COMPARECENCIA

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TÍTULO IV

LA COMPARECENCIA

A rtícu lo 286.- P re su p u e sto s^


1. E l j u e z d e l a i n v e s t i g a c i ó n p r e p a r a t o r i a d i c t a r á m a n d a t o d e c o m p a r e c e n c ia s i m p l e s i
e lf is c a l n o s o lic ita p r i s ió n p r e v e n t i v a a l té r m in o d e l p la z o p r e v i s to e n e l a r tíc u lo 2 6 6 .
2. T a m b i é n lo h a r á c u a n d o , d e m e d i a r r e q u e r i m i e n t o f i s c a l , n o c o n c u r r a n lo s p r e s u ­
p u e s to s m a te r ia le s p r e v is to s e n e l a r tíc u lo 2 6 8 .
E n lo s s u p u e s to s a n t e r i o r e s , e l f i s c a l y e l j u e z d e l a i n v e s t i g a c i ó n p r e p a r a t o r i a d e b e n
m o t i v a r lo s f u n d a m e n t o s d e h e c h o y d e d e r e c h o q u e s u s t e n t e n s u d e c i s i ó n .

Concordancias:
CPP: arts. 266, 268, 288, 291.

A r s e n io O ré G u a r d ia

Las medidas de coerción procesal y, dentro de ellas, las medidas cautelares, respon­
den a ciertos parámetros que, hasta cierto punto, se apartan de las reglas generales propias
del proceso penal común.

Y es que si bien, según las reglas del proceso penal común, toda condena debe estar
precedida del enjuiciamiento, resulta que con las medidas de coerción procesal, paradó­
jicamente, los efectos materiales de la condena pueden preceder al enjuiciamiento, bien
para asegurar la realización de esta etapa o bien para discutir en dicha instancia la proce­
dencia o no de la condena.

Este divorcio entre la dinámica del proceso penal común y las medidas de coerción
procesal responde al peligrosismo procesal que este último instituto debe procurar, motivo
por el cual resulta justificada la flexibilización de ciertas exigencias que, a la luz del pro­
ceso penal común, serían irrenunciables.

De ahí que, además, no sea aconsejable estudiar las medidas de coerción procesal a la
luz de una herramienta metodológica que se concibió a partir de la estructura del proceso
penal -los sistemas procesales tradicionales-, toda vez que, de seguir este lincamiento, se
podrá evidenciar ciertas particularidades privativas de las medidas de coerción procesal
que, por ejemplo, pueden resultar inconsistentes según las reglas de un sistema acusatorio.

Con ello, evidentemente, no se niega la utilidad que tiene el sistema acusatorio para
dar cierto sentido a la configuración legal del proceso penal y de las medidas de coerción
procesal, sino que se destaca el carácter limitado de dicha herramienta metodológica para
explicar todas las particularidades propias de las medidas de coerción procesal™, dentro *1

(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 de la Ley N° 30076, publicada el 19-08-2013.
(1) Con ello, lo que se pretende es brindar una explicación del funcionamiento de las medidas de coerción procesal 899
ART. 286 LAS MEDIDAS DE COERCION PROCESAL

de las cuales, por ejemplo, la comparecencia ocupa un lugar singular, al advertir que su
aplicación se produce al margen del principio de rogación de parte, es decir, sin necesi­
dad de que el Ministerio Público tenga que formular un requerimiento motivado, ni con­
vocarse a una audiencia en la que se debata la eventual procedencia de la comparecencia.
Algo, evidentemente, inconcebible a la luz del sistema acusatorio, según el cual toda deci­
sión judicial aflictiva de un derecho debe promoverse a instancia de parte legitimada. En
las siguientes líneas explicaremos esta particularidad.

La comparecencia encuentra amparo legal en el artículo 286 del Código Procesal


Penal de 2004 (en adelante, CPP) que es materia de comentario. A partir de su lectura,
se tiene que esta constituye una medida cautelar limitativa del derecho a la libertad®, a
través de la cual se le impone al procesado la obligación de acudir al llamado del órgano
jurisdiccional o, en su caso, de evitar influir o violentar la integridad psíquica o psicoló­
gica de la víctima o de otras personas determinadas judicialmente.

Dada la intensidad de la afectación de los derechos del imputado que importa la apli­
cación de la comparecencia, como sostiene Del Pozo®, se puede afirmar que mientras la
prisión preventiva consiste en un estatus de sujeción, la comparecencia se resuelve en un
estatus de obligación. De ahí que, a decir de la Corte Suprema, la aplicación de la compa­
recencia, evidentemente, resulte menos aflictiva que la propia prisión preventiva®.

Es a partir de dicha particularidad que, precisamente, la comparecencia puede decre­


tarse e x o fficio , ya que, al igual de lo que sucede con la libertad provisional en España,
“(•••) si permitimos que la libertad del procesado no debe ser restringida sino en los lími­
tes mínimos indispensables, hay que concluir que la libertad .provisional (comparecencia,
según nuestra opción legislativa) debe ser considerada como la regla general y la prisión
provisional, como una excepción a dicha regla general”®.

En esta línea, Del Río Labarthe explica que “[1]a comparecencia es la medida, por
antonomasia, alternativa a la prisión preventiva. Cuando se dan los presupuestos necesa­
rios para aplicar una medida cautelar, personal, la prisión preventiva es la elección subsi­
diaria, y la comparecencia la medida prioritaria, porque sin duda se está ante una medida
-q u e globalmente considerada- es significativamente menos intensa y cumple los mismos
fines”(6). Con esto, se ingresa al estudio de los fines de la comparecencia y de los presu­
puestos procesales.

sin necesidad de llegar a razonamientos, explícitos o implícitos, fundados en relaciones de regla-excepción, tal
y como se ha dejado en evidencia en el siguiente fragmento del Expediente N.° 05267-0-2001-JR-PE-2- Piura,
según el cual se ha indicado que “(...) con arreglo al principio acusatorio, no resulta factible exigirle al fiscal
que en los casos de acusación directa se vea obligado a solicitar una medida coercitiva. En todo caso, si no se
señala, resulta de aplicación la regla general establecida en el artículo 286 del CPP, esto es, si el fiscal no soli­
cita presión preventiva, la medida es de comparecencia simple”. Expediente N.° 05267-0-2001-JR-PE-2, Piura,
citado por ARBULU MARTÍNEZ, Víctor (2017). Comparecencia restringida: criteriospara su adecuada aplicación.
Lima: Gaceta Jurídica.
(2) Por su parte, niega dicha naturaleza cautelar, DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y
medidas alternativas. Lima: Alternativas, pp. 344-353.
(3) En: BARONA VILAR, Silvia (1998). Prisión provisional y medidas alternativas. Barcelona: Bosch, p. 177.
(4) Casación N° 631-2015-Arequipa, fojas 8.
(5) SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel, citado por BARONA VILAR, Silvia (1998). Ob. cit., p. 178.
900 (6) DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. Ob. cit, p. 337.
LA COMPARECENCIA ART. 286

En cuanto a los fines, se tiene que la comparecencia es idéntica a cualquier medida


de coerción procesal con fin cautelar, toda vez que su imposición tiene como objetivo evi­
tar el entorpecimiento de la investigación o la fuga del procesado.

Sin embargo, lo que varía es la forma en la que se busca alcanzar dicho objetivo, toda
vez que, conforme ya se señaló, mientras que con la prisión preventiva se somete al pro­
cesado a un estado de sujeción de su persona en sentido corpóreo al proceso a través de la
privación de su libertad, con la comparecencia se genera un estatus de obligación, a través
de los mandatos que el procesado está llamado a cumplir en el tiempo y modo.

Manzini lo explica en los siguientes términos: “(...) el mandato de comparecencia


es un acto de coerción procesal en cuanto aporta una limitación a la libertad individual
del imputado. La restricción de la libertad consiste en la obligación de presentarse ante
el magistrado en el lugar, día y hora establecidos, para evitar la emisión del mandato de
acompañamiento”(7)8.

De otro lado, la regulación de los mal llamados “presupuestos” presenta cierta incon­
sistencia desde el punto de vista de la coherencia que debe mantener la técnica legislativa
adoptada. Y es que, al entender que los “presupuestos” son aquellas exigencias de confi­
guración legal cuyo concurso es imprescindible para la generación de un efecto jurídico,
resulta que, para el tema que nos interesa, la procedencia de la comparecencia -esto es,
el efecto jurídico- depende de la no concurrencia de todos o alguno de los presupuestos,
a partir del cual surge la siguiente interrogante: ¿qué presupuesto procesal es aquel cuya
inconcurrencia habilita la imposición de la comparecencia? ¿Aquello que la ley y la doc­
trina acordaron denominar “presupuestos” son, en realidad, presupuestos?

Este asunto, que pareciera trivial, se complica cuando la ley contemplada en el último
párrafo del mencionado artículo 286 exige que el juez debe “(...) motivar los fundamen­
tos de hecho y de derecho que sustenten su decisión”, se entiende en función de los presu­
puestos cuya no concurrencia genera un efecto jurídico (¿?).

Esta falta de coherencia se resuelve al entender que el objeto de regulación del artículo
286, en realidad, se trata de óbices procesales, esto es, impedimentos de configuración
legal cuya concurrencia en un caso concreto impide que el juez pueda decretar alguna
medida®. De ahí que el tenor de la mencionada disposición apunte, precisamente, a exi­
gir la inconcurrencia de dos supuestos particulares que, al manifestarse en un caso con­
creto, autorizan al juez para decretar una medida de coerción alternativa a la prisión pre­
ventiva: la comparecencia.

Así las cosas, los mencionados óbices procesales se presentan cuando el fiscal no
requiere la prisión preventiva dentro del plazo previsto en el artículo 266 (artículo 286,
inciso 1 del CPP) o cuando, de haberse formulado el requerimiento de prisión preventiva,
no concurran los presupuestos previstos en el artículo 268 (artículo 286, inciso 2 del CPP).

(7) MANZINI, Vincenzo (1949). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo III. Buenos Aires: Ejea, pp. 566-567.
(8) Para mayor detalle, véase CHOZAS ALONSO, José Manuel. Los presupuestos procesales en el proceso penal y
su tratamiento procesal. Recuperado de: < http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/1900/ AD-1-10.
pdf?sequence=1>.
ART. 286 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

Con relación al segundo supuesto, tenemos que el juez podrá ordenar la comparecen­
cia cuando el requerimiento de prisión preventiva no haya alcanzado los fundados y graves
elementos de convicción del delito materia de investigación, el delito no acarree una pena
superior a los cuatro años o la intensidad del peligro que se busca procurar es muchísimo
menor que la aflicción que el encarcelamiento podría producir con relación al derecho a la
libertad personal del imputado. En cualquiera de estos supuestos, siempre y cuando, ade­
más, el fiscal no haya requerido alguna medida de coerción alternativa más aflictiva que
la propia comparecencia o cuando, de haberla solicitado, no hayan concurrido los presu­
puestos correspondientes.

Ahora bien, dado que ambos óbices procesales se fundamentan en omisiones por
parte del Ministerio Público no atribuibles en absoluto al imputado, surge la siguiente inte­
rrogante: ¿decretar la comparecencia sobre la base de omisiones atribuibles al Ministerio
Público afecta el principio de mínima intervención indiciaría, a través del cual el peligro
procesal que debe procurarse debe estar sustentado en un mínimo estándar probatorio?

Como decíamos al inicio de este comentario, una lectura de las medidas de coerción
procesal a la luz de las pautas generales del proceso penal común nos llevaría a sostener
que, en efecto, la incoación de oficio de la comparecencia y la propia configuración de los
óbices procesales sí violarían el principio de suficiencia probatoria, trastocando, incluso, la
naturaleza cautelar de la propia comparecencia, al hacer depender su imposición directa­
mente de la comunicación de la disposición de formalización de investigación preparatoria.

Sin embargo, como hemos venido sosteniendo, conviene señalar que la opción legis­
lativa adoptada, al margen de la inconsistencia de la fórmula legal denunciada con rela­
ción a los presupuestos, no supone trasgresión alguna al principio de mínima interven­
ción indiciaría, toda vez que, en estos casos, el objeto de cautela de la comparecencia va
más allá del peligro procesal que tradicionalmente se busca procurar a través de las demás
medidas de coerción más aflictivas.

De este modo, la comparecencia adopta, en este escenario, una función cautelar-pre-


ventiva, toda vez que el estatus de obligación al que es sometido el imputado tiene como
objeto no solo neutralizar un eventual peligro procesal mínimo que pueda existir™, sino
también anticiparse a su concreción en un escenario donde el legislador ha acertado con
regular diversas medidas de coerción procesal alternativas y menos aflictivas que la prisión
preventiva, cuya imposición -d e este- únicamente puede autorizarse en última instancia.

Evidentemente, lo señalado solo se explica, con relación a la comparecencia, que el


legislador ha convenido en denominarla “simple” o, para efectos prácticos, “sin restriccio­
nes”. Y es que la modalidad de “comparecencia con restricciones”, al suponer una aflic­
ción mayor de la esfera de libertad del imputado, si bien todavía dentro del ámbito del
estatus de obligación, sí debe precisar de un análisis más minucioso del peligro procesal
que se busca prevenir.*902

(1) En igual sentido, Sánchez Velarde sostiene que la comparecencia se aplica para “(...) casos en donde las nece­
sidades de aseguramiento del imputado no son tan rígidas o los delitos no son estimados graves o siendo
de gravedad, no se satisfacen los requisitos para imponer un mandato de prisión preventiva". SANCHEZ
902 VELARDE, Pablo (2009). El nuevoprocesopenal. Lima: Idemsa, p. 345.
LA COMPARECENCIA ART. 286

^ BIBLIOGRAFÍA
ARBULU MARTINEZ, Víctor (2017). Comparecencia restringida: criterios para su adecuada aplicación. Lima:
Gaceta Jurídica; BARONA VILAR, Silvia (1998). Prisión provisional y medidas alternativas. Barcelona: Bosch;
CHOZAS ALONSO, José Manuel. Los presupuestos procesales en el proceso penal y su tratamiento procesal. Recu­
perado de: < http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/1900/AD-l-10.pdf?sequence=l> ; DEL RÍO
LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Alternativas; M ANZINI,
Vincenzo (1949). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo III. Buenos Aires: Ejea; SÁNCHEZ VELARDE,
Pablo (2009). El nuevo proceso penal, Lima: Idemsa.

