Novaro - Nacionalismo Escolar y Migraciones en Educación
Novaro - Nacionalismo Escolar y Migraciones en Educación
Novaro - Nacionalismo Escolar y Migraciones en Educación
Gabriela Novaro
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dones políticas y académicas y con seguridad lo sigue siendo. En
los autores contemporáneos se advierte una cierta dicotomía den
tro de las posiciones críticas. Por un lado, aquéllos para los cuales
el nacionalismo es una pura construcción ideológica legitimante del
orden social, que presenta nuestra identidad como una unidad in
tegrada y homogénea, y a partir de allí niega "lo diverso" como com
ponente del "nosotros". Frente a ellos se ubican aquellos autores
para los cuales el nacionalismo encierra sentidos muy variados en
la forma de caracterizar a "nosotros y los otros", incluye contradic
ciones e incluso potencialidades críticas del orden social.
Distintos autores afirman que la idea de nación se construye
históricamente desviando la atención de los conflictos internos e
impidiendo el procesamiento de la diferenciación social (Gellner,
1997). La asociación entre nacionalismo y homogeneidad también
es abordada por Stuart Hall (1993) quien afirma que las diferencias
internas que atraviesan las culturas nacionales son unificadas a tra
vés de un ejercicio de poder cultural. Sostiene que los mitos funda
cionales de la identidad nacional se sostienen como si los elemen
tos esenciales del carácter nacional permanecieran inmutables a
pesar de la historia.
Wallerstein y Balibar (1991), deteniéndose en la articulación del
nacionalismo con proyectos discriminadores afirman que tanto el
neorracismo como el nacionalismo sostienen que para preservar la
propia identidad se debe segregar al otro, afirmando la irreductibi
lidad de las diferencias culturales y estigmatizando la alteridad co
mo una amenaza.
Dentro de los trabajos antropológicos de nuestro país que atien
den a la cuestión de la nacionalidad, Claudia Briones afirma que es
posible relacionar los procesos de construcción de hegemonía, de
comunalización y de imaginarización de la nación (Briones, 1995).
La construcción de la nación supone la creación de "otros" internos
al excluir a algunos grupos de los atributos nacionales; esta exclu
sión suele hacerse desde posiciones culturalistas simplistas presen
tando "cuestiones políticas" (quién queda adentro y quién afuera),
como parte de esencias, mandatos o proyectos históricos distintos.
Frente a la insistencia en asociar el nacionalismo con proyectos
uniformizadores y con el odio a los otros y resaltar sus afinidades
con el racismo, es necesario recordar que hace ya varias décadas
muchos autores denominados "tercermundistas" y más concreta
mente aquéllos cercanos a la teoría de la dependencia, rescatan la
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ideología nacionalista en sus componentes de lucha contra la domi
nación y rescatan la asociación de los proyectos nacionales con uto
pías igualitarias.
En un trabajo relativamente reciente, Benedict Anderson (1993)
-a partir de la reconstrucción histórica de sus variadas manifesta
ciones y contextos de surgimiento- sin dejar de advertir el carácter
imaginario del nacionalismo, propone recordar, ante todas las crí
ticas de las que es objeto, que el nacionalismo en su origen se desa
rrolla muchas veces con relación a movimientos populares, si bien
el discurso oficial tiende a apropiarse de sus emblemas y símbolos.
Sostiene que como fatalidad histórica y comunidad imaginada, la
nación es una entidad simultáneamente abierta y cerrada.
En un sentido en algunos puntos concordante, desde la produc
ción académica local, Grimson parte de entender al nacionalismo
como un modo de identificación, una articulación entre un comple
jo dispositivo institucional y una conformación sociocultural. A
partir de allí sostiene que el auge del constructivismo y el decons
tructivismo nos llevó a sobre-enfatizar el carácter inventado y ma
nipulado de todas las tradiciones e identidades, desconociendo el
peso de las producciones de sentido comunitario y las experiencias
compartidas de modos de imaginación, cognición y acción (Grim
son, 2002).
Más allá de sus perversiones o bondades, de sus potencialidades
y de sus distintos usos históricos, diversos investigadores acuerdan
en que las naciones modernas son, todas, híbridos culturales, y que
se trata de un mundo de "fronteras disueltas" y de "continuidades
rotas", donde las identidades se ponen cada vez más en cuestión
(García Canclini, 1990). No obstante, acuerdan también en que el
nacionalismo no ha perdido vigencia. En términos de Raymond Wi
lliams (1981) pareciera conservarse como un "elemento residual",
como una categoría formada en el pasado, pero que se mantiene en
actividad dentro del proceso cultural "como un efectivo elemento
del presente".
