DIPrivado - Unidad 8
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Unidad 8
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La internacionalidad de la familia se presenta como una realidad cada vez más frecuente. Suelen suscitarse
algunas situaciones conflictivas en las que distintos Estados pueden tener vocación para atender a estos
conflictos. Es decir que, frente a la presencia de elementos de un caso en distintos países, las soluciones en
este ámbito deberán provenir desde el DIPr. Así, es que esta disciplina deberá afrontar las problemáticas
relativas al juez con competencia internacional para resolver tales cuestiones, al derecho que
corresponderá aplicar para ello y, finalmente, deberá enfrentarse la posibilidad de que deba solicitarse, y
asegurarse, el reconocimiento y la ejecución de la decisión o del acuerdo que se alcance en la especie ante
los jueces de un Estado distinto de aquel que intervino en el supuesto. Es decir que el derecho procesal
internacional también cobrará un rol protagónico en las diversas etapas de estos procedimientos. En este
contexto, la cooperación jurídica internacional devendrá en una herramienta que no solo coadyuvará a
hallar las soluciones a estos conflictos, sino que en muchos supuestos será indispensable para alcanzar
dicha meta.
La vida familiar se relaciona con los DDHH ya que la construcción de la subjetividad de la persona precisa de
un sistema de derecho que patrocine los actos y hechos que realiza un sujeto. Además, cuando esos actos o
hechos se producen en un lugar, lo importante es que sean capaces de producir efectos en otro territorio.
Esas condiciones vinculan jurídicamente a dos Estados y por ende a dos sistemas jurídicos; de allí que las
relaciones jurídicas que se despliegan internacionalmente deben recibir un trato especial. Las situaciones
familiares internacionales han de albergar respeto en cada Estado nacional, porque el sistema
internacional consagra como inherente a la humanidad el sistema de protección del derecho para la
persona. Cada Estado está obligado a reconocer relaciones de derechos producidas en Estados extranjeros
pues, los derechos, son cualidades esenciales para la persona. El DIPr acompaña al sujeto cuando crea
vínculos en un territorio, le brinda carta de identidad a sus derechos como categoría para que su cultura y
existencia le sean reconocidas. En ese marco deberán encontrarse las repuestas que brinden soluciones
justas, que resulten más apropiadas y respetuosas y que promuevan la protección integral de la familia.
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La velocidad que se observa en las transformaciones a nivel social, político y económico en los años
transcurridos, confluyó para adecuar numerosas legislaciones internas a tan profundas mutaciones.
Estas profundas mutaciones proceden en el sustrato mismo del Derecho al modificarse la concepción
tradicional de soberanía que revierte en considerar una necesidad impostergable atender los cambios
producidos en institutos de larga data que no desaparecen sino que responden a nuevos paradigmas.
La constatación del rol que asumen en la actualidad los DDHH y la influencia que ejercen en la ciencia
jurídica ocupa un espacio de enorme significación.
La interrelación entre los TDDHH, las Constituciones Nacionales y el DIPr reconoce jerarquías en tanto que
son ratificados por los países y en numerosos Estados se incorporan a las Constituciones Nacionales
(Argentina desde 1994) reconociéndoles el mismo rango que a estas Cartas, con derivaciones latentes
desde su vigencia y constitucionalización. El fenómeno que tiene lugar es la universalización de estos
derechos que asumen el carácter de vertiente primaria de los ordenamientos jurídicos.
Los axiomas sobre los cuales estructurar el sistema jurídico se encuentran receptados en los TDDHH que
obran como orientadores de las propuestas.
Este conjunto de principios y reglas son constitutivas de derechos y no pueden tenerse por simples
formulaciones. Pues bien, los DDHH y la protección brindada por los Tratados y Declaraciones de vigencia
universal desde una arista, y el DIPr - particularmente en lo que se refiere al Derecho Internacional de
Familia- desde la otra, obran como base de un tema tan caro cual es la protección internacional de niños.
limitado a la esfera de la competencia doméstica de los Estados se convierte en una cuestión internacional,
dado su valor esencial en la comunidad internacional.
Cabe traer a colación la tarea que se lleva a cabo sobre los acuerdos de subrogación internacional, el
trabajo gira en torno a los aspectos de DIPr en tales acuerdos, hecho que es fruto del avance en las
investigaciones en el campo de la medicina reproductiva, que presentan distintas opciones de tratamiento
para parejas infértiles. Bien conocemos que acudir a la maternidad subrogada en los su puestos en que una
pareja no puede tener un niño, dejó de constituir una rareza.
El planteo integra el nuevo Derecho Internacional de Familia desde que estos acuerdos se producen hoy
con frecuencia, dando lugar incluso a lo que se ha dado en denominar "turismo procreativo". Si bien el
núcleo de la cuestión radica en las amplias diferencias existentes entre las leyes nacionales que rigen la
subrogación -y en consecuencia una vez más la tarea comparativa resulta esencial en la elaboración de
respuestas globales es a partir de la cooperación interjurisdiccional que hallará remedio a los problemas
que se producen.
La raíz de los nuevos modelos se halla en una formulación señalada en los TDDHH que establecen de forma
llana el derecho de todas las personas a constituir una familia y a recibir protección para ella, sin ningún
tipo de restricción. En esta línea se pronuncian la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, Capítulo Primero, art. VI, y la Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 16.
Los sectores de la competencia judicial y principalmente la cooperación jurisdiccional internacional tiene
un rol relevante, en tanto influye en la eficacia de las sentencias extranjeras, y es la vía por la que canaliza
el diálogo y el intercambio.
La eficacia de los fallos se vincula principalmente a la interpretación judicial, y en mucho a la concepción
de soberanía, al alcance de la excepción de orden público y, muy especialmente, al rol de la cooperación
jurisdiccional, como venimos destacando. Ahora bien, en esta materia cobra especial importancia el empleo
de normas materialmente orientadas y el método de reconocimiento. Este método alcanza a documentos,
actos públicos, sentencias o situaciones, en el sentido de que no se indaga la ley competente, y el control
basado en el límite del orden público es excepcional y relativo en el espacio y en el tiempo. La valoración
concreta sería en el momento actual e in casu del impacto o de los efectos nocivos que produciría la
recepción de tal decisión en el foro, en tanto país de reconocimiento.
En los procesos de familia internacional, particularmente en los casos de sustracción internacional en los
que está en juego el interés de los niños, se plantea el equilibrio entre el respeto de estas reglas y la
celeridad que exige el supuesto. El hecho de respetar un axioma no funciona en desmedro del otro; ambos
son de jerarquía equivalente, y por tanto se articulan de forma complementaria, son convergentes en la
finalidad y la esencia. Tener al interés superior del niño como consideración primordial impone organizar los
institutos jurídicos de manera de permitir y garantizar el desarrollo de su personalidad como sujeto de
derechos y no como mero objeto de tutela.
