BERNABE 2013 Dioniso en La Épica Arcaica
BERNABE 2013 Dioniso en La Épica Arcaica
BERNABE 2013 Dioniso en La Épica Arcaica
Los orígenes
Textos e imágenes
de Dioniso y lo dionisíaco
en la Grecia antigua
ISBN: 978-84-9714-040-9
Depósito legal: M
Imprime: Cima press. Madrid. España.
Textos e imágenes
de Dioniso y lo dionisíaco
en la Grecia antigua
7
1. Presentación
9
Dioniso. Los orígenes
datos que brindan los textos y las imágenes y esbozar de la forma más
breve posible las conclusiones que pueden obtenerse de ellos.
Se incluyen también en este libro, como segunda parte, tres estudios
complementarios del análisis diacrónico. Uno, sobre los paralelos que
los griegos observaron entre Dioniso y otras divinidades del Oriente
próximo, lo que puede iluminar la forma en que los griegos percibían
al dios o a los dioses orientales con los que lo comparaban. Otro, sobre
las semejanzas que los estudiosos modernos han señalado entre el dios
objeto de nuestro estudio y los llamados por Frazer dying gods. En este
caso se trata de observar paralelos tipológicos que permitirán profundi-
zar en el análisis de las características del dios. El último pasa revista a
las diversas formas en que Dioniso ha sido interpretado en los últimos
tiempos, lo que puede servir como una especie de test para determinar en
qué medida los rasgos que los autores le han atribuido al dios se relejan
en los textos y las imágenes estudiados.
En la tercera parte, dedicada a materiales, se recogen los textos (en
griego y en traducción española) y las imágenes pertinentes para el estu-
dio; a él se remiten las indicaciones señaladas en los capítulos: [T] segui-
da de un número para los textos, y [F] seguida de un número que indica
el capítulo y otro que indica el número de imagen.
Esperamos que nuestro trabajo pueda contribuir a la profundización
en el estudio de Dioniso, de su entorno religioso y del tratamiento lite-
rario y artístico de la igura del dios.
10
3. Dioniso en la épica griega
arcaica
Alberto Bernabé
(Universidad Complutense)
1
La hipótesis fue propuesta por Rohde 18982: II, 5 y ss., 23 y ss.
2
Su nombre se puso en relación con la fórmula neofrigia δεως ζεμελως κε ‘a los dioses del
cielo y de la tierra’ y se acepta que fue una diosa tracofrigia de la tierra, cf. Heubeck 1961: 77.
3
Santamaría Álvarez 2013.
29
Dioniso. Los orígenes
4
No obstante, ya Otto 19482 [1997]: 48 rechaza la hipótesis. Señala que todos los rasgos
principales del dios aparecen deinidos en Homero y explica la tradición mítica de su ori-
gen extranjero en la propia naturaleza del dios epifánico, «que viene». También se muestra
contrario Guthrie 1950: 160.
5
Kirk 1960: 173; Davies 2000, quien presenta un elenco de explicaciones sobre la escasa
presencia de Dioniso en Homero, con bibliografía. Seaford 2006: 27 habla de una «mar-
ginalidad ideológica» del dios del trabajo de la tierra, muy alejado de los intereses de los
clanes aristocráticos, especialmente porque su culto es celebrado por la comunidad entera,
mientras que Janko 1992: 204 considera que la escasez de las menciones homéricas del dios
puede deberse a preferencias personales o de género. Cf. también una revisión de los pasajes
de la épica en Wathelet 1991, así como las precisiones de Graziosi y Haubold 2010: 112.
30
3. Dioniso en la épica griega arcaica
también muy lejos del ámbito de la guerra6. Por el contrario, Ares, pese
a que era un dios de escasa importancia y que apenas recibía culto, tiene
en estos poemas, como dios de la guerra, un papel mucho más relevante.
Con todo, a diferencia de lo que ocurre en la épica homérica, el dios
tenía un papel protagonista en la corintia, en particular en la Europia
atribuida a Eumelo, por razones que pueden asimismo determinarse.
En consecuencia, puede pensarse que la frecuencia con que Aristarco
(y con él otros estudiosos antiguos de Homero) consideraba espurios los
pasajes homéricos en que aparece Dioniso7 es una simple muestra de sus
prejuicios sobre lo que era homérico y lo que no lo era; en concreto, parece
ser que el ilólogo de Samotracia, ante la relativa escasez de menciones del
dios y quizá por razones semejantes a las que moverían, siglos más tarde,
a Rohde, habría concluido que Dioniso no era una divinidad homérica.
Aunque no sean muy abundantes, los testimonios sobre Dioniso y su
círculo en la épica arcaica son del mayor interés, no solo porque se tra-
ta en muchos casos de pasajes de las primeras manifestaciones literarias
griegas, sino también porque coniguran ya un repertorio bastante com-
pleto de lo que serían luego rasgos constantes del dios. Los testimonios
serán agrupados de una manera temática, que resulta más signiicativa y
menos reiterativa que la cronológica.
6
Algo similar ocurre con Deméter, la diosa de la agricultura. Cf. Kearns 2004: 60-63.
7
Y, en consecuencia, los atetizaban, es decir, proponían eliminarlos del texto. Cf., por
ejemplo, Sch. Il. 6.130-132 (II 153 Erbse), Sch. Od. 9.198.
8
Il. 14.315 y s. y 323-325. Aristófanes de Bizancio y Aristarco atetizaban los versos 317-
327 por considerarlos espurios, pero es probable que a su prejuicio de que Dioniso no
es un dios homérico se añadiera que consideraban impropio de la dignidad de Zeus este
donjuanesco catálogo de amantes. Sobre la escena, cf. Wathelet 1991: 62-63.
31
Dioniso. Los orígenes
T 101 Pues nunca en tal grado el deseo por una diosa o una mujer
extendiéndose por mi ánimo en el pecho me dominó
...
ni cuando (me enamoré) de Sémele ni de Alcmena, en Tebas;
la una dio a luz un hijo, Heracles de ánimo intrépido,
y la otra, Sémele, parió a Dioniso, alegría de los mortales.
9
Apollod. 3.4.2, Ov. Met. 3.273-298, Hyg. Fab. 167 y 179, aunque muchas alusiones al
mito se encuentran ya en las Bacantes de Eurípides (E. Ba. 242-245, 286-295, 524-529 y de
forma parcial o menos clara en 1-10 y 88-100). Cf. Seaford 1996: 159.
10
Así, Homero nunca precisa que Atenea naciera de la cabeza de Zeus (las alusiones de Il.
5.875 y 880 son, cuanto menos, ambiguas); presenta a Afrodita como hija de Zeus y Dione
(Il. 3.374; 5.370 y ss.) y no nacida del miembro viril de Urano, mientras que menciona
a Hefesto como hijo de Zeus y de Hera (Il. 1.572 y ss.) y no generado de Hera sola, cf.
Bernabé 1986: 88; 2008: 83.
11
Cf. § 5.
32
3. Dioniso en la épica griega arcaica
18.117 y ss. aparece como mortal12. Por el contrario, parece más bien que
ambos personajes se asocian por su estatus incierto entre el mundo de
los dioses y el de los seres humanos, además de por compartir la paterni-
dad de Zeus y la genealogía tebana.
Un testimonio indirecto informa de que Eumelo presentaba la misma
genealogía13:
12
Janko 1992: 204.
13
Eumel. 11 Bernabé (Sch. D Il. 6.131). Cf. el texto completo y referencias al autor en § 6.1.
14
Eumel. fr. novum 6-7 (POxy. 2509) = Hes. fr. 162.6-7 Most, cf. § 6.3.
15
Hes. Th. 940-942. Cf. Wathelet 1991: 63-64.
