Cómo Gestionar Las Emociones

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CONCIENCIA PLENA DE LAS EMOCIONES

CÓMO GESTIONAR LAS EMOCIONES NEGATIVAS.


MEDITACION-MINDFULNESS.COM

“DEBEMOS APRENDER A GESTIONAR LAS EMOCIONES SIN REPRIMIRLAS

PERO SIN DEJAR QUE NOS TOMEN COMO REHENES” - Lawrece Parson

Si algo nos hace sentirnos realmente vivos es sentir. Nuestro cuerpo

evidencia ese flujo energético con la risa, el llanto, el grito… es

evidente que está pasando algo. Algo ha cambiado en el entorno, la

emoción se manifiesta, el cuerpo la expresa y la mente contribuye a

darle sentido al proceso.

Estamos acostumbrados a clasificar las emociones como buenas o malas

y todas están al servicio de nuestra vida, de nuestra supervivencia. Nos dan

información sobre los cambios del entorno y nos ayudan a adaptarnos a él.

Te invito a dejar de hablar de las emociones como buenas o malas y

clasificarlas de forma más útil en función de si la respuesta corporal

percibida es expansiva o contractiva. De este modo, observando si se

expande o contrae tu cuerpo, tendrás más información para saber que

emoción estás experimentando en cada momento.

La secuencia, simplificando, sería la siguiente: Percibes a través de los

sentidos algo nuevo en el entorno, los sentidos mandan la información al

sistema nervioso central y este envía señales en función de la necesidad

para que se produzcan sustancias y señales nerviosas que adecuen tu


respuesta emocional ante ese estímulo percibido.

La emoción implica un componente fisiológico regido por nuestro

sistema nervioso central y autónomo, un componente energético que

hace que esa emoción fluya a través de nuestros canales energéticos o se

quede bloqueada desvitalizando el sistema, un componente cognitivo a

nivel consciente e inconsciente que influye en la vivencia subjetiva de la

experiencia y un componente conductual que puede ser adaptativo o no

en función del resultado final del proceso.

Un ejemplo práctico de esto sería: veo un coche acercándose de repente a

toda velocidad cuando voy a cruzar la calle, siento miedo, mi pulso se

acelera, recibo una descarga de adrenalina que me ayuda a actuar con

prontitud y huyo rápidamente dando un salto hacia atrás, de forma más o

menos consciente, motivada por esa emoción que me pone a salvo de

forma adaptativa.

La neurociencia confirma que toda experiencia sensorial tiene un

tono emocional, una cualidad que en función de cada individuo

puede ser agradable, desagradable o neutra.

Es importante distinguir entre emoción y sentimiento. La emoción es del

presente, atiende a mecanismos de supervivencia y adaptativos. Los

sentimientos son la toma de consciencia de esas emociones pasadas por el

filtro de nuestras creencias en función de la historia vivida.

Por lo general son procesos más complejos que no requieren de


respuestas tan inmediatas.

Los últimos estudios reducen las emociones básica a estas cuatro:

Emociones básicas

Miedo

Es la emoción raíz, la más ligada a nuestra supervivencia. Nos pone a salvo

de los peligros y nos avisa de que tenemos delante una amenaza y que tal

vez no tengamos los recursos necesarios para salir airosos de la situación.

Subyace a otras como la rabia y la tristeza.

Es altamente condicionable y susceptible de generalización. Esto hace que

ante un estímulo similar al que genera una amenaza real, sintamos un

miedo que nos pone en alerta, “por si acaso”. Este condicionamiento nos

impele continuamente a la búsqueda de seguridad, que llevado al extremo

nos genera un “sin vivir”.

La ansiedad tiene mucho que ver con esto y con el miedo basal que

experimentamos por el hecho de venir al mundo y salir del vientre de

nuestra madre.

Con frecuencia, el miedo surge en nuestro discurso mental referido a los

recuerdos pasados que lo generaron o anticipando a futuro posibles

amenazas, lo hacen desadaptativo y genera una sensación desagradable

de la que solemos querer escapar tanto a nivel físico como mental. A esto
se le llama evitación experiencial y ya sabes que aquello que quieres evitar,

aquello a lo que te resistes, persiste.

Lo que nos genera sufrimiento no es la emoción en sí misma sino

nuestra resistencia a la misma y el discurso mental que va asociado

a ella.

