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Metafísica VII

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La entidad (ουσία): Esencia y Forma

en el Libro Ζ de la Metafísica
Aureliano Castillo León

Introducción

El hilemorfismo aristotélico –que se hace patente sobre todo al final del libro Z de la
Metafísica –consiste en la comprensión de los individuos sensibles como compuestos de
materia y forma; es decir, cada individuo sensible consta de una materia sensible
configurada según una cierta forma. Esta noción de hilemorfismo resulta un útil hilo
conductor a la hora de intentar explicar el desarrollo del séptimo libro de la Metafísica.

La investigación que lleva a cabo Aristóteles en este libro pretende explicar qué es la
entidad de las cosas. Aquí se suscita un primer punto que requiere explicación: El término
griego que Tomás Calvo traduce por entidad1 es ουσία (usía), que también puede traducirse
como sustancia; esto quiere decir que aquello por lo que Aristóteles se pregunta en el libro
Z es justamente aquello que hace que los individuos sean lo que son, aquello sobre lo que
ocurren los accidentes que distinguen a tales individuos. Sin embargo, los accidentes no son
aquello que los hace ser lo que son, puesto que no ocurren de manera necesaria. Por
ejemplo, que una manzana particular sea roja no es lo que la hace ser manzana –puesto que
siendo de otro color seguiría siendo manzana), sin embargo la característica que posee de
ser-roja no subsiste por sí misma, sino que recae sobre algo más –la sustancia. Ahora bien,
esta sustancia resulta entonces lo que hace que la manzana –en tanto individuo sensible –
sea lo que es y, por ello, puede entenderse también como entidad.2

En este breve trabajo intentaré exponer –tomando como eje de tal exposición, como ya he
dicho, la noción del hilemorfismo –lo que me parece fundamental en la investigación
aristotélica sobre la entidad; a saber, el paralelismo entre esencia y forma cuando de los
individuos se trata. Comenzaré explicando la noción de esencia y seguiré con la de forma,
para concluir intentando explicar cómo es que Aristóteles cierra el Libro Z a partir de ellas.

1
Metafísica, Aristóteles. Editorial Gredos, Biblioteca Clásica Gredos; Trad. Tomás Calvo Martínez.
1ª Edición, Madrid 1994. Cuarta reimpresión, 2008. ISBN: 978-84-249-1666-2.
2
Vocablo de origen latino que proviene del participio presente del verbo esse (ser).
Esencia y Forma en el Libro Z de la Metafísica
Aureliano Castillo León
La Definición y la Esencia

Dice Aristóteles en 1041a25 que, lógicamente hablando –es decir, desde el ámbito de
enunciación –la causa de una cosa es su esencia. En este sentido, esencia se comprende
más claramente como lo que se dice de un sujeto de manera necesaria –es decir, necesaria y
no accidentalmente.

Según lo anterior, podemos entender la esencia de una cosa como el conjunto de predicados
que se enuncian de ella de manera necesaria. El término que en este punto es traducido del
griego como esencia es la frase griega τό τί ἧν εἴναι que, literalmente, se traduce como lo
que fue antes de ser. En este caso, me parece, es apropiado pensar que –dado que el mismo
Aristóteles remite el uso de este término a una explicación lógica (o discursiva) –el ‘antes
de ser’ no es aquí una determinación temporal de carácter ontológico (es decir, que refiera a
la existencia real de cosa alguna), sino más bien de carácter conceptual. Esto es, se refiere a
todos aquellos enunciados que responden a la pregunta sobre qué es lo que algo es.

Con lo anterior en mente, es claro por qué Aristóteles da tanto peso a la definición de algo
al hablar de su esencia. La esencia como definición es para Aristóteles lo que responde qué
es lo que una cosa es en el sentido lógico. Ahora bien, varios de los capítulos del libro Z
son dedicados por él a la aclaración de en qué casos hay definición de algo y en qué otros
no. Debo reconocer, llegado este punto, que aún hay muchos aspectos de la exposición
aristotélica respecto a las definiciones y sus múltiples casos que me parecen difíciles de
entender a cabalidad; sin embargo, creo que puedo resaltar aquí los puntos que me han
resultado de fácil acceso para la comprensión de la esencia como definición.

En primer lugar, es fundamental comprender que el género (aquello que se predica de


manera universal de algo) no forma parte de la esencia por sí mismo. Esto se debe a que,
sin importar de qué definición se trate, el género no subsiste de manera independiente a las
diferencias específicas que lo acotan al realizarse la definición de algo que participa de tal
género. En segundo lugar tenemos, entonces, que la definición (y, por tanto, la esencia) se
da en las diferencias específicas y, en particular en la última de ellas; si es que la diferencia
inmediata anterior puede aún especificarse en diferencias, por así decirlo, internas, la
definición recaerá en aquella diferencia que determine de manera última al género.

