarde leyeron las actas, reco-
gidas cuidadosamente por los notarios, abandonaron sus
Durante los años de su sacerdocio, Agustín no se
errores y volvieron a la fe católica.
ocupa tan sólo de los católicos. Continúa la obra contra
los herejes, y ante todo contra los maniqueos. Son los He aquí cómo san Posidio nos describe la disputa con
que mejor conoce, ya que durante nueve años ha sido Fortunato. Preferimos copiar el texto latino, que debe
uno de sus adeptos, y ha podido experimentar la seduc- hacerse cada vez más familiar al lector:
ción de sus doctrinas. En Hipona se deja sentir la nece-
sidad de refutarlos: hay un sacerdote maniqueo, de nom- • «Sane in illa tune Hipponensi urbe Manichaeorum
bre Fortunato, que por su reputación de sabio ha logra- pestilentia quamplurimos vel cives peregrinos et infe-
do conquistar un gran número de espíritus tímidos. cerat et penetraverat, seducente et decipiente eiusdem
haeresis quodam presbytero, nomine Fortunato, ibi-
Poco antes, Fortunato ha logrado conquistar para el dem conversante atque manente.
error maniqueo a uno de sus amigos, Honorato, que Interea Hipponenses cives vel peregrini christiani
sigue en la secta, atraído más por el método que pre- tam Catholici quam etiam Donatistae adeunt presby-
tende aplicar al descubrimiento de la verdad que por la terum, ac deposcunt, ut illum hominem Manichaeorum
dogmática maniquea. Considera como un deber de con- presbyterum, quem doctum credebant, videret et cum
ciencia trabajar por liberar a este amigo, que le es tan eodem de Lege tractaret. Quod idem, ut scriptum est,
querido, y el año 392 le dirige un libro titulado De utilitate paratus ad confessionem omni poscenti se rationem
credendi. El comienzo de esta obra contiene trozos muy de fide et spe quae in Deum est, potensque exhortari
emotivos, en los que Agustín recuerda a Honorato su co- in doctrina sana, et contradicentes redarguere, minime
mún juventud, sus entusiasmos... renuit. Sed utrum etiam ille hoc fieri vellet, sciscitatus
Poco más tarde se le presenta una ocasión no ya de est. At illi confestim ad illum Fortunatum id detule-
escribir contra los maniqueos, sino de combatir a uno runt, petentes, exhortantes ac flagitantes quod id mi-
de los maniqueos más famosos, a ese Fortunato que nime recusaret.
198 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA Y DE NUEVO, ÁFRICA 199
Sane quoniam idem Fortunatus iam apud Cartha- cis praecipueque rebaptizante Donati parte maiorem
ginem sanctum noverat Augustinum adhuc in eodem multitudinem Afrorum— seducta, et pressa et oppres-
secum errore constitutum, cum eodem congredi pavi- sa iacebat» (Vita sancti Augustini 7).
tabat. Verumtamen suorum máxime instantia coactus En las luchas contra los donatistas, Agustín termina
ac verecundatus, promisit in comminus se esse ventu- por formarse. Hasta ahora ha vivido un poco al margen
rum, certamenque disputandi subiturum. de los problemas que ha suscitado la vida práctica. In-
...Atque ita ab ómnibus, apud quos magnus et doc- cluso las polémicas que ha emprendido contra los mani-
tus videbatur, nihil valuisse in suae sectae adsertione queos, desde el día siguiente de su conversión, han con-
iudicatus est. Qua ille confusione adfectus, et sequenti servado, en general, un carácter un poco especulativo.
tempore de Hipponensi civitate profectus, ad eam am- Y es que él mismo ha sido la víctima del maniqueísmo
plius non remeavit» (Vita sancti Augustini 6). donde esperaba encontrar la verdad demostrada racio-
nalmente, y no ha podido liberarse de esa pesadilla de
LAS LUCHAS DONATISTAS sus ilusiones fracasadas cuando ha tratado de combatir
los errores de la secta.
Las discusiones o los libros contra los maniqueos, no El donatismo, por el contrario, no suscita apenas
le hacían perder de vista quiénes eran al presente los cuestiones teóricas. Después de tantos años, apenas si
enemigos más peligrosos de la fe católica. En otro lugar hay diferencias entre los miembros de la Iglesia de los
se podía creer libre de la presencia donatista; en Hipona santos y la de los pecadores, y si los donatistas son tam-
esto era imposible. A pesar de sus fanfarronadas, de sus bién pecadores, ¿cómo pueden conferir las gracias los
promesas y de sus intentos, los maniqueos no tenían en sacramentos que ellos administran? Pero cuentan en su
Hipona más que una influencia limitada. Con los dona- favor con sus tradiciones, sus costumbres y sus enemis-
tistas era otra cosa. No se podía dar un paso sin encon- tades de siempre. Son hombres de carne y hueso, en los
trarse con ellos, y cuando se llegaba al campo se daba que la dialéctica pura ofrece menos ventajas que la
uno cuenta de que allí eran los jefes absolutos de la caridad.
situación. He aquí lo que descubre, instintivamente, el claro in-
Desde que fue ordenado sacerdote, Agustín empleó genio de Agustín. Ciertamente, durante los años de su
todas sus fuerzas para combatirlos. Durante su episco- sacerdocio, no se desinteresará jamás de las discusiones
pado les dará una batalla en toda forma. Pero no espe- intelectuales. El tratado De libero arbitrio, que acaba de
raba a estar en posesión de la máxima autoridad y poder redactar, es un testimonio de su persistente curiosidad
sacerdotal para convertir a los descarriados. Posidio nos en presencia de todos los estudios filosóficos. Pero no
dirá que la conversión de los herejes era su preocupación puede darles el primer puesto en su vida. Sacerdote, se
noche y día: debe todo entero al servicio de sus hermanos y al servicio
de todas las almas de buena voluntad que están todavía
• «Et docebat ac praedicabat ille privatim et publice, alejadas de la Iglesia. No duda un momento en entregar-
in domo et in ecclesia, salutis verbum cum omni fidu- se por ellos. Los años que le queden de vida —y está,
cia adversus africanas haereses, maximeque contra Do- apenas, a la mitad de su carrera en este mundo— serán
natistas, Manichaeos et paganos, libris confectis et re- todos devorados por el celo del reino de Dios.
pentinis sermonibus, ineffabiliter admirantibus Chri-
stianis et conlaudantibus, et hoc ipsum ubi poterant
non tacentibus et diffamantibus. Atque, Dei dono,
levare in África Ecclesia Catholica exorsa est caput,
quae multo tempore —filis convalescentibus haereti-
El t i e m p o de los m o n j e s
El 386, cuando Ponticiano va a revelar a Agustín la vida
de san Antonio que había escrito san Atanasio, es todavía la
época de los grandes monjes que llamamos Padres del de-
sierto.
Un año antes, Juan Casiano había marchado en un gran
viaje por los desiertos a donde se han retirado los monjes
de Egipto y de Siria para vivir en la contemplación. Algunos
años más tarde, Casiano fundará un convento en Marsella.
Compuso dos libros: las Institutiones y las Conferencias de CAPITULO XV
los Padres del desierto que siguen siendo uno de los más
bellos testimonios que se han escrito acerca de la vida mo- Obispo de Hipona
nástica. Murió a los 80 años, el 440.
Pero Ponticiano habla también de los ermitaños de Tré- Coadjutor de Valerio.—¿Salud o enfermedad?—Comunidad de Hi-
veris y de Milán. Estas dos ciudades eran bien conocidas de pona.—La administración material.—El tribunal del obispo.—El
san Martín que fundó un monasterio en Milán el año 358, cuidado de los pobres.—La Iglesia universal
y que iba con frecuencia a Tréveris. Poco después en Poi-
tiers se hace amigo de san Hilario, y funda el año 360 en
Ligugé, cerca de Poitiers, el más célebre de los monasterios
de la Galia. El año 371 es consagrado obispo de Tours, y COADJUTOR DE VALERIO
muere el 397.
La fundación del monasterio de Tagaste por Agustín no La reputación creciente de Agustín no deja de inquie-
es más que una nueva etapa en el florecimiento del inmenso tar al Obispo de Hipona. Después de haber logrado aso-
movimiento monástico de su época. ciarlo como presbítero a su Iglesia, Valerio se preguntaba
si podría impedir que fuera elegido obispo de alguna
otra diócesis. Estos temores no carecían de fundamento.
De toda el África, las miradas se dirigían hacia el monas-
terio de Hipona. Ya el año 394, Alipio había sido esco-
gido para ocupar la sede episcopal de Tagaste. Al año
siguiente, Profuturo era consagrado obispo de Cirta. Y el
mismo Agustín era objeto de varias demandas.
He aquí lo que nos cuenta Posidio:
• «Ule vero beatus senex Valerius ceteris ex hoc am-
plius exsultans, et Deo gratias agens de concesso sibi
speciali beneficio, metuere coepit, ut est humanus
animus, ne ab alia ecclesia, sacerdote privata, ad
episcopatum quaereretur, et sibi auferretur. Nam et
id provenisset, nisi hoc idem episcopus cognito, ad
locum secretum eum transiré curasset, atque occulta-
tum a quaerentibus minime inveniri fecisset» (Vita
sancti Augustini 8).
Por lo demás, Valerio avanzaba rápidamente hacia el
término de su carrera terrestre y se daba cuenta de ello.
Las razones que había tenido para asociarlo al gobierno
•¿02 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA OBISPO DE HIPONA 203
se entender a causa del griterío que arman. En Milán se Hipona no salga nunca. No se contenta con recorrer sus
verá obligado, a causa de la fatiga de su voz, a tomar límites diocesanos. Va con mucha frecuencia a Cartago
un descanso prolongado, aparte de que su conversión y a veces pasa allí varias semanas, y hasta meses, cuando
era ya un motivo suficiente para presentar su dimisión. lo exigen los intereses de la Iglesia. El obispo de la me-
Y en efecto, es una razón de salud la que él invoca, ante trópoli es para él un amigo fiel, y aprovecha todas las
los estudiantes y ante las autoridades, para justificar su ocasiones para hacerle alguna visita. Los concilios serán
retirada. una de tantas ocasiones.
A lo largo de su episcopado, en diferentes ocasiones Va a Hippo-Diarrhytus, donde predica a principios
se queja de no poder elevar la voz como sería desear: del año 412; a Cesárea, donde el 418 entabla una discu-
cf. Sermón 226, 1. Naturalmente, a medida que va enve- sión pública con el obispo donatista Emérito. Va también
jeciendo se fatiga con más facilidad. En torno al año a Thurbursicum Numidarum, a Constantina, a Milevi,
424, suplica a sus oyentes que le compadezcan: donde encuentra a su amigo Severo.
• «Os hablo tal vez demasiado: perdonadme. Como Sería exagerado afirmar que ha recorrido toda el
veis, comienzo a hacerme viejo por la edad, pero hace África, pero viaja con más frecuencia de lo que se podría
tiempo que lo soy por la debilidad del cuerpo» (Ser- pensar. La misma vejez no le impide ponerse en camino
món 355, 7). cuando los intereses de la Iglesia se lo piden.
Tal vez sería acertado decir que su resistencia física
Pero no hay que exagerar esta debilidad. Nunca ha
a la fatiga resulta menos de su constitución que del ré-
impedido que Agustín cumpliera sus funciones. Y no se
gimen austero y regular al que se ha sometido. El epis-
ha contentado con predicar en su Iglesia, todos los días
copado no le hace cambiar en nada sus prácticas ascé-
e incluso dos veces por día en algunas ocasiones. Además
ticas. Sus vestidos son siempre simples: una túnica y un
de todo esto, ha dictado sus obras a los estenógrafos. Ha
manto o capa le bastan. Nada le distingue externamente
conversado con sus amigos, con los clérigos de su mo-
de sus sacerdotes y de sus diáconos. A veces se le echa
nasterio. Ha tratado incansablemente todos los asuntos
en cara, y se le citan los ejemplos de otros obispos que
a los que se buscaba solución en el palacio episcopal.
visten, si no con lujo, al menos con distinción. Se pre-
Ha dado consejos. Ha juzgado multitud de procesos. Po-
tende hacerle aceptar vestidos más ricos y más elegan-
demos decir que toda su vida ha estado llena por el
tes, que él no acepta jamás. Léase a este respecto lo que
ministerio de la palabra...
nos dice en el Sermón 356, 13.
Ha tenido que renunciar a los grandes viajes que le
fatigaban. Después de haber abandónalo Italia en 388, Agustín no se contenta con imponer una regla. El es
no volverá más. el primero que la sigue al pie de la letra. Una sola vez,
No va tampoco a Palestina, por grandes que sean sus quizá, se siente autorizado a obrar de una manera más
deseos de visitar los lugares santos. libre, pero es para cumplir un deber de caridad. Una
En 389 explica a Nebridio que no puede ir fácilmente virgen consagrada, Sápida, había hecho con sus propias
de Tagaste a Cartago porque la distancia es muy grande manos una túnica, destinada a su hermano Timoteo que
y su salud no le permite hacer todo lo que desearía. era diácono de Cartago. Pero he aquí que éste muere de
Hacia el año 410 habla de los viajes agotadores que una manera inesperada, antes de haber recibido el regalo
muchos de sus colegas se ven obligados a realizar para de su hermana. Sápida se la entrega entonces a Agustín,
atender a las necesidades de sus iglesias. El mismo se y le suplica que se sirva de ella en recuerdo del difunto.
verá obligado a excusarse de no poder hacer lo mismo, El obispo no tuvo valor para rechazar un regalo en estas
porque su mala salud le retiene en África. condiciones. Aceptó el vestido y lo empleó. Pero en la
Sin embargo no hemos de pensar que el Obispo de carta que le escribe para darle las gracias, aprovecha
20(i LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA OBISPO DE HIPONA '207
para decir a Sápida que debe buscar consuelos más Quisquís amat dictis absentum rodere vitam
sólidos. hanc mensam indignam noverit esse sibi.
Se prohibe que las mujeres residan en la casa del
COMUNIDAD DE HIPONA clero. Agustín tiene una hermana, sobrinas, primas her-
manas que son personas de gran piedad, y que incluso
Al ser nombrado obispo, sin duda se ha visto obligado están consagradas a Dios. Las reglas de los Concilios les
a abandonar el monasterio en que ha vivido hasta enton- habrían permitido vivir en el mismo techo que Agustín.
ces. Un obispo que debe recibir a su mesa a muchos Pero éste ni piensa siquiera en esto. La presencia de las
huéspedes no podría vivir en el monasterio donde debe mujeres junto al obispo y los clérigos podría ser un mo-
reinar el silencio. Pero, en un afán por la vida de comu- tivo de escándalo por sus debilidades; tal vez, una ocasión
nidad, decide que su clero habite en la casa episcopal y de pecar para aquellos que no eran parientes. Además eso
obedezca a las mismas reglas que el obispo. Incluso, podría provocar la visita de otras mujeres, y en estas
ordena que nadie sea admitido al presbiterado si no condiciones, pronto habría ocasión para las malas len-
acepta vivir en comunidad. Presbíteros, diáconos y sub- guas...
diáconos de Hipona participan de la existencia de su Las ocupaciones insistentes de Agustín no le permiten
obispo que se esfuerza en conducirlos hacia el camino trabajar en cosas manuales. Los miembros de su comuni-
de perfección. dad tampoco lo hacen porque se deben por entero al
Las reglas seguidas en Hipona son bastante rígidas. servicio de la Iglesia.
Nadie puede poseer nada propio. En el momento en que
son aceptados a la casa episcopal, los clérigos renuncian
LA ADMINISTRACIÓN MATERIAL
a sus bienes y aceptan ser alimentados y mantenidos por
la caridad de la Iglesia y las ofrendas de los fieles. A cada
El obispo es responsable ante Dios y ante los herma-
uno da el obispo según sus necesidades, pero nadie se
nos de la administración de los bienes que pertenecen
encuentra más rico ni más pobre que los demás, porque
a la Iglesia. Sus bienes son considerables: bienes inmue-
nada de lo que posee le pertenece.
bles, campos, viñas, o regalos en metálico ofrecidos para
La mesa es frugal y modesta: comidas sobrias y per- el servicio de los pobres y de su clero. Sin cesar, tiene
misión de comer carne. Incluso se permite el vino, y todos que marchar entre dos aguas. Por una parte debe evitar
lo toman. Tan sólo se fija el número de vasos que se per- parecer demasiado apegado a las cosas de este mundo,
mite cada uno; y se le puede privar de su parte cuando y por otra debe mantener el patrimonio de la Iglesia.
cometa alguna falta, sobre todo cuando se jura. Emplean
Agustín no puede escapar de las murmuraciones y re-
cubiertos de plata, que es el único lujo.
proches de las malas lenguas. Dios sabe, sin embargo,
Inclusive cuando hay extraños a la mesa, el menú es cuánto horror tiene hacia los negocios materiales. Desde
el mismo; igualmente simple y sobrio. Se lee durante la que regresa a Tagaste, su primera preocupación es ven-
comida, o más exactamente se entretienen con alguna der sus propiedades para no tener nada de qué ocuparse.
discusión filosófica, teológica o de exégesis. Se sigue en Ahora no se trata de algunas robadas de tierra, sino de
esto la costumbre de Casiciaco y Agustín hasta el fin de grandes extensiones que debe administrar, sobre todo
su vida amará estas discusiones que proyectan nuevas después que las leyes imperiales han dado a la Iglesia
luces sobre problemas difíciles. Católica los bienes de los donatistas. Se le acusa de ava-
La maledicencia está completamente prohibida. Sobre ricia, de ambición. Se verá obligado a defenderse como
los muros del refectorio, dos versos en grandes caracte- lo vemos que lo hace en Tract. in loan. 6, 26, y Epist. 225.
res recuerdan a todos el deber de la caridad: Con frecuencia se le echa en cara a Agustín su desin-
208 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA OBISPO DE HIPONA 209
teres. Se dice que descuida los intereses de la Iglesia; Agustín, escogido como arbitro de la cuestión, trata
que da a todos cuanto piden... Y esto es verdad, A veces de conciliar los intereses de los dos partidos, y decide
algunos padres desheredan a sus hijos en beneficio de que los bienes sean partidos a medias. Pero esta decisión
la Iglesia. ¿Esta actitud es justa y puede ser recomen- no agrada a ninguna de las dos partes. Entonces el Obis-
dada, sobre todo cuando se trata de hijos jóvenes todavía po de Hipona estudia el asunto seriamente y decide que
y que no pueden ratificar los compromisos de sus padres ? todo sea para la iglesia de Thiave: los monjes no tienen
Agustín no lo cree así. En tales casos, prefiere esperar y ningún derecho porque Honorato no ha renunciado nun-
restituir inmediatamente a los herederos legítimos lo ca expresamente a sus bienes.
que les corresponde. Como no tiene en su propio juicio más que una con-
Otras veces se trata de herencias que parecen compor- fianza limitada, quiere que su sentencia sea aprobada
tar cargas poco conciliables con las exigencias de la mo- por un obispo llamado Samsucio, más rico en luces so-
ral católica. Bonifacio deja sus bienes a la Iglesia. Y co- brenaturales que en conocimientos humanos. Y este buen
mo ha formado parte de la compañía que transporta los hombre de Dios se escandaliza al pensar qLie un caso
trigos de África, si Agustín acepta los legados tiene que tan sencillo haya podido dar ocasión a tales dudas. Cf.
empeñar a la Iglesia en los negocios de esta compañía. Epist. 83.
Ciertamente podría obtener abundantes ganancias, pero
si uno de los navios naufraga puede sufrir graves pér-
didas. Además tendría que esperar la deposición de los EL TRIBUNAL DEL OBISPO
testigos de los marineros que dirían si el accidente se ha
debido a la tempestad o a la falta técnica de la tripu- Agustín sufre al tener que resolver problemas seme-
lación. jantes. Hace todo lo posible para liberarse de ellos. Pero
Estos casos no son tan raros. Un día uno de los ciuda- en vano. Hasta el final de su carrera, el peso de la admi-
danos más influyentes de Hipona, que reside en Cartago, nistración temporal de su iglesia recae sobre sus espal-
quiere donar a la iglesia de su tierra natal todo cuanto das. Pero es todavía más pesada la carga de los procesos
posee, reservándose tan sólo el usufructo. La cosa no que debe decidir.
tiene nada de anormal. Se hace un acta regularmente Desde siempre, el obispo había sido el juez natural
y se la envía a Agustín. Pero algunos años más tarde, de los fieles, y el Emperador Constantino había recono-
el generoso donante siente remordimientos. Escribe al cido oficialmente su jurisdicción sobre los diocesanos.
obispo y le pide el acta, y a cambio de las tierras que Incluso había autorizado a todos los litigantes, cristianos
ahora quiere reclamar, le promete Lina gran cantidad o no-cristianos, pudieran acudir al tribunal del obispo
de dinero. Agustín restituye el acta sin dilación, y rehusa si así lo creían oportuno. Leyes posteriores habían pre-
el dinero que se le ofrece. Se contenta con escribir a su cisado la competencia de este tribunal: la habían limi-
compatriota una carta en la que le ruega se ocupe de tado en cierto sentido.
su salud eterna. El fuero episcopal no era menos frecuentado, a fina-
Otra vez se trata de un cierto Honorato que, después les del siglo iv y comienzos del v, por una masa de gentes
de haber profesado como monje en Tagaste, ha sido or- que preferían su procedura, rápida y simplificada, a las
denado sacerdote de la iglesia de Thiave. Después de su formalidades, con frecuencia largas y costosas de los
muerte, los de Thiave reclaman sus bienes, ya que ha tribunales civiles.
muerto a su servicio. Los monjes de Tagaste los reclaman En Hipona, el tribunal de Agustín está literalmente
igualmente, porque un monje no debe poseer nada y al asediado. A veces el obispo pasa toda la mañana, hasta
entrar en el monasterios ha debido abandonar cuanto la hora de la comida, arreglando los problemas que se le
poseía en favor de su comunidad. presentan. Y menos mal si se tratara de asuntos de algu-
210 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA OBISPO DE HIPONA 211
na importancia. Porque a veces sólo se debaten cuestio- fanos. Debe también celebrar los oficios litúrgicos, anun-
nes sin interés. Una ventana que se ha construido sin ciar a su pueblo la palabra de Dios, visitar su diócesis,
permiso; construcciones demasiado elevadas que impi- convertir a los paganos y a los herejes, tomar parte en los
den el aire o la luz, etc. Y por estas cosillas se pleitea Concilios, etc. Agustín hace todo esto.
y se discute, y se molesta al Obispo de Hipona que tiene
tantas cosas que hacer en pro de las almas...
Cuando ha terminado con los intereses materiales de LA IGLESIA UNIVERSAL
su iglesia o ha juzgado las causas que se le han presen-
tado, Agustín tiene que enfrentarse con otros problemas. Y cuando no hace nada de esto, no permanece tran-
quilo, ya que las circunstancias hacen de él el jefe espi-
EL CUIDADO DE LOS POBRES ritual de la iglesia de África e incluso el doctor de la
Iglesia universal.
El primero es el de los pobres, que son numerosos en Oficialmente, Agustín no tiene otro título que el de
Hipona, y que llaman continuamente a su puerta porque obispo de Hipona. El está, más o menos, subordinado al
saben la generosidad sin límites del obispo. Siempre que obispo de Cartago, que ejerce tradicionalmente una espe-
tiene algún dinero lo reparte a los pobres. La misma cie de primacía sobre todos sus colegas africanos.
caja, que es la de la iglesia, le permite sacar aquello de
que tiene necesidad para su subsistencia personal y para Desde el 392, la sede de Cartago está ocupada por
la de su clero. La caja se llena, a medida que se vacía, Aurelio que no muere hasta el 429 ó 430. Aurelio no es
gracias a las rentas de los bienes de la Iglesia y gracias un gran sabio. No publica obra alguna. Muy gustoso hace
a las ofrendas voluntarias de los fieles. Cuando éstas que su colega de Hipona predique en una u otra de sus
faltan, Agustín no duda en solicitarles lo que necesitan basílicas, cuando Agustín viene a visitarle. Pero es un
sus pobres: se hace mendigo por los mendigos de la hombre de acción y un administrador consumado. En
Iglesia. los concilios que se celebran regularmente durante todo
el tiempo de su episcopado, sugiere a sus colegas deci-
Para disminuir las necesidades en la medida de lo
siones sabias y prudentes para el gobierno de sus igle-
posible, ordena que todos los años se haga la distribu-
sias y para la conducta que hay que mostrar frente a los
ción de vestidos para todos los pobres. Y cuando llega
disidentes. Tiene una alta idea de los derechos y deberes
la época encuentra términos emocionantes para recordar
de su cargo y no deja a nadie que le sustituya.
a los ricos sus deberes (Cf. Sermón 25, 7).
Agustín no se contenta con manifestar su preocupa- Pero, amigo fiel e incondicional de Agustín, tiene ple-
ción a la vista de los pobres en general. Se interesa, con na conciencia del reparto de los cargos que debe darse
una afectuosa compasión, de todos los que tienen nece- entre ellos. Deja a su colega las iniciativas intelectuales,
sidad de él. Para pagar las deudas de Fastio, se ve obli- escribir libros, cartas, los grandes discursos que debe
gado a pedir prestado a un rico, y luego tiene que pedir pronunciar, las discusiones, etc. El se reserva solamente
limosna entre sus fieles para devolver el préstamo. las iniciativas de la administración, es decir: en la ma-
La caridad del obispo no conoce límites y Posidio nos yoría de los casos pone en práctica lo que le ha sugerido
dirá que su compasión para con los pobres iba hasta ven- el obispo de Hipona.
der los vasos sagrados para asistir a los necesitados o Los otros obispos de ese tiempo se contentan con ser
para comprar a los cautivos. los agentes ejecutivos de las decisiones. Muchos de entre
Un obispo tiene otras tareas diferentes de la adminis- ellos han pasado sin más, y solo su nombre ha sido reco-
tración de los bienes de su iglesia, la presidencia de un gido en las páginas de la historia. Otros han constituido
tribunal, el cuidado de los pobres, las viudas y los huér- el grupo de los que además del nombre han dejado una
212 LAS TRAZAS DE LA PROVIDENCIA
Agustín, predicador
LA PALABRA DE DIOS
a Aurelio sus deseos de ver esa costumbre introducida y Felicidad, de san Agileo, de san Ciro y Restituto, de los
en Cartago y en toda la metrópoli. mártires Escilitanos, o de celebrar las grandes solemni-
Con frecuencia después de haber dirigido a sus fieles dades de Pascua, de la Ascensión, de Pentecostés, o del
unas pocas palabras, dejaba que un sacerdote predicara aniversario de la consagración del primado Aurelio, allí
el verdadero sermón. Y como sabía que no todos los sa- está Agustín para predicar a los fieles de Cartago. Inclu-
cerdotes pueden predicar con suficiente autoridad y de- so a veces acepta comentar ante los fieles los incidentes
coro, permitía que los sacerdotes aprendieran de memo- locales; por ejemplo, cuando tiene que justificar a los
ria los sermones escritos por otros. Quizás él mismo ojos de los cartagineses la conversión inesperada del
fomentaba la práctica escribiendo sermones que luego banquero Faustino, de cuya sinceridad se sospechaba.
dejaba a sus sacerdotes. A veces ayuda a Aurelio en los combates que ha em-
Pero esto no impidió que Agustín predicara muchísi- prendido para extirpar los abusos de la ciudad. Cierto
mo en Hipona y fuera de Hipona, ya que con frecuencia día, el obispo de Cartago había predicado contra la ido-
sus colegas le rogaban dirigiera la palabra a sus ovejas, latría por la mañana. Por la tarde, ruega a su amigo
cuando estaba de visita. Jamás rehusó la invitación. Sabe Agustín que trate del mismo tema. Véase el sermón 24, 6.
muy bien que solamente los asuntos de Hipona le tocan
personalmente y que, en las otras iglesias, no puede
ocuparse de sus negocios sino cuando sus obispos se lo LUGARES DE SU PREDICACIÓN
cómo estaba constituida. Posidio la ha utilizado en el han ido al teatro. Sin embargo, el viernes santo y el
catálogo de las obras de su maestro. Gracias a él posee- día de Pascua las iglesias están llenas. Y también en
mos algunas indicaciones. Pero son insuficientes. otras ocasiones. A pesar del frío, los fieles de Hipona vie-
nen en tropel para escuchar la explicación sobre el Evan-
gelio de san Juan.