¿ ¡¡a JURISPRUDENCIA
Con arreglo al principio acusatorio, no resulta factible exigirle al fiscal que en los casos de acusación directa se vea obli­
gado a solicitar una medida coercitiva. En todo caso, si no la señala resulta de aplicación la regla general establecida
en el artículo 286 del NCPP, esto es, si el fiscal no solicita prisión preventiva, la medida es de comparecencia simple.
Exp. N° 2009-05267-0-200l-JR-PE-2-Piura.

9(
Artículo 287.- Comparecencia restrictiva^
1. S e im p o n d r á n la s r e s tr ic c io n e s p r e v i s t a s e n e l a r tíc u lo 2 8 8 , s ie m p r e q u e e lp e lig r o d e
f u g a o d e o b s ta c u liz a c ió n d e la a v e r ig u a c ió n d e la v e r d a d p u e d a r a z o n a b le m e n te
e v ita r s e .
2. E l j u e z p o d r á i m p o n e r u n a d e l a s r e s t r i c c i o n e s o c o m b i n a r v a r i a s d e e ll a s , s e g ú n
r e s u l t e a d e c u a d a a l c a so , y o r d e n a r á l a s m e d i d a s n e c e s a r i a s p a r a g a r a n t i z a r e l
c u m p lim ie n to d e la s r e s tr ic c io n e s im p u e s ta s a l i m p u ta d o .
3. S i e l i m p u t a d o n o c u m p l e co n l a s r e s tr ic c io n e s im p u e s t a s , p r e v i o r e q u e r i m i e n t o r e a l i z a d o
p o r e l f i s c a l o p o r e l j u z g a d o r e n s u caso, se r e v o c a r á l a m e d i d a y s e d i c t a r á m a n d a t o d e
p r is ió n p r e v e n tiv a . E l tr á m i te q u e s e g u ir á e lj u e z s e r á e lp r e v is to e n e l a r tíc u lo 2 7 1 .
4. E l j u e z p o d r á im p o n e r l a p r o h ib ic ió n d e c o m u n ic a r s e o a p r o x im a r s e a la v íc t im a o
a a q u e l l a s p e r s o n a s q u e d e t e r m i n e , s i e m p r e q u e e llo n o a f e c t e e l d e r e c h o d e d e f e n s a .
5. T a m b i é n p o d r á d i s p o n e r s e , a l t e r n a t i v a m e n t e , l a u t i l i z a c i ó n d e l a v i g i l a n c i a e le c ­
tr ó n ic a p e r s o n a l q u e p e r m i t a c o n tr o la r q u e n o se e x c e d a n la s r e s tr ic c io n e s im p u e s ­
ta s a la l i b e r t a d p e r s o n a l, d e c o n f o r m id a d a la le y d e la m a t e r i a y su r e g la m e n to
( D E R O G A D O ) <**>.

Concordancias:
CPP: arts. 167, 286, 288, 291.

A r s e n io Oré G u a r d ia

Los artículos 287, 287-A(1) y 288 del Código Procesal Penal de 2004 (en adelante
CPP), que rigen en todo el país®, regulan una modalidad de comparecencia más aflictiva
que la comparecencia simple, pero aun así, no más intensa que el impedimento de salida
del país, la detención domiciliaria o la prisión preventiva.

Este es el caso de la comparecencia restrictiva, también denominada compare­


cencia con restricciones, que no solo le impone al imputado una obligación genérica de
concurrir al llamado del órgano jurisdiccional, sino que comprende la aplicación de una
serie de limitaciones a su libertad, cuyo incumplimiento puede llevar al juez a disponer
mayores restricciones o, incluso, aplicar la prisión preventiva, previo requerimiento fiscal
o judicial en ese sentido (artículo 287, inciso 3, del CPP)*12(3).

(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por la cuarta disposición complementaria modificatoria del
Decreto Legislativo N° 1229, publicado el 25-09-2015.
(**) Numeral 5 derogado por la segunda disposición complementaria derogatoria del Decreto Legislativo N° 1514,
publicado el 4-06-2020.
(1) Artículo incorporado por el artículo 4 del Decreto Legislativo N° 1514, publicado el 4 junio 2020.
(2) Ambas disposiciones comenzaron a regir en todo el país desde el 25 de setiembre de 2015, luego de la entrada
en vigencia de la cuarta disposición complementaria y modificatoria del Decreto Legislativo N° 1229.
(3) A decir de Del Río Labarthe, la comparecencia restrictiva sí es una medida cautelar personal del proceso penal
que incorpora limitaciones a la libertad personal, de tránsito o de propiedad. De ahí que esta modalidad de
comparecencia, continúa dicho autor, “(...) persigue los mismos fines que la prisión preventiva: la evitación
de la fuga del imputado e impedir la obstaculización probatoria. Lo que a su vez confirma una idea base
en su configuración: es una medida alternativa a la prisión preventiva -la alternativa por antonomasia-, y
904 en aplicación del subprincipio de necesidad, debe ser utilizada con carácter prioritario, cuando sea capaz de
LA COMPARECENCIA ART. 287

Evidentemente, el solo incumplimiento de alguna de las restricciones no debe ser


causa suficiente para que el juez pueda ordenar la sustitución de esta medida por otra más
gravosa. El juez debe evaluar las particularidades del caso a la luz de la eventual variación
del peligro procesal que se busca procurar, sea este un supuesto de peligro de fuga o de
entorpecimiento del proceso.

Lo señalado, a su vez, se desprende del nexo entre la comparecencia restrictiva y el


peligro procesal que “(...) puede manifestarse siempre que el peligro de fuga o de obstacu­
lización de la averiguación de la verdad pueda razonablemente evitarse; esto quiere decir
que el juzgador llega a la convicción de que, pese a configurarse el peligro procesal, aquel
puede evitarse con la imposición de medida de comparecencia restrictiva, lo que en defi­
nitiva implica la flexibilización de este presupuesto configurador de la prisión preventiva,
resultando que la resolución de la comparecencia restrictiva de los autos contiene una moti­
vación suficiente que termina por validarla, esto conforme a la Constitución y la normativa
legal de la materia, prevista en el artículo 287 del Código Procesal Penal”®.

Asimismo, dependiendo de la magnitud del peligro procesal a resguardar, el legis­


lador ha autorizado que el juez pueda imponer alternativamente cualquiera de las restric­
ciones previstas en el artículo 288 del CPP de 2004, sin perjuicio, además, de “(...) orde­
nar las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento de las restricciones impuestas
al imputado” (artículo 287, inciso 2, del CPP).

Con todo ello, se tiene que la comparecencia restrictiva, aun cuando no suponga pri­
vación de libertad, sí se puede materializar en diversos grados de afectación de la libertad
del procesado, dependiendo de la cantidad y la calidad de restricciones ordenadas por el
juzgador, en función a la intensidad del peligro que deba procurarse.

De ahí que, en efecto, el juzgador deba estar llamado a exponer escrupulosamente


las razones que le hayan llevado a preferir determinadas restricciones, principalmente, en
función del principio de proporcionalidad que comprende los test de idoneidad, necesidad
y proporcionalidad en sentido estricto®, tal y como así lo ha prescrito, a su vez, el artículo
253, inciso 2, del CPP: “La restricción de un derecho fundamental requiere expresa auto­
rización legal, y se impondrá con respeto al principio de proporcionalidad y siempre que,
en la medida y exigencia necesaria, existan suficientes elementos de convicción”.

Ahora bien, toda vez que las restricciones autorizadas por los artículos 287 y
288 del CPP se traducen, básicamente, en mandatos dirigidos al procesado, es pre­
ciso destacar que la ejecutabilidad de dichos mandatos debe estar supeditada a la cla­
ridad y precisión con que fueron formulados, de modo que solo podrá catalogarse
como incumplimiento de una restricción aquel supuesto en el que la propia restric­
ción haya sido accesible para el ciudadano medio, independientemente de su forma­
ción intelectual o profesional.

cumplir -con eficiencia- esos (mismos) objetivos”. DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva
y medidas alternativas. Lima: Alternativas, p. 366.
(4) Expediente N° 05698-2009-PHC/TC, Arequipa, fundamento jurídico 9 (caso: Elva Catalina Valdivia Dávila).
(5) Expediente N° 00160-2014-282-5201-JR-PE-01, considerando 1. 905
ART. 287 LAS MEDIDAS DE COERCION PROCESAL

Lo señalado, a su vez, encuentra respaldo en el Expediente N° 00249-2015- 13-5001-


JR-PE-01 (fundamento jurídico 8.11), luego de que la Segunda Sala Penal de Apelaciones
Nacional de la Sala Penal Nacional haya señalado lo siguiente: “[E]n este punto, resulta
preponderante aludir la función comunicativa del Derecho, ¿cómo puede exigírsele al des­
tinatario de la regla de conducta, interpretarla en sentido distinto al expresamente esta­
blecido en la propia regla? En efecto, más allá de que la investigada cuenta con grado de
instrucción superior, no deja de ser una ciudadana estándar a la que no se le puede exigir
que deduzca con cierto rigor jurídico, que el simple aviso a la autoridad es insuficiente y
que resulta necesario esperar una respuesta del juez autorizando el viaje al extranjero

De otro lado, los requerimientos decretados por el juez surten sus efectos desde ese
momento, motivo por el cual no es necesario el emplazamiento fiscal para que el impu­
tado recién cumpla con lo ordenado judicialmente. Y es que “(...) admitir lo contrario sería
suponer que este comportamiento omisivo constituye un derecho al imputado, circuns­
tancia que desnaturaliza las medidas de coerción procesal y, particularmente, la medida
de comparecencia con restricciones”(6).

Finalmente, el legislador ha prescrito dos restricciones específicas: “(...) la prohibición


de comunicarse o aproximarse a la víctima o a aquellas personas que determine, siempre
que ello no afecte el derecho de defensa” (artículo 287, inciso 4, del CPP); y el uso de la
vigilancia electrónica personal que permita controlar que no se excedan las restricciones
impuestas a la libertad personal, de conformidad a la ley de la materia y su reglamento
(artículo 287-A del CPP).

A través del artículo 287-A del CPP, la vigilancia electrónica es regulada como una
restricción más dentro del catálogo de restricciones de la comparecencia, cuyo objeto con­
siste en controlar los imputados respecto del cumplimiento de las demás restricciones que,
se entiende, fueron formuladas en lenguaje llano, sin ambigüedades y de manera explícita.

En el mismo sentido se pronuncia Obispo García, para quien la vigilancia electrónica


se presenta como un mecanismo tendiente a garantizar el monitoreo del cumplimiento
de las demás restricciones, tales como: i) mantener al procesado en un lugar específico;
ii) impedir que frecuente o circule por ciertos lugares; o, iii) se acerque a determinadas
personas, entre otros aspectos(7).

Así las cosas, en cuanto a la fórmula legal adoptada cabe indicar que esta cumple
una función pedagógica, en tanto explicita los criterios que el juzgador debe evaluar al
momento de decidir imponer la vigilancia electrónica, tales como “(■•■) las condiciones de
vida personal, laboral, familiar o social, o las condiciones de salud, de la persona proce­
sada; si con ella se garantiza en el mismo grado el normal desarrollo del proceso” (artículo
287-A, inciso 1, del CPP).

(6) Expediente N° 08-11416-25 (fundamento jurídico 3.1), pronunciado por la Sala de Apelaciones de Arequipa.
(7) OBISPO GARCÍA, Rosamaría (2012). El sistema de vigilancia electrónica como sustitutivo penal para evitar el haci­
namiento de los centros de cumplimiento de condenapara la ejecución depenas deprisión. (Tesis para optar por el título
de abogada y notaría). Ciudad de Guatemala: Universidad de San Carlos de Guatemala. Recuperado de:
906 < http://biblioteca. usac.edu.gt/tesis/04/04_9785.pdf>.
LA COMPARECENCIA ART. 287

^ BIBLIOGRAFÍA
DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Alternativas;
OBISPO GARCÍA, Rosamaría (2012). El sistema de vigilancia electrónica como sustitutivo penal para evitar el
hacinamiento de los centros de cumplimiento de condena para la ejecución de penas de prisión. (Tesis para optar por
el título de abogada y notaría). Ciudad de Guatemala: Universidad de San Carlos de Guatemala. Recupe­
rado de: < http://bibíioteca. usac.edu.gt/tesis/04/04_9785.pdf>.

JURISPRUDENCIA
En la regulación de la revocatoria de la medida de comparecencia por la de prisión preventiva, debe cumplirse previa­
mente con el requerimiento por tratarse de una norma procesal de obligatorio cumplimiento cuya inobservancia afectaría
el debido proceso. Que, en el caso de autos, habiéndose evidenciado el incumplimiento a dicha norma procesal, la revoca­
toria de la comparecencia resulta improcedente. Incidente N° 2009-4280-15-2001-JR-PE-l-Piura.

907
A r tíc u lo 287-A .- C o m p a r e c en cia r e str ic tiv a con v ig ila n c ia e le c tr ó n ic a
p e r so n a l^
1. E l j u e z p u e d e im p o n e r l a m e d i d a d e c o m p a r e c e n c ia r e s tr i c ti v a co n v ig i la n c i a
e le c tr ó n ic a , a n te s q u e la m e d i d a d e p r i s i ó n p r e v e n t i v a , s i d e la v a lo r a c ió n d e la s
c o n d ic i o n e s d e v i d a p e r s o n a l , l a b o r a l , f a m i l i a r o s o c i a l, o l a s c o n d i c i o n e s d e s a l u d ,
d e la p e r s o n a p r o c e s a d a ; s i co n e lla se g a r a n t i z a e n e l m is m o g r a d o e l n o r m a l d e s a ­
r r o llo d e l p ro c e s o .
2. E l j u e z p u e d e d i s p o n e r l a c e s a c ió n d e l a p r i s i ó n p r e v e n t i v a p o r l a c o m p a r e c e n c i a
r e s t r i c t i v a c o n v i g i l a n c i a e l e c t r ó n i c a p e r s o n a l , s i, a u n c u a n d o s u b s i s t a n lo s p r e s u ­
p u e s t o s d e l a r t í c u l o 2 6 8 , l a p e r s o n a p r o c e s a d a a c r e d i t a q u e t i e n e c o n d ic i o n e s d e
v i d a p e r s o n a l , l a b o r a l , f a m i l i a r o s o c i a l, o l a s c o n d i c i o n e s d e s a l u d , q u e p e r m i t e n
c o n c lu ir q u e co n e s ta m e d i d a se a s e g u r a l a f i n a l i d a d d e l p r o c e s o e n e l m is m o g r a d o .
3. E n a m b o s ca so s, e l j u e z i m p o n e l a s m e d i d a s r e s t r i c t i v a s d e l a r t í c u l o 2 8 8 , c o n j u n t a ­
m e n t e c o n l a s d is p o s ic i o n e s q u e r e g u l a n l a v i g i l a n c i a e l e c t r ó n i c a p e r s o n a l .

