La Delincuencia Economica

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LA DELINCUENCIA ECONOMICA

La prevención de la delincuencia económica presenta peculiaridades derivadas del perfil de sus autores y de
las dificultades de su investigación y enjuiciamiento, pero también de las relaciones entre el derecho penal y
los instrumentos extra penales reguladores de las condiciones sociales y económicas en las que se produce
este tipo de delincuencia.
En general, el derecho penal económico se aparta del viejo principio de la eficacia preventiva que prefiere
que las normas sean pocas, pero claras y con posibilidades reales de aplicación, así como sistemáticamente
integradas con los otros sectores de un ordenamiento jurídico coherente.
Uno de los aspectos más polémicos e imprescindibles para el abordaje criminológico de la delincuencia
económica es precisamente su definición.
El delito económico, ha estado en el epicentro de análisis de la criminología desde la década de los años
cuarenta del siglo pasado, periodo histórico en que dicha ciencia debió desmarcarse del esquema tradicional
del delito y el delincuente como premisa para comprender y enfrentar esta nueva forma de criminalidad.
Resulta necesario, que cualquier estudio sobre el delito económico se atavíe de herramientas de análisis
criminológico, esto es, utilice los conocimientos alcanzados por la criminología en este ya no tan novedoso
campo de estudio, de manera que contribuyan dichos postulados a la configuración del propio derecho penal
en su perenne función de hacer frente a tales nocivas conductas delictivas. No se trata sólo de la necesaria
definición de un fenómeno para su mejor comprensión, sino también, y ello viene a colación con lo anterior,
de establecer, con base en ello, las más efectivas formulaciones político-criminales para su enfrentamiento.
Ese es el encargo esencial de la criminología,  y hacia esos derroteros se encaminan los análisis
subsiguientes, siempre desde la panorámica central ya no del fenómeno delictivo en su clasificación
genérica, sino en específico relativa a su variante económica.
DISCUSIÓN SOBRE LA DEFINICIÓN DE CRIMINALIDAD ECONÓMICA
Como elemento inicial es preciso clarificar que no es precisamente Edwin Sutherland, con su proclamada
teoría del delincuente de cuello blanco, pionero en los estudios criminológicos sobre la delincuencia
económica. En 1872, Edwin C. Hill hizo alusión a esta forma de criminalidad. Similar tópico abordó Edward
A. Ross en 1907, en su trabajo TheCriminaloid.
Unos años más tarde, en 1935, un estudio de Albert Morris hace contrastar la criminalidad de las clases
bajas (o del también llamado submundo) con una criminalidad propia de las clases altas (upperworld). 
Ahora bien, sin negar la importancia de los autores y trabajos precedentemente enunciados, no cabe duda de
que el más representativo de los estudios criminológicos sobre la delincuencia económica recae sobre Edwin
H. Sutherland, quien en 1939, con motivo de su alocución presidencial ante la Sociedad Americana de
Sociología, utilizó la expresión white collar criminality por primera vez, y ésta ha trascendido épocas para
llegar hasta nuestra realidad actual, con una vigencia tal que muchos desconocedores del término lo
consideran acuñado recientemente.
Ahora bien, no debe eludirse el hecho de que una de las principales contribuciones de la criminología como
disciplina científica consiste en ofrecer importantes clarificaciones al derecho penal en su lucha contra el
delito, y como apunta García Cavero, puede decirse que muchas veces la viabilidad de determinadas
propuestas dogmáticas depende en gran medida de ciertas consideraciones criminológicas.  Es por ello que el
primer punto de debate criminológico en función, entre otras, de dotar al derecho penal de la necesaria
claridad para el enfrentamiento de la criminalidad de cuello blanco, es su definición.
Se presentan entonces dos orientaciones fundamentales en su estudio: la línea de investigación que se centra
en la figura del delincuente de cuello blanco (orientación al autor), y las investigaciones criminológicas
orientadas al delito cometido, en las que se resaltan los efectos sociales de este tipo de criminalidad
(orientación al hecho). De los puntos de partida de cada una de estas orientaciones criminológicas se
desprenden distintas consideraciones para el derecho penal.