Diversos ejemplos de la historia muestran cómo en muchos mo
mentos, frente a cambios impulsados desde el sistema hegemónico,
la afirmación de ciertos contenidos "tradicionales" de la cultura
puede funcionar como forma de resistencia y cuestionamiento3. La
3 Los trabajos ya clásicos del historiador inglés E.P. Thompson (1984) avanzan a partir
de este supuesto.
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escuela aparece como un espacio especialmente propicio para ello
ya que, en términos de Rockwell, en distintos momentos la misma
se presenta como conservadora y tradicionalista frente a los men
sajes modernos (Rockwell, 1986)4.
Es también evidente que la relación nacionalidad-diversidad
no puede ser definida fuera de la historia. No significa lo mismo a
fines del siglo pasado que en nuestros días. En términos muy gene
rales podríamos pensar en los quiebres entre una situación donde
la centralidad de la idea de nación se vinculaba a un proyecto de ho
mogeneización e integración, con algunos sentidos de igualación
pero también de exclusión de lo diverso, a una situación donde, la
"globalización" y los movimientos mundiales de población dan un
sentido muy distinto a los proyectos de integración y exclusión, su
mando a las nuevas formas de pensar las identidades y las tradicio
nes y (como decíamos) poniendo en otro lugar la cuestión de la na
cionalidad (y de las identidades en general) y de la diversidad. Asi
mismo, es indudable la importancia que los temas de la diversidad
y la discriminación adquieren en el discurso social con relación a la
importancia que tenían pocos años atrás. Su sentido se presenta co
mo absolutamente variable; desde la percepción de los alcances y lí
mites de los procesos de unificación cultural, el compromiso con las
minorías, la afirmación de lo étnico en interpretaciones que van de
la resistencia a la homogeneización a posturas indudablemente
reaccionarias y racistas, etc.
4 No se está afirmando que eso sea claramente aplicable al caso del nacionalismo esco
lar argentino, ya que en parte es válida su asociación con sentidos reaccionarios y dis
criminatorios. Pero en ciertos contenidos del nacionalismo podrían rastrearse posibili
dades de cuestionamiento (por ejemplo en las nociones de igualdad y solidaridad a las
que ha estado asociado y que son desvalorizadas por el discurso hegemónico). El análi
sis histórico permite desplegar esta hipótesis con mayor riqueza y comprender hasta
donde los sentidos sólo pueden ser reconstruidos en contexto.
5 En este punto nos remitimos a fuentes escritas de distintos períodos históricos como
"El Monitor de la Educación Común", publicación periódica del Consejo Nacional de
Educación, a la revista "La Obra" y a textos escolares (fundamentalmente los manuales
Kapelusz y Estrada).
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ta tendencia ha dejado profundas huellas en la forma en que en el
sistema educativo se aborda la diversidad cultural, definiendo a los
otros como potenciales enemigos y como una amenaza a la propia
identidad. Entre "los otros" que son así concebidos, se encuentran
los migrantes. La reiteración y permanencia con que este discurso
está presente en el sistema no implica desconocer sus quiebres y
discontinuidades. El ordenamiento de la información se realiza si
guiendo en general las distintas gestiones políticas. Esta periodiza
ción es sin duda altamente arbitraria y por ello se intenta tanto se
ñalar las continuidades entre los distintos momentos, como las dis
continuidades presentes en cada uno de ellos.
Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX la unificación na
cional y la conformación de un sistema jurídico-legal aparecen co
mo los objetivos prioritarios del proyecto hegemónico. El intento de
homogeneizar y unificar los componentes de la nación se relaciona
indudablemente con la intención de conservadores y liberales de
imponer la idea de un pasado común y crear una "conciencia de
pertenencia".
En el análisis del discurso nacionalista del período se hace evi
dente la polaridad de posiciones e interpretaciones. Escudé (1990)6
registra, entre 1900 y 1908, una disputa ideológica (especialmente
clara en educación) entre el liberalismo y el nacionalismo y el triun
fo del segundo. En su opinión las posturas nacionalistas en la Ar
gentina aparecen asociadas al autoritarismo y a posiciones reaccio
narias, conservadoras y xenófobas.
Otro trabajo sobre el nacionalismo argentino especialmente su
gerente es el del norteamericano Shumway (1993). Afirma que en
nuestro país junto o más bien en oposición a "las mitologías libera
les de la nacionalidad", se define el "nacionalismo provincial", me
nos compatible con el orden establecido y con una concepción dis
tinta sobre la diversidad sociocultural. Shumway sostiene que la
"mitología de la exclusión" del liberalismo porteño constituyó la
historia oficial y la que entró en los textos escolares. Se caracteriza
por sostener que el éxito proviene de la imitación de Europa, deni
grar la herencia española y las tradiciones populares, estereotipar a
los enemigos como bárbaros y enemigos del progreso, cayendo mu
chas veces en posiciones racistas. En contraposición, la tendencia
6 El interés por este autor se fundamenta en sus reflexiones y abundantes datos sobre
los discursos educativos del período.
