Trabajo SÍNTESIS TEOLÓGICA PDF

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Lo propio del Padre es crearnos, lo

propio del Hijo es redimirnos y lo propio


del Espíritu Santo es santificarnos.
Mons. Rubén Oscar Frassia

3º Año Lic. Psicopedagogía

SANTÍSIMA Profesor: Leonardo Di Carlo


Marcela Fabroni
Año 2021

TRINIDAD
SÍNTESIS TEOLÓGICA

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Pontificia Universidad Católica Argentina
“Santa María de los Buenos Aires”
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACION
2º AÑO LIC. EN PSICOPEDAGOGÍA 2021

Santísima Trinidad: Padre, Hijo Y Espíritu Santo

"Dios es Amor" (1 Jn 4, 8. 16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás.
Este amor "Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos
ha sido dado" (Rm 5, 5).

Estas palabras me llevan a pensar que el Don más grande que nos ha regalado Dios es el
AMOR y gracias a que el Espíritu Santo vive en nosotros podemos ser altruistas y
compartirlo con los demás.

La Santísima Trinidad está formada por Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Es
imposible pensarlos por separado.

Cuando Dios nos envía a su Hijo y al Espíritu de Amor revela su secreto más íntimo: el
mismo es una eterna comunicación de amor. Y nos destinó a participar en él.

Los cristianos son bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo"
(Mt 28,19). En ese momento nuestros padres y padrinos afirman su Fe al responder que
creen en Dios. "La fe de todos los cristianos se cimienta en la Santísima Trinidad" (San
Cesáreo de Arlés, Expositiosymboli [sermo 9]: CCL 103, 48).

El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana.


Es la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza
más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). "Toda la
historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los
cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres,
los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo"

La verdad revelada de la Santísima Trinidad siempre estuvo y desde los orígenes, en la


raíz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del Bautismo. Encuentra su
expresión en la regla de la fe bautismal, formulada en la predicación, la catequesis y la
oración de la Iglesia, formulaciones encontradas en los escritos apostólicos…: "La gracia
del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos
vosotros"

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La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la
Trinidad consubstancial" (Concilio de Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas
divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios:
"El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo
lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Concilio de Toledo
XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la
substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804).

Dios Padre

En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero
también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. Él es la Verdad, porque
"Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna" (1 Jn 1,5); él es "Amor", como lo enseña el
apóstol Juan (1 Jn 4,8).Dios es la Verdad misma, sus palabras no pueden engañar. Por
ello el hombre se puede entregar con toda confianza a la verdad y a la fidelidad de la
palabra de Dios en todas las cosas.

Al designar a Dios con el nombre de "Padre", el lenguaje de la fe indica principalmente


dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al
mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos.

Como buen Padre que es, nos guía, educa, protege, perdona y nos brinda todo su amor.
Eso sí, no puede evitarnos los dolores, no puede evitar que nos equivoquemos, ya que
existe el libre albedrío y no somos sus marionetas; pero lo que sí nos asegura y nos
demuestra es que siempre y pese a todo está a nuestro lado. Su mayor muestra de amor
fue cuando nos envió a su Hijo.

Dios Hijo

Jesús quiere decir en hebreo: "Dios salva". En el momento de la anunciación, el ángel


Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús que expresa a la vez su identidad
y su misión (cf. Lc 1, 31). Ya que "¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?"(Mc
2, 7), es Él quien, en Jesús, su Hijo eterno hecho hombre "salvará a su pueblo de sus

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pecados" (Mt 1, 21). En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor
de los hombres.

El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente en la Persona
de su Hijo (cf. Hch 5, 41; 3 Jn 7) hecho hombre para la Redención universal y definitiva
de los pecados. Él es el Nombre divino, el único que trae la salvación

Jesús ha revelado que Dios es "Padre" en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto


Creador; Él es eternamente Padre en relación a su Hijo único, que recíprocamente sólo es
Hijo en relación a su Padre: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce
nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".

Dios envió a su hijo Jesús para mostrarnos lo grandioso de su amor y hasta dónde llegaba
su amor al entregar a su hijo para perdonar nuestros pecados, abrirnos las puertas del cielo
y así poder gozar de la vida eterna junto a Él. Solamente cuando ha llegado la hora en que
va a ser glorificado Jesús promete la venida del Espíritu Santo, ya que su Muerte y su
Resurrección serán el cumplimiento de la Promesa hecha a los padres.

Creció como un niño junto a María y José protegido y guiado siempre por su gran Padre.
Vivió entre los mortales, sufrió y murió por la vida eterna.

Jesús es la Revelación viva del amor eterno de Dios Padre.

Dios Espíritu Santo

El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es enviado
a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en
persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El envío de la
persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el
misterio de la Santa Trinidad.

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima trinidad, es Dios uno igual que el
Padre y es Dios Hijo. Con la misma sustancia y naturaleza

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Creer en el Espíritu Santo es, por tanto, profesar que el Espíritu Santo es una de las
personas de la Santísima Trinidad Santa, consubstancial al Padre y al Hijo, "que con el
Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria".

El término "Espíritu" traduce el término hebreo Ruah, que en su primera acepción


significa soplo, aire, viento. Por otra parte, Espíritu y Santo son atributos divinos comunes
a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la Escritura, la liturgia y el
lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equívoco posible
con los demás empleos de los términos "espíritu" y "santo".

Además de su nombre propio se encuentras los siguientes apelativos: Espíritu de la


Promesa, Espíritu de la adopción, Espíritu de Cristo, Espíritu del Señor, Espíritu de Dios
y Espíritu de Gloria.

Los símbolos del Espíritu Santo

El agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el


Bautismo, ya que, después de la invocación del Espíritu Santo, ésta se convierte en el
signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento.

La unción: El simbolismo de la unción con el óleo es también significativo del Espíritu


Santo, hasta el punto de que se ha convertido en sinónimo suyo. En la iniciación cristiana,
el signo sacramental de la Confirmación.

El fuego: Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la vida dada


en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu
Santo

La nube y la luz: Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del Espíritu
Santo. Desde las teofanías del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras
luminosa, revela al Dios vivo y salvador, tendiendo así un velo sobre la transcendencia
de su Gloria: con Moisés en la montaña del Sinaí

El sello: Es un símbolo cercano al de la unción. En efecto, es Cristo a quien "Dios ha


marcado con su sello"
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La mano: Imponiendo las manos Jesús cura a los enfermos y bendice a los niños

El dedo; "Por el dedo de Dios expulso yo [Jesús] los demonios".

La paloma: Al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al Bautismo), la paloma


soltada por Noé vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es
habitable de nuevo.

El día de Pentecostés la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo
que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Señor
derrama profusamente el Espíritu.

En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde ese día el Reino anunciado
por Cristo está abierto a todos los que creen en Él: en la humildad de la carne y en la fe,
participan ya en la comunión de la Santísima Trinidad. Con su venida, que no cesa, el
Espíritu Santo hace entrar al mundo en los "últimos tiempos", el tiempo de la Iglesia, el
Reino ya heredado, pero todavía no consumado:

Toda la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la plenitud de los tiempos se resume en
que el Hijo es el Ungido del Padre desde su Encarnación: Jesús es Cristo, el Mesías.

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