Protocolo de Las Leñas Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en materia Civil, Comercial,
Laboral y Administrativa- MERCOSUR, 1992
Los Estados deben armonizar sus legislaciones en las áreas pertinentes, para lograr el fortalecimiento del
proceso de integración; promover e intensificar la cooperación jurisdiccional en materia civil, comercial,
laboral y administrativa, a fin de contribuir de este modo al desarrollo de sus relaciones de integración en
base a los principios de respeto a la soberanía nacional y a la igualdad de derechos; el Protocolo coadyuvará
al trato equitativo de los ciudadanos y residentes permanentes de los Estados Partes del Tratado de
Asunción y les facilitará el libre acceso a la jurisdicción en dichos Estados para la defensa de sus derechos e
intereses; se han acordado sobre los siguientes ítems:
Cooperación y Asistencia Jurisdiccional Los Estados Partes se comprometen a prestarse asistencia mutua y
amplia cooperación jurisdiccional en materia civil, comercial, laboral y administrativa. La asistencia
jurisdiccional se extenderá a los procedimientos administrativos en los que se admitan recursos ante los
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tribunales. Cada Estado Parte designará una Autoridad Central encargada de recibir y tramitar los pedidos
de asistencia jurisdiccional, debiendo las mismas comunicarse directamente entre ellas, dando intervención
a las respectivas autoridades competentes, cuando sea necesario.
Igualdad de Trato Procesal: Los ciudadanos y los residentes permanentes de uno de los Estados Partes
gozarán, en las mismas condiciones que los ciudadanos y residentes permanente de otro Estado Parte, del
libre acceso a la jurisdicción en dicho Estado para la defensa de sus derechos e intereses.
Ninguna caución o depósito, cualquiera sea su denominación, podrá ser impuesta en razón de la calidad de
ciudadano o residente permanente de otro Estado Parte. (Gratuidad).
Exhortos: Cada Estado Parte deberá enviar a las autoridades jurisdiccionales del otro Estado los exhortos
cuando tengan por objeto: a) diligencias de mero trámite, tales como citaciones, intimaciones,
emplazamientos, notificaciones u otras semejantes; b) recepción u obtención de pruebas.
Los exhortos deberán contener: a) denominación y domicilio del órgano jurisdiccional requirente;
b) individualización del expediente con especificación del objeto y naturaleza del juicio y de nombre y
domicilio de las partes; c) copia de la demanda y transcripción de la resolución que ordena la expedición del
exhorto; d) nombre y domicilio del apoderado de la parte solicitante en el Estado requerido, si lo hubiere; e)
indicación del objeto del exhorto precisando el nombre y domicilio del destinatario de la medida; f)
información del plazo de que disponen la persona afectada por la medida para cumplirla; g) descripción de
las formas o procedimientos especiales con que ha de cumplirse la cooperación solicitada; h) cualquier otra
información que facilite el cumplimiento del exhorto.
Si se solicitare la recepción de pruebas, el exhorto deberá además contener: a) una descripción del asunto
que facilite la diligencia probatoria; b) nombre y domicilio de testigos u otras personas o instituciones que
deban intervenir; c) texto de los interrogatorios y documentos necesarios.
La ejecución de los exhortos deberá ser diligenciada de oficio por la autoridad jurisdiccional competente del
Estado requerido y sólo podrá denegarse cuando la medida solicitada, por su naturaleza, atente contra los
principios de orden público del Estado requerido. Dicha ejecución no implicará un reconocimiento de la
jurisdicción internacional del juez del cual emana.
La prueba en el Extranjero
Para abordar dicha temática nos remitiremos a la Convención Interamericana sobre recepción de pruebas
en el extranjero, celebrado en La Paz, Bolivia en el año 1984:
Si un Estado Parte tiene más de un idioma oficial, deberá declarar, al momento de la firma o ratificación de
este Protocolo, o de la adhesión a él, cuál o cuáles idiomas han de considerarse oficiales para los efectos de
la Convención y de este Protocolo.
La parte que haya pedido las pruebas o la información deberá, según lo prefiera, indicar la persona que
responderá por las costas y gastos correspondientes a dichas actuaciones en el Estado Parte requerido, o
bien adjuntar al exhorto o carta rogatoria un cheque por el valor fijado, o el documento que acredite que,
por cualquier otro medio, dicha suma ya ha sido puesta a disposición de la autoridad central de ese Estado.
La Convención no será obstáculo para que un agente diplomático o consular de un Estado Parte, en el
ámbito de su competencia territorial, reciba pruebas u obtenga informaciones en el Estado Parte donde
ejerce sus funciones, sin que pueda emplear medidas de apremio.
Sin embargo, cuando se trate de la recepción de pruebas u obtención de información de parte de personas
que no sean de la nacionalidad del Estado acreditante del agente diplomático o consular, los Estados Partes
podrán limitar a determinadas materias las facultades de los agentes diplomáticos o consulares de los otros
Estados Partes y establecer las condiciones que estimen necesarias o convenientes en la recepción de
pruebas u obtención de información, entre otras, aquellas condiciones relativas al lugar y tiempo en que
ello deba practicarse.
En la recepción de pruebas u obtención de información, pueden observarse las reglas y procedimientos
vigentes en el Estado Parte requirente.
Las personas de quienes se reciban pruebas o se obtenga información pueden estar asistidas por abogados
y, si fuere pertinente, por intérpretes y auxiliares de su confianza.
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Derecho aplicable a la responsabilidad parental El art. 2639 CCyC contiene una norma de conflicto cuyo
objetivo es abarcar en su tipo cualquier situación que se suscite como consecuencia de la responsabilidad
parental y de la cotidianeidad que caracteriza a estos vínculos; por ello, comienza con “Todo lo atinente…”.
De este modo quedarán comprendidos los deberes y facultades de los progenitores y la comunicación entre
cada uno de ellos y el hijo. El derecho elegido para regir estas cuestiones es de la residencia habitual del hijo
que, generalmente, será el que encuentre lazos más estrechos con la facticidad del supuesto y ha sido
interpretado como el centro de gravedad de este tipo de casos. Además, es la tendencia recogida en las
legislaciones nacionales a partir de la vigencia de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Para solucionar el problema del conflicto móvil se determina el corte temporal al momento de suscitarse el
conflicto; ello permitirá conseguir mayor precisión en la proximidad de la situación conflictiva y el derecho a
regirla frente a la mutabilidad que caracteriza a la residencia habitual. Es importante destacar que para la
aplicación del derecho extranjero elegido deberán atenderse a las directivas del art. 2595, inc. a, CCyC;
asimismo, al control del orden público internacional que surge del art. 2600 CCyC, especialmente en una
materia en la que los derechos fundamentales del niño se encuentran en juego.