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nacional-provincial es, según Shumway ideológicamente confusa,
mal definida, en ocasiones progresista y populista y en ocasiones
reaccionaria, nativista y xenófoba. Se define por oposición al elitis
mo liberal, no está unificada en una sola idea y algunos de sus ele
mentos son profundamente contradictorios.
Los elementos más reaccionarios del "nacionalismo provincial"
(en términos de Shumway) son asumidos en 1910, por algunos sec
tores dirigentes ante la conflictividad social creciente. Se afirman en
este sentido posturas definidas como criollistas y vernáculas frente a
lo que se llegó a vislumbrar como "invasión" de los inmigrantes.
El desarrollo de los estudios históricos tuvo un peso definitorio
en el período. Devoto (1993) y Romero (1999) afirman que, ante la
ausencia de una comunidad étnica e identitaria, los fundadores de
la historiografía argentina crearon un corpus historiográfico que
"inventó" la nación en el presente y el pasado. Esto llevó a los his
toriadores del momento (retomando la tradición iniciada por Mi
tre), a elaborar relatos de una supuesta historia del país míticos en
su forma y contenidos, por presentar una idea de la nación como
una esencia sagrada ubicada más allá del devenir temporal, como el
modo de organización "natural" del mundo contemporáneo, como
una fábula orientadora del futuro y justificadora del presente.
Con respecto a las características del sistema educativo en este
período, distintos autores destacan la centralidad de las funciones
políticas del sistema educativo, asociadas a la formación de ciuda
danos y el disciplinamiento (Tedesco, 1986; Puiggrós, 1990a). En
consonancia, los primeros programas de ciencias sociales presen
tan una clara tendencia ejemplificadora. La historia debe fomentar
la identificación del niño con los valores nacionales y exaltar los
personajes históricos de conducta ejemplar.
Hasta 1910 se postula reiteradamente en las propuestas de de
sarrollo de contenidos y los programas de historia la existencia de
un origen único y común, el rechazo por la herencia colonial y por
lo tradicional en general. En las propuestas se reafirman valores
"autóctonos" que identifican a "la patria". Entre estos, el más reite
rado es "el valor y heroísmo que identifica a sus hijos", constituyén
dose en general "lo militar" en un mérito en sí mismo.
En 1910 se institucionaliza el proyecto de educación patriótica.
Ésta no representa un quiebre absoluto con las tendencias anterio
res, sino el acentuamiento de los sentidos más autoritarios, conser
vadores y militaristas que se insinuaban desde años atrás y el silen-
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ciamiento de algunos tímidos elementos críticos y progresistas. Con
un grado mayor de reiteración, la escuela aparece como elemento
dinamizador de la "argentinización" del país. Se propone para ello:
"Dar una orientación nacional en espíritu y letra a la educación pri
maria aconsejado por la constitución étnica del país y la necesidad
de robustecer el alma nacional" ("La historia en las escuelas argen
tinas", Monitor de la Educación Común, 1910: 60).
Que éste haya sido el discurso oficial no implica que tuviera un pe
so determinante en todo el sistema. En la revista La Obra se advierte
que el discurso liberal-porteño (en términos de Schumway, 1993) si
guió vigente en la admiración por lo europeo y la visión de progreso
que permea las propuestas de planificación de los contenidos.
El énfasis en la característica "natural" de los sentimientos pa
trióticos y la tendencia homogeneizadora se vincula con la incapa
cidad de pensar la diversidad más que como una amenaza. En estos
años (pasando por las revoluciones radicales de 1890 y 1905, y los
años de crecientes huelgas obreras) el enemigo en el discurso oficial
dejará de ser el hombre del interior, "tradicional e ignorante", e "in
cólume a los llamados del progreso", para pasar a estar representa
do por la inmigración "anarquista y apátrida".
Los discursos, más que al proyecto de "integrar", parecen res
ponder a la necesidad de señalar lo que no es parte, lo que por pe
ligroso y disolvente se excluye: los enemigos del orden. Entre ellos,
los "inmigrantes agitadores" parecen ocupar un lugar central. Las
reiteradas apelaciones al nacionalismo, en los programas escolares,
en discursos, conferencias y comentarios, adquieren un sentido de
afirmación de la uniformidad a la que el inmigrante debe "asimilar
se". O se forma parte del "espíritu colectivo" o se está fuera de él.
"Se necesitaba revivir en el argentino nativo esa fibra dormida del
patriotismo, y conquistar al extranjero por sus hijos, por la escuela.
