3 - Bajtin
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cación. Cada enunciado separado es, por supuesto, individual, pero cada esfera del uso de la lengua elabora sus ti-
pos relativamente estables de enunciados, a los que denominamos géneros discursivos.
La riqueza y diversidad de los géneros discursivos es inmensa. Hay que poner de relieve una extrema heterogeneidad
de los géneros discursivos y debemos incluir en los géneros discursivos tanto las breves réplicas de un diálogo coti-
diano, como un relato, como una carta, como una orden militar, etc.
Hay que prestar atención a la diferencia, sumamente importante, entre géneros primarios (simples) y secundarios
(complejos); tal diferencia no es funcional. Los géneros secundarios –a saber, novelas, dramas, investigaciones cien-
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tíficas, etc.– surgen en condiciones de la comunicación cultural compleja, relativamente más desarrollada y organiza-
da, principalmente escrita: comunicación artística, científica, sociopolítica. En el proceso de la formación de esos gé-
neros, estos absorben y reelaboran diversos géneros primarios constituidos en la comunicación discursiva inmediata.
Los generos primarios se transforman dentro de los secundarios y adquieren un carácter especial: pierden su rela-
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ción inmediata con la realidad y con los enunciados reales de otros.
La diferencia ente los géneros primarios y los secundarios (ideológicos) es extremadamente grande y es de fondo; sin
embargo, por lo mismo, la naturaleza del enunciado debe ser descubierta y determinada mediante un análisis de
ambos tipos. La orientación unilateral hacia los géneros primarios lleva ineludiblemente a un vulgarización de todo el
problema.
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El menosprecio de la naturaleza del enunciado y la indiferencia frente a los detalles de los aspectos genéricos del
discurso llevan, en cualquier esfera de la de la investigación lingüística, al formalismo y a una abstracción excesiva,
desvirtúan el carácter histórico de la investigación, debilitan el vínculo del lenguaje con la vida. El lenguaje participa
en la vida a través de los enunciados concretos que lo realizan, así como la vida participa del lenguaje a través de los
enunciados.
La estilística. Todo estilo está vinculado con el enunciado y con las formas típicas del enunciado, es decir, con los
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géneros discursivos. Todo enunciado, oral o escrito, primario o secundario en cualquier esfera de la comunicación
discursiva, es individual y por lo tanto puede reflejar la individualidad del hablante (o escritor), es decir, pueden po-
seer un estilo individual. Pero no todos lo géneros son igualmente susceptibles a semejante reflejo de la individuali-
dad del hablante en el lenguaje del enunciado, es decir, no todos se prestan a absorber un estilo individual. Lo más
productivo en este sentido son los géneros literarios. Las condiciones menos favorecida para el reflejo de lo individual
en el lenguaje existen en aquellos géneros discursivos que requieren formas estandarizadas. En la gran mayoría de
los géneros discursivos (salvo los literarios) un estilo individual no forma parte de la intención del enunciado, no es su
finalidad única sino que resulta ser, por así decirlo, un epifenómeno del enunciado, un producto complementario de
éste.
A los géneros les corresponden diferentes estilos. Una función determinada (científica, técnica, periodística, etc) y
unas condiciones determinadas, específicas para cada esfera de la comunicación discursiva, generan determinados
géneros. El estilo está indisolublemente vinculado a determinadas unidades temáticas. El estilo entra como elemento
en la unidad genérica del enunciado. No existe una clasificación generalmente reconocida de los estilos de la lengua.
Tesis Los enunciados y sus tipos, es decir, los géneros discursivos, son correas de transmisión entre la historia de
la sociedad y la historia de la lengua. Ni un solo fenómeno nuevo (fonético, léxico, de gramática) puede ser incluido en
el sistema de la lengua sin pasar la larga y compleja vía de la prueba de elaboración genérica.
Donde existe un estilo, existe un género. La transición de un estilo de un género a otro no sólo cambia la entonación
del estilo en las condiciones de un género que no le es propio, sino que destruye o renueva el género mismo.
