La Parusia - James Stuart Russell
La Parusia - James Stuart Russell
La Parusia - James Stuart Russell
CONTENIDO
PREFACIO
PARTE I
Apéndice a la Parte I
Nota A.- Sobre la teoría de interpretación del doble sentido
Nota B.- Sobre el elemento profético en los evangelios
PARTE II
En la Primera Epístola a los Tesalonicenses
Esperanza de la pronta venida de Cristo
La ira venidera sobre el pueblo judío
Significado de la Parousía para los discípulos de Cristo
Cristo ha de venir con todos sus santos
Los sucesos que acompañan a la Parousía
Exhortación a la vigilancia en la espera de la Parousía
Oración para que los tesalonicenses sobrevivan hasta la venida
de Cristo
1. La apostasía
2. El hombre de pecado
En las Epístolas a los Corintios
La Primera Epístola a los Corintios
Actitud de los cristianos de Corinto en relación con la Parousía
Carácter judicial del ‘día del Señor’ (I Cor. 3:13)
Carácter judicial del ‘día del Señor (I Cor. 4:5)
Cercanía de la consumación que se aproxima
El fin del mundo ya ha llegado
Sucesos que acompañan a la Parousía
Los santos (vivos) transformados en la Parousía
La Parousía y la ‘final trompeta’
‘Maranatha’, la contraseña apostólica
En la Epístola a Tito
Anticipación de la Parousía
En la Epístola de Santiago
Vienen los últimos días
Cercanía de la Parousía
En la Primera Epístola:
La salvación a punto de ser revelada en los postreros tiempos
La revelación cercana de Jesucristo
Relación entre la redención de Cristo y el mundo antediluviano
Cercanía del juicio y el fin de todas las cosas
Las buenas nuevas anunciadas a los muertos
El fuego de prueba y la gloria venidera
Ha llegado el tiempo del juicio
La gloria a punto de ser revelada
En la Segunda Epístola:
Burladores en ‘los postreros días’
La escatología de Pedro
Certeza de la consumación que se aproxima
Lo repentino de la Parousía
Actitud de los cristianos primitivos en relación con la Parousía
Los nuevos cielos y la nueva tierra
La cercanía de la Parousía, un motivo para ser diligentes
Los creyentes no deben desanimarse por la aparente demora de
la Parousía
Alusión de Pedro a las enseñanzas de Pablo concernientes a la
Parousía
En la Epístola de Judas
APÉNDICE A LA PARTE II
LA PAROUSIA EN EL APOCALIPSIS
La Primera Visión
Los mensajes a las siete iglesias
La Segunda Visión
Los Siete Sellos
Introducción a la visión
Apertura del primer sello
Apertura del segundo sello
Apertura del tercer sello
Apertura del cuarto sello
Apertura del quinto sello
Apertura del sexto sello
Sellado de los siervos de Dios
La Tercera Visión
Las Siete Trompetas
Apertura del séptimo sello
Las cuatro primeras trompetas
La quinta trompeta
La sexta trompeta
Episodio del ángel y el librito
Medición del templo
Episodio de los dos testigos
La séptima trompeta
La Cuarta Visión
Las Siete Figuras Místicas
La mujer vestida de sol
El gran dragón escarlata
El hijo varón
La primera bestia
El número de la bestia
La segunda bestia
El Cordero en el Monte Sion
El Hijo del Hombre en las Nubes
La Quinta Visión
Las Siete Copas
La Sexta Visión
La gran ramera
El misterio de la bestia escarlata
Los siete reyes
Los diez cuernos de la bestia
Nota sobre Apocalipsis 17
La caída de Babilonia
El juicio de la bestia y sus poderes confederados
El juicio del dragón
El reino de los santos y mártires
Satanás soltado después de mil años
La catástrofe de la sexta visión
La Séptima Visión
La santa ciudad, o la esposa
Prólogo a la visión
Descripción de la santa ciudad
Epílogo
RESUMEN Y CONCLUSION
Notas:
1. Tratado de Donier, De Oratione Christi Eschatologica, p. 1.
2. Locke, Notes on Ephesians 1:10.
EL LIBRO DE MALAQUÍAS
El canon de las Escrituras del Antiguo Testamento se cierra de
manera muy diferente de lo que podría esperarse después del
espléndido futuro revelado a la nación del pacto en las visiones
de Isaías. Ninguno de los profetas es portador de una carga más
pesada que el último del AT. Malaquías es el profeta de la
destrucción. Parecía que la nación, por medio de su incorregible
obstinación y desobediencia, había renunciado al favor divino y
demostrado ser, no sólo indigna, sino incapaz, de las glorias
prometidas. La partida del espíritu profético estaba llena de malos
presagios, y parecía indicar que el Señor estaba a punto de
abandonar el país. En consecuencia, la luz de la profecía del
Antiguo Testamento se apaga en medio de nubes y densa
oscuridad.
Notas:
3. El significado de este pasaje (Mal. 4:6) está oscurecido por la desafortunada traducción de earthen lugar de land. La
expresión hebrea ch, a, como el griego gh/, se emplea con mucha frecuencia en sentido restringido. La alusión en el
Y JUAN EL BAUTISTA
PARTE I – LA PAROUSÍA EN LOS EVANGELIOS
Notas:
1. Christol., vol. 4, p. 232.
2. thj mellousj orghj
3. Testamento griego in loc.
PARTE I – LA PARUSÍA EN LOS EVANGELIOS – LA
ENSEÑANZA DE NUESTRO SEÑOR SOBRE LA PARUSÍA
EN LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS
A consecuencia de haber sido encarcelado por Herodes Antipas,
el fin del ministerio de Juan el Bautista marca una nueva
orientación en el ministerio de nuestro Señor. En verdad, antes
de ese tiempo, había enseñado al pueblo, efectuado milagros,
ganado adherentes, y obtenido amplia popularidad; pero,
después de ese suceso, que puede considerarse como una
indicación del fracaso de la misión de Juan, nuestro Señor se
retiró a Galilea, y allí entró en una nueva fase de su ministerio
público. Se nos dice que “desde entonces comenzó Jesús a
predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se
ha acercado” (Mat. 4:17).
Pero el tema entero de “el reino de los cielos” debe ser reservado
para una discusión más completa en un tiempo futuro.
Lucas 13:1-9: “En este mismo tiempo estaban allí algunos que le
contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había
mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les
dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas,
eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si
no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos
dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé, y los mató,
¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que
habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís,
todos pereceréis igualmente”.
Concluimos entonces:
1. Que la venida de la que se habla aquí es la Parusía, la
segunda venida del Señor Jesucristo.
Notas:
Aquí tenemos, no una venida, ni la venida de Cristo, pero nada
menos que tres venidas, separadas y distintas, o una venida de
tres clases diferentes – una venida continua que ha estado
ocurriendo ya por casi dos mil años, y puede continuar por dos
mil años más, que sepamos. Pero de todo esto no se da ni un
indicio en el texto, ni en ninguna otra parte. Es meramente
adorno humano, sin una sola partícula de autoridad bíblica,
inventado en virtud de una teoría de interpretación de doble o
triple sentido.
Lucas 11:47-51″
¡Ay de vosotros,
que edificáis los
sepulcros de los
profetas a
quienes mataron
Mateo 23:29-36″Ay de vosotros, escribas y
vuestros padres!
fariseos, hipócritas! porque edificáis los
sepulcros de los profetas, y adornáis los
monumentos de los justos, y decís: Si
De modo que sois
hubiésemos vivido en los días de nuestros
testigos y
padres, no hubiéramos sido sus cómplices en
consentidores de
la sangre de los profetas. Así que dais
los hechos de
testimonio contra vosotros mismos, de que
vuestros padres;
sois hijos de aquellos que mataron a los
porque a la
profetas. ¡Vosotros también llenad la medida
verdad ellos los
de vuestros padres! ¡Serpientes, generación
mataron, y
de víboras! ¿Cómo escaparéis de la
vosotros edificáis
condenación del infierno? Por tanto, he aquí
sus sepulcros.
yo os envío profetas y sabios y escribas; y de
ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros
Por eso la
azotaréis en vuestras sinagogas, y
sabiduría de Dios
perseguiréis de ciudad en ciudad; para que
también dijo: Les
venga sobre vosotros toda la sangre justa que
enviaré profetas y
se ha derramado sobre la tierra, desde la
apóstoles; y de
sangre de Abel el justo hasta la sangre de
ellos, a unos
Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis
matarán y a otros
entre el templo y el altar. De cierto os digo
perseguirán, para
que todo esto vendrá sobre esta generación”.
que se demande
de esta
generación la
sangre de todos
los profetas que
se ha derramado
Habiendo hecho la transición del “fin del mundo hacia atrás hasta
la destrucción de Jerusalén, el proceso ahora se invierte, y hay
otra transición, de la destrucción de Jerusalén al “verdadero fin
del mundo”. Este fin verdadero ha sido puesto después de la
aparición de aquellos falsos Cristos y falsos profetas contra los
cuales eran amonestados los discípulos. Esta alusión a “falsos
Cristos” debería haberle ahorrado al crítico el error en que ha
caído, y haberle indicado el período al cual se refiere la
predicción. Pero, ¿dónde hay aquí alguna señal de división o
transición? No hay rastro ni señal de ninguna. Por el contrario, el
lenguaje expreso de nuestro Señor excluye en absoluto cualquier
intervalo de tiempo, pues dice: “Inmediatamente después de la
tribulación de aquellos días”, etc. Esta nota en cuanto al tiempo
es decisiva, y prohíbe perentoriamente suponer cualquier
interrupción o hiato en la continuidad de su discurso.