Conmover en una palabra la masa espiritual del pueblo para robus
tecer la Nación por la unidad de sentimiento de sus hijos, y realizar
la amalgama necesaria, para la verdadera argentinización de un país
esencialmente cosmopolita como el nuestro" (Discurso de Ramos
Mejía, Monitor de la Educación Común, 1909-10: 12).
"Ante el avance de la inmigración ácrata y disolvente que entre no
sotros se ha ubicado con suma comodidad, al amparo del libera
lismo de las leyes y que hoy empaña el Centenario, pretendiendo
imponer el predominio de la dinamita, hay que afrontar enérgica
mente el problema educacional, fundando escuelas que...
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modelan el alma de la patria" (Corvalan Mendilaharsu, "La Escue
la Argentina", Monitor de la Educación Común, 1910: 1037).
Personajes tan conocidos como Ricardo Rojas se refieren en
textos educativos a la "inmigración inmunda" -aquella "que prefie
re entonar la internacional antes que nuestro himno"-, a "la horda
cosmopolita deformante de lo nuestro".
Más allá de las menciones en los discursos generales, el tema de
las migraciones aparentemente no llega a tratarse en los programas
de historia, con excepción de algunas menciones elogiosas a la po
lítica migratoria que facilitó nuestra Constitución.
En el período que se inicia en 1930 se acentúa la identificación
entre nacionalismo y patriotismo y se refuerza la tendencia milita
rista. Conjuntamente se incrementan los sentimientos de xenofobia
que perciben a la migración como una amenaza a la continuidad de
los valores nacionales. Todo esto tiene clara repercusión en los dis
cursos educativos.
La crisis del liberalismo se dio juntamente con la difusión de
posturas nacionalistas en los espacios académicos, vinculadas al
surgimiento del revisionismo, que comienza a presentarse como
una "contrahistoria" (Devoto, 1993). Pero el revisionismo tiene po
ca repercusión en el ámbito académico. La versión tradicional de la
historia argentina de la Academia Nacional de Historia se fortalece
como versión oficial (Pagano y Galante, 1994). Será la Academia
quien mantenga estrecha vinculación con el Ministerio de Instruc
ción Pública y a partir de allí encuentre un espacio de difusión en
las propuestas educativas.
El nacionalismo es constantemente reafirmado en las nuevas
propuestas educativas (Programas de las Escuelas Comunes de la
Capital Federal, 1937; Programas de Instrucción Primaria, 1939). El
alumno ideal se define como un cruzado de la argentinidad. En es
te período además quedan más en evidencia los intentos de control
de la ideología y las prácticas docentes: "[los docentes] ...deben sa
ber lo que la patria fue, es y será, para hallarse en condiciones de
defenderla con heroísmo... [y] luchar desde la cátedra contra aqué
llos que en nuestro medio tratan de introducir ideas disolventes"
(Vera Peñaloza, "Los artífices de la cultura nacional argentina", Mo
nitor de la Educación Común, tomo 2, 1940: 22).
En una línea similar diversos responsables educativos convocan
al magisterio a desarrollar "la mística de la enseñanza y del nacio
nalismo", a convertirse en un medio de creación de caracteres y re-
dención de almas, ya que "...la patria del mañana será resultado de
su obra" (Astolfi, "Los maestros y el nacionalismo", Monitor de la
Educación Común, 1949: 116). Este mismo autor (reconocido fun
cionario y capacitador docente), en continuidad con 1910, en sus es
critos se refiere al efecto negativo del "aluvión" en nuestros senti
mientos nacionalistas, y al peligro que representan los inmigrantes
"resentidos porque no lograron triunfar" (Astolfi, "Los maestros y
el nacionalismo", Monitor de la Educación Común, 1940: 124).
Más allá de las menciones al peligro extranjero en los discursos
generales, las referencias a la migración son poco frecuentes en los
programas y en los textos. Se encuentran algunas menciones al
"aporte" extranjero o a "las leyes que favorecen la inmigración"
(Compendio 1941).
Para caracterizar la situación entre los años 1945 y 1955 debe
mos volver sobre las nociones de nacionalismo reaccionario y po
pular. Ambos abrevan en la corriente "nacionalista provincial" des
cripta anteriormente a partir de la interpretación de Shumway.
Otros dos autores, Osear Terán y Ernesto Laclau, realizan una inte
resante descripción del panorama ideológico durante estos años.
Para el primero, desde 1930 habría ido surgiendo, junto con un na
cionalismo restaurador, católico y con tintes fascistas, que limitó
sus propuestas a aspectos culturales y morales, un nacionalismo
popular a partir de la izquierda radical (Terán, 1986). En un senti
do semejante, Laclau dice, acerca de las ideologías oligárquica an
tiliberal y popular democrática, que ambas encontraban sus "mate
rias primas" en las tradiciones federales, pero que, mientras las se
gundas expresaban la resistencia frente al Estado, las primeras re
ducían estas tradiciones a formas articulables al discurso dominan
te anterior a la consolidación del Estado liberal, caracterizado por
el clericalismo, hispanismo y autoritarismo (Laclau, 1978).