Concordancias:
CPP: arts. 286 al 292

T e o d o r ic o C l a u d io C r is t ó b a l T á m a r a

I. Evolución legislativa de la vigilancia electrónica personal


La vigilancia electrónica en nuestro país tuyo sus inicios mediante la Ley N° 29499,
pero, sin lugar a dudas, es mediante el Decreto Legislativo N° 1322, de fecha 6 de enero
de 2017, reglamentados inicialmente por el Decreto Supremo N ° 004-2017-JUS y el
Decreto Supremo N ° 008-2016-JUS, y luego por el Decreto Supremo N° 016-2017-JUS
y el Decreto Supremo N° 012-2020-JUS, vigentes a la fecha, que se especifica la regula­
ción de la vigilancia electrónica a nivel nacional; de ahí que, realizando una lectura de la
primera disposición complementaria final del mencionado decreto legislativo, se precisó
que su implementación se iniciaría con un plan piloto ejecutado en un distrito judicial de
Lima y en la provincia constitucional del Callao.

Del mismo modo, el Decreto Supremo N° 006-2018-JUS, del 15 de mayo de 2018,


aprueba el Calendario Oficial para la Implementación Progresiva de la Vigilancia Elec­
trónica Personal, ampliándose su aplicación a los distritos judiciales de Lima Sur, Lima
Norte, Lima Este, Callao y Ventanilla. De ese modo, el primer dispositivo electrónico ha
sido aplicado el 21 de julio del 2017, esto es, después de siete años después de la primera
ley de la materia.

También conviene mencionar lo pertinente a la Resolución Ministerial N° 0133-


2019-JUS, de fecha 5 de abril del 2019, que aprueba la denominada Directiva para nor­
mar el financiamiento de la vigilancia electrónica personal, cuyos alcances son de aplica­
ción obligatoria para todos los órganos y unidades orgánicas del Instituto Nacional Peni­
tenciario (INPE), que participan en el financiamiento de la vigilancia electrónica personal.

908 (*) Artículo incorporado por el arr. 4 del Decreto Legislativo N° 1514, publicado el 4-06-2020.
LA COMPARECENCIA ART. 287-A

La Corte Suprema de Justicia de la República, con fecha 10 de septiembre de 2019,


ha desarrollado el Acuerdo Plenario N° 02-2019/CJ-116, donde ha delineado la natura­
leza, las formalidades, los supuestos y las condiciones para la aplicación de la vigilancia
electrónica personal en el territorio nacional.

A raíz de la pandemia acaecida por el COVID-19 (coronavirus) a nivel mundial, el Gobierno


Central optó por promulgar una serie de medidas legislativas tendientes a prevenir la propaga­
ción de la citada enfermedad. Una de ellas es el Decreto Legislativo N° 1514, que efectúa una
serie de incorporaciones y modificatorias a diversos cuerpos legales de naturaleza sustantiva y
adjetiva. Así se incorpora el artículo 287-A al Código Procesal Penal (en adelante, CPP), deno­
minado: Comparecencia restrictiva con vigilancia electrónica personal.

II. Concepto de la vigilancia electrónica personal


En el plano nacional, San M artín Castro indica que “la vigilancia electrónica perso­
nal constituye tanto una medida de coerción procesal, cuanto un tipo de pena aplicable
por conversión, y un mecanismo de monitoreo -d e control para evitar el alejamiento del
reo a las pautas de resocialización en libertad- para los penados que obtienen los benefi­
cios penitenciarios de excarcelación: semi libertad y liberación condicional”(1).

De tal forma, la vigilancia electrónica personal constituye un mecanismo o dispositivo


tecnológico (electrónico)1(2) instalado en diversas partes del cuerpo de una persona (por lo
general en las piernas o brazos), cuyo objetivo es custodiar y verificar la ubicación espacio-
temporal de manera permanente (en un plazo delimitado) de la persona procesada o san­
cionada penalmente, para su desplazamiento en espacio reducido. Asimismo, es impuesto
por el órgano jurisdiccional competente (juez de investigación preparatoria o juez penal)
e implementado (financiamiento e instalación) por el órgano penitenciario respectivo.

III. Naturaleza jurídica de la vigilancia electrónica personal


La naturaleza de esta medida de vigilancia se desprende del artículo 1 del Decreto
Legislativo N° 1322, que establece que la vigilancia electrónica personal es entendida como
una alternativa de restricción en las medidas de coerción procesal, así como un tipo de pena
aplicable por conversión o como imposición en el otorgamiento de un beneficio peniten­
ciario. En ese sentido, se puede reputar a tal medida una triple naturaleza jurídica: como
pena (conversión de la pena privativa de libertad efectiva en un centro penitenciario), como
medida de restricción a la comparecencia (primordialmente en las prisiones preventivas) y
como beneficio penitenciario (alternativamente a los beneficios de semilibertad o libertad
condicional). Esto en plena concordancia con el Acuerdo Plenario N° 02-2019/CJ-116, el
cual indica que su aplicación se extiende al Derecho Penal material, al Derecho Procesal
Penal y al Derecho de Ejecución Penal (penitenciario, concretamente).

(1) SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio. (2020). Derecho Procesal Penal. Lecciones. 2a edición. Lima: Inpeccp-
Cenales, p. 707.
(2) Así también, se puede señalarse ejemplos tales como: emisores geográficos, sistema de alarmas, indicadores de
movimientos y vigilancia nocturna. ROXIN, Claus y SCHÜNEMANN, Bernd (2019). Derecho Procesal Penal.
Traducción de la 29a edición alemana. Buenos Aires: Didot, p. 454. 909
ART. 287-A LAS MEDIDAS DE COERCION PROCESAL

Una explicación de la vigilancia electrónica personal, a partir de la concepción del


Derecho Penal material, debe ser entendida como aquella imposición de una consecuencia
jurídico penal (pena) por el menoscabo o puesta en peligro de un bien jurídico protegido,
donde la vigilancia electrónica personal juega un rol tendiente (desde una visión político
criminal) a la prevención general y especial, traducida en la resocialización, reeducación y
reintegración de la persona condenada a la sociedad.

También, desde el punto de vista del Derecho Procesal Penal y su relación a las medi­
das cautelares (medidas coercitivas personales), la vigilancia electrónica personal implica
un dispositivo o medida alternativa a la prisión preventiva que conlleva a su imposición
conjunta con una serie de restricciones y, por ende, su finalidad esencial es que el proce­
sado no deba ingresar a la cárcel como regla general, evitando estigmatizaciones o prejui­
cios sociales inútiles en la personalidad del investigado.

Asimismo, la vigilancia electrónica debe coadyuvar a disminuir el riesgo de fuga por


parte del imputado, pues como manifiesta Peña Cabrera Freyre, “[e]l radio de acción de
la medida de vigilancia electrónica personal se restringe a la meridiana criminalidad, sin
que se haya hecho distinción a la calidad del agente y a la naturaleza del delito (.. .)”(1).

Finalmente, desde la óptica del Derecho de Ejecución Penal (o penitenciario), la vigi­


lancia electrónica personal está dirigida a constituir un mecanismo de control para la per­
sona condenada que, de acuerdo a la normativa de ejecución penal, ha cumplido con ciertos
requisitos para ser acreedor a un beneficio penitenciario establecido por la ley. Los princi­
pales beneficios penitenciarios dentro de nuestro ordenamiento jurídico son la semiliber-
tad y la libertad condicional, entonces la medida de vigilancia electrónica está dirigida a
colaborar de manera eficaz al tratamiento progresivo de las exigencias de la individualiza­
ción de las penas, considerando diversos factores efectivos para la reeducación, resociali­
zación y reinserción del penado.

IV. Descripción legal del artículo 287-A del CPP


De acuerdo a la incorporación legal efectuada por el Decreto Legislativo N° 1514, el
artículo 287-A al CPP señala lo siguiente:

1. El juez puede imponer la m edida de comparecencia restrictiva convigilancia


electrónica, antes que la m edida de prisión preventiva, si de la valoración de
las condiciones de vida personal, laboral, fam iliar o social, o las condiciones
de salud, de la persona procesada; si con ella se garantiza en el m ism o grado
el norm al desarrollo del proceso

Teniendo en cuenta la naturaleza de la prisión preventiva como aquella medida coerci­


tiva más gravosa del ordenamiento jurídico penal, debe ser aplicada -e n pleno cumplimiento
del principio de legalidad procesal- bajo diversos presupuestos establecidos en el CPP; sin
embargo, la citada incorporación hace una prevalencia de la vigilancia electrónica sobre la*910

(1) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso (2016). Manual de Derecho Procesal Penal. 4a edición. Lima: Instituto
910 Pacífico, p. 552.
LA COMPARECENCIA ART. 287-A

prisión preventiva pese a que puedan concurrir los presupuestos para la aplicación de la pri­
sión provisional; en ese sentido, el juez de investigación preparatoria puede (es facultativo)
imponer comparecencia con restricciones conjuntamente con la vigilancia electrónica; asi­
mismo, el juez debe evaluar la vida personal del procesado (cualidades éticas y morales de
vida), circunstancias laborales (relaciones profesionales y de servicios remunerados), fami­
liares (relaciones generadas por el matrimonio, uniones de hecho, patria potestad, filiación,
entre otros) o social (circunstancias de representación o mandatos públicos), o las condicio­
nes de salud (estado físico y psicológico del individuo), todos estos tendientes a garantizar los
objetivos del proceso penal (presencia del imputado en el proceso, disminución del riesgo o
peligro procesal, y el cumplimiento de la futura y eventual pena).

2. El juez puede disponer la cesación de la prisión preventiva por


la comparecencia restrictiva con vigilancia electrónica personal, si, aun
cuando subsistan los presupuestos del articulo 2 6 8 , la persona procesada
acredita que tiene condiciones de vida personal, laboral, fam iliar o social, o
las condiciones de salud, que perm iten concluir que con esta m edida
se asegura la finalidad del proceso en el m ism o grado

Una vez concedida la prisión preventiva en contra de un individuo, este puede solicitar
la cesación y su sustitución por una medida de comparecencia con restricciones, debido a que
existen nuevos elementos de convicción que demuestren que no concurren los presupuestos
para que siga vigente la prisión preventiva; sin embargo, y al igual que el inciso anterior, a pesar
de subsistir los presupuestos contenidos en el artículo 268 (presupuestos materiales de la pri­
sión preventiva) del CPP, y de acuerdo a las condiciones de vida personal, laboral, familiar o
social, o condiciones de salud del investigado, con la finalidad de asegurar el normal desarro­
llo del proceso penal, el juez puede disponer el cese de la prisión preventiva y aplicar vigilancia
electrónica personal conjuntamente con la comparecencia restrictiva.

3. En ambos casos, el juez im pone las m edidas restrictivas del artículo 2 8 8 ,


conjuntam ente con las disposiciones que regulan
la vigilancia electrónica personal

El mencionado precepto legal hace referencia que ante los dos supuestos indicados deben
estar sujetos a las restricciones establecidas en el artículo 288 del CPP, tales como: i) la nece­
sidad del imputado de someterse al cuidado y vigilancia por parte de una persona o institu­
ción determinada, quien informará periódicamente en los plazos designados; ii) la obliga­
ción del imputado de no ausentarse de la localidad en la que reside, además de no concurrir
a determinados lugares o, en su caso, de presentarse ante la autoridad en los días que se esta­
blezcan en la resolución correspondiente; iii) la prohibición de comunicarse con personas
determinadas, siempre que no afecte el derecho de defensa; y, iv) la prestación de una cau­
ción económica, de acuerdo a las posibilidades del imputado o, en su defecto, dicha caución
podrá ser sustituida por una fianza personal idónea y suficiente.

V. Vigilancia electrónica frente a la prisión preventiva


La aplicación de la vigilancia electrónica debe ser concebida como un medio
alternativo a la prisión preventiva, pues optimiza la libertad del individuo frente a
ART. 287-A LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

los problemas generalizados de hacinamiento y sobrepoblación en los establecimien­


tos penitenciarios.

De ese modo, la vigilancia electrónica personal constituye una medida alternativa


de menor magnitud gravosa en comparación a la prisión preventiva (donde está en juego
la libertad del individuo); del mismo modo, dicho mecanismo también es una especie de
pena alternativa a la privación de la libertad locomotora o una medida asociada a un bene­
ficio penitenciario, cuyo propósito es monitorear y controlar a una persona sentenciada
penalmente (pena efectiva) dentro de un lugar determinado, ya sea su hogar o alguna ins­
titución encargada para tal fin.

Lo particular de la medida es que el individuo tiene restringido su tránsito a un espa­


cio delimitado (donde puede ejercer su libertad de desplazamiento). Esto teniendo en cuenta
el delito por el cual ha sido procesado o sentenciado la persona (ciertas condiciones -circuns­
tancias- que se evalúan caso por caso), cuya evaluación debe ser determinada por la autoridad
competente (juez de la causa). Por tal motivo, constituye una herramienta poderosa para medir
el grado de cumplimiento y readaptabilidad social de los procesados y sentenciados.

VI. Vigilancia electrónica y los procesos penales especiales


Existe la posibilidad de aplicación de la vigilancia electrónica en los procesos penales
especiales, un claro ejemplo es la terminación anticipada, en tanto, el segundo párrafo del
artículo 8.2. del reglamento (Decreto Supremo N° 004-2017-JUS) establece que la vigilan­
cia electrónica personal procede (...) dentro del proceso especial de terminación anticipada
o en la conclusión anticipada de juicio oral (...). Del mismo texto reglamentario, también
se puede verificar que, en una conclusión anticipada del juicio oral es aplicable la vigilancia
electrónica, lo que equivale a una conformidad procesal dentro del proceso común, esto,
puede ser de la pena y de la reparación civil o solamente de la primera de las mencionadas.