SERMONARIO AGUSTINIANO
Agustín no predica todos los días de la semana. De
ordinario predica los sábados y domingos. Pero no sólo
La edición de los Maurinos contiene 363 sermones en esos días.
auténticos, sin contar los fragmentos más o menos ex- Un lunes explica a su pueblo un pasaje del Evangelio
tensos y sin contar, sobre todo, los 124 Tractatus sobre que se ha leído la víspera, pero sobre el que no ha podido
el Evangelio de san Juan, y las 207 Enarrationes in Psal- predicar a causa del ruido y de su fatiga.
mos. Por elevada que parezca esta cifra, no representa Otra vez, continúa durante la semana la explicación
más que una parte minúscula del monumento oratorio del Evangelio que había comenzado el domingo y que no
de san Agustín. había podido terminar.
Después de los Maurinos, diferentes ediciones han Hay semanas en las que habla durante todos los días.
recogido otros 640 sermones que, por diferentes razo- Así la semana de Pascua que es particularmente solemne.
nes, han podido atribuirse a san Agustín. En general, Incluso, algunas veces predica todos los días de la sema-
estos sermones no son de Agustín. Dom Morin ha man- na, aun sin ser Pascua. No había podido terminar en una
tenido como agustinianos auténticos 138 de estos sermo- ocasión la explicación del salmo 103, y la continúa al día
nes, y ha rechazado los otros como apócrifos. Tal vez, siguiente, y los siguientes, como les anuncia al final de
una crítica más atenta y severa podría excluir algunos su sermón.
de los sermones que Dom Morin ha retenido como
A veces Agustín predica dos veces el mismo día. Su-
auténticos.
cede esto al día siguiente de la Ascensión del 395, cuando
Por el contrario, nuevos descubrimientos en los ma- Agustín es todavía sacerdote. Tres sermones, pronuncia-
nuscritos antiguos atestiguan algunos sermones inéditos. dos en Cartago la víspera y el día de san Cipriano, dos
No sabemos cuándo podremos disponer de una edición sermones pronunciados el mismo día de la fiesta de san
completa de los sermones de san Agustín. Juan Bautista, testimonian la asiduidad de su auditorio
Diferentes indicaciones esparcidas aquí y allí, en sus para volver a la iglesia en las grandes solemnidades y es-
sermones, nos pueden permitir establecer la frecuencia cuchar dos veces, el mismo día, la palabra de Dios.
de los sermones, es decir las veces que solía predicar. Para algunos sermones tenemos indicaciones precisas
De todas maneras, hay que reconocer que predicaba mu- y exactas. Así sabemos que los seis primeros Tractatus
chísimo. Los fieles estaban ansiosos de escuchar sus ser- sobre san Juan fueron predicados en enero del 416. Al
mones, y siempre que se anunciaba un sermón asistían comienzo del 7.°, Agustín hace alusión a la memoria de
gustosos. sus oyentes, lo que prueba que había habido una interrup-
A decir verdad, no siempre eran muy numerosos los ción bastante larga. La fiesta de Pascua está cerca. Des-
oyentes. En Cartago, en la fiesta de san Lorenzo, los pués del 12° sermón, una nueva interrupción, de tiempo
oyentes son tan pocos que el obispo se pregunta si debe considerable. Cada día de la semana de pascua, Agustín
predicar. La misma fiesta en Hipona pasa casi sin asis- comenta la primera epístola de san Juan, con una serie
tencia a la Iglesia. En realidad, ¿ cómo se iban a interesar de ocho sermones... Los sermones 19-23 fueron pronun-
los africanos por un mártir de Roma? ciados en cinco días consecutivos.
En Bulla-Regia, el aniversario de los Macabeos, el uno Poco a poco Agustín iba haciendo un comentario
de agosto, apenas hay gente en la iglesia. Todos se completo del cuarto evangelio. Agustín quiso completarlo
220 PERSONALIDAD AGUSTINIANA AGUSTÍN, PREDICADOR 221
hasta el fin, pero parece cierto que los 70 Tractatus últi- mismo alusión a esta costumbre de los taquígrafos en la
mos que explican el final del evangelio —los nueve últi- iglesia.
mos capítulos— no fueron nunca predicados, sino sola- Es cierto que no se desinteresa de las notas tomadas.
mente escritos. Inclusive se puede creer que, con frecuencia, él mismo
Por una razón o por otra, el obispo debió modificar ha rogado a los taquígrafos que tomen sus sermones.
el tema de sus sermones; tal vez encontró temas más El cuidado que tiene en que sus conferencias con los
interesantes, más vivos, más concretos que la explicación herejes sean recogidas desde el principio al fin, demues-
del texto evangélico. Por eso, se contentó con escribir tra el interés que da a las copias auténticas, a los docu-
los sermones, en su celda. Les dio la forma de Tractatus, mentos oficiales, a las actas públicas. Hasta cuando son
que era la de los primeros sermones. los simples fieles que han recogido sus sermones, no los
Sucede lo mismo con los 32 sermones que interpretan abandona. Quiere tener una copia de todo lo que ha salido
el salmo 118. El obispo los ha dictado, después de haber de su pluma o de sus labios.
explicado todos los otros salmos, a petición de sus ami- No todos sus sermones, sin embargo, han sido toma-
gos que no podían hacerse a la idea de no poseer un dos taquigráficamente, sobre todo los que ha predicado
comentario completo del salterio. La forma de discurso en Hipona. ¿Para qué recoger en notas y transmitir a la
es solamente aparente. posteridad las palabras improvisadas, palabras salidas
del corazón y que un padre dirige a sus hijos?
Otros sermones han sido objeto de un trabajo escrito.
Así, al leer las Enarrationes sobre los salmos, se da uno Entre los sermones que se nos han conservado, algu-
cuenta de su diversidad. Se advierte que las que han sido nos son excesivamente cortos: el sermón 230 no tiene
dictadas a los estenógrafos son más bien frías en rela- más que once líneas; el 231, nueve. Son casos excepcio-
ción a las que han sido predicadas en realidad. nales: en general Agustín no se contenta con una breve
alocución. Tiene tendencia a los sermones largos. Pero
Agustín habla de la abundancia del corazón. No es en todo caso, largas o breves, esas alocuciones familiares
un hombre que pueda aprender sus sermones después estaban hechas para ser grabadas mejor en los espíritus
de haberlos escrito, y menos aun puede escribir los ser- de los oyentes que para ser conservadas en los archivos.
mones que acaba de predicar. A veces encontramos alu-
siones a sermones que ha dictado, pero en semejantes Era muy natural, en esta época en que los taquígrafos
casos se trata de discursos que no han sido verdadera- eran legión, que los discursos pronunciados por Agustín
mente predicados, y que no tienen de oratorios sino la en Cartago, en Hippo-Diarrhytus, en Cesárea, en Tagaste,
forma. Cuando en sus Retractationes habla de sus sermo- en Sinitum, en Milevi, en las ciudades adonde llegaba
nes los distingue cuidadosamente de los libros o de las como invitado y huésped de uno de sus colegas, fueran
cartas que ha dictado, precisando que en aquéllos se recogidos taquigráficamente. Por el contrario, no era
ha contentado con hablar. indispensable recoger los sermones de Hipona. Esto pue-
de explicar el gran número relativo, entre los sermones
que se nos han conservado, de los pronunciados fuera
LOS AMANUENSES
de Hipona.
mos términos en que fue pronunciada. Ciertamente, la fieles insistiendo sobre los problemas múltiples que su-
improvisación no excluye la preparación. La Biblia pro- giere el texto, en apariencia tan sencillo.
porciona a nuestro santo la materia habitual de sus Muchas veces tiene que repetir las cosas para hacer-
sermones. Como todos sus colegas en el mundo católico, las comprender a sus oyentes. En general no se trata
y desde el tiempo de su conversión, Agustín no ha cesado de gentes muy instruidas. Los que vienen a escuchar sus
de leer y de meditar el texto sagrado. Sabe de memoria sermones son campesinos, artesanos, pequeños comer-
muchísimas páginas de la Biblia. Quiere asegurarse siem- ciantes: un pueblo que admira profundamente a su obis-
pre de la exactitud de las citas que pueda hacer, y señala po porque habla bien y a su estilo, aunque no siempre
las divergencias que existen entre el latín y el griego. comprende lo que les dice. Sin embargo, Agustín desea-
Tal vez intenta una revisión de la antigua traducción ría ser comprendido, sobre todo cuando habla de las
latina, hecha en África o al menos empleada allí. realidades espirituales que le son familiares y que forman
una atmósfera religiosa extraordinaria.
El conocimiento de los libros sagrados no es tan sólo
intelectual. Ha sido madurado por la plegaria y se con- Cuando las repeticiones no bastan, entonces acuden
cibe fácilmente que ese conocimiento constituya, él sólo, a sus labios las imágenes concretas, fáciles de retener,
una preparación sólida, un tanto lejana pero siempre susceptibles de elevar los espíritus de los oyentes. Las
directa de su predicación. golondrinas, las cigüeñas, las palomas que vemos todos
los días, acuden con frecuencia en sus sermones para
De una manera más inmediata, los pasajes del Anti- aclarar diferentes figuras espirituales.
guo y del Nuevo Testamento que deben ser leídos en los
diferentes días del año y que forman la materia de la El mundo entero pasa ante los ojos maravillados de
homilía, están fijados por la costumbre o por la legisla- los oyentes. Agustín no es un naturalista, y nunca ha tra-
ción. El celebrante sabe de antemano los versillos que se tado de estudiar el universo para arrancarle sus secre-
van a leer o cantar, y puede en consecuencia orientar tos. Como la mayor parte de sus contemporáneos, se inte-
hacia ellos su predicación. resa sobre todo en las curiosidades, en los hechos extra-
ordinarios. Cuando cuenta estas cosas a los que le escu-
En cuanto sube a la cátedra —en general se predicaba chan —el hombre es siempre un eterno niño— está segu-
desde el ambón, y no había pulpitos desde donde el obispo ro de atraer su atención.
se pudiese ver— Agustín no buscaba sino crear y estable- La sal de Agrigento que se licúa en presencia del fue-
cer el contacto entre su auditorio y el pastor que les daba go, y precipita en el agua;
el alimento de la palabra de Dios. Para esto hace falta
el asbesto de Arcadia que, una vez encendido, no se
que Agustín sea comprendido, sostenido por la simpatía
puede apagar;
actuante de los fieles.
la pirita de Persia que quema la mano que la sostiene;
Cuando tiene que explicar textos difíciles, multiplica la selenita, cuya blancura interior nace y decrece con
los toques de atención. Un día, por ejemplo, se trata de las fases de la luna;
hacer comprender a las buenas gentes de Hipona por qué el áspid que para resistir los acentos del encantador
los 38 años, durante los cuales el paralítico ha estado trata de cerrar sus oídos, y para eso coloca una oreja
enfermo, encierran una profunda significación, y les dice: junto al suelo y en la otra introduce la extremidad de
• «Os pido que estéis bien atentos; el Señor me con- su cola;
ceda la gracia de hablaros con claridad, y a vosotros el águila que en su ancianidad ve cómo crece la man-
la gracia de escuchar con atención». díbula superior de su pico de manera que le es impo-
sible abrirlo, y se ve condenada a morir de inanición, si
A veces, el trabajo no es muy difícil. El predicador antes no rompe ella misma ese apéndice molesto golpeán-
puede entonces contentarse con fijar el espíritu de los dolo contra una roca...
224 PERSONALIDAD AGUSTINIANA AGUSTIN, PREDICADOR 225
Son otros tantos ejemplos de las «ciencias naturales» ción. Agustín, como buen rétor, y familiarizado con todos
que podemos descubrir en las obras de Agustín. los artificios de los sofistas que a la sazón seguían influ-
¿Hemos de pensar que Agustín es un crédulo cuando yendo profundamente en la predicación cristiana, no des-
recoge todas esas y otras tantas maravillas de la anti- precia los métodos que emplean los enemigos de la ver-
güedad? Creemos que, en esto sigue a sus contemporá- dad para exponer sus errores.
neos. No se interesa en eso, sino que le sirve para explicar
e ilustrar muchas cosas que de otra manera serían in-
comprensibles. AUDITORIO
Agustín sabe prestar atención a los espectáculos fami-
liares, a los acontecimientos caseros de todos los días. Los que escuchan a san Agustín no pertenecen siem-
La observación familiar de la naturaleza le ofrece temas pre a las mismas categorías sociales. Los hay desde los
con que ilustrar su predicación. campesinos y pequeños comerciantes de Hipona hasta
Nos describirá los árboles que le son familiares; ha- los letrados de Cartago. Por supuesto que el auditorio
blará de la viña con una complacencia especial; describi- hace que Agustín no emplee siempre un mismo lenguaje.
rá el mar, los ríos, los lagos.
Atendiendo a las diferencias de estilo, los autores han
El reino animal no le es extraño: las arañas que pren-
logrado determinar la clase de sermones que han debido
den entre sus redes a las incautas moscas; el perro que
de ser pronunciados en Cartago y los que han sido pre-
persigue la liebre; las hormigas que recogen sus provi-
dicados fuera, en un ambiente más sencillo. No son igua-
siones ante la perspectiva del invierno, etc.
les las reacciones de los oyentes en Hipona que en Car-
Uno de los medios de que se sirve con frecuencia es tago, por ejemplo, y Agustín como perfecto conocedor
el diálogo vivo entre los oyentes y el predicador, median- de los sentimientos de su auditorio ha sabido acomodarse
te la introducción de una persona ficticia. Este procedi- en cada caso particular.
miento era ya empleado por los cínicos en la predicación
de su filosofía. La diatriba griega, que luego pasará a A lo largo de sus años de ministerio sacerdotal y como
Roma, se servirá igualmente de ese procedimiento, me- obispo, Agustín ha tenido que exponer a sus fieles casi
diante el cual la exposición se hace más vivida. Se sale todos los problemas del dogma y de la moral. Los sermo-
al encuentro de objeciones, se responde a posibles difi- nes de circunstancias, impuestos por los tiempos o casos
cultades de los oyentes... especiales, tienen otra temática, pero siempre en torno
A veces, el escenario resulta todavía más vivo. Se trata al dogma o a la moral. Recordemos los sermones que tra-
de una verdadera comedia en que juegan dos personajes. tan de la Iglesia durante la controversia donatista, o los
Un católico se queja de la importunidad de las moscas. que tratan de la gracia durante el período ocupado por
En este momento llega un maniqueo. En buena dialéc- la lucha pelagiana. Lo que admiramos en Agustín es, so-
tica, el maniqueo se ve conducido a admitir que el hom- bre todo, la profunda caridad y la ternura que demuestra
bre mismo no ha sido creado por Dios. El argumento de a todas las almas.
Agustín es bien claro: hay que volver atrás y reconocer Si se ve obligado a predicar sobre los misterios más
que toda la creación proviene de Dios... profundos de la religión, prefiere los temas más sencillos
Los medios de expresión, los juegos de palabras, los y más familiares. Es incomparable cuando habla de la
artificios retóricos son empleados sabiamente por Agustín Iglesia o de Cristo. Cristo es el gran médico. En torno
para ilustrar las verdades que predica. Dejamos por a este tema, desarrolla toda una temática, y se ha llegado
ahora estos artificios, todo lo que cae bajo la denomina- a estudiar el tema de «Cristo, médico, en san Agustín».
ción general de las figuras de dicción, entendidas en su Las alusiones a este carácter de Cristo son frecuentísi-
sentido más amplio, ya que nos ocuparemos en otra lec- mas... No solamente es Cristo el que cura las enferme-
2'2(i PERSONALIDAD AGUSTINIANA
Longiniano se acaba con estas cartas (233, 234 y 235). se hace en África sin contar con estos dos hombres. En-
Luego, nos es del todo desconocido. tre ellos las ocasiones de conversar son frecuentes. Los
concilios llevan con frecuencia a Agustín a Cartago, y
una vez allí le cuesta liberarse de los ruegos de Aurelio
LOS CATÓLICOS
que siempre siente necesidad de él y no le deja partir a
su diócesis. Pero cuando no le puede ver, le escribe cartas
Los católicos, con los que mantiene correspondencia llenas de afecto, de respeto y de confianza.
Agustín, son sin duda los más numerosos, y pertenecen
Vienen luego los amigos de siempre, o los discípulos
a todas las clases de la sociedad.
de Tagaste y de Hipona, Evodio de Uzalis, Alipio de
El obispo de Hipona recibe cartas de sus colegas en Tagaste, Severo de Milevi, Posidio de Calama. Estos obis-
el episcopado que recurren a él como a un oráculo para pos reviven en la correspondencia que han cambiado con
tener la solución a problemas difíciles. Agustín.
Son también las religiosas y los monjes los que soli- Evodio no cesa de preguntar. Propone las cuestiones
citan reglas y normas de conducta que apaguen sus es- más inesperadas y extraordinarias. Se interesa sobre todo
crúpulos. en la cuestión de los milagros, y, después del descubri-
Escribe a los funcionarios de todo rango y de todo miento de las reliquias de san Esteban, se convierte en
orden, encargados de la administración civil y militar de el más ardiente propagador en África del culto del pri-
África. mer mártir.
A los procónsules de Cartago: Donato y Apringio. Al
legado del procónsul Eusebio. Al vicario de África, Ma- Alipio es menos indiscreto. Cuenta más que pregunta.
cedonio. Al prefecto del pretorio, de 409, Ceciliano. Al Agustín, a su vez, se complace en hacerle partícipe de
procónsul de Numidia, Generoso. Al prefecto del pretorio los acontecimientos en que se ve metido. Los dos amigos
de las Galias, Dárdano. A los comisarios imperiales, Mar- no siempre están de acuerdo sobre las cuestiones de de-
celino y Dulcicio. Al conde Bonifacio. Al magister officio- talle, y Alipio defiende con energía lo que cree ser del
rum, Olimpio. derecho de la Iglesia en un asunto de herencia. A veces
Alipio añade un postscriptum a una carta escrita por
Ante nuestra vista desfila toda la jerarquía provincial
Agustín, como en la 248, 2.
de comienzos del siglo v, desde los más humildes repre-
sentantes del poder central hasta los primeros ministros. Severo es todavía más querido al corazón de Agustín.
Los títulos que encontramos en las cartas son los La correspondencia mutua manifiesta el afecto y la ter-
correspondientes a cada uno de los personajes. Así en- nura de Agustín de Hipona que responde al cariño y la
contramos: Dominas exímius et multo praestantissimus; estima del obispo de Milevi. Véase a este efecto la Carta
Eximietas tua; Dominus insignis et mérito sublimis ac 109, 1. La Carta 110 es la respuesta de Agustín, no menos
praestantissimus jilius; Tua nobilitas; Praestantia tua, etc. afectuosa y gentil.
Tal vez nos puedan parecer estas dos cartas un tanto
excesivas. Pero no hemos de olvidar que el género epis-
LOS OBISPOS tolar servía para manifestar, entre otras cosas, la finura
de sentimientos, la agudeza de espíritu. No podemos ima-
Entre los obispos que mantienen con Agustín una ginar que Agustín, en medio de tantas preocupaciones
correspondencia epistolar más asidua, hemos de recor- serias y decisivas para la Iglesia, se entregara habitual-
dar naturalmente a Aurelio de Cartago. Su colega de mente a esta especie de pasatiempos.
Hipona está en la más perfecta unión con él: sus espí- Junto a los obispos aparecen en la correspondencia
ritus y sus corazones laten al unísono. Durante más de de Agustín una serie de nombres de presbíteros y de
30 años nada de lo que interesa a la Iglesia, a la religión, diáconos. El santo no puede rehusar la respuesta cuan-
236 PERSONALIDAD AGUSTINIANA EPISTOLARIO AGUSTINIANO 237
do se acude a él. El sacerdote Casulano le pregunta so- logos de Cicerón los encuentra demasiados oscuros y
bre el ayuno. Se extraña de la costumbre que existe en siente la necesidad de múltiples explicaciones. La mayor
África y que es diferente de la que él había visto en parte de las cuestiones que le propone al obispo se re-
Roma. Agustín le responde que siga sin escrúpulos de fieren a pequeños detalles.
conciencia cuanto haga su obispo. Son las Cartas 14, En su respuesta, Agustín recuerda a su amable corres-
36 y 32. ponsal que un obispo tiene otros quehaceres más impor-
Deogracias, el diácono de Cartago, está encargado de tantes y más útiles que el estudio de la gramática, de la
la instrucción de los ignorantes y tiene fama de poseer retórica o, incluso, más que la filosofía profana; además
el don de interesarles por su manera muy viva, penetrante un cristiano se debe interesar ante todo en la adquisición
de exponer las verdades de la fe. Sin embargo, él se de la verdadera sabiduría que enseñan los Evangelios.
juzga con severidad. Se inquieta al encontrarse a sí mis- Esto no empece que, después de haber dado esta buena
mo frío y lánguido cuando sus catequesis se prolongan un lección a Dioscoro, se deje llevar por sus antiguas aficio-
poco. A este diácono enviará Agustín un verdadero tra- nes y saque de Cicerón los argumentos en su favor (Cf.
tado de catequesis: De catechizandis rudibus. Epist. 117-118).
Otros son menos exigentes y no llegan a pedir un Pero no son tan sólo los africanos los que acuden a
libro entero a Agustín. El diácono Restituto sufre a me- Agustín. Uno desea explicaciones relativas a algunos pa-
nudo a causa de los desórdenes y de los vicios que ve en sajes difíciles de las Escrituras. Otro le suplica la refu-
la Iglesia de Dios. No le escribe personalmente, sino que tación de una herejía nueva. Aquel tiene necesidad de
le hace saber sus sentimientos por medio de Deogracias. consejos de orden práctico. Este reclama una de las
Y al momento Agustín le escribe una carta de consuelo obras agustinianas que falta todavía en su colección.
y de ánimo ante tal estado de espíritu.
El obispo responde a todo el mundo, más o menos
Después de los clérigos, encontramos toda una mul- ampliamente según las circunstancias, según el tiempo
titud de laicos, hombres y mujeres de toda condición. de que dispone, o la cualidad de sus corresponsales. No
Muchos escriben a Agustín, movidos tan sólo por el de- se contenta con responder. A veces es él el que inicia
seo de obtener una carta del obispo de Hipona, es decir la correspondencia mirando siempre por el bien de la
para aumentar la colección de autógrafos como hacen Iglesia.
algunos en nuestros días.
Así es el caso de un tal Cristino.
Así también un tal Audax, que para estar más seguro ROMA
de la respuesta de Agustín le llama el oráculo de la ley,
el defensor de la justicia, el instaurador de la gloria Es natural que un buen número de las Cartas de
espiritual, el dispensador de la salvación eterna. Termina Agustín vayan dirigidas a Roma. Desde siempre han exis-
su carta con una especie de verso. A cambio le pide al tido buenas relaciones entre el África y la capital del
obispo le envíe una larga carta. Agustín se excusa de no mundo cristiano. Las controversias donatistas parecen
poder complacerle, por falta de tiempo. Con cierta ma- haber terminado con la gran conferencia del año 411.
licia, le dice que puede leer sus obras, e incluso si quiere Pero cuando se inician las discusiones relativas a las
puede venir a conversar un rato: Epist. 260-261. enseñanzas de Pelagio sobre la gracia, la Sede Apostólica
Otros, en mayor número, tienen serias razones para se pone en estado de alerta y Agustín se siente llamado
acudir al obispo de Hipona. Muchos le piden la solución a apoyar los derechos de la Iglesia.
de problemas filosóficos o teológicos. De acuerdo con Aurelio de Cartago y sus amigos Ali-
Dioscoro es un joven griego que ha venido a hacer pio, Evodio y Posidio, envía al Papa Inocencio cartas sus-
sus estudios a Cartago. Después de haber leído los Diá- critas por los miembros del Concilio de Cartago y del
23K PERSONALIDAD AGUSTINIANA EPISTOLARIO AGUSTINIANO 239
SAN JERÓNIMO
Hacia el fin
presente, el Dios de los cristianos no ha librado a sus tianismo y el Estado romano son como los representan-
fieles, poniéndolos bajo su protección al amparo del furor tes de dos grandes ciudades que coexisten y que luchan
de los bárbaros. Pero, si Dios permite que en esta vida entre sí. De un lado, la ciudad de Dios, que comprende
sus fieles sean afligidos con mil penalidades, lo hace para todos los ángeles y todos los hombres, subditos de Dios;
probar su virtud y para castigar sus culpas. Por lo de- y del otro la ciudad del mundo que tuvo su origen en la
más el que sabe sufrir con resignación, será ampliamente caída de los ángeles. La una animada por un espíritu de
recompensado con las alegrías de la vida eterna. abnegación y de sacrificio; la otra por un espíritu de
Pero ni las victorias de Roma son tan extraordinarias. odio y de egoísmo. Las dos luchan perpetuamente, incan-
El Imperio del mundo que Roma se gloría de haber reci- sables, entre sí.
bido de sus dioses como recompensa, se lo ha dado el Agustín sigue la historia de estas dos ciudades al tra-
verdadero Dios, como cosa de ningún valor. Los tan cele- vés de las varias épocas, desde su nacimiento hasta el
brados héroes romanos recibieron la merced de que eran fin, haciendo desfilar a los ojos del lector radiosas visio-
dignos: vanos ellos mismos, recogieron de sus empresas nes acerca de la resurrección, del juicio universal y de
inútiles frutos, ya que en el fondo, la potencia no es un la vida futura.
bien, ni el dolor un mal. Tanto es esto verdad que la La historia se mostró a Agustín como una lenta y
primera se concede a los incrédulos, y el sufrimiento fatigosa ascensión de la Ciudad divina, es decir, del idea-
oprime con frecuencia a los creyentes. Si los dioses hu- lismo y de la bondad, al través de pruebas cada vez más
bieran tenido el deseo o la capacidad de asegurar la feli- elevadas. El progreso de la historia es innegable, y nace
cidad de los romanos, no les habrían dado el poderío, de la lucha incesante que sostiene en el mundo el egoís-
sino la virtud. mo y el altruismo.