Deducción de la jurisdicción internacional La conexión elegida por la norma tiene como fundamento su
proximidad —la residencia habitual del niño como centro de gravedad—; esta es la solución adoptada en la
fuente internacional en la materia también para responder al interrogante de la jurisdicción internacional
(Convenios de La Haya de 1980 y de 1996). Así, debe interpretarse que el juez argentino será competente
para entender en estos asuntos si la residencia habitual del niño estuviera en el país; concurrentemente con
la posibilidad de que se encuentre en el país el domicilio o la residencia habitual del demandado, conforme
el art. 2608 CCyC.
La primera de estas alternativas, es decir, que el juez argentino se declare competente en materia de
responsabilidad parental cuando la residencia habitual del niño esté en el país, traerá aparejadas las
ventajas de que el juez que intervenga aplique su propio derecho y que el caso resulte de mayor proximidad
con el foro —salvo que se opte por recurrir a la cláusula escapatoria—.
La jurisprudencia ya había hecho consideraciones en este sentido cuando entendía que considerar que la
patria potestad se rige por la ley del lugar de su ejercicio, la residencia habitual del hijo, representa
múltiples ventajas: privilegia la actuación del juez de la comunidad en la cual ese menor tiene su centro de
vida con suficiente inmediatez, atiende al interés superior de los niños y su derecho a ser oído, sigue la
tendencia jurisprudencial y doctrinal del derecho civil y del derecho internacional privado, propende a un
mínimo de conflictos, entre otras.
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Tutela, curatela y demás institutos de protección de los sujetos amparados. El ámbito de aplicación
material de la disposición contempla a la tutela, la curatela y demás institutos de protección de la persona
incapaz o con capacidad restringida. Luego, mediante una norma de conflicto se determina que se regirán
por el derecho del domicilio de la persona de cuya protección se trate. La proximidad entre el caso y el
derecho elegido resulta coherente con el fin de la protección pretendida. El corte temporal elegido —al
momento de los hechos que den lugar a la designación del tutor o curador— persiguen dicha protección.
La calificación del término “domicilio” deberá realizarse a partir de los arts. 2614 y 2615 CCyC para cada
supuesto. La remisión al derecho elegido se hace de modo integral sin aludir específicamente a las
cuestiones relativas al discernimiento, ejercicio, administración, rendición de cuentas, ni en torno a los
bienes de la persona a proteger, entre otras.
Otros institutos de protección constituidos conforme al derecho extranjero. La segunda parte de este
artículo establece el principio de reconocimiento y el despliegue de efectos en el país de otros institutos de
protección de niños, niñas y adolescentes que hubieran sido regularmente constituidos según el derecho
extranjero aplicable, fijando como límite para ello la compatibilidad con los derechos fundamentales del
niño. Se ha interpretado que la norma no resulta excluyente de otros institutos que puedan existir respecto
de sujetos con capacidades restringidas o incapaces aunque no se trate de menores de edad.
La disposición no implica el reconocimiento de un acto jurisdiccional extranjero sino, propiamente, de la
forma de colocación o de reubicación de niños creada en el extranjero. Para ello, se recurre al llamado
”método de reconocimiento”, entendido como aquel que opera para insertar una situación jurídica que ya
ha sido creada al amparo del derecho extranjero y con la finalidad de que esta despliegue efectos en el foro,
sin necesidad de someterla al procedimiento de exequatur.
Así se admite la inserción de instituciones provenientes de sistemas culturalmente diferentes respetando
sus particularidades, tal como el caso de la Kafala (mediante la cual se adquiere voluntariamente un
compromiso de cuidado, educación en la fe musulmana y protección similar a la de padre e hijo aunque sin
alterar los vínculos biológicos).
Jurisdicción internacional. Este artículo no determina expresamente cuándo los jueces argentinos
resultarán competentes para entender en esta materia. Sin embargo, en atención al fundamento de
proximidad que caracteriza a la conexión elegida, a la inmediatez del juez de la causa con el sujeto a
proteger y a la tutela judicial efectiva de este último, el juez argentino será competente para entender en
los asuntos comprendidos en el primer párrafo de la norma si el domicilio de la persona cuya protección se
trate se encuentra en el país (en el sentido de los arts. 2614 y 2615 CCyC). Sumado a ello, en el caso de
menores de edad esta alternativa redundará en beneficio de su interés superior.
La incorporación de esta norma en nuestro ordenamiento jurídico viene a cubrir una evidente necesidad
para la protección de los derechos fundamentales de los sujetos alcanzados de un modo más eficiente y con
esencia en el principio de cooperación internacional, art. 2611 CCyC.
Obligación de comunicar las medidas adoptadas. La disposición deja expresamente asentada la obligación
del juez que dicte estas medidas de poner en conocimiento de aquellas al Ministerio Público y, si
correspondiere, a las autoridades competentes del domicilio o de la nacionalidad de la persona afectada. Se
dejan a salvo de esta obligación los casos que involucran la protección internacional de refugiados.
Siendo que la base de la competencia en el dictado de estas medidas radica, fundamentalmente, en la
urgencia de la protección que se solicita puede acontecer que la autoridad con competencia para entender
en el fondo del asunto de que se trate sea una distinta de quien dicte la medida.
Por ello, en consideración al carácter provisional de estas decisiones y, en su caso, al deber de cooperación
jurisdiccional internacional deberá cumplirse con la obligación que impone la norma a los fines de la
intervención de la autoridad que resulte con competencia para entender en la cuestión principal en cada
caso. Por ello se exceptúa la obligación en relación a los refugiados en atención a su particular situación, por
lo que cobrará especial relevancia la apertura de jurisdicción contenida en el art. 2602 CCyC.
III. FILIACIÓN
Argentina reconoce en su Derecho interno la filiación por naturaleza, mediante técnicas de reproducción
humana asistida y la adopción, y sin diferenciar entre la filiación matrimonial y extramatrimonial, acuerda
expresamente los mismos efectos aunque admitiendo las particularidades que devienen de cada caso.
La Convención Americana de DDHH, con jerarquía constitucional, brinda claridad al tema sosteniendo el
derecho a reconocer "iguales derechos a los niños nacidos dentro o fuera del matrimonio". En tanto que la
Ley 23.264 materializó el deber prescripto en la Convención Americana de Derechos Humanos y fortaleció
el principio de filiación. Asimismo, equiparó los efectos de la filiación en casos de niños adoptados y nacidos
dentro o fuera del matrimonio.
Sin embargo, desde el DIPr se continuaba sin normas que se refirieran de forma específica a la filiación.
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Legislar este instituto en la arena internacional no resulta tarea sencilla porque por una parte los Derechos
nacionales regulan jurídicamente la filiación de modo muy diferente, respondiendo a los criterios con que
se entiende la estructura del Derecho de Familia en el mundo.
Interesa reiterar lo que ya hemos afirmado en cuanto a la coexistencia de diversos modelos de familia.