Ese fue un suceso que formó una época en el gobierno divino del
mundo. La economía mosaica, que había sido entronizada con
tanta pompa y grandeza en medio de los truenos y los
relámpagos de Sinaí, y había existido por casi dieciséis siglos,
que había sido el medio de comunicación divinamente instituido
entre Dios y el hombre, y cuyo propósito había sido establecer un
reino de Dios en la tierra, había demostrado ser un comparativo
fracaso por medio de la incapacidad moral del pueblo de Israel,
estaba condenada a llegar a su fin en medio de la más terrífica
demostración de la justicia y la ira de Dios. El templo de
Jerusalén, por siglos gloria y corona del Monte de Sion – el
santuario sagrado, en cuyo lugar santo se complacía en habitar
Jehová – la casa santa y hermosa, que era el paladio de la
seguridad de la nación, y más cara que la vida para cada hijo de
Abraham – estaba a punto de ser profanado y destruido, de modo
que no quedaría piedra sobre piedra. El pueblo escogido, los
hijos del Amigo de Dios, la nación favorecida, con la cual el Dios
de toda la tierra se dignó entrar en pacto y ser llamado su Rey,
habría de ser abrumado por las más terribles calamidades que
jamás cayeron sobre nación alguna; habría de ser expatriado,
privado de su nacionalidad, excluido de su antigua y peculiar
relación con Dios, y ser expulsados para que anduviesen como
peregrinos sobre la faz de la tierra, refrán y burla entre todas las
naciones. Pero junto con todo esto habría cambios para bien.
Primero, y principalmente, el fin de la época sería la inauguración
del reino de Dios. Habría honor y gloria para los fieles y
verdaderos siervos de Dios, que luego entrarían en plena
posesión de la herencia celestial. (Esto se desarrollará más
plenamente en la secuela de nuestra investigación). Pero habría
también un glorioso cambio en este mundo. Lo antiguo dio lugar
a lo nuevo; la Ley fue reemplazada por el Evangelio; Cristo tomó
el lugar de Moisés.
Notas:
“Por tanto, cuando veáis en “Pero cuando veáis la “Pero cuando viereis a
el lugar santo la abominación desoladora de Jerusalén rodeada de
abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, ejércitos, sabed entonces
que habló el profeta Daniel puesta donde no debe estar que su destrucción ha
(el que lee, entienda), (el que lee, entienda), llegado. Entonces los que
entonces los que estén en entonces los que estén en estén en Judea, huyan a
Judea, huyan a los montes. Judea huyan a los montes. El los montes; y los que en
El que esté en la azotea, no que esté en la azotea, no medio de ella, váyanse; y
descienda para tomar algo descienda a la casa, ni entre los que estén en los
de su casa; y el que esté en para tomar algo de su casa; y campos, no entren en ella.
el campo, no vuelva atrás el que esté en el campo, no Porque estos son días de
para tomar su capa. Mas vuelva atrás a tomar su capa. retribución, para que se
¡ay de las que estén Mas ¡ay de las que estén cumplan todas las cosas
encintas, y de las que críen encintas, y de las que críen que están escritas. Mas
en aquellos días! Orad, en aquellos días! Orad, pues, ¡ay de las que estén
pues, porque vuestra huida que vuestra huida no sea en encintas, y de las que
no sea en invierno ni en día invierno; porque aquellos críen en aquellos días!
de reposo; porque habrá serán de tribulación cual porque habrá gran
entonces gran tribulación, nunca ha habido desde el calamidad en la tierra, e
cual no la ha habido dese el principio de la creación que ira sobre este pueblo. Y
principio del mundo hasta Dios creó, hasta este tiempo, caerán a filo de espada, y
ahora, ni la habrá. Y si ni la habrá. Y si el Señor no serán llevados cautivos a
aquellos días no fuesen hubiese acortado aquellos todas las naciones; y
acortados, nadie sería días, nadie sería salvo; mas Jerusalén será hollada por
salvo; mas por causa de los por causa de los escogidos los gentiles, hasta que los
escogidos, aquellos días que él escogió, acortó tiempos de los gentiles se
serán acortados”. aquellos días”. cumplan”.
Estos son todos los ejemplos en los que ocurre la expresión “esta
generación” en los dichos de nuestro Señor, y estos ejemplos
establecen, más allá de todo cuestionamiento razonable, la
referencia de las palabras en la importante declaración que ahora
consideramos. Pero, supongamos que adoptáramos la traducción
propuesta, y aceptáramos que genea significa raza, ¿qué
propósito o significado tendría entonces la predicción? ¿Puede
alguien creer que la afirmación que nuestro Señor hizo tan
solemnemente: “De cierto os digo”, etc. no equivale más que a
esto: “La raza hebrea no se habrá extinguido sino hasta que
todas estas cosas se hayan cumplido”? Imaginemos a un profeta
en nuestro propio tiempo prediciendo una gran catástrofe en la
cual Londres sería destruido, la catedral de San Pablo y las
Cámaras del Parlamento serían arrasadas, y se perpetraría una
terrible matanza de los habitantes; y que cuando se le
preguntase: “¿Cuándo sucederán estas cosas?” contestase: “¡La
raza anglosajona no se extinguirá sino hasta que todas estas
cosas se hayan cumplido!” ¿Sería ésta una respuesta
satisfactoria? ¿No sería una respuesta como ésta considerada
como despectiva para el profeta, y como una afrenta para sus
oyentes? ¿No tendrían ellos razón para decir: “¡No hay peligro en
profetizar cuando el suceso es colocado a una interminable
distancia!”? Pero la mera suposición de tal sentido en la
predicción de nuestro Señor demuestra que es un reductio ad
absurdum. ¿Era para esto que los discípulos debían esperar y
velar? ¿Era ésta la lección que enseñaba la parábola de la
higuera? ¿No era sino hasta que la raza judía estuviese a punto
de extinguirse que ellos debían “erguirse, y levantar sus
cabezas”? Una hipótesis tal es su propia refutación.
Lucas 21:33
Mateo 24:35, 36 Marcos 13:31, 32
“El cielo y la
“El cielo y la tierra pasarán, pero “El cielo y la tierra pasarán, pero mis
tierra
mis palabras no pasarán. Pero palabras no pasarán. Pero de aquel
pasarán,
del día y la hora nadie sabe, ni día y de la hora nadie sabe, ni aun los
pero mis
aun los ángeles de los cielos, ángeles que están en el cielo, ni el
palabras no
sino sólo mi Padre”. Hijo, sino el Padre”.
pasarán”.
Mateo
24:42
Marcos 13:33,35-37 Lucas 21:34-36
“Velad
, pues, “Mirad, velad, y orad; porque no “Mirad también por vosotros mismos, que
porqu sabéis cuándo será el tiempo. vuestros corazones no se carguen de
e no Velad, pues, porque no sabéis glotonería y embriaguez y de los afanes de
sabéis cuándo vendrá el señor de la esta vida, y venga de repente sobre vosotros
a qué casa; si al anochecer, o a la aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre
hora medianoche, o al canto del todos los que habitan sobre la faz de toda la
ha de gallo, o a la mañana; para que tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando
venir cuando venga de repente, no os que seáis tenidos por dignos de escapar de
vuestr halle durmiendo. Y lo que digo a todas estas cosas que vendrán, y de estar en
o vosotros, a todos lo digo: Velad”. pie delante del Hijo del Hombre”.
Señor”
.
Mateo 24:43-51
“Es como el
hombre
“Pero sabed esto, que si que,
el padre de familia yéndose
supiese a qué hora el lejos, dejó
ladrón habría de venir, su casa, y
velaría, y no dejaría dio
minar su casa. Por tanto, Lucas 12:39-46
autoridad a
también vosotros estad sus siervos,
preparados; porque el y a cada
Hijo del Hombre vendrá a uno su “Pero sabed esto, que si supiese el padre de
la hora que no pensáis. obra, y alfamilia a qué hora el ladrón había de venir,
¿Quién es, pues, el portero velaría ciertamente, y no dejaría velar su casa.
siervo fiel y prudente, al mandó que Vosotros, pues, también estad preparados,
cual puso su señor sobre velase. porque a la hora que no penséis, el Hijo del
su casa para que les dé Hombre vendrá. Entonces Pedro le dijo: Señor,
el alimento a tiempo? ¿dices esta parábola a nosotros, o también a
Bienaventurado aquel Velad, pues,
todos? Y dijo el Señor: ¿Quién es el
siervo al cual, cuando su porque no
mayordomo fiel y prudente al cual su señor
señor venga, le halle sabéis
pondrá sobre su casa, para que a tiempo les
haciendo así. De cierto cuándo
de su ración? Bienaventurado aquel siervo al
os digo que sobre todos vendrá el
cual, cuando su señor venga, le halle haciendo
sus bienes le pondrá. señor de la
así. En verdad os digo que le pondrá sobre
casa; si al
todos sus bienes. Mas si aquel siervo dijere en
anochecer,
Pero si aquel siervo malo o a la su corazón: Mi señor tarda en venir; y
dijere en su corazón: Mi medianoche comenzare a golpear a los criados y a las
señor tarda en venir; y criadas, y a comer y beber y embriagarse,
, o al canto
comenzare a golpear a vendrá el señor de aquel siervo en día que
del gallo, o
sus consiervos, y aun a a la éste no espera, y a la hora que no sabe, y le
comer y a beber con los mañana; castigará duramente, y le pondrá con los
borrachos, vendrá el infieles”.
para que
señor de aquel siervo en cuando
día que éste no espera, y venga de
a la hora en que no sabe, repente, no
y lo castigará duramente, os halle
y pondrá su parte con los durmiendo.
hipócritas; allí será el Y lo que a
lloro y el crujir de vosotros
dientes”. digo, a
todos lo
digo:
Velad”.