Ahora bien, otro proceso al cual puede circunscribirse la vigilancia electrónica per­
sonal, es el proceso especial de colaboración eficaz, así la Corte Suprema, en el Acuerdo
Plenario N° 02-2019/CJ-116, ha manifestado que: “En el proceso de colaboración eficaz,
mientras dure su tramitación, también permitiría la aplicación, como medida de coerción
personal, de la vigilancia personal. Es de tener presente que una de las fases más impor­
tantes de este proceso penal especial es la corroboración, de suerte que, durante su inte­
rregno, si se cumplen determinado - o todos- presupuestos y condiciones de imposición
de la vigilancia electrónica personal será posible hacer uso de ella”.

De tal forma, la vigilancia electrónica es perfectamente admisible en procesos espe­


ciales como la terminación anticipada y la colaboración eficaz, de acuerdo a los presupues­
tos desarrollados líneas anteriores.

§ 5 BIBLIOGRAFÍA
PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso (2016). Manual de Derecho Procesal Penal. 4a edición. Lima: Instituto
Pacífico; ROXIN, Claus. y Schünemann, Bernd. (2019). Derecho Procesal Penal. Traducción de la 29a edi­
ción alemana. Buenos Aires: Didot; SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio. (2020). Derecho Procesal
Penal. Lecciones. 2a edición. Lima: Inpeccp-Cenales.
A rtícu lo 288.- L as restriccion es0,0
L a s r e s tr ic c io n e s q u e e l j u e z p u e d e im p o n e r so n la s s ig u ie n te s :
1. L a o b lig a c ió n d e s o m e te r s e a l c u id a d o y v ig i la n c i a d e u n a p e r s o n a o in s titu c ió n
d e t e r m i n a d a , q u i e n i n f o r m a r á p e r i ó d i c a m e n t e e n lo s p l a z o s d e s i g n a d o s .
2. L a o b lig a c ió n d e n o a u s e n ta r s e d e l a l o c a l id a d e n q u e r e s id e , d e n o c o n c u r r ir a
d e t e r m i n a d o s lu g a r e s , o d e p r e s e n t a r s e a l a a u t o r i d a d e n lo s d í a s q u e s e le f i j e n .
3. L a p r o h ib ic ió n d e c o m u n ic a r s e co n p e r s o n a s d e te r m i n a d a s , s ie m p r e q u e n o a fe c te
e l d erech o d e d e fe n sa .
4. L a p r e s t a c i ó n d e u n a c a u c ió n e c o n ó m i c a , s i l a s p o s i b i l i d a d e s d e l i m p u t a d o lo p e r ­
m ite n . L a c a u c ió n p o d r á s e r s u s tit u id a p o r u n a f i a n z a p e r s o n a l id ó n e a y s u f ic ie n te .
5. L a v ig i la n c i a e le c tr ó n ic a p e r s o n a l, d e c o n f o r m id a d a la le y d e la m a t e r i a y su
r e g la m e n to , la q u e se c u m p lir á d e la s ig u ie n te f o r m a :
a) L a e je c u c ió n s e r e a l i z a r á e n e l d o m i c i l i o o l u g a r q u e s e ñ a l e e l i m p u t a d o , a p a r ­
t i r d e l c u a l s e d e t e r m i n a r á s u r a d i o d e a c c ió n , i t i n e r a r i o d e d e s p l a z a m i e n t o y
tr á n s ito .
b) E l i m p u t a d o e s t a r á s u j e to a v i g i l a n c i a e l e c t r ó n i c a p e r s o n a l p a r a c u y o c u m p l i ­
m i e n t o e l j u e z f i j a r á l a s r e g l a s d e c o n d u c t a q u e p r e v é l a le y , a s í c o m o t o d a s
a q u e lla s re g la s q u e c o n s id e r e n n e c e s a r ia s a f i n d e a s e g u r a r la i d o n e i d a d d e l
m e c a n i s m o d e c o n tr o l.
c) E l i m p u ta d o q u e n o h a y a s id o a n t e r i o r m e n t e s u je to d e s e n te n c ia c o n d e n a to r ia
p o r d e l i t o d o lo s o p o d r á a c c e d e r a l a v i g i l a n c i a e l e c t r ó n i c a p e r s o n a l . S e d a r á
p r io r id a d a:
i. L os m a y o re s d e 65 a ñ o s.
ii. L o s q u e s u f r e n d e e n f e r m e d a d g r a v e , a c r e d i t a d a c o n p e r i c i a m é d i c o le g a l .
iii. L o s q u e a d o le z c a n d e d is c a p a c id a d f í s ic a o p e r m a n e n t e q u e a fe c te s e n s ib le ­
m e n te su c a p a c id a d d e d e s p la z a m ie n to .
iv . L a s m u je r e s g e s ta n te s d e n tr o d e l te r c e r tr im e s tr e d e l p r o c e s o d e g e s ta c ió n .
I g u a l t r a t a m i e n t o t e n d r á n d u r a n t e lo s d o c e m e s e s s i g u i e n t e s a l a s f e c h a d e
n a c im ie n to .
v. L a m a d r e q u e s e a c a b e z a d e f a m i l i a c o n h i j o m e n o r o c o n h ij o o c ó n y u g e
q u e s u f r a d e d is c a p a c id a d p e r m a n e n te , s ie m p r e y c u a n d o h a y a e s ta d o b a jo
su c u id a d o . E n a u s e n c ia d e e lla , e l p a d r e q u e se e n c u e n tr e e n la s m is m a s
c ir c u n s ta n c ia s te n d r á e l m is m o tr a ta m ie n to .
d) E l i m p u t a d o d e b e r á p r e v i a m e n t e a c r e d i t a r la s c o n d ic io n e s d e v i d a p e r s o n a l la b o r a l,
f a m i l i a r y s o c i a l c o n u n i n f o r m e s o c i a l y p e r i c i a p s ic o ló g ic a ( D E R O G A D O / * * * . *()

Concordancias:
CPP: arts. 273, 286, 287, 402 inc. 2, 411, 474 inc. 3.

(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por la cuarta disposición complementaria modificatoria del
Decreto Legislativo N° 1229, publicado el 25-09-2015.
(**) Numeral 5 derogado por la segunda disposición complementaria derogatoria del Decreto Legislativo N° 1514,
publicado el 4-06-2020.
ART. 288 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

A r s e n i o O r é G u a r d ia

El artículo 288 del Código Procesal Penal (en adelante CPP) prescribe las restric­
ciones que el juez puede decretar con ocasión de la comparecencia. De ahí que, en cum­
plimiento del principio de legalidad en materia de coerción personal, el juez se encuentre
impedido de decretar cualquier otra medida distinta de las establecidas taxativamente en
dicha disposición, evidentemente, sin perjuicio de las medidas que, en virtud del artículo
287, inciso 2, del CPP, está autorizado a ordenar con el objeto de “(••■) garantizar el cum­
plimiento de las restricciones impuestas al imputado”.

Otro aspecto destacable de la opción legislativa contenida en este artículo consiste en


la posibilidad que tiene el juez para modular el grado de la restricción, toda vez que este
se encuentra autorizado de imponer simultáneamente cualquiera de las medidas contem­
pladas en el mencionado artículo 288, siempre y cuando, evidentemente, ello sea propor­
cional al peligro procesal que se busca procurar. De ahí que, en efecto, sea imprescindible
el deber del juez de motivar su resolución judicial. Dicho esto, en lo sucesivo se hará refe­
rencia a cada una de las restricciones.

En primer lugar se encuentra: “[l]a obligación de someterse al cuidado y vigilancia


de una persona o institución determinada, quien informará periódicamente en los plazos
designados” (artículo 288, inciso 1, del CPP).

A decir de esta restricción, la obligación de cuidar y vigilar al procesado puede recaer


sobre una persona natural o una institución particular o pública. De ahí que dichos debe­
res puedan ser impuestos al padre, al hermano o al empleador del procesado (de tratarse de
personas determinadas), a las instituciones de beneficencia, de rehabilitación, entre otros
similares (de tratarse de instituciones particulares), o a la policía, a las instituciones de asis­
tencia social, entre otras entidades (de tratarse de instituciones públicas).

En cualquiera de estos casos se mantiene vigente la obligación de informar periódica­


mente a la judicatura acerca de la conducta que presenta el procesado. De otro lado, cabe
advertir que dicha disposición mantiene un vacío en cuanto a la responsabilidad en que
puede incurrir el encargado de cuidar o vigilar al procesado, por ejemplo, cuando, fuera de
los casos de encubrimiento, omite con cumplir sus obligaciones judicialmente impuestas.

Debido a ello, Gálvez Villegas entiende que sería de mucha utilidad la incorporación
de una disposición legal que reglamente las responsabilidades en que puede incurrir el encar­
gado de cuidar o vigilar al procesado(1), aspecto que comparto, sobre todo, dado el princi­
pio de legalidad por el cual se rige el régimen de las medidas de coerción procesal personal.

En segundo lugar, se encuentra: “[l]a obligación de no ausentarse de la localidad en


que reside, de no concurrir a determinados lugares, o de presentarse a la autoridad en los
días que se le fijen” (artículo 288, inciso 2, del CPP).

(1) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton
'14 (2009). El Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista Editores, p. 578.
LA COMPARECENCIA ART. 288

Esta restricción comprende una obligación de no hacer, según la cual el procesado


debe evitar concurrir a determinados lugares, y dos obligaciones de hacer, según las cua­
les el procesado deberá mantenerse en la localidad en que reside o deberá presentarse a la
autoridad en los días que se le fijen.

En virtud de esta restricción, el juez puede impedir que el procesado: i) concurra a


determinadas reuniones, recintos o espectáculos; ii) visite determinados lugares (v. gr., el
lugar de comisión del delito); o, incluso, iii) permanezca en su propia residencia si, por
ejemplo, su cónyuge o algún miembro de su familia con quien convive es la víctima o per­
judicado del delito objeto de investigación. En cualquiera de los casos, dichas restriccio­
nes, al igual que las demás comentadas, deben regirse por el principio de necesidad y pro­
porcionalidad, pues, de lo contrario podrían devenir en arbitrarias.

Cabe indicar que estas obligaciones no tienen carácter absoluto, ya que, dependiendo
de las circunstancias, el juez puede autorizar que el procesado se movilice a otros lugares
por razones de salud, trabajo, estudios, familiares, entre otros motivos o que, en cualquier
caso, tales movilizaciones se produzcan previa comunicación recibida por la autorización
competente. La exigencia de cualquiera de ambas modalidades -contar con la aprobación
judicial o bastar con comunicarle a la autoridad competente de la decisión del imputado
de movilizarse- deberá ser precisada por el juez al momento de decretarse la restricción.

Finalmente, cabe indicar que la forma de controlar el cumplimiento de esta obliga­


ción consiste en imponer al acusado el deber de presentarse periódicamente (en la práctica,
cada quince o treinta días) ante la autoridad competente, por ejemplo, a través del control
biométrico (Resolución Administrativa N° 2Í3-2008-CE-PJ).

En tercer lugar, se encuentra “[l]a prohibición de comunicarse con personas determi­


nadas, siempre que no afecte el derecho de defensa”.

Con esta restricción se busca evitar que el procesado pueda influir en la declaración
que brinden ciertas personas, siempre y cuando ello no afecte el derecho de defensa. Así,
el imputado deberá evitar mantener comunicación con los testigos, víctimas, coprocesa­
dos o los familiares de cualquiera de ellos, siempre y cuando así lo precise el juez en aten­
ción al caso concreto, lo que implica, por ejemplo, que se deba individualizar previamente
a estos últimos.

Así las cosas, la ejecutabilidad de esta obligación, conforme ya lo señalamos, depende


de la precisión con que el juez haya formulado la restricción, de modo que evite formula­
ciones en las que, genéricamente, se prohíba al procesado de comunicarse con “todo aquel
que resultare responsable” o con “todos aquellos que presentan vínculo de afinidad o con­
sanguíneo, hasta el cuarto grado, con los testigos o la víctima”. Todo lo contrario, en la
resolución que impone esta restricción se debe individualizar a las personas respecto de las
cuales el procesado se encuentra impedido de comunicarse.

En el cuarto lugar está la siguiente restricción: “[l]a prestación de una caución eco­
nómica, si las posibilidades del imputado lo permiten. La caución podrá ser sustituida por
una fianza personal idónea y suficiente”.

91
ART. 288 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

La caución es una garantía impuesta judicialmente, a efectos de procurar el cumpli­


miento de las restricciones anteriormente expuestas®.

Ello se evidencia desde el momento en que la caución puede constituirse mediante:


i) la prestación de un juramento o promesa; ii) el depósito de dinero; o iii) el ofrecimiento
de una fianza(3). Los dos últimos supuestos se determinan en función de un monto econó­
mico establecido judicialmente, sobre la base de la naturaleza del delito, la condición eco­
nómica del procesado, su personalidad, los antecedentes del imputado, el modo de come­
ter el delito y la gravedad del daño, así como otras circunstancias que pudieron influir en
el mayor o menor interés del imputado para ponerse fuera del alcance de la autoridad fis­
cal o judicial. Sin perjuicio de ello, también se debe tener en cuenta que el monto estable­
cido no sea de imposible cumplimiento para el imputado, por lo que también debe tomarse
en cuenta su situación personal, su carencia de medios y las características del hecho atri­
buido (artículo 289, inciso 1, del CPP)(4).

§5 BIBLIOGRAFÍA
CREUS, Carlos (1996). Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Astrea; GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Ala­
dino; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton (2009). El Código Procesal Penal.
Comentarios descriptivos, explicativos y críticos, Lima: Jurista Editores; GARCIA RADA, Domingo (2009). Ins­
tituciones de Derecho Procesal Penal. 2a edición. Tomo II. Lima: Mercurio Peruano; LORENCES, Valentín
H. (2002). Excarcelación y exención de prisión. Buenos Aires: Universidad; MANZANARES SAMANIEGO,
José Luis (1976). “La caución penal”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo 29. Recuperado
de: < http://dialnet.unirioja.es/servlet/ articulo?codigo=2789279>.