Esta primera parte es toda una revalorización de la Con el alma iluminada por vina esperanza tan brillan-
historia antigua desde el punto de vista cristiano. Es te, Agustín no sentía el espanto que abatía a otros de sus
todo un grandioso sermón sobre la vanidad de los bienes contemporáneos ante el azote con que Alarico había cas-
terrenos. tigado la capital del Imperio y del mundo. Estaba seguro
Los cinco libros siguientes tratan de abatir al paga- de que el triunfo de la barbarie sería pasajero, y que
nismo desde el punto de vista de la moral, y recogen to- ese triunfo sería seguido, necesariamente, de un período
dos los viejos temas apologéticos contra los dioses y los de aspiraciones más sublimes hacia el bien. Y Roma, an-
demonios. La literatura apologética cristiana contaba ya torcha del mundo y de la civilización, volvería a empren-
dos siglos de historia gloriosa: desde Arístides, Taciano, der su camino glorioso, a lo largo de la senda trazada
Justiniano, Atenágoras y Lactancio, Arnobio y Fírmico por la divina providencia. (Cf. a este respecto el Ser-
Materno, los defensores de la verdad habían pasado, de món 81).
un intento de acercamiento entre el Evangelio y las doc- No es pequeño mérito del obispo de Hipona, en un
trinas de las principales escuelas filosóficas griegas, al momento tan trágico de la historia del Imperio y del
asalto directo, que no deja al adversario el más pequeño mundo, el haber obrado, pensado y escrito de esta ma-
rincón de refugio, sino que lo ataca volviendo contra él nera, y haber contribuido a que sus contemporáneos,
mismo sus armas. encorvados bajo el peso del rompimiento del Imperio,
La ciudad de Dios es, en esta parte, el sistema más levantasen sus cabezas y contemplasen tras de sí el re-
complejo y más perfecto de la apología cristiana; es la surgir glorioso de la civilización y de la cultura, soste-
refutación decisiva de las leyendas greco-romanas, y el nidos y confiados en los derecho sagrados del progreso
verdadero y definitivo ataque a fondo contra los viejos y de la evolución social.
dioses.
En los libros siguientes el diseño se prolonga. El Cris-
240 PERSONALIDAD AGUSTINIANA HACIA EL FIN 247
a consolarles en sus tristezas, a alumbrar en ellos, si lle- blecer con él negociaciones de paz. Esto podría ser el
gaba a apagarse, la llama divina de la esperanza y del anuncio de la paz tan amada, tan deseada por Agustín,
sacrificio. Y si su sangre se derrama, su mayor recom- y que tan perfectamente había descrito en La ciudad de
pensa será precisamente la de derramar hasta la última Dios. Su mano, ya cansada y desfallecida, tuvo fuerzas
gota de su sangre, como los mártires, en favor del pueblo todavía para escribir una carta al conde Darío. Es la
que se les ha encomendado. ¿Quién sabe si su sacrificio Carta 229.
no detendrá la cólera de Dios? Dios es omnipotente, y Pero era ya demasiado tarde para detener a los bár-
puede escuchar las plegarias de su pueblo y alejar de sus baros. Darío logró un gran éxito en la misión que se le
fieles el peligro que les amenaza. había encargado ante Bonifacio, y éste se apresuró a po-
Los Vándalos que, a las órdenes de Genserico, habían ner al servicio de la res romana los soldados que, durante
pasado en la primavera del 429 el estrecho de Gibraltar, un tiempo, había desviado de su deber. Trató incluso de
seguían en su invasión por todo el África. Eran 80.000 negociar con los Vándalos para obtener de ellos se mar-
hombres, que se pusieron a saquear por doquier. Cesárea charan de África y regresaran a España.
fue tomada e incendiada, y todas las ciudades del litoral Era en vano todo cuanto se intentaba. Los Vándalos
fueron cayendo una tras otra. La destrucción fue seguida se dieron cuenta de las riquezas que encerraba el país
con una crueldad y encarnizamiento sin igual. que habían invadido. No era posible que abandonaran
Para arrebatar a los habitantes sus riquezas, los bár- unas tierras tan fértiles. Bonifacio intentó la última solu-
baros de Genserico infligieron a todos las mismas tortu- ción. Presentó combate a los Vándalos, pero fue derrota-
ras que los bárbaros de Alarico durante el saco de la do y tuvo que refugiarse en Hipona, con un ejército de
ciudad de Roma. Como la Iglesia poseía muchos bienes mercenarios godos.
y mucho oro, los bárbaros se dirigieron especialmente
contra los representantes de las iglesias. Los presbíteros
y los obispos fueron atormentados con inaudita crueldad ENTRE EL FRAGOR DE LAS ARMAS
y salvajismo. Las basílicas, los conventos, los asilos fue-
ron destruidos. El culto público fue suspendido en todas A finales de mayo del 430, Hipona fue bloqueada por
partes. mar y tierra. Agustín vio ya próxima su hora final. Una
No sabemos qué es lo que Agustín pudo alcanzar con turba de presbíteros fugitivos, entre los que se encontra-
su carta a los colegas Quodvultdeus y Honorato. En cierto ba Posidio, obispo de Calama. se había reunido en la
sentido es explicable, nunca defendible, la postura de casa episcopal. El venerable anciano animaba a todos
muchos de los presbíteros y de algunos obispos que se y exhortaba a todos a resistir. La providencia le liberó
vieron sorprendidos por unas circunstancias especiales del espectáculo de la caída de su ciudad episcopal.
cuando no estaban todavía bien formados en la firmeza Durante el tercer mes del asedio, Agustín cayó enfer-
de la fe cristiana. mo. No va a levantarse ya más:
• «Un día, nos dice san Posidio, conversando en la
BONIFACIO mesa con él, nos dijo: Habéis de saber que yo en este
tiempo de angustia pido a Dios o que libre a la ciudad
Mientras tanto la situación se iba haciendo cada vez del cerco de los enemigos o, si es otro su beneplácito,
más crítica. Es cierto que a finales del 429 o principios fortifique a sus siervos para cumplir su voluntad, o
del 430 brilló un rayo de esperanza. Pareció, en efecto, me arrebate a mí de este mundo para llevarme con-
que el conde Bonifacio podría terminar con el conflicto. sigo. Decía esto, sigue diciendo su biógrafo, para nues-
Se había reconciliado con el gobierno de Rávena, y el tra instrucción y edificación, y después nosotros todos,
conde Darío había sido enviado por la corte para esta- los nuestros y los cristianos de la ciudad elevan a Dios
250 PERSONALIDAD AGUSTINIANA
Y vino la muerte para liberarle, el 28 de agosto del San Agustín había muerto a los ojos de los hombres,
año 430. Fuera de las murallas de la ciudad cercada, toda- pero comenzaba a vivir a los ojos de Dios, y sus ojos
vía se libraban algunos combates contra el invasor. En se abrían a una luz eterna que había deseado con tanto
la celda del santo todo era paz y silencio. Los clérigos ardor. ¿Podríamos decir que Agustín había muerto para
y los monjes de Hipona, de rodillas, silenciosos, bisbi- los hombres? Ciertamente que no: su alma, después de
seaban las plegarias de los difuntos. Mientras él, el Doctor tantos siglos, sigue estando viva en medio de nosotros.
de la gracia y de la caridad, después de setenta y seis No podemos hablar sin emoción del alma de Agustín
años de vida, y después de cuarenta de lucha en pro de ya que pertenece a uno de los hombres que más com-
la Iglesia, entraba en la gloria de la ciudad santa de pletamente han realizado la idea que nos hemos forma-
Dios. Posidio, el amigo fiel, se inclinó hacia él, y le cerró do de la humanidad, y ella supera, con mucho, no sola-
los ojos. mente el alma de la mayoría de nosotros, sino incluso
el alma de los genios y de los santos que nos son más
• «Membris ómnibus sui corporis incolumis, integro familiares.
aspectu atque auditu et, ut scriptum est, nobis astan- Y, con todo, el alma de san Agustín no nos asusta con
tibus et videntibus et orantibus, dormivit cum patri- su grandeza, ni nos desconcierta. Por el contrario, nos
bus suis, enutritus in bona senectute. Et nobis coram atrae como uno de nuestros hermanos más queridos, y
pro eius commendanda corporis depositione, sacrifi- hay que tratar frecuentemente a san Agustín para darse
cium Deo oblatum est, et sepultus est» {Vita sancti cuenta de su esplendor. Todo el mundo conoce las pági-
Augustini, 31). nas célebres de las Confesiones, donde el obispo de Hipo-
na trata de describir su vida interior y las tentaciones
que le asaltan después de más de 10 años de su con-
versión:
• «Y no obstante, ¿quién podrá contar en cuántos
y cuántos objetos despreciables y minúsculos es cada
252 PERSONALIDAD AGUSTINIANA EL ALMA DE AGUSTÍN 253
día tentada nuestra curiosidad? ¿Quién podrá enu- yor parte de nosotros, pero expuesto como nosotros a la
merar la frecuencia de nuestras caídas? ¿Cuántas ve- concupiscencia y viviendo todos los días ante el temor
ces, a los que nos refieren vanidades, comenzamos to- del pecado.
lerándolos por simple condescendencia, por no ofen- No nos importa saber hasta qué punto ha podido, a
der su flaqueza, y luego, poco a poco, les prestamos pesar de sus esfuerzos, dejarse vencer por el mal hasta
atención e interés? en los últimos años de peregrinación mortal. Se han es-
Ya no veo ahora en el circo al galgo corriendo tras crito ya demasiadas tonterías a este respecto. Inclusive
la liebre; mas, pasando por el campo, si un azar me se han interpretado fuera de su sentido natural ciertos
ofrece aquella encarnizada persecución, atráeme la testimonios que han atribuido al obispo de Hipona la
caza y me distrae por ventura de algún pensamiento confesión de sus faltas. Solamente nos interesa encon-
grande. No me obliga, cierto, aquella afición a des- trar en Agustín a uno de nuestros hermanos para hallar-
viar mi jumento de su vereda para seguir la carrera nos alegres en su compañía.
obstinada, pero me roba la atención del corazón. Y si Apenas si encontramos milagros en SLI vida. Posidio
con esta mi demostrada flaqueza Vos no me advir- le atribuye la curación de algunos posesos, y nos cuenta
tierais prontamente y me amonestarais en despreciar cómo, durante su última enfermedad, devolvió la salud
aquel incidente y pasar adelante, elevando con alguna a un niño enfermo. El mismo Agustín no dudaba en afir-
consideración mi espíritu a Vos, yo me quedara con- mar que el tiempo de los prodigios y de las señales había
templando aquel lance venatorio con la boca abierta pasado, y que si Dios se había complacido en multiplicar
estúpidamente. al principio de la Iglesia los milagros, para fortificar la
fe de los primeros cristianos, ya no eran necesarios en
¿Y qué diré yo de las veces que, sentado en mi
una época en que la doctrina del Salvador estaba exten-
casa, se me lleva el interés la lagartija atrapando las
dida por el mundo entero.
moscas, o la araña implicándolas en sus redes? ¿Aca-
so, porque estos animales son pequeños, la curiosidad El verdadero milagro de su vida es su conversión.
de mirarlos no es la misma? Bien es verdad que luego Sabemos, por otra parte, que esta conversión ha sido
paso a alabaros, Creador mirífico y Ordenador de to- preparada por mucho tiempo y que no ofrece apenas
das las cosas; pero no fue por esto que comencé a semejanza con la repentina iluminación que ha sorpren-
distraerme. Una cosa es levantarse rápidamente y otra dido a san Pablo en el camino de Damasco y que lo ha
cosa es no caer» (Confesiones X 35, 57). transformado, en un abrir y cerrar de ojos, de persegui-
dor de los cristianos en un discípulo ferviente.
¡ Cómo amamos estos pequeños detalles! Nosotros nos Hasta se podría dudar al fijar el momento decisivo.
reconocemos muy fácilmente en las descripciones que La mayor parte de los historiadores ven este momento
nos hace Agustín. Cuando nos confiesa su amor a la luz, en la sacudida que ha experimentado Agustín en el jardín
a las formas bellas y variadas, a los colores brillantes de Milán, al escuchar la voz del niño misterioso. Sin em-
y frescos, a la melodía de las dulces canciones que acom- bargo, ella sola con la decisión de abrazar la castidad
pañan de ordinario los salmos de David, ¿no le agrade- no termina una conversión. Los diálogos escritos duran-
cemos que haya sido él el primero en confesar unas faltas te el retiro de Casiciaco atestiguan, quizás un progreso
que con frecuencia son también las nuestras? esencial en un pensamiento que no ha llegado todavía
Se nos presentan algunos santos como personajes a fijarse plenamente; y Agustín, que desde su infancia
sobrehumanos que no conocieron casi nada del pecado había sido inscrito en el número de los catecúmenos, no
ni siquiera de la tentación. Agustín no es uno de estos. entra definitivamente en la Iglesia sino el día en que
Todas sus obras nos ponen en contacto con un hombre recibe el bautismo de manos de san Ambrosio.
semejante a nosotros: mejor, por supuesto, que la ma- En realidad, la conversión ha sido preparada por toda
254 PERSONALIDAD AGUSTINTANA EL ALMA DE AGUSTTN 255
su vida anterior. Es el resultado final y lógico de sus haber visto nunca a Paulino de Ñola, ni a Jerónimo, ni
preocupaciones, como también el efecto de todas las ora- a tantos otros de sus corresponsales. Su pensamiento
ciones de su madre santa Mónica. En el hogar en que ha llega hasta los límites de la catolicidad, incluso los supera
crecido ha oído hablar de Cristo y ha visto a su mejor para llegar a la ciudad celeste. Pero los horizontes fami-
amigo pedir el bautismo antes de morir. A los 19 años liares permanecen fijos en África, y desconfía de los que
ha leído el Hortensius, y esta lectura ha producido en su pasan con mucha facilidad el mar.
espíritu una impresión imborrable. Podemos decir que
la mano del Señor ha estado guiando todos y cada uno
de los días de su existencia con tanta habilidad, que aca- HOMBRE DE SU TIERRA Y DE SU TIEMPO
bamos por sorprendernos de no encontrar en su historia
manifestaciones verdaderamente llamativas de la omni- De otra parte, el tiempo en que vive es particularmen-
potencia del Señor. te notable por las invasiones de los bárbaros y por la
crisis que atraviesa el Imperio romano. La toma de Roma
por los Godos de Alarico, la invasión de África por las
AGUSTÍN, COMPAÑERO hordas vándalas, son dos acontecimientos que marcan
huellas profundas en la vida del obispo de Hipona.
Agustín no es solamente parecido a uno de nosotros. Los sermones que pronuncia entonces, las cartas que
Ocupa un lugar importante en la Historia de la Iglesia escribe en esas ocasiones llevan el testimonio del des-
y no carece de importancia el que haya nacido en Tagas- orden en que se han sumergido sus contemporáneos; y si
te, en África del Norte, que haya sido educado en Madau- él tiene el alma puesta en la confianza de Dios para no te-
ra y en Cartago y que, después de algunos años en Roma mer que el Godo pueda arrebatar lo que guarda Cristo, si
y en Milán, haya regresado a su país natal para no salir se complace en dirigir sus ojos hacia la ciudad celeste, en
más. Agustín es un hombre de su tiempo y de su país. que reinará la verdadera paz, no podrá liberarse de sufrir
Tal vez no habría amado tanto la luz, y no habría los males que padece la ciudad terrestre.
dado tanta importancia, en sus obras, a la doctrina de Agustín no puede hacer gran cosa para modificar los
la iluminación, si no hubiera crecido en una región don- acontecimientos. No es ni general del ejército, ni gober-
de el sol brilla con una luz incomparable, y donde las nador de provincia, y la diócesis que dirige es una de las
noches mismas resplandecen bajo el titilar de las es- menos importantes del África romana. A lo sumo ejerce
trellas. alguna influencia sobre el conde Bonifacio, que manda
Tal vez no habría sentido con tanta fuerza el aguijón los ejércitos imperiales. Y si después de la traición de
de la carne, si no hubiese tenido el temperamento ardien- su amigo, siente el derecho de escribirle y de suplicarle
te de los africanos, y si no hubiera sido el hijo del sen- que piense en su alma, se guarda muy bien de darle con-
sual Patricio. sejos de orden militar. Su misión es exclusivamente espi-
Entre sus amigos, muchos han hecho largos y fre- ritual, y la ejerce sin desmayo y mira con valor y espe-
cuentes viajes: Alipio, de Tagaste va hasta Palestina y ranza los tiempos futuros.
muchas veces emprende el camino de Italia. El no sale Sin embargo, la educación que ha recibido no le ha
de Hipona más que para ir a Cartago, a Cesárea, a Hippo- preparado para ser el mensajero del porvenir, y tal vez
Diarrhytus, es decir, a las ciudades africanas donde lo ha dejado en su inteligencia huellas demasiado profundas
llaman sus afecciones o, mejor aún, los deberes de su para que pueda francamente dirigirse hacia adelante. Des-
cargo episcopal. de hacía mucho tiempo, los maestros encargados de pre-
Y aunque sus relaciones epistolares se extienden por parar a los jóvenes para la vida, se habían acostumbrado
todo el dominio de la Iglesia, acabará por morir sin a vivir de lo heredado de sus antepasados, a emplear
256 PERSONALIDAD AGUSTINIANA EL ALMA DE AGUSTÍN 257
siempre las mismas ideas, a expresarse con las mismas deseo claramente visible de hacer el bien a un auditorio
palabras y en las mismas fórmulas que los siglos pa- donde las buenas gentes sin instrucción son mayoría.
sados. Hombre de su tiempo y de su país, Agustín supera,
Cuando Agustín era alumno en las escuelas de Madau- sin embargo, a la mayoría de sus contemporáneos y de
ra o de Cartago, se observaban los métodos que ya eran sus compatriotas por la envergadura de su espíritu y la
clásicos en tiempos de Séneca o de Quintiliano. Hacían nobleza de su alma. Superó incluso a la mayor parte de
leer y comentar interminablemente la Eneida o algunos los hombres, y constituye un verdadero suplicio el intento
discursos de Cicerón. Para enseñarles el griego, se servían de encerrarlo en una fórmula o en una descripción. Cuan-
casi exclusivamente de la Ilíada o de la Odisea, con algu- do se cree haberle comprendido, se perciben al punto
na comedia de Menandro. En estas condiciones, ¿cómo inexactitudes o insuficiencias en los términos que se han
podrían prepararse los alumnos a hacer frente a circuns- empleado. Se recomienza a buscar otro punto de vista,
tancias excepcionales como las que se presentaban en la y la decepción se repite hasta que se renuncia al irrea-
época de las invasiones o de las herejías? lizable designio o se acaba por contentarse con una apro-
ximación asaz imperfecta.
Como sus contemporáneos, Agustín ha sido educado
de esta manera. No podremos decir que sufrió, porque
era incapaz en su juventud, al darse cuenta de lo que RELIGIOSIDAD
había de arbitrario y de superficial en tales métodos.
Más tarde Agustín vivirá en medio de hombres que ha- Si alguno de sus rasgos nos sorprenden en la fisiono-
bían recibido una educación parecida y que, como él, mía de Agustín, hemos de pensar en primer lugar en su
habían adquirido la costumbre de buscar los modelos carácter profundamente religioso. Desde muy niño, el
en un pasado más o menos lejano. Más tarde llegará a hijo de Patricio y Mónica, se ha visto poseído por el sen-
lamentar sus entusiasmos juveniles por las desgracias timiento de la presencia de Dios:
de Dido y de Eneas, pero se deberá más bien al carácter^
escabroso de la narración que a su carácter irreal. Hasta • «Había yo oído hablar, siendo todavía niño, de la
el final, Agustín seguirá siendo un hombre de su tiempo, vida perdurable que nos prometió la humildad de
tal como fue educado en las escuelas de gramática y de Nuestro Señor Dios, abajado a nuestra soberbia. Ya
retórica. entonces estaba yo signado con el signo de su cruz
Esta formación condicionará siempre la actitud de y sazonado con el sabor de su sal desde que salí del
Agustín, y sus obras dejarán siempre sentir las huellas vientre de mi madre que siempre tuvo en Vos tan
de la juventud. Cuando leemos sus homilías e incluso sus longánime esperanza. Vos lo visteis, Señor, cuando aún
tratados más cuidadosamente escritos: las Confesiones, era niño, el día en que salteado de repentino dolor de
De Trinitate, La ciudad de Dios, podemos extrañarnos y estómago quemante de fiebre subida, estuve a punto
experimentar un sentimiento de malestar, que puede lle- de morir. Vos visteis, Dios mío, puesto que ya enton-
varnos hasta la molestia, frente a los juegos de palabras, ces erais mi guarda, Vos visteis con qué desalado an-
las aliteraciones, las rimas, las asonancias que él busca helo de mi alma y con qué ahondo de fe pedí el bau-
con un deliberado placer. Es fácil encontrarnos con una tismo de vuestro Cristo, Señor mío y Dios mío, a la
serie interminable de paronomasias, de antítesis, de piedad de mi madre y a la piedad de la Madre de todos
quiasmos, de metáforas. nosotros que es la Iglesia vuestra» (Confes. 1 1 1 , 17).
Habríamos deseado un poco más de simplicidad. Nos Las Confesiones ponen de relieve la profunda unidad
contentamos al ver que la mayoría de los sermones han de su vida interior. Jamás, si atendemos a este libro,
sido escritos con una verdadera espontaneidad y con un Agustín ha interrumpido el camino. Así no ha tenido
258 PERSONALIDAD AGUSTINIANA EL ALMA DE AGUSTÍN 259
que lamentar su pasado, al menos en cierto sentido, por- dos y agradece a Dios todas las maravillas que ha
que para él como para todos los que aman a Dios, ningún obrado en él, el obispo de Hipona ha renunciado para
pensamiento, ninguna acción ha dejado de ser algo en siempre y sin pesar alguno a todos los amores terrestres.
relación con su bien, incluso los mismos pecados. Ya no ama más que a Dios, y a los hombres en Dios.
Ha contemplado su historia, en el momento en que
se recoge ante Dios, se ha remontado, mediante el re- SUS AMIGOS
cuerdo, hasta los sucesos más lejanos de su infancia. Se
ve ciertamente cubierto de pecados. No sólo manchado Baste con haber leído una sola vez las páginas admi-
por el pecado de origen que ha adquirido al nacer como rables que consagra a la memoria de uno de sus amigos
una pesada herencia de Adán, sino plagado por sus peca- de la infancia, arrebatado muy temprano a su amor, para
dos personales que son muy numerosos. Se ve así, en el no olvidarle jamás.
momento mismo en que cae, misericordiosamente pro-
tegido, salvado por la gracia de Dios que le previene y • «En aquellos tiempos habíame ganado un amigo,
que prepara, desde lejos, su retorno definitivo. especialmente caro por la comunidad de los estudios,
Alma profundamente religiosa, Agustín ha debido de de mi misma edad, y lozaneando como yo mismo en
buscar a Dios antes de encontrarle y de poseerle. Por la flor de la verdura. Conmigo había crecido de niño;
mucho tiempo, su corazón ha estado inquieto porque no juntos habíamos ido a la escuela y habíamos jugado
conocía todavía el verdadero descanso que solamente Dios juntos...
es capaz de dar a los que viven en él: Nos dirá él mismo ¡Con qué dolor quedó mi corazón enlutado! Todo
en las Confesiones: lo que miraba era muerte. Y mi patria era mi supli-
cio, y la casa paterna una infinita desolación, y todo
• «Sero te ama vi, pulchritudo tan antiqua et tam no-
lo que con él había comunicado se trocó sin él, en
va, sero te amavi. Et ecce intus eras, et ego foris, et
tormento monstruoso. Buscábale por doquier con
ibi te quaerebam; et in ista formosa quae fecisti, de-
mis ojos, y les era negado. Y habíame tomado aborre-
formis irruebam. Mecum eras, et tecum non eram.
cimiento de todas las cosas porque estaban vacías de
Et me tenebant longe a te, quae si in te non essent,
él y no podía ya decirme: Vendrá; helo aquí, como
non essent. Vocasti, et clamasti, et rupisti surditatem
cuando vivía y estaba ausente. Yo mismo era un gran-
meam. Coruscasti, splenduisti, et fugasti caecitatem
de enigma para mí, y preguntaba a mí alma por qué
meam. Fragrasti, et duxi spiritum, et anhelo tibi.
estaba triste y por qué tan profundamente me tur-
Gustavi, et esurio, et sitio. Tetigisti me, et exarsi in
baba. Y no sabía responderme nada.
pacem tuam» (Confessiones X 27, 38).
Y si decía Espera en Dios, con toda justicia no
El alma de san Agustín no se puede conocer sin co- me obedecía, porque era más verdadero y mejor aquel
nocer al mismo tiempo su corazón. La primera impre- amadísimo que perdiera que no el fantasma en quien
sión que nos dejan las Confesiones sobre su autor, es la se le mandaba que esperase. Sólo el llanto me era
de un hombre, más que extremadamente inteligente, ex- dulce, y había tomado el lugar de mi amigo en las
traordinariamente dotado de un poder prodigioso de delicias de mi alma» {Confesiones IV 4, 7 y 9).
amar, sensible a todas las intuiciones del corazón. Las
palabras que con más frecuencia acuden a su pluma son Al servicio de Dios y de las almas consagró más tarde
las que expresan los matices de la pasión, del amor, de todas las fuerzas de su amor. Al dar un definitivo adiós
la amistad. Y en estas palabras se ven los sentimientos de a las cosas de la carne y de la sangre, Agustín no renun-
quien habla por experiencia. cia a ninguna de las afecciones legítimas. Permanece fiel
Ciertamente, en el momento en que recoge sus recuer- a sus amigos. Se puede decir que la historia no conoce
260 PERSONALIDAD AGUSTINIANA EL ALMA DE AGUSTÍN 261
sino un número muy pequeño de hombres que hayan te- Inspirad, Señor mío, Dios mío, a vuestros siervos,
nido amistades tan fieles y tan perseverantes como las hermanos míos, hijos vuestros, señores míos a los
suyas. Licencio, es verdad, es el hijo de su bienhechor cuales yo sirvo con el corazón y con la voz y con la plu-
Romaniano, que desaparecerá muy pronto. Nebridio es ma. Inspiradles a todos los que esto leyeren, que se
arrebatado por la muerte. Léase lo que nos dice en Con- acuerden en vuestro altar de Mónica, sierva vuestra,
fesiones IX 3, 6. y de Patricio, que fue su esposo, por cuya carne me
Pero los otros permanecen, y serán sus colegas en el introdujisteis en esta vida» (Confesiones IX 12, 33;
episcopado, después de haber sido sus compañeros en la 13, 37).
empresa de la búsqueda de Dios: Alipio de Tagaste;
Evodio de Uzalis: y otros se añaden a los amigos de la Con la misma ternura nos hablará de su hijo Adeoda-
primera hora: Aurelio de Cartago, Severo de Milevi, Po- to. Léase el texto: Confesiones IX 6, 14.
sidio de Calama. Su fidelidad es la más bella recompensa Una vez consagrado obispo, su corazón se ampliará
de Agustín, y constituye su alegría humana más completa. a medida de sus nuevos deberes. No se contenta con ser
todo para todos. Ama, con un verdadero amor, las almas
que le son confiadas. Basta con leer sus sermones para
LA FAMILIA darse cuenta de ello. A cada momento, las palabras amo-
rosas en sus labios.
