El Pirata Sin Nombre

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El pirata sin nombre

Cuentos originales
Autor:
Eva María Rodríguez
Edades:
A partir de 6 años
Valores:
ayudar, amistad, cariño
Había una vez un capitán pirata muy singular. En
vez de buscar tesoros y saquear barcos mercantes
como hacían todos los piratas, este pirata decidió
surcar los mares en busca de un mago que le
ayudara a recordar su nombre.

Poco a poco, los piratas fueron abandonando el


barco para irse con otros piratas a hacer las
fechorías propias de su condición. Sólo un joven
grumete se quedó con el capitán que no tenía
nombre.

Y allí estaban, el pirata sin nombre y su joven


grumete navegando sin descanso en busca de un
mago que ayudara al capitán a recordar cómo se
llamaba.
- Capitán, ¿qué le ocurrió para que no recuerde su nombre?
- Cuando era joven un mago me convirtió en pez para que me metiera en la barriga de una
ballena a recuperar un libro de conjuros que allí se encontraba -explicó el pirata-. Cuando
conseguí encontrarlo lo saqué de allí pero, al volverme a convertir en persona descubrí, que
no recordaba mi nombre.
- Y, ¿qué pasó con el mago? -preguntó el grumete.
- Desapareció antes de que yo me diera cuenta de que había olvidado mi nombre y le
preguntara por él. Aunque antes de irse me dejó un mapa para que pudiera encontrarle si
algún día lo necesitaba. Pero el mapa es muy confuso, y no estoy seguro de llevar el rumbo
adecuado.

En ese momento, el grumete divisó a lo lejos una isla.

- ¡Capitán! ¡Capitán! ¡Es la isla del mapa! -dijo el grumete.


- Echa el ancla, marinero -dijo el capitán-. Yo arriaré el bote y remaremos hasta la playa.

Cuando llegaron a tierra, el capitán y el grumete exploraron la isla. Pero estaba desierta.
Allí no había más que monos, reptiles e insectos.

- Mago, ¿estás aquí? - gritó el pirata.


Una voz respondió desde los cocoteros:
- ¿A qué mago buscas?

El capitán se dio cuenta de que tampoco conocía el nombre del mago, pero aún así dijo:
- Vengo a buscar a un mago al que ayudé hace años a recuperar un libro de la barriga de
una ballena. No recuerdo mi nombre.. y he venido a buscar a ese mago para que me ayude a
recordar cómo me llamo.

Hubo un largo y profundo silencio. De pronto, alguien apareció entre la vegetación.

- Entonces soy yo -dijo el mago.


- ¿De verdad? -dijo el pirata esperanzado.
- Sí, pero...no puedo ayudarte a recordar tu nombre. Aunque lo que sí puedo es decirte
cómo encontrar uno nuevo.
- Pero yo quiero el mío -dijo el pirata.
- Sólo puede devolvértelo alguien que lo recuerde y yo tampoco tengo muy buena
memoria... -dijo el mago.
- Pero yo no tengo familia y todo el mundo me ha llamado siempre capitán.
- Entonces busca a alguien que te aprecie y que te dé un nombre.
- Tampoco tengo a nadie -dijo el pirata.
- No es cierto -dijo el grumete de pronto-. Yo le aprecio. Me salvó la vida cuando era un
pequeño. Capitán, ha sido lo más parecido a un padre que he tenido nunca.

El pirata se emocionó ante las palabras


del joven grumete, y entonces se dio cuenta de que el muchacho tampoco tenía nombre.

- Tú tampoco tienes nombre, grumete -dijo el pirata-.


- Quiero llamarme como tú
- Pero yo no tengo nombre
- Entonces te llamaré Padre -dijo el grumete.
- Y yo te llamaré a ti Hijo.

Y se dieron un fuerte abrazo.

El capitán y el grumete, es decir, Padre e Hijo, se despidieron del mago y se subieron al


bote. Mientras remaban, le gritaron al mago:
- Y tú, mago, ¿cómo te llamas?
- Yo tampoco tengo nombre -respondió el mago.
- Entonces te llamaremos Amigo. ¡Hasta pronto!

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