EÜa JURISPRUDENCIA
La naturaleza y modo de comisión del delito revisten el contenido apreciable del injusto, lo que conlleva a estimar
la personalidad del agente y forma convicción de que debe extremarse el asegurar el cumplimiento de las obligaciones
impuestas y las órdenes de la autoridad. Exp. N° 2008-01606-15-2301-JR-PE-l-Tacna.234

(2) MANZANARES SAMANIEGO, José Luis (1976). “La caución penal”. En: Anuario de Derecho Penal y
Ciencias Penales. Tomo 29. Recuperado de: < http://dialnet.unirioja.es/servlet/ articulo? codigo=2789279>-
En igual sentido, García Rada sostiene que la caución es la garantía que se ofrece para asegurar el
cumplimiento de una promesa pactada o convenida. GARCIA RADA, Domingo (2009). Instituciones de
Derecho Procesal Penal. 2a edición. Tomo II. Lima: Mercurio Peruano, p. 284.
(3) Por su parte, Creus considera que la caución también puede ser juratoria. CREUS, Carlos (1996). Derecho
Procesal Penal. Buenos Aires: Astrea, pp. 337-342. En la misma línea, LORENCES, Valentín H. (2002).
Excarcelación y exención de prisión. Buenos Aires: Universidad, pp. 634-636.
(4) Si bien el Código de Procedimientos Penales de 1940 y el Código Procesal Penal de 1991 no hacen ninguna
referencia a tales exigencias, entendemos que dichos criterios pueden aplicarse mutatis mutandi en virtud del
principio de necesidad y proporcionalidad que sustenta toda medida de coerción.
A rtícu lo 289.- L a cau ción
1. L a c a u c ió n c o n s is tir á e n u n a s u m a d e d in e r o q u e se f i j a r á e n c a n t i d a d s u f ic ie n te
p a r a a s e g u r a r q u e e l i m p u t a d o c u m p l a l a s o b li g a c io n e s i m p u e s t a s y l a s ó r d e n e s d e
la a u to r id a d .
L a c a l i d a d y c a n t i d a d d e la c a u c ió n se d e t e r m i n a r á te n ie n d o e n c u e n ta l a n a t u r a ­
le z a d e l d e lito , la c o n d ic ió n e c o n ó m ic a , p e r s o n a lid a d , a n te c e d e n te s d e l im p u ta d o , e l
m o d o d e c o m e te r e l d e lito y la g r a v e d a d d e l d a ñ o , a s í co m o la s d e m á s c ir c u n s ta n c ia s
q u e p u d ie r e n i n f l u i r e n e l m a y o r o m e n o r in te r é s d e e ste p a r a p o n e r s e f u e r a d e l
a lc a n c e d e la a u t o r i d a d f i s c a l o ju d i c ia l .
N o p o d r á im p o n e r s e u n a c a u c ió n d e im p o s ib le c u m p lim ie n to p a r a e l i m p u ta d o , e n
a te n c ió n a su s itu a c ió n p e r s o n a l, a su c a r e n c ia d e m e d io s y a la s c a r a c te r ís tic a s d e l
hech o a tr ib u id o .
2. L a c a u c ió n s e r á p e r s o n a l c u a n d o e l im p u ta d o d e p o s ita l a c a n t i d a d f i j a d a e n la
r e s o lu c ió n e n e l B a n c o d e l a N a c i ó n . S i e l i m p u t a d o c a r e c e d e s u f i c i e n t e s o l v e n c i a
e c o n ó m ic a o fr e c e r á f i a n z a p e r s o n a l e s c r ita d e u n a o m á s p e r s o n a s n a tu r a le s o j u r í ­
d ic a s , q u i e n e s a s u m i r á n s o l i d a r i a m e n t e c o n e l i m p u t a d o l a o b l i g a c i ó n d e p a g a r
l a s u m a q u e s e le h a y a f i j a d o . E l f i a d o r d e b e t e n e r c a p a c i d a d p a r a c o n t r a t a r y
a c r e d i ta r s o lv e n c ia s u fic ie n te .
3. L a c a u c i ó n s e r á r e a l c u a n d o e l i m p u t a d o c o n s t i t u y a d e p ó s i t o d e e f e c to p ú b l i c o o
v a lo r e s c o tiz a b le s u o to r g u e g a r a n t í a r e a l p o r la c a n t i d a d q u e e l j u e z d e te r m in e .
E s t a c a u c i ó n s o lo s e r á p r o c e d e n t e c u a n d o d e l a s c i r c u n s t a n c i a s d e l c a s o s u r g i e r a l a
i n e f i c a c i a d e l a s m o d a l i d a d e s d e l a s c a u c io n e s p r e c e d e n t e m e n t e e s t a b l e c i d a s y q u e ,
p o r la n a tu r a le z a e c o n ó m ic a d e l d e lito a tr ib u id o , se c o n fo r m e co m o la m á s a d e c u a d a .
4. C u a n d o e l i m p u t a d o s e a a b s u e l t o o s o b r e s e íd o , o s i e n d o c o n d e n a d o n o i n f r i n g e l a s
r e g l a s d e c o n d u c t a q u e l e f u e r o n i m p u e s t a s , l e s e r á d e v u e l t a l a c a u c i ó n c o n lo s r e s p e c ­
t i v o s i n t e r e s e s d e v e n g a d o s , o e n s u c a so , q u e d a r á s i n e f e c to l a g a r a n t í a p a t r i m o n i a l
c o n s titu id a y la f i a n z a p e r s o n a l o to r g a d a .

Concordancias:
CPP: arts. 285, 288 inc. 4, 290 inc.3, 318 inc.3, 479 inc.3.

E lky A lexander V il l e g a s P a iv a

I. Concepto y naturaleza
El Código Procesal Penal de 2004 (en adelante CPP) ha establecido la imposición
de una caución en los casos en que se dicte la medida de comparecencia con restricciones
(art. 296), así como al disponerse la cesación de la prisión preventiva (art. 283 concordante
con el art. 285.4). Igualmente, al imponer la comparecencia sujeta a vigilancia electrónica
(arts. 287.5 y 288.5 concordantes con la Ley de Vigilancia Electrónica, Decreto Legislativo
N° 1229), así como también en la detención domiciliaria (art. 290.6). Asimismo, se hace
referencia a esta figura en los supuestos de devolución de bienes incautados (art. 318.3.a)
y en el proceso especial de terminación anticipada (art. 479.3).

Ahora bien, se tiene que el CPP de 2004 menciona en el artículo 288.4 a la caución
como una restricción (autónoma) que se puede imponer cuando se establezca la medida
ART. 289 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

de comparecencia con restricciones cuando las posibilidades del imputado lo permitan,


y a su vez el citado Código en su artículo 289.1 la regula como una garantía de cumpli­
miento de las restricciones impuestas en la comparecencia restrictiva.

Esta regulación, que resulta -e n palabras de Del Río Labarthe(1)- “curiosa”, pone en
evidencia la discusión en torno a determinar cuál es la naturaleza jurídica de la caución.
Esto es, si se trata de una medida restrictiva o, más bien, si se trata de una garantía de
cumplimiento de las medidas restrictivas.

Al respecto, consideramos que se trata de una garantía patrimonial otorgada para


garantizar el cumplimiento de las obligaciones procesales sometido a orden de compare­
cencia u otras medidas de coerción. Como señala Gálvez Villegas, al definir al instituto
en comento: “[L]a caución es la garantía patrimonial -real o personal- que otorga el pro­
cesado (o un tercero en caso de fianza), a favor de la administración de justicia -Tesoro
Público- con la finalidad de garantizar indirectamente el cumplimiento de las obligacio­
nes provenientes de su condición de tal, fundamentalmente la de comparecer ante la auto­
ridad competente cuando sea requerido, no evadir la acción de la justicia y someterse al
cumplimiento de la pena en caso de ser condenado”®.

Agrega el referido autor que, eventualmente, la caución garantiza -tam b ién - el cum­
plimiento de las obligaciones de carácter patrimonial, como cuando se solicita el desem­
bargo (levantamiento de embargo), o la sustitución de los bienes embargados al procesado
o tercero civil para garantizar el pago de la reparación civil a que hubiera lugar; en este
último caso solo es admitida la garantía real®.

Compartiendo la postura de considerar a la caución como una garantía, Del Río


Labarthe explica que las restricciones incorporadas por el artículo 288.2 (obligación de no
ausentarse de la localidad; de no acudir a determinados lugares, o de presentarse a la auto­
ridad), y por el artículo 288.3 (prohibición de comunicarse con personas determinadas),
pueden aplicarse de forma aislada o conjunta; no requieren la presencia de otra medida
específica para su adopción. La caución, en cambio, requiere precisamente que se fije por
lo menos alguna de esas restricciones, que son objeto a garantizar®.

Señala, además, que su condición de garantía explica la constitución de un fiador a


favor del imputado. No se puede aplicar a un tercero una medida cautelar sobre la base del
peligro procesal que representa el imputado -ello viola el principio de proporcionalidad-.
Un tercero solo puede contribuir al cumplimiento de las obligaciones a través de la cus­
todia o la prestación de una fianza. No es sujeto pasivo de la medida, solo asume la obli­
gación de garantizar su cumplimiento. Lo mismo ocurre en realidad con el imputado, el
depósito de la caución es una garantía del cumplimiento de sus obligaciones®.1234

(1) DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisiónpreventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico, p. 379.
(2) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). Medidas de coerción personales y reales en el proceso penal. Lima:
Ideas, p. 564.
(3) ídem.
(4) DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Ob. cit., p. 380.
L8 (5) Ibídem, p. 381.
LA COMPARECENCIA ART. 289

Finalmente, cabe indicar que con la caución, si bien en forma mediata se busca lograr
el aseguramiento de las obligaciones personales del imputado, lo que directamente se garan­
tiza o asegura es el cumplimiento de la obligación pecuniaria (subsidiaria) determinada
por el juez a cargo del imputado. Pues, el cumplimiento de las obligaciones personales
del procesado solo se podrá lograr a través de una medida coercitiva de carácter personal
y no patrimonial o económica como la caución. Pero claro, con la obligación económica
impuesta y con la garantía de cumplimiento (caución), indirectamente se busca condicio­
nar para que el imputado cumpla sus obligaciones personales y evite evadir la acción de
la justicia; apelando obviamente a la racionalidad económica del imputado, quien podrá
concluir que no le resulta eficiente, en términos económicos, evadir la acción de la justicia
porque ello significaría perder la caución económica®.

II. Tipos de caución en el proceso penal


En el Derecho Procesal Penal peruano la caución puede ser personal o real desde la
perspectiva de la forma de ejecución. Así, el instituto en referencia, respectivamente, puede
ejecutarse a través del depósito, o a través de una fianza personal, de una cierta cantidad
de dinero establecida judicialmente y a favor del Estado (art. 289.2 del CPP); y, residual­
mente, a través de la constitución en depósito de efecto público, valores cotizables o garan­
tía real por la cantidad que el juez haya determinado (art. 289.3 del CPP).

En cuanto a la caución personal, el empleo de la fianza es residual respecto de la posi­


bilidad otorgada al procesado para que él mismo pueda cumplir con la caución. El funda­
mento de ello se debe a que la procedencia de la fianza se encuentra supeditada a la posi­
bilidad o no que tiene el imputado para cubrir el monto establecido por el juez, ante el
eventual incumplimiento de alguna restricción®.

Mientras que la caución real se constituye mediante la afectación de los bienes pro­
pios o de terceros como garantía de cumplimiento de las demás restricciones. Este tipo de
caución procede cuando, de acuerdo a las circunstancias del caso, se advierte que la apli­
cación de la caución personal es ineficaz para la finalidad que se busca asegurar, además
de que, por la naturaleza económica del delito atribuido, la caución real sea la medida más
adecuada (art. 189.3 del CPP)(8).

III. Destino de los bienes afectados por caución


En caso de incumplir las reglas de conducta u obligaciones procesales impuestas,
entonces se ejecutará la caución afectándose en forma definitiva el bien sobre el que recayó
la caución.

Si lo que se otorgó fue una fianza, entonces se obligará al fiador a hacer efectivo el
monto de la obligación pecuniaria garantizada.678

(6) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). Medidas de coerción personales y reales en elprocesopenal. Ob. cit.,
p. 565.
(7) ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal.
Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica, p. 180.
(8) Ibídem, p. 181. 9]
ART. 289 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

IV. Extinción de la caución


El inciso 4 del artículo 289 del CPP señala textualmente lo siguiente:

“Cuando el imputado sea absuelto o sobreseído, o siendo condenado no infringe las


reglas de conducta que le fueron impuestas, le será devuelta la caución con los res­
pectivos intereses devengados, o en su caso, quedará sin efecto la garantía patrimo­
nial constituida y la fianza personal otorgada”.

La redacción de este precepto legal no resulta la más feliz, por la ambigüedad de su


texto, lo que puede dar lugar a confusiones en torno a la interpretación de sus alcances.

En esa línea, se entiende que la devolución de la caución con sus respectivos intereses
devengados opera en dos situaciones: i) cuando el imputado sea absuelto o sobreseído, o ii)
siendo condenado no infringe las reglas de conducta que le fueron impuestas.

En otras palabras, si al imputado se le absuelve o el proceso seguido en su contra es


sobreseído, se le devolverá la caución, sin importar si infringió o no las reglas de conducta
que le fueron impuestas.

Ahora bien, por un lado, las denominadas “reglas de conducta” a que hace referencia
este apartado legal no son las “reglas de conducta” que se imponen cuando se emite una
sentencia con la ejecución de la pena suspendida o con reserva del fallo condenatorio. Las
medidas a las que se refiere el artículo 289.4 del CPP son, en puridad, las restricciones que
prevé el artículo 288 del mismo cuerpo normativo.

Y, por otro lado, no parece correcto que aun cuando infrinja las restricciones impues­
tas, se le deba devolver la caución, pues ello va en contra de la propia naturaleza de este
instituto que es garantizar precisamente el cumplimiento de las reglas procesales; si estas
son incumplidas, entonces debe operar la ejecución de la caución, al margen del resul­
tado del proceso.

Entonces, si se ha incumplido con las reglas procesales impuestas, no se devolverá la


caución o no quedarán sin efectos la garantía patrimonial o la fianza otorgada, sino que
se ejecutarán aun cuando el proceso fuera sobreseído, el imputado fuera absuelto o decla­
rado inocente.

De igual manera, si el sujeto fuera declarado culpable, pero no infringió las reglas
impuestas, entonces se le deberá devolver la caución, mientras que si las infringió, entonces
no procederá tal devolución, pues lo relevante no es el resultado del proceso sino el cumpli­
miento de las obligaciones procesales que hayan sido decretadas en el desarrollo del proceso.

