Tema 1
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Tema 1
Desde las primeras experiencias en la década de los 30 en países como México, Perú
y Ecuador, hasta la actualidad, se han observado progresos, con particulares
dinámicas en cada país, que marcan una trayectoria de desarrollo y dan cuenta de las
complejidades que supone en toda la región la prestación con pertinencia y calidad de
la EIB a los estudiantes de pueblos indígenas.
Las dinámicas han sido diferentes en cada uno de ellos, logrando avances a partir de
sus propios procesos sociopolíticos y económicos. Sin embargo, hay hitos importantes
que han marcado el desarrollo de la EIB a nivel regional, en relación con los enfoques
teóricos que la sustentan y el grado de institucionalización de la política pública en
cada país. En todos estos años la EIB ha pasado de ser una educación bilingüe (EB)
centrada en el uso de la lengua y la traducción de contenidos curriculares del español,
a una educación intercultural bilingüe con igual o mayor énfasis en la cultura –
expresada en la cosmovisión, los saberes y las prácticas de los pueblos indígenas– y
su inclusión en el currículo.
Para los movimientos indígenas que en esa época se empezaban a formar, también
era importante que los pueblos accedieran a la escuela para aprender español y
conocer la cultura del país, como mecanismo de defensa contra la exclusión y la
discriminación. En tanto lengua hegemónica, el español estaba asociado a un mejor
trato como ciudadano y acceso a ciertos servicios que no llegaban a los indígenas.
Más allá de la lengua, la cultura adquirió un mayor peso en el aprendizaje de los niños
y niñas indígenas, por lo que a mediados de los 70 se considera el inicio de una
segunda etapa. En la región, varios países lograron que los esfuerzos experimentales
en EB se ampliaran a otras zonas y pueblos indígenas y que esto sirviera como
evidencia de los avances en una mejor atención a los niños y niñas en cuanto al
aprendizaje, disminución de la repitencia y reducción del abandono escolar.
En paralelo, las organizaciones indígenas cobraron cada vez más fuerza y las
demandas por una educación de acuerdo con su cultura y en su lengua se hicieron
más prioritarias en la agenda de negociación con los estados. Poco a poco fueron
surgiendo programas y proyectos educativos alternativos, con ideas y propuestas más
claras acerca de cómo desarrollar una educación afín a la cultura de los pueblos
indígenas, en la que el uso de la lengua no se concibiera como medio de tránsito al
español y fuera permanente. Igualmente, los debates regionales sobre la cultura, la
cosmovisión indígena y la necesidad de trascender lo lingüístico, fueron posicionando
el concepto de EIB. Fueron las organizaciones indígenas, en cierta correspondencia
con los debates académicos que se venían dando, las que desde fines de los años 90
empezaron a plantear que la interculturalidad debía ser para todos, es decir, también
para las miembros no indígenas de la sociedad, quienes suelen ser los que
discriminan a las personas de culturas y lenguas originarias.
Aunque se han dado importantes avances a nivel teórico, los debates sobre la
interculturalidad, el diálogo de saberes, la EB de transición y de mantenimiento y
desarrollo, la EIB o EBI, la educación indígena o etnoeducación, entre otros, se
mantienen con distintos énfasis y matices en cada país. Muchas de estas cuestiones
han sido zanjadas mediante documentos normativos aprobados por cada país, así
como leyes, políticas y modelos de EIB que suelen reflejar estos avances; pero en la
práctica, en su concreción en las escuelas, se mantienen visiones y estrategias
supuestamente superadas, que contradicen los nuevos enfoques y metodologías. Por
otra parte, los estudiantes de comunidades afrodescendientes en la región están
mucho más invisibilizados que los estudiantes de pueblos indígenas, pese a que
históricamente también han sido objeto de discriminación y racismo y que,
evidentemente, requieren un servicio educativo pertinente que responda a sus
necesidades particulares. En muchos países no se ha iniciado la discusión acerca de
las características que debería tener esta oferta educativa, pero es urgente que las
comunidades afrodescendientes reciban un servicio suscrito en el enfoque de
etnoeducación o de educación intercultural para todos y todas, y que: i) fortalezca su
identidad como afrodescendientes, ii) incorpore explícitamente la historia de los
afrodescendientes desde sus propias visiones y aportes a la cultura y devenir nacional,
y iii) ponga especial énfasis en el desarrollo de prácticas de valoración cultural y
erradicación de toda forma de discriminación. En la actualidad, el complejo proceso de
consolidación de propuestas de atención a los estudiantes de pueblos indígenas y
afrodescendientes con una EIB o etnoeducación, se ha visto frustrado a raíz de la
pandemia por el COVID-19. En este sentido, el 2020 ha marcado un retroceso en la
atención pertinente a los estudiantes indígenas (López, 2020) y puede paralizar los
pocos avances en el caso de los estudiantes afrodescendientes. No obstante, esta
situación compleja derivada de la pandemia también puede ser una oportunidad para
que los estados prioricen sus políticas de equidad y, en particular, las orientadas a
estas poblaciones indígenas y afrodescendientes.