Así, un esquema se construye en torno al modelo clásico de familia que opera a partir del nacimiento de un
hijo, filiación por naturaleza o por técnicas de reproducción humana asistida, que se articulan en torno a
una única institución: las relaciones paterno-filiales. Hay otros modelos de familia como es el que se edifica
artificialmente ante la hipótesis de riesgo y desamparo del niño que gira en torno a institutos tales como la
guarda, el acogimiento familiar o la tutela y aquel que consiste en reconstruir jurídicamente el modelo de la
filiación natural por la vía de la adopción permitiendo diseñar un marco jurídico equivalente al vertebrado
en los dos primeros casos.
La problemática que reviste la filiación en el DIPr, la que gira en torno a las cuestiones relativas a
determinar la jurisdicción frente a casos alcanzados por la existencia de elementos extranjeros, a la
legislación que corresponde aplicar cuando el supuesto es captado por al menos dos ordenamientos
jurídicos nacionales y al reconocimiento del emplazamiento filial constituido en el extranjero.
Dimensión convencional
La carencia de normas sobre esta materia llevó a ampliar el campo de aplicación de los Tratados de
Montevideo a casos no captados por los Estados Partes en virtud de una aplicación analógica. Ambos
tratados disponen de igual manera sobre este instituto.
Conforme a estas normas es la ley que rige la celebración del matrimonio la que determina la filiación
legítima y la legitimación por subsiguiente matrimonio.
En orden a las cuestiones relativas a la legitimidad de la filiación que resultan ajenas a la validez o nulidad
del matrimonio se aplica la ley del domicilio conyugal al momento del nacimiento del hijo.
En tanto el TDCIM 1940 establece que los derechos y obligaciones concernientes a la filiación ilegitima se
rigen por la ley del estado en el cual hayan de hacerse efectivos.
La lectura de la norma refleja que se trata de disposiciones diseñadas para regir el instituto en una época en
la que la concepción del DIPr era distinta a la actual.
HOY las relaciones jurídico privadas se sustenta en una filosofia fundada en valores y principios
impregnados por los TDDHH y la biomedicina ha contribuido a modificar la plataforma sobre la cual se
desarrolla la realidad.
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Los principios que regulan las normas sobre filiación por técnicas de reproducción humana asistida integran
el orden público y deben ser ponderados por la autoridad competente en ocasión de que se requiera su
intervención a los efectos del reconocimiento de estado o inscripción de personas nacidas a través de estas
técnicas. En todo caso, se debe adoptar la decisión que redunde en beneficio del interés superior del niño”.
Por esta vía, que se vale del método de reconocimiento, evita tener que acudir al procedimiento
establecido en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y sus equivalentes provinciales. Como punto
de partida digamos que sienta el principio del reconocimiento en el país de todo emplazamiento filial
constituido bajo las reglas de un ordenamiento extranjero, sea que se trate de filiación por naturaleza o
proveniente de técnicas de reproducción asistida. El límite se encuentra en la compatibilidad con los
principios de orden público entendiendo su direccionamiento a la salvaguardia del interés superior del niño.
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El riesgo que presenta la adopción internacional es la incertidumbre sobre las consecuencias futuras que
puedan afectar al niño luego del desplazamiento. Temores sobre arrepentimiento de los adoptantes, falta
de adaptación del vínculo y del nuevo ambiente, propósitos de abusos, entre otras causas, requieren el
seguimiento de los Estados. De allí que, previendo estas circunstancias, la Convención de La Haya de 1993
sobre Adopción Internacional impone como obligación de las autoridades centrales de los Estados tomar
medidas necesarias para la protección del niño una vez producido el traslado.
En nuestro país no es posible la adopción de niños con domicilio en Argentina cuando los adoptantes se
domicilian en el extranjero. Ello explica que los instrumentos señalados no estén vigentes y las reservas de
Argentina formuladas a los incs. b), c), d) y e) de la Convención de los Derechos del Niño.
Art. 2636 CCyC DERECHO APLICABLE: “Los requisitos y efectos de la adopción se rigen por el derecho del
domicilio del adoptado al tiempo de otorgarse la adopción. La anulación o revocación de la adopción se rige
por el derecho de su otorgamiento o por el derecho del domicilio adoptado”. (Ver pág 14)
El Código Civil derogado no trató el mero reconocimiento en el país de sentencias extranjeras de adopción,
sino de una regla que ensancha las posibilidades que ofrecía el art. 339 CC.
Bajo la vigencia de esa norma era necesario acudir a las normas de reconocimiento de sentencias de las
adopciones conferidas en el extranjero por las cuales se requiere verificar los presupuestos formales,
procesales y sustanciales de procedencia de sentencias extranjeras.
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Jurisdicción
Al no contar el TDCIM de 1940 con normas sobre jurisdicción internacional para la adopción en forma
específica, las acciones se someten a las disposiciones del art. 56, párrafo primero, que establece la
competencia de los jueces a cuya ley está sometido el acto jurídico materia del juicio. En materia de
adopciones internacionales captadas por el Tratado articulando los arts. 56 y 23 del mismo, son
competentes para entender en un proceso de adopción internacional tanto los jueces del Estado del
domicilio del adoptante como los del domicilio del adoptado.
Derecho aplicable
El Derecho aplicable a la constitución del vínculo adoptivo como a sus efectos ha sido receptado en una
norma de conflicto de carácter acumulativa, que requiere la concordancia de las leyes del domicilio de las
partes, a fin de evaluar los requisitos que deben tener las personas involucradas en el proceso de adopción.
Establece el TDCIM de 1940 en su art. 23 que: La adopción se rige en lo que atañe a la capacidad de las
personas y en lo que respecta a condiciones, limitaciones y efectos, por las leyes de los domicilios de las
partes en cuanto sean concordantes, con tal de que el acto conste en instrumento público.
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La adopción es un modo de protección que genera una relación de parentesco entre dos personas, el
adoptante y el adoptado.
En Argentina, dado el carácter público de la institución, la adopción resulta de una decisión judicial y
requiere la intervención del representante promiscuo. Esta dimensión es proyectada a la adopción
internacional desde la perspectiva interna. Asimismo, existe en el país una posición enrolada en considerar
negativamente la adopción internacional de niños domiciliados en el país.
Se torna cada vez más frecuentes las adopciones internacionales por personas residentes en un país,
generalmente desarrollado, respecto de menores residentes en países menos desarrollados o deprimidos
desde la esfera socioeconómica o bélica o destruidos por desastres imprevisibles, siendo Estados que no
cuentan con medios para afrontarlos.
Este tráfico internacional ha devenido en una activa y progresiva intervención de los países implicados con
el fin de prevenir y evitar que se produzcan conductas ilícitas, y dicha intervención tiene como móvil
particular salvaguardar el interés de los menores.