2
Esencia y Forma en el Libro Z de la Metafísica
Aureliano Castillo León
La Materia y la Forma

Del mismo modo en que Aristóteles señala que el género no es parte de la esencia –salvo
en tanto es determinado por las diferencias específicas –, tenemos también que la materia
no puede ser parte de la entidad, sino sólo como aquello que es determinado en cierta
forma. De lo contrario, la materia no resulta en sí misma la entidad, puesto que lo único que
se tiene al considerar la materia sin determinación alguna es una especie de nada sensible
(por ponerle alguna etiqueta) que no es conocible.

¿Qué es, entonces, lo que determina a la materia de modo tal que no sea solamente una
nada sensible para más bien considerarse entidad (o parte de ésta)? En el capítulo 17 del
libro Z, Aristóteles habla acerca de la forma como causa de los individuos. Si pensamos la
forma como la configuración de los elementos que componen a tal o cual individuo,
tenemos que estos elementos son la parte material del individuo y su forma es la
configuración que hace de ellos el individuo particular que se analice.

“De este modo, en efecto, lo que se pregunta es algo respecto de otra cosa. Así también,
«¿por qué estos materiales –por ejemplo, maderas y piedras –son una casa?»3 Lo que
tenemos, dice Aristóteles en este punto, es una pregunta por lo que causa que la materia
esté configurada en una cierta forma. El uso ambiguo que he hecho de la palabra forma en
la oración anterior se presenta ahora como un interesante juego de palabras, justamente
porque la respuesta que da Aristóteles a la pregunta (que podría generalizarse como ¿por
qué la materia es algo en específico?) es que la causa de la materia –en su determinación –
es la forma. De este modo, la forma es precisamente la configuración que determina a la
materia en tanto material del que se compone un individuo.

Aquí aparece la noción que anuncié como hilo conductor de este trabajo; el hilemorfismo
aristotélico es justamente la concepción de la realidad como la necesaria configuración de
la materia por parte de la forma; es decir, no hay realidad que no se componga por materia
y forma. De este modo, resulta que la material indeterminada no es, en sí misma, algo real,
como tampoco lo son las formas en sí mismas. Esto es una clara oposición al platonismo.

3
Metafísica, 1041a25.

3
Esencia y Forma en el Libro Z de la Metafísica
Aureliano Castillo León
Conclusión: La entidad: Esencia y Forma

La razón por la que cerré la introducción del presente trabajo anunciando al hilemorfismo
como hilo conductor de mi exposición es que –a pesar de que éste no es patente en el
tratamiento aristotélico de las definiciones y la esencia –, como dice Tomás Calvo en la
nota 105 al libro Z, “[…] A la esencia, en tanto que noción contenida en la definición (es
decir, considerada logikôs), corresponde la forma desde el punto de vista de la realidad
(physikôs).”4 Lo que esto quiere decir es que, como señalaba en la mencionada
introducción, hay un paralelismo entre esencia (entidad en sentido lógico) y forma (entidad
en sentido real, u ontológico); ambos términos designan a la entidad, a lo que hace que
algo sea lo que es, pero mientras el primero lo hace desde el carácter lógico de la definición
en el modo de enunciar lo que algo es, el otro designa lo que algo es desde su caracter real;
es decir, desde las determinaciones actuales de la materia que resultan necesarias para que
el individuo en cuestión (resultado de la configuración de la materia misma) sea lo que es.

Una consideración final sobre la forma y la esencia que me parece pertinente para cerrar
esta exposición es que ambas van más allá del conjunto de los elementos que se configuran
en el individuo particular o en su definición. Es más, la forma, si bien es algo que configura
los elementos para que estos terminen siendo algo, no es ella misma elemento dentro de la
configuración5 de los individuos. Del mismo modo, manteniendo el paralelismo antes
señalado, no es la esencia elemento de la definición, sino aquello que une los elementos de
la enunciación, tal como la forma es aquello que une los elementos materiales en una cierta
configuración.

Bibliografía:

ARISTÓTELES, Metafísica. Editorial Gredos. Biblioteca Clásica Gredos #200. Trad.:


Tomás Calvo Martínez. 1ª Edición, Madrid, 1994. 4ª Reimpresión, Madrid, 2008.
ISBN: 978-84-249-1666-2.

4
Metafísica de Aristóteles, Editorial Gredos. p. 339.
5
Metafísica, 1041b25 ss.

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