Se verá que este dicho parabólico de nuestro Señor está
registrado en una relación bastante diferente por Mateo y por
Lucas. La semejanza verbal, sin embargo, es demasiado exacta
para hacer probable que fuese pronunciado en dos ocasiones
diferentes. La más ligera atención satisfará al lector de que el
informe de Lucas es el más completo y circunstancial, y que él le
asigna su verdadera posición cronológica. Esto se ve por el
hecho de que la pregunta de Pedro, registrada sólo por Lucas,
dio lugar a las observaciones concluyentes de nuestro Señor, las
cuales, como las presenta Mateo sin este eslabón, parecen algo
incoherentes y abruptas. Además, apenas podemos suponer que
Pedro, conversando en privado con sólo otros tres discípulos en
compañía del Señor, preguntase: “¿Dices esta palabra a
nosotros, o también a todos?” – una pregunta que era de lo más
natural cuando, como nos lo dice Lucas, Jesús hablaba a sus
discípulos en presencia de una gran multitud. (Lucas 12:1). Es
digno de notarse también que en Marcos 13:34-37, donde
podemos detectar trazas de esta parábola, la pregunta de Pedro
es contestada claramente: “Lo que os digo a vosotros, lo digo a
todos: Velad”, una afirmación que estaría fuera de lugar cuando
nuestro Señor hablaba a cuatro personas, pero bastante
apropiada cuando hablaba a una multitud.
Mateo 25:1-13. Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que
tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y
cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;
mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y
tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un
clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se
levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes:
Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes
respondieron diciendo: Para que no nos falte también a nosotros y a vosotras, id más
bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a
comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y
se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor,
señor, ábrenos! Más él, respondiendo, dijo: De cierto os digo que no os conozco.
Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.
Mateo 25:14-30: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos,
llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a
otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había
recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo
el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue
y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el
señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido
cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste;
aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu
señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos
me entregaste; aquí tienes, he ganado dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien,
buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel; sobre mucho te pondré; entra en el gozo de
tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te
conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no
esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo
que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que
siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado
mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los
intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que
tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y
al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Mateo 25:31-46 – “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos
ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de
él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las
ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
“Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de
comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve
desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en cárcel, y no me visitasteis. Entonces
también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento,
forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les
responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos
más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a
la vida eterna”.
Mat.16:27,28
Mat. 25:31-33
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en
la gloria de su Padre con sus ángeles,
y entonces pagará a cada uno según “Cuando el Hijo del Hombre venga en su
sus obras. gloria, y todos los santos ángeles con él,
entonces se sentará en su trono de gloria, y
“De cierto os digo que hay algunos de serán reunidas delante de él todas las
los que están aquí, que no gustarán la naciones”, etc.
muerte, hasta que hayan visto al Hijo
del Hombre viniendo en su reino”.
Notas:
“Pero”, continúa, “la última parte del cap. 24, es decir, desde el
ver. 43 hasta el 51, está íntimamente conectada con la parábola
inicial del cap. 25”, que parece proporcionar suficiente base para
considerar que este pasaje también se refiere al juicio futuro. En
el ver. 43 de Mat. 24, por lo tanto, el Dr. Robinson cree que
nuestro Señor abandona por completo el tema de Jerusalén y
entra en un tema nuevo, el juicio del mundo.
PARTE I – LA PAROUSÍA EN LOS EVANGELIOS –
DECLARACIÓN DE NUESTRO SEÑOR ANTE EL
SUMO SACERDOTE
Luc. 22:69
Mat. 26:64 Mar. 14:62
“Pero desde
“Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y “Y Jesús le dijo: Yo soy; y
ahora el Hijo del
además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre
Hombre se
veréis al Hijo del Hombre sentado a la sentado a la diestra del
sentará a la
diestra del poder de Dios, y viniendo poder de Dios, y viniendo en
diestra del poder
en las nubes del cielo”. las nubes del cielo”.
de Dios”.
La Comisión Apostólica
Mar. 16:15,20
Notas:
12. Las parábolas de las diez vírgenes, los talentos, y las ovejas
y los cabritos pertenecen todas al mismo acontecimiento, y se
cumplen en el juicio de Israel.
Nota A
NOTA B
“Si, pues, Jesús no dijo estas cosas, los evangelios deben ser
extrañamente inexactos. Si las dijo, su facultad profética no
puede haber sido lo que Hutton cree. De que todos sus discípulos
tenían esta esperanza errónea, y la sostenían con la supuesta
autoridad de su Maestro, no puede haber ninguna duda en
absoluto. (Véase 1 Cor. 10:11, 15:51; Fil. 14:5; 1 Tesa. 14:15;
Sant. 5:8; 1 Pedro 4:7; 1 Juan 2:18; Apoc. 1:13; 22:7,0,12). La
verdad es que Hutton reconoce esto por lo menos tan franca y
plenamente como lo hemos dicho”.- W. R. Greg, en
Contemporary Review, Nov. 1876.
Para los que sostienen que nuestro Señor predijo el fin del
mundo antes de que pasara aquella generación, las objeciones
del escéptico presentan una formidable dificultad – insuperable
de veras, sin recurrir a evasiones forzadas y antinaturales, o
admisiones que son fatales para la autoridad y la inspiración de
las narraciones evangélicas. Nosotros, por el contrario,
reconocemos plenamente la construcción de sentido común que
adelanta Greg sobre el lenguaje de Jesús, y la no menos obvia
aceptación de ese significado por parte de los apóstoles. Pero
llegamos a una conclusión directamente contraria a la del crítico,
y apelamos a la profecía del Monte de los Olivos como señalado
ejemplo y demostración de la visión sobrenatural del Señor.
PARTE II – LA PAROUSÍA EN LOS
HECHOS DE LOS APÓSTOLES –
Hechos 1:11. – “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de
vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”.
Sabemos la elección fatal que hizo Israel; cómo “vino la ira sobre
ellos al máximo”; y sabemos cómo ocurrió todo en el período
señalado y predicho, al “fin del tiempo”, dentro de los límites de
aquella generación.
“Él vendrá con sus ángeles” (Mat. 16:27); “con los santos
ángeles” (Mar. 8:38); “con los ángeles de su poder” (2 Tes. 1:7);
“todos los santos ángeles con él” (Mat. 25:31).
Segundo, les informa, por autoridad del Señor Jesús, que los de
entre ellos que vivieran para ver su venida no precederían, o no
tendrían ninguna ventaja sobre, los fieles que hubiesen muerto
antes de ese acontecimiento.
Notas:
4. Gnomon, in loc.
5. Works, vol. iv., p. 281.
6. Conybeare and Howson, cap. xi.
7. Greek Testament, in loc.
8. Conybeare and Howson´s translation.
L A PA R U S Í A , U N T I E M P O D E J U I C I O PA R A L O S
ENEMIGOS DE CRISTO, Y DE LIBERACIÓN PARA SU
PUEBLO
1. La Apostasía
Bengel dice:
“El día del Señor está presente (no ‘está cerca’) ocurre seis veces
en el Nuevo Testamento, y siempre en el sentido de
estar presente. Pablo no podría haber escrito lo contrario, ni
podría el Espíritu haber hablado otra cosa por medio de él. La
enseñanza de los apóstoles era, y la del Espíritu Santo ha sido
en todas las épocas, que el día del Señor está cerca. Pero estos
tesalonicenses se imaginaban que ya había llegado, y en
consecuencia, estaban abandonando todas la ocupaciones de la
vida y cayendo en otras irregularidades, como si el día de gracia
hubiese terminado”.
LA APOSTASÍA
EL HOMBRE DE PECADO
4. Es pagano, no judío.
En seguida será evidente para todos los lectores que todas las
características de este espantoso retrato pertenecen a Nerón;
pero es notable cuán exacta es la correspondencia,
especialmente en los detalles que son más recónditos y oscuros.
Es un individuo — una persona pública — que ostenta el rango
más alto en el estado; es pagano, no judío; es un monstruo de
maldad, que pisotea todas las leyes. Pero, cuán notables son las
indicaciones que apuntan hacia Nerón en el año en que esta
epístola se escribió, digamos el año 52 o el año 53 D. C. En ese
tiempo Nerón no se había “manifestado” todavía; su verdadero
carácter no había sido revelado; todavía no había accedido al
Imperio. Claudio, su padrastro, vivía, y le estorbaba al hijo de
Agripina. Pero ese obstáculo fue pronto eliminado. En menos de
un año, probablemente, después de que la epístola de Pablo fue
recibida por los tesalonicenses, Claudio fue “quitado de en
medio”, víctima de la letal costumbre de la infame Agripina, y
siendo su hijo también cómplice del asesinato, según Suetonio.