33
Dioniso. Los orígenes
El poeta caliica al dios con el mismo epíteto que Eumelo, ‘el muy
gozoso’ (πολυγηθής) y se reiere a la apoteosis de su madre, Sémele, hija
de Cadmo. Se conocen dos versiones posteriores sobre este detalle del
mito16: según una de ellas, la apoteosis se produce cuando la mujer es ful-
minada por Zeus, ya que hay una vieja creencia de acuerdo con la cual el
rayo vuelve dios a quien lo recibe (en el mito la fulminación se produce
cuando Sémele le pide a Zeus que se acerque a ella en todo su poder y
no puede resistirlo)17. La segunda versión cuenta que Dioniso, ya adulto,
va a buscar a su madre al Hades y la lleva al Olimpo, lo que implica que
la convierte en diosa18. No deja de ser curioso que Hesíodo implique
también a Dioniso en la referencia a la inmortalidad adquirida de Sémele
con esa rebuscada expresión según la cual airma primero que el dios es
inmortal, pese a la mortalidad de su madre, y luego asevera que ambos
son inmortales. Parece como si en cierta manera quisiera indicar, por
una parte, que el dios tenía el poder de conseguirle a ella la inmortalidad,
aunque no dice cómo, y por otra, que el hecho de que Dioniso fuera hijo
de un dios y de una mortal arrojaba dudas sobre su propia inmortalidad
y tratara de disiparlas con la autoridad de la poesía.
16
Cf. West 1966: 416; Casadio 1991.
17
Cf. nota 9 y Bernabé y Jiménez San Cristóbal 2008: 113, con más bibliografía.
18
Cf. Paus. 2.31.2, 2.37.5, Clem. Al. Prot. 2.34.2-5, AP 3.1, Tz. ad Lyc. 212, Otto 19482
[1997]: 55-56; Jeanmaire 1951: 343-344; Boyancé 1965-1966: 95-96; Scarpi 1991: 412; Ca-
massa 1994: 179; Casadio 1994: 249; 1999: 164; Jiménez San Cristóbal 2007: 151-152 y n.
82.
34
3. Dioniso en la épica griega arcaica
19
Nilsson 19682: 527.
20
Por todo ello, el mito de Ariadna ha despertado reiteradamente el interés de los estu-
diosos y se ha enfocado desde múltiples puntos de vista. Por no citar más que algunos
hitos importantes de una larga historia de estudios, Ariadna se ha visto interpretada como
«esposa del rey de mayo» por Meerding 1939; como arquetipo simbólico de toda clase de
aspectos de la vida: de la idelidad conyugal y el matrimonio feliz, por Vatin 2004; de los
aspectos oscuros y siniestros y de la génesis de las almas, por Kerényi 1976: 103 y Des
Places 1969: 364; de la experiencia mística de la maternidad, por Acker 2002, mientras
que Casadio 1994: 123-222 la considera una diosa vegetal y Soares 2006 el arquetipo de
la condición humana. Se vio incluso desdoblada en dos personajes por Wilamowitz 1931:
403 n. 3 y 71 n. 1, quien en su deseo, probablemente inconsciente, de liberar a Ariadna de
sospechas de adulterio, distinguió dos Ariadnas, una, pareja de un héroe; otra, de un dios
(como ya hiciera Plu. Thes. 20.8). Por su parte, Calame 19962 analiza su mito desde una
perspectiva estructural, Hedreen 1992; desde el punto de vista de la iconografía, e Ieranò
2007, desde planteamientos más literarios. Cf. asimismo Bernabé (en prensa 1), donde po-
drán hallarse más detalles de lo tratado aquí.
21
Il. 18.590-592.
35
Dioniso. Los orígenes
36
3. Dioniso en la épica griega arcaica
Airma el poeta que Teseo desea llevarse consigo a Ariadna que, se-
gún versiones posteriores del mito y algunas pinturas en vasos, lo había
ayudado a matar al Minotauro y a escapar del Laberinto, pero que no
lo logra porque Ártemis la mata. El pasaje de la Odisea parece sugerir
que Ariadna hace algo que el poeta no dice, tal vez porque lo da por
conocido, y que es tal acción la que provoca su muerte. Esta sucede en
la isla de Día, que los escolios sitúan en diversos lugares y que acaba por
ser identiicada con Naxos. Pero no hay que dar por buena esta identi-
icación, ya que Día puede incluso ser una isla mítica26. El instigador de
la muerte de Ariadna es Dioniso, por medio de unas μαρτυρίηισι27. La
palabra signiica ‘testimonios’, pero si Ártemis, que no estaba implicada
en la historia de la joven, mata a Ariadna por ellos, tendrá que tratarse
de ‘denuncias’ de algo malo que la joven le ha hecho al propio Dioniso28.
Pueden hallarse elementos para una solución del problema en un pasaje
en prosa que recoge una tradición atribuida a Epiménides de Creta29. La
fecha del poema es incierta, pero se sitúa con claridad en época arcaica30.
26
Cf. Hedreen 1992: 33, con bibliografía.
27
Privitera 1970: 87 considera sospechosa esta mención porque el nombre de Dioniso apa-
rece con ómicron y no con la forma con omega habitual en la época arcaica y cree que pue-
de haberse introducido más tarde para relacionar a Ariadna con Dioniso. Ya Wilamowitz-
Moellendorff 1884: 149 creía que el pasaje era una interpolación de una fuente ática. Pero
ninguno de los argumentos de estos autores es irrefutable.
28
La propuesta alternativa de Romani 2007: 17 y ss., según la cual Dioniso intentaría de-
fenderla, resulta poco verosímil, cf. Bernabé (en prensa 1).
29
Epimenid. 38 I Bernabé (transmitido por Eratosth. Cat. 5 [93 Pàmias]). En el fr. 38
II-VI B. pueden encontrarse menciones de otras fuentes en latín que recogen el pasaje de
Eratóstenes.
30
Sobre este poeta véase vv. aa. 2001.
37
Dioniso. Los orígenes
la de Ariadna. Dioniso la situó entre las estrellas cuando los dioses celebraron
sus bodas en la llamada Día, queriendo que les resultara bien visible. Con ella
se había coronado primero la novia, tras haberla recibido de las Horas y de
Afrodita. El autor de las Créticas (e.d. Epiménides) dice que cuando Dioniso
llegó a(l palacio de) Minos porque quería seducirla (a Ariadna), se la ofreció
(la corona) como regalo con el que Ariadna se dejó persuadir. Airman que
era obra de Hefesto forjada con oro como el fuego y piedras indias. Y cuenta
que Teseo se salvó gracias a ella del Laberinto, debido al resplandor que
emitía la corona, y que luego esta fue situada entre las estrellas, cuando ambos
(Teseo y Ariadna) llegaron a Naxos, como señal de su elección.
Pese a lo escueto del resumen, esta versión del mito, que es sin duda
cretense, tanto por el escenario, cuanto por el autor que la narra, se pue-
de reconstruir del modo siguiente31: Dioniso desea conseguir los favores
de Ariadna, hija de Minos, y la seduce regalándole una corona maravillo-
sa, obra de Hefesto. La boda sagrada se celebra en Día, que en este pasaje
se distingue de Naxos, ya que esta última se menciona más adelante por
su nombre, como un lugar al que la pareja llega después. Cuando Teseo
arriba a Creta, al palacio de Minos, Ariadna se enamora de él y le cede la
corona, para que con su brillo sobrenatural, pudiera hallar la salida del
Laberinto. Dioniso considera la acción de Ariadna una afrenta y sitúa la
corona en un lugar visible en el cielo, entre las constelaciones (la llamada
corona borealis)32. La ‘señal de su elección’ (σημεῖον τῆς αἱρέσεως) se re-
iere a la elección (errónea) de Ariadna, que ha preferido unirse a Teseo
en vez de mantener su idelidad al dios33. En cuanto a σημεῖον, puede
interpretarse34 en el sentido de que Dioniso usaría la corona para ilumi-
nar la traición de Ariadna y ponerla ante los ojos de todo el mundo, con
esa forma que a veces tienen los dioses de denunciar escandalosamente
31
West 1966: 418; Colli 19883: 271 y s.; Casadio 1994: 143-144; Pàmias 2004 ad loc., 95 n. 48.
32
Sobre la corona borealis cf. Kidd 1997 ad vv. 71-73 y los comentarios de Martin 2002:
178 y ss.
33
Romani 2007: 17 interpreta que la elección es la de Dioniso, por lo que sería una prueba
de amor, pero cf. crítica de Bernabé (en prensa 1).
