Efesios 5 Vers 22 24
Efesios 5 Vers 22 24
Efesios 5 Vers 22 24
El verso 22 continúa con el marco de la sumisión, pero esta vez dentro del vínculo del
Hogar y específicamente habla a las casadas.
A sus propios maridos: ídios: pertinente a uno mismo; propio de uno; privado o
separado; suyo. Ánér: Hombre, esposo, marido o varón.
Aquí la palabra marido también denota un casamiento, una boda, una ceremonia legal.
Además habla de su propio marido, como vemos en el término gr, de alguien
específico, alguien que se ha unido a su mujer no sólo físicamente, sino espiritual y
legalmente.
Las cosas estaban todavía peor en Roma; la degeneración era trágica. En los días de
Pablo la vida romana de familia estaba deshecha. Séneca escribe que las mujeres se
casaban para divorciarse y se divorciaban para casarse. Séneca dice que las mujeres
fechaban los años por los nombres de sus maridos.
Marcial, Juvenal, Jerónimo hablan de mujeres que tuvieron diez maridos, ocho en cinco
años o mujeres que se habían casado con su vigésimo tercer marido siendo ella la
vigésima primera esposa de él.
Ese era el trasfondo cuando Pablo escribía. En este precioso pasaje no estaba
exponiendo ideas que todo el mundo aceptara. Estaba llamando a las personas a una
nueva pureza y a una relación nueva en su vida matrimonial. No se puede exagerar el
efecto purificador del Cristianismo en el hogar en el mundo antiguo, ni los beneficios
que trajo a las mujeres.
La situación era todavía mucho peor en el mundo griego. La prostitución era una
parte esencial de la vida griega. Demóstenes había establecido lo que era una norma de
vida aceptada por todos: “Tenemos cortesanas para el placer, concubinas para la
cohabitación diaria, y esposas para tener hijos legítimos y una guardiana en los
asuntos de nuestro hogar.”
No tomaba parte en la vida pública; no salía nunca sola a la calle; no aparecía en
banquetes o en ocasiones sociales; tenía sus habitaciones privadas a las que no tenía
acceso nada más que su marido. Y todo esto, como decía Jenofonte, “para que viera lo
menos posible, oyera lo menos posible y preguntara lo menos posible.”
Una mujer griega respetable estaba educada de tal manera que resultaban, imposibles la
compañía y la conversación en el matrimonio con ella. Sócrates decía:
Vero fue el colega imperial del gran Marco Aurelio. Su mujer le echaba en cara el que
se relacionara con otras mujeres, y la respuesta de él era que ella tenía que darse cuenta
de que la posición de esposa tenía que ver con el honor, no con el placer. Los griegos
esperaban que la esposa gobernara el hogar y se cuidara de los hijos legítimos, pero
ellos se buscaban el placer y la compañía en otro sitio.
Lo que ponía las cosas todavía peor era que no había en Grecia un procedimiento legal
de divorcio. Como decía alguien, el divorcio era cuestión de capricho. La única
seguridad que tenía la esposa era que había que devolver la dote. La vida de hogar y de
familia estaba a punto de extinguirse, y la fidelidad ya no existía.
- McDonald: El sometimiento nunca implica inferioridad. El Señor Jesús se somete a
Dios Padre, pero no es inferior en absoluto a Él. Tampoco es la mujer inferior al
hombre. En muchas maneras puede serle superior: en devoción, en simpatía, en
diligencia, y en heroica persistencia. Pero a las casadas se les manda que estén
sometidas a sus propios maridos, como al Señor. Al someterse a la autoridad de su
marido, una mujer se somete a la autoridad del Señor. Esto, por sí mismo, debería quitar
toda actitud de resistencia o rebeldía.
- Comentario Biblia Plenitud: ¿Cómo debo conducirme con mi marido? Fíjate en la
desposada escogida, la Iglesia, en su relación con Cristo; respétalo, reconoce que él está
llamado a ser la «cabeza» de la familia, responde positivamente a su liderazgo,
escúchale, encómialo, mantente unida en propósito y en voluntad con él; sé una ayuda
verdadera (Gn 2:18).
- Biblia Ryrie: Las casadas deben someterse en la casa al liderato de sus maridos (vv.
Efe_5:22; Efe_5:24), han de respetar a sus maridos (v. Efe_5:33); han de amar a sus
maridos (Tit_2:4), y vivir con ellos hasta la muerte (Rom_7:2-3).
Por esta razón, esta parte del versículo (el marido es cabeza de la mujer), no puede
interpretarse sin la siguiente frase que le sigue…
Así como Cristo es cabeza de la Iglesia: Pablo utiliza una comparación: Así
como: Kaí: así, de la misma manera, en verdad y la palabra jós: en el caso, de
esa manera.
Esto no deja márgen al esposo para una mala interpretación de su autoridad, mucho
menos una autoridad abusiva, sino como hemos dicho, servicial, entregada y amorosa.
Ningún comentarísta se atreve a interpretar la autoridad del esposo como cabeza fuera
de la comparación con Cristo como cabeza del hogar.