La regulación tiende principalmente a perseguir el tráfico de niños. Los trámites de la adopción se realizan
en nuestro país bajo el control de las autoridades públicas pues el Estado debe garantizar y asegurar la
defensa de la infancia. Cabe consignar que este sistema difiere de otros en que la adopción es netamente
privada. Así, el caso de los Estados Unidos en que se realiza mediante un contrato privado entre la madre
biológica y los futuros padres adoptivos sin la intervención en este primer paso de las autoridades públicas.
Una vez cumplido el contrato, la adopción se formaliza ante autoridad administrativa o judicial, cumpliendo
de este modo lo que es tan solo un trámite formal y externo a la dinámica del acuerdo contractual.
Hay países que directamente prohíben la adopción, por ejemplo aquellos inspirados en el Islam,
proporcionando el sistema de protección del menor a través de otros mecanismos jurídicos como la kafala.
Este instituto consiste en la adquisición voluntaria por quienes no son los padres biológicos de un
compromiso de cuidado, educación en la fe musulmana y protección similar a la de padre e hijo aunque sin
alterar los vínculos biológicos.
Jurisdicción
Art. 2635 CCyC JURISDICCION: “En caso de niños con domicilio en la Republica, los jueces argentinos son
exclusivamente competentes para la decisión de la guarda con fines de adopción y para el otorgamiento de
una adopción. Para la anulación o revocación de una adopción son competentes los jueces del lugar del
otorgamiento o los del domicilio del adoptado”.
En todos los aspectos que involucren cuestiones sobre el procedimiento para una adopción internacional,
cuando el domicilio del niño se halla en la República, entenderán exclusivamente los jueces argentinos.
La respuesta al cuestionamiento sobre el juez que debe entender en el supuesto de niños domiciliados en el
país, esto es, a la jurisdicción internacional directa, es terminante. Solo los jueces argentinos son
competentes para la declaración en situación de adoptabilidad, la decisión de la guarda con fines de
adopción y para el otorgamiento de una adopción.
Lo dispuesto en la primera parte del art. 2635 tiene un norte que no es otro que preservar por sobre todo la
protección de los niños domiciliados en el país, mantener su cultura, sus raíces y su identidad. La norma en
análisis distingue dos supuestos que atribuyen competencia a las autoridades judiciales:
La primera hipótesis contempla el otorgamiento de adopción cuando los niños se encuentren domiciliados
en el país, en cuyo caso los jueces argentinos son exclusivamente competentes para la declaración de
adoptabilidad, el otorgamiento de la guarda con fines de adopción y la consecuente adopción.
El juez argentino no podría otorgar la adopción sin considerar los requisitos sobre plazos exigidos por el art.
600 CCyC que dispone:
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a) Solo pueden adoptar las personas que residan por un período mínimo de cinco años anteriores a la
petición de guarda con fines de adopción, plazo que no se exige a las personas de nacionalidad argentina o
naturalizads en el país;
b) Se encuentre inscripta en el registro de adoptantes.
((Ver precedente jurisprudencial anterior a la sanción del CCyC que favorece a los nacionales argentinos:
Juz. Civ. y Com. de Conciliación y Familia, Deán Funes, 07/04/95, S., C. H.)).
http://fallos.diprargentina.com/2008/06/s-c-h-s-adopcin.html
El segundo supuesto que se aborda en la norma sobre jurisdicción internacional determina que para la
anulación de la adopción o la revocación, son competentes los jueces del lugar de otorgamiento o del
domicilio del adoptado. Se establece así una jurisdicción concurrente debiendo interpretarse la referencia al
domicilio actual del adoptado. El supuesto que ejemplifica la situación descripta es el del menor adoptado
en el extranjero que luego es trasladado a nuestro país. Si se pretende anular o revocar la adopción, las
competencias disponibles para la norma son la autoridad competente que otorgó la adopción y que verificó
las condiciones de la misma, o el tribunal del Estado en el que actualmente reside el adoptado, ya que
podrá constatar las circunstancias de la revocación o anulación.
Por otra parte, los jueces argentinos tendrán competencia internacional para disponer medidas urgentes
cuando se verifiquen circunstancias de ilicitud o de peligro que afecten al adoptado.
Derecho aplicable
El Derecho aplicable al instituto se encuentra plasmado en el art. 2636 CCyC: “Los requisitos y efectos de la
adopción se rigen por el derecho del domicilio del adoptado al tiempo de otorgarse la adopción.
La anulación o revocación de la adopción se rige por el derecho de su otorgamiento o por el derecho del
domicilio adoptado”.
En su primer párrafo, la norma utiliza un punto de conexión único que designa el Derecho que va a regir la
adopción, sometiendo los requisitos y efectos a la ley del domicilio del adoptado al tiempo de otorgarse la
adopción. Se trata del Derecho que fija las condiciones sobre la capacidad de las partes, la edad del
adoptado y del adoptante y el consentimiento libre de adoptantes y familia biológica. También la existencia
del proceso que declara la adoptabilidad del menor.
La valoración de interés del menor se impone como patrón de evaluación judicial a los efectos de la
sentencia de adopción. En este contexto, corresponde destacar la importancia dada por la legislación
argentina que concede derecho al adoptado a conocer su realidad biológica, a mantenerse en su familia de
origen y resguardo de su identidad, principios todos incluidos en normas específicas en el articulado
establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño.
La norma supera los inconvenientes que aparejaba la regulación anterior en torno al alcance del tipo legal
del art. 339 CC y la elección del domicilio del adoptado brinda altos grados de certeza en armonía con el art.
2614 del CCyC.
El segundo párrafo contempla el caso de anulación o revocación de la adopción. Si la adopción de un niño
domiciliado en el extranjero hubiese sido otorgado ante una competencia razonable extranjera, por
ejemplo domicilio de los adoptantes, el juez argentino que asume jurisdicción en la revocación o anulación
según lo dispuesto por el art. 2635, deberá aplicar el Derecho del lugar de otorgamiento o el Derecho del
domicilio actual del menor.
1. Aspectos generales
La problemática de la sustracción internacional de niños, niñas y adolescentes constituye una preocupación
que ha sido abordada por la comunidad jurídica internacional y que ha merecido gran atención y dedicación
por parte de organizaciones, instituciones y expertos en la materia.
Hace ya varios años se ha advertido la gran cantidad de niños cuyos derechos fundamentales se encuentran
afectados como producto del proceder de alguno de sus progenitores, que los sustrae de su residencia
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habitual, del entorno familiar y social en el que se desarrollaban, y los coloca en uno diferente, con el objeto
de crear una determinada situación jurídica que dista de estar al interés superior de aquéllos.
Los motivos que originan este tipo de conducta, generalmente por parte de alguno de los padres del niño o
de algún familiar directo, pueden ser diversos, ya sea por movimientos migratorios del grupo familiar por
razones económicas, laborales, desavenencias familiares etc. Los niños resultan ser los mayores afectados,
puesto que, además del trauma propio que provocan estas crisis, se pone en juego su estabilidad, que es
quebrantada de manera intempestiva, con la consecuente pérdida de contacto con uno de sus progenitores
y la necesidad de adaptación al nuevo medio.