Al respecto señala Gálvez Villegas: “El cumplimiento de sus obligaciones por parte
del procesado, no depende de si, al final, resulta responsable del delito o no; pues, puede
ser inocente de los cargos imputados, y sin embargo, no haber cumplido con sus obliga­
ciones procesales, en este caso de todas maneras se ejecutará la caución y perderá el bien
afectado con la misma; por el contrario, puede ser culpable y sin embargo haber cumplido

Í20
LA COMPARECENCIA ART. 289

sus obligaciones, en cuyo caso no se ejecutará la caución, liberándose automáticamente el


bien gravado (dinero) ”(9).

§5 B IB L IO G R A F ÍA

DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico.
GALVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). Medidas de coerción personales y reales en elproceso penal. Lima:
Ideas. ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Pro­
cesal Penal. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica.

(9) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). Medidas de coerciónpersonales y reales en el proceso penal. Ob. cit.,
p. 573.
Artículo 290.- Detención domiciliaria^
1. S e im p o n d r á d e te n c ió n d o m ic ilia r ia c u a n d o , p e s e a c o r r e s p o n d e r p r i s ió n p r e v e n tiv a ,
e l im p u ta d o :
a) E s m a y o r d e 65 a ñ o s d e e d a d ;
b) A d o le c e d e u n a e n f e r m e d a d g r a v e o in c u r a b le ;
c) S u fr e g r a v e in c a p a c id a d f ís ic a p e r m a n e n te q u e a fe c te s e n s ib le m e n te s u c a p a c id a d
d e d e s p la z a m ie n to ;
d) E s u n a m a d r e g e s ta n te .
2. E n to d o s lo s m o t i v o s p r e v i s t o s e n e l n u m e r a l a n t e r i o r , l a m e d i d a d e d e t e n c i ó n
d o m i c il ia r ia e s tá c o n d ic io n a d a a q u e e l p e lig r o d e f u g a o d e o b s ta c u liz a c ió n p u e d a
e v i t a r s e r a z o n a b l e m e n t e c o n s u im p o s i c i ó n .
3. L a d e t e n c i ó n d o m i c i l i a r i a d e b e c u m p l i r s e e n e l d o m i c i l i o d e l i m p u t a d o o e n o tr o q u e
e l j u e z d e s i g n e y s e a a d e c u a d o a esos e fe c to s , b a j o c u s t o d i a d e l a a u t o r i d a d p o l i c i a l
o d e u n a in s titu c ió n - p ú b l ic a o p r i v a d a - o d e te r c e r a p e r s o n a d e s ig n a d a p a r a t a l
e fe c to . E n e s t e s u p u e s to , e l j u e z p u e d e r e e m p l a z a r l a c u s t o d i a d e l a a u t o r i d a d p o l i c i a l
o d e u n a in s titu c ió n o d e te r c e r a p e r s o n a , p o r la m e d i d a d e v ig i la n c i a e le c tr ó n ic a
p e r s o n a l , d e c o n f o r m i d a d a l a l e y d e l a m a t e r i a y s u r e g l a m e n t o (**K
4. T a m b i é n p o d r á d is p o n e r s e la d e te n c ió n d o m i c i l i a r i a d e l im p u t a d o b a jo l a u t i l i z a ­
c ió n d e la v ig i la n c i a e le c tr ó n ic a p e r s o n a l, d e c o n f o r m id a d a l a le y d e l a m a t e r i a y
s u r e g l a m e n t o (D E R O G A D O )* * * * * .
5. C u a n d o s e a n e c e s a r io , s e i m p o n d r á l í m i t e s o p r o h i b i c i o n e s a l a f a c u l t a d d e l i m p u t a d o
d e c o m u n i c a r s e c o n p e r s o n a s d i v e r s a s d e a q u e l l a s q u e h a b i t a n c o n é l o q u e lo a s i s t e n .
6. E l c o n tr o l d e l a o b s e r v a n c ia d e la s o b lig a c io n e s im p u e s ta s c o r r e s p o n d e a l M in is te r io
P ú b lic o y a l a a u t o r i d a d p o li c ia l . S e p o d r á a c u m u l a r a l a d e te n c ió n d o m i c il ia r ia
u n a c a u c ió n .
7. E l p la z o d e d u r a c ió n d e d e te n c ió n d o m i c il ia r ia es e l m is m o q u e e l f i j a d o p a r a la
p r i s i ó n p r e v e n t i v a . R i g e , e n lo p e r t i n e n t e , lo d i s p u e s t o e n lo s a r t í c u l o s 2 1 5 a l 2 1 1 .
8. S i d e s a p a r e c e n lo s m o t i v o s d e d e t e n c i ó n d o m i c i l i a r i a e s t a b l e c i d o s e n lo s l i t e r a l e s
b) a l d ) d e l n u m e r a l 1 ), e l j u e z —p r e v i o i n f o r m e p e r i c i a l — d i s p o n d r á l a i n m e d i a t a
p r is ió n p r e v e n tiv a d e l im p u ta d o .

C oncordancias:
CPP: arts. 215 al 211.

S a n d r a M a r ib e l B r in g a s F l o r e s

I. Concepto
El artículo 290 del Código Procesal Penal (en adelante CPP) contempla la figura pro­
cesal de detención domiciliaria dentro del Título IV referida a la comparecencia. Y refirién­
dose a su procedencia, precisa que se impondrá esta medida restrictiva cuando corresponda

(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por la cuarta disposición complementaria modificatoria del
Decreto Legislativo N° 1229, publicado el 25-09-2015.
(**) Texto vigente del numeral 3 según modificatoria efectuada por el art. 5 del Decreto Legislativo N° 1514,
publicado el 04-06-2020.
(***) Numeral 4 derogado por la segunda disposición complementaria derogatoria del Decreto Legislativo N° 1514,
922 publicado el 04-06-2020.
LA COMPARECENCIA ART. 290

la prisión preventiva, pero circunstancias particulares impiden su ejecución. Al ser una


medida de coerción procesal, exige que se tenga en cuenta lo prescrito por el artículo 253
del CPP, que obliga a considerar los diversos tratados, convenios y pactos sobre derechos
humanos, que contienen una serie de disposiciones destinadas a la protección de los dere­
chos humanos de una persona involucrada en la investigación de un delito o durante el
trámite de un proceso.

La detención domiciliaria es una medida cautelar personal y puede ser entendida de


dos formas: i) como una variante de la comparecencia, o como ii) un sustituto de la deten­
ción preventiva®; y consiste entonces en la restricción de la libertad locomotora de la per­
sona en el domicilio real, pero con la falta de rigurosidad del internamiento de un estable­
cimiento penitenciario -com o sí se presenta en el caso de la prisión preventiva- durante
la tramitación del proceso para obtener un resultado. Entonces, la detención domiciliaria
no puede considerarse como una medida cautelar autónoma®, pues sustituye a la prisión
preventiva cuando se presentan determinados supuestos materiales, y así debe entenderse
pues su cómputo será considerado en el cumplimiento de la pena.

La detención domiciliaria, como su nombre lo indica, se cumple en el domicilio


del imputado, lo que no excluye que pueda cumplirse en otro domicilio señalado por el
juez, con la vigilancia que considere necesaria. Al respecto, se puede revisar el inciso 3 del
artículo 290, donde se prescribe que la detención domiciliaria debe cumplirse en el domi­
cilio del imputado o en otro que el juez designe y sea adecuado a esos efectos, bajo custo­
dia de la autoridad policial o de una institución -pública o privada- o de tercera persona
designada para tal efecto. Además, agrega que el juez puede reemplazar la custodia de la
autoridad policial o de una institución o de tercera persona, por la medida de vigilancia
electrónica personal, de conformidad a la ley de la materia y su reglamento.

Cabe señalar que en pleno estado de emergencia sanitaria generado por el COVID-
19, mediante Decreto Legislativo N° 1514, publicado el 4 de junio de 2020, se adoptaron
medidas sustentadas en la prevención de contagios y el cuidado a la salud de la población.
De ahí que se hizo hincapié en la necesidad de la vigilancia electrónica personal como
medida alternativa frente al problema de hacinamiento en penales.

Siguiendo esta lógica, en lo que respecta a la detención domiciliaria, el artículo 290


sufre una modificación importante en cuanto al uso de la vigilancia electrónica personal,
regulada por el Decreto Legislativo N° 1322, cuando quien cumple detención domicilia­
ria se encuentre bajo la responsabilidad de la autoridad policial, tercera persona o insti­
tuciones públicas o privadas; orientándose, desde nuestra perspectiva, a proteger la salud
tanto de quien tiene la medida restrictiva, como de quien se encarga de su cumplimiento.

(1) DEFENSORÍ A DEL PUEBLO (2013). Detención domiciliaria y la libertadpersona. Informe de Adjuntía N° 010-
2013-DP/ADHPD.
(2) NEYRA FLORES, José Antonio (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Idemsa, p. 203. 923
ART. 290 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

II. Sobre los presupuestos materiales para su procedencia


Para el otorgamiento de detención domiciliaria, el CPP señala que en principio se
deben cumplir con los presupuestos de la prisión preventiva -n o olvidemos el carácter
alternativo de esta medida de coerción-, el cual significa que primero se tendrá que deter­
minar si concurren los presupuestos de la prisión preventiva, tales como i) la existencia de
fundados y graves elementos de convicción; ii) la sanción a imponerse sea superior a cua­
tro años de pena privativa de libertad; y, iii) el peligro de fuga y peligro de obstaculiza­
ción (artículo 268 del CPP).

Además, se deben considerar los dos presupuestos materiales adicionales que la Casa­
ción N° 626-2013-Moquegua ha señalado, tales como i) la proporcionalidad de la medida
y ii) la duración. Ello, en concordancia con el deber de motivar las resoluciones judicia­
les y requerimientos fiscales, tal como lo exige la Constitución Política en el artículo 139:
“Son principios y derechos de la función jurisdiccional: (...) 5. La motivación escrita de
las resoluciones judiciales en todas las instancias (...)”. De allí que se exija lo propio para
el Ministerio Público, al señalarse en el artículo 203, inciso 2 del CPP que “los requeri­
mientos del Ministerio Público serán motivados y debidamente sustentados”. Este dispo­
sitivo legal es concordante con el artículo 253 del CPP, que señala en su inciso 2: “que la
restricción de un derecho fundamental requiere expresa autorización legal y se impondrá
con respeto del principio de proporcionalidad”.

Ahora bien, conforme al artículo 290, inciso 1, la detención domiciliaria está condi­
cionada además de lo ya señalado en el párrafo anterior, a que se presenten cuatro supues­
tos de hecho, relacionados con las características personales del procesado a saber: i) es
mayor de 65 años de edad; ii) adolece de una enfermedad grave o incurable; iii) sufre grave
incapacidad física permanente que afecte sensiblemente su capacidad de desplazamiento;
o iv) es una madre gestante. Aclarando que no deben ser concurrentes o copulativos, sino
que cada requisito es independiente del otro, tal como se ha señalado en el Expediente N°
1622-2016-HC/PJ Lima, “basta con tener uno de ellos, para hacerse acreedor de este dere­
cho”. No obstante, puede que se presenten de manera simultánea dos situaciones como,
por ejemplo, la condición etaria y la grave enfermedad.

Además, se precisa que cuando sea necesario se impondrán límites o prohibiciones


a la facultad del imputado de comunicarse con personas diversas de aquellas que habitan
con él o que lo asisten (a manera de reglas de conducta). Dándole al Ministerio Público y
a la autoridad policial el control de la observancia de estas obligaciones, permitiendo que
la detención domiciliaria se podrá acumular a la caución y que el plazo de duración es el
mismo que el fijado para la prisión preventiva.

Esto último, es importante en la medida que a efectos de que se imponga una pena
privativa de libertad -term inado el proceso- el condenado tenga derecho a que se des­
cuente lo que corresponda al tiempo que ha pasado privado de su libertad ya sea por pri­
sión preventiva o detención domiciliaria, de ser el caso.

Cabe señalar que atendiendo a que la detención domiciliaria se concede en el análisis


de las condiciones particulares del imputado, referidas principalmente a situaciones donde
se encuentra vulnerable por su edad, salud o discapacidad física vinculada con la afecta-
924 ción a su desplazamiento o gravidez, el artículo 290 también señala que de desaparecer
LA COMPARECENCIA ART. 290

la condición relacionada con la enfermedad grave o incurable o el estado de gestación, el


juez previo informe pericial dispondrá la inmediata prisión preventiva. Por lo que la deten­
ción domiciliaria se convierte en una medida de naturaleza relativa y temporal, salvo el
supuesto vinculado con la edad.

Consideramos importante resaltar que el otorgamiento de la detención domicilia­


ria obedece, sobre todo, a cuestiones humanitarias basadas en el principio de dignidad
humana contenida y sustentada en el peligro de fuga o el de obstaculización, que incluso
el imputado podría generar dada su avanzada edad (65 años), padeciendo una enferme­
dad grave, incapacidad física o se trata de una madre gestante.

Es importante señalar que el artículo 290, inciso 1, literal d) del CPP no discrimina,
pues no hace diferencia en cuanto a la nacionalidad del imputado, siendo irrelevante la
nacionalidad o procedencia del encausado, pues la propia disposición legal reconoce que
la detención domiciliaria puede llevarse a cabo no solo en el domicilio del imputado, lugar
donde debe encontrarse privada de su libertad, sino también en otro ambiente adecuado
que el juez designe, bajo custodia de la autoridad policial o de una institución -pública o
privada- o de tercera persona designada para tal efecto (inciso 3). Empero, un problema
real es la falta de establecimientos que, sin ser el domicilio del procesado, puedan brindar
las condiciones adecuadas para el cumplimiento de esta medida restrictiva de derechos®.

El fundamento legal de esta igualdad de trato está en el artículo 2, inciso 2 de la


Constitución Política, que prohíbe cualquier tipo de discriminación entre las personas, así
como también en el principio de universalidad de los derechos humanos. Entonces, para
aquellos y aquellas que imparten justicia, debe ser irrelevante la nacionalidad, situación
económica, grado de instrucción o ubicación geográfica donde se encuentra el domicilio.

III. El Tribunal Constitucional y su postura frente


a la detención domiciliaria
El Tribunal Constitucional en reiterada jurisprudencia se ha referido a la detención
domiciliaria siempre en contraposición a la prisión preventiva. H a señalado, entonces, que
la detención domiciliaria y la prisión preventiva, por ejemplo, responden a medidas de dife­
rente naturaleza jurídica, en razón del distinto grado de incidencia que generan sobre la
libertad personal del individuo.

