Anna O

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Anna O. es el pseudónimo dado por Joseph Breuer a Bertha Pappenheim.

Bertha enferma a los 21 años en Viena. Su familia llama a Breuer, un fisiólogo reconocido de la época,
en septiembre de 1880 para que trate sus síntomas. El principal de ellos era una tos persistente, que
hacía sospechar un cuadro de tuberculosis. Breuer descartó la tuberculosis pero reconoció ciertos
desórdenes mentales en ella.

El primer tiempo de incubación de la enfermedad iba desde el tiempo en que empezó a cuidar de su
padre enfermo, hasta el mes de diciembre en que comenzó a presentar una serie de parálisis, sumado a
alternancias entre dos estados de conciencia. Desde diciembre su estado se agrava hasta el punto de
quedar postrada; estado al que se anudan la presencia de alucinaciones que transforman a sus cabellos
en serpientes negras, la contractura de varios miembros y una desorganización general del lenguaje.

Para Breuer esta serie de síntomas era el resultado de la operación de un mecanismo psíquico:
partiendo de una situación en la que se habría sentido ofendida, la enferma habría decidido no hablar
de aquél episodio. Siguiendo esta hipótesis, Breuer insta a que Bertha hable, a que supere su
inhibición; sorprendentemente la paciente comienza a recuperar, secuencialmente, el manejo de
distintos idioma que había aprendido antes de contraer la enfermedad. Las mejorías van produciéndose
de manera exponencial, hasta que en abril del año siguiente puede abandonar la cama donde se hallaba
postrada.

Desgraciadamente el cuadro desmejora cuando muere su padre, a finales de abril del mismo año (1881).
Comienza a tener dificultades para ver y reconocer a las personas, con excepción de Breuer, a quien le
permitía alimentarla (otro de sus nuevos síntomas era un rechazo a la ingesta de alimentos). Ante las
ausencias de Breuer la paciente empeoraba visiblemente, llegando a presentar alucinaciones intensas y
estados hipnoides. Breuer pronto descubre que si hacía relatar a la enferma sus alucinaciones bajo el
influjo de la hipnosis, al otro día despertaba con más claridad mental y menos somnolienta.

A principios de junio su estado vuelve a desmejorar, por lo que Breuer decide trasladarla a una casa de
campo, como forma de internación. Durante este periodo no duerme y sigue rechazando los alimentos
que se le ofrecen. En los trances hipnoides en los que cae recita sus visiones alucinadas en forma de
murmullo; si alguien repetía sus dichos ella tomaba las palabras y hacía con ellas un nuevo relato, de
carácter fantástico. Hacer esto tenía cierto efecto terapéutico,, la serenaba. Pero con el transcurrir del
tiempo las fabulas se iban haciendo cada vez más ominosas, hasta el punto de quedar a merced
nuevamente de sus alucinaciones. Otra vez comprueba Breuer que al repetírsele las alucinaciones
verbalmente, su estado mejoraba. La misma Bertha dará el nombre a este tipo de terapia: “talking
cure”, “chimney sweeping”.

Luego de las mejorías que presentase con este método de “cura por la palabra”, Bertha retorna a Viena.
En Viena vuelve a empeorar su estado, intensificado por las ausencias de Breuer [hay una relación
evidente entre las presencias y ausencias del médico y el mejoramiento o empeoramiento de la
enfermedad]. Breuer formaliza su método, haciéndola rememorar verbalmente los episodios de su
vida que podrían calificarse de traumáticos, o al menos penosos. Vuelven a aparecer disociaciones
psíquicas, estados de conciencia que parecen ser independientes. A uno de esos estados de conciencia
se le podía atribuir el estatuto de “normalidad”, pero en el segundo “grupo psíquico” eran evidentes los
desfasajes: creía vivir en un lapso de tiempo entre 1880 y 1881, aunque teniendo presente la muerte de
su padre (que correspondía a un tramo más adelante en su historia). La abreacción de los recuerdos
subyacentes a los síntomas parecía provocar la remisión de estos últimos. Como los estados alterados
de conciencia se presentaban esporádicamente durante la noche, Breuer optó por inducirlos a través
de la hipnosis. Así alcanzó a los recuerdos inmediatamente previos a la alucinación de los cabellos-
serpientes: su presencia en el lecho de muerte del padre.

Estudios sobre la histeria (1895) – Breuer, J. y Freud, S.

Freud no conoció nunca a Bertha Pappenheim, sin embargo quedó fascinado con su historia. Su
lectura del caso proponía la hipótesis de que en la etiología de la histeria se halla un trauma sexual en
la infancia: un abuso o seducción por parte de un mayor. Esta tesis no era compartida por Breuer, sin
embargo coincidían en la técnica terapéutica de la cura por la palabra. En el transcurso del
tratamiento, a pesar de haber empleado la hipnosis, Breuer reconoció que el simple hecho de dejar
hablar libremente a la paciente sin inducirle un tema particular era una fuente para alcanzar grandes
logros terapéuticos. Esto último inspirará a Freud para la formulación de la asociación libre.

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