2- El enunciado como unidad de la comunicación discursiva. Diferencia entre esta unidad y las unidades de la lengua
(palabra y oración)
En la lingúística persisten ficciones como el “oyente” y “el que comprende”. Pero la comunicación discursiva es un
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proceso complejo, multilateral y activo. Pero el oyente, al percibir y comprender el significado (lingúístico) del discurso,
simultáneamente toa con respecto a éste una activa postura de respuesta: está o no de acuerdo con el discurso, lo
completa, lo aplica, se prepara para una acción, etc. y la postura de respuesta del oyente está en formación a lo largo
de todo el proceso de audición y comprensión desde el principio.
Responsividad: carácter de respuesta. Toda comprensión de un enunciado vivo tiene un carácter de respuesta (de
acción retardada). Hablante tampoco espera una comprensión pasiva, sino que quiere una constestación, consenti-
miento, participación, etc.
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Todo enunciado es un eslabón en la dacena, muy complejamente organizada, de otros enunciados. Cuenta con pre-
sencia de enunciados anteriores, suyos, ajenos, con las cuales su enunciado determinado establece toda suerte de
relaciones.
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El esquema oyente-hablante debe ser tomado como una abtracción teórica.
La unidad real de comunicación discursiva es el enunciado. Porque el discurso puede existir en la realidad tan sólo en
la forma de enunciados concretos pertenecientes a los hablantes o sujetos del discurso.
Los enunciados tienen fronteras que se definen por el cambio de los sujetos discursivos, es decir, por la alternación
de los hablantes. El enunciado es una unidad real, delimitada por el cambio de sujetos discursivos, y que termina con
el hecho de ceder la palabra al otro. Se observa en el diálogo real, donde los enunciados de los interlocutores, llama-
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das réplicas, se sustituyen mutuamente. Cada réplica posee una conclusión específica, al expresar cierta posición del
hablante, la que puede ser contestada y con respecto a la que se puede adoptar otra posición. Las relaciones que
sugren entre enunciados pueden ser posibles entre los enuncuados que pertenezcan a diferentes sujetos discursivos
La oración como unidad de la lengua no se delimita por el cambio de los sujetos discursivos; no se relaciona inme-
diatamente y por sí misma con el texto de la realidad extra-verbal (situación, ambiente); no conlleva responsibidad, no
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se relaciona de manera directa con los enunciados ajenos; no posee una plenitud de sentido; no provoca respuesta.
La oración como unidad de la lengua tiene una naturaleza gramatical, límites y conclusividad. El contexto de la ora-
ción viene a ser el conexto del discurso de un mismo sujeto hablante. Una oración dentro de un contexto verbal care-
ce de capacidad para determinar una respuesta, y la puede adquirir tan solo dentro de la totaliad del enunciado.
Rasgos constitutivos del enunciado:
Las formas genéricas son mucho más ágiles y elásticas en comparación con las lingüísticas. La variedad de estos
géneros se determina por la situación discursiva, por la posición social y las relaciones personales entre los partici-
pantes de la comunicación. La mayor parte de los géneros permiten una libre y creativa reestructuración, pero hay
que señalar que un uso libre y creativo no es aún creación de un género nuevo. .
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bras según su especificad genérica.
El enunciado, estilo y composición se determinan por el aspecto temático (del objeto y de sentido) y por el aspecto
expresivo, osea por la actitud valorativa del hablante hacia el momento temático. La estilística sólo considera: el sis-
tema de la lengua, el objeto del discurso y el hablante mismo y su actitud valorativa hacia el objeto; para determinar
un estilo.
Todo enunciado debe ser analizado como respuesta a los enunciados anteriores de una esfera dada. Por eso cada
enunciado está lleno de reacciones y tienen diferentes formas: enunciados ajenos pueden ser introducidos directa-
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mente al contexto de un enunciado. Los enunciados ajenos pueden ser representados con diferentes grados de reva-
luación: discutirlos, avalarlos. La expresividad de nuestros enunciados se determina no únicamente por el objeto y el
sentido del enunciado sino tmb por los enunciados ajenos emitidos acerca del mismo tema. La expresividad de un
enunciado siempre, mayor o menor medida, contesta, es decir, expresa la actitud del hablante había los enunciados
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ajenos.