Así, ha señalado que “la detención domiciliaria y la prisión provisional se aseme­


jan por el objeto, es decir, en el hecho de que impiden que una persona se autodetermine
por su propia voluntad a fin de asegurar la eficacia en la administración de justicia. En
nuestra legislación, la detención domiciliaria se ha considerado dentro de las medidas de3

(3) Al respecto, se sugiere revisar -por ejemplo- el Informe de Adjuntía N° 010-2013-DP/ADHPD que en el
año 2013 recomendó, en referencia a la falta de infraestructura y condiciones para el cumplimiento de la
detención domiciliaria, que “[l}a tensión entre el aseguramiento de los fines del proceso y el respeto de los
derechos del ciudadano debe resolverse armonizando ambos intereses. En atención a esta premisa, podemos
señalar que luego de la supervisión efectuada a la Guardia de Prevención del Establecimiento Penitenciario
de Lurigancho, dicho ambiente no reúne las condiciones previstas por la ley para ejecutarse las medidas de
detención domiciliaria dispuestas por los órganos jurisdiccionales”. 925
ART. 290 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

comparecencia, y es la más gravosa de todas” (fundamentos jurídicos 5 y 6 del Expediente


N° 05259-2005-HC/TC).

Dentro del Expediente N° 0731-2004-HC/TC, fundamento jurídico 7, el Tribunal


Constitucional ha señalado que: “la detención domiciliaria supone una intromisión a la
libertad menos gravosa, pues resulta una menor carga psicológica, debido a que no es lo
mismo permanecer por disposición judicial en el domicilio que en prisión, siendo menos
estigmatizante y evitando el ‘contagio criminal’ al que se expone con la entrada a un esta­
blecimiento penitenciario”.

La detención domiciliaria, en tanto restricciones a la libertad individual anterior a


la imposición de la pena, únicamente procede como medida cautelar cuando asegura un
eficiente desarrollo del proceso penal. Cabe señalar que aunque el artículo 290 materia
de comentario no establezca otras restricciones adicionales a las ya mencionadas, la Corte
Suprema ha revocado la prisión preventiva, cambiándola por detención domiciliaria y ade­
más ha fijado reglas de conducta para el procesado(4)56,lo cual se explica, en tanto, como se
indicó al inicio, esta figura procesal se encuentra dentro del rubro de la comparecencia.

IV. La detención domiciliaria y la especial consideración


a la mujer gestante
Considero importante detenernos a analizar el supuesto del literal d) referido a la mujer
gestante, pues abordar la problemática sobre la delincuencia femenina no es común; sin
embargo, el que se considere expresamente en la norma procesal a la mujer gestante cons­
tituye una mirada de género que nos conlleva a tener presente que las cárceles de nuestro
país también tienen población femenina internada a la espera de una sentencia. Esto nos
recuerda que el fenómeno delictivo es una realidad que se presenta sin distinción de sexo,
y por ello Solís Espinoza señala que: “El fenómeno delictivo es una realidad en la que par­
ticipan tanto hombres como mujeres”®.

Ahora bien, la Constitución Política del Perú de 1993 establece como núcleo y fun­
damento de la sociedad y del Estado a la persona humana y el respeto de su dignidad
(artículo 1). Por ello, hombres y mujeres se convierten en el centro de la imputación jurí­
dica que limita no solo la acción y el arbitrio de los demás, sino también el ámbito de la
ley como suprema expresión de la voluntad estatal®.

(4) Resulta importante precisar que en reciente pronunciamiento la Corte Suprema, a través de la Primera Sala
Penal de Apelaciones Nacional Permanente Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios, al
resolver la apelación en el marco del Expediente N° 00019-2018-13-5201-JR-PE-03, revocó la resolución de
primera instancia que declaró fundada la prisión preventiva contra el expresidente Pedro Pablo Kuczynski por
el plazo de 36 meses; y dispuso la detención domiciliaria por ese mismo plazo. Pero, además, dictó reglas de
conducta referidas básicamente a hechos que puedan perturbar el normal desarrollo de la investigación, como
la comunicación con sus coimputados, dar declaraciones, entre otros; y además dispuso que estas reglas de
conducta sean controladas por el Ministerio Público y la Policía Nacional del Perú, bajo responsabilidad.
(5) SOLIS ESPINOZA, Alejandro (2004). Criminología. Panorama contemporáneo. Tema criminología y criminalidad
femenina. Lima: Editores B y B, p. 303.
(6) MESIA RAMÍREZ, Carlos (2004). Derechos de la persona. Dogmática constitucional. Lima: Fondo Editorial del
926 Congreso de la República del Perú, p. 19.
LA COMPARECENCIA ART. 290

Considerar a la imputada gestante es importante pues no solo el artículo 290 del CPP
presenta la adopción de un especial enfoque de género en sus procedimientos. El resultado
es bueno, pues permite darle una perspectiva diferente y fundada en equidad al sistema
garantista que la norma procesal penal lleva como impronta.

De este modo, cuando el CPP alude en el literal d) a la madre gestante, comporta un sig­
nificativo cambio con el aún Código de Procedimientos Penales de 1940; y es acorde con las
exigencias internacionales de hacer que los sistemas procesales penales sean garantistas; y no se
exige más que el estado de gravidez; además de los requisitos aplicables para los otros supues­
tos, como son el peligro de fuga o de obstaculización. Estos dos últimos presupuestos que se
exigen para la prisión preventiva, además de la exigencia de que el Ministerio Público sustente
en su requerimiento la proporcionalidad de la medida, así como su duración.

En esta línea, la consideración del estado de gestación de la mujer gestante en el CPP


concreta el imperativo constitucional de respeto a la dignidad de la mujer y su estado de
gravidez. Dicha condición la coloca -fisiológicamente- como sujeto vulnerable ante la
aplicación de la ley penal. Reconociendo esto, por ejemplo, se proscribe tácitamente al fis­
cal que en contra de una mujer embarazada pueda solicitar al juez de la investigación pre­
paratoria el otorgamiento de prisión preventiva contemplado en el artículo 268 del CPP.
Así también se materializa lo prescrito por el artículo 253 del CPP, que obliga a tener en
cuenta el sistema convencional que protegen los derechos humanos(7).

A la par, se protege la vida, integridad moral, psíquica y física y el libre desarrollo y


bienestar de la mujer, de acuerdo con el artículo 2, inciso 1 de la Constitución Política.
En cuanto al concebido, este es un sujeto de derecho en todo cuanto le favorece y podrá
desarrollarse en mejores condiciones dentro del vientre de su madre, al haberse disminuido
ostensiblemente para esta la carga emocional de verse privada de su libertad. Al estar en
su domicilio o en todo caso en un ambiente apropiado para culminar su gestación, esto
favorecerá el desarrollo del concebido.

Se atiende así que las mujeres son especialmente vulnerables al ejercer sus derechos
como usuarias del sistema penal y más aún si se toma en cuenta que las mujeres procesadas
penalmente se encuentran en situación de mayor invisibilidad y/o vulnerabilidad cuando
están en conflicto con la ley.

B IB L IO G R A F ÍA

DEFENSORÍA DEL PUEBLO (2013). Detención domiciliaria y la libertad persona. Informe de Adjuntía N°
010-2013-DP/ADHPD] SOLÍS ESPINOZA, Alejandro (2004). Criminología. Panorama contemporáneo. Tema
criminología y criminalidadfemenina. Lima: Editores B y B; MESIA RAMIREZ, Carlos (2004). Derechos de
la persona. Dogmática constitucional. Lima: Fondo Editorial del Congreso de la República del Perú; NEYRA
FLORES, José Antonio (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Idemsa.

(7) En esta línea, tenemos la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Convención Internacional sobre
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención contra la Tortura y otros Tratos
o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (Cedaw) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia contra la Mujer “Convención de Belem do Para". 927
Artículo 291.- Comparecencia simple
1. E l j u e z p r e s c in d ir á d e la s r e s tr ic c io n e s p r e v i s t a s e n e l a r tíc u lo 2 8 8 , c u a n d o e l h ech o
p u n i b l e d e n u n c i a d o e s t é p e n a d o c o n u n a s a n c i ó n l e v e o lo s a c t o s d e i n v e s t i g a c i ó n
a p o r t a d o s n o lo j u s t i f i q u e n .
2. L a i n f r a c c i ó n d e l a c o m p a r e c e n c i a , e n lo s c a so s e n q u e e l i m p u t a d o s e a c i t a d o p a r a
su d e c la r a c ió n o p a r a o tr a d ilig e n c ia , d e t e r m i n a r á l a o r d e n d e s e r c o n d u c id o c o m ­
p u ls iv a m e n te p o r la p o lic ía .

C oncordancia:
CPP: art. 288.

D ie g o A l o n s o D ía z P r e t e l

I. Naturaleza jurídica
En principio, debemos tener en cuenta que las medidas cautelares son en sí mismas
medidas coercitivas; no obstante, no toda medida coercitiva es una medida cautelar. Siendo
así, tenemos que revestirán el carácter de medida cautelar en la medida que sirvan para
salvaguardar los fines del proceso y vendrán a ser coercitivas en la medida que impliquen
una injerencia en los derechos fundamentales del procesado.

Bajo estas precisiones, debemos señalar que la comparecencia simple viene a ser una
medida coercitiva, conforme está regulada por nuestro ordenamiento procesal penal(1).
Asimismo, diversos autores consideran a esta institución como una medida cautelar®; sin
embargo, la comparecencia simple no constituye una medida cautelar, pues para ser con­
siderada como tal debe presentar algunas condiciones propias de las medidas cautelares.

En primer lugar, tenemos que no es una medida provisional, pues la comparecencia


simple se mantendrá mientras dure el proceso principal; asimismo, carece de dos caracte­
rísticas esenciales de las medidas cautelares de naturaleza procesal: la instrumentalidad y
la accesoriedad®. De igual forma, al ser dictada en algunos casos de manera obligatoria,
no cumple con un requisito esencial de toda medida cautelar: el principio de proporcio­
nalidad®, ya que al ser impuesta por obligación no existe un análisis de la proporcionali­
dad de la medida. Por último, la comparecencia simple tampoco cumple con el principio1234

(1) La comparecencia simple se encuentra regulada en el libro segundo referido a la “Actividad procesal”, en
la sección III denominada: “Las medidas de coerción procesal”, en el título IV referido a la comparecencia,
específicamente en los artículos 286 y 291 del Código Procesal Penal.
(2) Cfr. REYNA ALFARO, Luis (2015). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Instituto Pacífico, p. 432; NEYRA
FLORES, José (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa, p. 198; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo
(2009). El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, p. 324; SAN MARTÍN CASTRO, César. (2015). Derecho Procesal
Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
(3) DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisiónpreventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico, p. 351.
(4) Véase, artículo 253, inciso 2 del Código Procesal Penal: “La restricción de un derecho fundamental requiere
expresa autorización legal, y se impondrá con respeto al principio de proporcionalidad y siempre que, en la
928 medida y exigencia necesaria, existan suficientes elementos de convicción”.
LA COMPARECENCIA ART. 291

la medida. Por último, la comparecencia simple tampoco cumple con el principio de roga­
ción, el cual se refiere a que las medidas cautelares deberán ser solicitadas por las partes®.

Por lo expuesto, podemos concluir que la comparecencia simple no es una medida


cautelar, pues no cumple con las condiciones exigidas para ser considerada como tal; no
obstante, reviste la condición de una medida coercitiva al implicar una injerencia -a u n ­
que m ínim a- en el derecho a la libertad personal del imputado.

II. Condiciones
La comparecencia simple está regulada de manera negativa de tal forma que cuando
no se cumplan los requisitos necesarios para la aplicación de otras instituciones como la
prisión preventiva®, o la comparecencia con restricciones®, será obligatoria la aplicación
de la comparecencia simple. A continuación, describiremos las condiciones establecidas
en el artículo 291, inciso 1 del Código Procesal Penal (en adelante, CPP), para la aplica­
ción de esta medida:

1. Sanción leve

El inciso 1 del artículo 291 del CPP establece que se aplicará la comparecencia simple
cuando el hecho punible denunciado esté penado con una sanción leve, no obstante, ¿qué
debemos entender por sanción leve? Algunos autores -e n concordancia con lo prescrito
por el artículo 268 del C P P - refieren que deberá entenderse como sanción leve a aquella
sanción no mayor a cuatro años de pena privativa de la libertad.

Sin embargo, desde una interpretación sistemática del ordenamiento penal peruano,
deberá entenderse por sanción leve a la sanción no mayor a dos años de pena privativa de la
libertad, este razonamiento en virtud con lo prescrito por el artículo 68 del Código Penal, el
cual establece que: “El juez puede eximir de sanción, en los casos en que el delito esté pre­
visto en la ley con pena privativa de libertad no mayor de dos años (...)”; asimismo, según
lo prescrito por el artículo 52: “(...) el juez podrá convertir la pena privativa de libertad no
mayor de dos años en otra de multa (...)”, de estos artículos podemos notar que cuando
la sanción sea no mayor a dos años de pena privativa de la libertad, se podrá prescindir de
la privación de la libertad por otra alternativa menos restrictiva, por tanto, las sanciones
que tengan como pena máxima los dos años de pena privativa de la libertad, deberán ser
consideradas sanciones leves.

En consecuencia, cuando el delito investigado se castigue con una sanción leve,


deberá ser aplicada de manera obligatoria la comparecencia simple; asimismo, se aplicará567

(5) Véase, artículo 255 del Código Procesal Penal: “Las medidas establecidas en este Título, sin perjuicio de las
reconocidas a la policía y al fiscal, solo se impondrán por el juez a solicitud del fiscal ( . . (El resaltado es
nuestro).
(6) Artículo 286, inciso 1 del Código Procesal Penal: “El juez de la investigación preparatoria dictará mandato de
comparecencia simple si el fiscal no solicita prisión preventiva al término del plazo previsto en el artículo 266”.
(7) Artículo 291, inciso 1 del Código Procesal Penal: “El juez prescindirá de las restricciones previstas en el
artículo 288, cuando el hecho punible denunciado esté penado con una sanción leve o los actos de investigación
aportados no lo justifiquen”. 929
ART. 291 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

esta medida cuando el delito investigado no se encuentre sancionado con una privación
de la libertad, esto en mérito a que el imputado no podrá sufrir durante el desarrollo del
proceso una afectación a sus derechos fundamentales mayor a la que se le aplicaría en una
sentencia firme, entonces, si lo que se pretende evitar es una afectación mayor a la que se
impondrá en la sentencia, debería realizarse una prognosis de la pena valorando las cir­
cunstancias personales del imputado, y demás características aplicables al caso particular®.