34
Como quiere Colli 19983: 272.
38
3. Dioniso en la épica griega arcaica
35
Baste recordar el episodio de Hefesto en Od. 8.266-366, que expone a la vista de todos
los dioses a su esposa Afrodita sorprendida con Ares, su amante.
36
Ecos de esta versión se hallan en dos testimonios posteriores, E. Hipp. 339, en el que
Fedra llama a Ariadna: «y tú desdichada, de mi propia sangre, esposa de Dioniso» (lo que
trasluce que esta se casó con el dios y que no fue feliz), e Him. 9.59: «cuando Dioniso
desposó a Ariadna en una cueva cretense», que señala que Ariadna estaba aún en Creta
cuando se une al dios. Kerényi 1976: 110 apunta que «quizá este relato tardío conserva la
versión más antigua de la historia».
37
Hes. Th. 947-949. Estos versos y los que les rodean, en los que se alude a toda la serie
de matrimonios, son considerados tardíos y no hesiódicos por los estudiosos, ya que un
signiicativo número de escolios insisten en que deben atetizarse. West 1966: 398 los sitúa
en el siglo vi a. C. En todo caso, hesiódicos o no, son antiguos y deben ser estudiados aquí.
38
Tyrt. 14.2 Gentili-Prato, B. 4.2, E. Supp. 975, Ar. Av. 217, incluso aparece sustantivado
en lugar del nombre de Apolo, en Pi. O. 6.41, 7.32, E. Tr. 254. Apolo es un dios con el que
Dioniso tiene también relaciones estrechas. Cf. cap. 5 § 6 y Burkert 2007: 302-304.
39
Dioniso. Los orígenes
39
Como ocurre con el fallido rescate de Eurídice o en el episodio que se narraba en la Te-
baida (fr. 9 Bernabé) según el cual Atenea iba a concederle la inmortalidad a Tideo, pero se
arrepiente al verlo devorar el cerebro de Melanipo. Cf. Bernabé (en prensa 1).
40
La épica cíclica o Ciclo épico la coniguraban diversos poemas heroicos que narraban
historias que completaban las contadas por Homero en la Ilíada y la Odisea y que en un
determinado momento se recitaban uno tras otro para formar historias seguidas. Se distin-
guían dos grandes ciclos, el Tebano, sobre la familia de Edipo, la expedición de los Siete
contra Tebas y la de los Epígonos, sus descendientes, y el Troyano, sobre los antecedentes,
desarrollo y consecuencias de la Guerra de Troya; cf. Bernabé 1979. En las Ciprias, el
primero del Ciclo Troyano, se daba noticia desde los antecedentes de la guerra, hasta los
acontecimientos inmediatamente anteriores a los que se cuentan en la Ilíada.
41
Cypr. arg. Procli, lin. 27 y ss. Bernabé.
40
3. Dioniso en la épica griega arcaica
Sin embargo, hay otra versión diferente de la historia que, dado que
está protagonizada por Teseo y, como se verá, parece ser un aition de un
rito ático, puede considerarse ateniense. En ella Ariadna conoce prime-
ro a Teseo, lo ayuda a matar al Minotauro y lo acompaña en su huida,
pero luego es abandonada por él, según la mayoría de las versiones, en
Naxos. Un testimonio se encuentra ya en el Egimio, perteneciente al
corpus Hesiodicum, aunque algunas fuentes antiguas lo consideran obra
de Cércope44:
42
El rapto de Antíope, hija de Licurgo o Lico, que es seducida por Epopeo (cf. Paus. 2.6.1,
Apollod. 3.5.5, Hyg. Fab. 7), acaba con la muerte de este. El incesto de Edipo (S. OT) tie-
ne también funestas consecuencias. La enajenación criminal de Heracles, causante de que
murieran a sus manos, en un rapto de demencia, los hijos que había tenido con Mégara (E.
HF), es asimilable a la locura de Paris, porque rompe los vínculos familiares de un modo
u otro.
43
Contra Severyns 1928: 80 y 281-283, quien cree que la que se contaría en las Ciprias sería
la versión ateniense que se estudia en § 3.4.
44
Hes. fr. 298 Merkelbach-West (Plu. Thes. 20).
41
Dioniso. Los orígenes
otros que, llevada a Naxos por unos marinos, vivió con Ónaro, el sacerdote
de Dioniso, y que fue abandonada porque Teseo se enamoró de otra:
Pues lo consumía un terrible amor por la panopeide Egla.
Héreas de Mégara (FGrHist 486 F 1) dice que Pisístrato eliminó este
verso de los poemas de Hesíodo ... por agradar a los atenienses.
T 184 Teseo el hijo de Egeo, elegido por sorteo con los jóvenes, navega a
Creta para exponerse a la muerte ante el Minotauro. Al llegar, la hija de Minos,
45
Está claro que la historia de los marineros y de Ónaro, sacerdote de Dioniso, que acom-
paña la cita del verso es claramente una interpretación racionalista que no procede de
Hesíodo, cf. Ampolo y Manfredini 1993: ad loc.
46
Cf. Bernabé 2008: 94-96.
47
Pherecyd. 148 (Sch. Hom. Od. 11.322) y 148 **b Fowler, 18 y 19 Dolcetti. Cf. cap. 6 § 6.
48
Cf. Bernhard y Daszewski 1986: 1050.
49
Cf. Bernabé 2008: 103-105. Por su parte, Severyns 1928: 282-283 considera que la fuente
es las Ciprias, pero se acaban de presentar argumentos en contra de tal posibilidad.
50
Pherecyd. fr. 71 Fowler y Pàmias (55 Dolcetti = Theseid. fr. 2 Bernabé).
42
3. Dioniso en la épica griega arcaica
43
Dioniso. Los orígenes
con Dioniso52. La unión de la esposa de Teseo, que sería rey mítico del
Ática, y Dioniso proporcionaría la ocasión inicial que fundaría el rito
posterior. Todo ello, de nuevo, apunta a una versión ateniense.
Hay que señalar, además, un dato curioso, rara vez tomado en con-
sideración en el estudio de las versiones del mito. Ferecides (o la Tesei-
da, si en efecto la versión del mitógrafo deriva de ella) es la fuente más
antigua conocida que menciona un elemento característico de la versión
estándar posterior y que hasta ahora no había aparecido en ninguna otra:
el famoso ovillo de lana utilizado por Teseo para salir del Laberinto. En
la versión de Epiménides, que es sin duda un mito cretense, el héroe se
guía por el Laberinto gracias a la corona de Dioniso, pero ahora el hilo
hace su aparición en la historia y desplaza a la corona de su función,
haciendo que esta pase a ser un regalo que luego los dioses ponen en el
cielo para agradar a Dioniso53.
52
Cf. Arist. Ath. pol. 3.5, [Dem.] 59.73 y 76, Hsch. s. v. Διονύσου γάμος, así como Casadio
1994: 201-202 y nn. 121-122; Isler-Kerényi 2001: 122; Spineto 2005: 82; Burkert 2007: 149,
222 y 320 y s. y Jiménez San Cristóbal 2011: 173-176. Sobre un posible caso paralelo en
Corinto cf. § 4.4.
53
Y si la muerte de Ariadna formaba parte de esta versión, sería por un intento de conci-
liarla con la de Homero, de una forma un tanto confusa.
44
3. Dioniso en la épica griega arcaica
sa en Día, que en las fuentes más antiguas parece ser una pequeña isla
próxima a Creta, pero que, a medida que avanza el tiempo, irá asimi-
lándose a Naxos, y le regala una corona mágica, obra de Hefesto. Dio-
niso, enamorado, lograría incluso que Zeus le concediera a su esposa la
inmortalidad. Se supone que Ariadna permanece en Creta, ya que Teseo
llega después y ella está allí para ayudarlo. Le ofrece entonces al héroe
la corona mágica, para que se oriente por el Laberinto. Dioniso lo con-
sidera una traición y recurre a Ártemis para que le arrebate a Ariadna
la inmortalidad, de modo que la princesa pasa de inmortal a muerta de
repente. La corona se convierte en una constelación y Teseo prosigue su
camino a Atenas. Es la versión que narraba Epiménides, de la que tam-
bién deriva la referencia de la Odisea, si bien Homero se reduce a señalar
el fracaso de Teseo y el inal trágico de Ariadna, provocado por Dioniso,
y de la que pienso que procedería también la alusión de Hesíodo en la
Teogonía, aunque el poeta se limita a la historia de amor y la apoteosis.