Pero no es tan sólo su amistad, sus amigos. Es también
su familia. La ternura con que habla de su madre es in-
LOS FIELES
comparable. Y las páginas que nos refieren la muerte de
Mónica no cesan de estar presentes en todos los espíritus
familiarizados con Agustín. Agustín está pleno de bondad, de paciencia para cuan-
tos le escuchan y que debe conducir al cielo. Está en
• «Y luego, poco a poco, retorné a mis prístinos sen- frente o en medio de gentes de pueblo, de obreros, de
tires sobre vuestra sierva y su conversación y conducta libertos, de esclavos, de ignorantes, en mayor número
piadosa para con Vos y para con nosotros, santamente que los filósofos y los rétores. No duda en hacerse pe-
blanda y morigerada, de la cual fui privado súbita- queño con los pequeños para poder hablar a todos en
mente. Y allí sí, entonces sí que lloré a placer a vues- su lenguaje. Les repite las cosas las veces que necesitan
tra presencia sobre ella y por ella, sobre mí y por mí. hasta que le han comprendido. Acepta los aplausos de
Y di licencia a mis lágrimas que retenía para que los fieles porque ve que esto agrada a aquellas pobres
corriesen cuanto quisiesen y les di el cauce de mi gentes. Hay que ver al que es el oráculo de su tiempo
corazón. Mi corazón se aquietó con ellas porque aten- cómo se excusa de hablarles demasiado largo, de tener
tos a su murmullo de torrente estaban los oídos vues- que repetirles las cosas...
tros, no los de un hombre cualquiera, profano y pre- Agustín no se contenta con amar a los cristianos. Ama
suntuoso intérprete de mi llanto... también con un afecto parecido a los que no pertenecen
Y si se le antojare ser pecado que yo llorase a mi a la verdadera Iglesia y a los que se esfuerza en convertir
madre una pequeña parte de una hora, a mi madre al redil de Cristo. Ya se dirija a los maniqueos, ya a los
acabada de morir ante mis ojos, a mi madre que me donatistas, o a los pelagianos, tiene para ellos palabras
lloró muchos años para que yo viviese a vuestros ojos, de amor y buena voluntad. A veces se impacienta cuando
no me zahiera, ni haga burla de mí, sino más bien, ve sus esfuerzos rechazados por los alejados de Cristo.
si su caridad es grande, él mismo llore por mis pecados Al margen de toda su gran santidad Agustín sigue
ante Vos, Padre de todos los hermanos de vuestro siendo un hombre. Así le vemos burlarse, por ejemplo,
Cristo... del silencio de Emérito de Cesárea, que, después de haber
262 PERSONALIDAD AGUSTINIANA EL ALMA DE AGUSTÍN 263
aceptado una conferencia pública, permanece mudo co- un país de hambre. He aquí come se expresará en las
mo un chino, en cuanto se encuentra en su presencia. No Confesiones:
nos extraña la falta de amabilidad en presencia de Julián • «¡Oh verdad, verdad! ¡Cuan entrañablemente en
de Eclano que, no contento con insultarle en sus escritos, tonces suspiraban por Vos los meollos de mi alma
tiene la audacia de hablar mal de su madre Mónica. Pero cuando aquellos hombres hacían resonar vuestro nom-
estos son casos excepcionales. bre en mis oídos, con frecuencia y de muchas maneraí
Es cierto que después de haber rechazado enérgica- con sola su voz y con libros muchos y grandes! Y
mente toda intervención de la autoridad imperial para aquellos eran como platos en que a trueque de Vos se
obligar a los donatistas a someterse, acabó por aceptal ofrecían a mi hambre el sol y la luna, obras bellas d«
la idea de esta intervención, e incluso por admitir el cas- vuestras manos, pero no Vos mismo, ni de las máíi
tigo de los rebeldes. La vista de los resultados obtenidos señaladas que hicieron vuestras manos, dado que son
por el empleo de estos métodos, la meditación prolonga- más excelentes vuestras obras espirituales que no és-
da de la parábola del festín nupcial en el evangelio le tas corporales, por más que sean celestiales y resplan-
han conducido poco a poco a esta conclusión, e incluso decientes.
soportará ser tratado de perseguidor por los rebeldes. Pero yo ni aún de aquellas primeras tenía hambre
Pero las explicaciones que da, testifican que sus senti- y sed, sino de Vos mismo, oh Verdad, en quien no
mientos íntimos no han cambiado. Léase la Epist. 185, 11. hay mudanza ni intermitente oscuridad. Y aún en
Ante todo, Agustín desea la salvación de los donatistas. aquellos platos servíanme fantasmas espléndidos; y
era mejor al menos amar a este sol que de todaí
DIOS
maneras es real a estos ojos, que amar aquellos tram
pantojos y espejismos que engañan al alma por los
ojos. Y con todo eso, porque pensaba yo que eran
Por tierno, generoso y completo que sea el amor de
Vos, yo los comía, cierto que no con apetito, porqut
Agustín hacia sus hermanos, no se podría comparar al
no sabíais a mi paladar con el inequívoco sabor que
amor que le inspira el Señor mismo. Toda el alma de
tenéis ni con ellas me sustentaba, sino que antes más
Agustín se expresa en la palabra «amor», pero será sólo
desfallecía» (Confesiones III 6, 10)
en Dios en quien se terminará ese concepto: Fecisti nos
ad te, Domine, et inquietum est cor nostrum, doñee re-
quiescat in te. AMOR Y CARIDAD
Al pesar y a la inquietud que han precedido a su retor-
no, suceden una tranquilidad, una paz y una felicidad que A veces se puede sorprender al leer algunas páginas
no cesan un instante. Como todos los otros hombres y en que Agustín habla con los acentos más emocionantes,
más que los otros, el obispo de Hipona conoce, en el más tiernos, más simples del amor de Dios, y al mismo
curso de su largo apostolado, toda clase de pruebas y de tiempo se piensa en que Agustín ha enviado sin piedad
contradicciones. Está expuesto a las injurias de los do- al infierno a los niños muertos sin el bautismo, que ha
natistas, a las calumnias de los pelagianos. Sufre la en- cegado las virtudes de los paganos, que habla sin emo-
fermedad y la fatiga. Mil cuidados de la vida ordinaria ción visible de la predestinación de los pecadores al in-
le preocupan sin cesar. Pero su alma permanece tranquila fierno, que ha escrito libros tan duros, en apariencia como
porque posee a Dios. De dono perseverantiae, De praedestinatione sanctorum.
Este ha sido el fruto bienhechor de la conversión: Pero precisamente, estos libros no son duros sino en
le ha dado a Dios y con Dios una felicidad inadmisible. apariencia y la doctrina que exponen es en el fondo una
Hasta entonces, Agustín ha errado y se ha convertido en doctrina de amor y de misericordia. A la criatura caída
264 PERSONALIDAD AGUSTINIANA
Agustín, escritor
OBRAS PRINCIPALES
goce espiritual. En general se trata de ejercicios escola- dad, goza de ella plenamente en el retiro de Casiciaco.
res y que no pretenden describir los sentimientos más La lectura del Hortensius le ha mostrado que la feli-
íntimos de Agustín. Este sigue siendo el profesor rodea- cidad se encontraba en el bien. Con sus discípulos, ha
do de alumnos que debe formar. releído y estudiado este hermoso libro, cuyas enseñanzas
Los tres libros de Contra Académicos están dirigidos gusta de recoger en sus obras. Pero se esfuerza en pro-
a Romaniano, aquel rico ciudadano de Tagaste que siem- fundizar las enseñanzas de Cicerón, para proclamar que
pre se mostró tan generoso para con Agustín. Los temas el alma pura encuentra su felicidad en la verdadera sabi-
tratados son los que interesan a Agustín ya porque los duría que es una participación de Dios.
juzga aptos para formar la inteligencia de sus discípulos, Como el diálogo Contra los Académicos, los libros
ya porque responden a preocupaciones que fueron las De ordine y De beata vita están dedicados a sus amigos.
suyas. El primero a Zenobio, que está unido a Romaniano y a
En el momento en que llega a Milán y hasta que ha Licencio por los lazos de una antigua y fiel amistad y con
podido leer los libros de los Platónicos, ha atravesado el que Agustín ha tenido ocasión de discutir sobre el te-
una crisis de incertidumbre y la posición de la Nueva ma. El segundo, De beata vita, va dirigido a un personaje
Academia le ha podido parecer la más razonable. No ha rico y elocuente, Teodoro, que ha conocido en Milán y
olvidado las penosas pruebas que tuvo que sufrir enton- que parece ha llegado a la verdadera felicidad, a donde
ces y por esto quiere ahorrar a los jóvenes que le rodean se esfuerza en conducir a sus amigos.
esas mismas incertidumbres. Dios no está ausente de estos libros, por muy filosó-
Así les propone el examen de los argumentos del es- ficos que sean. Pero no es ahí donde hemos de buscar
cepticismo. Estos argumentos no le interesan a él perso- las informaciones más completas sobre la vida interior
nalmente, pero podrían ejercer alguna influencia sobre de Agustín. Con sus alumnos y amigos, Agustín no se
los otros, a los que ama y de los que se preocupa. Por pertenece a sí mismo. Se entrega todo entero, y se deja
eso quiere refutarlos de una vez para siempre. por completo en manos y en provecho de los jóvenes.
Cuando el diálogo está terminado, y cuando ya está Pero, al llegar la noche, mientras que espera la llegada
listo para su publicación, los dirige a su amigo Romania- del sueño reparador, reflexiona sobre los acontecimientos
no, que reside en Milán, y que precisamente en esos mo- de la jornada. Se interroga sobre el estado de su alma,
mentos se ve asaltado por mil preocupaciones. Con este y levanta su corazón hacia Dios.
gesto quiere testimoniarle a la vez su reconocimiento, Estos dos libros de los Soliloquios contienen unas
dar una gran alegría a Romaniano haciéndole conocer plegarias preciosas que Agustín dirige a Dios. Pero, por
los progresos de su hijo Licencio y, sobre todo, encen- hermosas que sean estas oraciones, por emotivas que
derlo en el amor de la sabiduría. En medio de sus cuida- sean las confidencias de Agustín, notamos que les falta
dos y de sus inquietudes, Romaniano comienza a libe- un cierto sabor cristiano. Ciertamente que la comunidad
rarse del maniqueísmo en el que antes Agustín mismo de Casiciaco está compuesta por convertidos. Pero a estos
lo había arrojado. convertidos les falta algo. Se advierte que la gracia divi-
Los temas de los otros diálogos, De beata vita y De na no los ha penetrado hasta el fondo de sus almas, y la
ordine, se refieren igualmente a los problemas que desde transformación no se ha terminado todavía.
hace tiempo habían preocupado el espíritu del joven
maestro. LAS CONFESIONES
El orden representa uno de los elementos esenciales
de la belleza a la que él ha consagrado su primera obra. Las Confesiones pueden considerarse como una de las
En cuanto a la felicidad, Agustín no ha cesado nunca de obras más importantes de toda la literatura universal.
buscarla, y si la ha encontrado en la posesión de la ver- Aparte del valor literario, en que son superadas muy
AGUSTÍN, ESCRITOR 273
272 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR
fácilmente, la obra de Agustín contiene otros valores inquieto mientras no halle descanso en Vos» (Confe-
espirituales que es difícil de recoger en un análisis como siones I 1, 1).
el que nos vemos obligados a hacer ahora. A veces el lector se cansa con estas plegarias que inte-
Agustín, como otros muchos santos que han recibido rrumpen el curso de la narración. Pero si siente no en-
del Señor gracias extraordinarias, ha sentido la cuasi contrar en las Confesiones una simple historia, es que
necesidad de recordar su pasado y pasar revista a los no ha comprendido en absoluto el sentido íntimo de esta
favores que Dios le ha concedido. A veces las circunstan- obra única. Agustín no cuenta una historia. Quiere ma-
cias han podido obligar a volver sobre el pasado. Adver- nifestar, ilustrar con un ejemplo, la misericordia infinita
sarios de mala voluntad lanzan entre el público acusa- de Dios. Y las aparentes digresiones que vienen a romper
ciones contra su sinceridad, y se complacen en remover o entorpecer la serie de los hechos, constituyen casi lo
el lodo de sus faltas pasadas. Toman la pluma en un acto esencial a sus ojos.
de autodefensa bien justificado... ¿Qué son en su vida los acontecimientos exteriores?
No es este el caso de Agustín, Acaba de responder a ¿ Por qué ha ido a Tagaste, a Madaura, de Cartago a Roma
las preguntas de Simpliciano, y en esta ocasión ha refle- y a Milán, sino porque la mano de Dios le ha conducido
xionado suficientemente sobre la eficacia de la gracia di- hasta el punto y momento preciso en que quería mani-
vina. Por sí mismo no es sino polvo y miseria. Su más festar su potencia y misericordia? Una sola cosa cuenta
tierna infancia ha conocido las experiencias del pecado a sus ojos: la respuesta que ha dirigido a la llamada de
y durante varios años se ha visto como encerrado en el Dios, y esta respuesta no se habría producido si el Señor
pecado. Pero Dios ha tenido compasión de él. no la hubiera pronunciado por su boca.
Toda su existencia, maravillosamente orientada hacia En este sentido podemos hablar de una diferencia en-
Dios, establece de una manera decisiva el triunfo de la tre las Confesiones y los Diálogos. Las Confesiones no
gracia, en el momento escogido por Dios, y el punto de contradicen a los Diálogos. Son otra cosa. Contienen el
la victoria divina es aquel que menos se puede predecir: testimonio de un alma más rica y más cerca del Señor
un incidente sin importancia, la lectura de un versículo de la que aparece en los Diálogos.
de san Pablo son suficientes para consumar la ruptura
con el pasado, y para inaugurar una existencia nueva.
LA CIUDAD DE DIOS
Los XIII libros de las Confesiones son un himno de
acción de gracias, un canto de alabanza y de reconoci- Ya hemos visto antes cómo san Agustín se ha forma-
miento hacia Dios que ha hecho todo, y ha organizado do el proyecto de escribir La ciudad de Dios. Contiene
todo, y ha orientado todo para salvar al hijo pródigo. un aspecto eminentemente apologético. Es una obra que
Desde el principio escuchamos las voces de este cántico: puede considerarse como un verdadero monumento, estu-
• «Grande sois, Señor y loable sobremanera. Vuestra pendo por su originalidad de forma y de pensamiento, por
pujanza es grande, y no tiene número vuestra sabi- la amplitud de sus descripciones, por la abundancia in-
duría. Y presume alabaros un hombre, parte ruin de agotable de hechos y de ideas. La podemos considerar
vuestra creación, un hombre que lleva en derredor como la enciclopedia del siglo v.
de sí el andrajo de su mortalidad, que lleva sobre sí No existe una época que no la encontremos descrita
el estigma de su pecado y aun el testimonio de que en sus páginas. No hay un solo problema al que el autor
Vos resistís a los soberbios. Y con todo eso, presume no dé solución exacta. Se podría repetir, aplicado a Agus-
alabaros un hombre, parte ruin de vuestra creación. tín, lo que los antiguos solían afirmar de Varrón y de
Vos le despertáis para que se deleite en alabaros, por- Plinio, es decir: «Ha leído tanto que nos extraña cómo
que nos hicisteis para Vos, y nuestro corazón está ha podido encontrar tiempo para escribir también; y ha
274 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR AGUSTIN, ESCRITOR 275
escrito tanto que no concebimos cómo ha podido leer sajes bíblicos que debían constituir la osamenta del dis-
tantas obras». curso, y recogía unas pocas ideas fundamentales que se
En esta obra colosal, ha reunido todo lo que puede adaptaban a esos pasajes. El resto del sermón, es decir
saber el entendimiento humano. Allí podemos encontrar las palabras, los adornos, artificios estilísticos, retóricos,
una filosofía de la historia, una apología del Cristianismo, acudían solos.
una moral, una física, una metafísica, una filosofía, y Los sermones eran recogidos a veces por los mismos
junto a todo eso una profunda erudición sagrada y pro- fieles, y a veces por taquígrafos oficiales que eran paga-
fana, expuestas en un estilo eficacísimo y, con una elo- dos por ese menester. De esa manera se iban formando
cuencia fascinadora. colecciones o antologías varias. Los sermones de Agustín
Agustín, con La ciudad de Dios, más que exponer una se fueron extendiendo por todas partes, no solamente en
doctrina, ha ofrecido una especial concepción de la vida, África sino en todo el mundo cristiano. Al decir de Po-
que hallará en los siglos posteriores una aplicación más sidio, por todas partes se extendían los santos preceptos
amplia y más concreta, sobre todo en la formación de de una nobilísima doctrina y el olor suavísimo de Cristo.
la teoría medieval de las relaciones entre la Iglesia y el En tiempos de Víctor de Vita, las homilías de san
Imperio. Agustín eran tantas que no se podía precisar su número.
Leída y admirada durante más de catorce siglos, en Así se explica cómo Posidio, Fulgencio de Ruspe, Casio-
todo tiempo y en todo lugar, la autoridad de esta obra doro recuerdan algunos sermones que no aparecen en
no ha disminuido en nuestros días. Por el contrario, niguna de las colecciones actuales. Otras colecciones por
acompañará siempre a la Iglesia, que es el Estado y la el contrario recogen sermones que no son de san Agus-
obra de Dios, en sus luchas y en sus triunfos al través tín: era un intento de servirse del nombre del obispo de
de los siglos. Cuanto más oscuros y terribles se nos pre- Hipona para propagar sermones que habían sido com-
senten los destinos de la humanidad, la Iglesia saldrá puestos por sus discípulos.
siempre a flote, compañera fiel del destino del hombre. La crítica moderna se ha ocupado activamente de este
problema, pero hasta la fecha sigue siendo muy difícil
Agustín ha sabido mostrar en las páginas inmortales
la restitución íntegra de los sermones. Desde la edición
de La ciudad de Dios la lucha y el triunfo de la Obra de
de los Maurinos hasta nuestros días, se han hecho gran-
Dios en todos los tiempos y al mismo tiempo ha sabido
des conquistas en cuanto a la crítica textual y es de espe-
mostrar la esperanza y la seguridad para el futuro.
rar que un día podamos disponer de la colección autén-
tica de los sermones agustinianos llegados hasta nosotros.
SERMONES Y " T R A C T A T U S " Entre los Sermones, hemos de contar también las
Enarrationes in Psalmos, los Tractatus in Ioannem, los
Cuando Agustín no escribía, predicaba. Ni un solo Tractatus in Epistolam Ioannis, etc. En las obras de san
momento del día corría ocioso. De ordinario hablaba Agustín podemos encontrar también algunas que en cier-
todos los domingos y en los días de fiestas, a sus cris- to sentido son verdaderos sermones u homilías, en el
tianos de Hipona, gente humilde, sin demasiada instruc- sentido auténtico de explicación oral de alguna verdad,
ción, compuesta de artesanos y de pescadores. Pero con sobre todo de la Biblia.
mucha frecuencia tenía que hablar en Cartago, en Ca- Los sermones de san Agustín están divididos en va-
lama, en Cesárea, y en otras ciudades. rias secciones:
Casi siempre improvisaba, es decir, no se servía de a) 183 Sermones de Scripturis, 1-183;
una preparación directa. Pero siempre y en todos los b) 89 Sermones de tempore, 184-272;
casos se servía del trato frecuente y familiar con el texto c) 68 Sermones de sanctis, 273-340;
de los libros santos. Se contentaba con meditar los pa- d) 23 Sermones de diversis, 341-363;
276 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR AGUSTIN, ESCRITOR 277
Consta de 15 libros que pueden dividirse en dos partes ideas del obispo de Hipona. Agustín fue el único hombre
principales. En la primera de los libros 1 al 7 expone el de su tiempo que tuvo la capacidad intelectual y la pre-
dogma trinitario según las Escrituras. La segunda parte, paración científica necesaria para afrontar las graves di-
libros 8 al 15, trata de justificar y explicar racionalmente ficultades de un tratado sobre el dogma fundamental de
aquel dogma en la medida de lo posible. Como reconoce la religión cristiana.
el mismo autor, es un tratado muy difícil de entender. Podemos decir que Agustín estableció el dogma de
Agustín quiso emprender la composición de la obra la Trinidad misteriosa, pero no lo explica. Cuando en
por el deseo de iluminar la ignorancia de los infieles que, la inteligencia humana ve una imagen de la Trinidad
no queriendo someterse a la autoridad de la fe, exigían eterna, esta imagen es una intuición, más que una de-
ser conducidos por la sola luz de la razón hasta el cono- mostración de la verdad. La Trinidad fue para Agustín
cimiento de la verdad de los misterios divinos. Agustín y será siempre para el hombre, a pesar de los esfuerzos
habría prescindido de una materia tan difícil, si las difi- del genio más sutil que pueda existir sobre la tierra, un
cultades inherentes al misterio trinitario hubieran sido misterio impenetrable, incomprensible.
explicadas suficientemente por los escritores de la Igle-
sia latina, o si las obras de los autores griegos, referen- Por lo mismo, no sin razón, nos cuenta la leyenda que
tes al mismo argumento, hubieran sido traducidas al latín. cuando Agustín se encontraba absorto, en la playa del
El misterio de un Dios en tres personas, en tiempos de mar, en la meditación del dogma trinitario, se le apareció
Agustín, era la desesperación de muchos como lo será un ángel bajo la forma de niño. Como el obispo le viera
siempre para cuantos no quieran inclinarse ante la auto- jugar con una concha y tratando de meter el agua del
ridad de la Escritura. mar en un pocito que había cavado en la arena, le pre-
guntó qué hacía. Al oir la respuesta del niño, Agustín no
Se presentaban objeciones, se proponían dificultades, pudo por menos de sonreír y le hizo ver la imposibilidad
se aducían pasajes del Evangelio. Paganos, filósofos, cris- de aquel deseo. A lo que el ángel respondió que lo que
tianos de una fe débil se sentían perplejos ante el dogma él meditaba en su mente era muchísimo más difícil to-
de la Trinidad, como ante un obstáculo insuperable. Con davía.
su mente hecha a las imágenes terrestres, no conseguían
nunca llegar, en la medida que a la humana naturaleza
le es concedido, a las alturas inaccesibles de la pura con- LAS CARTAS
templación de Dios.
Agustín tiene que responder a las dificultades y a las
opiniones falsas sobre la divinidad que, al decir del mis- Las Cartas de Agustín comprenden una valiosa colec-
mo Agustín, se podían reducir a tres clases diferentes: ción, y nos describen los detalles íntimos de su alma. Es
unos le atribuían a Dios proporciones y cualidades cor- cierto que las Cartas formaban parte de un género lite-
póreas; otros le atribuían las proporciones y las cualida- rario epistolar. Por lo mismo, no es difícil descubrir una
des de la inteligencia humana; y los terceros, queriendo buena parte de algo postizo, estereotipado.
formarse una idea que no tuviese ninguna relación de El número de las Cartas de san Agustín son 276, de
semejanza con las cosas creadas, espíritu y materia, se las cuales 53 son debidas a los corresponsales del santo
perdían en mil extravagancias y absurdos. que le envían sus mensajes, y que se han publicado en
El De Trinitate es una obra muy apreciable por el el Corpus Augustinianum, como suele hacerse en casos
vigor de su razonamiento, por la profundidad de sus semejantes. Recordemos el caso de Cicerón. Entre las
análisis, por la originalidad de su concepción. Todos los Cartas, llamadas de Cicerón, hay muchas que ha reci-
que, en los siglos posteriores, hablarán de la Trinidad bido el mismo Cicerón enviadas por sus corresponsales
no harán otra cosa sino reproducir más o menos las En cierto sentido facilitan enormemente la comprensión
280 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR AGUSTÍN, ESCRITOR 281
de la respuesta que da Cicerón, o Agustín, o Jerónimo, compatriotas paganos. La Carta 232 a los habitantes de
según los casos. Madaura para alejarlos de las prácticas supersticiosas
El epistolario agustiniano comprende un período de de la religión de los ídolos.
más de 40 años, es decir, desde el tiempo en que se En todo esto se ve la extraordinaria importancia que
preparaba al bautismo, en la soledad de Casiciaco, hasta tiene el epistolario agustiniano para el conocimiento no
la víspera de su muerte, cuando ya resplandecía con sólo de los detalles biográficos, de la actividad episcopal,
todo su fulgor su santidad y su gloria de escritor cristiano. de la evolución del pensamiento de su autor, y de la gran
Las Cartas se podrían dividir en cuatro categorías. influencia que ejerció sobre toda la Iglesia y sobre todo
En la primera clase estarían las cartas de carácter el mundo cristiano contemporáneo, sino también de las
íntimo o confidencial. Son las cartas dirigidas a Nebri- condiciones intelectuales y morales, y en general de todos
dio, a Severo, a Paulino, etc. los elementos de la civilización que distinguen al siglo V,
Las del segundo grupo son más numerosas, y com- época de transición entre la antigüedad y el medioevo.
prenden las escritas por Agustín como pastor de almas: Nos parece hoy casi imposible que un solo hombre,
son exhortaciones a la práctica de las virtudes cristia- entre tantísimas y gravísimas ocupaciones y preocupa-
nas, al ejercicio de la ascética, a la perfección moral. ciones, propias del gobierno de su diócesis, de las con-
Son las Cartas a Licencio, a Victorino, a Dióscoro, a Ar- troversias religiosas, de la composición de sus tratados,
mentario, al conde Bonifacio, a Ecdicia, etc. de las fatigas de una predicación continuada, haya podi-
La tercera categoría, la más copiosa, comprende las do escribir tantas y tan largas cartas. Agustín debía po-
cartas en que se revela la obra del doctor, del filósofo seer, como muy pocos, el arte dificilísimo de aprovechar
cristiano y del teólogo. Nos sorprende ver cómo Agustín, hasta los últimos minutos del día. Pero no basta este
oprimido por el peso de tantas ocupaciones, se ve casi arte: poseía al mismo tiempo una intensa voluntad de
todos los días asediado por cartas que vienen de todas trabajar junto con un sentimiento vivísimo del deber.
partes, incluso de las más remotas, del mundo cristiano,
Es de creer que no siempre le venían bien las mil
enviadas por sacerdotes y seglares que buscan instruc-
y una preocupaciones que los corresponsales le exponían
ción, consejos, advertencias sobre las cosas más fútiles
en sus cartas y a las que pedían respuesta. Pero en su
y ordinarias, e incluso absurdas. Las respuestas de Agus-
infinita caridad, contentaba a todos y respondía a todos.
tín a estas cartas son, a veces, largas. En algunas oca-
Así estaba en relación epistolar con un número casi infi-
siones podrían considerarse como breves tratados, que
nito de personas, desde los colegas y amigos más ínti-
sólo conservaban del género epistolar la forma externa,
mos, hasta los extraños, desde los personajes más impor-
que se reconoce especialmente al principio y al fin, en la
tantes hasta los fieles de la más baja condición. Y casi
dirección y la invocación del destinatario.
siempre Agustín escribía una carta después de una pro-
La cuarta clase recoge las cartas que tienen carácter longada meditación, no sólo para salir del paso, sino para
de documento oficial, o que Agustín escribía en el pleno dar una lección segura y sustancial.
ejercicio de sus funciones episcopales. La mayor parte
de esta categoría se refieren especialmente al cisma do-
natista, y a la herejía pelagiana. Son cartas sinodales, o DE DOCTRINA CHRISTIANA
escritas por Agustín en nombre de un gran número de
obispos, y enviadas a altos empleados de la administra- El De doctrina Christiana pertenece a las obras exegé-
ción imperial, o a los donatistas de África, o al Papa ticas. Comenzado el año 397 permaneció incompleto a
Inocencio, o a algunos obispos de las Galias. partir del párrafo 36 del capítulo 25 del libro III. Sola-
Es notable la carta 91 a Nectario, en defensa de los mente el año 426 Agustín se decidió a terminar la obra.
cristianos de Calama insultados y perseguidos por sus Acabó, pues, el libro III y añadió un libro más.