Pero el “misterio de iniquidad ya estaba en operación”; la
influencia de Nerón debe haber sido poderosa en los últimos días
del desdichado Claudio; probablemente ya se estaban fraguando
los mismos complots que prepararon el camino para el ascenso
al trono por parte de los asesinos. Algunos meses más tarde
verían el advenimiento al trono del mundo por parte de un bellaco
cuyo nombre ha quedado en la picota de la eterna infamia como
el más brutal de los tiranos y el más vil de los hombres.
Pero hay probablemente otra razón para que Nerón haya sido
marcado con este epíteto. El nombre “hombre de pecado” no era
desconocido en la historia hebrea. Ya se le había aplicado a
alguien que, no sólo era un monstruo de crueldad e impiedad,
sino también un encarnizado enemigo y perseguidor del pueblo
judío. No habría sido posible pronunciar un nombre más odioso a
oídos judíos que el de Antíoco Epífanes. Fue el Nerón de su
época, el inveterado enemigo de Israel, el profanador del templo,
el sanguinario perseguidor del pueblo de Dios. En el libro primero
de los Macabeos, encontramos el nombre “el hombre pecador” []
dado a Antíoco (1 Mac. 2:48,62), y parece muy probable que el
personaje que nos ocupa estaba destinado a sufrir una suerte
similar a la de Antíoco, el implacable tirano y perseguidor que se
convirtió en monumento a la ira de Dios.
1 Cor. 5:5. “A fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor”.
La frase “los fines de los siglos” [] equivale a “el fin del siglo” [], y
a “el fin” []. Todas se refieren al mismo período, es decir, el fin de
la era, o dispensación, judía, que ahora se acercaba. Se
observará que, en este capítulo, Pablo junta algunos de los
incidentes históricos que tuvieron lugar al comienzo de aquella
dispensación, pues servían de advertencia para los que vivían
cerca de su terminación. Evidentemente, Pablo consideraba la
historia primitiva de la dispensación, especialmente por cuanto
era sobrenatural, como de carácter típico y educativo. “Estas
cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para
amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de
los siglos”. Esto no sólo afirma el carácter típico de la economía
judía, sino que demuestra que el apóstol la consideraba a punto
de expirar.
……….
LA PARUSÍA Y LA “FINAL TROMPETA”
“El fin” (ver. 13) no significa “el fin de mi vida”, como dice Alford.
Es la gran consumación que el apóstol siempre mantiene a la
vista, la meta a la cual avanzaban tan rápidamente tiene un
significado definido y reconocido en el Nuevo Testamento, como
puede verse mediante la referencia a pasajes como Mat. 24:6,14;
1 Cor. 15:24; Heb. 3:16; 6:11, etc.
Gál. 1:4. “El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para
librarnos del presente siglo malo”.
LAS DOS JERUSALENES, LA ANTIGUA Y LA NUEVA
EL DÍA DE LA IRA
Rom. 2:1,16. “Porque todos los que bajo la ley han pecado, por la
ley serán juzgados; en el día en que Dios juzgará por Jesucristo
los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”.
Rom. 8:18-23. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del
tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse [que está a punto de
revelársenos]. Porque el anhelo ardiente de la creación es el
aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la
creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino
por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la
creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la
libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda
la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta
ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos
dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención
de nuestro cuerpo”.
LA IRA VENIDERA
Col. 3:6. “Cosas [la idolatría, entre otras] por las cuales la ira de
Dios viene”.
Hay dos preguntas que surgen del pasaje que tenemos delante:
(1) ¿Qué se quiere decir con “reunir todas las cosas en Cristo”?
(2) ¿Cuál es el período designado como “la dispensación del
cumplimiento de los tiempos”, en el cual ha de tener lugar este
“reunir todas las cosas en Cristo”?
1. Con respecto al primer punto, recibimos gran ayuda de la
expresión que el apóstol emplea en relación con él, es decir, “el
misterio de su voluntad”. Esta es una palabra favorita de Pablo al
hablar de ese nuevo y maravilloso descubrimiento que nunca
dejó de llenar su alma de adoración, gratitud y alabanza – la
admisión de los gentiles a todos los privilegios de la nación del
pacto. Es difícil para nosotros formarnos un concepto del
sobresalto, la sorpresa y la incredulidad que causó en las mentes
de los judíos el anuncio de semejante revolución en la
administración divina. Sabemos que ni siquiera los apóstoles
estaban preparados para ella, y que fue con algo parecido a la
duda y la sospecha con que, por fin, cedieron a la abrumadora
evidencia de los hechos: “¡De manera que también a los gentiles
ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hechos 11:18). Pero,
para el apóstol a los gentiles, este era el glorioso estatuto de la
emancipación universal. De entre todos los hombres, él vio con la
mayor claridad su belleza y su gloria divinas, su trascendente
misterio y maravilla. Vio las barreras de separación entre judíos y
gentiles, la antipatía entre las razas, “la pared intermedia de
separación”, derribadas por Cristo, y una gran familia y una
hermandad formada por todas las naciones, y tribus, y pueblos, y
lenguas, bajo el poder reconciliador y unificador de la sangre
expiatoria. No podemos equivocarnos, pues, al entender este
misterio de “reunir todas las cosas en Cristo” como el mismo que
se explica más plenamente en el capítulo 3:5,6, “misterio que en
otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los
hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y
profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y
miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en
Cristo Jesús por medio del evangelio”. Esta es la unificación, “el
resumen”, o consumación [], a la cual el apóstol se refiere con
tanta frecuencia en esta epístola: “hacer de ambos pueblos uno
sólo”; “crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre”;
“reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo” (Efe.
2:14,15,16). Este era el gran secreto de Dios, que había estado
oculto a las pasadas generaciones, pero que ahora era revelado
a la admiración y la gratitud del cielo y la tierra.
“Que Pablo debió usar “cielo” y “tierra” para los judíos y los
gentiles no se considerará tan extraño si consideramos que
Daniel mismo se refiere a la nación de los judíos con el nombre
de “cielo” (Dan. 8:10). Ni quiere un ejemplo de ello en nuestro
Salvador mismo, quien (Luc. 21:26) con “las potencias de los
cielos” quiere significar claramente los grandes hombres de la
nación judía. Ni es éste el único lugar en esta epístola de Pablo a
los Efesios que lleva esta interpretación de cielo y tierra. Quien
lea los primeros quince versículos del cap. 3 y sopese las
expresiones cuidadosamente, y observe la dirección del
pensamiento del apóstol en ellos, no encontrará que hace
violencia manifiesta al sentido de Pablo si por “familia en los
cielos y en la tierra” (ver. 15) entiende el cuerpo unido de
cristianos, compuesto de judíos y gentiles, que todavía viven
promiscuamente entre estas dos clases de pueblos que
continuaron en su incredulidad. Sin embargo, no estoy seguro de
esta interpretación, sino que la ofrezco como una cuestión de
investigación a los que creen que una búsqueda imparcial del
verdadero significado de las Sagradas Escrituras es la mejor
forma de emplear el tiempo de que disponen”.
EL DÍA DE REDENCIÓN
Efe. 4:30. “El Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados
para el día de la redención”.
La nota de Alford sobre este pasaje (cap. 1:6) merece ser notada:
“Esto supone la cercanía de la venida del Señor. Aquí, como en
otros lugares, los comentaristas han tratado de escapar de esta
inferencia”, etc. Esto es justo; pero la inferencia del propio Alford,
de que Pablo estaba errado, es igualmente insostenible.
LA EXPECTACIÓN DE LA PARUSÍA
CERCANÍA DE LA PARUSÍA
Una de las señales que nuestro Señor predijo que estaría entre
las precursoras de la gran catástrofe que habría de abrumar al
sistema y al pueblo judío era la general y ominosa apostasía de
la fe, que se manifestaría entre los profesos discípulos de Cristo.
La referencia de nuestro Señor a esta apostasía, aunque clara y
directa, no es tan minuciosa y detallada como la descripción que
de ella encontramos en las epístolas de Pablo; de aquí que
infiramos, como también sugiere el lenguaje del primer versículo
de este capítulo, que a los apóstoles se les habían hecho las
subsiguientes revelaciones de su naturaleza y sus
características. En 2 Tesa. 2:3, Pablo la designa como “la
apostasía” que rápidamente presenta los lineamientos del
“hombre de pecado”. Ya hemos señalado la diferencia entre “la
apostasía” y “el hombre de pecado”, y que confundirlos ha sido
un error común, pero egregio. En la secuela, descubriremos que
la descripción que Pablo hace de la apostasía es tan minuciosa
como la que hace del “hombre de pecado”, para permitirnos a la
una tan rápidamente como al otro.
El Fin
Mat. 10:22. “El que persevere hasta el fin, éste será salvo”.
Mat. 24:6. “Pero aún no es el fin” (Mar. 13:9; Luc. 21:9).
Mat. 24:13. “Mas el que persevere hasta el fin, éste será
salvo” (Mar. 13:13).
Mat. 24:14. “Y entonces vendrá el fin“.
1 Cor. 1:8. “El cual también os confirmará hasta el fin“.
1 Cor. 10:11. “A quienes han alcanzado los fines de los siglos“.
1 Cor. 15:24. “Luego el fin“.
Heb. 3:6. “Firme hasta el fin“.
Heb. 3:14. “Firme hasta el fin“.
Heb. 6:11. “La misma solicitud hasta el fin“.
