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figuras y episodios

de la

historia de méxico
Alfonso Junco

Fray Servando
El Increíble
PSICOLOGIA y EPISTOLARIO

FI23I

No. 66 Ed itor ¡¿¡I


CUANDO Alfonso Junco traza la figura y el genio de un hombre
del pasado, lo hace con tal maestría que el personaje resucita y
como que se mueve y habla frente a nuestros ojos.

Muy pocos escritores —de hoy o de ayer— igualan a Junco en el


difícil arte del retrato literario. Conciso, exacto, ágil, rotundo, no de-
rrocha ni una palabra más de la precisa para moldear la figura del

biografiado. Lo mismo hacen los grandes maestros de la pintura: los


personajes que retratan, aunque encerrados en la plástica muerta, nos
parecen redivivos.
Hay muchos modos de pintura literaria, desde el clásico de fría

pureza hasta el neobarroco que se deleita en el detalle preciosista y


nimio. El estilo de Junco sólo toca el extremo del clasicismo en la

pureza y hermosura del lenguaje, pero se apoya más en la técnica del

siglo veinte: trazos fuertes, colores valientes, síntesis plena de vita-

lidad y sugerencias.
Eduardo Enrique Ríos
("Novedades")

CADA nuevo libro

gencia, por el alimento


de Alfonso Junco es una
que
fiesta para la inteli-

le brinda, substancioso, y por el con-


tento que le da, gustosísimo: lo que dice y la manera de decirlo.
En sus semblanzas admiro la noble lección, a la vez que la maes-
tría con que bosqueja al personaje: todo está dicho, todo cuanto im-
porta, sin insistencia y sin parquedad, iluminando la figura de manera
que resalte lo esencial y característico y que toda ella parezca de bulto,
coloreada, viva. Arte consumado es ése.

J. M. González De Mendoza
De la Academia Mexicana

,ÍV\(^S3q5
S.—
ALFONSO JUNCO
OCT 13
198P

EL INCREIBLE
FRAY SERVANDO
Psicología yEpistolario

•ALK)S \ TNTC)S-
•VIDI ALI ASQIE'

•PROCELLAS-

EDITORIAL JUS. MEJICO, 1959


Derechos Reservados (c)

por el autor

PRIMERA EDICION
PREAMBULO
\AISANO y simpatizador
— con las reservas más urgentes — del
indecible fray Servando Teresa de Mier Moriega y Guerra
(1763-1827), lo he venido estudiando de tiempo atrás, sin
ánimo de ofenderlo ni defenderlo: con ánimo de entenderlo.
Busco caracterizarlo tal como fue, pintarlo al natural, bañar-
me en el torrente de su espíritu, entrar en las hondonadas y con-
trastes de su hervorosa psicología.
Obvias son sus fosforescentes chifladuras; pero ellas no le qui-

tan ni el fervor patriótico, ni el ágil talento, ni la tumultuosa eru-


dición, ni la facundia seductora, ni la irradiación personal, ni los
fogonazos de clarividencia y sensatez.
Recojo aquí algunos estudios, en dos series: la marcada con el
número I data de 1933 y años anteriores; la marcada con el núme-
ro II, de años subsiguientes, hasta 1941.

Y ofrezco al final un estupendo banquete: treinta y cuatro


cartas de fray Servando, prácticamente desconocidas, porque apa-
recieron en publicaciones de poca circulación y ahora casi inencon-
trables.

De dos fuentes —ambas con numerosas erratas tipográficas


que corrijo cuando son obvias — to7no esas cartas sabrosísimas:

1 ) Historia de Nuevo León,


de David Alberto Cossío (Mon-
terrey, 1925, tomo quinto, páginas 26 a 93). Son veinticuatro mi-
sivas. Cossío informa en la página 47 : "En el periódico llamado La
India, publicado por el Sr. Lic. Hermenegildo Maldonado, apare-

5
cicron por primera vez estas cartas del Padre Mier, dirigidas al
doctor don Bernardino Cantú, así ^omo también
las demás que
Todas ellas forman la co-
insertaré en los dos capítulos siguientes.
lección que reprodujo don Hermenegildo Dávíla, cumpliendo el
encargo del sabio doctor don José Eleuierio González; colección
publicada en edición del Periódico Oficial [de Monterrey] en el
año de 1888". Y luego puntualiza Cossío, en página 73, que esa
edición fue hecha "en la imprenta del Gobierno, a cargo entonces
del maestro tipógrafo don Viviano Flores".
Algunas de esas cartas, por lo menos — nosé si todas, ya que no
he podido hacer indagación personal — , han de encontrarse en el
Archivo Municipal de Monterrey, pues allí está, verbigracia, la

del 30 de abril de 1823 a don Bernardino Cantú, que aquí doy


fotocopiada.

2) Diez cartas hasta hoy inéditas, de fray Servando Te-


resa de Mier. Se publican por iniciativa del C. Alcalde Primero,
Prof. Manuel Flores. Monterrey, N. L., noviembre 20 de 1940.
Folleto de 36 páginas. En la cuarta del forro se lee: "Arreglo de
la edición a cargo de los señores Alberto Galán y Lic. Santiago
Roel". Explica el folleto que de esas cartas se conservan ori-
siete

ginales en el Archivo del Ayuntamiento de Monterrey, dos en copia


certificada, y otra en el archivo del doctor José Eleuterio González.

A continuación puntualizo cuáles son —en las respectivas


fuentes — los destinatarios y fechas de las misivas, trazadas todas
en la ciudad de Méjico, exceptuando una escrita desde San Juan
de Ulúa.
1 ) Historia de Nuevo León :

A la Diputación Provincial de Méjico. —De San Juan de Ulúa,


1820, diciembre 7.

Al canónigo magistral de la catedral de Monterrey, doctor


don Bernardino Cantú. — 1823: abril 30; junio 2 y 25; julio 5, 12,
13 y 30; agosto 5 y 30; septiembre 19; noviembre 1; diciembre

6
20.— 1824: enero JO; abril 17; junio 19 y 26; julio 24.— 1826:
agosto 31
A don Miguel Ramos Arizpe. — 1823: mayo 14 y agosto 28.
A la Diputación Provincial de Monterrey. — 1823: julio 5 y
agosto 20.
A su hermano Joaquín. — 1823: noviembre 12.

2) Diez cartas^ hasta hoy inéditas:



Al Ayuntamiento de Monterrey. 1822: julio 17 y agosto 21. —
1823: abril 2,9 y 23; julio 19; agosto 9 y 20; octubre 8.
A don Bernardino Cantú. — 1823: noviembre 12.

Yo pongo todas estas misivas en un solo orden cronológico,


desatando abreviaturas y con ortografía actual. La
las frecuentes

de fray Servando, que es la de su época, puede apreciarse en las


siete páginas que van en fotocopia, tomada — por mi
bondadoso
amigo el investigador Israel Cavazos — de que existen
los originales

en el Archivo Municipal de Monterrey (Correspondencia. Legajo


sin número. Año 1823).
En la ortografía de fray Servando puede observarse alguna
singularidad, como la delmui con i latina, siendo que no usa tal
letra ni como conjunción copulativa ni en las palabras rey, virrey,,
Monterrey. Y en cuanto a la refqrma ortográfica que surgió en
sus días —
año de 1815 —
para dejar a la equis representar sola-
mente su sonido propio y mudarla por jota en los vocablos donde
suena como jota, adviértese que fray Servando mantiene por algún
tiempo la antigua equis en executar, exemplo, dixe, fixo, aloxamien-
to, Guadalaxara, etcétera, pero ya en los autógrafos de
exército,
1823 que aquí reproduzco puede verse que escribe Tejas (aunque
también Texas), ejercitar, Oajaca, guadalajareños. Mantuvo, sin
embargo, la equis en México, porque alegaba que debía mantenerse
—como recuerdo de la pronunciación indígena original — en los:

nombres geográficos aborígenes. Salvo en esto último, el uso de:


fray Servando nótase alterno y fluctuante.

7
Todo este epistolaño, de excepcional vivacidad y brío, es un
tesoro para el estudioso y unadelicia para el curioso. Nos asoma,
sin velos ni tapujos, a la intimidad de los sucesos de entonces y a la

intimidad de la peculiarísima fisonomía de fray Servando.


I
EL LIO GUADAL UPA NO

MI PAISANO
giomontano
fray Servando Teresa de
ilustre"
Mier
que dijo Alfonso Reyes —
"el otro re-
, era un
inquieto y vanidoso, politiqueante y com-
tipo singular:
bativo, atrayente y alborotador, boquiflojo y megalómano; de cul-
tura vastísima y brillante, pero sin coherencia ni profundidad ami- ;

go de democracia pero con grandes ínfulas aristocráticas; co-


la

pioso en extravagancias pintorescas y a la vez en rotundos estalli-


dos de sentido común: en suma, un hombre contradictorio, origi-
nal, dinámico, con algo y aun algos de chiflado.
Vestía el hábito de Santo Domingo y tenía treinta y un años,
cuando pronunció en la Colegiata, el 12 de diciembre de 1794,
ante el Virrey, el Arzobispo y lo más granado de la metrópoli, un
célebre sermón en que, llevado sin duda de su índole novelera y su
prurito de notoriedad, soltó las más peregrinas especies: que la
imagen de la Guadalupana había sido milagrosamente impresa en
^la capa de Santo Tomás Apóstol, el cual había venido, desde el
primer siglo de la era cristiana, a evangelizar a los indios; y que,
muchas centurias después, en 1531, la Virgen se había aparecido
a Juan Diego, dándole la antigua imagen y las rosas para que las
llevara al obispo Zumárraga y se le edificara templo.
Como se ve y como lo declara el Padre Mier, no trataba él

de negar el milagro ni la tradición, sino de darles todavía más


lustre de antigüedad y grandeza pero el arzobispo Núñez de Haro,
;

hombre de mérito y de altura, recogiendo el escándalo que se sus-


citó en los oyentes y cumpliendo con su deber no por odio, ni —
envidia, ni torpeza — , abrió causa al estrambótico predicador, de

11
la cual salió privado del derecho de cátedra, pulpito y confesona-
rio, y condenado a cumplir una reclusión de diez años en el con-
vento de las Caldas, de España. (Puede y debe leerse la Causa
—que basta a desvanecer muchas consejas servandinas— en el to-

mo tercero de la Colección de documentos para la historia de la


guerra de Independencia, publicado en 1879 por Hernández y
Dávalos).
La culpa de fray Servando fue evidente, por predicar patra-
ñas y milagros fingidos, tergiversando la venerable tradición y vul-
nerando el respeto que se debe a la cátedra sagrada. El castigo
eclesiástico era, mismo, justísimo, aunque yo no sé hasta qué
en sí

punto fueran —como me


lo parecen —
extremadas las sanciones.
Sin duda en éstas influyó el ánimo —
religioso y político a la
vez — de intentar la corrección y reforma de quien ya anterior-
mente había mostrado su índole entremetida, jactanciosa y len-
guaraz, "su orgullo y genio inquieto", como en la Causa se lee, que
habíanle ocasionado reconvenciones "para que se contuviese y obra-
se como religioso".

¿De dónde sacó el Padre Mier los disparates calenturientos

que predicó?
De cierta plática que tuvo con un licenciado Borunda, buen
hombre que se había dado a estudiar la lengua y jeroglíficos de los
indios y había conjeturado algunas cosas extravagantes, las cuales
fray Servando, con su característica ligereza y fantasía, aderezó
a su modo y dio por concluyentes.
Hasta después de pronunciar su sermón leyó algo de la Clave
Historial que estaba escribiendo Borunda, y "confieso —declara
que, lejos de haber hallado las pruebas incontrastables que el
hombre me había asegurado tener, hallé una porción de dislates
propios de un hombre que no sabía teología, y aun de todo anti-
cuario y etimologista, que comienza por adivinanzas, sigue por
visiones y concluye por delirios". La confesión de fray Servando
no puede ser más categórica, aunque es justo advertir que el mo-

12
desto Borunda no habló de pruebas incontrastables, y esto fue adi-
tamento de Mier para deslizar hacia el otro su propia responsa-
bilidad.
En suma: el castigo eclesiástico para fray Servando, era justi-
ficado y procedente. No había ni los odios, ni las envidias, ni las
calumnias, ni las diez mil cosas negras que él ha fantaseado, en su
delirio de persecución y de grandeza, y que han prohijado sin aná-
lisis la mayoría de sus biógrafos.
Padre Mier parte a España y cumple sencillamente su
Si el
reclusión conventual —
cosa no tremebunda para un religioso
todo se acaba en paz.
Pero tenía la sangre de azogue, y convertido en el genio de la
fuga, se dedicó a evadirse de sus reclusiones sucesivas, agravando
así, complicando y dando nuevas e indefinidas repercusiones a su

falta inicial.

Por cierto que del fundamental incidente guadalupano y de


sus cinematográficas aventuras por Europa, nos ha dejado un re-
lato vivaz, desenfadado, hiperbólico, incisivo y pintoresco, insegu-
rísimo como historia, pero divertidísimo como novela.

Don Juan Muñoz, cronista real de las Indias, había


Bautista
presentado en laAcademia de la Historia, de Madrid, aquel mismo
año de 1794, una Memoria —
publicada hasta 1817 —
impugnando
la historicidad de las apariciones guadalupanas.
Este trabajo, de excelente estilo y avalorado por el prestigio

del autor,pudo deslumhrar a quienes, alejados de nosotros, apenas


conocían vagamente y de oídas nuestras cosas, pero hace realmen-
te sonreír por su debilidad y exigua documentación a quienes con
conocimiento de causa lo leemos ahora.
En cuanto fue conocido en Méjico, obtuvo refutaciones exce-
lentes.La mejor, en mi sentir, es la del famoso Guridi y Alcocer,
publicada en 1820, quien inserta íntegra en su libro la Memoria
de Muñoz, para que el lector vea dice — —
si es más fuerte la obje-

13
ción o la respuesta ; y va contestando, punto por punto, en un estilo

sobrio, lúcido, elegante y moderno, que da gozo leer.

Estando en Burgos, supo fray Servando de la Memoria que


había presentado Muñoz, y en 1797 trabó con él correspondencia,
escribiéndole seis cartas muy extensas en que aparecía compartien-
do la opinión de aquél, ampliando sus datos y reforzando sus razo-
nes.(Forman un volumen publicado en Méjico, 1875, y posterior-
mente )

Quiso, sin duda, fray Servando, darse importancia codeándose


epistolarmente con hombre de tanto viso, y congraciarse con per-
sonaje a quien, por ser cronista real, suponía influyente en la corte
y capacitado para brindarle algún apoyo en la feliz conclusión de
su causa pendiente; esto se conjugó con el natural despecho por
el castigo y humillación que sufría, pues las razones para dudar
"las he descubierto — le dice textualmente a Muñoz — ,
después
que la persecución me
ha hecho meditar y estudiar el asunto". Y,
lanzado por este camino con su vehemencia nativa, llega en 1797
a tildar abiertamente de "fábula" la tradición guadalupana, el
mismo que tres años antes protestaba —
y así era la verdad que —
no pretendía negar, sino robustecer y exaltar la tradición.

Pero más tarde volvería a desdecirse. .

Oportunista en sus cartas a Muñoz, fue oportunista de nuevo


al Y en su primer discurso en el congreso cons-
volver a la patria.
tituyente, del que formó parte como diputado por Nuevo León,
olvidándose de su correspondencia con Muñoz y queriendo trocar
en mérito patriótico las pesadumbres que le atrajo su sermón estra-
falario, dijo con toda solemnidad el 15 de julio de 1822: "Los
mejicanos, en el año de 1794, me llenaron de imprecaciones, cre-
yendo que en un sermón había negado la tradición de Nuestra Se-
ñora de Guadalupe. Los engañaron: tal no me había pasado por
la imaginación; expresamente protesto que predicaba para defen-

derla y realzarla".

14
Y todavía para morir, cuando, con singularidad muy propia
síiya, salió a convidar personalmente a sus amigos para su Mático,
y antes de recibirlo de manos de don Miguel Ramos Arizpe, el 16
de no\"iembre de 1827, pronunció ante la fastuosa comitiva militar
y popular un discurso, volvió a protestar solemnemente que él no
había predicado contra la tradición guadalupana.

Ya de todo esto se colige la poca seriedad que puede conce-


derse a la impugnación del Padre Mier.
Atiborrada de insegura y tumultuosa erudición, de ardientes
disparates mezclados con útiles obser\aciones, de fantaseos etimo-
lógicos —pues Padre gozaba con multiplicar citas en náhuatl,
el

aunque ignoraba el náhuatl —


su impugnación ha sido refutada
.

vigorosamente por Tomel y Mendívil, por el Padre Antícoli y otros,


y singularmente en nuestros días por don Primo Feliciano Veláz-
quez, en su notable libro sobre La Aparición de Santa María de
Guadalupe (1931), nutrido de austera y decisiva erudición.
Fray Ser\ ando es todo im caso psicológico. Muy en serio,
resulta imposible. Risueñamente hay que tomarlo —
y disfrutarlo

como era.

15
1

DOS MANERAS

menos, dos maneras de juzgar a


SE do Teresaporde Mier:
ofrecen, lo Servan-
una, tomándolo absolutamente en
fray
serio

y considerándolo como hombre normal otra, tomándolo pre-


;

ferentemente en broma y considerándolo como semichiflado.


La primer manera, más objetiva y rígida, conduce rectamen-
te en ciertos trances a juicios severos y reprobaciones graves; la
segunda manera, más subjetiva y flexible, tiende a atenuar el rigor,
explicando, aunque no justificando, tales o cuales aberraciones, por
la peculiar psicología del personaje.
Sirva de ejemplo la actitud de fray Servando en la cuestión
guadalupana.
En su célebre sermón de 1794, no niega, sino infla y exagera
el prodigio del Tepeyac.
Castigado, arriba a España, y mezclándose acaso el despe-
cho y el interés, llega a decir en una de sus cartas al antiaparicio-

nista Muñoz -
—de quien espera algún favorable influjo en la cor-
te — que la tradición guadalupana es una "fábula".
Pero esto se le olvida cuando, vuelto a la patria, protesta con
reiterada solemnidad, primero en el Congreso y luego en su tálamo
de muerte, que nunca imaginó siquiera negar la tradición de Nues-

tra Señora de Guadalupe, sino que predicó "para defenderla y


realzarla".
Juzgando rigurosamente, ¿qué opinión provoca lo expuesto?
Que este hombre carece de convicciones o carece de hombría para
sostenerlas.
Pero una benévola interpretación psicológica entenderá que

16
era cierto lo queel doctor Mier protestaba solemnemente, y hallará

en y valimiento de Muñoz, en los padeceres y ansieda-


el prestigio

des hiperestésicos del expatriado fray Servando, en su inflamada


reacción y en sus ingénitas vehemencias, atenuaciones para aquel
descarrío alucinada y eventual.
Otro ejemplo : fray Servando inventándose obispo.
Cuando con Mina a playas mejicanas, en 1817, vestía
llegó
traje episcopal, desparramaba bendiciones con su diestra anillada

y concedía chorros de indulgencias a cuantos abrazasen la causa.


¡
Y era tan obispo como yo checoslovaco
¿Cómo juzgar tamaña farsa? ¿Qué calificativo merece un
sacerdote que de tal modo hace pantomima y escarnio de la digni-
dad episcopal?
Pero el juicio, sin dejar de ser reprobatorio, se inclina a algu-
na benignidad, si considera que aquel hombre estrambótico obse- —
sionado por la Independencia, a cuyo servicio enderezaba el tal
ardid —
estaba siempre y como naturalmente en trance de aven-
,

tura, comedia y fantasía.


Repitámoslo tomándolo en serio y como hombre normal, fray
:

Servando merece calificaciones gravísimas; tomándolo en broma


y como semichiflado, las calificaciones se tornan más benignas y
dúctiles.

17

S.--2
BANEGAS Y ALAMAN

EN SERIO lo toma y juzga, de paso, el limo. Sr. don Francisco

Banegas y Galván, en su notable Historia de Méjico. Se ad-


vierte austeridad, pero hay intachable justicia, en las líneas
que dedica al Padre Mier.
Oigámoslas
"En los primeros días de julio (1822), llegó a Méjico fray
Servando Teresa de Mier, libertado por Dávila del Castillo de
Ulúa, como se ha dicho ya. Desde su llegada a Veracruz se mos-
tró ardiente partidario de la república, desatándose sin ningún
reparo en invectivas contra el imperio.
"Su ingenio, su verbosidad y su audacia; lo variado y azaroso
de su vida en Europa y en los Estados Unidos; la facilidad que
tenía para fingir lances extraordinarios en que era actor principal,
entreverándolos con verdaderos ; la instrucción variada, aunque he-
terogénea y superficial, adquirida en múltiples lecturas; lo laxo de
sus costumbres, sin llegar a manifiesta relajación; su porte distin-
guido, sus maneras finas, sus tendencias aristocráticas que le abrían
las puertas de las clases elevadas de la sociedad ; y sus ideas demo-
cráticas, sus duros juicios contra Iturbide expuestos en anteriores

escritos, la simpatía que en ellos había manifestado por los insur-

gentes, su participación en la empresa de Mina y lo que había


padecido por esta causa, cosas todas que le ponían en contacto
con los insurgentes concillándole su estimación: todo esto y hasta
el carácter sacerdotal de que estaba investido, hacían de fray Ser-
vando un enemigo terrible" (Tomo II, cap. 3).

18
Nótese que, enumerando monseñor Banegas las calidades de
fray Servando, que le hacían un terrible enemigo del imperio de
Iturbide, pone entre otras lo laxo de sus costumbres, sin llegar a
manifiesta relajación. La frase tiene diáfano sentido. Mier no es

relajado de costumbres, y claro que el serlo, desacreditándolo, hu-


biera debilitado y no acrecido su fuerza como adversario político
de Iturbide; pero sí es laxo de costumbres, expresión que aplicada
a un sacerdote —
obligado a mayor austeridad y recogimiento
puede aludir a la abundancia de visitas y comadreos, a la frecuen-
tación de fiestas y espectáculos, al metimiento con tirios y troyanos
por andar de casa en casa y de corrillo en corrillo, cosas todas que
sí cooperan eficazmente para hacer más terrible, por lo múltiple
de su influjo y de su capacidad difusiva, a un adversario político.
Y es el caso de Mier.
En su proceso de 1817 no faltaron acusadores contra sus cos-
tumbres, diciendo, por ejemplo, que en el buque venía una mujer
francesa a la que malas lenguas llamaron la obispa; pero otros de-
clarantes —por lo demás desfavorables a Mier — desautorizaron la

acusación, diciendo que aquella señora, ya de edad, era muy de-


cente, y que fray Servando observaba honesta conducta y todo se

absorbía en leer y escribir.


Yo así lo creo: leer, escribir, hablar, urdir planes, figurar:
ésta era la vida, éste el oxígeno, ésta la sustancia de fray Servando.

El juicio de Alamán, que conoció y trató al Padre Mier, vale


la pena de escucharse, porque con ser don Lucas hombre austero
y con salpicar de suaves ironías los párrafos que veremos, transpa-
rentase en ellos una risueña simpatía por el extravagante personaje.
Parece, en suma, inclinarse Alamán a la segunda manera que dije,

de juzgar a fray. Servando.


"Pocos días antes de la coronación (de Iturbide), había llega-
do a Méjico el Padre Mier, y habiendo sido aprobados sus poderes

19
como diputado nombrado por Monterrey, se presentó a jurar y
tomar asiento en el Congreso en la sesión del 15 de julio (1822).
Corrió la noticia en el público, y fue grande la concurrencia en las
galerías, con deseo de conocer a un hombre que tanta celebridad
había adquirido, primero por la persecución que sufrió por el ser-

món de Guadalupe, y después por sus escritos y padecimientos.


Recomendábanlo, además, su semblante, sus canas y la facilidad y
gracia con que hablaba, especialmente cuando se abandonaba a su
imaginación y verbosidad en discursos menos estudiados. En el que
pronunció ocupando la tribuHa luego que hubo prestado juramen-

to, refirió con extensión toda su historia y terminó pidiendo al Con-


greso mandase que los prelados de Santo Domingo le devolviesen

sus libros e insignias doctorales" . . . (etcétera, etcétera). "Aunque


nada de esto fuese del caso, ni tocase al Congreso decretarlo, el

discurso fue muy aplaudido y la popularidad del orador quedó con


él establecida.

"Era el Padre Mier la mezcla más extraña de las más opues-


tas calidades; republicano decidido y enemigo de los monarcas,
era, por otra parte, aristócrata por inclinación, y se suponía des-
cendiente de Cuauhtemotzín y emparentado con todas las familias
más ilustres de Méjico, habiendo reclamado al leerse el acta de
la sesión en que se presentó en el Congreso, porque en ella se le

llamaba simplemente don Servando Mier, y no don Servando Te-


resa de Mier, por ser el de antepuesto al apellido, carácter distin-
tivo de la nobleza; censor austero de los abusos de la corte de
Roma, decía ser prelado doméstico del Papa, por cuyo empleo y
por habérsele hecho creer que había sido nombrado obispo de
Baltimore, usaba un traje particular con el que llamaba la atención;

pero este mismo carácter ligero y aun extravagante, lo hacía bien


recibido en todas partes, y habiéndose declarado contra el im-
perio de Iturbide, el nuevo monarca no tenía enemigo más acé-
rrimo ni que mayores daños le causase". [Historia de Méjico, tomo
V, libro II, cap. 8).
Rectifiquemos en un punto a Alamán: No le hicieron creer a
fray Servando que fuese obispo; él quiso hacérselo creer a los de-

20
más. Y tan se sabía culpable en el embuste, que en su proceso negó
—con notoria falsedad — haber ejercido actos episcopales, y sólo
defendió el uso que hacía de los hábitos morados, alegando que
le correspondían por ser Monseñor.

21
EGOCENTRISMO Y FANTASIA

, T^STO de los embustes del Padre Mier!. . .

i Ij Hiperbólico nato, sentía una orgánica necesidad de inven-


tar y de ser protagonista. Y en sus Memorias —deliciosas
de gracia y desparpajo —
sale él siempre con traje de víctima y de
héroe, y todos los que en una forma u otra se atraviesan en su ca-
mino, resultan para él enemigos, perseguidores, ¡monstruos!
Sería interesantísimo un cotejo, a doble columna, de lo que en
su Autobiografía cuenta fray Servando y de lo que positivamente
fluye de limpias fuentes documentales, públicas algunas, otras so-
terradas aún. Clara luz se obtendría sobre la cantidad y calidad
de las tergiversaciones servandinas.

Los biógrafos y comentadores del doctor Mier han solido


creerle, sin sujetar a crítica ycompulsa todas sus egolátricas fan-
tasías; y está aún por escribirse la verdadera biografía del diná-
mico fraile.

Urge que quienes preparan trabajos sobre él, no nos den ya

novela, sino historia. Historia, eso sí, con fuerza y vida y plasticidad
de novela.

Podría fray Servando unimismarse con aquel personaje de


quien se cuenta que en los bautizos quería ser el niño, en las bodas
el novio y en los entierros el cadáver. Necesitaba, dondequiera, ser
el centro y el eje del asunto. A veces lo era, y encantados. A me-
nudo no lo era, y entonces lo inventaba.

22
Llega con Mina, en 1817, a playas de Méjico. La revolución
insurgente no ha tenido hasta entonces ningún obispo. ¡
El será
ése! Y
no sólo obispo, sino representante y nuncio del Papa. Todo
comedia :
¡
pero fray Servando hará el papel más encumbrado y
rutilante
Le cogen preso en Soto la Marina. Una fuerza militar lo trae-
rá a la metrópoli, agobiado de grillos, rodeado de ásperas caute-
las. Fray Servando ponderará, hiperbólico, esta rudeza, pero en
parte la justificará para gloria suya: "porque su casa es una de
de este reino", y "cuando estuvo en Soto la Marina
las principales

había saludado a todos sus parientes, y éstos hubieran hecho su


deber, y por esta causa y temerosos de ello lo habían sacado con
grillos a las once de la noche". Cohonestará los grillos abomina-
¡

dos, por tal de poner en las nubes la nobleza y poderío de su casa


—devaneo perpetuo de este demócrata — y la hipotética conmo-
ción que hubiera producido su prendimiento!
¿Se habla del intrépido jefe de la expedición? Teme por él:
¿qué hará sin la dirección y los consejos de fray Servando? Enca-
rece "sobremanera la gran falta que hace al lado de Mina, porque
éste carece de muchos conocimientos"; y antes ha dicho "que él
hacía mucha falta al lado de Mina por la mucha opinión que tenía
tanto en el reino como en Europa; que con sola su opinión podía
juntar treinta o cuarenta mil hombres"... ¡Siempre el eje! El
pobre de Mina queda al margen.
Hasta como asesino reclama el primer puesto: "En las jun-
tas secretas que tenían los frailes, yo cuenta —
era el que estaba —
encargado para degollar a todos los gachupines". ¡Nada más! Y
el incruento homicida —
dicho sea en su honor no era capaz de —
matar una mosca.
Siempre igual. Egocentrismo. Fantasía.

23
CARCELES INQUISITORIALES

ÓNDE dijo el Padre Mier lo que acabo de recordar?


En unos curiosos diálogos que entabló en la inquisición
^ con otro recluso, fray José de Lugo y Luna, y que fueron
sorprendidos y registrados por el alcaide de la prisión y su teniente.
Desconocidos hasta hace poco, publicáronse en el Boletín del
Archivo General de la Nación, correspondiente al tercer trimestre

de 1932.

"Día 18 de septiembre de 1817. El reo número 21 (fray Ser-
vando) a las once de este día, luego que entró en el jardín número
,

12 para tomar el sol, tosió recio y empezó a cantar en el mismo


tono parte del Prefacio: Veré digrium et (etcétera), y respondió
el número 10" (Lugo), por la ventana de su cuarto, que daba al
jardín. Así nacieron relaciones que se prolongaron por varios días.
Y aquí tomamos sendero para una reflexiva digresión. La cár-
cel de fray Servando era un cuarto ventilado y con luz, donde tenía
licencia para escribir a sus anchas, según sabemos que lo hizo co-
piosamente; se ignoraban los cepos, y había establecida la costum-
bre de sacar a los reos a los jardines para tomar el sol. Tales eran
¡

las pavorosas cárceles secretas, tales los inmundos calabozos de la

Inquisición

¿Y cómo eran, por el mismo tiempo, las cárceles no inquisi-

toriales?

Fray Servando, en memorial escrito en Cádiz en 1804, nos

24
pinta una cárcel correccional de España — los Toribios, de Sevi-
lla — , adonde lo mandaron por orden de Su Majestad:
"Considérese un obscuro pasadizo o callejón de cuarenta y
ocho pasos de largo y ocho de ancho, con cuatro ventanillas de a
tercia junto a las vigas, y allí unas secretas pestilentísimas, y tres
calabozos pequeños donde se acumulan cuantos van a ser devo-
rados de un pulguero inextinguible, sin que jamás haya otro re-
creo, alivio ni ventilación, sino grillos y cadenas.

"La comida son cuatro onzas de carne por cabeza, que, qui-
tados los huesos, resta una hambre mortal.
"¿Qué debería sentir el declarante, que no tenía aun el con-
suelo de hablar con los otros presos ni podía pasear estrecho y
el

triste callejón; sino en un ajigosto calabozo, sin libros ni otro ali-


vio, yacía encerrado bajo la custodia de un loco, con un par de

grillos y sobre ellos una barra de hierro de cuatro a seis arrobas,


con unos grilletes tan estrechos que luego le hincharon las piernas,

y sin poder tener otro movimiento que estar tirado boca arriba?"
Hagamos las rebajas que hay que hacer normalmente en fray
Servando, y siempre, de la cárcel no inquisitorial, nos quedaremos
con un cuadro junto al cual el de su estancia en la Inquisición ten-
drá toques de idilio.

Y así resulta que, como por su clara franqueza se ha dicho de


Maquiavelo que es lo menos maquiavélico que pueda imaginarse,
de igual modo, por su benignidad relativa dentro de los usos de
cada etapa de su historia, puede decirse de la Inquisición^que era
lo menos inquisitorial del mundo.

De una cosa quejábase fray Servando: quería más luz por la


líoche.

Se le daba, como a todos, una vela para las horas nocturnas,


pero él hace petición a los inquisidores de que se le aumente la pro-
visión, porque siempre ha sido escaso de sueño, sólo duerme cua-

25
tro o cinco horas, y ¿qué hacer, en tinieblas, las restantes? En su
alegato tiene rasgos de elocuencia:
"¿A qué viene, señor, escasear tanto la luz que siempre hace
compañía a un infeliz? ¿ No hace Dios, como dice el Evangelio, sa-
lir igualmente su luz sobre los buenos y los malos? A los viejos ya
parece que se nos apaga el sol. ¿Por qué aumentar la tristeza de
mi corazón?"
Y temiendo se le responda que no puede romperse la regla,
concluye
"Luego salen con la costumbre. Pero la costumbre sin razón,
dice San Cipriano, no es más que un desatino viejo". ( Hermosa ¡

palabra!). "¿Por qué no quema todavía el Tribunal los hombres


vivos en un brasero? ¿no da tormentos? Costumbres eran de . . .

siglos; la razón las abolió".

Donde comprueba, de paso, que ya para entonces no que-


se
daban de la tortura en el Santo Oficio; pues este
ni rastros del uso
tribunal fue el primero en el mundo —
en todo el mundo, a lo que
entiendo —
que abolió prácticamente aquel medio de averiguación
,

judicial.

En suma, fray Servando tuvo un trato muy aceptable en la

Inquisición. Cuando ésta fue abolida, el reo pasó a poder del go-
bierno virreinal, quien lo envió a Veracruz con destino a España.
En Veracruz —a 11 de septiembre de 1820 — ,
pone un memorial
al Gobernador Dávila, donde incide en sus habituales invenciones

"Tres años — — dice estuve en los calabozos de la Inquisición,


sin que se me hiciese cargo alguno, a pesar de mis instancias".
¡
Sin que se le hiciera cargo alguno !
¡
Como si él ignorase que
—fundidas en el tribunal del Santo Oficio- — su causa civil era por
rebelión armada, y su causa eclesiástica por el embuste episcopal
y otra ingenuas travesuras! (Véase el copiosísimo e interesantísimo
papelamen de esta causa, en el tomo sexto de los Documentos de
Hernández y Dávalos )

26
Y prosigue el doctor Mier, queriendo amedrentar al Gober-
nador con su ruidosa megalomanía nobiliaria:
"Tengo en Méjico casa y casas, porque estoy emparentado con
su principal nobleza. Tengo casa en el Nuevo Reino de León, don-
de desciendo de sus primeros conquistadores, y mi padre fue Go-
bernador y Comandante General. Pero también la tengo en Es-
paña, y es la misma de los Duques de Altamira y de Granada. El
Rey me conoce, ha leído y apreciado mis obras, sus edecanes son
mis amigos y camaradas. Conozco a sus ministros, y el de Estado
puedo decir que es mi padre. La parte más lucida en las Cortes,
españolas y americanas, son mis parientes o mis amigos" . . .

¡
La egregia parentela de fray Servando inundaba ambos mun-
dos, y el ministro de Estado casi resultaba su progenitor!
GENIO Y FIGURA

ALGO de
cubre por
la extema catadura de fray Servando
el acta levantada en la Inquisición al arribar a
se nos des-

ésta el dominico en agosto de 1817.


Era entonces de cincuenta y tres años, "su estatura dos varas
escasas, su color blanco rubio, sus ojos pardos, pelo rubio, barba y
cejas un poco negras, con el brazo derecho quebrado; y trae en su
cuerpo camisa de crea azul listada, pantalón de coleta, levita ne-
gra con vueltas moradas, chaleco negro de lana, zapatos sin me-
dias; y sin insignia ninguna de cristiano" . . .

Este indumento no placía a su poseedor. Suspiraba por su tra-


je morado — que decía le tocaba como protonotario apostólico o
prelado doméstico de Su Santidad —
y en cuanto pudo se lo vis-
,

tió, tan encarnizadamente que no sé si se lo apeaba para dormir.

¿Correspondíale, en efecto?
"No ha hecho constar debidamente la facultad de vestirse
morado" —
afírmase en el proceso del Santo Oficio y el italiano — ;

Domingo Andreis, que venía con fray Servando en la expedición


de Mina, y que no muestra mala voluntad para el dominico, en sus
declaraciones dijo que él conocía al Sumo Pontífice y a su Secreta-
rio de Estado, cardenal Pacca, y que cuando "le movía muchas
el

veces conversación de estos conocimientos de Roma al dicho Pa-


dre Mier, éste se excusaba de entrar en tal conversación, abochor-
nándose, pareciéndole que declara, por esto y porque no oyó de-
al

cir en Roma su nombre alguna vez, que no sea cierto el título de

prelado de Su Santidad".
Como fray Servando Teresa -
—gran imaginativo y megalóma-
28
no — conjugaba el verbo fantasear en todos sus tiempos y modos,
casi seguro es que su prelacia o protonotariado pertenezca al mun-
do rutilante de las quimeras, único donde tienen acomodo milla-
radas de cosas que cuenta en sus Memorjas como vividas y tan-
gibles. Pero era tan perseverante y tan fiel en sus esponjadas fan-
tasías, que aunque en el Santo Oficio, por ejemplo, tuvo que ne-

gar, para eludir el castigo, lo de su embuste episcopal, pasada la


tormenta y en plena posesión, años más tarde, de su curul de padre
conscripto, volvía con peregrino aplomo a su comedia, y escribía
Monterrey firmando, tranquilamente
a la Diputación Provincial de
Servando, Arzobispo de Baltirnore. ¡Ni más ni menos!

Pero no había en él maldad. Y caía en gracia.

De la simpatía, don de gentes y magnetismo de fray Servando


nos sobran testimonios.
Fray Iñigo de San José, que en la Hacienda del Cojo entre-
vistó al doctor Mier cuando éste, conducido por el capitán Ceba-
llos, hacía su doliente cabalgata de Tamaulipas a la metrópoli,

cuenta en las páginas del proceso, que "el expresado doctor, con
un semblante gracioso, voz sonora y una afluencia y facundia rá-
pida como un torrente, capaz de engañar al que no esté bien afian-
zado e instruido ponderaba con una exageración indecible y
. . .

pintaba como si estuvieran hechos, los inmensos tesoros que go-


zarían en estas tierras, con la independencia, los habitantes de
ellas".

Y como hablaba y escribía sin reposo y sin reparo, y la eman-


cipación era su tema obsesionante y hacia ella distendía la multi-
plicidad de los resortes de su insaciable actividad, no faltaba mo-
tivopara que le tuviesen los realistas por más peligroso que al

"primer cabecilla Hidalgo". Y si no le toca al Padre Mier, durante


su prisión, el período de apaciguamiento bélico y de consecuente
benignidad en el gobierno virreinal, sin duda que, a la manera de
los primitivos sacerdotes insurgentes, habría tenido que dejar la
cabeza en la aventura.

29
Mas no la dejó. Y don José María Tornel y Mendívil pudo
disfrutar de su "voz encantadora y que sonaba como la plata", y
darnos del nervioso dominico algunos rasgos gráficos y justos:
"En España, por su carácter inquieto, se buscó varias persecu-
ciones que le precisaron a viajar por otros países en Europa, ade-
lantando en conocimientos, no mucho en madurez de juicio . . .

"Cuando se trató de establecer forma de gobierno que con-


la
venía a nuestra situación, pronunció un discurso lleno de elocuen-
cia y previsión contra el sistema federal aplicado a nuestras cir-
cunstancias y si ésta fuera la única producción conocida del doctor
;

Mier, abundaran motivos para colocarlo enlre los más distingui-


dos hombres de Estado de la República . . .

"Por su patriotismo indomable, merece un lugar señalado en


la historia. Sus talentos eran sobresalientes y había logrado per-
feccionar su educación. En las discusiones se animaba con facili-
dad, y sorprendían algunas veces elocuentes rasgos que vertía con
una voz encantadora y que sonaba como la plata. Sus costumbres
eran buenas, y aunque solía explicarse en términos ofensivos, dañar
a alguno jamás fue su intención" . . .

En sus últimos años, brindóse a fray Servando una pensión de-


cente y un alojamiento en el propio Palacio Nacional. "El Presi-
dente Victoria escuchaba con mucha paciencia sus impertinencias
y le toleraba hasta algunos insultos, convencido de que la malicia
que manifestaba no era propia, sino trasmitida por los que abusa-
ban de su candor de paloma".
Sobre esta columbina apreciación habría mucho que platicar.
Sin duda brillan en el dominico ciertas ingenuas espontaneidades;
pero la socarronería anda tan cerca y complace y especializa de
se

tal modo en ponderar el es muy de temerse


propio candor, que
e interrogarse si no resultarán más columbinos que fray Servando
los que por tal le tenían.

30
LA VISION DE ITURBIDE

Sí COMO este problemático ingenuo tenía sus malicias, así

este incuestionable semichiflado tenía sus sensateces.