282 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR AGUSTÍN, ESCRITOR 283
rum, ut ea omnia vix quisquam studiosorum perlegere clásicos este procedimiento es bastante raro, en los es-
et nosse sufficiat». critores de los siglos siguientes se convierte en un ver-
dadero procedimiento. Tertuliano lo empleará con mucha
Además, la elección no podía ser de otra manera. Las frecuencia. En Agustín no es tan empleado como en Ter-
Confesiones y la Ciudad de Dios son las obras fundamen- tuliano, y sobre todo mucho menos que en Apuleyo. Pero
tales en las que Agustín da toda la medida de su talento no faltan ejemplos:
de escritor y de pensador, y mediante ellas ha obtenido
un nombre ilustre no sólo en la literatura y en la filosofía quod tan vicina interpretationis falsitate turbata nos
antigua, sino también en la literatura y en la filosofía est = interpretatione falsa (Conf. III 11, 20).
universales. popularis gloriae sectantes inanitatem = pop. gloriam
En general se suele admitir que el progreso de una inanem (Conf. IV 1, 1).
lengua está en razón inversa con su fuerza de plastici- reverberasti infirmitatem aspectus mei = infirmum
dad. Es decir, que cuanto más cultivada es una lengua, aspectum (Conf. VIII 10, 16).
cuanto más se piensa y se escribe en esta lengua, más carere suavitatibus nugarum = suavibus nugis (Con-
pierde de la fuerza primitiva para expresar las intuicio- IX 1, 1).
nes, las sensaciones y la sabia de la vida, para convertirse flagelli tui asperitatem = flagellum asperum (Conf.
en una lengua más seca y más intelectual. IX 4, 12).
Existe en todas las lenguas un proceso fatal de abs- profunditas abyssi = profundum abyssum (Conf.
tracción, de que ninguna está exenta, incluida la lengua XII 3, 3).
que crearon los campesinos del Lacio. Así no hemos de in sollemnitate sacramentorum = in sollemnibus sa-
extrañarnos de que este proceso que comenzó con Cice- cramentas...
rón haya continuado sin interrupción, progresivamente, pro suorum morum perversitate = pro suis moribus
hasta la época final de la latinidad. perversis...
Los factores de este cambio han sido, ante todo, la in illa rerum vastitate = in illis rebus vastis...
introducción de las ideas filosóficas griegas, y luego, ya in illa ruina templi = in illo templo ruinoso...
en una mayor proporción, el cristianismo tanto para las in ea corporis exiguitate = in eo corpore exiguo.
ideas filosóficas abstractas, introducidas por esta religión
en el mundo romano, como por la rica literatura latino- No hemos de perder de vista que el empleo de pala-
cristiana, gracias a la cual el latín se ha convertido en bras abstractas tiene un verdadero valor artístico. En
la lengua por excelencia de la teología cristiana. español decimos, por ejemplo: «Frente a la espiritualidad
de san Juan se alza la materialidad de Santiago». Con
esas palabras espiritualidad y materialidad describimos
SUSTANTIVOS ABSTRACTOS CON UN GENITIVO
el carácter de cada uno de los dos apóstoles.
Los clásicos, cuando querían poner en evidencia la Otras veces se emplea un sustantivo abstracto por un
cualidad de un adjetivo, en su lugar empleaban el sus- nombre concreto. Ya en los poetas antiguos, sobre todo
tantivo abstracto correspondiente, acompañado del sus- en los cómicos, encontramos este empleo en la lengua
tantivo en genitivo. Es decir: familiar. Lo hallamos más tarde en los autores clásicos,
aunque más raramente. Este procedimiento se hace más
Tristitiam illorum temporum = tristia illa témpora; frecuente en Tito Livio y Tácito para resultar muy común
Imbecillitatem animorum = imbecillos ánimos; entre los escritores del siglo II p. C. Los escritores ecle-
Iniquitatem odii = odia iniqua; siásticos se distinguirán en este empleo, sobre todo a
Idololatriae latitudo = Idololatria late diffusa. partir de Tertuliano.
Pero hemos de advertir que, mientras en los autores San Agustín demuestra gran predilección por el sus-
288 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR CARACTERÍSTICAS DEL ESTTT.0 AGUSTINIANO 289
tantivo abstracto en general. Es uno de los autores que Agustín no se contenta con emplear el vocabulario
han contribuido a hacer la lengua latina más ligera, más abstracto ya existente, sino que él mismo crea otras pa-
dúctil, capaz de expresar las más sutiles abstracciones labras abstractas, por analogía con las ya existentes.
del pensamiento. He aquí algunos casos: Por ejemplo, son de creación agustiniana: confricatio,
libido rapiebat imbecillam aetatem (Conf. II 2, 2). dilapsio, imperfectio, peremptio, perventio, monstrositas,
quis exaperit istam tortuosissimam... nodositatem multiplicitas, nodositas.
(Conf. II 10, 18). Agustín ha empleado los abstractos que encuentra en-
seis tu, lumen coráis mei (Conf. III 4, 8). tre los escritores preclásicos y postelásicos: Cantío, ces-
fugam in solitudinem (Conf. X 43, 70). satio, comminatio, correptio, dormitio, evectio, excrucia-
tio, ariditas, edacitas, etc.
También encontramos nombres sustantivos abstractos San Agustín, en el aspecto de los abstractos ha dado
en plural. En el latín clásico, el plural de los sustantivos a la lengua latina un matiz que la acerca a las lenguas
abstractos se ha desarrollado progresivamente. La intro- romances especialmente al francés. Ha agotado todos los
ducción de este plural es ciertamente debido al empleo medios de abstracción que estaban a disposición de un
frecuente de los sustantivos concretos, para establecer prosista del final del siglo iv y a comienzos del v.
una distinción entre las diferentes clases de materia:
El proceso de abstracción de la lengua latina, comen-
vina, ungüenta, y sobre todo, al empleo del plural de
zado por Cicerón y hecho necesario para la introducción
sustantivos abstractos tomados en sentido concreto, por
y la vulgarización de las ideas de la prosa filosófica griega
ejemplo los terminados en -tio.
en el mundo romano, continuado y desarrollado por Sé-
Los motivos que han determinado su empleo en el neca y más tarde por Apuleyo, Tertuliano y Cipriano, ha
latín clásico podemos indicarlos así: alcanzado su punto culminante con san Agustín, el más
1.—para designar las diferentes especies de sustan- genial escritor cristiano y filósofo de la lengua latina.
tivos abstractos: martes, labores, aetates, es decir: dife-
rentes maneras de morir, toda clase de trabajos, y dife- SUSTANTIVOS EN -tor
rentes edades;
2.—para marcar las acciones, los estados de alma o de Los sustantivos verbales en -tor, que aparecen con
sentimientos repetidos: cursus, levitates, formidines; bastante frecuencia entre los escritores clásicos, sobre
todo en los poetas, los encontramos mucho más entre los
3.—empleado en relación con varios sustantivos con- escritores de la baja latinidad, que los han convertido
cretos: rnagnitudines, siderum, armorum fulgores; en verdadera herencia para las lenguas romances, de mo-
4.—como simple efecto de la simetría. do que la frecuencia de los sustantivos en -teur, y en -seur,
en francés, -tor, y -sor, en español, -ttore, en italiano es
En san Agustín lo que extraña no es tanto las formas completamente normal.
«atrevidas» del plural abstracto como su frecuencia. En En el vocabulario de san Agustín el número de los
san Agustín, como en Tertuliano, la mayor parte de los substantivos en -tor es muy grande. Al igual que en Ter-
plurales de los abstractos se debe a la simetría. He aquí tuliano, muchos de esos substantivos son empleados por
algunos ejemplos: la simetría y la rima. He aquí algunos ejemplos:
istae auctoritates non hoc admonent (De civitate Dei
I 13, 7). aut inrisores aut inlusores (Conf. III 8, 16);
qui doctor qui auctor (Conf. V 5, 9);
vae adversitatibus saeculi (Conf. X 28, 39). operatores et sectatores (Conf. I 34, 53);
spargens poenales caecitates (Conf. I 18, 29). non reprehensores, sed laudatores (Conf. XII 14, 17);
290 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR
CARACTERÍSTICAS DEL ESTILO AGUSTINIANO 291
Vitummus vivificator et Sentinus sensificator (De civit. homine demonstratore (Conf. XIII 22, 32).
Dei VII 3). He aquí otros ejemplos tomados de La ciudad de Dios:
Agustín prefiere, en general, los substantivos verbales. nec defuit Deus consolator (De civ. I 14);
El mismo ha creado unos cuantos, por ejemplo: conlec- homines peccati magni perpetratores (De civ. XX, 1);
tor, dictor, numerator, pensor, praenuntiator, commotor, in transgressorem patrem (De civ. XX 20);
emissor. praevaricatrices feminas, etc. (De civ. XXI 27).
De entre los substantivos verbales, o no verbales, en Los otros substantivos han tomado la función de ad-
-tor que encontramos en san Agustín, algunos los halla- jetivos con más frecuencia, aunque en muchos casos se
mos también en toda la latinidad, mientras que otros son pueden considerar como simples aposiciones sin que ha-
solamente producto de la época post-clásica. He aquí al- yan perdido su carácter de substantivos:
gunos casos. in meretrices cupiditates (Conf. IV 16, 30);
1.—Substantivos en -tor, que se encuentran en toda caritate matre (Conf. V 5, 9);
la latinidad: accusatrix, amator, auditor, cognitor, con- redeunti ad te meretrici humanae animae (Conf. V
lusor, consolator, consultor, contemptor, creator, cultor, 12, 22);
dator, defensor, demonstrator, dispensator, doctor, ever- procurasti ergo hominem amicum (Conf. VIII 6, 8);
sor, fabricator, inquisitor, laudator, ministrator, raptor, sicut homo artifex, etc. (Conf. XI 5, 7).
sator, selector, victrix, etc.
Todos estos, y otros muchos son comunes a san Agus- ADJETIVOS TOMADOS SUBSTANTIVADAMENTE
tín y a la latinidad preclásica y clásica y postclásica.
El empleo de los adjetivos como substantivos, limi-
2.—Substantivos en -tor, de los autores post-clásicos: tado en los prosistas clásicos, y más frecuente entre los
ablator, admissor, adsertor, condoctor, conlocutor, con- poetas de la misma época, se hace libre, e incluso no
tradictor, deceptor, destructor, dilector, ditator, inlustra- conoce límites, entre los escritores de la baja latinidad.
tor, insectator, locutor, mediator, nutritor, ordinator, pec- Es evidente que este cambio es debido, en gran parte,
cator, persecutor, praevaricatrix, pulsator, sanator, etc. a la influencia de la lengua griega, donde la posibilidad
Todos éstos, entre otros muchos, se encuentran en de tomar los adjetivos substantivadamente era infinita,
Agustín. gracias a la existencia del artículo.
San Agustín, en este punto, no difiere ni de sus pre-
SUBSTANTIVOS TOMADOS ADJETIVADAMENTE
decesores, especialmente Apuleyo o Tertuliano, ni de sus
En la baja latinidad, los límites entre el substantivo contemporáneos.
y el adjetivo van desapareciendo cada vez más. Así nos Son muchísimos los casos y no podemos recoger ejem-
encontramos, con frecuencia, substantivos empleados co- plos de las diferentes clases de casos. Una lectura de las
mo adjetivos, por ejemplo: rosae virgines. En Tertuliano Confesiones, nos pone en contacto con ejemplos de todas
son sobre todo los substantivos verbales en -tor los que clases: así: iusti, caelites, mortales, reptilia, volatilia,
se emplean como adjetivos. prístina, superna, inania, extrema, meliora, luctuosa, etc.,
En Agustín, la mayor parte de estos substantivos -tor indicando las cosas correspondientes a esos adjetivos
han conservado su carácter de substantivos, como en el substantivados.
latín clásico. En las Confesiones encontramos solamente De los casos en que encontramos adjetivos tomados
cuatro casos: substantivadamente sacamos la conclusión de que Agus-
sacrificatur transgressoribus angelis (Conf. I 17, 27); tín demuestra una muy grande preferencia por el adjetivo
sub tutore deo meo (Conf. III 2, 3); neutro, empleado como substantivo. Dado el estilo poéti-
deo regnatori (Conf. III 8, 15); co de Agustín, no tiene nada de extraño esta preferencia.
292 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR CARACTERISTICAS DEL ESTILO AGUSTINIANO 293
Además no olvidemos que los autores modernos han em- sentissima, absentíssimus, examinatissima, perseverantis-
pleado este procedimiento, conociendo su fuerza de sima, diuturnissimas poenas, omnipotentissimus, conta-
evocación. minatissima et consceleratissima, etc.
Se reconoce generalmente que el adjetivo empleado En esta predilección por el superlativo hemos de ver,
como neutro con artículo está muy cerca del substantivo junto con la influencia de la lengua familiar, el afán por
abstracto. Designa una cualidad general, y es muy a pro- la simetría.
pósito para evocar sensaciones indeterminadas, o visiones
indefinidas. Tiene la facultad de separar las apariencias EL PRONOMBRE
fenomenales de sus soportes sólidos, y en consecuencia
se presta admirablemente a sugerir, al margen de las A partir del siglo i después de Cristo, los pronombres
cualidades percibidas, el abismo de lo incognoscible. demostrativos han perdido, poco a poco, su valor de la
época clásica, de modo que ya no se hacen las distin-
GRADOS DE COMPARACIÓN DE LOS ADJETIVOS ciones observadas por los clásicos.
En san Agustín, como en los otros prosistas de los El pronombre is es empleado por Apuleyo solamente
últimos tiempos del latín, la influencia popular se siente 16 veces como adjetivo, y 411 como sustantivo, hecho
en la formación de los grados de significación. Así por explicable por la concurrencia de Ule que habiendo per-
ejemplo la comparación por medio de adverbios, usada dido su carácter de demostrativo ha tomado el papel
en la lengua popular y en el lenguaje conversacional, se de artículo.
advierte en nuestro autor. He aquí algunos ejemplos: En san Agustín se va observando el mismo cambio,
valde bonus et valde castus, valde bona, arcana válde, y por ejemplo iste se ve separado de la segunda persona
cum ingenti nimis periculo, nimis longum est, multurn y predomina en lugar de hic. Más importantes todavía,
profunda, summe bonus, bene christiani, copiosissime para probar el debilitamiento del sentido del pronombre
sanctus, profunde curiosum, procellose tumidum, minus iste, son los casos en que iste aparece junto con el pro-
onerosas, minus pulchrum est, minus mirabili, minus nombre o con el adjetivo posesivo de la primera persona:
mira. in istas meas litteras, istis laboribus meis, de isto nostro
El fenómeno bien conocido del debilitamiento de los bono, istam vim meam.
comparativos y superlativos se encuentra en san Agustín Siempre, a causa de la concurrencia de iste con hic,
como en los otros autores de la baja latinidad. Lo que encontramos en Agustín expresiones correlativas del tipo:
explica el empleo de algunos comparativos en su sentido iste I Ule, o Ule / iste. Por ejemplo: Nam Ule per mani-
positivo, por ejemplo: interior, exterior, inferior, in- chaeas falladas aberrabat, iste autem saluberrime doce-
firmior... bat salutem (Conf. V 13, 23).
Por el mismo motivo, encontramos en san Agustín, El pronombre demostrativo Ule, en san Agustín, ha
un superlativo junto con un positivo, y un comparativo perdido su significación deíctica en una proporción más
al lado de un positivo (este último caso es más raro). amplia que en Apuleyo. Con frecuencia es empleado en
Por ejemplo: quamvis summum et amplum, unius veri et lugar del pronombre is. Pero a veces Ule parece empleado
veracissimi dei spiritu, splendide atque verissime, aper- también como artículo. Ciertamente no es fácil distinguir
tissime confitens aperte dicere, in conspicua et notissima Ule artículo, de Ule demostrativo. Pero, en general, siem-
porticu, etc. pre que se encuentra junto a un substantivo o a un adje-
Es muy característico el empleo frecuente del super- tivo, sin que haya indicación relativa al que precede,
lativo. Agustín forma a veces un superlativo con adjetivos para más determinarlo, se trata de Ule empleado como
que lógicamente no deberían tenerlo. Por ejemplo: prae- artículo. Así, por ejemplo, podemos ver un ejemplo claro
2í)4 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR
CARACTERÍSTICAS DEL ESTILO AGUSTINIANO 295
de Ule como artículo en esta frase: Quin immo ubi me para conseguir variedad de estilo o para obtener el efec-
Ule pater in balneis vidit... (Conf. II 3, 5). to de los juegos de palabras.
He aquí algunos ejemplos que parecen bien claros: En general, emplea los compuestos más usados, crea-
et cuius erant nisi tua verba illa per matrem... (Conf. dos por los escritores que le han precedido. Agustín no
II 3, 7); crea ninguno, o casi ninguno, como Apuleyo por ejemplo.
ubi tune sagax anus et vehemens illa prohibitio? (Conf. En las Confesiones tal vez podemos considerar como un
IX 8, 18); nuevo compuesto: substomachare, remergere, submur-
nam et illi antiquissimi simulacra coluissent (De civi- murare, subterponere, etc.
tate Dei VII 5);
ut illi prior lapidi (De civit. Dei XXI 4, 17); ARCAICISMOS Y PALABRAS POPULARES
haee et de illo alio... (De civit. Dei XXI 7, 19);
lupa quippe illa nutrix... (De civit. Dei XXII 6). En lo que se refiere al lenguaje, especialmente en
cuanto al vocabulario, las obras fundamentales de san
LOS VERBOS
Agustín, las Confesiones y La ciudad de Dios, aunque es-
critas al final de la latinidad, se apoyan en la base creada
Encontramos en san Agustín un cierto número de por Cicerón cuatro siglos y medio antes. Es la conclusión
verbos frecuentativos. Pero lo que es característico para a que han llegado los que han estudiado el asunto.
su estilo es que nuestro autor no ha creado otros fre- Pero en el vocabulario encontramos también un nú-
cuentativos, porque la mayor parte de los que emplea mero de palabras arcaicas y un número más restringido
fueron ya usados en la época preclásica por Plauto, de palabras emparentadas con la lengua popular.
Terencio, etc., y son familiares a todos los grandes es- Cuando se habla de arcaísmos en san Agustín, hay
critores de todas las épocas. que precisar que la introducción de estas palabras no
El empleo de estos verbos es un rasgo que distingue representa, para él, un retorno consciente al vocabulario
la lengua popular. Cuando san Agustín no ha seguido arcaico para obtener un cierto modo de estilo, como
esta dirección popular en sus obras fundamentales, como sucede con Frontón y Apuleyo. En efecto, la mayoría de
las Confesiones y La ciudad de Dios, demuestra que ha estos arcaicismos no son directos. Y por otra parte, como
querido realizar un estilo puro, en la medida que esto Agustín no era un creador de palabras, como Tertuliano
era posible a finales del siglo iv y principios del v. o Apuleyo por ejemplo, sino con una gran riqueza de
ideas, ha recurrido a un cierto número de arcaicismos
Los verbos incoativos en -seo son más frecuentes que y expresiones populares, con la única finalidad de obte-
los anteriores. Pero la mayoría de las veces estos verbos
ner una expresión variada y abundante para sus muchas
han perdido su sentido de incoativos.
ideas.
Encontramos dos clases de verbos incoativos: unos
que han sido creados por los escritores preclásicos, por Así pues, no hay que ver en los arcaicismos sino la
Cicerón y por los poetas clásicos; y otros que han sido necesidad en el escritor de obtener un material de expre-
formados en la época postelásica. En san Agustín los sión más rico. Si Agustín hubiera sido un «arcaizante»
encontramos de los dos tipos; más frecuentes, los pri- habríamos encontrado muchas más palabras de las que
meros. se calificaban de inusitata ac prisca. Los arcaicismos que
emplea no son suficientes para realizar el ideal del estilo
San Agustín no emplea los verbos simples por los de Frontón: colorem vetusculum appingere.
verbos compuestos, como Tácito o Amiano Marcelino. He aquí algunos de los arcaicismos que encontramos
Por el contrario, encontramos en nuestro autor un verbo en Agustín y que se remontan a Plauto, Ennio Varrón:
simple junto a otro, derivado del mismo radical, y esto aecusatrix, adtactus, anxitudo, contuitus, correptio, de-
296 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR CARACTERÍSTICAS DEL ESTILO AGUSTINIANO 297
de Dios que en las Confesiones. Era natural, vista la San Agustín utiliza la parataxis en las Confesiones,
diferencia de tema y de tono que existe entre ambas. influido sin duda por el estilo del Nuevo y del Antiguo
Los períodos de Agustín son acumulación de frases, sin Testamento. Las Confesiones son una obra de arte, una
una estrecha relación entre ellas, sin proporción, sin equi- obra verdaderamente poética, en la que el alma de un
librio. El tipo más generalizado del período agustiniano cristiano genial confiesa ante Dios todas sus luchas, antes
es aquél en que la proposición principal, al principio, de llegar a la libertad completa del mundo de los pecados.
está seguida de una larga serie de proposiciones secun-
Por el contrario, la Ciudad de Dios es una obra doc-
darias. He aquí un ejemplo:
trinal, una obra filosófica, que se armoniza bien con una
• «Et multi amici agitaveramus animo et conloquen- expresión basada en la hipotaxis.
tes ac detestantes turbulentas humanae vitae mole-
stias, paene iam firmaveramus remoti a turbis otiose LAS ANTÍTESIS
vivere, id otium sic moliti, ut, si quid habere posse-
mus, conferremus in médium unamque rem familia- En general se reconoce la importancia de esta figura
rem conflaremus ex ómnibus, ut per amicitiae since- entre los sofistas, aunque no hemos de creer que fueran
ritatem non esset aliud huius et aliud illius, sed quod ellos los que la inventaron. Se ha pensado en Gorgias
ex cunctis fieret unum, et universum singulorum esset de Lontini, y lleva su nombre junto con la asonancia y
et omnia omnium, cum videremur nobis esse posse la simetría: Figuras gorgianas.
decem ferme homines in eadem societate essentque En la literatura cristiana, sobre todo en las Epístolas
inter nos praedivites, Romanianus máxime communi- de san Pablo, hemos de encontrar muchos ejemplos de
ceps noster, quem tune graves aestus negotiorum suo- antítesis, y es que al ser la misma doctrina antitética,
rum ad comitatum attraxerant, ab ineunte aetate mihi hemos de pensar en que la expresión literaria de la mis-
familiarissimus» (Confessiones VI 14, 24). ma debe ser igualmente antitética. San Agustín, el gran
filósofo del cristianismo occidental, tenía también una
Un elemento bastante desagradable es la excesi- concepción del mundo basada en los contrastes. Aunque
va frecuencia del participio de presente, que contribuye, liberado del maniqueísmo, había permanecido siempre
sobre todo en las Confesiones, a hacer monótonos los obsesionado por el antagonismo que existe entre el bien
períodos. Cf., por ejemplo: «Nec ego ipse inventor... y el mal, los dos principios sobre los que basara la
docentem ac iubentem» (Confessiones X 40, 65). obra fundamental de La ciudad de Dios. En un capítulo
El estilo de La ciudad de Dios es con frecuencia más de esta obra, compone incluso un himno dedicado a la
rico en períodos, largos y mal construidos, mucho más antítesis que existe en el universo y el estilo. Cf. De civit.
pesado que el de las Confesiones. Véase por ejemplo: Dei XI 18.
«Non solum quippe infirmiores... non propter officia
caritatis» (De civil. Dei I 9, 21). Los ejemplos de antítesis se pueden ver por todas
partes en las Confesiones y en La ciudad de Dios. Deja-
Si el período amplio es sobre todo raro en las Con- mos al lector el cuidado de descubrir él mismo, con el
fesiones, Agustín emplea con frecuencia frases cortas, a gozo del descubrimiento que existe siempre en estas esca-
menudo paratácticas. Se encuentran por doquier: Cf. Con- ramuzas literarias.
fesiones II 6, 13; III 6, 10; VII 10, 16; VIII 11, 25.
REPETICIÓN DE UNA MISMA PALABRA
PARATAXIS
La variedad del estilo supone lógicamente la abun-
A veces el estilo paratáctico es más poético. Virgilio dancia del vocabulario. Para lograr esta cualidad de
lo preferirá con frecuencia en la Eneida. Cf. Eneida VI, 1-5. estilo, los rétores antiguos hacían en sus ejercicios de
304 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR ELEMENTOS DEL ESTILO LITERARIO 3(5
escuela repertorios de sinónimos. Así nos dice Quinti- idea o un sentimiento, es perseguido y obsesionado por
liano, al que hemos de considerar como uno de los prin- él, y naturalmente la palabra que corresponde a esa idea
cipales teorizadores del estilo latino: se repite sin cesar como un «leit motiv».
• «Et quae idem significarent scio solitos ediscere, Véase, por ejemplo, el empleo de este procedimiento
quo facilius et occurreret unum ex pluribus et, cum para expresar el dolor que siente a la muerte de su
essent usi aliquo, si breve intra spatium rursus desi- amigo:
gnaretur effugiendae repetitionis gratia, sumerent
aliud, quo idem intelligi posset» (Inst. orat. X 1, 7). • «Miser eram et miser est omnis animus vinctus
amicitia rerum mortalium et dilaniatur, cum eas amit-
En la época post-clásica y sobre todo en los tiempos tit, et tune sentit miseriam, qua miser est antequam
de la baja latinidad, los escritores varían su estilo de un amittat eas... Ita miser eram et habebam cariorem
modo extraordinario. Recordemos los nombres de Apu- illo amico meo vitam ipsam miseram» (Confesiones
leyo, Amiano Marcelino, entre otros. IV 6, 11).
En lo que se refiere a san Agustín, la variedad de las
construcciones es algo accidental en su estilo, y no pode- Podríamos establecer una diferencia entre las Confe-
mos considerarlo como algo constante y característico. siones y La ciudad de Dios. En las Confesiones, obra en
Por el contrario, muchas de sus páginas alcanzan una que domina sobre todo el sentimiento, la repetición, y la
monotonía, pero una monotonía buscada, hecha con in- insistencia de las mismas palabras parece el abandono
tención. Es decir, una monotonía que constituye un pro- por escrito de un estado de alma y, en este caso, la
cedimiento estilístico. vuelta de la misma palabra parece ser una cosa natural,
A veces llegamos a la repetición de una misma pala- hecha sin intención.
bra en intervalos muy cortos. Es cierto que los antiguos A lo largo de La ciudad de Dios aparece claramente
poetas latinos y, siguiendo su ejemplo, también el mismo la voluntad firme de insistir en la misma idea. De ahí
Virgilio y otros escritores de la época clásica y sobre la necesidad de impresionar constantemente el espíritu
todo de la baja latinidad, no han vacilado en acudir a del lector con las mismas palabras, con los mismos so-
este procedimiento. nidos. Así podemos afirmar que en san Agustín encontra-
Pero mientras que en los otros escritores la misma mos repeticiones determinadas por un estado afectivo y
palabra no aparece más que en dos o tres ocasiones, en otras dictadas por ciertas actitudes de orden puramente
Agustín la misma palabra se repite varias veces de dife- intelectual.
rentes formas y a lo largo de un trozo extenso. Esas pa-
labras se repiten como un motivo musical, como una Indicamos algunos lugares en que se observan estas
música de fondo que llega a hacerse una especie de repeticiones:
obsesión: Confesiones VII 12, 18, con la palabra corrumpere;
Confesiones IX 4, 8, con las palabras audire y dicere;
• «Sed nec anima es, quae vita est corporum, ideo Confesiones X 31, 44, con la palabra transiré;
melior vita corporum certiorque quam corpora, sed Confesiones X 36, 59, con la palabra laudare.
tu vita es animarum, vita vitarum, vivens te ipsa et
non mutaris, vita animae meae» (Confes. III 6, 10). En La ciudad de Dios 1 1 1 , encontramos dos motivos
que se van alternando y repitiendo continuamente para
La explicación psicológica de tal procedimiento de grabarse mejor en el ánimo del lector. Son las palabras
estilo parece ser la siguiente. En un cierto momento el mors y vita, en esa antítesis que encierra siempre el men-
espíritu de este autor místico se siente invadido por una saje del evangelio. Léase este párrafo en el texto original.