1 Ped. 4:7. “El fin de todas las cosas se acerca”.
Apoc. 2:26. “El que guardare mis obras hasta el fin“.
Los Postreros Tiempos, Los Postreros Días, etc.
1 T i m . 4 : 1 . “ E n l o s p o s t r e r o s t i e m p o s a l g u n o s
apostatarán” [enusteroizkairoz].
2 Tim. 3:1. “En los postreros días vendrán tiempos
peligrosos” [enescataizhmeraiz].
H e b . 1 : 2 . “ E n e s t o s p o s t r e r o s d í a s [ D i o s ] n o s h a
hablado” [epescatoutvnhmerwntoutwn].
Sant. 5:3. “Habéis acumulado tesoros para los días
postreros” [enescataizhmeraiz].
1 Ped. 1:5. “La salvación que está preparada para ser
manifestada en el tiempo postrero”[enkairyescaty].
1 Ped. 1:20. “Manifestado en los postreros tiempos por amor de
vosotros” [epescatoutvncronwn].
2 P e d . 3 : 3 . “ E n l o s p o s t r e r o s d í a s v e n d r á n
burladores” [epescatoutvnhmerwn].
1 Juan 2:18. “Ya es el último tiempo” [escathwra].
J u d a s 1 8 . “ E n e l p o s t r e r t i e m p o h a b r á
burladores” [enescatycrony].
FRASES EQUIVALENTES QUE SE REFIEREN AL MISMO
PERÍODO
El Día
Aquel Día
El Día de Dios
El Gran Día
El Día de la Ira
El Día de la Redención
Efe. 4:30. “Sellados para el día de la redención“.
El Día Postrero
DESCRIPCIÓN DE LA APOSTASÍA
Nada puede ser más seguro que los apóstoles consideraban que
ellos vivían en “los postreros tiempos”. En la secuela, tendremos
ocasión de ver esto claramente demostrado. Mientras tanto,
puede observarse que todos los pasajes dispuestos bajo el
encabezado “Los Postreros Tiempos” en nuestra tabla
escatológica se refieren a la misma gran crisis. Era “el fin de las
edades” [sunteleiatouaivnoz], de lo cual nuestro Señor hablaba
tan a menudo. La apostasía era la predicha precursora del fin.
TIMOTEO Y LA PARUSÍA
Esto implica que Timoteo podría esperar vivir hasta que aquel
suceso tuviese lugar. El apóstol no dice: “Guarda este
mandamiento entre tanto que vivas”, ni “Guárdalo hasta tu
muerte”, sino “hasta la aparición de Jesucristo”. Estas
expresiones no son en modo alguno equivalentes. La
“aparición” [epifaneia] es idéntica a la Parusía, un suceso que
Pablo y Timoteo creían por igual que estaba cerca.
LA APOSTASÍA MANIFESTÁNDOSE YA
“AQUEL DÍA” – ES DECIR, LA PARUSÍA, ESPERADA
LAS ERAS, EDADES, O PERÍODOS MUNDIALES
Este pasaje aclara el tema aún más. Aquí tenemos una de las
eras – el mundo venidero – es decir, no un mundo material, sino
un sistema u orden de cosas análogo a la dispensación mosaica.
Hay una evidente comparación o contraste entre la economía
mosaica y el estado nuevo o cristiano. La primera fue puesta bajo
la administración de ángeles; era “la palabra hablada por
ángeles”; “por disposición de ángeles” (Hechos 7:53); fue
“ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador” (Gál.
3:19). Pero la nueva edad, el reino de los cielos, fue administrado
por uno mayor que los ángeles, el mismo Hijo de Dios; prueba de
la superioridad de la dispensación cristiana sobre la judía.
EXPECTACIÓN DE LA PARUSÍA
Heb. 9:28. “Y aparecerá por segunda vez, sin relación con el
pecado, para salvar a los que le esperan”.
Por supuesto, “el día” significa “el día del Señor”, el tiempo de su
aparición, la Parusía. Ahora se había acercado; no
podían verla acercándose. Sin duda, las indicaciones de su
aproximación predicha por nuestro Señor eran evidentes, y sus
discípulos las reconocieron, recordando sus palabras: “Cuando
veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las
puertas” (Mar. 13:29). No es correcto tergiversar estas palabras
en un sentido no natural o doble, y decir con Alford:
LA PARUSÍA INMINENTE
Ver. 16. “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de
que la promesa sea firme para toda su descendencia; no
solamente para la que es de la ley, sino también para la que es
de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros”.
EXPECTATIVA DE LA PARUSÍA
CERCANÍA DE LA PARUSÍA
“Había dicho antes: ‘La venida del Señor se acerca’; ahora añade
que ‘está delante de la puerta’, una frase que no sólo implica la
certeza, sino lo súbito, del juicio. Véase Mat. 24:33: ‘Sabed que
está cerca, aún a las puertas’, de modo que esta frase da a
entender también la rapidez de la ruina de los judíos”.
PARTE II – LA PAROUSÍA EN LAS EPÍSTOLAS
APOSTÓLICAS – EN LAS EPÍSTOLAS DE PEDRO
EN LA PRIMERA EPÍSTOLA
Es evidente que esta epístola, como la de Santiago, pertenece al
período llamado “los últimos días”. Como el otro testigo y
hermano apóstol suyo, Santiago, Pedro dirige sus exhortaciones
a los cristianos hebreos de la dispersión; porque ésta es la única
interpretación natural del título que se les da en el primer
versículo. El contenido manifiesta de modo suficiente que la
epístola se escribió en un tiempo de sufrimiento por amor a
Cristo. Los discípulos estaban “cargados de muchas tentaciones”,
pero un tiempo de prueba más severo se aproximaba, y por esto
se les exhortaba a prepararse. “Amados, no os sorprendáis del
fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa
extraña os aconteciese” (1 Ped. 4:12). Son consolados, además,
con la expectativa de una liberación rápida y final.
“Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que
habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el
testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta
cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra
sangre en los que moran en la tierra? Y se les dieron vestiduras
blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de
tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y
sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”.
De que este es “el juicio que debe comenzar por la casa de Dios”
apenas puede haber dudas. Hay una manifiesta alusión en el
lenguaje del apóstol a la visión del profeta Ezequiel (cap. 9). El
profeta ve una pandilla de hombres armados encargados de ir
por la ciudad (Jerusalén) y matar a todos los viejos y los jóvenes
que no tuvieran el sello de Dios sobre sus frentes. A los ministros
de la venganza se les ordena comenzar la obra de juicio en la
casa de Dios: “Comenzaréis por mi santuario”. El apóstol ve esta
visión a punto de cumplirse en la realidad. El juicio debe
comenzar por la casa de Dios, y el tiempo ha llegado. Puede ser
una cuestión de si, por la casa de Dios, el apóstol quiere decir el
templo de Jerusalén, como indicaría la profecía de Ezequiel, o la
casa espiritual de Dios, la iglesia cristiana. Puede ser que ambas
ideas estuviesen presentes en su mente, y podrían haber estado,
pues ambas se estaban verificando en ese momento. La
persecución de la iglesia de Cristo ya había comenzado, como
testifica la epístola, y el círculo de sangre y fuego se estrechaba
alrededor de la ciudad y el templo de Jerusalén condenados a la
destrucción.
“Este es el juicio que, aunque debía caer con mayor peso sobre
la Tierra Santa, era claro que debía extenderse a dondequiera
que se encontrasen judíos y cristianos, ‘pues donde estén los
cuerpos muertos, allí se juntarán las águilas’, lo cual debía
comenzar en la casa de Dios, y habría de ser tan severo que ‘los
justos con dificultad se salvarían’. Sólo se salvarían los que
soportasen la prueba, y muchos no la soportarían. Todos los
verdaderamente justos se salvarían; pero muchos que parecían
justos no perseverarían hasta el fin, y por eso no se salvarían,
etc. Algunos han supuesto que la referencia es a la persecución
por parte de Nerón, que precedió por algunos años a las
calamidades que acompañaron a las guerras de los judíos y a la
destrucción de Jerusalén”. Dr. John Brown sobre 1 Ped. vol. 7, p.
357.
ESCATOLOGÍA DE PEDRO
LO REPENTINO DE LA PAROUSÍA
Que “el día de Dios”, “el día de Cristo”, y “el día del Señor” son
expresiones sinónimas que hacen referencia al mismo suceso es
demasiado obvio para requerir prueba alguna. Aquí encontramos
nuevamente lo que tan a menudo hemos encontrado antes – la
actitud de expectación y ese sentido de la cercanía inminente de
la Parusía que es tan característicos de la era apostólica. Es
increíble que todo esto esté basado en un mero engaño, y que la
iglesia cristiana entera, junto con los apóstoles, y el divino
Fundador del cristianismo en persona, estuviesen involucrados
en un error común. Las palabras no tienen ningún significado si
una afirmación como ésta puede referirse a algún suceso todavía
futuro, y quizás distante, que no puede ser “esperado” porque no
está a la vista, ni se puede “apresurar” porque es indefinidamente
remoto.
Hay aquí, sin embargo, una extraña confusión de cosas que son
enteramente diferentes – “el hombre de pecado” y “la apostasía”,
el primero, sin duda una persona, como ya hemos visto; la
última, un principio, una herejía, manifestándose en multitud de
personas. Con esta declaración de Juan ante nosotros – “ahora
han surgido muchos anticristos” – es imposible considerar al
anticristo como un solo individuo. Es verdad que puede decirse
que el anticristo podría estar personificado en cada individuo que
sostuvo el error anticristiano; pero esto es muy diferente de decir
que el error está encarnado y personificado en una persona en
particular como su cabeza y representante. La expresión
“muchos anticristos” prueba que el nombre no es designación
exclusiva de ningún individuo.
