Evaluación ABP
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Resumen
Introducción
En los últimos años, el ABP se ha constituido como una forma alternativa de enseñar y
aprender en el área de la salud, incluso su aplicación ha traspasado este campo hacia la
enseñanza de la física, ingeniería, economía, ciencias sociales, entre otras.1-3 Esta
situación ha generado la necesidad de desarrollar una nueva racionalidad evaluativa
para valorar los aprendizajes de los estudiantes, la que debiera estar fundamentada en
nuevas formas de entenderla y en la aplicación de enfoques que permitan orientar el
diseño y la implementación de diversos protocolos evaluativos.
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En el caso de los docentes se espera, por otro lado, un cambio de mentalidad, a partir del
cuestionamiento de sus creencias, teorías implícitas, y otros tipos de "presunciones
subyacentes" personales e institucionales, que favorezca la orientación de una práctica
evaluativa diferente, con una mayor preocupación por los diversos ritmos y estilos de
aprendizaje de los estudiantes, con énfasis en la intencionalidad formativa de la
evaluación, en el contexto de una mirada apreciativa preocupada tanto por el proceso
como por el producto y con la aplicación de distintos procedimientos e instrumentos
evaluativos, para dar cuenta de los principales aprendizajes que el estudiante debe lograr
en su formación profesional, como las competencias vinculadas al conocimiento, ya sea
como información y entendimiento, desarrollo del pensamiento, valores, actitudes y
habilidades.
Los docentes deben comprender, y también aquellos que ejercen el liderazgo en las
unidades académicas, que su práctica evaluativa no debe circunscribirse al acto formal
de una prueba de papel y lápiz al finalizar una determinada unidad o actividad
curricular, sino que además debe contemplar el desarrollo de actividades permanentes
de indagación y reflexión, en conjunto con sus estudiantes, acerca del rol que cumple
como tutor y del desempeño alcanzado, identificando las fortalezas y debilidades de su
quehacer docente como agente facilitador del aprendizaje de sus estudiantes.
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Aprendizajes que no sólo se refieren a sus capacidades cognitivas sino también a sus
actitudes y habilidades, como lo demanda la racionalidad evaluativa que se orienta por
el enfoque comprensivo. Esta postura de reflexión crítica permanente, le permite al
profesor apreciarse a sí mismo, a modo de autoevaluación, por medio de la
confrontación entre su rutina evaluativa y los desafíos evaluativos que emanan de la
aplicación de la técnica del ABP, en el marco de su quehacer. En este sentido, Ríos6
plantea que ... “esta transformación de la mentalidad se relaciona con ideas, creencias y
comportamientos que le han impedido [a los docentes] cuestionar la rutina pedagógica
que han construido a través de su ejercicio profesional. Estos nuevos pensamientos y
afectividades del profesor se materializaría esencialmente en el ámbito del aula, por
medio del cambio metodológico [y evaluativo], el que busca aumentar la actividad y
participación del alumno, y disminuir, en consecuencia, el protagonismo lectivo del
docente, a la manera tradicional”.
Este requerimiento para el desarrollo profesional de los docentes, debe ser acompañado
por la modificación de otros aspectos y procesos vinculados al tipo de organización
universitaria y al tipo de liderazgo académico que realizan los directivos, el cual debe
ser desarrollado más desde una lógica transformacional que desde el insuficiente estilo
administrativo-burocrático,8 que aún se observa, a pesar de la racionalidad participativa
que subyace en los planteamientos educativos que se promueven actualmente en la
educación superior.
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La evaluación de pares consiste en la valoración que realiza una persona sobre otra, en
relación a su actuación, rendimiento, desempeño, etc. Se basa en que los sujetos
presentan ciertas características personales comunes, como en el caso de los estudiantes.
Su aplicación puede favorecer su formación relacionada con la emisión de juicios
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responsables sobre otros a partir de la mayor y mejor evidencia que se puede acceder en
el proceso valorativo.
Una de las consecuencias positivas que puede tener la participación de los estudiantes
en la evaluación, es que puede modular el comportamiento evaluativo asimétrico que
tiene normalmente el profesor, ya que es él el que generalmente evalúa. Esta situación
puede contribuir a controlar de manera parcial el natural sesgo presente en cualquier
valoración que realiza el docente cuando evalúa a sus estudiantes. En este sentido, se
busca disminuir el alto poder que le otorga la heteroevaluación al profesor –
especialmente por medio de la calificación– descentralizando el acto evaluativo, con el
propósito de fortalecer la conciencia, el interés y el compromiso de los estudiantes en la
construcción de sus propios aprendizajes.
Estas acciones que pueden contribuir a que los alumnos aprendan a autoevaluarse,
coevaluarse y a efectuar evaluación de pares, requieren de que el profesor cree las
condiciones necesarias para que el proceso de reflexión y valoración hacia sí mismo y
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hacia los demás se incorpore en ellos como un dispositivo permanente, el cual pueda
desplegarse en cualquier escenario de aprendizaje.
De acuerdo a Ríos y Troncoso,12 entre los aspectos en que los alumnos pueden emitir
juicios de valor se pueden mencionar los siguientes:
Utilidades de la evaluación
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La principal utilidad que puede tener la evaluación para estos actores, desde una
racionalidad comprensiva y con una alta participación de los estudiantes, es la
posibilidad de convertirse en sujetos activos y conscientes del proceso formativo que
vivencian, lo que les permite la construcción de sus aprendizajes, además de valorar la
contribución de los demás, en el marco del trabajo colaborativo, y de la importancia que
tiene la elaboración de juicios propios para la toma de decisiones.
La evaluación del ABP debe estar orientada por una clara connotación educativa, que
ayude al desarrollo personal y social de los estudiantes y docentes, que promueva su
reflexión individual y colectiva, para la construcción de dispositivos de autorregulación,
en el contexto de un yo autónomo, un nosotros compartido y para otros. De esta
manera, se podrá fomentar una nueva cultura evaluativa, caracterizada por procesos
dialógicos que contribuyen a que el estudiante aprenda a reconocer sus fortalezas y
debilidades como aprendiz, para lograr una formación a la largo de la vida, basada en su
protagonismo personal y en la colaboración con otros. Además, de permitir la
autoevaluación de los docentes para reconocer en sí mismos los aspectos favorables y
limitantes de su enseñanza, con el propósito de su transformación positiva para
beneficio de la formación de los estudiantes.
Para alcanzar esta nueva cultura evaluativa, en el marco del aprendizaje basado en
problemas, es necesario que el docente modifique su mentalidad evaluativa y sea capaz
de asumir el desafío de evaluar en los estudiantes aprendizajes cognoscitivos de orden
superior como la aplicación, el análisis, la interpretación, la síntesis, la inferencia, la
resolución de problemas, entre otras; y, aprendizajes de actitudes como la
responsabilidad, el compañerismo, la iniciativa personal, el trabajo en equipo, la
tolerancia, el respeto, entre las principales.
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Summary
Sense, criteria, and usefulness of learning assessment based on problems
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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1Profesor Titular.
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