El que fue tremebundo enemigo de Iturbide —y sólo lo fue,
originariamente, porque traía en la cabeza la prevención, muy en
boga entonces, de que monarca equivale a tirano —
expuso sobre el
auténtico sentido y razón de la independencia, sobre los excesos de
los insurgentes y sobre el justo modo de luchar por la emancipación,

conceptos notablemente iguales a los expuestos por Iturbide al em-


prender y al consumar la hazaña.
Es en una misiva que figura en su causa y que apenas se co-
noce. Escribióla el Padre Mier en Soto la Marina, el 25 de mayo
de 1817, y la dirigió a fray Pascual de Jesús María. Documento
privado, indudablemente Iturbide no tuvo noticia de él. Escuche-
mos:
"Yo acepté este partido [el de la Independencia], porque
asímás presto acabará la efusión de sangre que por Méjico y por
toda América se derrama a torrentes inútilmente porque la eman-
;

cipación ya no tiene remedio. A más de que la Europa la protege,


veinte millones de hombres que quieren ser libres lo serán a pesar
del mundo entero . . .

"Obstinarse en contra de la emancipación es querer forzar la


naturaleza. El orden natural de las cosas es que toda colonia se
emancipe en llegando a bastarse a sí misma. Así ha sucedido a to-
das las colonias del mundo, y aun los hijos, en llegando a su viri-
lidad, quedan emancipados de la sagrada dependencia de sus pa-
dres naturales. Demasiado tiempo ha estado la América en las

31
fajas de una tutela opresora que monopoliza su comercio, y no le

permite fábricas, ni viñas, ni olivares . . .

"Hasta ahora no ha faltado a la insurrección sino jefes, ofi-


ciales y armas. Todo lo tenemos en abundancia y excelente.
"Ha faltado también conducta, porque la canalla se ha pues-
to a la cabeza embriagada de pasiones viles y matando europeos
sólo por serlo. Acá traemos ideas más nobles; nuestra conducta
no puede mejorarse, y no haremos sino defendernos de quien quie-
ra destruirnos. Convidamos a la libertad civil, justay razonable;
a nadie forzamos a tomar las armas; que nos haga guerra nos
el

hallará, se^ criollo o gachupín; el que se esté quieto no será inco-


modado para nada" . . .

Con esta cordura hablaba fray Servando en sus buenos ratos,


que no le escaseaban. Y es curioso que, al hablar así, desautorizase
algunas de sus páginas históricas, y él, representativo de la insurgen-
cia y adversario de Iturbide, coincidiese punto por punto con la
visión certera del Libertador.

32
II

S.—
LO DE GUADALUPE
Y LAS CALUMNIAS

lUNTO de arranque de sus desventuras y aventuras, obsesio-


nes y correrías, fue el sermón que en 1794 predicó en Gua-
dalupe fray Servando, Y
yo no le tengo mala voluntad como —
alguien ha fantaseado — por las fantasías que allí pronunció: más
bien me caen en gracia. Y las contradicciones de fray Servando en
este asunto son tan estrepitosas, que sirven para pintar su contra-
dictoria fisonomía, no para invalidar la historia guadalupana.
Fray Servando —
como con reiterada solemnidad lo protestó,
incluso en su tálamo de muerte —
no quiso negar la tradición, sino
ostentarla todavía más arcaica y gloriosa: ella no arrancaría del
siglo dieciséis, sino del siglo primero de la era cristiana; no se es-

tamparía la Virgen en el ayate de Juan Diego, sino en la capa del


apóstol Tomás. Y este antiquísimo prodigio vendría a nueva luz
en los primeros años de la conquista, apareciéndose la Virgen al
indio para entregarle aquella venerabilísima pintura a la vez que
las rosas y el mensaje para Zumárraga.
Hubo, pues, según fray Servando, aparición y milagro en 1531,
pero magnificados y relacionados con im milagro y una aparición
ya para entonces vetustos de quince siglos.

Todo esto, como se ve, no intentaba ir en contra, sino en favor,


del prodigio guadalupano. A mí me mueve a risa; pero, conside-
rado seriamente, claro que no podía aceptarse por espíritus res-
ponsables y cuerdos. Para reprobar tales infundios no se necesitaba
malquerer a fray Servando: bastaba un poco de juicio.
Y ¿quién duda que, desde el punto de vista de la respetabi-

35
lidad sacerdotal, mostrabael dominico una atolondrada ligereza,

un "milagrismo" novelero y una falta de reverencia a la cátedra


sagrada, que justamente merecían sanción eclesiástica?
En ello intervinieron de consuno —recogiendo el escándalo
espontáneo de toda la ciudad , así el arzobispo de Méjico, supe-
rior nato y general en la materia, como el provincial de los domi-
nicos, superior particular de la orden religiosa a que pertenecía
fray Servando. Y hasta el virrey — si quiere invocarse el Real Pa-

tronato — .cooperó, con plena conformidad, en lo que fue menester.


¿Qué jurisdicción salía ofendida ni qué legalidad se violaba, cuan-
do en el proceso eclesiástico intervenían, con absoluto acuerdo, los
innegables superiores legítimos del fantasioso predicador, y cuan-
do el representante del rey, lejos de objetar, colaboraba?
Todo esto me parece de nítida evidencia, a pesar de lo que
alambicadamente arguya fray Servando con explicable y natural
apasionamiento, y a pesar de lo que hubiere dicho si es que lo —
dijo, pues sólo conocemos el siempre inseguro referir del intere-
sado — la Academia de la Historia de Madrid, que ciertamente

andaba atrasadísima en erudición mejicana. Pero huelga el dic-


tamen académico, donde nosotros podemos ver y juzgar por cuen-
ta propia.

Examinando el proceso que se siguió a fray Servando, la muy


juiciosa y docta censura que de su sermón hicieron los maestros
Uribe y Oniaña, la benignidad que se le 'ofreció si presentaba una
humilde y leal retractación, y finalmente el edicto que en marzo
de 1795 publicó el arzobispo don Alonso Núñez de Haro hom- —
bre descollante por ilustrado, caritativo y benefactor nada absolu- — ,

tamente encuentro de "torpe y calumnioso", nada de "incultura",


nada de "odio".
Todos estos cargos, vehementemente prodigados por mi he-
rido y sulfúrico paisano y luego benévolamente acogidos por casi
todos sus biógrafos, parécenme sin sombra de base.
¿Cuál calumnia puede señalarse en el edicto? Repruébase en
él,con toda justificación y rectitud, que fray Servando predicase
en la Colegiata "una nueva y fingida historia" guadalupana, con

36
otras muchas "fábulas indignas de aquel santo lugar, hasta haber
afirmado que ese santo apóstol (Tomás) dejó ocultas las imágenes
del Santo Cristo de Chalma, de Nuestra Señora de los Remedios
y otras que se veneran en el reino : con lo que quedó escandalizado
todo el público".
¿Dónde de un prelado eminente (véase su
está la incultura
biografía por don Francisco Sosa, en El episcopado mejicano), que
ya, por caso insólito, a los dieciocho años se graduaba doctor; que
sabía griego y latín, hebreo y caldeo, italiano y francés; que fo-
mentó, munífico, la pública instrucción; que estableció colegios y
fundó el Jardín Botánico; que costeó la impresión de la Flora Ame-
ricana y publicó varios volúmenes de obras propias; que, en suma,
fue amador y protector espléndido de las ciencias y las letras?
Y ¿por qué había de odiar el prelado y ex virrey, bien asen-
tado en mérito, en edad, en prestigio, al joven e incipiente reli-

gioso a quien ni siquiera conocía, que ningún mal le había hecho


y que ni remotísimamente estaba en plano donde pudiera suscitar
su emulación?

El propio fray Servando lo proclama en sus Memorias: "¿Y


había ofendido yo en algo a este prelado? Jamás de mi vida, por
pensamiento, palabra ni obra. De él había recibido, recién profe-
so, laconfirmación, en su oratorio, y todas las órdenes. Ni me ha-
bía oído ni me conocía sino en estas ocasiones, de vista y en mon-
tón". (Biografía de fray Servando, por Gonzalitos. Monterrey,
1876. Págiiia 141).

Esto es categórico. Mas inmediatamente agrega el Padre


Mier: "Pero para ser aborrecido de este hombre a quien Dios
en su cólera había permitido ser nuestro Pastor, bastaba ser teco-
mate, como él nos llamaba, esto es, ser de sus ovejas naturales; y si

este tecomate brillaba por su talento, el aborrecimiento declinaba


en furor, y al lucimiento lo hacía objeto de su venganza".
¿No hay aquí turbulencia de megalomanía? ¿No hay delirio
de persecución? ¿En qué cerebro sano puede caber que un prelado
cultísimo aborreciera a sus feligreses o sacerdotes porque tuviesen
talento, y que sobre tal "crimen" quisiese ejercitar su "venganza"?

37
Dislates de esta laya y magnitud siembra a diestro y siniestro
fray Servando. El cual poco antes (página 136), gradúa con vivo
escándalo, de "calumnia", que Núñez de Haro hubiese escrito
el

—pues ya lo había experimentado —


que el doctor Mier "era pro-
penso a la fuga". ¡Y todos podemos decir si no fue exacto y cer-
terísimo el diagnóstico! ¡Y como ésta suelen ser las "calumnias"
de que mi efervescente paisano se llora víctima!

38
EL QUIMERICO ARZOBISPO
DE BALTIMORE

TUVO un tiempo de
larse "Arzobispo
fray Servando la rareza de sentirse y titu-
Baltimore", siendo tan arzobispo de Bal-
timore como yo soy generalísimo de Manchuria.
¿De qué semilla sacaría la fabulosa planta de su arzobispado?
¿O ésta sería, totalmente, de generación espontánea?
He aquí algunas exploraciones sobre este asunto poco inves-
tigado.

Alamán, en el tomo quinto de su Historia de Méjico, escribe


que el doctor Mier "decía ser prelado doméstico del Papa, por cu-
yo empleo y por habérsele hecho creer que había sido nombrado
obispo de Baltimore, usaba un traje particular con el que llamaba
la atención".

¿ Le hicieron creer a fray Servando que era obispo, o fray Ser-

vando quiso hacérselo creer a los demás? . .

El doctor don José Eleuterio González —


nuestro célebre
"Gonzalitos" —en su biografía de fray Servando (Monterrey,
1876), que es un generoso panegírico, dice: "Ya hemos visto que
en Gálveston lo trataban de obispo. El ayuntamiento de Monterrey,
según consta en sus actas, cuando le escribía le daba el tratamiento
de Ilustrísimo Señor. En una de Can-
sus cartas, dirigida al doctor
tú, cuando habla de la instalación del segundo congreso constitu-
yente, dice que asistió vestido episcopalmente y en sus cartas a la
;

39
Diputación Provincial de Monterrey se firma: Servando, Arzobis-
po de Baltimore. Yo pienso que sería electo y presentado para ar-
zobispo de la iglesia de Baltimore, donde tenía muchos y buenos
amigos; pero en ninguna parte consta que fuera preconizado en
Roma, por lo que se quedó únicamente con el título de arzobispo
electo, y nada más". ,

Benévola suposición de Gonzalitos. No bastan a autorizar "el


título de arzobispo electo", algunos amistosos amigos que nos de-
seen el báculo y la mitra.
Yo querría imaginar — por no imaginar que todo fue inven-
ción de pies a cabeza — que aprestarse doctor Mier a venir
al el

con la expedición de Mina, se les ocurriría a algunos que era me-


recedor del arzobispado, y pensaron pedirlo o lo pidieron para él;
con lo que el fantasioso fray Servando dio los deseos por hechos y
se anticipó el título y las funciones episcopales. Ello tiene también
aires de ardid político para deslumhrar y seducir a las gentes. En
la información sumaria que sobre el doctor Mier se hizo en Crui-
llas para puntualizar la impostura, se ve que, al llegar a Soto la
Marina en 1817, portaba arreos episcopales, concedía indulgencias
a los que abrazaran sus y hasta dijo él mismo, al testigo fray
filas,

Manuel Marín, que "era Nuncio de su Santidad". [Colección de


documentos de Hernández Dávalos, tomo sexto, páginas 667 y si-

guientes) .

Aquí descubro por qué le gustó ser arzobispo precisamente "de


Baltimore". Además de sus conocimientos por aquel rumbo, había
el antecedente de que los insurgentes don Ignacio Rayón en 1813,
don Carlos María de Bustamante en 1814 y fray Vicente de Santa
María por entonces también, se habían dirigido al "limo. Sr. D.
Juan de Okeron, arzobispo de Baltimore" y además "legado de
Su Santidad y nuncio apostólico en este continente", deseando re-
lacionar el movimiento emancipador con la Santa Sede. ( Colec-
ción de Hernández Dávalos, tomo sexto, páginas 1041/1045). ¡Y
fray Servando pensaría que quién mejor que él, que habiendo es-

tado en Roma tenía relaciones por allá y era además insurgente


conspicuo, podía servir de vínculo para un entendimiento entre

40
la revolución y el Vaticano, y llegar a las playas mejicanas con
aquella aureola fascinante!

Este episodio del quimérico episcopado se enriquece con nue-


vos toques en las Diez cartas inéditas del doctor Mier que han
salido a luz en mi tierra (1940). Fray Servando, en efecto, se
inventa arzobispo de Baltimore, usa el traje y el título, porta
anillo y da indulgencias, niegaembuste ante sus jueces que se lo
el

inculpan y luego vuelve a él, para acabar un bello día proclamando


que ha renunciado. a lo que nunca poseyó.
. .

El 2 de abril de 1823, nuestro doctor, diputado por Monterrey,


escribe al Ayuntamiento de aquella ciudad cómo unos meses antes
fue hecho prisionero, "aunque ya sabían todos por las gacetas de
España que a petición de la ciudad de Baltimore, en los Estados
Unidos, el Sumo Pontífice me había nombrado su Arzobispo, Nun-
cio y Legado de la Silla Apostólica en dichos Estados". ¡
Nada más!
Y párrafos adelante, en la propia carta, prorrumpe en esta
queja: "No tengo qué comer, ni ropa, ni ochavo. ¿Y será honor de
la Provincia que su diputado, siendo un Arzobispo, ande mendi- '

gando?"
De suerte que el doctor Mier, con toda naturalidad y todo
aplomo, se declara Arzobispo: la misma cosa que negó ante la

Inquisición cuando ésta le pidió cuentas del enjuage.


Pero viene lo mejor. Ahora, el 19 de julio del mismo 1823,
escribiendo al propio Ayuntamiento de su tierra, declara fray Ser-
vando :

"Renuncié ya al arzobispado de Baltimore; no debo aban-


donar mi patria e ir en mi edad a un clima tan duro. Si quisiera,
tendría la mitra de Méjico o la de mi patria [alude a Monterrey]
pero no tengo ambición. Para honores bástame él ser prelado do-
méstico de Su Santidad. No nos diferenciamos de los obispos ni en
el tratamiento de Ilustrísima ni en el vestuario, salvo que los obispos

llevan el sombrero verde y nosotros morado, ellos llevan pectoral


y nosotros no. Lo demás todo es idéntico, y los prelados excedemos

41
a los obispos en que la prelatura es un paso inmediato para la
púrpura cardenalicia. Así, cuando decían que yo era obispo y otros
que me fingía serlo en Soto la Marina, todo era efecto de su igno-
rancia. Yo no llevaba ni llevo sino lo que me corresponde".

¿Cómo tomar que escribe estas cosas increíbles?


en serio al
Porque, vamos a ver: fray Servando afirma que es arzo-
si

bispo, ¿cómo en el mismo párrafo niega implícitamente que lo es,


al explicar el traje que ostentaba en Soto la Marina y el que —
sigue ostentando —
por el parecido que existe entre los arreos epis-
copales y los que a él le tocan como "prelado doméstico de Su
Santidad?"
El afirma: "no llevaba ni llevo sino lo que me corresponde";
pero si es arzobispo, lo de arzobispo le corresponde y huelgan acla-
:

raciones y distingos. Con éstos, patentemente reconoce fray Ser-


vando que no le toca lo de arzobispo, sino lo de "prelado domés-
tico" (otro título que invoca, y que aunque es posible, habría tam-
bién que comprobar).
Naturalmente que se consuela porque él, si quisiera, tendría
lamitra de Méjico; y porque no siendo obispo, sino simple prela-
do doméstico, está a un paso de la púrpura cardenalicia. Imagina-
ción — ¿hay que decirlo? — tan inmotivada como risible.

Pero ¿qué pensar de un sacerdote que comparar el episco-


al
pado, cumbre del orden sacerdotal, con un mero título honorífico,
no considera el esencial abismo entre ambas cosas, y las acerca
y equipara simplemente por la similitud de las externas vesti-
duras?
Hay que repetirlo para quienes se sienten más patriotas to-
mando al doctor Mier en serio. ¿Qué se puede, en serio, decir
de quien afirma los delirios e incongruencias que acabamos de
glosar?¿No es infinitamente más caritativo —
y más comprensivo
también —
cargar estas enormidades a cuenta de una chifladura
por muchos lados notoria?

42
A fray Servando no se le puede creer palabra bajo su pala-
bra.
Sería interesantísimo -
— como lo he sugerido con reiteración
indagar en documentales de Roma, París, etcétera, la
las fuentes

realidad que pueda corresponder a las fantasías y grandezas que


consigna mi paisano en su Autobiografía: y publicar a doble co-
lumna el cotejo. ¡
Cuánta sorpresa servandina y cuánto desengaño
para biógrafos crédulos!
A un honorable investigador, don Vito Alessio Robles, con
ocasión de su libro Monterrey en la historia y la leyenda donde en-
foca la personalidad de fray Servando, repetíale yo directamente
esa sugestión (en El Universal, 10 octubre 1936). Y por lo que toca
a este cuento del arzobispado de Baltimore veo que la ha atendido,
con el resultado que era de esperar.
En
la revista Actividad, de Monterrey (15 diciembre 1941),
don Vito informa que escribió al actual prelado de aquella sede
norteamericana, y que el reverendo Joseph M. Nelligan, canciller
de la arquidiócesis de Baltimore y Washington, le contestó con
fecha 10 de noviembre (1941) en estos términos:
"No encontramos ninguna referencia en nuestros archivos so-
bre el caso de fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, a
que usted se refiere en su carta de noviembre 3.

"En año de 1823, en el tiempo en que fray Servando escribía,


el

el arzobispo Ambrose Marechal desempeñaba con toda actividad el

cargo de arzobispo de Baltimore, habiendo sido consagrado en el


año de 1817 y viviendo hasta el de 1828".
O sea : que el ya sabido embuste, con esta oficial noticia reci-
be, de manos episcopales, la confirmación.
Y da singularmente irónica, de que el autén-
la circunstancia,
tico arzobispo Marechal rigiese en Baltimore desde 1817 (fecha en
que arribó fray Servando a Soto la Marina con ínfulas episcopales )
hasta 1828, cuando acababa de morir (en diciembre de 1827)
nuestro fantástico doctor.

43
EL QUE MANDA EN MEJICO
iRESUMIENDO, una delicia
fray Servando es
"Llegué por Méjico el día cuatro del presente, y aunque
fin a
procuré entrar de noche por evitar la contienda entre ocho
o diez que porfiaban por darme alojamiento, no pude evitar el
cortejo y una comilitona.
"Méjico ha cargado sobre mí, y desde las seis de la mañana
hasta las diez de la noche aún no pára el gentío respetable que no
me deja repxosar. Por las calles, el pueblo tampoco me deja andar.
"El emperador [Iturbide] deseaba conocerme; fui a verlo a
San Agustín de las Cuevas, y aunque era día de correo, sin darme
antesala me recibió, y platicamos los dos solos dos horas y media
cabales, detención que espantó a todo el mundo.
"Me oía con muchísimo gusto, y me hubiera concedido cuanto
le hubiese pedido". . .

Así escribe al Ayuntamiento de Monterrey, el 17 de julio de


1822.
Prosigue diciendo que visitó al general Bustamante:
"Está rodeado de saltilleros; lo hallé impregnado de sus ideas

y principalmente de las de don Miguel Ramos de Arizpe, que ha


sabido ganar su amistad. Ellos le han hecho creer que el Saltillo
es tan saludable como enfermizo de fiebres intermitentes Monte-
rrey,y falto de harinas, de que abunda el Saltillo. Dos horas con-
versé con él destruyendo sus ideas, y cuando me dijo que confor-
me a ellas había informado al gobierno, le dije que yo se las echa-
ría a rodar. Yo ya las había impugnado en mi segundo tomo de la

Historia de la Revolución de Nueva España.

44
"Mi patria [Monterrey] se ha dormido. Debía acordarse que
sin la casualidad de estar yo en Madrid, la Mitra hubiera pasado
al Saltilloen tiempo del señor Valdés.
"Las cortes de España estaban admiradas en Cádiz de que
brillando yo en toda la Europa, mi patria no hubiese echado mano
de mí. No hubiera Ramos Arizpe alcanzado todo para su predilecto
Saltillo".
Mas "no haya miedo: los saltilleros no contrabalancearán mi
influjo en las Cortes y en el Gobierno".
Esta emulación pueblerina la trae siempre fray Servando mon-
tada en la nariz, y "el Chato embrollón" — Ramos Arizpe — es
una de sus más divertidas obsesiones.

"Apenas el Viernes Santo me presenté en el congreso, se hun-


dían las galerías a vivas y palmoteos, y se repitieron todas las ve-

ces que hablé. Pero. .


."

Esta súbita transición es admirable y habría que ponerla por


modelo en las Retóricas y Poéticas
"Pero acuérdense vuestras señorías que hasta ahora por viaje
no he recibido sino quinientos pesos. ."
y dietas .

Misiva al propio Ayuntamiento, el 2 de abril de 1823.

Derrocado Iturbide, se reinstala el congreso anterior y nombra


un Supremo Poder Ejecutivo compuesto de tres personas. Fray-
Servando afirma, el 9 del mismo abril:

"Se debió a mi crédito que salieran electos los tres generales


célebres, Bravo, Victoria y Negrete. Y
como éste es el único que
se halla en Méjico, se le dieron dos colegas suplentes, que a influjo
mío han sido los señores Michelena y Domínguez, el que fue co-
rregidor de Querétaro. . .

"Hoy ha salido de Méjico para ese país el brigadier don Fe-

45
lipe de la Garza, que a propuesta mía fue nombrado Comandante
General de las cuatro provincias del Oriente", (Estas cuatro pro-
vincias eran Coahuila, Nuevo León, Tejas y Tamaulipas, llamado
entonces Nuevo Santander)

abril, al propio Ayuntamiento regiomontano


El 23 de
"Estamos trabajando día y noche para organizado todo, por-
que todo estaba desquiciado. Yo, como que fui el que nombré
. .

el Poder Ejecutivo, así propietario como suplente, trabajé más que


."
todos para que todo marche bien. .

Aunque el doctor Mier es diputado por Nuevo León, proclama


que en puridad lo es de las cuatro provincias, y pide que ellas co-
rrespondan "a la opinión y crédito de su representante, pues ver-
daderamente yo lo soy de las cuatro: los otros jamás abren su boca,
y yo hablo por todos".
Encarga decir a la Diputación Provincial:
"Que me escriban y avisen cuanto necesiten, pues ahora tengo
el bastón". Y, con la misma encantadora transición de arriba "Que :

se acuerden que una de las razones con que urgí su instalación, fue
la de enviarnos dietas. ." .

Vuelve a lo de Felipe de la Garza — el que antes se había rebe-


lado contra Iturbide y más tarde habría de aprehenderlo y entre-
garlo a la muerte —
"Yo fui quien postulé a mi primo Garza para comandante de
esas provincias. Lleva instrucciones para llevar del Saltillo a Mon-
terrey la imprenta, que es muy mía, y las armas, archivos y cuanto
se trajo López. No reinará el Saltillo ¡vive Dios! Antes será com-

prendido en el Nuevo Reino de León".

.Siete días después, el 30 del propio abril de 1823, escribe fray


Servando don Bemardino Cantú, canónigo de Monterrey,
al doctor
empezando con un autocrático aplomo que da gusto:

46
"Allá envío de Comandante General y Jefe Político a Garza,
que loremediará todo y no sucumbirá a las seducciones de los sal-
tilleros. Ya dije a Garza se lleve a Monterrey la imprenta, que es

mía, y el armamento, para lo que ahora tiene ocasión con los mo-
vimientos de Tejas. No subsiste nada de lo resuelto sobre Intenden-
cia ni Audiencia en el Saltillo, y el Ministro de Relaciones, don
Lucas Alamán, que es obra mía, me ha dicho que cajas y todo
debe ir a Monterrey".
Garza le salió respondón, y a poco andar se peleará con él

fray Servando. ¡Ah, pero en cambio, Alamán es obra suya !

Ha habido algún movimiento federalista en la tierra, y don


Servando escribe a don Bernardino, el 25 de junio de 1823:
"¡Que el disparatadísimo plan de Guadalajara haya podido
seducir a mis paisanos, y que les haya valido menos mi voto que
las insinuaciones de un saltillero, enemigo acérrimo de Monterrey!

Nadie tenía menos [razón] para esa campanada, pues su diputado


es el que manda en Méjico en toda realidad, y nada se hace sin

mi consulta o contra mi voluntad. Yo propuse a Garza, y al mo-


mento se nombró, y cuanto mis paisanos quisiesen se les concedería".
Más adelante: "Con tan poco dinero como tengo, cada co-
rreo me cuesta cinco o seis pesos, porque de todo el reino me escri-

ben y recurren a mí". Y esta insinuación muy al desgaire y por


baranda: "Quiera Dios que Méjico no se empeñe en elegirme
[diputado], porque en realidad tanto trabajo excede ya a mis
fuerzas".

"No escribo a la Diputación Provincial porque no se ha dado


por entendida conmigo; pero a los que le parezca, enseñe usted
ésta y dígales que si tienen más de lo que pidieron ¿a qué vienen

esos alborotos y campanadas, con mengua de su reputación, tor-


mento y desaire de su diputado? Nadie tenía menos razón para eso

47
que Monterrey, pues repito que por medio de su representant*
él es el que manda en la nación".

¡
Modestamente

El 5 de julio de 1823, al señor Cantú:


"Para reemplazar a los generales Bravo y Negrete en el Podeí
Ejecutivo, hice elegir al licenciado Domínguez, que ya fue suplente,
y a mi amigo el general Guerrero, ambos para suplentes perma-
nentes.
"¿Creerá usted que con el fin de sacar de esas provincias a
Ramos [Arizpe] me lo propusieron los ministros para el Poder Eje-
cutivo? Primero me harían pedazos, les respondí: no sólo alboro-
taría yo al congreso, sino a todo Méjico, y mi provincia se levan-
taría : todo se lo querría llevar al Saltillo. Con esto callaron y yo
hice elegir a los otros.
"Una orden tronante para que salga de allí es lo que se ha
de menester; pero no obedecerá, unido como está con Garza, m^
respondieron los del Poder Ejecutivo. No se quedará riendo: ya
se está reemplazando el ejército con diez mil hombres más. No hay
otro remedio : Si vis pacem para bellum. ¡
Guárdeme usted secreto,
por Dios, que estas cosas ni en Méjico se saben!. .
."

"No tengo tiempo para respirar: todo rueda sobre mí. ." .

"Ramos [Arizpe] escribe al señor Michelena, que en los go-


biernos despóticos anteriores siquiera se consultaba a las provincias
ahora basta que lo diga o pida el doctor Mier para arrollar una
provincia entera, contra personas que tienen más conocimientos
prácticos que dicho señor. ¡
Pobre diablo : córrto le ha dolido la
!"
extinción de la junta del Saltillo

A raíz de celebradas las nuevas elecciones para diputados, es-

cribe al mismo don Bernardino Cantú, con fecha 19 de septiembre


de 1823:

48
"A mí no me habían elegido en Méjico, por asegurar los elec-
tores que sabían lo sería en mi patria [Monterrey]. Pero todo Mé-
jico estaba pendiente de la elección de ustedes, y apenas antier
llegó el aviso alPoder Ejecutivo, se extendió por todo Méjico la
noticia, y la gentepalmoteaba porque se imaginaban que yo basté
a contener los extravíos de los ultras [los ultraliberales]. Van tres
días que no cesan los parabienes, y más desde que han entendido
que fui reelecto a la unanimidad. El Poder Ejecutivo fue el
. .

primero que me comunicó la noticia por el ministro de Relaciones,


cuya carta incluyo a usted porque hace honor a nuestra patria
[Monterrey], para que usted la haga leer para satisfacción de los
."
electores. .

"Dé mi parte, gracias a los señores que me eligieron,


usted, de
aunque han echado sobre mí una carga muy pesada y ahora muy
peligrosa. Hay por allí quien piense que yo lo deseaba. Ignoran- ¡

tes! El día que no sea del congreso, sé que me declarará Benemé-


rito de la Patria y asignará una pensión mayor que la de diputado,
que no recibo; y si quisiese ir de embajador a Inglaterra o a los
Estados Unidos, ya el Poder Ejecutivo me lo tenía ofrecido".

Total: que el epistolario de fray Servando hormiguea en sa-


tisfacciones de
propio, manifestaciones de poderes, honores y

grandezas para deslumhrar a los remotos paisanos.


Resulta que fray Servando, así como brillaba "en toda la
Europa", es en Méjico el que lo hace todo, el que manda en todo
por él y nada más que por él son nombrados Bravo, Victoria, Gue-
rrero y los demás; el propio Alamán es obra suya. Está en peli- . .

gro de que lo declaren Benemérito. Todo carga sobre él y rueda


sobre él. . .

Esta inflamada vanidad y encantadora megalomanía llena de


sabor el epistolario. Pero hay en esta riquísima y casi ignorada can-
tera, otras mil cosas dignas de conocerse y apreciarse. Las iremos
extrayendo. Tesoros de psicología y de "historia por dentro", con
sus altibajos y sorpresas, se esconden allí.

49
CONTRA EL "VAQUERO"
FELIPE DE LA GARZA

TIENE nombre y perennidad en la historia el brigadier Felipe


de la Garza, porque le cupo el trágico destino de entregar
a la muerte a un hombre ilustre a quien debía la vida. Re-
belado contra el emperador Iturbide, éste lo absolvió generosamen-
te y lo conservó en su mando tamaulipeco; y, al volver el proscrito
don Agustín a la patria en 1824 —ignorando la ley que lo decla^
raba "fuera de la ley" —
desembarcó en playas tamaulipecas, y
,

fue el propio Garza quien lo aprehendió y quien de hecho lo con-


dujo ante el pelotón ejecutor.
Pues bien: Felipe de
la Garza figura en el epistolario de fray

Servando como primo suyo, y como nombrado a influjo de él para


comandante general de Coahuila, Tejas, Nuevo León y Tamauli-
pas.
"Allá envío de comandante general y jefe político a Garza,
que loremediará todo y no sucumbirá a las seducciones de los sal-
tilleros", dícele, con mucho garbo y mucha confianza, a don Ber-
nardino Cantó, de Monterrey, el 30 de abril de 1823, según hemos

visto.

Y todavía el 14 de mayo le escribe a Ramos Arizpe — lla-

mándolo "Señor Chato, mi querido saltillero embrollón" —


"Su carta de usted a favor de Lemus me llegó tarde: ya iba
Felipe caminando y no me arrepiento. ¿Quién es ese forastero para
compararse con él?"

50
Pero muy pronto se desencanta y se arrepiente fray Servando.
Porque su real o supuesto protegido sucumbe a las saltilleras se-
ducciones de Ramos Arizpe —
pariente de Felipe y pariente tam-
bién del doctor Mier —
y trabaja por un federalismo extremado
,

y "madrugador", al que siempre se opuso, con tesonera lucidez,


fray Ser\'ando:
"Considere usted mi sorpresa y dolor al oír al ministro de
Relaciones dar hoy cuenta con el oficio de esa Diputación sobre el

hecho del día 5 de junio, precisamente a instancias de ese mismo


Garza que yo hice nombrar, y a quien había prodigado mil elogios
en el Congreso". Así escribe a don Bernardino Cantú, el 25 de
junio de 1823.
Porque habían formado allá una Junta General Suprema Gu-
bernativa de las cuatro provincias y el doctor Mier exclama:
"¿Dónde iríamos a parar si a cada provincia se le antojase

constituirse sin que el congreso constituyente de la nación señalase


las bases para uniformar el sistema? La consecuencia sería la anar-
quía, el desorden y la guerra civil".

Así lo escribe al Ayuntamiento de Monterrey ( 19 julio 1823),

y prosigue:
"Ya va orden del Gobierno al señor Garza para impedir o
deshacer esa Junta, de que es el verdadero autor, prefiriendo las

ideas del señor Ramos


a las de aquél a quien debe su puesto y que
tuvo la sencillez de responder por su conducta. Si no obedeciere,
lo que no me parece hará, se le removería o haría obedecer".
Y vuelve a la carga el 9 de agosto:
"En el mismo correo que V. S. me ha escrito la Excma. Dipu-
tación, excusando todos los pasos de Garza como precisos para
acallar y contener las provincias, y se lo he extrañado cuando sé
que él y R. A. [Ramos Arizpe] son los motores en todo.
"Bien informados están deello el Poder Ejecutivo y el Con-
greso. El Gobierno tiene mandado y remandado a Garza, y tam-
bién el Congreso, que deshaga esas Juntas, especialmente la Gene-
ral, que había convocado; y si no obedeciere será depuesto,
y

51
marchará sobre él el ejército nacional. Pues qué, ¿no hay sino ha-
cer cada uno lo que quiere y se le antoje, e irse cada provincia
constituyendo a su capricho y manera, turbando el orden general,
y sin aguardar a que la nación reunida en un congreso establezca
un sistema uniforme?"
Le chorreaba la razón al regiomontano. Pero no hubo ni de-
posición ni marcha del ejército. "Aunque el señor Garza renunció
el mando militar, se ha juzgado político conservárselo", confiesa

fray Servando el 20 de agosto.


Y luego, el 8 de octubre del mismo 1823 y ante el propio Ayun-
tamiento, se sulfura así:
"Don Felipe de la Garza me ha escrito una carta insolente,
porque cría cuervos y te sacarán los ojos; y no es menos insolente
la que dirigió al Excmo. señor Ministro de la Guerra y Marina,

negándose absolutamente a continuar en el mando o comandancia


general militar, porque dice que es cierto que ha coadyuvado a
constituir a esas provincias interiormente, y se guardará bien de
hacer que lo impidan las fuerzas que están a su cargo; porque,
aunque respeta las luces del Gobierno, disiente de su opinión en
orden a aguardar que el congreso futuro constituya a la nación
por un sistema unánime.
visto V. S. un ranchero más orgulloso y atrevido? No
"¿Ha
se le ha contestado porque el ministro está enfermo; pero no es
sujeto a quien intimide un vaquero".

El vaquero —según su primo fray Servando— era taimado y


cauteloso. "Advierto a usted que nada sabemos oficial de la Colo-
nia. Garza se calla, y él y Ramos en sus cartas hablan muy dife-
rente de como obran". (A Cantú, 12 julio 1823).
Pero pronto se separarán los mandos militar y civil. "Cada
provincia tendrá su jefe político, y Garza mandará sus soldados y
buenas noches". (Misma carta).
En efecto. Entre los no pocos parientes de fray Servando que

52
don Francisco de Mier y No-
recibieron puestos, figuró su sobrino
riega, a designó jefe político de Monterrey, y en cuya
quien se
toma de posesión alzóse un tumulto, "Toda la gran Federación se
reduce a pleitos de empleos. Todo se lo va a llevar el demonio",
grita don Servando el 10 de enero de 1824. Y se explaya con don
Bemardino
"Garza está furioso con la deposición de su hijito Echeandía, y
escribe contra Francisco y contra mí al Gobierno, diciendo que
Francisco es un jugador y quebrado, y que usted se vio en la pre-
cisión de levantar un tumulto para hacerlo recibir, como si el
tumulto no hubiese sido de los que se armaron para desobedecer al
Gobierno; que yo he hecho de los empleos de esa provincia un pa-
trimonio de la casa imperial de Cuautemoczin" (de la cual suponía
descender fray Servando).
"El Gobierno se ha reído, porque a propuesta mía y sobre rtii

responsabilidad se le hizo a él comandante general, sin otro mérito


que haber siempre peleado contra los defensores de la patria".
(Pero cualquiera se pregunta: Si éste era su único mérito, ¿por
qué lo recomendó fray Servando y estaba tan engreído y orondo
de la elección?)
"Un grito que dio después [prosigue el doctor Mier aludiendo
al levantamiento de Garza contra Iturbide], terminó por indul-
tarse sin haber tirado la espada".
"Dice que mi provincia está bien arrepentida de haberme
hecho su diputado; y el Gobierno es el que mil veces se ha arre-
pentido de haber exaltado a él por mi recomendación.
"Ese ranchero es como imbécil, y de la caída que
tan ingrato
dé, yno ha dado por motivos de política, no se levantará jamás,
porque le falta talento y sólo le sobra orgullo".

Mal profeta salió aquí el sulfurado doctor. Porque meses más


tarde — en julio — arribaba Iturbide a Soto la Marina, Felipe de
, la Garza lo conducía a la última pena, y el Gobierno quería pre-

53
miar su acción elevándolo a general de brigada. Fue Garza — que
escribió haber procedido con grandes perplejidades de conciencia,
por lo que debía a Iturbide — quien tuvo el decoro de declinar
el ascenso.
Quien lo ofrecía era el Ministro de la Guerra, don Manuel
Mier y Terán, sobrino de fray Servando; quien lo declinaba, era
primo de éste. Y pariente también Ramos Arizpe, inspirador de
Garza en muchos pasos. Todo, al parecer, quedaba en familia.

54
LA HISTORIA Y LAS LISTAS NEGRAS

EL espíritu de partido, que es todo angostura, convenciona-


lismo e incomprensión, ha deformado y anquilosado nuestra
historia, queriendo reducir a casilleros la libre, cambiante,
matizada verdad de los hombres y de los pareceres. Y ha formado
sus listas negras y sus listas blancas.
En las primeras, por ejemplo, pone a don Lucas Alamán, y
en las segundas a fray Servando Teresa de Mier. Pero resulta
que éste era adicto amigo de aquél y lo tenía en gran concepto.
Y que, a su vez, don Lucas en su Historia considera con benévolo
interés al dominico, al paso que en la suya don Lorenzo de Za-
vala lo desprecia.
De manera semejante, se suele pensar que en Hidalgo y con
Hidalgo está el liberalismo, y en Iturbide y con Iturbide la reac-
ción.
Pero resulta queel doctor Mora, prohombre del liberalismo,

trata a Hidalgo con despego y dureza, en tanto que Alamán con- —


tra el común suponer —
le dedica más comprensión y miramiento.

Y resulta, por otra parte, que don Lucas fue adversario de


Iturbide, en tanto que Gómez Parías, patriarca liberal, promo-
vió en la cámara la exaltación de don Agustín al trono, y puede
calificarse de iturl^idista.

Fray Servando, suelto de lengua y pronto de adjetivo, nos


da en su epistolario muchas evidencias de lo entreveradas que
andaban, en la viva realidad, las gentes y las opiniones que pos-
teriormente se ha querido momificar en contrapuestos catálogos.
A menudo, con su desenfado peculiar, clava el regiomontano
55
a un hombre en una frase. Y a menudo también, con su típica
irritabilidad e inconsecuencia, pone hoy negro si lo siente adver-
sario al que ayer puso blanco pensándolo amigo.

Con don Lucas Alamán —"que es obra mía" — siempre se


muestra en buenos términos, así esté en las alturas ministeriales o
fuera de la pública administración.
"El señor Alamán volvió al Ministerio de Relaciones con
general aplauso". (A don Bernardino Cantú, 19 junio 1824).
"Entregué la de usted al señor Alamán, quien creo contestará.
Cuando yo le dije, presente también el Ministro de la Guerra, que
había esperanzas de que los diputados de ese Congreso dieran el

ejemplo generoso de renunciar las dietas, respondieron ambos lle-


nos de entusiasmo: Entonces se deberá erigir una estatua a cada
diputado de Nuevo León". (A Cantú, 26 junio 1824).
Entiendo que la estatua se quedó sin levantar. Pero el simple
peligro de que se levantara califica los tiempos. ¿Sería hoy con-
cebible una esperanza de renuncia de dietas por diputados?. . .

En cuanto a las elecciones, siempre han sido, con más o menos


suavidad y cordura, manejadas:
"Recibí la suya de 3 de julio, que leyó el señor Ministro Ala-
mán. . .

"Ha ido ya el decreto para elección del Presidente, y me en-


cargó dijese a usted apretase los puños a ver cómo recaía la elección

del primero de los dos que se han de proponer por cada Estado,
en el el hombre que tiene la
general don Nicolás Bravo, que es
nación y que funda sus esperanzas, el que tiene el concepto general
y a quien elegiría el Congreso general, y lo elegirá si la elección de
los Estados se empata.
"En segundo haga usted que se elija a don Guada-
lugar, dice,
lupe Victoria, que aunque tiene la nota de caprichudo, es también

un héroe. Cosa que si no sale Bravo, salga a lo menos el mejor des-


pués de él". (A Cantú, 24 de julio de 1824).