30(¡ SAN AGUSTÍN, ESCRITOR ELEMENTOS DEL ESTILO LITERARIO 307
ridad del estilo. Son los llamados juegos de palabras. El poseer una inteligencia sutil, un oído fino y tiene que
oído del lector queda cautivado por la sonoridad que conocer a la perfección los resortes de la lengua en que
producen esos juegos de palabras que suelen conocerse escribe.
con el nombre de adnominatio o paronomasia. Consiste San Agustín, ya lo hemos dicho antes, no era un
este procedimiento en el empleo de dos palabras —o creador de vocabulario. Pero, en cambio, da pruebas más
más— que tienen alguna semejanza en cuanto al sonido de una vez de que tiene a su disposición todo el tesoro
pero difieren por el sentido. lingüístico del latín cuyos valores sonoros conocían admi-
En tiempos de la Segunda Sofística se formó una tra- rablemente y que los ha sabido utilizar con un arte y una
dición de estilo que ha influenciado extraordinariamente ciencia, dignas de los más distinguidos escritores.
en la expresión de san Agustín. La lectura de sus obras Si entre los que más han cultivado los juegos de pala-
nos prueba la inclinación o el gusto que nuestro santo bras hay que contar siempre a los genios literarios tales
experimentaba por estos juegos de palabras. Pero nunca como Plauto, Cicerón, Apuleyo y Tertuliano, habremos
lo vemos tratando de buscar, como a la fuerza, esos efec- de añadir también el nombre de san Agustín que, si bien
tos que son un indicio de su genio y con los que autores el último en el tiempo —tras él vendrá Sidonio Apolinar—,
sin fondo tratan a veces de «encantar» al lector. no es el menos interesante. Antes al contrario, lo conta-
Los juegos de palabras encierran muchas veces una mos entre los primeros creadores de juegos de palabras.
antítesis. Y es que Agustín, como el mensaje mismo del
cristianismo que exponía, pensaba en antítesis.
Los ejemplos son numerosísimos. En lo que se refiere LA METÁFORA
a los sermones, invitamos al lector a nuestro libro ya Los escritores latinos de la época imperial no hacían
citado. Por lo que a las Confesiones o a La ciudad de Dios
demasiada distinción entre el lenguaje de la prosa y el
hace referencia, señalamos tan sólo algunos ejemplos
de la poesía: la prosa se convirtió en poética. Como la
para que luego una lectura despaciosa pueda descubrir
otros por su cuenta: mayor parte de entre ellos reducían el estilo poético al
vocabulario formado en la lectura de los poetas clásicos,
«Et quia aversi sumus, perversi sumus» (Confessiones sus obras resultaban artificiales.
IV 16, 31).
«Recusabat et non se excusabat» (Confessiones VIII San Agustín ha sido calificado de «una especie de
7, 18). poeta impresionista y metafísico». Una gran parte de sus
«Olim suspirans tibi et tándem respirans» (Confessio- metáforas se encuentran en Virgilio y en otros escritores;
nes IX 7, 16). otras muchas están tomadas de la sagrada Escritura, so-
«Cor evertit et a consideratione veritatis avertit» (De bre todo de las Epístolas de san Pablo. Pero en ambos
civitate Dei I 27). casos Agustín ha modificado y les ha comunicado un sello
«Qui diversa et adversa senserunt» (De civitate Dei personal.
XVIII, 41). Pero la mayor parte son originales, creadas por una
«Si non solum absurdi, sed surdi sunt» (De civitate imaginación prodigiosamente rica, alimentada por una
Dei XXII 26). fuerza extraordinaria de observación, por una intuición
Los ejemplos de juegos de palabras se encuentran por única y en virtud de un realismo casi moderno.
doquier, y es imposible citarlos todos. Ni siquiera los Las ideas fundamentales de las Confesiones y de La
más característicos. Su frecuencia prueba el gusto de ciudad de Dios, las que encontramos en casi todas las
san Agustín hacia este procedimiento al tiempo que des- páginas de estas dos obras y de otros escritos de san
cubre uno de los rasgos señalados de su espíritu. Agustín son las que se refieren a Dios, al pecado, al alma,
Para poder hacer juegos de palabras, un escritor debe a las pasiones, a los dolores morales, a los sentimientos
310 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR ELEMENTOS DEL ESTILO LITERARIO 31 1
íntimos, etc. Veamos algunas de las muchas que podría- a la conclusión de que nuestro santo escondía en su alma
mos recoger: un tesoro inagotable de sensaciones.
La luz, las tinieblas, el mar, y, en parte, la agricultura
Dios es el pan que alimenta la boca interior de nuestra le proporcionaban la mayor parte de sus metáforas. En
alma: «deus... pañis oris intus animae meae» Conf. efecto, ¿ qué otros elementos han impresionado tan pode-
I 13, 21; rosamente la fantasía de este norteafricano sino el sol
el alimento interior: «quoniam famis mihi erat ardoroso que inunda los campos y los desiertos con su
intus ab interiore cibo, te ÍDSO, Deus meus» Conf. luz ardiente y el mar, la caprichosa mar, reina de su
III 1, 1; región natal?
el fuego que devora y consume las pasiones muer- ¿Cuántas veces, en los años ávidos de la adolescencia,
tas: «ut tu, Deus, ignis edax consumas mortuas curas» no ha sentido Agustín su cuerpo vencido por el calor, y
Conf. V 3, 4; sus ojos medio cegados por la luz intensa del mediodía?
el buen señor de su campo, es decir, de nuestra ¿Cuántas veces no ha gritado de alegría al sentir la ca-
alma: «bonus dominus agri tui, cordis mei» Conf. ricia de las olas espumosas o del viento fresco que llegaba
II 3, 5; desde la mar al través de las montañas africanas? ¿Cuán-
la fuente de la justicia: «fons iustitiae Deus» De tas veces, durante los años de su «loca juventud», en el
civ. Dei I 21, 7; curso de largos y peligrosos paseos frente a la costa
el médico de nuestra alma: «tu, medice meus inti- de Italia no ha reconocido, en la incesante agitación del
me» Conf. X 3, 21; mar, la imagen de sus propios vaivenes y tormentos?
La fe es el templo, la casa de Dios edificada en nuestra Mar y luz: he aquí los dos elementos que han mecido
alma: «sed matris in pectore iam inchoaveras tem- su infancia y han fecundado su fantasía, de donde más
plum tuum, et exordium sanctae habitationis tuae» tarde han brotado las hermosas imágenes literarias a ma-
Conf. II 3, 6; nera de enjambres de mariposas, de alas brillantes y
la escuela del corazón donde Dios es el maestro doradas.
misterioso: «docente te magistro intimo in schola pec-
toris» Conf. IX 9, 21.
Pero, en todo caso, la influencia de Virgilio fue muy dos. Entre los poetas que menciona Agustín es sin duda
grande. Virgilio de quien con más frecuencia se sirve. En La ciu-
En muchos casos, no podemos hablar de un influjo dad de Dios concretamente lo cita unas sesenta veces más
directo de las obras de Virgilio. Son más bien los comen- que a los otros poetas juntos. En esta obra Agustín nos
taristas o los gramáticos los que han puesto en la pluma ha conservado abundantes alusiones a la mitología anti-
de Agustín una frase que se había convertido en prover- gua. Ora es una amplia descripción de Caco, ora una
bio y andaba en labios de todos. Otras veces no es seguro simple alusión a Codro; en otra ocasión se refiere a la
que sea Virgilio, ya que su pensamiento se puede descu- existencia de los gigantes.
brir en una frase de la Biblia, con la que se ha ido fami- En otras obras recoge Agustín los conocimientos de
liarizando Agustín. los antiguos sobre la Historia Natural. Así por ejemplo,
Si atendemos a los diálogos de Casiciaco, descubrimos en lo que se refiere a las abejas. Se remonta hasta Aris-
fácilmente la presencia de Virgilio que viene a formar tóteles la idea de que nada cierto se puede saber sobre
parte de las tertulias filosóficas a que se entregan Agustín las abejas, y esa idea se perpetúa al través de toda la cien-
y sus amigos. Se le llama poeta noster, y las alusiones y cia de la antigüedad. Virgilio se hará eco de esa misma
citas virgilianas se repiten sin cesar. idea, al igual qu.e Plinio y Columela. Los Padres de la
El poeta romano será el que brinde a Agustín todos Iglesia siguen la misma línea. Pero, por la estrecha seme-
los conocimientos mitológicos; y en las leyendas que nos janza que existe, podemos afirmar que es Virgilio el que
ha conservado en sus escritos no será difícil descubrir inspira la generación espontánea de las abejas, que pasa-
un origen virgiliano. Es cierto que en algunos casos no rá luego al autor del himno pascual Exultet iam angélica
sabemos con seguridad si es una cita o alusión virgiliana turba caelorum.
más bien que una de tantas mitologías que constituían En las Geórgicas se nos conserva la creencia de que
la base de las explicaciones escolares. Por ejemplo, la las abejitas nacen de las entrañas corrompidas de los
leyenda de Caco debía ser una de las más conocidas de bueyes, como lo vemos al final del relato de Aristeo que
la antigüedad. Pero en los dos lugares agustinianos que ha perdido sus colmenas. En san Agustín se perpetúa la
aluden a ella, no puede dudarse de la presencia de Vir- misma creencia. Por la semejanza de los textos de los
gilio al describir ese personaje mitológico. Sobre este dos escritores podemos afirmar que Agustín se ha inspi-
punto cf. Contra académicos III 10, 22; De civitate Dei rado en el autor de las Geórgicas. Sobre este punto véase:
XIX 12. Eneida VIII 193-199, 252-267. Geórgicas IV 554-555; De Trinitate III 8, 13; De bono
Los elogios que Agustín dirige a Virgilio no pueden coniugali 2, 2; De moribus manich. II 17, 63; De civit.
ser más elevados y sinceros. Le llama: Locutor egregius; Dei XV 27.
Latini eloquii magnus auctor; Linguae Latinae doctissi- Otro ejemplo de la influencia de Virgilio en los escri-
mus auctor; Poeta insignis; Poeta clarissimus; Summus tos agustinianos de su madurez lo constituye aquella fra-
poeta; Poeta magnus omniumque praeclarissimus atque se de la Égloga II 64-65:
optimus, etc. Otras veces emplea algún adverbio en super-
Florentem cytisum sequitur lasciva capella:
lativo con lo cual quiere poner de relieve las excelencias
del poeta latino. te Corydon, o Alexi: trahit sua quemque voluptas.
Si tenemos en cuenta el carácter de La ciudad de Dios, En los comentarios al Evangelio de san Juan, cierra
no es de extrañar el uso tan frecuente que Agustín hace Agustín su doctrina sobre la gracia con el famoso verso
de los versos virgilianos. Ya que en dicha obra se dirigía virgiliano. No podemos por menos de copiar el texto
a las personas cultas de entre los paganos, era justo y agustiniano en su belleza original:
conveniente que les hablara en su mismo lenguaje y em- • «Est quaedam voluptas cordis, cui pañis dulcís est
pleara las citas de los autores que les eran más estima- ille caelestis. Porro si poetae dicere licuit: Trahit sua
.MU SAN AGUSTÍN, ESCRITOR SAN AGUSTÍN Y LOS CLASICOS 317
Aunque la realización de esos ideales no se pueda ex- recuerda otra que la que nos ha conservado Cicerón en
plicar únicamente por la simple lectura de una obra, las Tusculanas: Sapientiam esse rerum humanarum divi-
hemos de admitir que Dios se sirvió de la obra de Cice- narumque scientiam. Igualmente es ciceroniana la divi-
rón para suscitar en el alma de Agustín el deseo de sión de la sapientia en activa y contemplativa, aunque es
cambiar de vida. una división que se enseñaba en todas las escuelas de
Cuando en Contra académicos expone Agustín las doc- entonces.
trinas de los académicos, no es difícil descubrir que es También ha tomado de Cicerón la definición de la fe,
Cicerón el que le ha proporcionado las noticias que ana- como summa ratio. Y al mismo se refiere cuando nos da
liza. En dicha obra encontramos más de 25 citas de una etimología de la misma palabra. Es también cice-
Cicerón de las cuales nueve se refieren a la obra Acadé- roniana la doctrina agustiniana acerca de discere et recor-
mica, de Cicerón. Sin gran esfuerzo y a la simple lectura dari. Podemos decir lo mismo cuando define la palabra
de las obras descubrimos un profundo paralelismo entre nequitia, o cuando da una etimología de la palabra virtus,
De beata vita y el De finibus bonorum et malorum. o cuando define la belleza del cuerpo.
Es tan claro el paralelismo entre las obras que escribe Cuando trata de exponer a un joven que se ha con-
en la quinta de Casiciaco y los tratados filosóficos cice- vertido al Cristianismo el verdadero significado de la
ronianos que se ha llegado a establecer una perfecta com- amistad, lo hace tal como lo había concebido Cicerón y
paración entre los contertulios de san Agustín y los ami- ofrece un amplio comentario de la definición ciceroniana
gos filosóficos de Cicerón en las sombras de Tusculum. (Cf. Epist. 258, 1-4; Laelius: De amicitia 20).
Como es natural, las primeras obras están más in- De labios de Agustín brotan las frases más admirati-
fluenciadas de esa presencia ciceroniana, al igual que vas y los elogios más cumplidos hacia el maestro roma-
ocurre con Virgilio. El comienzo de los Soliloquios re- no. He aquí algunos: Quid in lingua latina excellentius
cuerda al momento el principio del De oratore cicero- Cicerone inveniri potest?; Orator amplissimus; Romani
niano. Dice Agustín: maximus autor eloquii; Homo sapientissimus; Vir elo-
«Volventi mihi multa ac varia mecum diu ac per quentissimus et verborum vigilantissimus appensor et
multos dies seduloque quaerenti». mensor; Illorum vir eloquentissimus.
Escribió Cicerón: La crítica que hace del Hortensius no puede ser más
«Cogitanti mihi saepenumero et memoria vetera re- elogiosa. Se está refiriendo a la felicidad, según un pasaje
petenti». de la obra de Cicerón, y termina con estas palabras:
Pero no es tan sólo la forma externa ni el mismo
vocabulario o los giros especiales los que denotan una • «Quid tibi videntur haec verba? Nonne ab ipsa veri-
semejanza entre Cicerón y san Agustín. En los Diálogos tate per quemlibet hominem dicta sunt? Possumus
de Casiciaco se manifiesta la enorme influencia de Cice- ergo hic dicere, quod apostolus ait de quodam poeta
rón que le ha proporcionado las noticias precisas sobre cretensi cum eius illi sententia placuisset: Testimo-
el sistema de los académicos, la Estoa, Platón y Aristó- nium hoc verum est» {Epist. 130, 5, 10: se refiere a un
teles. Es en el Hortensius primero y luego en el De ami- texto del Hortensius, fr. 39).
citia, en Académica, en De finibus bonorum et malorum, Una prueba del profundo conocimiento y de la devo-
en De officiis, en Tusculanae disputationes, en De repú- ción que sentía Agustín hacia Cicerón nos la ofrece la
blica, donde Agustín ha sacado el acervo de conocimien- Carta 118 a Dióscoro. Este joven, que sentía gran afición
tos que luego vaciará en sus obras. por las letras clásicas y que deseaba adquirir renombre
Cuando en los Soliloquios define Agustín el dolor, lo y reputación clasicista en la escuela, no encuentra otro a
hace con las mismas palabras de Cicerón: Summum ma- quien dirigirse sino al obispo de Hipona, al que suplica
lum dolorem corporis. Si quiere definir la sabiduría, no un,amplio comentario sobre los diálogos de Cicerón. El
SAN AGUSTÍN Y LOS CLASICOS 321
320 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR
obispo le contesta con una larga epístola, pero de un vez asciende en lo que podríamos llamar el escalafón,
contenido muy distinto del que deseaba nuestro joven. De hasta llegar al puesto elevado de maestro oficial de retó-
todos modos, la epístola a Dióscoro nos pone de relieve rica en la capital de Milán. Atrás quedaba Cartago con
los profundos conocimientos agustinianos sobre las doc- sus estudiantes revoltosos e inquietos. Atrás igualmente
trinas de Cicerón. Roma, con sus escasos ingresos. Pero en todos esos luga-
res Agustín se ha portado como un profesor extraordi-
Mención especial merece el libro De civitate Dei, don-
nario, como lo prueba el reconocimiento oficial de sus
de Agustín pasa revista a toda la literatura pagana. Cier-
dotes.
tamente es Cicerón el que aparece más frecuentemente.
Aunque hemos aludido al principio de este capítulo
Y con ser casi incontables las veces que le cita por su
a la cuadriga de los estudios, hemos de reconocer que
nombre, es mucho más importante el empleo que Agustín
un profesor como Agustín no podía limitarse a esos cua-
hace de Cicerón, como de una verdadera autoridad, sin
tro autores. Ellos significaban el mínimum de conoci-
mencionarlo explícitamente. Es de todo punto imposible
mientos que se podía y debía exigir a un estudiante. Al
ofrecer aquí una síntesis o resumen de los lugares en
lado de sus obras, circulaban pequeñas antologías que
que se deja ver la información ciceroniana en La ciudad
recogían los autores preferidos en los círculos estudiosos
de Dios.
de entonces. Una de esas antologías, publicada precisa-
En muchas ocasiones, al citar algunos textos cicero- mente en Cartago, se limita a los poetas y recoge textos
nianos, Agustín ha modificado el sentido. Ha habido una de Terencio, de Virgilio, de Horacio, de Catulo, de Ovidio,
acomodación, una interpretación cristiana de un texto de Juvenal, de Persio y de Marcial.
pagano. Si en este caso podemos hablar de una falta de De entre los autores que encontramos al lado de Vir-
fidelidad agustiniana a la doctrina de Cicerón, creemos gilio y Cicerón, hemos de señala^ dos prosistas, los má-
que el obispo de Hipona ha pensado que el mejor home- ximos historiadores latinos, Salustio y Tito Livio, y el
naje que podía tributar al filósofo romano era emplear gran teólogo de la antigüedad, Varrón. La presencia de
sus frases, sus textos, sus ideas y su doctrina para, la- estos tres autores se hace manifiesta en La ciudad de Dios,
bradas o vaciadas en moldes cristianos, formar la ciencia sobre todo en la primera parte que constituye como una
nueva, clásica siempre, pero igualmente cristiana. crítica de la historia romana y que ha podido llamarse
el panteón de los dioses antiguos.
OTROS AUTORES No podemos detenernos ahora en exponer la influen-
Hemos expuesto la influencia extraordinaria que sobre cia de esos tres autores en los escritos agustinianos, ni
los escritos agustinianos han ejercido Virgilio y Cicerón. siquiera limitándonos a La ciudad de Dios. Pero sí hemos
No hemos de creer que la cultura clásica se limita a estos de establecer una diferencia bastante clara entre estos
dos máximos representantes de las letras latinas. Las tres autores, sobre todo Salustio y Tito Livio, frente a
obras de Agustín, aunque en menor proporción, recogen Virgilio y Cicerón. En líneas generales, podemos afirmar
el eco y conservan el recuerdo imborrable de otros auto- que Virgilio y Cicerón son citados muchas veces como
res con los cuales se ha puesto en contacto durante sus meros adornos de lenguaje, como simple efecto de eru-
años de estudiante y, sobre todo, en la época de su ma- dición y afán de letrado. En cambio Salustio y Tito Livio
gisterio privado y oficial en Cartago y en Milán. constituyen verdaderas fuentes de información impres-
cindibles para la exposición científica de los hechos que
El éxito creciente de su carrera profesional nos auto- constituyen la trama interna de gran parte de La ciudad
riza a pensar que estamos en presencia de un profesor de Dios.
nada común. En efecto, si atendemos a las razones que
él mismo nos ha conservado para explicar la inestabilidad
de los lugares de su docencia, comprobamos que cada
322 SAN AGUSTÍN, ESCRITOR SAN AGUSTÍN Y LOS CLASICOS 323
La Vita Augustini
proficiendi in religione eidem amoris ardor innatus est, Es nombrado obispo en vida de Valerio, el cual lo quiere
quo propinquantibus diebus sanctis Paschae, salutis asociar en el oficio pastoral. Megalio, primado de Numidia
aquam perciperet. Et factum est divina praestante opi- lo consagra una vez que la propuesta de Valerio fue acogida
con alegría, congratulaciones y aplausos por los obispos que
tulatione, ut per illum sanctum ac talem antistitem Am-
por casualidad se hallan presentes.
brosium et doctrinam salutarem Ecclesiae Catholicae et
divina perciperet sacramenta (Vita sancti Augustini, 1).
Ule vero beatus senex Valerius ceteris ex hoc amplius
Agustín funda un monasterio. Poco después, el obispo Va- exsultans, et Deo gratias agens de concesso sibi speciali
lerio, griego de origen y no muy perito en la lengua latina, beneficio, metuere coepit, ut est humanus animus, ne ab
le autoriza para predicar al pueblo la palabra divina. Aun- alia ecclesia, sacerdote privata, ad episcopatum quaerere-
que esto iba contra la costumbre de la iglesia del África, en tur, et sibi auferretur: nam et id provenisset, nisi hoc
vista de las cualidades de Agustín muy pronto hicieron lo idem episcopus cognito, ad locum secretum eum tran-
mismo otros obispos africanos. siré curasset, atque ocultatum a quaerentibus minime
inveniri fecisset. Unde amplius formidans idem venera-
Factusque presbyter monasterium intra ecclesiam
bilis senex, et sciens se corpore et aetate infirmissimum,
mox intituit, et cum Dei servis vivere coepit secundum
egit secretis litteris apud primatem episcoporum Cartha-
modum et regulam sub sanctis apostolis constitutam.
ginensem, adlegans imbecillitatem corporis sui aetatisque
Máxime ut nemo quidquam proprium in illa societate
gravitatem, et obsecrans ut Hipponensi ecclesiae ordina-
haberet, sed eis essent omnia communia, et distribuere-
retur episcopus, quod suae cathedrae non tam succederet,
tur unicuique sicut opus erat, quod iam ipse prior fece-
sed consacerdos accederet Augustinus. Et quae optavit
rat, dum de transmarinis ad sua remeasset.
et rogavit satagens rescripto impetravit.
Sanctus vero Valerius ordinator eius, ut erat vir pius
et Deum timens, exultabat et Deo gratias agebat. Preces Et postea petito ad visitandum et adveniente ad eccle-
quas frequentissime fudisset suas exauditas a Domino siam Hipponensem tune primate Numidiae Megalio Cala-
fuisse narrabat, ut sibi divinitus homo concederetur talis, mensi episcopo, Valerio antistite, episcopis qui forte tune
qui posset verbo Dei et doctrina salubri Ecclesiam Do- aderant, et clericis ómnibus Hipponensibus, et universae
mini aedificare: cui rei se homo natura Graecus, minus- plebi inopinatam cunctis suam insinuante voluntatem,
que Latina lingua et litteris instructus, minus utilem omnibusque audientibus gratulantibus, atque id fieri per-
pervidebat. Fidem presbytero potestatem dedit se coram ficique ingenti desiderio clamantibus, episcopatum susci-
in ecclesia Evangelium praedicandi, ac frequentissime pere contra morem Ecclesiae suo vívente episcopo pres-
tractandi, contra usum quidem et consuetudinem Africa- byter recusabat. Dumque illi fieri soleré ab ómnibus
narum ecclesiarum. Unde etiam (eum) nonnulli episcopi suaderetur, atque id ignaro transmarinis et africanis Ec-
detrahebant. clesiae exemplis provocaretur, compulsus atque coactus
Sed ille vir venerabilis ac providus, in orientalibus suecubuit, et maioris loci ordinationem suscepit.
ecclesiis id ex more fieri sciens et certus, et utilitati eccle- Quod in se postea fieri non debuisse, ut vivo episcopo
siae consulens, obtrectantium non curabat linguas, dum- suo ordinaretur, et dixit et scripsit, propter concilii uni-
modo factitaretur a presbytero, quod a se episcopo im- versalis vetitum, quod iam ordinatus edidicit: nec quod
plen minime posse cernebat. Unde accensa et ardens sibi factum esse doluit, aliis fieri voluit. Unde etiam
levata super candelabrum lucerna, ómnibus qui in domo sategit, ut conciliis constitueretur episcoporum ab ordi-
erant lucebat. Et postea cúrrente et volante huiusmodi natoribus deberé ordinandis vel ordinantis omnium sta-
fama, bono praecedente exemplo, accepta ab episcopis po- tuta sacerdotum in notitiam esse deferenda, atque ita
testate, presbyteri nonnulli coram episcopis populis trac- factum est. (Vita sancti Augustini, 8).
tare coeperunt (Vita sancti Augustini, 5).
