Resumen Comparando Las Ideas de Thomas Hobbes y John Locke

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 3

Sendy García

ID: 10143691

Ideas de Jhon Locke y Tomás Hobbes acerca de la naturaleza


del hombre.

Thomas Hobbes
Hobbes y su convicción profunda de que el hombre es un ser fundamentalmente pasional,
le lleva a concebir la razón como consecuencia de otros rasgos más elementales, él
describe al hombre como un animal, debido al apetito natural. El animal desea solo lo que
le satisfaga sus necesidades inmediatas, el ser humano desea poder y más poder. Desea
más poder irracionalmente de manera infinita por el placer que alcanza al considerar su
propio poder, o sea en la vanidad. El origen, pues, del apetito natural del hombre no es la
percepción, sino la vanidad. El principio de auto conservación, el hombre aspira a poseer
su persona libre de toda lucha y amenaza, pretende conservar la vida, librándola del estado
agónico y ser feliz. Cada hombre es independiente, es individuo, el hombre es capaz de
ciencia y de conocimiento porque es capaz de expresarse mediante símbolos.
Hobbes establece que hubo un tiempo en que los hombres vivían en una guerra de todos
contra todos, porque faltaba un poder superior que mantuviera a los hombres en un orden
que nace del temor. Según este, la sociedad es fruto de un acuerdo, de un contrato de
hombres que temen por su seguridad.
El origen de la sociedad debe entenderse mediante la comprensión del ser humano como
una criatura cuyas acciones están guiadas por la tendencia fundamental de satisfacer sus
instintos primarios. Ahora bien, hay que tener en cuenta que, para Hobbes, en principio
cada hombre es un ser perfectamente independiente de los demás, y que el individuo no
las naciones, estados, pueblos o razas, es la unidad primordial de toda especulación social.
La sociedad, pues, será la conjugación apacible de un sinnúmero de individuos cuyos
instintos básicos son no obstante de capacidad, deseo de poder, dominio. explica que la
única forma de vivir en paz y seguridad es conferir todo su poder y fuerza a un solo
hombre, o a una asamblea, que pueda reducir sus voluntades, por pluralidad de votos, a
una sola voluntad. Esto es más que consentimiento o concordia, es una unidad real de
todos ellos en una y la misma persona, hecha por contrato de cada hombre con todos los
hombres, como si cada cual dijera autorizo y cedo mi derecho a gobernarme, a este
hombre, o esta asamblea, con la condición de que vosotros le cedáis vuestros derechos, y
autoricéis todas sus acciones de igual manera. He aquí el origen del gran leviatán, o quizá,
para hablar más reverentemente, de ese dios mortal a quien debemos nuestra paz y defensa
(el estado).
Thomas Hobbes describe el estado como una res publica, es decir, un poder organizado
de forma común cuya función es regentar (gobernar o dirigir) las cosas públicas y que se
funda a partir de la suma de voluntades individuales libres que deciden actuar para
adquirir ventajas comunes. La libertad del individuo se verá reducida a los espacios donde
la ley no se pronuncia. Hobbes admite tres tipos de Estado: la monarquía, la aristocracia
y la democracia. No puede haber más formas de gobierno que esas tres, pues ninguna, o
todas, pueden tener todo el poder soberano. De todas las formas que puede revestir la
organización política, Hobbes entiende que la monarquía absoluta es la más deseable.
Éste es el supremo estado artificial, construido con la voluntad y la razón de los hombres,
que ceden sus derechos a un hombre a cambio de la seguridad que supone el vivir en paz.
Hobbes llegó a considerar cualquier conocimiento natural de Dios, completamente
imposible. Para ocultar la peligrosa naturaleza de su escepticismo, para mantener la
apariencia de que atacaba tan sólo a la teología escolástica y no a la religión y a las
Escrituras mismas, Hobbes luchó contra la teología natural en el nombre de la creencia
estricta en las Escrituras minando, al mismo tiempo, esa creencia mediante su crítica
histórica y filosófica de las Escrituras.

John Locke
Para Locke el hombre es un ser razonable y esa capacidad razonadora le hace ver que el
fin de toda política es la búsqueda de la felicidad, una felicidad que, según Locke, reside
en la paz, la armonía y la seguridad, de tal forma que no hay felicidad sin garantías
políticas que aseguren la libertad.
La sociedad civil y el gobierno establecido se basan en fundamentos racionales, es decir,
en el consentimiento. Las restricciones que la sociedad civil impone al estado de
naturaleza sólo se pueden justificar mediante el consentimiento, nadie puede ser sacado
del estado de naturaleza y ser sometido al poder político sin su propio consentimiento,
libremente. Locke explica que constituir una sociedad, organiza la más efectiva
preservación de sus derechos y libertades, mediante un acuerdo o pacto establecido entre
ellos. Bajo el origen de la sociedad civil y el gobierno, encontramos que teníamos un
contrato y luego un contrato. La persona en realidad renunció al poder legislativo y
ejecutivo para apoyar a la sociedad en el contrato. Pero no renunció a la libertad, aunque
sí la restringió. El propósito de ceder el poder es disfrutar de su libertad de manera más
segura.
La constitución de una sociedad civil supone, no obstante, renunciar a ciertos derechos;
pero conlleva unos beneficios que Locke resume en los siguientes términos:
1. Los hombres disponen de una ley escrita que define la ley natural, evitando
controversias sobre ella...
2. Se establece un sistema judicial que goza del reconocimiento general y evita
arbitrariedades.
3. Se crea un poder capaz de castigar crímenes, y de obligar a ejecutar las sentencias.
4. Se conserva la propiedad privada.

El Estado de naturaleza lo concibe como un estado de libertad perfecta por el que pueden
los hombres ordenar sus acciones, y disponer de sus posesiones y personas como quieran,
dentro de los límites de la ley de la Naturaleza, sin pedir permiso ni depender de la
voluntad de otro hombre. Lo que caracteriza este estado de naturaleza es la igualdad y la
libertad.
Locke sostiene que todos los poderes del cuerpo político existen previamente en los
individuos en estado de naturaleza. Ellos solamente pueden transferir aquello que poseen,
pues "nadie da lo que no tiene". Ahora bien, esos poderes tienen un orden, porque los
preside y subordina el poder de juzgar a la luz de la razón natural. O sea, esos poderes y
libertades se jerarquizan según un orden lexicográfico, en el cual el fundamento del
segundo (sentenciar) es el primero (crear la ley); y aquel del tercero (dar vigor a la ley y
a la sentencia) tanto el segundo como el primero y así sucesivamente. De igual modo se
ordenan las propiedades del ser humano. El primer poder, sobre el cual no hay otro poder,
salvo el de Dios y la ley natural, es el de hacer, modificar o abrogar la ley. Para Locke, el
poder legislativo es el poder supremo al cual se subordinan los demás poderes: la
judicatura y el ejecutivo. Así, el estado es un macrocosmos cuyo paradigma es el ser
humano que realiza su vida según la ley natural o ley de la razón. El poder legislativo es
soberano, supremo y máximo, nos dice Locke, como lo es la facultad de la razón humana
en el estado de naturaleza.

También podría gustarte