Es tal vez también la aludida en las Ciprias, dado que se usa como para-
digma de un amor culpable con inal trágico.
b) En la segunda versión, que es con toda probabilidad ateniense, y
que es posible que se narrara en la Teseida, Teseo conoce a Ariadna antes
que Dioniso, y la princesa le ayuda a dar muerte al Minotauro y a esca-
par del Laberinto, pero ahora el recurso no es la corona, ya que Ariadna
no la tiene. Nada mejor que un ovillo, un componente típico del gineceo,
para utilizarse en su lugar54. Está claro que la tradición épica de la corona
es más antigua que la del ovillo, porque en la versión de Ferecides (o de
la Teseida), la primera de las conservadas que introduce el ovillo, debe
desplazarse la corona a una función con toda claridad inútil en el mito;
ni el regalo de la corona tiene funcionalidad, ni tiene sentido que sean
los dioses quienes la sitúen en el cielo, ni se explica por qué está allí55.
54
Ello supone una imagen diferente del Laberinto. Para la versión de la corona el rasgo
deinitorio del Laberinto es su oscuridad. Para la versión del ovillo son los recovecos de
su trazado, cf. Pherecyd. 149 Fowler (21 Dolcetti = Plu. Thes. 19.1) «tras haber recibido el
hilo y haber aprendido cómo se podían recorrer las sinuosidades del Laberinto».
55
Hay que darle, pues, la razón al genial Ludwig Preller 1855, quien distinguió a mediados
del siglo xix una versión vigente en Atenas, Naxos y el resto del Egeo, y otra en Creta, en
45
Dioniso. Los orígenes
Que la versión cretense sea más antigua es lógico, dado que la heroína es
de Creta y es posible que la tradición se remonte a época micénica. Sin
embargo, en la iconografía la versión del hilo es tan antigua como la de
la corona56.
Para continuar con la historia, Teseo, agradecido, trata de llevar a
Ariadna a Atenas, pero la abandona por orden de Atenea. Los autores
que siguen esta versión suelen añadir que Dioniso la recoge y se hace
cargo de ella (aunque en un relato racionalizado no es él, sino un sa-
cerdote suyo). El tema del abandono de Teseo puede ser anterior a la
tradición ateniense (está en el corpus Hesiodicum) y pudo obedecer en el
origen a la impenitente aición de Teseo de ir detrás de las mujeres que lo
caracteriza en el mito. La Teseida y sus continuadores áticos, en cambio,
intentaban presentar a Teseo desde la mejor visión posible. Es plausible
que Pisístrato tratara de intervenir en el texto por este motivo, si es cierta
la noticia de Héreas.
4. Descendientes de Dioniso
4.1. Un dios con pocos descendientes
la idea de que Día en los textos más antiguos no era Naxos, sino un islote próximo a Cno-
so. La versión cretense es una historia paralela a la de Apolo y Marpesa o a la de Apolo y
Corónide. También es esta la idea que preside el análisis de West 1966: 418 (ad v. 949) y el
de Casadio 1994, quien cita aún otros antecedentes en el mismo sentido.
56
Cf. Bernhard y Daszewski 1986; por ejemplo, el ovillo aparece en un ánfora con relieves
del Antikenmuseum de Basilea de 670-660 a. C. (LIMC III, 1055 n.º 36), en un escifo beocio
del Louvre, de mediados del siglo vi a. C. (LIMC III, 1055 n.º 35) y en relieves de placas de
oro de Corinto de 650 a. C. (LIMC III, 1055 n.º 37), mientras que la corona se representa
en un trípode de bronce de Olimpia de 620-600 a. C. (LIMC III, 1056 n.º 49) y en una
abrazadera de escudo de bronce de Olimpia de 575-550 a. C. (LIMC III, 1054 y s. n.º 34).
46
3. Dioniso en la épica griega arcaica
4.2. Enopión
57
Cf. cap. 5 § 9.2, con alternativas de la explicación del nombre y bibliografía.
58
Hes. fr. 238 Merkelbach-West (180 Most, ad 116 Hirschberger = Sch. Od. 9.198).
59
Evantes es también un nombre parlante, que signiica «loreciente», lo que parece situar
a Dioniso en el ámbito del surgimiento de la vegetación.
60
Se reiere a la costumbre de los gramáticos y estudiosos de Homero, en especial, Aris-
tarco, de marcar con un signo (por ejemplo, una raya larga, llamada obelos) determinados
pasajes para indicar que no los consideran originales del poeta.
61
El escolio había omitido el nombre de Evantes, pero Sittl lo restituye a partir del co-
mentario de Eustacio al poema homérico (1623.44 [T 87]): «Marón [...] cuyo padre, según
dicen, cuenta Hesíodo que era Evantes, hijo de Enopión».
47
Dioniso. Los orígenes
Otro hijo de Dioniso, también con nombre parlante, Estáilo, ‘el ra-
cimo’ (cf. σταφύλη), se mencionaba en las Ciprias, como el eslabón de
una genealogía que terminaría en las llamadas Enótropos, de las que se
cuenta que ayudaron milagrosamente a los griegos para abastecer sus
tropas en la campaña contra Troya64:
62
Cf. nn. 8 y 135, así como Otto 19482 [1997]: 46 y s., con bibliografía.
63
D. S. 1.20.2 cuenta que Osiris (identiicado con Dioniso), tras dar muerte a Licurgo, dejó
en esta región a su hijo Marón para organizar el cultivo de la vid y que por eso la ciudad se
llama Maronea. Probablemente el fr. 239 Merkelbach-West, que explica la ambigüedad del
don del vino, se encontraba en la genealogía de Marón, cf. § 5 y n. 85.
64
Cypr. 29 I Bernabé (Sch. Lyc. 570). West 2003: 102 reconstruye un verso a partir del
escolio: «Eno, Espermo y Elaíde, de espléndidos frutos».
48
3. Dioniso en la épica griega arcaica
Troya. Y les prometió que serían nutridos por sus hijas. Aparece esto
también en el autor de las Ciprias.
Sus respectivas funciones son las que cabría esperar de sus nombres
parlantes, relacionados con las palabras griegas que designan tres pro-
ductos capitales del mundo mediterráneo: Eno, con el vino (οἶνος), Es-
permo, con el cereal (σπέρμα) y Elaíde, con el aceite (ἔλαιον). También
son nombres parlantes el de su padre, Anio, ‘el que padece’ (cf. ἀνιάω
‘padecer’), que alude a los padecimientos del propio Dioniso67, y el de su
abuela, Reo (῾Ροιώ), relacionado con el nombre de la ‘granada’ (ῥο(ι)ά),
una fruta característica del ámbito funerario68. Todo ello sitúa a Dioniso
en un contexto vegetal y además próximo al mundo de ultratumba.
Dioniso se muestra de nuevo en este episodio en su faceta de dios be-
nefactor y relacionado con el ámbito agrícola. Concede un don mágico
que asegura el suministro de productos esenciales. En primer lugar, el
más propio de él, el vino, de donde viene el nombre genérico de las tres
hermanas, Enótropos, que signiica ‘que convierten en vino’. La idea del
65
Cypr. 29 II Bernabé (Sch. Lyc. 580).
66
Cf. un texto muy parecido en Apollod. Epit. 3.10.
67
No está claro si el inal de [T 59], el intento de Anio para convencer a los griegos de
que se quedaran con él nueve años, porque solo al décimo conquistarían Troya, que el
escolio atribuye a Ferecides, se contaba ya en las Ciprias o se trata de un detalle añadido
del mitógrafo; cf. cap. 6 § 8. La historia era narrada también por Simónides 537 Campbell
[T 210], cf. cap. 5 § 10.
