Los Doce Frutos Del Espíritu Santo en Pentecostés

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Los doce frutos del Espíritu Santo en

Pentecostés
Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no
podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción
directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.

Por: Redacción | Fuente: Catholic.net

1º AMOR Es el primero de los frutos del Espíritu Santo, fundamento y


raíz de todos los demás. Siendo El, la infinita caridad, o sea, el Amor
Infinito, es lógico que comunique al alma su llama, haciéndole amar a
Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y con toda la mente y al
prójimo por amor a Dios. Donde falta este amor no puede encontrarse
ninguna acción sobrenatural, ningún mérito para la vida eterna, ninguna
verdadera y completa felicidad. Es lógico, también, que la caridad sea
un dulcísimo fruto, porque el amor de Dios, es alcanzar el propio fin en
la tierra y es el principio de esta unión en la eternidad.
2º ALEGRÍA Es el fruto que emana espontáneamente de la caridad,
como el perfume de la flor, la luz del sol, el calor del fuego, da al alma
un gozo profundo, producto de la satisfacción que se tiene de la victoria
lograda sobre sí mismo, y del haber hecho el bien. Esta alegría no se
apaga en las tribulaciones crece por medio de ellas. Es alegría
desbordada.
3º P A Z La verdadera alegría lleva en sí la paz que es su perfección,
porque supone y garantiza el tranquilo goce del objeto amado. El objeto
amado, por excelencia, no puede ser otro sino Dios, y de ahí, la paz es
la tranquila seguridad de poseerlo y estar en su gracia. Esta es la paz
del Señor, que supera todo sentido, como dice San Pablo (Fil. 4,7) pues
es una alegría que supera todo goce fundado en la carne o en las cosas
materiales, y para obtenerla debemos inmolar todo a Dios. 
4º PACIENCIA  Siendo la vida una permanente lucha contra enemigos,
visibles e invisibles y contra las fuerzas del mundo y del infierno, es
necesaria mucha paciencia para superar las turbaciones que estas
luchas producen en nosotros, y para encontrarnos en armonía con las
criaturas con que tratamos, de diferente carácter, educación,
aspiraciones y a menudo dominadas por ideas fijas de todo tipo.
 5º LONGAMINIDAD Este fruto del Espíritu Santo, confiere al alma una
amplitud de vista y de generosidad, por las cuales, ésta saber esperar la
hora de la Divina Providencia, cuando ve que se retrasa el cumplimiento
de sus designios y sabe tener bondad y paciencia con el prójimo, sin
cansarse por su resistencia y su oposición. Longanimidad es lo mismo
que gran coraje, y gran ánimo en las dificultades que se oponen al bien,
es un ánimo sobrenaturalmente grande en concebir y ejecutar las obras
de la verdad.

6º BENIGNIDAD  Es disposición constante a la indulgencia y a la


fabilidad en el hablar, en el responder y en el actuar.  Se puede ser
bueno sin ser benigno teniendo un trato rudo y áspero con los demás; la
benignidad vuelve sociable y dulce en las palabras y en el trato, a pesar
de la rudeza y aspereza de los demás. Es una gran señal de la santidad
de un alma y de la acción en ella del Espíritu Santo. 
7º BONDAD Es el afecto que se tiene en beneficiar al prójimo. Es como
el fruto de la benignidad para quien sufre y necesita ayuda.  La bondad,
efecto de la unión del alma con Dios, bondad infinita, infunde el espíritu
cristiano sobre el prójimo, haciendo el bien y sanando a imitación de
Jesucristo. 
8º MANSEDUMBRE La mansedumbre se opone a la ira y al rencor, se
opone a la ira que quiere imponerse a los demás; se opone al rencor
que quiere vengarse por las ofensas recibidas. La mansedumbre hace al
cristiano paloma sin hiel, cordero sin ira, dulzura en las palabras y en el
trato frente a la prepotencia de los demás.
9º FIDELIDAD Mantener la palabra dada, ser puntuales en los
compromisos y horarios, es virtud que glorifica a Dios que es verdad.
Quién promete sin cumplir, quien fija hora para un encuentro y llega
tarde, quien es cortés delante de una persona y luego la desprecia a sus
espaldas, falta a la sencillez de la paloma, sugerida por Jesucristo e
induce a los demás a la incertidumbre en las relaciones sociales.
10º MODESTIA La modestia, como lo dice su nombre, pone el modo,
es decir, regula la manera apropiada y conveniente, en el vestir, en el
hablar, en el caminar, en el reír, en el jugar. Como reflejo de la calma
interior, mantiene nuestros ojos para que no se fijen en cosas vulgares
e indecorosas, reflejando en ellos la pureza del alma, armoniza nuestros
labios uniendo a la sonrisa la simplicidad y la caridad, excluyendo de
todo ello lo áspero y mal educado. 

11º CONTINENCIA La continencia mantiene el orden en el interior del


hombre, y como indica su nombre, contiene en los justos límites la
concupiscencia, no sólo en lo que atañe a los placeres sensuales, sino
también en lo que concierne al comer, al beber, al dormir, al divertirse y
en los otros placeres de la vida material. La satisfacción de todos estos
instintos que asemejan al hombre a los animales, es ordenada por la
continencia que tiene como fin energía, el amor a Dios.   
12º CASTIDAD La castidad es la victoria conseguida sobre la carne y
que hace del cristiano templo vivo del Espíritu Santo. El alma casta, ya
sea virgen o casada [porque también existe la castidad conyugal, en el
perfecto orden y empleo del matrimonio] reina sobre su cuerpo, en gran
paz y siente en ella, la inefable alegría de la íntima amistad de Dios,
habiendo dicho Jesús: Felices los limpios de corazón, porque verán a
Dios. Con la gracia de Dios.

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