A pesar de lo sugerente de estas clasificaciones, a medida que se
avanza en la caracterización histórica se muestra más insostenible
la posibilidad de diferenciar claramente los denominados naciona
lismos reaccionario y popular. Entre ellos parecen en un principio
ser importantes tanto los puntos de encuentro como de ruptura.
Con respecto a la función esperada de la escuela en el período, re
sultan significativas las siguientes palabras con que se inicia el pro
grama de 1950: "[que la escuela] ...funcione como centro de irradia
ción de un plan... suprima la lucha de clases y una en un solo anhelo
a todos los argentinos" (Programas de Educación Primaria, 1950: 10).
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Miguel Mordeglia, interventor del Consejo en 1946 sostiene que
la escuela debe dejar de ser "vulgar imitadora de lo foráneo". Para
ello sostiene la necesidad de formar un cuerpo docente "orientado
hacia una conciencia nacional" (Monitor de la Educación Común,
1946, en Escudé, 1990: 155). Perón afirma en 1948 en la asunción
de Osear Ivanissevich como Secretario de Educación: "Sin un alma
argentina, sin un pensar argentino y sin un sentir argentino, este
pueblo sería una muchedumbre amorfa cuyo destino quedaría con
fiado a los audaces, a los malos y a los mentirosos" (Discurso de Pe
rón, en Escudé, 1990: 162).
En los programas del período, hay frecuentes apelaciones al
protagonismo y las virtudes de "lo popular", pero también al origen
y "lo esencial". Es claro el énfasis puesto en asociar el nacionalismo
con ciertos valores tradicionales: hispanismo, catolicismo, y milita
rismo. Lo mismo a pesar de la oposición docente (al menos de los
docentes de La Obra) se reafirma en las reediciones a los progra
mas de 1950 y 1954.
"El programa que ahora se reedita busca la formación del hombre
argentino con plena conciencia de su linaje, auténtica visión de los
grandes destinos de la nacionalidad y ferviente voluntad histórica
para servir a su patria y a la humanidad". Se inspiran por tanto en
la corriente humanista y cristiana de raigambre hispánica, exaltan
las auténticas tradiciones nacionales, viven el presente afanosa
mente constructivo y miran hacia el porvenir promisor que se abre
para la Nueva Argentina" (Informe de la Dirección General de En
señanza Primaria, Dr. A. Galmarino, Director General de Enseñan
za Primaria, 1953, en Programa de Educación Primaria, 1954: 7).
En cuanto a las migraciones, también en este período en el dis
curso oficial suele caracterizarse a algunos inmigrantes como "agita
dores sociales" que buscan introducir "ideas extrañas". No obstante,
en los programas el tema aparece presentado de la siguiente mane
ra: "El inmigrante. Su contribución al progreso del país" (Historia
para tercer grado, Programa de Educación Primaria, 1950: 42).
En algunos libros de texto se dice (en posiciones a la vez valori
zadoras y estereotipantes) que los inmigrantes "...elegirán su rum
bo. Unos labrarán la tierra, otros se dedicarán a las tareas manua
les, pero todos pondrán su saber, su entusiasmo y su corazón al ser
vicio de nuestro país" (Libro de Lectura "Patria Justa", Editorial
Kapelusz, 1953: 164).
En el período que se inicia en 1955, se advierte que la centrali
dad de la idea de nación es en alguna medida reemplazada por la
apelación reiterada a nociones como progreso, desarrollo, creci
miento, civilización, etc.
En cuanto a la situación del ámbito académico y más concreta
mente de las investigaciones históricas durante el período, Catta
ruzza (1994) sostiene que a partir de 1955 el revisionismo logra una
legitimación en principio no académica, pero sí intelectual y, desde
el peronismo, en su versión más popular, se divulga entre un públi
co cada vez más amplio. Por otro lado, a partir del '60 figuras como
Gino Germani y José Luis Romero impulsan una renovación histo
riográfica. En ella se pone énfasis en la historia social y económica.
Todo esto parece haber tenido una repercusión muy limitada y tar
día en las propuestas escolares.
Es indudable el menor énfasis en el nacionalismo escolar, si
pensamos en la orientación nacionalista y patriótica de 1910 y 1937
y los discursos oficiales del peronismo. No obstante, la idea de na
ción está reiteradamente presente en los discursos de funcionarios
y docentes, muchas veces junto con la centralidad de la noción de
civilización.
Las menciones a la migración en los programas y contenidos si
guen siendo esporádicas. La propuesta curricular del período inclu
ye como un elemento novedoso menciones a "El colonialismo y la
dominación".