56
Don Lucas fue siempre amigo y estimador del noble insurgente
don Nicolás Bravo. Pero el proyecto no cuajó en esta parte.
El Chato Ramos Arizpe y los de la junta del Aguila Negra
"dieron la presidencia a Victoria, le hicieron quitar a los dos
grandes ministros Alamán y Terán, y substituyeron picaros e igno-
rantes iturbidistas y anarquistas".
Ahora arriban a Acapulco, para la asamblea de Tacubaya,
los plenipotenciarios de repúblicas de Hispanoamérica: "Lásti-
ma que lleguen a tan mal tiempo y que no tengamos un Alamán
por cuyo medio lograr un influjo poderoso sobre las deliberaciones
de asamblea tan augusta".
En Alamán" ya no está en
efecto, "el sabio el gobierno : ahora
es "director de varias compañías de minas".
(Todo esto al canónigo de Monterrey don Bernardino Cantú,
el 31 de agosto de 1826).

¿Cómo habla de Guerrero?


Cuando éste sube a formar parte del Supremo Poder Eje-
cutivo, es el general Guerrero", y fray Servando lo
"mi amigo
hizo elegir (carta a Cantú, 5 julio 1823); es "el célebre general
don Vicente Guerrero", a quien se nombró "siguiéndose mi voto"
(carta de igual fecha a la Diputación Provincial de Monterrey).

Pero más tarde, cuando al calor de Poinsett se introdujo la


masonería yorkina, "metieron y vicioso general Gue-
al ignorante
rrero"; y en las manipulaciones electorales "el tonto de Guerrero,
cuyo nombre estaba el primero en las listas de los yorkinos y a
quien éstos habían hecho creer que lo harían Presidente, tomó tam-
bién una parte activa". (A Cantú, 31 agosto 1826).

¿Qué piensa fray Servando de Gómez Parías? Califícalo —en


misiva a Cantú, 2 junio 1823 — como el "anárquico señor Parías".

57
Alpuche es "el necio, revoltoso y vicioso senador Alpuche", y
él y Zavala "entes inmoralísimos pero dignidades masónicas".
Don Guadalupe Victoria, generoso amigo del doctor Mier y
Presidente de la República, "aunque ciertamente hombre bueno,
no nació para gobernar! El que lo gobierna ... es el inmoral, am-
bicioso e inepto ministro de Hacienda, Esteva".

El cual Esteva, en las elecciones, "andaba desde las cinco vi-


sitando las casillas y amortizando listas contrarias con dinero en
mano." Catorce mil pesos gastó y seguramente no son de su bolsa".
Todoprecedente va en una larga y suculenta misiva a don
lo

Bernardino Cantú —
la ya citada del 31 de agosto de 1826 extra- — ,

ordinariamente pictórica de vida y de juicios impresionantes. Ha-


bla con amplitud de la introducción de la masonería y de su fu-
nesto influjo en las lides políticas, que han llegado a extremos de
turbiedad y saña. Una ilegalidad provocaba otra, un exceso otro
exceso.
"Estamos en una crisis terrible, y casi se puede asegurar que
tendremos, para salvarnos, una revolución. El grito público pide la
remoción de Esteva, los tres ministros se han desatado contra él, yo
le he dicho al Presidente las verdades más claras; pero Esteva lo
tiene encantado, y sin una revolución no saldremos de él.

"Yo no qué pensarme. Cuando se creyó que estábamos ame-



nazados, se nombró para comandante general de Yucatán, que to-
do arde en partidos, a don Anastasio Bustamante, y para Tamau-
lipas a Zenón Fernández. Fue menester que yo dejase la cama, al-
borotase a los patriotas o antiguos insurgentes, y amenazase al Pre-
sidente de perder la silla si entregaba las llaves de la República a
dos traidores, amnistiados por los anarquistas del Congreso, pero
no por la opinión pública. Se hizo lo que yo pedía, pero se envió
a Bustamante a esos Estados. Cuidado con él y su comitiva son :

yorkinos".
El cuadro no puede ser más vivo y patético. Y
en él está entero
fray Servando, tempestuoso, alborotador, desorbitado, autobombás-
tico, pero sinceramente desvelado de angustia por la angustia de*
la patria.

58
EL CHATO RAMOS ARIZPE

DON LUCAS Alamán, que conoció y trató a Ramos Arizpe


él, cuando habla de los diputados de
(1775-1843), traza de
Nueva España que fueron a representarnos en las cortes de
Cádiz, este retrato vivo y penetrante, desinteresado y cabal:
"Pero el carácter que desde entonces asomaba como superior
a todos los demás, era el del diputado de las provincias internas de
Oriente, doctor don Miguel Ramos Arizpe, cura de la villa de Bor-
bón, en la colonia de Nuevo Santander. . .

"Aunque clérigo y doctor en teología, nada parecía Ramos


Arizpe menos que eclesiástico solía decir de sí mismo, culpando el
:

carácter remiso y frío de sus paisanos, que no era mejicano sino


él

comanche, y aun por este nombre en las cortes; y en


se le conocía
verdad había en todo él cierto aire de estos salvajes del Norte, que

tienen en su fisonomía una mezcla de candidez y de malicia, de ener-


gía y de suspicacia la nariz muy pequeña, redonda y hundida, ape-
;

nas formaba una prominencia en el rostro, bastante a sustentar unos


anteojos redondos, que cuando no cubrían unos ojos pequeños y
centelleantes, estaban suspendidos sobre las cejas, muy pobladas y
negras, y todo esto encerrado en un rostro casi circular, que tomaba
una singular animación según las alteraciones muy frecuentes y vi-
vas de su espíritu.
"Todo su cuerpo correspondía a este tipo de rostro: pequeño,
grueso y de fuerte musculación, cuando hablaba, sus movimientos
más parecían atléticos que oratorios. Desaliñado en su traje, princi-

palmente cuando usaba el eclesiástico, siempre iba cayéndosele el

59
manteo, como cosa que le estaba de sobra o que se le despegaba del
cuerpo.
"Habiendo cultivado muy poco los estudios de su profesión,
no había dedicado a ningunos otros, y toda la instrucción que te-
se
nía en materias políticas no era más que la que había adquirido
asistiendo a las sesiones de las cortes ;
pero a esta falta de letras su-
plía una viveza penetrante y un conocimiento profundo de los hom-
bres, teniendo para estimar lo que cada uno podía ser, un tacto tan
delicado que podría llamarse inspiración.
"Hombre todo de acción, hablaba poco en público y esto con
descuido, por frases interrumpidas y casi sin ilación en las ideas;
su influjo y poder en un congreso consistía en sus relaciones y ma-
nejos privados; y acostumbrado a considerar en la política, al con-
trario que en la geometría, la línea curva como el camino más cor-
to entre dos puntos, nunca, aun en los negocios más sencillos, to-

maba otro, teniendo una especie de antipatía a la línea recta.

"Su espíritu indómito e imperioso no sabía sufrir contradic-

ción: el que no era su partidario era su enemigo, y su opinión era


ley para todos los que le rodeaban pero sin que por esto le faltase
;

insinuación, modales y halago cuando le convenía.


"Nada codicioso en materia de dinero, era franco con sus ami-
gos, y cuando
se trataba de servir a alguno, toda su actividad y re-
ponían en movimiento, como también se ejercían con igual
sortes se
empeño cuando trataba de perseguir a sus contrarios o a los de su
partido.
{Historia de Méjico, tomo HI, cap. 2 del libro cuarto)

Pues con este Ramos Arizpe, a quien llamaba con buen moti-
vo "el Chato", tuvo que habérselas su pariente fray Servando, que
le era antípoda en mil cosas, hasta en lo físico, si atendemos a la

notoria nariz y al rostro agudo que se pinta en el conocido perfil


del regiomontano. Coincidieron en el congreso, donde Ramos Ariz-
pe impulsó una federación copiada de los Estados Unidos, al paso

60
que el doctor Mier preveía en
ella, con angustiada lucidez, los dis-

turbios disgregadoresque en efecto vinieron, y quería por eso una


organización más sólida que asegurara la paz sin mengua de la li-
bertad.
Triunfó, por desgracia, el federalismo de pega, y en la Consti-
tución de 1824, con remedo infeliz, sé deslizó el nombre de "Esta-
dos Unidos Mejicanos", mote sin arraigo que aun en lo oficial ha
tenido discrepante fortuna, y que el buen sentido nacional ha pues-
to siempre en olvido. Y en cuanto al federalismo, queda en el pa-
pel — —
como otros mitos legales^ por una inercia alimentada con dis-
cursos ;
pero la experiencia demostró a tal extremo su carácter fic-

ticio y sus resultados perniciosos, que lo que ha triunfado en la rea-


lidad, así con Juárez como con don Porfirio como con la Revolución
hecha gobierno, es un centralismo práctico —y excesivo que no —
alcanza a cubrir su desnudez con el crujiente ropaje de las fórmulas.
Pues bien : aunque en su epistolario fray Servando pone verde
a Ramos Arizpe y lo trae de obsesión, tiene el mérito de recono-
cerle su mérito cuando esmenester, y de proclamar que le debe
gratitud por la ayuda que en Europa le dio. Tiene, además, el mérito
las cosas directamente y en su cara, entre bromas y veras,
de decirle
al"Señor Chato, mi querido saltillero embrollón". Con ese vocativo
empieza su misiva del 14 de mayo de 1823, y la concluye así:
"Adiós, Chatito: aunque soy, como usted dice, un niño de
cien años, no por eso soy tonto ni ignorante; y aquel que usted es-
cribía a los de Iturbide, que yo sería despreciado en cuanto fuese
conocido, le dio harto cuidado".

Don Miguel Ramos Arizpe, que tras de haber sido diputado


en de Cádiz y padecer allá prisión política ha regresado
las cortes
a su patria después de consumada la Independencia, no ha podi-
do, como quería, figurar en el primer congreso. Mientras tanto,
ha estado maniobrando en las cuatro provincias internas de Orien-
te (Coahuila, Nuevo León, Tejas y Nuevo Santander, o sea Ta-

61
maulipas), para que constituyan desde luego y por su propia auto-
ridad un solo Estado soberano que luego formará parte de la Fe-
deración no decretada todavía.
Pero va a integrarse nuevo congreso —constituyente— en
1823, y fray Servando ve que se pondrán feas las cosas y, aunque
adversario de todas aquellas maniobras del Chato, desea que éste
venga de diputado para que con su habilidad contrarreste las ma-
quinaciones de los borbonistas. Y le escribe a Ramos Arizpe, el 28
de agosto de 1823:
"Mi carísimo Chato:
"Bendito sea Dios que se ha recibido carta de vuestra señoría, y
muy legible, que no es poco. ¿Quién demonios le ha metido a us-
ted en la cabeza que yo por escrito y de palabra le tiro a degüello
y aun que he pedido en sesión secreta se le saque de ahí? Esto úl-
timo es grandísima mentira".
Lo que a nosotros nos consta ahora, por carta que el regio-

montano puso días antes, el 9 de agosto, al Ayuntamiento de


Monterrey, que deseaba que designasen a Ramos Arizpe dipu-
es
tado por Coahuila: "en verdad yo me alegraría que lo eligiesen,
para sacarlo de ahí". Quiere, pues, que lo saquen de aquellas pro-
vincias, pero para traerlo de diputado a Méjico. O viceversa.

Prosigue el nuevoleonés diciéndole al coahuilense


"Lo único que he hecho por razón de oficio alguna vez, es dar
cuenta al cuerpos de mi provincia, y
congreso con oficios de los

precisamente en sesión secreta por honor de usted. Ahí he protes-


tado que es usted mi amigo, mi pariente, y que le he debido mu-
chos beneficios en Europa como todo americano, y que algunos
de los favorecidos estaban presentes; que su patriotismo era indu-
dable y notorio; pero que estaba empeñado en hacer un Estado
soberano de las cuatro provincias. En eso, sin duda, procedía con

un fin patriótico, y no faltaban de esos federalistas en el congreso


pero que yo, aunque quería federación, ni la quéfía tan amplia

62
como la de los Estados Unidos, ni juzgaba oportuno el pacto de

cada provincia antes de que el futuro congreso estableciera un


sistema uniforme. Nada ha perdido usted de su crédito por eso,
mi señor ultraliberal".

Y a continuación este estallido de franqueza, en que fray Ser-


vando se pinta solo:

"A Monterrey he escrito en el mismo sentido, aunque las ex-


presiones hayan sido algo fuertes; porque yo soy con la pluma lo
que cierto comandante con las manos y la boca cuando se incomo-
da, que se me viene a las barbas, diciéndome mil bobadas hasta
delante de la gente, que a veces me quema y me arrabia. Esta-
mos pagados. Pero así como a su señoría se le pasa la furia, yo tam-
bién le hago sus elogios de palabra y por escrito. ." .

Ello es verdad. Prosigue:


". .
.y así, deseando que usted venga a mi socorro contra los

borbonistas, he escrito a la Diputación que sea elegido diputado,


porque no pueden hallar sujeto de más patriotismo, luces, talento

y crédito; y aunque algo intrigantillo, eso mismo se necesita por


acá con los Fagoagas y Tagles, que actualmente están haciendo
juego para ser reelegidos. .
."

En efecto; ocho días antes, el 20 de agosto, había escrito a la

Diputación Provincial de Monterrey, expresando su deseo de que


saliese diputado Ramos Arizpe si no dice
; — —
"yo lo sentiría cier-
tamente, porque es muy benemérito y la elección haría honor a la
provincia de Coahuila. Yo no soy de su opinión en orden a las so-
beranías parciales que ha intentado establecer antes que el con-
greso constituya a la nación bajo un sistema uniforme; pero no
por eso desconozco su mérito, los muchos que contrajo en España
para toda la América, ni olvido nuestra amistad y su beneficencia
para conmigo. Diversa sentiré dúos de rebus eisdem, incolumi li-

cuit semper amicitia".

63
Vino Ramos Arizpe al congreso, discreparon en grande él y
fray Servando, pero, a despecho de la discrepancia, conservaron
incólume la amistad. Sus nombres — similares y antagónicos — sue-
nan paralelos en nuestra historia, y se juntan por último en el tá-

lamo de muerte del regiomontano : es Ramos Arizpe, ministro de


Justicia a la sazón, quien le imparte los últimos sacramentos.
Fray Servando, el "niño de cien años" que le lleva doce a
Ramos Arizpe, muere a y cuatro de su edad, el 3 de di-
los sesenta

ciembre de 1827. El "saltillero embrollón" le sobrevivirá hasta 1843


y dará todavía mucha guerra.

64
LA MASONERIA Y LOS PROCERES
DE LA INDEPENDENCIA

I. El efervescente fray Servando

LEVANTASE en mi nativa Monterrey, cerca del Templo del


Roble, un monumento que "la masonería de Nuevo León"
dedicó en 1910 a fray Servando Teresa de Mier, resonante
adalid de nuestra Independencia.
Sospecho que "la masonería de Nuevo León" no anduvo en
aquel trance muy nutrida de erudición histórica, y acaso por ello
no alcanzó a maliciar que estaba levantando un monumento a
quien había dicho horrores de la masonería.
Y como no veo que el punto haya sido expresamente enfocado
hasta hoy, quiero reunir unos textos —tumultuosos y ycálidos pin-
torescos como todos los del insigne paisano — que evidencian
,
lo

que pensó y dijo, tanto en pleno hervor de vida como en pleno


él

olor de muerte, acerca de las sectas secretas y su influjo en la po-


lítica mejicana.

Escribe el diputado fray Servando, desde la capital, a su pai-


sano-don Bernardino Cantú, canónigo de Monterrey. Es el 31 de
agosto de 1826:
"Nos hallamos en una crisis tremenda: las tropas se acuarte-
lan todas las noches, Palacio se llena de caballería, y las guardias
el

se doblan. Es largo de referir el origen, pero es preciso para enten-


der las consecuencias".
'

65

S.—
¿Cuál es el origen de aquella crisis pavorosa? Refiérelo fray
Servando
"Algunos oficiales del Virrey O'Donojú introdujeron aquí, y
se propagó por todo el país, la masonería del rito de Escocia, y sus
logias nos ayudaron infinito para derribar a Iturbide y establecer
la 'República pero no se hacían sentir para nada.
;

"En esto vino de ministro de' los Estados Unidos del Norte,
el genio del mal, Mr. Poinsett, que con sus intrigas había causado
mil trastornos y males en las repúblicas del Sur. Este mal hombre,
para dividirnos y entretenernos mientras sus paisanos se fortifi-
can en sus usurpaciones de nuestras fronteras, sugirió que era ne-
cesario crear logias de francmasones del rito de York, su patria —
cuya gran logia estuviesen sujetas las nuestras para dirigir al — ,

Presidente de nuestra República [don Guadalupe Victoria], que


aunque ciertamente hombre bueno, no nació para gobernar.
"El que lo gobierna, su Godoy, que es el inmoral, ambicioso
e inepto ministro de Hacienda Esteva, fue nombrado gran maes-
tre; vicepresidente, Zavala (hoy lo es Herrera, el que fue ministro
de Iturbide) primer orador, nuestro intrigante Chato [Ramos
;

Arizpe] ;
segundo gran orador el necio, revoltoso y vicioso senador
Alpuche. Entró también Poinsett, en cuya casa se instaló la gran
logia, y metieron al ignorante y vicioso general Guerrero".
Dejo, naturalmente, a cargo de fray Servando todos los epíte-

tos que salpica sobre conocidos primates de nuestra historia. Sólo

quiero destacar que las logias escocesas "ayudaron infinito para


derribar a Iturbide", y que las logias yorkinas se fundaron por ma-
niobra de un ministro extranjero, nada menos que "para dirigir
al Presidente" de la República.
Los grandes sucesos, pues, de nuestra política y la orientación
de quedaban en manos no de sus visibles encargados y direc-
ella,

tos responsables, sino de secretos influjos y consignas de las logias

con supeditaciones extranjeras.


Lo cual, serenamente reflexionado y al margen de toda ban-

dería, no puede resultar admisible para ningún auténtico patriota.

66
Suelta luego fray Servando una afirmación un tanto ingenua
"En las logias de Inglaterra y de los Estados Unidos es un crimen
tratar del gobierno y de asuntos políticos"; pero "en ésta, son el

objeto principal". En lo de Méjico, que le consta, fray Servando


habla de lo que sabe; en lo otro, de lo que se imagina.

Y que le sucedió a don Miguel Ramos


relata en seguida lo
Arizpe, sacerdote como él, por su participación en sociedades se-
cretas que la Iglesia tenía ya para entonces reprobadas, aunque es
notable que en aquella época muchos —
candorosos o laxos o atur-
didos —no parecían darse cuenta eficaz de ello:
"La constitución [en Méjico] de la masonería de York se im-
primió en los Estados Unidos del Norte con los nombres de los
altos grados o dignatarios del Orden, y acá se repartieron ejem-
plares. Llegó uno a manos de los canónigos de Puebla, y viendo allí
al Chato primer orador, lo depusieron de la chantría, en virtud de
la excomunión de Benedicto XIV, repetida por Pío VIL El obispo
los contuvo hasta oír al Chato, quien respondió que no había dado

su firma para tal, y que es verdad entró masón creyendo ser útil
a la patria pero que abandonó la logia desde que vio tanto picaro.
;

"El obispo pasó esta respuesta a su cabildo y mandó que se

presentara el Chato al cabildo metropolitano para ser absuelto, lo

que en efecto hizo, y se le impuso la penitencia de ayudar pública-


mente dos misas. En el altar del Perdón ayudó una, y otra en Santa
Inés de Ceballos. Y no sé si usted habrá vistoel impreso en que

se hizo al Chato la correspondiente rechifla, que, a tener vergüen-


za, se hubiera caído muerto".

Prosigue nuestro regiomontano, que traía montado en las na-


rices al Chato Ramos Arizpe, el "saltillero embrollón", pues ambos
encarnaron de modo conspicuo y pintoresco la vieja emulación pro-
vinciana entre Saltillo y Monterrey:

67
"En este tiempo era [Ramos Arizpe] el objeto de la execra-
ción pública, y la merecía. Estaba a la cabeza de la junta del Agui-
la Negra, compuesta de iturbidistas y anarquistas, con los cuales
hizo en el Congreso Constituyente cuanto quiso Ellos dieron la . . .

presidencia a Victoria, le hicieron quitar a los dos grandes minis-


tros Alamán y Terán, y substituyeron picaros e ignorantes iturbi-
distas y anarquistas . . .

"Por fin, la junta del Aguila Negra se refundió en la de los


yorkinos, que con los ministros de Hacienda y Justicia a la cabeza,
atrajo a sí todos los aspirantes, se difundió por toda la República,
y sólo en Méjico cuenta dos mil francmasones, y en ellos toda la
escoria y los más inmorales picaros".
Nótense la cifra y la calificación: dos mil francmasones, y en
ellos toda la escoria y los más inmorales picaros.

Nótese que, aquí como siempre, fray Servando pone por las
nubes a Alamán y por los suelos a los iturbidistas: iturbidistas pós-
tumos, pues ya el Libertador Iturbide, frenética pasión del domi-
nico, llevaba a la sazón dos años de inicuamente fusilado.

Nótese que, contra nuestra fosilizada historia de casilleros con


marbetes, la viva realidad es compleja, variopinta, desconcertan-
te: y así como el liberal fray Servando tiene una adhesión admira-
tiva y respetuosa para el reaccionario Alamán, así los iturbidistas
— a quienes supondríamos reaccionarios— están a la otra parte y
marchan de la mano con el avanzado Ramos Arizpe.

Continúa nuestro doctor:


"Las logias de escoceses se purificaron, porque todos los as-

pirantes se pasaron a los yprkinos a quienes Esteva prodigaba los


empleos, siendo cualidad necesaria ser yorkino para ser empleado
de Hacienda. Todo iturbidista se hizo yorkino; todo el que no es

yorkino es borbonista, según vociferaban ellos, llamándose a sí mis-


mos: los eminentemente patriotas.

"Declararon guerra en la Aguila a los redactores del Sol, que

68
al fin se dieron por entendidos y han demostrado en su periódico

que Esteva es un hombre inepto, que ha manejado ya 43 millones


de pesos sin dar cuenta a las cámaras, y que habiendo monopoliza-
do en su mano todas las rentas de la nación, ha dado todos los em-
pleos a sus indignos yorkinos; y estamos en el punto de perdernos.
En efecto, todas las memorias de Esteva son hechas por Santacruz,
porque él es incapaz.
"No ha pvodido satisfacer a los cargos, y viendo que si sale el
congreso razonatlle lo condenará a perder la cabeza, pensaron pri-
mero los yorkinos en hacerlo Presidente, derribando a Victoria.
"Con ocasión de haber mandado el gobierno salir de la Re-
púbhca al revolucionario italiano Santángelo, los yorkinos Zava-
la y Alpuche, entes inmoralísimos pero dignidades masónicas, se
desencadenaron contra el gobierno como imbécil, exigiendo la de-

posición de los tres ministros, Camacho, Arizpe y Gómez Pedraza, a


quienes colmaron de injurias en mil folletos que se gritaban de día
y de noche.
"Los escoceses salvaron al gobierno, cuyo Presidente, sin em-
bargo, es el protector de los yorkinos. Estos, desesperados, abando-
naron empresa y abrazaron con ardor la de ganar las elecciones
la

en todos Estados para sacar un congreso general a favor de su


los
gran maestre. Este ha escrito a sus comisarios y empleados, ha en-
viado yorkinos misioneros, y todas las logias de la República su-
jetas a él se han puesto en movimiento para este fin, sin perdonar
medio alguno".

He aquí el edificante espectáculo de esas elecciones que ma-


nejaron las logias fundadas por Poinsett para estimular nuestra de-
mocracia :

"Horroriza lo que el domingo de las elecciones pasó en Mé-


jico, para sólo dos diputados que toca elegir al Distrito Federal.
Desde las cinco de la mañana se apoderaron los yorkinos de las ca-
sillas de las diferentes parroquias donde debía votarse, y se nom-
braron a sí mismos secretarios y escrutadores. Una nube de )'or-

69
kinos, de léperos cosechados y de soldados armados cubrían las ave-
nidas. Nadie podía llegar a votar sin enseñarles la lista que traía
* si no era la yorkina, se la compraban y le daban la suya ; si se re-
sistía, lo llenaban de injurias, de. palos y aun de heridas.
"Esteva andaba desde las cinco visitando las casillas y amor-
tizando listas mano. Catorce mil pesos
contrarias con dinero en
seguramente no son de su bolsa. El tonto de Guerrero, cuyo
gastó, y
nombre estaba el primero en la hsta de los yorkinos, y a quien éstos
habían hecho creer que lo harían Presidente, tomó también una
parte activa, y los regimientos votaron hasta tres veces. En fin, re-

sulta de la lista de los votos publicada, que votaron doble número


de los que corresponden a cada parroquia.
"El Aguila ha tenido la desvergüenza de publicar que todo se
ha hecho en regla; pero El Sol le ha demostrado su embuste, los
cohechos y las violencias. Considere usted lo que habrá sucedido
en los Estados. Estamos en una crisis terrible, y casi se puede ase-
gurar que tendremos, para salvarnos, una revolución".
(Esta y otras sabrosísimas cartas de fray Servando, muy es-
casamente conocidas, pueden verse en el tomo quinto de la Histo-

ria de Nuevo León, por David Alberto Cossío. Monterrey, 1925).

al lector que repase y medite el cuadro que, con mano


Dejo
febril y crudo epíteto, despliega fray Servando en la intimidad de
esta misiva. Y ahora vamos a su lecho de muerte, en la estancia
que ocupa en el Palacio Nacional.
Previamente, con singularidad muy suya, ha sahdo en persona
el doctor Mier a invitar para su Viático: se lo trae, con gran cor-
tejo y aparato cívicorreligioso, nada menos que su perpetuo amigo
ministro de Dios y ministro del Estado.
y enemigo Ramos Arizpe,
Antes de recibir a Nuestro Señor, fray Servando pronuncia un dis-
curso en que quiere vindicarse de que se le haya tenido por hereje,
por masón, por antiguadalupano. Es el 16 de noviembre de 1827.
Un testigo presencial narra así lo que nos incumbe

70
"Concluyó protestando que no decía misa, porque su diestra
mano, que mostraba al público, la tenía despedazada por servir a

su cara patria. Que no estaba en el claustro, porque se secularizó

estando en Roma . Que él no


. . predicó contra la aparición de
Guadalupe . . .

"Que no es escocés ni yorkino, porque al fin son partidos, y


según enseñan la historia de las naciones y una dilatada experien-
cia, son la vanguardia de la ruina de las sociedades. Que éste era

acaso el principal, si no el único motivo, de la persecución que les

han declarado la Iglesia y los gobiernos civiles; pero que él se abs-


(Comunicado a El Sol, publicado en
tenía de calificarlos impíos".
su número 1640, y suscrito el 24 de noviembre de 1827 por "Un
payo de Nuevo León", que se muestra fervoroso admirador de
fray Servando, a quien llama "el divino Mier"). \

Por su parte, el esclarecido contemporáneo don José María


Tornel y Mendívil nos informa que fray Servando, al recibir los
últimos sacramentos con grande solemnidad, "la aprovechó para
exhortar a los mejicanos a que abandonaran las sectas masónicas,
que conocía perfectamente por haber pertenecido en España a ellas.

Invectivó especialmente a los yorkinos que solían convertirlo en


objeto dé sus burlas". {Reseña Histórica, pág. 191).

En suma. Tenemos el dato caliente y vivo de lo que en Mé-


jico fueron en política las sociedades secretas, origen del turbio
proceso que desemboca en la crisis que en 1826 describe fray Ser-
vando. Y tenemos, en su lecho de muerte, la exhortación definiti-
va para que los mejicanos abandonen las logias, porque "según en-
señan la historia de las naciones y una dilatada experiencia, son
la vanguardia de la ruina de las sociedades".

Así pensaba de la masonería el patriota a quien la masonería


levantó monumento.

71
II. El generoso Bravo

No estaba solo el doctor Mier cuando en 1826 culpaba a la


masonería del caos que desgarraba en bandos feroces al país. Era
un clamor general. Llegó al gobierno pidiendo la abolición de las
logias y movió al senado de laRepública a acordar que se solicitara
información oficial sobre el número, carácter, denominación y pre-
tensiones políticas de las sociedades secretas existentes en la me-
trópoli y los Estados, y sobre si convenía "tolerarlas o extinguirlas".
El gobierno del Presidente Victoria pasó en tal sentido comu-
nicación a los gobernadores de los Estados en septiembre de 1826,
para escrutar mejor "la opinión tan grande de la República", que
él ya escuchaba y reconocía y que "es digna de que se la conside-
re". Y las respuestas oficiales de los gobernadores confirmaron por
mayoría abrumadora el plebiscito nacional, condenatorio de las
sociedades secretas.
En noviembre de
1827, ya en trance de muerte y antes de re-
Servando instaba con solemnidad a los meji-
cibir el Viático, fray
canos a que abandonaran las logias masónicas.
Moría fray Servando el 3 de diciembre, y apenas veinte días
más tarde aparecía el Plan de Montano, inspirado y sostenido nada
menos que por don Nicolás Bravo, a la sazón Vicepresidente de la
República y gran maestre de los escoceses. No obstante, y por lo
mismo que conocía por dentro y por fuera los estragos ya ocasiona-
dos por las logias y los abismos a que nos conducían, optaba por
pedir la abolición de todas. Tal era el primer punto de los cuatro
que constituían el Plan. Dice textualmente:

"Artículo primero. — El Supremo Gobierno hará iniciativa de


ley al congreso general de la Unión, para la exterminación en la

República de toda clase de reuniones secretas, sea cual fuere su de-


nominación y origen".
Y el artículo tercero pedía que se expidiera pasaporte al minis-

tro de los Estados Unidos, Mr. Poinsett, fundador de las" logias


yorkinas y alma de sutiles maniobras que minaban los intereses y
la dignidad de Méjico.

72
Bravo, una de las más nobles naturalezas y uno de los héroes
más limpios de nuestra Independencia, recogía así la imponente opi-
nión nacional y tentaba un esfuerzo desesperado para la recupera-
ción de la patria.
Su movimiento fue vencido militarmente. Pero más tarde hubo
que expulsar a Poinsett, como el Plan lo pedía, y las no suprimidas
logias siguieron sumergiendo en rencores y vergüenzas suicidas a la
nación.
Para explicar su actitud, don Nicolás Bravo publicó un mani-
fiesto con posterioridad a su derrota. Y afirma categórico "Era ne- :

cesario curar el mal en su origen, arrancando de raíz las sociedades


secretas que lo causaban". Por ello auspició el Plan de Montaño,
"convencido de ser ésta la opinión de los pueblos, de lo cual habían
dado testimonios inequívocos, así en la mayoría inmensa con que in-
formaron los gobernadores de los Estados contra las sociedades se-
cretas, como en la casi unanimidad con que se acordó en el senado
su extinción".

III. El máximo Bolívar

El mismo año de 1828 en que estampaba estas frases ilumina-


doras don Nicolás Bravo —aquel héroe excepcional que se venga-
ba del fusilamiento de su padre por los realistas dando él libertad a
los enemigos prisioneros — , en otras partes de nuestra América in-

experta y convulsa palpábanse los mismos estragos causados por las

mismísimas causas.
Y no un cualquiera, sino el adalid número uno de la indepen-
dencia hispanoamericana, Simón Bolívar, veíase obligado a decretar
y realizar lo que en Méjico propugnaba y quería, con todo el pue-
blo, don Nicolás Bravo.

Fue, en efecto, el 8 de noviembre de 1828, cuando Bolívar de--


cretó en Bogotá la prohibición de las sociedades secretas. Ignorado
o preterido por casi todos, el documento es capital y merece difun-

dirse. Consta en las Memorias de O'Leary, tomo 26, página 422, y


dice así textualmente:

73
"Simón Bolívar, Libertador Presidente de la República de Co-
lombia, etc.

"Habiendo acreditado la experiencia, tanto en Colombia como


en otras naciones, que las sociedades secretas sirven especialmente
para preparar los trastornos políticos, turbando la tranquilidad pú-
blica y el orden establecido que, ocultando ;
ellas todas sus operacio-
nes con el velo del misterio, hacen presumir fundadamente que no
son buenas, ni útiles a la sociedad, y por lo mismo excitan sospechas
y alarman a todos aquellos que ignoran los objetos de que se ocu-
pan: oído el dictamen del Consejo de Ministros.
"Decreto:
"Artículo 1
.
— Se prohiben en Colombia todas las sociedades o
confraternidades secretas, sea cual fuere la denominación de cada
una.
"Artículo 2. — Los Gobernadores de las Provincias, por sí o por
medio de los jefes de policía de los cantones, disolverán o impedirán
las reuniones de las sociedades secretas, averiguando cuidadosa-
mente si existen algunas en sus respectivas provincias.
"Artículo
3. —
^Cualquiera que diere o arrendare su casa o lo-
cal para una sociedad secreta incurrirá en la multa de doscientos
pesos, y cada uno de los que concurran, en la de cien pesos por la
primera y segunda vez; por la tercera y demás será doble la multa;
los que no pudieren satisfacer la multa sufrirán por la primera y

segunda vez dos meses de prisión, y por la tercera y demás será


doble la pena.

"Párrafo 1 .

Los Gobernadores y Jefes de Policía aplicarán la
pena a los contraventores, haciéndolo breve y sumariamente sin que
ninguno pueda alegar ,fuero en contrario.
"Párrafo 2. — Las multas se destinan para gastos de policía,
bajo la dirección de los Gobernadores de las Provincias.
"El Ministro Secretario de Estado del Despacho del Interior
queda encargado de la ejecución de este decreto.
"Dado en Bogotá, a 8 de noviembre de 1828.— Simón Bolívar.
"El Ministro Secretario de Estado del Despacho del Inte-
rior. — J. Manuel Restrepo".

74
He aquí el cuadro. Con reiteración advertidora que ensombre-
ce los albores de nuestra emancipación, tenemos una realidad in-
equívoca y un testimonio unívoco. Tres prohombres de la Indepen-
dencia el efervescente fray Servando, el generoso Bravo, el máximo
:

Bolívar, los tres, no impulsados por un preconcepto sino iluminados


por una experiencia, proclaman lo funesto de las logias, reconó-
cenlas por causa de los desastres nacionales y quieren rotundamente
su extinción.
Se ha olvidado el ejemplo. Y — sin caer en el simplismo de
pensar que un solo hilo teje urdimbre complicada y múltiple del
la

acontecer humano —
lo cierto es que secretas maniobras e irrespon-
sables consignas han seguido enturbiando la trama de la historia.
Pero hay alguien que, en los tiempos novísimos, ha vivido con fruto
la experiencia y ha sabido emular a fray Servando y a Bravo y a

Bolívar. Singularmente al Libertador.


No por ataque sino por defensa
no por ceguera sino por luci-
;

dez; no por privado antojo sino por pública salud, en laEspaña de


hoy se ha prohibido la masonería. Donde otros tiemblan o contem-
porizan, Franco se ha atrevido. Y no se lo perdonan. Y esto explica
muchas cosas inexplicables.
Pero los hombres libres y con conciencia histórica, saben y va-
lorizan cómo en este trance el Jefe Español marcha del brazo

con Bolívar.

75
CARTAS DE FRAY SERVANDO
I

0
A LA JUNTA O DIPUTACION
PROVINCIAL DE MEXICO
Al margen un sello negro con las armas de España y el lema siguiente:
"Ferdinandus VII Dei Gratia. Hispaniae et Indarum Rex".
Sello Cuarto: un cuartillo: Año de 1820 y 21.
Habilitado, jurada por el Rey la Constitución en 9 de marzo de 1820.

Excmo. señor:
Con fecha de seis de octubre del presente año tuve el honor
de dirigir a Vuestra Excelencia un recurso *, franco y certificado
el pliego como acreditaré con su cubierta, en el cual poniéndome
bajo la inmediata protección de esa corporación como protectora
de la Constitución de la Monarquía Española, hacía presente la

ilegalidad con que el excelentísimo señor virrey pretendía enviar-


me confinado a España, aun sin habérseme formado proceso, ni
tomádoseme una sola declaración sobre el crimen que podría mo-
tivar semejante providencia. Faltaba por consiguiente el cuerpo del
delito; faltaba su averiguación legal; y sin embargo sé procedía a
lo último del juicio que es ^a sentencia. Raro modo de enjuiciar,
vive Dios, que no se ha conocido en pueblo alguno que tenga ideas
de lo justo, y de los derechos sagrados del hombre.
En vano he invocado la protección de las leyes antiguas como
modernas. En vano he recordado la justicia y necesidad de obser-
var conmigo la constitución proclamada: ese pacto solemne ce-
lebrado entre el Rey y sus subditos, jurado delante del cielo, e igual-

* Puede verse en "Escritos inéditos de Fray Servando Teresa de Mier", El Co-


legio de México, México, 1944, págs. 201-204.

79
mente obligatorio a entrambos contrayentes. En vano he reclama-
do el cumplimiento del Real Decreto de 9 de marzo último, comu-
nicado al señor virrey con fecha del 1 1
y publicado por él mismo
en 22 de agosto, por el cual se mandan restituir a sus domicilios los
emigrados, y poner en libertad los procesados por motivos u opi-
niones políticas. En vano he alegado la amnistía acordada por las
cortes para olvidar todo lo pasado entre el gobierno y los disiden-
tes. Y todo esto sobre el indulto y perdón absoluto publicado por el
brigadier Arredondo, al cual me presenté el día 14 de junio de
1817; aunque nada había mandado, en nada intervenido, y sólo
había desembarcado por sorpresa.
Todo ha sido inútil y mi voz semejante
a la del que clama en
un desierto, compasión de los seres insensibles de
para recabar la

la naturaleza. Se me ha conducido de prisión en prisión como un

facineroso, haciéndome viajar con grillos por caminos de pájaros,


en que si he salvado la vida de los golpes, he perdido el uso del
brazo derecho, como ya había perdido por el pillaje de las tropas
del señor Arredondo, un equipaje valuable. Se me tuvo encerrado
en los calabozos de la Inquisición, donde en tres años no cesé de
pedir se me dijese la causa; pero solamente al salir se me hicieron
f>or todo cargo y de ceremonia, tres o cuatro preguntas insubstan-
ciales, y no se me impuso pena alguna, ni se me dio la más ligera
reprensión, porque no había culpa sobre que recayese. Y no obs-
tante todo esto, se me ha hecho pasar por un criminal abominable.
El día 30 del último mayo, el excelentísimo señor virrey me trasla-

dó de la Inquisición al calabozo llamado Olvido, de la cárcel de


corte, donde también estuve en un verdadero olvido sin comu-
nicación alguna hasta el día 19 de julio, en que se me sacó para

este castillo en el rigor de la canícula y el vómito, a pasar aquí los


rigores de la indigencia y el arresto, con orden de seguir la escala
de muerte que media hasta la península, para disfrutar allá el in-

dulto que obtuve ha más de tres años.

A la terrible voz de mis quejas sólo se ha dicho por el exce-


lentísimo señor virrey, que espera le apruebe el Rey sus procedi-

mientos contra mí. Y he aquí que esta sola esperanza (que no hay

80
juez que no tenga cuando obra arbitrariamente) ha sido el único
fundamento sobre que ha girado el plan de mi opresión y mi ruina.
Pero ¿ cómo se espera que apruebe el Rey lo que él mismo no
puede hacer según la constitución, pues según el artículo 246, no
puede suspender la ejecución de las leyes? En la restricción undé-
cima de sus facultades al artículo 172, capítulo lo., título 4, dice
la constitución El Rey no puede privar a ningún ciudadano de su
:

libertad, ni imponerle por sí pena alguna. El secretario del despa-


cho que firme la orden, y el juez que la ejecute, serán responsables a
la Nación y castigados como reos de atentado contra la libertad in-
dividual. ¿Cómo espera, pues, el señor virrey se le apruebe que, des-
pués de haberme tenido tanto tiempo procesado, sin hacerme saber
la causa, ni tomarme declaración, que ya son infracciones de la
constitución, me imponga la gravísima pena de abandonar mi patria

y familia, atravesar a la edad de 57 años dos mil leguas de océano e


ir a perecer en un clima áspero y un país extraño sin recursos ni ar-

bitrio, pues se me ha estropeado e inutilizado?

Buen decir, se me han retenido hasta mis libros, mis manuscri-


tos y papeles, de suerte que a nada puedo optar, porque se me quitan
los documentos de mis méritos y servicios de cuatro años de guerra
en la península. Tampoco puedo probar que soy sacerdote para
ayudarme siquiera con la limosna de la misa, ni que estoy secula-
rizado completamente desde ha diez y siete años, quedando ex-
puesto a ser tratado de apóstata como en las gacetas del gobierno
de México, sin poder confundir la calumnia. Se me remite al des-
tierro con una orden del señor virrey como una carga con su guía.

