Cleopatra Mario Benedetti
Cleopatra Mario Benedetti
Cleopatra Mario Benedetti
Cuando me convertí en una muchacha, mis padres me dejaban ir a fiestas y bailes, pero
siempre y cuando me acompañaran mis hermanos. Ellos cumplían su misión cancerbera con
liberalidad, ya que, una vez introducidos ellos y yo en el jolgorio, cada uno disfrutaba por su
cuenta y sólo nos volvíamos a ver cuando venían a buscarme para la vuelta a casa.
Sus amigos a veces venían con nosotros, y también las muchachas con las que estaban más o
menos enredados. Yo también tenía mis amigos, pero en el fondo habría preferido que
Dionisio, y sobre todo Juanjo, que me parecía guapísimo, me sacaran a bailar y hasta me
hicieran alguna “proposición deshonesta”. Sin embargo, para ellos yo seguía siendo la
chiquilina de siempre, y eso a pesar de mis pechitos en alza y de mi cintura, que tal vez no era
de avispa, pero sí de abeja reina. Renato concurría poco a esas reuniones, y, cuando lo hacía,
ni nos mirábamos. La animadversión seguía siendo mutua.
En el carnaval de 1958 nos disfrazamos todos con esmero, gracias a la espontánea
colaboración de mamá y sobre todo de la tía Ramona, que era modista. Así mis hermanos
fueron, por orden de edades: un mosquetero, un pirata, un cura párroco, un marciano y un
esgrimista. Yo era Cleopatra, y por si alguien no se daba cuenta, a primera vista, de a quién
representaba, llevaba una serpiente de plástico que me rodeaba el cuello. Ya sé que la historia
habla de un áspid, pero a falta de áspid, la serpiente de plástico era un buen sucedáneo. Mamá
estaba un poco escandalizada porque se me veía el ombligo, pero uno de mis hermanos la
tranquilizó: “No te preocupes, vieja, nadie se va a sentir tentado por ese ombliguito de recién
nacido.”
A esa altura yo ya no lloraba con sus bromas, así que le di al descarado un puñetazo en pleno
estómago, que le dejó sin habla por un buen rato. Rememorando viejos diálogos, le dije:
“Disculpa, hermanito, pero no es para tanto”, ¿cuándo aprenderás a no tomar en serio mis
golpes de kárate?
Nos pusimos caretas o antifaces. Yo llevaba un antifaz dorado para no desentonar con la
pechera áurea de Cleopatra. Cuando ingresamos en el baile (era un club de Malvín) hubo
murmullos de asombro, y hasta aplausos. Parecíamos un desfile de modelos. Como siempre
nos separamos y yo me divertí de lo lindo. Bailé con un arlequín, un domador, un paje, un
payaso y un marqués. De pronto, cuando estaba en plena rumba con un chimpancé, un
cacique piel roja, de buena estampa, me arrancó de los peludos brazos del primate y ya no me
dejó en toda la noche. Bailamos tangos, más rumbas, boleros, milongas, y fuimos sacudidos
por el recién estrenado seísmo del rock-and-roll. Mi pareja llevaba una careta muy
pintarrajeada, como correspondía a su apelativo de Cara Rayada.
Aunque forzaba una voz de máscara que evidentemente no era la suya, desde el primer
momento estuve segura de que se trataba de Juanjo (entre otros indicios, me llamaba por mi
nombre) y mi corazón empezó a saltar al compás de ritmos tan variados. En ese club nunca
contrataban orquestas, pero tenían un estupendo equipo sonoro que iba alternando los
géneros, a fin de (así lo habían advertido) conformar a todos. Como era de esperar, cada nueva
pieza era recibida con aplausos y abucheos, pero en la siguiente era todo lo contrario:
abucheos y aplausos. Cuando le llegó el turno al bolero, el cacique me dijo: Esto es muy cursi,
me tomó de la mano y me llevó al jardín, a esa altura ya colmado de parejas, cada una en su
rincón de sombra.
Creo que ya era hora de que nos encontráramos así, Mercedes, la verdad es que te has
convertido en una mujercita. Me besó sin pedir permiso y a mí me pareció la gloria. Le devolví
el beso con hambre atrasada. Me enlazó por la cintura y yo rodeé su cuello con mis brazos de
Cleopatra. Recuerdo que la serpiente me molestaba, así que la arranqué de un tirón y la dejé
en un cantero, con la secreta esperanza de que asustara a alguien.
Nos besamos y nos besamos, y él murmuraba cosas lindas en mi oído. También me acariciaba
de vez en cuando, y yo diría que con discreción, el ombligo de Cleopatra y tuve la impresión de
que no le parecía el de un recién nacido. Ambos estábamos bastante excitados cuando escuché
la voz de uno de mis hermanos: había llegado la hora del regreso. Mejor te hubieras disfrazado
de Cenicienta, dijo Cara Rayada con un tonito de despecho, Cleopatra no regresaba a casa tan
temprano. Lo dijo recuperando su verdadera voz y al mismo tiempo se quitó la careta.