68
Así aparece reiteradas veces en el mito y en la iconografía; por ejemplo, en el Himno
homérico a Deméter 372 Hades le da a comer una granada a Perséfone y con ello la ata al
mundo infernal, cf. el comentario de Richardson 1974: 276 sobre las diversas explicaciones
que se han dado a la relación de las granadas con el mundo infernal y con Perséfone.
49
Dioniso. Los orígenes
4.4. Baquis
69
Para la «Copa de Fineo», cf. cap. 9 § 2.2.3 y [F 9.67]. Para la de Basilea, cf. Schmidt,
Trendall y Cambitoglou 1976: 6, 35 y ss., tab. 8e y 10a (ánfora S 29).
70
En Sch. A. R. 3.997-1004a Ariadna es madre de ambos, como en Apollod. Epit. 1.9. D. S.
5.79, 84 la considera madre de Enopión. Por su parte ya Ión de Quíos 29 [T 159] menciona
a Enopión como hijo de Teseo, mientras que Plu. Thes. 20 considera a este padre de los
dos. Cf. cap. 5 § 9.2.
71
Eumel. fr. novum (Sch. A. R. 4.1212-1214a) [T 72].
72
Cf. los argumentos de Debiasi 2013: 208, 211 y 218-219, así como los precedentes de
Untersteiner 1971: 170; Lecomte 1998: 75 y West 2002: 126. Sobre Eumelo cf. § 6.2.
73
D. S. 7.9.3. Cf. un relato semejante en Paus. 2.4.4 y una versión algo diferente, pero en
la que también se menciona que la estirpe cambió su nombre después de Baquis, en los
extractos de Heraclides Lembo de las Constituciones de Aristóteles (Arist. fr. 611.19 Rose
50
3. Dioniso en la épica griega arcaica
51
Dioniso. Los orígenes
5. Dioniso y el vino
En Homero la relación de Dioniso con el vino no se hace explícita,
sino que tan solo es aludida en epítetos como χάρμα βροτοῖσον ‘alegría de
los mortales’78. En cambio Hesíodo, poeta que preiere tratar del cultivo
de la tierra en vez de los temas heroicos del autor de la Ilíada, explota esa
vena literaria en un par de menciones.
En Trabajos y Días el poeta se reiere a la tarea que corresponde al
momento en que Orión y Sirio se hallan a la mitad del cielo y la Aurora
puede ver a Arturo, esto es, entre el 5 y el 15 de septiembre79:
78
Il. 14.325 [T 101]. Así lo cree Otto 19482 [1997]: 47. Privitera 1970: 83 deduce de alu-
siones épicas a Dioniso como esta la existencia de un relato sobre las circunstancias en las
que Dioniso hizo a los hombres el regalo del vino, deducción que no puede ni negarse ni
corroborarse.
79
Hes. Op. 611-614.
80
El mismo epíteto se reconstruye en Hes. fr. 70.6 Merkelbach-West ]ι̣ πολυστάφυλον
πο[λυγηθέα, cf. § 7 y [T 84].
81
Cf. Hes. Th. 941 [T 92], Eumel. fr. novum 7 [T 71].
82
Cf. sobre todo Casadio 1999. Con el vino tienen también que ver algunos descendientes
52
3. Dioniso en la épica griega arcaica
La razón de por qué el vino puede ser negativo es que se vuelve noci-
vo si se bebe en exceso y sin control, ya que produce torpeza y sueño. Se
da por supuesto que es bueno y agradable si se bebe en la cantidad ade-
cuada. Lo que marca la diferencia entre que el don de Dioniso produzca
lo bueno o lo malo es, pues, el exceso.
53
Dioniso. Los orígenes
86
Il. 6.130-140. Sobre la posibilidad remota de que el episodio esté en un pasaje interpola-
do, cf., por ejemplo, Privitera 1970: 54 y ss.; Granata 1991: 629 n. 31. Sobre el pasaje como
paradigma cf. Davies 2000: 19-23.
87
Según Kerényi 1976 [1998]: 129, quien se basa en una de las interpretaciones de un
escolio al pasaje [T 100a], se trata del hacha usada para el sacriicio de vacas. Pero el es-
colio que recoge el texto de Eumelo [T 69] usa μύωπι, que signiica claramente ‘aguijada’.
54
3. Dioniso en la épica griega arcaica
55
Dioniso. Los orígenes
los hombres, pues se vio privado de la vista por Zeus. La historia la contaron
muchos, pero en primer término, el autor de la Europia, Eumelo90.
56
3. Dioniso en la épica griega arcaica
Hesíodo, en relación con las hijas de Preto, pero el texto tal como se ha
transmitido no añade ningún detalle de interés al conocimiento de los
ritos en esa época93.
A estos ritos también se los llama ὄργια, cuya traducción por ‘orgías’
añadiría connotaciones modernas no deseables a un rito que las más de
las veces no comportaba excesos sexuales, por lo que es preferible evi-
tarla. Añade Eumelo que Dioniso había aprendido estos ritos en Frigia94
y que se los había enseñado Rea. La referencia a que iba recorriendo
la tierra ganando honras apunta a que esta manifestación religiosa tuvo
desde muy pronto un cierto éxito. También Eumelo y, de forma menos
explícita, Homero, señala que en el rito participaban mujeres, a las que
se denomina nodrizas del dios.
Homero alude a un componente fundamental del rito cuando caliica
a Dioniso de ‘furioso’ (μαινόμενος)95, epíteto que debe entenderse no
tanto en el sentido de que el propio dios lo sea, cuanto que encarna la
posesión divina que propicia. Como señala Burkert96, la palabra griega
μανία denota ‘frenesí’, no en el sentido de ‘delirios’, sino, como sugiere
su relación etimológica con μένος, ‘ímpetu’, una experiencia de intensii-
cación del poder mental, una especie de vitalidad, de euforia desaforada,
de superación de los límites de la normalidad. Lo característico del éxta-
sis dionisíaco que se alcanza en el rito es, además, que no suele lograrlo
un individuo por sí mismo, sino que es un fenómeno de grupo, que se
propaga casi de forma contagiosa. Ello en términos mitológicos signiica
que el dios está siempre rodeado de su grupo de desenfrenados devotos
y, sobre todo, devotas. Quien se rinde a este dios debe arriesgarse a per-
der transitoriamente su identidad habitual y sentir una euforia próxima
a la locura, lo que es al mismo tiempo divino y saludable.
57
Dioniso. Los orígenes
T 103 Dicho esto, cruzó el palacio a toda prisa, como una ménade,
con el corazón palpitante.
97
Il. 22.460-461. En Il. 6.389 se halla una expresión similar μαινομένηι εἰκυῖα, ‘como enlo-
quecida’. Cf. Hershkowitz 1998: 135 y ss. sobre el tratamiento homérico de la μανία, así
como Seaford 1993, Henrichs 1994: 43 y s. y Graziosi y Haubold 2010: 188.
98
Cf. Richardson 1993: 156, ad loc. La palabra aparece también en fecha antigua en el
h.Cer. 386, cf. cap. 4 § 7 y n. 62.
99
Cf. Plu. Quaest. conv. 716F-717A, Voigt 1885: 1054; Usener 1898: 376, 1912-1913: 304;
Farnell 1909: 182; Otto 19482 [1997]: 39 y s.; Jeanmaire 1951: 62; Casadio 1994a: 94-95;
Granata 1991: 627 (que señala otros paralelos); Bernabé (2010a).
100
La propuesta de Chantraine 1968-1980 s. v., que deriva θύσθλα de *θύρσ-θλα, y consi-
dera la palabra como una variante de la de ‘tirso’ (θύρσος) parece más convincente que la
de Frisk 1954-1972 s. v., quien relaciona θύσθλα con θύω, ‘agitarse de forma enloquecida’
y cita como paralelo Hsch. θυστάδες· νύμφαι τινες, αἱ ἔνθεοι, καὶ Βάκχαι, ‘thystades, unas
ninfas, poseídas por el dios, también Bacantes’. En efecto, resulta difícil concebir unos
«bastones poseídos por la divinidad» o «enloquecidos». Sobre el tirso, cf. cap. 9 § 3.2.3.