No le vale responder que así le parece conveniente en políti-

ca. Las conveniencias políticas no dan un derecho, y ese caso ya está


previsto en el último lugar citado de la constitución, pues prosigue
sólo en el casp de que el bien y seguridad del Estado exijan el arresto
de alguna persona, podría (el Rey) expedir órdenes al efecto; pero

con la condición de que dentro de 48 horas deberá hacer la entrega


a disposición del Tribunal o juez competente. No puede más el Rey
en este caso, ¿lo podría el virrey? Arbitrariamente me ha adjudica-
do, siendo clérigo, a su capitanía general, para extender sobre mí la

81

s.—
virga-férrea de la autoridad militar. Por el contrario, se lee en los
diarios de las cortes, que requeridos en ell-as los ministros del Rey
de no acudir tan prontamente como parecía necesario a contener
las agitaciones de España en que estaban a peligro el Rey, las cor-

tes y la Nación, han respondido: "que estaban precisados a pro-

ceder con miramientos y lentitud, porque ceñidos por la constitu-


ción, no participaban la omnipotencia del antiguo gobierno".
En una palabra, señor, la razón de por así nos parece que con-
viene, no debe ya valer a los virreyes, pues es hermana de la de
por ser así nuestra voluntad, que ha invalidado a los reyes la cons-
titución. No, ésta no nos deja más abandonados a la merced y dis-
creción de los virreyes, que por así nos parece que conviene, y es-
pero que el Rey lo aprobará, podrían ir trasladando a España igual-
mente que a mí a todos los habitantes de la América.
Los señores Rayón, Verduzco y otros gozan de libertad, y yo
estoy privado de ella. No pretendo formar un paralelo entre sus
extravíos políticos y el mío. Pero permitiéndolos iguales, no alcan-
zo por qué principios de justicia pueden ellos estar libres y yo pro-
seguir preso, aunque tengo indulto de que ellos carecían. Es por
tanto un escándalo para todo ciudadano español esta conducta: y
sin duda es un dato, sobre el cual ninguno podrá para lo sucesivo
librar su seguridad individual en esa constitufción protectora de los

derechos de los españoles y los americanos. Nuestra existencia será


un problema sujeto a un capricho despótico.
Espero, por tanto, que en vista de esta sencilla exposición y de
las antecedentes, se provea mi libertad, o a lo menos mi excarcela-

ción bajo caución juratoria; y de no haber lugar, se me dé testi-

monio para ocurrir donde convenga.

San Juan de Ulúa, y diciembre 7 de 1820.

Excelentísimo señor.

El Dr. Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra.

82
AL AYUNTAMIENTO DE MONTERREY
Señores del muy ilustre Ayuntamiento de la ciudad de Mon-
terrey.
Muy señores míos: Hoy mismo he recibido dos pliegos de VSS.
uno con fecha de 12 de junio, y otro del 28 incluyendo el acta del
reconocimiento del señor emperador Agustín I; en el de 28 de
junio me citan otro de 21 del mismo, en que dicen me exponen los
principales puntos que tiene esa capital en el supremo gobierno;
pero con grande sorpresa mía no he recibido, y era el más im-
lo

portante. Temo alguna intriga de los saltilleros, o qué sé yo; no


hay seguridad en los correos: marchamos sobre un cráter: no se
me envíe pliego que no venga certificado.
Yo salí de San Juan de Ulúa el 21 de mayo, y cuando todos
esperábamos una declaración de estar constituidos en república se-
gún el voto que parecía general, sobrevino la de haberse procla-
mado emperador a don Agustín Iturbide, pero al mismo tiempo se
aseguraba que ésta no era sino una borrachera de algún populacho
y tropa, pues con ésta ya desde el 3 de abril se había intentado di-
solver la representación nacional a título de que la patria estaba
en peligro. En efecto, el 18 de mayo f>or la noche algún populacho
y tropa habían hecho proclamación, disparando con bala y repi-
la

cando con las campanas de que se habían apoderado.


Mandóse desde las 6 de la mañana del 19 reunir las cortes,
aunque nunca se pudieron reunir 90 diputados de los 150 y tantos
que había en México, y rodeados de populacho que gritaba esta-
rían todos muertos a las 12 si no declaraban la coronación, decla-
raron en sesión secreta que no tenían libertad, y sería nulo cuanto

83
actuasen, así por no tenerla, cuanto por no haber congreso, pues
para componerlo se necesitaba la mitad, y uno más, es decir 103.
Llamado el generalísimo a las dos se presentó con cerca de tres
mil personas de toda clase, todas armadas, que ocuparon tumul-
tuariamente y las sillas mismas de los diputa-
las galerías, el salón

dos, sin cesar de gritar: coronación o muerte. Los diputados que


representaban su falta de poderes y la necesidad de esperar el voto
de las provincias fueron interrumpidos, befados groseramente, in-

sultados y amenazados de muerte. Se había tenido la precaución


de prevenir por la noche a los diputados que podían imponer algo
por su crédito, que se ocultasen, porque no se respondía de su vida.
Los que concurrieron en número de ochenta y dos, protestando su
falta de libertad, votaron sesenta y siete por el nuevo Emperador,
y quince en contra.
Con estas noticias yo no sabía qué hacer, y me vine muy poco
a poco tanteando el terreno, y recibido en triunfo de los pueblos del
tránsito hasta llegar a Puebla, donde enfermé. Ordenes severísimas
averiguaban todos mis pasos y conversaciones. Llegué por fin a
México el día 4 del presente, y aunque procuré entrar de noche por
evitar la contienda entre 8 ó 10 que porfiaban por darme aloja-
miento, no pude evitar una comihtona. México ha car-
el cortejo, y
gado sobre mí, y desde las seis de la mañana hasta las diez de la
noche aún no pára el gentío respetable, que no me deja reposar.
Por las calles el pueblo tampoco me deja andar.
El Emperador deseaba conocerme, fui a verlo a San Agustín
de Cuevas, y aunque era día de correo, sin darme antesala me
las

recibió, y platicamos los dos solos dos horas y media cabales, de-

tención que espantó a todo el mundo. Me oía con muchísimo gusto,

y me hubiera concedido cuanto le hubiese pedido, pues apenas


le insinué que mis sobrinas estaban afligidas por tener que ir a
Veracruz, cuando me dijo iba a pedir lista de cuantos casados ve-
nían en el Fijo de Veracruz para que se volviesen a Monterrey.
Como la mayor parte del Regimiento son casados ya me han pedi-
do la venia para venir a darme en cuerpo las gracias.

Por fin determiné ir al congreso, a cuyas galerías sabía que

84
se estaba agolpando el pueblo cada día por verme. Apenas entré
en el salón, cuando y palmoteos fueron tales, que fue ne-
los vivas

cesario que el Presidente llamase al orden. Inmediatamente pedí


la palabra, y peroré 3 cuartos de hora. Pondré aquí la introducción,
para que mis comitentes sepan mi modo de pensar.
"Doy gracias al cielo por haberme restituido al seno de mi
amada Patria al cabo de 27 años de la persecución más atroz, y de
trabajos inmensos. Las doy a la Provincia del Nuevo Reino de
León, donde nací, por haberme elevado al alto honor de ocupar un
asiento en este Augusto Congreso. Las doy a V. Soberanía por sus
esfuerzos generosos para sacarme de las garras del tirano de Ulúa.
Y las doy a todos mis carísimos paisanos por las atenciones y el

aplauso con que me han recibido. Desearía tener el talento y las


luces que se me suponen para corresponder a su concepto y sus
esperanzas. Lo que ciertamente poseo es un acendrado patriotismo.
Mis escritos dan testimonio, y mi diestra estropeada es una prueba
irrefragable. Y todavía si pergama dextra defendí possent, etiam
hac defenderentur. Temo haber llegado ya fuera de sazón, y que
losremedios sean tan difíciles como los males son grandes. No obs-
tante, el Emperador me ha oído dos horas y media, y me ha pro-
metido cooperar con el mayor esfuerzo a cuantos medios se le pro-

pongan para el bien de nuestra patria. Yo estaba alarmado sobre


la existencia de la representación nacional; pero me ha asegurado
que cuanto se decía sobre esto era calumnia, pues estaba resuelto
a sostener el Congreso como la mejor áncora del Imperio. Yo no
podía ocultarle mis sentimientos, manifiestos en mis escritos, de que

el gobierno que nos convenía era el republicano, bajo el cual está


constituida la America del Sur, y el resto de la del Norte; pero tam-
bién le dije que no podía ni quería oponerme a lo que ya estaba
hecho, con tal que se conservase el gobierno representativo, y se nos
rigiese con moderación y equidad. De lo contrario él se perdería y

yo sería su enemigo irreconciliable, porque no está en mis manos


dejar de serlo de los déspotas tiranos. Roguemos a Dios le inspire
que nos mantenga no sólo la independencia sino la libertad. Inde-
pendiente es Turquía, independiente es Berbería, pero sus habitan-

85
tes son esclavos. Nosotros no queremos la Independencia por la in-
dependencia, sino la Independencia por la libertad. Una onza de oro
es una cosa preciosa; pero si el que me la da me prohibe gastarla
para mis necesarios, no es regalo sino insulto. Por la libertad es
que hemos estado tiñendo once años con nuestra sangre los cam-
pos del Anáhuac, y si no se nos da, la guerra aún no está concluida,
los héroes aún no han muerto todos, y no faltarán defensores a la

Patria. Si fractus illabatur orbis (dije dándome un golpe en el


pecho), impavidum ferient ruinae".
El palmoteo fue grande al concluir mi largo discurso, y se re-
pitió cuando Guadalupe,
volví a hablar para recusar las cruces de
que nos ofrecía Emperador. No tuvo éste en favor de su gracia
el

sino dos votos, y hasta hoy en toda discusión el congreso ha seguido


mi voto. Se ha notado también mayor concurso de diputados como
del pueblo, y que los liberales se han reanimado a pesar de las vo-
ces alarmantes que siempre circulan de la disolución del congreso.

Mi suplente, el Señor Arizpe, se había portado bien para no


desmentir, decía, las opiniones notorias de su principal, y no con-
currió el día 19 de mayo. Había hecho sus esfuerzos para remediar
los males de esa provincia y obstar a su depresión; pero han sido
inútiles. Me entregó sus representaciones, y aunque le he pedido
los documentos respondió que de Monterrey tenía pocos o nin-
gunos, pero sí muchos de la Provincia y me los daría luego que

sacase unos apuntes.


Yo fui a visitar al señor general Bustamante destinado para
comandar lasocho provincias internas. Es un absurdo y creo a nin-
gunas irá. Es favorito del Emperador, y el que anduvo presidiendo
las tropas del tumulto del 18 de mayo. Está rodeado de saltilleros,
lo halléimpregnado de sus ideas y principalmente de las de don
Miguel Ramos de Arizpe que ha sabido ganar su amistad. Ellos
le han hecho creer que el Saltillo es tan saludable como enfermizo

de fiebres intermitentes Monterrey, y falto de harinas, de que abun-


da el Saltillo. Dos horas conversé con él destruyendo sus ideas, y
cuando me dijo que conforme a ellas había informado al gobier-

no, le dije que yo se las echaría a rodar. Ya yo las había impugnado

86
en mi segundo tomo de la Historia de la revolución de Nueva Es-
paña. Mi que sin la casua-
patria se ha dormido. Debía acordarse
lidad de estar yo en Madrid, la Mitra hubiera pasado al Saltillo
en tiempo del señor Valdés. Las cortes de España estaban admi-
radas en Cádiz de que brillando yo en toda la Europa, mi patria
no hubiese echado mano de mí. No hubiera Ramos Arizpe alcan-
zado todo para su predilecto Saltillo.
El espíritu de desunión nos mata. Ya llevaba días de llegado
cuando se me presentó mi suplente. Los de Coahuila, Colonia [de
Nuevo Santander, o sea Tamaulipas] y Texas no me han visitado.
Ya estaba acordado para el Saltillo otro diputado por tener tres
partidos, como si nosotros no tuviéramos cuatro; ya vendría cami-
nando el nuevo diputado si el Emperador no se hubiese opuesto.
Quieren tener allá una Junta Provincial y ya la ha conseguido San-
tander. Yo me he colocado en el congreso entre los diputados de
laColonia y de Texas, y ya los conquisté para que nos reunamos
en casa a fin de pedir que provisionalmente esté la Diputación
en Monterrey, cosa en que convendrán por la necesidad de las

dietas de que todos carecemos. Es una necedad estar pidiendo to-


do eso para sus provincias, antes de la constitución que tal vez
las echará todas por tierra. Está tocando en este momento Elosúa,

diputado de Coahuila, mi puerta, y volverá mañana; le sonsacaré


lo que pueda. No haya miedo, los saltilleros no contrabalancearán

mi influjo en las cortes y en el gobierno.

Son8 de la noche, hay que franquear y certificar este plie-


las

go, y a lasnueve sale el correo. Y ahora mismo acaba de llegarme


el pliego de VSS., de 21 de junio que me faltaba, y una porción

de cartas de mi patria. No tengo tiempo de leer nada. Me remito


al correo siguiente. Al cabo ahora nada se puede hacer.

El domingo 21 es la coronación y consagración del Empera-


dor : luego tres días de gala y Santiago y Santa Anna ¿ en qué pa- :

rarán estas misas? Vuelvo a decir que estamos sobre un cráter, y


Dios sobre todo. Como vivamos y esto dure, no duden VSS., que
yo corresponda a la confianza de mi provincia. Nada me arredra,
estoy acostumbrado a tratar con reyes y a marchar entre balas.

87
Doy a VSS., y a todos los que me han elegido las más profundas
gracias y a las obras me remito. Dios guarde a VSS. muchos años.
México, 17 de julio de 1822.

B. L. M. de VSS., su más atento, afectísimo y agradecido ser-


vidor y capellán.

Servando Teresa de Mier.

Es copia a la letra de su original que certifico: que en virtud de oficio


la

del señor comandante general de dos Excmo. señor


del corriente se remitió al
ministro de Estado con oficio de hoy. — Monterrey, 8 de noviembre de 1822.
Segundo de la Independencia. Pedro José Morales. — Secretario.

88
AL AYUNTAMIENTO DE MONTERREY
Acabo de recibir la de VSS. de 2 del presente, y sobre su con-
tenido necesito pensar para resolver lo mejor, y contestaré en el
correo siguiente. Voy ahora a responder sobre los pliegos que VSS.
me remitieron en el correo anterior con fecha 22 de julio, inclu-
yéndome sus contestaciones con el señor López, y la respuesta de
éste sobre la reunión de la diputación provincial a fin de que ésta
proporcionase dietas a los diputados de esas provincias, etc.

El oficio que cita el comandante general interino de esas pro-


vincias o decreto del congreso para pagarse de esta Tesorería Ge-
neral las dietas a los diputados, emanó efectivamente, pero se inu-
tilizó por la absoluta impotencia de su caja exhausta, y la deses-
peración de poder llenarla estando la hacienda pública en com-
pleta bancarrota. Luego empero que recibí la de VSS. di cuenta
al soberano congreso, y exigí la pronta reunión de la diputación
de las cuatro provincias de Monterrey. El diputado de Texas don
Refugio de la Garza, está en tal miseria, que después de haber em-
peñado o vendido cuanto tenía, le he ido yo prestando lo preciso
para comer, y ya me debe cincuenta pesos. Como la mayor parte
de todos los diputados se hallan en caso igual, se discutió el punto
de dietas con calor, y declarado urgentísimo, se encomendó a la
Comisión de Gobernación, a la cual pertenezco yo, presentar en el
día siguiente nuestro dictamen para el remedio. En efecto se volvió
a discutir a otro día y el siguiente el punto, y se acordó, según pidió
la comisión: lo. Que el congreso nombrase un tesorero suyo. 2o.

Que éste se entendiese con las diputaciones provinciales para que


éstas remitiesen a la tesorería del congreso las dietas de los di-

89
putados a tres mil pesos por sesión como está mandado, quedando
facultados para valerse de todo genero de arbitrios al efecto y to-
mando el dinero aun de lo más sagrado, como está prevenido. Y
con las dietas deben venir los viáticos para la venida y regreso de
los diputados, a cuatro pesos por legua. 4o. * Que donde no hay di-
putaciones provinciales como' es en Sonora y las provincias internas
del Oriente, el tesorero del congreso se entienda con la tesore-
deberá enviar las dietas y viático de los dipu-
ría nacional, la cual

tados de aquellas provincias, reintegrándole los abonos las dipu-


taciones provinciales cuando las haya. Antier se dio el soberano de-
creto, y luego se circulará.
Nada se habló de suplentes, ni el mío me había confesado ha-
ber recibido cosa alguna de ese Ayuntamiento, hasta que estrechado
ayer con lo que VSS. me dicen en el correo a que contesto, me
confesó haber recibido quinientos pesos para el viaje y trescientos
después. Yo no exigiré de viático, sino por el viaje desde Veracruz
hasta aquí, que es poca cosa. Según la constitución al diputado se
le deben contar las dietas desde el día que se presentan sus pvoderes
en el congreso, y como los míos fueron presentados y aprobados

desde que estaba en San Juan de Ulúa, tengo derecho a pedirlas


desde entonces. Mas yo no soy codicioso, y a esa provincia resulta-
ría elgravamen de pagar dobles dietas; las mías, y las que tocan
al suplente.Yo renuncio a mi derecho, y sólo las pido desde el día
15 de junio que ocupé mi silla en el congreso.
Para decir lo que hay sobre diputación de las cuatro provin-
cias en Monterrey, tomaré la cosa desde su origen. Por las actas

del congreso del mes de junio verán VSS., que mi suplente Arizpe,
movido por no sé qué razones, hizo proposición formal para que
en cada una de las cuatro provincias internas orientales hubiese
una diputación provincial. Aprovechóse de esto el diputado de la
Colonia del Nuevo Santander, y aunque ya tenía nombrados dos
sujetos su provincia para la diputación de Monterrey, pidió otra
para Santander diciendo que su Provincia ya tenía nombrados siete

sujetos, y lo consiguió. Cuando Arizpe vio su imprudencia, apro-

* Faltaría el punto tercero.

90
vechándose de una ausencia de Gutiérrez de Lara, diputado de la

Colonia, consiguió que los dos diputados nombrados primero por la

Colonia, fuesen a la de Monterrey que debía reinstalarse. Esto fue


el día 20 de junio; pero el 21 concurrió Gutiérrez é instó para que
la reinstalación de la diputación de Monterrey fuese sin perjuicio
de la de Santander, Resistió Arizpe y la cosa se remitió a las dos
comisiones reunidas de gobernación y constitución, donde el asun-
to ha dormido.
Como días pasados hice yo una moción acalorada sobre los

males que padecen las provincias internas por las incursiones de


los bárbaros, indefensa de los habitantes desarmados, atraso de los
presidios, incuria del comandante general retirado a un punto ex-
céntrico, la faka de jefes políticos encada Provincia, y la reunión
monstruosa del bastón y la espada en una mano, concluyendo con
faltar aún la diputación provincial de Monterrey y por consiguien-
te las dietas a los diputados, se nos mandó asistir aquella misma
noche a comisión de colonización (asunto que ayer y hoy se ha
la
discutido) para proponer los remedios convenientes. Uno de ellos,
adoptado por que se volviese a reunir la diputación
la comisión, fue
provincial en Monterrey. Nos reunimos en la petición Elosúa dipu-
tado de Coahuila, Garza diputado de Texas, y yo, protestando Gu-
tiérrez, a quien nada le falta porque le envía dinero don Felipe de

la Garza.
Ya dije antes cómo al otro día de haber recibido la carta de
VSS. sobre cuenta y volví a exigir la reinstalación de la
dietas, di
diputación provincial en Monterrey. Como todo se remitió a dic-
tamen de la comisión de gobernación, y yo soy miembro de ella,
acordamos que no era necesario nuevo decreto para la reinstalación
susodicha, estando mandada el ^0 de junio. Pero sobre este punto
se opuso antier en la discusión ante el congreso Gutiérrez de Lara,
y tuvimos un altercado terrible, resultando que informase sobre esto
la comisión de constitución. Ciertamente no hay dificultad en que
haya diputación en Monterrey, pues Gutiérrez protesta siempre
que no intenta perjudicar al derecho de esta ciudad. La dificultad
es que sea de las cuatro provincias. Al fin, después de tanto embro-

91
llar el decreto de la reunión en Monterrey, ésta se veri-
y detener
no la de Santander; porque se ha opuesto el gobierno ale-
ficará y
gando que faltan para eso los elementos necesarios, como jefes
políticos, etc.

En cuanto al otro punto relativo que VSS. tocan en la corres-


pondencia recibida ayer, es menester saber que la provincia de
Coahuila no quiso elegir por su diputado al doctor Ramos Arizpe,
chantre de Puebla, porque nó hizo nada por ella sino sólopor el
Saltillo su patria, y por Parras. Ambas, dirigidas por mismo, han
él

intrigado para otro diputado, alegando tener tres partidos, según los
cuales la convocatoria para congreso mandó hacer la elección; y
como haber mandado que las provincias de oriente eligiesen uno
solo (teniendo tres partidos como Coahuila y Santander o cuatro co-
mo Nuevo Reino de León) es una ignorancia o injusticia manifies-
tas, fácilmente consiguieron otro diputado, como las otras provincias

lo tendrían si lo pidiesen, aunque la del Saltillo y Parras nada avan-


zarán para Ramos Arizpe, debiendo hacer la elección en la capital.
Pero gobierno se ha opuesto, alegando que Parras y Saltillo se
el

comprendieron en la elección de San Luis Potosí, y que habiéndose


asignado a éste siete diputados, por eso si se admite otro represen-
tante por Parras y por el Saltillo, es necesario que cesen dos de los
de San Luis. Con esto la cosa se enredó y yace en el opio de la co-
misión. El doctor Ramos Arizpe no sabe esto, pues me dice hoy
por el correo que no ha llegado el decreto al Saltillo, y me pre-
gunta la causa de no haberse circulado. Me incluye el impreso que
acompaño para que VSS. vean la actividad de los saltilleros en
hacerse valer. Se puede añadir al tal impreso una larga fe de erratas.
Soy de parecer que no hagan VSS. gestión alguna sobre otro
diputado.No sería más que gravar la provincia sin necesidad al-
guna. Nada añadiría otro diputado del Saltillo, y para Nuevo Reino
de León basto yo, pues conmigo vota la mayoridad del congreso

aun contra Emperador mismo, como ahora acaba de suceder en


el

la pretensión obstinada que tenía de elegir él el Supremo Tribunal


de Justicia.

En esta semana perderá igualmente otra pretensión que nos

92
ha enviado, apoyada con una consulta del Consejo de Estado, en
que para publicar la amnistía y olvido general que acordamos so-
bre todo lo ocurrido desde el día 18 y 19 de mayo por las dife-

rentes opiniones de los ciudadanos, nos exige que suspendiendo to-

das las leyes constitucionales tutelares de la libertad individual de


los ciudadanos, autoricemos al gobierno para establecer por seis

.meses tribunales militares de dos oficiales y un letrado secretario


en todas las capitales del Imperio, sin más .apelación que el capi-
tán general de cada provincia con su asesor; y se llamarán tribu-
nales de seguridad del Estado, que no sólo castigarán de muerte las

opiniones, sino a los asesinos y ladrones. ¡


Qué absurdo ! esto se
hizo en tiempo de Robespierre, de los Venegas y Callejas. Si tal se
hiciese, yo tomaría mi pasaporte para los Estados Unidos por no
ver correr a torrentes la sangre de mis conciudadanos.
Esto va malo. Extravían al Emperador y temo una catástrofe.
El congreso no está seguro: dos veces se ha intentado atacarnos
a principios de este mes, una vez en cuerpo a mano armada y otra
en particular pór la el primero de los 19 diputados
noche: yo era
que debían perecer, y todos tuvimos que ir a dormir en otras casas.
Ayer y hoy mismo debíamos sufrir otro asalto. Yo pienso que al
fin se nos disolverá; pero creo que tampoco quedará el promotor
en su puesto. Nuestra fortuna es que hay tropas a favor del congre-
so, cuyo concepto se ha procurado arruinar mañeramente atribu-

yéndonos la escasez de recursos. Pero la junta provisional, para ga-


narse al pueblo, fue quien de un golpe levantó todos los derechos

y extinguió el erario. Nosotros trabajamos día y 'noche; pero más


se trabaja en gastar por el gobierno, sin que desde mayo haya-

mos podido conseguir nos instruya del ingreso y egreso de las ren-
tas. Sólo sabemos que para la guarnición de México, que no pasa
de cinco mil hombres, nos exigen cada mes trescientos mil y
se

pico de pesos, porque hay seiscientos oficiales en el depósito, y


cada día se crían nuevos y nuevos estados mayores. Con un millón
fuerte no hay para el gasto mensual perteneciente a México. He-

mos empezado por donde acaban las cortes opulentas y corrompi-


das. Y con todo hay bestias que piensan y proclaman que todo irá

93
bien si el Emperador es absoluto. No advierten que eso quiere de-
cir tirano.

A cada paso se necesita la estadística de esas provincias. Elo-


súa tiene una, y entiendo que es la que se hizo por la junta prepara-
toria en tiempo del obispo Marín. Como ésta fue quien parece
dividió la provincia en 4 partidos, es necesario que se me instruya
cuáles son los lugares y ayuntamientos que comprende, su exten-
sión y población, con la de toda la provincia. Suplico que se reco-
jan estos datos y se me envíe sin dilación la mejor estadística que
haya, ya del obispado, ya de la provincia. Cuidado por Dios con
este encargo que es de la mayor importancia para solicitar el bien
de esa provincia.
Mañana mismo estamos citados los de las comisiones de go-
bernación y de Constitución para dar el ultimátum sobre la insta-
lación de la diputación de las cuatro provincias en Monterrey, y
creo que nos será favorable. Volveré a escribir en el correo siguien-
te: es menester cachaza; las cosas están muy críticas y preñadas.
Hay mucha intriga. López me ha escrito; yo le he contestado que-
jándome de su translación al Saltillo con el parque y la imprenta,
uno y otra muy míos, pues me costó la expedición de Mina ciento
veinte mil pesos. Pero ese bendito tiene el concepto del Emperador,
y lo favorece don Anastasio Bustamante, capitán general de las
cuatro provincias; sin embargo no desconfío de hacerlo mudar, y
procesar a Padilla. Silencio y paciencia.
Buscaré el sujeto que debe darme los quinientos pesos que

VSS. han servido librarme y doy las gracias correspondientes.


se
— —
Dios guarde a V.S.S. muchos años. México, y agosto 21 de 1822.
— —
Doctor Servando de Mier. Señores del muy ilustre Ayuntamien-
to de la ciudad de Monterrey.

Es copia a la letra de su original que certifico: la que en virtud de oficio

del señor comandante general de 2 del corriente se remitió al excelentísimo se-



ñor ministro de Estado con oficio de hoy. Monterrey, noviembre 8 de 1822.
Segundo de la Independencia. —
Pedro José Morales. Secretario. —
94
AL AYUNTAMIENTO DE MONTERREY
Muy señores míos : Vuelvo a tomar el hilo de nuestra corres-
pondencia interrumpida desde el 26 * de agosto último, en que el

tirano, fingiendo una conspiración contra su persona, apresó la


flor de los diputados de la nación, y creyó con eso tener sometido
a sus caprichos el congreso como antes de mi llegada. Este supo
sin embargo sostenerse, y en 3 1 de octubre fue disuelto por la vio-

lencia, atreviéndose los partidarios de Iturbide a proclamarlo por


las callesen una cabalgata emperador absoluto, que es lo mismo
que tirano. Y en efecto procedía en todo como tal. Yo, que le había
hecho principalmente oposición, y no cesaba de hacérsela desde los
calabozos donde me tenía sepultado, fui el que sufrió más el rigor
de su venganza. Pero temiéndome más desde que el brigadier San-
ta Anna dio en Veracruz el heroico grito de la insurrección contra el
déspota opresor de nuestra patria, determinó concluir con mi exis-
tencia en un calabozo tan húmedo como hediondo, y cerrado her-
méticamente sin luz ni respiración, fabricado a propósito en el

cuartel del número 1, su regimiento favorito. Hubo quien me lo

avisara y ayudara a salir de la cárcel de Santo Domingo para irme


a unir el día lo. de enero al ejército libertador, que se aumentaba
cada día por haberse puesto a su cabeza el ilustre general don Gua-
dalupe Victoria.
No parece sino que había escapado un regimiento de tigres,

pues en el momento que se supo mi evasión se acuartelaron cuatro


mil hombres, se cerraron las garitas, patrullas examinaban los co-

* Sin duda se trata de la carta que precede, la cual lleva fecha del 21 de agosto.
¿Cuál será la fecha correcta: 21 ó 26?

95
ches y las personas, y partidas de caballería avanzaron por todos
los caminos. Pero un picaro me delató en aquella misma noche, y

una escolta de 25 hombres, habiéndome sorprendido durmiendo,


me llevó atado de ambos brazos a una bartolina mortífera de la

cárcel de corte, aunque ya sabían todos, por las gacetas de España,


que a petición de la ciudad de Baltimore en los Estados Unidos el

Sumo Pontífice me
había nombrado su arzobispo, nuncio y legado
de la Silla Apostólica en dichos Estados.
Ochocientos presos que había en la cárcel se pusieron en mo-
vimiento para libertarme ,y por eso fui trasladado a la Inquisición,
donde el gobierno tenía otras ilustres víctimas. Todos fuimos extraí-
dos de allí a fines de febrero por el denuedo de 140 soldados del
número 11 que sorprendieron nuestra guardia, y todos corrimos
más que marchamos a pie 6 leguas hasta Santa Fe. En Cuajimalpa
se nos unió el coronel Márquez con su regimiento de caballería
número 3, y fuimos recibidos en Lerma y Toluca por el coronel
Inclán y sus tropas, entre vivas y aclamaciones. Desde allí pasé a
San Agustín de las Cuevas a incorporarme con el general Bravo, y
a su lado entré triunfante en esta capital el día de Jueves Santo.
El resto del ejército, cuyo centro mandaba el general Negrete, la
izquierda el general Bravo y la derecha el general Echávarri, todos
a órdenes del marqués de Vivanco como general en jefe, ocuparon
losalrededores de México. Iturbide estaba en Tacubaya, y había
capitulado con los generales del ejército libertador de poner a su
disposición los cien hombres que aún tenía y retirarse a Tulancin-
go, donde estaría a órdenes del congreso, custodiado por la divi-
sión del general Bravo.

El Viernes Santo se reinstaló por la mañana el soberano con-


greso con 104 diputados, aunque se declaró bastar 91 por ser este

número la mitad y uno más. Ocupaba las galerías un número in-


menso de gentes de distinción todas. Oficiales, todos jefes, hicieron
de soldados para dar guardia al congreso reinstalado en la más
completa libertad. Sesión durante una comisión leyó su dictamen
y se declaró haber cesado enteramente el gobierno anterior. Se de-
terminó nombrar para el nuevo interino tres personas con el título

96
de supremo poder ejecutivo, que tenga el tratamiento de Alteza y
sus miembros de Excelencia sólo por escrito y oficialmente, pero
el

vcrbalmente ninguno.
El sábado se procedió a la elección de los tres miembros por es-

crutinio secreto, y ya se supone que hubo partidos. Pero prevaleció


mi influjo, aunque me costó mucho trabajo. Salió en primer lugar
el general Bravo ; en segundo el general Victoria ; y en tercero el ge-
Todos son mis amigos, y su elección fue obra mía,
neral Negrete.
como todo México lo sabe. Los lugares, nada importan porque han
de presidir alternativamente. Pero como el general Victoria está en
Veracruz y el general Bravo salió a las cinco de la mañana del
Domingo de Resurrección con Iturbide para Tulancingo, prestó
juramento sólo el general Negrete el lunes 30 por la noche, pidien-
do se le diesen dos colegas suplentes mientras llegaban los propie-
tarios. nombraron los dos suplentes por escrutinio
El martes, ayer, se
secreto, y su elección,que también fue obra mía, recayó en los se-
ñores Michelena que había sido diputado en las cortes de España,
y el señor don Miguel Domínguez, corregidor que fue de Queré-
taro. Prestaron su juramento y a los tres los llevé yo del congreso a
sus casas en el coche de la mía, que es la de mi sobrino el marqués

de San Miguel de Aguayo, calle de las Capuchinas núm. 13. Mien-


tras llegan los propietarios para nombrar ministros o se piensa en su
elección que me han prometido será a mi gusto, seha nombrado un
secretario general, que es el Lic. García Illueca, sólo por 8 días. Es-
te poder ejecutivo de tres sólo es provisional mientras se arregla el

gobierno que ha de permanecer en la nación.

El voto de ésta es república, y en eso están los generales, el ejér-


cito y los diputados. Sólo nos diferenciamos en que algunos la quie-
ren confederada, y yo con la mayoría la quiero central, a lo menos
durante 10 ó 12 años, porque no hay en las provincias los elementos
necesarios para ser cada una Estado Soberano, y todo se volvería

disputas y divisiones. Suplico a V. 'V. S. S., me envíen sobre esto


sus instrucciones, porque esta decisión no tardará mucho.
En cuanto a mí, apenas el viernes santo me presenté en el con-
greso, se hundían las galerías a vivas y palmoteos, y se repitieron

97

S.—
ches y las personas, y partidas de caballería avanzaron por todos
los caminos. Pero un picaro me delató en aquella misma noche, y

una escolta de 25 hombres, habiéndome sorprendido durmiendo,


me llevó atado de ambos brazos a una bartolina mortífera de la
cárcel de corte,aunque ya sabían todos, por las gacetas de España,
que a petición de la ciudad de Baltimore en los Estados Unidos el
Sumo Pontífice me había nombrado su arzobispo, nuncio y legado
de la Silla Apostólica en dichos Estados.
Ochocientos presos que había en la cárcel se pusieron en mo-
vimiento para libertarme ,y por eso fui trasladado a la Inquisición,
donde el gobierno tenía otras ilustres víctimas. Todos fuimos extraí-
dos de allí a fines de febrero por el denuedo de 140 soldados del
número 11 que sorprendieron nuestra guardia, y todos corrimos
más que marchamos a pie 6 leguas hasta Santa Fe. En Cuajimalpa
se nos unió el coronel Márquez con su regimiento de caballería
número 3, y fuimos recibidos en Lerma y Toluca por el coronel
Inclán y sus tropas, entre vivas y aclamaciones. Desde allí pasé a
San Agustín de las Cuevas a incorporarme con el general Bravo, y
a su lado entré triunfante en esta capital el día de Jueves Santo.
El resto del ejército, cuyo centro mandaba el general Negrete, la
izquierda el general Bravo y la derecha el general Echávarri, todos
a órdenes del marqués de Vivanco como general en jefe, ocuparon
losalrededores de México. Iturbide estaba en Tacubaya, y había
capitulado con los generales del ejército libertador de poner a su
disposición los cien hombres que aún tenía y retirarse a Tulancin-
go, donde estaría a órdenes del congreso, custodiado por la divi-
sión del general Bravo.

El Viernes Santo se reinstaló por la mañana el soberano con-


greso con 104 diputados, aunque se declaró bastar 91 por ser este
número la mitad y uno más. Ocupaba las galerías un número in-
menso de gentes de distinción todas. Oficiales, todos jefes, hicieron
de soldados para dar guardia al congreso reinstalado en la más
completa libertad. Sesión durante una comisión leyó su dictamen
y se declaró haber cesado enteramente el gobierno anterior. Se de-
terminó nombrar para el nuevo interino tres personas con el título

96
de supremo poder ejecutivo, que tenga el tratamiento de Alteza y
sus miembros el de Excelencia sólo por escrito y oficialmente, pero
vcrbalmente ninguno.
El sábado se procedió a la elección de los tres miembros por es-

crutinio secreto, y ya se supone que hubo partidos. Pero prevaleció


mi influjo, aunque me costó mucho trabajo. Salió en primer lugar
el general Bravo ; en segundo el general Victoria ; y en tercero el ge-
Todos son mis amigos, y su elección fue obra mía,
neral Negrete.
como todo México lo sabe. Los lugares, nada importan porque han
de presidir alternativamente. Pero comoel general Victoria está en

Veracruz y el general Bravo salió a las cinco de la mañana del


Domingo de Resurrección con Iturbide para Tulancingo, prestó
juramento sólo el general Negrete el lunes 30 por la noche, pidien-
do se le diesen dos colegas suplentes mientras llegaban los propie-
tarios. El martes, ayer, se nombraron los dos suplentes por escrutinio
secreto, y su elección, que también fue obra mía, recayó en los se-

ñores Michelena que había sido diputado en las cortes de España,


y el señor don Miguel Domínguez, corregidor que fue de Queré-
juramento y a los tres los llevé yo del congreso a
taro. Prestaron su
sus casas en el la mía, que es la de mi sobrino el marqués
coche de
de San Miguel de Aguayo, calle de las Capuchinas núm. 13. Mien-
tras llegan los propietarios para nombrar ministros o se piensa en su
elección que me han prometido será a mi gusto, seha nombrado im
secretario general, que es el Lic. García Illueca, sólo por 8 días. Es-
te poder ejecutivo de tres sólo es provisional mientras se arregla el

gobierno que ha de permanecer en la nación.

El voto de ésta es república, y en eso están los generales, el ejér-


cito y los diputados. Sólo nos diferenciamos en que algunos la quie-
ren confederada, y yo con la mayoría la quiero central, a lo menos
durante 10 ó 12 años, porque no hay en las provincias los elementos

necesarios para ser cada una Estado Soberano, y todo se volvería

disputas y divisiones. Suplico a V. V. S. S., me envíen sobre esto


sus instrucciones, porque esta decisión no tardará mucho.
En cuanto a mí, apenas el viernes santo me presenté en el con-
greso, se hundían las galerías a vivas y palmoteos, y se repitieron

97

S.—
todas las veces que hablé. Pero acuérdense V. V. S. S. que hasta
ahora por viaje y dietas no he recibido sino 500 pesos, que éstos ape-
nas los recibí y entalegados como estaban me los robó la tropa que

me prendióel 26 de agosto, con 300 pesos más en efectos reuní al- ;

gunos muebles en mi prisión de Sto. Domingo y me los robó el


oficial Alvarado el día lo. de enero que escapé de allí. Busqué cama

y habiéndola dejado en la Inquisición también se la han robado.


No tengo qué comer, ni ropa, ni ochavo. ¿Y será honor de la pro-
vincia que su diputado, siendo un Arzobispo, ande mendigando?
Por cartas particulares a varias personas, supe esta mañana
todo lo acaecido en Monterrey, Saltillo, etc., con las actas celebradas

el día 6 en ésa y el día 8 en el Saltillo, e inmediatamente di cuenta

al congreso donde se oyó con aplauso, e hice proposición para que

conforme se determinó en junio y confirmó en agosto, se reinstale


con las personas que estaban nombradas la diputación provincial
en Monterrey de las tres provincias Nuevo Reino de León, Coahuila
y Texas; porque la del Nuevo Santander pidió y obtuvo junta pro-
vincial aparte. Y que esta diputación, tome el mando político de
las tres provincias mientras el poder ejecutivo provee de jefes polí-
ticos cesando las juntas gubernativas. En el correo siguiente irá la
resolución. Como la junta establecida en Monterrey nada me ha
comunicado de oficio, tampoco le escribo. V. V. S. S. le comuni-
carán lo que estimen conveniente.
En otro correo entraré en más pormenores. Ahora, como todo
está desquiciado en la nación, estamos tan ocupados que a las 6 de
la tarde salimos del Congreso a comer, volvemos a las 6 y salimos
a las 11 de la noche.
Dios guarde a V. V. S. S. muchos años.
México, 2 de abril de 1823.
Dios y Libertad.

Dr. Servando Teresa de Mier.

Sres. del muy ilustre Ayuntamiento de la Ciudad de Monterrey.