Puede suceder que la persona que sustrajo al niño intente conseguir una resolución judicial o administrativa
que legalice la situación de hecho que ha creado, en el Estado que ha elegido para refugiarse con su hijo.
Incluso puede optar por la inactividad y esperar el accionar del progenitor que ha sido privado de su
derecho al contacto con aquél.
Para abordar estos casos iusprivatistas multinacionales y a los fines de evitar este tipo de consecuencias, se
han diseñado mecanismos que pretenden restablecer la situación creada mediante vías de hecho e intentan
colocar a los niños en las condiciones que se encontraban originariamente, es decir, restituyéndolos a la
residencia habitual que poseían antes del desplazamiento. Será en esta instancia, y atendiendo
especialmente el interés superior de aquéllos, que se reorganizará el funcionamiento y la convivencia de
ese grupo familiar.
La clave para el rendimiento de estas herramientas descansa en la cooperación internacional entre las
autoridades competentes de ambos ordenamientos jurídicos.
La restitución internacional de niños se encuentra en la sección 8va del CCyC en Art 2642, donde se
establece: Principios generales y cooperación. “En materia de desplazamientos, retenciones o sustracción
de menores de edad que den lugar a pedidos de localización y restitución internacional, rigen las
convenciones vigentes y, fuera de su ámbito de aplicación, los jueces argentinos deben procurar adaptar al
caso los principios contenidos en tales convenios, asegurando el interés superior del niño.
El juez competente que decide la restitución de una persona menor de edad debe supervisar el regreso
seguro del niño, niña o adolescente, fomentando las soluciones que conduzcan al cumplimiento voluntario
de la decisión.
A petición de parte legitimada o a requerimiento de autoridad competente extranjera, el juez argentino que
toma conocimiento del inminente ingreso al país de un niño o adolescente cuyos derechos puedan verse
amenazados, puede disponer medidas anticipadas a fin de asegurar su protección, como así también, si
correspondiera, la del adulto que acompaña al niño, niña o adolescente”.
b) Principios tuitivos. c)
Aplicación de los principios generales y cooperación contemplados en la fuente convencional dentro y
fuera de su ámbito de aplicación
La norma en su primera parte confirma la aplicación de la fuente convencional vigente extremo que resulta
apropiado y lógico en sintonía con lo establecido en el art. 2594 CCyC. Sin embargo, su principal aporte es la
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extensión de la aplicación de los principios contenidos en tales Convenios a los casos que queden fuera del
ámbito de aplicación de aquellas, con el recaudo de asegurar el interés superior del niño.
Se brinda una línea de solución a todos los casos que se presentan en la materia en nuestro país. Para los
supuestos que excedan el marco de aplicación de estas Convenciones se asienta el deber de procurar la
adaptación del caso a los principios contenidos en tales convenios, lo que implicará la posibilidad de revertir
las situaciones creadas ilícitamente en cada caso y, a su vez, que todos los casos cuenten con gran parte de
las bondades de estas Convenciones, así como del soft law emergente en la especie.
Nótese que nuestra Corte Suprema de Justicia ya ha sacado provecho de este recurso en varias de sus
sentencias en la materia —por ejemplo, “W. D. c/ S. D. D. W. s/ Demanda de restitución de menor”,
22/11/2011; “G., P. C. c/ H., S. M. s/ Reintegro de hijo”, 22/08/2012; “H. C. A. s/ Restitución internacional de
menor s/ Oficio Sra. Sub directora de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Relaciones Exteriores”,
21/02/2013; “F. R., F. C. c/ L. S., Y. U. s/ reintegro de hijo”, 08/11/2011—.
En tal sentido se ha aseverado que se efectúa “una remisión en blanco a ’todas las convenciones
internacionales vigentes’ en la materia en Argentina, cuyos institutos quedarán, de este modo,
incorporados en el derecho interno”. Sumado a ello debe recordarse que el art. 2611 CCyC contempla de
modo genérico el deber de brindar amplia cooperación jurisdiccional en materia civil, comercial y laboral.
2. Dimensión convencional
Argentina ratificó numerosos documentos sobre sustracción internacional de niños en tres niveles. A nivel
universal ratificó la Convención de La Haya sobre los Aspectos Civiles de la Sustracción Internacional de
Menores; a nivel continental ratificó la Convención lnteramericana sobre Restitución Internacional de
Menores y, asimismo, nuestro país cuenta con un instrumento de carácter bilateral en la materia: el
Convenio Argentino-Uruguayo sobre Protección Internacional de Menores.
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b) velar por que los derechos de custodia y de visita vigentes en uno de los Estados contratantes se respeten
en los demás Estados contratantes.
El Convenio de La Haya no incluye normas sobre jurisdicción internacional en materia de visitas aunque
implícitamente puede deducirse que son competentes las autoridades de la residencia habitual del niño. En
este tema el Convenio de La Haya de 1996 expresa entre sus objetivos "evitar conflictos entre los sistemas
legales en lo que concierne a la jurisdicción", a la vez que establece que ésta recae en cabeza de las
autoridades administrativas o judiciales del Estado del lugar de la residencia habitual del menor, en cuanto
a la determinación de los asuntos relacionados con el derecho de visita/derecho de tener contacto
transfronterizo.
Denominación
La denominación del Convenio dio lugar a un intenso debate. El término "Protección" que lleva por título el
Convenio Bilateral Argentino - Uruguayo, se consideró inadecuado pues el ámbito material de la
Convención se reduce a la restitución del menor. Se desistió, por otra parte, de utilizar el término secuestro
por las connotaciones de carácter penal que sugiere. No obstante ello, se incluye una norma según la cual:
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La Convención no será obstáculo para que las autoridades competentes ordenen la restitución inmediata
del menor cuando el traslado o retención del mismo constituya delito (art. 26).
La incorporación de una norma de Derecho Penal es un hecho novedoso en este tipo de convenciones;
inicia una senda que profundiza la CIDIP V, en forma absolutamente incontrastable a pesar de las
resistencias ofrecidas por algunos países, especialmente Estados Unidos. La intención de la CIDIP tiene que
ver con lograr la pronta restitución del menor cualesquiera sean las circunstancias del caso.
Ámbito de aplicación:
ART. 1 de la Convención determina sus objetivos, que pueden enunciarse como los siguientes:
a) asegurar la pronta restitución de menores que teniendo su residencia habitual en un Estado Parte
hubieran sido ilegalmente trasladados a otro, o que habiendo sido regularmente trasladados,
hubieran sido ilegalmente retenidos,
b) hacer respetar el ejercicio de derecho de visita, y
c) hacer respetar el ejercicio del derecho de custodia o guarda por parte de sus titulares.