En el Manual Estrada, repitiendo las miradas valorizadoras y
estereotipantes, se habla del preámbulo de la Constitución dicien
do: "La generosidad proverbial de nuestro pueblo quedaba así con
firmada por el voto de todos los diputados: se abrían las puertas de
nuestro territorio a los hombres honestos y trabajadores de todo el
mundo, que hallarían en la República Argentina su segunda patria"
(Manual para quinto grado, Editorial Estrada, 1965: 415).
El período 1973-1976 es sumamente significativo y contradicto
rio en el planteamiento de estas cuestiones. La significación de "lo na
cional" en el discurso oficial de la época no es unívoca. Es posible dis
tinguir distintas variantes, en las cuales lo nacional aparece tanto aso
ciado a contenidos cuestionadores del sistema (interpretación hege
mónica durante los meses de Cámpora), como vinculado con la no
ción desarrollista de la "Argentina potencia", o articulado con postu
ras claramente reaccionarias durante el gobierno de Isabel Perón.
El nacionalismo de los primeros tiempos se asocia con el an-
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tiimperialismo, el discurso de "la liberación", y la afirmación de la
principalidad del papel del pueblo en su logro. Lo popular y lo na
cional, además de los elementos de crítica y cambio que implican,
se asocian al intento de rescatar las "auténticas raíces" dejadas de
lado por el "modernismo extranjerizante". En este rescate el papel
del sistema educativo es central:
"El sistema educativo argentino es todavía la resultante en su es
tructuración y en sus objetivos del proyecto político, económico y
social de la dependencia. En función de dicho esquema ha contri
buido a la colonización cultural que abre las vías a la indefensión
popular mediante la sistemática desvalorización de las propias
raíces de lo nacional" ("Bases para un plan de movilización edu
cativa nacional", Consejo Federal de Educación, 1973).
En un sentido ideológico muy distinto, el rescate de "lo auténti
camente argentino", basándose en las "fuerzas sanas" que quieren
salvaguardar la nación frente a la "penetración de la subversión",
será la cruzada del ministro Ivanissevich a partir de 1974. "Lo au
ténticamente argentino" está claramente definido ahora, ya que
aquí, a diferencia de la gestión pasada, no parece haber lugar para
la ambigüedad, la contradicción y las sutilezas: la tradición de de
voción cristiana, de orden y respeto, de trabajo y estudio:
"...nos hemos propuesto rescatar el alma de la escuela argenti
na perdida en un internacionalismo materialista... el pueblo es
tá desorientado ... no aceptamos que algunos quieran transfor
mar la bandera azul y blanca en un trapo rojo" (Mensaje de Iva
nissevich, "La educación nacionalista", Ministerio de Cultura y
Educación, 1974: 1).
"...Sepan los jóvenes argentinos que entramos en una lucha a
muerte para conservar la patria de San Martín y de Perón"
(Mensaje de Ivanissevich, "La educación nacionalista", Minis
terio de Cultura y Educación, septiembre, 1974: 14).
El año y medio de gestión de Ivanissevich representa sin duda
una afirmación de las interpretaciones nacionalistas más reaccio
narias. Se habla del bajo "índice patriótico" en que ha caído la es
cuela argentina, de "argentinizar la escuela", de la necesidad de for
mar ciudadanos "bien argentinos". En significativas alusiones al
discurso de 1910 se afirma: "Dice Ricardo Rojas 'No sigamos ten
tando a la muerte con nuestro cosmopolitismo sin historia y nues-
80
tra escuela sin patria' ... este año volveremos a exaltar el sentimien
to patrio; el que no tenga Patria o no quiera a la suya que oculte su
miseria y esconda su dolor" (Ivanissevich, "La educación naciona
lista", Ministerio de Cultura y Educación, 1974: 43).
Durante el último gobierno militar, está permanentemente pre
sente la idea de que la escuela debe exaltar los "valores supremos"
de la nacionalidad y desarrollar un compromiso activo en defensa
del patrimonio espiritual y material de la nación: "...entre los obje
tivos básicos del Proceso de Reorganización Nacional... figura la
conformación de un sistema educativo que sirve efectivamente a los
objetivos de la Nación y consolida los valores y aspiraciones cultu
rales del ser argentino" (Tercer Asamblea Ordinaria del Consejo Fe
deral de Cultura y Educación, 1981: 79).
En el diseño curricular de 1981 de la Ciudad de Buenos Aires es
evidente la presencia simultánea de posturas conservadoras-tradi
cionalistas y liberales-modernas. El énfasis en la cultura occidental
y la tradición cristiana coexiste con sugerencias de incluir conteni
dos de ciencias sociales a los que sin duda es posible vincular el te
ma de la migración: el "disciplinamiento, organización y coacción
de la mano de obra", "los procesos de politización popular" a prin
cipios del siglo XX, etc.