Puedes identificar a través del cuerpo que tienes miedo cuando; se

activan los mecanismos de lucha, huida o bloqueo, cuando tiemblas,

sientes tensión en los hombros y el cuello, se te queda la cara blanca, te

encoges o gritas.

En función de esta respuesta corporal, clasificaremos el miedo como

emoción contractiva.

Rabia o enfado

Esta emoción, que a menudo es mal vista por el entorno, nos ayuda a

poner límites cuando sentimos que alguien los rebasa y a salvar obstáculos

con ese punto de speed que a nivel físico nos genera.

Cuántas veces gracias a la rabia hemos superado retos que nos

han hecho evolucionar y cuantas veces esa rabia reprimida ha

consentido el abuso y nos ha hecho enfermar.Puedes reconocer

que estás experimentando rabia cuando se te pone la cara roja,

se te energetizan los miembros, gesticulas con movimientos

amplios y rápidos, alzas la voz y te descubres en actitud

amenazante.
Tristeza o pena

La tristeza va ligada a la pérdida. Nos sentimos tristes fundamentalmente

cuando vivimos un duelo (cambio que implica pérdida), por algo que

hemos perdido o que creemos que hemos perdido con el cambio que

acaba de suceder, que era significativo para nosotros y nos producía

bienestar.

Puedes identificar que estás experimentando tristeza cuando tu cuerpo

se encoge como forma de acompañar el deseo de introspección y

recogimiento. No tienes ganas de hablar, se te pone un nudo en la

garganta, lloras, te lamentas y sientes que te falta energía.

Esa introspección a menudo nos lleva a una íntima conexión con nosotros

mismos que muchas veces potencia nuestro lado creativo. ¡Cuantas

canciones de amor se han compuesto desde este estado de abandono y

pérdida!.

Por otro lado, la tristeza nos ayuda a valorar lo que es importante para

nosotros, establecer nuestra escala de prioridades y ser coherentes

con ella. También fomenta la compasión y la empatía en nuestro

entorno, estrechando los vínculos afectivos.

Alegría

La alegría está ligada a nuestra supervivencia básicamente porque nos

ayuda a vincularnos con nuestro grupo de pertenencia y socializar.

La alegría nos invita a compartir, expresarnos y abrazar la vida.

Es expansiva. El reflejo más claro a nivel corporal es la expansión del


rostro al esbozar una sonrisa, al reír, al sentir que se nos abre el pecho que

alberga el corazón y nos sentimos conectados con la vida. Cuando estamos

alegres sentimos el cuerpo ligero, energetizado, aflora nuestro sentido del

humor, tenemos ganas de compartir, jugar, explorar…

La meditación Mindfulness ayuda a desarrollar el lóbulo prefrontal

izquierdo que es el área del cerebro que se activa cuando

sentimos alegría. Meditar nos ayuda a cultivar la alegría incausada

que subyace en cada uno de nosotros de forma natural.

Hablarte de estas cuatro emociones básicas, me hace reflexionar sobre los

géneros cinematográficos. Vamos al cine a ver películas de miedo,

películas de acción que nos conectan con la rabia, dramas que nos hacen

llorar o comedias que nos hacen reír. Nos gusta ir al cine a emocionarnos,

nuestro cuerpo de forma natural está ávido de estímulos y el cine nos hace

sentirnos vivos :).

Mindfulness para gestionar las emociones difíciles

Podemos ver el flujo emocional como un caudal de agua por el que van

fluyendo las emociones que atraviesan nuestro cuerpo, dejando ese

mensaje que tienen para nosotros. A menudo en nuestro huir de lo

contractivo, nos gustaría cerrar el grifo de la tristeza o del miedo y abrir a

tope el de la alegría, pero esto no funciona así.

Cuando empezamos a cerrar los grifos, el agua, la energía, deja de fluir y

perdemos vitalidad. Dejamos de sentir, de vivir plenamente y nos

privamos del aprendizaje que las emociones nos traen.

A veces nos dan ganas de ponernos un traje neopreno y que nada nos
afecte, que todo lo que nos hace sentir mal nos resbale, pero en ese

querernos aislar de las emociones difíciles nos negamos a nosotros

mismos, nos aislamos de la vida y generamos incoherencia e

incomodidad.