Los límites están dados por el marco civil de la retención irregular de menores, quedando excluidos de su
tratamiento problemas de Derecho Penal -con la salvedad expuesta- como tráfico internacional y secuestro
de menores.
Las hipótesis positivizadas por la Convención pretenden dotar a los tribunales de una regulación apta para
atender este tipo de situaciones de difícil tipificación como delito por su carencia de antijuridicidad, al no
poner en principio en peligro al niño un traslado realizado por parientes y por la falta de espíritu de lucro.
Aun tipificadas, en tanto las conductas punibles son realizadas por familiares, las sanciones tienden a ser
mínimas y no resulta en consecuencia operable la extradición.
Titulares de la acción
Son titulares de la acción los padres, tutores o guardadores, o cualquier institución, enunciados por la
Convención al definir el traslado o la retención como ilegal. O sea, quienes ejercían su derecho "individual o
conjuntamente", inmediatamente antes de ocurrir el hecho, de conformidad con la ley de la residencia
habitual. Deben hallarse en ejercicio efectivo de su derecho al producirse el desplazamiento o la retención.
La ratio de la norma persigue de este modo evitar que quienes están legitimados para interponer la
restitución se valgan de esta vía rápida y sencilla para obtener la guarda en el Estado de la residencia
habitual del menor.
Jurisdicción
La competencia para conocer de la solicitud de restitución de menores, se atribuye a "las autoridades
judiciales o administrativas del Estado Parte donde el menor tuviere su residencia habitual" antes de su
desplazamiento o de su retención. La determinación acerca de la autoridad encargada -judicial o
administrativa- queda librada a la organización interna del Estado de la residencia habitual.
La conexión residencia habitual es recibida cada vez con mayor frecuencia por el DIPr con relación a la
minoridad, en cuanto supone una solución notoriamente más adecuada y tuitiva de la protección de los
niños que el domicilio legal. Sucede que muchas veces el domicilio legal no es coincidente con el país de
verdadera y estable residencia del menor, lo que puede determinar que un niño incorporado efectivamente
a una sociedad en la que se está formando jurídicamente, resulte ajeno a la misma.
Procedimiento
El procedimiento para la restitución está previsto en los arts. 8 a 17 y se caracteriza por la celeridad, al
establecer plazos acertadamente breves para las actuaciones, y por la flexibilidad de sus disposiciones en
cuanto conceden amplias posibilidades a las autoridades competentes para obrar con un prudente criterio
axiológico en aras de la efectivización del proceso.
Se trata de un procedimiento sumario que no prejuzga sobre la cuestión de fondo de la guarda y que
cumplidos los requisitos básicos, establecidos en el propio interés del menor, asegura su reintegro al medio
en el cual está desarrollando su formación espiritual, intelectual y física, sin demoras lesivas para ello.
El art. 16 establece que las normas que le preceden, siempre que sean pertinentes, "no limitan el poder de
la autoridad judicial o administrativa para ordenar la restitución" del niño o la niña en cualquier momento.
La obligación de restituir cesa por dos causas:
1) si se demuestra que no se reúnen las condiciones de la Convención para el retorno del menor, y
2) hasta que un período razonable haya transcurrido sin que se inste el procedimiento de la misma.
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3. Dimensión autónoma
El art. 2642 del CCyC recepta el instituto de la restitución internacional de niños.
Este artículo orientado hacia una solución material, compromete al juez a extender los principios
consagrados por las convenciones internacionales a todos los casos relativos a la restitución de niños,
debiendo hacerlo en aquellos supuestos que se planteen con Estados no signatarios de los mismos.
En este sentido, la norma rescata el carácter subsidiario que ya aparece en otros artículos de este título,
reafirmando cuando resultan de aplicación las normas de DI Pr autónomo.
Sin embargo, es importante que en este caso la subsidiariedad va acompañada del afán de "extender los
principios contenidos en las convenciones internacionales vigentes para la República Argentina a todos los
supuestos que no entran en el ámbito de aplicación de tales tratados".
Esta norma se articula con el art. 2611 que contempla de modo genérico el deber de brindar cooperación;
tratándose de resguardar el interés superior del niño, se entendió conveniente regular explícitamente
algunas conductas de cooperación que se han revelado eficaces para garantizar la seguridad de los niños en
el proceso de regreso, tras una orden judicial de restitución, conforme surge del segundo párrafo de la
norma.
Esta disposición es importante para contribuir a cumplimentar sentencias dictadas al amparo de los
tratados pero que no han sido cumplidas conforme se ordena en el decisorio.
En cuanto a las medidas anticipadas de protección que quedan captadas en el último párrafo de la norma,
el legislador prefirió no listar las acciones que debe tomar por el juez interviniente para permitir que el
magistrado tenga la libertad de decidir en función de las necesidades que se plantean en el caso concreto.
Sin embargo, tanto de la práctica jurisprudencial como de la inteligencia del sistema, surge que en función
de su discrecionalidad los magistrados podrán adoptar una medida entre las tantas que se ofrecen al efecto
y que por brindar algunos ejemplos podrían devenir en la retención de pasaportes, la orden de apoyo
policial para ordenar una custodia, o para acompañar al niño o al adulto que está con él, la fijación de un
domicilio para residir temporalmente hasta que se produzca la restitución, u otras que artesanalmente
habrá que determinar en aras de proteger el interés superior del NNA. Este accionar encuentra también un
respaldo en el art. 2641 en cuanto se refiere a las medidas urgentes de protección que la autoridad
competente está habilitada a tomar cuando resulten necesarias para proteger a las personas menores de
edad.
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Aspectos civiles
Legitimados activos, competencia judicial internacional y régimen de nulidades
La CIDIP V establece que serán legitimados activos para solicitar la localización del menor y su restitución,
aquellos que sean titulares conforme al Estado de la residencia habitual del menor. Conforme a la
competencia internacional establece un abanico de foros concurrentes para conocer del delito que se
intenta prevenir y combatir, otorgando dicha competencia para conocer en la solicitud de localización y
restitución, a opción del reclamante, a aquellas autoridades judiciales o administrativas del Estado Parte de
residencia habitual del menor o las del Estado Parte donde se encontrare o se presuma que se encuentra
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retenido. Para el caso de urgencia, se podrá presentar la solicitud ante las autoridades administrativas o
judiciales del lugar donde se produjo el hecho ilícito.
Art. 12 dispone que: La solicitud de localización y restitución del menor derivada de esta Convención será
promovida por aquellos titulares que establezca el Derecho del Estado de la residencia habitual del menor.
El art. 13 prescribe que: Serán competentes para conocer de la solicitud de localización y de restitución, a
opción de los reclamantes, las autoridades judiciales o administrativas del Estado Parte de residencia
habitual del menor, o las del Estado Parte donde se encontrare o se presuma que se encuentra retenido.