330 ANTOLOGÍA DE TEXTOS LA VITA AUGUSTINI 331
En este trozo, Posidio nos cuenta una de las cualidades de Asistimos a la última enfermedad de san Agustín. Al tercer
ciertos donatistas, llamados circunceliones. Estos estaban mes de asedio, el obispo se sintió enfermo. San Posidio
repartidos por todas las regiones del África, y en grandes narra, como de pasada, dos milagros obrados por Agustín.
cuadrillas sembraban el pánico por doquier. Eran más Se trata de unos energúmenos que se ven libres de los
hábiles en el manejo del mandoble y de los palos que en malos espíritus, y de un enfermo a quien sana con la im-
la exposición de la verdad. posición de las manos.
caritas iungit. Deus, per quem vincimus inimicum, te de- et noctis, per menses íncrementis decrementisque lunari-
precor. bus, per annos veris, aestatis, autumni et hyemis succes-
Deus, per quem accepimus ne omnino periremus. sionibus, per lustra perfectione cursus solaris, per mag-
Deus, a quo admonemur ut vigilemus. Deus, per quem nos orbes recursu in ortus suos siderum, magnam rerum
a malis bona separamus. Deus, per quem mala fugimus constantiam quantum sensibilis materia patitur, tempo-
et bona sequimur. Deus, per quem non cedimus adver- rum ordinibus replicationibusque custodit.
sitatibus. Deus, per quem bene servimus et bene domi- Deus, cuius legibus in aevo stantibus, motus instabilis
namur. Deus per quem discimus aliena esse quae aliquan- rerum mutabilium perturbatus esse non sinitur, frenis-
do nostra, et nostra esse quae aliquando aliena pu- que cireumeuntium saeculorum semper ad similitudinem
tabamus. stabilitatis revocatur: cuius legibus arbitrium animae
Deus, per quem malorum escis atque illecebris non liberum est, bonisque praemia et malis poenae, fixis, per
haeremus. Deus, per quem nos res minutae non minuunt. omnia, necessitatibus distributae sunt. Deus, a quo ma-
Deus, per quem melius nostrum deteriori subiectum non nant usque ad nos omnia bona, a quo coercentur a nobis
est. Deus, per quem mors absorbetur in victoriam. Deus, omnia mala. Deus, supra quem nihil, extra quem nihil,
qui nos convertís. Deus, qui nos eo quod non est exuis, sine quo nihil est.
et eo quod est induis. Deus, qui nos exaudibiles facis. Deus sub quo totum est, in quo totum est, cum quo
Deus, qui nos munis. totum est. Qui fecisti hominem ad imaginem tuam, quod
Deus, qui nos in omnem veritatem inducis. Deus, qui qui se ipse novit, agnoscit. Exaudi, exaudi, exaudi me,
nobis omnia bona loqueris, nec insanos facis, nec a quo- Deus meus, Domine meus, Rex meus, Pater meus, Causa
quam fieri sinis. Deus, qui nos revocas in viam. Deus, mea, Spes mea, Res mea, Honor meus, Domus mea, Pa-
qui nos deducis ad ianuam. Deus, qui facis ut pulsantibus tria mea, Salus mea, Lux mea, Vita mea. Exaudi, exaudi,
aperiatur. Deus, qui nobis das panem viate. Deus, per exaudi me more illo tuo paucis notissimo.
quem sitimus potum, quo hausto nunquam sitiamus. 5. Iam te solum amo, te solum sequor, te solum
Deus, qui arguis saeculum de peccato, de iustitia et de quaero, tibi soli serviré paratus sum, quia tu solus iuste
iudicio. dominaris tui iuris esse cupio. Iube, quaeso, atque im-
Deus, per quem nos non movent qui minime credunt. pera quidquid vis; sed sana et aperi aures meas, quibus
Deus, per quem improbamus eorum errorem, qui anima- voces tuas audiam. Sana et aperi oculos meos, quibus
rum merita nulla esse aput te putant. Deus per quem nutus tuos videam. Expelle a me insamiam, ut recognos-
non servimus infirmis et egenis elementis. Deus, qui nos cam te. Dic mihi qua adtendam, ut adspiciam te, et om-
purgas, et ad divina praeparas praemia, adveni mihi pro- nia me spero quae iusseris esse facturum. Recipe, oro,
pitius tu. fugitivum tuum, Domine clementissime Pater, iamiam
4. Quidquid a me dictum est, unus Deus tu. Tu veni satis poenas dederim; satis inimicis tuis, quos sub pedi-
mihi in auxilium, una, aeterna vera substantia, ubi nulla bus habes, servierim; satis fuerim fallaciarum ludibrium.
discrepantia, nulla confusio, nulla transitio, nulla indi- Accipe me ab istis fugientem famulum tuum, quia et isti
gentia, nulla mors. Ubi summa concordia, summa eviden- me, quando a te fugiebam, acceperunt alienum. Ad te
tia, summa constantia, summa plenitudo, summa vita. mihi redeundum esse sentio.
Ubi nihil deest, nihil redundat. Ubi qui gignit et quem Pateat mihi pulsanti ianua tua. Quomodo ad te per-
gignit unum est. veniatur doce me. Nihil aliud habeo quam voluntatem.
Deus, cui serviunt omnia quae serviunt, cui optempe- Nihil aliud scio nisi fluxa et caduca spernenda esse, certa
rat omnis bona anima. Cuius legibus rotantur poli, cursus et aeterna requirenda. Hoc fació, Pater, quia hoc solum
suos sidera peragunt, sol exercet diem, luna temperat novi; sed unde ad te perveniatur ignoro. Tu mihi sug-
noctem: omnisque mundus per dies vicissitudine lucis gere, tu ostende, tu viaticum praebe. Si fide te inveniunt,
336 ANTOLOGÍA DE TEXTOS LOS DIÁLOGOS DE CASICIACO 337
qui ad te fugiunt, fidem da: si virtute, virtutem: si scien- erectior, illam caliginem dispuli mihique persuasi docen-
tia, scientiam. Auge in me fidem, auge spem, auge cari- tibus potius quam iubentibus esse credendum, incidí in
tatem. O admiranda et singularis bonitas tua! nomines quibus lux quae oculis cernitur inter summa et
6. Ad te ambio; et, quibus rebus ad te ambiatur, a te divina colenda videretur.
rursum peto. Tu enim si deseris, peritur: sed non de- Non assentiebar, sed putabam eos magnum aliquid
seris, quia tu es summum bonum, quod nemo recte quae- tegere illis involucris, quod essent aliquando aperturi.
sivit et minime invenit. Omnis autem recte quaesivit At ubi discussos eos evasi, máxime traiecto isto mari,
quem tu recte quaerere fecisti. Fac me, Pater, quaerere diu gubernacula mea repugnantia ómnibus ventis in me-
te: vindica me ab errore. Quaerenti te mihi nihil aliud diis fluctibus Academici tenuerunt. Deinde veni in has
pro te occurrat. Si nihil aliud desidero quam te, inve- térras; hic septentrionem cui me crederem didici. Ani-
niam te iam quaeso, Pater. Si autem est in me superflui madverti enim et saepe in sacerdotis nostri, et aliquando
alicuius appetitio, tu ipse me munda et fac idoneum ad in sermonibus tuis, cum de Deo cogitaretur, nihil omnino
videndum te. corporis esse cogitandum, ñeque cum de anima: nam id
Ceterum de salute huius mortalis corporis mei, quam- est unum in rebus proximum Deo.
diu nescio quid mihi ex eo utile sit, vel eis quos diligo, Sed ne in philosophiae gremium celeriter advolarem,
tibi aliud committo. Pater sapientissime atque optime, fateor, uxoris honorisque illecebra detinebar, ut cum haec
et pro eo quod ad tempus admonueris deprecabor. Tan- essem consecutus, tum demum me, quod paucis felicis-
tum oro excellentissimam clementiam tuam ut me penitus simis licuit, totis velis omnibusque remis in illum sinum
ad te convertas, nihilque mihi repugnare facias tendenti raperem ibique conquiescerem. Lectis autem Platonis
ad te; iubeasque me, dum hoc ipsum corpus ago atque paucissimis libris, cuius te esse studiosissimum accepi,
porto, purum, magnanimum, iustum, prudentemque esse, collataque cum eis, quantum potui, etiam illorum aucto-
perfectumque amatorem perceptoremque sapientiae tuae, ritate qui divina mysteria tradiderunt, sic exarsi, ut om-
et dignum habitatione, atque habitatorem beatissimi reg- nes illas vellem anchoras rumpere, nisi me nonnullorum
ni tui: Amen. Amen (Soliloquia, I 1, 3-6). hominum existimatio commoveret.
El capítulo primero de este diálogo es la dedicatoria del Quid ergo restabat aliud, nisi ut immoranti mihi su-
libro a Teodoro. Ahí le muestra Agustín las tempestades perfluis tempestas quae putabatur adversa succurreret?
de que se libró al refugiarse en el puerto de la filosofía Itaque tantus me arripuit pectoris dolor, ut illius profes-
cristiana. Da cuenta, asimismo, de la ocasión de la disputa sionis onus sustinere non valens, qua mihi velificabam
o debate en torno a la vida feliz. fortasse ad Sirenas, abiicerem omnia et optatae tranqui-
4. Quae cum ita sint, accipe, mi Theodore (namque litati vel quassatam navem fissamque perducerem.
ad id quod desidero, te unum intueor teque aptissimum 5. Ergo vides in qua philosophia quasi in portu na-
semper admiror) accipe, inquam, et quod illorum trium vigem. Sed etiam ipse late patet, eiusque magnitudo
genus hominum me tibi dederit et quo loco mihi esse quamvis iam minus periculosum, non tamen penitus
videar et abs te cuiusmodi auxilium certus expectem. Ego excludit errorem. Nam cui parti terrae, quae profecto
ab usque undevigesimo anno aetatis meae, postquam in una beata est, me admoveam atque contingam, prorsus
schola rhetoris illum librum Ciceronis, qui Hortensius ignoro. Quid enim solidum tenui, cui adhuc de anima
vocatur, accepi, tanto amore philosophie succensus sum, quaestio nutat et fluctuat? Quare obsecro te per virtutem
ut statim ad eam me transferre meditarer. Sed ñeque tuam, per humanitatem, per animarum inter se vinculum
mihi nebulae defuerunt, quibus confunderetur cursus atque comercium, ut dexteram porrigas, hoc autem est,
meus, et diu, fateor, quibus in errorem ducebar, labentia ut me ames, et a me vicissim te amari credas charumque
in oceanum astra suspexi. Nam et superstitio quaedam haberi. Quod si impetravero, ad ipsam beatam vitam, cui
puerilis me ab ipsa inquisitione terrebat, et ubi factus te iam haerere praesumo, parvo conatu facillime accedam.
338 ANTOLOGÍA DE TEXTOS LOS DTAT.OGOS DE CASICIACO 339
Quid autem agam, quove modo ad istum portum ne- haerentem, nequáquam sapientiae portus accipiat, ubi
cessarios meos congregem ut cognoscas et ex eo animum ñeque adversante fortunae flatu, ñeque secundante mo-
meum (ñeque enim alia signa invenio quibus me osten- veatur; nisi eo illum fortuna ipsa vel secunda, vel quasi
dam) ut plenius intelligas, initium disputationum mea- adversa perducat: nihil pro te nobis aliud quam vota
rum, quod mihi videtur religiosius evasisse, atque tuo restant, quibus ab illo cui haec curae sunt Deo, si pos-
titulo dignius, ad te scribendum putavi et ipso tuo no- sumus, impetremus ut te tibi reddat (ita enim facile red-
mine dedicandum. Aptissime sane; nam de beata vita det et nobis) sinatque mentem illam tuam, quae respi-
quaesivimus inter nos, nihilque aliud video quod magis rationem iamdiu parturit, aliquando in auras verae liber-
Dei donum vocandum sit. Eloquentia tua territus non tatis emergeré.
sum; quidquid enim amo, quamvis non assequar, timere Etenim fortasse quae vulgo fortuna nominatur, occul-
non possum: fortunae vero sublimitatem multo minus. to quodam ordine regitur; nihilque aliud in rebus casum
Apud te enim veré, quamvis sit magna, secunda est; nam vocamus, nisi cuius ratio et causa secreta est: nihilque
quibus dominatur eosdem ipsos secundos facit. Sed iam seu commodi seu incommidi contingit in parte, quod non
quid afferam, quaeso te, attende. conveniat et congruat universo. Quam sententiam uber-
6. Idibus novembris mihi natalis dies erat: post tam rimarum doctrinarum oraculis editam, remotamque lon-
tenue prándium, ut ab eo nihil ingeniorum impediretur, gissime ab intellectu profanorum, se demonstraturam
omnes qui simul non modo illo die, sed quotidie conviva- veris amatoribus suis, ad quam te invito, philosophia
bamur, in balneas ad consedendum vocavi; nam is tem- pollicetur. Quamobrem, cum tibi tuo animo indigna mul-
pori aptus locus secretusque occurrerat. Erant autem ta accidunt, ne te ipse contemnas.
(non enim vereor eos singulari benignitati tuae notos Nam si divina providentia pertenditur usque ad nos,
interim nominibus faceré) in primis nostra mater, cuius quod minime dubitandum est; mihi crede, sic tecum
meriti credo esse omne quod vivo, Navigius, frater meus, agi oportet ut agitur. Nam cum tanta, quamtam semper
Trygetius et Licentius, cives et discipuli mei; nec Las- admiror, Índole tua, ad ineunte adolescentia adhuc in-
tidianum et Rusticum consobrinos meos, quamvis nullum firmo rationis atque lapsante vestigio humanam vitam
vel grammaticum passi sint, deese volui, ipsumque eorum errorum omnium plenissimam ingredereris, excepit te
sensum communem, ad rem quam moliebar, necesarium circumfluentia divitiarum, quae illam aetatem atque ani-
putavi. Erat etiam nobiscum aetate minimus omnium, sed mum, quae pulchra et honesta videbantur avide sequen-
cuius ingenitum, si amore non fallor, magnum quiddam tem, illecebrosis coeperant absorbere gurgitibus, nisi inde
pollicetur, Adeodatus, filius meus. Quibus attentis, sic te fortunae illi flatus, qui putantur adversi, eripuissent
coepi (De beata vita, 1, 4-6). pene mergentem.
El trozo que copiamos es el principio de este diálogo. Agus- 2. An vero si edentem te muñera ursorum et nun-
tín escribe esta dedicatoria a su amigo y mecenas Roma- quam ibi antea visa spectacula civibus nostris, theatricus
niano, al que tanto debía en su formación. plausus semper prosperrimus accepisset; si stultorum
hominum, quorum immensa turba est, conflatis et con-
1. O utinam, Romaniane, hominem sibi aptum ita sentientibus vocibus ferréis ad caelum: si nemo tibi
vicissim virtus fortunae repugnanti possent auferre, ut auderet esse inimicus; si municipales tabulae te non so-
ab ea sibi auferri neminem patitur! iam tibi profecto lum civium, sed etiam vicinorum patronum aere signa-
iniecisset manum, suique iuris te esse proclamans, et in rent; collocarentur statuae, influerent honores, adderen-
bonorum certissimorum possessionem traducens, ne pros- tur etiam potestates, quae municipalem habitum super-
peris quidem casibus serviré permitteret. Sed quoniam crescerent: conviviis quotidianis mensae opimae strue-
ita comparatum est, sive pro meritis nostris, sive pro rentur; quod cuique esset necesse, quod cuiusque etiam
necessitate naturae ut divinum animum mortalibus in- deliciae sítirent, indubitanter peteret, indubitanter hauri-
340 ANTOLOGÍA DE TEXTOS
berum et quam multis posset horis feriatum ad quaeren- mirari et accendi, et inter legendum miditari arripere
dum aliquid, vel legendum, vel audiendum de sapientia. talem vitam, et relicta militia saeculari serviré tibi. Erant
Quodam igitur die, non recoló causam qua erat absens autem ex eis quos dicunt agentes in rebus.
Nebridius, cum ecce ad nos domum venit ad me et Aly- Tune súbito repletus amore sancto et sobrio pudore,
pium Pontitianus quídam, civis noster in quantum Afer, iratus sibi coniecit oculos in amicum et ait illi: «Dic,
praeclare in palatio militans. Nescio quid a nobis volebat. quaeso te, ómnibus istis laboribus nostris quo ambimus
Et consedimus ut colloqueremur. Et forte supra mensam pervenire? Quid quaerimus? Cuius rei causa militamus?
lusoriam, quae ante nos erat, attendit codicem; tulit, Maiorne esse poterit spes nostra in palatio, quam ut ami-
aperuit, invenit Apostolum Paulum inopinate sane; puta- ci Imperatoris simus? Et ibi, quid non fragüe plenumque
verat enim aliquid de libris quorum professio me conte- periculis? Et per quod pericula pervenitur ad grandius
rebat. Tum vero arridens meque intuens gratulatorie periculum? Et quam diu istud erit? Amicus autem Dei,
miratus est, quod eas et solas prae oculis meis litteras si voluero, ecce nunc fio».
repente comperisset. Christianus quippe et fidelis erat, Dixit hoc, et turbidus parturitione novae vitae, reddi-
et saepe tibi Deo nostro prosternebatur in ecclesia, cre- dit oculos paginis, et legebat et mutabatur intus, ubi tu
bris et diuturnis orationibus. videbas, et exuebatur mundo mens eius, ut mox apparuit.
Cui ergo cum indicassem illis me Scripturis curam Namque dum legit et volvit fluctus cordis sui, infremuit
maximam impenderé, ortus est sermo ipso narrante de aliquando et discrevit decrevitque meliora; iamque tuus,
Antonio Aegyptio monacho, cuius nomen excellenter cla- ait amico suo: «Ego iam abrupi me ab illa spe nostra et
rebat apud servos tuos, nos autem usque in illam horam Deo serviré statui et hoc ex hora hac, in hoc loco adgre-
latebat. Quod ille ubi comperit, immoratus est in eo ser- dior: te si piget imitari, noli adversan».
mone, insinuans tantum virum ignorantibus et admirans Respondit ille adhaerere se socium tantae mercedis
eandem nostram ignorantiam. Stupebamus autem audien- tantaeque militiae. Et ambo iam tui, aedificabant turrim
tes tam recenti memoria et prope nostris temporibus sumptu idóneo, reliquendi omnia sua et sequendi te. Tune
testatissima mirabilia tua, in fide recta et catholica Eccle- Pontitianus et qui cum eo per alias horti partes deam-
sia. Omnes mirabamur et nos quia tam magna erant, et bulabant quaerentes eos, devenerunt in eundem locum,
ille quia inaudita nobis erant. et invenientes admonuerunt ut redirent, quod iam de-
Inde sermo eius devolutus est ad monasteriorum gre- clinasset dies.
ges et mores suaveolentiae tuae et ubera deserta eremi, At illi narrato plácito et proposito suo, quoque modo
quorum nos nihil sciebamus. Et erat monasterium Me- in eis talis voluntas orta esset atque firmata, petiverunt
diolani plenum bonis fratribus, extra urbis moenia, sub ne sibi molesti essent, si adiungi recusarent. Isti autem
Ambrosio nutritore, et non noveramus. Pertendebat ille, nihilo mutati a pristinis, fleverunt se tamen, ut dicebat;
et loquebatur adhuc, et nos intenti tacebamus. atque illis pie congratulati sunt, et commendaverunt se
Unde incidit ut diceret nescio quando se et tres alios orationibus eorum, et trahentes cor in térra, abierunt in
contubernales suos, nimirum apud Treveros, cum Impe- palatium. Illi autem affigentes cor cáelo, manserunt in
rator promeridiano Circensium spectaculo teneretur, exis- casa. Et ambo habebant sponsas, quae posteaquam hoc
se deambulatum in hortos muris contiguos: atque illic, audierunt, dicaverunt etiam ipsae virginitatem tibi (Con-
ut forte combinati spatiabantur, unum secum seorsum, fesiones VIII 6, 13-15).
et alios dúos itidem seorsum pariterque digressos, sed Se va a dar la batalla decisiva, previa a la conversión de
illos vagabundos irruisse in quandam casam, ubi habi- san Agustín. Es uno de los trozos más hermosos y des-
tabant quidam servi tui spiritu pauperes, qualium est criptivos de los sentimientos más íntimos del santo.
regnum caelorum; et invenisse ibi codicem in quo scrip-
ta erat vita Antonii. Quam legere coepit unus eorum et Sic aegrotabam et excruciabar, aecusans memetipsum
344 ANTOLOGÍA DE TEXTOS LAS CONFESIONES 345
sólito acerbius nimis ac volvens et versans me in vinculo ómnibus ipsa continentia nequáquam sterilis, sed fe-
meo, doñee abrumperetur totum, quo iam exiguo tene- cunda mater filiorum gaudiorum, de marito te, Domine.
bar, sed tenebar tamen. Et instabas tu in oceultis meis, Et irridebat me irrisione exhortatoria quasi deceret: Tu
Domine, severa misericordia flagella ingeminans timoris non poteris, quod isti et istae? An vero isti et istae in
et pudoris, ne rursus cessarem et non abrumperetur idip- semetipsis possunt ac non in Domino suo? Dominus
sum exiguum et tenue, quod remanserat, et revalesceret Deus eorum me dedit eis. Quid in te stas et non stas?
iterum et me robustius alligaret. Proice te in eum; noli metuere: non se subtrahet, ut
Dicebam enim apud me intus: «Ecce modo fíat, modo cadas. Proice te securus: excipiet ct sanabit te.
fíat»; et cum verbo iam ibam in placitum. Iam pene Et erubescebam nimis, quia illarum nugarum murmur
faciebam et non faciebam; nec relabebar tamen in prís- adhuc audiebam et cunctabundus pendebam. Et rursus
tina, sed de próximo stabam et respirabam. Et iterum illa, quasi diceret: Obsurdesce adversus immunda illa
conabar, et paulo minus ibi eram, et paulo minus iam membra tua super terram, ut mortificentur. Narrant tibi
iamque attingebam, nec tenebam, haesitans morí morti delectationes, sed non sicut lex Domini Dei tui. Ista con-
et vitae vivere: plusque in me valebat deterius insolitum, troversia in corde meo, non nisi de me ipso adversus
quam melius insolitum. Punctumque ipsum temporis, meipsum. At Alypius adfixus lateri meo, inusitati motus
quo aliud futurus eram, quanto propius admovebatur, mei exitum tacitus opperiebatur (Confes. VIII 11, 25-27).
tanto ampliorem incutiebat horrorem: sed non recutiebat
retro, nec avertebat, sed suspendebat. Han abandonado ya la quinta de Casiciaco para regresar
a Milán, donde van a ser bautizados Agustín, Alipio y Adeo-
Retinebant me nugae nugarum, et vanitates vanita- dato. Agustín nos ofrece un tierno y púdico elogio del mo-
tum, antiquae amicae meae, et suecutiebant vestem meam zuelo hijo de su pecado, como llama a Adeodato con hu-
carneam, et submurmurabant: Dimittisne nos? et a mo- mildad.
mento isto non erimus tecum ultra in aeternum? Et a
momento isto non tibi licebit hoc et illud ultra in aeter- Inde, ubi tempus advenit, quo me nomen daré opor-
num? Et quae suggerebant in eo quod dixi «hoc et illud», teret, relicto rure, Mediolanum remeavimus. Placuit et
quae suggerebant, Deus meus? Avertat ab anima servi Alypio renasci in te mecum, iam induto humilitate sacra-
tui misericordia tua! Quas sordes suggerebant quae de- mentis tuis congrua et fortissimo domitori corporis, us-
decora! que ad Italicum solum glaciale nudo pede obterendum,
Et audiebam eas iam longe minus quam dimidius; insólito ausu. Adiuximus etiam nobis puerum Adeoda-
non tanquam libere contradicentes eundo in obviam, sed tum, ex me natum carnaliter de peccato meo. Tu bene
velut a dorso mussitantes, et discendentem quasi furtim feceras eum. Annorum erat fere quindecim et ingenio
vellicantes, ut respicerem. Retardabant tamen me cunc- praeveniebat multos graves et doctos viros.
tantem abripere atque excutere ab eis et transilire quo Muñera tua tibi confíteor, Domine Deus meus, crea-
vocabar, cum diceret mihi consuetudo violenta: Putasne tor omnium et multum potens reformare nostra defor-
sine istis poteris vivere? Sed iam tepidissime hoc di- mia. Nam ego in illo puero praeter delictum nihil habe-
cebat. bam. Quod enim enutriebar a nobis in disciplina tua, tu
Aperiebatur enim ab ea parte, quae intenderam faciem inspiraveras nobis, nullus alius. Muñera tua tibi confí-
et quo transiré trepidabam, casta dignitas continentiae, teor. Est liber noster, qui inscribitur De Magistro; ipse
serena et non dissolute hilaris, honeste blandiens ut ve- ibi mecum loquitur. Tu seis illius esse sensa omnia quae
nirem ñeque dubitarem, et extendens ad me suscipiendum inseruntur ibi ex persona collocutoris mei, cum esset
et amplectendum pias manus, plenas gregibus bonorum in annis sedecim. Multa eius alia mirabiliora expertus
exemplorum. Ibi tot pueri et puellae; ibi iuventus multa sum; horrori mihi erat illud ingenium. Et quis praeter
et omnis aetas et graves viduae et virgines anus et in te talium miraculorum opifex? Cito de térra abstulisti
346 ANTOLOGÍA DE TEXTOS LAS CONFESIONES 347
vitam eius; et securior eum recordor, non timens quic- Et adhuc ascendebamus interius cogitando et loquen-
quam pueritiae, nec adolescentiae, nec omnino homi- do et mirando opera tua. Et venimus ad mentes nostras
ni illi. et transcendimus eas, ut attingeremus regionem uberta-
Sociavimus eum coaevum nobis in gratia tua, edu- tis indeficientis, ubi pascis Israel in aeternum veritatis
candum in disciplina tua: et baptizati sumus, et fugit a pábulo, et ubi vita sapientia est, per quem fiunt omnia
nobis sollicitudo vitae praeteritae. Nec satiabar illis diebus ista et quae fuerunt et quae futura sunt. Et ipsa non fit,
dulcedine mirabili considerare altitudinem consilii tui sed sic est, ut fuit, et sic erit semper; quin potius fuisse
super salutem generis humani. Quantum flevi in hymnis et futurum esse, non est in ea, sed esse solum quoniam
et canticis tuis, suave sonantis Ecclesiae tuae vocibus aeterna est. Nam fuisse et futurum esse non est aeter-
commotus acriter! Voces illae influebant auribus meis num. Et dum loquimur et inhiamus illi, attigimus eam
et eliquebatur veritas tua in cor meum et ex ea aestuabat modice toto ictu cordis et suspiravimus et reliquimus ibi
affectus pietatis et currebant lacrimae et bene mihi erat religatas primitias spiritus et remeavimus ad strepitum
eum eis (Confessiones IX 6, 14). oris nostri, ubi verbum et incipitur et finitur. Et quid
simile Verbo tuo Domino nostro, in se permanenti sine
Descripción del famoso «éxtasis de Ostia». Han llegado ya vetustate atque innovanti omnia?
a Ostia Tiberina y esperan la ocasión de un barco para
hacerse a la vela rumbo al África. Allí, sobre el Tíber, aco- Dicebamus ergo: Si cui sileat tumultus carnis, sileant
dados en la ventana de casa donde se hospedan, madre e phantasiae terrae et aquarum et aeris, sileant et poli, et
hijo son testigos de dulces experiencias místicas. Diríamos ipsa sibi anima sileat, et transeat se non se cogitando;
que dos almas vuelan al cielo. sileant omnia et imaginariae revelationes, omnis lingua
et omne signum et quidquid transeundo fit, si cui sileat
Impendente autem die, quo ex hac vita erat exitura, omnino; quoniam si quis audiat, dicunt haec omnia:
quem diem tu noveras ignorantibus nobis, provenerat, ut «Non ipsa nos fecimus, sed fecit nos qui manet in aeter-
credo, procurante te oceultis tuis modis, ut ego et ipsa num»: his dictis, si iam taceant, quoniam erexerunt aurem
soli staremus incumbentes ad quamdam fenestram, unde in eum qui fecit ea, et loquatur ipse solus, non per ea,
hortus intra domum quae nos habebat prospectabatur, sed per seipsum, ut audiamus verbum eius, non per lin-
illie apud Ostia Tiberina ubi remoti a turbis, post longi guam carnis, ñeque per vocem angeli, nec per sonitum
itineris laborem, instaurabamus nos navigationi. nubis, nec per aenigma similitudinis, sed ipsum, quem
Colloquebamur ergo soli valde dulciter, et praeterita in his amamus ipsum sine his audiamus.
obliviscentes in ea quae ante sunt extenti, quaerebamus Sicut nunc extendimus nos et rápida cogitatione attin-
Ínter nos apud praesentem veritatem, quod tu es, qualis gimus aeternam sapientiam super omnia manentem, si
futura esset vita aeterna sanctorum, quam nec oculus continuetur hoc et subtrabantur aliae visiones longe im-
vidit, nec auris audivit, nec in cor hominis ascendit. Sed paris generis, et haec una rapiat et absorbeat et recondat
inhiabamus ore cordis in superna fluenta fontis tui, fon- in interiora gaudia spectatorem suum: ut talis sit sem-
tis vitae, qui est apud te, ut inde pro captu nostro asper- piterna vita, quale fuit hoc momentum intellegentiae, cui
si, quoquo modo rem tantam cogitaremus. Cumque ad suspiravimus: nonne hoc est, Intra in gaudium Domini
eum finem sermo perduceretur, ut carnalium sensuum tui? Et istud quando? An eum omnes resurgemus, sed
delectatio quantalibet, in quantalibet luce corpórea, prae non omnes immutabimur?
illius vitae iucunditate, non comparatione, sed nec com- Dicebamus talia, et si non isto modo et his verbis,
memoratione quidem digna videretur: erigentes nos ar- tamen, Domine, tu seis, quod illo die eum talia loquere-
dentiore affectu in idipsum, perambulavimus gradatim mur, et mundus iste nobis inter verba vilesceret eum óm-
cuneta corporalia, et ipsum caelum, unde sol et luna et nibus delectationibus suis, tune ait illa: «Fili, quantum
stellae lucent super terram. ad me attinet, nulla re iam delector in hac vita. Quid
348 ANTOLOGÍA DE TEXTOS LAS CONFESIONES 349
hic faciam adhuc et cur hic sim nescio, iam consumpta Cohibito ergo a fletu illo puero, psalterium arripuit
spe huius saeculi. U n u m erat p r o p t e r quod in h a c vita Evodius et cantare coepit psalmus, cui r e s p o n d e b a m u s
a l i q u a n t u m i m m o r a r i cupiebam: ut te christianum catho- omnis d o m u s : Misericordiam et iudicium cantabo tibi,
licum viderem, p r i u s q u a m morerer. Cumulatius hoc mihi Domine. Audito autem quid ageretur, convenerunt multi
Deus praestitit, ut te etiam contempta felicítate terrena, fratres ac religiosae feminae. Et de more illis, q u o r u m
servum eius videam. Quid hic fació?» (Confessiones IX officium erat, funus curantibus, ego in p a r t e ubi decen-
10, 23-26). ter p o t e r a m cum eis qui me non deserendum esse cen-
sebant, quod erat tempori congruum d i s p u t a b a m : eoque
En el penúltimo capítulo del libro IX Agustín nos describe fomento veritatis mitigabam cruciatum tibi n o t u m , illis
sus emociones al son del llanto y del salterio. Ha cerrado ignorantibus et intente audientibus, et sine sensu doloris
los ojos de su madre muerta y se deja oir un grito doloroso me esse a r b i t r a n t i b u s . At ego in auribus tuis, ubi eorum
de Adeodato a la vista de la abuela muerta, seguido de un nullus audiebat, increpaban! mollitiem affectus mei et
llanto desgarrador. Agustín logrará mantenerse firme al constringebam fluxum maeroris, cedebatque mihi pau-
recuerdo de aquellos versos de Ambrosio que tantas veces lulum, r u r s u s q u e Ímpetu suo ferebatur, n o n usque ad
había oído. eruptionem lacrimarum, nec usque ad vultus muta-
tionem, sed ego sciebam quid corde p r e m e r e m .