98
AL AYUNTAMIENTO DE MONTERREY
Muy señores míos: En el correo anterior di cuenta a V. V. S. S.
de haberse reinstalado el viernes santo el Soberano Congreso con
104 diputados en plena libertad, bajo la protección del ejército
libertador, que entró en esta capital el jueves santo. Que luego de-
claró haber cesado el gobierno anterior, y procedió a nombrar un
Supremo Poder Ejecutivo compuesto de tres personas, ínterin que se
establece la forma de gobierno permanente que debe regirnos. Se
debió a mi crédito que saliesen electos los tres generales célebres
Bravo, Victoria y Negrete. Y como éste es el único que se halla en
México, se le dieron dos colegas suplentes que a influjo mío han
sido los señores Michelena y Domínguez el que fue corregidor de
Querétaro. También dije a V. V. S. S. que Iturbide fue enviado
a Tulancingo a esperar órdenes del congreso bajo la custodia del
general Bravo con su división.
Antier se ha ocupado el congreso de la suerte del tirano.
Había éste hecho renuncia de la corona ante el simulacro de con-
greso que reinstaló; el congreso actual declaró que no había lugar
a deliberar sobre la abdicación, porque todo había sido nulo y obra
de la violencia, y nunca por consiguiente había sido Emperador.
Que a consecuencia también eran nulos todos los actos emanados
de la coronación, etc. como la sucesión hereditaria, y todos los em-
;

pleos, grados y demás dados por él eran ilegales y quedaban sujetos


a la aprobación o reprobación del gobierno. Se le desterró a Italia,
para donde debe inmediatamente en un buque fletado a
salir

costa de la nación, la cual ha tenido la bondad (aunque yo me


opuse fuertemente) de concederle una pensión vitalicia de 25 mil

99
pesos cobrables en México, con tal que no salga de Italia, ó se
averigüe que tiene puesto dinero en algún banco. Caso de muerte
en Italia se concede a su familia la pensión de 8 mil pesos sujeta
a las reglas de Montepío militar. Y en fin se concedió a él trata-

miento de Excelencia.
Ayer declaró el congreso insubsistente el Plan de Iguala y el
tratado de Córdoba en cuanto a la forma de gobierno y llama-
miento a la corona, y por consiguiente la nación libre para consti-
tuirse como le parezca.
Actualmente, nos estamos ocupando del papel moneda y va-
mos a ocuparnos de la convocatoria de un nuevo congreso, porque
la nación pide se expurgue el congreso de los persas o serviles, cues-
tión espinosa que por todos lados ofrece grandes inconvenientes.
Veremos lo que sale.
Hoy acordó la comisión su dictamen conforme a la proposición
que hice de la reinstalación de la diputación provincial en Monte-
rrey, del Nuevo Reino de León, Coahuila y Texas con los sujetos
que ya están nombrados de antemano; y por la de Santander se to-
men los dos suplentes nombrados ; que mientras se nombran jueces
políticos gobierne como tal el primer nombrado de la junta provin-
cial conforme a la Constitución española, e inmediatamente cesen
las juntas gubernativas. Mañana se dará cuenta, y en el correo si-

guiente irá la orden.


Hoy ha salido de México para ese país el brigadier don Felipe
de la Garza, que a propuesta mía fue nombrado comandante gene-
ral de las cuatro provincias del Oriente.
No don Juan Bautista Arizpe, nombrado mi
estoy contento de
suplente, ha dado arte a tener más de esa provincia que su
que se
propietario. El recibió de ese Ayuntamiento 500 pesos y luego 300.
En junio se repartieron 200 pesos a cuenta de las provincias a los
diputados para vestuario, a fin de asistir con él en agosto a la coro-
nación y consagración; y sin embargo de que ya yo estaba en Pue-
bla, y él no había de asistir, se tomó los 200 pesos, que fue un robo
hecho a mí. Yo no quise asistir a la farsa de la consagración por no
autorizarla con mi presencia, y sin embargo de que ya estaba desde

100
I

el 15 de julio fuera del congreso, tuvo el descaro increíble de ir a

ocupar mi asiento. Me prendió el tirano el 26 de agosto, y disolvió


el 3 1 de octubre el congreso nombrando una juntilla de monacillos

que dijesen amén a. sus caprichos, y Arizpe se le ofreció para ocupar


mi lugar, lugar indecente que yo no habría ocupado ni libre, chu-
pándose 80 pesos mensuales. El tirano reinstaló el Congreso el 5 de
marzo llamando a todos los diputados ausentes; pero yo aunque
libre no quise venir, porque tal Congreso era una farsa que el ejér-
cito ni nadie reconoció porque no era libre. A pesar mío se intrusó
Arizpe todavía a suplirme; y aún presente yo el viernes santo, to-
davía se introdujo y fue necesario echarlo : lo cual advierto a V. V.
S. S. por lo que pueda convenir.

Dios guarde a V. V. S. S. muchos años. México, 9 de abril de


1823.
B. L. M. de V. V. S. S. su más atento servidor y capellán.

Dr. Servando de Mier.

Muy Ilustre Ayuntamiento de la ciudad de Monterrey.

101
AL AYUNTAMIENTO DE MONTERREY
Sres. del M.
Ayuntamiento de la ciudad de Monterrey.
I.

Tres son con éstalas cartas que tengo el honor de haber dirigido

a V. Ss. y aún no es tiempo de que reciba respuesta de alguna. Aun


faltaron en el correo pasado las cartas particulares de esas provin-
cias, lo que advierto por temor de alguna intriga.

Dije en mi anterior que había pedido al soberano congreso la


reinstalación de la diputación provincial de las tres provincias: Nue-
vo Reino de León, Coahuila y Tejas, porque a pedimento de don J.
Bautista mi suplente, la Colonia obtuvo una separada desde junio
del año pasado, división que, aunque lo intenté, ya no pude reme-
diar. Pedí que la tal diputación de las 3 provincias, esto es, el más
antiguo de ella, tomase el mando político, donde no hubiese jefe
político, como está mandado por el congreso. Que la reinstalación

de la miembros ya nombrados de
diputación se reinstalase con los

antemano y no con los que se nombren, como se extendió la orden


del congreso en octubre por equivocación. Y que en fin cesasen las
Juntas de gobierno erigidas en esas provincias.
En todo se conformó a mi demanda la comisión destinada al
examen de mis proposiciones, y las iba a acordar el congreso, cuan-
do yo hice presente un oficio circulado por esa junta gubernativa
o la del Saltillo y que me remitieron de Parras, en que se invita
a todas las 4 provincias a formar una junta gubernativa general
que no reconocería superior sino al Congreso Mexicano. Esto que-
ría decir que las 4 provincias compondrían un Estado soberano

confederado de la República Mexicana. Como en esto hemos de ve-


nir a parar según los pasos que van dando las provincias, aunque

102
yo no quería sino central la República hasta de aquí a 10 años en
que ya las provincias poseyesen los elementos para ser estados so-
beranos, avisé al poder ejecutivo y no pareció mal a sus miembros
lo hecho. Leí el citado oficio en el congreso y tampoco pareció mal,

antes obtuvo al paso algunos elogios. Por eso expuse al congreso


que ya no era menester otra cosa sino la orden que incluyó de reins-
talar la diputaciónde las 3 provincias. En cuanto a jefe político di-
je, que habiendo ido mi primo don Felipe de la Garza de coman-
dante general y jefe superior político de las 4 provincias ya no era
menester orden; y en respecto a mandar cesar las juntas no debía
el congreso expedir orden alguna para no comprometer su autori-

dad, pues la junta suprema gubernativa no la obedecería. Así lo


hizo todo el congreso.
Posteriormente he visto una carta particular de Monterrey,
en que avisan que medio amotinados sus vecinos disolvieron la jun-
ta porque conocieron que el Sr. Ramos Arizpe, ciego como siem-
pre por su Saltillo, quería llevarse allá el gobierno, y reinstalaron
la diputación provincial que tomó luego el mando político. Que el

Saltillono quiso enviar sus miembros, ni quiere reconocer a Mon-


terrey ni a Monclova; que se ha mandado no enviar dinero a su
tesorería (muy bien hecho) y que, en fin, habiendo elegido al Sr.
;

Múzquiz y a mí para ir de diputados a la junta de Puebla, se mandó


a la tesorería de Saltillo enviarnos mil pesos.

Ya he avisado al supremo poder ejecutivo de estas ocurren-


cias y a muchos miembros del congreso, aunque no he dado cuenta
en éste por no tener aún cosa oficial. Tal junta dé Puebla, gene-
ral, no porque temiéndola Iturbide reinstaló el
llegó a verificarse
congreso, aunque el no lo reconocieron
ejército ni las provincias
hasta el 28 de marzo en que bajo la protección del ejército liber-
tador entramos todos los diputados y se repuso el congrego en plena
libertad. Declaramos que Iturbide nunca fue emperador sino que
todo fue nulo y obra de la violencia. Por consiguiente nulo fue todo
lo concerniente a su coronación, e ilegales todos los demás actos,
sujetos por consecuencia a la aprobación o reprobación del gobier-
no. Por cortar las intrigas de sus partidarios no lo residenciamos

103
para colgarlo en un patíbulo, sino qye lo desterramos a Italia, y

el día 20 del presente salió de Tulancingo custodiado por el general


Bravo para embarcarse a un lado de Veracruz. En 8 días ya irá
navegando.
Si vinieren los mil pesos se repartirán entre mí y el padre
Garza, diputado de Tejas, cuya miseria que ha empeñado
es tanta

su sotana paracomer y va al congreso envuelto en su manteo. Al pa-


dre Gutiérrez no pertenece a esa diputación el proveerle, sino a la
del nuevo Santander, y nunca le han faltado sus dietas. Al Sr. Elo-
súa, diputado de Coahuila, no le faltan, pues tampoco le ha faltado
su sueldo que equivale a ellas. Yo no he recibido sino los 500 pesos,
que sin haber abierto la talega, me robaron la noche de mi prisión
en 26 de agosto. Pero mi suplente Arizpe es hombre que en esta
materia tiene demasiada habilidad. V.S.S. le enviaron 500 pesos
primero, luego 300. En junio se mandó dar 200 pesos a los dipu-
tados para los vestuarios con que debían asistir a la jura del ti-
rano; y aunque Arizpe no había de asistir porque la jura era
en agosto y ya yo venía en Puebla, se tomó, es decir, me robó los
200 pesos. Caí preso por la libertad de la patria y jamás en cuatro
meses se acercó a mí ;
pero apenas disolvió el tirano el congreso en
31 de octubre engañando a la nación con poner una junta de
monacillos que dijeren amén a cuanto se le antojase, se presentó
Arizpe a suphrme, recibiendo desde diciembre hasta marzo inclu-
sive doscientos cincuenta pesos mensuales. Reinstaló en 4 de marzo
Iturbide el congreso, llamando a los ausentes, y aunque mi ausencia
era voluntaria y el tal congreso una trampa del tirano, se metió a
sustituirme hasta que el 28 de marzo fue necesario echarlo porque
estaba yo presente. Estas son pilladas de un hombre sin vergüenza.

Estamos trabajando día y noche por organizarlo todo porque


todo estaba desquiciado. El tirano al retirarse saqueó a México y
el día que se instaló el Poder Ejecutivo, todo el erario se reducía
a 40 pesos. Yo, como que fui el que nombré el Poder Ejecutivo así
propietario como suplente, trabajé más que todos para que todo
marche bien.

Lo que más nos apura es la convocatoria que han pedido para

104
un nuevo congreso los comisionados nombrados por las provincias
para la junta de Puebla. Esto tiene grandes inconvenientes, porque
si hay serviles en el actual congreso, no es la mayoridad y podrá
serlo en otro congreso, según se agitan los serviles partidarios de
Iturbide, la mayor parte del clero y los frailes empeñados en hacer
creer al pueblo que república es herejía y herejes los republicanos.
Así han seducido al infeliz populacho y tratan cada día de seducir-
nos la tropa. Ahí envío la elocuente opinión de la comisión de
convocatoria que el congreso ha mandado se circule a las provin-
ciaspara su instrucción, y cuya lectura por consiguiente V, Ss. no
negarán a nadie. El señor Farías disintió, y también envío su voto
de orden del congreso.
El plan de éste, como del supremo poder ejecutivo, es irnos
constituyendo en república sin decirlo por no espantar a la ca-
nalla ignorante alucinada por los fanáticos. Llamaremos al nuestro
gobierno representativo popular, como han hecho los del Perú, cu-
yas bellas bases envío a V. Ss. Pero como al fin es necesario de-
clarar esto república porque no hemos de admitir Borbones ni
otro Iturbide, tenemos los diputados encargo del gobierno para
persuadir a nuestras provincias escriban al congreso pidiendo go-
bierno republicano o república representativa. Me alegraría en el

alma que esas provincias fuesen las primeras en pedirlo, corres-


-pondiendo a la opinión y crédito de su representante: pues verda-
deramente yo lo soy de las cuatro, los otros jamás abren su boca,
y yo hablo por todos. Esta petición debe ser de los ayuntamientos
con la diputación provincial.
No escribo aparte a ésta por mis increíbles ocupaciones, pero
lepresento mis respetos y ruego que tenga ésta por suya como las
dos antecedentes, que pido a V. Ss., le comuniquen íntegras y sin
reserva. Que me escriban y avisen cuanto necesiten, pues ahora
tengo el Que se acuerden que una de las razones con que
bastón.
urgí su instalación fue la de enviarnos dietas, y la otra fue la de
levantar las estadísticas y hacer el censo de las cuatro provincias,
cosa necesarísima para mil operaciones como la base de su repre-
sentación. Yo fui quien postulé a mi primo Garza para coman-

105
dante de esas provincias. Lleva instrucciones para llevar del Sal-
tillo a Monterrey la imprenta que es muy mía, y las armas, archi-
vos y cuanto se trajo López, No reinará el Saltillo vive Dios an-
¡ !

tes será comprendido en el Nuevo Reino de León.


Saluda a V. Ss. con el mayor afecto su capellán y servidor q.
b. s. m,

Dr. Servando Teresa de Mier.

México, 23 de abril de 1823.


P. S, No va la memoria del señor Farías porque ya se va el

correo y aún no la han traído del congreso.

106
A DON BERNARDINO CANTU
Señor doctor don Bemardino Cantú.
México, 30 de abril de 1823.

Muy señor mío y estimado compatriota:


¿Si será usted aquel Bemardino que conocí, el más pequeño
hijo de tío Cantú y tía Isabel? Si es así, aún no se me despinta.
Recibí su muy
apreciable de 16 del presente, y a su contenido en
general contesto en mi carta a la diputación provincial. La letra
es lleno de borrones; pero es necesario me dispen-
mala y todo va
sen: mis ocupaciones no me dejan respirar; escribo siempre sin
borrador y con la mano estropeada; tengo que escribir con la ma-
no en el aire, lo que me fatiga mucho.
Allá envío decomandante general y jefe político a Garza, que
lo remediará todo y no sucumbirá a las seducciones de los saltille-

ros. Ya dije a Garza se lleve a Monterrey la imprenta, que es mía,

y el armamento, para lo que ahora tiene ocasión con los movimien-


tos de Tejas. No subsiste nada de lo resuelto sobre intendencia ni

audiencia en el Saltillo, y el ministro de relaciones, don Lucas Ala-


mán, que es obra mía, me ha dicho que cajas y todo debe ir a
Monterrey. El gobierno piensa en suprimir las intendencias como
ya se han suprimido las capitanías generales, pero si acaso hubiese
intendente se pondría en Monterrey como la audiencia si la hu-
biese, porque pensamos más bien en que haya cortes de justicia

trimensuales como en los Estados Unidos.


La acta de reconocimiento al congreso ha agradado infinito,

107
porque pide todo lo que el congreso ha ordenado y algo más que
debería ordenar. Se me olvidó decir a la diputación lo que ya dije
al ayuntamiento por indicación del gobierno, que hagan petición

formal de república; pero no se metan en si ha de ser central o


federal; lo mejor será un medio. Dígaselo usted a la diputación.

Cuidado con que mi Ramos Arizpe huela nada de lo que digo


contra su Saltillo. No he visto hombre más ciego por su villorrio, y

es lástima; en lo demás es republicano y buen patriota; pero intri-

gante temible. El me tiene por muy cándido, y cierto no soy ma-


licioso como él; pero yo se las entiendo, y siempre que él preva-

lezca, el Saltillo es todo y Monterrey nada. Ya le escribí una carta


con mister Austin, y en otro correo le escribiré como a mi herma-
no Ugartechea y a mi Adriana. Ahora ya es tarde y no tengo
tiempo. Adiós sin ceremonia, y mande usted cuanto guste con
satisfacción a su compatriota y amigo.

Dios y Libertad.

Servando Teresa de Mier.

108
^ ^-h/tiyix^í^ -^wj^P-o,! óo^e,^^ Tyti a, U ^'^r^t^
; V ^ y-ylo le e/ó^iihf' conx^ a'^'V /íí>'/>^

J 'V? /c--^;^ /7^7. ^ ¿^p-^n^on -nv^n^^'^'


A DON MIGUEL RAMOS ARIZPE

México, 14 de mayo de 1823.

Señor Chato, mi querido saltillero embrollón:

No puedo porque a más del congreso y cinco


escribir largo,
comisiones, estoy con veo. Vale que ya hay dos
un catarro que no
correos semanarios y en otro escribiré más largo. Harto escribí a
usted con Mr. Austin. Lea usted mi carta escrita hoy a la diputa-
ción provincial y verá que alborota por ahí en vano. La semana
que entra saldrán a luz las bases liberales de una república repre-
sentativa federal con su congreso general, su senado y su con-
greso en cada provincia y cuanto usted puede apetecer, todo dis-
cutido en mi casa. Después se seguirá la convocatoria y tendrán
ustedes su nuevo suspirado congreso que, según se agitan clérigos

y serviles, será de servilones.


Si me pregunta usted de la marcha del soberano, clarito, no
estoy contento. Fagoaga que manda y votó contra todo el
es el

congreso a favor del plan de Iguala y tratado de Córdoba. Eulogio


Villaurrutia es gobernador y comandante de Veracruz; Stávoli, un
italiano,de Jalapa; Echávarri, gachupín, de Puebla, y se han ad-
mitido los comisionados españoles a oír y ser oídos. No está mala
la escalita. Mariano Villaurrutia y José Mariano ídem, coman-

dantes de diferentes provincias; D. Benito Guerra, alma de Fagoa-


ga, jefe político, y así toda su casa y parentela. Tutto va bene. Pero
mi plan de constitución le va a dar en la cabeza. Su carta de usted
a favor de Lemus me llegó tarde: ya iba FeHpe caminando y no

111
me arrepiento.¿Quién es ese forastero para compararse con él?
Sé que dice me ha
comprado. No me vendo; ni Iturbide pudo do-
blarme con mil promesas para mí y para mi familia, y el día que
entré en el congreso hablé como si estuvieran cincuenta mil hom-
bres a la espalda. Que se descuide Lemus en hablar de mí y verá
a dónde va a tener.
Adiós, Chatito: aunque soy, como usted dice, un niño de cien
años, no por eso soy tonto ni ignorante; y aquel que usted escribía
a los de Iturbide, que yo sería despreciado en cuanto fuese cono-
cido, le dió harto cuidado. Salutcm in Domino.

Servando Teresa de Mier.

P. D. — Se embarcó Iturbide para Liorna en 11 de éste: va


bien asegurado; su padre y hermana quedaron por enfermos. He
acomodado a Jiménez en la secretaría del ministerio de Estado.
Vale.

112
A DON BERNARDINO CANTU

Señor doctor don Bemardino Cantú.


México, 2 de junio de 1823.

Mi muy estimado y caro amigo:

Recibí su muy apreciable y juiciosa carta en que parte me


contesta y parte refuta con solidez al anárquico señor Farías, y me
admira no hable nada del sólido dictamen de la comisión sobre
convocatoria que envié al M. I. Ayuntamiento, suplicándole lo hi-

ciese conocer a la diputación provincial. Ya el mal no tiene re-


medio: algunas diputaciones provinciales, excediendo los límites
de sus atribuciones económicas, alborotadas por aspirantes a dipu-
tados, demagogos, ultraliberales y serviles, se han metido a hablar-
nos de la voluntad nacional con tal tono y acrimonia, que alarma-
ron al gobierno y éste al congreso, y en el acto, ya de sorpresa,
ya de despecho, acordaron la convocatoria abandonando la nación
ingrata a su suerte. Para ocurrir a tamaña desgracia, los más pa-
triotas nos conmovimos, y yo escribí a esa diputación para que, en
junta solemnísima, pidiese la continuación del congreso hasta dar
la constitución que estaba casi concluida, como usted verá en el

proyecto de bases constitucionales de república federal que se está


imprimiendo juntamente con mi voto particular. De eso ya para
nada hay tiempo; las amenazas crecen, la anarquía general va a
envolvemos, el gobierno no tiene dinero para obrar, y así, si la junta
no está celebrada, que no se celebre. La comisión de convocatoria
ha concluido su trabajo y en esta semana que va a entrar se dará

113

S.—
el decreto. Veremos lo que sale, porque los serviles trabajan con
tesón para ganar las votaciones, y todavía no pierden las espe-
ranzas de que vuelva el rey don Sebastián.
Don Bruno Barrera ha formalizado ocurso para el gobierno
y congreso contra esa diputación por haberse avocado el conoci-
miento del proceso de la asonada de los tlaxcaltecas, cuando rom-
pieron la presa y aun atentaron contra su persona, por lo cual hizo
dimisión forzada y violenta. Como ordenó a su gente procediera
con mi acuerdo, me trajo el expediente, y me parece que don
Bruno tiene razón y que sólo es culpable la diputación, porque ca-
recía de libertad oponiéndosele Lemus y Ramos. Yo he dicho
al agente de la diputación está tan bien conceptuada con el go-
bierno y congreso que no la desairarían; pero temiendo yo, por lo
mismo, que este ocurso la desconceptuase, sin hallar yo salida entre
la diputación y el ayuntamiento, contra ninguno de los cuales
debo hablar, he detenido el ocurso, prometiendo mediar para que
todo se repare amigablemente. Y en efecto, ése es mi empeño.
Vamos a ver cómo se transige eso y que nada suene por acá en el
congreso. ¿Qué le importa a la diputación un alcalde u otro? En
cuanto a los tlaxcaltecas, ya conocen ustedes a los indios miserables,
que los alborota cualquiera y por eso, ni la inquisición los admitía
;

por reos ni por testigos, y el concilio 3o. mexicano no quiere que


se les crea ni jurados: Quoniam manifestum est, dice, quam pro-
pensi sunt ad perjuria indii. Hable usted a los señores del ayunta-
miento, que me escriben sobre si el alcalde sustituido debe ser susti-
tuido en sola la jurisdicción ordinaria, o también en la antigüedad

y prerrogativas. Principale trahit ad se accesorium, que estén al


dictamen del señor Vivero en caso de continuar ese alcalde, y no
ocupemos en etiquetas al congreso ya expirante y con tan gravísi-
mas ocupaciones en el desorden general y la dilapidación de la
hacienda pública, que estamos abrumados sin saber a dónde vol-
vemos. Conspiraciones se descubren sobre conspiraciones; ha cua-
tro días se descubrió una terrible y tres planes diferentes y sangui-

narios. Yo debía ser uno de los muertos; muchos mihtares han


sido presos y se va siguiendo el hilo que alcanza a diferentes pro-

114
vincias. No nos entendemos de polvo; nos amenaza una anarquía
universal.
Se va a separar el mando político del militar, y se consultó a
esa diputación sobre jefe político en esa provincia.Yo a falta de
conocimiento de también consultado, propuse a don
otros, siendo
Francisco de Mier, mi sobrino, de cuya cristiana conducta estoy
seguro. Esta suple por la edad. Pero no soy hombre que me obsti-
naré por un pariente, caso que se proponga mejor. Agradezco a
usted no hayan notificado la disposición a mi hermano Ugartechea.
Ha sidouna sorpresa que el picaro director hizo al Poder Ejecu-
tivo, éste, cuando supo la cosa, estaba muy arrepentido, y
de que
él mismo me dijo: que dándole un empleo mejor a su elección que-

daba satisfecho, que pidiera el que quisiese. Yo pedí la adminis-


tración de alcabalas y se otorgó. Hasta que llegue esta gracia de-
tengan ustedes la orden de la intervención, que en eso van de acuer-
do con este gobierno. Si algo tiene que ver en esto mi primo don
Felipe de la Garza, dígale usted eso mismo de mi parte.
Al señor Arroyo, rector del seminario, mi amigo, hágame us-
ted favor de decirle de mi parte, que en república vivimos, que re-
publicano es el gobierno, que se deje de sandeces, que ese gobier-
no dio Dios a su pueblo, que ese dio Jesucristo a su Iglesia, según
la doctrina de la Universidad de París, por más que pese a los

ultramontanos y anarquistas; que se deje de declamar contra él y


de prohibir a los colegiales que lean los papeles públicos, porque
si se formaliza la demanda de ellos puede costarle hasta la pre-

benda.
Adiós, carísimo amigo, y mande usted con satisfacción a su
afectísimo paisano y seguro servidor q. b. s. m.

Servando Teresa de Mier.

115
A DON BERNARDINO CANTU
México, 25 de junio de 1823.

Mi carísimo amigo:

Habiendo recibido el último oficio de esa excelentísima dipu-


tación, en que me certificaba aguardaba la declaración del sobe-
rano congreso, no sólo se aplaudió en el congreso su cordura, en
contraposición a las locuras de otras diputaciones, sino que el su-

premo Poder Ejecutivo lo mandó imprimir. Considere usted mi


sorpresa y dolor al oír al ministro de relaciones dar hoy cuenta con
el oficio de esa diputación sobre el hecho del día 5 de junio, preci-

samente a instancias de ese mismo Garza que yo hice nombrar, y


a quien había prodigado mil elogios en el congreso. En desquite leí
en sesión secreta la carta de usted de 6 del presente junio. Con ella

completó el congreso las pruebas de que una facción militar es la

autora de todas las divisiones que despedazan a la patria. Sí, Quin-


tanar en GuadaJajara, Cortázar en Querétaro, León en Oaxaca y
Santa Anna en San Luis, son los autores de esa división, así como
Garza en Monterrey, y otro lo iba a hacer en Durango; pero los

patriotas prendieron a los sediciosos, y aunque deseaban república


federal, estaban aguardando la declaración de la nación por su
congreso.
¡Que el disparatadísimo plan- de Guadalajara haya podido
seducir a mis paisanos, y que les haya valido menos mi voto que
las insinuaciones de un saltillero enemigo acérrimo de Monterrey!
Nadie tenía menos para esa campanada, pues su diputado es el

116
que manda en México en toda realidad, y nada se hace sin mi
consulta o contra mi voluntad. Yo propuse a Garza, y al momento
se nombró, y cuanto mis paisanos quisiesen se les concedería.

Ramos me amontonando mil despropósitos y con-


escribe algo,
tradicciones, para encubrir sus intrigas. Dice que nosotros no te-
níamos poderes para constituir la nación. ¿ Conque nombrados por
la nación para constituirla como congreso constituyente, podíamos

no tener los poderes? Señor, que por orden de Iturbide, o lo que


es lo mismo, por la junta provisional que nombró nuestros pode-

res, eran limitados al plan de Iguala, etc. ¿Conque un tirano po-

día poner grillos y esposas a la nación soberana para sujetarla a


sus caprichos? Es regla de derecho que toda condición injusta es
como si no se pusiese. Así, enviados por la nación para constituirla,
necesariamente teníamos sus poderes correspondientes. Si el origen
del congreso no era legítimo, la nación lo reconoció. ¿Y por qué
lo suprimió Iturbide y se levantó contra él? ¿Y es a las diputacio-
nes provinciales a quienes corresponde reprocharnos un origen vi-

cioso, siendo nuestros hermanos? ¿Tienen ellas otro? ¿Por qué,


empero, se nos dice, no han dado ustedes la constitución? Porque
nunca hemos tenido un momento de libertad. El día mismo que se
instaló el congreso, mandó Iturbide cargar con bala y municionó
con 60 cartuchos a cada soldado de la guarnición de México para
hacernos fuego si declarábamos algo contra su voluntad. Con suma
violencia se hizo emperador por un puñado de diputados amena-
zados de muerte. Cuántas veces después la esperamos en nuestras
¡

sillas, y sin embargo, sostuvimos los derechos del pueblo


y padeci-
mos las bartolinas y las confiscaciones, pereciendo casi todos de
hambre, porque no se nos han pagado dietas! Si Iturbide disolvió
el congreso de hecho, siempre existió de derecho, y se reinstaló
con las mismas facultades.
¿Por qué no dieron luego la constitución? Porque todo estaba
en desorden y era necesario organizarlo todo porque Iturbide todo
;

lo saqueó, y el ejército y todos perecían de hambre y era necesario


darles de comer y ocuparse de la hacienda; porque era necesario
echar fuera al tirano y contener a sus paniaguados; porque era ne-

117
cesarlo declarar que nunca fue emperador, declarar insubsistentes
elplan de Iguala y el tratado de Córdoba, como se hizo en votación
nominal por unanimidad, excepto un solo voto, y declarar a la
nación libre para constituirse como quisiese: en una palabra, por-
que tampoco hemos sido libres desde nuestra instalación, sino que
hemos tenido que luchar contra el despotismo municipal de las
diputaciones provinciales, que excediendo sus facultades económi-
cas se han convertido en órganos de la voluntad nacional, como si
hubiese otros legales que sus diputados. Se han adherido al plan
de Casa Mata como se adhirieron los pueblos al plan de Iguala,
sin reflexionar que los generales no son legisladores, y que no era
éste menos absurdo que aquél. No fue el de Gasa Mata sino una
obra de las circunstancias para que entrara por el aro un ejército
imperial. Pero si vale tanto ese plan de unos militares, ¿no con-
tiene el que el nuevo congreso se convoque sobre las bases del an-
tiguo? ¿lo quieren así? ¡Ah! Desengañémonos: los que gritan tan-
to por el plan de Casa Mata, lo que ambicionan es ser diputados.
Vengan, verán lo que es hambre, cárceles, calumnias, persecución
y descrédito y un trabajo ímprobo.
En fin, señor, la constitución que va a fijar para siempre el

destino de una nación, no es obra de un


España tardó tres
día.
años para dar la suya. Una comisión se ocupaba en mi casa de
este trabajo. Ya habrían visto ustedes el proyecto; pero la impa-
ciente gritería de los aspirantes y demagogos, no nos ha dejado
discutirla y sancionarla. Nos han disputado los poderes y nos he-
mos tenido que ocupar de la convocatoria. Ya la tienen ustedes
allá. Ya estarán anchos con eso. Ya tendrán conseguida su felici-

dad. Venga ese congreso de ángeles, que tanto desean, a sustituir

a estos borbonistas que han anulado los tratados y planes que lla-
maban a los Borbones. Vengan esos sabios a reemplazar a estos ig-
norantes. Venga ese famoso patriota Ramos Arizpe, oráculo de
mis paisanos, a intrigar para poner en el Saltillo audiencia, coman-
dancia general, intendente y universidad, como todo lo consiguió
en España, y por fin, allí el congreso de esas provincias. Ese es su
empeño, y con la nueva convocatoria, él logrará venir de diputado

118
de Coahuila. Algo embarazado se halla para que el congreso sea
de las cuatro provincias, con la diputación de Santander; pero esa
fue obra de su pariente don Juan Arizpe, mi suplente, a quien des-
de España consiguió la plaza de secretario del jefe político. Esos
jefes se nombrarán luego en las cuatro provincias, no subalternos,
sino supremos, y el señor Garza, autor de este alboroto, quedará
mandando sus soldados y nada más.
Este pobre diputado de Monterrey (de quien dicen ahí que
no durará un mes y les dará las gracias), hizo proposición en la
semana pasada, que suscribieron muchos diputados, y hoy mismo
ha pedido solemnemente al gobierno, que inmediatamente se insta-
len congresos provinciales con facultades amplísimas conforme al
proyecto de bases. Hoy lo apoyó el gobierno con toda eficacia, y
pasó a una comisión que dará mañana su dictamen, y en el correo
siguiente, o en extraordinario antes, tendrán ustedes ya sus congre-
sos provinciales y propondrán para los empleos que tienen tantos
ambiciosos. ¿Quieren más? Tendrían toda la constitución si nos
hubieran dejado siquiera un mes de tiempo. Un cuerpo numeroso
procede con lentitud, pero nos han obligado a despojarnos de nues-
tros poderes. En fin, no piensen ahí que yo tengo ganas de ser dipu-
tado: venga otro que sea capaz de contrarrestar el influjo de Ra-
mos Arizpe, porque si no, se lo lleva todo al Saltillo. Catorce meses
de existencia lleva este congreso, y yo, durante él, diez meses de
bartolinas horrendas. ¿Y las dietas? Ustedes lo saben. Sin gastar
un peso me robaron 500 pesos que me enviaron el año pasado,
los

y de lo que me han enviado en éste, he dado cien pesos a don Re-


fugio de la Garza. Mi trab.ajo es tal en el congreso, en las comi-
siones y en las consultas del Poder Ejecutivo, que si no son cinco
horas de sueño, no tengo descanso. Con tan poco dinero como ten-
go, cada correo me cuesta cinco o seis pesos porque de todo el reino
me escriben y recurren a mí. Quiera Dios que México no se empeñe
en elegirme, porque en realidad, tanto trabajo excede ya a mis
fuerzas.

No escribo a la diputación provincial porque no se ha dado


por entendida conmigo; pero a los que le parezca enseñará usted

119
ésta, si tienen más de lo que pidieron ¿a qué vienen
y dígales que
esos alborotos y campanadas con mengua de su reputación, tor-
mento y desaire de su diputado? Nadie tenía menos razón para eso
que Monterrey, pues repito que por medio de su representante, él
es el que manda en la nación. Escribo a Garza que tan mal ha co-
rrespondido a mi elección.
Adiós, amigo mío, y mande usted a su afectísimo cuanto gus-
te,avisándome de cuanto ocurra con todo el pormenor posible.
Garza ha propuesto a Echeandía para jefe político, pero yo me he
opuesto.

Tuus ex corde.

Servando Teresa de Mier.

P. D. — Envío a usted con el proyecto de bases, la carta del li-

cenciado Bustamante a sus comitentes los oaxaqueños. El obispo


con el clero se ha opuesto a León, como el obispo de Guadalajara
y su clero a Quintanar. Este fue el que con una orden verbal de
Iturbide, prendió a los diputados en agosto, como Cortázar el que
intimó a mano armada la disolución del congreso. Iturbide se glo-
riaba que nos dejaba un plan de anarquía; y en efecto, los iturbi-
distas son los actores principales de todo, unidos a los liberales exal-

tados. Ellos han sido los que más han insistido en la convocatoria,

y en ésta, decía Iturbide al general Bravo, lleva toda su esperanza


para volver. Allá irá a ustedes la negociación del general Victoria
con los comisionados españoles, que ha conducido hábilmente. Yo
pedí que todo se imprimiera y circulara. Cuidado con Ramos. Ese
Chato nos pierde.

120
A DON BERNARDINO CANTU
'
México, 5 de julio de 1823.

Carísimo paisano y amigo:

Recibí ayer la muy apreciable de usted de 20 de junio con


otra de la diputación en que me incluye su acta de/5 del pasado,
de que el gobierno había' ya dado Cuenta al congreso donde se leyó
y aplaudió, detestándose el acta del Saltillo, insolentísima, que ni
se quiso leer aun en sesión secreta, y que el maldito periódico servil
e iturbidista llamado El Aguila había impreso, por habérselo man-
dado a este fin Simón de la Garza, secretario de la junta del Sal-
tillo. Termina con un oficio del señor Garza a quien hace muy po-

co favor. La incluyo a usted. Dicho jefe se ha desacreditado ente-


ramente, y podrá suceder que, si no renuncia, 'se le destituya; guár-
deme usted secreto. Acerca de las ocurrencias que hubo, ya yo ha-
bía hecho leer sus cartas de usted al gobierno y leídolas al con-
greso.

La carta con que la diputación me acompaña el acta es tan


juiciosa como ésta. Pero quedé atónito al leer la circular que recibí
de esa diputación en que, desmintiendo su acta y principios, invi-
ta las provincias de su comprensión a un congreso o asamblea de
las tres para constituirse en Estado soberano, conforme a la Fede-
ración de los Estados Unidos. Corrí a leer esto y la carta de usted
al Poder Ejecutivo, y hoy mismo comenzó el congreso' por sesión
secreta que pedí, y en que leí la circular de esa diputación y la
carta de usted. El congreso quedó tan atónito como yo, y propuse

121
por medida que para desbaratar la centralización de esas provincias,
inventada por el señor Ramos Arizpe, se pusiese una diputación en
cada provincia, una en Coahuila, otra en Monterrey, quedando
unida a ésta Texas por su corta población. Se admitió y se me dijo
hiciese*la proposición en público, a lo que también me invitó el
ministro de justicia, y hecha en público, se admitió a discusión, y
podrá ser que en el correo siguiente vaya ya esa concesión con la
cual nos libraremos de saltilleros, y allá se las avengan. Guárdeme
usted secreto.
Se está discutiendo, a petición del gobierno, sobre conceder
más amplias facultades a las diputaciones provinciales, las cuales
detallo en mi carta a la diputación; ya están concedidas. Si así no
se aquietan los facciosos, allá va la espada. (Silencio) Hoy han sali- .

do de aquí con dirección a San Luis los generales Bravo y Negrete


con una división respetable para destruir a Santa Anna, a quien
ya ha comenzado a batir el brigadier Armijo, y se les reunirán muy
pronto los brigadieres Barragán, Cortázar y Otero. Ya el brigadier
Barragán dirigió de orden del gobierno la reunión federal de comi-
sionados de las provincias de Ouerétaro, Guanajuato y Valladolid.
La heroica diputación de San Luis Potosí se disolvió a sí misma
por no aprobar nada de lo que está haciendo Santa Anna.
Para reemplazar a los generales Bravo y Negrete en el Poder
Ejecutivo, hice elegir al licenciado Domínguez, que ya fue suplente,
y a mi amigo el general Guerrero, ambos para suplentes perma-
nentes. ¿Creerá usted que con el fin de sacar de esas provincias a
Ramos me lo propusieran los ministros para el Poder Ejecutivo?

Primero me harían pedazos, les respondí; no sólo alborotaría yo el

congreso, sino a todo México, y mi provincia se levantaría: todo


se lo querría llevar al Saltillo^ con esto callaron y yo hice elegir
a los otros. Una orden tronante para que salga de allí es lo que

se ha de menester; pero no obedecerá, unido como está con Garza,


me respondieron los del Poder Ejecutivo. No se quedará riendo, ya
se está reemplazando el ejército con diez mil hombres más. No hay
otro remedio: Si vis pacem para bellum. Guárdeme usted secreto,
por Dios, que estas cosas ni en México se saben.

122
El gobierno está tan contento de usted que esta mañana, leída
su carta, me dijo el ministro de relaciones, que era muy necesario
hacer a usted obispo de Monterrey. Su voto de usted, aue no se
puso en el acta, lo envió a los Llanos don Pedro González, y con
un encabezamiento mío saldrá impreso mañana en El Sol.

Se han equivocado ustedes con la elección de jefe político. Lo


que les pidió el gobierno fue que indicaran las personas que hu-
biese por ahí a propósito, no que eligiesen. Lo mismo se ha pe-
dido a todas diputaciones y a sus respectivos diputados para
las

todos los empleos. Esos jefes políticos separados de los comandantes


lo pedí yo, según usted me dijo. Múzquiz no puede ser allí dipu-
tado, lo será en el Saltillo acaso, porque en cada provincia ha de
haber su jefe político como su diputación.
Escríbame usted sin perder correo, y diga usted a mi hermano
Ugartechea que en el correo siguiente le escribiré. No tengo tiem-
po para respirar: todo rueda sobre mí. Adiós y mande usted a su
afectísimo amigo y capellán q. b. s. m.

Servando Teresa de Mier.

P. D. —Ramos Arizpe escribe al señor Michelena, que en los

gobiernos despóticos anteriores siquiera se consultaba a las provin-


cias; ahora basta que lo diga o pida el doctor Mier para arrollar
una provincia entera; contra personas que tienen más conocimien-
tos prácticos que dicho señor. Pobre diablo
¡
cómo le ha dolido
! ¡

la extinción de la junta del Saltillo!

123
A LA DIPUTACION PROVINCIAL
DE MONTERREY

Excma. Diputación Provincial:

He recibido ayer la muy apreciable de V. E., de 20 del corrien-


te, en que me incluye el acta de 5 de junio, que en el correo ante-
rior había ya enviado poder ejecutivo. Este la comunicó al con-
al
greso, a quien ya yo, instruido por cartas particulares, había infor-
mado de la verdadera causa de lo ocurrido el día 5 y el día 9, en
que V. E. acabó de triunfar de los enemigos de la paz y del orden.
Por consiguiente, leída el acta fue muy bien recibida y aun aplau-
dido su comedimiento y circunspección en contenerse dentro de
términos que le eran lícitos. Ya el gobierno había pedido, median-
te un mensaje especial por el señor ministro de justicia y negocios
eclesiásticos, si podía asegurar a las provincias que la opinión del

congreso era por república federal. Y se le respondió que sí, en los


términos poco más o menos que había expresado su comisión en el
proyecto de bases constitucionales que había mandado circular;
y que si el congreso no declaraba solemnemente esta forma de go-
bierno, y sancionaba aquellas bases, era sólo porque en el acto
de haber expedido la convocatoria para un nuevo congreso consti-
tuyente, había renunciado su derecho para constituir a la nación.

