El Pirata Patapocha

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El pirata Patapocha

Cuentos originales
Autor:
Eva María Rodríguez
Edades:
A partir de 6 años
Valores:
bondad, ayudar, perdonar
Hace muchos años surcaba los mares un temible navío pirata al mando del cual se
encontraba el fiero pirata Patapocha.

El pirata Patapocha tenía una pata de palo. La suya la había perdido en una
legendaria batalla en los mares del norte contra corsarios ingleses, cuando todavía era un
grumete y todo el mundo le llamaba Manolete.

Aquel día, cuando parecía que todo estaba perdido, el grumete Manolete salió en auxilio de
su capitán y logró salvarlo a él y al barco entero. Pero en su hazaña fue herido gravemente
en una pierna.

Como la pierna de Manolete no sanaba se se la tuvieron que sustituir por una pata de palo.
Manolete, es decir, Patapocha, juró vengarse del que le había hecho perder la pierna.

Después de muchos años, el pirata Patapocha, convertido en capitán del barco, se encontró
con los corsarios que les habían atacado.

- Muchachos es la hora de la venganza. ¿Estáis preparados?

- ¡¡Sí, capitán!!

Los corsarios trataron de escapar en sus botes, pero los hombres de Patapocha lograron
alcanzarles.

- Deteneos, perros de mar -gritó el pirata Patapocha-. Vais a recibir vuestro merecido…Un
momento…. ¿Qué diablos pasa aquí?

- ¡No, nos hagáis daño! Quedaros con el barco, está lleno de oro y ron. Pero dejadnos ir-
suplicó uno de los piratas que parecía ser el capitán.

- ¡¿Dónde están los temibles corsarios que navegaban en ese barco y me hicieron perder la
pierna hace casi veinte años?!

- Aquí, capitán Patapocha -dijo otro-. Somos nosotros.

- Pero, ¡si sois unos viejos! No puedo luchar con vosotros, no sería una pelea justa.
En ese momento, un enorme tiburón golpeó el barco de los corsarios, y los tiró al mar.
Patapocha se tiró al agua para salvar a los corsarios mientras los demás disparaban
cañonazos al tiburón para espantarlo. Pero el tiburón se tiró a por Patapocha, que estaba
ayudando, precisamente, al pirata que le hirió en la pierna.

Entonces, justo cuando iba a morderle, el pirata Patapocha metió la pata de palo atravesada
en la boca del tiburón para que no pudiera cerrarla y los piratas aprovecharon para acabar
con el tiburón.

Ya en el barco, los piratas atendieron a los ancianos corsarios. Les curaron las heridas, les
dieron ropa seca y les dieron un buen caldito caliente.

- No entendemos nada, Patapocha, ¿por qué nos has salvado? - preguntó uno de los piratas
más ancianos.

- ¿Sabes? He vivido todos estos años


soñando con vengarme del hombre que me hirió. Pero la verdad es que, ahora que te tengo
delante, me preguntó de qué serviría. Podéis iros cuando queráis, no sois mis prisioneros.

En agradecimiento, los viejos corsarios ofrecieron a Patapocha su barco, su oro y su ron y


les propusieron quedarse con ellos para enseñarles todos sus secretos.

- Incluso te haremos una nueva pata de palo -dijeron-. ¿No querrás dejar de ser el pirata
Patapocha para convertirse en el pirata Palopocho, verdad?

Desde entonces viven todos juntos en el navío pirata de Patapocha. Con el dinero que
sacaron de vender el barco de los corsarios con todos los tesoros no necesitaron volver a
saquear, y vivieron felices navegando por el mundo.

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