P r e m e b a m oculos eius et confluebat in praecordia mea
maestitudo ingens et transfluebat in lacrimas: ibidemque Et quia mihi vehementer displicebat t a n t u m in me
oculi mei violento animi imperio resorbebant fontem posse haec h u m a n a , quae ordine debito et sorte conditio-
s u u m usque ad siccitatem, et in tali luctamine valde male nis nostrae accidere necesse est, alio dolore dolebam do-
mihi erat. Tum vero ubi efflavit extremum spiritum, p u e r lorem m e u m et duplici tristitia macerabar.
Adeodatus exclamavit in planctu, atque ab ómnibus Cum ecce corpus elatum est, imus et redimus sine
nobis coércitus tacuit. Hoc modo etiam m e u m q u i d d a m lacrimis. N a m ñeque in eis precibus, quas tibi fundimus,
puerile, quod labebatur in fletus, iuvenili voce cordis cum offerretur p r o ea sacrificium pretii nostri, iam iuxta
coércebatur et tacebat. sepulchrum pósito cadavere, p r i u s q u a m deponeretur, sicut
illic fieri solet, nec in eis precibus ego flevi. Sed toto die
Ñeque enim decere a r b i t r a b a m u r , funus illud questi-
graviter in occulto maestus eram, et mente t u r b a t a ro-
bus lacrimosis gemitibusque celebrare: quia his plerum-
gabam te, ut poteram, quo sanares dolorem m e u m : nec
que solet d e p l o r a n q u a e d a m miseria morientium, aut
faciebas, credo, c o m m e n d a n s memoriae meae vel hoc
quasi o m n í m o d a extinctio, at illa nec misere moriebatur,
uno documento omnis consuetudinis vinculum, etiam
nec omnino moriebatur. Hoc et documentis m o r u m eius
adversus mentem, quae iam non fallaci verbo pascitur.
et fide non ficta rationibusque certis t e n e b a m u s . Quid
ergo erat, quod intus mihi graviter dolebat, nisi ex con- Visum etiam mihi est, ut irem lavatum, quod audie-
suetudine simul vivendi dulcissima et carissima repente r a m inde balneis noraen inditum (quia Graeci PaXaveíov
d i r u p t a vulnus recens? Gratulabar quidem testimonio dixerint) quod anxietatem pellat ex animo. Ecce et hoc
eius, quod in ea ipsa ultima aegritudine, obsequiis meis confíteor misericordiae tuae, Pater o r p h a n o r u m , quoniam
interblandiens, appellabat me pium et c o m m e m o r a b a t lavi, et qualis e r a m qualis p r i u s q u a m lavissem. Ñeque
grandi dilectionis affectu, n u n q u a m se audisse ex ore enim exsudavit de corde meo cordis a m a r i t u d o . Deinde
meo iaculatum in se d u r u m aut contumeliosum sermo- dormini et evigilavi, et non parva ex p a r t e mitigatum
nem. Sed tamen, quid tale, Deus meus, qui fecisti nos, inveni dolorem m e u m .
quid comparabile h a b e b a t h o n o r a me delatus illi et ser- Atque ut e r a m in lecto meo solus, recordatus sum
vi tus ab illa mihi? Quoniam itaque deserebar t a m magno verídicos versus Ambrosii tui: Tu es enim
eius solatio, sauciabatur a n i m a mea et quasi dilaniabatur
vita, quae u n a facta erat ex m e a et illius.
350 ANTOLOGÍA DE TEXTOS
Deus creator o m n i u m ,
polique rector, vestiens
diem decoro lumine
noctem sopora gratia
a r t u s solutos ut quies
r e d d a t laboris usui
mentesque fessas allevet
luctusque solvat anxios. CAPITULO XXVII
Atque inde paulatim r e d u c e b a m in p r i s t i n u m sensum
ancillam t u a m conversationemque eius p i a m in te et sanc- La ciudad de Dios
ctam, in nos b l a n d a m a t q u e morigeram, qua súbito des-
titutus sum. Et libuit flere in conspectu tuo de illa et Recogemos aquí unos capítulos de La ciudad de Dios. Aparte
p r o illa, de me et p r o me, Et dimisi lacrimas quas con- del contenido ideológico, esta obra más que otra cualquiera
tinebam, ut effluerent q u a n t u m vellent, substernens eas manifiesta las características del latín agustiniano. Por estar
cordi meo, et requievi in eis; quoniam ibi erant aures dirigida a los romanos letrados y cultos, el latín es más
tuae, n o n cuiusquam hominis superbe interpretantis plo- puro y cuidado que en el resto de los escritos de san
ratum meum. Agustín.
Et nunc, Domine, confíteor tibi in litteris: legat qui Este capítulo con que termina el libro II contiene una ex-
volet et i n t e r p r e t e t u r ut volet. Et si peccatum invenerit hortación a los romanos. En ella Agustín hace alusión a las
flevisse me m a t r e m exigua p a r t e horae, m a t r e m oculis glorias antiguas de Roma, y les recuerda el deber que tienen
meis interim m o r t u a m , quae multos annos fleverat ut de renunciar a los cultos de los dioses.
oculis tuis viverem: n o n irrideat, sed potius, si est grandi
caritate, p r o peccatis meis fleat ipse ad te, p a t r e m om- 1. Haec potius concupisce, o Índoles Romana lauda-
n i u m f r a t r u m Christi tui (Confessiones IX 2, 29-33). bilis, o progenies Regulorum, Scaevolarum, Scipionum,
Fabriciorum: haec potius concupisce, haec ab illa tur-
pissima vanitate et fallacissima d e m o n u m malignitate
discerne. Si quid in te laudabile n a t u r a l i t e r eminet, non-
nisi vera pietate p u r g a t u r atque perficitur; impietate
a u t e m disperditur et punitur. Nunc iam eligere quid se-
quaris, ut non in te, sed in Deo vero sine ullo e r r o r e
lauderis. Tune enim tibi gloria popularis adfuit, sed oc-
culto iudicio divinae providentiae vera religio, q u a m eli-
geres, defuit.
Expergiscere, dies est; sicut experrecta es in quibus-
dam, de q u o r u m virtute perfecta, et p r o fide vera etiam
passionibus gloriamur, qui u s q u e q u a q u e adversus potes-
tates inimicissimas confligentes, easque fortiter moriendo
vincentes, sanguine nobis hanc p a t r i a m peperere suo. Ad
q u a m p a t r i a m te invitamus, et e x h o r t a m u r ut eius adii-
ciarís n u m e r o civium, cuius q u o d a m m o d o asylum est
vera remissio peccatorum. Non audias degeneres tuos
Christo Christianisve detrahenter, et aecusantes velut
352 ANTOLOGÍA DE TEXTOS
LA CIUDAD DE DIOS 353
t é m p o r a mala, cum q u a e r a n t t é m p o r a quibus non sit libus, quibus solis mali perfrui volunt, et de malis car-
quieta vita, sed potius secura nequitia. Haec tibi nun- nalibus, quae sola perpeti nolunt, q u o d ñeque in his ha-
q u a m nec p r o terrena patria placuerunt. N u n c iam cae- beant, q u a m p u t a n t u r habere isti daemones, potestatem;
lestem arripe, p r o qua m i n i m u m laboris, et in ea vera- q u a n q u a m si haberent, debemus potius etiam ista con-
citer semperque regnabis. Illic enim tibi non Vestalis temnere, q u a m p r o p t e r ista illos colere, et eos colendo ad
focus, n o n lapis Capitolinus, sed Deus u n u s et verus illa, quae nobis invident, pervenire non posse: t a m e n
Nec metas r e r u m , nec t é m p o r a ponet, nec in istis eos hoc valere, quod hi putant, qui p r o p t e r
I m p e r i u m sine fine dabit. haec eos coli oportere contendunt, deinceps videbimus,
ut hic sit huius voluminis m o d u s (De civitate Dei II 29).
2. Noli déos falsos fallacesque requirere; abuce po-
tius atque contemne, in v e r a m emicans libertatem. Non Anteriormente Agustín ha ofrecido un profundo análisis de
sunt dii, maligni sunt spiritus, quibus aeterna tua feli- las consecuencias del pecado de Adán, especialmente como
citas poena est. Non t a m Iuno Troianis, a quibus carna- concupiscencia de la libido que lleva consigo la soberbia,
lem originem ducis, arces videtur invidisse Romanas, el orgullo, la vanidad, la ira y todas las otras miserias de
que sólo puede liberarse por la gracia de Dios. Todas estas
q u a m isti daemones, quos adhuc déos putas, omni generi miserias no son otra cosa que el amor desenfrenado de sí
h o m i n u m sedes invident sempiternas. Et tu ipsa non mismo. La vida de la gracia, por el contrario, está funda-
p a r v a ex p a r t e de talibus iudicasti, q u a n d o ludis eos pla- mentada en el amor de Dios. En este capítulo Agustín
casti, et per quos homines eosdem ludos fecisti, infames describe las dos ciudades, su origen y sus cualidades.
esse voluisti. Patere asseri libertatem t u a m adversus im-
m u n d o s spiritus, qui tuis cervicibus imposuerant sacra- Fecerunt itaque civitates duas amores dúo; t e r r e n a m
d a m sibi et celebrandam ignominiam suam. scilicet a m o r sui usque ad c o n t e m p t u m Dei, caelestem
Actores c r i m i n u m divinorum removisti ab honoribus vero a m o r Dei usque ad c o n t e m p t u m sui. Denique illa in
tuis: supplica Deo vero, ut a te removeat illos dcos, qui se ipsa, haec in Domino gloriatur. Illa enim quaerit ab
delectantur criminibus suis, seu veris, quos ignominiosis- hominibus gloriam: huic a u t e m Deus conscientiae testis,
s i m u m est; seu falsis, quod malitiosissimum est. Bene, máxima est gloria. Illa in gloria sua exaltat caput suum:
quod tua sponte histrionibus et scenicis societatcm ci- haec dicit Deo suo, Gloria mea, et exaltans caput meum.
vitatis patere noluisti; evigila plenius: nullo m o d o his lili in principibus eius, vel in eis quas subiugat nationibus
artibus placatur divina maiestas, quibus h u m a n a digni- dominandi libido dominatur; in hac serviunt invicem in
tas inquinatur. Quo igitur pacto déos, qui talibus delec- caritate, et praepositi consulendo, et subditi obtempe-
t a n t u r obsequiis, haberi p u t a s in n u m e r o s a n c t a r u m cae- r a n d o . Illa in suis potentibus diligit virtutem suam: haec
lestium p o t e s t a t u m ; cum homines per quos eadem agun- dicit Deo suo, Diligam te, Domine, virtus mea.
t u r obsequia, non putasti h a b e n d o s in n u m e r o qualium- Ideoque in illa sapientes eius secundum h o m i n e m
c u m q u e civium R o m a n o r u m ? viventes, aut corporis aut animi sui bona, aut utriusque
Incomparabiliter superna est civitas clarior, ubi vic- sectati sunt; aut qui p o t u e r u n t cognoscere Deum, non
toria, veritas; ubi dignitas, sanctitas; u b i pax, felicitas; ut Deum honoraverunt, vel gratias egerunt; sed evanue-
ubi vita, aeternitas. Multo minus habet in sua socicI;ilí- runt in cogitationibus suis, et obscuratum est insipiens
tales déos, si tu in tua tales homines habere crubuisli. cor eorum: dicentes se esse sapientes, id est, dominante
Proinde si ad b e a t a m pervenire desideras civitatem, (levi- sibi superbia in sua sapientia sese extollentes, stulti facti
ta d a e m o n u m societatem. Indigne ab honestis coluiiliir, sunt; et immutaverunt gloriam incorruptibilis Dei in si-
qui per turpes placuntur. Sic isti a tua pietate ívmnvi'iin- militudine imaginis corruptibilis hominis, et volucrum,
t u r purgatione christiana, q u o m o d o illi a tua dignilntc et quadrupedum, et serpentium: ad huiuscemodi enim
r e m o t i sunt notatione censoria. De bonis autciii uiCHU- simulacra a d o r a n d o vel duces p o p u l o r u m , vel sectatores
354 ANTOLOGÍA DE TEXTOS LA CIUDAD DE DIOS 355
fuerunt: et coluerunt atque servierunt creaturae potius Verum quia terrena civitas habuit quosdam suos sa-
quam Creatori, qui est benedictas in saecula. In hac autem pientes, quos divina improbat disciplina, qui vel suspicati
nulla est hominis sapientia, nisi pietas, qua recte colitur vel decepti a daemonibus crederent multos déos conci-
verus Deus, id exspectans praemium in societatem sancto- liandos esse rebus humanis, ad quorum diversa quodam-
rum, non solum hominum, verum etiam Angelorum, ut modo officia diversa subdita pertinerent, ad alium cor-
sit Deus omnia in ómnibus (De civitate Dei XIV 28). pus, ad alium animus, inque ipso corpore ad alium caput,
ad alium cervix, et caetera singula ad singulos; similiter
En el libro XIX san Agustín expone y analiza los finales de in animo ad alium ingenium, ad alium doctrina, ad alium
las dos Ciudades. Pasa revista a las opiniones de los filóso- ira, ad alium concupiscentia; inque ipsis rebus vitae
fos acerca de los bienes y los males. Llega a la conclusión
de que son vanos todos los esfuerzos para crearse una vida adiacentibus, ad alium pecus, ad alium triticum, ad alium
mundana verdaderamente feliz. En el capítulo 17 que hemos vinum, ad alium oleum, ad alium silvae, ad alium nummi,
escogido aquí, nuestro santo responde a la cuestión: ¿En ad alium navigatio, ad alium bella atque victoriae, ad
qué radica la paz de la sociedad celestial con la ciudad alium coniugia, ad alium partus ac foecunditas, et ad alios
terrena y en qué se funda la discordia? alia caetera; caelestis autem civitas unum Deum solum
colendum nosset, tantummodo serviendum servitute illa,
Sed domus hominum, qui non vivunt ex fide, pacem quae graece laxoéa dicitur, et non nisi Deo debetur,
terrenam ex huius temporalis vitae rebus commodisque fideli pietate conseret: factum est, ut religionis leges cum
sectatur. Domus autem hominum ex fide viventium, ex- terrena civitate non posset habere communes, proque his
spectat ea quae in futurum aeterna promissa sunt, terre- ab ea dissentire haberet necesse, atque oneri esse diversa
nisque rebus ac temporalibus tanquam peregrina utitur, sentientibus, eorumque iras et odia et persecutionum Ím-
non quibus capiatur et avertatur quo tendit in Deum, petus sustinere, nisi cum ánimos adversantium aliquando
sed quibus sustentetur ad facilius toleranda minimique terrore suae multitudinis, et semper divino auditorio
augenda onera corporis corruptibilis, quod aggravat ani- propulsaret.
mam. Idcirco rerum vitae huic mortali necessarium utris- Haec ergo caelestis civitas dum peregrinatur in térra,
que hominibus et utrique domui communis est usus; sed ex ómnibus gentibus cives evocat, atque in ómnibus lin-
finis utendi cuique suus proprius, multumque diversus. guis peregrinam colligit societatem; non curans quidquid
Ita etiam terrena civitas, quae non vivit ex fide, terrenam in moribus, legibus, institutisque diversum est, quibus
pacem appetit; in eoque defigit imperandi oboediendique pax terrena vel conquiritur, vel tenetur; nihil eorum res-
concordiam civium, ut sit eis de rebus ad mortalem vitam cidens, nec destruens, imo etiam servans ac sequens:
pertinentibus humanarum quaedam compositio volun- quod licet diversum in diversis nationibus, ad unum ta-
tatum. men eumdemque finem terrenae pacis intenditur, si reli-
Civitas autem caelestis, vel potius pars eius, quae in gionem qua unus summus et versus Deus colendus doce-
hac mortalitate peregrinatur, et vivit ex fide, etiam ista tur, non impedit.
pace necesse est utatur, doñee ipsa cui talis pax neces- Utitur ergo etiam caelestis civitas in hac sua peregri-
saria est, mortalitas transeat. Ac per hoc dum apud terre- natione pace terrena, et de rebus ad mortalem hominum
nam civitatem, velut captivam vitam suae peregrina tio- naturam pertinentibus, humanarum voluntatum compo-
nis agit, iam promissione redemptionis et dono spirituali sitionem, quantum salva pietate ac religione conceditur,
tanquam pignore accepto, legibus terrenae civitatis, qui- tuetur atque appetit, eamque terrenam pacem refert ad
bus haec administrantur, quae sustentandae mortali vitae caelestem pacem: quae veré ita pax est, ut rationalis
accommodata sunt, obtemperare non dubitat: ut, quo- dumtaxat creaturae sola pax habenda atque dicenda sit,
niam communis est ipsa mortalitas, servetur in rebus ad ordinatissima scilicet et concordissima societas fruendi
eam pertinentibus inter civitatem utramque concordia. Deo, et invicem in Deo; quo cum ventum fuerit, non erit
356 ANTOLOGÍA DE TEXTOS LA CIUDAD DE DIOS 357
vita mortalis, sed plañe certeque vitalis; nec corpus aní- Vera ibi gloria erit, ubi laudantis nec errore quisquam,
male, quod dum corrumpitur, aggravat animam, sed spi- nec adulatione laudabitur. Venís honor, qui nulli nega-
rituale sine ulla indigentia, ex omni parte subditum volun- bitur digno, nulli deferetur indigno: sed nec ad eum
tad, Hanc pacem, dum peregrinatur in fide, habet; atque ambiet ullus indignus, ubi nullus permittetur esse nisi
ex hac fide iuste vivit, cum ad illam pacem adipiscendam dignus. Vera pax, ubi nihil adversi, nec a se ipso, nec ab
refert quidquid bonarum actionum gerit erga Deum et alio quisquam patietur. Praemium virtutis erit ipse qui
proximum, quoniam vita civitatis utique socialis est (De virtutem dedit, eique se ipsum, quo melius et maius nihil
civitate Dei XIX 17). possit esse, promisit. Quid est enim aliud quod per Pro-
phetam dixit, Ero illorum Dens, et ipsi erunt mihi plebs;
Con este capítulo termina La ciudad de Dios. San Agustín nisi, Ego ero unde satientur, ego ero quaecumque ab ho-
resume en frases lapidarias la felicidad y el contento que minibus honeste desiderantur, et vita, et salus, et victus,
han de reinar entre los que lleguen a habitar en la casa del et copia, et gloria, et honor, et pax, et omnia bona?
Señor. Expone también los grados de la felicidad, y en qué
consiste la más perfecta libertad: en la impotencia de pecar. Sic enim et illud recte intelligitur, quod ait Apostolus,
Describe igualmente la voluntad y el conocimiento de los ut sit Deus omnia in ómnibus. Ipse finis erit desideriorum
bienaventurados. Y termina con la conocida descripción del nostrorum, qui sine fine videbitur, sine fastidio amabitur,
Sábado eterno, en que el amor y la alabanza de Dios ocu- sine fatigatione laudabitur. Hoc munus, hic affectus, hic
parán por completo la vida de los bienaventurados en el actus profecto erit ómnibus, sicut ipsa vita aeterna,
cielo. communis.
1. Quanta erit illa felicitas, ubi nullum erit malum, 2. Caeterum qui futuri sint pro meritis praemiorum
nullum latebit bonum, vacabitur Dei laudibus, qui erit etiam gradus honorum atque gloriarum, quis est idoneus
omnia in ómnibus! Nam quid aliud agatur, ubi ñeque cogitare, quanto magis dicere? Quod tamen futuri sint,
ulla desidia cessabitur, ñeque ulla indigentia laborabitur, non est ambigendum. Atque id etiam beata civitas illa
nescio. Admoneor etiam sancto Cántico, ubi lego, vel magnum in se bonum videbit, quod nulli superiori ullus
audio, Beati qui habitant in domo tua, Domine, in saecu- inferior invidebit, sicut nunc non invident Archangelis
la saeculorum laudabunt te. Omnia membra et viscera Angelí caeteri: tamque nolet esse unusquisque quod non
incorruptibilis corporis, quae nunc videmus per usus accepit, quamvis sit pacatissimo concordiae vinculo ei
necesitatis varios distributa, quoniam tune non erit ipsa qui accepit obstrictus, quam nec in corpore vult ocultus
necessitas, sed plena, certa, secura, sempiterna felicitas, esse qui est dignitus, cum membrum utrumque contineat
proficient in laudibus Dei. Omnes quippe illi, de quibus totius carnis pacata compago. Sic itaque habebit donum
iam sum locutus, qui nunc latent, harmoniae corporal i s alius alio minus, ut hoc quoque donum habeat, ne velit
numeri non latebunt, intrinsecus et extrinsecus per cor- amplius.
poris cuneta dispositi; et cum caeteris rebus, quae ¡bi
magnae atque mirabiles videbuntur, rationales mentes in 5. Ipse etiam numeras aetatum, veluti dierum, si
tanti artificis laudem rationabilis pulchritudinis delecla- secundum eos artículos temporis computetur, qui in
tione succedent. Scripturis videntur expressi, iste sabbatismus evidentius
Qui motus illie talium corporum sint futuri teme re apparebit, quoniam septimus invenitur: ut prima aetas
definiré non audeo, quod excogitare non valeo. Tamen ct tanquam dies primus sit ab Adam usque ad diluvium,
motus et status, sicut ipsa species, decens erit, quicuñi- secunda inde usque ad Abraham, non aequalitate tem-
que erit, ubi quod non decebir, non erit. Certe ubi volet porum, sed numero generationum: denas quippe habere
spiritus, ibi protinus erit corpus: nec volet aliquid spi- reperiuntur. Hinc iam, sicut Mathaeus evangelista deter-
ritus, quod nec spiritum possit decere, nec corpus. minat, tres aetates usque ad Christi subsequuntur adven-
358 ANTOLOGÍA DE TEXTOS
CAPITULO XII. — RENUNCIA A SU CÁTEDRA 161 CAPITULO XVII. — EPISTOLARIO AGUSTINIANO 227
Llegan las vacaciones 161 Las cartas 227
La quinta de Casiciano 162 Los correos 228
Trabajo y filosofía 164 Destinatarios 230
Los Diálogos 165 Cartas = tratados 232
Hacia la verdad 167 Los paganos 233
En vísperas del bautismo 170 Los católicos 234
Los obispos 234
CAPITULO XIII. — EL CAMINO DE ROMA 173
Roma 237
Después del bautismo 173 Gallia, Italia, Hispania 239
El éxtasis de Ostia 174 San Jerónimo 240
La muerte de la madre 177
Mónica y Agustín 180 CAPITULO XVIII. — HACIA EL FIN 241
Patricio y Mónica 182 El saco de Roma 241
La ciudad de Dios 243
CAPITULO XIV. — Y DE NUEVO, ÁFRICA 185 Los invasores 246
Permanece en Roma 185 Conquista de África 247
En las costas de Cartago , 187 Bonifacio 248
De nuevo, Tagaste 188 Entre el fragor de las armas 249
Vida de comunidad 188 La muerte 250
La tarea de los libros 190
CAPITULO XIX. — EL ALMA DE AGUSTÍN 251
Hipona 191
¡Agustín, sacerdote! 192 Carácter humano 251
La fama del orador 195 Agustín, compañero 254
Ataque a los maniqueos 196 Hombre de su tierra y de su tiempo 255
Las luchas donatistas 198 Religiosidad 257
Sus amigos 259
CAPITULO XV. — OBISPO DE HIPONA 201 La familia 260
Coadjutor de Valerio 201 Los fíeles 261
¿Salud o enfermedad? 203 Dios 262
Comunidad de Hipona 206 Amor y caridad 263
La administración material 207
El tribunal del obispo 209
El cuidado de los pobres 210 SAN AGUSTÍN, IÍSCRITOR
La Iglesia universal 211 CAPITULO XX. — AGUSTÍN, KSCRITOR 265
Obras principales 267
PERSONALIDAD AGUSTINIANA Los diálogos 267
Las Confesiones 271
CAPITULO XVI. — AGUSTÍN, PREDICADOR 215
La ciudad de Dios 273
La palabra de Dios 215 Sermones y «Tractatus» 274
Lugares de su predicación 217 De Trinitate 277
Sermonario agustiniano 218 Las cartas 279
Los amanuenses 220 De doctrina christianu 281
Carácter de su predicación 221 De catechizandis rudibus 282
Auditorio 225 Retractationes 283
366
ANTOLOGÍA DE TEXTOS
ÍNDICE 361