No se leyó empero el acta del Saltillo, cuya insolencia chocó


a todo el mundo, habiéndola leído en el periódico servil llamado
El Aguila, redactado por Navarrete, ex-ministro de Iturbide, y el
Y se procuró saber
cual se ha constituido en adalid de los facciosos.
quién le había comunicado tal acta indecente a dicho Navarrete

124
para publicarla, pues no habían sido el gobierno ni el congreso.
El redactor contestó que se la había enviado, suplicándole su impre-
sión, don Simón de la Garza, secretario de la junta del Saltillo, por
cuya extinción el señor Ramos truena contra mí en sus cartas.
Pero el mismo soberano, para contrarrestar el escándalo del acta
del Saltillo, mandó publicar en el juicioso periódico llamado El
Sol, el acta de V. E. Envío los números correspondientes.
¡Y que el acta detestable del Saltillo haya podido adoptarse
en toda provincia de Coahuila, en la de Santander y en el
la

Pilón y en Cerralvo! Pero no se acabará de expresar mi sorpresa,


cuando con el acta de Monterrey y la carta juiciosísima de V. E.
que le acompaña, recibo una circular a las provincias en que, des-
mintiendo los principios del acta y adoptando un gobierno tan
federado como el de los Estados Unidos, se citará una asamblea
central de las tres provincias que V. E. representa, la cual reten-
drá la soberanía para dictar leyes, dejando al congreso general
dictar solamente las de interés general. Atónito con razón,
pedí hoy mismo sesión secreta en la cual leí la circular, y aun avisé
del proyecto de nuevas bases o la constitución de esas provincias,
que escrita en el Topo había ese señor comandante mandado im-
primir con la mayor urgencia. El congreso quedó tan sorprendido
como yo. ¡Oh patria mía, te ha sorprendido el genio del mal y
de la discordia! Tales males preveo en esas provincias, que espero
que algún día, escarmentadas como las de Colombia, expresen
como ella en los poderes de sus diputados para el congreso, la
notable cláusula: "con tal que no establezcan gobiemitos".
Nosotros, como he dicho, despojados por la convocatoria del
derecho de constituir a la nación, no podemos avanzar más de lo

que hemos dicho. Pero tampoco las provincias tienen los poderes
para irse constituyendo antes que constituya a la nación el nuevo
congreso. No obstante, el gobierno liberalísimo que tenemos, vien-
do tanta precipitación, tanta ambición y, por decirlo así, una gue-
rra de empleos, nos ha rogado ampliemos las facultades de las

diputaciones provinciales, además de las facultades


para que
que les da la constitución española puedan vigilar sobre los fon-

125
dos públicos, hasta suspender los empleados de hacienda y propo-
ner ternas al gobierno para todos los empleos, excepto los milita-
res, y en los otros ramos los jefes políticos y sus secretarios. Esta-
mos actualmente discutiendo el dictamen de la comisión sobre este
punto, acordes con el gobierno. Si aun esto no bastare para con-
tener a los demagogos, creo que la espada podrá cortar el nudo
gordiano, imponiendo a su genio díscolo y enemigo de la paz. Ya
Santa Arma ha obligado a batirse contra él al brigadier Armijo, y
hoy han salido contra él mismo de aquí los célebres generales
Bravo y Negreté con una división respetable, a que se unirán los
brigadieres Barragán, Cortázar y Otero. Si vis pacem para bellum.
En lugar de los señores Bravo y Negrete fueron elegidos, siguiéndose
mi voto, por suplente el Lic.
Domínguez, que ya lo fue antes, y el
célebre- general D. Vicente Guerrero, quedando siempre de su-
plente el señor Michelena, porque no conviene que el general Vic-
toria desampare la provincia de Veracruz, donde también está
encargado de la negociación entablada con los comisionados de
España, para el reconocimiento de nuestra independencia y trata-
dos de comercio.
El gobierno, como yo, ha extrañado lo ocurrido en Monte-
rrey sobre elección de jefe político, renuncia del señor Garza, etc.
Ha sido todouna equivocación. Esa diputación o el muy ilustre
ayuntamiento, me habían encargado procurase la división de la
espada y el bastón en esas provincias, conforme a la constitución
española y conforme a lo establecido en todas las demás provincias
del reino. Anuente el gobierno, pero siempre deseoso de proveer
ios empleos en los beneméritos de cada provincia, pidió a V. E.

le indicase algunos que creyese á propósito para jefes políticos, no

que los eligiese. La misma indicación se nos hizo a los diputados,


y la acostumbra este gobierno para todo género de empleos a todas
las provincias y sus respectivos diputados. Pero el gobierno ha
escogido a quien mejor ha parecido, y mucho más para jefes
le

políticos, que es nombramiento de su propia atribución; pues así


como el cuerpo legislativo como que se reproduce en las diputaciones
provinciales, así el poder ejecutivo se reproduce en los jefes políticos

1^26
que continúan la acción del gobierno. En cuanto a la renuncia del
señor Garza, claro está que la renuncia sólo se hace legítimamente
ante quien confirió el empleo, y no puede dimitirse ni del de jefe
político ni del mando poder ejecutivo que se los
militar, sino ante el
confirió. Envíe acá su renuncia, y no dude que se le admitirá en
uno y otro ramo. Gracias a Dios que cuando esas provincias van
saliendo de su deber, las otras que se habían extraviado, van re-
entrando.
Mucho admiro que V. E. no me diga palabra sobre el pro-
yecto de bases constitucionales que este gobierno ha circulado. Yo
le aviso que la convocatoria ha surtido los mejores efectos, revi-
niendo todas, como he dicho, a su deber, y consultando solamente
sobre si pueden reelegir como desean a sus diputados fieles y mag-
nánimos, porque, aunque nada contradiga esto en la convocatoria,
las discusionespodrán engendrar alguna duda que piden se aclare.
Ya había anteriormente proposición mía sobre esto admitida a
discusión, y no cabe duda en la respuesta afirmativa.
Dios guarde a V. E. muchos años.
México, 5 de julio de 1823.
Excmo. señor.

Servando, Arzobispo de Baltimore.

P. D. —Suplico se dé conocimiento de mi carta al Muy Ilustre


Ayuntamiento.

127
A DON BERNARDINO CANTU
México, 12 de julio de 1823.

Mi estimado amigo:

la muy apreciable suya de 27 de junio que leyó tam-


Recibí
bién supremo Poder Ejecutivo con gusto y aplauso de los esfuer-
el

zos de usted para mantener en el orden a mi cara provincia, de


quien dicen por allá que se ha vuelto Mexiquito por seguir a su
diputado, que se ha vuelto servil. Hoy se dio cuenta con el acta de
Monclova, tan disparatada como la del Saltillo y oída con el mis-
mo desprecio. No me extenderé porque escribo largo a la dipu-
tación. Ya se sometió Santa Anna, aunque no escapará de
ir a acom-

pañar a Iturbide. Se unieron igualmente Querétaro, Valladolid y


Zacatecas con gran parte de Guadalajara y Oaxaca, cuyo obispo
y clero han hecho su acta juiciosísima de unión al gobierno y
congreso. La acta del cabildo está bien fundada. No pasarán quin-
ce días sin que todo esté sometido ; sobre ellos va el látigo, y no
piensen Garza y Ramos que sus provincias han de darnos la ley.

No está el gobierno tan impotente como ellos piensan.

Allí van amplias facultades a las diputaciones provinciales pa-


ra que calmen su empleománía. Pero al otro correo, espero remi-
tirles diputaciones en cada provincia para que cada gallo cante
en su muladar y dejen los saltilleros libre y quieta a mi patria.
También remitiré el mando político separado del militar. Cada
provincia tendrá su jefe político y Garza mandará sus soldados y
buenas noches. No tengan ustedes cuidado, no irá Múzquiz de jefe

128
político a Monterrey. Advderto a usted que nada sabemos oficial

de la Colonia. Garza se calla, y él y Ramos en sus cartas hablan


muy diferente de como obran. En sus cartas todo es sumisión y
unión, de suerte que las cartas de usted nos comulgaban con ruedas
de molino. Contra Santa Anna avisó Garza que había puesto 300 ca-
ballos y no escaparía por allí, sino que vivo o muerto lo enviaría
al gobierno. ¿Por qué no envía a Trespalacios como nos lo pro-

metió?
No tema usted y anime al ayuntamiento. Aquí estoy yo, man-
do aquí, y yo los sostendré. Me alegro mucho de que pacíficamente
se haya compuesto lo de don Bruno. Su apoderado me engañó por-
que me prometió no dar cuenta al congreso y la dio. Pasó a una
comisión, y ésta, disculpando a la diputación, pedía en lo demás
la restitución de Barrera. Yo la instruí de la negociación entabla-
da, y convino en retener su dictamen.Ahora quedará sepultado
con la noticia que usted me da. Avíseme usted cuando se acabe
de componer. Ya aviso a mi hermano Ugartechea lo que conseguí
para él y Luis. Cuide usted por vida suya se den de mis dietas los
50 pesos que digo a la diputación para mi hermana viuda María

Josefa.
Se está imprimiendo el dictamen de la comisión de concorda-
to y patronato, a la cual pertenezco, para que conforme a la pri-
mitiva disciplina, acá se provean los obispados, curatos y benefi-
cios, siendo de oposición todas las canonjías.
Adiós y mande usted a su afectísimo compatriota, amigo y
capellán q. b. s. m.

Servando Teresa de Mier.

129

S.—
A DON BERNARDINO CANTU
Señor doctor don Bemardino Cantú.
México, julio 13 de 1823.

Muy amado amigo:

Aunque sean cuatro letras le tengo de escribir a usted porque


el ministro de relaciones escribe hoy algo pesadito a la diputación,
y me ha dicho escriba a usted, que nada de eso se entiende con us-
ted, de cuya persona y conducta está el gobierno muy satisfecho.
Su carta de usted de 25 de junio fue muy aplaudida de los del poder
ejecutivo. La
carta va sobre el choque con el ayuntamiento cuan-
do demasiada razón, y sobre estar la diputación turnando
éste tenía
en el jefato político, cuando la ley es que lo ejerza solamente el
más antiguo de ella. Se le manda, pues, que éste lo ejerza y no lo
entregue a Garza aun cuando vuelva, porque el mando político
del militar queda para siempre separado. Por esto mismo entende-
rá usted que se extiende a todas las provincias el jefato político del
más antiguo de Según algunos pliegos que se me
la diputación.
han dirigido por un tal Rodríguez, creímos que ése era el más
antiguo; pero en realidad no sabemos quién es, aunque los Llanos
dicen que es Julianito Arrese. Me dicen también que éste me ha
escrito; hágame usted favor de decirle que no he recibido su car-
ta, porque le hubiera contestado. Lo quería mucho de, chico y es-

timo mucho a sus padres. En la semana quedará decretada por el


congreso una diputación en cada provincia, y a consecuencia cada
una tendrá su jefe político, enteramente independiente del coman-
dante militar.

13Q
Garza ha renunciado uno y otro mando. El ministro de rela-
ciones estaba por la admisión absoluta de todo, y aun me consultó
qué brigadier sería bueno enviar de comandante general; pero el
señor Domínguez me aseguró anoche había convenido el Poder Eje-
cutivo en no admitirle la dimisión del mando mihtar, porque a ve-
ces conviene hacer del ladrón, fiel no sea que vaya a formar algún
;

alboroto, mientras el ejército está ocupado por Guadalajara. Vere-


mos cómo cumple la orden que se le ha dado de destruir no sólo la
junta general, sino todas las de esas provincias. Todo este párrafo
es reservado, y suplico a usted el silencio.

Los serviles por acá y en todas las provincias que nos circun-
dan, han perdido todas las votaciones de elecciones primarias, y
han establecido los electores de parroquia para las secundarias, que
no ha de ser elector de partido ningún borbonista, iturbidista, ta-
glista ni fagoaguista.Esperamos que lo mismo sea por allí. Ramos
Arizpe escribe a sus amigos que yo he pedido en sesión secreta
se le eche de allí, y no ha habido tal cosa. Lo que he hecho en
sesión secreta es dar la cuenta necesaria de sus intrigas, a lo cual
no podía faltar en calidad de diputado, que está obligado a con-
servar la paz, unión y obediencia necesaria. También escribe que
su maestro le ha declarado la guerra, aunque bautizó a Arredondo
un hijo que había tenido en su concubina. Tales personalidades
son indecentes e indignas del rango de Ramos Arizpe.
Los serviles están esparciendo noticias de desembarco de espa-
ñoles por Veracruz. Son mentiras groseras; no hay novedad algu-
na. El congreso de Oaxaca, por no haberlo aprobado el gobierno
de México, se ha disuelto a sí mismo. No hay específico como acer-
carse las bayonetas.
Adiós y mande usted a su afectísimo amigo.

Servando Teresa de Mier.

131
AL AYUNTAMIENTO DE MONTERREY
Muy ilustre Ayuntamiento.

Es cierto que tiempo hace no escribo a V.V.S.S. pero también


lo es que vengo suplicando a esa excelentísima diputación le co-
munique mis cartas, porque como no tengo amanuense y mis ocu-
paciones son inmensas no puedo todo lo que quisiera, y la bondad
de V.V.S.S. me ha de dispensar a veces. En la disolución que ame-
nazaba al Estado por la locura de las soberanías parciales he tra-
bajado a la par del gobierno por el influjo que tiene mi opinión
en las provincias y con los generales. Me ha sucedido sentarme a
escribir a las cuatro de la tarde, y no levantarme sino a las nueve

y media del siguiente día para ir al congreso.


La última que recibí de V.V.S.S. se reducía a una consulta
sobre el lugar y rango que correspondía a un alcalde que había
reemplazado a don Bruno Barrera, sobre lo cual había cónsul-
tado con mucho juicio el señor Vivero, y llevar tales cosas al con-
greso es sepultarlas en el opio de las comisiones. Al mismo tiempo

se me presentó apoderado del mismo señor Barrera, quien debía


el

presentar al congreso un ocurso sobre la injuria que se le hizo y


su violento despojo, sobre el que, sin embargo, no quería se proce-
diese sin acuerdo mío. Yo le contesté suspendiese el ocurso hasta que
yo viese si podía componer la cosa amigablemente, porque me era
dolorosísimo tomar parte entre las autoridades de mi cara patria, y
oír en México y el congreso otra cosa que los aplausos que se le
tributan por la cordura de sus procederes en las críticas circunstan-
cias que nos rodean. A este efecto escribí a la excelentísima dipu-
tación y con particularidad al señor Cantú.

132

t
Es verdad que apoderado susodicho me faltó a la palabra y
el

representó al congreso pero como apenas se indica el asunto, antes


;

de ir a la comisión correspondiente ésta me consultó por el honor


de mi patria que se ha hecho muy estimable a este gobierno y con-
greso por su moderación y juicio, yo hice suspender el infomie hasta
tener respuesta, y he tenido el placer de que me escriba el señor
Cantú estar ya casi todo compuesto amigablemente. Y si como lo
supongo es así, el dictamen de la comisión, que sin desfavorecer a
V. S. excusaba a la diputación por las circunstancias en que se
halló y opresión que padecía, quedará sepultado en el archivo. Si no,
se hará justicia.

En orden a lo demás que V. S. me dice en cuanto a la de-


claración de república federal (que es nuestra opinión, aunque sin
poderla sancionar porque en el hecho de dar la convocatoria nos

despojamos de las facultades para constituir) pareció muy bien, y


se la moderación con que lo hizo Monterrey, cuanto
aplaudió tanto
se desaprobó conducta del Saltillo y de Monclova, porque San-
la
tander no se ha dignado dar cuenta al gobierno de su ridicula so-
beranía, aunque ninguno de sus imitadores ha omitido esta atención.
Pero hacer una junta general suprema gubernativa de las cuatro
provincias, de lo que dio cuenta ayer al congreso el ministro de re-
laciones con harto rubor mío, es un paso a que V. S. debió re-
porque ¿dónde iríamos a parar si a cada provincia se le
sistirse,

antojase constituirse sin que el congreso constituyente de la nación


señalase las bases para uniformar el sistema? La consecuencia sería
la anarquía, el desorden y la guerra civil. Ya va orden del gobierno

al señor Garza para impedir o deshacer esa junta de que es el ver-

dadero autor, prefiriendo las ideas del señor Ramos a las de aquel
a quien debe su puesto y que tuvo la sencillez de responder por su
conducta. Si no obedeciere, lo que no me parece hará, se le remo-
vería o haría obedecer. No está tan impotente el gobierno que cada
uno sea libre para proceder a su antojo y turbar el orden.
A restablecerlo marcharon con una división respetable los ge-
nerales Bravo y Negrete, y se unieron a sus órdenes los brigadieres
Barragán, Cortázar, Otero y el mismo Santa Anna, llenándose de

133
gloria el jefe político y la diputación provincial de San Luis por la
enérgica resistencia que opusieron a sus extravíos. Santa Anna dio a
reconocer en San Luis por comandante general al brigadier Armi-
jo, y le entregó todas las tropas. El 9 del presente salió de San Luis
con sus 400 hombres a ponerse a las órdenes del general Bravo que
parece marcha sobre Guadalajara.
Apenas llegó a Celaya la orden del gobierno para disolver su
junta compuesta de comisiones de Querétaro, Guanajuato, San Luis
y Zacatecas, que se separaron obedeciendo en todo y por todo las
cuatro provincias al poder ejecutivo y al congreso. La misma obe-
diencia prestó Cohma con todo su distrito, que asciende a 80 mil
almas, separándose de Guadalajara y uniéndose a su antigua ca-
pital Valladolid. El mismo camino siguen Tepic y San Blas. Y co-
mo de estos países provenía a Guadalajara todo su ser y opulencia,
ha quedado un cadáver que no puede moverse vitalmente. Un bri-
bón alborotó a Oajaca de quien se separaron luego 48 pueblos y
todo el clero, cuya acta verá V. S. en los periódicos que le acom-
paño, advirtiéndole no se fíen del periódico La Aguila, porque es
el periódico de los serviles e iturbidistas, como que su redactor es

Navarrete, ministro que fue y es apoderado de Iturbide. El tiene


cuidado de recoger e insertar cuanto puede inducir a la anarquía,
al descrédito del gobierno y congreso para ver si triunfan el ser-

vilismo e Iturbide entre la confusión y el desorden. Le ayuda a la


redacción un francés calavera. El periódico juicioso es El Sol, aun-
que en la redacción de las sesiones del congreso uno y otro perió-
dico suelen tropezar por la priesa. En conclusión, Oajaca no tiene
tropa alguna y a la aparición de cien hombres no harán sino re-
picar como acostumbran. Yucatán reentrará luego también al or-
den. Las demás provincias permanecen sumisas y tranquilas. Gra-
cias a Dios desapareció el nublado.
Los facciosos habían tomado por pretexto la convocatoria, ya
se les dio. Su ambición pleiteaba por los empleos, ya se autorizó
a las diputaciones provinciales para velar sobre los fondos de pro-
vincia hasta poder suspender los empleados, y para proponer ter-
nas al gobierno para todos los empleos civiles políticos, de ha-
cienda y judicatura. ¿Qué más quieren?

134
Yo viendo la opresión de mi patria por la prepotencia de ese co-
mandante y los excesos políticos de las otras provincias, pedí al con-
greso: lo primero, que se separase el mando político del militar, y
lo segundo, que cada una de las cuatro provincias tuviese su dipu-
tación provincial, como todo se ha concedido a las provincias inter-
nas del poniente. Pasó a una comisión que respondió anuente en
todo. Hoy se dio la primera lectura del dictamen, el lunes se dará
la segunda y en el correo se comunicará la orden; así quedaremos

libres de saltilleros, que optarán a los empleos de su patria y nada


más. El señor Garza cuidará de sus soldados y está concluido.
He visto un impreso de Monterrey en la imprenta de la co-
mandancia general. ¿ Ha comprado el señor Garza alguna impren-
ta? La que estaba en el Saltillo era mía y el congreso mandó se
me restituyera cuanto era mío donde quiera que pareciese. Yo es-
cribí a López que cedía la imprenta a mi patria. Así, es de la ciu-

dad: reclámela V. S. y use de ella. Si no la dan irá la orden.


En fin nada de junta, señor, ni de federación con las otras
provincias. No pierda mi provincia su crédito y se atraiga la guerra
y armas del gobierno. Firmes que aquí estoy yo, y nada teman.
¡ !

Renuncié ya al arzobispado de Baltimore; no debo abandonar


mi patria e ir en mi edad a un clima tan duro. Si quisiera tendría
la mitra de México o la de mi patria; pero no tengo ambición.
Para honores bástame el ser prelado doméstico de Su Santidad. No
nos diferenciamos de los obispos ni en el tratamiento de Ilustrísima
ni en el vestuario, salvoque los obispos llevan el sombrero verde y
nosotros morado, ellos llevan pectoral y nosotros no. Lo demás todo
es idéntico y los prelados excedemos a los obispos en que la prela-

tura es un paso inmediato para la púrpura cardenalicia. Así cuando


decían que yo era obispo y otros que me fingía serlo en Soto la Ma-
rina, todo era efecto de su ignorancia. Yo no llevaba ni llevo sino
lo que me corresponde.
Dios guarde a V. S. muchos años.
'
México, 19 de julio de 1823.

Señor.
Doctor Servando Teresa de Mier.

135
A DON BERNARDINO CANTU

Señor doctor don Bernardino Cantú.


México, 30 de julio de 1823.

Mi carísimo paisano y amigo:

Recibí la de usted con su voto, que está excelente, y pasé la


carta al Poder Ejecutivo, donde se leyó dos Aceces para hacerse car-
go. Garza, en efecto, había recomendado a Echeandía para coman-
dante particular de esa provincia, porque Garza sólo queda de co-
mandante general de Cada una tendrá su jefe político,
las cuatro.

y lo será de la nuestra don Fr. Si no se arregla de una vez,


es porque se espera a que esas provincias se calmen. Para eso se
ha enviado orden a Garza de destruir esa junta general, que entre
él y Ramos han inventado establecer. Si no obedece, se le remo-

verá y el resto lo harán las bayonetas. Ya están sobre Guadalajara

y Oaxaca, porque todas las demás se han sometido. Santa Anna en-
tregó su división al general Bravo y antier llegó a esta ciudad. Al
momento se le intimó arresto, mientras se le forma causa y juzga.
Una gran novedad tengo que avisarle a usted. La facción, en
el congreso, de Tagle y Fagoaga, se ha reanimado con una prepo-
tencia que todo lo arrolla y un descaro que nada respeta. mí A
especialmente me ha oprimido de tal suerte, que les he dejado el

campo y ya no asisto al congreso. Lo defendí y asistí mientras fue


tal; cuando ya es una facción, no tengo que ver con él, y vamos a
ver ahora si logramos disolverlo, quedando una diputación perma-
nente, hasta el inmediato congreso.

137
Ha tres meses que sólo nos ocupamos de los intereses de Ta-
gle, que trasladó al congreso un pleito que tenía en la audiencia
contra el marqués de San Miguel y de Aguayo. Este le debe, y
muerto su padre quería impedir la posesión al heredero, alegando
la ley dada en las cortes de España de 1820. El marqués respondía

que aun cuando tuviese valor esta ley, que no fue promulgada aquí,
no le correspondía, pues su padre murió en lo. de octubre de 1820;
aunque las cortes acordaron la ley en 27 de septiembre, el rey no
la sancionó hasta el 12 de octubre, en que ya fue ley, porque el

rey podía no sancionarla, y según el artículo 15 de la Constitución,


la potestad de hacer leyes reside en las cortes con el rey. Tampoco

vale la ley antes de promulgarse y no se promulga antes de sancio-


narse. Cuanto la cábala, la intriga, el soborno y la desvergüenza
pueden acumular, tanto se ha practicado sin pudor para ganar
diputados y el pleito, sin dejar tomar la palabra a los hombres de
bien y mejores jurisconsultos. Tres meses llevamos de batallar, y
después de 12 días de discusión, en que casi no hablaron sino Jos
partidarios de Tagle, se reprobó el dictamen de la comisión y de-
claró vigente la ley de España desde el 27 de septiembre de 1820.
La audiencia creía lo contrario, y la semana pasada puso en po-
sesión a la heredera del marqués de Rivas Cacho, como antes había
puesto al marqués de Aguayo. Los diputados no querían concurrir
a esta maldad; pero los obhgaron con multas fuertes, y votaron a
favor de Tagle 57 contra 35 hombres de bien. Yo protesté de nu-
lidad, como los señores Alcocer y Godoy, y apelé al congreso fu-
turo; y unos 30 salvaron su voto. Esa ley retroactiva no sólo com-
prende a los mayorazgos y cacicazgos, sino a los conventos, iglesias,
capellanías y obras pías. ¡
Qué de restituciones y qué de pleitos
¡
Pero qué iniquidad la de la facción fagoaguista ! No asistiré más
a colocarme entre esa gavilla. Tuvo ella atrevimiento de excluirme
de votar por ser parte del marqués de Aguayo. Lo que me con-
suela es que su mayorazgo está en la provincia de Coahuila, que
no obedece al congreso.

Aunque la comisión dictaminó que cada provincia de las de


Oriente tenga su diputación y en todas se divida el mando polí-

138
tico del militar, aún noha dado cuenta, y todo está paralizado
se
por los intereses de Todas las consultas del gobierno, el
la facción.

asunto del papel sellado y de los estancos de tabaco, cosas necesarias


para dar socorro al gobierno que perece por falta de recursos, todo
duerme porque no importa a la facción. Fortuna que esté el otro
congreso tan inmediato.
El gobierno ha pasado al congreso una consulta de esa dipu-
tación sobre hacer ella en su seno las juntas preparatorias, o en los
ayuntamientos de las capitales, pretendiendo hallar contradicción
en 81 y creo 83. No hay contradicción. Como no hay
los artículos

en toda la nación tres provincias con una diputacióri sino allí, se


puso el artículo de remitir a los ayuntamientos de Coahuila y Te-
jas las juntas preparatorias. Para sólo ellas, a instancia mía, se
puso ese artículo. Y si esa diputación se quiere atener al primer
artículo, es que los saltilleros de esa diputación quieren hacer la

cosa a su gusto para sacar aRamos, que quizá no lo elegiría Mon-


clova. Hay enredo. Allá se los haya, que ya yo estoy harto, y me
consuelo con el poder ejecutivo que está inmaculado.
Las cosas de España van mal, y si sucumben los constitucio-
nales, nosotros no estamos bien. Adiós^ mande a su afectísimo ami-
go y capellán.

Servando Teresa de Mier.

139
A DON BERNARDINO CANTU
Señor tesorero Cantú.
México, agosto 5 de 1823.

Mi carísimo paisano y amigo:

Ya es muy tarde y yo cansado de escribir todo el día, porque


he escrito largo a la diputación, al ayuntamiento, al señor Arce

y para otras varias partes. Pero porque no falte a usted carta en


este correo, le diré que la última suya de 25 de julio se ha leído
en el supremo poder ejecutivo con satisfacción, y se han leído
también las del ayuntamiento. Me alegro que ya asista usted a
las sesiones de esa diputación: es necesario en momentos tan crí-

ticos. Ya dije a usted que por haberse reanimado en el congreso


la facción de Tagle y Fagoaga y no poder yo balancearla, me re-
tiré,y aunque el congreso y el gobierno me han suplicado que
vuelva, no he querido; pero ya será preciso asistir pasado mañana,
así para sostener al gobierno atacado por los facciosos, como para
hacer que se dé cuenta con el dictamen de la comisión, a mi favor,
para poner diputación en cada una de esas provincias y dividir el

mando político del militar. También para que se haga la división

de cámaras.
Por lo demás, todo va bien, pues ya Guadalajara y Zacatecas
han enviado comisionados para ajuste al general Bravo. España
parece que se va sosteniendo contra los franceses, y tanto mejor.
En México fueron las elecciones primarias hace ocho días y las ga-

140
namos enteramente los liberales. Buen anuncio para una buena eleo
ción de diputados.
No me había llegado otro anónimo que el que me remitía el

señor Arce. Es imposible ser onza de oro para agradar a todos. Esos
libelos son útiles para que uno corrija sus defectos. ¡
Pobre boti-
cario !

Ya fue a Luis, por mi mano, el despacho de interventor, y des-


pués irá el retiro para su padre. Dígale usted que hoy he escrito
largo, a Domingo, el cual me escribió enviándome su contestación a
Santa Anna; muy juiciosa y la aplaudió el ministro de relaciones.
Nadie me habla de las grandes facultades dadas a las diputaciones
provinciales. Hágame usted favor de decir a Alejandro Treviño so-
licite venir en terna para juez de letras, y yo le aseguro la plaza.
Usted me dijo que ya estaba compuesto lo de don Bruno Barrera,
y ahora viene quejándose por medio de otro amigo, ¿cómo está
esto?

Adiós, caro amigo, que no puedo más. Mande usted a su afec-


tísimo servidor.

Servando Teresa de Mier.

141
AL AYUNTAMIENTO DE MONTERREY
Muy ilustre Ayuntamiento:

He recibido en un mismo correo las de V. S. de 18 y 24


de julio con la inclusa para el ministro de relaciones, la cual leída
le entregué en el momento como él leyó las mías y las leyó también
el supremo poder ejecutivo, quien ya estaba entendido que a
V. S. con el señor Cantú se debía la marcha laudable de esa pro-
vincia.

Ya el gobierno había escrito a la excelentísima diputación so-


bre choque que tuvo con V. S. en orden al giro de la convo-
el

catoria, diciéndole que V. S. tenía razón; y yo se lo repito hoy.


Mucho chocó al ministro que la diputación por la ausencia del co-
mandante general tuviese el mando político, cuando es artículo
constitucional que debe ejercerlo el más antiguo no siendo eclesiás-
tico. Nosotros suponiendo esto y viendo firmadas por un señor Ro-

dríguez las actas de la diputación, creíamos que sin duda era el


más antiguo, y el ministro le había escrito retuviese el mando polí-
tico aun cuando volviese Garza, y lo mismo a Echeandía para que
retuviese el militar hasta que se provean en propiedad las dos
plazas.

Hoy mismo me quejo a la diputación de que no haya comu-


nicado a V. S. mis cartas, que no hubieran sido tan largas a no
ser destinadas para ambas corporaciones. Hoy le repito mis sú-
plicas, aunque no me fiaré más en ellas. Y V. S. sírvase escribir-

me con más frecuencia informándom'e de todo, pues efectivamente


ni al gobierno ni a mí se han enviado las actas favorables que

142
V. S. me cita. Yo creía ambas corporaciones en la mejor armonía
y que mutuamente se comunicaban mis letras.
En el mismo correo que V. S., me ha escrito la excelentí-
sima diputación excusando todos los pasos de Garza como precisos
'para acallar y contener las provincias, y se lo he extrañado cuando
sé que él y Ramos Arizpe son los motores en todo. Bien informados
están de ello el poder ejecutivo y el congreso. El gobierno tiene
mandado y remandado a Garza y también el congreso, que desha-
ga esas juntas, especialmente que había convocado, y si
la general,

no obedeciere será depuesto, y marchará sobre él el ejército na-


cional. Pues qué ¿no hay sino hacer cada uno lo que quiera y se
le antoje, e irse cada provincia constituyendo a su capricho y ma-

nera, turbando el orden general, y sin aguardar a que la nación


reunida en un congreso establezca un sistema uniforme?
Como el miedo es un específico excelente para la docilidad,
luego que asomó nacional mandado por los generales
el ejército

Bravo y Negrete y se les unieron los brigadieres Barragán mi parien-


te. Otero y Cortázar, vino a reunírseles también Santa Anna entre- :

gó su división y pasó a México donde está arrestado hasta que se le


juzgue; bien que no saldrá muy mal, porque en efecto fue enga-
ñado con siniestros informes, pero respecto a la diputación de San
Luis, y muy temprano gobierno y congreso. A
se reconcilió con el

la primera orden del gobierno también Querétaro, Valladolid, Gua-

najuato y San Luis deshicieron su junta de Celaya y están del to-


do quietas y obedientes. Restaban Zacatecas y Guadalajara de la
cual ya se había separado Colima con su grande jurisdicción, Tepic
y San Blas sin los cuales nada valen. Pero en cuanto avanzó el
ejército ya han enviado comisionados para ajustarse y todo se com-
pondrá sin efusión de sangre. Durango también andaba con plane-
citos; pero a la llegada de su nuevo jefe político cesó todo. Oajaca

no tiene tropas, y ya ve en su raya dos regimientos. A más ya se le


habían separado 48 pueblos y ha resistido unánime la separación
todo el clero secular y regular, lo mismo que el de Guadalajara.
A la miserable península de Yucatán ya se ha llamado al orden y
no hay cuidado. Sólo Guatemala, y no todas sus provincias, se ha

143
separado autorizada por nuestro congreso, pues su unión había si-
do obra de la violencia. Ha celebrado su congreso, y una alianza
íntima con la República Mexicana.
En congreso se ha reanimado la facción de Tagle y Fagoa-
el

ga, y no pudiendo yo balancearla ya, antes viéndome oprimido, me


retiré y avisé a los generales Victoria y Bravo. Y aunque el con-
greso y el gobierno han enviado a suplicar continuase mi asistencia,
no había accedido. Pasado mañana empero asistiré, así para soste-
ner al gobierno atacado por la facción, como porque V. S. me
dice insista en la erección de diputaciones en cada provincia, y la
división en cada una del mando político y militar. Ya lo había acor-
dado la comisión a que pasó mi proposición, y sólo falta ponerlo a
discusión, y se obtendrá todo sin dificultad porque ambas cosas son
conformes a la constitución.

Esa diputación ha consultado al congreso sobre haber hallado


contradicción entre el artículo 81 de la convocatoria que encarga a
las diputaciones las juntas preparatorias y se dice que
el 83, en que
donde varias provincias están bajo una diputación y distantes sus
capitales, los ayuntamientos de éstas hagan las juntas preparato-

rias. No hay contradicción, y ese artículo se puso a instancia mía


en favor de Coahuila y Tejas, pues no hay otra diputación que la
de Monterrey que tenga bajo sí dos provincias siquiera. Yo pienso
que el querer esa diputación hacer ella todas las juntas preparato-
rias es a instancia de Ramos Arizpe porque teme que Monclova no
lo elija diputado de Coahuila, y en verdad yo me alegraría que lo
eligiesen para sacarlo de ahí.
Como las provincias pedían congresos provinciales y ya no
está en nuestra mano concedérseles, ampliamos a las diputaciones
provinciales las facultades, cometiéndoles el velar sobre los fondos
públicos hasta poder suspender los empleados; deben proponer ter-
nas para todos los empleos civiles, de hacienda, políticos y de ju-
dicatura, exceptas las audiencias, jefes políticos y sus secretarios y
los empleos militares. Tiempo ha que hicimos esta concesión y me
admiro que ni V. S. ni la diputación me hablen de ella. Supongo

144
que ya la diputación se habrá completado con cuatro miembros
de V. S.
Envío a V. S. un ejemplar de la constitución de los Estados
Unidos precedida de dos cartas del héroe inmortal Washington,
para que de su boca oigan los demagogos las máximas saludables
de la unión.
Hoy hace 8 días se celebraron en México las elecciones pri-
marias y hemos tenido la satisfacción de que enteramente las ga-
namos los liberales.

Dios guarde a V. S. muchos años.


México, 9 de agosto de 1823.

M. I. S.

Dr. Servando Teresa de Mier.

145

S.— 10
AL AYUNTAMIENTO DE MONTERREY
Muy ilustre Ayuntamiento:

Me congratulo con V. S. porque el día 18 se consiguió el

decreto del congreso para que se erijan diputaciones provinciales


en el Nuevo Reino de León, Coahuila y Texas. Luego que lo alcan-

cé, hice expedir la orden porpoder ejecutivo, y éste me ha asegu-


el

rado que por el correo de hoy la envía para que se puedan nom-
brar en las actuales elecciones. No se puso artículo aparte para se-

parar el mando político del militar, porque ya a instancia mía lo

había así acordado el gobierno en cuyas atribuciones está. En cuan-


to se instalen las dichas diputaciones se nombrarán acá para cada
provincia un jefe político y un comandante, quedando un coman-
dante general, pero no jefe político, de las cuatro provincias. Aun-
que el señor Garza renunció el mando militar, se ha juzgado polí-
tico conservárselo. Vea V. S. si manda otra cosa. El gobierno tie-

ne de V. mejor concepto, y a su respecto no habrá quedado


S. el

muy contenta la diputación con la reprimenda del gobierno. Gra-


cias a Dios que ya quedamos libres de saltilleros.

El congreso de Oajaca se ha acabado por su propia virtud.


Los guadalajareños han entrado como los zacatecanos en negocia-
ción con el general Bravo. Se avienen a ejecutar la convocatoria y
muchas otras cosas; pero aún no hemos querido probar nada, sino
dejar obrar al gobierno.
Pero no es eso lo que nos aflige sino el haber sucumbido Espa-
ña por falta de unión, y si nos coge divididos también, la Santa

146
Alianza nos suerbe como una paja. En mayo entraron ya en Ma-
drid los franceses haciendo diabluras y sin resistencia ninguna en
todo su camino. Allí establecieron una regencia de aristócratas es-

pañoles y pasaron hacia Sevilla. Las cortes escaparon para Cádiz


llevándose a Femando de particular, porque como rey no quiso ir.
En Cádiz a instancia del embajador de Inglaterra se restituyó al
rey el poder ejecutivo. Pero Cádiz está estrechamente sitiado por
tierrade 30 mil franceses, y bloqueado por más de 6 navios fran-
ceses.Por falta de víveres tiene que rendirse por fuerza. Barcelona
también está sitiada de 30 mil franceses y 25 mil malos españoles.
No hay espíritu público, ni otra guerrilla que la de Mina la que
dicen ha sido batida. Es cosa concluida.
Portugal ha sufrido de su rey lo que España de los franceses.

En todas partes se ha abolido en ambas potencias Constitución y


la

restablecídose la Inquisición. Ya piensan en la reconquista de las


Américas y una fragata francesa vino ya e intimó a La Habana la

obediencia a Fernando absoluto.


Lemaur en San Juan de Ulúa ha cobrado bríos como agente
sin duda de la Santa Alianza; pretende ser de su dominio la isla

del Sacrificio aunque está fuera del alcance de sus cañones ha pues-
;

to aduana en el castillo y convertídolo en un almacén de géneros


españoles, con los cuales protege el más escandaloso contrabando.
A no remediar todo esto luego los comisionados españoles que es-

taban en Jalapa, ya se les ha dicho que se les enviarán sus pasa-


portes. Unámonos, unámonos y dejémonos de soberanías ridiculas,
porque si no nos unimos al gobierno y le damos vigor, toda nuestra

independencia desaparecerá como decoración de teatro, y sufrire-


mos el yugo español más fiero que antaño, como que crujirá sobre
nosotros la venganza insaciable de los españoles.
En cuanto a las elecciones primarias y secundarias en Méxi-
co y provincias contiguas las han ganado enteramente los liberales.
Yo estoy laberintiando para que no me reelijan en México como
intentan de diputado, porque si no lo fuere por mi patria, quiero
descansar. Nada hay hecho, digámoslo así, el trabajo resta entero

147
al futuro congreso y ése sí que ha de sufrir las campañas, y haga
Dios que no sean de sangre.
Dios y Libertad.
México, 20 de agosto de 1823 *.

Servando Teresa de Mier:

* Por evidente error, el original dice 1820. Pero el contexto muestra


que se trata del año 1823.

148 /
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^Ho^U {yifií^ü ^n^t'fv a/jÚA^^
A LA DIPUTACION PROVINCIAL
DE MONTERREY
Excma. Diputación:

Por este correo recibirá V. E., el decreto del Soberano Con-


greso dado en 18 de septiembre * para que haya una diputación
provincial en el Nuevo Reino de León, otra en Coahuila y otra en
Texas. No fue necesario expresar, como yo había pedido, que en
todas se separase el mando político del militar, porque ya lo había
acordado así el gobierno, en cuyas atribuciones cae esta separa-
ción. Me congratulo de que esta medida, cuya consecución me ha
costado no poco trabajo, será un iris para la paz de las provincias.

Antes podría haberla alcanzado; pero no quería hacer novedad


hasta que se hubiesen allá entablado las elecciones.
Vuelvo a repetir a V. E., que no hay contradicción alguna
entre el artículo 81 y 83 de la convocatoria; que este último se

puso para las provincias de Coahuila y Texas, pues no hay en


toda la nación otra diputación que lo sea de varias provincias,
sino ésa. Es una excepción, no una contradicción. Si es que ésta se
ha imaginado por temor de que, haciéndose en Monclova la junta
preparatoria, no se aseguraría que saliese de diputado el señor
Ramos Arizpe, yo lo sentiría, ciertamente, porque es muy benemé
rito, y la elección haría honor a la provincia de Coahuila. Yo no

soy de su opinión en orden a las soberanías parciales que ha inten-


tado establecer antes que el congreso constituya a la nación bajo
un sistema uniforme; pero no por eso desconozco su mérito, los

* Ha de ser 18 de agosto, o sea d4)S días antes de la fecha de esta carta.


muchos que contrajo en España para toda la América, ni olvido
nuestra amistad y su beneficencia para conmigo.