 La investigación criminológica orientada al autor. Esta línea fue iniciada por Sutherland, quien
calificó como criminalidad de cuello blanco los "delitos cometidos por una persona honorable, con
prestigio social y en el marco de su ejercicio profesional". Es posible apreciar que el hecho delictivo
cometido por el delincuente de cuello blanco quedaba de esta manera relegado a un segundo plano,
siendo el objeto de investigación las características personales del autor. 

 La investigación criminológica orientada al hecho. La otra forma de caracterizar criminológicamente


la delincuencia económica se obtiene recurriendo a criterios de identificación ofrecidos por el hecho
cometido. Ya no es la figura del autor la que permite hablar de delincuencia de cuello blanco, sino
ciertas características empíricas del delito económico.
Con base en dichas perspectivas de análisis , debe producirse una simbiosis entre las características del
hecho y del autor que permita, en primer lugar, decidir qué bienes jurídicos se deben proteger, contra qué
conductas concretas se les resguardará, así como establecer, como ya apuntamos, las pautas político-
criminales más certeras en su tratamiento.
En este análisis no debe olvidarse en modo alguno la dimensión jurídica. El delito, desde una óptica jurídica,
es, en primer orden, una infracción de una norma. De una norma legal.  Pues si bien los intentos por definir la
criminalidad económica desde la criminología deben aportar al derecho penal las pautas fundamentales para
su mejor incorporación a la normativa, no es menos cierto que finalmente será la voluntad estatal la que
defina desde qué enfoque se delimitará la delincuencia económica.
En cuanto a esta dimensión jurídica, a la hora de definir al delito económico tiene que haber, aportación de
elementos de otras ramas del derecho que han de crear unas pre-estructuras mediante las cuales se pueda
seleccionar, en las conductas de los agentes, lo que es materia propia de aquellas ramas, que ellas asumen y
resuelven por cauces específicos, de aquellos otros aspectos que, trascendiéndolas, devienen inevitablemente
el área penal. 
DEL BLANCO AL NEGRO... EN TEORÍA
De acuerdo con el IHESI (Instituto de Altos Estudios de Seguridad Interior) Francés, institución
especializada en el análisis de la problemática de la seguridad, la criminalidad económica engloba hechos
que tienen su realización en el contexto de la vida económica. Los agentes recurren a métodos fraudulentos,
se aprovechan de posibilidades y conocimientos del mundo económico comercial o financiero, tienen como
propósito fundamental la acumulación de beneficios económicos y originan importantes daños a los
circuitos económicos. CAMBIAR DE LUGAR
Se percibe, con creciente claridad, que estos delitos, por socavar la confianza básica en la vida social y los
negocios, comprometen el funcionamiento del sistema económico e incluso político.
Por otra parte, cada vez está más explícito, que seguir la huella del dinero sucio es el modo más eficaz para
localizar a los delincuentes. Consecuentemente, el blanqueo de capitales constituye una de las áreas donde
más se han aplicado las organizaciones criminales, en la búsqueda de soluciones creativas y en el
aprovechamiento de la globalización. A través de gran variedad de mecanismos, se ha logrado mejorar en la
progresiva obstaculización de la identificación de los sujetos propiciadores de los movimientos
internacionales de fondos, en la salvaguarda de su anonimato y en el arbitrio de modos para facilitar la
recuperación del acceso de los capitales. En este triple propósito, los delincuentes se han aprovechado de la
fiabilidad que les ofrece el sistema bancario, han buscado rapidez privilegiando los circuitos más cortos y
logrado discreción, optando por aquellas plazas que presentan unas legislaciones más favorables a sus
intereses. De otra parte, la movilidad internacional de los fondos se ha visto favorecida por la capacidad que
las organizaciones criminales han mostrado, en los últimos tiempos, para forjar alianzas y acuerdos. En la
mayoría de casos, se han propuesto la conquista de espacios de poder económico, con el propósito de
condicionar el tejido y el entorno económico a fin de adecuarlo a sus intereses. Aunque con frecuencia se
olvide, ya en 1995, el presidente Clinton, en un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas,
identificó el blanqueo de dinero como una de las tres principales amenazas a la paz y libertad global, junto
con el tráfico de drogas y el terrorismo. Como señala Schroeder, el blanqueo de capitales amenaza la
libertad y la democracia desde tres ámbitos:
1. La seguridad pública, al contribuir a la mayor extensión y facilidad de crímenes.
2. Reduce los ingresos impositivos y contribuye a la expansión de la economía sumergida.
3. Socava las instituciones democráticas y compromete el buen gobierno de las empresas al promover la
corrupción y el soborno.
EL BLANQUEO DE CAPITALES
Constituyen «blanqueo» de capitales las actividades dirigidas a ocultar la fuente o el destino de dinero que
se ha obtenido a través de actividades ilegales. Los fondos que son objeto preferente de blanqueo se originan
en el tráfico de estupefacientes, armas y, en general, el crimen organizado. Se emplean distintos métodos
para el blanqueo entre los que, de forma general, cabe distinguir el transporte de fondos (movimientos en
cuentas bancarias de personas físicas o jurídicas de apariencia legal), las órdenes a través de instituciones