7 En los puntos que siguen las referencias son tanto a las propuestas educativas
nacionales como a las de la Ciudad de Buenos Aires y a un espectro más amplio de man
uales (Santillana, Kapelusz, Aique, Stella).
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ne un lugar muy relativo en el sistema educativo en comparación
con aquél que tenía en las propuestas de años anteriores. Aparecen
en los contenidos curriculares temas, conceptos y problemas que
permiten pensar en la diversidad, los conflictos y las desigualdades.
Los documentos se refieren, no obstante, a que el sistema edu
cativo debe estar "encuadrado en un modelo de cultura nacional"
(Dirección de Innovaciones Educativas, 1984). Uno de los objetivos
del diseño curricular es "desarrollar sentimientos de identidad na
cional" (Diseño Curricular, MCBA, 1986). Se dice además en la pre
sentación del área: "Las ciencias sociales facilitan la reconstrucción
y representación de la identidad nacional porque ellas permiten
apropiarse del pasado, generar una pertenencia participativa y asu
mir el futuro como un compromiso" (Diseño Curricular, MCBA,
1986: 148).
Entre los años 1989 y 1999 la difusión de estas nuevas propues
tas y del discurso de la diversidad no impiden que se continúe ha
blando de que la escuela debe despertar sentimientos de "amor y
pertenencia" hacia "lo nuestro", de la relación entre la competencia
social y el fortalecimiento de las identidades (Braslavsky, 1993), de
la contribución de la educación a la unidad nacional, a la formación
de una "conciencia de participación en un mismo imaginario com
partido" (Braslavsky, 1993: 8).
En la introducción al Área de Ciencias Sociales de los CBC (Con
tenidos Básicos Comunes, definidos por el Ministerio de Cultura y
Educación) el énfasis parece puesto más bien en lo universal y en la
diversidad8. De cualquier manera "lo nacional" y "lo argentino" se
presentan como referentes de los procesos sociales, aunque no con
el mismo énfasis homogeneizador que en los años pasados; se da
lugar a los conflictos y fundamentalmente se destaca la idea de que
la conciencia de unidad debió ser "creada".
¿Qué lugar ocupa la diversidad en estos planteas? En los CBC de
Ciencias Sociales se propone el estudio de diferentes sociedades, di
ferentes formas de organización social y cultural con el argumento
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de que: "...el conocimiento de la diversidad entre los seres huma
nos, en modos de vida, creencias... permite asumir actitudes flexi
bles y respetuosas frente a los demás, de modo que la valoración de
lo propio no signifique la negación de los otros" (Contenidos Bási
cos Comunes, Ministerio de Cultura y Educación, 1995: 167-168).
A pesar de las diferencias con el nacionalismo escolar tradicio
nal, la forma en que aparece la diversidad posiblemente sea cohe
rente con el objetivo de que la escuela forme para la integración so
cial. Esto se advierte por ejemplo en el énfasis uniformizador con
que se define el concepto de cultura.
Por otra parte, en el tratamiento de "la diversidad" sigue siendo
claro su desconocimiento a nivel de los contenidos; las "otras cultu
ras" se mencionan en forma aislada y desarticulada, no se introdu
cen elementos comparativos. En los CBC se sigue suponiendo la
centralidad de la "Cultura occidental", proponiéndola como mode
lo de identificación con relación a la cual "lo diverso" se define co
mo "lo otro". No se advierte la intención de profundizar en su carac
terización, con lo cual la prédica del respeto por la diversidad no se
basa ni siquiera en el conocimiento de qué es lo que se respeta.
De la misma manera, aunque en el planteo general se habla de
conflictos, resistencias y transformaciones de distintas sociedades,
de avanzar en la explicación de temas como "prejuicios, discrimina
ción y negación del otro", en los contenidos concretos, no terminan
de definirse estas situaciones, ni de ubicarlas en un contexto mayor
que las explique.
85
que se desplaza del campo a la ciudad en búsqueda de trabajo, o de
mejorar su nivel de vida. Este fenómeno aparece asociado con el
surgimiento de las villas miseria y la multiplicación de "problemas".
En la actualidad, se hacen referencias a la migración de los países
pobres a los ricos y los conflictos que esto provoca.