Diversa sentiré dúos de rebus eisdem,


incolumi licuit semper amicitia.

Unión, señores, unión necesitamos más que nunca, o nos de-


vora la Santa Alianza, como a los españoles. Desde mayo entraron
en Madrid los franceses, estableciendo una regencia por Femando
VII y pasaron a ocupar a Sevilla; las cortes se retiraron de allí para
Cádiz llevándose a Fernando como particular, pues como rey no
quiso ir. A instancias del embajador de Inglaterra se le volvió el

poder ejecutivo; pero Cádiz está sitiado por tierra con 3,000 fran-
ceses * y por mar de seis navios para impedir la entrada de víveres.
Eso es cosa concluida, pues no hay espíritu público ni otra guerrilla
que de Espoz y Mina que se asegura sucumbió, y Barcelona está
la
sitiada de 3,000 franceses *. Se acabó la Constitución y se ha excita-
do la Inquisición. El Rey de Portugal ha hecho en su reino lo mis-
mo que la Francia en España. Ya la Santa Alianza está pensando
en Américas y una fragata francesa ha intimado ya a La Haba-
las

na se Lemaur en San Juan de Ulúa


entregue a Fernando absoluto.
ha cobrado bríos, y pretende dominar la Isla de Sacrificios y adya-
centes ha puesto aduana en el castillo, hecho de éste un almacén y
;

protege el más escandaloso contrabando. Unámonos al gobierno


para defendernos, o de un soplo caerán los; castillejos que hacen
de baraja los muchachos.
Dios guarde a V. E. muchos años.
México, 20 de agosto de 1823.

Servando Teresa de Mier.

P. D. — En cuanto se establezcan las diputaciones, se nom-


brarán jefes políticos para cada provincia, así como comandantes.

* Debe ser 30 mil franceses, según lo dice fray Servando al Ayuntamien-


to en la carta inmediatamente anterior, de igual fecha, que damos fotocopiada.

154
A DON MIGUEL RAMOS ARIZPE
México, 28 de agosto de 1823.

Mi carísimo Chato:

Bendito sea Dios que se ha recibido carta de vuestra señoría


y muy legible, que no es poco. ¿Quién demonios le ha metido a
usted en la cabeza que yo por escrito y de palabra le tiro a degüello
y aun que he pedido en sesión secreta se le saque de ahí? Esto
último, es grandísima mentira. Lo único que he hecho por razón
de oficio alguna vez, es dar cuenta al congreso con oficios de los

cuerpos de mi provincia, y precisamente en sesión secreta por ho-


nor de usted. Ahí he protestado que es usted mi amigo, mi pariente,
y que le he debido muchos beneficios en Europa como todo ameri-
cano, y que algunos de los favorecidos estaban presentes; que su
patriotismo era indudable y notorio; pero que estaba empeñado en
hacer un Estado soberano de las cuatro provincias. En eso, sin du-
da, procedía con un fin patriótico, y no faltaban de esos federalis-

tas en el congreso; pero que yo, aunque quería federación, ni la


quería tan amplia como la de los Estados Unidos, ni juzgaba opor-
tuno el pacto de cada provincia antes de que el futuro congreso
estableciera un sistema uniforme. Nada ha perdido usted de su
crédito por eso, mi señor ultraliberal.
A Monterrey he escrito en el mismo sentido, aunque las expre-
siones hayan sido algo fuertes; porque yo soy con la pluma lo que
cierto comandante con las manos y la boca cuando se incomoda,

que se me viene a las barbas, diciéndome mil bobadas, hasta de-

155
lante de la gente, que a veces me quema y me arrabia. Estamos
pagados. Pero así como a su señoría se le pasa la furia, yo también
le hago sus elogios de palabra y por escrito; y así, deseando que
usted venga a mi socorro contra los borbonistas, he escrito a la
diputación que sea elegido diputado, porque no pueden hallar
sujeto de más
patriotismo, luces, talento y crédito; y aunque algo
intrigantillo, mismo se necesita por acá con los Fagoagas y
eso
Tagles que actualmente están haciendo juego para ser reelegidos;
, y aunque los mieristas, como dicen, ganaron las elecciones prima-
rias, las secundarias no han sido tan [¿favorables?] y hay borbo-

nistas. En conclusión, digo a usted lo que dije a la Diputación

Diversa sentiré dúos de rebus eisdem.


Incolumi licuit semper amicitia.

A instancias del congreso y del gobierno, a los quince días


volví al congreso aunque ya con los ojos más abiertos, porque en
la cuestión de mayorazgos se me dieron los más a conocer, y a fe
mía que pocos han de ser reelegidos, y si lo fueran Tagle y Fagoaga
habría un levantamiento, porque Fagoaga dice abierta y expresa-
mente que sin Borbones no podemos ser felices, aunque quieren
que seamos independientes, y así, a voz en cuello contra todo el
congreso^ que subsistiesen el plan de Iguala y el tratado de Córdoba.
Ea, dejémonos de cuentos. Ya tiene usted ahí la ley de di-
putación provincial en cada una de esas provincias, la tiene usted

en Coahuila y aun en Texas. Haga usted ahí una cosa de provecho


pues ahora una diputación una cosa muy grave c importante
es

por las facultades han dado. También salió ayer la ley


que se les

para que cada provincia tenga su comandancia, aunque haya una


general para las cuatro provincias. Quid tibi videtur?
Guadalajara admitió la convocatoria en sus negociaciones con
Bravo y alguna^ otras cosas; pero en lo sustancial no variaba, que
sepamos, aunque Quintanar de la raya se volvió a Guadalajara.
Rincón se acercó a Oaxaca, cuyas tropas huyeron; ya su congreso
había admitido. Quiera Dios que estemos perfectamente unidos

156
para poder resistir a la diabólica Santa Alianza. España sucumbió
merced a su desunión; los franceses han reinstalado el Consejo de
Indias y amenazan reconquistarnos. Intimaron a La Habana, ha
entrado en furor con la abolición de la Constitución. Dicen que
está en revolución y hay gran partido para unirse a México. Esta-
mos a toda prisa organizando ejército y ya hemos aprobado la
organización de milicias de las costas con estados mayores vete-
ranos.
Vicente me escribe el infeliz para que lo recomiende a los

canónigos de Monterrey, especialmente a Lobo, para que recaiga


en él la sacristía del Saltillo que renuncia un clérigo que está en
Puebla. Yo no conozco al señor Lobo: interésese usted con él

por ese pobre hermano mío, que, a pesar de bailarín, ha trabajado


bastante y es más cándido que yo. Mil expresiones al doctor Valdés
y salutem plurhnam cum gratia atque pesetis.

Servando.

157
A DON BERNARDINO CANTU

Sr. Dr. D. Bemardino Cantú.


México, 30 de agosto de 1823.

Mi apreciabilísimo amigo:

Recibo la de usted de 15 del pasado y en efecto me ha sido


sensibilísima la muerte de mi cuñado. Agradezco lo que usted ha
hecho por Luisito; pero ya no era menester. Antes de salir la ley
para que propusieran las diputaciones ternas para los empleos,
saqué yo el despacho de interventor para Luis, y ya me dicen del
Saltillo que lo ha recibido. Escribo hoy al Sr. Echeandía, dándole
las gracias por sus atenciones con la familia; y en premio se le

confirmará la comandancia del Nuevo Reino de León, pues ayer


puntualmente se dio la ley para que, aunque haya un comandante
general de las cuatro provincias, cada una tenga el suyo. En cuan-
to la renuncia de Garza de la comandancia general, no juzgó con-
veniente admitírsela el poder ejecutivo.
En orden al jefe político, se ha quedado admirado el minis-
tro de relaciones, al ver en su carta de usted que Rodríguez no es
el vocal más antiguo. Fue orden expresa que yo revisé antes de en-
viarla, en que se manda a la diputación que precisamente el más
antiguo sea el jefe político, conforme a la constitución. Se admiró
también el ministerio de que diga usted que sólo se reprehendió
al ayuntamiento por haber asentido a la junta, pues igual repri-
menda fue a la diputación, etc. Puede ser, dijo el ministro, que
como todo fue por mano dé Garza, éste haya suprimido lo que

158
tocaba a los otros. En orden a diputaciones, habrá llegado a tiem-
po la orden para elegirlas en cada provincia, y si no, ya les dice el
ministro que se vuelvan a reunir los electores y las elijan.
Ahora están peleándose los de San Carlos y Tula sobre dónde
ha de residir la diputación colonial, y creo ganará la villa de
Aguayo. Dígame usted ¿quién será bueno, si sabe, para jefe polí-
tico de Texas? Porque aunque su diputado dice que un tal D.
Erasmo Seguín, no tengo confianza en el testimonio de Garza. Dí-
game usted cuál sería bueno para Santander. Los muchachos Gar-
zas me dicen que D. Pedro Paredes. Yo para jefe político del Nue-
vo Reino de León estoy en el mismo que dije, y para Coahuila ¿no
sería bueno mi sobrino Ibarra? Guárdeme usted secreto, que di-
cen, allí que no pienso más que en acomodar mi familia. Si tienen
mis parientes mérito, no lo deben perder por mí: Si quis suorum,
dice San Pablo, et máxime domesticorum curam non habet fidem
negavit, et est infideli deterior.

En cuanto a elecciones por acá, los mieristas, como dicen, ga-


naron completamente las elecciones primarias; pero en las secun-
darias han colado algunos borbonistas que nos tienen con cuidado,
porque trabajan mucho y anda dinero de por medio para reelegir
a Fagoaga. Si esto fuese, habría una revolución. Dios nos libre.
Doy gracias por el socorro dado a mi hermana María Josefa.
Yo ya me quejé al provisor de Puebla, y éste le ha apretado al fraile
su hijo que está rico en un curato. Manténgasé^usted bueno y mande
a su afectísimo capellán.

Servando Teresa de Mier.

P. D. Un que está en Puebla ha renunciado la sacristía


clérigo
del Saltillo, cuya rentachupaba desde allá. Ruego a usted con todas
veras que se interese con el Sr. Arce y compañeros para que recaiga
en mi pobre hermano Vicente, que harto ha trabajado para no me-
recer esa bicoca. Ya pasará él a verse con usted.

159
A DON BERNARDINO CANTU
México, 19 de septiembre de 1823.

Mi muy caro amigo:

En la semana pasada debía haber escrito a usted y no quise


hasta poder decirle algo de las elecciones. Tampoco ahora me acuer-
do de todo el contenido de su carta, porque me la pidió el minis-
tro de relaciones para que la leyera el poder ejecutivo. Las elec-
ciones se han hecho como en México, Guadalajara, Oaxaca y de-
más partes del reino, excepto Yucatán, que sepamos, única provin-
cia que queda en escisión. En casi todas se han reelegido algunos
diputados de los buenos, como yo quería, para que el congreso fu-
turo no fuera todo de bisoños ni de ultraliberales, sin haber quien
lós contuviese. En verdad no estoy muy contento de todas las elec-

ciones, porque han salido demasiados abogados, y necesitaba más


luces de todo género; pero sólo la diputación de Guanajuato es
casi entera de ultras.

A mí no me habían elegido en México, por asegurar los elec-


tores que sabían lo sería en mi patria. Pero todo México estaba pen-
diente de la elección de ustedes y apenas antier llegó el aviso al
poder ejecutivo: se extendió por todo México la noticia y la gente

palmoteaba porque se imaginaban que yo basté a contener los extra-

víos de los ultras. Van tres días que no cesan los parabienes, y más
desde que han entendido que fui reelecto a la unanimidad. Yo no
recibí carta alguna de Monterrey con la noticia, aunque sí del Salti-
llo. El poder ejecutivo fue el primero que me comunicó la noticia

160
por el ministro de relaciones, cuya carta incluyo a usted porque
hace honor a nuestra patria, para que usted la haga leer para sa-

tisfacción de los electores, y si ya está instalada la diputación pro-


vincial, désela usted a leer también.
Digo, si porque en esta misma semana, a con-
está instalada,
sulta de una diputación, emanó decreto del congreso, declarando
que así como el congreso futuro se ha de instalar el día 3 1 de octu-
bre o antes, si se hubiere reunido la mitad y uno más de los dipu-
tados, así las nuevas diputaciones provinciales deben instalarse luego
que se halle reunida la mitad y uno más de sus vocales. Espero la

noticia para escribirle y enviarle los decretos.

Uno contra D. Juan Arizpe mi suplente. Este pidió al congre-


so se le diese viático para retirarse, y orden para que esa provincia
le pagase lo que le restase de sus dietas.Se leyó en sesión secreta
su petición en que decía no haber recibido de Monterrey sino ciento
y tantos pesos. Yo aseguré e hice ver que nada debía recibir viático
por ida ni venida, pues no vino por suplente y aquí fue elegido;
que no me suplió sino cuatro meses y sólo le corresponden mil pesos
por esto, que tiene recibidos, y además 750 que debe restituir a la
Nación, si ésta no aprueba que sean pagados a su costa los mona-
cillos de la junta instituyente. Pero que no habiendo sido nacional,

como está declarado, ni metídose Arizpe a suplirme en ella sino


para afrenta de mi provincia, ésta no tenía que pagarle nada. Así
se declaró, y del decreto, que fue en sesión secreta, me dieron cer-
tificación que enviaré a la diputación luego que
los secretarios,

sepa su instalación,. porque Arizpe está en espera de irse y ha de


ir a mortificarlo.
El otro decreto es en favor de la provincia. Pedí que se conce-
dieran cátedras de derecho en el Seminario de Monterrey, y que
así en ellas, cómo en filosofía y teología, se diesen allí los grados de
Bachiller. Admitida esta proposición a discusión, pasó a la comi-
sión de instrucción pública, que ya dictaminó en todo a mi favor.
Dentro de dos o tres días se dará el decreto.
Por dar gusto a la anterior diputación se nombró jefe polí-
tico interino de esa provincia al Sr. Echeandía. En donde avi-

161

S.— 11
so [sic] de estar la diputación instalada se proveerá todo lo que fal-

ta,de una manera permanente. Usted no cese de escribirme y la di-


putación de instruirme en cuanto necesiten de acá para el bien de
la provincia, que ya no estará a merced de saltilleros. Yo no que-
ría que cooperase con nada para las cajas del Saltillo.
Se me escribe de Monclova que la elección estaba por Ramos
Arizpe: me alegraré que venga para que aquí intrigue en grande,
porque nuestra situación es crítica, y es regular que el congreso
futuro sea tempestuoso. A don Felipe de laGarza ya le fue orden
del gobierno para que por ningún título tome dinero de las pro-
vincias por su autoridad, pues no le pertenece sino presentar el

presupuesto de gastos a la diputación provincial, y ésta proveerá.


Dé usted de mi parte, gracias a los señores que me eligieron,
aunque han echado sobre mí una carga muy pesada y ahora muy
peligrosa. Hay por allí quien piense que yo lo deseaba. Ignorantes ¡

El día que no sea del congreso, sé que me declarará benemérito


de la Patria y asignará una pensión mayor que la de diputado, que
no recibo; y si quisiese ir de embajador a Inglaterra o a los Esta-
dos Unidos, ya el poder ejecutivo me lo tenía ofrecido.

Recomiendo a usted mucho a mi hermano Antonio, que me es-

cribe está pereciendo.

Adiós y mande usted a su afectísimo amigo.

Servando Teresa de Mier.

162
AL AYUNTAMIENTO DE MONTERREY
Muy ilustre Ayuntamiento
En mi que escribí a la excelentísima diputación pro-
anterior,
vincial, le supliquéno siguiese la rutina de la diputación antece-
dente, sino que comunicase a V. S. la larga carta que le dirigí, pues
teniendo ya ambas corporaciones un mismo objeto, que es la felici-
dad de nuestra provincia, debían caminar con la mayor fraternidad.
Ahí habrán visto que no tuve tiempo de escribir a V.S. en particu-
lar, porque estábamos con la ansiedad de una conspiración la más

combinada y terrible para reponer al tirano, y yo estaba en la lista


para el degüello. Ya está toda desconcertada, aunque todavía es-
tamos prendiendo cómplices.
Doy a V. S. las más rendidas gracias por la satisfacción que
manifiesta en mi relación a la unanimidad. Puedo asegurar que^el
gobierno y todo México le acompañan en ella según la multitud
de parabienes inmensa que he recibido. Procuraré cuanto esté en
mí llevar la carga, que lo es, porque lo es terrible en la divergencia
de las provincias y por consiguiente en la de' sus diputados, que
vienen ahí exaltadísimos pareciéndoles que no hay más que saber
sino a Montesquieu, Rousseau y Raynal. Hasta ahora tampoco las

provincias rivales no tenían aquí sino mudos, yo era diputado de


las cuatro: ahora ya saben V.S. quiénes vienen (aunque de Texas

nó sabemos acá) y tendré que luchar para que no nos perjudiquen.


No tenga V. S. recelo que Santander nos tome un palmo de te-
rreno. Harto hará su diputado si consigue que no se nos reúnan las

villas hasta Refugio. Don Felipe de la Garza me ha escrito una

163
carta insolente, porque cría cuervos y te sacarán los ojos, y no es
menos insolente la que dirigió al Excmo. Sr. ministro de la guerra y
marina, negándose absolutamente a continuar en el mando q co-
mandancia general militar, porque dice que es cierto que ha coad-
yuvado a constituir a esas provincias interiormente y se guardará
bien en hacer que lo impidan las fuerzas que están a su cargo, por-
que, aunque respeta las luces del gobierno, disiente de su opinión
en orden a aguardar que el congreso futuro constituya a la nación
por un sistema unánime. ¿ Ha visto V. S. un ranchero más orgullo-
so y atrevido? No se le ha contestado porque el ministro está en-
fermo; pero no es sujeto a quien intimide un vaquero. Toda esa
rabieta consiste en haberse dado orden al Sr. Echeandía para que
le resistiese si atentase a turbar el orden público, y parece que
dicho comandante incurrió en la debilidad de participárselo.
Avisé a la excelentísima diputación había pedido que se pu-
siesen cátedras de derechos en ese colegio seminario y que ahí se
diesen los grados de bachiller en filosofía, teología, cánones y leyes
sin necesidad de venir a las universidades. Ayer se sancionó la ley
para todos los colegios de la nación, y aun conseguí que nada se en-
viase a las universidades de las respectivas provincias, sino que todo
quedase ahí para fondo.
Conseguí ley para que Texas estuviese por siete años exenta
de pagar todo derecho; lo mismo he pedido para los lugares fron-

terizos de las otras tres provincias y espero conseguirlo. s

Estamos en guerra contra España porque el comandante de


Ulúa Lemaur rompió el fuego sobre Veracruz el 25 del pasado sin
dar previo aviso. Se le contesta de la plaza con viveza y hasta ahora
ha hecho poco daño en la plaza: toda la gente se salió. La infeliz
España sucumbió por la traición de sus generales, y según las últi-
mas noticias Cádiz sitiada por mar y tierra tuvo que rendirse ya.
No es lo mismo pelear solos que con todas las minas de América.
Adiós libertad y constitución para los españoles y adiós también
para los mexicanos si la Santa Alianza nos coge divididos.
Cuando me hizo prender Iturbide en 26 de agosto del año pa-
sado, me quitaron no sólo todas mis obras sino cuantos papeles te-

164
nía enviados a esa provincia, sin que las más
mi suplente Arizpe de
exquisitas diligenciashayan bastado para descubrir alguno de mis
papeles que llenaban un baúl. Esta ha sido la causa, si no he hecho
por la provincia tanto como deseaban sus ayuntamientos. Todas sus
instrucciones se perdieron y yo no sé lo que necesitaban o pedían.
Lo aviso para que si algo necesitan de acá y a que no alcancen las
extensas facultades actuales de las diputaciones provinciales, me
instruyan de nuevo.
De nuevo voy a comenzar la carrera luego que se reúnan la
mitad y uno más de los nuevos representantes: y V.S. no tiene
más que imponerme sus órdenes, seguro de que serán obedecidas
en cuanto alcancen mis fuerzas.
Dios guarde a V.S. muchos años.
México, 8 de octubre de 1823.

Dr. Servando Teresa de Mier.

P. D. Reservado.
Se me olvidaba decir que fue orden del gobierno a don Felipe
para que no tome dinero alguno de rentas ni de nadie, pues no le
toca como comandante sino presentar el presupuesto de sus gastos
al intendente de San Luis, quien mandará pagarle de la Tesorería.
Se me que pide los fusiles que se necesitan en Monte-
escribe
rrey, y la imprenta. No den V.S. nada. Echeandía está autorizado
para resistirle. No tengan miedo, que no seguirá mandando las
provincias. Sigilo.

165
A DON BERNARDINO CANTU
Señor doctor don Bernardino Cantú.
México, lo. de noviembre de 1823.

Mi carísimo amigo:

Recibí su última apreciable de 10 de octubre y digo que llegó


el Chato y en el momento me pasó recado, y luego fue a visitarme,

sin darse por sentido de cuanto había pasado, y luego comenzó a


mirar y visitar a todo el mundo de los viejos reelectos, y de los nuevos
recién llegados. Nos pidió una junta y la tuvimos en las casas con-
sistoriales.Por más que disimuló conocimos el veneno que ence-
rraba su interior, y pretendía que no debía instalarse el nuevo con-
greso hasta que hubiesen las dos terceras partes. Yo. le salí al en-
cuentro, le hice ver que la ley era de instalarse luego que hubiera
la mitad y uno más, es decir 61, y no podíamos procrastinarlo [sic]

sin atraernos la maledicencia de que queríamos perpetuarnos los

antiguos. Pero que se tranquilizase, nada trataríamos constitucio-


nal o de trascendencia general hasta que hubiesen concurrido las
dos terceras partes. Que en esto los antiguos ya estaban convenidos.
En fin, el lunes de esta semana la diputación permanente, elegida
el día 15, avisó haber ya 62 diputados. Y se señaló el día 30 del
que acabó, para la disolución del primer congreso constituyente.
Todos asistieron de ceremonia y yo vestido' episcopalmente. Una
comisión de 12 miembros avisó al poder ejecutivo, que por entre

dos filas de tropa y con triple salva vino al salón. Arengó muy bien
su presidente el señor Michelena y respondió nuestro presidente el

166
señor Tagle con elocuencia y ternuija, sacando a muchos las lágri-
mas. Anunció luego la disolución y nos retiramos entre salvas y re-
piques. Dudo que en otro congreso se reúna igual porción de luces
y tal firmeza en igualdad de circunstancias, pues muchas veces es-

tuvimos en nuestras sillas esperando la muerte.


Por la tarde hubo junta preparatoria para nombrar las dos
comisiones de poderes, de cinco miembros para examinarlos todos,
y de tres para examinar los de los cinco. Advertimos que el primer
electo para la comisión de los seis fue Ramos Arizpe y el segundo
tomo suyo, Huerta, el clérigo revolvedor de Guadalajara. Sólo dos
fueron electos de los antiguos en la comisión de los cinco, y uno en
la de tres. Ya comienza a triunfar la demagogia. Pero es de notar
que fue falta de combinación precedente, pues Ramos y Huerta
sólo tuvieron 19 votos, número fácil de contrarrestar. Paredes, di-
putado de Santander, está muy unido con él, y aún no se sabe quién
será el de Texas; no ha llegado noticia de la elección de aquella
provincia. Yo auguro mal de contar 16 electos en la junta, gente
en general opuesta a reformas saludables.
Ya la comisión se ha dividido sobre la validez de los poderes
de muchos, porque contra la ley. de convocatoria traen los poderes
limitados, a lo menos con la cláusula de hacer precisamente repú-
blica federada. Si decían que los poderes del antiguo congreso eran
nulos porque implicaban congreso constituyente con bases consti-
tuidas, no es menos base constituida, monarquía moderada, que
república federada. El día 4 es la segunda junta preparatoria y
veremos en qué quedamos. En el momento que esto se zanje, la di-
putación permanente anunciará el día de la instalación del congre-
so ;
que esto no pase de la semana entrante. Los diputados de varias
provincias traen en sus instrucciones lamudanza del gobierno y
extracción del congreso de México. Espero que ni uno ni otro lo-
grarán. Ni los ministros ni los gobernantes pueden ser mejores, es-

pecialmente Michelena, grande hombre de Estado, que lleva el

timón y ha salvado a la nación del naufragio en tiempo tan bo-


rrascoso. Si éste cae nos perdemos, así como si se declara república

federada en los términos que los demagogos la entienden de so-

167
beranías parciales, con cuyo sistema se arruinaron Venezuela, Santa
Fe y Buenos Aires.
Agradezco mucho lo que usted ha hecho por mi cuñado Mar-
cos y lo que intenta hacer con mis hermanos Antonio y Joaquín,
aunque yo creo poder acomodarlos pronto. Parece que se trata de
suspender al administrador e interventor del tabaco, sirviendo am-
bas plazas don Pedro González. Exhorte usted a la diputación a
no dar este paso que no está en sus atribuciones, pues sólo se extien-
den a suspender los empleados por mala versación, pero no a va-
riar el sistema de administración de un ramo, que por ahora se ha
determinado conservar, atenta la suma escasez del erario. Procu-
re usted ver mi carta escrita en el correo anterior a la diputación,
que supliqué se comunicase al ayuntamiento.
La Gaceta de 29 de septiembre de Nueva York avisa la lle-
gada de nuestro emperador a Liorna y que hacía su cuarentena de
30 días a bordo del buque que lo llevó; avisa también la muerte,
en 20 de julio, del Sumo Pontífice Pío VII a los 81 años de edad
y 24 de pontificado.
Sigue Veracruz bombardeado del castillo de San Juan de
Ulúa, que le ha hecho mucho daño en pero sólo ha
los edificios;

matado 8 personas. El puerto se ha mudado aAntón Lizardo, dis-


tante 7 leguas a sotavento, que es un verdadero puerto y no rada
abierta como Veracruz. Caerá el castillo por falta de víveres pues
se losimpiden nuestras barcas cañoneras y buques de guerra, que
ya repulsaron a la fragata Fama y al bergantín Marino.
No hay otra cosa que añadir, sino que siempre es suyo.

Servando Teresa de Mier.

168
A DON BERNARDINO CANTU
México, 12 de noviembre de 1823.

Mi carísimo amigo:

Son tantas mis ocupaciones, y tanto lo que he escrito hoy que


ya no sé lo que escribo. Parte de esto proviene de haberme dicho

ayer el ministro de relaciones que en el correo anterior se envió a


mi sobrino Francisco el despacho de jefe político de esa provincia
y a mi hermano Joaquín la plaza de oficial mayor de su secretaría,
pues la de secretario fue dada desde España a don Juan Arizpe y
confirmada acá. Por la pobreza de Joaquín yo le había recomendado
para alguna plaza subalterna pero no pensaba en la que se le ha
;

dado, antes yo pensaba impedirla como escribí a la diputación. Por


lo que reservadamente a ésta y al ayuntamiento acerca del
escribí

sentimiento del gobierno por haber sabido don Felipe la orden reser-
vada que se dio a Echandía para resistirle si turbaba el orden es-

tablecido, yo temí alguna desgracia, y como no era jefe político sino


interino, el gobierno atendió a los informes de usted que aprecia
mucho, y dio el jefato político a Francisco. Ya le escribo que pase
a dar a usted las gracias. Ello es que algunos echarán pestes, que
con razón deben tocar a usted. Pero, amigo, como yo no pido ni pre-
tendo nada, el gobierno ha querido premiar en mi familia y yo
responderé como San Pablo: Si quis suorum et máxime domestico-
rum curam non habet, fidem negavit, et est infideli deterior.
Se instaló por fin el congreso nuevo el 7 de éste con 62 miem-
bros y mucha pompa. Pero, amigo, mala facies: la mitad clérigos

169
y la mitad abogados: si con teología y cánones se constituye una
nación, la cosa está hecha. En las juntas preparatorias para la elec-
ción de comisiones dejamos correr la bola los reelectos para tentar
elvado y luego salió electo el patriarca Ramos y su compinche de
revolución en Guadalajara, Huerta; pero observamos que sólo tu-
vieron 19 votos y ya nos creíamos superiores y combinamos. Ramos
creyó como de fide que iba a salir presidente y no le faltaron 25 vo-
tos; pero salió el doctor Alcocer que no fue nada en el pasado con-
greso, por servilón, iluso y desvergonzado; pero estas cualidades
necesitábamos para sofocar a los demagogos en las discusiones y por
eso lo elegimos. Ramos está que chilla aunque lo disimula, y ya ha
hecho correr un plan de acta constitucional insistiendo en la sobe-

ranía e independencia de cada provincia en sólo su gobierno inte-


rior. Ya está muy rebajado en sus opiniones después que le ha visto
Lo mismo sucede a los demás exaltados que venían
las astas al toro.

con instrucciones para mudar el gobierno y sacar de México al


congreso. Mucho tenemos que batimos; pero ellos se han asombra-
do al oír las memorias de los ministros que están dando cuenta, y
asombra lo que han hecho y lo que prometen.
Ya Guadalajara siente los efectos de sus principios anárquicos,
pues no sólo se le separó Colima sino Zapotlán, y los que no quie-
ren que se les someta al centro general, han enviado al general Bus-
tamantc 2 cañones y 200 hombres para sujetarlos. Nuestro gobier-
no mandó al general Negrete avanzase hasta Xiquimila y estuviese
- en expectación para proteger a Zapotlán si lo atacan. Oaxaca va
bien y hace cuanto se manda. El castillo de Ulúa ha padecido mu-
cho por la explosión de un depósito de pólvora en el baluarte San
Miguel; nuestros buques y lanchas cañoneras rech^izaron una fra-

gata y un bergantín que venían a su socorro con víveres y acaban


de hacer prisionero otro que traía 1 1 2 hombres de refuerzo. Los
españoles que se habían apoderado de Lima volvieron a salir de
ella el 10 de julio forzados por el general Bolívar. Ya se rindieron

a los franceses la Coruña y Tarragona ; sólo faltan Cádiz, Barcelona

y Pamplona.

170
No quedará sin acomodo Echandía. La diputación habla bien
él y el gobierno ha visto con atención lo que usted me dice en
favor. Adiós. Tuus ex corde.

Servando Teresa de Mier.

Señor Bemardino Cantú.

(Carta en el archivo del Dr. González).

171
A SU HERMANO JOAQUIN
México, 12 de noviembre de 1823.

Mi muy amado hermano Joaquín

El señor ministro de relaciones me avisó ayer que en el correo


anterior te envió el despacho de primer oficial de la secretaría del
jefe político es tu sobrino Francisco. Aún no
de esa provincia que
está asignado el sueldo que te corresponde; solamente la comisión
en el anterior congreso propuso para el primer oficial de la jefatura
política mil pesos de sueldo. Desempeña tu empleo con la debida
honradez, sin hinchazón, sino con afabilidad y dulzura con todos,
sufriendo sus impertinencias, y tendrás que comer y el ascenso co-
rrespondiente. Mira que estamos en república y no se sufre altane-
ría: sencillez, mansedumbre y. . .

El padre Garza o el padre Gutiérrez


te llevarán el. para Fe- . .

lipe. Salúdamelo como a tu esposa y demás sobrinitos míos. Saluda


también de mi parte al padre Sobrevilla y al señor tesorero Cantú.
Mucho hablarán por ahí por el acomodo de la familia: pero no
sólo a mí se me debe, mucho se debe a los informes ajenos, como
los del señor Cantú. La diputación provincial que propone para

todos, el gobierno en los pocos que son de su^ resorte, ha querido fa-
vorecer mis méritos en mi familia y aun sin saberlo yo, pues ya se
los habría participado. Dios haga que todos correspondan a la con-

fianza del gobierno y al crédito de tu hermano que te ama.

Servando.

172
ADONBERNARDINO CANTU
Señor doctor don Bernardino Cantú.
México, 20 de diciembre de 1823.

Carísimo amigo:

.Puedo comenzar con aquellas palabras de Cicerón: Actum


est de república, que en buen castellano quieren decir: "Llevóselo
todo el diablo". Habrá usted visto el acta constitutiva que yo envié
a la diputación y salió en todos los periódicos, obra diabólica del
Chato. Para su aprobación tenía ya hecho capítulo, porque a tí-

tulo de las palabras hipócritas de paz y fraternidad logró que se


admitiesen los diputados de Jalisco, Ouerétaro y Oaxaca, a pesar
de traer los poderes con bases constituidas, restricción prohibida
por la convocatoria, y últimamente logró entrasen al congreso para
reforzar su partido, algunos diputados disidentes que había aquí
de Yucatán, sin poderes ningunos, y por la sola noticia, no autén-
tica, de haber sido reelegidos en Yucatán. En vano se pidió que

tales restricciones se considerasen como no puestas en los poderes,


respecto a que los diputados que las tenían se creían ligados por
ellas y decían que no eran más que agentes diplomáticos. Tres ve-
ces seha hecho esta proposición y tres veces se ha desechado, p(,>r-
que han votado los mismos interesados. En vano hice presente yo
que estas votaciones eran nulas como contrarias al reglamento, que

manda salir del salón para las votaciones, las partes interesadas.
Todo es nulo, por consiguiente; pero así se han aprobado ya los
seis artículos primeros. En el quinto, o de república federal, tomé

173

\
la palabra para impugnarlo en el sentido del sexto, que la propone
compuesta de Estados soberanos, y pronuncié con tal calor el dis-
curso que incluyo a usted, que se concluyó la sesión porque todo
el congreso se levantó a abrazarme y darme la gala. Junté trece

pesos y a costa de los diputados se imprimió, aunque por la preci-


pitación de haberlo impreso sin corregirlo yo, sacó bastantes erra-
tas. Hizo impresión y, a pesar de las intrigas de Ramos y su par-

tido, 28 votaron contra las soberanías parciales que obtuvieron 44


votos. Ganaron pero perdióse la patria usted verá dentro de poco
;
;

los desastres que anuncié.

Por estar lloviendo y no haber podido yo salir anoche, no ha


visto el ministro de relaciones la carta que ayer recibí de usted,
pero leyó la anterior en que usted cnarra todo lo sucedido para la
posesión de jefe político por mi sobrino don Francisco. Yo le doy
a usted muchísimas gracias por haber sido parte tan principal en
que se obedeciese al gobierno y le diese la posesión a Francisco y
a Joaquín. Aunque hayan informado mal los malévolos, nada lo-

grarán contra el testimonio de usted y mío.


La desgracia es que estamos en una época de trastorno gene-
ral. Hoy se discutirá el artículo 7o. en que Ramos puso a las 4
provincias internas comprendiendo un solo Estado. Yo tengo or-
den en mis instrucciones, así del ayuntamiento como de la diputa-
ción, de oponerme a esa unión. El Chato ha procurado ganarme

y a Paredes proponiendo la capital del Estado en la punta de Lam-


pazos o en la villa de Mier. Y yo escribí a la diputación haciéndole
presente sus razones y pidiendo su dictamen. Como no ha venido,
voy a pedir se difiera la discusión del artículo 7o. hasta el fin de
la acta mientras recibimos de nuestras provincias instrucciones, y si

no logro la dilación yo meopondré a la unión con Coahuila y Te-


xas. Esta última no es más que una carga y Coahuila nada nos
puede dar sino (...)•

Ya fui hoy sábado 20 al congreso y conseguí que el artículo

7o. volviese a la comisión y no se discutiese hasta el fin de la actay


en orden a la unión de las provincias internas de oriente y occiden-
te. Quedo, pues, aguardando con ansia la respuesta de esa diputa-

174
ción provincial a mi consulta. Ya vi al ministro de relaciones, leyó
la carta de usted y no hay cuidado en orden a Francisco, aunque
sus enemigos han mandado un protocolo.

Ayer celebraron con gran pompa en catedral las exequias de


nuestro Santísimo Padre Pío VII. Yo estoy de luto como su prela-
do doméstico. Nos aguardan grandes novedades con la federación
de soberanías. Dios tenga misericordia de nosotros.
Adiós, caro amigo, y mande usted a su invariable.

Servando Teresa de Mier.

175
A DON BERNARDINO CANTU
Señor don Bernardino Cantú.
México, enero 10 de 1824.

Mi caro amigo:

Recibí la de usted de 19 de diciembre y digo que la secretaría


de Francisco huele a parentela y ahijados del Chato, pues sólo me
han enviado el voto del señor Lobo y del señor Arroyo y no el de
usted, olvidándose en el correo anterior el acta de fundación de la
ciudad que yo había pedido. Esto dio lugar a un fuerte debate en-
tre el Chato y yo. Concurrí a la comisión de constitución sobre

el artículo de la reunión de las cuatro provincias, cuya discusión a


petición mía se había diferido hasta el fin de la acta constitutiva,
cuya discusión se concluyó ayer.
Yo leí el dictamen del ayuntamiento y el voto del señor Lobo,
únicas piezas que me habían venido, y convine con él. Opúsose
Paredes, diputado del Nuevo Santahder, pretendiendo ser él solo

Estado aparte, y lo favorecía el Chato. Entonces dije que mi pro-


vincia lo compondría también por sí, pues Coahuila y Texas no le

servían para nada. Convine igualmente, según ayuntamiento y^


el

Lobo, en que el congreso que debe componerse de 13 (1 por Te-


xas y 4 por cada una de las otras tres provincias) eligiese el pun-
to más conveniente que le pareciese para capital; pero que por
ahora se debía de reunir en Monterrey, donde estuvo la diputa-
ción general y donde había más recursos y ser la metrópoli. Aquí
el Chato se salió de madre, diciendo que eso era mentira. Objeté

176
el acta, y como él sabía que yo no la había recibido me desafió a
presentarla y que allí se vería que sólo se le concedieron quince
leguas por cada rumbo. ¡Grandísimo ignorante! esa es la jurisdic-
ción que se señala al ayuntamiento de la ciudad, la cual es mayor
que la de una \ illa, y en eso se distinguen, como en el mayor nú-
mero de regidores. De otra suerte se seguiría así que ni Monterrey
era la capital deNuevo León ni México del \irreinato. Siguió a
decir que Monterrey estaba dominada de 3 o 4 canónigos y era
una ciudad corrompidísima y levantisca endemoniada, como se
acaba de ver en el tumulto que hubo para que se recibiera Fran-
y el que excitó el artillero. Perdí la paciencia y le dije que
cisco,

en nada se le debía creer por ser enemigo jurado de mi patria,


contra la cual desahogaba su rabia porque dos veces le trastornó
sus planes de rebehón. Y sobre esto se encendió una gritería tre-
menda, hallándose ya presentes (porque la comisión estaba en el
salón del congreso) la mayor parte de los diputados, que decían:
he aquí el federalismo en pequeño. Al fin nada se concluyó, por-
que Paredes dijo que le faltaban instrucciones.
Como la de Puebla se levantó conforme a las ideas de Ramos
y sus jacobinos, presentaron una convocatoria al congreso para
establecer congresos en todas partes antes de acabar de discutir el

acta constitutiva, y hoy se circula (creo) por el correo, exceptuan-


do nuestras provincias (por no habernos acordado sobre su unión),
sobre Tlaxcala, California, Colima, Zapotlán y Lagos, Tabasco
y el Istmo Coatzacoalco.
Lo de Puebla se acabó. Echevarrí fue depuesto, y el poder
ejecutivo y la diputación igualmente, y todo se halla en México
porque luego que se presentaron los generales Guerrero y Pedraza,
el pueblo y la tropa salieron a recibirlos con vivas. Pero ya los ja-
cobinos presentaron hoy proposición firmada de 35, para indulto
y olvido de lo ocurrido. Esto va por la posta y le doy seis meses de
término al entremés de la federación soberana para que se acabe
a palos. El Chato está tan odiado en México que tiene caballos
en su casa para escapar.
Garza está furioso con la deposición de su hijito Echeandía y

177
escribe contra Francisco y contra mí al gobierno, diciendo que
Francisco es un jugador y quebrado, y que usted se vio en la preci-
sión de levantar un tumulto para hacerlo recibir, como si el tumulto
no hubiese sido de los que se armaron para desobedecer al gobier-
no; que yo he hecho de los empleos de esa provincia un patrimonio
de la casa imperial de Cuauhtemotzín. El gobierno se ha reído, por-
que a propuesta mía y sobre mi responsabilidad se le hizo a él co-
mandante general, sin otro mérito que haber siempre peleado con-
tra los defensores de la patria. Un grito que dio después, terminó
por indultarse sin haber tirado la espada. Dice que mi provincia
está bien arrepentida de haberme hecho su diputado y el gobierno :

es el que mil veces se ha arrepentido de haber exaltado a él por mi


recomendación. Ese ranchero es tan ingrato como imbécil, y de la
caída que dé, y no ha dado por motivos de política, no se levantará
jamás, porque le falta talento y sólo le sobra orgullo. También esa
diputación tiene aturrullado al gobierno con representaciones con-
tra Francisco sin duda son cosas de Arizpe y Llano.
;

Toda la gran federación se reduce a pleito de empleos. Todo


se lo va a llevar el demonio. Más de la mitad del congreso es nulo.
El Chato ha metido allí, por engrosar su partido, a los de Yucatán
sin poderes, y los de Jalisco, Zacatecas y Oaxaca que los tienen res-

tringidos.