Recuerdo ese momento como el más desgraciado de mi juventud. Tal vez ustedes lo hayan
adivinado: no era Juanjo, sino Renato. Renato, que, despojado ya de su careta de fabuloso
cacique, se había puesto la otra máscara, la de su rostro real, esa que yo siempre había odiado
y seguí por mucho tiempo odiando. Todavía hoy, a treinta años de aquellos carnavales, siento
que sobrevive en mí una casi imperceptible hebra de aquel odio. Todavía hoy, aunque Renato
sea mi marido.
Español
4
Lectura
de
verano
Cleopatra
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Sustantivos
el
hecho
=
fact
un
casillero
=
una
categoría
unas
bromas
=
unos
chistes
la
destinataria
=
persona
que
recibe
la
cacerbera
=
protectora,
guardia
el
jolgorio
=
fiesta,
diversión
el/la
modista
=
el
cuello
=
parte
del
cuerpo
entre
el
pecho
y
la
cabeza
el
ómbligo
=
belly
button
“vieja”
=
mamá
un
puñetazo
=
un
golpe
con
la
mano
encerrado
las
caretas
=
las
máscaras,
tipo
de
disfraz
que
se
lleva
en
la
cara
el
despecho
=
spite
el
rostro
=
el
regreso
=
la
vuelta
Adjetivos
único/a
=
dorado,
áureo
=
cursi
=
cheesey,
tacky
colmado
=
lleno
lindo
=
Verbos
y
expresiones
tener
afecto
=
sentir
cariño
o
amor
ponerse
pesado
=
to
become
annoying
por
lo
común
=
en
general
echarse
a
+
INF
=
comenzar
a
hacer
algo
tomar
(algo)
en
serio
=
volver
a
+
INF
=
hacer
algo
otra
vez
o
de
nuevo
disfrutar
=
por
su
cuenta
=
on
their
own
estar
enredado
=
to
be
involved
disfrazarse
=
to
dress
up
in
costume
a
esa
altura
=
at
this
point
no
es
para
tanto
=
it’s
not
that
big
a
deal
ingresar
=
de
lo
lindo
=
de
buena
estampa
=
de
buena
porte
o
apariencia
COMPRENSION
DEL
CUENTO.
Contesta
las
preguntas
en
frase
completa
en
español.
1. ¿Cómo
se
llama
la
protagonista?
2. ¿Cuántos
hermanos
tiene?
3. ¿Cómo
la
trataban
a
ella?
4. ¿Quiénes
son
Dionisio
y
Juanjo?
¿Cómo
la
trataban
a
la
protagonista?
5. ¿Cómo
se
siente
ella
hacia
Renato?
¿y
él
hacia
ella?
6. ¿Cuándo
pudo
ir
a
fiestas
y
bajo
qué
condición?
7. ¿Quiénes
más
asistían
a
las
fiestas?
¿Qué
deseaba
ella?
8. ¿Quiénes
ayudaron
a
fabricar
los
disfraces
de
los
hermanos
para
el
carnaval
de
1958?
¿Cómo
iban
disfrazados
los
hermanos?
9. Describe
el
disfraz
de
Mercédes.
10.
¿Por
qué
estaba
su
mamá
un
poco
escandalizada?
¿Cómo
la
tranquilizo
un
hermano
y
cómo
respondió
Mercédes
a
su
comentario?
11. ¿Con
quiénes
bailó
Mercedes
en
la
fiesta?
12. ¿Con
quién
bailó
más
ella?
13.
Nombra
todos
los
géneros
de
música
o
ritmos
que
se
mencionan
en
el
cuento:
14. Según
Mercedes,
¿quién
sería
el
cacique?
15. Qué
pasó
cuando
se
comenzó
a
tocar
un
bolero
en
el
baile?
16.
¿Qué
pasó
en
el
jardín?
¿quiénes
más
estaban
allí
en
ese
momento?
17. ¿Qué
pasó
cuando
su
hermano
le
dijo
que
era
hora
de
regresar
a
casa?
18. ¿Por
qué
dice
la
narradora
que
ese
momento
era
“el
más
desgraciado
de
(su)
juventud?”
¿Quién
era
el
cacique
en
realidad
y
cómo
le
habló
a
Mercedes
en
ese
momento?
19. ¿Cuánto
tiempo
ha
pasado
desde
ese
momento?
¿Qué
parece
haber
pasado
entre
los
protagonistas
durante
ese
tiempo?
20. ¿Cómo
reaccionaste
tú
al
final
del
cuento?
¿Te
sorpendió
el
desenlace?
21. ¿Cómo
se
puede
explicar
que
una
relación
puede
cambiar
de
odio
a
amor?
¿Has
experimentado
tú
alguna
relación
tempestuosa
alguna
vez?
¿Has
cambiado
de
opinión
sobre
alguien
que
al
principio
te
cayó
mal?
O
al
contrario,
¿has
aprendido
que
alguien
que
te
cayó
bien
a
primera
vista
no
era
la
persona
que
pensabas?
Describe
la
situación.