financieras no bancarias (casas cambiarias y de cheques) y la adquisición de bienes. Los distintos métodos
emplean con frecuencia paraísos financieros donde concurren bancos off-shore, compañías instrumentales,
títulos al portador, laxitud en el establecimiento de entidades financieras y de seguro y la tolerancia, cuando
no la promoción, de la opacidad por parte de las autoridades económico financieras. El blanqueo de dinero
constituye una actividad compleja con una amplia tipología. Siguiendo a Savona, cabe hablar de cuatro
modalidades generales:
1. Empleo de dinero para compra de bienes y servicios para la organización.
2. Lavadora familiar: blanqueo por organizaciones y en relación con bancos e instituciones financieras.
3. Lavadora común: varias familias organizan una empresa de blanqueo con la complicidad de alguna
institución externa.
4. Tintorería: arrendamiento de servicios de blanqueo por parte de una organización a terceros.
En general, se aprecia una progresiva separación entre las actividades de blanqueo y las demás conductas
delictivas, una profesionalización o externalización de estos servicios, así como un carácter cada vez más
internacional de los mismos, derivado tanto de la posibilidad de elegir legislaciones favorables (regulatory
shopping), y de las múltiples trabas existentes a la cooperación judicial y policial internacional. Desde un
punto de vista operativo, en el blanqueo de dinero se conocen distintas fases: enmascaramiento,
desagregación e integración.
La primera, la de colocación, supone la introducción del dinero en el circuito financiero, a través del
fraccionamiento de las transacciones en metálico del contrabando del dinero e instrumentos monetarios. En
la fase de enmascaramiento, generalmente, se transfiere dinero a un paraíso fiscal, sometiendo el dinero a un
prolongado recorrido por diversos países, bancos, cuentas de distintos titulares y cambiando siempre la
cuantía de las transferencias. Finalmente, el dinero regresa a un circuito financiero legal mezclado con otros
activos y con la apariencia de haber sido obtenido legalmente. Para este último fin, existen diversas técnicas
como la compraventa de inmuebles, las compañías pantalla, los créditos simulados o las empresas de
importación y exportación. Estas últimas, a través de la sobrevaloración de las mercancías importadas para
justificar pagos a bancos extranjeros o sobrevaloración de las exportaciones para justificar fondos recibidos.
NUEVO MARCO DE COMBATE DE BLANQUEO
Ha habido una serie de esfuerzos internacionales importantes para combatir el blanqueo de capitales, además
de la identificación de los paraísos del dinero negro, y la especial atención prestada a las transacciones
referidas a ellos, desde 1988. Entre otros esfuerzos, cabe citar: «Declaración de los Principios de Basilea»,
de 12 de diciembre de 1988 sobre la prevención de la utilización del sistema bancario para el blanqueo de
fondos de origen criminal, realizada por los representantes de los bancos centrales y autoridades monetarias
de los países miembros del Grupo de los Diez; el 20 de diciembre de 1988, en Viena, se firmó la
«Convención de Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes»; en noviembre de 1990 el
«Convenio del Consejo de Europa sobre blanqueo a los capitales» provenientes de cualquier actividad
delictiva y establecía mecanismo de cooperación internacional.
Una serie de medidas internacionales han articulado las bases de la persecución del blanqueo de capitales en
torno a tres ejes: la reducción de espacios de opacidad, la coordinación y cooperación internacional e
interdisciplinar en las investigaciones y la aplicación de métodos avanzados de inteligencia financiera. Entre
estos últimos, cabe citar la creciente utilización de informes de actividades financieras para identificar y
prevenir actividades de blanqueo, la revisión de casos u operaciones especialmente significativas y la
creación de equipos específicos para investigar y perseguir el blanqueo, integrados por personal y medios
aportados por distintas administraciones.
Asimismo, se emplean también técnicas de ingeniería inversa a fin de detectar el origen de cantidades
importantes que se ven transitar por centros financieros off-shore, servicios de transporte de fondos e
instituciones financieras.
Desde la inicial tipificación delictiva del blanqueo de capitales como medida específica de lucha contra el
narcotráfico dirigida a limitar el disfrute de los beneficios económicos asociados a esta actividad, se ha
producido una evolución en el análisis de las amenazas que derivan del dinero negro. En este momento,
prima el combate contra los efectos potenciales del mismo sobre la estabilidad del sistema financiero
internacional, su contribución a la internacionalización de las redes criminales o el riesgo derivado de la
caída en sus manos de sectores económicos clave.
Las estrategias preventivas descansan sobre el fortalecimiento de las capacidades investigadoras de las
autoridades policiales y judiciales y la cooperación con los «sujetos colaboradores». La expresión más clara
de esta tendencia y del asentamiento de la corresponsabilidad la ofrecen los llamados «Principios de
Wolfsberg» conjunto de mejores prácticas, en materia de lucha contra el blanqueo de capitales, establecidas
por un grupo de grandes bancos internacionales como código de conducta para las actividades de banca
privada.