Adiós, amigo, que esto va malo; mande usted a su afectísimo


servidor y capellán.

Servando Teresa de Mier.

P. D. — Incluyo a usted la carta para Francisco; no caiga en


manos de Arizpe. Escribe Garza al gobierno que yo sólo procuro
empleos para los antifederalistas.

178
ADONBERNARDINO CA?ITU

México, 17 de abril de 1824.

Mi cariñoso amigo y señor

He recibido dos apreciables de usted sin poder responderlas,


porque estamos en la gran cuestión de centralizar el gobierno, por-
que no puede marchar el carro de la federación soberana. Los so-
beranillos recientes, no acostumbrados a bragas, se han ensober-
becido de manera que no quieren obedecer lo que manda el supre-
mo poder de la federación. El congresillo de Puebla ha dado un
decreto sobre papel moneda
contrario al del congreso general, y
respondido al gobierno general como se pudiera a un negro. El de
Guanajuato ha reasumido, hasta la constitución, los tres supremos
poderes y anulado todos los contratos sobre habilitación de minas
sin su aprobación. Jalisco ha tomado para sí el mandó militar y
nombrado al famoso Bustamante comandante general. El de San
Luis Potosí, todo de iturbidistas, no obedece para dejar salir las

tropas veteranas a la costa. Guadalajara responde a las órdenes


del gobierno, noha lugar, y ha declarado que va a asalariar al clero
quitándole hasta las obvenciones. El Yucatán ha enviado tropas
contra Campeche, que se ha unido a México y depuesto a los gachu-
pines. Sonora y Sinaloa están en revolución. Santander y Garza

hacen lo que se les antoja, etc., etc. Y conspiraciones y conspira-


ciones en favor de Iturbide, y Francia equipando una escuadra nu-
merosa en Brest.

Todo se lo va a llevar el diablo si no se adopta el remedio que

179
propone la comisión, cuyo dictamen acompaño a usted, suplicán-
dole lo comunique a mi sobrino Francisco de Mier, como esta
carta. Ha cinco días que lo estamos discutiendo en lo general con
una terrible oposición. Si se adopta, el general Bravo será el su-
premo director; y el vice, Victoria. Volverán entonces a los minis-
terios los señores Alamán y La Llave. En el de guerra ya está mi
sobrino el coronel don Manuel Mier y Terán. Esto urge en extremo
porque la imprenta está en un desenfreno intolerable y la de Gua-
dalajara ataca hasta el dogma. El gobierno supremo, el congreso
y los patriotas más esclarecidos, son el objeto de sus calumnias y
sarcasmos. Ya el señor Michelena se embarcó para Londres, el se-

ñor Múzquiz va para Estados Unidos y el señor Molinos para


los

Colombia. Ramos, llamado el Toro Chicharrón, está en plena re-


tractación sobre sus principios; pero nadie se fía de él y absoluta-
mente carece de todo influjo. La comisión de constitución ha dic-
taminado ya por la reunión de las cuatro provincias en un solo
Estado. El general Anaya salió hoy para ir a establecer con tropas
veteranas un cantón en la costa del 'Nuevo Santander. Intelligenti
pauca.
Adiós, amigo cariñoso. Mande usted a su fiel amigo q. s. m. b.

Servando Teresa de Mier.

180
A DON BERNARDINO CANTU
México, 19 de junio de 1824.

Mi caro y respetable señor y amigo:

Acabo de recibir su apreciable de 4 del presente en que se

congratula del decreto que ha erigido esa provincia en Estado. Lar-


go he escrito sobre esto a Francisco, y si acaso el congreso que allí
se va a instalar da en la locura de asignarse dietas, y no sirve como
carga concejil el empleo (que sólo ha de durar tres meses) como
servía la diputación provincial y sirven los ayuntamientos, sólo ser-
virá para oprimir y elnuevo Estado será para nuestra ruina. Por
eso le encargo a Francisco procure que la elección recaiga sobre
hombres pudientes o que gocen por otra parte sueldo, porque éstos
ni en el congreso general ni en los particulares toman dietas. Par-

ticularmente encargo sean elegidos diputados usted y el señor


le

Arroyo, para que haya quien dirija a los demás. Todos deben ser
once. Ya envié a Francisco el proyecto orgánico del congreso de Mé-
xico para que les abra camino para constituirse. Es verdad que en
la discusión ha sufrido muchas y graves variaciones; pero por eso
suscribí a Francisco en el mejor periódico que es el de El Sol, donde
leerán las correcciones. Mucho quehacer tienen, porque es nece-

sario levantar el plan topográfico de ese Estado y formar su estadís-


tica, cosa indispensable como fundamento de todas las operaciones
del congreso.

No he visto el papelucho del Toro Chicharrón, que usted me


cita. Buen cuidado han tenido de ocultarlo por acá, porque yo lo

181
habría vuelto añicos. Dígame usted si todavía manda en el Pilón el
mismo Parás su agente, para quitarlo de allí, pues el ministro de
la guerra es mi sobrino don Manuel de Mier y Terán. Todavía po-

drá suceder que las cuatro provincias compongan un Estado, por-


que la representación que me envió Francisco, de Mier, Camargo
y Refugio, pidiendo la supresión del Estado de las Tamaulipas o
agregación de ellas al Estado de oriente, ha hecho una grande im-
presión en elcongreso y tal vez la comisión de constitución, a don-
de pasó la representación que presenté, dictará la reunión.
El apoderado de Barrera ha insistido sobre su reposición, y la
comisión viendo que salía culpado el Toro Chicharrón en el albo-
roto del pueblo de Guadalupe, por mortificarlo dio su dictamen
de que había lugar a la formación de causa contra la diputación,
y se dio primera lectura sin noticia mía. Pero ya impedí la segunda
lectura y nunca se dará. Al archivo.
El señor Alamán volvió al ministerio de relaciones con gene-
ral aplauso. Le leí ayer las expresiones de usted, las agradeció y

retornó las finas expresiones. Ahora parece que va a encargarse del


ministerio de hacienda, porque el señor Arrillaga ha renunciado.
Dije a usted en mi anterior, callase sobre la elección de Cres-
po para comandante general, y en efecto, no se halla noticia de él
en el estado mayor, y vienen informes de ser un cobarde. Hoy haré
que se detenga el nombramiento, que por petición de Francisco
iba a efectuarse, y creo será mejor recaiga en Domingo Ugarte-
chea. En cuanto al general Anaya, siempre debe ir a las Tamauli-
pas a poner su cantón (digo con este título) sino que las tropas de
;

San Luis han tenido que marchar con el general Armijo a sujetar
al ambicioso y rebelde Jalisco. El general Bustamante su coman-

dante general, y el general Quintanar, gobernador de aquel Esta-


do, se negaban a obedecer todas las órdenes del gobierno supremo
de la federación, que las enviaba sin salir de la órbita de sus atri-
buciones, y estaban fortificando a San Blas y Chápala. En una pa-
labra, estaban a la cabeza de una conspiración ramificada en toda
la nación para restablecer el solio de Iturbide, destruyendo al con-

greso general e instalando una convención. El gobierno dio cuenta

182
al congreso con documentos irrefragables, y el general Bravo mar-
chó a la cabeza de ocho mil veteranos. El congreso de Jalisco, que
tampoco es legítimo, nos declaró la guerra, como antes estuvo por
declararse independiente de México y de toda la federación. Pero
sin tirar un tiro el general Bravo llegó hasta cerca de la capital,

y a cuatro leguas en su contorno ocupó cinco puntos. López, el que


fue nuestro comandante, allá está con Quintanar y Bustamante
echando proclamas, y se han atrincherado a cuatro leguas en el
Rosario. Hasta ahora sólo sabemos que el día once estaban las tro-
pas de ambos frente a frente. La conspiración que aquí se descubrió
el día 12 del pasado, estaba en correspondencia con ellos; todos
los veintidós han sido enviados por Acapulco a expatriación per-
petua. Vicente Gómez y todos los jefes de los ladrones que nos ro-
dean, toman despachos y órdenes de Quintanar. Buena va la dan-
za, y aún peor anda por Guatemala, efectos todos de la federación

soberanita y de los principios jacobinos en que está fundada. De


Europa no hay que temer.
Acaba de llegar un expreso : Bravo el día 1 1 entró en Guada-
lajara sin efusión de sangre, por un convenio.
Adiós, caro amigo, y mande usted a su afectísimo q. s. m. b.

Servando Teresa de Mier.

P. D. — Crespo y comandancia gene-


Silencio sobre todo lo de
ral. Han el sustituto de Va^
venido grandes recomendaciones para
lera pero a ese congreso toca proveer esa administración, no la de
;

tabaco que es renta de la federación. Nombraron a Vázquez, ca-


nónigo de Puebla, agente para Roma, pero renunció.

183
V
A DON BERNARDINO CANTU
México, 26 de junio de 1824.

Amigo carísimo:

No tengo tiempo ni para rascarme, según el peso de las comi-

siones y la gravedad de las sesiones del congreso. Salimos de lo de


Guadalajara sin efusión de sangre. Entró el señor Bravo el día 1
a la capital a las seis de la tarde. Los picaros escritorcillos huyeron.
Quintanar y Bustamante vienen presos a disposición del gobierno
supremo. Ahora nos resta ir sobre Oaxaca, donde los dos Leones
sehan vuelto tiranos. Casi todas las gavillas de ladrones por Puebla
han sido exterminadas.
Entregué la de usted al señor Alamán quien creo contestará.
Cuando yo le dije, presente también el ministro de la guerra, que
había esperanzas de que los diputados de ese congreso dieran el

ejemplo generoso de renunciar las dietas, respondieron ambos lle-

nos de entusiasmo : "Entonces se deberá erigir una estatua a cada


diputado de Nuevo León".
Me dice usted que estoy entendido que los cien pesos que se
me enviaron contra Gargoyo, eran de parte de Gómez. Lo que pasó
fue esto. Yo hallé sobre mi mesa la libranza en mi favor sin haber
advertido en qué carta vino, porque en ninguna me hablan de ella

y su objeto. Creí que tal vez me la había mandado Francisco de


mis dietas, y le escribí preguntándole. Ahora que sé es de los que
me escribieron para quitar a Valera, aunque vi sobre eso al mi-
nistro, eso no vale cien pesos y ya Dios lo quiso. Doy en este correo

184
orden a Francisco para que de mis dietas devuelva a los interesados

los cien pesos.

No ocurre otra cosa, sino que usted mande a su afectísimo


q. s. m. b.

Servando Teresa de Mier.

185
A DON BERNARDINO CAN TU

Señor doctor don Bernardino Cantú.


México, 24 de julio de 1824.

Mi muy caro amigo

Recibí la suya de 3 de julio, que leyó el señor ministro Ala-


mán, y me hizo especial encargo de que volviera a usted afectuosas
memorias; ha ido ya el decreto para elección del presidente y me
encargó dijese a usted apretase puños a ver cómo recaía la elec-
los

ción del primero de los dos que se han de proponer por cada Esta-
do, en el general don Nicolás Bravo, que es el hombre que tiene la
nación y que funda sus esperanzas, el que tiene el concepto general
y a quien elegiría el congreso general, y lo elegirá si la elección de
los Estados se empata. En segundo lugar, dice haga usted que se eli-

ja a don Guadalupe Victoria, que aunque tiene la nota de capri-


chudo, es también un héroe. Cosa que si no sale Bravo salga a lo

menos el mejor después de él.


Allá fue también la convocatoria para nuevo congreso, cosas
del Chato. Debe elegirse un diputado de la manera acostumbrada
y dos senadores, que nombra cada congreso o legislatura, los cua-
les deben durar cuatro años, mudándose el senado cada dos por

mitades: los primeros elegidos por esta vez, saldrán los primeros;
estos senadores deben elegirse con pulso: porque son los conseje-
ros del gobierno, que sin ellos poco puede hacer ni aun dar los em»
pieos militares de coronel arriba. Trabaje usted para que salgan
los mejores que tengamos.

Ya llegará pronto el señor Bravo de regreso de Jalisco, donde

186
todo lo arregló. Cuatro fueron pasados por las armas. Otros des-
terrados de los que resistieron con las armas en Tepic. Quintanar
está preso en Perote, Bustamante en Acapulco. Pero aún hay res-

coldo. Se va componiendo lo de Oaxaca a donde fueron tropas.


Pero el general Santa Anna, siempre malo, se nos ha levantado en
Yucatán, uniéndose a su mal congreso para no obedecer la decla-
ración de guerra a España. Por lo mismo, lo ha elegido aquel con-
greso gobernador del Estado, al mismo tiempo que es comandante
general. Renunció el benemérito gobernador Francisco Terrazo.
Se siguen haciendo mil disparates en materia de hacienda que
nos abismarán y aun a la constitución. Pero ayer ganamos la vota-
ción contra la traslación de los supremos poderes a Querétaro. Yo
peroré con tal fuerza en contra, que obtuve mil aplausos y galas.
Mi discurso se está imprimiendo, y lo tendrá usted en la semana
siguiente.
No Ya ahora sé quién es, y
tenga usted cuidado por Crespo.
lo supe a tiempo para impedir nombramiento. El que se ha he-
el

cho de otro será del gusto de usted. Estoy temblando de la elec-


ción de ese congreso, de quien depende la dicha o la infelicidad de
mi patria, y más ahora que debe ser constituyente y elegir jueces,
etc. Yo había escrito, y el Chato mismo me instaba a ello, para

que salieran allídiputados usted y Arroyo; si no, llevóselo todo el

diablo, como espero que se llevará a la federación.


Adiós, caro amigo, y mande a su afectísimo q. b. s. m.

Servando Teresa de Mier.

P. D. —Están llegando ingleses a centenares con avíos y dinero


para trabajar las minas.

187
A DON BERNARDINO CANTU
Señor doctor don José Bemardino Cantú.
Palacio Federal de México, agosto 31 de 1826.

Mi caro amigo y señor:

Recibo la de usted de abril y la de 12 del presente, a las cua-


les contesto después de once meses de padecer dolores crueles, que
me habían obligado a cortar todas mis correspondencias. A título
de viejo he escapado de la muerte, porque creyendo los médicos
mis dolores reumáticos, no siendo sino sintomáticos por la inflación
del hígado,me aumentaron ésta desde octubre pasado hasta mayo
con todo género de medicamentos cálidos e irritantes. Un médico,
en mayo, viéndome ya amarillo con pintas negras, conoció que era
hipocondría, y destruyéndome entonces la obstrucción que en la bo-
ca del estómago me sofocaba me creyó sano, y en apariencia lo es-
tuve algún tiempo. Pero repitiéndome los dolores en el hombro de-
recho, cerebro y partes atingentes, creyéndolos dolores vagos, los
atacó con medicinas tan fuertes que el hígado no pudo más y en
julio una fiebre me puso a las puertas de la muerte; llamé entonces
al doctor Codomiú que comprendió perfectamente la raíz del mal,
y sacándome en el día con sanguijuelas sobre el hígado ocho onzas
de sangre, cesaron en el momento todos los dolores. Purgas antibi-
liosas con quince días de líquidos me han resucitado, aunque no
estoy capaz de mucho trabajo intelectual ni corporal. Dios sea
bendito.
Mi sobrina Emilia, que lleva todo el gobierno de la casa, tam-

188
bién ha estado a la muerte. La muerte de mi hermana, la más que-
rida, meha sido sensibilísima, como también la desgracia que se
la causó. Fortuna que era una santa y había comulgado un poco

antes. Doy a usted las gracias por el sentimiento que le ha cabido,

y recomiendo a su amistad los pobres huérfanos.


Allá envío a Resámano, marido de Susana Rosillo, que he sa-
cado de sargento de artillería a teniente efectivo, con grado de
capitán de la misma arma. Antes salió para allá con su mujer. A
Carrasquito lo tengo en el colegio de San Juan de Letrán, sin per-
der por eso su antigüedad y sueldo de cadete de artillería que son
de 14 a 15 pesos mensuales, y tiene otros tantos por el conde de
Regla por 8 años. Recomendé la familia al general Bustamante,
cuyo edecán el capitán Yhari lo fue de Mina como también se-
cretario mío, y me debe todo lo que es. No irán a Palafox; la de-
terminación, le dijo el presidente de la república, no se entiende
precisamente a este punto del desierto, sino en aquellas inmedia-
ciones el punto más habitado. Se fijarán en la punta de Lampazos.
Amediados del que entra, saldrá de aquí mi sobrino el gene-
ral don Manuel de Mier y Terán, que fue ministro de la guerra,
para ir a arreglar definitivamente nuestros límites con los Estados
Unidos, que ya nos han usurpado ciento treinta y cuatro mil leguas
cuadradas. El asunto es delicadísimo; pero no se ha encontrado en
la república hombre más sabio. El gobierno quería que yo le acom-
pañase; pero mis enfermedades me han libertado. Cuando llegue
por allá, se lo recomiendo a usted mucho.
Nos hallamos en una crisis tremenda : las tropas se acuartelan
todas las noches, el palacio se llena de caballería y las guardias se
doblan. Es largo de referir el origen, pero es preciso para entender
las consecuencias. Algunos oficiales del virrey (3'Donojú introdu-
jeron aquí, y se propagó por todo el país, la masonería del rito

de Escocia y sus logias nos ayudaron infinito para derribar a Itur-


bide y establecer la república; pero no se hacían sentir para nada.
En esto vino de ministro de los Estados Unidos del Norte, el genio
del mal, Mr. Poinsett, que con sus intrigas había causado mil tras-

tornos y males en las repúblicas del sur. Este mal hombre, para

189
dividirnos y entretenemos mientras sus paisanos se fortifican en sus
usurpaciones de nuestras fronteras, sugirió que era necesario crear
logias de francmasones del rito de York, su patria (a cuya gran
logia estuviesen sujetas las nuestras), para dirigir al Presidente de
nuestra República, que aunque ciertamente hombre bueno, no na-
ció para gobernar. El que lo gobierna, su Godoy, qut es el inmo-
ral, ambicioso e inepto ministro de hacienda Esteva, fue nombra-
do gran maestre; vicepresidente Zavala (hoy lo es Herrera, el

que fue ministro de Iturbide) ;


primer gran orador nuestro intri-

gante Chato; segundo gran orador el necio, revoltoso y vicioso se-


nador Alpuche. Entró también Poinsett, en cuya casa se instaló la
gran logia, y metieron al ignorante y vicioso general Guerrero. Ha
de saber usted que en de Inglaterra y de los Estados Uni-
las logias

dos, es un crimen tratar del gobierno y de asuntos políticos. En ésta


son el objeto principal. El Chato propuso desde luego que él mismo
y su hechura el ministro de la guerra Gómez Pedraza fuesen los úni-
cos directores del Presidente, lo que no admitió Esteva, y el Chato
comenzó a disgustarse tanto por no hacer el papel principal, que
aun se declaró enemigo mortal del valido Esteva.
Corto la relación para contarle a usted una anécdota curiosa.
La constitución de la masonería de York se imprimió en los Esta-

dos Unidos del Norte con los nombres de los altos grados o digna-
tarios del orden, y acá se repartieron ejemplares. Llegó uno a ma-
nos de los canónigos de Puebla, y viendo Chato primer ora-
allí al

dor, lo depusieron de la chantría, en virtud de la excomunión de


Benedicto XIV, repetida por Pío VIL El obispo los contuvo hasta
oír al Chato, quien respondió que no había dado su firma para
tal, y que es verdad entró masón creyendo ser útil a la patria ;
pero
que abandonó la logia desde que vio tanto picaro. El obispo pasó
esta respuesta a su cabildo y mandó que se presentase el Chato al

cabildo metropolitano para ser absuelto, lo que en efecto hizo, y se


le impuso la penitencia de ayudar públicamente dos misas. En el

altar del perdón ayudó una, y otra en Santa Inés de Ceballos. Yo


no sé si usted habrá visto el impreso en que se hizo al Chato la

190
correspondiente rechifla, que, a tener vergüenza, se hubiera caído
muerto.
En este tiempo era el objeto de la execración pública, y la
merecía. Estaba a la cabeza de la junta de la Aguila Negra, com-
puesta de iturbidistas y anarquistas, con los cuales hizo en el con-
greso constituyente cuanto quiso. Ellos por un complot crearon una
Suprema Corte de Justicia, nula absolutamente. Ellos dieron la pre-
sidencia a Victoria, le hicieron quitar a los dos grandes ministros
Alamán y Terán, y sustituyeron picaros e ignorantes iturbidistas y
anarquistas. Amnistiaron a los generales traidores Ouintanar y Bus-
tamante. Al mulato Valdés, que no fue fusilado en Jalisco por Bra-
vo porque no se le halló, lo pensionaron e hicieron redactor de El
Aguila, que paga el gobierno para corromper la opinión sin ha-
blar más que embustes, y que por desgracia, siendo abominable, es
el más conocido y creído en los Estados, cuando El Sol es el perió-
dico de los hombres de bien y el único digno de ser leído^En fin,
para mandarlo todo, se empeñaron en retener las facultades ex-
traordinarias del gobierno, fingiendo El Aguila y Ramos Arizpe
ante las cámaras, peligros imaginarios, y la Santa Liga ya al caer
sobre nuestras cabezas.
Por fin, la junta del Aguila Negra se refundió en la de los yor-

kinos, que con de hacienda y justicia a la cabeza, atra-


los ministros

jo a sí todos los aspirantes, se difundió por toda la república, y sólo,


en México cuenta dos mil francmasones, y en ellos toda la escoria
y losmás inmorales picaros. Las logias de escoceses se purificaron,
porque todos los aspirantes se pasaron a los yorkinos a quienes Es-
teva prodigaba los empleos, siendo cualidad necesaria ser yorkino
para ser empleado de hacienda. Todo iturbidista se hizo yorkino;
todo el que no es yorkino es borbonista, según vociferan ellos, lla-
mándose a sí mismos los eminentemente patriotas. Declararon gue-
rra en la Aguila a los redactores del Sol, que al fin se dieron por
entendidos y han demostrado en su periódico que Esteva es un
hombre inepto, que ha manejado ya 43 millones de pesos sin dar
cuenta a las cámaras, y que habiendo monopolizado en su mano

todas las rentas de la nación, ha dado todos los empleos a sus indig-

191
nos yorkinos; y estamos en el punto de perdemos. En efecto, todas
las memorias de Esteva son hechas por Santa-cruz, porque él es

incapaz.
No ha podido satisfacer a los cargos, y viendo que si sale el
congreso razonable lo condenará a perder la cabeza, pensaron pri-
mero los yorkinos en hacerlo Presidente, derribando a Victoria.
Con ocasión de haber mándado el gobierno salir de la República al
revolucionario italiano Santángelo, los yorkinos Zavala y Alpuche,
entes inmoralísimos pero dignidades masónicas, se desencadenaron
contra el gobierno como imbécil, exigiendo la deposición de los tres
ministros, Camacho, Arizpe y Gómez Pedraza, a quienes colmaron
de injurias en mil folletos que se gritaban de día y de noche. Los
escoceses salvaron al gobieríio, cuyo presidente, sin embargo, es el

protector de los yorkinos. Estos, desesperados, abandonaron la em-


presa y abrazaron con ardor la de ganar las elecciones en todos los

Estados para sacar un congreso general a favor de su gran maestre.


Este ha escrito a sus comisarios y empleados, ha enviado yorkinos
misioneros, y todas las logias de la República sujetas a él se han
puesto en movimiento para este fin, sin perdonar medio alguno.
Horroriza lo que el domingo de las elecciones pasó en México,
para sólo dos diputados que toca elegir al Distrito Federal. Desde
las cinco de la mañana se apoderaron los yorkinos de las casillas
de las diferentes parroquias donde debía votarse y se nom-
braron a sí mismos secretarios y escrutadores. Una nube de yorkinos,
de léperos cosechados y de soldados armados cubrían las avenidas.
Nadie podía llegar a votar sin enseñarles la lista que traía; si no era
la yorkina, se la compraban y le daban la suya. Si se resistía lo lle-

naban de de palos y aun de heridas. Esteva andaba desde


injurias,

las cinco visitando las casillas y amortizando listas contrarias con


dinero en mano. Catorce mil pesos gastó y seguramente no son de
su bolsa. El tonto de Guerrero, cuyonombre estaba el primero en
la lista de los yorkinos, y a quien éstos habían hecho creer que lo
harían Presidente, tomó también una parte activa y los regimientos
votaron hasta tres veces. En fin, resulta de la lista de los votos pu-

192
blicada, que votaron doble número de los que corresponden a cada
parroquia.
El Aguila ha tenido la desvergüenza de publicar que todo se ha
hecho en regla pero El Sol le ha demostrado su embuste, los cohe-
;

chos y las violencias. Considere usted lo que habrá sucedido en los


Estados. Estamos en una crisis terrible, y casi se puede asegurar que
tendremos, para salvarnos, una revolución. El grito público pide la
remoción de Esteva, los tres ministros sé han desatado contra él, yo
le he dicho al Presidente las verdades más claras; pero Esteva lo

tiene encantado, y sin una revolución no saldremos de él. Yo no sé


qué pensarme. Cuando se creyó que estábanlos amenazados, se nom-
bró para comandante general de Yucatán, que todo arde en parti-
dos, a don Anastasio Bustamante, y para Tamaulipas a Zenón Fer-
nández. Fue menester que yo dejase la cama, alborotase a los pa-
triotas o antiguos insurgentes, y amenazase al Presidente de perder
la silla si entregaba las llaves de la República a dos traidores amnis-

tiados por los anarquistas del congreso pero no por la opinión


pública. Se hizo lo que yo pedía; pero se envió a Bustamante a esos
Estados. Cuidado con él y su comitiva; son yorkinos.
Un suceso notabilísimo llama ahora la atención pública. El
congreso de plenipotenciarios de las repúblicas de América reu-

nidos en Panamá, ha desembarcado en Acapulco y viene a seguir


sus sesiones a Tacubaya. Este suceso ha dado lugar a mil fábulas;
pero la verdad es que acá discutimos antes el plan de atraer el
congreso*' a México, y nuestros plenipotenciarios lo consiguieron.
Lástima que lleguen a tan mal tiempo y que no tengamos un
Alamán por cuyo medio lograr un influjo poderoso sobre las deli-
beraciones de asamblea tan augusta.
Le envié a usted el dictamen de la comisión del senado sobre
las instrucciones para enviado a Roma, y por su respuesta veo
el

que usted lo ha leído prevenido y sin tener noticia de los antece-


dentes y circunstancias. La curia ha vuelto^ a desplegar sus preten-
siones sobre los reinos. De repente Francia se ha hallado cubierta de
cuarenta y ocho mil jesuítas o aficionados suyos y todo lo ha tra-
gado el ultramontanismo. El gobierno de Francia ha nombrado

193
obispos fanáticos y perseguidores que han suprimido las proposicio-
nes del clero galicano. Roma se obstina en gobernar la Iglesia 'de
Holanda por vicarios apostólicos, y el rey excelente de los Países Ba-
jos ha sido desairado. España se baña en sangre con sus juntas apos-
tólicas y el Nuncio está a la cabeza. Por acá anda también ocult?
una junta apostólica para sostener todas las usurpaciones de Roma,
por las cuales los católicos de Inglaterra acaban de perder en el
parlamento su emancipación. Las repúblicas del Sur, para libertar-
se de la curia, han decretado la tolerancia religiosa, coco dejos
curiales.Aquí mil papeles nos exhortan a lo mismo, y no hay re-
medio: o llegamos a ese extremo, o resistimos a las usurpaciones
de la curia. "Permaneced unidos —
me escribe el santo" y sabio
obispo Grégoire— a la Silla Apostólica; pero rechazad con vigor
las pretensiones de la corte romana, de esa corte tan ominosa a
la libertad de las naciones, especialmente sobre la elección y con-
firmación de los obispos y otras cosas esenciales para iglesias tan
distantes como las de América".
Por otra parte, nuestro gobierno anterior, por manejo de D.
Pablo Lallave, envió de ministro para Roma al canónigo de Pue-
bla Vázquez, hombre ambiciosísimo por mitrar y que fue rodeado
de jesuítas, como t[ue él lo es. Yo me opuse vivamente y se ha visto
lo que yo decía, que ni las cámaras ni el actual gobierno tienen
confianza en él para enviarle, fuera de las públicas, instrucciones

secretas. No
sabemos qué hacernos. El Papa no quiere reconocer-
nos mienti;as el Rey de España no nos reconozca. En las billas para
el jubileo del año santo, que un jesuíta envió acá y el cabildo pasó

al consejo de gobierno que ha negado el pase, el Papa dice que

son inseparables el trono y el altar, que la mejor disposición para


ganar el jubileo es la fidelidad a los Reyes.

En medio de todo /esto, cada congreso trata el asunto de las

instrucciones a Roma por sus comisiones reunidas de relaciones y


eclesiástica. Van tres, yo fui miembro de las dos primeras, y aun-
que ahora no soy senador, siempre que hay una cosa difícil me
llaman a las comisiones, lo mismo que el gobierno a sus juntas. Yo
fui encargado de extender el dictamen de las comisiones reunidas

194
del senado sobre las instrucciones para Roma. En él expuse pri-
mero nuestros derechos y las usurpaciones de la curia; luego la
obstinación de ésta a los clamores de los obispos, de los reyes y
aun de los concilios generales, y reduje mis proposiciones a ver si
podíamos conseguir arrancar a la curia lo más esencial, condes-
cendiendo si ella sonase [sic] concedemos lo que era nuestro, acor-
dándonos que el Metropolitano fuese legado nato con las faculta-
des anexas y necesarias a tan larga distancia, etc. las comisiones A
pareció exacta, justa y brillante mi exposición; pero que las pro-
posiciones que deducía no eran rectas consecuencias, sino que yo
me había acobardado con la tenacidad perpetua de Roma a
abandonar sus usurpaciones y restituir la libertad a las Iglesias. Y
convine en eso y también en que las consecuencias que ellos dedu-
cían, y que expresaron en el dictamen impreso, eran legítimas;
pero que dudaba se aprobasen en las cámaras, y mucho más, que
Roma accediese a ellas. En cuanto a lo último, me dijeron, si he-
mos de conseguir algo, es necesario exigir todo lo que nos toca. Por
otra parte, hagamos que el congreso de todas las Américas adopte
la misma petición, y Roma se verá en ello para negarse a la mitad

del globo, y de que México se le escape permitiendo la tolerancia


religiosa como al resto de las Américas le ha otorgado. Si su objeto

es el dinero, asegurémo^e a la curia una limosna anual de cien


mil pesos, y ya quitamos el mayor obstáculo. En cuanto a las cá-
maras, estamos seguros de ganar la votación en el senado; puede
haber alguna dificultkd en la cámara de representantes; pero da-
mos tiempo a la nación de que se convenza de la rectitud de nues-
tro dictamen. Dejaré dormir el asunto hasta el futuro congreso; y
mientras, que escriban los que no lo aprueban y responderemos.
Imprímanse buenas obras que ilustren a la nación y aprovechémo-
nos de las que van llegando.
En efecto, no puede ser más a propósito La vida literaria

del virtuoso y sabio presbítero Villanueva, 2 tomos 4o., cosa exce-


lentísima que suplico a usted lea. Ha llegado también la obra,
también excelente, intitulada Libertades de la Iglesia Española

195
en ambos mundos, 1 tomo 4o., su valor 20 reales. Item. "Derechos''

sobre la erección, disminución de terrenos o supresión de los obis-


pados, que ejercieron hasta el siglo XII los reyes de España". .1 to-

mo 4o., muy documentado.


El Lic. D. Juan Bautista Morales, fiscal de laSuprema Corte
de ha escrito un discurso impreso por suplemento en la
Justicia,
Aguila, apoyando el dictamen del senado. Sobre éste han salido ob-
servaciones en un cuadro, las cuales se han echado a correr por fuera
sin dejar ejemplares en México, de miedo de la impugnación que es
muy fácil, porque están sacadas de los albañales más hediondos del
ultramontanismo. Se están imprimiendo otras dos disertaciones con-
tra el dictamen, y una hay que se está imprimiendo de ese canó-
nigo Arroyo, contra el opúsculo del fiscall. Se está esperando que
salgan todas a luz para contestar de una vez a todas. No hay por
acá prevención, lo que se desea es el bien de la patria, de la Igle-
sia mexicana y de la Religión. Dos obritas he dado 'yo que se están

imprimiendo.
Quiera Dios darnos un congreso de sabios, que más que nun-
ca se necesita ahora, porque lo principal nos falta: la constitución

civil, el arreglo de la hacienda y de la Iglesia mexicana. El primer


congreso fue de sabios, aunque en gran parte débiles. El segundo
de anarquistas y revoltosos. El tercero de necios presumidos. ¿De
quiénes será el cuarto? Tengo esperanzas de que no sea de locos, por-
que si los yorkinos ganaron en el Distrito Federal, sabemos ya que
han perdido las elecciones en Veracruz, Oaxaca, Puebla, Valla-
dolid, Guanajuato, Jalisco y Zacatecas. ¿Qu^ hará Nuevo León?
¿No nos enviará otro senador y otro representante mudos por su
incapacidad? ¡Qué vergüenza! Por Dios suscríbase usted al Sol
para saber la verdad. El Aguila no es pagada por el gobierno sino
para corromper cftn sus embustes la opinión de la nación.
Ya tiene usted ahí una carta que vale por muchas, pero cui-
dado con el que podría comprometerme mucho, y estamos
secreto,
en vísperas de una como la de Lobato. El sabio Alamán, director
de varias compañías de minas, saluda a usted y devuelve con afec-

196
to sus expresiones. Adiós, y mande usted a su afectísimo amigo
q. b. s. m.

Servando Teresa de Mier.

P. D. —Acabo de recibir carta con fecha 6 de agosto, de Ma-


nuela Ugartechea; está buena con toda su familia.

197

I
.

INDICA

E*REÁMBULO 5

El lío guadalupano 11
Dos maneras : 16
Banegas y Alamán ^ . . . . 18
Egocentrismo y fantasía 22
Cárceles inquisitoriales 24
Genio y figura . . . .|. . . 28
La visión de Iturbide 31

II

Lo de Guadalupe y las calumnias , 35


El quimérico Arzobispo de Baltimore 39
El que manda en Méjico 44
Contra el "vaquero" Felipe de la Garza : 50
La historia y las listas negras j 55
El Chato Ramos Arizpe 59
La masonería y los proceres de la Independencia 65

- CARTAS DE FRAY SERVANDO

A la Diputación Provincial de Méjico 7 diciembre 1820 . . 79


Al Ayuntamiento de Monterrey 17 julio 1822 .... 83
Al Ayuntamiento de Monterrey 21 agosto 1822 .... 89
Al Ayuntamiento de Monterrey 2 abril 1823 . . 95

199
Al Ayuntamiento de Monterrey 9 abril 1823 . . . 99
Al Ayuntamiento de Monterrey 23 abril 1823 . . . 102
A don Bemardino Cantú 30 abril 1823 . . 107
Fotocopia de la carta anterior. Dos planas 109
A don Miguel Ramos Arizpe 14 mayo 1823 . . . 111
A don Bernardino Cantú 2 junio 1823 . . 113
A don Bernardino Cantú 25 junio 1823 . . . 116
A don Bernardino Cantú 5 julio 1823 . . . 121
A la Diputación Provincial de Monterrey ¿ ju^io 1823 . . . 124
A don Bernardino Cantú 12 julio 1823 . . 128
A don Bernardino Cantú 13 julio 1823 . . 130
Al Ayuntamiento de Monterrey 19 julio 1823 . . 132
136
A don Bernardino Cantú 30 julio 1823 . . 137
A don Bemardino Cantú 5 agosto 1823 . . 140
Al Ayuntamiento de Monterrey 9 agosto 1823 . . 142
Al Ayuntamiento de Monterrey 20 agosto 1823 . . 146
Fotocopia de la carta anterior. Cuatro planas 149
A la Diputación Provincial de Monterrey 20 agosto 1823 . . 153
A don Miguel Ramos Arizpe 28 agosto 1823 .. 155
A don Bernardino Cantú 30 agosto 1823 ... . 158
A don Bernardino Cantú 19 septiembre 1823 . . . . 160
Al Ayuntamiento de Monterrey 8 octubre 1823 ... . 163
A don Bernardino Cantú 1 noviembre 1823 . . , 166
A don Bernardino Cantú 12 noviembre 1823 . . 169
A su hermano Joaquín 12 noviembre 1823 . . , 172
A don Bernardino Cantú 20 diciembre 1823 .. 173
A don Bernardino Cantú 10 ehero 1824 .. 176
A don Bernardino Cantú 17 abril 1824 .. 179
A don Bernardino Cantú 19 junio 1824 . . . 181
A don Bernardino Cantú ,
26 junio 1824 .. 184
A don Bernardino Cantú 24 julio 1824 .. . . 186
A don Bernardino Cantú 31 agosto 1826 . 188

Acabóse de imprimir el día 15


de febrero de 1959, en los Ta-
lleres de la Editorial Jus, S. A.,

Plaza de Abasólo 14, Col. Gue-


rrero, Méjico 3, D. P. —El tiro

fue de 3,000 ejemplares.

200
FIGURAS Y EPISODIOS DE LA HISTORIA DE MEXICO
Colección publicada por la Editorial Jus, S. A.
Plaza de Abasólo 14, Col. Guerrero. México 3, D. F. 26-06-16; 26-05-
Por Alfonso Trueba, del 1 al 15, del 17 al 19, del 21 al 27, el 29, el 36 y

1. — Legítima Gloria (2a. Edición) $


2. — Presidente sinmancha (2a. Edición)
3. Santa Anna Edición)
(3a.
4. —La Guerra de años 3 (3a. Edición)
5. — Huichilobos (2a. Edición)
6. — Hernán Libertador
Cortés, Edición)
del Indio (3a.
7. —Zumárraga (2a. Edición)
,

8. — Dos Virreyes (2a. Edición)



,

9. Iturbide,Un destino trágico (2a. Edición)


10. —Aventurero ventura Edición)
sin (2a.
,

— La
—La Expulsiónde León por Municipio Edición)
Libre (2a.
I I. Batalla el
12. de los Jesuitas, de
o elRevolución
principio la
(2a. Edición)
3. —Ensanchadores de México

1

14. La Conquista de Filipinas


15. —Don Vasco Edición)
(2a.
1 6. — Felipede Santo
Jesús, el por Eduardo Enrique Ríos
Criollo,
,,

Edición)
3a.
7. —Doce Antorchas
(

—Fray Pedro de Gante


1 ,,

18.
9. —Retablo Franciscano ,,

—Ñuño de Guzmán, por Manuel Carrera Stampa


1

20.
2 .
—Cabalgata Heroica,
Misioneros en Jesuitas —el Noroeste.
—Cabalgata
I


I . . ,,

22. Misioneros
Heroica, en Jesuitas el Noroeste.
23. — Padre
El Misionero
Kino, Itinerante y Ecuestre
11 . . ,,

24. —Dos Fray


libertadores: Garcés y Fray Domingo de
Julián Be-
tanzos
25. —Hazaña Fabulosa: La Odisea de Alvar Núñez Cabeza de Vaca
26. —Expediciones a la Florida
,,

27. —Las Ciudades. Expedición de


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30. —Acción Anticatólica en México, por García Jesús Gutiérrez


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32. —Alamán. —Primer Economista de México, por Alfonso López
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35. — Benito Juárez, Estadista Mexicano, por don A. Chá- Ezequiel
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vez (2a. Edición)


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El increíble fray Servando : psicología

Pnncelon Theological Semm,iry-Speer Library

(Viene de la pág. anterior)

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Morelos, A. Chávez Ezequiel
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40. — Agustín de Libertador de México, por don


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41. — La Guerra por Alvear Acevedo


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45. — por Severo García


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Fuentes Mares ,

52. —Apuntes — Problemas


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53. —Apuntes sobre — La Reeducación de


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III. Repercusiones sobre los
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55. —La de
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la Cruz Francisco Santiago ,

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-Misiones la Por Parte Primera.
PeterMasten Dunne, de Manuel Ocampo,
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Misiones Segunda
la Parte ... ,,

58. — La Evangelización de Por don


los Indios. Chávez Ezequiel A. . ,,

59. —Cabeza
Guzmán
de Puente Yanqui Tehuantepec, por en Castañeda Luis
,,

60. — José Vasconcelos, por William Howard Pugh ,,

6 I
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— Robinson y Aventura su por Eduardo
en México, Enrique Ríos ,,

62. —Un Clérigo Anticlerical:Doctor Mora, por Mario Mena


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63. —La EducaciónChávezMéxico en Epoca en por don


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Ezequiel A. ,,

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El P.
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de Capellán del Ejército Cortés,
por José Castro Seoane, ,,

65. — Navarro
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Origel el — por Cho- Cristero ,
Martín
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66. — El Increíble Fray Servando, Alfonso Junco por ,
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