Graziosi y Haubold 2010, 114 señalan que el hecho de que θύσθλα aparezca destacada en
un encabalgamiento insiste en que Licurgo comete una profanación.
58
3. Dioniso en la épica griega arcaica
59
Dioniso. Los orígenes
106
Jeanmaire 1951: 62-63 cree que el temblor del dios puede ser una etiología del epíteto
βρόμιος, que puede interpretarse como ‘el trémulo’, pero el término alude más bien al ca-
rácter ‘estrepitoso’ del cortejo báquico, cf. Chantraine 1968-1980, s. v. βρέμω.
107
Faraone 2013. Es interesante la apreciación de Davies 2000: 22, según la cual el temor
del dios lo acerca a los sentimientos humanos e ilustra sobre la naturaleza de su culto que
incorporaba la noción del acercamiento entre Dioniso y los seres humanos.
60
3. Dioniso en la épica griega arcaica
siderar que se deben, por una parte, a que Homero ha seleccionado los
aspectos que obedecen a sus intereses literarios en el pasaje y, por otra, al
hecho de que el texto de Eumelo ha sido resumido por el escoliasta.
Eumelo108 se reiere a Dioniso como hijo de Zeus y Sémele, una ilia-
ción ausente de este texto homérico109. Por otra parte, Homero sitúa la
acción en el Niseo, con mayor precisión geográica que el escolio, que
habla de Tracia en general. Pero esta falta de precisión parece no ser de
Eumelo, sino del escoliasta, que consideraría que ya Homero menciona el
lugar y no era necesario repetirlo en el escolio. Hay varias montañas con
este nombre en las fuentes literarias, situadas en lugares muy lejanos en-
tre sí, que van desde la India a Babilonia, Arabia o Libia. Otro escolio110
considera que se trata de un monte tracio, porque Tetis aparece cerca de
la acción y en la propia Ilíada se contaba que esta vivía en una gruta en
las profundidades del mar, entre Samotracia e Imbros111. La genealogía,
la presencia de nodrizas y el lugar, Nisa, coinciden con lo que se cuenta
en un himno homérico112. Por otra parte, un escolio asigna a Ferecides la
identiicación de las nodrizas de Dioniso con las Híades y atribuye a Mu-
seo (88 Bernabé) una historia acerca de las Híades, pero la redacción del
escolio, que presenta la referencia a Ferecides con una adversativa, parece
indicar que en Museo no se encontraba dicha identiicación113.
Homero no se reiere a los antecedentes de la acción ni explica por qué
Licurgo ataca con tanta saña a las nodrizas del dios, pinchándolas con una
aguijada y amenazándolas. Es probable que el poeta no lo hiciera porque
daría por supuesto que el oyente conocía estas razones y no consideraría
108
En esta comparación, «Eumelo» es una designación convencional, como si el escoliasta
hubiera resumido el texto del poeta sin añadir nada de su propia cosecha, lo cual es solo
una hipótesis.
109
Pero sí se encuentra en otro pasaje homérico, Il. 14.325, cf. § 2.
110
Sch. bT Hom. Il. 6.133 (II 153 Erbse). Sobre las diversas Nisas, cf. Kirk 1960: 174; Gra-
ziosi y Haubold 2010: 113 y s.
111
Cf. Il. 24.77-84. Otto 19482 [1997]: 49 y ss., en su deseo de criticar la hipótesis de Rohde
sobre el origen tracio de Dioniso (cf. n. 1), considera que no hay motivo para determinar
que es la Nisa tracia. Pero el escolio es explícito en la localización tracia del evento.
112
h.Hom. 26.1-6 [T 96]. Cf. cap. 4 §§ 3 y 7.
113
Pherecyd. 90c Fowler = 98 Dolcetti (Sch. Hom. Il. 18.496) [T 178]. Con todo, Martínez
Nieto 2000: 167 atribuye también este detalle a Museo.
61
Dioniso. Los orígenes
62
3. Dioniso en la épica griega arcaica
119
Otto 19482 [1997]: 63-66; Daraki 1985 [1994]: 20-22.
120
Cf. Wathelet 1991: 71 y s., quien pone de relieve que Tetis, que se une a un mortal, Pe-
leo, contribuye a establecer lazos entre dioses y hombres, haciendo pendant con Dioniso,
que es hijo de Zeus y una mortal. Asimismo señala que su nombre podría relacionarse
con τίθημι, ‘establecer’, lo que la presenta, igual que a Temis, como una especie de deidad
primordial ligada al equilibrio del mundo. Por su parte, Slatkin 1992 señala que Tetis en la
Ilíada aparece como una madre primordial y contrapeso del poder olímpico.
121
Cf. Apollod. 3.12.6.
122
Asopo es mencionado en Eumel. 3.4 y 10 Bernabé, cf. Huxley 1969: 76 y Debiasi 2004: 25.
123
Il. 18.397-399.
124
También está asociada con Tetis en Od. 24.73-75.
125
Burkert 2007: 183, 227, 374.
63
Dioniso. Los orígenes
126
§ 6.1.
127
Cf. Jeanmaire 1951: 64; Graziosi y Haubold 2010: 115.
128
Como ocurre con Tiresias, quien es cegado por haber visto a Atenea desnuda, según
la versión de Pherecyd. 92b Fowler y Pàmias, 104 Dolcetti; cf. Pàmias 2008 ad loc. y
Brisson 1976.
129
Privitera 1970: 72 cree que el motivo de la ceguera en Homero es redundante, secundario
e interpolado por un lector que se inspiraba quizá en Eumelo. Sin embargo, considero más
probable pensar que hay un doble castigo porque también el pecado es doble. La visión
indebida de los ritos provocaría la ceguera de Licurgo; el ataque contra Dioniso, su muerte.
64
3. Dioniso en la épica griega arcaica
entre los siglos viii-vii a. C.130. Lo más probable es que Eumelo tratara la
historia por extenso, como parece indicar el escoliasta de Homero. Este
le atribuye a Eumelo el principal tratamiento del mito frente a Homero,
que solo lo alude, ya que προηγουμένως se reiere, más que a la anteriori-
dad temporal, a la mayor importancia que se le concede al desarrollo del
tema. La razón del protagonismo concedido a Dioniso por parte de Eu-
melo puede deberse, como apunta West, a que Eumelo es un Baquíada y
que por tanto se proclama descendiente de Baquis, un hijo de Dioniso131,
pero bastaría con considerar que el poeta sirve a los intereses de dicha
familia, aunque no perteneciera a ella132. En cambio, en Homero, el epi-
sodio de Licurgo es una digresión, como paradigma de que quien lucha
contra un dios se vuelve maldito y muere pronto, y por ello al poeta le
interesan solo la acción y el castigo del sacrílego, no sus motivaciones.
Así, omite la instancia de Hera y el acicate divino a Licurgo, mientras
que de la extensión del culto dionisíaco, solo menciona el detalle de los
tirsos arrojados por el suelo, que apenas sugieren un escenario ritual.
Incluso, como he dicho, añade al castigo de dejar ciego a Licurgo el de
su pronta muerte, para adaptar el ejemplo al caso que lleva a Diomedes
a introducir el paradigma mítico. Tal vez, como también señala West,
no es casual que el episodio de la saga corintia aparezca en la escena
en que Glauco reiere a Diomedes la historia de Sísifo de Éira133 y sus
descendientes.
En todo caso, el niño atemorizado y loco, cuyos únicos méritos pare-
cen ser que es hijo de Zeus y que alegra a los hombres con el vino, tiene
poco que ver con los belicosos y magníicos dioses de la Ilíada.
Una secuela del mito de Licurgo se encuentra en la Odisea. En el
transcurso de la narración de los funerales de Aquiles, a los que se reiere
130
De ellos se hace eco, por ejemplo, Plu. Quaest. conv. 716F-717A, Is. et Os. 364F. Sobre
la referencia de Paus. 2.2.7 a las estatuas de madera de Dioniso en el ágora de Corinto, que
apuntan a un culto muy antiguo del dios, cf. n. 76.