Cuando generamos resistencias ante ese caudal emocional, es como si

fuésemos construyendo diques con nuestro cuerpo que es el que

almacena la energía bloqueada y que tarde o temprano se resentirá. El

otro inconveniente de oponer resistencia al caudal emocional es que

corremos el peligro de que nos arrastre, que coja cada vez más fuerza con

esa oposición y que acabemos a la deriva perdiendo el control.

Estar presentes en la emoción implica hacernos permeables a

ella para que nos atraviese sin que nos arrastre.

Dicho todo esto vamos con la práctica, esta es la propuesta:

8 claves claves para gestionar las emociones difíciles desde la atención

plena.

1.-Párate y observa.

Cuando una emoción intensa y desagradable aparece, haz una pausa y

lleva la atención a ese incipiente proceso interno que está teniendo lugar,

en vez de seguir irreflexivamente el impulso.


2.-Respira hondo para dejar espacio a la emoción.

Lleva la atención al cuerpo para identificar la zona en la que se produce la

tensión o la contracción. Lleva tu respiración a esa parte de tu cuerpo para

poder generar un espacio alrededor para que se manifieste en lugar de

bloquearla.

3.-Toma conciencia de la emoción, nombrala.

A través de observar cómo se manifiesta la emoción en tu cuerpo puedes

reconocerla. “Me tiemblan las piernas, esto es miedo”. Ábrete

intuitivamente a lo que te quiere decir ¿Qué necesidad expresa? ¿A qué te

impulsa? ¿Para que está este miedo aquí? ¿De qué te quiere proteger?.

4.-Aceptar y permitir.

Permítete sentir la emoción en lugar de bloquearla. Permítete sentir rabia,

ira, miedo... tienes todo el derecho a sentir cada una de esas emociones y

es sano que las sientas.

En lugar de oponerte a la emoción dile “SI”, dale espacio para que se

manifieste y reconoce que está ahí, por mucho que te duela. Cuanto

menos te resistas, antes se desvanecerá porque ya habrá hecho su función.

5.-Se amable contigo.

Lleva una atención amable y cariñosa (no criticona ) a esa emoción que

sientes del mismo modo en que calmarías y cuidarías a un niño o a tu

mejor amigo.

Reconócete amablemente en tu humanidad (no eres un robot, todos nos

enfadamos, todos cometemos errores, todo ser humano siente tristeza) ,

incluso con esta emoción que te perturba.


6.-Suelta y dejar ir.

Es el momento de dejar ir la emoción, eso es parte de ti pero tú no eres

eso, es sólo una emoción con sus sensaciones físicas. No la alimentes con

tus pensamientos y despídete de ella para dejarla ir para que pueda

llegar la calma.

Reconoce que sientes una emoción dolorosa y que ésta, como todo en la

vida, tb pasará , no te aferres a ella.

“ siento rabia en este momento , pero mi vida no es sólo ira”... déjala ir y

centra tu atención en el ahora.

7.-Actuar o no actuar.

Una vez te has podido despedir la emoción, es el momento de actuar. Si la

situación requiere una acción por tu parte, este es el momento de tomar la

decisión pertinente y dar la respuesta adecuada, no desde la emoción que

ya habrá perdido fuerza al ser reconocida, sino desde la conciencia.

La mayoría de las veces esa emoción difícil está ahí para que pongas

conciencia en ti y no es necesario que hagas nada más.

¿Qué aprendizaje has obtenido en este momento de tu vida y de tí mismo?

8- Agradece.

Esa emoción por muy difícil que sea está ahí al servicio de tu vida, de tu

evolución. Agradece el proceso, el aprendizaje, las tomas de consciencia y

el haber sido capaz de vivirla con presencia.

La meditación Mindfulness nos ayuda a ejercitar una atención

calmada y despierta que nos capacita enormemente para la


gestión emocional. Desarrollamos una visión clara sobre las

emociones sin identificarnos con ellas, que nos permite descifrar

sus mensajes y percatarnos de la acción necesaria.

Cuando estamos presentes en la emoción, podemos actuar desde

la conciencia, desactivando la respuesta automática. Desde ahí se

abre un mundo de posibilidades de crecimiento, de salud y

libertad.

Espero que este artículo te ayude a entender, aceptar y gestionar mejor

esas emociones difíciles que puedan aparecer en tu día a día.

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