NUEVAS TENDENCIAS CONTRA EL BLANQUEO: LA INTELIGENCIA FINANCIERA


La convicción del valor de la información financiera como elemento de «inteligencia» es relativamente
nueva y ha alterado los aspectos financieros de las investigaciones. Se ha abandonado la consideración de
las finanzas como un coto ajeno a los investigadores criminales, y la visión de que «inteligencia» es sólo la
información adquirida clandestinamente o de fuentes confidenciales.
Hoy, la inteligencia financiera es el conocimiento derivado del análisis de los datos financieros que ofrece
pistas a la investigación y que apoya la puesta en práctica de las recomendaciones u ofrece indicadores que
contribuyen a la detección y la prevención del delito. Consecuentemente, los países que más se han
comprometido en la persecución de los productos financieros del crimen han desarrollado la creación de
unidades de inteligencia financiera (UIF). Éstas son agencias centralizadas con competencia para analizar y
comunicar a las autoridades competentes informaciones financieras que reflejen actividades, en las que se
aprecian indicios de criminalidad o cuya evolución sea necesario seguir, a fin de dificultar las actividades de
blanqueo de capitales.
La misión de la mayoría de las UIF es de apoyo y no de investigación; apoyo a la cooperación nacional e
internacional; a la recogida, análisis y diseminación de la información; a la asistencia tecnológica y la
implantación de nuevas tecnologías. Las UIF constituyen la vanguardia de un concepto de seguridad que
pone, cada vez, mayor acento en los aspectos financieros de las investigaciones criminales y que reconoce
como esencial, en la formulación de objetivos tácticos y estratégicos, la toma en consideración de la opinión
de los expertos acerca de los destinos probables del producto de la actividad criminal. Como señala también
Peterson si el crimen persigue el dinero, los garantes del ordenamiento deben potenciar su capacidad para
perseguir ese dinero.
http://www.distribucionesjuridicas.es/files/LA-DELINCUENCIA-ECONOMICA.-Prevenir-y-sancionar.pdf
file:///C:/Users/Mi%20caracol/Downloads/Delincuencia_economica_y_blanqueo_de_capital.pdf
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-21472015000100095

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