131
West 2002: 126, 2003: 29 y s. Cf. § 4.4.
132
Cf. Bernabé (en prensa 2). Debiasi 2013: 208 observa que Eumelo sitúa el mito en una
perspectiva claramente tebana que señala intereses de los corintios en la zona.
133
Cuya identiicación con Corinto es reivindicada por Eumelo, cf. 1 y 3 Bernabé, Davies
y West.
65
Dioniso. Los orígenes
6.3. Acteón
66
3. Dioniso en la épica griega arcaica
67
Dioniso. Los orígenes
140
Debiasi 2013, con estado de la cuestión.
141
Cf. § 5.
142
Atenea es con toda claridad «la hija del gran Zeus portador de la égida» de que se habla
tras su parlamento (v. 13). Sin embargo, se ha propuesto (por ejemplo, Casanova 1969: 33-
34, como posibilidad en Most 2007, nota a fr. 162) que puede ser Ártemis, sin otro funda-
mento que hacer casar el pasaje con la versión en que es esta diosa la que castiga a Acteón.
143
Eumel. fr. novum (POxy. 2509) = Hes. fr. 103 Hirschberger = 162.5-12 Most. Este
último autor señala que algunos estudiosos lo atribuyen a época helenística (de hecho fue
incluido en la Collectanea Alexandrina de Powell). Sin embargo, no se halla en el pasaje
ningún rasgo discordante con la poesía arcaica y, en cambio, como señala Debiasi 2013:
221, un catálogo de nombres de perro tiene poco de helenístico. Lo consideran hesiódi-
co Janko 1984 y Führer 1989, así como Casanova 1969, quien no obstante solo da por
seguro que es arcaico y no considera nada más que probable que sea de Hesíodo. Por
su parte, West 1996a rechaza su atribución al corpus Hesiodicum y Gantz 1993: 832 n.
13 también se muestra escéptico con ella, porque hay tres rasgos en el fragmento que no
son propios del estilo del Catálogo de las mujeres: el tono dialógico, el discurso directo
y la referencia a hechos futuros. En cambio, Debiasi 2013: 213 señala que tales rasgos
sí se muestran en un fragmento papiráceo, POxy. 3698, que atribuye a Eumelo (cf. De-
biasi 2003). Por ello, aunque en el Catálogo de las mujeres se trataba el tema de Acteón
(Hes. frr. 346 Merkelbach-West y 217 A West = 161ab Most) hay buenos motivos para
68
3. Dioniso en la épica griega arcaica
En este caso, el nexo entre el dios y Acteón son los perros, que parece
que estarían en poder de Dioniso durante una temporada, tal vez como
compensación por la falta cometida por aquel contra Sémele. Lo más
relevante del pasaje, aparte de la iliación del dios, ya conocida, y la repe-
tición del epíteto πολυγηθής ‘el muy gozoso’, es la referencia al momento
en que Dioniso será conducido junto a las estirpes de los dioses, lo que
supone que hay un tiempo en que aún no pertenece a ellas, bien sea por-
que no ha sido llevado al Olimpo, bien porque aún no se ha convertido
en dios144. El término estirpe sugiere más bien la segunda posibilidad.
sostener la atribución a Eumelo de estos pasajes; cf. Debiasi 2013, con más bibliografía.
144
Cf. Hirschberger 2004: 395.
69
Dioniso. Los orígenes
6.4. Télefo
Se conserva una mención indirecta del tratamiento del mito de las hi-
jas de Preto en el corpus Hesiodicum, en boca del mitógrafo Apolodoro,
quien dice de ellas lo siguiente147:
145
Cypr. 20 Bernabé (Sch. Il. 1.59). Cf. un completo análisis del mito en Aguilar 2003,
concretamente, sobre el pasaje, págs. 183-184.
146
Cf. cap. 5 § 10.
147
Hes. fr. 131 Merkelbach-West (Apollod. 2.2.2).
70
3. Dioniso en la épica griega arcaica
vale para vengarse. Esta es, además, otra de las varias historias típicas,
como la de Licurgo, que hablan de la reacción violenta del dios contra
las personas que no aceptan la extensión de su culto. En este caso, son
las hijas de Preto las que enloquecen. El mito se cuenta en otras fuentes
posteriores148, pero no es seguro que los detalles de estas versiones rele-
jen con idelidad la versión perdida de Hesíodo. Parece que pertenece al
mismo episodio otro fragmento, que quizá incluye parte de la venganza
del dios, aunque por intermedio de Hera149:
148
B. 11.40-112, Hdt. 9.34, Str. 8.3.19, D. S. 4.68, Paus. 2.7.8, 18.4, Ov. Met. 15.325-328.
149
Hes. fr. 132 Merkelbach-West; las fuentes que transmiten el verso, Suda y Sch. Il. 24.25-
30 aclaran que se reiere a las hijas de Preto. Cf. el comentario de Hirschberger 2004:
298-300 (fr. 47).
150
Phld. Piet. B 6529-6533 Obbink (Hes. fr. 83 Most) y Prob. in Verg. Ecl. 6.48 (Hes. fr.
131 Merkelbach-West = 80 Most).
71
Dioniso. Los orígenes
7. El mito de Ino
En un fragmento papiráceo que contiene un texto en hexámetros en
bastante mal estado y que procede del Catálogo de las mujeres hesiódico
se hace referencia a Ino, hermana de Sémele. El papiro aludía proba-
blemente a Dioniso, ya que en otras fuentes se cuenta que Ino acogió
a su sobrino Dioniso como hijo adoptivo, lo que provocó que Hera,
furiosa, la volviera loca, haciendo que matara a su hijo Melicertes y se
suicidara luego arrojándose al mar. Con todo, luego ambos fueron in-
mortalizados, hecho que puede considerarse como una muestra más de
la capacidad de Dioniso de conseguir la inmortalidad para sus parientes
o allegados151:
151
Hes. fr. 70.2-7 Merkelbach-West. Cf. el comentario de Hirschberger 2004: 256 y ss. (fr.
31). En Od. 5.334-335 se dice expresamente de ella «era antaño una mortal dotada del len-
guaje humano, pero ahora participa de las honras a los dioses en las profundidades del mar».
152
Este último epíteto es conjetural.
72
3. Dioniso en la épica griega arcaica
73
Dioniso. Los orígenes
159
Antecedente porque es anterior a la creación de la especie humana, y no original, que
sería propio del primer hombre, cf. Bianchi 1966.
160
Cf. § 6.1.
161
Más pasajes referidos a los ritos relacionados con Dioniso en Jiménez San Cristóbal
2002a: 406 y ss.
162
Cf. Bernabé 2008e.
74
3. Dioniso en la épica griega arcaica
9. Zagreo en la Alcmeónida
Se examina en este apartado un pasaje un tanto controvertido de la
poesía épica arcaica. Procede de la Alcmeónida, un poema que al parecer
fue escrito después de 600 a. C. y que se centraba en la saga de Alcmeón,
hijo de Aniarao y Eríile. Esta, sobornada con el collar de Harmonía,
había traicionado a su esposo, Aniarao, forzándolo a ir a la expedición
de los Siete contra Tebas, pese a que él, como adivino que era, sabía
que iba a morir en la campaña. En venganza, Alcmeón mata a su madre.
163
Cf. un completo estado de la cuestión en D’Agostino 2007: 82-88.
75
Dioniso. Los orígenes
164
Th. 2.102.5.
165
Et. Gud. s. v. Ζαγρεύς (578.7 De Stefani = Alcmaeonis fr. 3 Bernabé).
166
Huxley 1969: 52; West 2003: 61.
167
Cf. infra y n. 172.
168
Call. Aet. 43.117 Pf. (OF 34), Nonn. D. 6.165 (quien parece imitar al anterior), Ps.-
Nonn. Comm. in Or. 5.30 Nimmo-Smith (OF 283 II). También Plu. De E ap. Delph. 389A
presenta Zagreo como alternativa del nombre de Dioniso en el contexto de la teología
délica.
76
3. Dioniso en la épica griega arcaica
169
El estudio más amplio y completo de Zagreo, con abundante bibliografía, sigue siendo el
de Fauth 1967. Cf. asimismo Lindner 1997; Gordon 2002 y la bibliografía citada en OF 34.