Dentro de la propuesta editorial, resulta significativo el aborda
je que se realiza en un texto de editorial Stella: "A los países del
Norte les cuesta imaginar cómo detener ese avance (de los migran
tes del sur), que se transformó en una amenaza a la seguridad y el
bienestar local, pues afecta la estabilidad nacional" (Manual para
séptimo grado, Editorial Stella, 1998: 73). "...Los mismos inmigran
tes africanos, americanos y asiáticos que llegan a Europa forman
minorías que generan violentos brotes de xenofobia, creando un cli
ma político explosivo. En una época en que las estructuras suprana
cionales (organismos internacionales) cobran tanta importancia, es
fundamental que las minorías se acomoden a lo local para una ma
yor seguridad" (Manual para séptimo grado, Editorial Stella, 1998:
103). Este diagnóstico y los "consejos" asociados no son frecuentes
en las propuestas editoriales, donde las visiones siempre aparecen
más matizadas y contradictorias.
Una frase reiterada se dice en el video sobre la migración: "Des
pués de la Segunda Guerra Mundial llega migración de países limí
trofes atraída por mejores salarios, salud, educación, muchos se
instalan en las villas miseria y se confunden con la migración pobre
del interior del país" ("Los inmigrantes", Videoteca Educable). En
un sentido similar, en otro manual se afirma: "A diferencia del pro
ceso inmigratorio anterior, la mayoría de estos nuevos habitantes
aún no han sido enteramente integrados a la sociedad argentina:
subsisten en asentamientos precarios, trabajan en empleos tempo
rarios, y muchos de ellos ni siquiera cuentan con la documentación
pertinente para residir legalmente en el país" (Manual Territorio y
ambiente, Editorial Aique,1998: 3).
En definitiva, si comparamos la forma en que hoy en día se
aborda la migración del siglo pasado y la actual, podemos concluir
que la migración actual se presenta como "un problema": un pro
blema para las ciudades, para los países ricos, otra vez, un proble
ma para las naciones. Nuevamente el término "nación", aparentan
do borrar a los sujetos concretos en un referente abstracto y su
puestamente común, no hace más que encubrir los intereses de al
gunos. La noción de "invasión" sugerida en algunos contenidos es
86
significativamente continua con la imagen de invasión de ciertos
funcionarios oficiales de principios de siglo (reproducida a veces en
el discurso de políticos, sindicalistas y periodistas actuales); pero, si
el peligro de aquella invasión era "el robo del alma nacional", el
pragmatismo de los nuevos tiempos hace que ahora se piense más
bien en la posibilidad del "robo" de trabajo, servicios, derechos.
88
la migración pasada, la de hoy en general "no deja nada", "solo vie
nen a sacar". Dan por hecho que "nuestra" cultura (pensada indu
dablemente acá como sinónimo de "nuestra nación") le aportó algo
a "ellos", establecen como indudable la existencia de una deuda que
debe pagarse "por el solo hecho de pisar el suelo argentino" y juz
gan al otro, lo valoran o lo condenan a partir de su supuesto "apor
te". No es un detalle menor que estas nociones se sostienen en oca
siones frente a clases con una alta presencia de niños migrantes.
90
sentimientos incuestionables de la nacionalidad. Coincide con ello
la centralidad que históricamente tuvieron los rituales escolares, las
ideas infantilizadoras sobre lo nacional, la promovida veneración
de los símbolos patrios en la escuela.
Se advierte también la relativa omisión del tema de la migración
en los contenidos escolares. Esto no es exclusivo de las propuestas
escolares. Ya hemos visto como la misma historiografía académica
apenas trata la cuestión.
91
cia de manipulaciones ideológicas más o menos conscientes y en
qué medida lo es de la forma, los alcances y limitaciones con que se
define el saber escolar. Diversos investigadores nos advierten sobre
la necesidad de considerar las modificaciones que deben hacerse en
los saberes para hacerlos enseñables a los chicos, ya que se debe
avanzar paulatinamente teniendo en cuenta sus capacidades cogni
tivas, sus dificultades para conceptualizar, sus representaciones es
tereotipadas y su tendencia a desvalorizar lo que desconocen. Preo
cupa sin embargo la asociación entre "simplificación" o "adecua
ción" de los contenidos (como atributo posiblemente necesario, tra
tándose de alumnos relativamente pequeños) y la distorsión, no di
dáctica sino ideológica (como atributo indeseado y frecuentemente
negado) del sentido de los saberes.
En estas distorsiones mucho tiene que ver la concepción sobre
lo social en que se asienta la imagen de nación. Retomando las pri
meras precisiones acerca de las diversas posibilidades del naciona
lismo, sostenemos que la forma en que se presenta predominante
mente en la escuela no es la única interpretación posible. No se tra
taría entonces de omitir necesariamente las referencias a "lo nacio
nal", sino de darle otro contenido, reconocer y valorar los elemen
tos de resistencia que implica, recuperar las experiencias compar
tidas, y no referirse sólo a aquellas impuestas "desde arriba". En es
to la construcción de un nuevo abordaje de procesos como "las mi
graciones", sin duda, tiene mucho que aportar.
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