ESPERANZA DE LA PARUSÍA
Impiedad,
Sensualidad, Maldad e Insubordinación,
Burlas, Separación cismática,
Negación de Dios y Hipocresía, Murmuración,
Destitución del Espíritu Santo
de Cristo, Vanagloria
Animalismo
NOTA A
Tal era el gobierno instituido por Jehová entre los hijos de Israel –
una verdadera teocracia; la única teocracia verdadera que jamás
existió sobre la tierra. Su carácter nacional, intenso y exclusivo,
merece ser notado de manera particular. Era privilegio distintivo
de los hijos de Abraham, y de ellos solamente: “Jehová tu Dios te
ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los
pueblos que están sobre la tierra” (Deut. 7:6). “A vosotros
solamente he conocido de todas las familias de la tierra” (Amos
3:2). “No ha hecho así con ninguna otra de las naciones” (Sal.
147:20). El Altísimo era el Señor de toda la tierra, pero era Rey
de Israel en un sentido completamente peculiar. Él era el
Gobernante del pacto; ellos eran el pueblo del pacto. Estaban
bajo la más sagrada y solemne obligación de ser súbditos leales
a su invisible Soberano, de adorarle sólo a Él, y de ser fieles a su
ley (Deut. 26:16-18). Como recompensa por su obediencia,
tenían la promesa de ilimitada prosperidad y grandeza nacional;
habrían de ser “exaltados sobre todas las naciones que hizo,
para loor y fama y gloria” (Deut. 26:19); mientras que, por otra
parte, el castigo por su deslealtad y su infidelidad era
correspondientemente terrible; la maldición del pacto
quebrantado les alcanzaría en una señalada y terrible retribución,
que no tendría paralelo en la historia de la humanidad, pasada o
por venir. (Deut. 28).
“ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS”
NOTA B
NOTA C
NOTA D
1. Es seguro que lo que el apóstol quiere decir con “el mundo”,
con su cielo, y la tierra (vers. 5,6), que fue destruida; lo mismo, o
algo de esta clase, quiere decir con los cielos y la tierra que
habrían de ser consumidos y destruidos por el fuego (ver. 7); de
lo contrario, no habría ninguna coherencia en el discurso del
apóstol, ni ninguna clase de argumento, sino una mera falacia de
palabras.
4. Sobre esta base, afirmo que, en esta profecía de Pedro, con
los cielos y la tierra se quiere decir la venida del Señor, el día del
juicio y la perdición de los impíos, que en la destrucción de aquel
cielo y aquella tierra se menciona, no el juicio último y final del
mundo, sino aquella total desolación y destrucción de la iglesia y
el estado judíos, que habría de tener lugar, para lo cual
presentaré estas dos razones, de muchas que podrían aducirse a
partir del texto:
(1) Porque lo que sea que se menciona aquí debía tener peculiar
influencia sobre los hombres de aquella generación. Él habla de
aquello que tenía que ver tanto con los profanos burladores como
con los burlados, y de que, como judíos, algunos de ellos creían
en la fe, y otros se oponían. Ahora bien, no había en aquella
generación ninguna preocupación particular, ni por aquel pecado,
ni por aquellas burlas, en cuanto al día del juicio en general; sino
un alivio peculiar por el uno y un temor peculiar por el otro, que
estaba cercano, en la destrucción de la nación judía; además,
había amplio testimonio tanto por el uno como por el otro del
poder y el dominio del Señor Jesucristo, que era el punto en
disputa entre ellos.
NOTA E
¿Cómo pudo decir Juan que éste era el último tiempo? ¿No ha
durado el mundo casi mil ochocientos años desde que él lo
abandonó? ¿No puede durar muchos años más?
“Muchos les dirán que no sólo Juan, sino también Pablo y todos
los apóstoles, actuaban bajo el engaño de que el fin de todas las
cosas se acercaba en su tiempo. Los que así hablan no están en
general dispuestos a subestimar la autoridad de estos hombres;
algunos adoptan esta opinión prácticamente, aunque puede que
no la expresen en palabras, y sostienen que a los escritores
bíblicos no se les permitía jamás cometer errores ni siquiera en
las cosas más insignificantes. Yo no digo eso; no hará temblar mi
fe en ellos descubrir que se han equivocado en nombres o puntos
cronológicos. Pero, si supusiera que ellos mismos habían sido
conducidos al error, y habían conducido al error a sus propios
discípulos, en un tema tan importante como este de Cristo
viniendo en juicio, y de los últimos días, me sentiría muy perplejo.
Porque es un tema al que ellos se refieren constantemente. Es
parte de su más profunda fe. Se mezcla con todas sus
exhortaciones prácticas. Si se equivocaran aquí, no veo dónde
pueden haber acertado.
PA R T E I I I – L A PA R O U S Í A E N
EL APOCALIPSIS
“Probablemente, el libro de Apocalipsis nunca aceptará una
exposición completamente luminosa, a consecuencia de las
historias que tenemos de los tiempos a los cuales se refiere, y
que no corresponden a la escala ampliada de sus profecías. Pero
la dirección en que es más prudente buscar una solución a sus
enigmas es desde el punto de vista que considera que se escribió
antes de la destrucción de Jerusalén, para animar a aquéllos
cuyos corazones desfallecían de temor por las cosas que
sobrevendrían rápidamente a la tierra; esto es, que el libro tiene
que ver primordial y principalmente con acontecimientos en los
cuales sus primeros lectores se interesaban sólo de manera
inmediata; que despliega una serie de imágenes dudosamente
cronológicas, y quizás parcialmente contemporáneas, de sucesos
que tendrían lugar pronto”. Catholic Thoughts on the Bible and
Theology, cap. 35, p. 361.
Cap. 1:7. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y
los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán
lamentación por él. Sí, amén”.
“He aquí que viene” [Idou, ercetai] corresponde a “He aquí vengo
pronto” [Idou, ercomai], de Apoc. 22:7. Esto puede llamarse la
tónica de Apocalipsis; es la tesis o el texto del todo. Para los que
pueden persuadirse de que no hay ninguna indicación de tiempo
en una declaración como “He aquí que viene”, o que es tan
indefinida que puede aplicarse igualmente a un año, un siglo, o
un milenio, este pasaje puede que no sea convincente; pero para
todo juicio sincero, será prueba decisiva de que el suceso al que
se refiere es inminente. Es la consigna apostólica “¡Maranatha!”,
“el Señor viene” (1 Cor. 16:22). Hay una clara alusión también a
las palabras de nuestro Señor en Mat. 24:30. “Lamentarán todas
las tribus de la tierra”, etc., mostrando claramente que ambos
pasajes se refieren al mismo período y al mismo acontecimiento.
Cap. 1:19. “Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las
que han de ser después de éstas”.
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por
él. Sí, amén”.
LA PRIMERA VISIÓN
1. El membrete.
2. El estilo o título del escritor.
3. Una declaración judicial del estado o carácter de la iglesia a la
que se dirige el mensaje.
4. Una expresión de felicitación o de censura.
5. Una exhortación a la penitencia, o a la perseverancia.
6. Una promesa especial “al que vence”.
7. Una proclamación a todos de que deben oír lo que el Espíritu
dice a cada una.
El punto principal, sin embargo que nos concierne en estas
epístolas a las iglesias es que en cada una de ellas encontramos
una clara alusión a una crisis grande e inminente, en que se ha
de administrar recompensa o castigo a cada uno según su obra.
Nadie puede dejar de impresionarse con las indicaciones de que
una esperada catástrofe está cercana. A Éfeso se le dice:
“Vendré pronto a tí” (2:5); a Esmirna, “Sufrirás tribulación durante
diez días” (2:10); a Pérgamo, “Vendré a ti pronto” (2:16); a Tiatira,
“Retened lo que tenéis hasta que yo venga” (2:25); a Sardis,
“Vendré sobre tí como ladrón” (3:3); a Filadelfia, “He aquí, yo
vengo pronto” (3:11); a Laodicea, “He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo” (3:20). Es imposible concebir que estas urgentes
advertencias no tuviesen ningún significado especial para
aquéllos a quienes estaban dirigidas; que no significasen para
ellos más que lo que significan para nosotros; que se refieran a
una consumación que no ha tenido lugar todavía. Esto sería
privar a las palabras de todo significado. ¿Qué puede ser más
evidente que, en estos pronunciamientos cortos, directos, y
epigramáticos, todo es intensamente evidente, apremiante,
vehemente, como si no debiera perderse ni un momento, y la
negligencia pudiera ser fatal? Pero, ¿cómo podría ser consistente
esta apasionada urgencia con una consumación lejana, que
podría ocurrir en algún distante período de tiempo, que después
de mil ochocientos años está todavía en el futuro? ¿Por qué
recurrir a una explicación tan poco natural y tan insatisfactoria
cuando sabemos que hubo una consumación predicha y
esperada que habría de tener lugar en los días en que florecieron
estas iglesias? Concluimos, pues, que el período de recompensa
y retribución al que se refieren estas epístolas a la iglesias era el
“día del Señor” que se acercaba – la Parusía, que el Salvador
declaró tendría lugar antes de que pasara la generación que
presenció sus milagros y rechazó su mensaje.