Cuando existan razones de urgencia a juicio de los reclamantes, podrá presentarse la solicitud ante las
autoridades judiciales o administrativas del lugar donde se produjo el hecho ilícito.
La CIDIP V prevé una causal de "nulidad por ilicitud del objeto". La misma se manifiesta en lo que respecta
a la adopción internacional, y procede cuando el origen o fin de ella fue o tuvo como base el tráfico jurídico
del menor.
Si bien la Convención brinda esta posibilidad, no deja de contemplar que se deberá hacer una valoración del
Estado en que se encuentra el menor, merituando el tiempo transcurrido entre el otorgamiento de la
adopción y la interposición de la acción de la nulidad.
Ello se debe a que siendo el objetivo resguardar el interés del menor y su protección, tanto material como
espiritual, es preferible no aplicar la sanción que corresponda al respecto, priorizando al verdadero titular
del derecho que es nada menos que el menor, cumpliendo con lo previsto en la CON como con la CIDIP. Es
necesario destacar que la apreciación concreta sobre cuál es el interés del menor en la acción de nulidad,
dependerá del Estado que se pronunció en la causa, sin especificar en ningún momento si la misma debe
ser judicial o no.
El art. 18 establece que: las adopciones y otras instituciones afines constituidas en un Estado Parte serán
susceptibles de anulación cuando su origen o fin fuere el tráfico internacional de menores.
En la respectiva acción de anulación, se tendrá en cuenta en todo momento el interés superior del menor. La
anulación se someterá a la ley y a las autoridades competentes del Estado de constitución de la adopción o
de la institución de que se trate.
ART. 19 señala que: La guarda o custodia serán susceptibles de revocación cuando tuvieren su origen o fin
en el tráfico internacional de menores, en las mismas condiciones previstas en el artículo anterior.
Aspectos penales
Competencia judicial internacional y extradición
Los Estados Parte al comprometerse a prevenir y sancionar con penas severas el tráfico internacional,
establecen al efecto cuatro foros de competencia internacional: el juez del Estado Parte donde tuvo lugar la
conducta ilícita; el juez del Estado Parte de la resideencia habitual del menor; el juez del Estado Parte en
que se hallare el presunto delincuente si éste no fuere extraditado, y el Estado Parte en el que se hallare el
menor víctima del tráfico.
Determinando entre todos estos jueces aquel que hubiere prevenido en el conocimiento del delito. En
efecto, el art. 9 establece que:
Tendrán competencia para conocer de los delitos relativos al tráfico internacional de menores:
a) el Estado Parte donde tuvo lugar la conducta ilícita;
b) el Estado Parte de residencia habitual del menor;
c) el Estado Parte en el que se hallare el presunto delincuente si éste no fuere extraditado; y
d) el Estado Parte en el que se hallare el menor víctima de dicho tráfico.
Tendrá preferencia a los efectos del párrafo anterior el Estado Parte que hubiere prevenido en el
conocimiento del hecho ilícito.
La CIDIP contempla la extradición cuando uno de los Estados Parte supedite la misma a la existencia de un
tratado y recibe una solicitud de extradición proveniente de un Estado Parte con el cual no ha celebrado un
tratado o en el caso de haberlo realizado, no esté contemplado en ese instrumento entre los delitos
extraditables.
En ambos supuestos, puede considerarse a la CIDIP TIM como la base jurídica necesaria para concederla en
caso de tráfico internacional de menores.
Al anterior supuesto, hay que agregar que los Estados Parte que no supeditan la extradición a la existencia
de un tratado, reconocerán el tráfico internacional como causal de extradición entre ellos. Y cuando no
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exista un tratado de extradición, la misma estará sujeta a las demás condiciones exigibles por el Derecho
interno del Estado requerido (art. 10).
En el marco de esta Convención debe destacarse la separación del menor, víctima del ilícito, del
procedimiento penal propiamente dicho. En este sentido, se asegura la pronta restitución del niño,
independientemente de la intervención judicial respecto de la causa penal que involucra a la organización
delictiva o a los delincuentes.
Además, desde que los Estados Parte ratifican la Convención, deben crear nuevas figuras penales en la
materia en su Derecho interno, específicamente todas aquellas relacionadas con el tráfico internacional de
menores. Esas figuras penales deben tener como objeto agravar las penas de esos delitos.
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b) Concepto de menor
La Convención define: como aquel que no haya llegado a los dieciocho años de edad, ya sea que el mismo se
encuentre o resida habitualmente en un Estado Parte al tiempo de la comisión de un acto de tráfico contra
el niño.
Esta norma consagra el principio de uniformidad y efectividad de aplicación del Convenio para los Estados
Parte del mismo. Esta importante innovación que realiza el instrumento convencional al elevar la edad a los
dieciocho años, responde a que cuando se trata de delitos que surgen del tráfico internacional, la mayor
parte de los mismos tienen como víctimas los NNA entre quince y dieciocho años de edad. Además, al
precisar hasta cuándo se extiende la niñez, se asegura la efectividad y la aplicación de este Convenio.
d) Objetivos
Destaca la necesidad de que la lucha al tráfico sea acompañada por la adopción de medidas eficaces por
parte de todos los Estados a fines de asegurar la protección del menor y la pronta e inmediata restitución
del mismo que es víctima de este flagelo.
Esas medidas se convierten en eficaces si logran:
- La asistencia y prevención del tráfico de menores, debiendo los Estados tener políticas públicas
aptas para tal fin, medidas de protección y asegurativas, mayor control en lo relativo a la entrada y
salida de menores a sus territorios, intercambio de información, trámites de diligenciamiento
administrativo y judicial para la obtención de pruebas, y todos los actos procesales pertinentes
para lograr esas medidas.
- la sanción del tráfico, contando con legislaciones modernas para castigarlo con la mayor severidad
posible. El término "severamente" que utiliza la Convención demuestra el interés por penalizar y
sancionar de modo agravado este delito.
e) Cláusulas de compatibilidad.
Pautas interpretativas La CIDIP consagra una cláusula de compatibilidad, conforme a lo señalado por el art.
32, cuando expresa: Nada de lo estipulado en la presente Convención se interpretará en sentido restrictivo
de otros tratados bilaterales o multilaterales u otros acuerdos suscritos entre las Partes.
Esta disposición admite una interpretación flexible de las normas que de este modo permiten al juez en
cada caso aplicar la solución más favorable al interés del menor. En tal sentido, se sustentan como pautas
interpretativas las siguientes:
La prohibición de interpretar restrictivamente las cláusulas de la Convención con otros acuerdos o
tratados internacionales; y
la de evitar crear por vía interpretativa, respuestas contradictorias o excluyentes que minen los
fines tuitivos de la misma. De esta manera, no se daría lugar a contradicciones entre sus cláusulas
con respecto a los demás convenios o tratados internacionales.
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