170
Por otra parte, parece evidente que la fuente del Ps.-Nono debió de ser las Rapsodias,
a juzgar por el resto del pasaje, que coincide en contenidos con lo que transmiten otras
fuentes.
171
Fauth 1967: 2233.
172
A. frr. 5 y 228 Radt, ambos citados en el Et. Gud. s. r. Ζαγρεύς; E. Cret. fr. 472 Kannicht
(OF 567), sobre el cual cf. Casadio 1990, Cozzoli 1993, Bernabé 2004a y la bibliografía
citada en OF 567; en E. Ba. 1192 parece haber una alusión velada al dios basada en una
etimología del nombre: ὁ γὰρ ἄναξ ἀγρεύς, cf. com. de Dodds al pasaje.
173
ὁ μεγάλως ἀγρεύων, lo que no parece ser más que una etimología popular según la cual
se interpreta la palabra como un compuesto del preijo intensivo ζα- < διά y de ἀγρεύω
‘capturar, cazar’.
174
Cf. Guthrie 19522: 113, Frisk 1954-1972 s. v., Chantraine 1968-1980 s. v.
175
Cf. West 1983: 153 y n. 39, con bibliografía.
77
Dioniso. Los orígenes
10. Conclusiones
Al término de la lectura de pasajes de la épica griega arcaica en los que
aparece Dioniso, pueden extraerse algunas conclusiones.
Los padres del dios, cuando se hace referencia a ellos, son siempre
Zeus y Sémele, el dios supremo y una mortal tebana. Es posible que el
pasaje de Pausanias referido a Onomácrito recogiera la versión alter-
nativa, órica, que se conoce por fuentes posteriores178, según la cual es
hijo de Zeus y Perséfone, pero ello no puede demostrarse. El dios en la
versión más extendida es, pues, hijo de dios y de mortal, de modo que su
176
Cf. E. fr. 912 Kannicht y el análisis de Macías Otero 2007. Sobre los dioses óricos como
una especie de avatares de sus antepasados, cf. Bernabé 2010.
177
Fauth 1967: 2222.
178
Cf. OF 34, 89, 280-282.
78
3. Dioniso en la épica griega arcaica
179
En pasajes posteriores se encuentra un Dioniso invocado como «héroe» por las mujeres
eleas (Plu. Aet.Rom. 299B = Carm. Pop. 871 Campbell [T 53] ἐλθεῖν ἥρω Διόνυσε) e incluso
una tumba de Dioniso en Delfos (Philoch. FGrHist 328 F 7, Call. fr. 643 Pf.), todo lo cual
apunta a una inseguridad en la consideración de Dioniso como un dios inmortal o como
un héroe. Cf. cap. 5 § 3. Una situación similar se da con Hermes, hijo de una ninfa y cuyo
estatus de olímpico es también algo borroso. Parece como si esta fuera una característica de
los dioses que desempeñan un cierto papel de mediadores con el Más Allá.
180
La naturaleza ambigua de Dioniso entre mortal y dios permitirá más adelante que sea
el dios propio de un movimientos religioso como el orismo, que deiende el carácter in-
mortal del alma humana y su posibilidad de reintegrarse a su condición divina originaria.
79
Dioniso. Los orígenes
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3. Dioniso en la épica griega arcaica
81
Dioniso. Los orígenes
82
3. Dioniso en la épica griega arcaica
Con Zeus, su padre, que lo protege y venga cuando es atacado; con Rea,
su abuela, que le instruye en las τελεταί; Tetis lo acoge cuando es perse-
guido (igual a Hefesto) y en alguna versión la acompaña otra oceánide,
Eurínome. Ambas relacionan a Dioniso con el mundo de las aguas y de
la muerte y el renacimiento. Por otra parte, Ártemis, la diosa del paso
de la juventud a la madurez, de la iniciación juvenil, es en una ocasión el
instrumento de su venganza. Y un fragmento de Eumelo lo presenta re-
corriendo los montes con los perros de Acteón, comportándose de for-
ma semejante a la diosa. Dioniso tiene relaciones muy signiicativas con
Hefesto que, como él, es un dios no bien acogido en el Olimpo, y que
le regala objetos espléndidos. También tiene vínculos con Apolo: el dios
se une a Reo, su nieta, y andando el tiempo estos vínculos se harán más
estrechos y así, por ejemplo, se encontrará en Delfos, santuario apolí-
neo, una tumba de Dioniso. Incluso tiene ciertas analogías con Hermes,
en su condición de dios que va y viene al mundo de los muertos. Por
otra parte, Dioniso se asocia con Heracles por su situación ambigua en
la frontera entre dios y hombre y el hecho de ser compatriotas (tebanos)
e hijos de Zeus.
No con todos los dioses son buenas las relaciones de Dioniso. Son
malas las que tiene con Hera, su madrastra, que lo persigue. No debe
olvidarse que Hera es la diosa que preside el matrimonio y la estabilidad
de la condición de la mujer, mientras que Dioniso propicia la alteración
del orden en el comportamiento femenino. Los Titanes mencionados
por Onomácrito actúan instigados por la diosa en versiones posteriores
del mito181. Con el tiempo, se sancionará la reconciliación entre ambos
(así en el Himno homérico 1), pero ese motivo no se encuentra aún en la
épica arcaica. Un indicio de reconciliación sería el pasaje en que Hera lo
ayuda, castigando a las Prétides.
Con respecto a la relación de la «muerte» y resurrección del dios con
los ritos, es lícito suponer que, mientras que el dios está bajo las aguas,
como muerto, el orden absoluto reina en los asuntos humanos, y que
Luc. Salt. 39, Nonn. D. 6.171, Olymp. in Phd. 1.3 (41 Westerink), Ps.-Nonn. Comm. in
181
83
cuando el dios vuelve, durante los días de la iesta, el orden se altera y
el control se relaja. Luego, el dios retornará a su letargo y las cosas, a su
cauce, pero la válvula de escape habrá funcionado y la sociedad se habrá
liberado, aunque sea por un breve tiempo, de algunas de sus represiones.
Sobre todo ello sobrevuela la profunda ambigüedad de Dioniso; hé-
roe o dios, podría decirse182 que en este periodo se encuentra en plena
airmación de su identidad. Tal airmación provoca la desintegración
de la del enemigo, que es cegado o muerto, pierde conciencia de sí, es
confundido con un animal, mata a miembros de su familia o muere a
sus manos. La épica colabora en esta airmación de la identidad divina
a costa de la de sus antagonistas, señalando en todo momento que Dio-
niso es uno de los inmortales, que ha sido admitido entre ellos, que se
ha ganado su puesto en el Olimpo, como si se tratara de una cuestión
que no había sido resuelta o que estaba en trance de resolverse. Su gran
baza es siempre que es el hijo de Zeus. Su punto laco, que su madre es
una mortal. De modo que su airmación tiene que ir en el sentido de
divinizar también a su madre. Solo en ámbito órico tiene otra madre,
Perséfone (no en vez de Sémele, sino antes de ella, en un nacimiento
anterior), cuya divinidad es clara. Sus cultos, las τελεταί, fascinan a los
seres humanos, pero provocan el castigo de quienes se oponen a ellos;
su don, el vino, produce ambiguos efectos de alegría o pesar, y el estado
que causa, la μανία, es, como el vino, saludable en pequeñas dosis, pero
se torna en locura en su grado máximo. Su pareja, Ariadna, es también
mortal, solo ocasionalmente divinizada, para perder su inmortalidad por
causa de su inidelidad. Sus descendientes, pese a que él es un dios, son
más bien «funcionales» o simbólicos, representación de aspectos de la
vid, o del vino y, en general, gozan de escaso predicamento. Solo en
Atenas y probablemente en Corinto es asociado al poder por medio de
un mito de hierogamia.
Esa ambigüedad se extiende a todo lo que tiene que ver con él: juvenil
o niño en los textos, aparece como un adulto barbado en la iconogra-
182
Scarpi 20016: 551.
3. Dioniso en la épica griega arcaica
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