LA SEGUNDA VISIÓN
Nada puede ser más vívido ni más dramático que las escenas
que aparecen sucesivamente al abrir el Cordero los sellos. Los
cuatro querubines que guardan el trono, anuncian, uno después
del otro, la apertura de los cuatro primeros sellos, en alta voz,
diciendo: “Ven”. Y al ser abierto cada uno, el vidente contempla
pasar una figura visionaria a través del campo visual, emblema
del contenido de la porción del rollo que se desenrolla. Se
observará que hay una gradación manifiesta en el carácter de
estas representaciones emblemáticas, que aumentan en
intensidad y terror desde la primera hasta la última.
LA TERCERA VISIÓN
LAS SIETE TROMPETAS, CAPS. 8, 9, 10, 11
Ahora hemos llegado al fin de la segunda visión, y podría
suponerse que la catástrofe con la cual concluyó es tan completa
y exhaustiva que no podría haber lugar para ningún cambio
ulterior. Pero no es así. Y aquí tenemos nuevamente que llamar
la atención a una de las principales características de la
estructura del Apocalipsis. No es una secuencia continua y
progresiva de sucesos, sino una representación continuamente
recurrente, básicamente de la misma historia trágica en nuevas
formas y nuevas fases. El Dr. Woodsworth, casi solo entre los
intérpretes de este libro, ha captado esta característica de su
estructura. Al mismo tiempo, cada nueva visión amplía la esfera
de nuestra observación y aumenta el interés por la introducción
de nuevos incidentes y actores.
LA QUINTA TROMPETA
Cap. 10:1-11. “Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto
en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era
como el sol, y sus pies como columnas de fuego. Tenía en su
mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el
izquierdo sobre la tierra; y clamó a gran voz, como ruge un león;
y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”, etc.
“que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del
séptimo ángel, cuando él comience a sonar la trompeta, el
misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos
los profetas”.
Se observará que una parte de los recintos del templo, “el patio
que está fuera del templo” se exceptúa de la medición, y que por
esta razón está asignado – “ha sido entregado a los gentiles”. El
pasaje dice así: “El patio que está fuera del templo déjalo fuera, y
no lo midas”, etc. Hay alguna oscuridad en esta afirmación.
Sabemos que había una porción de los recintos del templo
llamada “el atrio de los gentiles”, pero ese difícilmente puede ser
aquél al que se alude aquí, pues sería extraño decir que el patio
de los gentiles sería dado a los gentiles. Es evidente, también,
que se dice que este abandono del atrio exterior a los gentiles es
algo sacrílego, algo asociado con la afirmación: “Y hollarán la
santa ciudad cuarenta y dos meses”. La razón, pues, de la
exención de la medición del patio exterior es probablemente que
el lugar ya estaba profanado; estaba, pues, “dejado fuera”,
rechazado, como que ya no era un lugar sagrado; era profano e
inmundo, estando en manos, y aún bajo los pies, de los gentiles.
1. Santiago
2. Pedro
Pero, ¿quién es el otro testigo? Parece que aquí quedamos
completamente en la oscuridad. En realidad, Stuart sugiere que
podemos considerar el número dos como meramente simbólico,
pero esto parece una suposición sin fundamento. Además, como
los prototipos de los testigos del Antiguo Testamento, “los dos
ungidos” de la visión de Zacarías, eran dos personas, Zorobabel
y Josué, es congruente que los testigos de Apocalipsis sean dos
personas. Sin duda, el segundo testigo, como el primero, debe
ser buscado entre los apóstoles. Eran pre-eminentemente
testigos cristianos, y poseían en el más alto grado los dones
milagrosos atribuidos a los testigos en Apocalipsis.
“Todo esto”, dice, “crea un fuerte fundamento para inferir que las
tres series de visiones – los sellos, las trompetas, y las copas –
no son continuas, sino que se reanudan: en realidad, no pasan
por el mismo terreno la una con la otra, ya sea en el tiempo o en
la ocurrencia, sino que cada una desarrolla algo que no estaba
en la anterior; y pone el rumbo de la providencia de Dios bajo una
luz diferente. Es verdad que los sellos incluyen las trompetas y
las trompetas las copas; pero no es en una mera sucesión
temporal: la involución y la inclusión son mucho más profundas”,
etc.
LA CUARTA VISION
Hay otra objeción que es fatal para esta interpretación. Está fuera
de los límites que Apocalipsis mismo traza expresamente
alrededor de su escenario y su tiempo de acción. No está entre
las cosas “que deben suceder pronto”. Si fuésemos retrotraídos
para examinar representaciones simbólicas del nacimiento de
Cristo, no estaríamos sobre terreno apocalíptico. Abandonar este
terreno es viajar fuera del registro, dejar la tierra firme de los
hechos históricos, y lanzarnos por el mar sin orillas de la
conjetura, sin brújula y sin estrella.
3. El Hijo Varón
Cap. 12: 5. “Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de
hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y
para su trono”.
4. La Primera Bestia
Cap. 13:1-10. “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar
una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus
cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre
blasfemo. Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus
pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le
dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus
cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue
sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y
adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y
adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién
podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba
grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar
cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra
Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los
que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los
santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu,
pueblo, lengua, y nación. Y la adoraron todos los moradores de la
tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del
Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si
alguno tiene oído, oiga. Si alguno lleva en cautividad, va en
cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto.
Aquí está la paciencia y la fe de los santos”.
El Número de la Bestia
Ahora llegamos a la cuestión que ha puesto a prueba el ingenio
de críticos y comentaristas casi desde el día en que se propuso
por primera vez, y que todavía difícilmente puede decirse que
está resuelta; es decir, el nombre o el número de la bestia. Sin
desperdiciar tiempo en las varias respuestas que se han dado,
puede ser suficiente hacer una o dos observaciones preliminares
acerca de las condiciones del problema.
N = 50 Q = 100
R = 200 S = 60
W = 6 R = 200
N = 50
306 360 = 666.
5. La Segunda Bestia
Cap. 13:11-17. “Después vi otra bestia que subía de la tierra; y
tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba
como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en
presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella
adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada.
También hace grandes señales, de tal manera que aun hace
descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y
engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha
permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los
moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene
la herida de espada y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la
imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar
a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y
grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una
marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese
comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la
bestia, o el número de su nombre”.
Hay dos nombres que pueden competir entre sí por la mala pre-
eminencia del original de esta descripción de la segunda bestia –
Albino y Gessio Floro. Cada uno de ellos fue un monstruo de
tiranía y crueldad, pero el último lo fue más que primero. Antes de
que Gesio Floro llegara al puesto, los judíos tenían a Albino por el
peor gobernador que jamás les había pisoteado con su opresión.
Después de que llegó Gesio Floro, consideraron a Albino un
hombre casi virtuoso en comparación. Floro fue un bellaco digno
de estar al lado de Nerón: un esclavo digno de tal amo.
Cap. 14:13. “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe:
Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en
el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos,
porque sus obras con ellos siguen”.
LA QUINTA VISIÓN
LA SEXTA VISIÓN
1. Hay una presuposición a priori, del tipo más fuerte, contra la
idea de que
Roma es la Babilonia del Apocalipsis. La improbabilidad es
grande aun con
respecto a la Roma pagana, pero mucho mayor con respecto a la
Roma
papal. El propósito mismo del libro excluye la posibilidad de que
Roma sea
representada como uno de los personajes dramáticos. La idea
fundamental
del Apocalipsis, como hemos tratado de demostrar, es la Parusía
próxima
y el juicio de la nación culpable, que la acompañaba. Roma, la
pagana o la
cristiana, queda completamente fuera del campo de visión
apocalíptico, que
está limitado a “las cosas que deben suceder pronto”. Divagar por
todas las
épocas y todos los países en la interpretación de estas visiones
queda
absolutamente prohibido por las expresas y fundamentales
limitaciones
establecidas en el libro mismo.
EZEQUIEL 16 – Contenido
“Y en ella se halló
“Por eso la sabiduría de Dios también dijo:
la sangre de los
Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos,
profetas y de los
a unos matarán y a otros perseguirán, para
santos, y de todos
que se demande de esta generación la
los que han sido
sangre de todos los profetas que se ha
muertos en la
derramado desde la fundación del mundo”.
tierra”.
“Y los diez cuernos que has visto son diez reyes, que aún no han
recibido reino; pero por una hora [o en una hora, —
contemporáneamente] recibirán autoridad como reyes juntamente
con la bestia”.
Se observará que estos “diez reyes” tienen las siguientes
características:
EL HOMBRE DE
LA BESTIA, APOC. 13, 17
PECADO, 2 TES. 2
“Sobre sus cabezas, un nombre
blasfemo” (13:1).
“El hombre de
pecado” (ver. 3).
“Llena de nombres de
blasfemia” (17:3).
“La bestia está… para ir a
perdición” (17:8).
“El hijo de perdición” (ver.
3).
“Y va a la perdición” (17:11).
“Se le dio autoridad para
“Aquel inicuo” (ver. 8).
actuar” (13:5).
“El cual se opone y se
“Se le dio boca que hablaba grandes
levanta contra todo lo que
cosas y blasfemias… abrió su boca
se llama Dios o es objeto
en blasfemias contra Dios” (13:5,6).
de culto” (ver.4).