Un rasgo importante del enunciado es su orientación hacia alguien, su propiedad de estar destinado. Todo género
discursivo posee su concepción de destinatario. Al hablar siempre tomo en cuenta el fondo aperceptivo de mi discur-
so que posee mi destinatario: hasta qué punto conoce la situación, si posee o no conocimientos específicos de la es-
fera comunicativa cultural, cuáles son sus opiniones y convicciones, prejuicios, etc. El discurso íntimo está compene-
trado de una profunda confianza hacia el destinatario.
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Así, las distintas clases de géneros discursivos varían de acuerdo a la esfera de la praxis. Los géneros más simples
(primarios) son seguidos por otros surgidos en condiciones de la comunicación cultural más compleja. Entre estos
géneros secundarios (ideológicos) están las novelas, las investigaciones científicas, etc.
La correlación entre los géneros primarios y secundarios y el proceso de formación histórica de éstos, proyectan luz
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Al ser insertado en la cadena de la comunicación discursiva, todo enunciado refleja el compromiso que adopta el
hablante dentro de cierta esfera de sentidos. Éste determinará la selección de ciertos recursos lingüísticos y del géne-
ro discursivo.
Dado que ningún enunciado es neutral sino que manifiesta la intención discursiva del hablante, hay que vincular los
recursos léxicos, morfológicos y sintácticos seleccionados con la realidad extraverbal de ese enunciado. El uso de
ciertas palabras responde siempre a un contexto particular.
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La libre intención discursiva del hablante dispone de las formas obligatorias de la lengua nacional y de las formas
obligatorias discursivas. Por eso, un enunciado aislado no puede ser considerado como una combinación absoluta-
mente libre de formas lingüísticas. Los géneros discursivos son formas normativas de enunciados.
Para que el hablante pueda materializar su intencionalidad en un enunciado concreto, requiere de determinados re-
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cursos léxicos, morfológicos y sintácticos que pueden insumirle una o varias oraciones.
Así, debido a que un enunciado es un eslabón en la cadena de la comunicación verbal, el contenido semántico refe-
rencial (tema) dependerá de su lugar en relación con otros enunciados, mientras que el tema de una oración es inde-
pendiente de tales factores contextuales.
Saussure vs Bajtín
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Dado que Bajtín está interesado en estudiar el proceso de la comunicación discursiva, y puesto que analiza la comu-
nicación como un diálogo entre por lo menos dos personas, rompe con toda la tradicional lingüística saussureana.
¿Qué lo impulsa a estudiar el proceso real de la comunicación discursiva si, desde Saussure, estaba instalada la opi-
nión de que el habla era un fenómeno individual, contingente y caótico y por tanto no analizable científicamente?
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Bajtín advierte que, en los procesos de comunicación discursiva real, los enunciados tienen similitudes importantes,
sobre todo aquellos que se producen en una misma “esfera de la actividad humana”, por lo cual se inclinará a pensar
que la “construcción” que de ellos se hace no debe ser totalmente arbitraria ni libre.
Bajtin rechaza la concepción de un "yo" individualista y privado; el "yo" es esencialmente social. Cada individuo se
constituye como un colectivo de numerosos "yoes" que ha asimilado a lo largo de su vida, algunos de los cuales pro-
vienen del pasado; estos "yoes" se encuentran en los lenguajes, las "voces" habladas por otros y que pertenecen a
fuentes distintas (ciencia, arte, religión, clase, etc.).
Estas "voces" no son sólo palabras sino un conjunto interrelacionado de creencias y normas denominado "ideología".
Nunca estaremos por fuera de la ideología porque "hablamos con nuestra ideología, nuestra colección de lenguajes,
de palabras cargadas con valores". Por lo tanto, es el sujeto social quien produce un texto que es, justamente, el es-
pacio de cruce entre los sistemas ideológicos y el sistema lingüístico.