2. Actos de investigación que no justifiquen la comparecencia simple

Mediante esta condición debemos entender que el juez después de haber realizado
un análisis de las circunstancias presentes en la investigación llega a la conclusión que no
es necesaria la aplicación de una medida cautelar adicional, pues se entiende que no existe
peligro en la prosecución del proceso; es decir, cuando estamos ante la ausencia de un peli­
gro procesal el juez aplicará la comparecencia simple.

III. Carácter coercitivo de la medida


La obligación que reviste la comparecencia simple consistirá en comparecer ante la
autoridad judicial o fiscal las veces que el imputado sea llamado y siempre que su asisten­
cia sea indispensable, siendo esta la condición que convierte esta medida en coercitiva®,
pues existe una restricción de la libertad de tránsito del imputado, porque en determina­
dos supuestos debe acudir al llamado de la autoridad judicial o fiscal.

IV. Consecuencia de su incumplimiento


En el inciso 2 del artículo 291 del CPP se regula que el incumplimiento de la com­
parecencia simple determinará la orden de ser conducido compulsivamente por la policía;
sin embargo, la conducción compulsiva se puede dar incluso cuando no se haya dictado
el mandato de comparecencia simple(10). Lo mencionado se da por la sencilla razón de que
el proceso, por sí mismo, ya supone una medida coercitiva, es por eso que su puesta en
marcha reclama la concurrencia de elementos de convicción que acrediten la existencia del
hecho y la vinculación o participación del investigado con ese hecho.

^ BIBLIOGRAFÍA
DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico;
REYNA ALFARO, Luis (2015). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Instituto Pacífico; NEYRA FLO­
RES, José (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009).
El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa; SAN MARTÍN CASTRO, César. (2015). Derecho Procesal Penal. Lec­
ciones. Lima: Inpeccp-Cenales.

(8) DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. Ob. cit., p. 357.


(9) SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 474.
(10) A manera de ejemplo tenemos lo prescrito en el artículo 79, inciso 3 del Código Procesal Penal, el cual
prescribe: “El auto que declara la contumacia o ausencia ordenará la conducción compulsiva del imputado
(...)”. En el mismo sentido, el artículo 337, inciso 3 prescribe que: “El fiscal puede: a) disponer la concurrencia
930 del imputado (...) Su inasistencia injustificada determinará su conducción compulsiva”.
Artículo 292.- Notificaciones especiales^
E l m a n d a t o d e c o m p a r e c e n c ia y la s d e m á s r e s tr ic c io n e s im p u e s ta s s e r á n n o tif ic a d a s
a l im p u ta d o m e d i a n te c ita c ió n q u e le e n tr e g a r á e l s e c r e ta r io p o r in te r m e d io d e l a u x i ­
l i a r j u d i c i a l c o r r e s p o n d i e n t e , o l a d e j a r á e n s u d o m i c i l i o a p e r s o n a r e s p o n s a b l e q u e se
e n c a r g u e d e e n tr e g a r la , s in p e r ju ic io d e n o tific á r s e le p o r la v í a p o s ta l, a d ju n tá n d o s e a
lo s a u t o s c o n s t a n c i a r a z o n a d a d e t a l s i t u a c i ó n .
E l a u x i l i a r j u d i c i a l , a d e m á s , d e j a r á c o n s ta n c ia d e h a b e r s e in f o r m a d o d e l a id e n t if ic a ­
c ió n d e l p r o c e s a d o a q u i e n n o t i f i c ó o d e l a v e r i f i c a c i ó n d e s u d o m i c i l i o , s i e s t a b a a u s e n t e .

C oncordancia:
CPP.art. 127.

D ie g o A l o n s o D ía z P r e t e l

En primer lugar, debemos señalar que en el texto original del Código Procesal Penal
(en adelante, CPP) se establecía que el órgano encargado de realizar las notificaciones del
mandato de comparecencia y las demás restricciones era la Policía Nacional del Perú; sin
embargo, a partir del año 2007, mediante la Ley N° 28924 se precisó que el Poder Judi­
cial, el Tribunal. Constitucional, el Jurado Nacional de Elecciones y el Ministerio Público
ya no podrían disponer que los miembros de la Policía Nacional del Perú realicen las dili­
gencias de notificación que son propias de sus órganos competentes en dicha función.

Bajo esta precisión, debemos tener en cuenta que según el artículo 155 del Código
Procesal Civil: “El acto de la notificación tiene por objeto poner en conocimiento de los
interesados el contenido de las resoluciones judiciales ( . . Siendo así, las notificaciones
especiales reguladas en el artículo 292 del CPP tendrán por objeto dar a conocer al impu­
tado las restricciones que el juez le ha impuesto.

El artículo 292 del CPP, materia del presente comentario, regula dos supuestos de
notificación:

a) En primer lugar, tenemos que el mandato de comparecencia y las demás restric­


ciones impuestas se le notificarán al imputado mediante citación; en este caso,
el imputado luego de haber recibido la notificación tendrá que acudir a la ofi­
cina del secretario a fin de que este le informe de manera detallada sobre las res­
tricciones que se le hayan impuesto. Por esta razón, se debe preferir la citación,
en la medida que en este acto se podrá absolver todas las dudas que pueda tener
el imputado y, de la misma forma, se le podrá comunicar mejor las restricciones
impuestas.

b) En segundo lugar, cuando el secretario judicial no haya podido notificar perso­


nalmente el mandato de comparecencia y las demás restricciones impuestas al
imputado, la notificación se deberá realizar en el domicilio del imputado, en este(*)

(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 5 de la Ley N° 28924, publicada el 8-12-2006.
931
ART. 292 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL

caso, la notificación podrá ser recibida por el mismo imputado o por alguna per­
sona que se encuentre en el domicilio y tenga la posibilidad de entregarle la reso­
lución judicial.

No obstante, la práctica judicial nos enseña que generalmente la notificación directa


se realiza solo cuando el imputado está presente en la audiencia de prisión preventiva y la
misma es declarada infundada, en este caso, la notificación de las restricciones es reali­
zada en este mismo acto. Por su parte, cuando la comparecencia con restricciones se inter­
pone de manera directa, generalmente, se notifica mediante cédula en el domicilio real
del imputado.

^ BIBLIOGRAFÍA
REYNA ALFARO, Luis (2015). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Instituto Pacífico; NEYRA FLO­
RES, José (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009).
El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa; SAN MARTÍN CASTRO, César. (2015). Derecho Procesal Penal. Lec­
ciones. Lima: Inpeccp-Cenales.

932
Artículo 292-A.- Comparecencia restrictiva para el Policía Nacional del
Perú(*)
S e im p o n d r á n la s r e s tr ic c io n e s p r e v i s t a s e n e l a r tíc u lo 2 8 8 a l P o lic ía N a c io n a l d e l P e r ú
q u e , e n c u m p lim ie n to d e su f u n c ió n c o n s titu c io n a l, h a c e u so d e su s a r m a s o m e d io s d e
d e f e n s a e n f o r m a r e g l a m e n t a r i a y c a u s e n l e s ió n o m u e r t e , q u e d a n d o p r o h i b i d o d i c t a r
m a n d a to d e d e te n c ió n p r e l i m i n a r j u d i c i a l y p r is ió n p r e v e n tiv a .

C oncordancias:
CPP: arts. 286 al 292.

E l k y A l e x a n d e r V il l e g a s Paiva

La redacción de esta norma podría hacer pensar a alguien que existe literalmente una
prohibición absoluta de imponer detención preliminar judicial y prisión preventiva a los
miembros de la Policía Nacional del Perú; sin embargo, como señala acertadamente García
Cavero: “[L]a incorporación del artículo 292-A del CPP tiene un efecto puramente sim­
bólico. Si uno lee esta nueva disposición procesal, podrá constatar que no establece una
prohibición absoluta de la detención preliminar o la prisión preventiva para miembros de
la PNP que estén siendo investigados por delitos cometidos en el ejercicio de su función.
Esta prohibición solo procede cuando el agente policial, en cumplimiento de su función
constitucional, haya causado la lesión o muerte de una persona por medio del uso de sus
armas o medios de defensa en forma reglamentaria. En consecuencia, si existen elementos
de convicción graves y fundados de que la muerte o lesión se produjo al margen de la fun­
ción policial o mediante un uso indebido de las armas, entonces no habrá ningún incon­
veniente para que el fiscal le requiera al juez una prisión preventiva y este la conceda, en
caso de darse, claro está, los otros requisitos del artículo 268 del CPP”*(1).

Lo que señala el profesor García Cavero resulta correcto, pues en puridad lo que hace
el reciente artículo 292-A del Código Procesal Penal (en adelante CPP) es normar algo que
ya está regulado por el ordenamiento jurídico; esto es, quien actúa conforme con los pará­
metros constitucionales, o aún más, quien actúa cumpliendo con la función que la Cons­
titución le asigna, y bajo estos supuestos se tiene que no realiza un comportamiento delic­
tivo, es más ni siquiera realiza un comportamiento ilícito, y si es así, entonces, en general
no puede ser sancionado por tal comportamiento, y si no puede ser sancionado, menos
podrán imponérsele medidas coercitivas o medidas cautelares que le priven de sus dere­
chos, en particular que le priven de su derecho a la libertad personal con la imposición de
una medida grave como lo es la prisión preventiva.

En el caso en concreto, el reciente artículo 292-A del CPP señala que no podrá
imponérsele detención preliminar judicial ni prisión preventiva al efectivo policial que en
cumplimiento de su función constitucional hace uso de sus armas o medios de defensa
en forma reglamentaria y causen lesión o muerte, esto, en buena cuenta, significa que el

(*) Artículo incorporado por el art. 4 de la Ley N° 31012, publicada el 28-03-2020.


(1) GARCÍA CAVERO, Percy (2020). “Entrevista sobre la Ley N° 31012 - Ley de Protección Policial”. En: Gaceta
Penal & Procesal Penal. Tomo 131. Lima: Gaceta Jurídica, p. 107. 933
ART. 292-A LAS MEDIDAS DE COERCION PROCESAL

efectivo policial obró en cumplimiento de su deber, el deber que le asigna la Constitución,


y si es así, entonces estaríamos ante la eximente de obrar en cumplimiento de un deber
o, en todo caso, la eximente del artículo 20, inciso 11 del Código Penal (artículo modifi­
cado por la Ley N° 31012 - Ley de Protección Policial). Es decir, se trata de una causa de
justificación, lo que implica, conforme hemos visto, que no proceda la imposición de la
prisión preventiva.

Entonces, con esto último, creo que se prueba lo necesario que resulta que en una
audiencia de prisión preventiva se pueda debatir la posible existencia de causas de atipici-
dad, causas de justificación, inculpabilidad o hasta de punibilidad.

Pues de no permitirse que en la audiencia de prisión preventiva se discutan tales cir­


cunstancias que hacen decaer la imputación penal o eliminar el reproche penal, se ten­
dría que el juez de la investigación preparatoria debe imponer prisión preventiva si consi­
dera que en un caso en concreto existe el peligro procesal, aun cuando posteriormente en
el proceso principal se acredite que el efectivo policial actúo en el ejercicio legítimo de su
deber, lo cual implica el sobreseimiento de la causa o su absolución en el supuesto de que
se haya llegado hasta la etapa del juicio oral.

Ahora bien, se debe insistir en que este nuevo artículo del CPP solo hace una decla­
ración de algo ya previsto por el ordenamiento jurídico, no implica que no se podrá
imponer prisión preventiva a un efectivo policial bajo ninguna circunstancia, es decir,
que aun cuando exista alta probabilidad de haber actuado fuera del marco constitucio­
nal o legal, no se le podrá imponer alguna medida cautelar personal, pues si así fuera
estaríamos ante una clara vulneración al principio de igualdad y, en cierto modo, coad­
yuvando con la im punidad de los agentes policiales que presuntamente hubieren come­
tido alguna actividad criminal.

Es por todo ello que insistimos en señalar que el artículo 292-A del CPP solo regula
un supuesto reconocido por la Constitución y las leyes infraconstitucionales, esto es, que
no se pueden imponer medidas cautelares que restrinjan a derechos contra personas que
han actuado conforme sus derechos constitucionales.

Lo que sí debe quedar claro, también, es que a ninguna persona que actúa conforme
a sus derechos constitucionales se le pueden imponer medidas que restrinjan sus derechos,
es decir, no solo a los efectivos policiales que actúan en el cumplimiento de su deber, sino
a cualquier ciudadano que actúa conforme a los parámetros constitucionales y legales.

Por otro lado, el mencionado artículo 292-A del CPP prescribe, también, que se
impondrán las restricciones previstas en el artículo 288 del mismo cuerpo legal, esto es, la
medida cautelar de comparecencia restringida al Policía Nacional del Perú que en cumpli­
miento de su función constitucional hace uso de sus armas o medios de defensa en forma
reglamentaria y causa lesión o muerte. Este aspecto tampoco resulta correcto, pues la acción
descrita del miembro de la Policía Nacional del Perú, como hemos dicho, se subsume den­
tro de una causa de justificación y, por lo tanto, resulta lícita, es decir, estamos ante un
supuesto no delictivo o, por lo menos, ha hecho decaer la fuerza de la imputación y, por lo
tanto, la restricción -e n caso de que el proceso penal siga en trámite hasta que se declare
la excepción de improcedencia de acción- debe ser mínima, pues ya no se cumpliría por
LA COMPARECENCIA ART. 292-A

falta de uno de los presupuestos [ f u m u s d e l i c t i c o m issí) para la imposición de una medida


cautelar, por lo que la opción sería la comparecencia simple.

^ BIBLIOGRAFÍA
GARCÍA CAVERO, Percy (2020). “Entrevista sobre la Ley N° 31012 - Ley de Protección Policial”. En:
Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 131. Lima: Gaceta Jurídica; VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander (2020).
Prisión preventiva. Fundamentos para el litigio en el sistema de audiencias. Lima: Gaceta Jurídica.

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