“Se sienta en el templo de “Y adoraron a la bestia, diciendo:
Dios como Dios, ¿Quién como la bestia? … Y la
haciéndose pasar por adoraron todos los moradores de la
Dios” (ver. 4). tierra [del territorio]” (13:5,6).
“Pelearán contra el Cordero, y el
Cordero los vencerá” (17:14).
“A quien el Señor matará
con el espíritu de su boca,
y destruirá con el
“Y la bestia fue apresada, y con ella
resplandor de su
el falso profeta… Estos dos fueron
venida” (ver. 8).
lanzados vivos dentro de un lago de
fuego que arde con azufre” (19:20).
“Cuyo advenimiento es por
“Y el dragón le dio su poder” (13:2).
obra de Satanás” (ver. 9)
“También hace grandes señales, de
“Con gran poder y señales
tal manera que aun hace descender
y prodigios
fuego del cielo a la tierra delante de
mentirosos” (ver. 9).
los hombres” (13:13)
“Con todo engaño de
iniquidad para los que se
pierden” (ver. 10).
“Engaña a los moradores de la tierra
con las señales que se le ha
permitido hacer en presencia de la
“Por esto Dios les envía
bestia” (13:14).
un poder engañoso, para
que crean la mentira” (ver.
11).
“Para que sean
“Si alguno adora a la bestia y a su
condenados todos los que
imagen… él también beberá del vino
no creyeron a la
de la ira de Dios” (14:9,10).
verdad” (ver. 12).
LA CAÍDA DE BABILONIA
“De algún modo, aquel período”, nos cuenta, “había sido tan
prolífico en iniquidades de todo tipo entre los judíos, que ninguna
obra malvada había quedado sin ser perpetrada… tan universal
era el contagio tanto público como privado, y tal era el esfuerzo
por superarse los unos a los otros en actos de impiedad hacia
Dios y de injusticia hacia el prójimo”.
Puede que se diga que esto es poesía, y sin duda lo es; pero
también es historia. Tan total fue la destrucción de Jerusalén, que
Josefo dice: “Ya no había nada que hiciera pensar a los que
visitaban el lugar que alguna vez había sido habitado”.
Pero la venida del reino está asociada con otros sucesos, siendo
uno de los principales “las bodas del Cordero”, para las cuales se
da ahora la nota de preparación, aunque los detalles del suceso
se reservan para la séptima y última visión. Es evidente que las
nupcias del Cordero se anuncian proféticamente, de acuerdo con
el uso frecuente en Apocalipsis. Esta unión pública y solemne de
Cristo con su iglesia es lo que se prefigura en las parábolas de la
fiesta de bodas (Mat. 22) y de las diez vírgenes (Mat. 25). Es la
cena de bodas del gran Rey, a la cual rehúsan venir los primeros
invitados, que maltrataron y mataron a los mensajeros del rey.
Ahora les ha sobrevenido el juicio: “El rey envió sus ejércitos, y
destruyó a aquellos asesinos, y quemó su ciudad” (Mat. 22:7).
“Hay que confesar que en tacei [en breve] contiene, entre otros
períodos, uno de mil años. ¿Sobre qué principio debemos afirmar
que no abarca un período vastamente superior a éste en su
contenido total?”
“La porción del libro que contiene esto [la referencia a un período
distante] es tan pequeña, y la parte del libro que se cumplió en
breve es tan grande, que no se puede construir ninguna dificultad
razonable con respecto a la afirmación que tenemos delante.
‘Cuán en tacei, es decir, en breve, ocurrieron realmente las cosas
a causa de las cuales se escribió el libro principalmente”.
La verdad es que algunos intérpretes intentan salvar la dificultad
suponiendo que los mil años, siendo un número simbólico,
pueden representar un período de muy corta duración, y así,
intentan poner el todo dentro de los límites apocalípticos
prescritos; pero este método de interpretación nos parece tan
violento y antinatural que no dudamos en rechazarlo. El acto de
atar y encerrar al dragón ciertamente cae dentro del “en breve”
de la declaración apocalíptica, porque coincide, o casi coincide,
con el juicio de la ramera y de la bestia; pero se afirma
claramente que el término de la prisión del dragón es de mil años,
y así, tiene que pasar necesariamente más allá del campo visual
tan estricta y tan constantemente limitado por el libro mismo.
Creemos, sin embargo, que éste es el solitario ejemplo que el
libro entero contiene de esta excursión más allá de los límites del
“en breve”, y concordamos con Stuart en que no se puede
construir ninguna razonable dificultad a cuenta de esta sola
excepción de la regla. Al continuar, también descubriremos que
los sucesos a los que se aluden como teniendo lugar después de
la terminación de los mil años se predicen como en una profecía,
y no se representan como en una visión. En realidad, parece
evidente que el pasaje, cap. 20:5-10, es introducido
parentéticamente, interrumpiendo la continuidad de la narración,
que se reanuda nuevamente en el ver. 11, como veremos.
Una cosa más hay que notar, y es que no se dice que el reino de
los santos que sufren y testifican, y de todos los que tienen parte
en la primera resurrección, está en la tierra. Ellos viven y
reinan “con Cristo”; están “con él donde él está, contemplando su
gloria”.
LA SÉPTIMA VISIÓN
LA SANTA CIUDAD, O LA ESPOSA
1. 21; 22:1-5
PRÓLOGO A LA VISIÓN
5. 21:9-27; 22:1-5.
Habiendo llegado así a la conclusión de que aquí se quiere
significar el estado celestial, no seremos culpables de la
presunción y la estupidez de entrar en ninguna explicación
detallada de los símbolos mismos. Hay una aparente confusión
de las figuras con las cuales se representa la nueva Jerusalén,
siendo descrita a veces como una ciudad, a veces como una
esposa. La misma figura doble se emplea en la descripción de la
ramera, o antigua Jerusalén, que es representada a veces como
una mujer y a veces como una ciudad. En la séptima visión, la
figura de la desposada es dejada a un lado casi tan pronto como
es introducida, y la totalidad del resto de la descripción se ocupa
de los detalles de la arquitectura, la riqueza, el esplendor, y la
gloria de la ciudad. Algunos de los rasgos se derivan
evidentemente de la ciudad visionaria contemplada por Ezequiel;
pero hay esta notable diferencia, que, mientras el templo y sus
prolijos detalles ocupan la parte principal de la visión del Antiguo
Testamento, no se ve ningún templo en absoluto en la visión
apocalíptica — quizás por la razón de que, donde todo es santo,
ningún lugar es más santo que otro, o porque la presencia de
Dios se manifiesta plenamente, el lugar entero se convierte en un
gran templo.
Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las
hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que
me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas;
porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de
los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. Y me
dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el
tiempo está cerca. El que es injusto, sea injusto todavía; y el que
es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la
justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí
yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a
cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el
principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que
lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para
entrar por las puertas de la ciudad. Mas los perros estarán fuera,
y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y
todo aquel que ama y hace mentira.
Por estas razones, así como por las enseñanzas del Apocalipsis
y el resto de las escrituras del Nuevo Testamento, llegamos a la
conclusión de que, en los días de Juan, la iglesia cristiana entera
creía universalmente que la Parusía estaba cercana. Era la
promesa de Cristo, la predicación de los apóstoles, la fe de la
iglesia. También se nos enseña la importancia de aquel gran
acontecimiento. Marcó una nueva época en la administración
divina. Hasta que ese suceso tuvo lugar, la completa
bienaventuranza del estado celestial no se abrió para las almas
de los creyentes.
RESUMEN Y CONCLUSIÓN
3. Nuestro Señor afirma la misma pronta venida del juicio sobre
el territorio y el pueblo de Israel; además, enlaza este juicio con
su propia venida en gloria – la Parusía. Este acontecimiento
sobresale de modo prominente en el Nuevo Testamento; a esto
se dirigen todos los ojos, a esto apuntan todos los mensajeros
inspirados. Está representado como el núcleo y el centro de un
racimo de grandes sucesos; el fin del tiempo, o culminación de la
economía judía; la destrucción de la ciudad y el templo de
Jerusalén; el juicio de la nación culpable; la resurrección de los
muertos; la recompensa de los fieles; la consumación del reino
de Dios. Se declara que todas estas transacciones coinciden con
la Parusía.
NOTA A
“El punto más curioso es que existe una lectura muy antigua que
da 616. Esta podría ser la obra de un lector latino de Apocalipsis
que había encontrado la solución, pero que pronunciaba Nerón
como los romanos, mientras que el escritor de Apocalipsis lo
pronunciaba como los griegos y los orientales. La remoción de la
N final da cincuenta menos”.
NOTA B
Este libro estaba listo para entrar en prensa antes de que el autor
tuviese la oportunidad de consultar la detallada obra del Dr.
McDonald, Vida y Escritos de Juan. Aunque no puede decirse
que el Dr. McDonald hace por Juan lo que Conybeare y Howson
hacen por Pablo, hay mucho de valioso en su obra. Es
especialmente gratificante para este autor descubrir que, acerca
de la difícil cuestión de “los dos testigos”, el Dr. McDonald ha
llegado a una conclusión casi idéntica a la del autor. Parecería,
sin embargo, que con el Dr. McDonald esto sería una feliz
adivinanza. Paley dice: “Él descubre lo que prueba”; y el Dr.
McDonald no ha profundizado en la investigación del problema.
FIN