- McArthur: el marido es cabeza… Cristo es cabeza. La esposa llena del Espíritu
reconoce que el papel de su esposo que consiste en proveer liderazgo no solo es
ordenado por Dios, sino que es un reflejo de la autoridad de Cristo mismo sobre la
iglesia como su Cabeza, y del amor con que Él ejerce ese liderazgo
- McDonald: Todos sabemos que hay en la actualidad una enorme reacción contra esta
enseñanza. Se acusa a Pablo de ser un soltero lleno de prejuicios, un machista y
aborrecedor de las mujeres. O bien se dice que sus puntos de vista reflejan las
costumbres sociales de su tiempo, pero que ya no son aplicables. Estas declaraciones,
naturalmente, son un ataque frontal a la inspiración de las Escrituras. Aquí no tenemos
meramente las palabras de Pablo; son las palabras de Dios. Rehusarlas es rehusar al
Señor e invitar dificultades y calamidades.
Aunque comienza hablando del rol de la mujer hacia el esposo, hace un paréntesis para
referirse a la autoridad delegada sobre el esposo poniendo como el ejemplo a seguir, a
Cristo. Cristo es el modelo de autoridad que el esposo deber imitar hacia su esposa y
hogar. Esto es un privilegio como una gran responsabilidad.
McArthur: Así como el Señor liberó a su iglesia de los peligros del pecado, la muerte y
el infierno, el esposo hace provisión, protege, preserva y ama a su esposa, mientras la
dirige por medio de su sumisión a una vida bendecida. Tit_1:4; Tit_2:13; Tit_3:6.
Así que como la Iglesia está sujeta a Cristo: jósper: justo como, exactamente
como, lo mismo que, según… la iglesia está sujeta a Cristo: jupotásso:
Subordinar, reflexivamente obedecer; bajo, sometido, sujeto, sumiso. Utiliza la
misma palabra para describir la sujeción de la esposa a su marido.
Así como, de la misma manera que la Iglesia está subordinada, sumisa a Cristo, como
un ejemplo, como un modelo a tener en cuenta…
Así también las casadas lo estén a sus maridos en todo: kaí: de la misma
manera… las casadas lo estén (sujetas) a sus maridos en todo (pas) incluído
todas las formas de declinación. Todo, cualquiera, cada uno, toda clase, toda
manera.
Como apunta McDonald: Nada podría exaltar más el papel de la esposa que compararla
con el papel de la iglesia como esposa de Cristo. El sometimiento de la iglesia es la
pauta que debe seguir la esposa. Ella debe estar sometida a su marido en todo -es decir,
en todo aquello que sea conforme a la voluntad de Dios-. No se puede esperar de la
mujer que obedezca al marido si él la quiere obligar a comprometer su lealtad para con
el Señor Jesús. Pero en todas las relaciones normales de la vida, ella debe obedecer a su
marido, incluso si su marido no es creyente.
Jamieson añade: Es decir, en todo lo que pertenece a la autoridad legítima del esposo.
“En el Señor” (Col_3:18) significa todo lo que no sea contrario a Dios.
La NTV lo traduce: Así como la iglesia se somete a Cristo, de igual manera la esposa
debe someterse en todo a su marido.
La NVI: Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a
sus esposos en todo.
La referencia es la relación que existe entre la Iglesia y Cristo.
Conclusiones:
1. Dios instituye la familia, el matrimonio y este debe realizarse de una manera
espiritual (pues es Dios quien lo instituyó) y legal (pues Dios nos manda
someternos a las autoridades).
2. Las mujeres espiritual y legalmente casadas, deben sujetarse (estar sometidas) a
sus propios maridos (no a otros maridos, sino a los suyos). Esto implica una
sujeción dentro del ámbito familiar, del hogar.
3. Esta sujeción está determinada en la manera que ellas se sujetarían a Cristo,
porque lo hacen como para él, como a él, y porque están aceptando algo
instituido por Él. Esto significa que no es una sujeción en temor o miedo, ni por
la fuerza o por violencia, sino una sujeción voluntaria, en amor, respeto y
lealtad.
4. La razón de esa sujeción es porque Dios instituyó que el marido sea la cabeza, la
principal (no única) autoridad. Pero esta autoridad también es comparativa con
la de Cristo hacia la Iglesia. Un liderazgo basado en la entrega, en el servicio, el
amor, el cuidado, la protección, provisión, dirección, etc. Un liderazgo de
confianza, de cercanía.
5. Es un mandamiento bíblico, por lo cual no depende de culturas, de modas, de
ideologías. No tiene que ver con machísmo, con feminismo, con más o menos
capacidades y mucho menos diferencias de valor como persona o derechos. Es
una cuestión de orden que el fundador, creador del matrimonio establece para un
matrimonio funcional, espiritual, exitoso. Y por lo tanto el pasar por alto estas
directrices acarrea consecuencias como las que estamos viendo en nuestra
sociedad donde impera el orgullo, la violencia, el hacerse valer, o notar. El
egoísmo, el autoritarismo, etc., pecados que comienzan con una violación de los
valores que Dios mismo instituyó y terminan en un libertinaje que rompe la idea
de lo que es un matrimonio conforme a la imagen de Dios, de Cristo y su Iglesia.